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La aljaba

On-line version ISSN 1669-5704

Aljaba vol.15  Luján Jan./Dec. 2011

 

ARTÍCULOS

Manos flexibles: estrategias grupales de mujeres para enfrentar la crisis

Flexible hands: etrategies group of women to confront the crisis

 

Lía Norverto

Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer Universidad Nacional de La Pampa

 


Resumen

Este artículo se propone analizar experiencias de mujeres pampeanas que arman una cooperativa de trabajo como expresión de defensa de su fuente laboral. Se considera la movilización por la apropiación del espacio de trabajo, como una práctica de resistencia y un desafío como experiencia de vida, al producirse en un contexto regional con asignaciones genéricas de corte tradicional y sin un movimiento de mujeres consolidado.
Sus experiencias, trayectorias personales, combinadas con las estrategias individuales y colectivas desplegadas en el ámbito de trabajo, son los tópicos que guían la observación y reflexión. La búsqueda de estrategias grupales ante la crisis, nos presenta matices propios de la heterogeneidad del mundo de trabajo contemporáneo, así como de la reconfiguración de identidades mujeriles.

Palabras clave: Cooperativas obreras; Identidades; Crisis; Estrategias; Flexibilidad.

Abstract

This article analyzes the experiences of pampeanas women who arm a cooperative defense work as an expression of your labor. Mobilization means the ownership of the workspace, as a practice of resistance and a challenge as life experience, to take place in a regional context of traditional generic assignments, and without an established women's movement.
Their experiences, careers, combined with individual and collective strategies deployed in the field of work, are the topics that guide the observation and reflection. The search for strategies to the crisis group, presents nuances of the heterogeneity of contemporary working world, as well as the reconfiguration of womanly identity.

Keywords: Worker cooperatives; Identity; Crisis; Strategy; Flexibility.


 

Sumario: 1. A modo de presentación 2. Una caracterización de la región: apuntes demográficos y culturales 3. Las mujeres frente a la crisis 4. La fuerza de la libertad 5. De luces y sombras.

 

1. A modo de presentación

El presente artículo analiza experiencias vitales de trabajadoras pampeanas quienes, en la lucha por su fuente de trabajo, ensayan prácticas organizativas colectivas y arman una cooperativa textil en la capital provincial.1 Este proceso de recuperación, reactivación y/o defensa de la fuente de trabajo, dista de presentar características homogéneas en nuestro país. Al calor de la crisis, y en un marco de resistencia, la presencia social de las empresas recuperadas - en sus diversas formas - adquirió difusión, despertó interrogantes en las ciencias sociales, y alentó nuevas formas de organización del trabajo.
     La resistencia y la apropiación del espacio de trabajo, se tornan un desafío como experiencias de vida y, consecuentemente como objetos de indagación. La particularidad de este espacio productivo, es que está impulsado y sostenido por mujeres. Si tenemos en cuenta que se produce en un contexto regional con asignaciones genéricas de corte tradicional, y sin un movimiento de mujeres consolidado, dicha movilización cobra dimensiones más notorias.
     Sus experiencias, trayectorias personales, combinadas con las estrategias individuales y colectivas desplegadas en el ámbito de trabajo, son los tópicos que guían la observación y reflexión, desde los cuales pretendemos acercarnos al análisis identitario en el mundo laboral. La categoría de género es transversal en nuestro estudio, porque ilumina espacios "naturalizados" y silenciados, al mismo tiempo que revaloriza y reencuentra a las mujeres con sus propias prácticas, experiencias, acciones; las torna visibles y escuchables, incluso para ellas mismas. La perspectiva de género permite hacer emerger los lugares asignados y ganados, el cuestionamiento al ejercicio de derechos ciudadanos, ayuda a ver las resistencias a modelos uniformes, y la comprensión de identidades que pelean contra su cristalización. Por ello la mirada de género es una mirada política.
     Nuevas formas productivas de autogestión asociada, los vínculos con el estado, la lucha frente a la competencia en el mercado, estrategias ante la autoorganización y la apropiación de sus herramientas de trabajo, junto a la reorganización de vínculos internos en el espacio laboral, son variables que se conjugan e intervienen en la vida cotidiana de cada una de las trabajadoras. Junto a la diaria confección de prendas, hilvanan sueños y proyectos de mayor autonomía y solidaridad.
     Desde las primeras experiencias de recuperación, han surgido líneas interpretativas y analíticas diversas, en relación a su potencial desafío y cuestionamiento al sistema económico. Algunos autores visualizan formas alternativas al modo de producción capitalista (Cafardo A. y Domínguez Font L., 2003; Angélico H. y Dzembrowski N., 2009) y otros, reconocen una crítica al sistema - en gran parte de los casos, casi sin darse cuenta los propios trabajadores - debido a las transformaciones en las prácticas organizativas del proceso de producción, pero advierten sobre sus limitaciones. (Fernández A.M., 2006; Fajn G. y Rebón,J., 2005; Rebón,J. 2007). También son variados los pronósticos de continuidad en el tiempo, porque la mayor expresión de desafío al sistema se encuentra en la órbita de la producción, pero no en los ámbitos de circulación e intercambio; con lo cual, tanto cooperativas como empresas recuperadas, se enfrentan a múltiples dificultades para sostener su subsistencia. Dejaremos este debate enunciado, sin detenernos en el mismo, ya que pondremos el foco de atención en las identidades laborales concretas, y sus reconfiguraciones a lo largo del proceso. Consideramos que el mismo implica una práctica resistente, más allá de su carácter voluntario, emergente o inconsciente.
     El abordaje es cualitativo2, adecuado para comprender dinámicas microsociales entretejidas en procesos macrosociales, con el propósito de contribuir con el análisis de casos empíricos, a la reflexión teórica del proceso de heterogeneización del mundo de trabajo contemporáneo. Incorporar la variable género al analizar el trabajo y la clase trabajadora, significa repensar el concepto de trabajo y las múltiples realidades vinculadas al mismo (Bendini M. y Miralles G., 2000) Responde al doble propósito - propio de este enfoque - de evidenciar al mismo tiempo que propiciar la desnaturalización de la segregación por género.

