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Revista Escuela de Historia

versión On-line ISSN 1669-9041

Rev. Esc. Hist. vol.13 no.2 Salta jun. 2014

 

ARTÍCULO ORIGINAL

Paisajes aldeanos de la Quebrada del Toro, Salta, durante el Período Formativo tardío (s. V al IX d.C.)

(Village landscapes in Quebrada del Toro, Salta, during the Late Formative Period, Vth to IXth centuries AD)

María Eugenia De Feo
División Arqueología Museo de La Plata, FCNyM, UNLP- CONICET. Paseo del Bosque s/n, La Plata CP 1900, msprovieri@fcnym.unlp.edu.ar


Resumen:

En este trabajo se sintetizan y discuten los avances recientes en el estudio de los paisajes culturales del formativo tardío en la Quebrada del Toro (Salta, Argentina). La información presentada procede de contextos funcionalmente diferentes (domésticos, productivos, funerarios) y es analizada desde distintos niveles o escalas espaciales (local, regional y macrorregional). Entre los resultados alcanzados son de remarcar la continuidad documentada en la organización de las áreas domésticas, así como en una estrategia de control y uso del espacio regional que implicó un importante grado de movilidad, principalmente vinculado al pastoreo de camélidos. En contraposición, se verifican importantes cambios en los paisajes agrícolas. Ciertos bienes como la obsidiana y estilos de procedencia foránea también dan cuenta de algunas persistencias y cambios en las interacciones en una escala macrorregional.

Palabras clave: Formativo Tardío; Quebrada del Toro; Paisajes culturales

Abstract:

This paper aims to summarize and discuss recent advances in the study of Late Formative cultural landscapes in Quebrada del Toro (Salta, Argentina). The information presented derives from functionally different contexts (domestic, productive, funeral) and is analyzed at different spatial levels (local, regional and macro-regional). The results report continuity in the organization of domestic areas, and the strategy of control and use of regional space, which involved a high mobility linked to camelid herding. In contrast, significant changes are documented in agricultural landscapes. Goods such as obsidian and styles of foreign origin also account for some continuities and changes in the interactions at a macro-regional level.

Keywords: Late Formative; Quebrada del Toro; Cultural landscape


El conocimiento acerca de las comunidades que habitaron la Quebrada del Toro (Salta, Argentina) durante el Período Formativo Tardío (siglo V al IX d.C.), era hasta hace no mucho tiempo, bastante fragmentado. Al respecto, se resaltaba la mayor representación de la planta cuadrangular en la arquitectura, la aparición de obras de infraestructura agrícola compleja y la alfarería grabada asignable a la fase III (Molleyaco-Choromoro) de Candelaria1, como características definitorias del período. Con el objetivo de lograr una más completa aproximación a la forma de vida de estas comunidades, hace algunos años comenzamos investigaciones arqueológicas en el área. En particular, nos interesaba conocer la manera en que se moldearon los paisajes culturales, así como también, establecer continuidades y rupturas respecto de lo observado para momentos más tempranos del Formativo. Este trabajo brinda un panorama actualizado sobre dichas cuestiones.

Pero ¿por qué abordar el estudio desde el paisaje? Entendemos que el mismo es resultado de relaciones, tanto de aquellas que las personas entablan entre sí y como con su medio2. Relaciones que se objetivan en configuraciones espaciales a través de diversas prácticas sociales3. Que asimismo, estas configuraciones no son simplemente un reflejo sino también, un ámbito donde, y a partir del cual, las relaciones sociales se construyen4. Por lo cual pensamos, que el estudio de los paisajes es una vía válida para abordar dichas relaciones en el pasado y sus transformaciones en el tiempo.

El área estudiada corresponde a las porciones media y septentrional de la Quebrada del Toro y tributarias, en la provincia de Salta. La misma está incluida dentro del ámbito de Prepuna. Se trata de una región de transición altitudinal entre el alto relieve puneño y las llanuras y cordones montañosos del este y sudeste, donde el río Toro y sus afluentes, tales como los ríos Blanco, Capillas, Tastil y Las Cuevas, conforman la mayor cuenca hídrica (Figura 1).


Figura 1. Área de estudio con la ubicación de los sitios mencionados en el texto

El conocimiento arqueológico sobre el Formativo tardío en esta área surgió de investigaciones realizadas durante los años sesenta. A raíz de estos trabajos, los investigadores establecieron una secuencia cronológica donde definieron un Período Formativo, que subdividieron en un Formativo Inferior o temprano (600 a.C. a 400 d.C.) y Formativo Superior o tardío (400 a 900 - 1.000 d.C.) sobre el cual se centra este trabajo5. Con respecto al primer momento, identificaron varias instalaciones, entre las que se destacan Las Cuevas, Cerro El Dique y Potrero Grande6, caracterizadas todas ellas por la planta circular de tipo semi-subterránea en estructuras domésticas, un patrón disperso de instalación, su localización preferentemente en fondos de valle y en asociación con campos agrícolas, estepas de pastoreo y cotos de caza, y la presencia de alfarería gris monocroma, Vaquerías y San Francisco. Además se propuso para las mismas, un modelo de aldeas agropastoriles, con economías autosuficientes basadas en la ganadería de camélidos y complementadas con la agricultura y la caza. Se planteó también, cierta autonomía sociopolítica y una organización estructurada sobre la base de la familia extensa, unidades familiares que habrían estado diferenciadas internamente de acuerdo al sexo, edad y la aptitud de ciertos individuos para determinadas funciones7.

           

Para momentos más tardíos, sólo se contaba con información procedente de dos sitios, Cerro La Aguada y Tres Cruces8, ambos ubicados en la porción septentrional de la Quebrada del Toro. Estos no fueron objeto de estudios intensivos. En el primero de ellos solo realizó un sondeo que arrojó un fechado de 1640±70 A.P. (CSIC 125), mientras que en el segundo se excavaron cuatro estructuras en el sector denominado A, una de las cuales se dató en 1270±50 AP (CSIC 124)9 (Tabla 1).

           

Tabla 1. Sitios mencionados en el texto y características generales de los mismos.
           
