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Revista Escuela de Historia

versión On-line ISSN 1669-9041

Rev. Esc. Hist. vol.15 no.1 Salta jul. 2016

 

ARTICULO ORIGINAL

Proyecciones cartográficas, competencia ultramarina y experiencia colonial en Terra Brasilis: el caso de Francia en el siglo XVI

(Cartographic projections, overseas rivalry and colonial experience in Terra Brasilis: France in the XVIth Century)

Carolina Martínez
Museo Etnográfico "Juan B. Ambrosetti", FFyL, UBA, Conicet, Freire 2182 2° 17, Ciudad de Buenos Aires (1428), cmartinez79@gmail.com


Resumen:

Una breve comparación entre los proyectos coloniales y la ocupación efectiva de las distintas potencias marítimas europeas en tierras americanas permite constatar que a lo largo de la modernidad temprana existieron discrepancias, muchas veces insalvables, entre los objetivos de un viaje y el acontecer del mismo. En el caso de Francia, por el hecho mismo de haber emprendido sus primeras exploraciones al Nuevo Mundo a la saga de España y Portugal, y en claro quebrantamiento de los límites establecidos por el Tratado de Tordesillas (1494), el acceso a un registro oficial en el que se manifestaran las intenciones de la corona en ultramar resulta en consecuencia complejo. Ahora bien, además de la documentación emitida por la corona también existieron registros de tipo cartográfico y documentos epistolares que permiten, al menos en el caso de la truncada experiencia de colonización francesa en Terra Brasilis (1555-1560), comprender la distancia existente entre las aspiraciones de Enrique II y sus límites efectivos en Bahía de Guanabara.
La naturaleza prospectiva de las proyecciones cartográficas realizadas por Guillaume Le Testu en su Cosmographie Universelle (1555-1556) pone de manifiesto, por un lado, el estrecho vínculo que existió entre la representación gráfica del mundo por conocer y las ambiciones coloniales de una Europa en expansión. Por el otro, la correspondencia entre el Vicealmirante Nicolás Durand de Villegagnon y sus promotores en Francia da cuenta de las desavenencias político-religiosas y económicas que afrontó la colonia desde su fundación. Es a partir del análisis de estas fuentes que el presente artículo indagará en el intento de consolidación y posterior crisis de una Francia Antártica.

Palabras clave: Francia; Siglo XVI; Brasil; Expansión ultramarina; Nicolas Durand de Villegagnon

Abstract:

A brief comparison between the effective occupation of European maritime powers in America and their colonial projects shows that throughout the early modern Age there existed differences, at times insurmontable, between the objectives of a voyage and its actual outcome. In the case of France, having begun its first voyages of exploration after the Spanish and Portuguese crowns and in clear violation of the limits established by the Tordesillas Treaty (1494), accessing official registries revealing the Crown’s intentions is a matter of certain complexity. However, apart from the documentation issued by the French Crown there is also cartographic and epistolary evidence to allow us understand, at least in the case of its unfortunate experience in Terra Brasilis (1555-1560), the distance that existed between the ambitions of Henry II and the actual limits the colony faced in Bahía de Guanabara.
The prospective nature of the maps drawn by Guillaume Le Testu in his Cosmographie Universelle (1555-1556) evidences, on the one hand, the strong bond between the graphic representation of a world still unknown and the colonial ambitions of European powers. On the other hand, the correspondence between Viceadmiral Nicolas Durand de Villegagnon and his promotors in France shows how religious and economic disputes affected the colony from the moment it was founded. The analysis of these sources will thus contribute to understand the original aspirations and final outcome of the colony established in what would be known as France Antarctique.

Keywords: France; Brazil; XVIth Century; Overseas Expansion; Nicolas Durand de Villegagnon


"Lo desconocido es una abstracción; lo conocido, un desierto; pero lo conocido a medias, lo vislumbrado, es el lugar perfecto para hacer ondular deseo y alucinación"
El entenado, Juan José Saer

El presente artículo tiene por objetivo evaluar las tensiones existentes entre una experiencia concreta de colonización, tal como la fundación de la Francia Antártica a mediados del siglo XVI, y las expectativas sobre las cuales dicha empresa estableció sus objetivos. Para ello, han sido tomados en cuenta tanto los registros de expediciones promovidas "por orden del rey" como el imaginario sobre Terra Brasilis plasmado en los mapas y relatos del período en cuestión. En el caso de la corona francesa, su percepción de aquellas tierras se vio particularmente enriquecida con la Cosmographie Universelle que en 1556 el "piloto de la mar del poniente", Guillaume Le Testu, obsequiara al Almirante de Francia, Gaspard de Coligny. En cuanto a los obstáculos enfrentados por el proyecto colonizador francés en Bahía de Guanabara, resulta necesario tomar en cuenta tanto la correspondencia mantenida por sus protagonistas como los relatos de viaje y panfletos publicados en Francia tras disolverse la colonia en 1560 y en el marco del conflicto religioso que estalló entonces.

