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Revista Escuela de Historia

versão On-line ISSN 1669-9041

Rev. Esc. Hist. vol.8 no.1 Salta jan./jun. 2009

 

ARTICULO ORIGINAL

Dueños del presente, dueños del pasado: las disputas por la memoria durante el tercer gobierno peronista en la provincia de córdoba

(Owners of the present, owners of the past: the disputes by the memory during the third government peronista in Córdoba)

 

Marta Philp
Escuela de Historia y Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba

 


Resumen:Este trabajo reconstruye los usos del pasado realizados por los distintos actores políticos que se disputaban el poder durante el tercer gobierno peronista en la provincia de Córdoba. Centra la mirada en los homenajes y conmemoraciones, dado que los mismos constituyen espacios de expresión de las ideas políticas, donde se acude a una determinada lectura del pasado en función del modelo político a legitimar: la patria peronista o la patria socialista en la Argentina de mediados de los años setenta. Se analizan en particular las conmemoraciones de dos acontecimientos: el "cordobazo" y el "17 de octubre".  

Palabras clave: Historia; Política; Memoria; Legitimación política

Abstract:This work reconstructs the uses of the past realized by the distinct political actors that contested the power during the third government peronista in Córdoba. It centers the look in the homages and conmemorations die that the same constitute spaces of expression of the political ideas, where acude to a determined reading of the past in function of the political model to legitimate: the "Patria peronista" or the "Patria socialista" in the Argentina of taken part of the years seventy. They analyse in particular the conmemoraciones of two events: the "Cordobazo" and the "17 de octubre".

Keywords: History; Politics; Memory; Political legitimacy


 

Introducción

En este trabajo, la reconstrucción de los usos del pasado es el camino elegido para analizar los procesos de legitimación del poder político. Este problema, que encuentra sus raíces en una temática clásica: la justificación del derecho a gobernar, involucra diferentes miradas: la de la historiografía entendida como el estudio de las representaciones del pasado y sus posibles usos; la de la historia de las ideas; sin embargo, todas estas miradas confluyen en el análisis del poder político, objeto central de una historia política que recupera dimensiones olvidadas, marginadas por una historia clásica legitimada por sus propios cultores, los historiadores políticos, y por sus críticos, los defensores de una historia social, estructural, opuesta a una historia acontecimental.

 El pasado es uno de los espacios en disputa en los diferentes momentos políticos. A partir del reconocimiento de su dimensión política, los poderes públicos rescriben la historia, construyen una memoria que pretende ser única, oficial; dicha construcción es parte del proceso de legitimación de un modelo político cuya definición es disputada por distintos actores. La legitimación, considerada como uno de los trabajos de la memoria, implica una doble organización del recuerdo: en primer lugar, en la sucesión temporal; en segundo lugar, en una lógica de sentido. La política implica, supone, una valoración del tiempo; al tiempo cronológico opone un tiempo propio, construido en función de un espacio de la experiencia y de un horizonte de expectativas. Dicha construcción conlleva una determinada imagen del pasado, del presente y del futuro pero se realiza fundamentalmente desde un presente político que es el que dicta las claves de lectura de un pasado más o menos glorioso en función de las tareas actuales.

En este trabajo, el presente político es el del tercer gobierno peronista, en un escenario específico: la provincia de Córdoba, en el que pueden distinguirse diferentes etapas: la primera, que comenzó en los meses previos al 11 de marzo de 1973, fecha de las elecciones que dieron el triunfo al peronismo, caracterizada, en palabras del gobernador de Córdoba, Obregón Cano, por "una excepcional esperanza colectiva", y que tuvo en los acontecimien-tos de Ezeiza y del Navarrazo, la expresión clara de las disputas y la imagen de un final anticipado; la segunda, hasta el fin del tercer gobierno peronista, donde se manifestaron, con intensidad creciente, los enfrentamientos entre los distintos sectores.

En este contexto, el artículo presenta, a partir de la revisión de distintas huellas documentales (prensa, fuentes audiovisuales y debates parlamentarios locales, revistas políticas editadas en Córdoba y Buenos Aires) una reconstrucción de los homenajes y conmemoraciones impulsados por los protagonistas que se disputaban el presente y también el pasado. Las  fechas clásicas de un pasado lejano, ya formalizado, como el 25 de mayo y el 9 de julio, y los símbolos de un pasado más reciente, como el Cordobazo y el 17 de octubre, fueron el escenario donde distintos protagonistas se atribuían el papel de dueños del pasado y ponían en escena sus ideas políticas. En esta época, estos dos acontecimientos fueron erigidos en los mitos de los orígenes de los modelos políticos en disputa: la Patria socialista y la Patria peronista, respectivamente. Quienes sustentaban el primer modelo, situados en el amplio y difuso espacio de la izquierda, conmemoraban a la rebelión obrero-estudiantil de 1969 como el punto de partida del proceso de liberación nacional; quienes defendían una patria peronista reivindicaban aquel día de la lealtad en 1945 como el contrato fundacional de un modelo auténticamente nacional. Sin embargo, quienes aspiraban a un socialismo nacional acudían a ambos acontecimientos para construir un pasado propio que les permitiera fundamentar su camino hacia el socialismo en clave nacional. Reconstruiremos las disputas por la memoria presentes, principalmente, en las conmemoraciones de estos dos mitos de los orígenes aunque también consideraremos otras que reflejaban los conflictos políticos de la época.

1.  La patria socialista o la patria peronista: la memoria astillada 

El 25 de mayo de 1973, Cámpora asumió bajo la promesa de lograr la reconstrucción y liberación nacional. En su mensaje de despedida, Lanusse había expresado su gratitud a "los hombres y mujeres de la Patria en nombre de un gobierno que no eligieron pero que ofreció la posibilidad de elegir" y agregaba que "la fecha inaugural de nuestra nacionalidad adquiere una deslumbrante significación porque debe ser el hito histórico que señale la perenne vigencia de la constitución".1 En Córdoba, el mensaje del gobernador electo, Obregón Cano,2 reflejaba el clima de época. Afirmaba: "Accedo a la más alta responsabilidad de gobierno en el contorno de una excepcional esperanza colectiva que aspira a ser el punto de partida de una magna empresa de reconstrucción nacional y provincial (...) Córdoba, que supo plantarse ante los desbordes despóticos en las jornadas de mayo de 1969 y marzo de 1971, ha probado que también sabe usar plena y responsablemente la suprema arma de la democracia: el sufragio popular (...) Contemplo en este recinto el rostro de muchos combatientes de la causa popular pero no puedo ocultar que muchas ausencias me llenan de congoja (...) A quienes no están hoy les digo que la memoria colectiva que es a veces más justa que las memorias de las academias, les recordará siempre...". 3

