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La aljaba

versión On-line ISSN 1669-5704

Aljaba v.9  Luján ene./dic. 2005

 

"Cuéntamelo otra vez": relatos de mujeres en la época de la huelga grande. Mujeres, política y vida cotidiana en la huelga de Salinas Grandes (1971-1972) *

"Tell me once again": women' stories at the time of the Big Strike. Women, politics and everyday life during the strike at Salinas Grandes (1971-72)

Ana María Lassalle y Paula Lassalle

Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer. Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam

* Una primera versión de este trabajo se expuso en las IIº Jornadas de trabajo sobre Historia Reciente. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2004.

Resumen

A fines de 1971 estalló en Salinas Grandes una huelga que se prolongó a lo largo de 120 días ininterrumpidos, llevada adelante por obreros y obreras de la empresa salinera CIBA S.A.. La olla popular fue el centro de la sobrevivencia y tarea exclusiva de las mujeres, obreras salineras unas, esposas de salineros otras. Sin embargo, las acciones de estas mujeres no fueron registradas ni en los periódicos ni en la historia oficial, por no considerárselas ni protagonistas, ni militantes. Este mecanismo de "olvido" o de "invisibilización" conduce a la búsqueda de los datos faltantes, encarnados en sus voces, a través de la construcción de testimonios orales. Las depositarias únicas de esta memoria que permanece silente son, justamente, las testigos y partícipes de la huelga de 1971-1972. Sus narraciones constituyen el centro de este artículo que es parte de una investigación más amplia 1. Socializamos aquí los primeros señalamientos basados en sus relatos de vida dentro de la trama de las relaciones de género durante la huelga de Salinas Grandes.

Palabras clave: Mujeres; Invisibilización; Participación; Ghetto obrero.

Abstract

Towards the end of 1972 there started a strike at Salinas Grandes, which prolonged itself along 120 uninterrupted days, and was carried on by workmen and workwomen of the CIBA S.A. salt-mining enterprise. The popular pot was the nucleus of survival and exclusive task of the women workers in some cases, or workers'wives in others. However, the activities of these women were not registered either in newspapers or the official history, not being considered either as protagonists or militants. This mechanism of "oblivion" or "erasing" leads to the search of the missing data, embodied in their voices, through the construction of oral testimonies. The only depositaries of this silent memory are, precisely, the witnesses and sharers of the 1971-72 strike. Their narratives constitute the centre of this article which is part of a wider investigation. Hereby we divulge the earlier records based on their life narratives, within the scheme of the gender relationships during the Salinas Grandes strike.

Keywords: Women; Erasing; Sharing; Workers' ghetto.

Sumario: La construcción de los datos: de negativas, evasivas, reticencias y finalmente aceptaciones. A propósito del discurso de tres salineras. A la sombra de los eucaliptus. Diferencias irreconciliables. La solidaridad en torno a la olla popular. La cocción de los alimentos. Mujeres y política: consideraciones finales.

Introducción

En La Pampa, durante la polémica década del '70, existieron movilizaciones gremiales variadas: estudiantiles por la nacionalización de la universidad, obreras y de otros grupos sociales.

En este contexto, en 1971, obreros y obreras de Salinas Grandes, apoyados por militantes del campo popular, suspendieron sus tareas en la empresa salinera CIBA S.A.2 El motivo fue la aplicación de una cláusula de un convenio colectivo que establecía un descuento importante en los salarios, pactado con la empresa por un trabajador que no tenía representatividad gremial.

Dos fueron los actores que dieron cuerpo a la huelga: por un lado la "militancia" partidaria de la llamada "nueva izquierda" con un discurso teórico que, por fin, podrían experimentar y, por otro, los salineros/ras que intuitivamente y casi sin experiencia de lucha previa jugaron su destino.

El conflicto se prolongó gracias a una red de solidaridades que permitió a los obreros sobrevivir durante casi cuatro meses en la villa obrera denominada "La colonia" perteneciente a la empresa que poseía los instrumentos, los medios de producción y los medios de reproducción de la propia vida. La solidaridad estuvo concretada en ollas populares sostenidas por distintos grupos sociales que donaron víveres e insumos de todo tipo.

La olla popular posibilitó a las salineras descubrir nuevas capacidades de organización y de lucha hasta entonces ignoradas. Pretendemos hacer emerger a estas mujeres caracterizadas a priori por su falta de militancia política anterior al hecho, escuchando sus recuerdos e impresiones.

El abordaje de nuestro tema es altamente exploratorio ya que no hay investigaciones previas y los periódicos de le época son los únicos registros públicos que se han ubicado hasta el momento.

