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Revista Escuela de Historia

versión On-line ISSN 1669-9041

Rev. Esc. Hist. vol.18 no.1 Salta jun. 2019

 

ARTÍCULO ORIGINAL

Las historias regionales y provinciales en Argentina: una aproximación desde la historia de la historiografía
(Regional and provincial histories in Argentina: an approach from the history of historiography)

María Silvia Leoni
Universidad Nacional del Nordeste

Recibido: diciembre de 2018
Aceptado: junio de 2019


Resumen:

Este articulo propone recorrer la emergencia y despliegue de las historiografías regionales y provinciales argentinas en vínculo con el desarrollo de la historiografía nacional, atendiendo a las condiciones de posibilidad de aquellas en el contexto de la definición de las provincias y regiones, a la conformación de los campos historiográficos y a las novedades teóricas y metodológicas que han permitido su desarrollo. Se encara este abordaje desde la perspectiva de la historia de la historiografía, por lo que se busca también hacer un balance de la producción relativa a este campo.

Palabras clave: Historia Regional; Historia de la historiografía; Campo historiográfico

Abstract:

This work intend to explore the emergence and deployment of Argentine regional and provincial historiographies in connection with the national historiography, taking into account the conditions of possibility of those in the context of the definition of provinces and regions, as  the conformation of the historiographic fields,  the theoretical and methodological perspectives that have allowed its development. This is an approach from the perspective of the history of historiography, that also propose a balance of the production related to this field.

Key words: Regional History; History of historiography; Historiographic field


La historia de la historiografía y las historias provinciales/regionales en Argentina

Este trabajo propone trazar un recorrido por la emergencia y despliegue de las historiografías regionales y provinciales argentinas en vínculo con la historiografía "nacional", atendiendo a las condiciones de posibilidad de aquellas en el contexto de la definición de las provincias y regiones, a la conformación de los campos historiográficos y a las novedades teóricas y metodológicas que han permitido su desarrollo. Se encara este abordaje desde la perspectiva de la historia de la historiografía (HH), por lo que se busca también hacer un balance de la producción relativa a este campo.

En un repaso sobre la historia de la historiografía regional, advertimos su inclusión en uno de los primeros análisis sobre la historiografía argentina, correspondiente a R. Carbia (1925, 1940), quien distingue "grandes escuelas" de "géneros menores".

Entre estos últimos, bajo el rótulo "crónicas regionales" ubica los textos históricos elaborados en las provincias entre mediados del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, a los cuales atribuye escaso mérito historiográfico debido a ciertos rasgos compartidos: la reunión de datos ordenados cronológicamente; la circunscripción del relato a los episodios políticos con sus principales implicancias; la reticencia  a ir más allá de la  reproducción de  fuentes escritas o su empleo -al igual que la tradición oral- sin mediar crítica. Carbia también desaprueba la subjetividad de los autores, cuyas interpretaciones le parecen más acordes con el panfleto político que con la historia pretendida como disciplina científica1.

Posteriormente, Clifton Kroeber, en un intento por clasificar la historiografía sobre Rosas (1964), identifica a una serie de historiadores de la década de 1920 como "provincialistas", caracterizados por un revisionismo moderado que proponía, frente a la visión "porteñocéntrica" de la historia argentina, una interpretación desde la perspectiva de las provincias, la cual rescataba el papel jugado por los caudillos provinciales2.

El riojano Armando Raúl Bazán fue uno de los primeros que se dedicó a analizar y revalorizar el lugar que ocupan las historias y los historiadores provinciales en el marco de la historiografía argentina.  Si bien, por un lado, reconoce los méritos de la obra de Carbia, lamenta que esa línea de análisis no haya tenido inmediatos continuadores y también comparte en muchos aspectos los criterios de clasificación aplicados, al mismo tiempo, por otro, se erige en defensor de las crónicas e historias regionales3.

A fines de la década de 1980 estas historias se visibilizan en el campo historiográfico argentino. En las II Jornadas del Comité Argentino de Ciencias Históricas (Paraná, 1988) se propusieron realizar un balance sobre la producción historiográfica de las tres décadas anteriores en distintas áreas temáticas. Por primera vez aparecía allí un panel dedicado a la "Historiografía de la Historia Regional" donde se reunieron presentaciones referidas a una provincia (Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe) con otras que abarcaban regiones (Nordeste, Noroeste, Cuyo y Patagonia). Algunos de los autores incluidos se dedicaban particularmente a la historia de la historiografía (Bazán, María del Carmen Ríos, Cristina de Pompert de Valenzuela); el resto, aunque eran figuras reconocidas en los estudios históricos sobre esos espacios, no desarrollaban trabajos sobre historia de la historiografía4.