El presidente Cámpora al asumir manifestaba que, en la concepción justicialista de la historia y de la política, "el pueblo es el sujeto y objeto de la historia y dueño de todas las decisiones". La Internacional entonada por los miembros de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) y las vivas al internacionalismo proletario, que coexistieron con las vivas a Perón y la marcha peronista en el momento de la salida de las cárceles después del indulto presidencial, eran sólo un símbolo de los tantos que mostraban las disputas en torno a los caminos políticos por los que debía transitar el país. En este contexto de "excepcional esperanza colectiva", se conmemoraba el Cordobazo. La CGT Regional Córdoba decidía el abandono del trabajo pero omitía usar la palabra paro ya que podría interpretarse como una acción contra el gobierno actual. Entre los oradores del acto se contaron el presidente de Cuba, Dorticós; el vicegobernador de Córdoba, Atilio López; representantes de las agrupaciones armadas; un legislador provincial por el FREJULI, el diputado Bizzi; René Salamanca, secretario general de SMATA; el representante de las 62 Organizaciones y el secretario adjunto de la CGT Regional, Agustín Tosco. La prensa consignaba la presencia de las "formaciones especiales", bautizadas de este modo por Perón, "jóvenes encapuchados con retratos de Mao Tse Tung, del Che Guevara, de guerrilleros muertos y un incesante coro de consignas y cánticos". Además, interpretaba que primaba el ánimo de conferir a la concentración un tono de reafirmación unitaria y combativa por sobre las diferencias ideológicas de las distintas tendencias. Atilio López destacaba: "Vengo a recordar cuando derrocamos a la primera dictadura de la Revolución Argentina"; los representantes de las "formaciones especiales", Montoneros, ERP, FAP y FAR, destacaron la importancia del rol desempeñado por esas organizaciones para derrocar a la dictadura; Salamanca exhortó a proseguir con las movilizaciones hasta la liberación nacional y social; Tosco señalaba la importancia del Cordobazo como un ejemplo en la lucha por la patria socialista e instaba al gobierno a profundizar las medidas revolucionarias; así manifestaba: "... los enemigos no se han ido del país sino que aún alientan, agazapados, instaurar dictaduras antipopulares".

En la Legislatura cordobesa también se rindió homenaje al Cordobazo. En el Senado provincial, presidido por Norberto E. Tejada, de El Peronismo en Lucha, diferentes oradores se refirieron a la importancia de la conmemoración. Los peronistas que aspiraban a una patria socialista veían en las jornadas de mayo "la profundización del 45". En este sentido, decían: "Es la iniciación irreversible de una larga marcha que no termina con la asunción del mando por un gobierno popular, sino que se agotará cuando definitivamente las clases populares hayan alcanzado el ejercicio real y efectivo del poder. Esa es la enseñanza del 29 de mayo de 1969 (...) Es una expresión federal de toma de conciencia que repercute en toda la Argentina mediterránea y se va extendiendo poco a poco a todos los rincones de la Patria. Es otra vez la fórmula que ya escribieran los caudillos del interior en el siglo pasado. Frente al avasallamiento del puerto, agente oligárquico del capital extranjero, el pueblo de Córdoba, conducido por su clase trabajadora, reafirma su ideario federalista, popular y emancipador. Por eso el 29 de mayo es revolucionario, es montonero y es liberador". Desde esta perspectiva, la historia de la Argentina popular tenía dos fechas trascendentes: el 17 de octubre de 1945 y el 29 de mayo de 1969. En la primera, la clase trabajadora había nacido a la vida política; en la segunda, había alcanzado su mayoría de edad para liderar este camino hacia la liberación nacional bajo la conducción del Gral. Perón. El orador advertía que con estas fechas había que evitar que pasara lo que ocurrió con "otros fastos de la argentinidad que han sido trastocados", como el 25 de mayo y el 9 de julio, apropiados por "el régimen".4 Sin embargo, desde otros sectores del peronismo se dejaba claro que no todos los medios eran válidos, ni todos estaban invitados, a participar. Un legislador peronista propuso un acto de desagravio a la bandera nacional que, en un homenaje al Cordobazo realizado en la Capital Federal, había sido arriada para colocar en su lugar una enseña comunista. Allí expresaba que "sujetos irresponsables intoxicados por teorías en pugna con nuestra forma de ser, presumiendo de un socialismo apátrida que, lejos de adaptarse a la concepción profundamente humanista, justicialista y cristiana, base sustancial de la lucha en la que se encuentra abocado todo nuestro pueblo, exhibieron su postura revolucionaria con la ofensa a los signos nacionales y el repudio a las instituciones republicanas, como forma o estilo de su accionar anárquico y disolvente". El orador instaba a velar para que "no se distorsione nuestra lucha, que es de argentinos".5      

En este escenario, la prensa consignaba que Raúl Lastiri, el nuevo presidente después de la renuncia de Cámpora, había presidido los actos de homenaje a San Martín en Plaza de Mayo, en medio de un severo dispositivo de prevención y seguridad y que en todo el país había sido unánime la realización de actos de conmemoración de los hechos de Trelew. En julio, una nueva conmemoración del aniversario de la muerte de Eva Perón, había puesto en escena el lugar reclamado por la juventud, y en especial Montoneros, en el camino hacia la liberación nacional, señalado como el destino manifiesto. En ese espacio, el vicegobernador de la provincia, Atilio López, rodeado de carteles de Montoneros, FAR y la JP, reiteraba el incondicional apoyo a Perón mientras instaba a terminar con la burocracia sindical, identificada como uno de los enemigos de la ansiada liberación.6 En la Legislatura provincial tuvo lugar un extenso homenaje a Eva Perón, "Jefa Espiritual de la Nación, Mártir del Trabajo y Prócer de la argentinidad". Cada sector del peronismo construía su propia imagen. Unos, los impulsores de la patria socialista, recordaban a la Evita militante, combatiente, revolucionaria. Decían: "Hoy, cuando todos los argentinos nos encontramos empeñados en resolver la contradicción fundamental de nuestra Patria: Liberación o dependencia (...) cuando podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la sangre derramada no ha sido ni será negociada (...) hoy cuando la lucha contra los enemigos de la Patria y de los trabajadores debemos llevarla a todos los niveles y a todas las instancias, el ejemplo revolucionario y militante de nuestra compañera Evita sirve de guía y fuente de inspiración para quienes nos encontramos empeñados en hacer realidad nuestra consigna fundamental: La Patria justa, libre y soberana".7 Otros, que defendían la patria peronista, la recordaban como "militante revolucionaria, peronista fanática, defensora de nuestra soberanía, que sentía muy hondamente todo lo nacional, popular y cristiano; por eso estaba tan lejos de la derecha reaccionaria como del izquierdismo ateo".8 Desde esta perspectiva, la homenajeada aparecía como la garantía del verdadero peronismo en una época en que Perón había planteado la necesidad de la depuración ideológica en el Movimiento.         