2. Una caracterización de la región: apuntes demográficos y culturales

La provincia de La Pampa está conformada por una población joven, distribuida regionalmente en forma diferencial, con una baja densidad poblacional y una fuerte concentración en los dos centros urbanos más desarrollados.
     Según datos publicados por la Dirección General de Estadística y Censos provincial, en el último censo que cuenta con sus datos procesados (año 2001) el total de la población era de 299.294 personas, 149.169 varones y 150.125 mujeres. A mediados de 2009, ascendió a 337.521 con una densidad poblacional de 2,4 hab/km2 y se estima para el 2015 una población de 360.694 habitantes.
     La población proyectada para el año 2010 - último dato presentado por grupos etáreos y clasificados por sexo - establece un total de 341.456, de los cuales 170.424 serían varones y 171.032 mujeres. Casi un cuarto de la población está concentrada en niños de 0 a 14 años, 3 de cada 10 son adolescentes y jóvenes (15 a 34 años) y el 33,3 está compuesto por adultos de 35 a 64 años. La composición por sexo de cada grupo de edad, no presenta rasgos diferenciales, salvo en la última cohorte, de 65 y más años, donde los varones no llegan al dígito (9,5%) y las mujeres lo superan, alcanzando el 12,6%. El 95% de la población está asentada en zonas urbanas, urbanización reconocida en localidades a partir de 2.000 habitantes.
     Santa Rosa, capital de la provincia, es el centro político- administrativo de la misma, y la administración pública concentra la mayor oferta de puestos de trabajo. El sector terciario y de servicios, ha ido desarrollando complejidad y creciendo sobre el resto de las actividades productivas. La categoría ocupacional mayoritaria se encuentra en condición asalariada, alcanzando el 73,4 % de la población ocupada, según el relevamiento más actualizado, de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), en el conglomerado Santa Rosa-Toay. La actividad agrícola ganadera ha permanecido concentrada en el este provincial. En la región oeste, los fuertes condicionantes ambientales, dificultan el sostenimiento de una actividad económica sustentable que permita el asentamiento humano y evite las migraciones.
     El contexto regional, como característica socio-cultural, presenta asignaciones genéricas de corte tradicional. Al carecer de un movimiento de mujeres consolidado, las resistencias al estereotipo femenino cobran dimensiones más notorias. Estas particularidades regionales son contempladas en la tesis doctoral de María Herminia Di Liscia (2009), quien caracteriza el impacto que las marcas genéricas configuran en las sociedades provinciales, donde las mujeres se encuentran en situaciones que acentúan su desigualdad y dependencia. La invisibilización y desvalorización de las mujeres, son fenómenos que se agudizan en el interior del país, ya que en gran medida, los procesos políticos se construyen de manera subalterna y dependiente de los nacionales. También refiere a la influencia que ejerce el tamaño de las sociedades provinciales. Al ser unidades más pequeñas, el control social se despliega de manera más estricta y las normas patriarcales en las relaciones de género se expresan con mayor fuerza. Si bien el tamaño reducido de las poblaciones permite un control social mayor, también facilita a los/as actores/as un movimiento en intersticios, redes y relaciones que en muchas oportunidades pueden colaborar favorablemente para obtener apoyos. La mayor cercanía con los poderes públicos, entonces, por un lado constituye una ventaja para el acceso a información, relaciones y recursos, pero supone también mayores presiones y exposición. (Di Liscia M. H., 2009)
     Esta cercanía a los poderes públicos es notoria en el caso analizado, en el cual se recurre en forma permanente al apoyo económico de los organismos gubernamentales, aspecto que dificulta su desarrollo autónomo (Ver punto 4).

3. Las mujeres frente a la crisis

Desde fines del siglo XX y con especial intensidad a partir de 2001, miles de asalariados en distintos puntos del país han desafiado al desempleo haciéndose cargo de empresas en procesos de quiebra o cierre. Trabajadores/as que sostienen o recuperan la producción de las empresas en crisis, han generado múltiples interrogantes a analistas sociales, políticos y económicos, debido a su diversidad y heterogeneidad.
     Indumentaria Argentina S.A, funcionó en el Parque Industrial de la Ciudad de Santa Rosa -La Pampa- con 200 empleados a cargo, hasta el año 1999. La fábrica en ese año evidenció dificultades en la provisión de insumos a la planta; situación que llevó a disminuir los niveles de producción y a despedir en forma masiva al personal. Al culminar el año 1999, el personal cesanteado comenzó a autoconvocarse, con el objetivo de evitar el desmantelamiento de la empresa, y organizarse para mantener la fuente de trabajo. En los primeros encuentros sólo un grupo minúsculo llevaba adelante la idea de la conformación de una cooperativa, el cual trató de movilizar la participación de todos y de informarse acerca de las acciones a seguir. Las explicaciones frente al origen de la cooperativa tienen un denominador común: la necesidad de preservación de la fuente laboral, una variable constante en el proceso de recuperación de empresas.

