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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

versión On-line ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.12 no.34 Ciudad Autónoma de Buenos Aires feb. 2017

 

RESEÑAS

Science In The Vanished Arcadia.  Knowledge Of Nature In The Jesuit Missions Of Paraguay And Río De La Plata

Miguel de Asúa

Editorial Brill, Holanda. 2014. 388 páginas

Por Alejandro Manrique *

* Ingeniero por la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. Divulgador científico y cultural. Especialista en gestión de la tecnología y la innovación (Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina). Correo electrónico: ing.manrique@gmail.com. Este artículo es una versión extendida de la reseña publicada el 6 de marzo de 2016 en el suplemento "Cultura" del diario La Capital.


La ciencia jesuita no ha sido considerada seriamente por los historiadores, al punto que se la criticó con cierta intensidad por años. En las misiones jesuíticas en Paraguay y el Río de la Plata durante los siglos XVII y XVIII, muchos estudiosos y protagonistas llevaron a cabo descubrimientos y experiencias que tienen base y sustento en los procedimientos de la ciencia formal, aunque podrían entrelazarse con tradiciones aborígenes. El del doctor Miguel de Asúa es un relato completo y metódico que examina la amplia variedad de actividades científicas en las misiones jesuíticas para refutar la crítica que la región carecía de una cultura científica propia.

En junio de 2014, la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina incorporó como académico de número a de Asúa, prestigioso filósofo e historiador de la ciencia, en un reconocimiento más a su dilatada labor como consagrado autor e investigador. La conferencia de incorporación que brindó de Asúa en esa ocasión llevó como título "Ciencia en la Arcadia desvanecida. Conocimiento de la naturaleza en las misiones jesuíticas del Paraguay histórico y el Río de la Plata", disertación que abordó las actividades científicas y culturales en las misiones o "reducciones" jesuíticas en la América Española durante los siglos XVII y XVIII, en el marco de la Compañía de Jesús fundada por San Ignacio de Loyola.

Constituida en 1540, la también denominada "Sociedad de Jesús" se consideró por siglos un impedimento para la ciencia moderna. El sistema de educación jesuita se creía conservador y opuesto al pensamiento creativo. Destacados científicos y filósofos, entre ellos Descartes y Galileo, levantaron su voz contra la Compañía de Jesús y sus miembros por deformar los procesos de la nueva ciencia. Esto ha llevado a que los historiadores no consideren en forma seria a la ciencia jesuita, aunque esa aceptación actualmente ha mermado considerablemente. Aplicado a la región que luego se convertiría en Argentina, el territorio del Río de la Plata y un sector del Paraguay histórico, el concepto de que no existió ciencia formal y tradicional está profundamente arraigado.

Como parte de un proyecto de investigación que llevó años de visitas a academias, bibliotecas y centros especializados en la historia de los jesuitas, asistencia a conferencias y períodos de residencia en diversas universidades de los Estados Unidos y Europa, de Asúa se abocó a un estudio sistemático que constituye el primer relato abarcador y moderno de la ciencia jesuítica en territorio sudamericano. El resultado se plasma en el libro Science in the Vanished Arcadia. Knowledge of Nature in the Jesuit Missions of Paraguay and Río de la Plata, publicado por Brill, editorial con sede central en Holanda que se especializa fundamentalmente en estudios históricos, ciencias sociales y temas de derecho internacional y humanidades.

Extremadamente bien documentado con citas y referencias bibliográficas e históricas, prácticamente en cada página del volumen el trabajo desarrollado por de Asúa es consistente y exhaustivo. En su obra, el autor se encarga de explorar la amplísima -para la época- diversidad y riqueza de la actividad científica en las misiones jesuíticas, de modo de rebatir la falsa idea de que esta región carecía de una cultura científica propia. Con énfasis en cada uno de los estudiosos jesuitas en las disciplinas abordadas, de Asúa nos propone un recorrido por la historia natural, la botánica médica, la cartografía, la astronomía y la física experimental que los jesuitas desarrollaron principalmente en Paraquaria, nombre latino de la provincia jesuita en Paraguay, territorio de los guaraníes y parte del noreste argentino. Mediante una revisión de manuscritos inéditos y una extensiva bibliografía de fuentes primarias, el autor argumenta con solidez la existencia de una tradición en la investigación de la naturaleza que está arraigada en la ciencia jesuítica, al mismo tiempo que es original en su articulación con el aprendizaje típico y la conducta aborigen sobre lo natural.