En vísperas de la asunción del tercer mandato de Perón, el movimiento peronista, en sus ramas política y sindical, decidió solicitar a sus adherentes "espíritu de prudencia y alegría"; instaron a tener como lema en sus cantos las palabras Argentina y Perón y a portar un único símbolo, la enseña patria, como síntesis de unidad nacional para la reconstrucción y liberación de la Patria.9 En este clima, las conmemoraciones del 17 de octubre, Día de la Lealtad, fueron una puesta en escena de las fuerzas de cada uno de los combatientes. En Córdoba se organizaron dos actos. Uno de los ellos, denominado "Unidad y Lealtad", fue organizado por la Regional III de la JP y tuvo por escenario la ex plaza Vélez Sarsfield, donde Montoneros ocupó un lugar central. Las imágenes de la época son elocuentes al respecto.10 Contó entre sus oradores a un representante de la JUP; a Jorge Obeid, en nombre de las siete regionales de la JP; a una delegada de la rama femenina del PJ; a Juan Manuel Montes, en nombre de la Resistencia Peronista; a Pilar López y Juan Greco, de la JTP. Finalmente, a los máximos dirigentes de FAR y Montoneros, Roberto Quieto y Mario Firmenich, respectivamente. Su presencia tenía un motivo especial: anunciar públicamente la fusión de sus organizaciones. Al respecto, decía el primero de ellos: "A esta unificación se llega no como resultado de negociaciones de escritorio, esta unificación es producto de muchos años de lucha contra la dictadura militar. De una lucha en donde compartimos la misma trinchera, luchamos contra el mismo enemigo, utilizamos las mismas armas, una unificación que ha sido regada con la sangre de muchos de nuestros compañeros, con la tortura, con la cárcel. Esta unificación es también el resultado de la profundización de coincidencias políticas que se han ido dando al calor de esta lucha y que han concluido hoy con una común visión de la historia de nuestro pueblo, de su futuro y del camino que debe seguir el proceso revolucionario en la Argentina".11 Los términos del enfrentamiento histórico en la Argentina seguían siendo los mismos, liberación o dependencia, afirmaba Quieto, aunque "ciertos sectores del movimiento parecen haberse olvidado de esta consigna y se plantean como lucha fundamental la depuración ideológica (...) El acceso de Perón a la presidencia es un paso importantísimo pero no es suficiente (...) El primer paso es el fortalecimiento de las organizaciones de masas del movimiento como la JP, JUP, UES, movimientos villeros y muy especialmente, la JTP. El frente sindical es el más decisivo porque allí se juega la suerte del proyecto de liberación".12

Firmenich también se refirió al significado de la unidad entre las dos organizaciones armadas; decía: "Esta unidad no es un rejunte (...) se caracteriza por la unidad total de concepción en lo político y la unidad total de concepción en lo organizativo. La tarea común, la lucha común ha llevado a nuestras organizaciones a esa unidad, la cual, además, se expresa cuando el general Perón reclama la unidad del Movimiento Peronista". Después se centró en el segundo de los términos que daba nombre al acto, la lealtad; al respecto, manifestaba: "Se trata de la lealtad a la clase trabajadora y a sus objetivos, expresada además en la conducción del general Perón. Esa lealtad de nuestras organizaciones se ha demostrado por el hecho elocuente de morir por la causa de los trabajadores. Pero además de eso hay que morir eficazmente, es decir, hay que lograr la eficacia en la derrota del enemigo". El dirigente montonero, en referencia a los problemas internos del peronismo, concluía: "En lo que hace a las banderas de Unidad y Lealtad en el Movimiento Peronista, nosotros creemos que más que necesario es indispensable lograr la lealtad y la unidad. La lealtad porque no se trata de ser peronista y de ser leal sin aclarar de qué se trata. Lo importante es que exista lealtad al proyecto político, social y económico de los trabajadores. Si no existe eso, no existe la lealtad. Y si no existe la lealtad, tampoco existirá la unidad. Sin unidad el movimiento peronista no podrá conducir el proceso". Acto seguido, denunciaba que existían varios sectores del Movimiento que conspiraban contra la unidad porque no son leales a la causa de los trabajadores; proponía rescatar una enseñanza de Perón: "Si no podemos marchar con los dirigentes a la cabeza marchemos adelante con la cabeza de los dirigentes". El fortalecimiento de las organizaciones populares debía ir acompañado de la depuración del Movimiento, ya no de los sectores de la izquierda, como planteaban los ortodoxos y el propio Perón, sino de "aquellos que son agentes de los yanquis en el Movimiento, de todos aquellos que no representan a los trabajadores". Esta depuración se lograría a través de tres elementos que jugarían simultáneamente: la unidad de las bases, "las bases ya están unidas, pero hay que consolidar esa unidad con la organización"; el logro de la representatividad de los dirigentes por medio de la opinión de sus bases, "este es el proceso que el Gral. Perón ha llamado la institucionalización del Movimiento" y por último, el esclarecimiento doctrinario. Sobre este último punto, decía Firmenich: "Los otros sectores que presumen de ortodoxos, en realidad, podemos verlo en cada una de las 20 verdades, son heterodoxos. Las 20 verdades sostienen que el gobierno del pueblo es el que hace lo que el pueblo quiere y resulta que en todo el país estos sectores se están dedicando a provocar el caos en aquellos gobiernos que responden a los votos que tuvieron (...) Así podríamos seguir viendo cada una de las 20 verdades y veremos que en todas los únicos ortodoxos somos nosotros. Además el general Perón ha señalado con claridad cuáles son los lineamientos de la actualización doctrinaria. Ellos son el Trasvasamiento Generacional, la Guerra Integral, la Toma del Poder Total, la Unificación de Latinoamérica y el Socialismo". Pero el juego simultáneo de estos tres elementos, unidad de las bases, representatividad de los dirigentes y actualización doctrinaria, no sería suficiente; también era necesario recurrir a las armas. Al respecto, manifestaba el líder montonero: "Sabemos que somos mayoría y que no precisamos únicamente de las armas para derrotarlos, pero además también utilizaremos las armas en la medida en que insistan con sus agresiones (...) La solución de este problema por vía de las armas no es lo mejor para el peronismo ni tampoco para el pueblo en su totalidad pero en la medida en que la agresión continúe debemos echar mano al derecho de defensa propia; pero la defensa propia que planteamos no es solamente nuestra defensa individual, es la defensa propia de la Patria, del Movimiento, de la clase trabajadora y del pro-ceso revolucionario que estamos viviendo". Sus palabras finales en la conmemoración del 17 de octubre fueron: "Seguiremos firmes con un solo grito, el grito de guerra y de victoria: ¡Perón o Muerte! ¡Viva la Patria!".13 El acto recibió las adhesiones del gobernador Obregón Cano y del ex presidente Cámpora. En una nota al Consejo Superior Pero-nista, la Agrupación de Unidades Básicas "17 de octubre" consideró esta adhesión como un acto de alta traición a Perón, su esposa y al Movimiento.14

El otro acto, que tuvo lugar en Colón y Sucre, fue organizado por el Movimiento Universitario Nacional, la Agrupación de Estudiantes Peronistas, el Frente Estudiantil Nacional, la Juventud Peronista Encuadramiento Córdoba, las Brigadas de la JP y la Juventud Peronista de Córdoba bajo el lema "Lealtad a Perón y reafirmación doctrinaria".15  Una publicación, crítica del peronismo ortodoxo, se refería al mismo como "el acto paralelo, de retardatarios y provocadores, donde el verdadero pueblo estuvo ausente".16 Los oradores, críticos del gobierno provincial, de la Tendencia Revolucionaria, de las agrupaciones de izquierda, de la conducción de Luz y Fuerza y SMATA, destacaron lo que esta fecha significaba para los peronistas: "El jefe del movimiento fue rescatado de las garras del imperialismo y de la antipatria por sus queridos descamisados para evitar la consumación del ignominioso hecho de impedir la marcha gloriosa de la nación y de los trabajadores hacia un destino de grandeza y felicidad". Diferentes declaraciones de homenaje, leídas en el acto, fortalecían esas consignas. Por ejemplo, los representantes de la Mesa Redonda Peronista Permanente de Córdoba, Julio Antún y Enrique Kademián, afirmaban que el 17 de octubre "es un nuevo mojón de referencia en la marcha de la historia argentina". Siguiendo las directivas de Perón, debía ser una jornada de trabajo y producción, de paz y de orden. Por su parte, las 62 Organizaciones manifestaban que, "en representación de la inmensa y mayori-taria masa de trabajadores, ofrece al Gral. Perón una jornada de trabajo normal, única manera de corresponder eficazmente en esta hora nacional". También la UNC, a través de su delegado interventor, Francisco Luperi, participaba de un homenaje con trabajo fecundo.17  

