SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.5 issue13Periferia y fronteras tecnológicas: Energía nuclear y dictadura militar en la Argentina (1976-1983)La medición del impacto de la ciencia, la tecnologia y la innovación en Cuba: análisis de una experiencia author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

On-line version ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.5 no.13 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Sept. 2009

 

ARTICULOS

Los franceses ante el medioambiente, la ciencia y la tecnología

Eguzki Urteaga *

Este artículo se interesa por la relación que mantienen los ciudadanos franceses con el medioambiente, la ciencia y la tecnología, sobre la base de los resultados de la encuesta Valores realizada por un equipo de sociólogos y de politólogos reunidos en la Asociación para la Investigación sobre los Sistemas de Valores. Más precisamente, quiere saber cuáles son las percepciones, opiniones y actitudes de la población del Hexágono sobre estas cuestiones y los problemas que surgen de sus interacciones. Fundamentalmente, avanza la hipótesis según la cual este vínculo se articula en torno a tres ideas básicas: 1) la adhesión de la ciudadanía gala al gran relato ecológico, 2) el compromiso personal con la ecología y 3) el cuestionamiento de la legitimidad de la ciencia y de la tecnología, especialmente a partir de una reflexión sobre las consecuencias medioambientales del desarrollo científico y tecnológico.

Palabras clave: Población; Percepción; Opinión; Actitud; Ciencia; Tecnología; Medioambiente; Francia.

This paper is interested in the relation that the French citizens have with the environment, the science and the technology, on the base of the results of the poll Values, conducted by a team of sociologists and political experts assembled in the Association for the Investigation on the Systems of Values. More precisely, we want to know what are the perceptions, opinions and attitudes of the population of the Hexagon on these questions and on the problems that arise from his interactions. Fundamentally, it advances the hypothesis according to which this relation is articulated around three basic ideas: 1) the adherence of the French citizenship to the ecological macro-story, 2) the personal commitment with ecology and 3) the questioning of the legitimacy of science and technology, especially taking into account the environmental consequences of scientific and technological development.

Key words: Population; Perception; Opinion; Attitude; Science; Technolog; Environment; France.

Introducción

"Dime cuáles son tus valores y te diré quién eres". Según esta fórmula, el conocimiento de lo que motiva y orienta profundamente a un individuo permite comprender su identidad. Esta identidad individual se expresa en un conjunto de creencias y de valores, que gozan de cierta estabilidad y que constituyen unas guías para la acción. Cada persona decide, cada día, implementar una acción en función de sus valores, a veces tras dudar entre varias orientaciones, más o menos contradictorias. Si los valores son importantes a nivel individual, lo son también socialmente. Cada sociedad es el fruto de una larga historia, de modo que, de generación en generación, transmite unos valores y los hace evolucionar. Estos principios y valores constituyen la trama de las sociedades.

Para conocer los valores de una sociedad se pueden utilizar numerosos métodos, desde la observación participativa en un grupo, para comprenderlo mejor desde dentro, utilizando un enfoque más cualitativo y subjetivo, hasta el análisis de todas las "huellas" dejadas por una cultura a través de sus edificios, textos jurídicos u obras artísticas. Los métodos modernos de encuestas cuantitativos constituyen una metodología, utilizada desde la mitad del siglo veinte, que se adapta perfectamente a la identificación de las características de una sociedad y a la comparación con otras. Grandes encuestas internacionales han sido desarrolladas a partir del final de los años 1970. La encuesta sobre los valores de los europeos European Values Survey (EVS) es, sin lugar a dudas, la más novedosa.

La EVS nace en un contexto de preocupación creciente sobre el futuro de las sociedades. Desde el final de la década de 1960, las sociedades desarrolladas han entrado en un proceso de profundas mutaciones. Un abismo parece separar las generaciones, puesto que los más jóvenes adhieren a valores que difieren de los de los mayores. Los principios fundamentales sobre los cuales se fundamentaban las comunidades parecen vacilar. Sociólogos y politólogos reunidos en Francia en la Asociación para la investigación sobre los sistemas de valores han querido mejorar su comprensión de los procesos de transformación en marcha, elaborando la encuesta Valores para evaluar las evoluciones de los valores en los principales ámbitos.

Realizada por primera vez en 1981, la encuesta ha sido repetida cada nueve años, de modo que ha tenido cuatro ediciones (1981, 1990, 1999 y 2008). Si el intervalo entre dos encuestas puede parecer grande, ello se explica por el hecho de que los valores evolucionan lentamente, de modo que no sea necesario reproducirlas cada cuatro o cinco años. Sin embargo, es necesario disponer de muestras representativas de tamaño suficientemente importante si se quiere no solamente poder comparar los resultados nacionales, sino también realizar un diagnóstico preciso de los valores de una sociedad, aprehender las dinámicas internas de un país y distinguir las variaciones entre los grupos sociales.

El cuestionario elaborado por un equipo internacional es muy completo. Permite aprehender los valores de los europeos en todos los ámbitos de la existencia, entre los cuales se encuentra la relación de los ciudadanos con el medioambiente, la ciencia y la tecnología. Numerosas preguntas de 1981 han sido replanteadas en las siguientes ediciones, mientras que otras han sido abandonadas, reformuladas o añadidas, con la aparición de nuevas problemáticas.

Centrándose en el caso francés, este artículo quiere saber en qué medida los valores de la población francesa determinan sus percepciones, opiniones y actitudes hacia estos temas y los problemas que surgen de sus interacciones. Fundamentalmente, defiende la hipótesis según la cual este vínculo se articula en torno a tres ideas básicas: 1) la adhesión de la ciudadanía gala al "gran relato ecológico", 2) el compromiso personal con la ecología y 3) el cuestionamiento de la legitimidad de la ciencia y de la tecnología, especialmente a partir de una reflexión sobre las consecuencias medioambientales del desarrollo científico y tecnológico.