Políticas secretas para el control de territorio

Fueron en total tres las experiencias de colonización francesa en América a lo largo del siglo XVI. Por diversas razones, ninguno de los asentamientos fundados en aquellas instancias logró permanecer en pie por un período prolongado. Bajo el auspicio del rey Francisco I y la dirección de Jean-François Roberval, las expediciones por las márgenes del río San Lorenzo realizadas por Jacques Cartier (1534-1542) dieron origen, en primer lugar, al asentamiento de la Nouvelle France Laurentienne (1541-1543). Las condiciones climáticas adversas y el asedio de los iroqueses, sin embargo, terminaron rápidamente con la primera colonia francesa en América. Entre 1555 y 1560 tuvo lugar el segundo intento de colonización francés en tierras americanas: la fundación de la Francia Antártica en Bahía de Guanabara, futuro emplazamiento de la ciudad portuguesa de Río de Janeiro.1 A pesar de haber sido finalmente atacada por las tropas de Mem de Sá, gobernador general de Brasil, es probable que los conflictos de orden religioso que enfrentó la colonia también hayan  contribuido a su escasa estabilidad. En cuanto al último intento francés realizado en el silgo XVI, aquel de los hugonotes establecidos en la Península de Florida entre 1562 y 1565, fue la intromisión francesa en un área estratégica para el tráfico comercial español la que terminó en la masacre de los colonos establecidos en Fort Caroline por parte del adelantado español Pedro Menéndez de Avilés.

En todos los casos mencionados, aun con el patrocinio de Francisco I, Enrique II o Carlos IX, Francia aparecía como una potencia advenediza en relación con el control efectivo que España y Portugal habían logrado establecer en territorio americano en las décadas precedentes.2 En términos jurídicos, tanto la bula Inter caetera II (1493) como el Tratado de Tordesillas (1494) habían otorgado a los reinos ibéricos la primacía en la carrera transoceánica, al dividir entre ambos las tierras descubiertas y por descubrir. Promulgada en beneficio de los reyes de Castilla y Aragón por el papa Alejandro VI, en mayo de 1493 la bula Inter Caetera II confirmaba la posición de los portugueses en África al tiempo que otorgaba a los españoles concesiones que no superaban aquello ya concedido a los portugueses. El meridiano, que se extendía "cien leguas hacia el occidente y mediodía de las islas más occidentales" (Azores y Cabo Verde), delimitó a partir de entonces los dominios ultramarinos de Castilla (al oeste de la línea demarcatoria) y aquellos de Portugal (hacia el este).3 La medida fue refrendada por el Tratado de Tordesillas al año siguiente, aunque por cuestiones de precisión geográfica e intereses políticos encontrados resultaran aún difusas las áreas de influencia españolas y portuguesas en Lejano Oriente.4

Ahora bien, en el transcurso del siglo XVI el arbitraje papal de las primeras décadas de descubrimiento fue cuestionado por las últimas monarquías en participar de la carrera ultramarina. Esto llevó a su sustitución por un criterio de posesión basado en la ocupación efectiva y permanente del territorio reclamado como propio. Acatasen un criterio de posesión u otro, Francia e Inglaterra quedaron, sin embargo, a la saga de las monarquías ibéricas, debiendo adaptar sus políticas expansionistas a sus posibilidades de ocupación concretas,5 por un lado, y mantener en el más riguroso secreto sus proyectos coloniales, por el otro. En términos de John Elliott,

"en la medida en que las rivalidades europeas eran trasladadas al mundo no-europeo, y otros gobernantes europeos, empezando por Francisco I, se negaban a reconocer la validez del arbitraje papal de las tierras recientemente descubiertas en favor de los monarcas ibéricos, se llegó gradualmente a la convención de que el derecho a la posesión exclusiva debía estar basado en el establecimiento permanente. De tal forma, la captura y ocupación de territorio se convirtió en un sine qua non de la actividad ultramarina llevada a cabo por las sociedades europeas..."6

En relación con este último punto, debe señalarse que el carácter secreto de las instrucciones reales resultó una constante hasta fines del siglo XVIII. Pues si bien el contenido de las mismas fue cambiando en los tres siglos que siguieron a los primeros viajes de navegación oceánica,7en toda instrucción u ordenanza firmada por el rey o su representante más próximo debían indicarse los medios materiales, el operador y la naturaleza de la empresa marítima a llevarse a cabo sin necesariamente revelar su destinación exacta.

En lo que refiere al proyecto de implantación colonial francés en Terra Brasilis (1555-1560), el "Registro de expediciones hechas por orden del rey"8 que realizara su secretario privado entre enero de 1551 y agosto de 1555 aporta algunos indicios respecto de los intereses de Enrique II en ultramar y su consecuente voluntad de financiar tales empresas. En principio, en el mes de marzo de 15549 el rey había ordenado a la Cámara de Cuentas se entregara al Vicealmirante de Bretaña, Nicolas Durand de Villegagnon, la suma de diez mil libras para "cierta empresa que no queremos que sea aquí especificada ni declarada".10 Según lo establece el mencionado registro, su destinatario (Villegagnon) tampoco estaba en la obligación de rendir cuentas de los gastos realizados siempre que se tratase de insumos destinados a dicha empresa.11

Por su parte, André Thevet, quien participó de la expedición en calidad de capellán y devino cosmógrafo real poco tiempo después, señala haber sido designado por el propio Villegagnon para integrar dicha empresa en virtud de su experiencia como viajero y la reciente publicación de su Cosmographie de Levant (1554). En el capítulo introductorio de su Singularitéz de la France Antarctique (1557), Thevet explica que es Villegagnon, caballero de la orden de Malta quien, por orden del rey, tiene a su cargo la empresa colonial:

"Entonces, la principal causa de nuestra navegación a las Indias Américas, es que el Señor Villegagnon, Caballero de Malta, hombre generoso y muy capaz tanto en la marina como en otras honestidades posibles, habiendo con mucha deliberación recibido la orden del Rey, por haber sido suficientemente informado de mi viaje al país de Levante y del ejercicio que yo podía hacer a la marina, me solicitó inmediatamente, esto es, bajo la autoridad del Rey su señoría y Príncipe (al cual debo todo el honor y obediencia), expresamente ordenó que lo asistiera en la ejecución de su empresa".12

En el mes de julio de 1555 zarpaba rumbo a América la flota de Villegagnon. Pese a algunas desavenencias, la misma llegaría a la Bahía de Guanabara, Brasil, en el mes de noviembre de aquel mismo año.13 Más allá de las intenciones secretas de la corona, en lo que respecta al objetivo final del viaje debe señalarse que dentro del contingente de los 600 hombres reclutados, parecían estar cubiertos los principales oficios para establecer un asentamiento permanente. Desde el puerto de Le Havre habían partido masones, carpinteros, ebanistas, barberos, labradores, viticultores, curtidores, zapateros, cardadores, pañeros, boneteros y sombrereros entre otros hombres de oficio.14Asimismo, es posible complementar la documentación oficial disponible con registros cartográficos y epistolares producidos en los años previos y durante la implantación de la colonia. El análisis de los mismos se presenta en esta instancia como otro medio para comprender las motivaciones iniciales de la corona así como la distancia existente entre las aspiraciones de Enrique II y sus límites efectivos en Bahía de Guanabara.

Prospecciones cartográficas. Tierra de papagayos, caníbales y palo brasil

Desde la llegada de Pedro Álvares Cabral a la costa noreste de Brasil a fines del siglo XV, las noticias plasmadas en crónicas, relatos y mapas alimentaron las expectativas sobre los beneficios posibles que aquella tierra podía ofrecer a quienes la ocuparan o entraran en trato con sus habitantes.15 En gran medida, la difusión de tales informaciones estuvo a cargo de los primeros compiladores, quienes se encargaron de reunir (y traducir) los relatos de viaje necesarios para presentar al público lector una visión completa (aunque variada) de los nuevos territorios descubiertos. A partir de 1507, Francanzio da Montalboddo lanzó su Paesi novamente ritrovati et Novo Mondo. El último de los seis tomos en los que estaba dividida esta compilación ofrecía diversas relaciones portuguesas sobre el Brasil, entre otras novedades sobre el Nuevo Mundo. También se destaca el Novus Orbis Regionum publicado en Basilea en 1532, que dentro de sus quinientas páginas asignaba un lugar preponderante a los viajes de Alvise de Cadamosto, Pedro Alvares Cabral y Américo Vespucio.16

Ahora bien, debido a que muchas de las crónicas e historias portuguesas permanecieron inéditas por orden real,17 gran parte de las informaciones sobre Brasil disponibles al "gran público" provinieron de viajeros europeos al servicio de otras coronas o de sus propios intereses personales que, víctimas del cautiverio o como integrantes de expediciones secretas, recorrieron tales parajes. Entre los relatos publicados a raíz de tales experiencias de viaje y de exploración en Brasil se destacan la Verdadera historia y descripción de un país de salvajes desnudos, feroces y caníbales, situado en el Nuevo Mundo, América (1557) de Hans Staden, incluida por Teodoro De Bry en el tercer volumen de su Americae o India Occidentalis (1593); The Admirable Adventures and Strange Fortunes of Master Anthony Knivet, relato sobre las desventuras del viajero inglés Anthony Knivet que fuera publicado en forma abreviada en la compilación del clérigo inglés Samuel Purchas (Purchas his Pilgrimes, 1613);  y las mencionadas Singularitéz de la France Antarctique (1557) del benedictino André Thevet. En cuanto a las impresiones de Brasil plasmadas en las obras mencionadas, debe señalarse que más allá de las variaciones de cada historia en particular, todos los relatos de este tipo hicieron especial hincapié en la riqueza potencial de la región, en la diferencia en el trato dado a portugueses y otros extranjeros por parte de las poblaciones locales y en las prácticas antropofágicas realizadas por estas últimas.  

En términos comerciales, sobresale principalmente la augurada existencia de metales preciosos, tales como el oro y la plata, y del palo brasil, madera dura cuyos taninos eran utilizados por la floreciente industria pañera en Europa, y en la ciudad de Ruán en particular.18 En relación con las expectativas en torno a la abundancia de recursos naturales de la región, conviene retomar una obra ya clásica de Sérgio Buarque de Holanda, en la que el historiador brasileño hacía especial hincapié en la visión paradisíaca que en la modernidad temprana se tuvo del continente americano, y de Brasil en particular. En este universo de representación, la existencia anhelada de "peças e pedras" (piezas de oro y plata y piedras preciosas) jugó un papel crucial en las primeras exploraciones auríferas y argentíferas tierra adentro.19 En principio, Sabarabuçu o "sierra resplandeciente" fue el nombre con el que los portugueses aludieron a las montañas de oro que en 1550 los indígenas del sertón habían afirmado existían en la región.20 También se hablaba de una sierra de plata en el interior del continente, acaso el cerro de Potosí al que intentó llegar el viajero inglés Anthony Knivet en una de las "bandeiras" organizadas por los portugueses durante su cautiverio en Brasil.21 En cuanto a las expectativas respecto de los minerales que podían hallarse en Terra Brasilis, Vapabuçu concluía la trilogía de representaciones portuguesas, al presentarse ante los aventureros como una laguna resplandeciente de aguas doradas a la que debía llegarse.

