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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

versión On-line ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.13 no.38 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2018

 

DOSSIER-ARTÍCULOS

Del pluralismo en filosofía de la ciencia a la sociedad multicultural de conocimientos *

Do pluralismo em filosofia da ciência à sociedade multicultural de conhecimentos

From Pluralism in the Philosophy of Science to the Multicultural Knowledge Society

Ambrosio Velasco Gómez **

* Este trabajo fue desarrollado en el marco del Proyecto PAPIIT IN402216: "Nación democracia y diversidad cultural".

** Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde 1976 y actualmente investigador del Instituto de investigaciones Filosóficas y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, de la cual fue director entre 2001 y 2009. Sus áreas son filosofía de las ciencias sociales, historia y filosofía del pensamiento político, multiculturalismo y filosofía iberoamericana. Ha sido presidente de la Asociación Filosófica de México y profesor invitado en varias universidades iberoamericanas. Entre sus libros cabe mencionar La persistencia del humanismo republicano en la formación de la nación y el estado en México (2009) y Aspectos epistemológicos, hermenéuticos y políticos de la diversidad cultural (2014).


Este trabajo analiza la filosofía de León Olivé a través de las diferentes etapas que desarrolló durante cuarenta años. Cada momento filosófico privilegia ciertas problemáticas y perspectivas de estudio. La transición de un momento a otro responde a discusiones con colegas iberoamericanos y a su constante autocrítica. Al menos se pueden distinguir cinco momentos en el devenir de la filosofía de León Olivé que se manifiestan, sobre todo, en sus libros personales: filosofía de las ciencias sociales, realismo y constructivismo social, racionalismo pluralista, ética de la ciencia y la tecnología, sociedad de conocimientos y diversidad cultural. En cada momento Olivé hizo contribuciones relevantes, pero la mayor valía de su obra se aprecia en la reconstrucción articulada de esos momentos de su pensamiento en continuo movimiento progresivo. A través de esta reconstrucción se puede apreciar que el rasgo esencial de su filosofía es el pluralismo crítico, que transita desde problemas epistemológicos y ontológicos de las ciencias a cuestiones sociales éticas y políticas de la diversidad de saberes en sociedades multiculturales. Este giro responde a su preocupación por las crecientes injusticias que se derivan de las ciencias, las tecnologías y las tecnociencias en las sociedades contemporáneas.

Palabras clave: Filosofía social de la ciencia; Pluralismo; racionalismo; Realismo; Relativismo; Multiculturalismo; Sociedades de conocimientos

Este trabalho analisa a filosofia de León Olivé através das diversas fases que ele desenvolveu ao longo de quarenta anos. Cada momento filosófico privilegia certos problemas e perspectivas de estudo. A transição de um momento para outro responde às discussões com colegas ibero- americanos e à sua constante autocrítica. Podemos distinguir pelo menos cinco momentos na evolução da filosofia de León Olivé que se manifestam, sobretudo, nos seus livros pessoais: filosofía de las ciencias sociales, realismo y constructivismo social, racionalismo pluralista, ética de la ciencia y la tecnología, sociedad de conocimientos y diversidad cultural. Olivé sempre fez contribuições relevantes, mas o maior valor de sua obra pode ser apreciado na reconstrução articulada desses momentos de seu pensamento em contínuo movimento progressivo. Através desta reconstrução é possível ver que a característica essencial de sua filosofia é o pluralismo crítico, que transita dos problemas epistemológicos e ontológicos das ciências para questões sociais éticas e políticas da diversidade de saberes em sociedades multiculturais. Esta virada responde à sua preocupação pelas crescentes injustiças decorrentes das ciências, das tecnologias e das tecnociências nas sociedades contemporâneas.

Palavras-chave: Filosofia social da ciência; Pluralismo; Racionalismo; Realismo; Relativismo; Multiculturalismo; Sociedades dos conhecimentos

This work analyses León Olivé’s philosophy throughout the different stages that developed during forty years. Each philosophical moment favors certain problems and perspectives of study. The transition from moment to moment is a response to his discussions with Ibero-American colleagues and his constant self-criticism. At least five moments can be identified in León Olivé’s philosophical journey. These are expressed, above all, in his personal books: philosophy of the social sciences, realism and social constructivism, pluralistic rationalism, ethics of science and technology, knowledge society and cultural diversity. Olivé made relevant contributions during each of these moments, but the greatest worth of his work is appreciated in the articulated reconstruction of those moments of his thought in a continuous progressive movement. Based on this reconstruction, it can be seen that his philosophy’s essential trait is critical pluralism, which moves from epistemological and ontological problems to the sciences and questions of social ethics and policies on the diversity of knowledge in multicultural societies. This turn is an answer to his concern regarding the increasing injustices that result from the sciences, technologies and technosciences in contemporary societies.

