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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

versión On-line ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.11 no.32 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mayo 2016

 

ARTÍCULOS

Trabajo hacker, síntesis de labor, trabajo y acción: dos perspectivas filosóficas del trabajo en la era de la información

Trabalho hacker, síntese de labor, trabalho e ação: duas perspectivas filosóficas do trabalho na era da informação

Hacker Work, Synthesis Of Labor, Work And Action: Two Philosophical Perspectives Of Work In The Information Age

Florencia Garrido Larreguy *

* Licenciada en filosofía, becaria, Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca, Argentina). El presente artículo se basa en la investigación desarrollada por la autora en el marco de la tesina titulada "Trabajo y tiempo: las propuestas de Hannah Arendt y Pekka Himanen", cuya defensa en la Universidad Nacional del Sur, el 27 de Marzo de 2014, le permitió la obtención del título de grado en filosofía. Correo electrónico: flordeflor223@hotmail.com.


Hannah Arendt diferencia las actividades de la vida activa: "labor", "trabajo" y "acción". Ella define el "trabajo" mediante su comparación con la "labor" y la "acción". Mientras que la labor está ligada al ciclo natural de la vida y la satisfacción de sus necesidades básicas, el "trabajo" al mismo tiempo crea un mundo de cosas y llega a trascender a su productor. Pekka Himanen, por otro lado, propone una alternativa al trabajo-centrismo de la era de la información: el "trabajo hacker". Este tipo particular de actividad se caracteriza por la disposición de los trabajadores de su propio tiempo y la pasión que expresan a través de su creatividad. Definiremos "trabajo" y "tiempo" en los dos autores para mostrar cómo el "trabajo hacker" presenta aspectos de las tres actividades de la vida activa de Arendt. Luego comentaremos brevemente los resultados obtenidos en base a su análisis comparativo.

Palabras clave: Trabajo hacker; Tiempo; Labor; Acción.

Hannah Arendt diferencia as atividades da vida ativa: "labor", "trabalho" e "ação". Ela define o "trabalho" por meio de sua comparação com o "labor" e a "ação". Já o labor é ligado ao ciclo natural da vida e à satisfação de suas necessidades básicas, o "trabalho", por sua vez, cria um mundo de coisas e chega a transcender seu produtor. Pekka Himanen, por outro lado, propõe uma alternativa ao trabalho-centrismo da era da informação: o "trabalho hacker". Este tipo particular de atividade se caracteriza pela disposição dos trabalhadores do seu próprio tempo e a paixão que eles manifestam através de sua criatividade. Definiremos "trabalho" e "tempo" nos dois autores para mostrar como o "trabalho hacker" apresenta aspectos das três atividades da vida ativa de Arendt. A seguir, comentaremos brevemente os resultados obtidos com base na sua análise comparativa.

Palavras-chave: Trabalho hacker; Tempo; Labor; Ação.

Hannah Arendt differentiates thee activities of the vita activa (active life): "labor", "work", and "action". She defines "work" comparing it to "labor" and "action," where labor is related to the natural cycle of life and the fulfillment of basic needs, and "work" is capable of creating a universe of things that transcends its producer. On the other hand, Pekka Himanen proposes an alterative to work-centrism in the Information Age: the "hacker work". This peculiar activity is characterized by workers’ management of their own time, and the passion they express through their creativity. We will define "work" and "time" according to both authors to show how the "hacker work" presents the three aspects of Arendt’s active life. Then, we will briefly comment on the results obtained based on a comparative analysis.

Key words: Hacker work; Time; Labor; Action.


Introducción

Este texto pretende tratar el concepto de trabajo con el bagaje conceptual desarrollado por Hannah Arendt y la novedosa noción de "trabajo hacker" propuesta por Pekka Himanen, en el contexto del actual paradigma del informacionalismo presentado por Manuel Castells. Para llevar a cabo este estudio, centraremos nuestra atención en las relaciones que se puedan establecer entre el trabajo y su aspecto temporal, que no sólo hace referencia al lugar que este ocupa en nuestras vidas, sino también a su propia organización. Para esto nos focalizaremos en dos ejes encabezados por los dos autores que pretendemos comparar.

Por un lado, estudiaremos el original análisis conceptual arendtiano que parte de la distinción etimológica presente en la mayoría de las lenguas modernas entre trabajo y labor. Veremos la diferencia que se establece, a su vez, en sus aspectos temporales, junto a la evaluación histórica que Arendt realizó de su época a través de la noción de "labor productiva". Por otro, analizaremos lo que Himanen denomina "trabajo hacker" como la propuesta alternativa a la forma de organización del trabajo del informacionalismo, heredero de su antecesor, el industrialismo, y la particular disposición del propio tiempo en su desarrollo.

Hannah Arendt, en su libro La condición humana, elabora una crítica a la tradición filosófica que se basa en la mayor importancia que se le ha dado a la vida contemplativa relegando por completo la vida activa y los criterios que le son propios. Si bien la condición humana más general es la del nacimiento y la muerte, Arendt distingue tres actividades bajo las que se ha dado la vida de los hombres: la primera es la labor (labor), que es una actividad vinculada al proceso biológico del cuerpo humano y tiene por condición la vida misma; el trabajo (work), que está relacionado a la producción artificial (no-natural) de objetos y cuya condición humana es la mundanidad; y la acción (action), que es la única actividad que se realiza entre los hombres sin la mediación de las cosas y tiene la pluralidad como condición propia.1

Mientras que las dos primeras actividades, labor y trabajo, pertenecen por principio a la esfera privada, la acción se desarrolla en el ámbito público. El ámbito privado es primordialmente la familia que, tradicionalmente, se vinculaba a la economía por ser el lugar de la producción. La acción formaba parte del ámbito público debido a que la pluralidad solamente es posible entre seres iguales ante la ley y en sus posibilidades de acción y discurso significativo.2 La posibilidad de hablar y actuar con otros se daba en el espacio público, mientras que la satisfacción de las necesidades para la supervivencia era una preocupación propia solamente de la esfera privada. Pero, con el advenimiento de la modernidad, la distinción entre lo público y lo privado se vio gravemente comprometida al punto de llegar a confundir ambos espacios.

Según Arendt, esto se dio con la irrupción de lo social. Con la sociedad de masas producto de la utilización burguesa del estado para la expansión imperial, la economía que antes pertenecía al ámbito familiar y se preocupaba sólo de la satisfacción de las necesidades de ésta, pasó a ocupar el lugar que antes pertenecía a la política dentro de la esfera pública. Así, lo político se pierde ante la administración burocrática y, con ello, se perdió también la distinción entre lo público y lo privado. Ésa no fue la única distinción que se perdió, las actividades de trabajo y labor, a partir de entonces, también se encontraron confundidas en otro tipo de actividad que Arendt denominó labor productiva. Esta actividad absorbió a las otras tres e impregnó todos los criterios humanos referidos a la vida en común.

Por otra parte, Pekka Himanen, en su libro La ética del hacker y el espíritu de la era de la información, plantea que el fenómeno del trabajo hacker va en contra de la concepción de trabajo analizada por Max Weber. En contraposición al trabajo profesional fundado en el deber de Weber, característico del industrialismo, el filósofo finlandés propone una forma de trabajo centrada en la pasión.3 Además, esta concepción de trabajo relacionada con los aspectos más lúdicos de cualquier actividad que provoca interés, apasionamiento, inspiración y crítica, se opone a la forma de trabajo propia del informacionalismo analizado por Manuel Castells. Himanen concibe al trabajo desde el punto de vista ético, y de esa forma divide la obra en tres partes: la ética del trabajo, la ética del dinero y la ética de la red (nética).