Los franceses se hicieron eco, muy pronto, de las representaciones portuguesas sobre Brasil respecto del hallazgo de piedras y minerales preciosos. En una carta enviada por Nicolas Barré desde la Bahía de Guanabara en febrero de 1556, el secretario de Villegagnon estimaba se hallarían metales preciosos en las inmediaciones próximamente: "Pienso que encontraremos aquí algunos metales, pues los portugueses encontraron oro, plata y cobre cincuenta leguas más abajo y cincuenta leguas río arriba".22 Asimismo, en una carta al duque de Guisa escrita en 1557 desde la Francia Antártica por el propio Villegagnon, el Vicealmirante admite haber enviado una expedición de reconocimiento hasta el grado treinta y seis de latitud sur con el objetivo de obtener los metales que, según ha escuchado, allí procuran los españoles: "Mandé un navío en buen orden costear todo nuestro país hasta los treinta y seis grados próximos a nuestro polo, donde tengo noticia de que los castellanos vienen por tierra desde Perú a procurar metales".23

En cuanto al palo brasil, su importancia mereció la atención de los cartógrafos portugueses Pedro y Jorge Reinel quienes, en colaboración con Lopo Homem, incluyeron una representación detallada de estas tierras en la carta atlántica que elaboraron hacia 1519.24 Además de ilustrar las actividades de tala y recolección de esta madera por parte de los indígenas, en un recuadro inserto en el margen superior derecho del mapa, entre otros beneficios proporcionados por aquella tierra, apuntaban: "Es allí donde crece en gran cantidad el árbol llamado brasil, que es utilizado para teñir las telas de púrpura".25 Aunque algunas décadas después, la importancia del palo brasil para el comercio francés en la región también contaría con su propia expresión cartográfica: en 1556 la imagen elaborada por Reinel y Homen sería retomada, adaptada y asignada a la Terra Brasilis representada en la Cosmographie Universelle de Guillaume Le Testu.26


Recolección del palo brasil. Detalle de Terra Brasilis en Lopo Homem, Atlas naútico del mundo (también llamado Atlas Miller), 1519, pp. 2-5

        


Recolección del palo brasil, detalle. Folio XLV verso en Guillaume Le Testu, Cosmographie Universelle. Selon les navigateurs tant anciens que modernes par Guillaume Le Testu pillotte en la mer du Ponent, de la ville françoyse de Grace, 1556. Fuente: Biblioteca Nacional de Francia (http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b8447838j/f98.item.r=le%20testu)

En efecto, en el verso del folio XLV de la cosmografía que Le Testu obsequiara al Almirante de Francia Gaspard de Coligny, el "piloto de la mar del Poniente" incluyó un mapa de Brasil en el que se encontraba representado el comercio del palo brasil así como las aves y animales exóticos descriptos en relatos de viaje anteriores.27 Sobre la existencia de metales preciosos, el piloto normando indica en el texto que precede al mapa que la región del Río de la Plata, al sur de la tierra de Brasil, es "una región muy rica en plata". Es probable que Le Testu haya viajado a Brasil en 1552 junto con André Thevet y Nicolas Barré, aunque a excepción de las informaciones provistas por el propio Thevet en un manuscrito relatando la Histoire d’André Thevet, angoumoisin, cosmographe du roy, de deux voyages par lui faicts aux indes australes et occidentales, etc. y escrito en su vejez, no existen registros disponibles para confirmar una expedición ordenada por la corona francesa previa al viaje de Villegagnon en 1555.28

Haya viajado o no, lo cierto es que de las 56 planchas in-folio manuscritas que componen el único ejemplar realizado de la cosmografía, 16 planchas están dedicadas a América.29 Esto evidencia, en principio, los esfuerzos de la geografía moderna por asimilar en términos narrativos y visuales los territorios recientemente descubiertos. En definitiva, la primera aparición de América en términos cartográficos había sido obra de Martin Waldsemüller y la imprenta de Saint-Dié en 1507.30 Las sucesivas imágenes cartográficas que se realizaron de esta Pars Quarta combinaron entonces los conocimientos adquiridos a partir de los relatos de viajes recientemente realizados a aquellas tierras con técnicas relativas a la confección de portulanos, que en el caso de América permitieron representar sus costas con precisión y solamente esbozar con escasos detalles su interior aún inexplorado.

La confección de una obra de esta naturaleza en Francia incita a reflexionar, sin duda, en torno al flujo de informaciones y personas que operó desde la península ibérica, epicentro de la expansión transoceánica en la primera mitad del siglo XVI, a aquellos países cuya participación en la carrera ultramarina fue posterior. De tal forma, la "escuela" o taller de Dieppe, de la que Le Testu fue uno de sus máximos representantes,31 debe mucho a la cartografía  portuguesa y a su arte en la elaboración de mapas que, siguiendo el estilo de los portulanos mediterráneos y a diferencia del más austero estilo español, fueron ricos en imágenes.32

Por otra parte, la obra de Le Testu también brindaba a la Francia de Enrique II un motivo para la acción en ultramar pues, además de obsequiar a Coligny 12 planchas in-folio en la que presentaba "que par imagination" (Le Testu, 1556: Fol. XXIV) a la Tierra Austral incógnita, Le Testu adornó la plancha dedicada a Terra Brasilis con llamativas banderas representando el escudo de armas de la familia Valois y a los reinos de Francia y Portugal.