Keywords: Social philosophy of science; Pluralism; Rationalism; Realism; Relativism; Multiculturalism; Societies of knowledges


Introducción

La filosofía iberoamericana ha sido por siglos sistemáticamente relegada a un segundo plano frente las filosofías del norte de Europa y de Norteamérica. Pero en los últimos cincuenta años ha habido un esfuerzo por revertir esta tendencia global. Entre los filósofos que más han contribuido al fortalecimiento y mayor presencia mundial de la filosofía iberoamericana en las últimas décadas destaca León Olivé. Su vida se distinguió por un fructífero ímpetu por promover y fortalecer la comunidad filosófica iberoamericana a través de la dirección de instituciones académicas, la docencia, la investigación y la difusión de la filosofía. Además de promover la cooperación con universidades y colegas de Latinoamérica y de España desde sus gestiones directivas, fue fundador y miembro del Consejo directivo de la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía que, en el transcurso de tres décadas, publicó 34 volúmenes colectivos. Su fructífera gestión institucional fue siempre acompañada por una intensa actividad académica en la investigación, la enseñanza y la dirección de tesis.

Como profesor, Olivé promovió siempre un amplio y plural debate filosófico que incluyó la filosofía analítica de la ciencia, el realismo en diferentes versiones, la hermenéutica, la historia, filosofía y sociología de las ciencias naturales y sociales. Posteriormente, su pluralismo filosófico se tornó en una posición multiculturalista que le permitió liberarse de las seducciones universalistas a favor de un relativismo moderado, éticamente fundamentado y comprometido con la emancipación de los pueblos excluidos y explotados, principalmente los indígenas. Su labor docente se prolongó por más de tres décadas y media en los que formó decenas de profesores e investigadores a través de cursos, seminarios, proyectos de investigación y sobre todo de dirección de tesis de posgrado. Muchos de los más de cincuenta alumnos a quienes dirigió sus tesis son académicos de carrera en diversas universidades de varios países.

Su obra filosófica es realmente original y extensa, pues abarca diez libros de autoría personal, algunos traducidos a otros idiomas, más de una docena de libros coordinados y más de un centenar de artículos en revistas y libros de reconocido prestigio internacional. En este trabajo me centraré en el desarrollo de su pensamiento filosófico, principalmente a través de sus libros, pues ellos sintetizan en buena medida sus principales contribuciones en las diversas áreas de la filosofía que cultivó y también expresan las distintas etapas o momentos filosóficos por lo que transcurrió durante casi cuatro décadas. Al menos se pueden distinguir cinco de esos momentos filosóficos: filosofía de las ciencias sociales; realismo y constructivismo social; racionalismo pluralista; ética de la ciencia y la tecnología; sociedad del conocimiento y diversidad cultural.

Filosofía de las ciencias sociales

Olivé estudió la carrera de matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y después realizó su doctorado en filosofía de las ciencias sociales en la Universidad de Oxford, bajo la dirección de Roy Bhaskar. Derivado de su tesis doctoral, publicó su primer libro, Estado, Legitimación y Crisis (Olivé, 1985), en el que realiza un análisis de los presupuestos epistemológicos y ontológicos de las teorías políticas de Miliband, Poulantzas y Habermas sobre la crisis de legitimidad de los estados contemporáneos. Se trata de una investigación rigurosa de filosofía de las ciencias sociales desde la óptica del realismo trascendental de Roy Bhaskar y del realismo interno de Putnam, donde muestra diferentes interrelaciones entre los presupuestos ontológicos, los principios epistemológicos y las teorías políticas sustantivas que analiza. Aunque los autores no explicitan estas relaciones de interdependencia, Olivé muestra cómo sus respectivos discursos teóricos las presuponen en la medida que pretenden validez científica y, por ello, necesariamente asumen ciertas concepciones epistemológicas acerca del conocimiento científico. Asimismo, en cuanto ciencias, estas teorías políticas pretenden también tener contenido de verdad y objetividad y, por lo tanto, asumen ciertas nociones ontológicas básicas acerca de la realidad que se proponen conocer. Pero la tesis más interesante y original de este libro consiste precisamente en sostener que los diferentes presupuestos epistemológicos y ontológicos, así como su articulación con las teorías sustantivas de Estado y la legitimidad están condicionados por interés de clase e ideologías que responden a esos intereses. Así, la misma realidad social y política que pretenden explicar las teorías políticas en cuestión influye causalmente a través de concepciones ideológicas e intereses derivados de conflictos entre clases sociales y grupos políticos:

"En las sociedades capitalistas avanzadas la producción del conocimiento del Estado, es decir, la producción de teorías científicas del Estado está condicionada (aunque no exclusivamente) por intereses políticos e ideológicos inducidos por la misma estructura social que las teorías en cuestión, a causa de su objeto de conocimiento, tratan de entender. Cada intento específico de construcción de una teoría del estado capitalista representa intereses políticos específicos" (Olivé, 1985: 252).