                                   

           

Sitio

Latitud y Longitud

Altitud

Unidad de
emplazamiento

Funcionalidad

Recintos
Superficie y densidad
de ocupación

Edad
C14 convencional

Tres Cruces I

24°8'46" Lat. S; 65º 52' 1" Long. O

3469 msnm

Piedemonte medio

Residencia

270 recintos (24,8 % circulares, 38,8 %cuadrangulares y 36,4 % otras formas)
60.000 m² - 45 r/ha

1640±70 AP
(Carbón vegetal - CSIC 125)
1380±80 AP
(Carbón vegetal - LP-2038)
1230±70 AP
(Carbón vegetal - LP-1779)
1320±80 AP
(Óseo humano - LP 2066)

Cerro La Aguada      

24°7'40" Lat. S, 66°1'41" Long. O

3758 msnm

Piedemonte medio

Residencia

42 recintos (50% circulares, 47,6% cuadrangulares y 2,4% otras formas)

25.500 m² - 16,4 r/ha

1270±50 AP
(carbón vegetal - CSIC 124)

La Encrucijada II

24º 20'58" Lat. S; 66º 3'18" Long. O

3447 msnm

Piedemonte medio

Residencia

29 recintos (20,6% circulares, 27,6% cuadrangulares y 51,8% otras formas)

70.000 m² - 4,14 r/ha

-

Aleros Tres Cruces

24° 8' 43" Lat. S 65° 51' 44" Long. O

3425 msnm

Ocupación en alero
Taller lítico

5 recintos irregulares
10000 m² - 5 r/ha

1580±70 AP
(Carbón vegetal - LP-1890)

La Damiana I

24º 22' 7" Lat. S 66º 5' 4" Long. O

3800 msnm

Fondo de cuenca

Arte rupestre

1.700 m lineales - sin recintos

-

La Damiana III

24°21'20" Lat. S 66°4'46" Long. O

3602 msnm

Fondo de cuenca

Arte rupestre

300 m lineales - sin recintos

-

           

Nota: En los conjuntos con manifestaciones rupestres, dada su dispersión lineal en el terreno, la superficie se calculó en metros lineales. En los restantes sitios la extensión se estimó teniendo en cuenta la dispersión en superficie de material.

Sus características distintivas respecto de sitios más tempranos fueron la alfarería gris o roja grabada similar a la cerámica Candelaria fase III, la aparición de un patrón de asentamiento semi-conglomerado, el mayor porcentaje de estructuras de planta cuadrangular, la separación de áreas funcionalmente diferenciadas, y el desarrollo de una arquitectura agrícola compleja, que incluye represas, acequias y terrazas de cultivo, los dos últimos aspectos sólo verificados en Cerro La Aguada10.

Volviendo a lo planteado en la Introducción, iniciamos nuestra investigación buscando ampliar el conocimiento alcanzado hasta la fecha sobre las ocupaciones de la segunda mitad del primer milenio de la era, lo cual además, pensamos permitirá examinar la cronología propuesta, desde una perspectiva que no se sustente exclusivamente en un número restringido de rasgos formales de la cultura material.

Nueva evidencia

En los siguientes párrafos sintetizamos la información obtenida en el marco de las investigaciones recientes. La misma procede del sitio conocido Tres Cruces I, y de otros identificados por nosotros en los últimos años: Encrucijada II, Aleros de Tres Cruces y los conjuntos con grabados rupestres denominados La Damiana I y III (Figura 1 y Tabla 1).

Revisitando Tres Cruces I

Este sitio se ubica sobre un cono de deyección que es surcado por un curso de agua transitorio, perpendicular al río Tres Cruces, que lo divide en dos sectores, uno norte y otro sur (Figura 2a).

 


Figura 2. a- Plano del sitio Tres Cruces I; b- Planta Estructura 3; c- Fragmentos decorados Grabados y pintados hallados en Est. 3

El primero de los sectores se emplaza sobre una zona de mayor pendiente, donde se observan estructuras cuadrangulares que forman un escalonado perpendicular al sentido de la pendiente, el cual define amplias superficies llanas hacia su interior. Entre ellas se disponen otras de forma circular, de 5 y 10 m de diámetro y algunas menores, de 1 m, ubicadas hacia el interior de las mayores. El sector sur por su parte, se halla sobre una ladera de menor pendiente donde en cambio, son más abundantes las estructuras de planta circular. En ambos sectores son frecuentes las calzadas sobreelevadas, los pasillos que articulan varias estructuras y los vanos de acceso delimitados en algunos casos por jambas.

El plano de sitio levantado incluye alrededor de 270 recintos, aunque el número de estructuras observado en superficie es mayor, siendo dificultoso su relevamiento debido a su mala conservación. En la Tabla 1 se aprecia la densidad ocupacional del sitio, calculada según el número de recinto por superficie ocupada. Las excavaciones realizadas en el sitio se concentraron en cuatro estructuras (Figura 2a). TC I-Est. 1, una estructura circular de aproximadamente 1 m de diámetro y TC I-Est. 2, de forma subcircular, que ya fueran publicadas con anterioridad, por lo que no ahondaremos en su descripción11. Además se llevó a cabo un pozo de sondeo de 1 m x 1 m en la estructura TC I-Est. 4 y una excavación en área de la estructura TC I-Est. 3, circular de 7 m de diámetro.

La técnica de construcción más representada es la pirca doble sin argamasa y con relleno de barro y ripio en estructuras cuadrangulares y circulares mayores, y simple en las circulares pequeñas. Según se observó en los recintos excavados, los cimientos están formados por bloques de rocas basálticas, esquistos o ignimbritas, de tamaños regulares y caras más bien planas.

La información recuperada en TC I-Est. 2 y 3 permite definirlas como recintos domésticos de actividades múltiples. En las mismas se identificaron pisos de ocupación consolidados, además de áreas de actividad segregadas espacialmente, que en el caso de las segundas incluyen sectores de talla lítica, molienda, cocción y almacenamiento, las dos últimas delimitadas arquitectónicamente, al igual que ocurre con los pozos de poste para la techumbre (Figura 2b). En ambas estructuras se recuperó un número importante de instrumentos y desechos líticos, artefactos de molienda, restos de arqueofauna, pigmentos, arcilla cruda y fragmentos de alfarería.

En TC I-Est. 3 además, se hallaron por debajo del piso de ocupación, diferentes eventos de inhumación, los cuales poseían un total de 27 individuos de ambos sexos y diferente edad12. La forma de entierro predominante es la primaria directa en posición genuflexa, aunque también se documentó un entierro secundario de adulto y un subadulto en vasija. Pueden ser simples o múltiples. La planta de las tumbas es rectangular u ovoide, de tamaños muy diversos; las paredes suelen ser de suelo natural y en algunos casos poseer algún revestimiento de lajas. Los cerramientos fueron construidos con una o varias lajas, formando una falsa bóveda o empalizada. El acompañamiento de los cuerpos es en general escaso y se compone de piezas cerámicas negras pulidas o bruñidas, puntas de proyectil, manos y morteros, colgantes y pigmentos.