La adhesión al relato ecológico

La incertidumbre reina sobre la manera de sondear los valores medioambientales, teniendo en cuenta que numerosos indicadores han sido elaborados para medir la conciencia ecológica, conduciendo a resultados muy diferentes. La encuesta EVSde 2008 ha elegido una vía original que consiste en medir hasta qué punto los europeos se adhieren al "gran relato ecológico" que aparece en los años 1970, utilizando una serie de preguntas conocida bajo la denominación "paradigma ecológico" de Riley Dunlap. Por primera vez, una encuesta averigua la pertinencia de este paradigma sobre el conjunto de la población francesa.

Estos indicadores han sido concebidos a partir de 1978 y actualizados en 2000. Su filosofía subyacente postula un cambio ideológico completo. En los orígenes de la modernidad, el pensamiento humanístico y progresista había erigido el ser humano en sujeto central de la historia, en sustitución de la providencia. Más cerca de nosotros, el gran relato industrial definía como héroe, bien al capitán de industria en el caso del liberalismo, bien a la figura del proletario revolucionario en el caso del comunismo. A partir del final de los años 1960, Dunlap y sus colaboradores sugieren que, con el desarrollo del ecologismo, se produce un cambio de paradigma en Europa y en América del Norte. El personaje principal del gran relato post-industrial ha dejado de ser una categoría del género humano, para convertirse en la naturaleza misma.

En ese sentido, habríamos pasado del relato antropocéntrico al relato eco-céntrico en el cual la vuelta a la naturaleza, o por lo menos al medioambiente, garantizaría una calidad de vida superior, convirtiéndose en la finalidad esencial de la existencia. Ello significa que los valores económicos, tales como el crecimiento a cualquier precio, proveniente de los grandes relatos industriales del liberalismo o del socialismo, pasarían a un segundo plano. Sucedería lo mismo con los valores religiosos provenientes de la historia bíblica que ha delegado a los seres humanos el poder divino, dotándolos de un estatus próximo al del Prometeo antiguo. Así, la naturaleza no poseería solamente un valor instrumental, como recurso útil para los seres humanos, sino que convendría fundamentalmente protegerlo, teniendo en cuenta su valor intrínseco, lo que tiene consecuencias sobre la preservación de los paisajes y los derechos conferidos a los animales. Al final, el paradigma ecológico según Dunlap se declina en cinco etapas principales de este "gran relato": 1) la conciencia de la fragilidad del entorno natural y 2) de los límites de la economía, 3) el rechazo de la excepcionalidad para llegar a 4) una forma de eco-centrismo y 5) la creencia en la posibilidad de una crisis ecológica mayor.

Todo el dispositivo de Dunlap no ha podido ser incluido en el cuestionario EVS, pero las principales dimensiones del paradigma han sido indagadas, como mínimo, con una propuesta. La batería comenzaba con la siguiente formulación: "Voy a leerles unas afirmaciones a propósito del medioambiente. Para cada una de ellas, dígame si está totalmente de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo o en total desacuerdo".

La primera dimensión, que concierne a la conciencia de la fragilidad del entorno natural, era averiguada a través de la siguiente propuesta: "Cuando los hombres alteran la naturaleza, generan a menudo consecuencias desastrosas". La inmensa mayoría de los franceses (el 95%) está totalmente de acuerdo o de acuerdo con esta idea. Existe un amplio consenso sobre el hecho de que la naturaleza, anteriormente percibida como una realidad sólida y permanente a la que se enfrentaba una acción humana irrisoria, es de ahora en adelante aprehendida como un elemento vital, en equilibrio delicado y peligrosamente perturbada por los seres humanos. Se carece de comparaciones internacionales, aunque se dispone de las cifras de la encuesta de 1990 para el Estado de Washington, sobre las cuales se ha fundamentado Riley Dunlap para construir su escala. En este caso también, el resultado es casi unánime, con un 82% de personas totalmente o relativamente de acuerdo. Por lo tanto, parece ser que, tanto en Francia como en Estados Unidos, existe un acuerdo general sobre una de las premisas del gran relato ecológico.

En el mismo registro de la fragilidad natural, la encuesta EVSconsta de un segundo indicador, aunque expresado esta vez de manera negativa con respecto al paradigma ecológico, a través de la siguiente propuesta: "El equilibrio de la naturaleza es lo suficientemente sólido como para compensar los daños causados por los países industrializados". El enunciado se refiere al paradigma antropocéntrico tradicional, que considera la naturaleza como un dato indestructible e inagotable, incluso como un adversario desmesurado. Los resultados muestran que esta concepción tradicional de la naturaleza es residual en Francia, puesto que solamente el 16% de la población está de acuerdo con ella. Por el contrario, el 81% de los franceses se declaran en desacuerdo o en total desacuerdo con esta idea, confirmando el consenso puesto en evidencia por el indicador precedente a propósito de la fragilidad del equilibrio natural. La encuesta de Dunlap de 1990 llega a un resultado casi idéntico, con el 80% de los estadounidenses que se pronuncian de la misma forma.

Una segunda dimensión del paradigma postula la conciencia de los límites de la economía. El indicador seleccionado sugiere que el planeta sufre de sobrepoblación: "Alcanzamos el número de seres humanos que la tierra puede soportar". Mientras que las ideologías industriales hacían la apuesta de un crecimiento económico sin límites, la inquietud ante la demografía galopante del siglo veinte es un componente ideológico fundamental del ecologismo que ha sido puesto de manifiesto desde el final de los años 1960 con el éxito del libro de Paul y Anne Ehrlich (1973) en Estados Unidos, traducido y publicado en Francia en 1969, y que contemplaba espantosas hambrunas en el mundo a partir de los años 1970 y 1980. Esta obsesión de la sobrepoblación aparece en el informe Meadows, titulado Los límites del crecimiento, publicado en 1972, y en la obra de René Dumont editada durante la misma época. 1 El enunciado divide a los franceses en dos partes casi iguales, puesto que el 46% está de acuerdo, mientras que el 47% no lo está. Conviene subrayar que este indicador, si traduce la conciencia del riesgo generado por la sobrepoblación para el planeta, revela también una visión relativamente malthusiana.