La construcción de los datos: de negativas, evasivas, reticencias y finalmente aceptaciones

Cuando decidimos abordar este acontecimiento como nuestro tema de investigación, tuvimos prolongadas conversaciones entre nosotras a fin de encontrar las mejores estrategias para ser aceptadas por nuestros informantes, ya que se advertían resistencias y evasivas a hablar. Sabíamos que existe una construcción mítica 3 sobre esta "gran huelga", caracterizada como la "huelga más larga", pero no conocíamos gran parte de las implicancias ideológicopolíticas que -aún treinta años después- persisten en las valoraciones y en la memoria pampeanas.

Los recientes estudios sobre la década de los '70, reactivados en los últimos años, dan cuenta de evaluaciones contradictorias: por un lado se "abona una especie de leyenda heroica que tiende un velo sobre las causas que llevaron a la catastrófica derrota de su proyecto político. En contraposición, la otra condena cerradamente ese pasado: una suerte de "ira sagrada" lleva con frecuencia a sus sostenedores a esgrimir las armas de la descalificación del contrincante o a ridiculizar opciones políticas cuando se asocia revisión con reivindicación y se percibe un amenazador "regreso al pasado" (Tortti, 2000: 129). Para los militantes del campo popular pampeano, la huelga de Salinas Grandes ha quedado como un suceso único cuya resolución aún causa controversias. Para las mujeres del lugar, hay un antes y un después en sus vidas en relación a ese hecho.

Nuestros primeros informantes no fueron salineros ni salineras, sino representantes de las organizaciones políticas de los '70 que aportaron en diferente medida algunos datos pero no lo que más buscábamos: los nombres de las mujeres4 . Las menciones sobre ellas eran generales, sin individualizarlas. En definitiva, nadie las recordaba, y al preguntárseles insistentemente, reconocían la omisión y hasta se lamentaban de la fragilidad de su memoria. El primer nombre surgió a partir de vínculos con informantes de Macachín y de allí se sucedieron otros.

En el primer contacto con cada una de las entrevistadas, los rodeos y la falta de valoración de lo vivido como relevante ("no me acuerdo de casi nada", "no sé si tengo algo importante para decirles", "quién sabe si les sirve..."5) dieron paso a una reminiscencia que -como sucede en todas las entrevistas- tuvo diferentes tramos de intensidad y detalle.

Un aspecto que desde lo metodológico debimos cuidar fue el orden de entrevistados y entrevistadas y la evaluación constante de si mencionar o no lo aportado por un/a informante a otro/a6 . Es que al estudiar representaciones sociales sobre una práctica, o creencia o actividad, resulta indistinto el orden de los entrevistados, ya que su lugar en la muestra está dado por su pertenencia a un colectivo en relación a la clase, el género u otra adscripción. En nuestro objeto de estudio, sin embargo, cada actor desempeñó papeles intransferibles en lo que respecta a las acciones desplegadas y al lugar desde el que se posicionó en el conflicto, lo que supuso valoraciones y juicios morales realizados por ellos mismos y por los demás. Estos se prolongan hasta el presente, ya que aún hoy, la huelga en Salinas Grandes marcó un hito muy significativo en sus vidas.

Al reconstruir sus experiencias, rememoradas desde el presente, debe señalarse que no "se reconstruyen episodios de acuerdo a cómo fueron vividos en su oportunidad, ni se recrea el recorrido de una vida, sino que se genera un producto nuevo, de carácter textual, cuyo sentido se configura de acuerdo al momento y circunstancias en que se produce. Un relato biográfico, en consecuencia, no debiera analizarse bajo la ilusión de que estamos frente al pasado; no estamos frente a la historia que se ha disuelto, sino frente a retazos que sobreviven o acuden a la memoria y que el relato estructura y significa desde la actualidad" (Piña, 1999:71). En este sentido, los sujetos que relatan, se desdoblan y producen narradores, cuyas experiencias e impresiones, si bien están situadas en su propia vida, los exceden y los articulan con una época, una sociedad y un tiempo histórico.

Este artículo está planteado a partir del material recogido en dos tipos de entrevistas:

a- A mujeres trabajadoras en la empresa CIBA S.A. y/o esposas de salineros. Estas entrevistas partieron de ejes temáticos con un guión de preguntas que se iba ampliando o modificando de acuerdo a la información brindada. Todas fueron grabadas y transcriptas textualmente. Cada una de estas protagonistas tuvo un lugar diferente en el hecho.

b- A informantes claves, militantes políticos varones. Su utilización en nuestro trabajo es de contextualización y eventualmente de contraste con el discurso de las mujeres.

Además de la construcción de testimonios orales, se relevaron periódicos locales7.

A propósito del discurso de tres salineras

Llamamos mujeres salineras a aquellas que residieron en la colonia obrera de Salinas Grandes. El rasgo común a todas es que han sido hijas o esposas de obreros salineros. En muchos casos, se da esta doble adscripción, tanto si fueron amas de casa o trabajadoras de CIBA S.A. Por otra parte, se constató la existencia de lazos de parentesco cruzados entre las familias salineras, indicadora de un cierto grado de endogamia.

