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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

versión On-line ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.8 no.24 Ciudad Autónoma de Buenos Aires set. 2013

 

[article pii="nd" doctopic="oa" language="es" ccode="conicyt" status="1" version="3.1" type="ilus" order="04" seccode="cts020" sponsor="nd" stitle="Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc." volid="8" issueno="24" dateiso="20130900" fpage="63" lpage="74" issn="1850-0013"]ARTICULOS

[front][titlegrp][title language="es"]La teoría crítica de la tecnología[/title]: [subtitle]una aproximación desde la ingeniería

[/subtitle][title language="en"]Critical theory of technology[/title]: [subtitle]an approach from engineering[/subtitle]

[/titlegrp][authgrp][author role="nd"][fname]Héctor Gustavo [/fname][surname]Giuliano [/surname][/author][/authgrp]*

 * Profesor titular, Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas e Ingeniería, Universidad Católica Argentina, Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: gustavo_giuliano@uca.edu.ar


[bibcom][abstract language="es"]La teoría crítica de la tecnología fue propuesta por el filósofo de la tecnología  norteamericano Andrew Feenberg en su libro de 1991 Critical Theory of Technology. En  las dos décadas transcurridas desde su primera formulación, la teoría fue enriquecida  por otros tres textos del propio autor (Feenberg, 1995, 1999 y 2002) y por una serie  importante de artículos que la explican y la ponen en diálogo y discusión con otras  corrientes de pensamiento sobre la tecnología. Si bien el horizonte del profesor  Feenberg es mucho más ambicioso que la sola descripción del fenómeno tecnológico,  su propuesta para una nueva formulación de un socialismo adaptado a la época actual incluye a la tecnología como un aspecto central. Es así que su "teoría de la  instrumentalización" dispone de alcances no sólo para la teoría de la democracia sino  también para la teoría del diseño. Respecto de este último punto, resulta especialmente  relevante el estudio de la vinculación entre la teoría crítica de la tecnología y la  ingeniería. Dilucidar una relación posible y analizar sus alcances es el objetivo que  persigue este trabajo.[/abstract]

Palabras clave: [keygrp scheme="nd"][keyword type="m" language="es"]Teoría crítica de la tecnología[/keyword]; [keyword type="m" language="es"]Código técnico[/keyword]; [keyword type="m" language="es"]Ingeniería[/keyword]; [keyword type="m" language="es"]diseño[/keyword][/keygrp].

[abstract language="en"]A critical theory of technology was proposed by the American philosopher of technology  Andrew Feenberg in his 1991 book Critical Theory of Technology. In the two decades  since its first formulation, the theory was enriched with three other texts by the same  author (Feenberg, 1995, 1999 and 2002) and by an important series of articles that  explain it and put it in dialogue and discussion with other streams of thinking about  technology. While the horizon that Professor Feenberg was aiming for is more ambitious  than the mere description of the technological phenomenon, its proposal for a new  formulation of socialism should always include technology as a central aspect. Thus, the  "instrumentalization theory" bears a scope that not only includes the theory of democracy  but also the design theory. On this last point, it is particularly relevant to study the  relationship between engineering and the critical theory of technology. Elucidating a  possible relationship and discussing its scope is the objective of this work.[/abstract]

Key words: [keygrp scheme="nd"][keyword type="m" language="en"]Critical theory of technology[/keyword]; [keyword type="m" language="en"]Technical code[/keyword]; [keyword type="m" language="en"]Engineering[/keyword]; [keyword type="m" language="en"]design[/keyword][/keygrp][/bibcom].[/front]


[body]1. La teoría de la instrumentalización

 Suele observarse que el desarrollo tecnológico muestra caras ambivalentes. Por un  lado, la persistente situación de indigencia y marginación de gran parte de la  población mundial, junto con la destrucción del medio ambiente y su biodiversidad,  parecieran validar las más pesimistas visiones sobre la tecnología. Por el otro, la gran  cantidad de conocimientos, técnicas y artefactos valiosos para la humanidad que se  han desarrollado, o que prometen hacerlo, tornan necia una condena totalizante. Esta  confusa situación llama a un esfuerzo de integración en tanto que ambos  diagnósticos, optimistas y pesimistas, parecieran llevar algo de razón.

