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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

versión On-line ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.6 no.17 Ciudad Autónoma de Buenos Aires abr. 2011

 

ARTÍCULOS

Conflicto en torno a una intervención tecnológica: Percepción del riesgo ambiental, conocimiento y ambivalencia en la explotación minera de Bajo de la Alumbrera

Conflict over a specific technological intervention:environmental risk perception, knowledge and ambivalencein the mining exploitation of Bajo de la Alumbrera

Leonardo Silvio Vaccarezza *

 


El temor en una localidad pequeña a los perjuicios ambientales, productivos y para la  salud de la explotación minera a cielo abierto se sustenta en una situación de conflicto  en la que el conocimiento experto y el conocimiento local son negados y deslegitimados  mutuamente. En este trabajo, el análisis del rechazo a la explotación por parte de la  población brinda la oportunidad de explorar algunos conceptos relativos a la relación  entre expertos y público en la construcción de significados y el uso del conocimiento. El  enfoque es microsocial y centrado en el discurso de diferentes agentes sociales que  argumentan sobre el objeto de controversia. En primer lugar, se  diferencian los distintos  argumentos que se ponen en juego para definir las posiciones subjetivas de los actores. 

Luego, se explora la valoración y el significado del conocimiento experto para el público  no experto y el papel del conocimiento de los legos sobre los problemas de  contaminación. En tercer lugar, se analizan distintos aspectos de la situación que  influyeron en la percepción subjetiva de los pobladores, especialmente la ambivalencia  (en términos de confianza-desconfianza y en términos de valores contradictorios) que  éstos sufren al producir significados sobre el riesgo.

Palabras clave: Ambivalencia; Conflicto ambiental; Conocimiento situado; Relación  experto-lego.

The population of a small town in Argentina is experiencing fear of damages caused to  the environment, to production and to health by the open cast mining that is taking place  in their territory since 1997. This fear has generated a conflict between experts and the  local population. Both sides deny and discredit each other. This paper aims at exploring  the local population's rejection to the mining exploitation in their surroundings as a way  of installing a new debate over the relationship between experts and general public in  the construction of knowledge. The approach of this paper is micro-social and centres  itself on the arguments provided by different actors that participate in the conflict.  Throughout the text that follows, these arguments are carefully discriminated in order to  define the subjective positions of the participants. There is also place for an extensive  exploration of the importance and meaning the knowledge of experts has on non experts  and of the role that common people's knowledge plays in issues concerning pollution. Finally, this paper analyses all aspects related to the situation that have had an influence  on the subjective perception of local people and, particularly, in regard of the  ambivalence they show when giving their opinion about the risk that open cast mining  represents to their territory.

Keywords: Ambivalence; Environmental conflict; Local knowledge; Expert-lay interaction.


 

La cuestión ambiental incrementó, en las últimas décadas, su presencia en la agenda  pública, de tal manera que la percepción del riesgo ambiental de la tecnología ingresó  plenamente en los estudios de ciencia, tecnología y sociedad. Dada la emergencia de  acciones colectivas, en el nivel global y en el plano local, parte de la investigación  sobre la relación entre ambiente y sociedad se focalizó en los movimientos sociales,  su capacidad de enfrentar las decisiones tecnológicas diseñadas por gobiernos y  corporaciones productivas, la continuidad de la lucha colectiva, la incidencia en la  definición de los problemas (Leahy y Mazur, 1980; McCormick, 2007; Tesh, 2000;  Leach, Scoones y Wynne, 2005; Vara, 2007). En América Latina, el papel de los  movimientos sociales en general, y en particular los vinculados a los problemas  ambientales, adquiere relevancia a raíz de la disolución de los paradigmas clásicos  de la sociología política dominantes durante la segunda mitad del siglo XX, dando  lugar a una mirada "desde abajo", centrada en la agencia colectiva de los actores    sociales (Svampa, 2008a, pp. 19-22).

Por otra parte, una nutrida tradición en el marco de los estudios etnográficos sobre  la cultura científica y la comprensión pública de la ciencia (Wynne, 1995; Irwin y  Wynne, 2001; Irwin y Michael, 2001) ha elegido la problemática ambiental como uno  de los tópicos significativos en esa tradición (por ejemplo, Wynne, 2003; Yearley, 1999  y 2000; Ungar, 2000; Bulkeley, 2000; Youg y Matthews, 2007; Blok, Jensen y Kaltoft,  2008). En este marco, los temas más frecuentes fueron los de la comprensión popular  de los fenómenos de contaminación y su conexión con el cambio  climático, las  representaciones sociales en la sociedad sobre la contaminación ambiental, la  relación entre pobladores y expertos, la percepción del riesgo por parte del público y  la asignación de confianza a distintas categorías de expertos, la constitución de  alianzas entre distintas facciones de un conflicto ambiental, la valoración del  conocimiento científico entre los legos para buscar soluciones ambientales, las  contribuciones del conocimiento generado en la experiencia de los legos y el  conocimiento local a la comprensión de los fenómenos ambientales.

En este trabajo consideramos un hecho puntual -la explotación actual de un  yacimiento minero y el proyecto de apertura de un segundo yacimiento de oro y  cobre- que ha generado rechazos de parte de la población circundante debido a la  percepción de riesgo de contaminación de agua, aire y suelo con efectos directos  sobre la salud y la producción agrícola. Como ejemplo de una categoría de conflictos  que se repite ante el desarrollo de actividades extractivas en contextos rurales, el  caso es una oportunidad para analizar los elementos en juego que constituyen la  controversia.

¿Por qué es difícil lograr consenso en la aplicación de la tecnología? Obviamente,  existen intereses objetivos encontrados con respecto a la producción. Pero la  expresión de éstos queda muchas veces subordinada a los riesgos ambientales y  sanitarios que los habitantes de los lugares afectados atribuyen a aquélla, por lo que  la polémica se estructura en términos de postulación de "verdad" con respecto a dicho  riesgo. Cada bando moviliza recursos de conocimiento o asigna valor de  conocimiento a ciertos elementos que contribuyen al fortalecimiento de  argumentaciones y posiciones. Pero al mismo tiempo, el despliegue temporal y  situacional del desarrollo de la actividad y del conflicto produce efectos sobre la   identidad y opciones de los agentes sociales participantes. Estos procesos alimentan  orientaciones de ambivalencia en el público que por un lado diluyen la fuerza del  conflicto, y por el otro, conforman su estado de "latencia". Por lo tanto, el objetivo del  trabajo es observar tres aspectos del conflicto: a) las argumentaciones de la  controversia y la distribución de posiciones frente al conflicto; b) los tipos o categorías  de conocimiento que se movilizan - especialmente entre los críticos de la actividad  minera- como recursos discursivos para justificar sus posiciones; y c) los factores  situacionales que inciden en el mantenimiento de la movilización crítica a la mina y la  gestación de actitudes de ambivalencia hacia el desarrollo de ésta.