La primera parte se centra en una contraposición entre lo que sería la ética hacker del trabajo y la ética protestante del trabajo. Mientras que la segunda contrapone la economía del informacionalismo, basada en el resguardo de la información mediante patentes, derechos y demás, al copyleft que proponen los hackers, es decir: la libre distribución de copias y versiones modificadas de una obra o trabajo. Por último, en la tercera parte se analiza la ética con la que los hackers se mueven por la red, fomentando la libertad de expresión y la responsabilidad social, entre otros valores. El prólogo de este libro fue escrito por el programador finlandés Linus Trovalds, creador del sistema operativo Linux, quien presenta en ese apartado lo que denomina "su ley". Por medio de esta sostiene que todas las motivaciones humanas recaen en tres categorías: supervivencia, vida social y entretenimiento, y que el progreso consiste en ir pasando de una categoría a la otra en un proceso evolutivo. También el epílogo de la obra es producto de una colaboración, esta vez de Manuel Castells.

Castells realiza una contextualización del fenómeno hacker en lo que denomina el paradigma del informacionalismo y caracteriza a su vez al paradigma que lo antecede y posibilita: el industrialismo. Este último se desarrolló principalmente durante la primera mitad del siglo XX y fue posible a partir del surgimiento de la capacidad de generar y distribuir energía, primero mediante el vapor y luego mediante la electricidad. Esta revolución en torno a la energía provocó, a su vez, múltiples revoluciones en diversos campos tecnológicos que posibilitaron nuevas formas de producción, consumo y organización social, conformando así la sociedad industrial. Las nuevas formas de producción agrícola y fabril derivaron en una forma de organización social basada en la producción, la posesión y el intercambio de bienes. Se trataba de diferentes sociedades que se presentaban como las variaciones históricas de un mismo paradigma caracterizado por la urbanización, la industrialización correlativa al trabajo fabril, individual y fragmentado, la racionalización y la burocracia estatal. El informacionalismo sustituye y subsume al industrialismo, en cuanto es un nuevo paradigma tecnológico que se basa en la tecnología del procesamiento de la información y en el impacto de esa tecnología en la generación y aplicación del conocimiento. En definitiva, se trata de un nuevo paradigma que es posible gracias al aumento de la capacidad humana de procesamiento de la información en torno a las revoluciones dadas, principalmente, en microelectrónica e ingeniería genética. El informacionalismo constituye las bases de lo que Castells denomina la "sociedad red" (Castells, 1996).

Las redes carecen de centro, sólo poseen nodos entre los que se distribuyen los rendimientos y decisiones conformando un modelo interactivo. Las redes carecen de valores ya que operan de una forma absolutamente impersonal. Por eso, la sociedad red es autómata. Si bien los actores sociales programan las redes, una vez programadas, éstas imponen su lógica a los actores sociales que sólo pueden optar por reprogramarlas con un fuerte costo social y económico. Es el caso del actual sistema financiero global, que se construye a través de redes colaboradoras de producción y gestión llevadas a cabo principalmente por multinacionales y empresas auxiliares a estas. Cualquier actividad, territorio o persona que no rinda bien o no signifique ningún interés para esta economía de redes será desechada por ella. Cualquier forma menos eficiente de organización será retirada automáticamente de la sociedad red global. A partir de esto, el trabajo o las ocupaciones ejecutivas y profesionales que caracterizan este nuevo paradigma, se valorarían por la capacidad de reprogramarse para realizar nuevas actividades y lograr nuevos objetivos en un marco de competencia que lleva a la individualización extrema en cualquier actividad. Ya no se trata de la producción, posesión y distribución de bienes, sino de lograr la forma más eficiente de brindar un servicio (Himanen, 2002: 167-189).

Habiendo esbozado brevemente el contexto que nos brinda el sociólogo español, nos proponemos ahora rescatar para nuestro análisis, aquellos aportes originales que tanto Arendt, como Himanen, suman a la concepción del trabajo en la actualidad. La filósofa alemana aporta una particular concepción respecto de la temática, diferenciando las actividades de la vida activa: "labor", "trabajo" y "acción". El filósofo finlandés, por su parte, realiza una propuesta alternativa al trabajo-centrismo propio de la era de la información. Propone el trabajo hacker, como aquel mediante el cual se dispone del propio tiempo y se expresa la pasión que anima a llevarlo a cabo por medio de la creatividad. En lo que sigue, analizaremos las nociones de trabajo y tiempo en cada uno de los autores propuestos. En la primera sección desarrollaremos lo que Arendt entiende por trabajo. En la segunda su concepción del tiempo. En una tercera parte nos dedicaremos a la noción de trabajo que sostiene Himanen. Y en una cuarta, nos ocuparemos del análisis que el filósofo finlandés hace del aspecto temporal. Por último, en un quinto apartado, expondremos brevemente los resultados alcanzados a partir del análisis comparativo de lo abordado por ambos filósofos.

1. Definición de "trabajo" de Arendt

Arendt, en La condición humana, distingue tres actividades que conforman la vida activa del hombre, en contraposición a la vida contemplativa que, a su juicio, siempre ha sido la preponderante. La "labor", cuya condición es la vida misma, y se encuentra siempre sujeta a los ciclos y necesidades de nuestro cuerpo. El "trabajo", cuya condición es la mundanidad, referente a todo lo destinado a trascender a la naturaleza mediante el artificio humano. Y la "acción", cuya condición es la pluralidad, en cuanto sólo puede darse con la presencia de otros que se hallen en igualdad de condiciones y que a su vez, sean diferenciables. Antes de la irrupción de lo social la acción pertenecía al espacio público. Luego de su aparición, para la pensadora alemana, se volvió casi inexistente. En el caso de la labor y el trabajo, que antes pertenecían al ámbito privado, ahora se encuentran confundidas en la labor productiva.

En la polis griega, por referirnos a un ejemplo que menciona la propia Arendt (2012: 42), los asuntos públicos se referían a la búsqueda del bien común. Las acciones políticas eran llevadas a cabo por hombres libres (de preocupaciones y cuidados que eran atendidos por los laborantes y trabajadores en el ámbito privado del hogar). Pero con la irrupción de lo social en la modernidad, la preocupación por la supervivencia y el cuidado que requería la misma se hicieron públicos. Los trabajadores salían de sus casas para "ganarse el pan" y de esa forma se convertían en laborantes, sin que les quede algún tiempo propio en el que puedan llevar a cabo acciones libres. Debido a este marco, la concepción arendtiana de trabajo resulta particularmente compleja, dado que pone atención en la distinción de dos nociones que comúnmente se encuentran confundidas: trabajo y labor.

Cuando Arendt define el trabajo lo hace en contraposición a la labor; esta distinción  la toma de un comentario de Locke, que afirma una diferencia entre "la labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos" (Locke, 2006: 226), sin que esto equivalente a una distinción conceptual en este autor. En La condición humana, la autora dedica un capítulo específico a cada uno, el tercero a la labor y el cuarto al trabajo. Pero desde el inicio del libro, distingue las actividades que conforman la condición humana planteando la distinción fundamental entre labor y trabajo que guiará su pensamiento. La misma Arendt considera que esta es la principal crítica que le realiza a Marx: el no haber distinguido entre ambos conceptos y haberlos utilizado como sinónimos.4 Arendt sostiene que:

"Labor es la actividad correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano, cuyo espontáneo crecimiento, metabolismo y decadencia final están ligados a las necesidades vitales producidas y alimentadas por la labor en el proceso de la vida. La condición humana de la labor es la misma vida. [Mientras que] Trabajo es la actividad que corresponde a lo no natural de la exigencia del hombre, que no está inmerso en el constantemente repetido ciclo vital de la especie, ni cuya mortalidad queda compensada por dicho ciclo. El trabajo proporciona un «artificial» mundo de cosas, claramente distintas de todas las circunstancias naturales. Dentro de sus límites se alberga cada una de las vidas individuales, mientras que este mundo sobrevive y trasciende a todas ellas. La condición humana del trabajo es la mundanidad" (Arendt, 2012: 21).