La ciencia jesuita

La influencia del protestantismo en la ciencia moderna ha sido estudiada en amplio detalle; si para ciertos autores existe un triunfalismo protestante -tanto cualitativo como cuantitativo- frente al catolicismo, para otros es tal vez arduo tratar de comprender la ciencia de los siglos XVII y XVIII sin tener en cuenta la participación de los científicos jesuitas o, ya en el siglo XVIII, de los clérigos que lograron importantes aportes y contribuciones en sus respectivos campos de estudio. Así, de Asúa se encarga de hacer una salvedad historiográfica al referirse a la expresión "ciencia jesuita" y una revisión de la narrativa canónica que destaca el rol primordial de la Reforma Protestante en el crepúsculo de la Nueva Ciencia, entre cuyos adeptos tenemos principalmente a la historiadora de la ciencia Dorothy Stimson (1890-1988) y al sociólogo de la ciencia Robert K. Merton (1910-2003) con su famosa tesis del protagonismo del puritanismo en la Revolución Científica que daría inicio a la ciencia formal y moderna.

Los incesantes esfuerzos por reinterpretar casos emblemáticos, como puede resultar con el de Galileo, han llevado a un equilibrio, enfatiza de Asúa: "El esfuerzo de estas tres últimas décadas resultó en un enorme y rico corolario, que realmente nos ha brindado un panorama más rico y menos anacrónico de las complejidades de los comienzos de la ciencia en la Edad Moderna y la importancia de la participación de la Sociedad de Jesús en las transformaciones metodológicas e institucionales de la filosofía natural y la nueva imagen del mundo que emergía".

Asimismo, la definición "ciencia jesuita" tiene otras connotaciones, más allá de su utilidad, dadas las variadas representaciones que transmite y que pueden resultar confusas debido a la gran diversidad de métodos y temas de las actividades científicas que desarrollaron en todo el mundo. La astronomía, la botánica médica, la cartografía y la física experimental eran los temas de investigación más difundidos en todas las localidades geográficas en las que tenían presencia. Pero también existieron características particulares. En ese sentido, de Asúa supone evidente que el tipo de ciencia llevada a cabo por los jesuitas en el Paraguay histórico y el Río de la Plata estaba por un lado relacionado al patrón universal de la Sociedad de Jesús, mientras que, por otro, puede considerarse como una respuesta a las elementales necesidades locales.

El enfoque científico que los jesuitas mostraron en el Nuevo Mundo era de orientación eminentemente práctica y estuvo justificado desde el momento que los misioneros tuvieron que catalogar, explorar y describir los animales y las plantas del territorio desconocido, que necesitaban para su propia supervivencia, además de transmitir el mensaje religioso. Sobre este punto, de Asúa sostiene que el gran amor de los jesuitas por la maravilla de la naturaleza, la hospitalidad y un criterio formal de la evidencia lleva a catalogarlos como pertenecientes al Barroco. Y lo mismo puede decirse de los trabajos en medicina que desarrollaron. Así, el autor destaca en la introducción de su libro: "Aunque la mayoría de los escritos que examinaremos datan del siglo XVIII, solamente las últimas producciones de los Jesuitas en el exilio italiano pueden considerarse como manifestaciones menores de la ciencia del Iluminismo llevadas a cabo en los países de Europa Católica. En su mayor parte, la ciencia jesuítica en Paraguay el Río de la Plata puede caracterizarse mejor como una expresión de la cultura jesuítica del Barroco que tuvo su esplendor en Roma, Francia, los dominios Ibéricos y las tierras del Imperio Habsburgo durante el siglo XVII y principios del siglo XVIII".