La Academia Nacional de la Historia, con motivo de su centenario, publicó La Junta de Historia y Numismática Americana y el movimiento historiográfico en la Argentina: 1893-1938 en dos tomos (1996/97).  En el segundo tomo se incluye una tercera parte titulada "Historiografía regional y provincial" que, como en el caso anterior, también contiene artículos sobre regiones (Cuyo, Noroeste, Nordeste y Patagonia) y otros sobre provincias (Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe).  Solo dos de los autores se dedican a la historia de la historiografía (Bazán, Leoni) y se repite con respecto a la obra anterior un solo autor, Bazán5. Los trabajos combinan información sobre historiadores y obras destacados con datos sobre instituciones locales: juntas, museos; y de actividades, como congresos, que evidencian un incipiente desarrollo de la HH regional a partir de la década de los noventa.

La consolidación de este campo se manifiesta hoy a través de distintos factores: su inclusión como asignatura en los planes de estudios universitarios, la conformación de grupos de investigación en las distintas universidades, la participación en redes internacionales, una creciente producción visible en libros y artículos en revistas especializadas, la organización de mesas y simposios específicos y de reuniones científicas, en consonancia con un desarrollo muy significativo en otros países latinoamericanos, como México, Colombia y Brasil.

A continuación, procuramos sistematizar las distintas perspectivas de la HH regional que se manifiestan, insertándolas en las dos líneas que ha identificado Mastrogregori6, a la cual agregamos una tercera:

1. Una HH vinculada con la historia intelectual: este modelo otorga prioridad a la historia de las ideas y se concentra en tres componentes: la erudición y el método histórico; las ideas filosóficas y los géneros literarios. Varía según el énfasis puesto en cada uno de dichos componentes. Aquí ubicamos estudios sobre corrientes historiográficas, autores y obras.

2. Una HH vinculada con la Sociología de la ciencia: es un modelo más reciente, que parte del postulado de que la historiografía es una ciencia, por lo que recurre a la sociología de la ciencia y la etnometodología para   analizar las comunidades de los científicos, sus valores, creencias y métodos. Se concibe el objeto de la HH como la historia científica de la disciplina y de la profesionalización e institucionalización del historiador. Abarca el análisis de campos, instituciones, redes intelectuales, publicaciones especializadas, congresos de historia.

Se destacan los intentos por establecer la conformación y funcionamiento del campo historiográfico en los distintos espacios provinciales. La noción de campo de Bourdieu, como la de espacio protohistoriográfico de Gustavo Prado7, han resultado nociones útiles. Se estudian la puesta en marcha de mecanismos, instituciones y agentes encargados de producir el conocimiento histórico en contextos regionales, desde la perspectiva de una historia social del conocimiento, que comporta un análisis sobre los profesionales (notables, operadores culturales)8, la institucionalización, los mecanismos de circulación, control y adquisición, los debates instituyentes, entre otros aspectos.

3. Una HH vinculada con la antropología, la historia política, la historia cultural y de las representaciones colectivas, que aborda a la historiografía como una forma de pensar, en la dimensión de lo espacio-temporal, a la sociedad.

La ampliación del campo de la HH a cuestiones tales como la cultura histórica9, las relaciones que mantiene la historiografía con las distintas formas de articulación de las sociedades con su pasado y con la política, ha dado auge a esta línea constituida por los trabajos sobre memoria, enfocados en la manera como los poderes establecidos se fundan a partir de la recreación de un pasado que postulan como compartido. En vinculación con la historia política, se busca desentrañar el sentido que las elites le han dado al pasado para apuntalar su posición en la sociedad y las estrategias empleadas para imponer determinadas interpretaciones del pasado frente a los conflictos de memorias.

Existe una rica producción teórica que ha favorecido el desarrollo de los estudios sobre la construcción de memorias, muchos de ellos centrados en las memorias nacionales. Nociones como "invención de tradiciones" (Hobsbawm), "comunidades imaginadas" (Anderson), han servido como referencia para muchos de estos trabajos. En los espacios regionales y locales se advierte la existencia de diversos grupos que han construido sus propias identidades y memorias colectivas. Para ello, elaboran representaciones que se materializan en "lugares de memoria": festividades, conmemoraciones, obras literarias y artísticas, museos, monumentos, calendarios cívicos, que hoy son objeto privilegiado de estudio.

Por otro lado, al determinar las relaciones entre la construcción de las identidades regionales y la de la identidad nacional, se han podido establecer las particulares estrategias de integración cultural a la nación y las tensiones existentes. Estos trabajos incluyen el análisis de los agentes productores de discursos regionalistas o provincialistas y de los vínculos intelectuales establecidos, así como de la elaboración de saberes científicos que, en articulación con lo político, permitieron definir y legitimar la existencia de regiones y provincias.

Asimismo, se han estudiado tanto los mecanismos empleados por el estado para  la nacionalización de los distintos espacios como la respuesta dada por sus habitantes, particularmente en el caso de los territorios nacionales.

Las historiografías regionales y provinciales en Argentina (desde mediados del siglo XIX al presente)

Si bien son muy escasos los trabajos que abordan comparativamente el desarrollo de las historiografías regionales/provinciales en Argentina, a partir de la información reunida por ellos, podemos identificar momentos por los que han pasado en la mayoría de los casos, aunque con cronologías diferenciadas: el momento inicial de aparición de las primeras crónicas regionales y locales; la incidencia de la Nueva Escuela Histórica en la importancia dada al soporte documental; los procesos de institucionalización y profesionalización y la reciente renovación teórica, metodológica y temática. Haremos un recorrido por ellos con referencias a los estudios realizados y los vacíos existentes.

