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Revista Escuela de Historia

versión On-line ISSN 1669-9041

Rev. Esc. Hist. vol.18 no.1 Salta jun. 2019

 

ARTÍCULO ORIGINAL

Enfoques y posibilidades de la historia regional

(Approaches and possibilities of regional history)

Sara Emilia Mata
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Investigaciones en Ciencias sociales y Humanidades (ICSOH) CONICET- Universidad Nacional de Salta, Facultad de Humanidades, Av. Bolivia 5150, 2do. piso, E- mail: saraemata@yahoo.com.ar

Recibido: diciembre de 2018
Aceptado: junio de 2019


Resumen:

Este artículo se propone reflexionar acerca de las posibilidades y los problemas que presenta el "hacer" historia regional, considerando las dificultades que conllevan las escalas espaciales que indefectiblemente deben atenderse en la investigación histórica. Sugiere pensar a la historia regional como una práctica o un enfoque historiográfico válido para abordar en sus diversas expresiones (económicas, sociales, políticas, culturales) el denso y conflictivo entramado social.  

Palabras claves: Historia; Región; Espacio; Historia regional

Abstract:

This article intends to reflect on the possibilities and the problems tangled in "making" regional history, considering the difficulties involving the spatial scales that inevitably must be attended in historical research.  It proposes to think of regional history as a practice or a valid historiographical approach to study the dense and conflicting social networks, in its different expressions: economic, social, political and cultural.

Keywords: History; Region; Space; Regional history


Conceptos como el de región, aunque son ampliamente utilizados por las diferentes disciplinas que componen las ciencias sociales, no siempre tienen significados muy precisos o aun no siempre son aplicados con criterios equivalentes.1

 Desde que la historiografía de Annales otorgó a la categoría espacio un lugar central en el análisis histórico bajo la influencia de la Geografía francesa -expresada inicialmente en los planteos de Vidal de la Blache y continuada luego por otros prestigiosos geógrafos franceses- la presencia de la Historia Regional como una forma de "hacer" Historia se ha instalado fuertemente en los medios académicos no solo en la Argentina sino también en la historiografía latinoamericana y europea, con la única excepción de Inglaterra y de Alemania, cuyas tradiciones historiográficas se diferencian claramente de Annales. Sin embargo, la categoría espacio constituyó desde siempre una preocupación para los historiadores aun cuando no necesariamente todos coincidan en la validez del concepto de región para resolver los desafíos que el espacio plantea en la investigación histórica.

En la historiografía argentina José Carlos Chiaramonte ha cuestionado severamente las formas de hacer historia regional al preguntarse "¿Existe realmente una presencia de eso que llamamos región como protagonista histórico?". La respuesta a este interrogante para Chiaramonte estaría estrechamente relacionada a la inexistencia de "…una región verdadera sino tantas regiones como objetivos de estudio se tengan. La noción de región evoca, en realidad, una perspectiva de historia total. Una perspectiva según la cual, además, una región lo es cuando tiene presencia histórica en la historia global de un país". El problema para este autor reside en otorgar estatus de región al objeto de estudio cuando se abordan fenómenos locales. Y más grave aún dar al "…termino región una validez de categoría de análisis histórico".2

Más allá de coincidir, o no, con José Carlos Chiaramonte acerca de la validez del concepto de región aplicado a la práctica historiográfica, es necesario reconocer que plantea con total claridad, si la historia regional es una línea de investigación en el campo de la historiografía validada conceptualmente por la categoría analítica de región. Estimamos que este es el problema donde debemos centrar nuestra atención reflexionado acerca no solo del concepto de región, sobre el cual existe consenso en considerar una hipótesis de trabajo, sino en la historia regional como una forma de hacer historia.

Ante la dicotomía entre la historia macro procesual y la historia local-parroquial, frente a la historia nacional y las historias provinciales la historia regional formuló una propuesta superadora en la cual el espacio se convirtió en una variable de importancia en la investigación que permitiría trascender la separación entre análisis macro y micro social3.