No obstante, en Francia, estas tesis jamás han seducido a la población, porque no es la sobrepoblación sino la natalidad insuficiente la que constituye el objeto de una preocupación típicamente gala. Ello explica, sin lugar a dudas, el porcentaje relativamente bajo registrado con respecto al observado en la encuesta Dunlap, la cual encuentra un total de 53% de estadounidenses favorables a este propuesta a partir de 1990.

Una tercera dimensión del paradigma ecológico consiste en rechazar la excepcionalidad, es decir el hecho de reconocer que los seres humanos están sometidos a los mismos límites naturales que los demás seres vivos. El indicador elegido para averiguar esta dimensión es negativo: mide no tanto la adhesión al ecologismo como a la concepción prometeana: "El genio del hombre permitirá que la tierra siga siendo viable". Los resultados son perfectamente equilibrados entre partidarios y oponentes a esta idea: los primeros, que forman el 48% de los franceses, confían en la ingeniosidad de los seres humanos para mantener el planeta en condiciones aceptables, mientras que una proporción similar pone en duda sus capacidades. Se presiente, detrás de esta actitud negativa, la desconfianza que existe hacia una ciencia y técnica incapaz de compensar los daños causados por el progreso. Estas cifras nos alejan del consenso existente alrededor de la conciencia de la fragilidad de la naturaleza, y atestiguan de una adhesión parcial a este componente pesimista del paradigma. Por último, la comparación con la encuesta americana consolida la escala de Dunlap, puesto que el 47,5% de los estadounidenses encuestados se posicionan en contra de la excepcionalidad.

La cuarta etapa del relato ecológico confía el rol de sujeto de la historia a la naturaleza, en lugar de confiarlo al ser humano. Aquí también, la encuesta EVS ha elegido un indicador negativo, que averigua en realidad el antropocentrismo y, más precisamente, la figura cartesiana del ser humano como dueño de la naturaleza. La propuesta seleccionada por la encuesta EVS es la siguiente: "El destino del hombre es de dominar la naturaleza". Los resultados no muestran ninguna ambigüedad, ya que el 75% de los franceses se declara en desacuerdo o en total desacuerdo con esta propuesta. Por lo tanto, volvemos al consenso observado anteriormente. Esta fórmula prometeana es una mezcla de reminiscencias bíblicas y de ambiciones san-simonianas. El notable rechazo que se desprende indica claramente que tanto el relato religioso, que dejaba la creación a la libre disposición de los hombres, como el relato industrial del siglo diecinueve, que magnificaba al capitán de industria, son rechazados en Francia. Es preciso subrayar el hecho de que, según la encuesta de Dunlap, la aprobación era solamente del 58% en 1990, lo que puede explicarse, bien por la fecha, bien por la especificidad estadounidense, a la vez más marcada por la cultura bíblica y por la aventura industrial.

La última etapa del relato ecológico es trágica, puesto que se termina con la catástrofe medioambiental. La posibilidad de una crisis ecológica era indagada por la propuesta siguiente: "Si las cosas continúan en el mismo camino, viviremos pronto una catástrofe ecológica mayor". Esto quiere decir, sin duda alguna, que existe un consenso de los franceses sobre la adhesión al esquema del paradigma ecológico, ya que el 87% de los galos piensa que no se puede mantener el nivel de desarrollo actual sin provocar una crisis ecológica importante. Conviene matizar el catastrofismo de semejante propuesta: no implica ni un cataclismo ineluctable ni la impotencia, sino una salida previsible en la ausencia de acción. No obstante, esta unanimidad da cuenta de un cierto pesimismo a propósito de la situación actual. Este pesimismo no es específico al Hexágono, puesto que el 65% de los estadounidenses encuestados por Dunlap se encuentran en el mismo caso.

Para concluir, el gran relato ecológico, que ha aparecido en la década de 1970 en occidente y que se corresponde con una transformación notable de la concepción que las sociedades se hacen de su relación con la naturaleza, está bien instalado en las mentes de los franceses. El paradigma ecológico elaborado por Riley Dunlap en Estados Unidos e indagado en la encuesta europea de 2008 muestra que sus valores se han invertido. Las concepciones antropocéntricas del mundo, provenientes de las religiones del Libro y posteriormente promovidas por el humanismo y el industrialismo de obediencia liberal o social, han atribuido a los seres humanos un poder sin límites sobre la naturaleza. Pero ya no son ni el Dios de la biblia ni la filosofía de la Ilustración, ni el tecnócrata san-simoniano, los que determinan los valores del progreso. En 2008, en Francia, parece ser que estas concepciones del mundo se han convertido en minoritarias e incluso en residuales: han sido sustituidas por un gran relato post-industrial centrado en la naturaleza. Las premisas de este relato son actualmente el objeto de un consenso: fragilidad de una naturaleza puesta en peligro y conciencia de los límites de la economía. No obstante, los franceses no están tan de acuerdo con la etapa posterior y la mitad de la población confía en la capacidad de los seres humanos en gestionar las relaciones con la naturaleza. Por el contrario, el centro del sistema de valores basado en el rechazo de una dominación sin paliativos de la naturaleza, que constituye una forma de eco-centrismo, parece formar parte de una base ideológica consensual en Francia. Por último, la perspectiva de un futuro incierto, por no decir caótico, en materia de medioambiente, no debe ser excluido para la mayoría de los franceses si no se hace nada para cambiar las relaciones que mantienen los ciudadanos galos con la naturaleza.

El compromiso con la ecología

Pero una cosa es defender unos valores y otra es comprometerse socialmente y políticamente. Varias cuestiones de la encuesta permiten hacerse una idea sobre este último punto. Parten de un grado mínimo de compromiso, de la confianza en las organizaciones medioambientales y abordan posteriormente la movilización más concreta con la donación de dinero, la adhesión y el voluntariado asociativo, y culminan con la ecología política y el voto ecologista. Para comprometerse en unas instituciones, la confianza es una condición sine qua non. Efectivamente, está presente en las organizaciones medioambientales, puesto que prácticamente dos tercios de los franceses (el 65%) declaran tener una cierta o una gran confianza en ellas.

