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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

versión On-line ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.9 no.27 Ciudad Autónoma de Buenos Aires set. 2014

 

EDITORIAL

En el cierre de su noveno volumen, CTS renueva su vocación por fomentar el diálogo para mejorar la articulación existente entre la ciencia, la tecnología y la sociedad en los países de Iberoamérica. En esta ocasión presentamos a nuestros lectores un amplio abanico de contribuciones realizadas por distintos expertos de Argentina, Brasil, Uruguay, España y Chile, entre otros países.

Para la conformación de la sección Artículos de este vigésimo séptimo número, la secretaría editorial de nuestra publicación ha seleccionado dos trabajos que giran alrededor de distintas temáticas relacionadas con las tecnologías de información y comunicación (TIC). El primero de ellos, a cargo de Susana Finquelievich y Celina Fischnaller y titulado “Ciencia ciudadana en la Sociedad de la Información: nuevas tendencias a nivel mundial”, desarrolla el concepto de “ciberciencia” o “E-Ciencia Ciudadana” (eCC), un nuevo término que se utiliza para aludir a la ya conocida participación de ciudadanos legos en proyectos científicos. Las autoras muestran cómo esta práctica se ha disparado desde los albores del siglo XXI y la variedad de aplicaciones que la eCC tiene en el mundo real: desde la agricultura al planeamiento urbano, pasando por la salud y la oceanografía, entre otras disciplinas. El artículo, que se construyó sobre un estudio realizado para la UNESCO, revisa algunas de lastendencias mundiales del uso de TIC con objetivos participativos en proyectos científicos, con el propósito último de llamar la atención sobre una nueva herramienta de investigación y sobre el debate que alrededor de ella se ha originado.

El segundo trabajo, “Perspectivas de treinamento e orientação: contextos damediação no universo da inclusão digital”, firmado por Barbara Coelho y Edvaldo Souza Couto, repara en las dos perspectivas que habitualmente se tienen en cuenta en los proyectos de inclusión digital pública: la formación y la orientación. El objetivo principal de los autores es presentar el monitoreo o la supervisión como una instancia esencial para la mejora de las transformaciones requeridas por las propuestas de inclusión mediante el acceso público a las TIC. Para ello, y con el objetivo adicional de destacar la importancia de pensar en proyectos de mediación dirigidos a la inclusión digital y enfatizar el rol clave que juega el monitoreo en ellos, Coelho y Souza Couto llevaron adelante un estudio de campo en las ciudades del noreste de Brasil con mayor potencial para la inclusión digital.

La universidad iberoamericana, bajo la lupa

Bajo el título Ciencia, Tecnología, Universidad y Sociedad, el monográfico de este número está compuesto por textos que se apoyan en las presentaciones realizadas por sus autores durante el Seminario Iberoamericano sobre Ciencia, Tecnología, Universidad y Sociedad que tuvo lugar entre el 26 y el 28 de mayo de 2014 en Buenos Aires. El encuentro, realizado como paso preparatorio al Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología, Innovación y Educación que está previsto en la misma ciudad para noviembre de este año, fue organizado por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), con el fin de discutir la problemática de la investigación en las universidades y su relación con el entorno económico y social.

Se trata de una búsqueda que la OEI viene llevando adelante desde hace tiempo. Una de sus últimas manifestaciones importantes se encuentra en el documento Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo y la Cohesión Social. Un programa Iberoamericano en la década de los bicentenarios. 1 Entre los lineamientos principales de ese documento, se considera que las universidades cumplen un rol clave para el progreso de los países de la región, ya que tienen a cargo la tarea de impulsar el desarrollo equitativo y cuidadoso del medioambiente. La universidad abarca todas las fases del proceso de conocimiento -su creación y atesoramiento, su transmisión y su difusión social- y también es capaz de sostener una mirada crítica frente al optimismo epistemológico y tecnológico de nuestras sociedades.

Esto último no debería ser ninguna novedad, tampoco el hecho de que se trata de un enunciado que presenta una realidad aún no alcanzada. Los países iberoamericanos necesitan a la universidad, pero eso no es suficiente: necesitan, sobre todo, una universidad mejor. Las instituciones educativas de la región -especialmente las públicas- han cubierto un área de trabajo esencial para apuntalar los derechos ciudadanos, extender el acceso a la educación a distintas capas de la sociedad y generar conocimiento concreto y aplicable, pero todavía queda un alto margen para el crecimiento y la potenciación de esas funciones.

Se demanda específicamente que la universidad estreche sus vínculos con el sistema productivo y con el entorno en general. Se hace indispensable que se modifique la cultura universitaria para que tales actividades se hagan fértiles y se consoliden hasta convertirse en una actividad “normal” de nuestras comunidades académicas. Este reclamo se ha vuelto todavía más significativo desde que la innovación entró en auge y la creación de tecnologías de base científica se ha instalado como el fundamento primordial para llevar a nuestros países a una “economía basada en el conocimiento”.