Las primeras crónicas regionales y locales

En consonancia con los principios de la identidad nacional forjada por los liberales desde mediados del siglo XIX, surgió en la Argentina, así como en otros países latinoamericanos, un "centralismo historiográfico" que negó la heterogeneidad y ocultó las diferencias espaciales existentes en el nivel regional a fin de crear las historias nacionales, como síntesis y legitimación de las nacientes identidades nacionales latinoamericanas10. El marco nacional fue tomado como límite natural para el estudio, con la adopción de enfoques predominantemente político-institucionales.

Por su parte, en esos años también se elaboraron estudios históricos regionales, en los cuales la región (o la provincia) constituyó un recorte espacial considerado preexistente a la investigación. Se la concibió como "región histórica", un constructo cultural resultante de un proceso histórico que mantendría su identidad y homogeneidad desde la colonia hasta el presente11. Así, esta historia regional se asentó sobre   los mismos supuestos que establecían la legitimidad de la  historia nacional, por lo que se impusieron recortes territoriales que instituyeron a un espacio como estado nación y al otro  como región histórica12.   La figura del gobernante europeo primero y de las autoridades regionales/provinciales de los nuevos estados después, fue considerada el elemento director y ejecutor del desarrollo. De la figura del héroe romántico se tomaron los elementos necesarios para construir el arquetipo del personaje que lidera a los grupos de poder regional y local en "bien" de la comunidad13.

En América Latina, el regionalismo, fundado en una exaltación de la patria chica -de la matria, como la denominara Luis Gonzalez y Gonzalez-, produjo un tipo de historiografía creadora de una mitología unificadora regional contraria a los proyectos unificadores nacionales14. Sin embargo, en la Argentina los regionalismos no adquirieron el carácter de movimientos separatistas o independentistas, ni cobraron gran protagonismo, ya que las identidades provinciales fueron los factores fundamentales para activar solidaridades que entraron en conflicto sistemáticamente con la territorialidad del estado nacional15. Así Chiaramonte analiza como en el siglo XIX se constituyó una "provincia-región" en torno a la ciudad de Corrientes16.

Como consecuencia de lo señalado, desde que se inicia la producción historiográfica nacional en la Argentina, durante la segunda mitad del siglo XIX, advertimos la convivencia de una historia nacional, que pretendía explicar el pasado dentro de los marcos del estado nacional que comenzaba a consolidarse, con la crónica regional, referida a las historias regionales, provinciales o locales, cuyos alcances quedaban fuertemente circunscriptos al espacio correspondiente a cada provincia o región.

Entre los primeros autores y trabajos, algunos de los cuales han merecido estudios historiográficos, mencionaremos al jujeño Joaquín Carrillo, el francés Paul Groussac, con su trabajo sobre Tucumán, el salteño Bernardo Frías; en la región de Cuyo, Damián Hudson y Nicanor Larrain; en la provincia de Córdoba, Ignacio Garzón; en Entre Ríos, Benigno Tejeiro Martínez; en Santa Fe, Ramón Lassaga; en Corrientes, Manuel F. Mantilla.

Esta historiografía no se restringió al esclarecimiento del pasado de los espacios provinciales, sino que aportó a la revisión de la perspectiva liberal, al revalorizar a los héroes locales y destacar la contribución de las provincias al desarrollo histórico de la nación argentina17.

Las búsquedas documentales

Historiadores de las distintas provincias irían sumando nuevos aportes para la comprensión del pasado nacional ya en la primera mitad del siglo XX. En la década de 1920, estas reconstrucciones del pasado revelan elementos comunes, varios de los cuales que inventariamos a continuación, identificara Buchbinder18:

  • Crítica a la historia elaborada desde Buenos Aires y reivindicación del lugar de la provincia en la historia nacional, en una voluntad explícita de polémica.
  • Predominio de la historia político-institucional.
  • Valorización de los héroes locales y desarrollo de las biografías ejemplares.
  • Escritura de historias de elites, una historia desde arriba
  • Diversidad de enfoques en el tratamiento de temáticas centrales como los procesos de conquista y colonización, el caudillismo, la época de Rosas.
  • Marcada influencia de Mitre y luego de la Nueva Escuela Histórica.
  • Uso de documentos para la elaboración de las obras históricas.

Estos cronistas o historiadores fueron abogados, periodistas, docentes, vinculados con la política provincial; a los que se ha denominado notables o "intelectuales de provincia"19.

El oficio del historiador tardaría muchos años en comenzar a modificar la historiografía regional. Siguiendo nuevamente a Venegas Delgado cuando caracteriza la historiografía regional en América Latina, se advierte que los grandes sistemas sociológicos, excepto el positivista en sus variantes más atrasadas, fueron ignorados en los espacios subnacionales y que las escuelas historiográficas europeas serían desconocidas.

