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Revista argentina de sociología

versión On-line ISSN 1669-3248

Rev. argent. sociol. v.6 n.10 Buenos Aires mayo/jun. 2008

 

La perspectiva de la longevidad: un tema para re-pensar y actuar1

Norma Liliana Tamer

Universidad Nacional de Santiago del Estero

ntamer@arnet.com.ar
ntamer@unse.edu.ar
Norma Liliana Tamer. Magíster Scientiae en Educación con énfasis en Educación de Adultos (U. de Costa Rica). Doctora en Educación (U. C. de Córdoba). Docente de Posgrado en Universidades del país y del exterior.

Abstract

Las generaciones actuales somos testigos de una época histórica, sin precedentes, en la que se advierte la configuración de nuevas sociedades, fruto del pluralismo étnico, cultural, religioso, de la diversidad de identidades nacionales y de la construcción de nuevas identidades etarias. Estudiosos e investigadores sociales hoy están atentos e interesados por la longevidad, tanto en cuanto hecho personal como en su perspectiva socio-cultural. Los significativos cambios en el ciclo vital y su alargamiento muestran importantes efectos, no sólo sobre el estado y el número de personas mayores sino también sobre todas las instituciones sociales. Asimismo, hacen prever la continuidad y la diversidad de situaciones emergentes hacia el futuro.
A medida que los sujetos y las poblaciones envejecen, las sociedades se ven afectadas por las características y ritmos del envejecer, ya que cada cultura, cada época, cada tiempo histórico, manifiestan sus propios patrones de envejecimiento y configuran modelos de envejecer y de vejez.
Ante ello, la investigación y la práctica gerontológicas, en sus múltiples dimensiones, intentan pensar y diseñar nuevas estrategias, más equitativas, solidarias y menos costosas, a las que puedan acceder un mayor número de envejecentes. Asimismo, el esfuerzo está dirigido a desarrollar el potencial del colectivo de mayores, para mantenerlos como agentes activos de nuestra sociedad, lo cual supone trabajar en distintos campos, de manera cooperativa, para lograr su resignificada identidad, su inclusión social y una saludable y creativa convivencia intergeneracional.

Palabras clave: Vejez; Educación a lo largo de la vida; Adultos Mayores; Longevidad; Gerontología social.

Current generations are witness to an historical, unprecedented time, with the creation of new societies that are the result of ethnic, cultural and religious pluralism, the diversity of national identities, and the building of new age identities. Today, scholars and social scientists are interested in longevity, both as a personal fact and in terms of its sociocultural perspective. Significant changes across the lifespan and its extension reveal important effects, not only on the state and number of elderly people, but also on every social institution. Accordingly, these changes announce the continuity and diversity of new situations in the future.
While individuals and populations age, societies are affected by the characteristics and pace of aging. Every culture, every time, and every historical age have their own aging patterns and create models of aging and old age. Thus, gerontological research and practice in their multiple dimensions attempt to think and design new, more equitable, supportive, and less expensive strategies that should be accessible to a larger number of aging people. Also, the efforts are aimed at developing the potential of the elderly so that they may remain active social agents. This implies working cooperatively in different areas towards a resignified identity for the elderly, their social inclusion, and a healthy and creative intergenerational coexistence.

Keywords: Old Age; Lifelong Education; The Elderly; Longevity; Social Gerontology.

Una mirada a un mundo que envejece

La revolución de la longevidad, herencia de finales del siglo XX, sumada al rápido crecimiento de la población en la primera mitad del siglo XXI, nos muestran el horizonte de la transformación demográfica mundial, un mundo que envejece con profundas consecuencias para cada uno de los aspectos de la vida individual y comunitaria, nacional e internacional, con repercusiones que se proyectan, a su vez, a todas las dimensiones de la existencia humana, social, económica, política, cultural, psicológica y espiritual.
Este hecho inédito para la humanidad, por su complejidad y por sus derivaciones al futuro, en condiciones de incertidumbre, requiere de los actores sociales una obra intersubjetiva de puesta en orden del mundo y de su permanente construcción-reconstrucción, en un incesante trabajo de atribución de sentido, de roles y de posiciones que lo legitimen.
A nivel internacional se dieron dos eventos que tuvieron amplia repercusión en el discurso declaratorio de un modelo de envejecimiento con calidad de vida, sin dependencia física, psíquica y social, sino identificándolo con autonomía personal y esperanza de vida sin discapacidad.