Además de estas y otras estructuras circulares cuya funcionalidad también se infiere estaría vinculada con la residencia, se observan en el sitio varios sectores destinados a la producción agrícola. En el sector norte del sitio existen varias terrazas cuadrangulares, escalonadas, transversales al sentido de la pendiente (superior al 10%), muy similares en su disposición y emplazamiento a las observadas en el Sector norte de Cerro La Aguada13. En una de ellas, TC I-Est. 4, se realizó el sondeo que no arrojó materiales arqueológicos, sólo una matriz de tierra y ripio de gruesa granulometría, lo cual respaldaría su uso productivo. Otro aspecto no mencionado es la presencia de un canal con paredes de tierra y piedras, que bordea un conjunto de cuadros de cultivo delimitados por bloques que se ubican en el fondo de la quebrada, al norte del sitio14. Como hemos hecho referencia, otra característica distintiva del Formativo Superior es la presencia de alfarería Candelaria fase III. Piezas completas del tipo no han sido recuperadas en Tres Cruces I, aunque los fragmentos están bien representados en las diferentes estructuras excavadas. Son de superficies bien pulidas, grabados o incisos en su cara externa, con motivos que incluyen reticulados, líneas paralelas o puntos que rellenan triángulos y rombos, y ondulaciones cerca del borde de la pieza (Figura 2c). Las formas características son los cuencos de contorno simple o complejo. Otros tipos cerámicos asociados son los pintados: Rojo Pintado, Bicolor y Tricolor15. Los últimos semejantes a los fragmentos de fondo crema y diseños de rombos reticulados en rojo y negro de los sitios Tilián y San Nicolás16 y Silisque-Tilian 217 en Valle de Lerma.

El tipo cerámico más representado en las diferentes estructuras analizadas es el Ordinario, con porcentajes que rondan entre el 61 y el 65% de los fragmentos de excavación. De superficies alisadas, mayormente de cocción oxidante, en muchos casos de tipo incompleta, con manchas de cocción y evidencias de hollín o de exposición al fuego, por lo que pensamos que habrían servido para la preparación y cocción de alimentos. Morfológicamente corresponden a piezas de contorno restringido como ollas de cuerpo subglobular, cuello corto, recto o evertido, asas verticales labio adheridas o remachadas, también horizontales, y base plana o plano-cóncava. Los fragmentos de superficies pulidas o bruñidas son en cambio predominantemente de pastas reductoras. Los fragmentos bruñidos -del tipo Negro Bruñido-, por sus características técnicas y también morfológicas, son similares al tipo Negro Pulido de San Pedro de Atacama, Chile18.

En lo que respecta al conjunto lítico, entre un 65 y 70% de las piezas halladas en las diversas estructuras excavadas corresponden a desechos de talla lítica. Los instrumentos documentados en el piso de ocupación de la TCI-Est. 319, donde se registró la mayor variabilidad, incluyen artefactos de formatización sumaria, artefactos de bisel asimétrico, muescas, puntas entre muescas, con retoque predominantemente marginal o ultramarginal y unifacial, también puntas y preformas de puntas de proyectil. Las dos últimas, las más representadas del conjunto, son de limbo triangular, largo o corto, pedúnculo diferenciado y aletas entrantes. Alrededor del 4% de la muestra además, corresponde a artefactos pulidos, entre ellos pulidores y manos relacionadas con la molienda de plantas y pigmentos.

La baja presencia de lascas con corteza, como de núcleos o nódulos, tanto como los módulos pequeños y mediano pequeño entre los desechos, son indicadores del desarrollo de actividades de formatización de instrumentos, por sobre la extracción de formas base y la reactivación de filos -esto además, porque solo un 8% de los desechos corresponden a microlascas-. Porcentajes similares observados entre desechos e instrumentos de una misma materia prima respaldan esta afirmación. Lo mismo ocurre en TCI-Est. 1 y 2.

Los resultados del análisis de procedencia de materias primas del conjunto lítico fueron presentados en otra publicación20. A los fines de este texto reiteraremos que la materia prima más representada en el sitio es la obsidiana (85%), seguida por las areniscas silicificadas (25%) y el basalto (10%). Las dos últimas de origen local y de alta accesibilidad, mientras que la primera según se determinó por Florescencia de rayos x, proviene de Tocomar y Zapaleri.

El conjunto arqueofaunísitico recuperado en TCI-Est. 3, donde éste fue estudiado en mayor profundidad (NISP 586 para el piso de ocupación), corresponde en un 53% a mamíferos que no pudieron ser identificados con mayor precisión; le sigue en orden de representación el grupo de los camélidos (37,09%). Un 5,34% son ungulados que por tamaño pueden ser asignables tanto a camélidos como a cérvidos andinos. Las aves aparecen representadas en un 0,56% (Anatidae indet.), mientras que los roedores lo hacen en un 0,28%. El análisis del conjunto de Camelidae evidenció la ausencia de varias partes esqueletarias, principalmente de la porción proximal del esqueleto axial: huesos del cráneo, atlas y axis, y otras vértebras como torácicas, sacras y caudales. Las unidades más representadas son los cuartos, costillas y escápula21.

Con relación a las actividades antrópicas de este conjunto, se observaron marcas de corte, lascas óseas y negativos de impacto sobre 20 especímenes. Al mismo tiempo se detectaron fracturas frescas sobre huesos largos de camélidos, artiodáctilos y mamíferos. Esto último daría cuenta de la realización de acciones tendientes a extraer la médula ósea de estos elementos. Por su lado, las marcas de corte, concentradas principalmente en el esqueleto axial, y la ausencia de ciertas partes esqueletarias nos sugieren el predominio de actividades de procesamiento secundario y consumo. Al respecto, se ha planteado previamente la presencia de todas las unidades del esqueleto en los basurales, a partir de lo cual inferimos que las piezas habrían entrado previamente procesadas en las unidades domésticas22. Las técnicas de procesamiento no incluirían la exposición de la carne al fuego, lo cual se desprende de la ausencia de huesos con evidencias de alteración térmica en este recinto.

Respecto de la cronología del sitio (Tabla 1), se contaba con el fechado previo, recientemente recalibrado en 408-556 AD (cal 1 sigma - CSIC 125) al que se agregaron tres nuevas dataciones. Un fechado del 636-801 AD (cal 1 sigma - LP-2038)- obtenido del área de combustión de TCI-Est 2, y otro del fogón de TCI-Est. 3 que arrojó una fecha de 775-964 AD (cal 1 sigma - LP-1779). Además se dató material óseo del entierro M, hallado por debajo del piso de ocupación, en 668-861 AD (cal 1 sigma - LP 2066).