Sin embargo, la Nueva Escuela Histórica argentina (en adelante NEH), tendrá su impacto en el interior.  Con origen en la segunda década del siglo XX en el ámbito universitario de la ciudad de Buenos Aires, se propuso escribir una historia nacional sobre una base "científica", para lo cual se preocupó, a través de las instituciones que creara y de la acción de sus principales exponentes, por establecer vínculos con instituciones e historiadores tanto de otros países como de las distintas provincias argentinas. En este segundo caso, el contacto tuvo, inicialmente, una finalidad heurística, debido a sus búsquedas documentales en archivos del interior del país, para luego requerir contribuciones de historiadores provinciales para distintos emprendimientos vinculados con los estudios históricos. De esta manera, se conformaron redes intelectuales que, fuera del ámbito de Buenos Aires, hasta ahora han sido parcialmente estudiadas.

Los trabajos de estos historiadores se fundamentaron rigurosamente en el uso de los documentos. Asimismo, se efectuaron ediciones documentales, en gran medida a través del trabajo de los archivos históricos provinciales que buscaron organizarse de forma más sistemática. Por su parte, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires inició la tarea de relevamiento documental de los archivos provinciales, con un significativo resultado. Y la Academia Nacional de la Historia (establecida en 1938) publicó, a partir de 1941, las Actas Capitulares de Santiago del Estero, Corrientes, Mendoza y Río Cuarto, labor editorial que favoreció la investigación regional.

Los análisis sobre la expansión de la NEH en el interior del país destacan la acción de Ricardo Levene como presidente de la Junta de Historia y Numismática, luego Academia Nacional de la Historia20. Si bien Levene incidió en el desarrollo institucional de la historiografía en las provincias con la promoción de la creación de filiales de la Junta, no ha sido suficientemente reconocido el papel de Emilio Ravignani, quien proyectó la acción del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA favoreciendo el desarrollo de la historia "científica" en las provincias21. Sus interpretaciones impulsaron la revalorización del aporte de las provincias y sus caudillos al proceso de construcción del orden institucional argentino, pues en aquellos encontraba los orígenes del sistema plasmado en la Constitución de 1853, con su contenido federal y democrático. En su perspectiva, Artigas era un caudillo "argentino" y su conflicto con las autoridades porteñas era producto del centralismo y autoritarismo de estas últimas. Destacaba dentro del partido federal la existencia de una corriente constitucionalista, uno de cuyos principales apoyos se localizaba en la provincia de Corrientes22. Este esquema interpretativo explica la recepción que tuviera en historiadores provinciales y así, por ejemplo, las vinculaciones que Ravignani tejiera con los correntinos Hernán Gómez y Wenceslao Domínguez.

La Academia Nacional de la Historia publicó, a partir de 1936, la Historia de la Nación Argentina, y desde 1963, la Historia Argentina Contemporánea. Ambas obras, más allá de las historias de las provincias incluidas –encargadas mayoritariamente a autores locales- no tuvieron éxito en vertebrar con eficacia las partes y el todo, objetivo planteado por su director, Ricardo Levene. Interesantes análisis del lugar de las provincias en estas obras fueron realizados por Aurora Ravina23 y los autores de Escribir la nación en las provincias24, que reúne trabajos sobre la incorporación de las historias de Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Corrientes.

En los espacios ocupados por los territorios nacionales, al nordeste y sur de la Argentina, y que serían provincializados a partir de la década de 1950, estos procesos serían mucho más lentos. Las visiones referentes a los territorios elaboradas en la segunda mitad del siglo XIX provinieron de los discursos de los representantes del gobierno nacional y de quienes pertenecían a instituciones vinculadas con el mismo -como el Instituto Geográfico Argentino y la Sociedad Geográfica Argentina-, integradas por funcionarios, militares y aficionados involucrados en las prácticas de apropiación material. Sus trabajos sostenían la imagen del desierto, que representaba vastos espacios sin historia, dotados de existencia a partir de los descubrimientos de las empresas exploradoras y colonizadoras25. Muy lentamente se iría desarrollando en ellos una incipiente historiografía local26.

Los procesos de profesionalización

La profesionalización de la producción histórica y su institucionalización es un proceso vivido en Latinoamérica a lo largo del siglo XX. En ello le cupo un papel fundamental al surgimiento de las carreras y los institutos universitarios.

La demorada consolidación de un campo disciplinar en las provincias se ha relacionado con la falta de soportes institucionales adecuados para tal fin.  Esta organización institucional comenzó a partir de la década de 1930, con la creación de Juntas de Estudios Históricos provinciales –en general con apoyo de la Academia Nacional de la Historia y de los gobiernos locales- las que, en algunos casos, llegaron a publicar boletines o revistas y a organizar congresos cuya temática estuvo centrada en los acontecimientos y los héroes locales del siglo XIX.

Según Venegas Delgado, las Academias Nacionales de la Historia latinoamericanas establecieron una especie de "pacto de caballeros" con los historiadores locales, con la designación de pocos miembros correspondientes y algún numerario para dar una imagen totalizadora y un pacto de silencio, que convalida límites y atribuciones: unos construyen historia "nacional", otros hacen historia regional. Más adelante, las Academias tratarán de penetrar en la vida regional, como concesión a una realidad que le es hasta cierto punto ajena, pero de la que no pueden prescindir para no perder su pretendida representatividad nacional27.