El primero de ellos, el Año Internacional de las Personas Mayores (1999), instaló el concepto de una sociedad para todas las edades, implicando cuatro dimensiones: el desarrollo individual durante toda la vida; las relaciones multigeneracionales; la relación mutua entre el envejecimiento de la población y el desarrollo; la situación de las personas de edad. Ese acontecimiento atravesó el espacio geográfico de las naciones y contribuyó a promover la conciencia de la situación, como también la necesidad de impulsar la investigación multidisciplinaria y la acción consecuente en materia de políticas gerontológicas en todo el mundo.
El otro evento, el Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento (Madrid, 2002), por su parte, planteó como objetivo "garantizar que en todas partes la población pueda envejecer con seguridad y dignidad y que las personas de edad puedan continuar participando, en sus respectivas sociedades, como ciudadanos con plenos derechos". En este caso, el Plan de Acción de la Asamblea Mundial vino a sustentar la necesidad de que tal envejecimiento con calidad de vida sea una opción no sólo para los países desarrollados, quienes parcialmente lo están logrando, sino también extensiva a los países en vías de desarrollo, en donde pareciera prácticamente inalcanzable.
Ante ello, el interés por el estudio de la vejez desde una visión interdisciplinaria se ha expandido y tiende a avanzar presuroso en el conocimiento de los mecanismos de un envejecimiento activo.
La investigación gerontológica trata de diseñar nuevas estrategias, más equitativas, solidarias y menos costosas, a las que pueda acceder un mayor número de países. Al respecto, cabe preguntarnos ¿de qué modo estos estudios contribuyen a explicar y comprender los procesos del envejecimiento?, ¿hasta dónde es posible extender los beneficios que resultan de la producción del conocimiento gerontológico? Tales interrogantes, por su complejidad y abarcabilidad, exigen el diálogo científico y educativo que permita la vinculación teórico-práctica y evite la parcialización del campo de conocimiento, así como la responsabilidad intersectorial en la construcción de una vejez saludable y digna, que contemple la diversidad de los sujetos y de los grupos humanos.
Al mismo tiempo, entendemos necesario incluir la dimensión ética en cuanto dimensión reflexiva que nos permite salirnos de lo que hasta un determinado momento era invisible o inamovible y ver que, como humanos, tenemos el mundo que creamos con otros. Este acto de ampliar nuestro dominio cognoscitivo-reflexivo nos hace dar cuenta de que, sin la aceptación del otro junto a mí, en la convivencia, sin ese uno junto al otro, no hay socialización, y sin socialización no hay humanidad.

Cualquier cosa que destruya o limite la aceptación de otro junto a uno, desde la competencia hasta la posesión de la verdad, pasando por la certidumbre ideológica, destruye o limita que se dé el fenómeno social y, por lo tanto, lo humano.
Desde esta perspectiva ética, que enmarca la legitimidad de la presencia del otro, se plantea la demanda de un paso a un sujeto autónomo, a un sujeto capaz de reflexionar y decidir lo que va a hacer con sus deseos y lo que no va a realizar, y de actuar en consecuencia.
Hoy no es pensable un desarrollo humano sin un desarrollo que nos tenga como sujetos, capaces de orientar y decidir, junto con los otros, la dirección de ese desarrollo.

Envejecimiento y vejez desde la perspectiva de la longevidad

Vejez y ancianidad encierran, en sí mismas, ciertas paradojas propias del existir humano y representan situaciones de crisis en el transcurrir del ciclo vital. En nuestros tiempos permanecen empañadas, intermediadas, por un imaginario social poco favorable que lleva a verlas como algo temido o, incluso, negado. Gran parte de la población tiene conductas negativas hacia las personas mayores, inconscientes algunas veces, pero, muchas otras, conscientes y activas. Igualmente, las personas de edad avanzada no parecen muy felices de ser categorizadas como tales, o de re-conocerse a sí mismas en su presente situación vital, lo cual refuerza las representaciones de la vejez vista sólo por las pérdidas o carencias. De ahí que, en la visión de la vejez construida socialmente, de manera unilateral y reduccionista, desde el deterioro y la declinación inaceptablemente generalizada, lo que se manifiesta es sólo una de sus caras posibles: la de una vejez dependiente, inactiva. Ello incide, por supuesto, en las prácticas de intervención socio-sanitarias, predominantemente asistencialistas.
El término ancianidad, en particular, para referirnos al ciclo vital de la vejez, constituye un término inasible, polisémico, ya que tiene tantos sentidos o modos de comprensión según sean las representaciones de cada uno, conforme a su propia experiencia de vida cotidiana. Si consultamos en el diccionario, nos encontramos, sencillamente, con que "ancianidad" es el último período de la vida ordinaria del ser humano. Sin embargo, si buscamos en la representación socio-cultural, bien podemos observar que la variabilidad de respuestas puede ubicarse en uno de dos polos antitéticos: ancianidad igual a venerabilidad, sabiduría (en particular, en las sociedades orientales),
o a vulnerabilidad, decrepitud, decadencia (preferentemente en las sociedades occidentales modernas).
Esa ambivalencia en el pensar y el percibir la ancianidad obliga a explicitar las concepciones de envejecimiento y de vejez cada vez que se trata de iniciar una comunicación intersubjetiva para producir conocimiento en ese campo, o para decidir sobre políticas sociales y acciones concretas referidas al colectivo de las personas de edad.
Ya existe consenso acerca de que el envejecimiento, en cuanto proceso histórico-social o individual, es dinámico, extremadamente heterogéneo y particularmente contextualizado, tanto como para afirmar que cada uno envejece como ha vivido, como ha llevado el propio proceso existencial, singular, único, de "hacerse a sí mismo". Por ello, si bien advertimos la necesidad de re-pensar, re-significar la vejez a la luz de los cambios socio-culturales de nuestra época, también creemos que para lograrlo, acertadamente, debemos entenderla en el ciclo vital en su conjunto, en sus significados y construcciones socioculturales. En consecuencia, reflexionar sobre el envejecimiento y la vejez es reflexionar sobre la vida entendida como un continuun2. Así, una vejez saludable y activa dependerá de una niñez, adolescencia, juventud y adultez también saludables y activas (Tamer, 1995).
A nuestro entender, el término "longevidad"3 refleja mejor la situación actual. Nos permite re-significar tanto el envejecimiento como proceso evolutivo como el alargamiento del ciclo vital, y nos indica el requerimiento de una reconstrucción y redefinición de la vejez, longevamente masiva, en cuanto parte de ese ciclo vital.
Son muchos los estudiosos e investigadores sociales que están atentos a esta nueva perspectiva de la vida: la longevidad. Los significativos cambios en el ciclo vital y su alargamiento hacen prever importantes efectos, no sólo sobre el estado y el número de personas mayores sino también sobre todas las instituciones sociales (familia, mercado laboral, jubilación, sistema educativo, sistema sanitario y de pensiones).