Para los organizadores del primer acto, "los compañeros de la Juventud Peronista", la elección de Córdoba como lugar para la conmemoración central del 17 de octubre no era casual. Así lo expresaba Roberto Quieto: "Esta elección tiene un especial significado y es el reconocimiento al papel protagónico que jugó el pueblo de Córdoba en la lucha contra la dictadura militar. Sí, compañeros, es el reconocimiento al Cordobazo, al Viborazo, a las numerosas acciones armadas que tuvieron por escenario a esta ciudad y a esta provincia donde se le asestaron duros golpes a la dictadura militar. Córdoba jugó un papel protagónico en esa lucha y todos nosotros entendemos que en base a esa historia, Córdoba seguirá jugando un papel importante en la política del país, seguirá siendo un baluarte en la lucha por la liberación nacional y social de nuestro país". 18 Para los organizadores del segundo acto, se trataba de defender a Córdoba del avance de la antipatria, representada en los sectores que, a través de la actualización doctrinaria, encubrían, según ellos, los ataques al verdadero peronismo. En esa ofensiva, la provincia mediterránea también ocupaba un lugar central, justamente por la consolidación de aquellos sectores que pugnaban por la realización de la patria socialista. En este escenario, llamaron a defender la ortodoxia bajo el lema "Lealtad a Perón y reafirmación doctrinaria". 

"Es el primer 17 de octubre que el pueblo peronista puede celebrar, luego de una de las etapas más negras que ha vivido nuestro país: 18 años de cruenta lucha en la que el pueblo peronista se debatió con todas sus armas contra los enemigos del pueblo", decía el dirigente de las FAR. Pero si la importancia de conmemorar este acontecimiento unía a todos los sectores que integraban el Movimiento Peronista, los caminos a seguir los dividían. Los actos, y sus aspiraciones de representar al "verdadero peronismo", de constituir el mejor camino para lograr la liberación nacional, mostraban un escenario político surcado por lógicas maniqueas, por la definición del adversario como enemigo, infiltrado, antinacional. Las distintas conmemoraciones mostraron las disputas en torno a lo que significaba ser peronista y leal en un país donde diferentes actores políticos luchaban por distintos puntos de llegada, la patria peronista para unos, la patria socialista, para otros.  

2. El triunfo de la patria peronista: el Cordobazo silenciado y la lealtad ratificada

En marzo de 1974, una nota publicada en El Descamisado, titulada "El combate del 11 de marzo", daba cuenta de las luchas en el seno del peronismo y de los significados atribuidos a esa fecha, donde se iniciaba el tercer gobierno peronista, por los sectores que se sentían desplazados de la tan pregonada Argentina Potencia. En la misma, se afirmaba que "de aquel triunfo, de aquellas banderas levantadas con fervor y esperanza hoy sólo quedan dudas y contradicciones. Se votó por la Liberación contra la Dependencia y hoy estamos soportando un Pacto Social que sólo beneficia a los monopolios en detrimento de los trabajadores (...) Queríamos una Patria justa, libre y soberana como manda el general y ahora nos inventan un slogan confuso y traicionero como el de la Argentina Potencia que se basa en la humillación de los trabajadores. Fuimos los principales protagonistas de toda la lucha contra la dictadura, fuimos los herederos directos de la heroica gesta de la resistencia, fuimos la "juventud maravillosa" y hoy somos los infiltrados, los que están contra el proceso. Quisimos llevar adelante el trasvasamiento generacional y nos acusaron de querer copar el Movimiento, de meterle una ideología foránea. Algo pasó en este último año, algo cambió radicalmente (...) Acá se golpea al peronismo, acá lo que se frena es el proceso de liberación".19  En este escenario, dominado por las disputas entre los que querían marchar hacia destinos diferentes: la patria socialista o la patria peronista, ésta última identificada con la Argentina potencia, una solicitada publicada en la misma revista, firmada por la Comisión de homenaje al pueblo peronista y su líder por el triunfo popular del 11 de marzo de 1973, relataba la historia del Movimiento Peronista desde 1955 hasta el presente y el lugar protagónico de los nuevos héroes, "los muchachos de las formaciones especiales" en ese proceso. En ese relato, el 11 de marzo de 1973 era descripto como un escalón, como un combate más, en la marcha hacia la liberación nacional. Al respecto, se decía: "Ese día fuimos felices porque el triunfo ya estaba más cerca. El voto fue sólo un acto formal donde se concentraba la lucha de tantos años, fue el instrumento para demostrar clara y masivamente lo que queríamos. El 11 de marzo votamos a Perón y lo ratificamos el 23 de septiembre. La liberación fue nuestra consigna. La lucha contra el imperialismo fue nuestra bandera, la participación del pueblo con su gobierno fue nuestra esperanza.

Todo concentrado en un solo grito: ¡Perón Vuelve!". Desde esta visión del pasado y del presente, se invitaba a "recordar ese día y en él la lucha de los 18 años. Recordar la experiencia peronista que ha de servirnos hoy y en el futuro". Se decía: "Si en 1955 desde la nada supimos construir, sabiendo transformar nuestro Movimiento en un ejército, desorganizado, espontáneo pero apasionado; hoy sabemos también que para defender nuestro gobierno no sirven aquellas estructuras que teníamos en 1955 y que no lograron mover un solo hombre para defender nuestro gobierno, nuestro presidente y nuestro conductor". Desde este diagnóstico, se planteaba la utilidad del acto; se afirmaba: "Vamos a usar este acto para aprovechar la experiencia de esa lucha popular y para pensar cómo debemos organizarnos para defender nuestro gobierno, hoy reconquistado y amenazado desde afuera y desde adentro. Por eso convocamos a todos aquellos que pelearon y que pelean; a los que soñaron y sueñan con la justicia para el pueblo y a todos aquellos que quieren una Patria Justa, Libre y Soberana". 20 Córdoba, con el Navarrazo, el "golpe de la burocracia", el "pinochetazo cordobés", era un ejemplo de los espacios atacados por los enemigos de adentro, por la "patria vandorista", los Miguel, los Otero, Calabró y su séquito de burócratas sindicales; por la burocracia política vestida de Consejo Superior pretendiendo vender patentes de peronistas".21  En este contexto, el 1 de mayo era esperado con muchas expectativas por la izquierda peronista. En una carta de Montoneros a Perón, publicada en la revista Liberación, como respuesta a la invitación para discutir sobre la celebración del Día del Trabajador, se decía: "El acto es esencialmente una asamblea popular en la que los trabajadores y el pueblo deberán dialogar con el general Perón y ello es imprescindible para el desarrollo de nuestro proceso hacia la liberación nacional. Pero ocurre que lo que debería ser un día de fiesta y reencuentro, suscita reservas en el pueblo a partir de la presencia de infiltrados en el gobierno popular".22 Pero, en lugar de un nuevo encuentro con el fundador del Justicialismo, de una recuperación del diálogo, la "juventud maravillosa", las "formaciones especiales", se retiraron de la Plaza de Mayo después de que Perón les arrebatara el título de verdaderos peronistas. Antes y después del acto, diversas publicaciones daban cuenta del debate al interior de la JP y de la búsqueda incesante de explicaciones a la par que se consolidaba la estrategia militarista. El peronista, la revista dirigida por Miguel Lizaso, planteaba en su tapa dos posibles escenarios para el 1 de mayo: Pueblo + Perón = Liberación, en oposición a Pueblo + Masacre = Dependencia. Los números siguientes de la revista daban cuenta de lo ocurrido en la Plaza de Mayo, de la "reinversión" del proceso de liberación. Sus portadas decían: "General: el peronismo no está de acuerdo, por eso 60.000 compañeros abandonaron la plaza"; "Dos preguntas que necesitan respuestas después del enfrentamiento que se produjo en la asamblea peronista del 1 de mayo: ¿Quién ganó? ¿Qué cambió?"; "Después del 1 de mayo, ¿qué harán los Montoneros?".23 Esta organización sintetizó, a través de la lectura de un documento, su posición sobre el rumbo que había adquirido el proceso político en el país. En el mismo destacaba que "el 1 de mayo tenía una importancia histórica fundamental, ya que era la primera oportunidad, después de casi veinte años, para retomar la vieja práctica peronista del líder dialogando con el pueblo en asamblea masiva. El pueblo iba efectivamente a decirle al líder si estaba de acuerdo o no con la acción de gobierno (...) El pueblo rechazó con su ausencia el slogan oficial de "conformes general" y la convocatoria a un festival artístico que nada tenía que ver con los problemas y las necesidades de los trabajadores y la nación". Continuaba el documento: "Entendemos que la respuesta que Perón le dio al pueblo reunido en la plaza fue errónea. En la doctrina peronista se afirma que el gobierno del pueblo es aquél que hace lo que el quiere y para esto es necesario que los gobernantes escuchen al pueblo. En este caso el general debía escuchar al pueblo y responder a sus angustias y sus sentimientos. El problema es que no es ésta la única ocasión de desencuentro entre el general y el pueblo desde su retorno definitivo al país. Ya ocurrió en otros actos como el 20 de junio (...) La consecuencia de esto es que en lo fundamental de su política el gobierno no responde a los intereses y expectativas del pueblo". 24