El caso objeto de este trabajo es el yacimiento Bajo de la Alumbrera, en el noroeste  de Argentina, explotado por un consorcio de empresas homónimo desde 1997 y con  proyección hasta 2015, para la extracción principalmente de cobre y oro. Por su  magnitud, es el tercer yacimiento en el mundo y el primero en América. Está próximo  a la localidad de Andalgalá, de 18.000 habitantes, y de otras localidades menores  como Amanao, Vis Vis y Villa Vil. La extracción es por minado a cielo abierto, para lo  cual se remueven diariamente 300.000 toneladas de material y se utilizan cien  millones de litros de agua. Mediante procesos de trituración, molienda y flotación en  gran escala, produce anualmente unas 700.000 toneladas de concentrados que  contienen 190.000 toneladas de cobre y 600.000 onzas troy de oro, además de otros  minerales no informados. El material extraído es enviado a través de un  mineraloducto por bombeo de 316 kilómetros, donde se produce el filtrado y se  embarca en tren hacia un puerto de ultramar. Toda la producción en bruto es  exportada y el refinamiento del material se realiza en terceros países. La empresa ha  sido denunciada -y existen procesos judiciales en marcha- por parte de pobladores y  un gobierno provincial por contaminación de agua, obstrucción al paso de pobladores  y muerte de animales. En por lo menos dos oportunidades se fracturó el  mineraloducto y se produjeron así derrames del compuesto mineral, que tiene alto  poder contaminante de agua y suelo por sulfurización. Además de la explotación de Bajo de la Alumbrera se encuentra en trámite de aprobación y realización de trabajos  previos la explotación de un segundo yacimiento -Agua Rica-, significativamente más  grande que el anterior y mucho más próximo a la localidad urbana de Andalgalá. Ambos emprendimientos produjeron cambios significativos en la estructura  económica de la zona, en sus relaciones comunitarias y en la dinámica política de la  localidad.

Conceptos fundamentales

Las controversias y conflictos sobre la aplicación de tecnologías que se perciben  como perjudiciales al ambiente natural y social dan lugar a la movilización de recursos  de conocimientos que se emplean como justificaciones de argumentos y posiciones  de los sujetos frente a dicha aplicación. Una fuente obvia de conocimiento es el  calificado como "experto"; esto es, sustentado en el método científico y en la práctica  profesional de científicos y tecnólogos.1 Como observaremos en consonancia con la  literatura especializada, el conocimiento experto es empleado aún por agentes  sociales "no-expertos" como recurso cognitivo en su lucha por imponer el punto de vista crítico hacia la tecnología. 2

La relación entre el conocimiento experto y el conocimiento local, situacional o lego,  o el conocimiento "experto por experiencia" (Collins y Evans, 2002) propio de los  agentes sociales afectados por el uso de la tecnología es un tema recurrente en los  estudios sociales de la tecnología. Una mirada rápida de los enfoques empleados en  éstos sugiere la siguiente clasificación: a) la relación de experto-lego como una  relación abstracta, estructural: los sistemas expertos como estructuras legítimas de  poder (Giddens, 1994); b) El experto como alter-ego en un sistema de interacción  situacional entre usuarios y tecnología (por ejemplo: Gorman, 2002) y el concepto de trade zone como ámbitos de la construcción de lenguajes y representaciones  complementarias entre expertos y legos; c) Diálogo político experto-stakeholders (por  ejemplo: Funtowicz y Ravetz, 1993; Irwin y Michael, 2003); d) Cooperación y conflicto  entre conocimiento experto y conocimiento local (por ejemplo: los estudios clásicos de  Epstein, 1995, sobre pacientes de SIDA, y Wynne, 2003, sobre el conflicto entre  productores ovejeros y expertos acerca del manejo de la radiación atómica); e)  Hibridación del conocimiento para la resolución de problemas situados (Vessuri, 2004).

En el presente estudio observaremos el uso del conocimiento experto y la  confrontación entre el conocimiento experto generado por especialistas con  diferentes posiciones frente a la producción minera. Asimismo, destacaremos la  ausencia de conocimiento "experto por experiencia" en el medio local y el papel  jugado por el conocimiento lego propiamente dicho y el conocimiento subjetivo como  fuente de argumentación y de representaciones sociales tanto de pobladores legos como de funcionarios expertos.

La vigencia del conflicto y la movilización popular a lo largo de más de diez años no  solamente impulsó el uso de recursos cognitivos en los distintos tipos señalados, sino  también prácticas de poder por parte del gobierno y la empresa: cooptación de  líderes, imposición hegemónica de cultura urbana, beneficios directos a pobladores,  promesas laborales, represión de manifestaciones públicas y censura de información,  lo cual influyó en el debilitamiento de la protesta y en particular en la emergencia de  actitudes de ambivalencia en los agentes sociales protagonistas de ésta. También el  concepto de ambivalencia, aún caracterizado por su polisemia, ha recibido atención  en los estudios de percepción social de la ciencia y la tecnología. En su clásico trabajo  sobre el tema, Bauman (1991) encuentra en la ambivalencia uno de los rasgos de la  modernidad: como proyecto de constitución del orden frente al caos, la modernidad  es productora, sin embargo, de la fragmentación del mundo como resultado del   proceso de individualización. Experimentar ambivalencia significa debatirse en medio  de impulsos contradictorios: "deseamos un objeto con la misma fuerza que le  tememos, ansiamos su posesión tanto como sentimos miedo a poseerlo" (Bauman,  1991, p. 12), y esta ambivalencia, dadas las condiciones de la modernidad, se  constituye en la otra cara del orden: "Si la modernidad es productora de orden, la  ambivalencia es el desecho de la modernidad" (p. 37). Como afirma Tutton: "Anthony  Giddens llamó 'proyecto reflexivo del sí mismo'-en otras palabras, la construcción de  una narrativa coherente de la auto-identidad en relación a múltiples elecciones. Tales  opciones son, sin embargo, caracterizadas por la ambivalencia, o sea, por  incertidumbres y dudas sobre los valores y beneficios del cambio tecnológico y por la  desconfianza en las instituciones científicas y el rol de los expertos en los procesos  de decisión". (Tutton, 2007, p. 175).3 Para Albero, "la ambivalencia (es un) eje básico  en la conformación de las representaciones sociales de la ciencia y la tecnología,  ambivalencia que descansa en la naturaleza dual de la actividad tecnocientífica...  Pero esta ambivalencia ha aumentado y se ha hecho más visible en tanto que las  sociedades avanzadas contemporáneas, como sociedades de conocimiento, pivotan  su estructura sobre el vector tecnocientífico" (Albero, 2005, pag. 9).4 Ello pone en  cuestión la confianza, definida de manera más general como "una apuesta a las  acciones futuras contingentes de otros" (Stompka, 2006, p. 25), de manera que la  ambivalencia implica la pérdida de confianza en la acción de los expertos en  tecnociencia. Por último, podemos entender la ambivalencia como la actitud del sujeto  exigido por series contradictorias de valores; por ejemplo, Luján y Todt encuentran en  las respuestas a una encuesta de opiniones sobre ingeniería genética que los  individuos alternan valores morales (la integridad de la naturaleza), con los cuales  califican especialmente la investigación genética como proceso, con valores utilitarios (ventajas para la salud) con los que califican a los productos de la investigación (Luján  y Todt, 2000).