A medida que los sujetos y las poblaciones envejecen, las sociedades también se ven afectadas por las características y ritmos del envejecer, ya que cada cultura, cada época, cada tiempo histórico, manifiestan sus propios patrones de envejecimiento y configuran modelos de envejecer y de vejez.

De la vejez "frágil" a la vejez "activa": desafíos y alternativas

Estas nuevas miradas sobre el acontecer demográfico y socio-cultural vinculadas con el envejecimiento se corresponden con los estudios de campo de gerontólogos y geriatras, que muestran que muchas de nuestras creencias de "sentido común" y larga tradición sobre la vejez y el envejecimiento, basadas en concepciones biologistas, están totalmente equivocadas. Poco a poco, se va formando conciencia social acerca de que los mitos y los estereotipos negativos respecto de la vejez tienen poco que ver con la realidad.
Hoy podemos decir que los mitos y los prejuicios, tanto de raíz biológica (regresión, involución, deterioro inevitable), social (dependencia, aislamiento, ruptura del diálogo generacional e intergeneracional) y psicológica (pérdida de la autonomía funcional y de las capacidades cognitivas, disminución de la autoestima), han sido atravesados por la revolución de la longevidad, anunciada en el siglo XX y con evidentes efectos favorables para la población de personas mayores en el siglo XXI.
En la actualidad, si bien hay en el colectivo de mayores quienes requieren de un soporte social importante, la mayoría de las personas que lo integran aparecen como sujetos vigorosos y competentes, activos dentro de sus familias y en la comunidad.
Los avances en las ciencias médicas y las mejores condiciones sociales de vida de las personas hacen de la longevidad uno de los cambios más drásticos en el ciclo vital (Neugarten, 1999). Esto constituye un nuevo fenómeno histórico y debe ser considerado como una de las adquisiciones y conquistas contemporáneas.
La extensión de la vida hacia decenios más tardíos se ve acompañada de la conservación de la capacidad mental, la fuerza física y la productividad comunitaria de casi todas las personas mayores, quienes tienen variadas oportunidades, a menudo pasadas por alto tanto por la sociedad como por ellas mismas, para contribuir económica, social e interpersonalmente a las necesidades de sus familias y sus comunidades4.

Durante siglos, la gente creyó que el avanzar en edad marca la pauta de los últimos años de la vida y que ésta evoluciona inevitablemente hacia el deterioro funcional.
En las últimas décadas, estudios de comportamiento, en los que se siguieron a grandes grupos de personas ancianas durante un largo tiempo, han contribuido a modificar esta creencia.
Por su parte, los avances de las neurociencias han reforzado la comprensión del complejo y singular proceso de envejecer. La producción de conocimiento lograda por diferentes investigadores en el campo de la neurología (MacLean, 1983; Popper y Eccles, 1980; Eccles, 1975; Nauta, 1971; Sperry y colaboradores, 1970) se fue incorporando a la explicación y solución de diversos problemas en los campos de la medicina y la psicología.
Desde los comienzos de los años sesenta, algunos investigadores han venido trabajando desde enfoques neurológicos, psicológicos y pedagógicos en la exploración del cerebro, en estrecha vinculación con el despliegue del paradigma cognitivista y sus implicaciones en el comportamiento estable de la personalidad y la relación con los procesos de enseñanza-aprendizaje en el aula (Doval, 1995; Doval y colaboradores, 1993; Gargallo, 1991; Messick, 1977; Santos y colaboradores, 1989; Sonnier, 1992, 1989, 1985; Witkin y colaboradores, 1977).
El acelerado desarrollo de las neurociencias en la década del noventa y los diversos resultados de las investigaciones sobre plasticidad cerebral permiten una mayor comprensión del funcionamiento del cerebro y su potencialidad. Sus hallazgos constituyen un valioso aporte para sustentar revisiones conceptuales sobre el aprendizaje, resignificar las prácticas educativas a lo largo del curso de la vida y validar la ampliación de los límites del espacio y del tiempo pedagógicos.
Ahora sabemos mejor que somos también nosotros y nuestro entorno, no sólo el calendario, quienes intervenimos en el ritmo y el modo de envejecer, y hasta podemos modificar, para mejor o para peor, la velocidad del envejecimiento biopsicosocial.