Detalle de Terra Brasilis, folio XLIV verso de Guillaume Le Testu, Cosmographie Universelle. Selon les navigateurs tant anciens que modernes par Guillaume Le Testu pillotte en la mer du Ponent, de la ville françoyse de Grace, 1556. Fuente: Biblioteca Nacional de Francia (http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b8447838j/f96.item.r=le%20testu)

 

Una vez más, al compararse esta representación de Terra Brasilis con la realizada por Lopo Homem en su Atlas naútico del mundo (o Atlas Miller) de 1519, llama la atención el parecido de las técnicas utilizadas, la distribución de las actividades representadas en ambos mapas y la elección de la flora y fauna representadas. La gran diferencia entre una y otra imagen cartográfica es, sin embargo, la presencia de las mencionadas banderas en la representación de Le Testu. En una cosmografía destinada al uso exclusivo de las autoridades a cargo de futuras empresas de colonización y sin ninguna intención propagandística (puesto que de esta cosmografía se realizó una única copia conservada actualmente en la Biblioteca Nacional de Francia), la presencia de la flor de lis en territorio americano no puede más que expresar una voluntad política por parte de un súbdito de la familia Valois. En este sentido, conviene resaltar que en la modernidad temprana el mapa devino un instrumento político, diplomático y militar de primera necesidad frente a la ampliación del espacio terrestre conocido.33 Al respecto, J. B. Harley ha resaltado el carácter discursivo de los mapas que, en aquel período sobre todo, expresaron intenciones políticas vinculadas al mantenimiento y a la conquista de poder.34 Por su parte, Frank Lestringant, quien ha trabajado sobre el caso francés en profundidad, ha destacado el estrecho vínculo entre el arte de la cartografía y la política expansionista de la corona: "al permitir ver, el mapa permite poseer".35

En el caso de la Cosmographie Universelle (1556), su naturaleza prospectiva busca anticipar el itinerario de la potencia advenediza que, si bien no poseía las tierras al momento de elaborarse el documento, podía llegar a hacerlo de vencer al control portugués sobre el área.36 Las expectativas plasmadas en la cosmografía parecieran refrendarse, a su vez, con los propios objetivos de la experiencia de colonización francesa en Brasil pues, tal como ha señalado Frank Lestringant, "el propio concepto de ‘Francia Antártica’, que para Thevet abarca toda el área brasileña hasta los Andes, representa en fecha precoz y desde la publicación de sus Singularitez en 1557, una audaz ficción prospectiva".37

Las instrucciones del rey a un océano de distancia. Devenir de la Francia Antártica

El asentamiento francés en Bahía de Guanabara fue devastado por las tropas de Mem de Sâ en marzo de 1560. Cinco años después de su fundación, en 1555, quedaba poco, sin embargo, del original impulso que había dado curso a la empresa. Esto se debió en gran medida a los conflictos religiosos que, al igual que sucedía por entonces en Francia, provocaron hacia 1557 divisiones entre los colonos y la determinación por parte de Villegagnon de expulsar a tierra firme a un grupo de hugonotes arribado al asentamiento aquel mismo año.38 Dicho contingente, experto en distintas artes y oficios, había sido enviado por Calvino a instancias del propio Vicealmirante, aunque actualmente solamente existe el registro de la carta en la que Villegagnon agradece el envío de los catorce hombres realizado por el primero.39 Poco después de su llegada, sin embargo, comenzaron las disputas en torno a la forma de concebir el sacramento de la eucaristía y demás cuestiones objeto de discrepancia entre católicos y reformados por entonces en Europa.40 A ello debe agregarse el estricto orden impartido por Villegagnon a los habitantes de la colonia, en su mayoría hombres, sujetos a severos castigos de encontrárselos en trato con las mujeres tupíes, y los problemas vinculados a la ubicación del asentamiento desde su fundación.

En efecto, en términos geo-estratégicos la elección de una isla como base de operaciones dificultó desde el comienzo toda posibilidad de asentamiento y posterior expansión de la colonia en el área continental. A su vez, la inexistencia de agua potable en las inmediaciones redobló la dependencia que los colonos tenían de las poblaciones locales para el aprovisionamiento de comida y agua. Fue así como la teórica "amistad" de la que gozaban los franceses respecto de los portugueses, enemigos naturales de los tupinamba, se tradujo rápidamente en una manifiesta hostilidad producto del trato abusivo de Villegagnon hacia las poblaciones locales y los excesivos pedidos de la colonia. Existieron además lo que podrían denominarse problemas estructurales del asentamiento en Francia Antártica. De todos ellos, merecen ser destacadas las precarias alianzas con los pueblos indígenas de la costa, el carácter marginal de la colonia en relación con el control portugués en el área, la prevalencia de una economía de trata por sobre el cultivo del suelo y el escaso flujo de colonos una vez fundado el asentamiento.41 

Ahora bien, la efímera experiencia de Francia en Terra Brasilis se tradujo, paradójicamente, en un conjunto de relatos de viaje y libelos cuyo contenido debe comprenderse como producto del período más radical de las guerras de religión acaecidas en Francia tras la Masacre de San Bartolomé en 1572. Por un lado, los relatos de André Thevet y Jean de Léry presentaron al lector visiones diametralmente opuestas del accionar de Villegagnon y eventual fracaso de la colonia pues, mientras el primero elogiaba en su Cosmografía Universal (1575) la figura del Caballero de Malta, quien lo había hecho partícipe de la truncada empresa de colonización, el segundo había sido expulsado del fuerte junto a la comitiva de hugonotes enviada por Calvino.

