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Revista argentina de sociología

versión On-line ISSN 1669-3248

Rev. argent. sociol. v.6 n.10 Buenos Aires mayo/jun. 2008

 

La cultura de la acción directa en la lucha económica de los asalariados

Jorge Cresto, Gustavo Quintana y Julián Rebón

Programa de Investigaciones sobre Cambio Social (PICaSo) Instituto de investigaciones Gino Germani-UBA

durruti36@fibertel.com.ar
Jorge Cresto es Doctorando en Ciencias Sociales (UBA), Magíster en Periodismo (UTDT), Sociólogo (UBA) y becario doctoral CONICET, con sede en el Instituto Gino Germani (UBA). Es actualmente docente en la Carrera de Sociología (UBA).

gaquintana@yahoo.com
Gustavo Quintana es Maestrando en Ciencias Sociales (UBA) y Sociólogo (UBA). Se desempeña como Auxiliar de investigación en el Instituto Gino Germani (UBA).

julian@rebon.com.ar
Julián Rebón es Doctor en Ciencias Sociales (UBA), Maestro en Población (FLACSO, México), Sociólogo (UBA) y ha cursado estudios de posgrado en la Universidad de Salamanca. Actualmente es Profesor de la Carrera de Sociología y de la Maestría en Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, así como Investigador del CONICET y del Instituto Gino Germani.

Abstract

A pesar de la recomposición económica y política, y luego de uno de los más profundos procesos de crisis social, diversas formas de disconformidad social son desarrolladas por la ciudadanía. Entre estas heterogéneas expresiones de malestares latentes se destacan aquellas acciones que asumen formas no convencionales.
Nuestro objetivo actual de investigación consiste en explorar descriptiva y analíticamente estas formas de disconformidad social no convencionales, en la Argentina reciente.
En el avance presentado nos focalizamos en indagar acerca de la existencia de una cultura de la acción directa. En particular, analizamos las representaciones sobre el uso de la acción directa en la lucha económica de los asalariados.
Con relación a la aproximación metodológica, realizamos un abordaje exploratorio con base en una encuesta realizada por el Programa de Investigaciones sobre Cambio Social (PICaSo), en 2006, a trabajadores del Subterráneos de Buenos Aires.

Palabras clave: Trabajadores; Acción directa; Cultura; Disconformidad social; Repertorio de confrontación.

After one of the most severe processes of social crisis, and in spite of the current economic and political recovery, the Argentine citizenry has developed several forms of social dissent. At the fore of various expressions of latent discontent, attention is drawn to non-conventional actions.
Our current research seeks to describe and analyze these non-conventional forms of social discontent in contemporary Argentina, focusing on the existence of a direct-action culture. In this paper in particular, we analyze the representations on the use of direct action in workers’ economic struggles.
As regards methodology, we carried out an exploratory study based on the 2006 survey of the Research Program on Social Change (PICaSo, in Spanish), aimed at Buenos Aires metro workers.

Keywords: Workers; Direct Action; Culture; Social discontent; Confrontation repertory.

Introducción

La Argentina ingresó al nuevo milenio en un contexto de una inédita situación de crisis que abarcó los distintos ámbitos de la sociedad.
En los momentos más acuciantes de la crisis económica, política y social, la protesta se potenció y apareció un proceso que hemos considerado sumamente original: la autonomización.
Un profundo malestar social frente a la realidad existente nutrió las acciones de disconformidad, que asumieron variadas formas. Distintos grupos, desprendimientos de diferentes fracciones sociales, con mayor o menor intensidad, pusieron en crisis sus lealtades y obediencias anticipadas, ampliando sus grados de libertad. En distintos ámbitos y escalas, la acción, producto de la obediencia a la autoridad, pasó a ser cuestionada. Esta ruptura embrionaria de distintas heteronomías políticas y sociales permitió la emergencia de espacios de innovación al interior de la sociedad civil1. Una porción de la ciudadanía dejó de esperar que las personificaciones tradicionales resolvieran sus necesidades y dieran alguna salida al malestar. Al no encontrar en los mecanismos institucionales existentes los canales para satisfacer sus intereses, tomó en sus manos lo que no estaba dispuesta a delegar: la reproducción y la defensa de su propia identidad social (Rebón, 2004).
En este contexto social, político y económico, un conjunto de libertades aparecían para distintas identidades sociales como libertades negativas, en tanto carecían de los recursos concretos para su ejercicio. De esta manera, diferentes derechos encontraban, en la práctica, crecientes obstáculos sociales para su ejercicio2.