En esta búsqueda se enrola la teoría crítica de la tecnología de Andrew Feenberg,  para quien es posible reconciliar en un solo marco teórico ambas miradas si se   considera que la esencia de la tecnología no tiene uno sino dos aspectos. Un aspecto,  al cual denomina "instrumentalización primaria", explica la constitución de objetos y  sujetos técnicos, y otro aspecto, la  "instrumentalización secundaria", explica la  incorporación de los objetos y sujetos constituidos en redes técnicas reales  (Feenberg, 1999: 202-208). Si bien la instrumentalización primaria caracteriza las  posibilidades técnicas en cada sociedad, la técnica incluye también rasgos que  evolucionan históricamente que se articulan por intermedio de una segunda  instrumentalización que contiene muchos aspectos culturales. 

En consecuencia, según la teoría de la instrumentalización, la tecnología debe ser  necesariamente analizada en dos niveles, el de nuestra original relación funcional con  la realidad y el del diseño e implementación, considerando que en ambos niveles  intervienen cuestiones objetivas y subjetivas (Feenberg, 2005: 112). En el primer nivel  se buscan "oportunidades de utilidad" ¨Caffordances¨C arrancando elementos de su  contexto original para ser reducidos a sus propiedades utilizables y sometidos a  análisis y manipulación.1 En el segundo nivel se emplean estos elementos en diseños nuevos o se los integra con otros ya existentes de acuerdo a diversas constricciones  y preferencias sociales. El nivel primario simplifica los objetos para su incorporación  en un mecanismo, mientras que el secundario integra los objetos simplificados en un  entorno natural y social. Los objetos son "desmundanizados" para ser vueltos a  "mundanizar" en otra configuración más compleja (Cuadro 1).

Cuadro 1. La teoría de la doble instrumentalización de Andrew Feenberg

Es importante notar que los niveles analíticamente distinguidos no necesariamente  se encuentran pragmáticamente diferenciados.2 Se mira a la naturaleza a través de  un filtro técnico teñido por contingencias de la cultura y se mira a la sociedad con un  filtro cultural teñido por contingencias de la técnica. Se trata de una relación dialéctica,  instrumentalización primaria y secundaria se influyen y condicionan mutuamente,  generando una visión pesimista u optimista de la tecnología.3

La instrumentalización primaria no agota el significado de la tecnología sino que sólo  establece un esqueleto de las relaciones técnicas básicas. Se necesita bastante más  para que aquellas relaciones establezcan un sistema o aparato por lo que debe incluir  una instrumentalización secundaria que integre dimensiones de la realidad. El  proceso de integración compensa algunos de los efectos de la instrumentalización  primaria. Aquí la acción técnica se vuelve contra sí misma y contra sus actores a la  vez que se concretiza.4 En el proceso, se reapropia de algunas de las dimensiones de  su relación con el contexto de donde la abstracción tuvo lugar originalmente al  establecerse la relación técnica. Según Feenberg, el carácter subdeterminado del  desarrollo tecnológico deja espacio para que el interés social y los valores  intervengan en el proceso de concretización. Al combinarse elementos   descontextualizados, estos intereses y valores asignan funciones, orientan decisiones  y aseguran la congruencia entre tecnología y sociedad en el mismo nivel técnico.   Sobre la base de este concepto de integración, la técnica es fundamentalmente  social.

El proceso dialéctico entre instrumentalización primaria y secundaria culmina en un  artefacto que, en las cuestiones prácticas cotidianas, se presenta principalmente a  través de sus funciones. Se lo encuentra como esencialmente orientado hacia un uso.  Si bien existe conciencia de que posee muchas otras cualidades secundarias que no  tienen nada que ver con la función, como su belleza o fealdad, se tiende a verlas  como no esenciales. Las restricciones sociales internalizadas durante el proceso de  instrumentalización secundaria son borradas del dispositivo, cuya configuración final toma la for a de un destino técnico inevitable. El proceso de concretización es así un  inconsciente tecnológico, presente sólo en la forma sedimentada de "códigos  técnicos" que son interpretados como puramente racionales y aislados de la sociedad  (Feenberg, 1999: 216-222).