Desde una perspectiva histórica, revela de Asúa, la ciencia jesuita en Paraquaria se interpreta como una parte de la ciencia en la América española y las variadas vicisitudes asociadas. La comunicación, la educación, el financiamiento y las tradiciones de investigación eran intrínsecas a la Sociedad de Jesús, cuya forma de relacionarse con el poder colonial estaba muchas veces plagada de conflictos irresolubles. La ciencia jesuita en Paraquaria no era una manifestación aislada, sino que se trataba de un crecimiento que acompasaba la expansión imperial española en el Nuevo Mundo con sus vaivenes políticos asociados.

Mientras que las reducciones guaraníes estaban alejadas del centro del poder, simultáneamente se convirtieron en el lugar de educación superior por excelencia y su propia idiosincrasia las hacía inestables. Las misiones debieron mudarse de un distrito a otro constantemente para evitar conflictos armados y buscar mejores territorios de asentamiento. Los jesuitas dedicados a la ciencia no eran muchos y la mayoría, según describe el autor, habían nacido en Sudamérica o provenían de Alemania, Bélgica, Inglaterra o Italia, lo que ofrecía un contexto "internacional" a la ciencia jesuita. Más de la mitad de la totalidad de los integrantes de la provincia de Paraquaria eran españoles, una cuarta parte sudamericanos y el resto europeos (alemanes, austriacos, franceses, italianos).

Un mundo bucólico y apacible

Arcadia era una región montañosa del Peloponeso de la antigua Grecia y el término se utiliza usualmente para referirse a un lugar imaginario que ofrece paz y simplicidad, descrito por muchos artistas y poetas, especialmente del Renacimiento y del Romanticismo, un ambiente idílico con una población de pastores que vive en comunión con la naturaleza.

El imponente marco de la selva de Paraquaria, con sus animales y criaturas, convertía en un paraíso a esta región. Lugar que fue evocado por muchos autores, como Robert Bontine Cunninghame Graham (1852-1936), aventurero y periodista inglés que residió en Argentina, cuya obra A Vanished Arcadia: Being Some Account of the Jesuits in Paraguay, 1607 to 1767, un relato de viaje de 1871 sobre las misiones jesuíticas en Paraná y Uruguay en el que examina el trabajo de los misioneros con los indígenas y el beneficio mutuo logrado, inspira parte del título del libro de de Asúa. El legado jesuítico hoy está presente en su arquitectura, en el arte, en las imágenes, en la música barroca misional y en la devoción experimentada por sus pueblos en las fiestas patronales.

La historia de los jesuitas en Sudamérica ha sido narrada en reiteradas ocasiones, remarca de Asúa en su trabajo. Para situarnos en el ambiente en el que se desarrolló, debemos recordar que Paraquaria fue percibida y evocada por los sabios y eruditos de diferentes épocas como un lugar de esplendor del Barroco en el medio de la exuberante vegetación de la selva subtropical.

Las misiones jesuíticas del Paraguay histórico, el Río de la Plata y el Alto Perú (actualmente Bolivia) fueron el núcleo fundamental de las instituciones educativas y religiosas de los jesuitas en la provincia de Paraquaria. El área geográfica y administrativa de la Sociedad de Jesús, creada a comienzos del siglo XVII, comprendía los territorios de Argentina, Paraguay, Uruguay, el este de Bolivia y el sudoeste de Brasil. Los primeros misionarios llegaron en la década de 1580, con infructuosos esfuerzos por instaurarse en la región, dadas las tensiones políticas que surgían por parte de los colonizadores. El pico de población se presentó en 1732, con unos 140.000 guaraníes que habitaban en las misiones. Pero el número de jesuitas era comparativamente bajo: en 1692 no superaba los 250 en toda la provincia.