Conociendo La Encrucijada II

Este sitio fue localizado como resultado de nuestras prospecciones en el área. Se emplaza sobre un conjunto de lomadas ubicadas en el cruce entre el río Las Cuevas y la Quebrada de Incahuasi. Ocupa una extensión superior a las siete hectáreas (Tabla 1), sin embargo las estructuras y los materiales en superficie se hallan de manera discontinua sobre el terreno, concentradas en ocho sectores (Figura 3a), dos de los cuales, sólo consisten en concentraciones superficiales de alfarería (Sectores F y G ubicados al norte de los anteriores).


Figura 3. a- Plano del sitio La Encrucijada II; b- Detalle del muro de la Est.5; Fragmentos incisos, grabados y pintados hallados en el sitio

Los sectores A y B están conformados por estructuras circulares de alrededor de 5 m de diámetro y muros levemente curvos, de paredes dobles semejantes a las descriptas para Tres Cruces I. En los sectores C, D y E se registran además, estructuras cuadrangulares junto a otros recintos de formas irregulares y muros aislados. El sector H, ubicado a poco más de 200 m hacia el oeste del B, se muestra como el más complejo, con recintos circulares y muros similares a los mencionados para los sectores A y B (Figura 3b), destacándose además, una estructura cuadrangular que posee tanto hacia su exterior como interior, otras estructuras de igual forma y menores dimensiones. Finalmente, distantes 100 m hacia el sudeste de este conjunto, en el Sector I, existen varias estructuras cuadrangulares construidas con grandes bloques graníticos asignables, por su arquitectura y conjuntos materiales, a los Desarrollos Regionales. Hacia el noreste de los sectores D y E, en el área de fondo de valle, se observó un sistema de acequias y cuadros de cultivo, aunque por el momento no se estableció su cronología y relación con el sitio.

Las recolecciones superficiales arrojaron fragmentos de alfarería asignable al Formativo, lo cual motivó la realización de excavaciones en el sitio23. Se excavaron en total cinco estructuras circulares: LEII-Est. 1, Est. 2, Est. 3, Est. 4 y Est. 5 (Figura 3a), de las cuales sólo la primera y la tercera arrojaron materiales culturales en estratigrafía. Sin embargo, en ambos casos son muy escasos como para permitir establecer la funcionalidad de estos recintos. Además, debido a la ausencia de material orgánico éstos no pudieron ser fechados, y su cronología se estimó a partir de la aparición de fragmentos cerámicos diagnósticos.

El material cerámico de superficie (n= 160) y de excavación (n=26) (Figura 3c) incluye fragmentos pintados del estilo Vaquerías y grabados San Francisco y Candelaria fase III, ambos de recolección superficial, junto con otros del tipo Pulido y Ordinario y Rojo Pintado. El conjunto lítico (n=60) por su parte, se conforma principalmente por desechos de talla. La materia prima lítica más representada es la obsidiana (43%), observada en puntas de proyectil y pequeñas lascas, seguida por el basalto (25%) presente como guijarros y puntas, la arenisca silicificada (25%) también registrada en puntas y desechos de talla de cuarzo (7%). Las puntas son de limbo triangular corto y largo, con pedúnculo y aletas entrantes, semejantes a las observadas en otros contextos formativos estudiados para el área.

Reparos naturales: Los Aleros de Tres Cruces

Estos sitios corresponden a las primeras ocupaciones en abrigos naturales documentadas para el período Formativo tardío en el Toro. Se trata de cuatro reparos que integran una formación geológica de areniscas, de sentido norte-sur, ubicada 3 m por encima de la vega de fondo de quebrada, y en donde se identificaron materiales en superficie y/o estratigrafía (Figura 4).


Figura 4. a- Aleros de Tres Cruces; b- Fragmentos Rojo Pintado y Negro Bruñido procedentes de ATC I

El sitio ya fue presentado anteriormente24 por lo cual nos referiremos al mismo de manera general.

ATC1 es el abrigo de mayores dimensiones y el que ofrece mejor reparo, posee 2,60 m de longitud, 1,40 m de profundidad y 1,76 m de altura, tomando como referencia el piso actual. Su excavación permitió constatar al menos dos eventos de ocupación. Uno más reciente, moderno, y otra ocupación más antigua, con abundante presencia de carbón y cenizas, material cerámico, lítico y óseo.  Una muestra de carbón asociada a ésta última arrojó el fechado que se detalla en la Tabla 1. Asociado a este evento, se encuentra una estructura semiabierta de unos 2 m x 0,7 m, de paredes dobles de piedra rellena con ripio, de 0,30 m de espesor, y que por sus características es atribuible a la ocupación inferior. Inmediatamente continuo a ATC I, se halla ATC II, que resultó arqueológicamente estéril. Seguido se encuentra ATC III, un pequeño reparo en la roca que fue cerrado mediante la construcción de una precaria estructura de piedra, donde se aprovecharon algunos grandes bloque in situ y que al igual que ATCI brindó material en estratigrafía. Finalmente ATC IV sólo arrojó algunas piezas líticas en superficie.

Los materiales líticos y cerámicos recuperados en el conjunto de aleros son técnica, morfológica y estilísticamente semejantes entre sí y con los documentados en Tres Cruces I. El conjunto cerámico corresponde a los tipos Pulido, Rojo Pintado, Negro Bruñido (Figura 4b) y ordinario. En lo que respecta al material lítico, se trata principalmente de desechos y en menor medida, puntas de proyectil y preformas de instrumentos. Por sus características, estas son, alto porcentaje de microlascas (75%), angulares o de aristas, delgadas, altamente fracturadas (44%), con talones puntiformes (53%) y escasa reserva de corteza, hemos inferido para ATC I y III, tareas de regularización y mantenimiento de instrumentos, principalmente puntas de proyectil triangulares de módulo pequeño. Es decir, actividades complementarias respecto de las inferidas para estructuras domésticas de Tres Cruces I.

Solo en ATC I se hallaron restos óseos de camélidos, algunos calcinados. Además, de dos piezas anatómicas humanas, una falange y un molar, que sólo la ampliación de la excavación permitirá determinar si se trató de un enterratorio.

Por debajo de la línea de cota donde se hallan los aleros, existe también un conjunto de cuadros de cultivo, de aproximadamente 200 m de longitud y 15 m de ancho, similares a los observados junto a Tres Cruces I. Su cronología se ha establecido como formativa en función de su proximidad al alero, y los materiales cerámicos de superficies grises pulidas o beige alisadas.