Rita : la mujer "rota"

En el testimonio de Rita, puede identificarse una estructura narrativa biográfica lineal desde un pasado dinámico (última infancia / primera juventud) hasta un presente que se revela congelado y quieto para sí misma. En su relato se advierten las claves veladas de esta paradoja.

Rita vivió en Salinas Grandes desde que nació. Su padre ya trabajaba en la fábrica de sal, allí transcurrió su infancia hasta que tempranamente se casa con Mariano, empleado también de CIBA, y continúa viviendo ya casada en la casa materna. Se define como "ama de casa porque me casé jovencita y me quedé ahí en casa de mis padres" y luego, ya con un primer hijo, lo sigue siendo por la prohibición de trabajar que impone su marido.

Rita atestigua directamente los sucesos, por ser esposa de uno de los líderes de la huelga y por participar activamente: cocinó en las ollas populares bajo la dirección de otra de nuestras informantes. Además, concurre a asambleas y viaja a Santa Rosa en los grupos que difundían los motivos de la huelga. Al concluir ésta, y como resultado de las negociaciones político sindicales del momento, se ve obligada con su familia, a dejar su casa materna.

Rita continúa brevemente algún tipo de militancia en la izquierda no peronista, su marido se afilia al PC, trabaja en elecciones barriales y por la Cooperativa de Electricidad, hasta que esta actividad se desvanece en el tiempo, "... después no trabajé más porque es para hacerse odiar, la gente no entiende, no comprende". Esta fue una corta etapa de cierta autonomía en la vida de Rita, y en la que ella saca sus propias conclusiones de cómo se vive la política en los sectores populares, ella y su marido han vivido estigmatizados por ser obreros, "los negros salineros" y luego por no ser peronistas y ser considerados peligrosos. Relata que al mudarse a Santa Rosa sufren persecuciones políticas "cuando vinimos acá a Santa Rosa- éramos perseguidos, estaban los militares".

A partir de ese momento, comienza el presente de la narración al que nos hemos referido antes. Un presente quieto que dura desde entonces en el encierro de su hogar y en la nostalgia de cómo hubiera sido su vida, si ella hubiera trabajado tal como era su deseo. "...cuando yo tenía veinte años me iban a dar trabajo a mí (...) pero mi marido no quería que trabaje y bueno, ahora estamos como estamos".

Rita ha puesto su cuerpo, su trabajo y su tiempo vital, pero no ha podido construirse a sí misma. Cuando nos dice: "lo que ellos hacían en la huelga- yo lo apoyaba", parece decir, "yo cumplí", pero ella se des-construyó en la tarea. Su "yo" se ha desvanecido en el entramado del mundo objetivo. Y en este último año, Rita se separa de su marido.

Podemos encontrar que esa soledad también comienza con la pérdida de su padre, que tiñe de tristeza la evocación de la huelga, "... justo había muerto mi papá, así que era muy triste". El padre es la persona que le enseña el oficio a su marido y su figura aparece limpia, no así la de su marido y ni la de su madre que es visualizada como reforzadora del mandato dominador del primero, "... al no tener apoyo de mi familia, al menos de ella, ella (la madre) siempre 'que a tu marido no le va a gustar esto, lo otro', no es como otras mamás que dicen, 'pero sí, hacé tal cosa y listo'. Ella siempre con el temor del marido. Entonces es como que me ataron".

Al no tener inserción laboral por una imposición ajena a ella misma, su invisibilidad se acentuó y no pudo pedir ayuda o construir relaciones propias. Pero tampoco fue "vista" por otras mujeres en mejor situación. Con la mudanza, queda confinada en una nueva casa que le es extraña.

De ahí, esta primera caracterización de mujer "rota".

"Es distinto cuando uno tiene apoyo en la casa y todo es bueno pero, a mí no me apoyaron nunca en nada, entonces no. Mariano es una persona muy difícil y ahora es más difícil todavía así que... estoy como aislada".

Tal vez, la importancia de su memoria oral resida en que, por primera vez, pudo hacer "visible" el esfuerzo realizado ("perdido") durante la huelga y en su vida en general.

María: las mudanzas del amor

La salinera María se presenta en su relato como una mujer vital, multifacética en su doble condición de trabajadora y luchadora de su propio destino. Su relato de vida nos brinda un ángulo particular y privado de la huelga de Salinas Grandes debido a su condición de esposa del principal líder de la huelga, el secretario general del gremio de salineros

En la intersección de los hechos de la primavera del '71 con los que acontecían en su vida propia, su condición de mujer queda atrapada entre dos fuegos: las normas férreas que se imponían a la colonia obrera en cuanto a reglamentar las relaciones entre los sexos y los condicionamientos que se agregan a su persona por las tensiones en su matrimonio, agravadas por la resolución política del conflicto. María logra resolver esta ecuación con mucho sacrificio propio, respetando para sí misma sus deseos íntimos y construyendo su supervivencia desde un piso mínimo en forma conmovedora.

