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Revista Escuela de Historia

versión On-line ISSN 1669-9041

Rev. Esc. Hist. vol.11 no.1 Salta ene./jun. 2012

 

ARTICULO ORIGINAL

A propósito de "personalidad y misión histórica de Salta". Un acercamiento al pensamiento de Atilio Cornejo

(With regard to "Personality and Historical Mission of Salta". An approach to Atilio Cornejo thought)

Estela Vázquez*
Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, Avda. Bolivia 5150, Salta, República Argentina, CP 4400, estelava_2007@yahoo.com.ar


Resumen:

Los primeros escritores que se interesaron por la historia de Salta dejaron una marca conservadora, elitista, hispanista y católica en la forma de narrarla, en coincidencia con sus pensamientos. Estos constituyeron un cimiento sobre el que se difundieron estos conocimientos como predominantes y característicos de los procesos que acontecían localmente. Se analiza uno de Atilio Cornejo, que puede considerarse paradigmático de esta forma de concebir y escribir la historia local.

Palabras clave: Historia de Salta; Conservadurismo; Identidad local

Abstract:

The first writers who were interested in the history of Salta left a conservative, elitist, hispanist and catholic mark in the way of narrating it, coincident with their thoughts. They constituted a foundation on which these predominant and characteristical knowledge about the processes that were happening locally, were spreaded. One of Atilio Cornejo is analyzed, it can be consideded paradigmatic of this way to conceive and write the local history.

Keywords: History of Salta; Conservativism; Local identity


Introducción

 "He aquí la hipótesis que querría emitir, esta tarde, con el fin de establecer el lugar —o quizás el muy provisional teatro— del trabajo que estoy realizando: yo supongo que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad".1 

Poner un discurso bajo la lupa de la sospecha dada su conexión con el deseo y el poder, remite a Foucault. Hay discursos que, por su temprana constitución como "voces autorizadas", por su capacidad de instalarse en los espacios institucionales y políticos como "verdaderos", invitan a ser revisados. También plantea la pregunta sobre quién o quiénes son sus constructores.

Con esta idea a modo de interés inicial, pondré bajo la mira el trabajo de un autor muy prolífico y reconocido como el historiador local, Atilio Cornejo. Realizaré una aproximación a las concepciones que se repiten, buscando algunos ejes para analizar sus estudios, rastreando las propuestas fundantes en la elaboración de su obra. El interés por hacerlo está basado en la vigencia que mantienen algunas de sus ideas fundamentales que dieron lugar a los conocimientos que, sobre la historia local, se difunden por diferentes medios.

Los estudios poscoloniales influyeron en la renovación de las ciencias sociales y enriquecieron la mirada crítica, especialmente sobre pensamientos que fueron dominantes en la historia como disciplina, y específicamente, en el eurocentrismo generalizado de las visiones con que se construyeron las historias de los países colonizados.  Una revisión de estos trabajos resulta importante por la relevancia que reviste la historia y las concepciones que sobre ella se tejen en los usos políticos y en las formas de interrogar y de formular el presente.

Por otra parte, estos textos contribuyeron a la formación de "sentidos comunes", ya que sobre ellos se erigen los saberes que serán transmitidos en la escuela, con sus recursos de incorporación en los imaginarios sociales, y como pautas morales a ser aprendidas. También nutre a los medios de comunicación en su cotidiano propagar de ideas consideradas como comúnmente aceptadas y en la información turística. Elementos que van aportando a la formación de un cimiento discursivo histórico, que se reproduce incluso en los niveles más altos de educación formalizada local.

Siguiendo la propuesta de Castro Gómez, el objeto de estudio aquí no es el pasado, sino el presente. "En esto se diferencia de la historiografía «clásica» de los historiadores. Lo que se historiza en realidad es el presente pero ya no para legitimarlo y celebrarlo, sino para atacarlo mediante su «problematización». No se trata de ir al pasado para legitimar el presente, sino para desnaturalizar el modo en que ese presente se ha impuesto sobre otros presentes alternativos".2

A la vez, esta mirada permite reflexionar sobre la historia, sobre las formas en que fueron concebidas y escritas algunas historias. Ello abre la puerta a pensar en múltiples historias, en las no escritas, las silenciadas o negadas, que esperan salir a la luz.