En nuestro análisis, la ambivalencia no adquiere el significado centrado en la  incertidumbre con respecto al riesgo de salud y deterioro ambiental, o en conflictos de  valores a los que adhiere el sujeto. Veremos que, según nuestra interpretación, la  ambivalencia es, en el caso estudiado, una expresión de conflicto y contradicción  "objetiva" para los pobladores, como sometimiento a una situación en cierta forma  ineludible con la convicción de su efecto perjudicial.

Metodología

Empleando un enfoque microsocial y centrado en el discurso de diferentes agentes  sociales, el trabajo empírico consistió, en primer lugar, en un conjunto de 25  entrevistas realizadas en tres localidades cercanas a la mina: Andalgalá, cabecera del  departamento homónimo, y Amanao y Villa Vil, dos localidades rurales de agricultores   minifundistas. El trabajo de campo se realizó en el plazo de diez días durante el mes  de noviembre de 2008. Los entrevistados se clasifican en los siguientes términos: a)  dos funcionarios municipales; b) tres funcionarios y técnicos de las empresas mineras; c) ocho líderes locales de la movilización social crítica a la minería; d) cinco  funcionarios de servicios públicos locales (médicos, maestros); e) siete vecinos a  áreas vinculadas a procesos de deterioro ambiental, reales o supuestos. Las  entrevistas se realizaron con guía no estructurada de preguntas abiertas; todas ellas  fueron grabadas y sometidas a un análisis del discurso delineando argumentaciones,  informaciones y valoraciones. Aunque no de manera sistemática, especialmente para  la categoría c) se aplicó el principio de saturación teórica de la muestra. Además se  emplearon documentos sobre la explotación producidos por la empresa, como así  también notas periodísticas realizadas por dirigentes del movimiento social.

Los ejes argumentativos del conflicto por la explotación minera

En esta sección describiremos los argumentos y posiciones subjetivas en relación a  la controversia. El análisis no se detiene en explorar los significados producidos por  un grupo particular de habitantes, sino en describir la constelación de significados  sobre el objeto de conflicto que sostienen distintos grupos. De hecho, pueden  esquematizarse las posiciones en una dicotomía de aceptación-rechazo a la  explotación minera, pero el análisis de contenido de las entrevistas efectuadas a  distintos pobladores y funcionarios da cuenta de una variabilidad mayor, incluyendo  la existencia de significados y sentidos contradictorios en un mismo sujeto.

Una primera aproximación consiste en identificar las distintas posiciones  presentadas por los entrevistados. La posición maximalista-ambientalista demanda la  suspensión de la explotación minera porque atenta contra el medio ambiente, la salud  humana y la producción agropecuaria. La posición anti-imperialista enfatiza el saqueo  de la riqueza natural por parte de las grandes corporaciones internacionales. La  regulativa supone una actividad minera regimentada y controlada por el estado de  manera de evitar sus consecuencias negativas. La posición participativa en los  beneficios se expresa en términos del aumento de las regalías y beneficios que  reciben la comunidad y la provincia por la explotación de un recurso natural sobre el  que tienen un dominio soberano. Por último, la posición modernizante-dependiente  consiste en significar a la minería como factor de modernización de las relaciones  productivas de la comunidad y la emergencia de actividades económicas con criterios  de racionalidad empresarial.

Estas posiciones están constituidas sobre la base de algunos ejes argumentales  que configuran los discursos acerca de la minería: a) la minería es esencialmente  contaminante y perjudicial para los habitantes locales; b) implica una destrucción  irreversible de la naturaleza y de la relación del hombre local con ésta, afectando la  identidad social de los habitantes; c) la explotación por parte de corporaciones  multinacionales resulta en una expoliación de los recursos nacionales; d) la  explotación minera, aunque contaminante por definición, puede ser controlada y sus  efectos  mitigados mediante la intervención del Estado; e) los elevados beneficios de  la actividad deberían ser mejor distribuidos para beneficio local; f) la minería es una  oportunidad de obtención de recursos para consolidar el desarrollo económico y  social de la zona; g) la actividad minera incrementa las oportunidades económicas y  de empleo de una zona que registra el deterioro de sus actividades tradicionales  (agricultura, economía campesina); h) las grandes empresas internacionales que  operan en el sector son un factor fundamental de modernización en la gestión empresarial de la economía local. Los agentes sociales combinan de manera singular  estos argumentos para sostener sus posiciones frente a la minería; aunque los  argumentos "positivos" y "negativos" tienden a excluirse en los discursos concretos,  en algunos casos se encuentran asociados en la misma alocución, dando lugar a un  rasgo de ambivalencia discursiva en algunos entrevistados. Estas argumentaciones,  en tanto construcciones retóricas o ideológicas de los agentes sociales, constituyen  las posiciones subjetivas (subject-position) de los entrevistados en el contexto del  discurso aportado en las entrevistas (Tutton, 2007).

De esta manera, el panorama de posiciones y argumentaciones en relación con la  minería es diferenciada. Aunque algunos voceros presentan bien definidas dos  posiciones a favor y en contra de la explotación, no siempre esta delimitación se  observa en los discursos de los entrevistados locales. Esto parece ser resultado de  una prolongada extensión en el tiempo del conflicto, por las acciones y contra-acción  desarrolladas por activistas, el gobierno y las empresas para captar el descontento o  mitigarlo, y por la complejidad de lo que se discute: en efecto, como antes fue dicho,la discusión se refiere no solamente a las condiciones y consecuencias actuales de  la explotación minera en la mina Bajo de la Alumbrera, sino también las  consecuencias futuras y de largo plazo cuando ya aquélla se haya agotado, a la  conveniencia de apertura de la nueva mina Agua Rica, al perfil productivo futuro de la  zona, a la identidad social de los habitantes.