Arendt relaciona la labor con los procesos cíclicos y biológicos de nuestro cuerpo y sus necesidades básicas y primordiales, mientras que el trabajo es relacionado con aquello que produce los objetos del mundo en el que está inserto ese cuerpo. Aquello que el cuerpo labora es para y por su naturaleza, aquello que sus manos trabajan excede su naturaleza e incluso la trasciende conformando el mundo. Mediante la labor se obtienen los productos de consumo destinados a cubrir las necesidades de nuestros cuerpos, por ejemplo, el alimento. Por medio del trabajo, los seres humanos producen objetos que tienen cierta durabilidad en los que plasman su cultura, por ejemplo, los productos de un artesano. Así, Arendt distingue entre el animal laborans, que meramente se dedica a la subsistencia, y el homo faber que crea el mundo que los seres humanos comparten entre sí. Sobre la base de esta distinción se pueden destacar las características del trabajo que se contraponen a las de labor:

1) La forma de producción: la forma de producción del homo faber es instrumental, la del animal laborans es cíclica. El homo faber desarrolla su producción evaluando, eligiendo y empleando ciertos medios para alcanzar determinados fines; por ejemplo, ante una idea de mesa, el trabajo del artesano consiste en elegir y emplear los medios adecuados para realizarla. El animal laborans, por su parte, genera constantemente los objetos para el consumo y la satisfacción de las necesidades que, una vez saciadas, requieren nuevamente de más producción en su beneficio; por ejemplo, la preparación doméstica de alimentos es cíclica porque periódicamente debe repetirse para saciar las necesidades de los cuerpos. Así, mientras que el homo faber se mueve en un tiempo lineal determinado por la adecuación entre los medios de que dispone y los fines que persigue, el animal laborans queda preso en el eterno ciclo de las propias necesidades naturales de su organismo (Arendt, 2012: 164).

2) La relación con el medio: la tradición ha destacado al homo faber como señor sobre la naturaleza y la tierra, mientras que el animal laborans es un siervo de ellas, en tanto vive atado a sus ciclos. El animal laborans, con la ayuda de su cuerpo, de los animales que ha domesticado y, eventualmente, de los instrumentos creados mediante el trabajo, está dedicado a la mantención de la vida y depende de los ciclos de la naturaleza y la tierra para obtener los frutos necesarios, mientras que el homo faber es capaz de cortar los procesos de vida de la naturaleza y la tierra para obtener la materia prima necesaria para la creación de sus artificios (Arendt, 2012: 160).

3) Las capacidades: la capacidad del homo faber de crear y destruir sus propias obras contrasta con el constante consumo que los ciclos orgánicos imponen al animal laborans. Para crear, el homo faber necesita destruir el material con el que dará forma a sus objetos, de los que a su vez es dueño de destruir. De esta forma, mientras que el homo faber siempre es él mismo quien resuelve qué y cómo crear y cuándo destruir el objeto producto de su trabajo, el animal laborans es llevado por el ciclo de nacimiento y muerte en el que la destrucción es inherente al consumo de los bienes fruto de su labor (Arendt, 2012: 164).

4) La función de la violencia:5 el homo faber debe ejercer la violencia necesaria sobre su materia prima para transformar su entorno en un artificio seguro y estable. El animal laborans no puede hacer el cálculo sobre la medida en que se puede instrumentalizar su materia prima, ya que ésta deberá ser destruida completamente durante el proceso de consumo. Si no mediara el artificio entre el hombre y la naturaleza, no habría un mundo estable y seguro para poder garantizar su supervivencia y, ante todo, su trascendencia. Históricamente, para crear el artificio humano, el hombre ha violentado la naturaleza. Dicha violencia surge de lo más elemental de la naturaleza humana, de su fuerza. Es decir, que la destrucción es inherente a la labor pero es potestad del homo faber. Esto se debe a que cualquier objeto producido por las manos del hombre es factible de ser destruido, ya que ninguno de ellos es lo suficientemente necesario en la vida de su fabricante (Arendt, 2012: 160).

5) El movimiento propio de cada actividad: el movimiento propio del trabajo es el de multiplicación, el de la labor es la repetición. Mientras que esta última tiene que ser reiteradamente constante para garantizar la subsistencia de los seres humanos, el trabajo debe multiplicar su producción para garantizar la estabilidad y seguridad del mundo al poblarlo de artificios humanos. El homo faber multiplica su producción porque de esa forma encuentra la seguridad necesaria para habitar en el mundo, poblándolo de objetos que al multiplicarse, brindan cada vez mayor estabilidad. Para subsistir, el animal laborans necesita repetir constantemente su actividad porque una vez que su fruto es consumido, los organismos demandan nuevamente lo necesario para el mantenimiento de la vida. Así, repiten constantemente la generación de artículos para el consumo (Arendt, 2012: 162).

6) El comienzo y fin de cada actividad: en el caso del homo faber el comienzo y fin de su actividad está fijado por la realización de los fines propuestos; en cambio el animal laborans está inserto en un proceso marcado por las necesidades externas a la propia actividad. El primero tiene la posibilidad de decidir cuándo iniciar su trabajo y cuándo acabar con el objeto que produce, o incluso cuándo continuar con su producción. Mientras que el animal laborans depende de las demandas de su propia vida para establecer el ritmo de su producción, depende de la incesante cadena de consumo a la que está sujeta su propia vida que es la que determina el comienzo y el fin, con su nacimiento y su muerte (Arendt, 2012: 163-164).

7) La función de sus productos/frutos: mediante el trabajo se producen objetos de uso, mediante la labor, objetos de consumo. Los frutos de la labor son objetos que se consumen y, por eso, precisamente, no tienen casi durabilidad. En cambio, el trabajo produce objetos de uso que al ser utilizados no desaparecen. Así, el trabajo brinda seguridad y estabilidad al mundo en que vivimos. Pero esa durabilidad no es absoluta sino que está sujeta a que esos objetos sean usados y que no vuelvan a formar parte del ciclo natural de la vida que, tras su destrucción, los devolverá a la naturaleza. Aunque, como sostiene Arendt, la destrucción es accidental en los objetos del trabajo, es decir los objetos de uso, es inherente a los objetos de la labor, es decir a los objetos de consumo (Arendt, 2012: 107-108).

8) La durabilidad del producto/fruto: los frutos de la actividad del animal laborans apenas deben durar lo suficiente para ser consumidos, los productos del trabajo, en contraposición, pueden sobrevivir a su productor. El animal laborans necesita realizar su actividad para la continuidad de su vida, razón por la cual se vuelve siervo de ella. El trabajo, por su parte, es el único capaz de proporcionar durabilidad a los hombres y construir un mundo. Aunque no se trate de una durabilidad absoluta ya que, en algún momento, el producto desaparecerá, en el mundo que crean se les permite cierta trascendencia (Arendt, 2012:157).