Se trata de un resultado esperado porque, por una parte, los problemas medioambientales generan una preocupación casi unánime en las sociedades occidentales y, por otra parte, las asociaciones medioambientales se posicionan muy a menudo fuera de las divisiones políticas tradicionales, lo que favorece el consenso. Este amplio apoyo a las organizaciones va en el mismo sentido que la aprobación de los movimientos ecologistas y aparece como una realidad antigua, puesto que la encuesta EVS de 1990 indicaba que el 91% de los franceses estaban totalmente o relativamente de acuerdo con los movimientos de protección del medioambiente. Corrobora la simpatía con el partido de los Verdes en Francia, sin comparación alguna con sus resultados electorales. Así, el barómetro IPSOS de julio de 2001 mostraba una popularidad de los Verdes del 58%, es decir un resultado superior al del Partido Socialista, con una amplia parte de estos simpatizantes posicionados en la derecha.

La donación financiera a favor del medioambiente es una forma de compromiso ya más significativa, incluso si no está siempre vinculada a determinadas organizaciones: más de la mitad de los franceses (51%) se declaran de acuerdo o totalmente de acuerdo con "dar una parte de sus ingresos si estuviesen seguros de que este dinero será utilizado para evitar la contaminación". Esta cuestión había sido planteada en las dos EVS precedentes y las cifras muestran una evolución interesante, puesto que, en 1990, estos donantes voluntarios eran un 61% y este porcentaje caía hasta el 46% en 1999. Se ha producido una caída de una magnitud comparable en la mayoría de los países europeos. Parece ser, por lo tanto, que en 2008 se produce un cierto repunte de la propensión a la donación financiera. No obstante, este incremento sigue siendo muy limitado.

La encuesta registra otras formas de medio-ambientalismo más comprometidas, especialmente la adhesión a las asociaciones ecologistas y el voluntariado. En 2008, el 3,1% de los franceses declaran estar afiliados a una organización medioambiental o de defensa de los derechos de los animales, y el 1% practican el voluntariado. Estos porcentajes no tienen comparación alguna con la propensión a la donación, y esta debilidad se explica en parte porque estas organizaciones proponen militar para defender derechos o bienes colectivos en lugar de brindar servicios en los deportes o en las actividades de ocio. En este caso también, el análisis de la evolución desde 1990 pone de manifiesto una evolución relativamente comparable a la de la propensión a la donación presentada anteriormente: en 1990, el nivel de adhesión y de voluntariado era el más elevado, con respectivamente el 4,1% y el 2,3%. Decaía brutalmente en 1999 al 2,1% y al 0,9%, antes de subir de nuevo en 2008, sin volver a los niveles de 1990. Ciertamente, conviene ser prudente a la hora de valorar el significado social de esta pertenencia asociativa, porque los porcentajes son reducidos y, por lo tanto, son sensibles a los márgenes de error estadístico. No obstante, esta concordancia entre la evolución de los diferentes indicadores confiere cierta credibilidad a la interrupción de la rebaja e incluso a repunte del medio-ambientalismo en Francia.

¿Quiénes son estos medio-ambientalistas que confían en las organizaciones ecologistas, se afilian, practican el voluntariado y están dispuestos a dar dinero a favor de esta causa? Si bien no existe un perfil único, puesto que éste cambia en función de los indicadores, se pueden subrayar unas tendencias sociodemográficas comunes. La característica más vinculada al compromiso medioambiental es el nivel de estudios y este se incrementa con la importancia del compromiso. El voluntariado asociativo, por ejemplo, sube a más del 3% entre los titulares de un nivel comparable o superior a la licenciatura, mientras que está casi ausente entre aquellos que han puesto fin a su trayectoria escolar después del instituto. El nivel de renta es la segunda variable vinculada con el compromiso medioambiental: la propensión a dar una parte de su renta es claramente superior entre los franceses adinerados. La adhesión asociativa y, sobre todo, el voluntariado se encuentran en la misma situación.

Esta importancia del capital cultural y económico para la eco-ciudadanía es suficiente para explicar las características socio-profesionales: se trata de los franceses más cualificados y favorecidos. Por lo tanto, los intelectuales, los ingenieros, los directivos y las clases intermedias superiores se han comprometido en la defensa del medioambiente, mientras que los obreros y los empleados están casi ausentes del voluntariado. La edad no es una variable muy significativa, aunque los jóvenes estén ligeramente sobre-representados. Por último, el compromiso medioambiental no está sexuado, puesto que se encuentra una proporción comparable de hombres y de mujeres, lo que cuestiona las teorías fundamentadas en las afinidades entre la naturaleza y la feminidad que justifican una hipotética propensión de las mujeres al ecologismo.

La encuesta EVS añade otro indicador importante: el voto ecologista, que no se refiere al estricto ámbito medioambiental sino al de la ecología política. Efectivamente, mientras que el compromiso en las asociaciones o la donación financiera tienen una finalidad casi exclusiva (la protección de la naturaleza y la defensa del medioambiente), el voto a favor de un partido ecologista manifiesta una orientación mucho más amplia. Así, el voto Verde supone una adhesión más o menos firme al programa de este partido y, por lo tanto, a unas opciones específicas sobre la inmigración, las privatizaciones, el matrimonio homosexual o el consumo de cannabis, incluso si todos los electores no suscriben a todos los puntos del programa de este partido. Asimismo, los electores de Corinne Lepage 2 adhieren más al discurso del Modem 3 o del Nuevo Centro, 4 mientras que los fieles de Antoine Waechter 5 y del Movimiento Ecologista Independiente 6 se sentirán más próximos de una ecología radical, naturalista, anti-técnica y poco preocupada por lo social. Por lo tanto, en este caso, el voto ecologista es considerado como el indicador de una ideología política y no solamente como el revelador de una movilización sectorial.