"No sabíamos de qué se trataba, lo único que nos preocupaba era quedarnos sin trabajo..."(Magdalena, socia originaria e integrante del Consejo de Administración3) "Nos quedamos sin nada, salimos con una mano atrás y otra adelante..."(Francisca, CA)
"En ese momento muchas éramos jefas de hogar, teníamos hijos chicos, y sosteníamos nuestras familias... era imposible quedarnos sin trabajar....
Además varias éramos grandes, rondábamos los 40 años, era imposible entrar en otro lado... Hoy no es tan así...más de la mitad están en pareja, tienen ayuda, o viven con los padres, hay otra situación" (Francisca, CA).

Los análisis de la demanda laboral en varias provincias han coincidido en el limitado rango de oportunidades ocupacionales disponibles para las mujeres, en especial las de estratos populares, y en mostrar que los incrementos en la oferta laboral de mujeres maduras de clase popular ha estado orientado hacia empleos en servicio doméstico o trabajos de baja calificación y bajos ingresos (Sautu R., Eguía A. y Ortale S., 2000) Las crisis económicas y las políticas de ajuste, han intensificado el trabajo remunerado de las mujeres bajo formas propias de la flexibilización laboral: prestar un servicio equivalente por menos salario y en condiciones más precarias que las de los varones, precariedad caracterizada por empleo a tiempo parcial, subcontratación, empleo temporal, y trabajo realizado en el hogar, entre otras. (Borja J. y Castells M., 1997) Las modalidades del trabajo precario se caracterizan por la inestabilidad, la inseguridad, y tienen repercusiones negativas sobre el sistema de relaciones de trabajo y sobre la vida y salud de los trabajadores (Neffa J., 2010) Flexibilidad, cortoplacismo, desintegración e inmediatez del nuevo capitalismo que interroga Sennett desde el impacto en el carácter personal y en las dificultades para construir valores duraderos basados en nuestras experiencias emocionales (Sennett R., 2000).
     La precarización laboral incrementa la vulnerabilidad social, en sectores ya vulnerabilizados por su condición de mujeres con bajos niveles de instrucción, muchas jefas de hogar, con hijos menores a cargo. Esta situación que enfrentan los hogares monoparentales a cargo de mujeres - a lo largo de la década del 90 - extendió el concepto de "feminización de la pobreza", noción que daba cuenta del fenómeno de la doble jornada de trabajo, de tareas extenuantes que debían atender a mayor número de hijos pequeños en viviendas precarias, y de los ingresos insuficientes para asumir esas responsabilidades (Barrancos D., 2007).La compatibilización del trabajo doméstico, con la generación de ingresos y tareas extra - domésticas, es una preocupación de la mayoría de las mujeres, y una responsabilidad que socialmente adquiere características genéricas; lo cual multiplica las condiciones de desigualdad que sufre este sector de la sociedad.
     "No hay dudas que las crisis han permitido, a lo largo de los tiempos, hacer visible la participación de las mujeres. La cripta hogareña se sacude y emerge entonces una mujer- otra que desmiente el arquetipo. Las rupturas siempre han significado una toma de la palabra para las mujeres, y en algunos casos, hasta con más osadía que los varones. El problema- y la incógnita - es por qué, cuando las aguas vuelven a su nivel, las mujeres son repuestas a su mismidad, a los lugares y las funciones de los arquetipos de los sexos. "(Barrancos D., 2007: 315)
     La transformación económica ha sido estructural y profunda, y su impacto en el mercado de trabajo ha creado conjuntos de población "inempleables", "carecientes", "excluidos", ya que su único recurso - su capacidad de trabajo- tiene escasa demanda, lo cual disminuye su probabilidad de reproducirlo con los requerimientos que se le exigen. (Grassi E. y Danani C., 2009)
     Graciela Di Marco y Héctor Palomino (2004) entienden a la crisis del 2001 como una crisis novedosa, que al combinar dimensiones políticas, institucionales, económicas y sociales, puso en cuestión el proyecto de "modernización" económica y social sostenido por las corrientes de pensamiento neoliberal. Más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza y más del 20 % de la población económicamente activa desocupada, dio cuenta de la carencia de resolución del "normal" funcionamiento del mercado. Sostienen que los nuevos movimientos sociales extraen parte importante de su legitimidad de los fracasos del mercado y del estado, proponiendo originalidad en las soluciones a los problemas de la pobreza y el desempleo, por fuera de los canales "institucionalizados". Y de esta manera encuentran en el trabajo una forma de construcción social y política, una manera de hacer política y por ende de construir lo social. "Estos esfuerzos vinculados a las formas cambiantes del trabajo que, en el seno de los emprendimientos encarados por los movimientos de trabajadores de empresas recuperadas, organizaciones de desocupados y asambleas barriales, se inscriben casi naturalmente en lo que en Argentina tiende a denominarse actualmente "economía social": un espacio público donde el trabajo no se intercambia sólo ni principalmente por remuneraciones monetarias (...) las formas de trabajo impulsadas actualmente por los movimientos adquieren una dimensión política. En estas nuevas formas "el trabajo es política" (Di Marco G. y Palomino H., 2004:16)
     En las particularidades del caso analizado, se refleja a una escala menor el impacto de este proceso, donde se entrelazan y construyen intercambios que superan la remuneración, y ayudan a la revalorización y autovaloración de las mujeres. En tiempos en que la vida humana pareciera medirse por los resultados y los productos, preferimos enfatizar el proceso. Éste - en los casos de mujeres que ingresan al mercado de trabajo o luchan por mantenerse en él - pone de manifiesto perspectivas de proyección, apropiación y defensa de sus capacidades productivas. Máxime cuando las respuestas más habituales a la desocupación son de índole individual, donde se produce una proceso de "autoincriminación", en el que se interioriza el estigma de desocupado/a, y evalúa que la propia impericia o irresponsabilidad, lo condujeron a esa situación (Lvovich D., 2000) El diseño de salidas a la crisis en forma agrupada, mediante la construcción de un colectivo, refuerza la identidad de estas mujeres, las revaloriza, y empodera; aunque los escollos sean duros.