El reconocimiento de que las teorías científicas del Estado están preñadas de ideología e intereses derivados de las realidades sociales y políticas que se estudian plantea problemas filosóficos de fondo en torno a la validez misma del conocimiento y en última instancia en torno a las concepciones mismas de objetividad, racionalidad, verdad y ciencia. Una alternativa de responder a estos problemas es reconocer que las teorías políticas son acciones o prácticas políticas que buscan incidir en la realidad que estudian, ya sea para justificarla y mantener esa realidad de manera conservadora, o bien para cuestionar y transformarla. Ésta es la alternativa desarrollada por filósofos e historiadores anglosajones como Sheldon Wolin, Hanna Pitkin, Quentin Skinner y Alasdair MacIntyre, entre otros (Velasco Gómez, 2000), y en el ámbito iberoamericano José Gaos y Adolfo Sánchez Vázquez sostienen también que las filosofías hispanoamericanas en particular han de ser consideradas como acciones que responden a circunstancias concretas con propósitos definidos. En estos enfoques los problemas epistémicos de la verdad y la objetividad se vuelveneminentemente pragmáticos. Otra alternativa para resolver el problema epistémico del condicionamiento social del conocimiento es revisar los conceptos mismos de racionalidad, objetividad, verdad y conocimiento científico, de tal manera que estos conceptos epistémicos sean compatibles con una explicación social del conocimiento, incluso de carácter causal. Ésta es la alternativa que desarrolló Olivé en una nueva etapa de su producción filosófica.

Epistemología social y realismo trascendental

En 1988 Olivé publicó su segundo libro: Conocimiento, sociedad y realidad. Problemas del análisis del conocimiento y realismo científico, que fue traducido al inglés en 1993 con el título Knowledge, Society and Reality. El propósito fundamental de este libro es desarrollar una perspectiva en epistemología y filosofía de la ciencia que, a contracorriente de los orientaciones sociológicas y filosóficas predominantes de los estudios sobre las ciencias que se ven recíprocamente como incompatibles e incluso inconmensurables, logre integrar una explicación social del conocimiento con una epistemología que pueda dar cuenta de la racionalidad de las ciencias y en general del conocimiento objetivo. Para lograr esta integración, Olivé critica la estrechez tanto de las teorías sociológicas como de las teorías filosóficas del conocimiento, y recurre a una concepción realista cercana a la de Bhaskar para superar las limitaciones de las teorías sociales y filosóficas tradicionales:

"La tesis central de este libro afirma que la aparente irreconciliación entre las teorías que favorecen la dimensión social del conocimiento y las que defienden las teorías realistas de la ciencia, está basada sobre interpretaciones estrechas tanto de la sociología del conocimiento y en general de lo que debería ser una teoría social del conocimiento, como de las tesis del realismo científico. Este libro propone una concepción más amplia de estas nociones y por medio de ello, la defensa de una posición que pueda integrar coherentemente una teoría social del conocimiento y una posición realista en epistemología y en filosofía de la ciencia" (Olivé, 1988: 10).

Entre las visones estrechas de la sociología de la ciencia, Olivé incluye tanto perspectivas "suaves" como la de Merton que se centran en la sociología del error, como en las versiones del programa fuerte de Barnes y Bloor que pretenden explicar socialmente tanto la falsedad como la verdad en el desarrollo del conocimiento científico. La estrechez de estas perspectivas sociológicas reside en su incapacidad para reinterpretar socialmente los conceptos epistemológicos mismos como verdad, objetividad, racionalidad. Lo mismo sucede con concepciones ontológicas —como el realismo metafísico— que conciben a la realidad como algo dado, independientemente de los sujetos sociales. Frente al realismo metafísico, Olivé integra el constructivismo social con el realismo trascendental de Bhaskar y el realismo interno de Putnam. En este campo Olivé sostuvo memorables debates con Luis Villoro, quien, si bien acepta una noción consensual de la objetividad, sostenía una noción correspondentista de verdad que presupone cierto realismo metafísico: "Villoro relativiza la objetividad a las comunidades epistémicas. Lo que puede ser conocimiento objetivo para una comunidad puede no serlo para otra. Pero reconoce una noción absoluta de verdad, como correspondencia" (Olivé, 1988: 159). Dado que la verdad absoluta es inalcanzable para la razón humana, Villoro deflaciona la condición de verdad como requisito del conocimiento.

Para Olivé, tanto la verdad como la objetividad se construyen a través de consensos sociales, pero, mientras que la objetividad es un consenso intersubjetivo en una comunidad y dentro de un marco conceptual específico, "la verdad es más que intersubjetiva, es interesquemática. Lo verdadero es justificable para cualquier sujeto, sea cual sea el marco conceptual del que parta, siempre y cuando se permita una discusión racional" (Olivé, 1988: 160).