Tabla 1. Cuadro comparativo de las características del animal laborans y el homo faber

 

Después de presentar las principales características que permiten distinguir conceptualmente las nociones de trabajo y labor, debemos aclarar que para Arendt hoy nos encontramos con lo que ella denomina "labor productiva". Debido a que la tradición ha adoptado la perspectiva de la vida contemplativa, nunca se tuvo en cuenta la distinción entre trabajo y labor. En la modernidad no sólo no se puede realizar esta distinción entre animal laborans y homo faber, sino que por primera vez en la historia se da más importancia a la labor que al resto de las actividades. De esta forma, según Arendt, se invirtió la valorización que se había sostenido hasta ese momento. Esto se produjo debido que la novedosa productividad de la labor se sumó a la fabricación de objetos industrializados que ya no dan durabilidad al mundo porque son objetos de consumo (Arendt, 2012: 101-102). Esto continúa aún hoy; lo que comúnmente denominamos trabajo es tan sólo, en términos arendtianos, una labor productiva que produce objetos de consumo en cuyo proceso también somos consumidos debido al lugar central que ocupa esa actividad en nuestras vidas.6

Esta propuesta arendtiana de distinguir entre labor y trabajo ha sido uno de los puntos que más controversias suscitara en la crítica. A este respecto, nosotros concordamos con el lineamiento sugerido por Benhabib y seguido por Rabotnikof. Benhabib (1993 y 2003) desarrolla su crítica en torno a la noción de labor arendtiana. Arendt situaba la labor dentro de la esfera privada por encargarse de la preservación y la reproducción de la vida. Pero, puesto que la labor es la generadora y garante de la continuidad de la especie, para Benhabib también forma parte de la esfera pública, ya que para preservar la especie también tiene que volverse protectora del mundo. A partir de esto Benhabib sostiene que la distinción arendtiana entre trabajo y labor no es trasladable a actividades concretas, ya que éstas no parecen en realidad respetar tal distinción.

La línea de pensamiento que plantea Benhabib es retomada por Rabotnikof, quien distingue dos niveles de análisis en la teoría arendtiana. En este sentido, destacamos la distinción de Rabotnikof entre un nivel de análisis ontológico y otro fenomenológico en la obra de Arendt para dar cuenta de la noción de trabajo (Rabotnikof, 1996). El primer nivel muestra el lugar en el mundo que le es propio a cada concepto; el segundo consiste en la descripción histórica que muestra la evolución de esas actividades a lo largo del tiempo. Esto nos permite mostrar que aunque Arendt realiza la distinción entre los conceptos, históricamente esto ya no tiene un correlato. A partir de esto, podríamos sostener que Arendt queda presa en La condición humana de su propia crítica, ya que realiza una especulación teórica que no encuentra un anclaje en la realidad. De esta forma, su estudio pertenece más al ámbito de la vida contemplativa que al de la activa, que es el que se proponía estudiar. Sin embargo, de acuerdo a Rabotnikof, la descripción histórica es lo que permitiría encontrar estas actividades y conceptualizarlas. En este sentido, la reconstrucción histórica que realiza Arendt permitiría una desnaturalización de la labor productiva al rescatar una distinción olvidada por dos motivos: nunca se teorizó sobre ella porque quienes se dedicaron a la vida contemplativa carecían de las vivencias correspondientes a la labor y al trabajo, y los sectores de la población que realizaron estas actividades antes de las revoluciones industriales hoy son los que realizan la labor productiva.7

2. "Tiempo" en Arendt

La noción de "tiempo" que nos interesa analizar en Arendt no nos remite a la duración propia de los objetos del mundo o de la naturaleza, sino al tiempo vivenciado desde las actividades humanas. Se trata de un tiempo humanizado que consiste en la reconstrucción que realizan las tres actividades de la vida activa ("labor", "trabajo" y "acción") de las experiencias propias de cada actividad. A diferencia de las nociones de eternidad, propia de la naturaleza en la antigüedad, y de inmortalidad que se relacionaban con los antiguos dioses del Olimpo, el tiempo visto a partir de la propia vivencia humana se delimita, interpreta y analiza con criterios propios que no remiten simplemente a la permanencia fuera del tiempo propia de la eternidad o a la duración indefinida de la inmortalidad.

Arendt se refiere a la diferencia entre lo eterno que para ella equivale a una especie de muerte y a la inmortalidad que es asequible para los héroes en la medida en que la memoria de sus actos heroicos no desaparece, sino que se perpetúa en distintas narraciones y obras (Arendt, 2012: 30). Desde la antigüedad, los filósofos han ido en busca de lo eterno y han intentado adoptar una forma de vida contemplativa que facilite las experiencias de ese tipo. Aquí, entonces, se destaca por primera vez la distinción principal entre las formas de vida de los hombres. Mientras que los filósofos que siempre son pocos intentaron un tipo de vida aislado de la ciudad para dedicarse a la contemplación, la mayor parte de los seres humanos cuya existencia no estaba garantizada e incluso corría peligro, se vieron forzados a adoptar un modo de vida activo signado por determinadas organizaciones de su tiempo a fin de lograr su propia subsistencia.

El tiempo humanizado que interesa a Arendt es el que se establece entre los hombres precisamente en esta forma de vida activa. Pero el tiempo de las tres actividades principales que la componen no es el mismo. La labor, ligada a los procesos orgánicos de la propia naturaleza, estaría vinculada a un tiempo circular propio de esos mismos procesos de los que forma parte y en consonancia con su movimiento de repetición para asegurar la continuidad de la vida. Por su parte, al trabajo correspondería un tiempo lineal, propio de su desarrollo de medios en pos de fines y propio también del movimiento de multiplicación que realiza para poblar el mundo de artificios que lo vuelvan estable y habitable para los hombres. La acción, a diferencia de la labor y del trabajo, se halla vinculada a un tiempo discontinuo que permite una doble aproximación: la memoria y la skholé.

Por un lado, la memoria organiza el tiempo a partir de la organización del recuerdo y del olvido. Por ser una perspectiva de los hechos del pasado, es de vital importancia la existencia de un espacio público con pluralidad de voces que refieran a ese pasado común. Esto quiere decir que la construcción de la memoria es una tarea política que incluye la narración tanto de aquellas acciones que han irrumpido en el espacio público suspendiendo la sucesión temporal, como de las reacciones que permiten la continuidad de lo dado. Si adoptamos el punto de vista del actor político, además, tenemos que referirnos a las condiciones que permiten disponer del propio tiempo. Es decir, para que la acción sea posible es necesaria la skholé, una abstención consciente de preocupaciones y cuidados (Arendt, 2012: 35, nota 10). Se requiere un tiempo que nos libere de la carga de la necesidad, o sea, de la labor y el trabajo, y que, además, esté acompañado de la abstención consciente de preocupaciones y cuidados. Por estas razones, la skholé requiere tener garantizadas las necesidades básicas y así la propia vida.

Por este tipo de afirmaciones, Arendt ha sido tildada por algunos de elitista, ya que son muy pocos los que pueden vivir sin laborar ni trabajar. Sin embargo, estas lecturas son muy parciales: no tienen en cuenta otras afirmaciones que Arendt realiza incluso en la misma obra. La skholé requiere también decisiones que persiguen la libertad o el consumo. En el primer caso, es mucha la gente que puede decidir actuar y aparecer en el espacio público, en el segundo, se opta por vivir en pos del consumo que, a su vez, termina consumiendo sus propias vidas. Esta libertad radica en la distinción arendtiana entre necesidad y consumo. Lo necesario para la vida es relativamente poco, aunque es cierto que no todos lo tienen. Es sólo cuando se opta por el consumo, cuando se quieren satisfacer las necesidades creadas por éste, cuando se pierde la skholé. Es importante, entonces, distinguir entre tiempo libre de trabajo y skholé, ya que esta última no consiste en tiempo sobrante empleado mayoritariamente para el consumo o el entretenimiento.