La historia como destino

Este autor nació en Salta en 1899 y murió en 1985.  Dedicó gran parte de su vida y de sus esfuerzos a escribir sobre la historia local. Se desempeñó como abogado y ocupó también cargos políticos durante su larga vida. Uno de tantos reconocimientos por su tarea fue la designación como Académico de Número de la Academia Nacional de la Historia.

Sus trabajos fueron publicados en diferentes libros y artículos, editados entre 1938 y 1980. Cuando recibe la incorporación en la Academia de la Historia (1958), pronuncia un discurso, "Personalidad y Misión Histórica de Salta",3 que resume algunas de las ideas principales que constituyen la trama de "su" historia local, la que ha ido armando con sus estudios. Elijo este discurso como material específico para este trabajo, debido al carácter ensayístico4 del mismo, lo que hace posible encontrar proposiciones que resultan paradigmáticas de su pensamiento, ya que pueden considerarse una síntesis donde explicita sus elecciones y convicciones personales, políticas e intelectuales, y no sólo de sus escritos históricos. Este discurso es una declaración de principios, desde el cual asume su membresía en la Academia que reconoce su labor, urdida sobre esa base.

En otro lugar5 consideramos diversos textos elaborados por Cornejo, de su tan extensa obra, los referidos a la revolución de mayo y al proceso independentista, pero sólo recurriré a algunos de ellos de forma marginal.

Una aproximación al autor puede darse reproduciendo unas palabras del presidente de la Academia, Ricardo Levene,6 con motivo del acto:

"... por mi parte tengo el honor de hacer entrega del diploma que le acredita como Académico de Número al doctor Cornejo, figura representativa de la tradición y del fervor patriótico de las Provincias Unidas en la extensión de la Patria y la Historia".

Estas constituyen una buena entrada para abordar el tema, la referencia a la tradición que, como veremos más adelante, es una idea recurrente en el autor. La mención al fervor patriótico de las Provincias Unidas seguramente denota la vocación de Cornejo por obtener reconocimiento para la historia local, en relación a la historia nacional, que tiene como protagonistas casi excluyentes a los acontecimientos localizados alrededor de Buenos Aires.

En el trabajo elegido para comentar aquí, al comienzo expresa:

"En este caso, se ha llamado a quien, tan distante, se halla arraigado en su solar nativo, que tan hondas raíces tiene en el pasado, al que no abandona y en donde ausculta el sentimiento histórico de la tierra heroica, trabajando en la veta misma de la inagotable mina de su historia".7

Esta "confesión de parte" sirve como pasaje a su concepción de la historia y de sí mismo en relación al oficio de historiador. Cornejo se siente arraigado en la historia local, en el espacio -su solar nativo-, en el tiempo -el pasado-, y de esa forma busca el sentimiento de la tierra, tierra a la que determina por su heroicidad. Resulta así una figura literaria: sus raíces en la tierra y en el pasado, de donde deviene heroica la historia a ellos asociada, y él, minero trabajando para extraer el material precioso, o también, por qué no, sacerdote cuya  misión es da a conocer la verdad. De alguna manera, una concepción de la historia que, en el sentido de registrar supuestamente de manera objetiva los que se consideran grandes acontecimientos heroicos, fue corriente en su época y sigue una tradición que se mantiene durante mucho tiempo en el país. Historia que selecciona batallas, hombres "heroicos", epopeyas triunfales como elementos fundantes de la sociedad.

A la vez, el "solar nativo que tiene hondas raíces en el pasado", hace referencia a su ubicación como historiador que rescata su propia historia familiar, que aparece coincidiendo con la historia de Salta, uno de cuyos principales artífices lo rescata en la figura de un ascendiente, Francisco de Gurruchaga. 

Reconoce como antecesores en el oficio a José Evaristo Uriburu y Tezanos Pinto y a Bernardo Frías, "a quien debo mi vocación por el culto del pasado y mi respeto por el imperio del Derecho".8 La imbricación entre derecho e historia atraviesa muchos de sus escritos. No tienen límites precisos y en muchas ocasiones la referencia a la prueba de sus dichos parece un alegato de un expediente judicial. Puedo observar aquí que en el ámbito profesionalizado local no es el único que lo hace, sino que hasta muy avanzado el siglo XX, los abogados alargan sus competencias por cualquier actividad intelectual y oficios vinculados con la escritura.