Al confrontar su propia concepción epistémica con la de Villoro, Olivé señala que la diferencia central es obvia: "La verdad no es correspondencia con una realidad descontaminada de conceptualización y es un concepto epistémico" (Olivé, 1988: 161). Más que explicar un concepto de realidad alternativo al metafísico, desarrolla una concepción alternativa de verdad basada en la aceptabilidad racional en contextos ideales de comunicación que puedan trascender marcos conceptuales específicos. Al parecer, la realidad en la concepción de Olivé es más un supuesto de los consensos racionales inter-esquemáticos que una aseveración categórica. El supuesto de un referente real de las creencias objetivas legitimadas de manera inter- esquemática (entre diferentes marcos conceptuales) constituiría lo real en el realismo constructivista de Olivé. Si esto es así, tanto la verdad como la realidad serían conceptos interdependientes y graduales: entre más amplios sean los consensos inter-esquemáticos respecto a determinadas creencias, éstas serían relativamente más verdaderas, o mejor dicho más verosímiles, y la realidad referida por esas proposiciones sería "más real".

Ciertamente, estas consecuencias epistémicas y ontológicas gradualistas no fueron desarrolladas por Olivé, pero abren una línea de investigación muy interesante, especialmente hacia una concepción heurística de la verdad como descubrimiento y no tanto como correspondencia. En todo caso, lo que sí desarrolla Olivé es la tesis de que tanto la verdad como la objetividad dependen de la aceptabilidad racional. Por ello sus investigaciones se concentrarán en torno a problemas de la racionalidad.

Frente al imperialismo universalista que pretende imponer normas o criterios de racionalidad específicos de una cultura como si fueran efectivamente universales y, por otro lado, frente al relativismo radical que niega la existencia de todo principio universal de racionalidad, Olivé sostiene una posición muy original que denomina "relativismo moderadamente radical". Esta posición consiste en reconocer como universales algunos principios muy generales de racionalidad que están en la base de todo proceso de comunicación humana, como un principio débil de no contradicción. Pero no acepta la universalidad de criterios específicos que operan en la elaboración de las razones que se ofrecen para corroborar y refutar creencias que pretenden aceptabilidad en contextos o comunidades específicas:

"La universalidad de los principios significa que existen como presupuestos de toda cultura, pero esto no significa que necesariamente una cultura funcione con sólo esos principios en operación efectiva. Puede haber otros criterios efectivos que traten de acotar más fuertemente lo que en ese contexto sería racional. Así pues, la diferencia importante que trato de apuntar aquí es precisamente entre criterios, entendidos como procedimientos de decisión que de hecho operan, y principios que posibilitan la comunicación. Los primeros no formarían parte de las condiciones necesarias para que haya comunicación" (Olivé, 1988: 188).

En los años siguientes pondrá especial atención a la cuestión de la racionalidad y paulatinamente irá abandonando la búsqueda de presupuestos universales para sostener la idea de verdad y desarrollará con buenas razones epistémicas, éticas y políticas su relativismo moderadamente radical. Cabría entonces preguntarse si, a final de cuentas y por otras razones, Villoro habría convencido a Olivé de abandonar la condición de verdad y restringirse a la objetividad y aceptabilidad racional del conocimiento en comunidades epistémicas específicas.

En suma, considero que esta segunda etapa filosófica de Olivé y en especial su libro Conocimiento, sociedad y realidad representan un momento clave en el desarrollo de su pensamiento filosófico, pues por una parte constituye la expresión más elaborada y completa de sus aportaciones en filosofía de la ciencia y epistemología basada en la articulación entre teorías analíticas del conocimiento, teorías sociológicas del conocimiento y realismo interno; pero por otra parte, como hemos visto, la conclusión del libro le lleva a abrir una nueva perspectiva filosófica en torno al relativismo cultural e incluso epistemológico y ético, que desarrollará en momentos filosóficos posteriores. 

Ética, racionalidad y multiculturalismo

Entre los nuevos problemas emergentes del enfoque social de filosofía de la ciencia que propone Olivé, destacan cuestiones de carácter ético y político que constituirán el centro de sus investigaciones de una tercera etapa filosófica, que desarrolla a partir de finales de los años 90. A esta etapa corresponden sus libros Razón y sociedad (1996), Multiculturalismo y pluralismo, México (1999) y El Bien, el mal y la razón. Facetas de la ciencia y la tecnología (2000).