Conocimiento experto y conocimiento local

Así como la literatura especializada destaca el papel que juega el conocimiento  experto en la subjetividad del público lego interesado en el impacto de aplicaciones  tecnológicas, también se observa en el caso analizado que ningún agente social pone  en duda la validez intrínseca del conocimiento experto, entendiendo por éste el  resultante de la aplicación del rigor metodológico y técnico en la medición de los  fenómenos. De hecho, la polémica que suscitaron diversos acontecimientos (rotura  del mineraloducto y derrame del material transportado, contaminación por el dique de  colas, especialmente) no gira en torno a la validez del método empleado en las  mediciones, sino a la confiabilidad de tales mediciones. El conflicto en torno a la mina,  entonces, no refiere a una confrontación de paradigmas cognitivos como es el caso  de otros conflictos tecnológicos.5 Los críticos asignan baja confiabilidad a las  afirmaciones dadas por las empresas o los gobiernos provincial y municipal cuando  manifiestan que los ensayos y monitoreos brindan resultados satisfactorios, ya que   suponen influidos por intereses favorables a la explotación minera. La lucha,  entonces, se entabla en relación a quién realiza las mediciones de contaminación,  quedando fuera de sospecha las instituciones que gozan de alto reconocimiento  científico (por ejemplo, la Comisión Nacional de Energía Atómica-CNEA-, o algunas  universidades nacionales), aunque generalmente los resultados producidos por éstas  no son plenamente divulgados por las autoridades.

Los pobladores críticos también basan sus demandas en afirmaciones de expertos  profesionales que presentan objeciones a la minería. El relato de diversos  entrevistados coinciden en señalar el origen del conflicto en los hallazgos, realizados  en 1999 por un experto de la Secretaría Ambiental de la  Provincia, de una fuerte  elevación del tenor sulfúrico de las aguas del río Vis Vis, próximo al dique de colas de  la mina. En la percepción de los entrevistados la denuncia efectuada por el  profesional fue desestimada y desvalorizada en su rigor técnico tanto por los  organismos de gobierno como por la empresa minera.6 Sin embargo, la noticia sobre  la contaminación fue recogida por un concejal  local y rápidamente divulgada, dando  origen a la movilización de protestas y cuestionamientos que se extendieron por una  década.

Por lo tanto, el conocimiento experto en la valoración de los problemas con la mina  no es puesto en duda como parámetro final de evaluación por ninguno de los grupos  sociales. Sin embargo, aquél que apoya las demandas de los críticos es  desvalorizado por los profesionales vinculados a la explotación como irrelevante o  poco serio, y aquel ofrecido por la empresa o el gobierno provincial es calificado como  "interesado". Uno y otro sector proyectan en un ideal de ecuanimidad el valor de dicho  conocimiento experto, ideal que los intereses en juego no permiten alcanzar. Si los  expertos y funcionarios destacan la "exageración" de los juicios sobre riesgo de  contaminación (atribuyendo un exceso de temor o una visión fundamentalista a los  críticos y subrayando, generalizando con lógica productivista, que una negación a la  actividad minera se inscribiría en la interdicción a toda producción humana), los  críticos locales realizan, a su vez, una operación  similar de llevar la argumentación en  contra de la minería a premisas más generales que tienden a modificar el marco de  significación del problema: la explotación minera no es en beneficio de la población  local sino de un mercado mundial excedido en su consumo de minerales, de manera  que reenfocan la discusión sobre producción de minerales como una discusión sobre  el estilo de vida moderno, despilfarrador de recursos y contaminante.

El conocimiento local, situado, experiencial, como capacidades socialmente  acumuladas no es una dimensión significativa del conflicto. En efecto, este tipo de  conocimiento parece ser relevante en la construcción de significaciones socialmente  compartidas en la medida en que las prácticas (de consumo y productivas,  principalmente) están vinculadas con la actividad objeto de discusión.7 Aunque en la  zona existe desde antiguo explotación minera a pequeña escala, esta actividad no  forma parte de su horizonte productivo tradicional. De esta manera, la minería a cielo  abierto se insertó como una actividad desconocida por la población local, con pocos  elementos de experiencia como para componer un bagaje de conocimiento propio y  alternativo o complementario a lo ofrecido por los expertos. La percepción del riesgo  y la construcción de significaciones sobre la explotación minera se fueron  desarrollando a partir de la información externa que alertaba sobre el peligro de  contaminación, como se dijo, y de la experiencia vivida durante los diez años de  explotación. En los discursos de los activistas locales se encuentran variaciones con  respecto a lo que podemos catalogar como afirmaciones cognitivas. Algunos  activistas encuadran un marco cognitivo con elementos del conocimiento experto: así,  por ejemplo, se apela al peligro de la lluvia ácida, a la decantación de metales  pesados absorbidos por el organismo humano. Por cierto, esto se presenta como una  explicación teórica, sin posibilidad de brindar información empírica acerca de laocurrencia de estos procesos en la zona y sus habitantes, pero la argumentación se  sostiene en material provisto por expertos o difundido por organizaciones  ambientalistas a través de Internet y se justifica en una discusión general que  trasciende la polémica local.

En otros casos, la argumentación respecto al riesgo de contaminación está basada  en supuestos acontecimientos sobre los que no se aporta información: ciertas  afirmaciones formuladas por algunos entrevistados, como el aumento de  enfermedades (cáncer, leucemias) en la localidad y el aumento del contenido sulfúrico  del agua superficial, no están sostenidas por información recogida con parámetros  técnicos (de imposible acceso para pobladores y activistas), sino en percepcionessobre el tenor del agua y su color, entre otras. Denominamos este tipo de  afirmaciones como "conocimiento lego", con muy bajos componentes técnicos en la  explicación y en la medición de los fenómenos.8 A diferencia del conocimiento de los  "expertos basados en experiencia" (Collins y Evans, 2002),  que supone una  acumulación de conocimientos por el proceso empírico de prueba y error en la  práctica de los actores, el conocimiento lego se conforma con afirmaciones generales,  sostenidas en percepciones directas que son sujetas a interpretaciones variadas,  transmitidas por tradición, influencias de líderes de opinión y tendencias dictadas por preferencias ideológicas o emocionales. Con frecuencia, afirmaciones del  conocimiento lego como las indicadas se justifican en la interpretación que hacen los  entrevistados sobre el proceder de las instituciones u organismos expertos: de esta manera se combinan afirmaciones sobre la naturaleza con afirmaciones sobre lo  social. Por ejemplo, con respecto al aumento de enfermedades, la afirmación está  basada en trascendidos y, sobre todo, en el retaceo informativo del hospital local; la sospecha de contaminación del agua se vigoriza con la falta de comunicación de las  mediciones químicas llevadas a cabo por la empresa o por el gobierno provincial. La  apelación a un saber innato de los pobladores, basado no sólo en la intuición sino en  la relación primaria del sujeto con el medio ambiente,  es una fuente clave de  argumentación en el conflicto. Una entrevistada, rechazando la descalificación que  recibe por no experta en el tema de polémica, afirma: "Y muchas veces nos toman por  ignorantes, pero tienen que darse cuenta de que aunque vivamos en un rancho sabemos lo que nos están haciendo, cómo nos perjudican, y sabemos que las tierras  que tenemos no van a servir para nada".