4. La fuerza de la libertad

El 30 de noviembre del 2000 se realizó la asamblea constitutiva de la cooperativa de trabajo, con asesoramiento brindado por distintas áreas del gobierno provincial: Dirección de cooperativas y Subsecretaría de cooperativas, quienes llevaron adelante los trámites necesarios para inscribirla en los registros provincial y nacional respectivamente. Las máquinas de la fábrica tuvieron que ser compradas por los/as trabajadores/as, se ofrecieron en remate público, y - al carecer de capacidad adquisitiva - el grupo más movilizado recorrió distintas reparticiones de gobierno solicitando ayuda económica que les permitiera adquirir las herramientas indispensables para producir.

"Era la única salida que teníamos, nos unimos ante la necesidad... de alguna manera el gobierno lo indujo. Nos alentaba el mantener nuestro trabajo, pero no sabíamos nada, de a poco vamos tratando de formar nuestros ideales cooperativos. Tal es así, que el primer consejo se formó 'a dedo' con los que querían participar" (Magdalena, integrante del CA)

En esa instancia el gobierno provincial brindó, a su vez, ayuda económica para la adquisición del lugar físico donde comenzó a funcionar la cooperativa, el cual en primera instancia fue alquilado. Los integrantes trabajaron en el acondicionamiento del lugar para instalar las máquinas y de esta forma reiniciar la producción.

Al estudiar los inicios del proceso de recuperación de empresas, Julián Rebón (2005) señala que el mismo es la resultante de la conformación de una embrionaria alianza social. Los trabajadores de estas empresas - movilizados por la alteración que la crisis del orden social produce - logran avanzar en sus grados de unidad. La preservación de la fuente de trabajo, y el avance sobre la producción desafiando a las condiciones sociales existentes, constituyen la novedad del proceso junto al desarrollo de autonomización e igualación del espacio de la unidad productiva, frente a las heteronomías clásicas de dicho espacio.

El papel del estado no ha sido uniforme, en este caso favoreció la conformación de la cooperativa - que tenía facilitada la constitución del colectivo humano- para evitar la conflictividad propia de despidos masivos, pero la motivación para "adueñarse" de su espacio de trabajo aparece como un efecto no deseado de políticas económicas restrictivas. Una liberación no buscada, ni ansiada.

El 21 de abril del 2001 se conformó la cooperativa de producción; los relatos evidencian nostalgia por trabajar en sus inicios para firmas de renombre de Mar del Plata , Córdoba y Buenos Aires, algunas de ellas Yagmour y Mónaco.

"Empezamos 23 personas, con el tiempo se fueron agregando más, es un esfuerzo cumplir con la demanda de los clientes, de quienes dependemos, y quienes proveen el insumo principal, las telas..." (Francisca, integrante del CA)
"Cuando nos organizamos algunos varones había, pero se fueron yendo, las que empezamos éramos básicamente mujeres, ahora hay 2 varones, pero son hijos de algunas de nosotras..." (Clelia, SO)

Como "talleristas" de las empresas nombradas, según relatos de las trabajadoras, con el tiempo alcanzaron una producción promedio de 4000 piezas mensuales, cifra que podría aumentarse si lograran ampliar capital constante y variable.
     "La recurrencia a una economía 'social y solidaria' aparece crecientemente como una nueva utopía de desarrollo, capaz de resolver lo que los esquemas clásicos de la economía no pueden solucionar. Más allá de su carácter (utópico o no), lo que interesa es que los actores sociales parecen suscribir en parte esta utopía, menos por su capacidad para imaginarse un 'nuevo mundo feliz' que por estar sometidos a la urgencia de las necesidades: para quienes están sumergidos en la pobreza y el desempleo, la autogestión asociada aparece como un mecanismo capaz de resolver de modo eficaz la provisión de alimentos y el uso de fuerza de trabajo." (Di Marco G. y Palomino H., 2004 : 22)
     La urgencia de las necesidades, les abrió la posibilidad de organizarse en el uso de su propia fuerza de trabajo, pero las dificultades para sostener las 'exigencias de los clientes', hacen que se sientan forzadas a recurrir a la asistencia gubernamental en forma tanto directa como indirecta. Esta doble necesidad cuestiona y desmitifica la libertad de trabajar "sin patrón", al mismo tiempo que empaña la propia visualización de la fuerza del grupo, ya que quienes implementaron las políticas de ajuste generadoras de su crítica situación, y las dejaron "desarmadas" sin ocupación, reaparecen - ilusoria apariencia - percibidos como su protección y resguardo.