La cuestión planteada a los encuestados es la siguiente: "Si hubiese una elección general mañana, ¿a qué partido votaría?" Solamente el 4% de los franceses eligen a los Verdes y el 2% a los demás partidos ecologistas. Estos porcentajes son relativamente coherentes con los del voto ecologista en las últimas elecciones presidenciales y legislativas. Están muy alejados, sin embargo, de los de 1999, en los cuales los Verdes lograron el 9% y las demás formaciones ecologistas el 4%. Pero estas cifras se acercan a las del voto ecologista en las elecciones europeas de aquel año. Por lo tanto, los datos de 2008 registran la fuerte caída del voto ecologista, ya sea Verde o no, desde el final del siglo pasado. Esta evolución es contradictoria con el nuevo auge del medio-ambientalismo: tales divergencias confirman a la vez el apasionamiento por el pacto ecológico 7 de Nicolas Hulot y la recuperación de las temáticas medioambientales por los partidos de gobierno.

Ello atestigua igualmente la diferencia fundamental entre el medio-ambientalismo y la ecología política. El electorado verde, que reivindica explícitamente la ecología política, está compuesto por un número superior de votantes de izquierda que de derecha: el 39% frente al 15%. Por el contrario, la propensión a la donación financiera y a la pertenencia asociativa está más equilibrada, puesto que está compuesta respectivamente por el 37 % y el 39% de votantes de izquierda y el 29% y el 28% de votantes de derecha: el medio-ambientalismo está, por lo tanto, menos marcado ideológicamente que la ecología política.


Cuadro 1. Posicionamiento izquierda-derecha en función del compromiso medioambiental

Más aún, no son las mismas personas las que militan en las asociaciones y las que votan para los Verdes o las demás formaciones ecologistas. En efecto, el voto ecologista concierne solamente a una pequeña parte de los medio-ambientalistas comprometidos. Así, solamente el 10% de los asociativos vota a favor de los Verdes y el 3% a los demás partidos ecologistas. Si los asociativos son mayoritariamente de izquierda y dan el 23% de sus votos al Partido Socialista, un núcleo significativo vota a favor del CPNT (Chasse, Pêche, Nature et Tradition) y un 7% a la extrema derecha. En definitiva, el medio-ambientalismo asociativo cuenta en sus filas a un importante componente de derecha y, entre ellos, se hallan los cazadores y pescadores. Ello demuestra que el medio-ambientalismo comprometido consta de una composición sociológica contrastada, relativamente diferente de la ecología política.

Para concluir este apartado, parece ser que el medio-ambientalismo, medido por la eco-ciudadanía de la donación y de la pertenencia asociativa, sigue siendo un compromiso duradero en Francia desde hace dos décadas. No obstante, el nivel de compromiso oscila en función de la coyuntura. Tras alcanzar su cenit en 1990, ha declinado notablemente en 1999, antes de iniciar una estabilización e incluso un repunte en 2008. Este repunte se debe sobre todo a una fuerte presencia mediática de las cuestiones ecológicas en Francia a lo largo de los últimos años, especialmente desde la elección presidencial de 2007 y el pacto ecológico de Nicolas Hulot, seguido por el Grenelle del Medioambiente. 8 ¿Este incremento es duradero? ¿Se producirá igualmente en otros países? En todo caso, sigue una línea muy diferente a la de la ecología política, que parece debilitarse, diluyéndose en los electorados de los principales partidos.

La ciencia y la tecnología: una legitimidad cuestionada

Desde el origen del ecologismo, sus promotores, tales como Ivan Illich o André Gorz, 9 han cuestionado tanto la ciencia como la tecnología. Se han focalizado sobre todo en las grandes maquinarias tecnológicas que han sido denunciadas como la expresión del deseo de potencia del hombre prometeano. Tras Heidegger, los filósofos les han reprochado el "a-razonamiento", tanto de la naturaleza negada por una mediación técnica desmesurada como de la humanidad alienada por la "mega-máquina". Pero, ¿cuál es exactamente la actitud de los franceses hacia la ciencia y la técnica? Dicho de otra forma, ¿su actitud ante las tecno-ciencias está vinculada al eco-centrismo puesto de manifiesto precedentemente o se refiere a otros sistemas de valores?

La encuesta ha retenido tres temas para valorar esta actitud y la ha expresado en los siguientes términos: las "experiencias científicas sobre los embriones humanos, las manipulaciones genéticas sobre los productos alimenticios, es decir los OGM, y la inseminación artificial y la fecundación in vitro". La encuesta pedía a los encuestados que se pronunciasen sobre el hecho de saber si se podía justificar o no, poniendo una nota que iba del 1 (jamás) al 10 (siempre).

Como lo muestra el cuadro 2, dos tecnologías (la experimentación sobre embriones y los OGM) son rechazadas de manera comparable por la mayoría de los franceses. Cerca de la mitad las rechaza completamente, un buen tercio las considera como injustificadas, concediéndoles una nota por debajo de 5, y menos del 15% las considera como justificadas, poniéndoles una nota situada entre 5 y 10. Estos dos tipos de rechazo están fuertemente vinculados e indican un mismo consenso sobre la ilegitimidad de la intervención científica en el ámbito de la vida, ya sea humana o vegetal. No obstante, no traducen un rechazo de la ciencia y de la tecnología como tal. Efectivamente, cuando se trata de inseminación artificial y de fecundación in vitro, la reacción es diferente, puesto que el 80% de los encuestados conceden una nota de 5 o más, es decir que justifican estas prácticas, haciendo bascular el consenso en el otro sentido. ¿Existe una contradicción entre estas dos valoraciones realizadas a propósito de diferentes tecnologías? Parece ser que los franceses rechazan las experimentaciones que les parecen peligrosas, bien ecológicamente como los OGM, bien socialmente como en el caso del embrión. Por el contrario, tienen cierta tendencia a plebiscitarlas cuando responden a una necesidad social legítima, como en el caso de la inseminación artificial.