Entre la naturaleza y la tradición, la historia

Continúa exponiendo lo que se puede considerar el denominador común discursivo que en otros trabajos no se encuentra explicitado. Así, manifiesta:

"El ambiente forma al individuo, aunque pese a los positivistas exclusivos. La sujeción al pasado forma los grandes pueblos. Sin anestesiarnos con sus glorias, sin que las veneremos absortos sin otear el horizonte y el porvenir, ni llegar al localismo o al  fanatismo, siempre la historia y la tradición serán vínculos imperecederos de unión, de fortaleza y de progreso, pues de lo contrario nos alejamos de lo propio y cambiamos insensiblemente nuestra naturaleza íntima para acercarnos a lo foráneo y exótico" (resaltado mío).9

Este rico párrafo permite explicitar algunas cuestiones de sumo interés para nuestro trabajo. En primer lugar, una idea propia del romanticismo: la naturaleza influye decisivamente en el individuo. Y común además en otras producciones, como las literarias en donde la exaltación del paisaje es un tema recurrente, y en donde la naturaleza motiva acciones y formas de ser de los habitantes.

Luego una proposición conservadora: la grandeza de los pueblos está unida a la sujeción al pasado o, como dice más adelante, la historia y la tradición son los elementos de cohesión para una sociedad que se encamina al progreso. Y lo que aparece como peligro que debe conjurarse, alejar lo propio "para acercarnos a lo foráneo y exótico".

En este punto es necesario aclarar que la historia y la tradición en el autor están relacionadas al pasado hispano-colonial devenido independiente, como veremos más adelante. Lo foráneo y exótico, al igual que en otros autores de la época, es una forma de referirse o identificar a un otro. Un otro genérico, inespecífico, que aparece vestido de distintos ropajes según el tema que aborda, pero que aquí está claramente delineado; es el que no acepta o cuestiona esa historia, ese pasado convertido en tradición.

En este punto, el discurso tiene la eficacia de construir el uno para diferenciarse del no-uno, del otro. El uno construido por esta historia, llamada también de los vértices, de las batallas, es el que puede ubicarse al lado del panteón oficial de héroes de la patria. El ciudadano, el que tiene propiedades, el colonizador, los virreyes, los cabildantes, los militares y los curas, entre otros pocos. El otro son todos los otros: indios, negros, criollos, inmigrados y no propietarios, entre muchos otros. Así, alejarse de la tradición española colonial es caer en lo foráneo y lo exótico. En el momento del discurso -1958, año electoral con el peronismo proscripto- el otro está seguramente representado por el peronismo, pero antes, los otros fueron comunistas, socialistas, anarquistas y, en un pasado más lejano, foráneos y exóticos fueron los habitantes originarios devenidos extranjeros desde la colonización.

Nótese también la relación que establece entre tradición y progreso: la primera "debe ser" la condición del segundo. En este punto, se aleja de las visiones liberales que adhieren al progreso mecánicamente; también expresa una posición más conservadora,  aceptando el progreso capitalista siempre que se conserven los valores establecidos por la colonización española.

Resultaría interesante entonces encontrar su concepción de cuál es la naturaleza íntima que se desprende de ese ambiente formador. Tarea sencilla, ya que está repetida a lo largo de su obra, pero de nuevo, en este texto adquiere el carácter sintético deliberadamente buscado por el autor:

"Los verdaderos sostenes de una sociedad, son sus principios espirituales. Con ello, refiérome, no solamente a las tradiciones argentinas, sino también a la tradición secular de España de donde aquellas derivan, la que nos señala 'la buena vía y el claro ejemplo'; y que exalta las fuerzas del espíritu, los valores morales, el coraje, la hidalguía, el temple viril y la virtud. De ahí también, que los principios justicieros de la Revolución de Mayo, con haberlos sentido tan hondo Salta, no han cambiado la vida interna de su hogar español, de cuya alma derivan. Porque España está arraigada en Salta en el idioma, en su cancionero, en su lingüística, en la religión, en fin, en su alma" (resaltado mío).10

En este ambiente delineado hay un rescate y una continuidad de la España colonizadora, siendo esta hidalga, virtuosa, viril, prolongándose luego de la independencia de la misma forma, cristalizando una sociedad patriarcal y jerárquica, o sea, espiritual y tradicionalmente española. También podemos anotar que la exaltación de la virilidad habla de la poca importancia de las mujeres en esa historia, eminentemente masculinizada.