Durante el tiempo en que se labora o se trabaja, se pierde la skholé que es indispensable para la acción política. De la misma forma que en un gobierno tiránico, el gobernante es el único que se ocupa de los asuntos públicos mientras que el resto de la población se dedica a los privados (labor y trabajo); actualmente el trabajo- centrismo con vistas al consumo priva a la mayoría de los hombres de sus potencialidades en el ámbito de la acción. Como sostiene Arendt:

"... esto [en las antiguas tiranías griegas] equivalía a fomentar la industria privada y la laboriosidad, pero los ciudadanos no veían en esta política más que el intento de quitarles el tiempo necesario para su participación en los asuntos comunes. Las ventajas del corto alcance de la tiranía, es decir, la estabilidad, seguridad y productividad, prepara el camino para la inevitable pérdida del poder..." (Arendt, 2012: 242).

Pareciera que luego de establecida la tiranía de la sociedad de masas ya no se puede pensar más un ámbito público y uno privado, y debido a esto la acción misma resultaría imposible. Sin embargo, a pesar de su opinión sobre las condiciones contemporáneas de la vida en sociedad, Arendt sostiene que lo inesperado de una acción libre siempre puede pasar. Su optimismo sobre la posibilidad de la acción humana incluso en el mundo de hoy no deja de ser asombroso viniendo de alguien que ha vivido tan de cerca los horrores del siglo pasado. 8

Resumiendo, las formas de temporalidad propias de cada actividad son distintas: la labor se organiza siguiendo ciclos, el trabajo en un tiempo lineal y continuo, y la acción de forma discontinua. El hecho de que la acción sea producto de la libertad humana hace que ésta irrumpa en el tiempo e inicie nuevas cadenas de acontecimientos. Por un lado, la posibilidad de actuar depende de la disposición de tiempo de cierta calidad; por otro, la skholé, ya que las acciones humanas rompen la continuidad temporal y la única forma de dar cuenta de ellas es mediante la narración.

3. Definición de "trabajo" de Himanen

Himanen, en su libro La ética del hacker y el espíritu de la era de la información, se centra en el aspecto ético del trabajo y realiza una distinción fundamental: la ética protestante y la ética hacker.9 Mientras que para la ética protestante del trabajo lo importante es el hacer, para la ética hacker del trabajo lo importante es lo que se hace. Desde la primera perspectiva, el trabajo es una actividad que no debe ser cuestionada y debe ser llevada a cabo de la mejor forma posible, más allá de las propias aptitudes e intereses, debido a que es una forma de llegar a Dios y el dinero adquirido mediante él es un signo de ser elegido por este. En contraposición, para el trabajo hacker el trabajo es una actividad gozosa en sí misma que produce curiosidad y genera interés para quien la realiza (Himanen, 2002: 21-30). Es necesario aclarar que los términos "protestante" y "hacker" no son utilizados por Himanen en sentido estricto, sino que él emplea ambas palabras en un sentido amplio que excede a los practicantes del protestantismo y a los programadores informáticos. Estas primeras distinciones, a su vez, presentan el antagonismo entre "deber" y "pasión". A partir de la reforma, el trabajo pasó a ser el centro de nuestras vidas como un valor en sí mismo, sin darle verdadera importancia a la tarea que se realizase sino al hecho de ganar dinero y cumplir con el deber. La ética hacker del trabajo se centra en la pasión que siente el hacker al realizar su trabajo. Esta es entendida como la "búsqueda intrínsecamente interesante que le llena de energía y cuya realización le colma de gozo" (Himanen, 2002: 153). Es la propia actividad la que motiva a seguir realizándola y el propio entusiasmo y entretenimiento son parte del objetivo.

Así, mientras que para la ética protestante del trabajo tanto éste como el dinero son valores supremos y por sí mismos, para el hacker sus principales valores son la pasión que lo mueve y su necesidad y capacidad de creación. Para Himanen son los valores desarrollados por estas éticas los que determinan las dos formas primordiales en las que se ha concebido el trabajo. A partir de siete valores, Himanen compara ambas concepciones: "los siete valores dominantes de la sociedad red y de la ética protestante son el dinero, el trabajo, la optimización, la flexibilidad, la estabilidad, la determinación y la contabilidad de resultados" (Himanen, 2002: 153). En contraposición Himanen rescata para la ética hacker del trabajo los siguientes valores: la pasión, la libertad, el valor social, la accesibilidad, la actividad, la preocupación responsable y la creatividad.

Oponiéndose al deber protestante, Himanen habla de pasión. El trabajo que desempeña el hacker lo apasiona de tal forma que lo lleva a continuar con su actividad indefinidamente. El entusiasmo que le genera llevar a cabo ese trabajo lo llena de energía, permitiéndole perseverar en sus esfuerzos y permanecer inmerso en su desarrollo. A su vez, la actividad laboral también es fuente de gozo ya que está integrada por todo tipo de exploraciones lúdicas. Como sostiene Himanen:

"Para los hackers la palabra pasión describe bien la tendencia general de su actividad, aunque su cumplimiento no sea en todos sus aspectos un puro juego gozoso [...] Apasionada y creativa, la actividad del hacker comporta así mismo trabajo duro [...] Este esfuerzo resulta necesario para crear cualquier cosa que sea un poco mejor. Si es preciso, los hackers están dispuestos también a realizar las partes menos interesantes que sean necesarias para la creación del todo. Sin embargo, la relevancia de ese todo hace que incluso sus aspectos más aburridos valgan la pena" (Himanen, 2002: 36).10

Sin embargo, cabe aclarar que el trabajo no siempre está en el centro de la vida del hacker, ya que el manejo que este hace del tiempo le permite desarrollar también otras pasiones. Él fluye libremente entre el trabajo creativo y los otros aspectos de su vida con un ritmo propio que dan paso al juego. Si bien puede permanecer días enteros inmerso en su trabajo, puede de la misma forma, tomarse días enteros para desarrollar actividades completamente desvinculadas de él pero igualmente apasionantes.

Sin lugar a dudas, la pasión es lo que caracteriza principalmente el trabajo hacker. Y esa pasión, generalmente, es compartida y constituye lo común de la comunidad hacker. Ellos quieren crear con otros en pos de la propia comunidad para adquirir el reconocimiento de esta, es decir de sus iguales, hermanados a través de la pasión que los une. De ahí el valor social de su actividad (Himanen, 2002: 97-98). Los hackers ponen en común los resultados de la creatividad de su trabajo para que todos puedan modificarlos, mejorarlos, utilizarlos, desarrollarlos e incluso ponerlos a prueba. Por esta razón, para la comunidad es de vital importancia la libre circulación de los resultados y el acceso a ellos. Además, todos tienen derecho a expresarse tanto como a mantener la privacidad necesaria para sostener una vida individual. La preocupación responsable por los otros, vistos como fines en sí mismos, consiste en ocuparse de que todos participen de la red y se beneficien de ella y de ayudar directamente a los que solo se mantienen en los márgenes de la supervivencia (Himanen, 2002: 149-150). Además de la pasión, con todo lo que ella implica, el otro aspecto característico del trabajo hacker, que está presente en todos los valores analizados por Himanen, y que a su vez constituye en sí misma un valor, es la creatividad (Himanen, 2002: 155). Por medio de ella es que el hacker logra superarse como individuo. Y es también mediante ella que logra aportar algo genuinamente nuevo y valioso para el mundo.