Cuadro 2. Porcentaje de las diferentes notas concedidas a las tecno-ciencias

Estas valoraciones acerca de la ciencia y de la tecnología están escasamente vinculadas al paradigma ecológico y van incluso en la dirección contraria. Efectivamente, el rechazo de la experimentación sobre el embrión no está prácticamente vinculada a las cuestiones de medioambiente: en el mejor de los casos, una pequeña franja que la encuentra justificada se preocupa por los daños causados por el hombre a la naturaleza y las catástrofes ecológicas futuras. El rechazo de los OGM está claramente más vinculado a las cuestiones medioambientales: la pequeña minoría que acepta su principio se reivindica como claramente antropocéntrica. Sin lugar a dudas, el cuestionamiento de los OGM en la opinión pública y el vínculo establecido con el medioambiente deben ser relacionados con las campañas mediáticas suscitadas por la movilización de los anti-OGM y de su presentación como ecologistas. La justificación de la inseminación artificial y de la fecundación in vitro va, por su parte, en el mismo sentido que el eco-centrismo: son los encuestados más próximos al ecologismo los que están también a favor de estas tecnologías de la reproducción, y los más antropocéntricos son los que los rechazan con mayor vigor, probablemente en razón de la defensa de los valores de la vida. Globalmente, existen relaciones tendenciales entre el eco-centrismo y el rechazo de las tecno-ciencias, aunque éstas estén a menudo atenuadas y a veces contradichas por la presencia de variables intermedias que dependen de otros sistemas de valores.

De hecho, la actitud hacia estas tecnologías depende también ampliamente de los valores religiosos y tradicionales. Así, el 59% de los que practican regularmente una religión, sean católicos o no, poniendo una nota de 1, deniegan absolutamente cualquier derecho a la ciencia de experimentar sobre los embriones, mientras que el 43% de los ateos mantienen una posición comparable, teniendo en cuenta que el 35% de los ateos justifican estas prácticas, frente al 22% entre los practicantes. La correlación es todavía más fuerte en el caso de la inseminación artificial, que es rechazada (nota inferior a 5) por el 41% de los católicos practicantes regulares en lugar del 24% de los ateos, pero que está totalmente aceptada (nota de 9 y 10) por el 44% de los ateos, en lugar del 20% de los practicantes. Simultáneamente, las encuestas post-materialistas, liberadas de las presiones religiosas, son más favorables que las materialistas a estas tecnologías. Los OGM, por el contrario, son mejor aceptados por los católicos practicantes que por los demás, y ello independientemente del lugar de residencia, rural o urbana. Todo ello revela la dimensión antropocéntrica de la concepción religiosa del mundo, la cual afirma una fuerte jerarquía entre los seres humanos y el resto de las criaturas. Esta importancia del factor religioso explica también que los jóvenes de 18-24 años, que son mucho menos practicantes que los mayores, justifiquen más todas estas tecno-ciencias.

Por último, la actitud hacia estas tecnologías, se refiere asimismo a la problemática del riesgo. Así, las mujeres son menos proclives a justificarlas que los hombres. Sucede lo mismo con las rentas modestas y los niveles de estudios más bajos. Correlativamente, son también los encuestados más interesados por la política los que tienen las actitudes más negativas a propósito de todas las formas de experimentación, tanto los OGM como las demás. Todas estas correlaciones convergen hacia el perfil socio-demográfico de las categorías que temen el riesgo en general: son las personas más débiles socialmente las que tienen los mayores temores y las que manifiestan las mayores reticencias acerca de estas innovaciones científicas, mientras que aquellas que están dotadas de los capitales económicos, sociales y sobre todo culturales, manifiestan una seguridad superior.


Cuadro 3. Legitimación de las tecno-ciencias según el nivel de estudios

En definitiva, ¿qué se puede concluir a propósito de estos resultados dispares sobre la actitud de los franceses hacia la ciencia y la tecnología? En primer lugar, parece ser que la ciencia no es de por sí una autoridad legítima para emprender todas las formas de experimentación, especialmente cuando existen riesgos sociales o medioambientales, como en el caso de los OGM o de la experimentación sobre los embriones. Por el contrario, la ciencia y la tecnología están plebiscitadas cuando están controladas y que sus consecuencias sociales y medioambientales están claramente identificadas y reconocidas, como en el caso de la inseminación artificial. Esta actitud ambivalente había sido subrayada en las encuestas precedentes. Por lo tanto, la ciencia no es legítima en sí misma como entidad abstracta sino cuando corresponde a unas prácticas concretas y se encuentra en armonía con el sistema de valores de los individuos.

Efectivamente, parece difícil encontrar en los franceses una actitud específica con respecto a las tecno-ciencias que son denunciadas por los grandes pensadores del ecologismo. En realidad, la actitud con respecto a estas tecno-ciencias es heterogénea y se inscribe en al menos tres divisiones diferentes y a veces contradictorias. La primera de ellas opone la tradición a la modernidad, incluso al post-materialismo. Este antagonismo de los valores es sobre todo visible en la influencia de las prácticas religiosas: los más practicantes rechazan vigorosamente la experimentación sobre los embriones pero se resisten también al casi consenso sobre la fecundación in vitro, mientras que los OGM les parecen menos criticables que a los demás. Por el contrario, los encuestados más post-materialistas están más a favor de estas tecnologías médicas. La segunda división opone la actitud confiada y asumida de las categorías adineradas y educadas, a la actitud temerosa de las categorías menos dotadas en las diversas formas de capital. Esta divergencia concierne a los tres indicadores de las tecno-ciencias y puede, por lo tanto, ser considerada como intrínseca a la innovación científica, como llevadera de peligros o simplemente de incertidumbres, independientemente de los sistemas de valores. La última división es menos aparente: reparte los encuestados entre la visión eco-céntrica del mundo y la concepción prometeana. Está presente en el rechazo de la experimentación sobre los embriones y, sobre todo, en la cuestión de los OGM, teniendo en cuenta los retos políticos y mediáticos de la que esta movilización es emblemática. Pero es totalmente invertida en el caso de la inseminación artificial, que es combatida por los tradicionalistas y, por el contrario, apoyada por los ecologistas. En definitiva, parece ser que el paradigma ecológico, a pesar de su aspecto consensual, no influye de manera determinante en comparación con las prácticas sociales y los antiguos sistemas de valores.