Para imbricar esta relación velada de los aspectos sociales con los factores  técnicos, Feenberg introduce el concepto de "código técnico" como una nueva  dimensión hermenéutica. Los valores sociales son incorporados en el proceso de  instrumentalización a los criterios internos de diseño, quedando así enmascarados  tras una fachada objetiva y en apariencia neutral. Las normas y especificaciones  técnicas utilizadas en ingeniería no se construyen sólo en base a los resultados de la ciencia y las investigaciones empíricas sobre el comportamiento de los materiales y  dispositivos, sino que incorporan valores sociales propios de la estructura político-  cultural que da cabida a los artefactos. Estos valores estratifican en el código técnico  correspondiente a cada tecnología y son naturalizados con el tiempo:

"En mi formulación de esta tesis, sostengo que la intervención de  intereses no necesariamente reduce la eficiencia, pero sesga su  logro de acuerdo con un programa social más amplio. He introducido el concepto de ‘código técnico’ para articular esta  relación entre las necesidades sociales y las técnicas. Un código  técnico es la realización de un interés bajo la forma de una solución  técnicamente coherente a un problema" (Feenberg, 2005: 114).

De este modo, el producto de las elecciones técnicas respalda los intereses de uno u  otro grupo social influyente. En estos términos las tendencias tecnológicas de las  sociedades modernas podrían ser interpretadas como una consecuencia de limitar los  grupos capaces de intervenir en la etapa de diseño a sólo una parte particular  interesada, como las corporaciones, las que velan por el cumplimiento de sus  objetivos sectoriales sin existir una participación democrática que legitime todo el proceso. Esta apreciación conduce al último elemento del marco teórico de Feenberg,  la necesidad de marchar hacia una "racionalización democrática" que permita llevar  el debate tecnológico a la arena de la política pública.

Con las distinciones analíticas propuestas por la teoría crítica de la tecnología, es  posible sostener que el desarrollo tecnológico no es esencialmente unilineal sino que  se encuentra abierto a la posibilidad de ramificaciones en variadas direcciones.  Feenberg llama a esta potencialidad la "ambivalencia de la tecnología", los artefactos  y sistemas pueden ser diseñados tanto para sostener y reproducir el orden social  existente como para subvertirlo y encaminarlo hacia otro rumbo (Feenberg, 1999:  76).5

2. La ingeniería

En función de lo señalado hasta aquí, la propuesta de la teoría crítica de la tecnología  conduce al planteo acerca de los mecanismos disponibles para actuar de manera  efectiva sobre el diseño de los sistemas y objetos técnicos. Una respuesta evidente  consiste en intervenir directamente sobre la definición del conjunto de los objetivos  que se persiguen en el diseño; sin embargo, esta indicación fundamental, es también  compartida por miradas que entienden a la tecnología de una manera instrumental-neutral por lo que no se llega por su intermedio a extraer todo el potencial de la teoría crítica.6 Bajo  la precaución de que no se agotan las posibilidades, el estudio del  proceso creativo de la ingeniería puede ayudar a dilucidar algunos aspectos para  alcanzar una respuesta más profunda que contribuya a diferenciar más nítidamente  posturas instrumentalistas de teórico críticas.

Así como los estudios sobre la física tienen un lugar relevante en la comprensión  de las ciencias naturales, la ingeniería ocupa un lugar destacado en el desarrollo de  la tecnología, por lo que su estudio resulta de pertinencia y relevancia.7 En el ejercicio  de la ingeniería, con especial énfasis en la etapa inicial del diseño, se manifiesta el  carácter transformador de la tecnología. Efectivamente, si bien existen algunas  demarcaciones inespecíficas, la mayoría de las definiciones reconocen que se trata  de una actividad que involucra la aplicación de la matemática y de conocimientos  científicos y técnicos para la resolución de problemas concretos, y que actúa dentro  de un contexto de restricciones de diversa extracción.8 Por ejemplo, según el Consejo  Federal de Decanos de Ingeniería de la República Argentina:

"Ingeniería es la profesión en la que el conocimiento de las ciencias  matemáticas y naturales adquiridas mediante el estudio, la  experiencia y la práctica, se emplea con buen juicio a fin de  desarrollar modos en que se puedan utilizar, de manera óptima, los  materiales y las fuerzas de la naturaleza en beneficio de la  humanidad, en el contexto de restricciones éticas, físicas, económicas, ambientales, humanas, políticas, legales y culturales"  (www.confedi.org.ar, consultada en marzo de 2012). 

Esta definición señala algunas características interesantes de resaltar. Por un lado  afirma el hecho, ampliamente conocido, de que para la ingeniería es importante el  conocimiento de las ciencias matemáticas y naturales, así como su modo de  adquisición, siendo disciplinas que están consideradas dentro de la formación básica de todas las ramas de la profesión. Por otra parte, aflora la exhortación de "emplear  con buen juicio", la que abre la cuestión de los fines de la intervención sobre la  naturaleza, los que deben ser "en beneficio de la humanidad". También explicita el uso  "de manera óptima" de los recursos, condicionante que precisa un aspecto  fundamental de la racionalidad tecnológica: la maximización de la eficiencia. Por  último, dentro del marco liberal de la definición, deja expresa constancia de la  existencia de diversos tipos de restricciones que condicionan el ejercicio de la  ingeniería.

Se sugiere aquí que en el último concepto de "restricción" reside un aspecto  substancial que permite diferenciar analíticamente, y con consecuencias concretas,  los enfoques instrumentalistas de los teóricos críticos. El complejo conjunto de  restricciones, en su formulación en términos de libertades negativas externas que  condicionan la actividad ingenieril, cumple un rol central en el proceso de diseño. Su  conformación, como se analizará más adelante como parte del "espacio de  soluciones" en el que se mueve el diseño, incluye componentes tanto objetivos como  subjetivos. Identificar su existencia y pensar la posibilidad de una enunciación que las  incluya dentro de una racionalidad ampliada, permite defender la no neutralidad de la  tecnología de un modo fundamental.

3. El proceso de diseño en ingeniería

Eugene Ferguson (1999) sostiene que los artefactos nacen como imágenes en la  mente de los ingenieros. Sólo luego de este primer acto de invención no formal  comienza a actuar el diseño detallado de ingeniería como el encargado de traducir la  imagen mental del objeto en una estructura funcional de partes interrelacionadas, en  una representación abstracta de fórmulas y diagramas y, finalmente, en un proyecto  detallado para la producción del artefacto concreto.

La modalidad en que los ingenieros intervienen en el proceso de diseño varía en  función de la cultura empresarial donde se desarrolla el proceso. De manera general,  se pueden identificar intencionalidades fuertes, débiles y ampliadas (Feng y  Feenberg, 2009). La perspectiva fuerte representa a aquellos casos en que los  ingenieros tienen el control absoluto sobre todo el proceso, siendo los únicos  responsables de definir el mejor proyecto para alcanzar los objetivos planteados. En  otros casos, el dominio técnico sobre el proceso es más débil, no es posible marcar  etapas bien diferenciadas, y los diseñadores se ven continuamente condicionados por  su entorno cercano de trabajo, el inmediato de la empresa, que los obliga a una  negociación constante entre los distintos actores involucrados en el proyecto (por  ejemplo, los departamentos de comercialización, producción y logística, entre otros).9

La frecuente mediación entre los distintos departamentos que ocurre dentro de una  empresa, deja explícita la doble naturaleza de los objetos técnicos: por un lado los  artefactos son objetos con una estructura física/lógica definida, y por el otro, son  objetos portadores de una función dentro de un contexto humano de uso. La  estructura y la función configuran al artefacto tecnológico que, de este modo, es el  resultado tanto de una construcción física como de una construcción social (Kroes,  1998 y 2009). Desde el punto de vista de la estructura, el objeto es definido a través  de una serie más o menos compleja de teorías, leyes y propiedades técnicas,  mientras que desde la función es visto como una caja negra a la que se asignan  entradas y salidas. La relación entre estructura y función no es unívoca, no hay una  única estructura que puede deducirse de una dada función, ni una única función  puede deducirse de una estructura dada.