En el campo de la historia económica la historia regional recorrió, en la historiografía mexicana y también en la argentina, un derrotero interesante y los espacios regionales propuestos a partir de variables económicas otorgaron inteligibilidad a los procesos económicos pasibles, desde esta perspectiva, de mejores posibilidades de estudio. La presencia de polos de desarrollo económico y los espacios que gravitaron en relación con él con intensidades variables favorecieron, como lo han demostrado importantes trabajos, no solo a estudiar eficazmente la producción, la circulación y los mercados, sino también a los agentes colectivos e individuales y el complejo entramado de relaciones sociales del cual formaban parte. El ejemplo más acabado de esta regionalización a partir de un polo económico fue la hipótesis de espacio económico peruano formulado por Carlos Sempat Assadourian en la década de los años 1970 que buscaba explicar la gravitación de la minería potosina en la configuración del mercado interno colonial y las relaciones de producción existentes en el extenso territorio que comprendía el Virreinato del Perú. Sin embargo, la riqueza de la propuesta de Assadourian en el uso de los conceptos de espacio económico y de región giraron alrededor del concepto marxista de Capital Mercantil que supone la circulación de mercancías reforzando relaciones sociales de producción no capitalistas que adquirieron caracteres diferentes en diferentes circunstancias, lugares y momentos en el transcurso del periodo colonial americano. Probablemente el ejemplo de la tesis de Carlos Sempat Assadourian de espacio económico peruano, integrado por regiones de producción especializada que conforman un mercado interno colonial y explican la organización económica del virreinato del Perú, y sus cambios en los siglos XVI, XVII y XVIII resulte, por lo menos para los colonialistas, el ejemplo más interesante de las posibilidades del enfoque regional en los estudios socio económicos4.

Sin embargo y a pesar de la importancia que para la historia colonial americana ha tenido y tiene la tesis de Assadourian5 es indudable que esta regionalización respondía al problema y al período que él se planteaba y, fundamentalmente, expresaba los supuestos teóricos de la historia socio económica en auge en los años 70’ que, tal como expresa Chiaramonte, aspiraba construir una historial total.

Desde otras perspectivas, en la historiografía argentina la región fue considerada un espacio definido desde antes de la investigación histórica en tanto resultado de un proceso histórico con particularidades propias6. Sin desear ingresar en una disquisición acerca de los diferentes sentidos de la palabra "región", o lo que entendemos por ella, es preciso señalar la implementación de una regionalización territorial administrativa y política, como la implementada en Chile o la que, con fines de planificación estatal, se llevó a cabo en la argentina en 1967. Esta regionalización introdujo severas distorsiones al reforzar la identificación de esas regiones como espacios analíticos a priori de la investigación histórica7. De igual modo el "regionalismo" atribuyó rasgos culturales específicos, y en ocasiones esencialista, a la región previamente definida. Región planificada, región histórica y regionalismo constituyen un constructo de perfiles similares al de la nación o la provincia en tanto recortes previos del universo de análisis. Y no estamos negando en la configuración social del espacio la importancia de los procesos históricos, entendidos como un complejo entramado de relaciones sociales, económicas y políticas advirtiendo, no obstante, que precisamente por su densidad histórica el espacio es dinámico y cambiante.

Con frecuencia se afirma que importan los problemas y no los lugares, es decir que es fundamental y prioritario plantear el problema historiográfico que se va a estudiar evaluando si los resultados de la investigación contribuirán a su mejor comprensión y explicación. Pero es imprescindible señalar que indefectiblemente los problemas se localizan en el tiempo y en el espacio y esta localización forma parte también del problema planteado. Espacio y tiempo, las dos categorías centrales de la historia se encuentran indisolublemente presentes en la formulación de un problema, en la delimitación de un universo analítico. Pero en tanto el espacio es una construcción social atravesada por la temporalidad, la aprehensión inteligible de los procesos históricos a estudiar obliga a plantear escalas espaciales diferentes relacionadas tanto a la naturaleza del problema historiográfico planteado (de índole política, económica, cultural, social) como a la perspectiva teórica adoptada. La historia regional se presenta entonces como una alternativa válida de investigación que permite imbricar los problemas que se plantean con la construcción social del espacio en el cual éstos se localizan y es éste, sin dudas, el desafío más importante a resolver y el que legitimaría a la historia regional.

El lugar y la región serían así los espacios donde el investigador con carácter hipotético propone materializar su investigación. Desde esta perspectiva, espacio y región no serían entonces conceptos intercambiables, aunque ambos remitan al denso entramado de las relaciones sociales de los hombres en el tiempo. La región es el espacio en el cual la investigación indefectiblemente se territorializa en la investigación planteándose, de esta manera, una diferenciación sustancial con la categoría espacio en tanto este posee perfiles más amplios y proyecciones diferentes.