"El taller propio". Septiembre de 2008.

La implementación de políticas estatales de corte neoliberal en nuestro país, favoreció el desmantelamiento del sector industrial, y posteriormente diseñó programas de "asistencia" e impulsó a los nuevos emprendimientos. La percepción de Magdalena es clara al respecto:

"No nos quedó otra... de alguna manera el gobierno lo indujo...nos juntamos a través de la necesidad..." (Magdalena, integrante de la CA) "Todo lo que tenemos, lo tenemos gracias al gobierno, a decir verdad... lo que somos es por el gobierno... nos dieron para las máquinas y para el salón, tanto el gobierno provincial como el nacional... ¡si no teníamos nada, qué íbamos a hacer!... " (Clelia, SO)

Así es como en la provincia de La Pampa, el gobierno promocionó capacitaciones orientadas a las incipientes cooperativas, con un discurso de apoyo a pequeños emprendedores y cooperativistas, para que con la autogestión de sus actividades, ayuden a disminuir los índices cada vez más elevados de desocupación. Se desarrollaron estrategias de "acompañamiento", tales como capacitaciones en aspectos vinculados al desarrollo empresario, planificación estratégica, gestión financiera, contable y de recursos humanos. También, ante la presión de los grupos de trabajadores/as, se destinaron subsidios, y establecieron convenios de cooperación y asistencia para impulsar el crecimiento de cooperativas.
     Esta manera de vinculación con los organismos gubernamentales, vulnera la autonomía de las organizaciones, ya que establecen una "dependencia" encubierta para superar obstáculos a su subsistencia. La dependencia se manifiesta en forma directa, mediante pedidos de subsidios económicos, o indirecta, al recurrir a programas de empleo para incorporar mano de obra. Ejemplos de esta última son los programas Primer Empleo e Incluir,4 ambos productos de políticas paliativas de inclusión de jóvenes en el mercado laboral, a través de convenios con empresas privadas. Al firmarse un convenio marco entre la Secretaría de Gobierno municipal, mediante la Dirección de Acción Social, y la Cooperativa Textil Pampeana, el entonces Secretario, expresaba:

"Esto tiene que ver con la posibilidad de trascender las políticas sociales que venimos llevando a cabo y poder incluir, en materia social, políticas de promoción como son fundamentalmente las de inclusión laboral, por eso es sumamente importante para este tipo de proyectos, el trabajo en conjunto entre el municipio y las instituciones que están trabajando en la ciudad, esto es lo que da la posibilidad de la inclusión laboral a partir de la capacitación específica. Y también el efecto de la reconversión productiva en la experiencia que tiene la cooperativa desde su nacimiento, o sea la posibilidad de reconvertirse y pasar de ser empleados a ser dueños, ese es el esquema del cooperativismo, y la idea es poder adoptarlo y adecuarlo a las exigencias del mercado productivo actual". 5

Dicha "reconversión productiva" exige un curso acelerado de emprendedorismo, de proactividad y asociativismo, que aparenta estar latente en cada individuo. Luego de mejorar sus competencias laborales, jóvenes sin ocupación deben generar estrategias laborales para su supervivencia. Paradoja que se reitera al impulsar las cooperativas obreras: pareciera que ante la emergencia social - y en períodos en que su subsistencia diaria y la de sus hogares está en riesgo - los grupos más excluidos del sistema tuvieran que desarrollar en forma vertiginosa facetas de creatividad, autonomía, solidaridad e iniciativa. Exigencias que aumentan desigualdades y diferencias.

"Tomamos un montón de chicas, de los programas, hicimos un convenio para capacitarlas... no sabían nada la mayoría, ni pegar un botón... pero sólo dos quedaron y una es excelente, como trabajadora y como persona... al resto no les interesa... no tienen ganas de trabajar..."( Clelia, SO) "Se adecuan rápido a los derechos, y cuesta que tengan una disciplina de trabajo, probamos muchas, pero por razones personales, en la actualidad sólo quedan dos..." (Francisca, CA)

Al referirse a su experiencia, las jóvenes explican:

"No sabía nada de costura ni había estado en una fábrica, vine solamente porque me llamaron por el Primer Empleo, pero me gusta, porque tengo un trabajo y voy aprendiendo... además no hay jefes, acá se busca que seamos todas iguales..." (Cecilia, 23 años, 3 años de antigüedad)
"Yo necesito trabajar, porque tengo un hijo, pero no me vinculo demasiado; hago mi trabajo y listo. No me gusta hablar mucho, porque después siempre tenés problemas...Tampoco sabía nada de costura" (Eugenia, 19 años, 8 meses de antigüedad)

La asociación de estas jóvenes - si bien responde a una necesidad de la organización por incorporar mano de obra a menor costo - evidencia una de las dificultades más señaladas por las socias fundadoras: lograr "el compromiso con la cooperativa". La integración de personal carece de un carácter electivo y voluntario, que surja movilizado por generar alternativas de economía social, sino que responde - de la misma manera que el surgimiento de la cooperativa - a necesidades de subsistencia. Dificultades que pueden comprenderse desde Richard Sennett (2000), quien estudia los efectos del capitalismo flexible en las personas, como características propias de las contradicciones del sistema: perseguir metas a largo plazo en una economía entregada al corto plazo, o sostener la lealtad y el compromiso en instituciones que están en continua desintegración o reorganización.
     Nos preguntamos entonces, cómo afectan estos procesos en la configuración de identidades, cómo construir autonomía y confianza en sus capacidades de autogestión asociativa, cómo "empoderarse", cuando la recurrencia a subsidios, y programas gubernamentales persiste como sostén de la organización. Según el citado estudio de Di Marco y Palomino (2004), las organizaciones de desocupados deben afrontar la contradicción entre apelar a subsidios en forma sistemática, o la de impulsar emprendimientos autosustentables que les permitan independizarse de los mismos. El caso analizado estaría en el primer grupo, ya que no han podido aún construir redes que las autosustenten. Y se mantienen expectantes para recibir la "ayuda" y protección tanto del gobierno municipal como el provincial (en subsidios, créditos, pidiendo beneficios o excepciones ante licitaciones).