Conclusión

Recordemos que este artículo se ha interesado por la relación que mantienen los ciudadanos franceses con el medioambiente, la ciencia y la tecnología. Más precisamente, ha indagado en cuáles son las percepciones, opiniones y actitudes de la población del Hexágono sobre estas cuestiones y los problemas que surgen de sus interacciones. Fundamentalmente, ha avanzado la hipótesis según la cual este vínculo se articula en torno a tres ideas básicas:

1. La adhesión de la ciudadanía gala al "gran relato ecológico", que es medible gracias a los indicadores elaborados por Riley Dunlap (fragilidad del entorno natural, límites de la economía, rechazo de la excepcionalidad del ser humano, concesión del papel de sujeto histórico a la naturaleza, riesgo de catástrofe medioambiental), cuya filosofía subyacente postula un cambio ideológico, con el paso del relato antropocéntrico al relato eco-céntrico, en el cual la vuelta a la naturaleza garantizaría una calidad de vida superior. Se trata de conferir a la naturaleza un valor instrumental así como un valor intrínseco.

2. El compromiso personal con la ecología, que se traduce tanto por la defensa de ciertos valores como por un compromiso social y, en menor medida, político. En este sentido, se distinguen los distintos niveles de compromiso que van desde la confianza en las organizaciones medioambientales, pasando por la donación de dinero, la adhesión y el voluntariado asociativo, hasta el voto a favor de los partidos ecologistas.

3. El cuestionamiento de la legitimidad de la ciencia y de la tecnología, especialmente a partir de una reflexión sobre las consecuencias medioambientales del desarrollo científico y tecnológico.

Notas

* Eguzki Urteaga es profesor de Sociología en la Universidad del País Vasco e investigador en el Centro de investigación IKER, laboratorio asociado al CNRS francés. Correo electrónico: eguzki.urteaga@ehu.es

1 Véase Besset (1992) y Lipietz (2002).

2 Corinne Lepage, abogada de profesión, es fundadora y presidente del partido ecologista CAP 21 desde 1996, co-fundadora y vice-presidente del Movimiento Demócrata (Modem) y diputada europea desde 2009. Como Ministra del Medioambiente del gobierno de Alain Juppé, entre 1995 y 1997, logró importantes avances en materia de prevención con la aprobación de la ley LAURE el 30 de diciembre de 1996 y la creación del Comité de la prevención y de la precaución.

3 Partido centrista creado y presidido por François Bayrou, candidato en las elecciones presidenciales francesas de 2007, cuando quedó en tercera posición con el 18,57% de los votos. El Movimiento Demócrata, conocido como Modem, es una formación política que toma el relevo de la antigua UDF. Pretende reunir a los demócratas deseosos de mantener su independencia con respecto a las dos principales partidos de Francia: el UMP de Nicolas Sarkozy y el Partido Socialista. En este sentido, se sitúa fuera tanto de la mayoría parlamentaria como de la oposición. Dispone de varios diputados, senadores, alcaldes y concejales.

4 El Nuevo Centro es una formación política de centro-derecha, de orientación liberal, humanista y europea. Está compuesto por la mayoría de los diputados y senadores de la antigua UDF que no compartía la voluntad de François Bayrou de crear el Movimiento Demócrata y de salir de la mayoría presidencial de Nicolas Sarkozy. Su creación ha sido anunciada oficialmente el 29 de mayo de 2007 durante un acto público en presencia de sus principales dirigentes en torno a Hervé Morin y André Santini, aunque su creación oficial tuvo lugar en su congreso fundacional, en mayo de 2008. Tras las elecciones legislativas de junio de 2007 consiguió 17 diputados, lo que le permite disponer de un grupo parlamentario en la Asamblea nacional.

5 Antoine Waechter es una figura de la ecología política francesa, sobre todo hasta 1994. Su compromiso político comenzó en 1973 con su participación en la creación de uno de los primeros movimientos políticos ecologistas en Francia, denominado Ecología y Supervivencia, antes de formar parte del movimiento ecológico fundado tras la candidatura de René Dumont en las elecciones presidenciales de 1974. Fue igualmente miembro del Movimiento de Ecología Política, una de las formaciones que crearán los Verdes. En 1984 se convirtió en uno de los portavoces de este partido. Como figura más visible de la principal moción, consiguió la mayoría en la asamblea general de los Verdes en 1986, lo que le permitió reafirmar la autonomía ideológica y electoral del movimiento ecologista después de los intentos de acuerdo con la extrema izquierda. Fue candidato de los Verdes a la presidencia de la República de 1988, consiguiendo el 3,78% de los sufragios. En marzo de 1989 se convirtió en concejal de Mulhouse y los Verdes consiguieron sus mejores resultados en las grandes ciudades. En las elecciones europeas, que tuvieron lugar tres meses después, los Verdes consiguieron el 10,8% de los votos y 9 escaños. En 1993 perdió la mayoría y abandonó la dirección de los Verdes.

6 El Movimiento Ecologista Independiente (MEI) es un partido ecologista creado por Antoine Waechter en 1994. Se diferencia tanto de la izquierda como de la derecha ya que desea afirmarse como fuerza política autónoma. No obstante, no ha conseguido salir de su posición marginal, ya que en las elecciones europeas de 1999 consiguió el 1,52% de los votos frente a los 9,72% de los Verdes. Sin embargo, en ciertas regiones, como Alsacia, Alpes-Marítimos o Auvergne, gracias a los militantes históricos de la ecología que han permanecido en el MEI, ha conseguido competir con los Verdes. En las elecciones cantonales y municipales de 2001 consiguió algunos escaños y concejales, y en las elecciones regionales de 2004 logró el 2,35% de los votos. En 2005, el MEI perdió una parte de sus afiliados, los partidarios del No al proyecto de Tratado constitucional europeo, ante las diferencias de interpretación de los resultados cosechados. En 2006, un acuerdo de no competencia fue propuesto por varias pequeñas formaciones a favor de la ecología. En 2007 Antoine Waechter hizo un llamamiento a votar a favor de François Bayrou porque este último se posicionó en contra de la energía nuclear, lo que significó el abandono de la neutralidad política y provocó la salida del partido de ciertos militantes. En las elecciones municipales de 2008, el MEI consiguió una treintena de concejales, sobre todo en pequeños municipios.