Podemos dar algunos ejemplos de juntas provinciales que han sido estudiadas. Entre las primeras instituciones se encuentra la Junta de Historia de Mendoza, fundada en 1923 por un grupo de estudiosos de la historia de Cuyo, con el auspicio del gobernador Carlos W. Lencinas. Sus objetivos fueron propiciar y promover los estudios históricos, organizar conferencias y congresos, publicar documentos y obras antiguas referidas especialmente a las provincias de la región cuyana y editar una revista. Se reorganizó en 1934 como filial de la Junta de Historia y Numismática Americana, con el nombre de Junta de Estudios Históricos de Mendoza y tres años después organizó el Primer Congreso de Historia de Cuyo, que serviría como modelo para los futuros congresos de historia argentina y regional que organizaría la Academia.

En 1924, Pablo Cabrera fundó la Junta de Estudios Históricos de Córdoba, que en 1928 se convertiría en filial de la Junta de Historia y Numismática Americana. Posteriormente, la Junta Provincial de Historia,fundada por el gobierno de la provincia en 1941, tenía los fines de "promover la investigación histórica en general y el esclarecimiento del pasado de la provincia en particular" y la función de asesorar al poder ejecutivo provincial en todo cuanto se refiriera a hechos históricos.

En Santiago del Estero, en 1932 se creó el Centro de Estudios Históricos.  En Tucumán, por su parte, existió una temprana tradición iniciada por la Sociedad Sarmiento (1882) y el Instituto de Estudios Históricos de Tucumán (1934), surgido en su seno, que promovieron la profesionalización del historiador sobre la base de la aplicación del método histórico, previamente al surgimiento de la carrera en la universidad28.

Por iniciativa de Juan Álvarez, se creó la Junta de Historia de Rosario y, en la ciudad de Santa Fe, se originó en 1935 el Centro de Estudios Históricos, que al año siguiente resolvió cambiar su nombre por Junta de Estudios Históricos.  

En Catamarca, la Junta de Estudios Históricos fue creada en 1936 por impulso de jóvenes de diferentes campos profesionales cuyo objetivo era jerarquizar el ambiente cultural de la provincia.

En el caso de Misiones, la Junta de Estudios Históricos de Misiones, fundada en 1939 bajo la iniciativa de Aníbal Cambas en la etapa territoriana, fue la institución historiográfica central hasta la creación de la Universidad Nacional de Misiones (1974); cumplió un destacado papel en la disputa por la provincialización del territorio.

Corrientes, por su parte, si bien llegó a contar con instituciones como la Academia de Estudios Históricos y Sociales de Corrientes (1935), la Junta de Estudios Históricos (1937) y el Instituto Histórico y Geográfico de Corrientes (1957), promovidas por los gobiernos provinciales, estas fueron de corta vida.

La realización de los Congresos de Historia Argentina y Regional, organizados por la Academia Nacional de la Historia desde la década de 1970, contribuyó a incentivar y difundir la producción historiográfica de las distintas regiones. No obstante, la estructura de estas reuniones explicitaba la diferencia y falta de integración entre la historia nacional y la regional.

La progresiva formación de los historiadores provinciales a través de una carrera universitaria permitiría ir definiendo un campo profesional en los ámbitos locales. De esta manera, los estudios regionales comenzaron a extenderse a raíz de la expansión de las universidades y centros de investigación. Las provincias de Tucumán y Mendoza fueron de las primeras en incorporar la historia como carrera universitaria en 193929.  La Universidad Nacional de Tucumán, dentro del proyecto de Juan B. Terán, brindaría el marco para la investigación histórica sobre el pasado del Norte argentino, con un gran impulso a partir de los años veinte, en que se inicia el arranque de la "historia científica en la provincia", con los estudios realizados por Terán, Ricardo Jaimes Freyre y Julio López Mañán, que intentará fijar una historia y una tradición para Tucumán y el norte argentino. Distintos trabajos han abordado la creación y labor de centros universitarios en el interior del país, atendiendo así al desarrollo de los estudios históricos en las universidades nacionales del Litoral, La Plata. En estos ámbitos se comenzaron a revisar las explicaciones construidas desde los espacios centrales para, desde diferentes miradas, discutir, completar y matizar esas interpretaciones generales, hasta entonces dominantes en la historia nacional.

La renovación de la historia regional

Entre las tres últimas décadas del siglo XX y los comienzos del XXI, la Nueva Historiografía Regional y Local en América Latina se ha caracterizado por una más acabada dilucidación de la cuestión regional frente a la historia local tradicional. Se ha preocupado por la problematización de la definición conceptual de la región, atendiendo al aporte de disciplinas tales como la Arqueología, la Etnografía, la Etnología y las ciencias de la Planificación Regional30. En los estudios actuales se manifiestan nuevas concepciones del espacio y de la región, alejadas de la definición de una espacialidad basada en el orden natural. Se ha impuesto la preocupación epistemológica que se manifiesta, en el caso de Argentina, en distintos trabajos y obras colectivas que reflexionan sobre diversas aristas de este campo disciplinar: la relación entre la historia nacional y la historia regional o provincial, la pertinencia de estos estudios y el carácter que deben asumir, con su consecuente fundamentación teórica y metodológica31.