De senderos y conjuntos rupestres

Como resultado de las prospecciones realizadas también se localizaron varios sitios con arte rupestre, que por motivos de espacio describiremos someramente25. No se cuenta con fechados para estos sitios y hasta la fecha no se han documentado ocupaciones tempranas asociadas a los bloques grabados. No obstante, un análisis de los motivos, cánones de representación y temáticas ha permitido asignar parte de estos conjuntos al Formativo y en ciertos casos especificar su cronología más temprana o tardía dentro del período. Se trata de motivos felínicos y antropomorfos con atributos felínicos de La Damiana I y III, en la Quebrada de Incahuasi. Dichos motivos suelen asignarse a los Períodos Formativo y de Integración Regional26 o Formativo Superior según nuestra secuencia de desarrollo. El motivo felínico representado en La Damiana I (Figura 5a), de forma lateral pero con sus extremidades frontales, también ha sido mencionado por Meninato27 como del período. En La Damiana III además, se registran alineaciones de figuras humanas de tipo lineal con fauces, asociadas con otros motivos de tipo serpentiforme que conservan las fauces y las garras felinas (Figura 5b) y un diseño antropomorfo con fauces, portando objetos (Figura 5c y d), también presente en la Puna de Salta28.


Figura 5. a- Bloque 70 de La Damiana I con motivo felínico I; b- Bloque 5 de La Damiana III con motivos antropomorfos y serpentiformes con fauces; c y d- Bloque 10 de La Damiana III y detalle del motivo antropomorfo felinizado

En todos los casos los soportes utilizados son basaltos y esquistos dispersos naturalmente en el área y la técnica de ejecución el picado. Las caras seleccionadas, generalmente una sola, es la superior levemente oblicua o alguna lateral, por lo que los motivos son vistos transitando en forma paralela a los bloques. Además, la interconexión visual que existe entre bloques va marcando un recorrido que en términos generales es bastante lineal, muchas veces paralelo a los cursos de agua, y que señala corredores naturales de circulación, o áreas de concentración de recursos para el pastoreo de camélidos. Esta disposición, conjuntamente con la ausencia de sectores de asentamiento próximos y la representación mayoritaria de motivos de camélidos en los conjuntos, -con porcentajes que rondan el 60%-, nos han llevado a plantear que los grabados podrían haber cumplido funciones de señalización y la delimitación de territorios en el marco de circuitos de movilidad vinculados con prácticas pastoriles y posiblemente de caza29.

Discusión de la evidencia

Como quedó planteado en la Introducción, partimos de la premisa que estos paisajes, en tanto son resultado, y condicionante, de las relaciones que las personas entablan con otras personas y con su medio natural, requieren ser abordados en diferentes ámbitos -doméstico, funerario, productivo-, donde estas interacciones se ponen en juego en el contexto de distintas prácticas sociales. Que asimismo, estas últimas también implican diferentes escalas espaciales de acción. Nos interesa por otra parte, indagar sobre posibles transformaciones en estos paisajes sociales, situando y analizando la evidencia presentada respecto de lo documentado para momentos más tempranos del Formativo. Comenzaremos entonces encuadrando la discusión de la evidencia arqueológica en lo que llamamos escala local. En ella contemplaremos aspectos de los conjuntos artefactuales, la arquitectura y la organización espacial interna de los asentamientos, desde los que discutiremos ciertas prácticas y relaciones que tienen lugar a una escala de sitio; luego situaremos esta evidencia en el marco regional de la Quebrada del Toro, desde el cual buscaremos integrar esta información en términos cronológicos, formales y funcionales; finalmente destacaremos algunas interacciones documentadas a escala macrorregional (NOA y Norte de Chile).

La escala local

En lo que atañe a la arquitectura es destacable la homogeneidad en las técnicas y materias primas utilizadas en la construcción de cimientos de los sitios analizados. Aspecto que además, muestran una notable continuidad con lo observado en sitios más tempranos del área. Esta uniformidad también se registra en las dimensiones de las estructuras circulares, que continúan siendo el correlato arquitectónico de la vivienda durante el Formativo Superior. La organización del espacio hacia el interior de estos recintos también es muy semejante, con áreas destinadas para el descarte, el almacenamiento y la combustión, como se constató en Tres Cruces I y también son mencionadas para Cerro La Aguada30. Sobre las estructuras de almacenaje, éstas siguen asociadas a los espacios domésticos, se trate de vasijas o de cámaras subterráneas, al igual que ocurre en sitios más tempranos,31 no observándose recintos destinados exclusivamente para tal función.

Sin embargo, el porcentaje en que están presentes las diversas formas de planta es un aspecto que se modifica durante el Formativo Superior. Al respecto de esto, se registra un aumento de la planta cuadrangular que no está ausente en sitios más tempranos, pero sí se halla en menor proporción (Tabla 1). Este incremento parece responder a que ciertos espacios, por ejemplo aquellos destinados a la producción, pasan a definirse formalmente a partir de la arquitectura. Para el momento estudiado la arquitectura productiva se constituye como un objeto formal de los asentamientos, mediante la construcción de canchones y terrazas, en ocasiones acompañados de infraestructura para el riego. Estas estructuras agrícolas abarcan las mismas áreas utilizadas para tales fines en momentos tempranos, es decir cercanas a los fondos de quebrada, pero incluyen además los sectores bajos y medios de los piedemontes, como se registra en el sector norte de Tres Cruces I.

Este avance de los asentamientos sobre las áreas de piedemonte no está dado únicamente por las estructuras productivas agrícolas sino también por los recintos de vivienda, posiblemente con la finalidad de preservar los fondos de cuenca para actividades productivas. Este proceso parece haber sido gradual como lo indican los fechados de Tres Cruces I, donde las ocupaciones más antiguas se documentan en las áreas más bajas del sitio y las más tardías en las más alejadas del fondo de cuenca.

Por otra parte, no se observa en Tres Cruces I, una segregación espacial entre las áreas productivas y de residencia, como si sucede en Cerro la Aguada32, a excepción de los grandes cuadros de cultivo ubicados en los sectores de fondo de quebrada. Ambos espacios, productivos y domésticos, no parecerían responder a un patrón planificado, los cual se desprende de su trazado independiente y la ausencia de regularidad en las distancias entre estructuras. Esta segmentación de las áreas productivas y de las obras de regadío asociadas y la ausencia de morteros comunales, sino individuales hallados al interior de las unidades domésticas, al igual que las estructuras de almacenamiento, podría interpretarse como reflejo de una organización de la producción no necesariamente mayor a la escala doméstica.