En el primero de estos libros, Olivé analiza la cuestión de la racionalidad en tres ámbitos: el conocimiento, la moral y la política en contextos de diversidad cultural. En este análisis discute con filósofos latinoamericanos como Garzón Valdez, Villoro y Salmerón posiciones universalistas y relativistas. Olivé sostiene que "no es aceptable la idea de que existan principios epistémicos o éticos universales" (1996: 150). Por el contrario, radicaliza su relativismo y sostiene que todo criterio y principio sustantivo de racionalidad es dependiente de contextos culturales específicos que constituyen las identidades históricas de comunidades concretas. En esos contextos, los marcos conceptuales juegan un papel central al delinear la realidad específica de cada cultura y por ello constituyen el referente de la objetividad y verdad de nuestras creencias e inciden en la validez de nuestros juicios morales y políticos. Este contextualismo ciertamente constituye una posición relativista ontológica, epistémica, moral y política, pero no por ello se anula la capacidad de la razón para transformar y trascender los marcos y conceptos específicos. Olivé desarrolla aquí una concepción dialógica de la razón humana que supera problemas de inconmensurabilidad entre diferentes culturas y marcos conceptuales:

"Esto permite que los sujetos que parten de marcos conceptuales diferentes interactúen racionalmente, y en el proceso de interacción construyan nuevos marcos, a partir de los cuales interactúan entre sí y con el mundo, reconociendo entonces de común acuerdo, objetos y procesos y logrando tal vez coordinar acciones para satisfacer intereses y obtener metas comunes" (Olivé, 1996: 200).

Como puede observarse, esta posición epistémica, ontológica y ética está fundamentada en la capacidad hermenéutica de la razón humana de trascender los marcos conceptuales propios u originales, y de poder comprender, dialogar y aprender de culturas distantes con marcos conceptuales distintos. A pesar de ser una posición más radical que el relativismo moderadamente radical que sostenía anteriormente, ahora Olivé la denomina simplemente "relativismo moderado", aunque en realidad es una forma de multiculturalismo dialógico radical, como sostendrá en su siguiente libro.

En 1999 Olivé publica Multiculturalismo y pluralismo, en el que defiende en términos holísticos y específicos la diversidad cultural, y sobre todo el derecho de pueblos, comunidades y naciones a desarrollar sus diferentes identidades culturales a través del diálogo intercultural. Tal diálogo presupone la diversidad de culturas y la capacidad de sus respectivas comunidades para comprender y aprender de otras culturas distintas y distantes.

Esta concepción dialógica y abierta del multiculturalismo da pie a Olivé para postular una globalización alternativa a la dominante, que tiende a desconocer diferencias y homogeneizar las culturas. Olivé propone una globalización pluralista que al mismo tiempo respete las diferencias culturales promueva la participación de cada cultura en un mundo global pluralista. A través del diálogo intercultural y la participación a nivel global, las comunidades, pueblos y naciones necesariamente cambian y transforman sus culturas y formas de vida, preservando las diferencias propias que son valiosas. De esta manera se evitan los riesgos de cerrazón fundamentalista de las culturas como si fueran mónadas impenetrables y al mismo tiempo se previenen imposiciones imperialistas homogeneizantes, disfrazadas de universalidad. El fundamento de su propuesta multiculturlista, nos dice Olivé, es el pluralismo epistémico y ético:

"El propósito de este libro es contribuir a la fundamentación del doble derecho de las diversas culturas a la diferencia y a la participación en la construcción de la sociedad global- y en su caso de la sociedad nacional- y justificar también la obligación de las culturas a estar dispuestas a cambiar. Para ello defenderé un modelo de multiculturalismo que se basa en una concepción pluralista del conocimiento y de la moral, la cual evita los extremos del absolutismo y su tendencia a promover los imperialismos culturales, así como el relativismo y su tendencia a desalentar las interacciones cooperativas, constructivas y enriquecedoras entre culturas" (Olivé, 1999: 18).

El pluralismo que sustenta Olivé no sólo es epistémico y ético sino también ontológico, pues reconoce y defiende la pluralidad de mundos, a partir de la pluralidad de los lenguajes y marcos conceptuales. No obstante, y de manera a mi juicio no muy convincente, Olivé sigue manteniendo una posición realista fuerte en el sentido de que "existe una realidad independientemente de todo marco conceptual, de toda representación y de toda práctica de los seres humanos" (Olivé, 1999: 146). Esta posición realista la mantendrá hasta sus últimos libros, como puede observarse en las controversias que desarrolla con Ruy Pérez Tamayo en el libro que los dos publicaron en coautoría en 2011.

¿Qué puede significar esa realidad independiente frente a la pluralidad de mundos lingüísticamente constituidos que el mismo Olivé reconoce? No encuentro en su obra una respuesta precisa a esta pregunta, pero considero que lo más interesante de su libro sobre multiculturalismo son los capítulos finales en los que desarrolla su propuesta para justificar ética y políticamente el levantamiento de 1994 del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. En coincidencia con Villoro, Olivé defiende el derecho de autonomía política de los pueblos indígenas como una condición necesaria para desarrollar sus culturas y preservar sus identidades históricas.