La expulsión y el exilio

El autor, como muchos otros lo hicieron con anterioridad, se interroga sobre qué hubiera sucedido en la región si los jesuitas no hubieran sido apartados, dada su singular contribución cultural, humanista e integradora. Lo cierto es que en 1767 los misioneros fueron expulsados de España y sus dominios -por decreto del rey Carlos III- y enviados a Italia, privados así de su territorio de adopción por el que tenían una devoción especial. Con la supresión de la Sociedad de Jesús en 1773, a manos del Papa Clemente XIV, se los despojaría también de su orden religiosa.

El proceso de desintegración y eliminación de la Sociedad de Jesús en los territorios del Paraguay y el Río de la Plata llevó menos de dos años en completarse. La mayoría de los jesuitas de esta región se exiliaron en Italia, principalmente en ciudades del norte como Faenza, para seguir con ciertas investigaciones aunque no exentas de problemas y restricciones. En el último apartado del texto, dedicado a la ciencia en el exilio italiano, de Asúa aborda con gran detalle tres episodios de jesuitas expulsados del Paraguay y el Río de la Plata que fomentaron la ciencia en Italia. A saber: el cultivo de plantas de las Indias por Gaspar Juárez (1731-1804), la publicación de Ramón Termeyer (1737-1814) de sus experimentos con una anguila eléctrica en el Chaco y las investigaciones astronómicas por parte de Alonso Frías (1745-1824) en el Observatorio Brera de Milán.

El conocimiento de la naturaleza en las misiones del Paraguay y el Río de la Plata se plasmaba en los escritos de los misioneros jesuitas, quienes lograron una tradición textual del mundo natural de Paraquaria. Y, concluye de Asúa, siempre bajo un fundamento empírico en sus relatos. No obstante, esta fidelidad por la referencia empírica en una historia de casi dos siglos se convierte en retórica y cualquier análisis focalizado podría llevar al reduccionismo. Afirma el autor: "Una comprensión histórica apropiada parece demandar una investigación temporalmente extendida y una elucidación de los cambios en las concepciones y prácticas de los misioneros Jesuitas abocados a la representación de la naturaleza".

La retórica de la evidencia está presente en las obras de memorias autobiográficas de muchos autores jesuitas. Esta exaltación de la experiencia como criterio de garantía epistemológica, asevera de Asúa, está basada en la experiencia personal como fuente de todo conocimiento y la noción de "ver por uno mismo" aplicada a los primeros escritos jesuitas que narraban hechos fantásticos o prodigiosos. Mientras que los primeros trabajos con narraciones experimentales constituían una prueba de la evidencia de esos hechos, en las narrativas del exilio italiano los autores reclamaban el crédito de ser partícipes de los experimentos como parte de una estrategia orientada a legitimar sus investigaciones ante la crítica de los filósofos europeos de la época. La experiencia y la observación directa validaban la autoridad epistemológica del autor jesuita y desenmascaraban las incesantes quejas de los intelectuales y pensadores que sostenían con firmeza -como el naturalista francés Georges Louis Leclerc (1707-1788), conde de Buffon- la inferioridad de las criaturas del Nuevo Mundo como una teoría sin fundamento claro.

Más allá de su estrategia misionera, la actividad de los jesuitas en América trascendió por sus implicancias no sólo culturales sino de imbricación entre pueblos y el conocimiento empírico que los descubrimientos podrían representar. Si la incorporación de la ciencia occidental fue relevante, no menos cierto fue que tuvo lugar una articulación, una asociación de lo americano a lo europeo. Sobre el final, el autor expresa: "No es extraño que la ciencia Jesuita en Paraquaria fuera marcada por la absorción de algunos elementos de creencias aborígenes sobre la naturaleza dentro de una corriente universal de la filosofía natural de principios de la Edad Moderna".

Este intercambio entre jesuitas y aborígenes fue fructífero en ambas direcciones, enfatiza de Asúa, una parte integral de la tradición jesuita de la amplia experiencia histórica de investigación de la naturaleza llevada a Sudamérica con una grandiosidad que luego decayó, se convirtió en leyenda y finalmente pasó al olvido.

 

 

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