Es importante señalar que el "conocimiento lego" no es solamente atributo de los  pobladores inexpertos. Los funcionarios de empresas y expertos tecnológicos de la  minería entrevistados se atreven a formular explicaciones de índole social, sin otra  información y conceptualización que sus propios prejuicios: por ejemplo, un gerente  tecnológico de una de las empresas mineras atribuye la oposición de los docentes  locales a la actividad minera a la "envidia" hacia los nuevos trabajadores mineros y el  temor de perder la posición superior en la escala económica del pueblo. Está  difundido entre funcionarios y expertos la idea de que el accionar de los críticos  responde a una actitud "fundamentalista" en contra de la minería, sin mayor  explicitación del significado de este término. En este sentido, una faceta de la  situación de conflicto consiste en el enfrentamiento de concepciones basadas en  prejuicios y conocimiento ingenuo, ya sea acerca de lo tecnológico o de lo social,  entre una y otra facción.9

En tercer lugar, la percepción de los riesgos de la minería se sostiene en la  constatación de sus efectos en la propia experiencia subjetiva de los pobladores  locales entrevistados: por ejemplo, dolores de huesos, malestar estomacal y pérdida   de vigor sexual masculino, la percepción del cambio de aspecto y gusto del agua, la  disminución del rendimiento agrícola, la muerteC de animales propios o de vecinos, son  computados como indicadores del daño provoado por la minera al medio ambiente  y a la salud. Diferenciamos este tipo de conocimiento basado en sensaciones y  percepciones subjetivas de los otros dos tipos de conocimiento ("experticia basada en  experiencia" y "conocimiento lego") indicados anteriormente, ya que la fuente y  conformación de las aserciones son diferentes. El conocimiento subjetivo resulta  difícil de mensurar técnicamente, y siempre es susceptible de varias explicaciones, lo  cual implica un obstáculo para los pobladores locales con el fin de hacer pública su  demanda contra la minera. La concurrencia a los médicos locales suele no derivar en  la detección de dolencias, aunque los afectados interpretan que no existe ánimo enel personal médico local de profundizar los diagnósticos.

Así, estos tres tipos o planos cognitivos sirven a los críticos locales para establecer  la relación causal entre explotación minera y contaminación. Los críticos militantes no  tienen dudas sobre esta causalidad, a pesar de que, como afirma Noble Tesh (2001,  pp. 25-38), en las controversias sobre contaminación ambiental y sus efectos sobre  la salud humana las certezas siempre son débiles por los múltiples factores  intervinientes, la variabilidad del organismo humano en la respuesta al perjuicio y el  plazo prolongado en  que eventualmente se produce el efecto directo de la  contaminación sobre el estado de salud.

 Por lo tanto, el conocimiento -sea originado en fuente experta o propio de los  pobladores afectados- es una dimensión problemática en la lucha de éstos por la  defensa de su medio ambiente. En la percepción de los críticos locales, el  conocimiento experto, si bien reconocido como el pertinente y más adecuado para  evaluar la contaminación y sus efectos, es retaceado por los intereses de las  organizaciones pro-mineras (empresas, gobiernos, profesiones, universidad), su obtención y empleo por parte de los reclamantes es altamente oneroso para ellos, no  es empleado por los organismos responsables en procura de considerar las  denuncias hechas por los pobladores. Con respecto al conocimiento obtenido en su  experiencia con el medio supuestamente contaminado, aunque postulado como  válido subjetivamente, los críticos encuentran dificultades para explicitarlo y superar  la reacción sistemática de los expertos a tomarlo en consideración. Los expertos, a  su vez, estiman las aserciones cognitivas de los críticos locales como  infundamentados. Desconocen, a su vez, toda entidad a las percepciones de los  críticos basadas en sus propias experiencias e interpretan la ofensiva de éstos como  un ejercicio de "fundamentalismo" ecologista.10

Desmovilización de la protesta y subjetividad

Una afirmación recurrente entre los entrevistados es la disminución de la movilización  a lo largo de diez años de lucha, pasando de un momento inicial de alto dinamismo y  exposición pública, de integración entre diferentes sectores de la comunidad, de  articulación externa con organizaciones nacionales que cuestionan la minería a cielo  abierto y de éxitos relativos en el plano judicial, al presente de desintegración del  movimiento en diferentes facciones con objetivos y estrategias distintas, falta de éxito  en la concreción de reclamos, dificultades crecientes de publicitar el cuestionamiento  y desgranamiento aparente de seguidores. La percepción de algunos entrevistados es que ese período de relativa integración y fortaleza del movimiento quedó en el  pasado, superado por la falta de resultados de la lucha. El sentimiento de frustración  y cansancio es perceptible en muchos de los entrevistados que desplegaron mucha  actividad contestataria en el pasado y, en general, muestran expectativas muy bajas  de éxito: "Mire, yo luché y luché y luché, y es tan grande la lucha, cómo le puedo decir,  es como luchar contra un monstruo".

¿Qué factores han incidido en este apaciguamiento del conflicto? Nos interesa  destacar los siguientes procesos sociales que afectan la subjetividad de los  pobladores: impotencia frente a la asimetría de poder que constatan en las relaciones  sociales en torno al proceso de instalación y desarrollo de la minera, crisis de  identidad, sentimiento de desintegración social, ambivalencia.

Percepción de la asimetría de poder.

El movimiento careció en estos años de la  dinámica que le permitiera acumular el suficiente poder como para provocar cambios   significativos, sea logrando una interrupción de la explotación minera, sea negociando  mejores beneficios y controles. Influyó en ello la percepción de la profunda asimetría  de poder entre el movimiento contestatario y los sectores partidarios de la explotación minera. En las entrevistas, una representación social destacable es la de  "confabulación" entre estos distintos factores de poder para contrarrestar la crítica  social. Esta confabulación es descripta como la articulación de intereses de diferentes  sectores: el gobierno provincial, caracterizado como pro-minero; el gobierno  municipal beneficiado con las regalías mineras lo que facilita la creación de empresas  asociadas a la actividad minera y vínculos supuestos con funcionarios públicos; el  sector profesional minero de la provincia como beneficiario de la ampliación del  mercado profesional; empresarios locales beneficiados con la terciarización de  actividades para la explotación (transporte, reparaciones de infraestructura,  alojamiento, catering).11 La representación social de la confabulación se completa con  la percepción de una política nacional enfáticamente favorable a la explotación minera  para el comercio internacional, destacándose la vigencia de la ley 24.196 de 1993,  considerada excesivamente favorable a las grandes inversiones de capital,  generalmente foráneas.

En otra dimensión, el poder de la minería se representa a través del manejo de la  empresa a través del dinero, menudeando las acusaciones sobre estrategias de las  empresas de "compra de voluntades": de los profesionales médicos, a fin de no  alertar sobre enfermedades, de los canales de radio y televisión locales, los  periódicos de la capital provincial para impedir el acceso a los críticos, y la universidad  nacional que recibirían dinero o donaciones por parte de las empresas mineras. 