Los canales institucionalizados de procesamiento de la conflictividad y de la reproducción tendieron a entrar en crisis3. El desarrollo de la acción directa o no convencional en distintos sectores es el indicador de este proceso de autonomización.
En distintos territorios comenzaron a enfrentarse los problemas en forma directa, sin la mediación de las normas hegemónicas establecidas en la sociedad. En los barrios, las asambleas de vecinos tomaban edificios para instalar centros culturales, comedores o alternativas socio-productivas; grupos de desocupados organizados, como son los piqueteros, ocupaban las calles en reclamo de trabajo y subsidios de desempleo, al tiempo que construían emprendimientos autogestivos (Rebón, 2007).
Así fue que la acción directa, aquella acción que no está mediada por la institucionalidad preexistente, poseedora de una fuerte originalidad y creatividad, se convirtió en la forma de expresar demandas para distintas identidades sociales y políticas4.
La reciente recomposición política y económica de la situación de crisis nos hacía prever una disminución de la acción directa y la autonomización. Si bien registramos un atenuamiento de las formas emblemáticas de la disconformidad organizada del período de la crisis, no obstante, la acción directa pareciera adquirir una renovada presencia en las formas en que se expresa la disconformidad con el orden social5.

Más allá del cambio de las condiciones sociales, el proceso de autonomización parece haber propagado en la cultura de la población nuevas formas de acción o recreado otras preexistentes. Encontramos diversas ejemplificaciones en el renovado conflicto sindical, donde a menudo se realizan cortes de vías de tren y subte, en el impedimento del cobro de pasajes, en los bloqueos a supermercados, en las ocupaciones del lugar de trabajo y de las oficinas de la gerencia, etc. La acción sindical, en particular la de sus bases y de los nuevos jóvenes que ella selecciona como su dirigencia, se nutre de la acción directa en sus diversas formas. Pero también distintas personificaciones6 tienden a recurrir a ésta con mayor frecuencia. Es común encontrar pasajeros que rompen boleterías o queman trenes por las demoras en el servicio, estudiantes defraudados por una agencia de turismo que cortan avenidas, vecinos de barrios periféricos que queman casas de los presuntos victimarios ante la inacción de la Justicia, estudiantes que ocupan sus escuelas ante problemas edilicios o de otra índole, grupos de universitarios que impiden el funcionamiento de la asamblea universitaria reclamando la democratización, vecinos y ambientalistas que cortan un puente internacional contra la instalación de una industria celulosa en el vecino país de Uruguay, etc. (Rebón y Antón, 2007). En suma, encontramos que la acción directa no es patrimonio exclusivo de una identidad social determinada, ni de un ámbito de las confrontaciones. En tal sentido, nos planteamos a modo de interrogante en qué medida la acción directa expresa una lógica de acción o un conjunto heterogéneo de lógicas. En esta última dirección, nos preguntamos: ¿Cuáles son las lógicas que sustentan este tipo de acción? ¿En qué medida expresan y conforman diferentes culturas de lucha?
En el presente trabajo nos interesa avanzar en el desentrañamiento de las culturas de lucha en la perspectiva de la acción directa. En tal dirección, nos proponemos explorar las representaciones acerca de la acción no institucionalizada en la lucha económica entre los trabajadores de Subterráneos de Buenos Aires.
Con respecto a la aproximación metodológica, realizamos un abordaje exploratorio con base en una encuesta realizada por el Programa de Investigaciones sobre Cambio Social (PICaSo), en 2006, a 137 trabajadores de Subterráneos de Buenos Aires.