En El Bien, el mal y la razón. Facetas de la ciencia y la tecnología, Olivé continúa desarrollando su propuesta multiculturalista para analizar distintas facetas ontológicas, epistemológicas, sociales, morales y políticas de las ciencias y las tecnologías, incluyendo sistemas tecnocientíficos desde tres puntos de vista: la imagen de los propios científicos y tecnólogos, la imagen metacientífica —que incluye la historia, la sociología y la filosofía de la ciencias— y la imagen de la comunicación pública de las ciencias y las tecnologías. A través de la contrastación dialógica de estos tres puntos de vista sobre las diferentes facetas de la ciencia y la tecnología, Olivé formula un concepto pluralista de racionalidad que, si bien supone una capacidad humana universal, rechaza la idea de una racionalidad absoluta y afirma que "la manera como se ejercita la capacidad humana que llamamos razón ha sido y es muy diversa y no hay buenas razones para pensar que en algún momento habrá una convergencia entre todos los seres humanos, ni sería deseable, pues conduciría al pensamiento único y eliminaría la riqueza de la diversidad cultural del planeta". Para Olivé, la concepción pluralista de la racionalidad representa una ruptura "con los fantasmas de la modernidad que campearon durante el siglo XX: el realismo metafísico, la idea de racionalidad absoluta y la noción del consenso racional universal" (Olivé, 2000: 198).

Diversidad cultural y justicia

El pluralismo epistémico, ontológico y ético de Olivé se orienta cada vez más con el paso de los años y de los movimientos sociales en México hacia cuestiones políticas, específicamente en relación al problema de la justicia en sociedades multiculturales. A este problema está dedicado Interculturalismo y justicia social (2004), que consolida una cuarta etapa de su pensamiento filosófico. En este libro reelabora y amplía su pluralismo filosófico para analizar críticamente la realidad social, política, económica y cultural de México. Para Olivé, predomina en México una realidad profundamente injusta, especialmente en relación con los pueblos indígenas:

"México es un país multicultural (...) Pero hasta ahora hemos sido incapaces de establecer las estructuras y las instituciones políticas, económicas y jurídicas que garanticen el ejercicio del derecho de los diversos pueblos de nuestro país a sobrevivir y desarrollarse en la forma en que autónomamente decidan sus miembros y a participar activamente en la construcción de la nación mexicana" (Olivé, 2004: 9).

Olivé considera que la filosofía mexicana y en general la latinoamericana deben confrontar este problema y ayudar a su solución. Para superar la profunda injusticia social que se deriva en buena medida de la exclusión y discriminación de culturas, construye un modelo multicultural de sociedad, de nación y de Estado democrático. Este modelo tiene el carácter de un proyecto intercultural que "contempla básicamente un conjunto de normas de convivencia entre pueblos, el estado y el resto de la nación que se consideran necesarias para que la sociedad multicultural sea justa" (Olivé, 2004: 33). El modelo–proyecto multicultural promueve tanto el derecho a las diferencias como las obligaciones de diálogo e interacción entre las diferentes culturas para procurar una sociedad justa, libre, plural y democrática:

"Hemos dicho que es posible fundamentar el doble derecho de las culturas a la diferencia y a la participación en la construcción de la sociedad nacional y de la global, así como justificar la obligación de las culturas a estar dispuestas a cambiar mediante la articulación de un modelo de multiculturalismo basado en una concepción pluralista del conocimiento y de la moral" (Olivé, 2004: 57).

Si bien el modelo está formulado para responder a la realidad mexicana y latinoamericana, puede en principio servir heurísticamente para la construcción de relaciones interculturalmente justas en un contexto global.

Pluralismo y sociedad del conocimiento

Olivé continuamente revisa críticamente el camino andado y la propia obra producida, haciendo ajustes de cuentas con su filosofía, para generar nuevas obras de horizontes más amplios. Específicamente, en su propuesta multicultuarlista puede observarse una tensión no resuelta entre la defensa de las diversas culturas locales, su derecho a sobrevivir y desarrollarse en condiciones equitativas, por una parte, y el reconocimiento de la inexorable globalización. Este es uno de los problemas fundamentales a nivel mundial que busca resolver en La ciencia y la tecnología en la sociedad del conocimiento. Ética, política y epistemología (2007), que constituye, a mi manera de ver, una quinta y última etapa de su periplo filosófico, y al mismo tiempo una síntesis y una superación de las anteriores.

En este libro Olivé aboga por un pluralismo radical al interior de las sociedades basadas en los conocimientos, de tal manera que las ciencias y las tecnologías dejen de ser factores de exclusión y dominación. En especial Olivé defiende un concepto multiculturalista de sociedad del conocimiento y un modelo no lineal de la relación ciencia-tecnología-sociedad para dar origen a un nuevo contrato social de la ciencia que priorice la democratización de la diversidad de saberes y de los beneficios sociales de la ciencia y la tecnología, reconociendo como agentes epistémicos y políticos a las comunidades indígenas sistemáticamente excluidas por siglos. Desde esta perspectiva, Olivé vislumbra una alternativa a la hegemónica y homogeneizante globalización capitalista propia del neoliberalismo que, a su juicio, "dio lugar a relaciones profundamente injustas y tuvo como consecuencia la exclusión de millones de seres humanos de los beneficios de la riqueza (...) y no podrá avanzarse hacia una sociedad más justa, mientras no se transformen radicalmente las políticas nacionales e internacionales que se sustentan en dicho modelo" (Olivé, 2007: 51).