"Es que el Valle de Salta, hoy de Lerma, pareciera ser un enorme copón sagrado en donde se condensan las ideas y en el que los vientos y tempestades quiebran sus furias. No es la pampa solitaria, ni la quebrada honda, en las que arrecia sin contención el vendaval. Las murallas de sus montañas y su cielo límpido resguardan su alma y levantan su espíritu, reconfortando el ánimo y reconcentrando el pensamiento. Todo parece elevarse hacia lo alto. Las cúpulas de sus iglesias se alzan cual si fuesen enormes manos unidas en actitud de oración, interpretando el sentimiento religioso de sus hijos, nacido con la ciudad misma en el culto de su Cristo del Milagro, y en el culto del honor, de la hidalguía y el patriotismo; de la moral y la cultura; del valor y del trabajo".11

El rescate de lo hispano incluye la religiosidad, el culto católico, que según Cornejo nace con la ciudad, ignorando las religiones de los pueblos originarios que resistieron prolongadamente la colonización, como él mismo lo escribe en otras partes de su obra. La naturaleza, el valle entre montañas, se funde con la creación humana de los templos para resultar en una sociedad católica.

La sociedad americana está fundada por la llegada de los españoles a América. Esta afirmación está cargada de muchos sentidos que se pueden sintetizar en las palabras de Michel de Certeau a propósito de esta idea y en relación a una alegoría dibujada por de Jean Van der Straet: "Amerigo Vespucci el Descubridor llega del mar. De pie, y revestido con coraza, como un cruzado, lleva las armas europeas del sentido y tiene detrás de sí los navíos que traerán al Occidente  los tesoros de un paraíso. Frente a él, la india América, mujer acostada, desnuda, presencia innominada de la diferencia, cuerpo que despierta en un espacio de vegetaciones y animales exóticos. Escena inaugural. Después de un momento de estupor en ese umbral flanqueado por una columnata de árboles, el conquistador va a escribir el cuerpo de la otra y trazar en él su propia historia. Va a hacer de ella el cuerpo historizado -el blasón- de sus trabajos y sus fantasmas. Ella será América 'latina' " (Cursivas en el original).12

La historia local es la historia de esos hombres, del conquistador español, sobre el que ha operado el "ambiente formador". Por lo tanto resulta casi natural, en este orden de pensamiento, que los descendientes nacidos en suelo americano quieran la independencia. El aparato institucional debe pasar de manos y decisiones españolas a sus hijos -españoles americanos-, sin excluir a los primeros, siempre que abracen la causa. 

Quisiéramos resaltar que esto constituye un aspecto curioso en la obra de Atilio Cornejo; por una parte, la independencia como continuidad, como sustitución de hombres, los que estaban y los que adhirieron a las ideas y a la lucha independentista; y por la otra, una pormenorizada reconstrucción de la guerra, de sus estrategias, de las bajas y de la penuria económica que causó. Paradojalmente, es una guerra de independencia que consagra el "alma española". Véase por ejemplo, la siguiente afirmación:

"Salta es, como se dijo, la ciudad más española de la República y en donde se halla más latente el alma española, sin desconocer, claro está su histórico espíritu nacional, esencialmente argentino y americano, como que Salta fue «firme columna de la libertad»".13

Claramente en Cornejo, la independencia es un paso más en la afirmación de lo español en América. Es pertinente advertir que durante los primeros años de su producción, fines de la década del 30, y en el marco del Instituto Güemesiano, Cornejo trabaja en estrecha colaboración con el arzobispo Tavella, quien junto a otros miembros de la Iglesia en Argentina buscan una mayor participación de laInstitución en la sociedad y en la política, reivindicando la hispanidad.14 Por ello, para estos autores resulta necesario enfatizar los procesos históricos locales como reafirmación de la España colonial.