Lo que nos enseña hoy, claramente, la Neurociencia, es que el cerebro de todo ser vivo, incluido naturalmente el del ser humano, cambia no sólo durante el desarrollo, la infancia y la juventud sino también durante todo el arco vital, es decir, durante la vida adulta y el propio envejecimiento.
El cerebro es, pues, una estructura con un infinito repertorio de mecanismos puestos en marcha pocos días después de la concepción, que prosigue su construcción y reconstrucción constantemente, sin alcanzar una forma o función estable y definitiva, proceso sólo detenido por la muerte.
Según Eric Kandel5, "no hay cambios en la conducta que no se reflejen en el sistema nervioso, ni cambios persistentes en el sistema nervioso que no se reflejen como cambios estructurales de algún nivel de resolución". Estas ideas claramente inciden de lleno no sólo en la psicología y la filosofía sino también en la propia medicina. Los avances de los estudios sobre la biología de la mente permiten destacar que la capacidad de memoria del hombre es uno de los aspectos más notables de su comportamiento, y su análisis científico un objetivo que era inconcebible para los investigadores. Hace escasas décadas ni siquiera podían imaginar la mera idea de explicar recuerdos mediante estudios biológicos e interacciones moleculares, como finalmente lo hizo Kandel después de cincuenta años de trabajo6. Al respecto, sostiene que "la biología de la mente será tan importante en este siglo como lo fue la biología del gen en el siglo XX". En efecto, uno de los grandes avances fue descubrir que "los mecanismos celulares del aprendizaje y de la memoria no descansan en propiedades especiales de la neurona sino en las conexiones que ella establece con otras células de su propio circuito neuronal".
Kandel pone énfasis en destacar que el aprendizaje y la memoria son procesos cruciales. "Son primordiales para la identidad misma: somos quienes somos por obra de ellos", asegura.
Por su parte, un concepto clave del documento de debate para la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento (Madrid, 2000) y que da lugar a repensar posiciones es el de "envejecimiento activo", con lo cual se apunta a la necesidad de ir cambiando los estereotipos y las creencias ligados a una
concepción reduccionista de las personas mayores como "viejos, pobres y enfermos", valorizando la visión del envejecimiento como una conquista de la humanidad que debe ser celebrada.
Tal concepto de envejecimiento activo se refiere al "proceso de optimización del potencial de bienestar tanto social como físico y mental de las personas a lo largo de la vida, a fin de poder vivir de forma activa y autónoma un período de edad mayor cada vez más largo".
Sin embargo, dado que los cambios fundamentales no se producen por definición o por el mero discurso innovador, bueno es detenernos ante el concepto de viejismo, por considerar que en cuanto prejuicio aún está circulando dentro del cuerpo social7.
Si bien los prejuicios hacia el envejecimiento y la vejez hoy pueden ser fácilmente desmontados, desestimados, porque han caducado frente a la realidad, todavía están arraigados en vastos estratos de la población y siguen influyendo tanto en viejos, a quienes les impide reconocer su capacidad de desarrollo, como en jóvenes y adultos, quienes huyen de los viejos por negación a la vejez, por sólo ver la cara de la involución (Salvarezza, 1998).
Ante el nuevo escenario del envejecimiento y la vejez, nos interesa destacar que el modo de ser privativo y singular de cada sujeto se perfila y se establece como resultado del juego de fuerzas internas y externas. Así, cada persona resulta ser el producto de sus disposiciones naturales y de las circunstancias de vida, en donde se pone de manifiesto su forma de ser y de actuar a lo largo de la vida.
Los avances experimentados en el campo de las ciencias responden a cambios que no son direccionales sino, por el contrario, son partes de un todo, que se traduce en profundas transformaciones socio-culturales que afectan a los seres humanos y generan otros cambios en distintas dimensiones.
En lo que respecta a la longevidad, podemos también observar que genera, a su vez, un problema social nuevo, el de la existencia de un número creciente de Adultos Mayores que requieren identidad e inclusión social.
La prolongación de la vida permite a las personas gozar de avances que ni siquiera soñaron. Éstos, por una parte, les facilitan y mejoran la vida pero, por otra, las enfrentan frecuentemente ante situaciones nuevas que deben superar.
En este marco de referencia, desarrollar el potencial del colectivo de mayores para mantenerlos como agentes activos de nuestra sociedad supone trabajar en distintos campos para lograr una convivencia saludable. En tal sentido, "además del esfuerzo individual, es necesario que la sociedad estimule a los mayores para que disfruten de un envejecimiento saludable" (Vega, 2002)8.
Cabe preguntarnos cuál es la mejor forma de combatir o de hacer frente a mitos y prejuicios. Sabemos que los cambios culturales son los más difíciles y complejos para lograr, porque implican niveles de intervención micro/macro que tienen que ver con: cambios en la cosmovisión (percepción del mundo; concepción antropológica en ese mundo; nuevos contextos y relaciones; percepción hombre/mundo); modificación de actitudes (ante la vida, ante circunstancias y situaciones vitales); revisión de valores y su ordenamiento según la racionalidad y el interés económico, social, político, cultural; diálogos/acuerdos intersubjetivos; pensamiento estratégico; definición de políticas de acción transformadora.
Según Úrsula Lehr (2002), dado que la gente vive cada vez más, es responsabilidad no sólo de toda persona sino de la sociedad en general hacer todo lo posible para prolongar el período de vida activa y sana, en vez de simplemente retrasar el momento de la muerte9. Al respecto, sostiene que el envejecimiento saludable es un reto para todo individuo y también para los gerontólogos y los políticos. Por ello, nos dice que una política destinada a las personas mayores debe basarse en tres frentes principales: en el mantenimiento y el aumento de sus competencias para soslayar la dependencia, en la expansión y mejora de las medidas de rehabilitación para conseguir que vuelvan a ser capaces de llevar una vida independiente y en resolver los problemas de los mayores que son dependientes de los demás.
Los avances científicos y tecnológicos en neurociencias abren nuevos caminos para la gerontología y la geriatría, e impulsan investigaciones que contribuyen a una mayor expectativa de vida con mejor calidad y a un envejecimiento que aproveche las potencialidades disponibles, para una existencia más activa y comprometida con la sociedad.