En mayo de 1974, la revista El peronista denunciaba que, a un año del gobierno que eligió el pueblo, los peronistas estaban presos. En la nota editorial, firmada por Miguel Lizaso, se planteaba que "al peronismo no se lo calla con la cárcel" y se hacían las siguientes preguntas: "¿Qué peronista no hizo este 25 de mayo la comparación con aquél de un año atrás, donde se votó la libertad de los combatientes, el fin de las torturas y la represión contra el pueblo?"; "¿qué peronista no llegará a la triste conclusión que aquí hay serios errores en la conducción que lleva adelante este gobierno elegido por el pueblo?; ¿cómo no vamos a concluir que se ha producido una peligrosa y profunda desviación en el proceso de liberación?". El eje de las críticas era el Pacto Social, "ahí están todas las claves, en especial de los principales errores que hay que corregir para que haya política de liberación (...) Quede claro entonces que lo que le criticamos los peronistas al Pacto no es que sea un camino muy lento, sino que no es el camino. Le criticamos que no sea peronista", manifestaba el director de la revista, al tiempo que recordaba que "no se puede olvidar que los siete millones de votos no son sólo un número, una cantidad, son también un mandato y una fuerza poderosa cuando se les da respuesta cotidianamente".25 Cuando la Juventud Peronista intentó conmemorar la asunción del "gobierno popular" y exigir la libertad de los presos peronistas, fue reprimida por la policía que "repetía obsesivamente que la orden de arriba era impedir la marcha". El año se celebró con represión. "Que podía pasar cualquier cosa todos lo sabíamos, a un año de aquel 25 de mayo en que la plaza despidió a los milicos al grito de se van, se van y nunca volverán, mucho agua corrió bajo el puente. Presos, torturas, asesinatos de militantes populares. La sangre derramada negociada", decían las páginas de El peronista. A la vez, un comunicado de prensa de la JP Regional I, que concluía con el ya clásico "Perón o Muerte, Viva la Patria", aclaraba que "deslindaba toda responsabilidad sobre los actos que pequeños grupos de la izquierda cipaya pretendan cometer, delirando sobre la realización de supuestos "devotazos", aprovechando la movilización de nuestros activistas, que de ninguna manera se plegarán a sus propuestas".26 La lucha estaba planteada al interior del peronismo, la marcha hacia la liberación nacional debía ser encabezada por el pueblo peronista, cuya única vanguardia era la Juventud Peronista y no "la izquierda cipaya".         

La lucha entre peronistas quedaba evidenciada en el homenaje al Cordobazo realizado en la Legislatura provincial en 1974, en un escenario muy diferente al del año anterior, de "excepcional esperanza colectiva". Mientras unos lo definían como el acontecimiento que puso fin al "proyecto imperialista de opresión y explotación planificado para durar 20 años" e instaban a "profundizar la tarea liberadora, porque así lo señala la conciencia revolucionaria del pueblo y su líder", otros reclamaban un "cordobazo de optimismo para el futuro del quehacer nacional", que implicaba su adhesión a lo actuado por el gobierno peronista, bajo el slogan de la Argentina potencia como legítimo sustituto de la patria socialista.27 En este contexto, dominado por las disputas entre los distintos sectores del peronismo, se produjo la muerte de Perón. Los numerosos homenajes al líder fueron la puesta en escena de diferentes diagnósticos acerca de la situación del país y de los caminos a seguir. En un funeral en un barrio obrero de Córdoba, Ferreyra, se citaba el discurso de Perón al inaugurar el último período de sesiones del Congreso Nacional donde decía: "La conformación de nuestra doctrina, que pueden aceptar todos los argentinos porque tiene el carácter de solución universal, constituyó la primera etapa de lo que podría llamarse "despersonalización" de los propósitos que la revolución había encarnado en mí, tal vez porque yo sentía desde mucho tiempo antes vibrar la revolución total del pueblo y estaba decidido, como lo expresé a los trabajadores en diciembre de 1943 a quemarme en una llama épica y sagrada para alumbrar el camino de la victoria". En el funeral organizado por el gobierno provincial, el arzobispo Primatesta recordaba que el peronismo era "una doctrina de liberación basada en el trabajo y no en la violencia, que postula una espiritualidad amasada de lealtad y humildad". Por su parte, una solicitada de los trabajadores metalúrgicos decía: "La lucha continúa/ Por la Argentina potencia, por la patria peronista. Por una patria libre y soberana, en una comunidad organizada dentro de la constitución y la ley/ Por la unidad definitiva del pueblo argentino/ Por la revolución justicialista en paz y en orden, rechazando la violencia, provenga de donde proviniere, como lo quería Perón. Descansa en paz, el pueblo velará tu sueño".28 Este discurso fue también el que primó en el homenaje rendido en la Legislatura cordobesa; uno de los oradores decía: "Nos ha dejado un Modelo Nacional. Que no es sólo un proyecto: es la piedra fundamental, es la tesis de un teorema llamado Argentina potencia".29 Todos los sectores del peronismo querían participar de este último adiós, aún los excluidos por el propio Perón. La prensa consignaba que a pesar de la prohibición del gobierno provincial, Montoneros había realizado en Mendoza una misa, celebrada por el sacerdote tercermundista José María Llorens, y luego una marcha de antorchas por las calles céntricas en homenaje a su líder, en las que participaron unos 3.000 jóvenes. En un documento declaraba que "Perón fue sorprendido por la muerte en el momento preciso en que hacía un llamado a la movilización de todas las fuerzas populares para luchar contra la antipatria". Al tiempo que hacían público su apoyo al gobierno de Isabel, recordaban que el único heredero de la política del general Perón era el pueblo. 30