En lo que respecta a los espacios de inhumación, la ausencia de estructuras de entierro en Cerro La Aguada, en contraposición a lo observado en sitios más tempranos como Cerro El Dique o Las Cuevas, sirvió de sustento para proponer33 que durante el Formativo Superior se inaugurarían espacios destinados para esa función, separados espacialmente de las áreas de residencia. No obstante, la información de TCI-Est. 3 indica, que para dicho momento continúa existiendo una fuerte vinculación entre las áreas domésticas y de inhumación, aunque el número de entierros por estructura es superior: al menos 16 eventos de inhumación en Tres Cruces I y 6 en Cerro El Dique, donde se observa el mayor índice para el Formativo Inferior34. La homogeneidad en la modalidad de inhumación en momentos tempranos, caracterizada por entierros primarios, casi siempre simples, en tumbas cilíndricas de pared de tierra natural y cerramientos de piedra, contrasta con la gran variabilidad en la morfología de las tumbas y una mayor complejidad en lo que respecta a la cantidad de individuos inhumados, la asociación de individuos de diferente sexo y rango etario del Formativo Superior.

La escala regional

Del análisis comparativo de la evidencia en una escala regional surgen importantes diferencias entre los sitios estudiados, que responden en parte, a su funcionalidad. Sobre esto, la información procedente de Tres Cruces I, Cerro La Aguada y La Encrucijada II permite definirlos como sitios aldeanos, vinculados con la residencia y la producción agrícola y posiblemente pastoril. Estas actividades están bien documentadas en los dos primeros sitios, donde como hemos mencionado, se han excavado varios recintos domésticos y existen evidencias de estructuras agrícolas. En La Encrucijada II a diferencia de los anteriores, la información es más reducida y gran parte de ella proviene de superficie. Pese a estas restricciones, creemos que la información arquitectónica y de emplazamiento del sitio respalda esta asignación funcional.

Ahora bien, al considerar los tres sitios aldeanos, Tres Cruces I, Cerro La Aguada y La Encrucijada II, también se aprecian importantes diferencias entre ellos en lo que se refiere al número de estructuras y densidad de ocupación, siendo marcadamente superiores en el primero de ellos (Tabla 1). Aunque posiblemente no todas las estructuras fueran ocupadas simultáneamente, incluso que algunas puedan ser posteriores35, la mayor complejidad del sitio es evidente. Elementos arquitectónicos como pasillo y calzadas, ausente en el Formativo Inferior, pueden también ser considerados como indicadores de una mayor complejización en la organización y uso de los espacios. Solo están presentes en Tres Cruces I, no así en los demás sitios más pequeños y posiblemente esto se deba a la mayor densidad de ocupación del sitio.

Esta densidad de ocupación por otra parte, pensamos no necesariamente implica un crecimiento demográfico a nivel regional, sino que también puede ser interpretada como resultado de procesos de concentración poblacional. Esto, porque no todos los sitios muestran este crecimiento. Además, una mirada sobre los fechados recalibrados indica que las dataciones más tempranas de Tres Cruces I son contemporáneas con la ocupación de sitios tempranos, que hacia la mitad del primer milenio son abandonados, mientras que en el primero se consolida la ocupación36. Las similitudes en la arquitectura, en los conjuntos artefactuales, por ejemplo la cerámica gris pulida y la morfología de las puntas de proyectil, y ciertas prácticas como los entierros en recintos domésticos, son indicadores de un proceso donde a pesar de las modificaciones mencionadas, subyacen importantes continuidades que respaldarían este proceso que sugerimos pudo haber tenido lugar37.

Distinto al de los sitios aldeanos es el caso de los Aleros de Tres Cruces I. Lo es por su arquitectura, la cual hace uso de un reparo natural, y por sus conjuntos materiales, que evidencian el predominio de actividades de mantenimiento y regularización de artefactos líticos bifaciales, lo cual posee un carácter complementario respecto de aquellas actividades de talla observadas en los contextos domésticos y de descarte excavados en Tres Cruces I.

Los fechados obtenidos para Tres Cruces I como para ATC I, indican que su ocupación fue contemporánea, al menos en momentos más tempranos del primero. Y esto confirma que la disposición enfrentada de sitios, vega por medio que fue propuesta por nosotros para momentos más tempranos del Formativo38, se mantiene durante épocas más tardías del período.

Volviendo nuevamente sobre el Formativo Inferior, hemos planteado para este momento un modelo de organización y explotación del espacio regional, con una cuota importante de movilidad, de al menos una parte de la población,  consecuencia de la dinámica inherente al pastoralismo. Modelo que integra funcionalmente sitios residenciales o aldeanos de ocupación permanente o semi-permanente, con otros vinculados a la explotación de recursos específicos, tales como talleres líticos y puestos de caza y pastoreo, rutas de movilidad, entre otros39.

Sitios como Aleros de Tres Cruces y los conjuntos rupestres de Incahuasi son indicio de que esta diversidad de sitios también está presente durante el Formativo Superior. Si bien no se tiene registro de puestos de pastoreo como los sugeridos para momentos previos al analizado, los conjuntos rupestres son señal de que estas sociedades, o mejor dicho ciertos grupos vinculados con la actividad pastoril, mantuvieron una gran movilidad asociada con esta y que los circuitos utilizados tuvieron una larga persistencia en tiempos prehispánicos, al menos desde el Formativo temprano hasta el Período Incaico40.

La escala macrorregional

También en la manera en que se articularon diferentes espacios en una escala más amplia se observan ciertas continuidades y discontinuidades entre lo que se definió como Período Formativo Inferior y Superior, aunque por el momento estamos lejos de poder explicar el significado de este entramado de relaciones, objetos y estilos. Como ya hemos mencionado, la alfarería asignable a la fase III de Candelaria de Selvas occidentales meridionales, presente en Tres Cruces I, La Encrucijada II y Cerro La Aguada41, fue tomada como un indicador cronológico del segundo momento. Esto significa un cambio importante en los ejes de interacción macrorregionales en contraposición a lo observado en épocas más tempranas, donde las alfarerías incisas o grabadas se vinculan con el Complejo San Francisco42, definido para Selvas occidentales septentrionales43. Las alfarerías tricolor, marcan la continuidad en las "relaciones" con Valle de Lerma, planteadas para momentos tempranos a partir de la alfarería Vaquerías44. Por otra parte, la presencia de cerámica con atributos propios de San Pedro de Atacama, Chile, ya verificada durante el Formativo Inferior, también se constata en el Superior.