Envejecimiento, vejez y formación gerontológica

El envejecimiento en general, y particularmente referido a cada región, país y realidad local (ciudad, municipio), es siempre paradojal, complejo y contextualizado. No acepta generalidades sin caer en reduccionismos o acciones mutilantes10.
Si bien ya es dado advertir que la revolución demográfica y la prolongación del curso de la vida tienden a producir cambios estructurales de largo alcance en todo el mundo, cuesta aceptar que aún no se consiga conformar un cuerpo teórico de conocimiento, capaz de servir de sostén a nuevos dilemas.
Un recorrido por los tratados que llevan por título "La Gerontología Social" pone en evidencia que su campo no está bien delimitado. Nacido de la necesidad de crear reflexiva y críticamente una política de planificación y de servicios sociales en pro de los jubilados y de los ancianos, se inclina aun a favor de investigaciones sobre necesidades, provisión de servicios, política social y realizaciones prácticas. Es un dominio que está evolucionando, poco a poco, hacia una clara interdisciplinariedad, a la búsqueda de un marco teórico coherente que dé cuenta de los nuevos espacios sociales y de los cambios que sobrevendrán en el futuro (Barenys, 1991).
Una de las conquistas más notables en este campo ha sido el nacimiento de la gerontología como ciencia pluridisciplinaria y crítica. En ese marco, la sociología, la psicología social y, últimamente, la educación, adquieren una dimensión relevante, más que la de las ciencias de la salud.
A lo largo del siglo XX se fue cristalizando una concepción de envejecimiento y de vejez más social y menos individualizada. Ricardo Zúñiga (1990: 13-34) advierte que la gerontología debe ser una ciencia emancipadora,

"... por sobre las dimensiones técnicas, centradas en controles de los deterioros y de las pérdidas, de las dimensiones prácticas, centradas en una comprensión de las dinámicas de construcción de significados, estando siempre al servicio de los sujetos del estudio... La gerontología dialéctica estudia el envejecimiento humano como contradictorio e intenta situar estas contradicciones en un cuadro de desarrollo y un cuadro histórico".

Lo que propone es que hagamos de la gerontología una ciencia que pueda contribuir en el sentido de ser liberadora, rechazando las definiciones por la carencia, por la falta y por las pérdidas, haciendo una lectura crítica de los dispositivos políticos y profesionales de asistencialismo. Coincidimos con Christine Víctor quien, desde una perspectiva sociológica, nos dice que "una gerontología crítica pone de relieve que muchos de los hechos ‘objetivos’ que definen la vejez son, en realidad, construcciones sociales; pone igualmente de relieve la enorme diversidad de la experiencia de envejecer" (Victor, 1987: 27).
Si aceptamos que la gerontología debe percibir a la vejez como una representación de la vida humana en tanto totalidad, aceptamos también que debe dar cuenta de los nuevos espacios sociales y de los profundos y paradigmáticos cambios que sobrevendrán en el futuro.
La existencia actual de tendencias educativas innovadoras, que poco a poco van cualificándose y extendiéndose, nos permiten advertir que estamos transitando un camino de superación posible y con amplios márgenes de puestos de trabajo11. Sin embargo, estas propuestas en pequeña escala, aún un tanto desarticuladas entre sí, necesitan de la conjunción de voluntades, del espíritu de entusiasmo y del compromiso del Estado, los gobiernos, la sociedad civil, la Universidad, los centros de investigación, las empresas, para profundizar y extender los aciertos, o bien proseguir nuestra exploración de nuevos caminos, con la inquietud de continuar abriendo una huella en la historia de nuestro tiempo.
Hay muchas preguntas que todavía no tienen respuestas y que esperan de la investigación gerontológica crítica, comprensiva, multi, inter y transdisciplinar. Así, la tendencia de la investigación en Gerontología Social en esta última década muestra: el desplazamiento del predominio de la investigación exclusivamente geriátrica a la gerontológica; la eliminación paulatina de fronteras de conocimiento; la complementariedad de la investigación gerontogeriátrica; el notorio aumento de la investigación gerontológica en cantidad y en diversidad temáticas y de enfoques; el corrimiento del eje investigativo: de la investigación cuantitativa y descriptiva hacia la investigación-acción, investigación cualitativa, etnográfica y social-crítica; la investigación en contextos y escenarios particulares.
Entre los temas prioritarios de la investigación actual en Gerontología Social se pueden señalar: Demografía y envejecimiento poblacional vinculados
con los impactos socio-culturales; Longevidad, calidad de vida y equidad social referidos a la población envejecida y envejeciente, sobre la base de avances científicos de los campos de conocimiento biológico, psicológico, neurológico, genético, ecológico, antropológico, social y educativo, en amplio diálogo interdisciplinario; Neurogerontología y neurogeriatría desde una perspectiva multidimensional: neurobiológica, psíquica, física, médica y social, que abordan, entre otros temas, longevidad, genética y envejecimiento, neurobiología del envejecimiento cerebral, cambios neuroquímicos y cerebrales; Cultura, estilos de vida, alimentación y envejecimiento; Aprendizaje a lo largo de la vida y alternativas de capacitación en personas mayores; Historias de vida, investigación biográfica y autobiográfica.
Cabe destacar que, en los años noventa, emerge con mucha fuerza la perspectiva biográfica en los estudios sobre el envejecimiento, que aporta una visión amplia frente a la construcción social de la vejez. En este sentido, la preocupación gira en torno a la vida cotidiana de las personas mayores, y la construcción social de la vejez está en relación directa con el sujeto que envejece y su interacción constante con la sociedad. Al decir de Bernice Neugarten (1999), "tanto el estudio de las vidas individuales como el de los cambios sociales debe verse como una interrelación constante del tiempo de vida, el tiempo definido socialmente y el tiempo histórico".
El enfoque biográfico centra su interés en la pregunta por el significado. Se trata de una perspectiva más amplia, cualitativa, hermenéutica, experiencial y cultural del envejecimiento y de la vejez, entrecruzada por una visión del ciclo vital como una experiencia de vida reconstruida desde el relato del propio transcurso existencial inmerso en la situación histórico-social re-vivido y re-conocido para ser re-significado en el acontecer presente.