Personalidad y misión histórica

Desde el título, este trabajo se presenta de manera contundente. "Personalidad y Misión Histórica de Salta" evoca un pensamiento religioso, un destino asignado, que debe ser expuesto y seguido. Una sociedad que no es el producto de pensamientos y acciones de sus integrantes, de sus haceres, de sus omisiones, de propuestas que se realizan o que esperan realización. Es interesante, por tanto, saber qué entiende por ello:

"Llamada, Salta, la 'ilustre' , la 'señorial' y la 'gaucha', por unos, y también 'firme columna de la libertad', o 'mirador de la Patria', por otros, no han de ser sus calificativos los que la definan en su personalidad y misión histórica, sino los hechos mismos que han escrito su historia, y no solamente en cuanto su territorio fuera el teatro de los sucesos, sino también en cuanto sus propios hijos fueron sus autores, allí mismo y fuera de él, pero no en el sentido material exclusivo como algunos lo han supuesto, sino también en sus más amplios aspectos culturales e idealistas" (subrayado mío ).15

Lo que el autor propone es que la tarea del historiador consiste en rescatar los hombres y los hechos sucedidos en el territorio, pero también de atribuirles el "correcto" sentido de sus culturas, valores e ideales. Esta es su forma de entender la historia. Pero además, y como este sentido está asociado a lo ilustre y señorial, referencia clara a la España evocada, la España metrópoli imperial de donde nace la sociedad local y nacional, el historiador deviene ideólogo, proponiendo un modelo a seguir. De esta forma, se vuelve agente activo en la construcción del "deber ser" de la sociedad. Así, la personalidad y la misión histórica de la sociedad local resulta igual al proyecto conservador de su historiador; Salta se confunde con lo que de ella pretende su elite, expresada por boca de la "ciencia de la historia", en su historiador reconocido como tal, institucionalmente. La ubicación geográfica es determinante, o en sus palabras, "la historia de Salta es hija de su geografía". Por ello distingue dos períodos bien diferenciados en la historia local:

"Como corazón en el Virreinato del Río de la Plata, anidóse en la ciudad de Lerma en el Valle de Salta, la cultura y los mejores sentimientos de la madre patria y después, los ideales más puros de la Revolución de Mayo", desde donde afirma: "Salta no se fundó, en consecuencia, como frontera, sino como centro. No fue extremidad, sino corazón. Frontera, sí, de la patria siglos después naciente, con el brazo pujante de sus gauchos legendarios".16

Nótese que el rescate colonial está anudado al tiempo en que Salta fue 'corazón', que sirve y coincide en solventar una toma de posición, ya que la élite salteña conformada entre finales del siglo XIX y principios del XX rescata sus raíces en esa época, a la que evoca con nostalgia, cuando se convierte en frontera.

Como ya pudo advertirse, Salta adquiere a veces características personales, podría decirse, de una figura materna. Otras veces adquiere la forma de la casa familiar, del hogar:

"Salta, no es, en consecuencia, el rincón en donde sus hijos se aíslan. Allí se vive, pero se siente el pasado y se anhela el futuro. Allí, el viajero, el peregrino, el huésped, es dueño de su casa y bienvenido es. En sus vetustas casonas y en sus patios floridos, el alma española y el sentir argentino se despiertan como si fueran enormes reservas morales cuyo exquisito perfume debemos conservar".17

En este caso, el ambiente es formador de un espíritu conservador, arraigado en el pasado, que venera sus próceres y que constituye, por esto, la reserva moral de la sociedad. Es decir, Salta como casa familiar es un hogar particular, no cualquier casa, sino una que se identifique con sus miembros destacados por ocupar cargos políticos, burocráticos, militares, que la hacen inmediatamente poseedora de una "superioridad moral".

Sobre la misión histórica vuelve más adelante, luego de detenerse sobre la Revolución de Mayo. Para el autor, Salta salva la Revolución con su pronunciamiento, con la batalla de 1813, con su guerra gaucha y con el plan combinado de San Martín y Güemes.18 Y expresa:

"Pero, esa misión histórica de mantener la argentinidad, no ha concluido para Salta: la mantiene y debe aún mantenerla. Por lo demás, cualquier manifestación contraria, en Salta, ha de estimarse, históricamente como exótica y efímera. Serían más bien retrocesos o detenciones de su proceso histórico" (resaltado mío).19

En su concepción, la provincia "debe ser" tradicional, hispánica, conservadora; esa es su misión, preservar los valores coloniales que parecen amenazados en otros espacios de la nación, y esta tarea es siempre vigente, ya que está amenazada. De nuevo el peligro es lo que "no debe ser", lo exótico y efímero, lo otro.

El pensamiento y la obra de Cornejo están atravesados por esta construcción de lo uno. Lo uno sería España, los españoles conquistadores y colonizadores; por extensión, lo europeo, devenido en nacional y salteño luego de la independencia; puede notarse una idea claramente elitista: los poseedores de la cultura y los valores morales en tanto pertenecientes a familias "decentes", que incluye la idea de raza. Lo americano y lo local como una extensión de lo español, legitimado como tal por sus valores idénticos, los que atribuye a España,  hidalguía y virilidad.