"Solas no podemos, no logramos nunca sacar ni el equivalente a un salario mínimo, sin ayuda nunca podremos hacer que esto funcione...!" (Clelia, SO)

En tiempos de identidades en construcción, estas desavenencias pueden reforzar la "in- acción" e "im- posibilidad ", ya que los fracasos se explican mediante variables centradas en la persona y no en la interrelación de éstas con los contextos estructurales donde cada uno/a está inmerso/a. "La cultura moderna del riesgo se caracteriza porque no moverse es sinónimo de fracaso, y la estabilidad parece casi una muerte en vida. Por lo tanto, el destino importa menos que el acto de partir. Inmensas fuerzas económicas y sociales dan forma a la insistencia de marcharse; el desorden de las instituciones, el sistema de producción flexible, realidades materiales que se hacen a la mar. Quedarse quieto equivale a quedar fuera de juego" (Sennett R., 2000: 91).
     La perspectiva de género, nos ayuda a despejar luces entre las sombras. Entendemos que la identidad debe ser tratada como resultante de las experiencias reales de las mujeres y como una posible construcción. Para esto, se deben reconocer los elementos de subordinación y resistencia contenidos en la experiencia de cada mujer; la detección de los puntos de fractura con el orden de género prevaleciente (patriarcal), así como la apertura de espacios que conduzcan a la creación de nuevos modos de ser (Martínez A. en Tarrés M.L., 1992).
     Para desocultar invisibilidades y matizar este cuadro de dependencia e imposibilidad que expresan los relatos de las trabajadoras, resulta significativo el aporte de Di Liscia, quien reconoce los trabajos de reconstrucción de las memorias como espacios de lucha, y de empoderamiento ciudadano para las mujeres. Es en la permanente reconstrucción y constitución de las mismas, donde se manifiestan las tensiones entre su invisibilización y la desvalorización de sus experiencias- y de una lenta recomposición, en la resistencia, muchas veces desde los márgenes (Di Liscia M.H., 2007).
     Si bien este trabajo no tiene como objeto la recuperación de memorias colectivas, en el intercambio con las protagonistas del mismo, al rescatar sus voces, experiencias y trayectorias laborales, se entrecruzan las diversas tensiones en las que recrean sus mundos de vida, sus espacios de interacción, sus subjetividades, y encuentran en sus propias voces y palabras los silencios por los que han transcurrido, y los intersticios por los que se reencuentran - incluso para su sorpresa - resistentes, luchadoras y enfrentando la dependencia.

5. De luces y sombras

"Cuesta mucho sacarse el delantal... no es fácil ser dueñas, pelear por lo que nos interesa, y que no se generen roces entre nosotras, no todas tenemos el mismo compromiso, y a veces parece que nos interesa sólo a algunas" (Azucena, CA)

El esfuerzo de "construir" la propia fuerza de trabajo, en algunas trabajadoras, es un peso difícil de afrontar. Sentirse responsables de la subsistencia de la cooperativa, tomar decisiones en conjunto, y adecuarse a la variabilidad de los retiros económicos, en varios casos se enfrenta con la "seducción "de volver a su condición de obreras que cumplen reglamentariamente con su trabajo, y tener la seguridad del contrato laboral.

"Con los ojos cerrados vuelvo a la fábrica si pudiera... pero ya estoy grande.
Confiaba en que esto saldría adelante, pero no siento esto mío. Yo me voy y no me llevo nada, salgo igual que cuando nos echaron de la fábrica" (Clelia, SO).
"A veces no le encuentro final a este camino, no le encuentro final a mis días de trabajo. En una cooperativa de trabajo, mientras trabajo, tengo capital, cuando deje... no tengo nada! " (Azucena, CA).