Tabla 2. Cuadro comparativo de los valores sostenidos por la ética protestante y la ética hacker

La promulgación y aplicación de estos valores se puede ver ejemplificada en la comunidad de los programadores informáticos que desarrollan Linux. Ellos coordinan su trabajo utilizando el conjunto de herramientas que provee Internet y se dividen en grupos para desarrollar distintas versiones del software que después serán sometidas al arbitraje de los principales programadores (por capacidad y experiencia) de la comunidad. El grupo encabezado por Linus Trovalds, que fue su creador, no tiene, sin embargo, una autoridad permanente. En caso de que la elección llevada a cabo resulte poco convincente, la comunidad de hackers procede a seguir su propia dirección, pasando por encima a los antiguos dirigentes con el fin de lograr la mejor versión posible del programa sobre el que trabajan (Himanen, 2002: 54).

Sin embargo, y como sostiene el propio Himanen, podemos encontrar comunidades de hackers más allá de los programadores informáticos. Un caso interesante de cómo se combinan las herramientas informáticas y el desarrollo de comunidades unidas por un mismo tema que las apasiona es el de un foro destinado al intercambio de experiencias e información sobre el veganismo.11 Allí los usuarios pueden comunicarse de forma libre y gratuita siguiendo diferentes hilos de discusión, expresando sus diversas opiniones y experiencias, guiando a quienes recién se inician en el tema, compartiendo recetas que se adaptan a esta forma alternativa de alimentación y demás. El foro permite que los nuevos usuarios se registren y presenten sus inquietudes, así como que se enteren de las últimas noticias sobre veganismo, los eventos y actividades que llevan a cabo. 12 

En sintonía con el ejemplo anterior, la Red Ibérica de Eco-aldeas nuclea a diferentes comunidades que se están desarrollando a partir del concepto de un asentamiento sustentable en el que se respete por sobre todas las cosas al planeta y a las personas. De esta forma, las comunidades se construyen aprovechando los recursos renovables como la energía solar y eólica, generando huertas que respondan a las necesidades de la comunidad, inculcando el respeto por el medio ambiente y los seres que lo habitan. La función de la Red Ibérica de Eco-aldeas es posibilitar que estas comunidades puedan compartir sus experiencias y beneficiarse de ellas, así como apuntalar a los nuevos desarrollos a través de actividades y encuentros.13

Si bien estos casos todavía nos pueden resultar algo lejanos a nuestra realidad, podríamos encontrar un caso mucho más cercano. Se trata de nuestra propia comunidad científica y académica.14 Para la que el conocimiento debe ser público y debe circular libremente. Sin lugar a dudas, la comunidad académica se mueve más por la búsqueda apasionada del conocimiento, que por la obtención de beneficios materiales. Esa pasión por avanzar en los distintos campos del saber humano es la causa de que brindemos nuestras diversas ideas en beneficio de la comunidad. Es la razón por la que nuestras ideas siempre pueden ser puestas en discusión. Para que los demás integrantes de la comunidad consigan a su vez mejorarlas y perfeccionarlas, como acontecía antes en el caso de los informáticos, los veganos y los ambientalistas.

4. "Tiempo" en Himanen

En la sociedad actual, tanto Himanen como Castells coinciden en que el trabajo es el núcleo de la vida. Así, Castells concibe el trabajo en el sentido de tiempo laboral remunerado e Himanen asegura que en ese sentido parece proseguir, sin posibilidades certeras de extinguirse, en la era de la información. Desde la propia concepción del trabajo, entonces se destaca la importancia del tiempo. Las formas de concebirlo determinan de esa forma los modos de regular, organizar y desarrollar el trabajo. Himanen sostiene a este respecto:

"En la economía de la información todo ha sido optimizado según el modelo típico (y, en épocas anteriores, ni siquiera típico) del trabajo. Pero esto no es todo, además de la optimización del tiempo centrada en el trabajo, la ética protestante también significa la organización del tiempo centrada en el trabajo. La ética protestante convirtió en el centro de la vida la idea de un tiempo laboral regular. Se perdía así la auto organización, que fue relegada a una región de flecos laborales sobrantes: la noche pasó a ser lo que queda del día; el fin de semana, lo que queda de la semana; y la jubilación, lo que queda de la vida. En el centro de la vida se halla la regularidad repetida del trabajo, que organiza todos los demás usos del tiempo" (Himanen, 2002: 46).

Pero la optimización del tiempo propia de la ética protestante no parece ser la única forma de concebir el tiempo, sino que en la flexibilidad con que se mueven los hackers en el mismo parece haber otra forma de organización.15 Himanen distingue dos grandes formas de entender el tiempo en torno al trabajo: por un lado, la que él denomina protestante cuyo lema sería "el tiempo es dinero"; y por otro la de los hackers cuyo lema sería "el tiempo es mío". Mientras que la organización del tiempo del primero se centra en la optimización, los hackers no consideran el trabajo como centro de sus vidas y por eso lo organizan de otra manera.

Estas dos formas de concebir el tiempo encuentran sus antecedentes en el monasterio y la academia platónica. Mientras que la optimización protestante encontraría su origen en el seno de los monasterios basados en los horarios de oficios, la flexibilización del tiempo de los hackers hallaría sus bases en la academia donde se disponía del propio tiempo y se lo administraba a gusto y placer. Y también encontraría un antecedente en el trabajo orientado a metas de los agricultores medievales, para quienes su única limitación en cuanto a la disposición temporal era la meta fijada.

Frente a la flexibilización del tiempo que sólo requiere de autoorganización y autodeterminación, la optimización requiere de cada vez más agilidad y automatización para su efectivo desarrollo. La principal crítica a la forma de organización del tiempo propia del trabajo protestante es que no se limita sólo al ámbito laboral, sino que lo excede. La optimización como criterio invade incluso el tiempo libre de trabajo, que no es otra cosa que tiempo de consumo absolutamente programado y planificado en el que no hay lugar para el juego y el ocio propiamente dicho.

Con una constante demanda de velocidad y automatización se hace muy difícil vivir, por lo que las teorías contemporáneas de desarrollo personal aconsejan vivir centrándose en el presente, pensando sólo en una meta por vez. Pero, como destaca Himanen, esto es válido sólo para aquellos que buscan garantizarse la propia supervivencia. Aquellos que además quieran velar por los demás necesitarán pensar sin premuras de tiempo. La eticidad de quienes se preocupan por los otros requiere de una perspectiva temporal más amplia que la empleada para sobrevivir a la vorágine actual. Esta perspectiva tendría que ser lo suficientemente amplia como para pensar en las consecuencias de las tendencias dominantes e imaginarse la posibilidad de un mundo diferente al que conocemos. Esa perspectiva amplia del tiempo en pos de la eticidad es la que sostienen los hackers.

Los hackers siempre han sido antiautoritarios, respetando a los individuos y sus tiempos. Por eso pueden afirmar "mi vida es mi vida". Con respeto al trabajo y al tiempo libre, los hackers llevan a cabo una flexibilización del tiempo. Para ellos lo que hay es ocio propiamente dicho, es decir, lo que antiguamente se denominaba skholé: tiempo en abundancia y propia pertenencia del mismo (Himanen, 2002: 50). Los trabajadores de la ética protestante realizan una optimización del tiempo para la que también es necesaria la flexibilidad, pero no para alternar trabajo y ocio, sino para introducir en este último la organización del primero. En cambio, la flexibilidad de los hackers se manifiesta precisamente en alternar los periodos de trabajo con momentos de ocio autodeterminado.