De esta manera, se han producido  avances importantes en la historiografía argentina en cuanto a los estudios regionales, provinciales y locales. Dicho desarrollo se ha visto favorecido también con el mejoramiento de las condiciones de los archivos y repositorios documentales o bibliográficos, el intercambio académico entre los historiadores y científicos sociales en congresos y reuniones, los proyectos colectivos de investigación multidisciplinaria y las publicaciones periódicas especializadas, editadas por centros universitarios. Esta vitalidad ha permitido realizar balances acompañados en muchos casos de propuestas de nuevas vías32.

Historiografía, procesos de regionalización y construcción de identidades

Una importante línea de la historia de la historiografía se ha interesado, como señaláramos, por estudiar el papel de la historia y los historiadores en los procesos de construcción de identidades regionales, provinciales y locales.

Para Bourdieu, el discurso regionalista es un discurso performativo, cuya finalidad es imponer como legítima una nueva definición de las fronteras y de hacer conocer y reconocer la región así delimitada contra la definición dominante que la ignora. El acto de categorización, cuando consigue hacerse reconocer o cuando es efectuado por una autoridad reconocida, ejerce poder por sí mismo: las categorías regionales instituyen una realidad usando el poder de revelación y de construcción ejercido por la objetivación en el discurso33.

Los intelectuales han jugado un papel determinante en la tarea simbólica de construcción del regionalismo, que se combina, refuerza o contrapone, según las circunstancias, con otros factores que han intervenido en la producción de imaginarios regionales: la toponimia y la genealogía de categorías regionales, el discurso escolar, la literatura de viajeros, los discursos académico y político, la cartografía histórica y la iconografía oficial, la prensa y medios de comunicación34.

Promediando el siglo XX, las políticas territoriales que buscaban solucionar los problemas de escaso crecimiento y desequilibrios sociales internos apelaron a las teorías regionales que dejaron en el mapa argentino algunas marcas. Estas regionalizaciones respondían a la necesidad de contar con instrumentos dotados de cierto consenso científico, para clasificar las riquezas y potencialidades de las distintas localizaciones del territorio nacional, con vistas a profundizar el proceso de inserción de la economía local en el espacio mundial. Asimismo, como estrategias de integración y jerarquización de los sectores sociales comprendidos o simbolizados35.

Así, por ejemplo, al analizar el campo intelectual conformado en la segunda mitad del siglo XX en torno a la Universidad Nacional del Nordeste, advertimos el dilema que debió enfrentar al fundamentar los estudios regionales nordestinos frente a la comprobación, a través de estos mismos estudios históricos y geográficos, de su existencia meramente programática36.

Hector Jacquet, al analizar la matriz historiográfica de los historiadores provinciales misioneros, identifica la construcción de un relato identitario alterno al del país central, con sus modos específicos de integración y diferenciación respecto tanto de la nación como del extranjero, y distintos intentos por articular la historia provincial con la nacional y la regional, en un complejo camino de definición de un "nosotros"37. Otros trabajos y discusiones han buscado determinar el papel de la historia en la dotación de sentidos a nociones como formoseñidad, puntanidad, misioneridad.

Mediante el análisis de las políticas de la historia y de la memoria desarrolladas por los gobiernos provinciales, municipales y organizaciones civiles, se ha buscado aportar elementos para comprender los vínculos establecidos entre historia y memoria en la construcción de una conciencia histórica en  estos espacios38. Si hacemos un recorte temporal, los estudios se concentran desde la segunda mitad del siglo XIX a las décadas de 1970.

Reflexiones finales

La HH regional ha ido señalando miradas alternativas y complementarias a la de la HH argentina. Así como se ha analizado la edificación del mito fundador propio de la interpretación mitrista, se ha realizado la deconstrucción de los mitos de los orígenes provinciales y de las elaboraciones identitarias que han producido "invenciones de tradiciones". Todo ello gracias a la aplicación de marcos teóricos y herramientas analíticas novedosos que han sido introducidos por la HH en las últimas décadas.

Tras este apretado balance, advertimos la necesidad de profundizar el estudio comparativo de los distintos aspectos del desarrollo de la historiografía de los distintos espacios provinciales y regionales, que permita establecer elementos y ritmos comunes así como especificidades en los procesos de construcción de las respectivas historias,  memorias, así como de los campos historiográficos y la producción de representaciones del pasado provincial/nacional con sus articulaciones, circulación y discusión.

El recorte espacial responde a las distintas provincias y regiones, aunque muchas veces centrado en las capitales provinciales.

Se ha definido un campo que hoy cuenta con herramientas teóricas y metodológicas que permiten distanciar sus resultados de  lo que son balances, o estados de la cuestión,  que muchas veces han sido presentados como estudios de HH.