Ejemplo de ellos son los fragmentos y piezas del tipo Negro San Pedro Pulido documentada en TCI-ESt. 3 o Rojo San Pedro Pulido del Alero Tres Cruces I. También lo son los fragmentos del estilo Coyo procedentes del sitio Pascha, poco estudiado, ubicado en la Quebrada de Incamayo45, en el sector meridional del Toro.

Las materias primas líticas son otro indicador de modificaciones en estas esferas de interacción macrorregionales. Al respecto, hemos discutido a partir de los resultados de análisis químicos de trazas cómo durante el Formativo Superior las fuentes de obsidiana que son identificadas para momentos más tempranos -Zapaleri, Tocomar y Ona-Las Cuevas y Laguna Cavi46- se restringen sólo a las dos primeras47.

Consideraciones finales

La evidencia hasta aquí presentada, si bien señala ciertas continuidades durante el período, también deja entrever importantes transformaciones en la forma en que las poblaciones estructuraron y gestionaron sus entornos a escala local, regional y macrorregional. Se observa por un lado, una tendencia a la concentración poblacional en sitios de gran magnitud, densidad de ocupación y complejidad interna, aunque esto ocurre de manera más pronunciada en Tres Cruces I, marcando así diferencias en estos aspectos entre sitios contemporáneos funcionalmente similares, situación no documentada en el Formativo Inferior.

En una escala espacial más acotada, es quizás en el ámbito funerario donde se observan mayores cambios durante el Formativo Superior. Como hemos señalado, existe en contraste a lo observado en momentos previos, una mayor variabilidad en las modalidades de entierro y las estructuras para tal fin. No así en los acompañamientos, compuestos en todos los casos por escasas piezas. Sobre lo anterior, la ausencia de otros registros comparables, nos limita en las inferencias que podamos realizar sobre aspectos de la organización social y política y más aún, sobre sus transformaciones.

También son evidentes modificaciones en los paisajes económicos. Los mismos resultan de un proceso de intensificación agrícola que transforma el entorno a partir de la construcción de obras de infraestructura agrícola, como acequias, represas o andenes, lo cual hace posible la incorporación de nuevos territorios al sistema productivo. No obstante, la segmentación de los espacios agrícolas, así como la ausencia de sectores de molienda o de almacenamientos comunitarios, nos sugeriría que para el período analizado se mantendría una organización doméstica de la producción agrícola.

Asimismo, una parte importante del registro, principalmente el arte rupestre, da cuenta de que durante el Formativo Superior, la estrategia económica continuó estando fuertemente vinculada al desarrollo de la actividad pastoril. Y que los paisajes aldeanos, al igual que ocurre en momentos tempranos, comprenden una diversidad de instalaciones funcionalmente diferentes y de espacios, que en algunos casos como pudimos constatar, están articulados mediante conjuntos rupestres. Esto, junto con otras persistencias observadas en la manera en que se organizaron los espacios productivos agrícolas, domésticos y funerarios, creemos, nos sugieren la continuidad de ciertas prácticas de reproducción social. Pero que pese a ello, durante el Formativo Superior se comienza a vislumbrar una nueva forma de relación entre las personas y con el medio. Que esta última obedece a formas diferentes de explotación de la tierra, que implican una mayor artificialización del entorno. También, que esta transformación es gradual y que es en los Desarrollos Regionales, cuando se consolida un nuevo modelo de paisaje. Es allí donde se verifica el surgimiento de grandes centros poblacionales, con marcadas jerarquías de sitios, desvinculados espacialmente de las áreas productivas; sitios de producción agrícola dependientes política y administrativamente de tales centros; y la implementación de un sistema de explotación asimilables al modelo de Control Vertical de Pisos ecológicos48.

Agradecimientos:

Estas investigaciones fueron financiadas por una beca Doctoral del CONICET y distintos subsidios de Jóvenes Tesistas e Investigadores de la UNLP. Mi agradecimiento a D. Gobbo por el diseño de las imágenes y. A Ma. Clara Rivolta por su invitación a participar de esta publicación. A las comunidades de Quebrada del Toro por dejarme formar parte de sus paisajes. Finalmente, a los evaluadores anónimos cuyas acertadas sugerencias mejoraron el manuscrito original.

Notas:

1. Cigliano et al.  "La aldea Formativa de Las Cuevas (Provincia de Salta)". Relaciones N.S. Vol. X: (1976);         [ Links ] Rodolfo Raffino "Las Sociedades Agrícolas del Período Tardío en la Quebrada del Toro y aledaños (Pcia. de Salta. Argentina)". Revista del Museo de La Plata. Nueva serie. Tomo VII. Antropología Nº45 (1972). y Poblaciones indígenas en Argentina. Urbanismo y proceso social precolombino (Buenos Aires: TEA, 1988).

2. Tim Ingold. The temporality of the landscape. World Archaeology 25 (2) (1993).

3. Pierre Bourdieu. Outline of a Theory of Practice. (Cambridge: Cambridge University Press, 1977). Felipe Criado B. "Límites y Posibilidades de la Arqueología del Paisaje". Spal 2: (1993).

4. Derek Gregory. Ideology, science and human geography. (London: Hutchinson, 1978). Edward Soja. Postmodern geographies. The reassertion of space in critical social theory (Londres: Verso, 1989).

5. Rodolfo Raffino "Las aldeas del Formativo inferior en la Quebrada del Toro, (Pcia. de Salta. Argentina)". Obra del Centenario del Museo de La Plata, II (1977).

6. Cigliano et al. 1976 op. cit.; Raffino ibidem

7. Cigliano et al. 1976 op. cit; Raffino ibidem

8. Que de ahora en adelante llamaremos Tres Cruces I, para diferenciarlo de otros sitios registrados recientemente en la localidad.

9. Raffino ibidem

10. Raffino 1972 op. cit.; 1988 op. cit.

11. Ma. Eugenia De Feo "Revisando Viejas cuestiones: Nuevas evidencias acerca de la cronología y organización del espacio en el sitio Tres Cruces (Qda. del Toro. Pcia. Salta)". Cuadernos de Jujuy 32 (2007).

12. Ma. Eugenia De Feo "Prácticas funerarias en el sitio formativo tardío Tres Cruces I, Quebrada del Toro, Salta, Argentina (Siglo V al X DC)". Relaciones 37 (1) (2012).

13. Raffino 1972 op. cit.

14. Ma. Eugenia De Feo "Análisis de los paisajes productivos formativos de la Quebrada del Toro a partir del uso de SIG". Cuadernos de Antropología N° 9 (2013).

15. Una descripción más detalla a cerca de los conjuntos alfareros se halla en Ma. Eugenia De Feo y Ma. Alejandra Bazzano "Análisis tecnomorfológico y estilístico de la alfarería del Formativo Superior del sitio Tres Cruces I (Quebrada del Toro, Salta)" (presentado en el XVIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina (2013).