El otro es todo lo demás, los pobladores originales, los descendientes de esclavos, el español o europeo llegado por inmigración como cualquier otro extranjero. Para ellos reserva el concepto de lo exótico, lo foráneo, lo efímero, lo que debe aceptar lo que "es", lo que no puede alejar de la senda ya establecida.

También se puede señalar que en la última parte del párrafo comentado, esta idea que aparece como retrocesos o detenciones del proceso histórico, habla de una concepción de tiempo lineal y homogéneo; la sociedad se despliega siguiendo un camino; apartarse de él es una demora; no existe, dentro de sus posibilidades, caminos alternativos, otras propuestas. Más interesante resulta otra forma de concebir la historia, a la manera de Ferrarotti, que dice: "La historia no es un río, relativamente unilineal y ni siquiera un torrente. Es más bien un delta, con muchos brazos y una desembocadura de contornos inciertos, cubiertos por tenebrosas neblinas, a tal punto que nadie puede describir detalladamente sus continuas aperturas".20 De esta manera incluimos luchas e ideales de otros colectivos sociales, que enriquecen, complejizan, el pasado y el presente y viabilizan o iluminan futuros posibles.

En el trabajo que comentamos, para referirse a la historia de Salta, en virtud de la síntesis, dice:

"De la historia de Salta, destacaremos, en consecuencia, algunos de sus aspectos fundamentales, a saber: la fundación, la colonia, la independencia, el federalismo y la organización nacional".21

De nuevo, piensa en un proceso histórico lineal, de la fundación, la colonia, la independencia y hacia el progreso, como quedó claro con citas anteriores. En palabras de Chakrabarty: "La historia como código invoca un tiempo natural, homogéneo, secular, de calendario, sin el cual la historia de la evolución-civilización humana -es decir, una historia humana única- no puede contarse".22

Para este autor, las historias que comparten la visión colonial, las que se escriben teniendo como centro de referencia la historia de Europa, y que no pueden registrar otros tipos de historias o memorias, así como evidencian gran dificultad para reconocer a los "otros" protagonistas de la historia, tienen una comprensión del tiempo lineal, homogéneo y vacío, que permiten este artificio.

De la misma forma, esta concepción del tiempo permite remitir al pasado a grupos sociales que no comparten sus principios y sus formas de ver el mundo; por ello, las comunidades indígenas se vuelven representantes de un pasado arcaico que será removido con la llegada del progreso.

Para finalizar

Analicé algunas de las ideas expuestas en un trabajo especialmente significativo del historiador local Atilio Cornejo. Su obra fue y es reconocida como referencia necesaria en la historia de Salta. Su trabajo esmerado, extenso, documentado, contiene mucha información y aspectos indispensables en una obra de la magnitud de la construida. El reconocimiento de su importancia no implica que además, pueda leerse con las preocupaciones derivadas del presente de la sociedad local, y de esta manera preguntarse por los otros pasados y los otros presentes negados por una mirada que reivindica y justifica lo colonial, que lo vuelve el mito fundacional al cual es necesario remitirse y conservar permanentemente.

A diferencia de autores deslumbrados con las luces francesas y el progreso inglés, Atilio Cornejo siguió fiel al pasado español, y allí coloca los valores dignos de mantener en vigencia. Por eso destacamos su posicionamiento conservador.

Su apego a la tradición, a la religión, su defensa de los "valores españoles", como la hidalguía, la cultura, etc., que manifiestan su ideología en un discurso de tipo ensayístico, se entremezclan reiteradamente en su obra histórica, por lo que esta pieza sirvió apropiadamente a los fines de poner de relieve las tramas sobre las que está tejida.

Es de destacar que cuando aborda la revolución y la independencia, su obra narra el paso de la colonia a la independencia como una continuidad. Si bien presenta con detalle las luchas, con tantas víctimas humanas y destrucción económica, resulta al leer forzado ligarlas con el paso de la colonia a la independencia como una sustitución de personajes, o más aún, como una lucha que resulta en una reafirmación de lo español en América. Si hubo alguna transformación social, económica y política que llegara con la independencia, se desdibujan en esta trama y aparecen como producto de la geografía. Salta pasa de ser corazón a ser extremidad, de centro a frontera. 