La educación frente a la revolución de la longevidad

Ahora sabemos que el envejecimiento poblacional no es algo que afecte exclusivamente a los países ricos. Muy por el contrario, son los países en desarrollo los que envejecerán más rápidamente en los próximos años. Precisamente, los que menos preparados están para ello, los que aún luchan por erradicar las enfermedades transmisibles o donde poder tener una pensión es un privilegio al alcance de muy pocos. Asimismo, un dato más a tener en cuenta es que serán los mayores de ochenta años el grupo de población que más de prisa crecerá12. Ante esta información que ya atraviesa el planeta pareciera oportuno preguntarnos qué curso de acción estratégica están adoptando los sistemas de educación para afrontar los cambios del contexto y facilitar las condiciones para hacer posible la globalización de la solidaridad.
Pensamos que la educación es una base indispensable para una vida plena y activa. Una sociedad basada en el conocimiento requiere la adopción de políticas para garantizar el acceso "a" y la permanencia "en" la educación durante todo el curso de la vida, fundadas en el derecho y el compromiso ciudadano.
Desde nuestra dimensión de análisis, "la educación a lo largo de la vida para todos" no sólo representa una estrategia para ampliar la cobertura y el tiempo de formación, sino una nueva concepción educativa que nos lleva, necesariamente, a repensar las teorías y los saberes que legitiman las prácticas educativas inclusivas, participativas. Y esto es válido para todos los niveles y realidades, incluyendo la educación de adultos, de adultos mayores, la educación en la diversidad, en el pluralismo, las relaciones intergeneracionales, la educación continua y la capacitación profesional.
En lo que respecta a los avances teóricos en el aprendizaje y la educación de las personas mayores se va superando, poco a poco, la percepción negativa de la vejez y va emergiendo el consenso de un modelo de educación más pertinente a la calidad de vida y a la participación social. Cada vez con mayor fuerza se impone la gerontagogía, en cuanto disciplina educativa interdisciplinar que tiene por objeto el estudio de la persona mayor en situación educativa (Lemieux, 1997).
Los Programas Universitarios para Mayores (PUM), insertos en las universidades públicas argentinas, se han convertido en un espacio significativo para el aprendizaje permanente y la capacitación de los adultos mayores, en un ambiente de franco diálogo generacional e intergeneracional.
A lo largo de sus más de veinte años en nuestro país han conformado un movimiento social que ha contribuido a la modificación de la representación social del viejo.
Las investigaciones llevadas a cabo en el marco de los PUM13 destacan las consecuencias favorables que los apoyos sociales y el desempeño de roles significativos en la sociedad ejercen en la calidad de vida de los adultos mayores.
Tal modalidad de intervención está orientada a reducir los sentimientos de aislamiento, promover la autonomía y la autoestima y generar nuevos proyectos de vida, en el marco de su nueva situación vital. Estos logros, centrados en los Adultos Mayores como sujetos participantes activos, percibidos en actitudes y modificaciones en el estilo de su propia vida, se transfieren a sus familias y al contexto social en el que viven y actúan, en donde impactan con efecto multiplicador.
Asimismo, al interior de las universidades, los PUM generan importantes cambios institucionales e innovaciones que se manifiestan en voluntad política de derribar fronteras que limitan y de construir condiciones de inclusión social mediante la integración, el aprendizaje cooperativo, el encuentro intergeneracional e interdisciplinario, la gestión participativa y democrática, la opción libre de una nueva oportunidad de crecimiento y proyección vital, sin importar la edad o las condiciones socio-culturales.
En el caso del Programa Educativo de Adultos Mayores de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (PEAM-UNSE), se tiende a resignificar el aprendizaje permanente según las múltiples dimensiones del envejecimiento vital y activo y las implicancias culturales y socio-educativas de la prolongación de la vida. Intenta vincular, en consecuencia, los avances de la investigación-acción y el trabajo de campo, orientados a generar acciones que movilicen a aprender, entre todos, a construir nuevos espacios de inclusión social y participación ciudadana14.
Actualmente, el PEAM-UNSE está evolucionando hacia un movimiento socio-cultural y artístico con capacidad y vigor para contribuir como recurso vigente en proyectos interinstitucionales, de extensión socio-cultural, interdisciplinarios e intergeneracionales, proyectos comunitarios, educativos, culturales, de salud y de participación ciudadana. Desde su lugar, colabora en la construcción de una cultura de participación equitativa, con protagonismo responsable a cualquier edad.