Se impone por lo tanto preguntarse cuándo y de qué manera esta localización  se transformaría en una hipótesis y si en definitiva la historia regional tiene especificidades que la instituyen como una disciplina con objetivos y métodos propios, diferenciada de la historia social, la historia económica, la historia jurídica, la historia política, entre otras tantas clasificaciones de historia que se han establecido según el objeto de estudio y los métodos empleados para su abordaje, o si por el contrario, todas ellas pueden o no concretarse en la investigación como historia regional.  Adherimos a esta última posibilidad, lo cual supone aceptar que la historia regional es una práctica historiográfica. A nuestro criterio la historia regional, o mejor aún el enfoque regional en la investigación histórica puede constituir una perspectiva valiosa para abordar en sus diversas expresiones (económicas, sociales, políticas, culturales) el denso y conflictivo entramado social.  

La Historia Regional como práctica historiográfica

La historia regional, sus resultados y su conceptualización, ocupa un lugar importante en las preocupaciones de los historiadores argentinos8. Dan cuenta de esta preocupación la realización de Encuentros y Jornadas dedicadas a reflexionar sobre ella y a discutir sus resultados en el campo de la investigación histórica, así como la creación de Centros de Investigación en Historia Regional y la publicación de revistas específicas.        

Una primera observación que se impone es la constatación en las últimas décadas, de un desplazamiento severo de la historia económica social, originariamente identificada con la historia regional. El abandono de las temáticas económicas en la investigación histórica no solo se refleja en los trabajos realizados desde la perspectiva de la historia regional. Es posible observarlo también en el propio campo de la historia económica, tal como lo señala Jorge Gelman al decir que "...luego de haber sido la niña mimada de los estudios históricos durante las décadas centrales del Siglo XX y hasta los años sesenta y setenta, la historia económica se convirtió recientemente en una rama relativamente marginal de las disciplinas históricas..."9. La escasa producción en historia regional atendiendo a temas económicos se encontraría en este repliegue de la historia económica debido particularmente a una nueva agenda de intereses y problemas.

En las últimas décadas se abandonó el paradigma de la historia total y nuevos modelos interpretativos, entre los cuales no podemos dejar de mencionar el giro lingüístico y el giro cultural, cuestionaron fuertemente el campo disciplinar. Fue también en las últimas décadas que la proximidad y el diálogo entablado por la historia con otras disciplinas sociales como la antropología, el derecho, la sociología y las ciencias políticas permitieron incorporar nuevos problemas a la vez que ampliaron el campo conceptual. Un aporte teórico significativo provino de los historiadores marxistas ingleses, particularmente de Eric Thompson quien incorporó al análisis de la historia social los conceptos de experiencia y de economía moral y reconoció la importancia de las costumbres, los rituales y la cultura popular para abordar las relaciones sociales, así como la relevancia del conflicto social en la configuración de las clases sociales, desmarcando el concepto de clase social de la exclusiva relación con los medios de producción predominantes en el marxismo  dominante en las décadas de los años 60’ y 70’ del siglo pasado.10

Sin embargo, en el ámbito de la historia regional, el abandono de los problemas económicos puso a prueba las posibilidades de hacer historia regional. Como ya dijéramos fue en historia económica donde el espacio regional, construido como hipótesis de trabajo, validó a la región como unidad analítica inteligible que permitía asimismo observar, a través de la circulación y los mercados, su articulación con otras regiones en un proceso económico general. Como bien afirma Eric Van Young, no cabe duda que "El concepto de región, en su forma más útil es /.../  la  espacialización de una relación económica"11.

No debe extrañar entonces, que los historiadores enfrentados a las necesidades de incursionar en otros campos de la disciplina comenzaran a cuestionar las posibilidades de la historia regional y los alcances que tenía "hacer" historia regional. Indudablemente este desafío resultó provechoso ya que se amplió el horizonte conceptual de región e ingresaron a ella sin tapujos problemáticas diferentes12. No resulta, sin embargo, tan claro como en el campo de la economía introducir el espacio regional como hipótesis de trabajo, ni tampoco conciliar conceptualmente la región con los estudios locales o localizados que indefectiblemente se imponen al plantear ciertos problemas de historia política, social o cultural. Por contraposición tanto la historia política como la historia social o la historia cultural han sido y son abordadas desde perspectivas no regionales, en las cuales la construcción del espacio no está concebida ni planteada como regional. De allí que otras perspectivas parecieron competir con la historia regional, especialmente cuando los relatos macros fueron cuestionados.