"En la versión hacker del tiempo flexible, las diferentes áreas de la vida, como el trabajo, la familia, los amigos, las aficiones y demás, se combinan con mucha menor rigidez, de modo que el trabajo no siempre se halla en el centro del mapa" (Himanen, 2002: 49).

De esa forma, pueden mantener su pasión en todas las áreas mientras que los trabajadores de la ética protestante no sólo no poseen pasión por el trabajo que realizan, sino que esa pasión ni siquiera se encuentra en el tiempo libre de trabajo porque éste es solo un tiempo optimizado para el consumo. Con esto, sin embargo, no se quiere decir que los hackers estén proponiendo en contra del trabajo-centrismo un ocio-centrismo. Lo uno sería para ellos tan indeseable como lo otro. Los hackers quieren crear algo significativo y tanto el puro trabajo como el puro ocio atentan contra la creación de algo que permita llevar una vida auténtica y lograr la trascendencia. De esta forma, según la perspectiva de los hackers, se debe abandonar por completo la dualidad trabajo-ocio. Y en el aspecto temporal, se debe vivir todo desde la skholé, es decir, con abundancia y disposición del propio tiempo (Himanen, 2002: 163-164).

5. Resultados alcanzados

A lo largo de la investigación hemos podido diferenciar seis nociones en torno al trabajo que podrían dividirse en dos grupos: las que corresponden a formas de trabajo criticadas por los autores estudiados y las que se refieren a sus propuestas. En el primer caso, tenemos la noción de labor productiva propia de Arendt y el trabajo del industrialismo y del informacionalismo presentado por Himanen. En ambas críticas se trata de una indagación de las formas propias que adquiere la actividad laboral en un contexto industrial y luego informacional. En el segundo caso, tenemos las nociones de labor y trabajo presentadas por Arendt y de trabajo hacker de Himanen (Tabla 3).

Tabla 3. Cuadro de doble entrada con las críticas y propuestas de los autores

Arendt adopta la perspectiva fenomenológica y critica la labor productiva propia del modelo industrial que consiste en la productividad de la labor aplicada a la fabricación de objetos industrializados que ya no duran como hacían con el trabajo, sino que se consumen como en la labor. En contra de esta noción, propone la distinción entre trabajo y labor. Así, define al trabajo en contraposición a la labor, y a partir de dicha distinción es que nosotros pudimos rescatar las ocho características antes desarrolladas (Tabla 1). Himanen, por su parte, adopta el punto de vista ético y critica al trabajo del industrialismo y luego del informacionalismo. Critica principalmente la ética protestante propia de ese tipo de trabajo y ofrece como alternativa la ética hacker.

Así, presenta el antagonismo entre deber y pasión. Según la ética protestante, el trabajo es un valor en sí mismo, sin importar verdaderamente la tarea que se realice, sino el hecho de ganar dinero y cumplir con el deber. Mientras que en el trabajo hacker es la propia actividad la que motiva a seguir realizándola. El propio entusiasmo y entretenimiento son parte de su objetivo. Himanen rescata lo que para él son los siete valores de la ética protestante del trabajo: el dinero, el propio trabajo, la optimización, la flexibilidad, la estabilidad, la determinación, la contabilidad de objetivos. A ellos contrapone los siete valores de su ética hacker del trabajo: la pasión, la libertad, el valor social, la accesibilidad, la actividad, la preocupación responsable y la creatividad.

Tanto las críticas como las propuestas de ambos autores apuntan principalmente a la relación del trabajo con su aspecto temporal. Así como Arendt denunciaba el desborde de los procesos de la labor de su propio ámbito y la posterior invasión del espacio del trabajo, Himanen critica la imposición de un régimen temporal monástico al mundo. Las horas de oficio en los monasterios pasaron a ser los horarios de trabajo de cualquier persona en relación de dependencia que se halle bajo el sistema capitalista. La sumisión absoluta que promovió el protestantismo favoreció a esa propagación de horarios y deberes que caracterizaron, y aún hoy caracterizan, al sistema en el cual vivimos. Ambos autores muestran, por lo tanto, cómo la relación entre el trabajo y el tiempo se estaba dando, y aún hoy se da, como una imposición en la disposición temporal externa al sujeto que trabaja.

Sin embargo, ambos filósofos piensan en forma distinta la relación entre trabajo y tiempo. Himanen destaca el valor de la skholé en el trabajo hacker que permite la disposición del tiempo por parte del trabajador. Arendt señala que cada actividad tiene una forma propia de organizar el tiempo que se da por el fin que persigue. La labor que tiene por fin la satisfacción de las necesidades vitales se organiza cíclicamente. El trabajo que pretende crear un mundo de artificios sigue una organización temporal continua adecuada para la racionalidad instrumental que le es propia. La acción que permite la libertad política requiere de un tiempo libre de preocupaciones y cuidados, la skholé, y de un tiempo que recupere mediante la narración las acciones pasadas, un tiempo de la memoria.

Como podemos ver los dos autores estudiados rescatan la antigua noción griega de skholé, aunque no la emplean de la misma forma dentro de sus especulaciones teóricas. Aquí parece surgir la principal diferencia entre las propuestas de ambos pensadores. Mientras que la skholé corresponde al trabajo hacker en la teoría de Himanen, forma parte de la acción en el planteo arendtiano. Para que la propia disposición del tiempo sea posible es necesario estar libres de preocupaciones y cuidados referidos a las necesidades básicas para la supervivencia. Para satisfacer esas necesidades y para dar lugar a la libertad creadora de los hombres, Himanen propone el trabajo hacker. Para Arendt, por otro lado, las necesidades son satisfechas mediante la labor, la creación sólo es posible en el trabajo y la libertad propia de la skholé solamente se da en la acción política. Por lo tanto, en ambos casos es imprescindible la satisfacción de las necesidades de nuestros cuerpos. Pero mientras que para Arendt es la labor la encargada de satisfacer esas necesidades, para Himanen esa es una de las funciones del trabajo hacker.

Conclusiones

Como hemos podido ver hasta aquí, la relación entre el trabajo y su aspecto temporal resulta fundamental para nuestras vidas. En los desarrollos teóricos de los dos filósofos estudiados, se rescata principalmente la importancia que ambos dan a la propia disposición del tiempo, al poder estar libre de preocupaciones y cuidados. Arendt e Himanen rescatan la antigua noción griega de skholé para hacer hincapié en las actividades que ellos consideran fundamentales para una vida humana digna. Para Arendt esa actividad es la acción política, para Himanen el trabajo hacker. Pero para subsanar las distancias entre ambas actividades, podría entenderse el ámbito en el que se da la acción política como una creación del trabajo hacker. Claro que esto se entiende en Himanen como una tarea que se realiza en conjunto y que conforma el mundo.

A su vez, tanto para Arendt como para Himanen y Castells, el trabajo es definido en relación al tiempo. Así, la característica del trabajo que más destacaba Arendt era la durabilidad de su producto que permitía la trascendencia de los hombres. Por supuesto, no se trataba de una durabilidad absoluta, dado que los hombres son mortales y cambiantes, y el mundo creado por ellos depende por completo de la elección de seguir habitándolo. Sin embargo, desde el punto de vista de la vida individual, los objetos resultantes del trabajo tienen una durabilidad que trasciende a la existencia humana sobre la tierra. La permanencia de los objetos producidos por el trabajo en un determinado periodo de tiempo siempre es mayor a la de su fabricante.