Frente a la globalización capitalista, insiste en una globalización multiculturalista o intercultural (para Olivé los términos son intercambiables) que es pertinente e incluso necesaria para la construcción de una sociedad justa:

"(...) si se entiende la globalización como intercambio de información y conocimiento, así como la interacción cultural entre pueblos y naciones posibilitada por las tecnologías, de manera importante las de la comunicación, entonces debe ser bienvenida, y es un imperativo ético procurar que sus beneficios alcancen a un mayor número de seres humanos" (Olivé, 2007: 50).

A partir de este concepto de globalización intercultural, Olivé propone una "norma de accesibilidad universal al conocimiento" que permita todas las personas de los diferentes pueblos y culturas del mundo beneficiarse de la ciencia y la tecnología de acuerdo a los valores específicos de cada cultura. En términos de Bonfil Batalla, se trataría del derecho universal de apropiación de conocimientos científicos y tecnológicos. Para ello resulta indispensable que la ciencia y a tecnología sean un bien público y no un medio privado de producción como lo proponían filósofos del Círculo de Viena, especialmente Otto Neurath. 1 Pero a diferencia de los positivistas lógicos, Olivé, más afín a una postura como la ecología de saberes, sustentada por Boaventura de Sousa Santos (2009), sostiene también el derecho de toda cultura y pueblo al reconocimiento y desarrollo de sus propios conocimientos y saberes tradicionales:

"El desafío para el fortalecimiento de una cultura tecnológica y de un adecuado tránsito a una sociedad del conocimiento es que la gente de carne y hueso, en función de sus fines y de sus valores, ejerza sus capacidades para generar, apropiarse y aprovechar el conocimiento, tanto de los saberes tradicionales como de los científicos y los tecnocientíficos, pero sobre todo que pueda generar el conocimiento que mejor le sirva para alcanzar sus fines, manteniendo siempre la capacidad de decidir de manera autónoma cuáles son las prácticas que desea modificar, y en su caso y en qué sentido acepta cambiarlas y cuáles no quiere alterar" (Sousa Santos, 2009: 73).

Olivé dedicó los últimos años de su vida a la defensa del pluralismo para transitar a sociedades plurales de conocimientos, incluyentes de la diversidad cultural, como condición necesaria para sociedades auténticamente libres, justas y democráticas, otorgando especial consideración a las comunidades indígenas de México cuyos saberes, prácticas e instituciones han sido marginadas como forma perniciosa de dominación y explotación. Éste es el tema central que integra de manera culminante sus anteriores preocupaciones o momentos filosóficos en el último libro que publicó en vida: Multiculturalismo y derechos humanos (2014). En él, como en anteriores libros de sus momentos filosóficos más recientes, Olivé discute principalmente con filósofos iberoamericanos como Miguel Ángel Quintanilla, Javier Echeverría, Andoni Ibarra, Fernando Broncano, Alfredo Marcos, Luis Villoro, Ruy Pérez Tamayo, Garzón Valdez, Fernando Salmerón, Juan Carlos García Bermejo, entre otros. A partir de estas discusiones desarrolla el concepto de "sociedad de conocimientos", en plural, como una propuesta alternativa a la idea economicista de sociedad de conocimiento, en singular, basada exclusivamente en las ciencias, las tecnologías y sobre todo en las tecnociencias. El concepto multiculturalista de sociedades de conocimientos que propone Olivé incluye además conocimientos de pretensión universal, como la ciencia, la tecnología y la tecnociencia, saberes locales de comunidades que comúnmente se denominan conocimientos tradicionales y que son tan valiosos como los científicos:

"En una sociedad de conocimientos sus miembros a) tienen la capacidad de apropiarse conocimientos disponibles en cualquier parte del mundo, b) pueden aprovechar de la mejor manera los conocimientos de valor universal producidos históricamente, incluyendo desde luego los conocimientos científicos y tecnológicos, pero también otros conocimientos tradicionales y locales (...) y c) pueden generar por ellos mismos los conocimientos que les hagan falta para comprender sus problemas (...) proponer soluciones y realizar acciones para resolverlos efectivamente" (Olivé, 2014: 71-72).

Una sociedad multiculturalista de conocimientos tiene que ser justa, plural y democrática. Para alcanzar estos propósitos, Olivé considera necesario el desarrollo de redes socioculturales de innovación, entendidas como redes generadoras y transformadoras de conocimientos y de la realidad, que tienen la principal finalidad de estudiar y resolver problemas específicos, por medio de la apropiación, modificación y creación de conocimientos científicos, tecnológicos y tradicionales, gestionados a través de formas de organización cooperativas y democráticas que garanticen la participación equitativa en la toma de decisiones y en la distribución de los beneficios de todos los agentes involucrados (cfr. Olivé, 2014: 104-115).