Entre las nuevas perspectivas historiográficas preocupadas por la escala de observación se encuentra la microhistoria italiana que, a partir del estudio local, propone indagar las complejas tramas relacionales que comprenden a los sujetos, la localidad, el poder y el estado, trascendiendo por lo mismo la simple localización. Giovanni Levi, uno de los más destacados historiadores identificados con la microhistoria sostiene que la misma "…parte de una imagen de la historia como la ciencia de las preguntas generales pero de las respuestas "locales"; es decir, no apunta a generalizar respuestas, sino que, a través de un hecho, un lugar, un documento, un acontecimiento —leídos gracias a una ampliación de escala en un microscopio—, quiere identificar preguntas que tienen un valor general, pero que dan lugar a un amplio espectro de respuestas diferentes.13 Roger Chartier en una entrevista publicada en los Cuadernos de Historia Regional de Luján matiza esta aseveración al afirmar, acerca de la micro-historia italiana,  que "...la perspectiva es de ver cómo el mundo social se produce a través de las alianzas, las transacciones, la oposiciones, los conflictos /.../ y proponer este modelo dinámico de la construcción del mundo social a partir de los diversos tipos de relaciones que la gente tiene con otros..." y señala que "De este modo la situación micro-histórica remite necesariamente a algo macro-histórico que serían todos los lazos de interdependencia que no se limitan a las interrelaciones entre los individuos"14.  

Esta situación macro-histórica a la que hace referencia Chartier, si bien necesariamente no comprende de manera excluyente una escala regional, buscaría a través del estudio de un sujeto o un suceso, recuperar un entramado social que supone también la inclusión de diferentes escalas espaciales. En cierto modo manifiesta, al igual que la historia económica social de la década de los años 60 y 70´, el anhelo de una historia total en la cual, a diferencia de la historia económica social, el universo analítico se focaliza en lo local o lo biográfico. Si bien la historia local y la microhistoria constituyen alternativas válidas a la historia regional contribuyen también a las reflexiones teóricas que buscan conciliar lo local y lo regional en la propuesta investigativa. En la historia regional, al igual que en la microhistoria, la consideración de la escala espacial constituye un problema sustancial en la formulación del problema a investigar que involucra diversas propuestas teóricas. Tanto la historia regional como la microhistoria configuran prácticas historiográficas que pueden o no confluir.

Uno de los reparos más importantes que se le hace a la historia regional consiste en las dificultades que presenta conceptualizarla en el campo de las ciencias sociales. Para Miño Grijalba "No resulta extraño para muchos de nosotros la ambigüedad del concepto regional usado por muchos historiadores, dada la diversidad de contenidos que entraña dependiendo de las perspectivas teóricas del investigador que lo trate de utilizar"15. Esta ambigüedad a la que alude se observa tanto en los estudios que se presentan en las mesas de discusión de historia regional como los que se publican. Así, una de las revistas especializadas en historia regional anuncia en la presentación que los trabajos que se publican que los mismos "...nos sitúan frente a una extensa gama de temas y épocas, recuperando complejas cuestiones relativas al género, la modernidad, la ciudadanía, el espacio público y lo político-territorial, a lo largo de los siglos XIX y XX, pero acotadas a regiones tan disímiles como Tandil, Rosario, Patagonia, entre otras..."16. Ahora bien, cuáles serían los criterios con los cuales espacios urbanos, como Rosario o Tandil, pueden ser planteados como regiones atendiendo a los problemas estudiados, de naturaleza política y social, que se abordan a partir de procesos macros, no necesariamente regionales, y se observan como fenómenos netamente urbanos. La lectura de estos trabajos revelaría una escala espacial local que les permite a sus autores plantear interesantes y puntuales problemas referidos a los espacios de sociabilidad, ciudadanía y modernidad jugando inteligentemente con otras escalas espaciales, pero repetimos nuestro interrogante ¿Historia regional? ¿Microhistoria? ¿Historia local?