La primera realidad que se impone en la vida de María es el trabajo. Ya en el comienzo del relato, se presenta a sí misma trabajando desde muy corta edad "empecé a trabajar a los doce años porque quedé sola, sin mi mamá" y hasta el presente. Su pasado siempre estuvo en CIBA S.A., luego continúa de casada y con sus dos pequeñas hijas. Las primeras evocaciones son acerca de la magnitud de las tareas que desarrollaban ella y sus compañeras en la fábrica: "nosotras trabajábamos mucho. Eramos perros para trabajar las mujeres".

Explica que las mujeres hacían muchos trabajos distintos y pesados, no sólo las tareas propias de la fabricación de la sal, cuyas etapas incluían trabajo de pie a lo largo de la línea de montaje, sino que también debían realizar la limpieza de todo el espacio. Esta tarea era particularmente pesada, porque incluía barrer y rasquetear los pisos de madera, y además, se requería que se hiciera con una frecuencia de varias veces al día.

María se pliega a la huelga para no incomodar públicamente a su marido pero no participa ni de las reuniones ni de la olla popular. No se involucra políticamente en el hecho, "Yo estaba al margen, yo la viví a la huelga porque trabajaba, porque era empleada" 8. No se relaciona con las mujeres de UMA 9, ni hay una caracterización de la huelga como hecho político, "yo nunca fui afiliada a nada". Y, durante la huelga continúa haciendo en la casa, "lo que hacíamos todos los días, barrer, planchar, cocinar, los chicos".

María inicia un romance con otro obrero que reside en Salinas. Pero, siendo casada, su destino quedó ligado al de su marido por la estricta regulación de la relación entre los sexos que allí regía. La normativa por parte de la empresa, era que no podía haber hombres y mujeres solos. Si todos debían estar casados, era imposible para María separarse y aspirar a seguir trabajando en la empresa.

Por otro lado, parte de los acuerdos sobre el fin de la huelga incluyeron el despido del secretario general y de cuatro trabajadores más, figuras clave del conflicto. María fue obligada, de hecho, a marcharse con su marido a Santa Rosa. Pero, desafiando toda norma, en tan solo diez días deja la ciudad para instalarse en Macachín.

Este regreso es un desafío a la autoridad y a la moral vigentes. Vuelve para juntarse con su amor que trabaja en Salinas.

Su verdadera militancia se da en este regreso, cuando tiene que crear un nuevo modo de subsistencia, ya no como asalariada, y vivir precariamente "... en un salón dividido por una cortina. Ahí crié a mis dos hijas, ahí tenía pensionistas y cazaba liebres y levantaba quiniela. Me iba a Salinas a vender revistas, todo eso hice después de la huelga". No deja de ser notable que una mujer salga a cazar de noche "Nos íbamos a las nueve de la noche y volvíamos a las seis de la mañana..." , rompiendo cualquier convención acerca de la división sexual del trabajo. María realiza varias rupturas en el patrón de los géneros.

A partir de ese momento, comienza a construir su actual presente positivo, con aquel compañero que fue a buscar y los nuevos hijos que llegaron después. Hace varios años que es propietaria de un comercio en el pueblo y logró que uno de sus hijos estudie en la universidad.

Mónica, la testigo privilegiada

Mónica ocupa un lugar relevante en la reconstrucción de los hechos que se narran ya que, a pesar de no ser obrera salinera, es hija de un trabajador de Salinas Grandes que desempeña un papel importante durante el proceso de descontento inicial que va a determinar el comienzo de la huelga. En cuanto a su madre, cocinaba en la olla popular.

Mónica comienza su vida laboral a la temprana edad de trece años, "No pude seguir estudiando porque mi papá se había enfermado en ese momento". Su lugar de trabajo, la cooperativa obrera que funcionaba en la colonia, fue una ventana singular a través de la cual esta adolescente, observa y registra en su memoria, toda la vida cotidiana de los trabajadores de Salinas Grandes y los sucesos impactantes y disruptivos que se originan cuando estalla la huelga.

A pesar de su juventud, y tal vez por pertenecer a un hogar de un obrero sindicalizado y con experiencia, Mónica tuvo una exacta noción de la importancia de las jornadas que se vivían. En su relato hay una lectura política que no está tan presente en los otros testimonios.

Inmediatamente se compromete con la causa. Y su entrega queda retratada cuando dice: "Colaborar era más fuerte que yo." Su visión original, permite reconstruir el funcionamiento de la cooperativa y la olla popular, más las alternativas iniciales del conflicto.

También demuestra una alta empatía con las dificultades vividas por sus contemporáneos, tanto obreros o los propios miembros obreros de su familia. "... yo tenía mi hermana con problemas y mi papá, y yo también, porque vivía con mis padres, si pasaban necesidades, yo también. No pertenecía a la Compañía Introductora pero llegaba a sentir también el problema".