Los trabajadores del Subte

En los últimos tiempos, los trabajadores del Subte han experimentado un conjunto importante de cambios que les han permitido mejorar las condiciones de trabajo y salario y revertir, en parte, las transformaciones instaladas por la empresa Metrovías S.A. al inicio de la concesión del servicio, en enero de 1994. Por mencionar solamente algunas, quizá las más relevantes según los mismos trabajadores, rescatamos la reducción de la jornada laboral a seis horas y la incorporación de trabajadores de empresas tercerizadas por Metrovías al convenio de la Unión Tranviarios Automotor (UTA).
Ambas transformaciones -que significaron mejoras relevantes en las condiciones de trabajo y salario- fueron la resultante de un proceso prolongado de luchas que comenzó al poco tiempo de la privatización del servicio, pero que se agudizó en los últimos años a partir de los cambios en la composición del cuerpo de delegados y del contexto social y político.
En la actualidad, la amplia mayoría de los delegados forma parte de una misma lista que expresa la alianza de diversos sectores de la izquierda partidaria, independiente y del peronismo. Este cuerpo de delegados, cuyo funcionamiento está basado en una dinámica asamblearia, concentra alto apoyo entre los trabajadores y es un referente insoslayable al momento de entablar y dirigir luchas frente a la empresa y el Gobierno, con autonomía creciente respecto de la UTA. En este sentido, cerca del 17% de los trabajadores del Subte rescata principalmente la "determinación para la luchas" que tiene el cuerpo de delegados; su "honestidad" (16,2%) y su "constancia y dedicación" (14,6%).
En suma, los trabajadores del Subte y su personificación emblemática en el campo de las confrontaciones, "el cuerpo de delegados", expresan y conforman en los últimos años un proceso de autonomización frente a las heteronomías preexistentes en el espacio laboral. En una confrontación de múltiples frentes, contra la patronal y el Estado7 y contra la conducción sindical de la rama, alcanzan nuevos grados de libertad transformando sus condiciones de trabajo. Al mismo tiempo, conforman en su acción una incipiente y embrionaria situación de poder dual bajo tierra8.

La participación en luchas

Los trabajadores del Subte son una población con alta participación en hechos de reclamos colectivos. Casi el 83% de ellos ha participado en alguna oportunidad en hechos de lucha en su ámbito de trabajo y más allá de él, a través de diversas formas de acción como pueden ser paros, escraches, marchas o actos, cortes de calles, rutas, puentes, etc. Por otra parte, su participación no se reduce exclusivamente al ámbito corporativo del lugar de trabajo propio, sino que -en diferentes grados- se extiende a otras personificaciones sociales.
En diversas oportunidades, estos trabajadores y los delegados acompañaron y apoyaron reclamos de otros sectores asalariados, como fueron las luchas de los trabajadores del Hospital Garrahan y del Hospital Francés, por mencionar solamente dos casos que tuvieron fuerte trascendencia mediática.
Sin embargo, encontramos aquí que la colaboración de estos trabajadores en hechos de lucha varía de acuerdo con el tipo de acción que intervenga. La participación en hechos convencionales, como pueden ser las huelgas (71,4%), es mayor que en acciones de tipo directo (37,6%, en el caso de cortes de calles, puentes o rutas)9. Pasamos aquí de una situación a otra: la participación en huelgas se acerca a los valores de participación en hechos generales de lucha colectivos. Como si fueran lo uno y lo mismo. Pero para el caso de las acciones de tipo directo (que medimos en este caso a través de participación en cortes de calles, puentes o rutas) la participación es sustancialmente menor. Aunque aquí se excluyen otros tipos de acciones tanto convencionales como no convencionales, ambas representan de buena manera a ambos tipos. Resulta evidente el costo diferencial que implica para cada actor su participación en uno u otro tipo de acción de lucha. Casi por definición, al no estar incluidas en el repertorio socialmente convencional, las acciones directas suponen, potencialmente, "costos" mayores para sus protagonistas10. De allí que es posible presumir que estas dimensiones tengan cierta importancia en la adhesión o no a un tipo específico de acción.
Por otra parte, encontramos que entre los trabajadores del Subte existe una predisposición a la acción directa en la lucha económica que divide nuestro universo en dos mitades casi idénticas y que resulta -en comparación con
otras fracciones socialmente cercanas- relativamente alta11. Tan es así que el 48,9% de ellos sostiene una predisposición positiva a la acción directa en el caso de la lucha económica. Esta predisposición alcanza al 100% en el caso de los integrantes del cuerpo de delegados.
Esta situación nos lleva a preguntarnos sobre las identidades que hay en juego aquí con respecto a la lucha: ¿Una participación diferencial previa en luchas puede tener alguna correspondencia con la predisposición hacia las acciones de tipo no convencional?