Quisiera retomar en este punto la propuesta de Castro Gómez, apropiada para recordar aquí: "El genealogista examina las fuerzas que atraviesan el "hoy" mediante un análisis de su génesis histórica para, de este modo, diagnosticar cuáles de ellas se impusieron y establecieron un orden que privilegia un presente por encima de otros. De este modo, el genealogista no va al pasado para encontrar allí el germen de un proceso que debe continuarse hoy, sino para examinar cómo a través de la selección arbitraria de un pasado se construyó la visión legitimadora y normativa de un presente. Es decir que su interés no es ver qué fue lo que sucedió «realmente» en el pasado, sino interrogarse por las fuerzas que allí emergieron y que hoy día nos constituyen".23

Es así que nuestro hoy está plagado de las marcas de ese pasado construido por Atilio Cornejo, entre otros, en sus monumentos, en el nombre de sus calles, en la promoción turística con que se "vende" a Salta en el mercado nacional y extranjero. Esta historia es la que cuentan los periódicos, la televisión y los libros de textos. Es la que recitan los guías de turismo, la que vuelve en buena parte de las manifestaciones artísticas. Es la que aprisiona los otros pasados, y por lo tanto, los otros presentes. Es la que se usa para ocultar el zarpazo de "progreso" que la renovó a fines del siglo pasado, para tomar sólo su máscara, hoy "exotizada" para convertirla en mercancía, pero eso es otra historia.

 

Citas y Notas:

*. Docente e investigadora. Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta.

1. Michel Foucault, El orden del discurso (Buenos Aires, Tusquets Editores,  1992).         [ Links ]

2. Santiago Castro-Gómez, "Sobre el valor de la historia para el presente, o cómo relacionarnos con el pasado", Mimeo, conferencia realizada en Salta, p. 2.

3. Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Volumen XXIX (1959): 12-32.         [ Links ]

4. Debo aclarar que la distinción de géneros no aparece en su obra, y que ambos tipos de discursos se entremezclan frecuentemente, si bien éste es particularmente ensayístico.

5. E. Vázquez y A. Villagrán, "El hispanismo y el horizonte cultural independentista. Una revisión de Narrativas históricas en Salta", en XIII Jornadas Interescuelas Departamentos de Historia, Catamarca, (2011).         [ Links ]

6. Sobre la figura de Levene y sobre la Academia es interesante el tratamiento en F. Devoto y N. Pagano, Historia de la Historiografía Argentina, Bs. As., Ed. Sudamericana, 2009.         [ Links ]

7. Boletín de la Academia, p. 12.         [ Links ]

8. Boletín de la Academia, p. 14.         [ Links ]

9. Boletín de la Academia, p. 14.         [ Links ]

10. Boletín de la Academia, pp. 14-15.         [ Links ]

11. Boletín de la Academia, pp. 18-19.         [ Links ]

12. Michel de Certeau, La escritura de la historia, México, Ed. Univ. Iberoamericana, 2006, 11.         [ Links ]

13. Atilio Cornejo, "Cuestiones históricas planteadas en 'El Instituto Güemesiano de Salta", Boletín del Inst. S.F. y Santiago, Tomo IX, Nº 32 (1980), 138/9.         [ Links ]

14. Ver Estela Vázquez, "Identidad y religión. Refundar la salteñidad como hispana y católica (Salta, Argentina, en los 30's), VI Congreso Nacional de Investigaciones en Antropología del Perú, Puno, 2012.         [ Links ]

15. Boletín de la Academia, pp. 16.         [ Links ]

16. Boletín de la Academia, pp. 18.         [ Links ]

17. Boletín de la Academia, p. 20.         [ Links ]

18. Atilio Cornejo afirma la existencia de un plan común entre San Martín y Güemes, en el que el cruce de la Cordillera hacia Chile y Perú es sostenido por la resistencia de Güemes en la frontera norte.

19. Boletín de la Academia, p. 28.         [ Links ]

20. Franco Ferrarotti, La historia y lo cotidiano, (Bs. As., Centro Editor de América Latina, 1986), 90.         [ Links ]

21. Boletín de la Academia, p. 21.         [ Links ]

22. Dipesh Chakrabarty.  Al margen de Europa. (Barcelona: Ed. Ensayo Tusquets, 2008), 114.         [ Links ]

23.  "Sobre el valor de la historia",  p. 17.

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