Pero indudablemente la dimensión más significativa del poder de las empresas señalado por los críticos consiste en el manejo de la opinión pública a través de la  cooptación de líderes de la protesta y, en términos más generales, con el manejo de  las expectativas de empleo en la minera. Los relatos sobre el procedimiento de la  empresa Alumbrera -en los últimos cinco años-, y de la nueva minera Agua Rica en  el manejo del mercado de trabajo local, son abundantes. Si bien los pobladores  locales empleados en la primera no exceden los cien (siendo el número un poco más  amplio en la segunda), un número mayor de pobladores son contratados por las  empresas contratistas, ya sea de las mineras o del municipio. Según relatos, los  tomadores de personal han seguido la lógica de contratar a los líderes menos  radicalizados de la protesta o a sus hijos, condicionando, obviamente, las actividades  críticas de aquéllos, especialmente en momentos de intensificación de la protestas  por accidentes. Es claro, entonces, que en la representación social de los vecinos  sobre la empresa se la percibe no solamente como un gran factor económico que  interviene en la zona generando problemas por la explotación del recurso mineral,  sino también como un actor racional y estratégico orientado a imponer su poder y  contrarrestar el accionar de los pobladores. De ahí que la representación social sobre  la minera Alumbrera combine dos fases: como estructura técnica y económica  caracterizada por su tamaño (en general resignificado por los vecinos como  "monstruosidad") y como acción social estratégica ejercida por personas  (funcionarios) que se basan en distintos tipos de recursos (cooptación, engaño,  corrupción) para someter a la localidad a sus intereses extractivos.

Percepción de la desorganización social. Una consecuencia del poder de  cooptación de la empresa y el gobierno consiste, según muchos entrevistados, en la  ruptura de lazos de lealtad al interior de la comunidad local. La obtención de empleo  en la empresa por un miembro de la familia tiene, como consecuencia, no solamente  mejorar el ingreso del grupo doméstico más inmediato, sino también generar  polémica y distanciamiento con parientes que mantienen una posición radical contra  la minería, afectando la integración de grupos de parentesco, asociaciones   comerciales, grupos de amistad, compañerismo laboral, deportivo y recreativo, o  militancia política o anti-minera. Así, la representación social de la empresa como  factor de poder casi omnímodo, monstruosidad de sus operaciones, se completa con  esta capacidad y poderío de penetrar en la intimidad de los hogares e introducir  divisiones y enconos personales. En general, no se cree que ello sea resultado  involuntario de la participación de las empresas mineras en el mercado de trabajo local, sino un resultado buscado por los funcionarios de aquéllas en el marco de una  estrategia de "dividir para reinar".

Entre los entrevistados críticos se construye un discurso nostálgico con respecto a  la tradicional integración social de la comunidad. Como afirma un entrevistado: "Nos  están cambiando la cultura, imponiendo el sistema capitalista, nos están generando  necesidades que no las tuvimos nunca; nosotros éramos un pueblo absolutamente  armonioso, vivíamos en armonía con nuestros medios".

La llegada de la empresa minera a la localidad significó la destrucción de la paz  amena del pueblo rural, dividiendo a la comunidad, arrojándola contra sí misma al  destruir las relaciones sociales primarias y domésticas. En la representación  nostálgica del cambio de la comunidad anida la convicción de que no existe retorno  al antiguo estilo rural. Pero tampoco supone una evolución permanente y un logro  definitivo de la modernización de la comunidad, ya que se visualiza la minería como  una actividad a plazo corto, de manera que, una vez agotado el recurso natural, las  empresas abandonarán el lugar dejando las graves secuelas de la contaminación  pero también una comunidad desprotegida, infectada de nuevos hábitos y tensiones  pero sin el flujo de recursos que permitan la continuidad del nuevo estilo de vida  afluente.

Crisis de identidad. Ahora bien, estas transformaciones sociales, unidas al impacto  geofísico en la localidad, generan en muchos vecinos una crisis de identidad. Por una  parte, a nivel individual, algunos pobladores sufrieron la mudanza ocupacional,  generando cambios fuertes en los hábitos laborales, pautas de consumo y relaciones  socio-productivas. El abandono de la producción agropecuaria y la migración al centro  urbano desdibuja la tradicional identidad como agricultor, ganadero o campesino para  asumir otras identidades con rasgos marcadamente diferentes: camionero,  maquinista, obrero de la construcción o meramente changarín, personal de limpieza,  personal de seguridad. Esto no sólo ha significado un cambio en el individuo sino en el marco referencial del grupo familiar, donde los hijos interrumpen la continuidad de  la familia rural. El envejecimiento de la población dispersa es notable y es frecuente  la presencia de viviendas rurales cerradas, abandonados los cultivos y disueltos los  rodeos. A decir de algunos activistas entrevistados, la crisis de identidad trasciende el  plano del individuo y los grupos domésticos y se configura como un proceso propio  de la comunidad local: Andalgalá, como pequeño centro urbano de un vasto territorio  rural, se identificaba como una localidad agropecuaria, con sus actividades  secundarias y terciarias fuertemente vinculadas a la producción rural. Este perfil  comunitario se encuentra en proceso de desaparición a favor de un proceso de  terciarización vinculado a los servicios para las inversiones mineras. Y este avance  del sector terciario arrastra consigo las actividades de transformación artesanal o  cuasi-industrial que predominaban en un pasado reciente (bodegas, tejidos, artesanía  en piedra).

También los entrevistados refieren a la pérdida de identidad cuando consideran los  cambios orográficos e hidrográficos que la actividad minera produce en la zona. "En  diez días te desaparecen un cerro", exagera un entrevistado, subrayando, sin  embargo, que la "monstruosa" explotación minera produce cambios drásticos en el  paisaje inmóvil de las serranías. El sentimiento con que una entrevistada refería a la  modificación del color del río o su curso que se había mantenido invariable a lo largo  de su vida expresaba la sensación de pérdida del marco geográfico de su identidad  como poblador local: "éste ya no es mi río", afirma, indicando la pérdida de su fuente  de su identidad geográfica. También la identidad de los pobladores como sujetos  protagonistas del medio en el que viven es atacada con la introducción de las  empresas mineras: son frecuentes las quejas sobre el accionar de personal de las  empresas en el medio, circulando sus vehículos en terrenos privados, interrumpiendo  pasos de acceso a fuentes de agua o predios agrícolas, deteriorando los caminos  vecinales con el exceso de tránsito de grandes vehículos, afectando la estructura de  las casas (en general de adobe) debido a la vibración producida por dicho tránsito  (Mastrangelo, 2004). En todos estos aspectos, los entrevistados se sienten  erradicados de su propio lugar.