La cooperativa era obrera, independiente de la empresa salinera y ofrecía mercaderías e insumos varios. Lo que destaca Mónica en su relato y se constituye en pieza de interés, es que se generaba una articulación muy significativa entre la cooperativa y la vida diaria en Salinas debido a su ubicación en el plano de la colonia. Esta funcionaba muy cerca de la fábrica y del salón del club y, por ello, constituía un espacio obligado de socialización y de tránsito "... estaba todo cerquita, entonces es como que ahí, la gente se agrupaba, se acercaba y miraba, observaba los movimientos de la fábrica".

Este carácter se enfatiza durante la huelga, cuando al quedarse sin mercadería la cooperativa -y los obreros sin dinero para comprar- igualmente se abren sus puertas ya que "... era como un centro que la gente iba y se reunía". Era el lugar donde se volcaban todas las preguntas, ansiedades, informaciones y comentarios registrados con asombro y sensibilidad por Mónica "... estaban las ventanas abiertas y vos veías cómo discutían, cómo hablaban". Además en sus depósitos, Mónica y las demás mujeres armaron los carteles que se usaron en las marchas.

La joven Mónica, nos presenta en su evocación a la figura de su padre, que se desempeñaba como bolsero, justamente el sector más combativo de los huelguistas, y con veinticinco años de antigüedad en la empresa.

Cuando se hace la primera reunión con los obreros, para que el secretario general que los representaba diera sus explicaciones, "... no llegaban a ponerse de acuerdo los obreros- porque no cerraba .... uno de los que se levantó de la reunión fue mi papá. ... se levantó, se enojó y se fue a casa." Pero luego sucede un hecho que se marcaría a fuego en la retina de Mónica: "Después, a la noche apareció Rojo10 el secretario- acá en mi casa a explicarle a mi papá. Yo en ese momento, te imaginás... lo que me queda. Los veo, la imagen de ellos discutiendo que no les cerraba, eso me quedó bien grabado". Y continúa: "...no se arreglaron, no se pusieron de acuerdo. Cada uno a su casa ahí fue cuando empezó. Después, papá habrá hablado con Kambich...".

Este momento trascendental hubiera quedado perdido a no ser por los ojos y oídos de Mónica que estuvo allí en el momento histórico justo. Esta memoria oral en proceso de rescate, hace posible el privilegio de asistir al momento inicial del rompimiento de relaciones desde la intimidad del ámbito doméstico. Es un ángulo alternativo a cualquier relato oficial sobre los hechos de la huelga que, además, no podríamos encontrar en otro tipo de fuentes.

Su madre también cumple un rol importante en su vida y en la olla popular. Gracias a su capacidad de guardar "un pesito y otro" su familia no tuvo necesidad de sobrevivir en base a la olla. La vida diaria de la familia de Mónica, durante la huelga, se desarrollaba así: "Mi papá comía en casa, mi mamá le preparaba la comida, terminaban y se iban a la olla a charlar o a apoyar, te digo porque yo vivía en la olla". Su tarea era servir la comida en las mesas y salir en los grupos que hacían la recolección de donaciones y alimentos.

Cuando concluye la huelga este paraíso de solidaridad momentáneo se rompe. Con el tiempo, Mónica emigra a Santa Rosa y comienza una nueva vida.

A la sombra de los eucaliptus

El escenario en que se desenvolvió la infancia y la juventud de estas salineras fue el de la villa obrera de Salinas Grandes, construida por CIBA S.A. para albergar a los empleados y sus familias, a pocos kilómetros de Macachín, pueblo éste que era sede no solo del gobierno municipal y de otras instituciones del estado (como el Registro Civil en el que eran anotados los recién nacidos en Salinas Grandes) sino también de establecimientos escolares y sanitarios, toda suerte de comercios, y demás "servicios".

Esta situación geográfica y el hecho de que los integrantes de la comunidad salinera no podrían acceder jamás a la propiedad de las viviendas que habitaban, originó rápidamente una situación de inequidad que se traducía, fundamentalmente, en el desigual ejercicio de los derechos civiles de unos y otros y en los alineamientos políticos. Porque mientras Macachín se autodefinía como un bastión del radicalismo, los "negros salineros" votaban al peronismo y a menudo terminaban definiendo los resultados electorales.

El espacio que separaba a los salineros de "los de Macachín" consolidó una fuerte discriminación, de la que estaban más que conscientes los obreros de la sal y sus familias. " ... los de Macachín siempre nos miraban con lo menos en todo. En el fútbol nos trataban como los negros salineros...". (Rita). La frustración por la subestimación experimentada, la cólera, la sensación de injusticia y la impotencia que esta desigualdad generaba solía deslindarse en el campo de fútbol, en el cual descolló quien terminó siendo secretario general del gremio y líder de la huelga, Eugenio Kambich.