CUADRO 1. Predisposición a la acción directa, según participación en manifestaciones u otras formas de reclamos colectivos.

Aunque no abrumadoramente, vemos aquí que quienes han tenido algún tipo de participación en manifestaciones o reclamos colectivos tienden a expresar una predisposición mayor hacia la acción directa en la lucha económica. Por otra parte, quienes nunca han participado de algún reclamo colectivo muestran una predisposición altamente negativa frente a las acciones de tipo no convencional.
Pero anteriormente hemos visto que quienes han participado en manifestaciones o reclamos colectivos no son un grupo homogéneo. En principio, podríamos discriminar analíticamente entre quienes han participado en alguna acción no institucionalizada y quienes no lo han hecho al menos una vez. ¿Profundizará esto nuestros supuestos? ¿Quienes han participado en acciones de tipo no convencional tendrán una predisposición mayor a implementar acciones directas en una lucha de carácter económico?

CUADRO 2. Predisposición a la acción directa, según participación en una ocupación, acampe o corte de calle, puente o ruta.

Vemos que sí. Quienes han participado en una acción de tipo no convencional, como son los acampes, cortes de calles, puentes o rutas, tienen una predisposición hacia la acción directa mucho mayor en la lucha económica de los trabajadores.
Una primera lectura de los datos nos lleva a reflexionar sobre la existencia de identidades particulares que expresan -al menos en el plano teórico12- una cierta predisposición hacia acciones no institucionalizadas. Es decir, que entienden como legítimas la utilización de formas de lucha no institucionales en el medio de una confrontación en el ámbito económico. Y estas identidades -en principio- tienen relación con la experiencia en luchas previas.

La predisposición a la acción directa y el proceso de autonomización

Como venimos señalando, nuestra hipótesis es que la acción directa, propagada entre heterogéneas fracciones sociales, expresa una incipiente autonomización frente a las formas y los canales tradicionales de procesamiento social de los conflictos y la reproducción, y -además- frente a las personificaciones que las expresan.
En esta dirección, vemos que a partir de la crisis de 2001/2002 surgieron con fuerza un conjunto de acciones innovadoras que buscaban asegurar la reproducción de vastos sectores sociales ante la imposibilidad que ofrecían las vías institucionales.
En este contexto, los canales tradicionales de procesamiento aparecían agotados y quienes los personificaban eran ampliamente repudiados. Así, recordamos la imposibilidad de circular por las calles que tenía la mayoría de los miembros de la clase política y empresaria. Casi cotidianamente teníamos registro de escraches y distintos repudios que los contaban como destinatarios. El "¡Que se vayan todos!" expresaba de manera algo confusa -ya que no registraba diferencias- esta situación.
Ahora bien, en tanto la acción directa como repertorio de confrontación tiende a expresar desobediencia a las heteronomías preexistentes y a las formas institucionales a través de las cuales se materializan, ¿existe una correspondencia entre la predisposición a la acción directa y la cercanía o distancia frente a ciertas personificaciones de heteronomías sociales en los trabajadores del Subte?
En primer lugar, nos interesa rastrear esta relación en una de las heteronomías fundamentales del mundo capitalista: los empresarios.
Más precisamente, ¿quienes expresan una predisposición a la acción directa en el campo económico se sienten más lejanos de los empresarios?