La añoranza frente al empleo tradicional y la incertidumbre en este nuevo camino, quedan reflejadas en las palabras de Azucena.
     "El vínculo social surge básicamente de una sensación de dependencia mutua. Todos los dogmas del nuevo orden tratan la dependencia como una condición vergonzosa: el ataque a la rígida jerarquía burocrática tiende a liberar estructuralmente a la gente de la dependencia; y se supone que arriesgarse es estimular la autoafirmación más que someterse a lo que viene dado" (Sennett R., 2000: 146) En los testimonios es recurrente la nostalgia por la tranquilidad de la fábrica, donde tenían estabilidad económica y seguridad laboral. Pero sienten esta presión, a la que refiere Sennett, que las impulsa a buscar la autoafirmación por fuera de la relación de dependencia, y a despedir "voluntariamente" el delantal que las cubría de tranquilidad.
     La autonomía lograda frente a la antigua figura del empleador, a veces se tiñe de nostalgia. ¿Cómo continúa el proceso sin la figura del capitalista? Pareciera una independencia forzada e involuntaria, que al disminuir el temor ante la desocupación, y ante la calma de tener trabajo todos los días, se enfrentan a la incertidumbre y el miedo por carecer de recursos para dirigir el proceso de trabajo. El desafío logrado es la preservación de la fuente de trabajo, el siguiente objetivo - no tan claro - de conducir sin patrón, aparece en los relatos como un efecto o consecuencia no buscada.6
     Ana María Fernández y colaboradoras/es (2006), a partir de sus estudios sobre experiencias de recuperación de empresas producidas en la ciudad de Buenos Aires, sostienen que dicha recuperación no surge de una convicción ideológica previa de quienes lo protagonizaron, ni planificada por sus protagonistas. Incluso muchos grupos tomaron la empresa esperando la recuperación de sueldos adeudados, y la figura del patrón. En consecuencia, instala una nueva noción de propiedad; ya no es la propiedad privada versus la expropiación que la transforma en propiedad estatal. La idea misma de propiedad se desvanece y prevalece la de función social de los recursos productivos, la idea de propietario parece quedar en suspenso para dejar lugar a la de uso productivo. También hay un cambio en la noción de apropiación, ya que no se toma para poseer o adueñarse, sino para producir y subsistir.
     En los casos que estudiaron se trató de trabajadores con mucha antigüedad, con conocimiento del oficio y del manejo de las máquinas, y a su vez convencidos que era una especie de "última oportunidad" para no caer en la desocupación, aspecto coincidente con la cooperativa pampeana. De la Garza (2005) realiza una esquematización del concepto de trabajo y no trabajo como construcción social, sostiene que sus diferencias no están dadas sólo por el tipo de actividad o de objeto sino por la articulación de sus relaciones sociales. Las significaciones del trabajo son "construcciones sociales que implican determinadas relaciones de poder y dominación, relaciones de fuerza que pueden variar los significados de los conceptos "(De la Garza E., 2005: 4) Al respecto José Antonio Noguera (2002) también remite a un concepto amplio, que puede considerar al trabajo no sólo como producción instrumental de valores de uso, sino también, al mismo tiempo, como medio de solidaridad social y de autorrealización personal.
     Socias originarias y recientes, grandes y jóvenes, trabajadoras de Indumentaria Argentina y nuevas, con experiencia y aprendices, comprometidas e indiferentes, son algunas de las dicotomías presentes en el grupo humano que compone la Cooperativa Textil Pampeana. Las relaciones de igualdad son difíciles de constituir, hay múltiples relaciones de fuerza que segmentan el grupo. Puede explicarse esta fragmentación producto de la incertidumbre en que se manejan: subsistir en el mercado aprendiendo a dirigir, proyectar, planificar, calcular y manejar su propia fuerza de trabajo. Diseñar formas cooperativas y autogestivas con una fuerte impronta individualista y verticalista. Aprender a ejercitar la decisión colectiva es un desafío. "Qué clase de compartir se requiere para resistir la nueva política económica, más que para huir de ella?¿Qué clase de relaciones personales sostenidas en el tiempo pueden estar contenidas en el uso del 'nosotros'?"(Sennett R., 2000: 146).
     Este grupo de mujeres lleva 10 años en el medio local trabajando con escasa visibilidad. Tanto en los medios de comunicación y publicitarios, como en las mismas instalaciones en que diariamente tejen su subsistencia. La vista exterior es un galpón amplio, sin cartel, sin señalización, del cual hasta los vecinos cercanos desconocen su existencia. Al indagar sobre las razones de no haber puesto un cartel, o indicación de la existencia del taller cooperativo, sólo el olvido es la respuesta. Pareciera la "marca" de un trabajo sin marca, sin identificación, sin nombre, silencioso, interno.


"Taller Anónimo". Noviembre 2008.

Se observa una especie de resignación al evaluar sus posibilidades de crecimiento, generada por la respuesta del medio local, y el desconocimiento sobre temas de "marketing" y economía.

"Los comerciantes locales no compran nuestra marca, queremos sacar una marca propia y no nos compran, los santarroseños no valorizan la producción local, no la toman... da bronca, porque nosotras cosemos para marcas conocidas y somos las mismas... compran productos que ni saben quién los hace..." (Azucena, SO)
"No tenemos conocimiento de marketing, ni de publicidad, nos dieron charlas pero no lo sabemos hacer, nadie entiende mucho de eso..." (Francisca, CA)

Procesos como la apropiación del espacio de trabajo, la construcción del sentido de pertenencia al mismo y la integración al grupo humano, distan de ser automáticos. Estos se complejizan más aún si hay que sumar procesos subjetivos de cooperación, solidaridad, confianza mutua y trabajo en equipo. Tanto en las palabras de las entrevistadas, como en los registros de la observación en el espacio laboral, se observan diferencias entre quienes se sienten "dueñas" y las "nuevas". El sentido de pertenencia se hace visible en variables como la seguridad en relación a la tarea, la experiencia y antigüedad en el oficio, y la convicción de la lucha por la defensa de algo propio.