Por otra parte, las informantes hablan de una idiosincrasia de la gente del lugar: "... es como que la gente era muy dócil, no era el carácter de ellos decir 'quiero que se haga esto', no. Ellos veían una persona fuerte, Kambich, por ejemplo, y que sabían que no los iba a traicionar y era adoración. Si él les decía "vamos" era vamos... Por eso muchas veces pasaban las cosas que pasaban, la gente confiaba, nunca se les daba por revisar una cuenta. Eran o muy confiados o... no sé cómo llamarlo. La gente se dejaba manejar. Creían y confiaban". (Mónica).

Las viviendas de material eran confortables y de calidad. Era preciso que fuesen espaciosas porque las familias eran prolíficas. En ellas se recibía suficiente energía "... la luz venía por red como el agua corriente..." (Rita) "...se ganaba poco pero rendía porque las cosas no eran tan caras. Y vivíamos bien, íbamos a buscar leña al monte, la luz no se pagaba, tenía Ud. calentador eléctrico, tenía todo calentito porque la luz no se pagaba". (Paquita).

Diferencias irreconciliables

Aunque la discriminación impregnaba por igual a toda la sociedad salinera, preciso es aclarar que en su seno subsistían reconocibles diferencias. Diferencias originadas en la modalidad de pago que difería entre mensuales y quincenales. "La persona que era mensual en Salinas era como que era superior al que cobraba por quincena. Siempre era superior. El mensual era aquel que tenía un puesto de capataz o de escritorio en la compañía, el encargado, el jefe de taller, el de laboratorio, el de fábrica o el de la embolsada (...) Los de la huelga fueron todos quincenales. En ese momento los mensuales no tenían nada que ver, trabajaban, tenían el sindicato aparte, el de los Tabacaleros...". (Mónica)

Los quincenales, del Sindicato Salinero, acataron el paro y se unieron a los piquetes y a las asambleas, llevando adelante la lucha. Los mensuales se abstuvieron de participar y fueron sospechados de espiar a los trabajadores de la sal y de informar a la patronal de las resoluciones que éstos iban tomando a medida que se profundizaba la huelga. El clima se enrareció y la convivencia se tornó dificultosa, con algunos conatos de violencia.

La solidaridad en torno a la olla popular

Al declararse la huelga la empresa dispuso un cese en el pago. Los obreros salineros respondieron organizando la olla popular que se constituyó en uno de los acontecimientos más significativos y perdurables que registra la memoria colectiva. También se organizaron otras acciones solidarias: manifestaciones, marchas, apariciones en la prensa oral y escrita, movilizaciones a la capital de la provincia y asambleas esclarecedoras en otras localidades provinciales, puesta en escena de obras teatrales, recitales, exposiciones, etc. Por su parte la prensa nacional ignoró el conflicto utilizando la vía más corriente: la del silencio.

Como se dijo al comienzo, la olla popular fue sostenida en gran parte por obra de la "militancia" (distintos grupos de izquierda, intelectuales, los sindicalistas y otros grupos progresistas, como la UMA y los estudiantes universitarios). Los santarroseños reaccionaron con generosidad, como también lo hicieron los habitantes de la campaña próxima a Salinas y otras poblaciones del interior pampeano. "La olla popular se hizo y sostuvo hasta último momento por la gente de Santa Rosa. Sin la gente de Santa Rosa no dura cuatro meses. Vamos a decir la verdad. Y nos apoyaban porque veníamos para acá (Santa Rosa). Venían (los huelguistas) a ATE que prestaba el salón para que la gente viniera. Venían en colectivo, en camión, en lo que fuera. (...) Se hacían grupos, tres, cuatro varones y una mujer y salíamos casa por casa a pedir. Por toda Santa Rosa". (Mónica). Las vituallas, a menudo almacenadas en casas particulares como la del abogado Ciro Ongaro y su esposa Zulma, se cargaban en camiones y se llevaban a Salinas.

La cocción de los alimentos

Con la huelga en marcha y el aporte solidario de todo lo necesario para sobrevivir, surge el problema de cómo organizar el volumen de alimentos y garantizar la llegada del plato caliente a una mesa cada vez más numerosa.

En principio, "se armaban grupos de mujeres... hacíamos grupos de cinco, seis mujeres y un hombre o dos que ayudaba a hachar la leña, hacer el fuego..." Se prestaban las casas para cocinar de forma rotativa a lo largo de la colonia. Las cocinas eran a leña y se habían conseguido ollas de regimiento, los llamados "tachitos". El menú alternaba guisos, polenta, estofado, arroz y, gracias al origen alemán de una de las mujeres, se hacía masa de strudell rellena como forma de dar más sustancia a la comida.

En los grupos, siempre había alguna mujer con más conocimiento "... que sabía las cantidades de cuánta comida poner según la cantidad de personas" y dirigía la cocción. Se empezaba a preparar todo a las seis, siete de la mañana para estar comiendo a las doce. La olla funcionaba sólo en este turno y, el resto del día hasta la noche, cada familia tenía que pasar con lo poco que tuviera.