Hacia nuevos horizontes culturales

Con el objeto de presentar algunas alternativas de cambio y propuestas de mejora, se toman como puntos de apoyo tanto la investigación y la práctica educativa en distintos niveles del sistema educativo como también en el campo de la educación de personas mayores. Estos ámbitos de construcción, producción y socialización de conocimiento nos resultan apropiados para pensar y promover cambios pertinentes ante los mundos de posibilidades de los que nos toca formar parte.
Desde esa perspectiva, se intenta enunciar algunas pistas para caminar hacia nuevos horizontes culturales:

• Propiciar la educación, como eje clave de posibles alternativas favorables para la resignificación de la cultura del envejecimiento y de la representación social de la vejez.
• Promover la educación a lo largo de la vida, como estrategia potenciadora de valores resignificados, según los nuevos tiempos y realidades, para la dignidad humana, la participación ciudadana y el compromiso social.
• La Universidad, como el espacio natural en el que resulta posible el replanteo cultural que puede permitir a la sociedad procesar el cambio, desde la reflexión teórica y la investigación científica, desde su responsabilidad y compromiso con políticas educativas para la formación de recursos y la generación de alternativas de inclusión a lo largo de la vida.
• Contar con políticas de vejez y de envejecimiento activo, inclusivas y solidarias; políticas democráticas, permeables a la participación ciudadana.
• Incorporar políticas integradoras, que permitan complementar y articular el sistema formal de apoyo social con el informal y su enorme potencial. Entender que los apoyos informales no van a sustituir a los apoyos formales, pero pueden y deben integrarse.
• La longevidad con calidad de vida supone, simultáneamente, definir tanto los factores y las condiciones propicias como el desarrollo y la concertación de políticas gerontológicas, democráticas y realistas, que eviten el desequilibrio entre demandas y recursos.
• La longevidad con calidad de vida requiere la eliminación de toda forma de violencia y de discriminación contra las personas de edad; la promoción y la protección de todos los derechos humanos y libertades fundamentales, incluido el derecho al desarrollo; el reconocimiento de la importancia decisiva para el desarrollo social de la interdependencia, la solidaridad y la reciprocidad entre las generaciones.
• Fortalecer la articulación investigación/educación/políticas gerontológicas mediante:
- la vinculación de universidades y de centros académicos y científicos en el país y con países de Iberoamérica;
- el intercambio de conocimientos y de tecnologías mediados por la diversidad cultural y la idiosincrasia propia de cada contexto.
• Potenciar los vínculos sociales y el desarrollo de las múltiples dimensiones del envejecimiento vital y activo.
• En esta comprometida y urgente convocatoria ciudadana también incluimos a las personas mayores, quienes son los verdaderos actores sociales, los sujetos históricos que pueden transformar "su mundo" y "el mundo" de las generaciones que vienen. Las personas mayores constituyen un importante recurso en la búsqueda de alternativas de reconstrucción del tejido social. Respecto de ellas, algunos puntos de apoyo pueden ser:
- el reconocimiento del capital social individual, comunitario y cultural que representa el colectivo de los mayores para la sociedad de nuestro tiempo;
- la fuerza social que surge de la valorización de los vínculos individuales, familiares y comunitarios, construidos a lo largo de sus historias de vida;
- la resignificación de la función sociocultural del colectivo de mayores, valoración de su experiencia, aportes y trayectorias conforme a sus condiciones de género, socioeconómicas y de contexto;
- contribuir a fortalecer la disponibilidad y el sostenimiento de las redes de mayores basadas en su capacidad para movilizar recursos podrá tener un significativo y favorable impacto en la vejez activa y en el envejecimiento saludable.
• La biografía educativa, en el caso de los adultos mayores, es una alternativa metodológica de significativo valor para reflexionar sobre cómo han aprendido de las experiencias de la vida, con lo cual, y al mismo tiempo, les permite potenciar su pensamiento crítico para la búsqueda permanente de sentido, para hacer una interpretación cooperativa de su aprendizaje y para prestar atención a influencias situacionales o contextuales.
• Los Programas Universitarios de Mayores se muestran como un recurso existente y un espacio apropiado para fortalecer la autoestima, la imagen social, el ejercicio de la ciudadanía plena y el derecho a aprender a lo largo de la vida, como también para extender las redes solidarias de autocuidado, de apoyo familiar y comunitario.

• Al decir de los mayores, participantes en estos Programas, en su mayoría mujeres, constituyen el motor para hacer resurgir proyectos de vida postergados o ignorados que revitalizan su propia existencia y les generan motivaciones, expectativas y energías para:
- resignificar los vínculos e intercambios de apoyo, estímulo, soporte afectivo, re-socialización, con sus pares generacionales (renacer de amistades abandonadas, aparición de nuevos lazos afectivos);
- actualizar y potenciar nuevas y positivas formas de convivencia familiar, ya sea en la misma casa o en casas separadas (transferencia de conocimientos, experiencias, prácticas ciudadanas, microemprendimientos familiares);
- revalorizar la función de "abuelidad", según estos tiempos y bajo nuevas circunstancias, a la cual se le imprime significativos vínculos de intercambio afectivo y de experiencia vital que fortalecen los lazos intergeneracionales.

A modo de reflexión final, pensamos que reactivar vínculos con el entorno familiar y social, y generar lazos para una nueva y mejor forma de convivencia entre generaciones, puede resultar una estrategia potenciadora de la solidaridad transgeneracional. Este es un principio básico para poder, efectivamente, transformar el envejecimiento en un logro para el desarrollo humano. La sociedad del siglo XXI requiere construir nuevas representaciones sociales sobre la vejez, que den cuenta del horizonte de longevidad avizorado para la vida humana.

Notas

1. Trabajo presentado en el panel sobre "La diversidad cultural en el envejecimiento", XI Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría, Mar del Plata, 2007.