Entra aquí en juego entonces la relación, no siempre explicita cuando está presente, entre historia local -en sus variantes microhistoria o microanálisis- e historia regional. Resulta perfectamente claro, al menos para nosotros, que la historia política y social reconoce historiográficamente diferentes abordajes. No obstante nos interesa particularmente destacar las posibilidades que ofrece la microhistoria y la historia local para reflexionar acerca de las posibilidades de inteligibilidad de las problemáticas estudiadas a partir de la localización del entramado social y su inscripción en un espacio más amplio, el cual puede devenir en regional entendiendo a éste como un sistema "abierto"17, siempre y cuando la preocupación  por la configuración del espacio regional como hipótesis explicativa o comprensiva se encuentre presente en el historiador y forme así parte del problema formulado. 

Nos parece pertinente, en relación a este planteo, darle la palabra nuevamente a Roger Chartier, quien entre las objeciones que realiza a la microhistoria, señala que en la misma hay "... un enfoque demasiado exagerado sobre la interacción inmediata de los individuos unos frente a otros; y que esto hace borrar u olvidar todos los sistemas de coacciones que vienen de interdependencias cuyas dimensiones no se encierran dentro de la situación misma"18.  ¿Podrían plantearse estas interdependencias o parte de ellas en una configuración espacial de escala regional? Nos parece que sería posible y además importante que se las formularan a escala regional. Un ejercicio teórico interesante para pensar estas cuestiones está presente en muchos trabajos de historia social y política. Corresponde señalar que en la argentina no son pocos los historiadores preocupados por esta vinculación entre la historia local, la microhistoria y la historia regional. Ellos no solo han reflexionado sobre estas vinculaciones, sino que además han llevado a la práctica en la investigación histórica estas preocupaciones con resultados sumamente interesantes.

Historia regional, aportes y posibilidades

Presentar las dificultades que entraña hacer historia regional y evaluar sus alcances, no sólo en relación con los temas y problemas propios de la historia social, cultural y política, sino también atendiendo a la perspectivateórica del investigador, resulta tan difícil como apasionante. Es en todo caso un ejercicio de reflexión importante para todo historiador en relación con su propio quehacer.           

No cabe duda, y ya ha sido dicho, de que la historia económica es la que mayores y mejores resultados obtuvo en historia regional, pero no solo ella. Las relaciones económicas son también, y sobre todo, relaciones sociales y la circulación de mercancía implica, por ejemplo, no solo flujos mercantiles sino además relaciones personales, redes sociales. Abandonar el perfil economicista y cuantitativo del análisis económico y prestar atención a estas relaciones sociales, interacciones y redes ha posibilitado también estudiar la construcción de poder, las relaciones de género y muchos otros problemas de la historia social y política, rescatando los estudios de casos y los estudios locales al inscribirlos en una escala espacial y temporal que les permite reconstruir su sentido.

También la historia regional ha permitido analizar los procesos históricos soslayando la tentación de homogeneizarlos a partir de explicaciones y descripciones macro históricas y sus ejemplos locales y, fundamentalmente, ha señalado las dificultades que presenta la elaboración de una escala espacio temporal adecuada, además de mostrarnos su imperiosa necesidad en la investigación. En este sentido. resulta pertinente rescatar la preocupación, que ha atravesado y atraviesa a los historiadores enrolados en las filas de la historia regional, de renovar perspectivas historiográficas dominantes en las "historias nacionales" focalizadas en los procesos políticos y económicos de los centros de poder político y económico. Efectivamente la historia regional ha manifestado siempre la preocupación por "…"desarmar" y "rearmar" la historia nacional y los modelos explicativos generales, como así también las propias historias regionales y provinciales, a fin de poder hacer más significativos los procesos históricos."19 Posiblemente la contribución más importante de la historia regional, reside en observar la complejidad y diversidad en que se manifiestan los procesos históricos en diferentes espacios, brindando también la posibilidad de re escribir los procesos macros. La historia regional sería, al decir de Hermes Tovar Pinzón "…el retorno a los propios paisajes de quienes desean ver que la cultura no está centralizada… Es la seguridad en el retorno a la periferia que universaliza el drama de los hombres y de las sociedades y de encontrar allí un modo de ser y de conocer". Para él "…la regionalización es más un medio que un fin…"20. Es imperioso entonces insistir en el protagonismo del historiador y su elección teórica y conceptual, tanto en la formulación de un problema a investigar como de las escalas espaciales que ineludiblemente deberá atender.

Si en ocasiones resulta ambigua la diferenciación entre historia regional, historia local o microhistoria, esta ambigüedad debe relacionarse con las dificultades anteriormente mencionadas y al grado de reflexión que el historiador posea en relación con la escala espacial en la cual lleva a cabo su tarea. Probablemente son estas dificultades las que obturan aún las posibilidades de ensayar, a partir de los resultados alcanzados, necesarios ejercicios de integración e imprescindibles estudios comparativos que permitan enunciar nuevas preguntas.