En lo que atañe a los libelos difamatorios de la figura de Villegagnon publicados por editores protestantes tales como Jean Crespin,42 el historiador francés Michel de Certeau ha dividido la producción en dos períodos: el primero, entre 1557 y 1558, que reivindica la figura de Villegagnon y las aspiraciones de fundar una colonia en Brasil;43 y una segunda etapa, a partir de 1561 (i.e. a partir de la derrota francesa en manos de los portugueses), donde el Vicealmirante es acusado por los hugonotes del fracaso en Guanabara. De la producción en este segundo período sobresale: Response aux Lettres de Nicolas Durant, dict le Chevallier de Villegaignon addressées à la Reyne mere du Roy. Ensemble de la confutation d’une hérésie mise en avant par le dit Villegaignon contre la souveraine puissance et authorité des rois (c. 1561), y Response aux libelles d’injures publiés contre le chevalier de Villegagnon (1561).44   

En esta instancia, sin embargo, interesa reflexionar sobre el hiato entre las expectativas de la corona y la experiencia colonial propiamente dicha. Al respecto, el truncado proyecto de una Francia Antártica pareciera confirmar una constante en lo que refiere a toda experiencia de colonización ultramarina en términos generales: sin duda, existe siempre una distancia insalvable entre los objetivos de un viaje y su eventual sustanciación. Es probable que en la modernidad temprana el desconocimiento de una sustantiva parte del mundo acrecentara aún más aquella diferencia, pues toda empresa ultramarina debió planificarse a partir de mapas, cosmografías y relatos de viaje inspirados en los intereses, ambiciones y expectativas de sus autores y lectores pero no necesariamente en un conocimiento fehaciente de la eventual área de ocupación. Asimismo, en el transcurso del siglo XVI, el fracaso o éxito de toda empresa transoceánica también dependió de la competencia entre las distintas potencias europeas por establecer plazas fuertes en ultramar. En el caso particular de Francia, este último aspecto fue tan determinante como la correlación de fuerzas entre europeos y no europeos en contextos frecuentemente adversos para los primeros.

 

Notas:

1. La colonia fue "bautizada" con el nombre de Francia Antártica por André Thevet, quien acuñara el término tras la publicación de sus Singularitéz de la France Antarctique en 1557. En este relato de viaje, el capuchino, que había regresado a Francia pocos meses después de su llegada a Brasil en noviembre de 1555, narraba aquello que había observado sobre la geografía y las costumbres de las poblaciones tupi-guaraníes de la zona.

2. La posición desventajosa de Francia en la carrera ultramarina y sus fracasos en términos coloniales (al menos hasta el siglo XIX), han sido señalados por J. H. Elliott y explicados a partir del prolongado conflicto religioso en el que esta potencia se vio envuelta. Véase John H. Elliott, Spain, Europe and the Wider World, 1500-1800 (New Haven: Yale University Press, 2009), 116-7.

3. David Abulafia, El descubrimiento de la humanidad. Encuentros atlánticos en la era de Colón (Barcelona: Crítica, 2009), 230-3.

4. Numa Broc, La géographie de la Renaissance (París: Éditions du CTHS, 1986), 45.

5. Frank Lestringant destaca la creciente audacia de la política exterior francesa desde el reinado de Francisco I a aquel de Carlos IX, pues si en tiempos de Francisco I la estrategia de ocupación fue periférica en relación con los centros neurálgicos del imperio español en América, durante los reinados de Enrique II y Carlos IX, Francia compitió abiertamente con Portugal y España por sus posesiones en Brasil y Florida respectivamente. Véase Frank Lestringant, Le huguenot et le sauvage (Ginebra: Droz, 2004), 41. Por su parte, en un estudio ya clásico sobre la figura de Villegagnon y su desempeño en América, Arthur Heulhard analiza las tensiones entre Francia y Portugal respecto de sus dominios coloniales en tiempos de Enrique II. Véase Arthur Heulhard, Villegagnon, Roi d’Amérique. Un homme de mer au XVIe siècle (1510-1572) (París: E. Leroux, 1897), 90.

6. John H. Elliott, Spain, Europe and the Wider World, 1500-1800 (New Haven: Yale University Press, 2009), 116.

7. Ciertamente, los intereses expresados por las sociedades científicas y academias que patrocinaron los viajes científicos de fines del siglo XVIII poco tenían que ver, al menos en apariencia, con las ambiciones comerciales y territoriales detrás de las primeras expediciones de exploración y descubrimiento en el siglo XVI. Al respecto, véase Philippe Despoix, Le monde mesuré. Dispositifs de l’exploration à l’âge des Lumières (Ginebra: Droz, 2005), 82.

8. El título original del registro es "Registre d’expedicions faictes par le commandement du roy, par moy, Cosme Clausse, Sr de Marchaumont, secretaire des finances, pour l’année commancée le premier jour de janvier mil VC cinquante (1551 n. s.) et finissant en decembre MVC cinquante ung ». [Poursuivi jusqu’à la fin de juillet 1555, ce registre se termine par un extrait du rôle du 20 août 1555. Au feuillet A se lit la signature de « Clausse », ainsi qu’à la page 492.] El mismo se encuentra actualmente en la sección "Manuscritos" de la Biblioteca Nacional de Francia (Ms fr. 5128). El folio citado es el 457 r.