16. Calandra com pers.

17. José María Escobar "El período agroalfarero temprano en el Valle de Lerma: el caso del sitio Silisque-Tilian 2 (Departamento de Chicoana, Provincia de Salta)" en Actas y Memorias del XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina (11° parte) (1996).

18. Carlos Munizaga "Tipos cerámicos del sitio Coyo en la Región de San Pedro de Atacama". Anales de la Universidad del Norte (1963).

19. Una descripción detallada de los conjuntos líticos se halla en Ma. Eugenia De Feo y Ma. Celina Álvarez Soncini. "Estudio tecnomorfológico y análisis de procedencia de obsidianas recuperadas en el sitio formativo Tres Cruces I (Quebrada del Toro, Pcia. de Salta, Argentina)" en La arqueometría en Argentina y Latinoamérica, editado por Bertolino, S., R. Cattaneo y A. Izetta, (2010).

20. De Feo y Álvarez Soncini ibidem.

21. Consultar tablas en De Feo "Organización y uso del espacio durante el Período Formativo en la Quebrada del Toro (Pcia. de Salta)" (Tesis Doctoral, FCNy M, UNLP. 2010): pag. 234.

22. Raffino et al. "Recursos alimentarios y economía en la Región de la Quebrada del Toro, Provincia de Salta, Argentina". Relaciones Vol. XI (1977).

23. Información más detallada sobre el sitio puede consultarse en De Feo 2010 op. cit.

24. Ma. Eugenia De Feo "Evidencias de ocupaciones formativas en el sitio Alero Tres Cruces I (Salta)" en Actas del VI Congreso Argentino de Americanistas, Tomo 2 (2009).

25. Consultar al respecto María Eugenia De Feo y Lorena Ferrauiolo "Grabados rupestres en el borde de Puna: sitio La Damián (Quebrada de Incahuasi, Salta)". La Zaranda de Ideas 3 (2007) y De Feo 2010 op. cit.

26. Alberto, R. González Arte precolombino de la Argentina. Una Introducción a su desarrollo cultural (Buenos Aires: Filmediaciones Valero, 1977); Daniel Olivera y María Mercedes Podestá "Los recursos del arte: Arte rupestre y sistemas de asentamiento- subsistencia formativos en la Puna meridional argentina". Arqueología 3 (1993); Carlos Aschero y María Alejandra Korstanje "Sobre Figuraciones humanas, producción y símbolos. Aspectos del arte rupestre argentino". Vol. XXV Aniversario del Museo Arqueológico "Dr. Eduardo Casanova", (Tilcara: Instituto Interdisciplinario Tilcara, 1996).

27. Meninato, Irene El arte rupestre de Tastil. Estudio reinterpretativo. (Tesis de Licenciatura, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, 2008): figura 35.

28. Hernán Muscio "Aproximación evolutiva a la complejidad y el orden social temprano a través del estudio de representaciones rupestres de la Quebrada de Matancillas (Puna argentina)". Estudios Atacameños N° 31 (2006: figura 7).

29. De Feo y Ferrauiolo 2007 op. cit. y De Feo 2010 op. cit.

30. De Feo 2010 op. cit.; Raffino 1972 op. cit y 1988 op. cit.

31. Raffino ibidem y 1977 op. cit.; Raffino et al. 1977 op. cit.

32. Raffino 1972 op. cit.

33. Raffino ibidem y 1988 op. cit.

34. Raffino 1977 op. cit.

35. La presencia en superficie de cerámica Negro sobre Rojo, aunque en muy baja proporción, es indicativa de la ocupación del sitio durante el Período Tardío.

36. Los fechados más tardíos del sitio Las Cuevas extiende su ocupación hasta el 350 - 527 AD (fechado 1695±30 AP, calibrado 1 sigma), el de Cerro El Dique 349 - 532 AD (fechado 1690±50 AP, calibrado 1 sigma) y Potrero Grande 263 - 527 AD (fechado 1710±50 AP, calibrado 1 sigma) (De Feo 2010).

37. Sobre esta continuidad debe recordarse por ejemplo, que los contextos alfareros recuperados en La Encrucijada II señalarían la ocupación del sitio durante el Formativo Inferior y Superior.

38. De Feo 2010 op. cit.

39. De Feo 2010 op. cit.

40. De Feo y Ferrauiolo 2007 op. cit donde se indica el uso de estos sitios desde, al menos el Formativo, hasta momentos actuales.

41. La presencia de esta cerámica en el área también la menciona para El Golgota Eric Boman Antiquités de la Región Andine de la Republique Argentine et du Désert d' Atacama. Volumen II (Paris, 1908).

42. Cigliano et al. 1976 op. cit.; De Feo 2010 op. cit.

43. Bernardo Dougherty "Análisis de la variación medioambiental en la subregión arqueológica de San Francisco (Región de las Selvas Occidentales- Subárea del Noroeste Argentino)". Etnía 20 (1974).

44. Cigliano et al. 1976 op. cit; Raffino 1977 op. cit.

45. Ana María Fernández "Nota Preliminar sobre dos sitios arqueológicos de la Qda. de Incamayo (Departamento Rosario de Lerma, Provincia de Salta)". Sapiens, 2 (1978).

46. Yacobaccio et al "Long-Distance Obsidian Traffic in Northwestern Argentina. En Geochemical Evidence for Long-Distance Exchange". Scientific Archaeology for the Third Millenium, editado por M. Glascock (Westport, Bergin & Garvey 2002); Ma. Celina Álvarez Soncini y Ma. Eugenia De Feo "Obsidianas en contextos tempranos de la Quebrada del Toro: Análisis tecno-morfológico e identificación de fuentes de aprovisionamiento en los sitios Las Cuevas I y V"  Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tomo I, (Mendoza 2010).

47. De Feo y Álvarez Soncini 2010 op. cit.

48. Eduardo Cigliano, y Rodolfo Raffino "Tastil, un modelo cultural de adaptación, funcionamiento y desarrollo de una sociedad urbana prehistórica". Relaciones Tomo VII (1973).

Bibliografía:

1. Cigliano et al.   "La aldea Formativa de Las Cuevas (Provincia de Salta)". Relaciones N.S. Vol. X: (1976);

2. Rodolfo Raffino "Las Sociedades Agrícolas del Período Tardío en la Quebrada del Toro y aledaños (Pcia. de Salta. Argentina)". Revista del Museo de La Plata. Nueva serie. Tomo VII. Antropología Nº45 (1972).         [ Links ]

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