Encarar cualquiera de estas dos tareas significaría no solo la conformación de equipos de trabajos sino también lograr consensos, en torno a los problemas a estudiar y las categorías analíticas a utilizar, que permitirían plantear las escalas espaciales que brindarían inteligibilidad a la investigación. Para lograr estos objetivos revalidar la historia regional como una práctica historiográfica posible y reflexionar sobre el espacio y las escalas de observación en el proceso de la investigación resultan totalmente necesarios,

 

Notas:

1. Beatriz María Alasia de Heredia, "Acerca del concepto de región", Estudios, n° 11-12 (enero-diciembre 1999): p.83.

2. José Carlos Chiaramonte, "Sobre el uso historiográfico del concepto de región", Estudios Sociales, Revista Universitaria Semestral, año XVIII, n° 35 (segundo semestre, 2008): pp.9.

3. Nidia Areces, "Regiones y fronteras. Apuntes desde la historia", Andes: Antropología e Historia, n°. 10 (año 1999): p: 19-32.

4. Carlos Sempat Assadourian, El sistema de la economía regional. Mercado interno, regiones y espacio económico (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1982)

5. Entre muchos otros historiadores que trabajaron desde una perspectiva regional a partir del modelo de espacio económico propuesto por Assadourian no podemos dejar de mencionar el excelente libro de Juan Carlos Garavaglia, Mercado interno y economía colonial. Tres siglos de historia de la yerba mate (México: Enlace-Grijalbo, 1983).

6. Armando Bazán, "Visión Regional de la Historia Argentina", Investigaciones y Ensayos, n°  49 (Buenos Aires: enero-diciembre 1999): pp. 107-111. En este artículo Bazán explicita el concepto de historia regional que utilizara al elaborar años antes el libro Historia del Noroeste Argentino (Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1986)

7. Susana Bandieri, "La posibilidad operativa de la construcción histórica regional o cómo contribuir a una historia nacional más complejizada" en Lugares para la historia. Espacio, historia regional e historia local en los estudios contemporáneos Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte, Compiladoras (Rosario: UNR Editora, 2001): pp. 91-117

8. Parte de estas preocupaciones pueden encontrarse en Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte, compiladoras, en Lugares para la historia. …. op. cit.

9. Jorge Gelman, La Historia Económica argentina en la encrucijada. Balances y Perspectivas (Buenos Aires:Asociación Argentina de Historia Económica –Prometeo Libros, 2006): p. 9.

10. Edward P. Thompson, La formación histórica de la clase obrera: Inglaterra (Barcelona: Crítica-Grijalbo, 1989); Costumbres en común (Barcelona: Crítica-Grijalbo, 1995)

11. Eric Van Young, "Haciendo historia Regional. Consideraciones teóricas y metodológicas", Anuario IEHS, n° 2 (1987): p. 257

12. Gerardo Mario de Jong, "En torno al concepto de Región: el pensamiento geográfico y la unidad del objeto social de estudio", Avances del Cesor, Año V, Nº 5 (2005): pp 11-35

13. Levi, Giovanni. "Microhistoria e Historia Global", Historia Crítica n.° 69 (2018): p. 22 [https://doi. org/10.7440/histcrit69.2018.02, consultado: 03-06-2019]

14. Daniela Clemente y Miguel Angel Ochoa, "Entrevista a Roger Chartier", Cuadernos de Historia Regional, 20-21 (2000): pp. 240-241.

15. Manuel Miño Grijalva, "¿Existe la historia regional?", Historia Mexicana, vol. LI, n°. 4 (abril - junio, 2002): p. 868.

16. Avances del Cesor, Año V, nº 5 (2005)

17. Gerardo Mario De Jong, "En torno al concepto de Región: ..." op. Cit.

18. Daniela Clemente y Miguel Angel Ochoa, "Entrevista a Roger Chartier", op.cit. p. 241-242

19. Marcelo D. Marchionni, Andes: Antropología e Historia, vol. 26, n° 2, (2015): p. 280.

20. Hermes Tovar Pinzon, "La historia regional como problema y como programa de historia nacional", Revista Caribabare, Año 4 n° 4 (1992): pp. 11 a 46.

 

Bibliografía:

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