CUADRO 3. Cercanía a los empresarios según predisposición a la acción directa.

Vemos que hay una relación de diferenciación y oposición al empresariado que atraviesa prácticamente al conjunto de los trabajadores. Los empresarios son vistos como una personificación lejana, más allá del posicionamiento frente a las formas de acción consideradas legítimas. Sin embargo, esta relación es más radical entre aquellos que entienden favorablemente los repertorios de acción que transitan el campo de la acción directa.
Otra heteronomía del mundo del trabajo que había sido puesta en discusión durante la etapa abierta en 2001 era los sindicatos; especialmente los principales dirigentes gremiales y la Confederación General del Trabajo (CGT). De esta manera, el sindicato perdía su legitimidad en tanto articulador clásico de las demandas de la clase trabajadora y representante tradicional frente al Estado y al empresariado.
Entre los trabajadores del Subte, ¿encontramos una correspondencia entre "predisposición a la acción directa" y "cercanía al sindicato de la rama"?

CUADRO 4. Cercanía al sindicato de la rama, según predisposición a la acción directa.

Al igual que en el caso anterior, encontramos que, tanto los que se expresan favorablemente frente a la acción directa en el campo económico como aquellos que no, se sienten lejanos frente al sindicato de la rama. En este territorio, quienes personifican a la dirigencia sindical son vistos como lejanos por una amplia mayoría de los trabajadores. No obstante, conviene aquí también rescatar que, aunque levemente, quienes se muestran más favorables a las acciones no convencionales expresan una mayor distancia respecto del sindicato de la Unión Tranviarios Automotor.
De esta manera, encontramos que la identificación con la dirigencia sindical es muy baja. Esta situación era ampliamente previsible para el caso del empresariado, pero no para el caso del sindicato de la rama. Sin embargo, los trabajadores del Subte se muestran más bien lejanos frente a la UTA, en oposición a la cercanía que expresan frente al cuerpo de delegados. Como señalamos anteriormente, el cuerpo de delegados es visualizado de manera positiva y considerado un referente indispensable al momento de las "luchas".
Tan sólo el 7,5% de los trabajadores del Subte se siente Cerca de la UTA, mientras que casi el 86% expresa sentirse Lejos y Muy lejos.

Por el contrario, con respecto al cuerpo de delegados, más del 81% de los trabajadores expresa sentirse Cerca y Muy cerca de ellos y casi un 7%, sentirse Lejos y Muy lejos.
Una tercera heteronomía en el mundo capitalista es el Estado, el cual es personificado parcial y transitoriamente por uno u otro gobierno. Cada gobierno interviene y juega un papel particular en las confrontaciones entre los trabajadores y los capitalistas. Sin embargo, su participación se encuadra dentro de las leyes que lo constituyen y se encarga de aplicar la normatividad vigente. Marca un campo de acción de lo posible. Por otra parte, en el caso del Subte, el Gobierno nacional es su propietario y la empresa privada gestiona el servicio. Al mismo tiempo, este servicio público es subsidiado por el Gobierno, manteniéndose estable el precio del boleto durante varios años. En los hechos, muchos de los aumentos salariales son pagados por el Gobierno nacional. Por último, el alto impacto en la vida urbana que tiene cualquier problema de funcionamiento del servicio hace que los gobiernos nacional y local tengan una alta predisposición a intervenir en el conflicto. En el caso del Gobierno del Presidente Néstor Kirchner, que tuvo una política de intervención del Ministerio de Trabajo más activa, esta tendencia se acentúa.
En este sentido, nos interesa rastrear las correspondencias entre la posición frente al Gobierno y la predisposición a la acción directa.