9. Existe cierta discrepancia con el año en que fue registrado el pedido del rey. Mientras Frank Lestringant indica que se trata de un registro realizado el 26 de marzo de 1555, en el documento manuscrito constan la misma fecha y mes del año 1554.

10. Cosme Clausse, « Registre d’expeditions faictes par le commandement du roy, par moy, Cosme Clausse, Sr de Marchaumont, secretaire de ses finances, pour l’année commancée le premier jour de janvier mil VC cinquante (1551 n. s.) et finissant en decembre MVC cinquante ung », Biblioteca Nacional de Francia, Ms fr. 5182, folio 457 r.

11. La transcripción completa del folio 457 r. del registro de expediciones realizado por orden del rey puede hallarse en Arthur Heulhard, Villegagnon, Roi d’Amérique. Un homme de mer au XVIe siècle (1510-1572) (París: E. Leroux, 1897), 98.

12. André Thevet, Les singularitez de la France Antarctique, Nouvelle Edition avec Notes et Commentaires par Paul Gaffarel (París: Maisonneuve, 1879), 2-3. La traducción es de la autora.

13. El mal tiempo, sin embargo, dificultó la navegación en el mes de julio, por lo que Villegagnon debió esperar hasta agosto para iniciar su viaje a la América meridional. Véase Frank Lestringant, Le huguenot et le sauvage (Ginebra: Droz, 2004), 501.

14. Arthur Heulhard, Villegagnon, Roi d’Amérique. Un homme de mer au XVIe siècle (1510-1572) (París: E. Leroux, 1897), 103.

15. El atractivo de Terra Brasilis, considerada inicialmente una isla, se manifiesta de hecho en su propia topografía pues según la tradición celta el término "Brasil" significaría "isla afortunada" y remitiría a la paradisíaca isla de San Brandán. Véase Sérgio Buarque de Holanda, Visão do Paraíso. Os motivos edênicos no descobrimento e colonização do Brasil (São Paulo: Companhia das Letras, 2010), 259.  

16. La obra fue publicada con el título completo de Novus Orbis regionum ac insularum veteribus incognitarum unà cum Tabula cosmographica.

17. Numa Broc, La géographie de la Renaissance (París: Éditions du CTHS, 1986), 29.

18. John Elliott, Spain, Europe and the Wider World, 1500-1800 (New Haven: Yale University Press, 2009), 116.

19. Sérgio Buarque de Holanda, Visão do Paraíso. Os motivos edênicos no descobrimento e colonização do Brasil (São Paulo: Companhia das Letras, 2010), 96.

20. La primera entrada de este término se registra, sin embargo, en 1601. Sérgio Buarque de Holanda, Visão do Paraíso... (São Paulo: Companhia das Letras, 2010), 83.

21. Anthony, Knivet, Viaje por el Atlántico en el siglo XVI, Introducción, traducción y notas de Rogelio Claudio Paredes (Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras, 1997), 65: "Cuando vimos los trozos de oro y esas piedras, nos dimos cuenta de que estábamos muy cerca de Potosí".

22. Nicolas Barré, "Carta 1: Aos irmãos franceses", en Cartas por N. D. de Villegagnon e textos correlatos por Nicolas Barré e Jean Crespin, Nicolas Durand de Villegagnon, (Río de Janeiro: Coleção Franceses no Brasil (Séculos XVI e XVII), Fundação Darcy Ribeiro, 2009), 116.

23. Nicolas Durand de Villegagnon, "Carta de abertura: Ao meu senhor monsenhor o duque de Guise par de França", en Cartas por N. D. de Villegagnon e textos correlatos por Nicolas Barré e Jean Crespin, Nicolas Durand de Villegagnon (Río de Janeiro: Coleção Franceses no Brasil (Séculos XVI e XVII), Fundação Darcy Ribeiro, 2009), 37.

24. Se trata del atlas conocido como Atlas náutico del mundo o Atlas Miller.

25. Numa Broc, La géographie de la Renaissance (París: Éditions du CTHS, 1986), 48. Para una reproducción ampliada del mapa mencionado véase Jean-Yves Sarazin, Nouveaux Mondes, (París: Bibliothèque nationale de France, 2012), 52-3.

26. Es probable que no haya sido Le Testu quien realizara la totalidad de la Cosmographie Universelle que se le atribuye sino que se tratara, antes bien, de un grupo de colaboradores influenciados por el arribo de cartógrafos portugueses a las costas de Dieppe (más allá de que no pueda hablarse de una escuela cartográfica propiamente dicha). Véase Guillaume Le Testu, Cosmographie Universelle. Selon les navigateurs tant anciens que modernes par Guillaume Le Testu pillotte en la mer du Ponent, de la ville françoyse de Grace, presentación de Frank Lestringant (París: Arthaud, Direction de la Mémoire, du Patrimoine et des Archives, Carnets des Tropiques, 2012), Prefacio. Sobre la influencia portuguesa en la cartografía de Dieppe véase también David Buisseret, The Mapmaker’s Quest. Depicting New Worlds in Renaissance Europe (Oxford y Nueva York: Oxford University Press, 2003), 94.