Esta sensación de expulsión, de estar en peligro de "perder todo lugar en el  mundo", como expresa dramáticamente una entrevistada, se magnifica cuando el  sentido se amplía a toda la cordillera. Más de un poblador ha referido al temor de no  encontrar ningún lugar serrano que no quede sometido al dominio de la explotación  minera: la referencia al hecho de que existen, en la sección argentina de la cordillera  de los Andes, seiscientos yacimientos explotables mediante la tecnología de minería  a cielo abierto se formula como una conclusión dramática que pone en cuestión el  destino de la gente de serranías.

Ambivalencia. El impacto de la actividad minera en la zona, las transformaciones en  la identidad social de sus habitantes, las estrategias de cooptación, empleo y  beneficio para sectores de la población son una condición favorable para el desarrollo  de un sentimiento de ambivalencia en muchos pobladores. Los significados de  ambivalencia que expusimos en una sección anterior implican una concepción del  sujeto enfrentado a sus propias tendencias o deseos contradictorios. Sea porque la  producción tecno-científica, como objeto, reviste tanto la expectativa de beneficio como de perjuicio, sea porque la legitimidad y valoración de la ciencia se ha visto, en las últimas décadas, afectada por consecuencias indeseadas y perjudiciales de la  aplicación tecnológica, la ambivalencia para estos autores es un rasgo del hombre  moderno que debe enfrentar el dilema de sus decisiones. ¿Es este mismo sentimiento  el que reflejan los pobladores de Andalgalá? Para muchos de los entrevistados, no  cabe duda de que existe un riesgo cierto de contaminación y enfermedad. Sin  embargo, esos mismos pobladores aceptan un trabajo permanente o transitorio  vinculado a la minería, reciben los "regalos" que pueda hacer la empresa como  expresión de su política comunitaria. Negarse a recibir estos beneficios en sustento  de una actitud contraria a la minería revelaría un afán militante y moralmente definido  que algunos entrevistados, en efecto, muestran manteniendo su perfil de lucha. Pero  la mayoría ha incorporado en el mismo sistema de vida, en el conjunto de relaciones  sociales que mantiene en la comunidad, la convicción (y el temor) del riesgo, y la  participación dependiente en el mismo proceso que teme. No experimenta una  ambivalencia subjetiva, con su secuela psicológica (disonancia cognitiva: Festinger,  1957), sino una situación de confrontación a nivel de sus propias relaciones sociales.  Dadas las escasas alternativas laborales o de obtención de ingresos, prescindir de las   empresas mineras y de las contratistas no es posible si se quiere seguir viviendo en  Andalgalá, aunque se observe que los cultivos hortícolas se deterioran, pero no por  eso se rechazará que el hijo de uno logre una colocación en la empresa y arrime un  buen sueldo al hogar. Se trata de un proceso de objetivación de la ambivalencia; ésta  no se configura como un fenómeno subjetivo, sino como una condición de existencia  en el medio social concreto de la comunidad.

Por cierto, ello reduce el compromiso militante y la exposición pública de su  descontento y temores con la minería, ya que su protesta puede ser denunciada por  los informantes de la empresa y perder el beneficio obtenido. En los bares, en torno  al billar, ya se habla poco del tema, porque cada quien sabe qué piensan los demás  y quiénes han recibido la dádiva, porque hacer público el pensamiento supone temor  a la represalia (del gobierno, de la empresa, de los pares que pueden achacarle  contradicción).12 En algunos casos, la aceptación del beneficio lleva con el tiempo a  variar el discurso en relación a la empresa, moderando el juicio crítico y volcando a  un plano místico el temor persistente a la contaminación: "la contaminación es una  cosa de Dios; el dirá qué nos va a pasar", afirma un entrevistado.

La ambivalencia en Andalgalá no se trata, entonces, de un problema de disonancia  cognitiva que el individuo deberá solucionar con más conocimiento o prolongar  conviviendo con su angustia. No se trata tampoco de un cálculo racional en la gestión  de los valores propios, entre la moral y la utilidad como se describe en relación a la  percepción de la investigación en ingeniería genética (Luján y Todt, 2000). Se trata de  vivir en un mundo escindido por la contradicción entre sobrevivir el presente y temer   el futuro. La seguridad de que la minera contamina sobrevive con la esperanza mítica  de que Dios mitigará sus efectos perjudiciales. Mientras tanto "se sigue viviendo"  entregado a una cotidianidad resignada y expectante. Se trata, también, de un tipo de  "sufrimiento ambiental" (Auyero y Swistun, 2008), que a diferencia de otras  experiencias, en las que el sufrimiento se manifiesta en el hecho de soportar el daño  efectivo e inocultable al medio ambiente, se expresa aquí más como una  potencialidad, como una posibilidad con que amenaza el futuro y que transforma el  entorno de los pobladores en un espacio amenazado de morir en el mediano plazo: el sufrimiento de la espera, la desorganización social, la ruptura de los lazos, el  conflicto, la prepotencia de lo externo, la desconfianza hacia los expertos y los  políticos, la falta de información.

Conclusiones

En este trabajo se exploraron tres tópicos de la situación de conflicto que se genera  en una comunidad en la que se instaló una actividad fuertemente disruptiva de sus  patrones de vida y produce representaciones sociales en las que el temor al riesgo  tecnológico está claramente presente. Por una parte, observamos la variabilidad y  fragmentación de las argumentaciones en torno a la percepción de la actividad  minera, sus consecuencias y los intereses en juego, fragmentación que depende  tanto de la complejidad del objeto en cuestión (por ejemplo, impacto pasado, presente  y futuro de la mina en actividad, amenazas percibidas en la apertura del nuevo  yacimiento Agua Rica, problemas relativos a calidad y disponibilidad del agua, origen  internacional del capital invertido en la explotación, impacto sobre el empleo y el  ingreso de la localidad), como del despliegue del conflicto a lo largo del tiempo que  llevó a la diferenciación de estrategias entre los críticos, pero, en particular, una  variabilidad de significaciones y argumentaciones determinadas por la complejidad de  los aspectos cognitivos vinculados al problema.

El segundo tema de análisis se refirió a los diferentes tipos de conocimiento involucrados en el  conflicto -experto, lego, experticia basada en experiencia y lo que  denominamos conocimiento subjetivo- y la significación de estos tipos de  conocimientos para los pobladores críticos (aunque también referimos parcialmente a  la significación para los expertos entrevistados). La apelación a estos tipos de  conocimiento en el marco del conflicto constituyen estrategias de argumentación de  los agentes involucrados, pero los problemas de legitimidad de los mismos (por  supuesta afectación de intereses, por dificultad de alcanzar pruebas concluyentes  acerca de lo que afirman, por la subjetividad de su enunciación, por el retaceo  informativo de los procedimientos de su construcción) dificultan que estos  conocimientos ingresen en un proceso de intercambio y negociación entre los  oponentes.