El gobierno nacional, conducido por Isabel Martínez de Perón, se reservaba el derecho de autorizar o prohibir determinados actos. Cuando el 26 de julio, a 22 años del fallecimiento de Eva Perón, se honró su memoria, se legitimó el acto central en la catedral de Buenos Aires y se prohibió el acto público organizado por la "Comisión Nacional por la  Repatriación de los restos de Evita", en la cancha de Atlanta, que se proponía no sólo recordar a Evita sino también al general Perón y a los compañeros caídos en la lucha por una patria libre, justa y soberana.31 La publicación de Montoneros, La Causa Peronista, describía el escenario donde debía realizarse un nuevo homenaje a Evita. Al respecto, planteaba: "Llega un nuevo 26 de julio y Evita tampoco está junto a su pueblo. Pero este aniversario de su muerte es todavía más triste: también falta el General. Los enemigos de nuestro pueblo no pueden ocultar su alegría. Ahora se dice que sus restos serán repatriados. Se promete. Se informa. Por el momento, no dejan de ser buenos deseos. Para colmo, algunos tránsfugas hablan de erigir un "Altar de la Patria", donde depositarían los restos de nuestra abanderada al lado del fusilador Aramburu (...) Lo cierto es que en este nuevo aniversario de su muerte, Evita continúa separada de su pueblo".32 Frente a la prohibición de los actos, la citada Comisión de Repatriación de sus restos se valía de otras estrategias, una de ellas era presentada como "una nueva y eficaz forma de prensa popular". Integrantes de la Agrupación Evita de la Rama Femenina abordaban los trenes en diversas estaciones para decir: "Compañeros: estamos expresando lo que siente el pueblo, que Evita tiene que estar nuevamente entre nosotros, con sus descamisados, con su pueblo peronista. Tenemos que buscar esta forma de expresarnos porque la prensa gorila no tiene lugar en sus páginas para el pueblo. Estos diálogos, como las pintadas, son la prensa peronista conocida, la que tuvimos a lo largo de la resistencia y a la que acudimos". El tren se convertía en un transporte peronista y del pueblo. Se cantaba la Marcha, el Himno Villero y consignas sobre Evita y la Agrupación; una de ellas decía: "Junto a los trabajadores/ Evita va a regresar /para limpiar de traidores/ al gobierno popular". Otra de ellas, también invocaba a Perón: "Evita, Perón, el pueblo se organiza para la liberación. Un comunicado leído en una conferencia de prensa, realizada antes del acto del 1 de mayo, sintetizaba el lugar reservado a Eva Perón dentro de la izquierda peronista; allí se decía: "Hoy Evita sigue significando lo mismo. Como lo significó durante los 18 años de Resistencia, la Jefa Espiritual de nuestra lucha. Por eso nuestro pueblo le sigue reconociendo ese papel en sus consignas. Ayer:
"Evita presente en cada combatiente". Hoy: "Si Evita viviera sería montonera".33 Su imagen, su memoria, era un objeto preciado en las disputas internas del peronismo. Si para Montoneros, Evita confirmaba el destino manifiesto, la patria socialista; para los sectores ortodoxos, honrar su memoria, se traducía en el apoyo a Isabel en el presente. En Córdoba, el homenaje a la "Jefa espiritual de la Nación" fue realizado en la Municipalidad, gobernada por los sectores del peronismo ortodoxo.34 También el gobierno provincial la recordó a través de una misa en la Catedral.35 En 1975, en un funeral en la Catedral de Córdoba, al que adhirió la UNC, la JPRA afirmará que "Sólo Isabel más pueblo es revolución", "la Argentina será de los argentinos o no será de nadie".36 Los tiempos en que Evita era exhibida como propiedad de quienes querían la patria socialista estaban cada vez más lejanos a pesar de que apenas en 1973 un multitudinario acto político peronista en Córdoba reivindicaba  su figura como guía en el proceso de liberación nacional y social.

Durante el mes de agosto, los gobiernos cumplían con otro de los rituales clásicos, el homenaje a la figura de San Martín. Un aviso en la prensa local convocaba al acto de homenaje a los héroes de Trelew.37 La publicación montonera, La Causa Peronista, le daba un lugar central a la conmemoración de la "masacre de Trelew". En su editorial, firmado por Rodolfo Galimberti, se preguntaba: "¿Quién votó a Isabel-López Rega?" y respondía: "Compañeros, no le podemos dar más vueltas. No podemos seguir llamando simplemente represión a lo que es una guerra. Una guerra sucia contra el pueblo. Contra el peronismo (...) Y esta guerra tiene muchas facetas, pero todas apuntan a lo mismo: terminar con el proceso de liberación". Las preguntas seguían: "¿Cómo vamos a querer a quienes nos prohíben honrar a Evita el 26 de julio? ¿Qué tenemos que ver con este gobierno que nos prohíbe honrar a los caídos en la lucha por la liberación, a los héroes de Trelew? Hace un año los peronistas reventamos la cancha de Atlanta para honrar la memoria de nuestros mártires (...) Es que Perón vivía...". Concluía: "Represivo y antipopular. Más allá de todas sus imágenes, esta es la esencia política del gobierno. Por eso la prohibición a todas las expresiones del pueblo. Como el 26 de julio, como el 22 de agosto, este gobierno no soporta que los peronistas nos expresemos masivamente (...) Que quede claro: hoy, los que están atacando al pueblo peronista son el gobierno y todos sus integrantes, todos sus funcionarios, sus fuerzas represivas y las bandas parapoliciales compuestas por los provocadores del C. de O., el CNU y la JPRA. Son los responsables".38

Una nueva conmemoración del Día de la Lealtad resignificaba esta fecha; en 1974, la lealtad a Perón se tradujo en la lealtad a Isabel, su heredera. El interventor en el justicialismo cordobés, A. Casas Nóblega, convocó a todos los cordobeses a "sumar esfuerzos a la gran tarea de unidad, reconstrucción y liberación nacional y a los peronistas a estrechar filas junto a Isabel, para cumplir bajo la advocación de la compañera Evita, con el mandato de nuestro sabio general para esta etapa de la Revolución". Diferentes sectores, que coincidían en el apoyo a Isabel y al gobierno del interventor federal Lacabanne, adhirieron a la movilización del 17 de octubre: las 62 organizaciones legalistas leales a Perón, el Círculo de Primera Hora, la Junta Pro-Unidad Movimiento Peronista, la Confederación General de Profesionales Peronistas, Bancarios, la Comisión Normalizadora de SMATA, la UNC, la UTA, JPRA.39 En Plaza de Mayo, el acto convocado por la CGT y el PJ, contó con una masiva concurrencia. 