Notas:

1. María Gabriela Quiñonez, "Hacia una historia de la historiografía regional en la Argentina", en Suárez, Teresa y Tedeschi, Sonia (comp.), Historiografía y sociedad: discursos, instituciones, identidades, (Santa Fe: Centro de Publicaciones UNL, 2009): 5-18.

2. Clifton Kroeber, Rosas y la revisión de la historia argentina (Buenos Aires: Fondo Editor Argentino.  1964): passim.

3. Armando Raúl Bazán, "La Historiografía Regional Argentina", Revista de Historia de América 96 (1983)

4. Los trabajos allí presentados fueron reunidos posteriormente en el libro Historiografía Argentina (1958-1988). Una evaluación crítica de la Producción Histórica Argentina (1990). Incluye: "La historiografía del Noroeste Argentino" por Armando R. Bazán; "La historiografía en Córdoba" por Carlos S. A. Segreti; "Historiografía de Cuyo" por Margarita Ferrá de Bartol; "La historiografía de Entre Ríos" por María del Carmen Ríos; "La historiografía de la Región Nordeste" por María Cristina de Pompert de Valenzuela; "La historiografía Patagónica" por Hernán Asdrúbal Silva; "La historiografía santafesina a partir de 1950" por Hebe Viglione.

5. El capítulo sobre Buenos Aires fue escrito por María Amalia Duarte; el de Córdoba por Carlos Luque Colombres; Cuyo por Pedro Santos Martínez; Entre Rios y Santa Fe, Beatriz Bosch; el Noroeste,  Bazan; el Nordeste, M.S. Leoni; Patagonia, Nestor Auza.

6. Massimo Mastrogregori, "Historiographie et tradition historique des souvenirs", en Carlos Barros Guimerans (coord.)  Historia a debate: actas del Congreso Internacional "A historia a debate", (Santiago de Compostela, 1995):  269-278.

7. Gustavo Prado, "Las condiciones de existencia de la historiografía decimonónica argentina", en Fernando Devoto et. al. Estudios de historiografía argentina (II). (Buenos Aires: Biblos, 1999)

8. Véanse Ana Teresa Martínez, "Intelectuales de provincia: entre lo local y lo periférico", Prismas. Revista de Historia Intelectual, 17, (2013): 169-180; Paula Laguarda y Flavia Fiorucci (eds), Intelectuales, cultura y política en espacios regionales de Argentina (siglo XX) (Rosario: Prohistoria Ediciones; Santa Rosa: EdUNLPam, 2012)

9. La noción de cultura histórica de Jorn Rusen contempla las diferentes estrategias de la investigación científico-académica, de la creación artística, de la lucha política por el poder, de la educación escolar y extraescolar, del ocio y de otros procedimientos de memoria histórica pública, como concreciones y expresiones de una única potencia mental. J. Rüsen,  "¿Qué es la cultura histórica?: Reflexiones sobre una nueva manera de abordar la historia", en Culturahistórica. [Versión castellana inédita del texto original alemán en K. Füssmann, H.T. Grütter y J. Rüsen, eds. (1994). Historische Faszination. Geschichtskultur heute. Keulen, Weimar y Wenen: Böhlau, pp. 3-26].

10. R.J. Viales Hurtado, "La región como construcción social, espacial, política, histórica y subjetiva. Hacia un modelo conceptual/relacional de historia regional en América Latina", Geopolítica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder, 1, (2010): 157-172.

11. Sara Mata de Lopez, "Historia local, historia regional e historia nacional. ¿Una historia posible?", Revista Escuela de Historia, 1 (2) 2003.

12. María Rosa Carbonari, "De cómo explicar la región sin perderse en el intento. Repasando y repensando la Historia Regional", História Unisinos, 13 (1) 2009: 19-34.

13. H. Venegas Delgado, "La región en su perspectiva histórica". Estudios del Ishir, 2 (4) 2012: 3-26.

14. Alexander Betancourt Mendieta, Policromías de una región. Procesos históricosy construcción del pasado local en el Eje Cafetero, (San Luis Potosí: Red de Universidades Públicas del Eje Cafetero - Alma Mater, Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2008)

15. Alejandro Benedetti, "Los usos de la categoría región en el pensamiento geográfico argentino", Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias sociales, 286, (2009): s/p. http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-286.htm

16. José Carlos Chiaramonte, "Sobre el uso historiográfico del concepto de región", Estudios Sociales, Revista Universitaria Semestral, 18 (35), (2008): 7-21.

17. Pablo Buchbinder, "La nación desde las provincias: las historiografías regionales argentinas entre dos centenarios", Anuario del Centro de Estudios Históricos «Prof. Carlos S. A. Segreti». 8 (2008).

18. Ibid.

19. Para el caso de Santa Fe, véanse los trabajos de María Gabriela Micheletti: Historiadores e Historias escritas en entresiglos. Sociabilidades y representaciones del pasado santafesino, 1881-1907 (Buenos Aires: Lumiere, 2013); "Las tensiones nación/provincia en la configuración de la historiografía argentina. La escritura de la historia en Santa Fe (1850-1950)", Expediçoes: Teoria da História e Historiografia; 8 (2017): 83 – 114.