CUADRO 5. Posición frente al Gobierno nacional, según predisposición a la acción directa.

Encontramos que casi la mitad de los trabajadores, más allá de su posición respecto de las acciones no convencionales, está ni a favor ni en contra del Gobierno nacional. Sin embargo, quienes observan favorablemente el uso de acciones directas en las luchas económicas tienden a concentrarse en la oposición al mismo. Por el contrario, quienes no están de acuerdo con las acciones directas se concentran en visiones favorables y muy favorables al Gobierno nacional.

La lógica de la acción directa

Todo proceso de autonomización, de ejercicio de nuevos grados de libertad, enfrenta permanentemente un doble desafío. Por una parte, que su reversión no consolide viejas y nuevas heteronomías. Por la otra, que asuma una intensidad tal que impida la cooperación social, ya sea en el campo de la producción como en el de la lucha, dando lugar a un estado anómico13.
Predisposición a la acción directa en la lucha económica y diferenciación frente a las heteronomías preexistentes no se corresponden con un principio anómico de autonomización. No expresan grados de autonomización que pongan necesariamente en crisis toda forma de organización colectiva. En los hechos, aun cuando alteran el proceso de trabajo preexistente, no impiden su realización, excepto en los momentos de alta intensidad en los conflictos. Pero incluso en estas situaciones, la autonomización no asume una forma anómica sino que construye otras formas de cooperación y de relación que no están mediadas por la heteronomía empresarial. Como señalábamos anteriormente, el cuerpo de delegados, verdadera personificación de la acción directa, funciona como organizador de esta autonomización. Basado en la asamblea como mecanismo clave para la toma de decisiones, involucra y articula al obrero social colectivo. Éste pone en funcionamiento el sistema de transporte y logra detenerlo en función de sus demandas.
Como sosteníamos con anterioridad, quienes expresan conformidad con las acciones directas son aquellos que han tenido participación en reclamos colectivos y, mucho más especialmente, quienes han participado en alguna oportunidad en acciones no institucionalmente legitimadas y por lo tanto legalizadas. ¿Cuál es el nutriente político de esta cultura teórica y práctica de las luchas?

CUADRO 6. Autoidentificación política, según predisposición a la acción directa.

La lógica cultural subyacente a la acción directa es la de una cultura radical, que hereda las tradiciones de la izquierda, nutrida de las plurales configuraciones que ésta expresó en la historia reciente, y no tan reciente, del país. En su mayoría, estos trabajadores, con una cultura radical en el campo de las luchas y de "izquierda" en el campo de la política, son "no peronistas". Sólo un quinto de ellos se identifica con el peronismo, la identidad política que fuera predominante en la fuerza de trabajo durante décadas en nuestro país, pero tampoco se expresan como opositores radicales a él. Para la mayoría, el peronismo no es clivaje que ordena el campo político, no son ni "peronistas" ni antiperonistas.
Esta cultura radical se articula y expresa en una forma de conciencia de clase que embrionariamente trasciende al corporativismo obrero, identificándose con los sectores más expropiados de la fuerza de trabajo. Su autonomización de las heteronomías sociales se articula con su igualación con otros sectores sociales. Aquellos que tienen mayor predisposición a la acción directa expresan también una mayor identificación con las formas más pauperizadas de la fuerza de trabajo: cartoneros, desocupados, beneficiarios de planes sociales y piqueteros14. Autonomización e igualación son las formas que asumen los mecanismos de diferenciación y de identificación.

CUADRO 7. Predisposición a la acción directa, según identificación con fracciones pauperizadas de la fuerza de trabajo.