Por otro lado, Himanen definía al trabajo hacker a partir de la expresión apasionada de la propia creatividad y de la propia disposición de tiempo, remitiéndose a la skholé. A su vez, anteriormente decíamos que Castells e Himanen definen al trabajo propio del informacionalismo relacionándolo con un tiempo laboral remunerado. Es decir, que el trabajo de la era de la información constituye la misma vara con la que se mide el tiempo. De la misma manera, Arendt explicitaba que la organización del tiempo en las actividades humanas tiene características propias, inherentes a cada actividad. Así, la organización del tiempo era la que determinaba la forma de entender las actividades arendtianas y las distintas nociones analizadas por Himanen.

Además de coincidir en la importancia adjudicada al aspecto temporal en sus definiciones de trabajo, Arendt e Himanen confluyen en un aspecto fundamental dentro de sus desarrollos teóricos. Ambos critican las formas laborales modernas y contemporáneas que desbordan su propio ámbito e imponen su racionalidad instrumental a todos los aspectos de nuestras vidas. Estos pensadores a su vez concuerdan en la necesidad de mostrar las actividades que componen una vida humana digna. Para que ésta sea posible, las necesidades referentes a la supervivencia y mantención de nuestros cuerpos tienen que encontrarse satisfechas, aunque ambos autores difieren en las actividades a las que les adjudican dicha satisfacción.

Mientras que para Arendt esa tarea correspondería a la labor, para Himanen sería otra de las ocupaciones del trabajo hacker. Como decíamos antes, para la filósofa alemana, a la labor corresponde la satisfacción de las necesidades básicas para la supervivencia, mientras que el trabajo es el encargado de crear el mundo. En cambio para Himanen, el trabajo hacker se presenta como la alternativa que no sólo permite satisfacer las necesidades básicas para la supervivencia, sino que crea libremente un mundo donde se puede crecer y mejorar junto a otros.

De esta forma, llegamos a la conclusión de que el trabajo hacker presentaría aspectos de las tres actividades que anteriormente diferenciaba Arendt. Tendría aspectos de la labor, en cuanto por medio de él se pueden satisfacer las necesidades básicas para la supervivencia. A su vez, sería ese trabajo movido por metas orientadas a desarrollar aportes significativos para el mundo. Pero también, y aquí vemos lo más relevante, podría constituir una forma particular de llevar a cabo una acción política. El trabajo hacker rompe con el individualismo característico del informacionalismo, generando pequeñas comunidades de personas guiadas por una misma pasión. Además, descentraliza por definición el trabajo que es precisamente el centro del sistema capitalista y de la sociedad de masas. En otras palabras, constituye un espacio para la libertad no sólo en la propia disposición del tiempo, sino en la expresión de la creatividad en vistas al bien común.

Notas

* Licenciada en filosofía, becaria, Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca, Argentina). El presente artículo se basa en la investigación desarrollada por la autora en el marco de la tesina titulada "Trabajo y tiempo: las propuestas de Hannah Arendt y Pekka Himanen", cuya defensa en la Universidad Nacional del Sur, el 27 de Marzo de 2014, le permitió la obtención del título de grado en filosofía. Correo electrónico: flordeflor223@hotmail.com.

2. Arendt afirma que el hecho de que la acción sólo es posible entre hombres figura ya en el pensamiento, y por ende la lengua, de la antigua civilización romana. La filósofa alemana sostiene que "el idioma de los romanos, quizás el pueblo más político que hemos conocido, empleaba las expresiones "vivir" y "estar entre hombres" (inter homines esse) y "morir" y "cesar de estar entre hombres" (inter homines esse desinere) como sinónimos" (Arendt, 2012: 22) A su vez, otro caso en el que la acción política adquiere su máxima expresión para nuestra autora es el de la polis griega, que precisamente basaba su forma de organización política en el discurso y la acción. "Sin embargo, si bien es cierto que solo la fundación de la ciudad-estado capacitó a los hombres para dedicar toda su vida a la esfera política, a la acción y al discurso, la convicción de que estas dos facultades iban juntas y eran las más elevadas de todas parece haber precedido a la polis y estuvo siempre presente en el pensamiento presocrático" (Arendt, 2012: 39). Ejemplo de ello es la caracterización del más grande héroe homérico: Aquiles, quien era descrito como agente de grandes acciones y orador de grandes palabras.

3. El término "pasión" es tomado por Himanen del trabajo de Raymond, "A brief history of hackerdom" (1992), por encima de la noción de "entretenimiento" de Torvalds, ya que expresa de forma más intuitiva los pilares de la actividad hacker. "Pasión" no es utilizada, en cambio, con el antiguo sentido griego de pathos.

4. Heller sostiene que Marx distingue entre labor y trabajo aunque no tome explícitamente dos conceptos para realizar la distinción (Heller, 1984).

5. La noción de violencia se toma aquí en un sentido amplio que es equivalente a la instrumentalización del objeto sobre el que se ejerce sea o no humano.

6. Actualmente estamos estudiando aspectos de la labor productiva que nos aportarían una visión mucho más positiva que la sostenida por Arendt en su momento. El continuo cambio en el que está inmersa la labor productiva le otorgarían un tipo de estabilidad que, aunque diferente a la concebida por Arendt, también posibilitarían la creación del mundo común apto para la política. A su vez, los productos de la labor productiva crean un mundo que conserva la capacidad de relación y distinción que posibilita la acción.

7. Habría que aclarar que la propia Arendt inició la escritura de La vida del espíritu como un intento por corregir el punto de vista de La condición humana, que para ella estaba muy ligado todavía a la vida contemplativa. Sin embargo, esto fue dicho de la obra en particular, pero no se aplica a la distinción entre lo histórico y lo ontológico a la que se refiere Rabotnikof.

8. Actualmente estamos trabajando en las potencialidades del trabajo hacker para la acción política, en cuanto plantea otra organización del tiempo y promueve el libre acceso y circulación de la información, y convive con el sistema capitalista preponderante sin someterse a él por completo.

9. Himanen hace mención directa al enfoque ético que mantenía Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo, así como en "La política como vocación", apartado de El político y el científico. La ética protestante responde a "la ética de la convicción" propuesta por Weber en ese apartado para la cual las acciones son movidas por la obligación moral, es decir: por el deber en una absoluta sumisión a sus principios.

10. Véase también Himanen, 2002: 24. Allí se rescata el concepto de "pasión" de Raymond por encima del de "entretenimiento" de Torvalds por expresar de forma más intuitiva los pilares de la actividad hacker.

11. El actual uso de los foros en la red responde al significado de su etimología, que proviene del latín forum, referente a la plaza pública, donde precisamente se discutían las cuestiones de esa índole.

12. Para más información véase: http://www.forovegano.net. Consultado el 11 de agosto de 2015.

13. Para más información véase: http://rie.ecovillage.org/es. Consultado el 11 de agosto de 2015.

14. Para Himanen, el precedente histórico de la comunidad de hackers es la Academia de Platón que se basaba en la idea de synusia, la acción concertada en la cual el conocimiento era compartido libremente (Himanen, 2002: 42).

15. La optimización del tiempo de la que hablan Castells e Himanen vendría a ser para Arendt el tiempo instrumental, mientras que la flexibilización de la que habla Himanen respecto de la disposición del propio tiempo del trabajo hacker estaría haciendo referencia a la skholé de la Antigua Grecia.

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