Un nuevo aniversario del Cordobazo mostraba las disputas por su apropiación. En una Córdoba gobernada por la intervención federal, este acontecimiento era, para la clase trabajadora crítica del verticalismo peronista, un símbolo de resistencia. Así se expresaba en una solicitada dirigida a todos los trabajadores de Córdoba firmada por la Mesa Coordinadora por la Unidad del Movimiento Sindical de Córdoba. A través de la misma se hacía un llamado a sindicatos recuperados, Directivas en la Resistencia, Comisiones internas, listas antiburocráticas, movimientos de recuperación sindical, a todo el sindicalismo combativo para organizar en conjunto un acto en que la clase trabajadora de Córdoba, al recordar el Cordobazo, reafirme una vez más su decisión de lucha y sus anhelos de liberación.40 Desde 1974, el peronismo en el poder, que ya había optado claramente por la patria peronista, no tenía interés en destacar el Cordobazo como un símbolo de resistencia. El gobierno nacional se preocupó en afirmar que el feriado decretado para esa fecha era tanto un homenaje a los caídos el 29 de mayo de 1969 como a los muertos en la historia del Ejército.41 En la Legislatura de Córdoba, la conmemoración fue breve, lejana al fervor que primó en 1973; allí, un representante del peronismo, destacaba "la unidad espontánea de todos los sectores sociales que participaron en ese evento, sin distinciones ni banderías de ninguna naturaleza"; el radicalismo adhería a los argumentos oficialistas pero recordaba que rechazaban todo tipo de violencia.42    

En julio de 1975, a un año de la muerte de Perón, se realizaron homenajes a lo largo de todo el país; en Córdoba, el único acto permitido fue una misa en la catedral y el homenaje en la Legislatura provincial.43 La UNC decidió incluir una unidad que trataría sobre el pensamiento filosófico de Perón en varias asignaturas de la Facultad de Filosofía y Humanidades, espacio de expresión de sectores políticos críticos del verticalismo peronista pero también sede de grupos ortodoxos que apoyaban la política nacional y provincial.44 En este contexto, la conmemoración del Día de la Lealtaden 1975 estuvo signada por la ratificación de apoyo a Isabel y la necesidad de luchar contra la subversión, la violencia y el terrorismo en todos los escenarios del país. En 1975, Tucumán se convirtió en uno de los espacios a ganar, a rescatar de los intereses apátridas. La prensa destacaba el accionar del Ejército en la selva tucumana y ya comenzaba a hablarse de guerra sucia. 45

Comentarios finales

El período comenzó con un gran uso del espacio público para las conmemoraciones por parte de la izquierda peronista y culminó con una reapropiación de los espacios por parte de la ortodoxia peronista, que defendía la marcha hacia la Argentina potencia anunciada por Perón en su último gobierno ¿Qué modelos políticos se pretendían legitimar en las distintas conmemoraciones? Quienes defendían la patria peronista como camino hacia la Argentina potencia postulada por Perón en su último gobierno acudían al pasado para legitimar un proyecto  político, el de la democracia integrada, fundada en la comunidad organizada. Dicho modelo exigía el respeto a la verticalidad, representada en estos momentos por el gobierno de Isabel Perón. La ortodoxia ponía en un primer plano el mito de los orígenes del peronismo, el 17 de octubre, y lo instalaba en la historia nacional como continuación de la obra de grandes próceres como San Martín y Rosas, de los cuales Perón era su fiel intérprete. Desde allí, se asociaba al peronismo con lo nacional y se descalificaba a la izquierda peronista por sus conexiones con ideologías foráneas, caracterizándola como traidora a la patria. Quienes defendían una patria socialista, sin dejar de ser peronistas, no renunciaban a esta fecha; la invocaban para recordar el inicio de las luchas por una Argentina diferente, la de la liberación nacional y social. Sus interpretaciones del pasado bebían de las fuentes del revisionismo histórico, indicadas, fundamentalmente, por sus referencias a las obras de Ortega Peña, Duhalde y Fermín Chávez en las publicaciones de la izquierda peronista, proceso apenas explorado en este trabajo y señalado como uno de los caminos a seguir. En sus conmemoraciones, a partir de las críticas a la desviación del gobierno popular que había asumido el 25 de mayo de 1973, se buscaba legitimar el papel de la juventud en la marcha ascendente hacia la patria socialista guiada por "Perón, Evita" y no por la "izquierda cipaya", representada por otras organizaciones que no pertenecían al peronismo, señalado como dueño del campo nacional y popular. En esta defensa del proceso de liberación la democracia realmente existente, identificada con los mecanismos formales, con lo electoral, ocupaba un lugar marginal en las aspiraciones políticas de estos sectores. Su imagen de la marcha ascendente, construida desde 1955, ubicaba a la democracia como propiedad de los enemigos, como un obstáculo para alcanzar la liberación, idea que confirmaron cuando en nombre de la democracia integrada, la derecha peronista comenzó a hablar de reconstrucción nacional, tarea que se oponía a la construcción de un nuevo orden peronista, liderado por la Tendencia Revolucionaria, donde la discusión de sus fundamentos se presentaba como un tema menor frente a la urgencia de las luchas políticas vigentes. Esta tarea inconclusa generó y genera, es decir habilita, por una parte, una serie de preguntas con sus correspondientes hipótesis contrafácticas que intentan responder a un interrogante central: ¿cómo habría sido ese nuevo orden? Por otra parte, a diferencia de esta actitud, no son pocos los que rescatan e idealizan estos años, los setenta, como el origen de lo que no fue: una Argentina diferente, libre, justa y soberana; como la oportunidad perdida y nuevamente, una vez más, el pasado se hace presente para legitimar un nuevo proyecto político, conducido por el peronismo en el poder que establece su filiación con el proyecto derrotado en los setenta.

Si el 17 de octubre constituía una conmemoración clave en el marco de las disputas al interior del peronismo, las operaciones de memoria en torno al Cordobazo también manifestaron las luchas por su apropiación. Así, desde 1973 podemos señalar, al menos, un doble movimiento en torno al mismo: su "peronización", integrando a esta rebelión obrero-estudiantil en el relato de la historia nacional postulado por los distintos sectores del peronismo, y su silenciamiento como ejemplo de las luchas sindicales. Si el período comenzó con una memoria astillada culminó con el Cordobazo silenciado y la lealtad ratificada. La reconstrucción de las conmemoraciones durante el tercer gobierno peronista puso de manifiesto los vínculos entre la historia, la política y la memoria; evidenciaron que los dueños del presente, aspiraban a convertirse en dueños del pasado. 

Notas:

1. La Voz del Interior (en adelante V.I.), 25-5-1973, p. 8. 

2. Obregón Cano había ganado las elecciones internas del peronismo cordobés. La lista "Uni-dad", que impulsaba su candidatura a gobernador y la de Atilio López, como vicegobernador, se impuso con el 60% de los votos frente a la lista que proponía a Julio Antún, dirigente de la Mesa Redonda Peronista Permanente (MRPP) y Alejo Simó, del sector ortodoxo de las 62 organizaciones, apoyados por la mayor parte del peronismo tradicional. Ver: Servetto, Alicia, 1998: 34-35.  

3. V.I. 27-5-1973, p. 17. Destacado mío. 

4. "Cordobazo". Aniversario. Homenaje, palabras del diputado peronista Héctor Castro en la sesión de Asamblea del 29 de mayo de 1973, Honorable Legislatura de Córdoba, Año 1973, tomo I, pp. 63-67. 