Bajo estas conceptualizaciones, el diseño en ingeniería puede ser entendido como  el proceso de asignar una estructura técnica eficiente a un conjunto dado de  funciones predeterminadas, de llenar una caja negra con un sistema físico (o lógico-  matemático) idóneo.

Según señalan Clive Dym y Patrick Little (2006), existen elementos comunes en la  forma en que los ingenieros abordan sus tareas específicas que hacen posible  describir la estructura básica de este proceso de diseño. En principio, se debe tener  presente que la actividad se inscribe dentro de un triángulo conformado por tres  actores principales: el propio diseñador, el cliente que solicita el producto y el usuario  final que hará uso de él. Cliente y diseñador pueden o no pertenecer a la misma  empresa ¨Cclientes internos y externos¨C y algunas veces el cliente y el usuario pueden  coincidir en una misma entidad. En líneas generales puede decirse que el diseño es  motivado por un cliente que desea cierta clase de producto.

La correcta articulación del triángulo diseñador-cliente-usuario requiere el  desarrollo de un lenguaje de comunicación que permita que el artefacto pueda ser  discutido entre todos los actores involucrados. Por lo general, los planteamientos del  cliente suelen ser verbales y muy escuetos por lo que la primera tarea del diseñador  consiste en aclararlos de modo de entender correctamente el problema a resolver.  Por su parte, el cliente debe saber interpretar las necesidades del usuario para poder  transmitirlas en forma de requerimientos al diseñador. La respuesta a la solicitud del  cliente se inicia con un diseño conceptual al que le sigue, una vez aprobado el  primero, un diseño detallado.

Es así que en términos analíticos se puede definir el proceso de diseño en ingeniería como "la generación y evaluación sistemática e inteligente de  especificaciones para artefactos cuya forma y función alcanzan los objetivos  establecidos y satisfacen las restricciones especificadas" (Dym y Little, 2006: 9). 

Las especificaciones de los artefactos son descripciones precisas de las  propiedades del objeto a diseñar. En general, son conformadas por valores numéricos  de parámetros de desempeño e indicadores de comportamiento (por ejemplo, para un  motor, que la velocidad de giro del eje sea de 1000 rpm y que entregue una potencia  de 1 HP) y por una lista de atributos, características y propiedades (por ejemplo, que  dicho motor, deberá ser silencioso y funcionar a la intemperie). Las especificaciones,  en tanto valores y atributos que se pretenden del artefacto, conforman el espacio de  trabajo. Las restricciones limitan este espacio acotándolo en función de determinados  límites que no se deben traspasar. Por ejemplo, desde un punto de vista energético,  un conjunto objetivo-restricción podría ser que el artefacto "consuma la menor  cantidad posible de energía" sin que "supere un determinado consumo máximo".

 Adicionalmente, en todo proyecto existen restricciones económicas y temporales que  limitan el tiempo en que debe estar disponible la solución. Una vez definido y acotado el problema a trabajar, el ingeniero explora soluciones  posibles dentro de un espacio de trabajo. Como se esquematiza en la Figura 1, este  espacio queda conformado por el lugar de intersección de tres fronteras: una definida  por el conocimiento disponible sobre el tema y otras dos demarcadas por las  restricciones asociadas al problema (Krick, 2005: 150-152). 

Figura 1. Espacio de soluciones en el que se mueve el diseño

En cuanto al conocimiento involucrado, a excepción de que se trate de una  innovación o un diseño muy radical, por lo general las limitaciones impuestas por lo  plazos de ejecución hacen que el ingeniero trabaje sobre la base de los  conocimientos que se encuentran ya establecidos de manera fiable (Vincenti, 1993).