2. R. Guardini (1997), en su libro La aceptación de sí mismo. Las edades de la vida, al tratar sobre el transcurso vital humano nos dice que el hombre se caracteriza siempre como nuevo...; en todas las fases es siempre el mismo hombre quien en ellas vive; es la misma persona, que sabe de sí misma y es responsable de la correspondiente fase vital. Si bien Guardini reconoce fases en la vida, advierte que estas fases forman en conjunto la totalidad de la vida. Pero no de modo que esta totalidad sea mero conjunto; la totalidad está siempre ahí, desde el principio, en el final y en cada punto. Así, el final es operativo durante toda la vida... Cada fase es en orden al todo y en orden a cada una de las otras fases. Dañarla es dañar el todo y cada uno de los elementos singulares.

3. Longevidad (del latín longaevitas-atis) significa largo vivir; longevo (longaevus) de longus: largo y aevum: tiempo, edad. El adjetivo adherido a la persona indica: sujeto viejo o de larga edad.

4. Siguiendo a B. Neugarten (1999), podemos distinguir dos grandes grupos: los viejos-jóvenes y los viejos-viejos. En la primera categoría incluye a las personas ya jubiladas que se han retirado del mercado laboral, que cuentan con buena salud y condiciones físicas favorables para llevar una vida activa en el entorno conyugal, familiar y social. En general, son personas que cuentan con ingresos, educación y tiempo libre. En cuanto a los viejos-viejos los describe como "personas que a causa de su deterioro mental o físico, o pérdidas en sus sistemas de ayuda social ordinaria, requieren de numerosos servicios sanitarios y sociales de apoyo o reintegración. En esencia, son personas que necesitan cuidados especiales". El problema se centra en que a partir de esta última realidad se procede de manera generalizada y se aplica a todas las personas mayores, sin distinguir la diversidad que encierra ese colectivo.

5. Eric Kandel fue distinguido con el Premio Nobel de Medicina en el año 2000, junto a Arvid Carlsson y Paul Greengard. Es profesor y director del Centro de Neurobiología de la Universidad de Columbia. Entre otros reconocimientos recibió la Medalla Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, el Premio Wolf, la Medalla Internacional Gairdner y el Premio Lasker. Desde 1974 es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos.

6. A partir del estudio de un simple caracol, la Aplysia, un caracol o babosa marina gigante con un cerebro que posee unas 20.000 células, un número pequeño en comparación con los 100.000 millones del cerebro de los mamíferos, Kandel logró descubrir el enigma de los, hasta entonces, indescifrables procesos fisiológicos de la memoria de corto y largo plazo.

7. R. Butler (1995), a través de sus investigaciones y desarrollos, hizo hincapié en el concepto de ageism, viejismo, prejuicio de un grupo contra otro, que se aplica principalmente al prejuicio de la gente joven hacia la gente vieja. Para él, subyace en el viejismo el miedo y el pavor a envejecer, el deseo de distanciarnos de las personas mayores, que constituyen un retrato posible de nuestro posible futuro, los jóvenes temiendo envejecer y los viejos envidiando a la juventud. Coincidimos con su afirmación acerca de que el viejismo no sólo disminuye la condición de las personas mayores, sino de todas las personas en su conjunto.

8. J. L. Vega (2002), en su ponencia sobre "Determinantes psicológicos del envejecimiento", en el Congreso "La Intervención social frente a los retos del siglo XXI", Yuste (Cáceres, Extremadura).

9. U. Lehr (2002), en la Conferencia inaugural sobre "El envejecimiento en el siglo XXI", pronunciada en el Congreso "La Intervención social frente a los retos del siglo XXI", Yuste (Cáceres, Extremadura).

10. Para un mayor nivel de análisis se cuenta con el Informe sobre la Tercera Edad en la Argentina, año 2000, de la Secretaría de Tercera Edad y Acción Social, que incluye diversas miradas a través de investigadores y estudiosos como M. J. Oddone, L. Salvarezza, R. Barca, Z. Recchini de Lattes, J. Paola.

11. En términos generales, se advierte un proceso acentuado en las Instituciones de Educación Superior por la gestión de acreditación de ofertas de postgrado (especialización, máster y doctorado). Resulta igualmente notoria la paulatina inclusión de asignaturas regulares y ciclos opcionales en los planes de estudios de carreras de Medicina, Trabajo Social, Educación para la Salud, Psicología, Sociología, Economía, Administración, Abogacía, Arquitectura, entre otras. Una tendencia a considerar es la "gerontologización" de las carreras profesionales tradicionales, ya que progresivamente han formalizado el tratamiento de los temas vejez y envejecimiento en los contenidos de asignaturas troncales de las carreras mencionadas.

12. De 70 millones en todo el planeta en la actualidad, aumentarán en cinco veces en los próximos 50 años.

13. Programa de Investigación en Vejez y Envejecimiento, Instituto Interdisciplinario Regional de Investigaciones y Estudios en Gerontología (IIRGe), Programa Educativo de Adultos Mayores (PEAM), Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) (1995-2007).

14. La experiencia de aprendizaje de los adultos mayores es el centro de interés de los proyectos de investigación desarrollados en la UNSE desde 1995, que fueron fortaleciendo una línea de investigación educativa: Posibilidades y condiciones de educación de personas mayores de Santiago del Estero (1995-1997); El aprendizaje orientado a la reinserción activa de los adultos mayores de Santiago del Estero (1998-2000); Estrategias de enseñanza y disposición al aprendizaje en la educación de adultos mayores (2001-2004); Biografía y aprendizaje en el proceso social del envejecimiento. Estudio cualitativo sobre los procesos de formación a lo largo de la vida en las personas mayores en Santiago del Estero (2005-2007).

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Aceptado: 19 de marzo de 2008.

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