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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

versión On-line ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.10  supl.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2015

 

EJE 1. PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Es hora de pasar a la acción *

José Antonio López Cerezo ** 

* El artículo fue publicado originalmente el 8 de febrero de 2010. Una versión actualizada se encuentra publicada actualmente en nuestro sitio web. Esperamos  su comentario en: http://www.revistacts.net/elforo/312-el-debate-pasar-a-la-accion-la-proxima-meta.** Catedrático del Departamento de Filosofía, Universidad de Oviedo, España. Correo electrónico: cerezo@uniovi.es


Una frase muy conocida de Karl Marx se encuentra en su tesis XI sobre Feuerbach: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”. Durante los últimos 40 años se ha acumulado una gran cantidad de literatura sobre ciencia, tecnología y sociedad (CTS) que podría también entenderse como una variedad de la teoría de la acción: contribuciones y más contribuciones sobre cómo cambiar las relaciones entre ciencia-tecnología-sociedad, es decir, más y más interpretaciones sobre cómo transformar las cosas.

Es cierto que el campo CTS contiene algunos buenos ejemplos de propuestas efectivas que han alcanzado el horizonte de la práctica. Ejemplos de ello son la evaluación constructiva de tecnologías propuesta por el grupo CTS de la Universidad de Twente, diversos modelos didácticos en educación CTS, como las simulaciones CTS del grupo Argo, o las conferencias de consenso desarrolladas originalmente en Dinamarca. Sin embargo, son únicamente la punta de un gran iceberg teórico, un iceberg que sigue creciendo descompensadamente en la dirección de la interpretación.

Y cada año las políticas de ciencia vuelven a repetir el mismo patrón: intereses corporativos y orientación económica. Las reformas en educación de la ciencia siguen redescubriendo la rueda periódicamente, para quedarse nuevamente en nada o poca cosa. Y la participación ciudadana no suele pasar la frontera de la consulta o la provisión de información, excepto cuando se transforma en cooptación. ¿Acaso no se puede hacer otra cosa? Después de 40 años de literatura CTS, ¿no deberíamos comenzar en serio con el activismo CTS?

Vayamos a un escenario concreto: el aula escolar donde el profesor de CTS enseña que la ciencia no es sólo una empresa de descubrimiento y avance del saber. Habla de los usos de la energía nuclear, de las células-madre o de la historia de la bicicleta. Los alumnos están sin duda recibiendo una mejor formación que en el planteamiento tradicional, pero se trata de conocimiento que con frecuencia no alcanza a llegar fuera de las fronteras del aula. ¿Cómo podemos llevar el aprendizaje CTS al mundo de la vida diaria? ¿Cómo plantear, por ejemplo en el currículum educativo, la cuestión del activismo CTS?

Y, en cualquier caso, ¿qué debemos entender por “activismo CTS”? Emprender una acción para tratar de transformar un estado de cosas relacionado con la innovación científico-tecnológica o la intervención ambiental no es suficiente para delimitar el ámbito del activismo CTS. El activismo CTS debe al menos estar basado en la comprensión crítica de algún aspecto de las complejas relaciones entre ciencia- naturaleza-sociedad, y por supuesto en un intento de cambiar las cosas. De otro modo, dada la ubicuidad de la ciencia y la tecnología en el mundo actual, todo o casi todo debería ser llamado activismo CTS.

La pregunta continúa abierta, y nosotros seguimos inmersos en el reino de las palabras, interpretando el significado de la transformación. Otro Marx, Groucho, decía que es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente. Quizás, en este caso, merezca la pena correr ese riesgo.


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