Existen distintos medios para lograr ese objetivo. Entre las herramientas de éxito probado para movilizar a las casas de estudio hacia la participación y el involucramiento con su entorno, las oficinas de transferencia se han ganado un espacio sobresaliente por su capacidad de generar interrelación entre distintas estructuras y actuar como detectores de oportunidades (para las empresas y organizaciones exteriores a la universidad), como difusoras de conocimiento (para la sociedad en general) y como estimulantes de la investigación (para la universidad misma). Se trata de un instrumento ya completamente establecido en los países de alta industrialización, aunque todavía en América Latina queda un largo trecho por recorrer y aún no es evidente el modo en que esas oficinas de transferencia, así como cualquier otra herramienta de vinculación entre la universidad y su contexto inmediato, vienen adaptándose a la cultura académica de la región y de cada país en particular, con el propósito de cumplir con la tarea requerida de la mejor forma posible.

El monográfico de este número se propone someter a juicio el pasado, el presente y el futuro de nuestras universidades. Cada uno de los siete artículos que integran el presente dossier aspira a desgranar conceptos seminales del quehacer académico: relevancia y calidad de la investigación universitaria, democratización del conocimiento, dificultad para medir y analizar el trabajo realizado en el ámbito de las ciencias sociales y las humanidades, gobernanza de las universidades públicas y complejidades inherentes a los sistemas de evaluación de la investigación científica, entre otros grandes temas. Para ello hemos contado con la contribución de especialistas de vasta trayectoria en el estudio de la universidad y sus problemáticas, como Judith Sutz, Rodrigo Arocena, José Joaquín Brunner, Noemí Girbal-Blacha, Mario Lattuada, Elena Castro y Cristina Cambiaggio.

¡Nueva sección!

La entrega de este número marca, además, el nacimiento de una nueva sección: Clásicos CTS. En el marco de este espacio, procuraremos rescatar textos que marcaron un antes y un después en los estudios sobre ciencia, tecnología y sociedad. Se trata no sólo de un homenaje a las grandes producciones científicas del pasado, sino también de una inmejorable oportunidad para recuperar debates que aún no han cerrado del todo y revisar, con una mirada siempre crítica, ideas que en años anteriores han producido cambios sustanciales en la manera de observar el quehacer científico-tecnológico.

Para esta primera entrega, hemos elegido el artículo “La República de la Ciencia: su teoría política y económica”, de Michael Polanyi. 2 En tiempos en los que predomina en la política científica una lógica utilitaria y en los que, como señalaba John Ziman, es necesario responder a la pregunta de “¿para qué sirve la ciencia?”, el texto de Polanyi es estigmatizado por algunos autores que lo consideran como la expresión de una ciencia corporativa, desentendida de las demandas sociales.

Para colmo de males, Polanyi polemizó pública y sonoramente con John Bernal, probablemente el primer representante de una tradición teórica centrada en la relación entre la ciencia y la sociedad. Mientras Bernal reclamaba control social para la ciencia, consciente de su enorme poder, así como también de su orientación según objetivos social y políticamente determinados, Polanyi pedía respeto para la autonomía de los científicos, como condición para no “matar” a la ciencia. Fue uno de los primeros debates relevantes de ese espacio más tarde conocido como CTS.

Como todos los estereotipos, la imagen de un Polanyi casi autista es injusta. Por el contrario, se trata de un texto polémico, portador de muchas observaciones lúcidas, que merece ser analizado, claro está, críticamente. A la mirada crítica Polanyi, espíritu polemista, no se opondría. En el centro de su discurso de la ciencia está la idea de una comunidad científica internacional abierta y solidaria. Su visión no es, en el fondo, diferente a la de la “frontera infinita” de Vannevar Bush. La utilidad social no está ausente, sólo que Polanyi la imagina ex post porque las aplicaciones utilitarias de la ciencia básica no pueden (ni deben) ser previstas de antemano. La asignación de recursos para la ciencia, tanto en lo que se refiera al financiamiento como al otorgamiento de becas o de cargos universitarios, debe ajustarse a la opinión científica.

La “mano invisible” de la comunidad científica es, según Polanyi, el mejor criterio para guiar la asignación de los recursos y la elección de los temas a investigar. Pero el fundamento de tal afirmación no es corporativo, sino la consecuencia lógica del modo en que Polanyi imagina el avance de la ciencia, semejante a la construcción de un inmenso puzzle, en forma solidaria. Según su punto de vista, la opinión científica es coherente a lo largo de la ciencia debido a que las áreas disciplinarias próximas se superponen. Sobre cada hallazgo concreto, los investigadores avanzan sobre terreno seguro, develando la verdad y construyendo el conocimiento científico.

Hasta el próximo número

Eso es todo, aunque sólo por ahora. Una vez más, CTS aspira a brindar los medios indispensables para tender puentes hacia los más actuales materiales de análisis y discusión que tienen lugar en los ámbitos de la ciencia, la tecnología y la sociedad en Iberoamérica. Con ese deseo nos despedimos de nuestros lectores hasta la aparición del vigésimo octavo número, que tendrá lugar en enero de 2015 e inaugurará nuestro décimo volumen, motivo más que suficiente para agradecerles a ustedes, estimados lectores, su apoyo constante.

Notas

1. El documento es gratuito y se encuentra disponible en:  http://www.oei.es/documentociencia.pdf .

2. Este artículo apareció originalmente en Minerva (1: 54-74, 1962). La traducción es de Mario Albornoz.

Los directores

 

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