"Yo esto no lo dejo, a veces estamos muy cansadas, la familia se nos queja, pero esto es nuestro y no lo podemos dejar caer... aunque cuesta que todas lo defendamos igual, o que sepan que depende de todas..." (Francisca, CA)

En cambio, quienes no sienten esto parte de su lucha, y se han integrado en los últimos años, manifiestan:

" yo cumplo, hago mi trabajo, pero a veces pienso que estaría mejor como empleada, acá no sabemos bien cuánto vamos a tener a fin de mes, más o menos se mantiene pero no es seguro, no tenemos obra social, y quizá por las mismas horas ganás más en otros lados..." (Adriana, 2 años de antigüedad)

Las dificultades de continuidad de las empresas recuperadas, son abordadas por Rebón J. (2007) quien reflexiona sobre el impacto que el fin del marco de crisis tendrá sobre el proceso de recuperación de empresas, asignando a dicho marco el carácter de elemento estructurante para la génesis del proceso. Entre los cambios significativos desde la perspectiva de la fuerza de trabajo, que marcan una diferencia frente al período más agudo de la crisis, se destaca la mayor facilidad para obtener trabajo por parte de los asalariados, especialmente en sectores de mayor calificación y menor edad. Esto es notorio en la cooperativa, las socias originarias, manifiestan las diferentes "opciones" según la edad de las trabajadoras.

"Y nosotras tenemos que defender esto, otra no nos queda, hace muchos años que hacemos el esfuerzo, y además, ¿quien nos va a tomar ahora?... las chicas jóvenes lo toman distinto, quizá es más cómodo buscar otro trabajo para ellas... cuando arrancamos no había trabajo por ningún lado." (Magdalena, CA)

En los inicios fue vivido como una forma de autoempleo, de asegurarse la cotidianidad del trabajo, pero cuando se piensan como responsables de su propia producción, los modelos conocidos no generan identificación, complejizando el proceso de configuración de nuevas identidades, lo que muestra una vez más que las mismas se encuentran en construcción:

"No tenemos visión empresaria ni el pensamiento de la ganancia, nos cuesta pensarnos como empresarias, por más que nos capacitamos, y nos han dado charlas, eso va a llevar tiempo...." (Francisca, CA)
"Estamos al medio, no somos ni una fábrica recuperada ni una cooperativa, estamos siempre al medio... qué nombre tendríamos??" (Magdalena, CA).


"Día de trabajo". Noviembre de 2008

La figura de la cooperativa es una de las más frecuentes en el proceso de recuperación de empresas, aparece como formato más rápido y seguro para otorgar un marco legal a la organización. Pero pasado el momento crítico, las distintas organizaciones se encuentran en tensión entre las "cooperativas verdaderas" (donde se produce una asociación de productores libres) y las cooperativas de "subsistencia u oportunidad", aquellas que se forman ante la necesidad de subsistencia, pero que asumen el discurso empresarialista de los ´90 (Di Marco G. y Palomino H., 2004)
     La búsqueda de identidad y denominación, continúa problematizando la realidad de este grupo de mujeres, quienes reflejan situaciones de otras tantas en condiciones similares. Si logran consolidar formas alternativas que superen la suma de individualidades, y diseñar formas creativas de producción, podrán subsistir, apropiarse de sus diferencias y de su "nosotras".
     Identidades, identificaciones, asignaciones, roles, posiciones, se entrecruzan en una compleja gama de colores diseñando pinceladas multiformes que nos sugieren continuar el análisis de sus vetas, denunciar desigualdades, y vislumbrar transformaciones.

Notas

1 Este trabajo se enmarca en un proyecto del Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, denominado Relaciones de género, políticas públicas y trabajo en La Pampa contemporánea. Impactos en la identidad ciudadana. El mismo participa del Programa de Incentivos a los Docentes- Investigadores de la SPU del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Avances de esta línea de investigación, que rescata experiencias de trabajo desarrolladas por grupos de mujeres, fueron presentados en Jornadas Científicas.
2
Los instrumentos de recolección son entrevistas con un bajo grado de estructuración observaciones en el ámbito de trabajo.
3
En adelante nombraré SO a las socias originarias, y CA al Consejo de Administración. Éste está integrado por 14 miembros, quienes deciden sobre la organización de la producción, y debaten las cuestiones más relevantes que hacen al funcionamiento de la organización. Cuando deben tomar decisiones de alto impacto, se convoca a la cooperativa en su totalidad, que suma aproximadamente 30 personas estables.
4
El análisis de la vinculación entre los programas de empleo y la incorporación de socias a la Cooperativa Textil, se profundiza en "Aprender a ser dueñas: trabajo y propiedad en una cooperativa textil pampeana", ponencia de mi autoría, presentada en VI Jornadas de Sociología de la UNLP, Debates y perspectivas sobre Argentina y América Latina en el marco del Bicentenario. Reflexiones desde las ciencias sociales. La Plata, 2010..Editada en Actas CD, ISBN.978-950-34-0693-9.
5
Palabras del funcionario municipal, Santa Rosa, 11 de octubre de 2007, Salón Azul de la Municipalidad.
6
Coinciden nuestros testimonios con datos de una encuesta realizada por Julián Rebón y equipo, a trabajadores de subte de la ciudad de Buenos Aires y no docentes de la UBA (2006). El objeto era analizar, en grupos de trabajo con experiencias organizativas y niveles de movilización muy disímil, la valorización del proceso de recuperación de empresas. La respuesta mayoritaria fue una valoración positiva, como preservación de fuente productiva y laboral, en minoría - y especialmente por cuerpos de delegados - se valoró positivamente producir sin patrón.

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Recibido: 28 de mayo de 2011.
Aceptado: 14 de junio de 2011.

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