7 Durante la campaña de las elecciones presidenciales de 2007, Nicolas Hulot, presentador del programa de televisión Ushuaia, invitó los candidatos a firmar el Pacto Ecológico que les pedía: 1) que consideraran los retos ecológicos como una prioridad común, más allá de las divisiones políticas, y que convirtieran a Francia en un país ejemplar en materia de desarrollo sostenible, 2) que convirtieran la lucha contra el cambio climático y la preservación de la biodiversidad en los determinantes fundamentales de la acción pública, 3) que pusieran en marcha los instrumentos económicos, jurídicos, tecnológicos y educativos para adaptar o reducir el consumo en función de las exigencias ecológicas y sociales actuales y futuras, 4) que se iniciara de inmediato una revisión fundamental de las políticas de energía, transporte y agricultura, y 5) que se posicionaran sobre los diez objetivos y las cinco propuestas concretas. Entre estos objetivos prioritarios figuran: orientarse hacia una lógica de sostenibilidad, organizar la bajada del consumo, producir de otra forma, contener la extensión periurbana y localizar de nuevo las actividades humanas, salir del todo carretera, establecer el verdadero precio de los servicios prestados por la naturaleza, hacer entrar la ecología en la ordenación del territorio, etc.

8 El Grenelle del Medioambiente caracteriza un conjunto de encuentros políticos organizados en Francia en octubre de 2007 de cara a tomar decisiones a largo plazo en materia de medioambiente y de desarrollo sostenible. El término Grenelle hace referencia a los Acuerdos de Grenelle de mayo de 1968 y designa, por analogía, el diálogo multipartito entre los representantes del gobierno, de las organizaciones profesionales y de las ONG. El Grenelle del Medioambiente ha sido anunciado por Alain Juppé, entonces ministro de Ecología, Desarrollo y Ordenación Duraderas. Toma el relevo del pacto ecológico propuesto por Nicolas Hulot, que ha dado lugar a la aprobación de la ley Grenelle 1, votada por la casi unanimidad en la Asamblea nacional en octubre de 2008.

9 Ver Illich (1973) y Gorz (1991).

Bibliografía

1 ADOUE, C. y ANSART, A. (2003): "L'essor de l'écologie industrielle: une avancée vers le développement durable", Futuribles, nº 291.         [ Links ]

2 ATTAC (2004): Le développement a-t-il un avenir? Pour une société économe et solidaire,Paris, Mille et une nuits.         [ Links ]

3 BECKERMAN, W. (1992): "Economic growth and the environment: Whose growth? Whose environment?", World Development, Vol.20, nº 4.         [ Links ]

4 BECKERMAN, W. (1994): "Sustainable development: is it a useful concept?", Environmental Values, Vol. 3.         [ Links ]

5 BESSET. J-P. (1992): René Dumont, une vie saisie par l'écologie, Paris, Stock.         [ Links ]

6 BOZONNET, J-P. (2005): "L'écologisme en Europe: les jeunes désertent", en O. Galland y B. Roudet: Les jeunes Européens et leurs valeurs, Europe occidentale, Europe centrale et orientale,Paris, La Découverte, pp. 147-176.         [ Links ]

7 CURNIER, J-P. (2000): L'écologie politique. L'oeuvre en surplomb, Paris, Sens et Tonka.         [ Links ]

8 DUNLAP, R., VAN LIERE. K.D., MERLING, A.G. y JONES, R.E. (2000): "Measuring Endorsement of the New Ecological Paradigm: A Revisited NEP Scale", Journal of Social Issues, Vol. 56, nº 3, pp. 425-442.         [ Links ]

9 EHRLICH, P.R., EHRLICH, A. y HOLDREN, J.P. (1973): Human ecology: problems and solutions, San Francisco, W.H. Freeman.         [ Links ]

10 FREMION, Y. (2002): L'écologie politique en France: 1968-2001, Paris, Hoëbeke.         [ Links ]

11 GORZ, A. (1991): Capitalisme, socialisme et écologie, Paris, Galilée.         [ Links ]

12 HOURCADE, J.C., SALLES, J-M. y THERY, D. (1992): "Ecological economics and scientific controverseries. Lessons from some recent policy making in the EEC", Ecological Economics, Vol. 6.         [ Links ]

13 ILLICH, I. (1973): La convivialité, Paris, Seuil.         [ Links ]

14 LIPIETZ, A. (2002): René Dumont. 1904-2001, Paris, Encyclopaedia Universalis.         [ Links ]

15 LIPIETZ, A. (1999): Qu'est-ce que l'écologie politique? La Grande Transformation du XXIè siècle, Paris, La Découverte.         [ Links ]

16 MAYER, N. (2002): "La consistance des opinions", en Grunberg, G., Mayer, N. y Sniderman, P.M.: La démocratie à l'épreuve. Une nouvelle approche de l'opinion des Français,Paris, Presses de Sciences Po, pp. 19-49.         [ Links ]

17 MEADOWS, D.H., MEADOWS, D.L., RANDERS, J. y BEHRENS. W.W. (1972): The Limits to Growth, New York, Universe Books.         [ Links ]

18 MEADOWS, D.H. (1991): The Global Citizen, Island Press.         [ Links ]

19 ODUM, E.P. (1971): Fundamentals of Ecology, Philadelphia, W.B. Saunders.         [ Links ]

20 SMITH, F.L. (1997): "La protection de l'environnement par la privatisation écologique: un paradigme pour la réforme environnementale", en M. Falque y M. Massenet: Droits et propriété et environnement, Paris, Dalloz.         [ Links ]

21 VIVIEN, F-D. y ZUINDEAU, B. (2001): "Le développement durable et son espace: antécédents intellectuels et questions pour l'avenir", Cahiers lillois d'économie et de sociologie, nº 37.         [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License