20. Fernando Devoto y Nora Pagano, Historia de la historiografía argentina. (Buenos Aires: Sudamericana, 2009) y Eduardo Escudero, Ricardo Levene: Políticas de la Historia y de la Cultura. 1930-1945 (Córdoba: Ferreyra editor, 2010).

21. María Silvia Leoni y MaríaGabriela Quiñonez, "Articulaciones y tensiones en torno a la conformación del campo historiográfico argentino en la primera mitad del siglo XX", Expedições, 8:1, (2017):  18    http://www.revista.ueg.br/index.php/revista_geth/issue/view/346

22. Buchbinder, op. cit

23. Aurora Ravina, "Historia provincial e historia nacional: lecturas sobre un vínculo historiográfico complejo", en Historia provincial, historia local, historia regional: una relectura en clave historiográfica (Córdoba : Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos S.A. Segreti, 2014)

24. Liliana Brezzo et.al. Escribir la nación en las provincias (Rosario: IDEHESI–Instituto de Estudios Históricos, Económicos, Sociales e Internacionales de Conicet, 2013).

25. Carla Lois, "La invención del desierto chaqueño. Una aproximación a las formas de apropiación simbólica de los territorios del Chaco en los tiempos de formación y consolidación del estado nación argentino", Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias sociales, 38 (1999). Disponible en http://www.ub.edu/geocrit/sn-38.htm

26. María Silvia Leoni, "Política e historia en el Chaco de la década de 1930",  Cuadernos del Workshop, (2014): 45 - 56.

27. Venegas Delgado, op. cit.

28. Marcela Vignoli y Dinorah Cardozo, "La Sociedad Sarmiento, el Instituto de Estudios Históricos y los orígenes de la profesionalización de la historia en Tucumán en los años 1930", Prohistoria, 19, (2013):  97-117.

29. Soledad Martínez Zuccardi, "El Norte como instrumento de equilibrio nacional. Juan B. Terán, Ricardo Rojas y la Universidad de Tucumán", en: Paula Laguarda y Flavia Fiorucci (eds.). Intelectuales, cultura y política en espacios regionales de Argentina (siglo XX). (Rosario: Prohistoria-EdUNLPam, 2012)

30. Venegas Delgado, op. cit.

31. Véanse Sandra Fernández, comp., Más allá del territorio. La historia regional y local como problema. Discusiones, balances y proyecciones, (Rosario: Prohistoria, 2007); Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte, comps., Lugares para la Historia. Espacio, Historia Regional e Historia Local en los Estudios Contemporáneos, (Rosario: UNR Editora, 2001); Sabina Frederic  y Germán Soprano, comps., Política y variaciones de escalas en el análisis de la Argentina, (Buenos Aires: Prometeo Libros, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2009)

32. Véanse Nidia Areces, "La historia regional y la historia económica en la historiografía argentina de las etapas coloniales durante los últimos veinte años. A modo de balance y hacia una agenda renovada", enJorge Gelman, coord., La historia económica argentina en la encrucijada. Balances y perspectivas, (Buenos Aires: Prometeo Libros; 2006): 373-388; María Silvia Leoni, "Treinta años de historiografía política regional", Polhis. Boletín Bibliográfico Electrónico del Programa Buenos Aires de Historia Política, 6 (12): 2013  46-53. Disponible en http://historiapolitica.com/datos/boletin/PolHis_12.pdf; Noemi Girbal-Blacha, "La historia regional argentina en tiempos del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810" (En línea). Mundo Agrario, 10 (20), 2010. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.4182/pr.4182.pdf Marta Bonaudo, "Pasado y presente. Las historias provinciales y territoriales a debate en el marco de la restitución de la historia política, en María Silvia Leoni y María del Mar Solis Carnicer, comps. La política en los espacios subnacionales. Provincias y Territorios en el nordeste argentino (1880-1955) (Rosario: Prohistoria Ediciones, 2012). 21-39

33. Pierre Bourdieu, "La identidad y la representación: elementos para una reflexión crítica sobre la idea de región", Ecuador Debate, 67, (2006). Disponible en http://www.dlh.lahora.com.ec/paginas/debate/paginas/debate1637.htm.

34. Benedetti, op.cit.

35. Ibid.

36. María Silvia Leoni, "Elites culturales y construcción de la región en el nordeste argentino en el siglo XX", Coordenadas, 2 (2015)

37. Hector Jacquet, Haciendo Historia en la aldea (Posadas: Edición del autor,1996).

38. Se destacan los trabajos de Marta Philp referidos a Córdoba: Memoria y política en la historia argentina reciente: una lectura desde Córdoba, (Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 2009); Marta Philp (comp.) Intervenciones sobre el pasado, (Córdoba: Alción Editora, 2011); Territorios de la historia, la política y la memoria, (Córdoba: Alción Editora, 2013). Para Río Cuarto –"el interior del interior"-: Eduardo Escudero, Cultura Histórica y usos del pasado. Memoria, identidades y política en una experiencia local. (Río Cuarto, 1947-1986) (Rosario: Prohistoria, 2016).  

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