La cultura en acción

Señalábamos en el comienzo la existencia de una predisposición a la acción directa en diversas identidades y espacios sociales como formas de expresión del malestar social. Y nos preguntábamos acerca de sus anclajes culturales.
En esta dirección, planteamos su exploración entre los trabajadores del Subte, un territorio que en los últimos años ha desarrollado un fuerte proceso de organización, protesta y uso de la acción directa en el campo de la lucha económica, cuyo resultado es la transformación de sus condiciones de trabajo y la de trabajadores afines, conformando un importante espacio de autonomización frente a las heteronomías preexistentes. La construcción de un índice de predisposición teórica nos permitió ahondar en esta línea. Encontramos una asociación entre predisposición a la acción directa y experiencia de participación en hechos de disconformidad social en general y de acción directa en particular.
Esta cultura teórica y práctica en el campo de los repertorios de lucha está asociada con una relación crítica frente a las heteronomías sociales del espacio. Conforma -al mismo tiempo- un espacio de igualación con las identidades más pauperizadas de la fuerza de trabajo. Forma parte de una cultura de izquierda, en su más plural significado: el reordenamiento progresivo de un espacio social, dotando de más poder a quienes menos poder poseen. En tal dirección, articula en el campo cultural autonomización frente al orden social y un principio de conformación de igualación con los sectores pauperizados del orden social.
Ahora bien, dos desafíos investigativos se abren aquí. Uno de ellos consiste en preguntarnos por la sociogénesis de las condiciones para la materialización
de esta cultura en la práctica. Una tesis recurrente otorga el poder al cuerpo de delegados, por la situación neurálgica del subte en el transporte urbano. No obstante, esta relevancia no puede explicarnos un elemento variante en el tiempo. Un análisis de la secuencia causal del proceso de privatización del Subte, cambio de composición social y cultural de la fuerza de trabajo, estrategias de distintos destacamentos políticos, crisis de la estructura sindical, cambios en el Gobierno y contexto político, deben ser analizados en sus mutuas implicaciones.
Por otra parte, debemos advertir que sólo estamos ante la presencia de una de las lógicas de la acción directa: la de una cultura radicalizada en la transformación progresiva de las condiciones de trabajo. En nuestras hipótesis, otras lógicas existen y se expresan en la Argentina actual, y poseen niveles diferentes de formulación y sistematización como cultura. No expresan necesariamente una forma organizada y prefigurada de malestar, sino una predisposición a la desobediencia frente a él. Sólo la investigación puede desentrañar su lógica. La acción directa en el campo de la reflexión, sin la mediación empírica, se torna insuficiente para su abordaje.

Notas

1. La consigna coreada en las movilizaciones del período, "¡Que se vayan todos!", resume de forma emblemática la profunda deslegitimación de las autoridades en sus diferentes personificaciones.

2. Por ejemplo, el derecho al trabajo, consagrado en la Constitución nacional, se enfrentaba a una inédita situación de desempleo en la vida real de millones de ciudadanos, el derecho a la propiedad, con la confiscación de los depósitos a los ahorristas por parte de los bancos y la pauperización de masas crecientes de la población.

3. En línea con nuestra tesis de la tendencia a la ruptura de las mediaciones institucionales, aunque con otra perspectiva, una investigación del GEPSAC (Grupo de Estudios sobre Protesta Social y Acción Colectiva) encontró un proceso de descorporativización de la protesta en la cual partes crecientes de la misma dejan de estar mediadas por los canales del corporativismo clásico (Schuster et ál., 2003).

4. Desde nuestra perspectiva teórica, la acción directa surge a partir de la combinación en el tiempo y espacio social de:
• Un aumento y concentración del malestar o tensión en una localización social.
• Determinados formatos de acción directa que se encuentran instalados socialmente y forman parte de los repertorios de un grupo y que pueden ser realimentados y potenciados por la existencia de recursos morales, materiales e intelectuales aportados por terceros.
• La percepción social de que la institucionalidad no puede dar respuesta a las demandas, cualquiera sea la forma que ésta asuma.
• Condiciones políticas y sociales que reducen costos de la acción y aumentan sus beneficios.
Para un mayor desarrollo de la temática de la acción directa consúltese Rebón y Antón (2007).