Las mesas se armaron a la intemperie, bajo la sombra de los eucaliptos, durante toda la huelga. Las familias llevaban sus cubiertos "y entonces, se comía ahí con los chicos y todo" (Rita).

El momento en que todos se reunían a comer, tenía una alta significación para el grupo, que resistía todo tipo de dificultades, "porque con todo el problema, cuando uno llegaba a la olla ahí, que estaba toda la gente sentada esperando que le sirvan... se vivía una alegría, era todo una unión pero, se hacía una reunión a ver qué había pasado, si Kambich tenía alguna noticia ...pero después era todo alegría, unión, fue muy fuerte, todo el mundo se apoyaba" (Mónica). La olla era el lugar de la alimentación física y simbólica del colectivo de obreros dentro del espacio de Salinas Grandes.

Pero, de una de nuestras informantes surgen también cuestiones críticas a esta visión casi idílica que es necesario incorporar. "... pero como esa señora, que Dios me perdone lo que le digo, encontraron tarritos de salsa debajo de la cama, cosas que le daban y lo mezquinaban... por eso se cambió a ...(otra)" (Paquita).

La organización de la olla popular estuvo sujeta, entonces, a continuos ajustes, por casos como éste y otros referidos al comportamiento como grupo.

Con el transcurrir del tiempo y en situación de paro, las familias fueron agotando sus propios recursos y la presión sobre la olla se hizo sentir. En los últimos meses, prácticamente todos dependían de ella. Lo que generó más trabajo de cocina, ya pesado de por sí. Las voluntades fueron mermando y los brazos para cocinar también.

De acuerdo a lo relatado por una de nuestras informantes, en un momento dado, frente a dificultades que no están claramente expresadas, la comisión de la huelga, decide contratarla para que oficialmente organizara la cuestión culinaria. Por lo reconstruido hasta el momento, no todas la mujeres están al tanto, aún hoy, de esta situación de "contrato".

Son elementos que enriquecerán la reflexión sobre, por ejemplo, los plazos del comportamiento solidario en situaciones de lucha prolongadas en el tiempo.

Algunos señalamientos desde las protagonistas

De los testimonios obtenidos se desprende que las respuestas ofrecidas son complejas y no hay identidad ni en la información ni en las valoraciones realizadas. Así, se advierten pluralidad y singularidades, por lo que las salineras no se engloban en una categoría esencial ni uniformadora (Morant, 1995: 52).

Por otra parte, nuestro material refleja también una de las proposiciones básicas de Maurice Halbwachs (citado en Godoy, 2002:23) que refiere que puede haber "una historia, pero existen muchas "memorias colectivas", ya que la recordación representa "lo más social de las instituciones" y, podríamos decir también, de las individualidades.

A través de los hechos de la huelga, observamos cómo operó lo político al interior de la condición femenina de cada salinera. La reacción ofrecida por ellas construye una manifestación política sui generis. Nos hemos propuesto rescatar esta invisibilidad a partir del análisis de sus testimonios a fin de estudiar, en perspectiva histórica, los pliegues y repliegues ocasionados en la vida de estas mujeres por la huelga del '71/'72, ya sea por ser obreras y / o esposas de obreros salineros. Y, también, entregar la devolución merecida a quienes ofrecieron en voz alta sus vivencias de 30 años atrás.

Es posible que estas mujeres no hayan decidido el rumbo de la huelga ni hayan tenido una ideología definida en torno a ella, pero su aporte vital fue mucho más allá de las tareas asistenciales (organizar y mantener la olla popular). Fueron firmes frente a un conflicto tan prolongado para el que no estaban preparadas.

En general eran muy jóvenes, muchachas trabajando en la fábrica antes de la mayoría de edad, algunas con hijos. Enfrentaron una circunstancia donde la propia supervivencia estaba en juego: debieron resistir durante cuatro meses sin salario, en una situación prácticamente de encierro en cuanto a infraestructura, ya que los salineros vivían dentro del ghetto obrero.

Fueron ellas las que pusieron el cuerpo para frenar la represión: "... nos fuimos hasta las mujeres ... caminando, nos fuimos a defenderlos a los hombres, si ellos pegaban la policía- nosotras también. Y le hicimos frente a la policía y todo, no se animaron a reprimir- porque las mujeres nos pusimos al frente" (Rita).

Existieron otros desafíos: enfrentar a los "rompehuelgas"; resistir a las provocaciones. Mónica recuerda que al principio, "el aire estaba muy duro" y sucedían cosas " para pegar un sustito", como tirar una botella incendiaria contra una casa.