Por último, he destacado los aspectos de la situación que, desde la perspectiva de  los pobladores, han contribuido a una disminución aparente de la conflictividad de la  situación: la frustración de la lucha, la percepción de un poder omnímodo a favor de  la minería, el impacto de desorganización social y ruptura de lazos de lealtad locales,  los cambios de identidad social de los pobladores como sujetos individuales y de la  representación social de la identidad de la localidad, y la ambivalencia provocada por  la coexistencia de temores y necesidades que se contradicen mutuamente.13

El segundo punto sobre el papel del conocimiento en la dinámica del conflicto pone  de relieve la cuestión de la "democratización" de las decisiones tecnológicas,  especialmente cuando existen derivaciones ambientales percibidas por los  pobladores de la situación como riesgosas. Y, en especial, la cuestión de la  legitimidad del conocimiento experto entre la población. La obstrucción a la publicidad  de los resultados calificados como técnicos o expertos, realizados por diferentes  instituciones, ha contribuido a la construcción de la desconfianza de parte del público  y, con ello, al énfasis en los aspectos negativos de la explotación minera -no  solamente el riesgo de contaminación, sino también la expoliación injusta del recurso  natural, la falta de compensación entre ganancia empresarial y beneficio comunitario,  la desorganización social que provoca la actividad. El retaceo de información al  público es interpretado por éste como un desprecio de los expertos hacia el  conocimiento lego o subjetivo de los pobladores, pero también hacia los intereses,sentimientos e identidades locales. Al mismo tiempo, a raíz del retaceo, la información, en vez de contribuir en la mesa de negociación acerca de perjuicios,  beneficios y mitigación de daños, genera una mayor desconfianza y una confirmación  socialmente institucionalizada de los daños que la empresa niega y el público  denuncia. Así, el conocimiento experto queda estigmatizado como instrumento de imposición de intereses contrarios a la comunidad, a pesar de que en términos  virtuales el público lo acepta como instrumento de verdad.La falta de democracia cognitiva consiste, en este caso, en no facilitar el diálogo  entre los distintos actores, permitiendo que el uso de diferentes fuentes de  conocimiento experto, particularmente la de profesionales y científicos no  comprometidos con los intereses empresarios o gubernamentales y con  concepciones diferentes con respecto a la atención del riesgo ambiental. Dado el  poder   inconmovible de la actividad minera en la zona (poder de cooptación de la  empresa a nivel local, poder represivo del gobierno provincial y municipal, política  nacional de estímulo a la minería), la alternativa maximalista de suprimir la minería en  el corto plazo parece destinada a fracasar o a arrastrar un conflicto permanente con  pocos beneficios para la comunidad. Es necesario, en cambio, extremar los recursos  que permitan el control comunitario y la negociación permanente entre las partes, lo  cual significa control local y democrático sobre el proceso de conocimiento implicado en el desarrollo tecnológico y el monitoreo de las consecuencias ambientales,  sanitarias y sociales de la producción minera.

Notas

* Director del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología, Universidad Nacional de Quilmes, Argentina. Correo electrónico: leonvaca@unq.edu.ar.

1. Para una discusión sobre la experticia y sus diversos tipos en la toma de decisiones tecnológicas cfr. Collins  y Evans (2009).

2. Ver, por ejemplo, Epstein (1995), sobre los pacientes de SIDA sobre el uso de conocimiento experto para  interactuar con los médicos y diseñadores de terapias; en McCormick (2007) la importancia que tiene el  conocimiento científico en la estrategia de los movimientos sociales que enfrentan decisiones tecnológicas; y  en Skewes (2004) cómo una comunidad pesquera del sur chileno accede al conocimiento experto biológico y  marino en su lucha contra una industria contaminante del medio acuático

3. La traducción es del autor.

4. La percepción pública de la ciencia y la tecnología, como dimensión de la cultura científica, implica la  coexistencia de significados contradictorios en un mismo sujeto en tanto los tópicos científicos y tecnológicos  no circulan fácilmente en el campo de relaciones sociales de la vida diaria (cf. Vaccarezza, 2007)

5. Por ejemplo, en Pellegrini (2009) se describe el conflicto de los "sin tierra" en Brasil contra la agricultura transgénica, sobre la base de una concepción tecnológica diferente basada en la agricultura familiar y  orgánica.

6. Cfr. en: http://www.alumbrera.com.ar/download/articulos/revision-tesis-MAA.pdf, el comentario de la empresa a las conclusiones críticas del profesional.

7. Un caso clásico es el estudio de Wynne sobre granjeros de Cumbrian, cuyo conocimiento acerca del manejo  del ganado lanar constituye una contribución potencial al manejo del problema (Wynne, 1996). Véase Scott y  Du Plessis (2008) para cuando ello no es el caso.

8. Se considera que este concepto es similar al utilizado por Collins y Evans como ubiquitous tacit knowledge (2009, p. 18-23)

9. Cfr. Yearly (1999) para una referencia similar a la "ingenuidad sociológica" de los expertos tecnólogos.

10. En el plano jurídico, los críticos reclaman la aplicación del principio precautorio (Riechmann y Tickner,  2002) que vuelca el peso de la prueba en demostrar la inocuidad del medio contaminante, principio que  rechazan como innecesario los expertos de la empresa y del gobierno.

11. A diferencia de estas empresas del sector servicios, viejas empresas agropecuarias e industriales han  perdido presencia en el medio, especialmente en la producción vitivinícola

12. Se produce, así, un fenómeno que Hornig Priest (2006) ha caracterizado como "espiral de silencio" que refiere a las "dinámicas a través de las cuales el disenso visible decrece a medida que una opinión pública  comienza a aparecer hegemónica; ... el temor al aislamiento social inhibe la expresión de opiniones percibidas  como minoritarias" (p. 195). Pero no se trata aquí de miedo al aislamiento social sino de temor a la represalia  del poder (empresa, gobierno) y desgaste de la situación de conflicto en las relaciones primarias.

13. Con posterioridad a la escritura de este texto, se produjeron nuevos actos masivos de protesta contra los  inicios de la explotación del nuevo yacimiento de Agua Rica, recientemente aprobado por el gobierno  provincial. La fuerza de la protesta, en manifestaciones y cortes de caminos para impedir el paso de  maquinarias y la violenta represión policial sugieren que la disminución del empuje de protesta y el peso de  los factores señalados para ello no son fenómenos definitivos sino que se revierten cuando la situación  presenta motivos que exacerban las representaciones sociales negativas. Es de destacar que el número de  manifestantes necesariamente incluyen pobladores que directa o indirectamente fueron beneficiados con el  empleo generado por la actividad o con dádivas de la empresa o municipio. Esto no resultó suficiente para  contener el descontento que provoca un salto cualitativo en la representación social del riesgo, ya que el  nuevo yacimiento es visualizado como significativamente más "peligroso" que el de la Alumbrera.

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