 Respecto de las restricciones, existen de dos tipos. Por una parte, un conjunto de  "restricciones reales" conformado por las condiciones de contorno del proyecto y las  reglamentaciones (normativas) existentes sobre el tema, que dicen al diseñador qué  es lo que no puede hacerse, lo que se encuentra prohibido según el contexto de  normas nacionales e internacionales. Por la otra, un conjunto de orden más subjetivo,  conformado por las "restricciones ficticias", en el que se ubican las limitaciones que el  propio ingeniero supone válidas según su marco de creencias, el estilo de diseño al  que suscribe o la cultura de la empresa en la que trabaja.

Conclusiones

En este trabajo se ha realizado una aproximación a la teoría crítica de la tecnología  de Andrew Feenberg desde la metodología del diseño de la ingeniería. Según esta  teoría, la tecnología posee características particulares que se manifiestan por  intermedio de una doble instrumentalización. Esta consideración invita a ahondar en  la racionalidad técnica yendo más allá de la superficie instrumental que, a lo sumo y  en el mejor de los casos, habilita sólo la discusión sobre los objetivos del diseño. No  se trata de restar importancia a la deliberación sobre los fines, que la tiene y mucha, sino en resaltar que restringir la discusión sólo al ámbito de los objetivos, actúa de  coraza que no permite que se llegue a cuestionar un aspecto fundamental: los valores  y las prácticas que han colonizado el propio proceso de diseño tecnológico.

El concepto de "código técnico" introducido como novedoso por la revalorización de  la teoría crítica realizada por Feenberg es útil y pertinente en este sentido. La propia  racionalidad tecnológica está sujeta a valores ocultos que con el tiempo, por vía de la  naturalización de las voluminosas especificaciones técnicas que constriñen y guían el  proceso de diseño, pasan a ser "restricciones reales" transparentes e incuestionables.  Sólo abriendo el código técnico es posible volver a traer a la luz lo contingente y  cargadas de valor de muchas de las decisiones previas.

Por otra parte, siendo el diseño tecnológico una actividad abierta, no totalmente  predefinida, la racionalidad aplicada por los ingenieros tiene la particular capacidad de  permitir obturar aspectos difusos, de "surfear" sobre la incertidumbre. En esta  habilidad interviene un saber que no consta sólo de conocimientos objetivos de base  científica y técnica sino que incluye, embebidos bajo la forma de "restricciones  ficticias", aspectos subjetivos asociadas a la experiencia, estilo y valores del diseñador.

El estudio del proceso de diseño permite observar que la génesis de los artefactos  y sistemas tecnológicos se encuentra influenciada por la actuación conjunta de los  objetivos y las restricciones asociados al problema. Ambos conjuntos se presionan  mutuamente. Hay objetivos que simplemente no pueden ser alcanzados dentro de un  esquema de restricciones dados y hay restricciones que pueden ser aminoradas o  acrecentadas si los objetivos lo ameritan.

El complejo conjunto de restricciones, en su formulación en términos de libertades  negativas externas, y la dilucidación de su conformación en elementos objetivos y  subjetivos, son una manifestación de la no neutralidad de la tecnología. 

En consecuencia, el principal aporte que emerge de la vinculación entre la  ingeniería y la teoría crítica de la tecnología señala la necesidad de incluir en la  práctica del diseño (y de la evaluación tecnológica) un cuidadoso análisis crítico de  las restricciones que anidan en todo el proceso, y que arrastran con ellas, bajo un velo  de neutralidad, consideraciones subjetivas tanto actuales como de otras épocas y  contextos.

En este sentido, el recorrido realizado contribuye a fundamentar la importancia de  la aplicación en ingeniería de nuevas metodologías como las propuestas por  Friedman (2002) y van de Poel (2009) -Value Sensitive Design- que se proponen  hacer explícita, desde un comienzo y de manera sistemática, la relación velada y  conflictiva entre tecnología y valores humanos.