Comenzaba el desgaste, tanto entre los habitantes de la colonia como entre los 'militantes'. La llegada inminente del invierno amenazaba el mecanismo de la olla popular facilitado por el buen clima del verano, "... fijate que fue en marzo el levantamiento de la huelga- se te venía abril, mayo con el frío. Tampoco se iba a poder aguantar." (Mónica)

Las mujeres de Salinas Grandes, vivieron estos sucesos extraordinarios y ofrecieron gestos extraordinarios en la escala de la vida de cada una.

"Después de la huelga ocurrieron un montón de cosas personales que uno se pone a pensar si fue bien, si fue mal..." (Rita ).

Mujeres y política: consideraciones finales

El primer análisis de los relatos biográficos junto a algunas inquietudes acerca de la modalidad que asume el accionar político de las mujeres, nos permite aproximar otros señalamientos.

La participación de las salineras en la huelga, parece entrar en aquel marco que circunscribe el actuar político de las mujeres a las tareas asistenciales y sociales. Específicamente en este caso, la preparación de los alimentos. Actividad de alto contenido simbólico además, por ser clave en la división sexual del trabajo al interior doméstico y, pieza en la identidad del género femenino como un quehacer propio del mismo.

Cocinar en la olla popular significó un desplazamiento de la tarea asignada a las mujeres, dentro del universo salinero. Un desplazamiento que traslada su función "natural" mucho más allá de los límites hogareños, desde la unidad doméstica al colectivo externo originado por la huelga. Pero aunque el trabajo de estas mujeres durante el conflicto -recién hoy lo sabemos- se extendió, se diversificó y multiplicó más allá de la cocina, siguió siendo considerado "fuera de la esfera política". Sin embargo, ellas realizaron actividades inéditas si tomamos en cuenta lo establecido por el canon de la cultura obrera en que se desenvolvían y las normas tácitas o explícitas impuestas por la empresa. Gracias a la inversión de las costumbres que generó el derrotero de la huelga, estas mujeres pudieron por primera vez, salir del guetto obrero y adentrarse en un mundo desconocido. Ellas, que apenas conocían Macachín, viajaron por primera vez a Santa Rosa -la capital ignota- para acudir a asambleas repletas de gentes diferentes, instalar la olla popular en la Plaza San Martín, marchar con las antorchas encendidas, enarbolar pancartas. Al recibir la solidaridad de los distintos grupos políticos, conocieron a otras mujeres (las militantes) que impactaron en sus vidas. Vidas que, hasta ese entonces, no tenían proyección al exterior. Se convirtieron en sujetos históricos propios al golpear las puertas de las casas, pidiendo la donación de víveres y explicando los motivos de la lucha. Salieron del hogar y bajaron a la calle. Esa salida hacia un mundo no doméstico, su pequeña epopeya interior, ha quedado perdida en los anales.

Con esta investigación en marcha, pretendemos iluminar y devolver visibilidad a estas mujeres que, como sujetos sociales, enfrentaron una triple marginación en la consideración de la historia oficial: por ser mujeres, por pertenecer a la clase obrera y por estar confinadas en un pequeño poblado del interior de La Pampa.

Notas

1. "Memoria, género e identidades colectivas. Recuperación de voces e imágenes de mujeres." Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de La Pampa. Programa Nacional de Incentivos. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.

2. No se han localizado archivos oficiales de la empresa para medir su tamaño. De la información periodística y de algunos testimonios surge que en la "colonia" vivían entre 150 a 200 familias.

3. Acordamos con la definición de Chanfrault-Duchet, Marie Francoise (1996) que plantea que: "los mitos son como cristalizaciones, en la memoria y el inconsciente colectivos, de rasgos relevantes o de acontecimientos históricos que se organizan según códigos, símbolos precisos, en sistemas de representaciones y que pueden ser narrados."

4. Uno de los informantes dijo: "lo que estás buscando no hay".

5. Estas menciones nos recuerdan las apuntadas por Luisa Passerini (Joutard, 1986) al relatar la misma reticencia inicial de sus informantes.

6. Debemos señalar que entre nuestros/as informantes hay relaciones de parentesco, como ocurría en la fábrica en esa época, por lo cual las opiniones sobre las actividades en la huelga estuvieron teñidas de circunstancias familiares y en algunos casos impidieron solicitar algún tipo de juicio de valor.

7. No analizaremos aquí la información proporcionada por los periódicos, pero adelantamos que hay una contraposición entre las expresiones de los testimonios y los artículos publicados.

8. Teníamos grandes expectativas de entrevistar a María por su relación con el secretario general del gremio. Grande fue nuestra desilusión cuando nos manifestó que ni ella ni sus hijas comieron en la olla popular y que tampoco colaboró con la misma. Al continuar con su relato pudimos entender por qué no había participado.

9. Unión de Mujeres de la Argentina, uno de los frentes propiciados por el Partido Comunista.

10. Rojo es el secretario cuestionado por firmar con la empresa un acuerdo que fue considerado perjudicial e inconsulto por los trabajadores y motivo del inicio de la huelga.

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