5. Entre ellos, podemos nombrar la casi desaparición del movimiento de asambleas barriales y ahorristas, el debilitamiento del movimiento piquetero y la disminución del ritmo de la recuperación de empresas por sus trabajadores (Rebón, 2007).

6. Desde nuestra perspectiva, con el concepto de "personificación" enfatizamos el conjunto de relaciones sociales que un cuerpo está mediando.

7. En ocasiones, para que el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo incidan cambiando la regulación laboral; en otras, para que influyan positivamente en la negociación con la empresa.

8. Ésta puede observarse en su ritmo de trabajo o en el control que poseen los trabajadores sobre su espacio laboral. Para realizar nuestra encuesta fuimos autorizados por el cuerpo de delegados a ingresar a las dependencias y talleres; no por la empresa.

9. Esto mismo hemos encontrado en un relevamiento que realizamos en 2006 en trabajadores no docentes de la Universidad de Buenos Aires. De hecho, la diferencia en cuanto a la participación en hechos convencionales y en acciones directas es aún mayor en este caso, en comparación con los trabajadores del Subte.

10. Conviene destacar que los potenciales "costos" poseen un carácter relativo. En qué medida los representen dependerá de las relaciones específicas entre las identidades sociales y culturales involucradas.

11. La variable predisposición a la acción directa se construyó a partir de un análisis de correlaciones con base en la predisposición teórica a diferentes formas de lucha en el campo de los reclamos salariales. Tomamos como "predisposición a la acción directa" la posición favorable a la ocupación del espacio de trabajo. Dicha determinación se tomó en función de que, por una parte, la ocupación es una forma que asume siempre en el contexto actual el carácter de acción directa, y por la otra, a partir del análisis de correlaciones con otras formas de acción convencionales y directas. Es importante señalar dos de ellas: a) el paro por tiempo indeterminado, una medida que en ocasiones asume la forma de acción directa, y b) el sabotaje, una medida que se encuentra claramente en el campo de la acción directa. Ambas poseen una alta correlación con la predisposición a la ocupación. El 96 % de quienes tienen predisposición a la ocupación considera justo el uso del paro por tiempo indeterminado en reclamos salariales, mientras que para quienes no poseen dicha predisposición este valor desciende al 39%. En cambio, en el sabotaje, sólo una minoría de los trabajadores favorables a la "ocupación" (34%) considera justo su uso, pero entre quienes no poseen esta predisposición nadie considera justo el sabotaje. De tal forma, la predisposición a la ocupación nos indica la zona limítrofe entre las medidas que pueden ocasionalmente ingresar en el terreno de la acción directa y aquellas que presuponen niveles de mayor radicalización de dicha acción. En suma, la actitud favorable a la "ocupación" se nos presenta como un indicador para aproximarnos empíricamente a la predisposición a la acción directa.

12. Según Piaget (1984), la conciencia teórica refiere a la reflexión en abstracto, por lo cual si bien probablemente tienda a corresponderse con la conciencia práctica y con la práctica de los trabajadores, no necesariamente guarda una relación de correspondencia mecánica.

13. "Así, una verdadera cooperación basada en la autonomía debe superar tanto el riesgo de la anomia como el de la construcción de una nueva coacción: la cooperación difiere esencialmente del simple intercambio espontáneo, es decir del ‘dejar hacer’; tal como lo concebía el liberalismo clásico. El ‘libre intercambio’ debe enfrentar continuamente dificultades originadas en el egocentrismo (individual, nacional o que se origina en una polarización de la sociedad en clases sociales) o en las coacciones (originadas en las luchas entre las clases, etc.), si no media una disciplina que permite la coordinación de los puntos de vista mediante una regla de reciprocidad" (Piaget, 1988: 227).

14. El índice de identificación con fracciones pauperizadas de la fuerza de trabajo se construyó a partir de un análisis factorial de trece variables de percepción de cercanía a distintas personificaciones sociales y políticas.

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Aceptado: 11 de abril de 2008.

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