Resumiendo: (i) si el entramado tecnológico del que dispone una sociedad no es  neutral sino que sesga las posibilidades culturales y materiales que pueden  desarrollarse en ella, (ii) si los objetos técnicos necesitan para venir a la existencia de  la intervención de un proceso de diseño (individual o colectivo), (iii) si la  intencionalidad prevista para un nuevo artefacto se va a ver necesariamente reflejada  en las características internas del propio diseño (en tanto que el objeto debe ser  funcional a sus objetivos), (iv) si es parte central de la tarea del ingeniero el  seleccionar y optimizar la relación forma-función más apropiada para el contexto de  restricciones del proyecto, y (v) si en la selección de esta forma intervienen valores  no sólo técnicos, entonces la actividad del ingeniero tampoco es neutral. Se trata, en  coincidencia con lo que señala la teoría crítica de la tecnología, de un proceso en el  cual creatividad, conocimiento, restricciones, valores e intereses se imbrican y  fortalecen unos a otros formando patrones profundamente arraigados. 

Notas

1. Estos elementos pueden ser abstracciones de la ciencia, objetos de la naturaleza o incluso seres humanos.

2. "Derribar un árbol para extraer de él madera y construir una casa con ella no son las respectivas  instrumentalizaciones primaria y secundaria. Derribar un árbol lo ‘descontextualiza’, pero de acuerdo con  diversas consideraciones técnicas, legales y estéticas que determinan qué tipos de árboles pueden convertirse en madera vendible de un cierto tamaño y forma. El acto de derribar un árbol no es, en este  sentido, simplemente ‘primario’, sino que involucra ambos niveles, como se podría suponer de una distinción  analítica." (Feenberg, 2005: 112-113)

3. "La dialéctica de la tecnología no es un misterioso ‘nuevo concepto de la razón’ sino un aspecto común de la esfera técnica que resulta familiar a todos aquellos que trabajan con máquinas." (Feenberg, 2002: 177) (Traducción del autor).

4. El concepto de "concretización" es tomado por Feenberg del trabajo de Gilbert Simondon. Según este autor,  el objeto evoluciona por convergencia y adaptación a sí mismo, se unifica interiormente según un "principio de  resonancia interna" que lo lleva vía una multiplicidad de causalidades recíprocas a "no poder ser otra cosa que  lo que es". Existe así una evolución de lo abstracto a lo concreto: "El objeto técnico existe entonces como tipo  específico obtenido al término de una serie convergente. Esta serie va del modo abstracto al modo concreto:  tiende hacia un estado que haría del ser técnico un sistema enteramente coherente consigo mismo,  enteramente unificado" (Simondon, 2008: 45).

5. Para profundizar en la compleja implementación de tal democratización, véase: Veak, 2006.

6. Según el instrumentalismo, la tecnología no es ni buena ni mala en sí misma. Son los fines que se persiguen  los que admiten valoraciones éticas y orientaciones políticas.

7. Se coincide aquí con Joseph Pitt cuando sostiene: "La clave aquí recae en la noción de diseño. La  contraparte tecnológica adecuada del científico, debe, como el científico, ser tanto el creador y el depositario  del conocimiento. Y, así como el investigador científico debe estar equipado con el  conocimiento acerca de  cómo manipular la naturaleza para poder extraer de ella sus secretos, el tecnólogo debe conocer cómo  trabajan los diversos mecanismos y cómo debe combinarlos para producir nuevos mecanismos. De esto se  trata el porceso de diseño. [...] Resumiendo, la contraparte tecnológica del científico contemporáneo es el  ingeniero de hoy en día" (Pitt, 2000: 31) (Traducción del autor).

8. Como la propuesta por el Ing. Hardy Cross y que reza que la ingeniería es "el arte de tomar una serie de  decisiones importantes, dado un conjunto de datos incompletos e inexactos, con el fin de obtener para un  cierto problema, de entre las posibles soluciones, aquella que funcione de manera más satisfactoria".

9. Para un detallado análisis de estos casos, véase: Bucciarelli, 1994. La intencionalidad ampliada es  rescatada por los sociólogos de la tecnología y, en estos casos, el diseño se articula sobre una amplia red de  actores sociales; véase: Bijker, Hughes y Pinch, 1994. [/body]

[back]Bibliografía

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