27. Al referirse a los hombres que habitan el Reino de Gigantón, señala que se comunican a través de silbidos, aspecto narrado por Antonio Pigafetta en su Primer viaje alrededor del mundo de 1536.

28. Arthur Heulhard, Villegagnon, Roi d’Amérique. Un homme de mer au XVIe siècle (1510-1572) (París: E. Leroux, 1897), 91.

29. De las 40 planchas restantes, 6 son planisferios y 12 están destinadas a representar la Tierra Austral incógnita.

30. Daniel Boorstin, Los descubridores, Vol. I: El tiempo y la geografía (Barcelona: Crítica, 1986), 269.

31. En la opinión de Frank Lestringant, sin embargo, no existió necesariamente una Escuela de Dieppe sino un "taller normando", concentrado en los principales puertos del norte de Francia a donde arribaban cartógrafos y navegantes portugueses. 

32. David Buisseret, The Mapmaker’s Quest. Depicting New Worlds in Renaissance Europe (Oxford y Nueva York: Oxford University Press, 2003), 92, 111. Véase también Richard W. Unger, Ships on Maps. Pictures of Power in Renaissance Europe (Hampshire: Palgrave Macmillan, 2010), 123-4.

33. Numa Broc, La géographie de la Renaissance (París: Éditions du CTHS, 1986), 45.

34. I. B. Harley, "Silences and Secrecy. The Hidden Agenda of Cartography in Early Modern Europe", en J. B. Harly. The New Nature of Maps. Essays in the History of Cartography, ed. Paul Laxton (Baltimore y Londres: The Johns Hopkins University Press, 2001), 85.

35. Frank Lestringant, "Fictions de l’espace brésilien à la Renaissance: l’exemple de Guanabara", en Arts et légendes d’espace. Figures du voyage et rhétoriques du monde, comp. Christian Jacob y Frank Lestringant (París: Presses de l’École Normale Supérieure, 1981), 207.

36. Sobre el carácter anticipatorio del mapa véase Frank Lestringant, "Fictions de l’espace brésilien à la Renaissance: l’exemple de Guanabara", en Arts et légendes d’espace. Figures du voyage et rhétoriques du monde, comp. Christian Jacob y Frank Lestringant (París: Presses de l’École Normale Supérieure, 1981), 208.

37. Frank Lestringant, Le livre des îles. Atlas et récits insulaires de la Genèse à Jules Verne (Ginebra: Droz, 2002), 172. La discrepancia entre el discurso de colonización y las posibilidades de establecimiento concretas en Bahía de Guanabara es resaltada por Lestringant en "Fictions de l’espace brésilien à la Renaissance: l’exemple de Guanabara", en Arts et légendes d’espace. Figures du voyage et rhétoriques du monde, comp. Christian Jacob y Frank Lestringant (París: Presses de l’École Normale Supérieure, 1981), 213. En la opinión de este autor, el futuro cosmógrafo real, André Thevet, se jacta de la extensión de la Francia Antártica "por nosotros descubierta" pero confirma, por otra parte, que la ocupación efectiva de los franceses se realizó en "una pequeña isla".

38. La Histoire d’un voyage faict en la terre du Brésil (1578) de Jean de Léry es producto de esa breve estadía y convivencia entre los tupíes tras la expulsión del Fuerte de Coligny. La obra, que contiene fuertes acusaciones contra Villegagnon, fue publicada varios años después del regreso de Léry, en el marco de las guerras de religión que ocurrieron en Francia en esos mismos años y con una clara intención propagandística a favor del culto reformado.

39. Sobrevive en la actualidad la carta en la que Villegagnon agradece a Calvino el envío de este contingente. No así la carta en la que el Vicealmirante solicitó el envío de dicha comitiva.

40. El tema ha sido analizado exhaustivamente por Frank Lestringant en Frank Lestringant, "Tristes tropistes. Du Brésil à la France, une controverse à l’aube des guerres de religion", Revue de l’histoire des religions, t. 202, Nº 3 (1985): 167-294. Véase también Frank Lestringant, Le Huguenot et le sauvage. L´Amérique et la controverse coloniale en France au temps des guerres de religion (Ginebra: Droz, 2004), 55-60.

41. Lestringant, Frank, Le Huguenot et le sauvage. L´Amérique et la controverse coloniale en France au temps des guerres de religion (Ginebra: Droz, 2004),  46.

42. Crespin no sólo editó el viaje de Jean de Léry por primera vez sino que también publicó una Historia de los mártires perseguidos y asesinados por la verdad el Evangelio (1597) en donde acusaba a Villegagnon de tales crímenes.

43. Se destacan: Copie de quelques Letres sur la Navigation du Chevalier de Villegaignon es Terres de l’Ámérique... contenant sommairement les fortunes encourues en ce voyage...(París: Martin le Jeune, 1557), in-8º, 19 ff. Y Discours de Nicolas Barré sur la navigation du Chevailer Villegaignon en Amérique (París: Martin le Jeune, 1558).

44. Michel De Certeau, L’écriture de l’Histoire (París: Gallimard, 1975), 480-1.

 

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16. Lestringant, Frank, « Tristes tropistes. Du Brésil à la France, une controverse à l’aube des guerres de religion ». Revue de l’histoire des religions, t. 202, nº 3 (1985): 267-294. Accedido el 10 de octubre de 2015. doi: 10.3406/rhr.1985.2710 

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