5. Cámara de Senadores, Honorable Legislatura de Córdoba, Año 1973, tomo I, pp. 80-82.

6. Archivo Fílmico Canal 10. Centro de Documentación Audiovisual (CDA), Depto. de Cine y Televisión, FFyH, UNC. Cassette 84, noticia: 05, 25-7-1973.

7. "Sra. María Eva Duarte de Perón. Fallecimiento. Aniversario. Homenaje", palabras del senador peronista Norberto Erico Tejada en la sesión del 26 de julio de 1973, Cámara de Senadores, Honorable Legislatura de Córdoba, año 1973, tomo II, p. 710. Por su parte, el diputado peronista Verde Torres la proclamó, en nombre de los trabajadores, Secretaría General Espiritual y Permanente de los trabajadores peronistas combativos de Córdoba. Ibíd., p. 716.

8. "Sra. María Eva Duarte de Perón. Fallecimiento. Aniversario. Homenaje", palabras del senador peronista Samuel Fonseca en la sesión del 26 de julio de 1973, Cámara de Senadores, Honorable Legislatura de Córdoba, año 1973, tomo II, p. 722.

9. Documento conjunto de la CGT, las 62 organizaciones, el Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista y la Regional 1 de la JP. V.I., 12-10-1973, p. 9. 

10. CDA, Depto de Cine y TV, FFyH, UNC. Cassette 86, noticia: 36, 17-10-1973. 

11. Discurso de Roberto Quieto en el acto del 17 de octubre de 1973, en El Descamisado, Año I, Nº 23, 23 de octubre de 1973, p. 20.

12. V.I. 16-10-1973, p. 11; V.I., 18-10-1973, p. 22. 

13. Discurso de Mario Firmenich en el acto del 17 de octubre de 1973, en El Descamisado, Año I, Nº 23, 23 de octubre de 1973, pp. 18 y 19. Destacado mío.

14. V.I., 28-10-1973, p. 19.; V.I., 29-12-1973, p. 10.    

15. V.I. 16-10-1973, p. 11; V.I., 18-10-1973, p. 22; CDA, Departamento de Cine y TV, FFyH, UNC. Cassette 86, noticia: 38, 17-10-1973. 

16. El Descamisado, Año I, Nº 23, 23 de octubre de 1973, p. 18.

17. V.I., 18-10-1973, p. 22. 

18. Discurso de Roberto Quieto en el acto del 17 de octubre de 1973, en El Descamisado, Año I, Nº 23, 23 de octubre de 1973, p. 20. Destacado mío.

19. El Descamisado, Año I, Nº 42, 5 de marzo de 1974, p. 12.

20. El Descamisado, Año I, Nº 42, 5 de marzo de 1974, p. 31. Destacado mío.

21. El Descamisado, Año I, Nº 42, 5 de marzo de 1974, editorial: "Compañeros", pp. 2 a 5. Al mes siguiente, en abril de 1974, esta publicación fue clausurada por el gobierno nacional. 

22. El peronista lucha por la liberación, Año I, Nº 2, 26 de abril de 1974. 

23. El peronista lucha por la liberación, Año I, Nº 3, 4 de mayo de 1974; Nº 4, 14 de mayo de 1974 y Nº 5, 21 de mayo de 1974. El Descamisado, Año I, Nº41, 26 de febrero de 1974, editorial: "Avanza la provocación".

24. La conferencia de prensa de Montoneros, realizada en el local de la JTP, donde se dio lectura al citado documento, fue encabezada por Alberto Molinas y Fernando Vaca Narvaja. También participaron Enrique Juárez (JTP), Juan Añón y Gustavo Mechetti (JP), Adriana Lesgart (Agrupación Evita de la Rama Femenina), Luis Silva (Movimiento Villero Peronista), Jorge Alvarez (JUP), Claudio Slemenson (UES) y Horacio Gualdieri (MIP).  Ver: El peronista lucha por la liberación, Año I, Nº 5, 21 de mayo de 1974, pp. 22-25.

25. El peronista lucha por la liberación, Año I, Nº 6, 28 de mayo de 1974, pp. 2 y 3.

26. El comunicado estaba  firmado por Juan Carlos Dante Gullo, Juan Carlos Añón, Enrique Maratea, Jorge Todesca y Marcelo Cerviño, integrantes de la Juventud Peronista Regional I. Ibid, pp. 22 y 23. 

27. "Cordobazo. Aniversario. Homenaje", palabras del senador peronista Norberto E. Tejada y del senador peronista Luis Pereyra respectivamente en la sesión del 30 de mayo de 1974, Cámara de Senadores, Honorable Legislatura de Córdoba, año 1974, tomo I. 

28. Córdoba (en adelante Cba.), 3 y 4-7-1974, todas las páginas.

29. "Excmo. Señor Presidente de la Nación Tte. Gral. Don Juan Domingo Perón. Fallecimiento. Homenaje", palabras del senador peronista Carlos Zazú en la sesión del 5 de julio de 1974, Cámara de Senadores, Honorable Legislatura de Córdoba, año 1974, tomo I, p. 429.

30. Cba, 3 y 4-7-1974, todas las páginas.

31. La Comisión estaba integrada por Adriana Lesgart, Andrés Framini, Sebastián Borro, Armando Cabo, Amelia Lizaso, Inés López, señora de Mendé y señora de Razzetti. La Causa Peronista, Año I, Nº 3, 23 de julio de 1974, p. 6.

32. "26 de julio. Evita vive contra la oligarquía y la traición", La Causa Peronista, Año I, Nº 3, 23 de julio de 1974, p. 6.

33. "Evita junto a su pueblo. Peronistas leales pedirán la repatriación de sus restos", en El peronista lucha por la liberación, Año I, Nº 1, 19 de abril de 1974.

34. Cba., 26-7-1974, p. 1. 

35. CDA, Depto. de Cine y Televisión, FFyH, UNC, cassette 94, noticia 32, 26-7-1974.

36. V.I., 25-7-1975, p. 7.

37. Cba., 21-8-1974, p. 7.

38. La Causa Peronista, Año I, Nº 8, 27 de agosto de 1974.

39. Cba., 16-10-1974, p. 7. En este contexto, fue indultado el coronel Navarro, protagonista del golpe policial que puso fin al gobierno de Obregón Cano y Atilio López. Cba., 25-10-1974, p. 1.  

40. Cba., 23-5-1975, p. 5.

41. Ver: Gordillo, Mónica, "Paso, paso, paso, se viene el Cordobazo: mayo del '69 y los usos de la memoria", Estafeta 32, año I, nº 1, junio-septiembre de 1999, p. 43.

42. "29 de mayo de 1969. Cordobazo. Aniversario. Homenaje", palabras del senador peronista Norberto E. Tejada y del senador radical Sahade en la sesión del 5 de junio de 1975, Cámara de Senadores de Córdoba, pp. 190-192. 

43. Homenajes a Perón, ver: Cba., 1-7-1975, p. 9; "Ex Presidente de la República, Tte. Gral. Don Juan Domingo Perón", palabras del senador peronista Armando Medina Coba en la sesión del 1 de julio de 1975, Cámara de Senadores de Córdoba, pp. 187-190.

44. Cba, 19-7-1975.

45. Cba., 31-10-1975, p. 1. Recordemos que el 5 de febrero de 1975, por decreto Nº 261, el Poder Ejecutivo dispuso: "Ejecutar las operaciones militares que sean necesarias e efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán".

Bibliografía:

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