En congruencia con esta propuesta, Olivé fundó y dirigió el Seminario Universitario de Sociedad del Conocimiento y Diversidad cultural desde 2009 y dedicó los últimos años de su vida a impulsar la creación de redes interculturales de innovación orientadas a la creación de sociedades multiculturales de conocimientos, con especial interés en las comunidades y saberes indígenas de México. Con esta motivación, uno de los últimos proyectos que puso en marcha fue la creación de una sede virtual de la UNAM en la Sierra de Oaxaca para comunidades indígenas mixes, donde se ofrecerán licenciaturas innovadoras y transdisciplinarias como la de desarrollo y gestión interculturales, licenciatura que en años anteriores colaboró a su creación junto con otros filósofos y científicos sociales en la Facultad de Filosofía y Letras de la propia UNAM.

Comentarios finales

Como puede observarse en la reconstrucción de las etapas o momentos del pensamiento filosófico de Olivé en el transcurso de casi cuatro décadas, el pluralismo es el rasgo de mayor relevancia, presente desde sus primeras etapas hasta la última, y es gracias al cultivo de ese pluralismo que logra hacer importantes contribuciones en cada uno de sus momentos filosóficos.

En el primer momento, dedicado a la filosofía de las ciencias sociales, destaca la original reelaboración de conceptos epistémicos fundamentales como racionalidad, objetividad, verdad y conocimiento científico de tal manera que estos conceptos epistémicos sean compatibles con una explicación social de la génesis y justificación del conocimiento científico, particularmente en el ámbito de las ciencias sociales. Como analizamos en el apartado correspondiente, la clave para esta reformulación es una posición realista no metafísica, sino trascendental.

En el segundo momento, que es una ampliación de la filosofía de las ciencias sociales a la filosofía de la ciencia y a la epistemología en general, Olivé integra una importante dimensión sociológica a través del constructivismo social, tanto a su posición realista como a los conceptos epistémicos que hemos señalado, para superar la visión dominante de que los enfoques sociológicos y los filosóficos son irreconciliables. Con ello Olivé se convierte en uno de los pioneros en la filosofía de lengua española en los estudios sociales y filosóficos de la ciencia. A mi juicio, la aportación más original de esta etapa es precisamente su propuesta de un "relativismo moderadamente radical" que reconoce la universalidad de principios de racionalidad, entendidos como capacidades dialógicas y comunicativas, pero rechaza la pretensión de universalidad de todo criterio sustantivo de racionalidad que termina por imponer un absolutismo epistemológico y un imperialismo cultural. Con esta propuesta, Olivé supera el dilema entre el relativismo y el universalismo extremos que conducen a dilemas y aporías epistemológicas y éticas.

El tercer momento de su filosofía es de nuevo una ampliación y profundización de su relativismo moderadamente radical, que no extremo, del ámbito de las ciencias al ámbito más complejo e incluyente de las culturas. En este campo, Olivé desarrollará una original propuesta multiculturalista que engloba y desborda a los conocimientos científicos y tecnológicos. Su aporte fundamental en este tercer momento es lo que podríamos denominar una ética de las culturas que defiende el derecho de todo pueblo o comunidad a desarrollar su propia a cultura, pero también su obligación a enriquecerla a través del diálogo intercultural. Así, el multiculturalismo que propone Olivé es interna y externamente pluralista y gracias a ello se pueden evitar los riesgos fundamentalistas que comúnmente atribuyen posiciones liberales homogeneizantes al multiculturalismo. De nuevo, en el plano de las culturas, la propuesta de Olivé salva los extremos indeseables del imperialismo universalista y del fundamentalismo particularista que conducen a aporías inaceptables.

Sensible a los movimientos emancipatorios de los pueblos indígenas, la filosofía de Olivé, como la de otros destacados filósofos iberoamericanos, transita en su cuarto momento del plano epistémico y ético de las ciencias y las culturas al plano político de la diversidad cultural. La cuestión fundamental que ocupa la reflexión filosófica de Olivé en su cuarto momento es el de la justicia intercultural. Su contribución principal en esta etapa es un modelo-proyecto de nación y Estado basado en el reconocimiento de las autonomías políticas de los pueblos y comunidades que la reclaman, principalmente de los pueblos indígenas en lucha. Esta propuesta, más que constituir una innovación de vanguardia, es un respaldo y apoyo a las innovaciones sociales y políticas de los propios movimientos emancipadores de los pueblos indígenas en lucha, como el del EZLN. Con ello Olivé asume el humilde pero importante papel de "intelectual de retaguardia", en términos de Boaventura de Sousa Santos.

Finalmente, en su quinta y última etapa, Olivé realiza una síntesis innovadora de todas sus etapas anteriores en la propuesta de sociedades multiculturales de conocimientos como una alternativa desde abajo, desde lo local y desde lo plural frente a la globalización hegemónica impuesta desde el poder tecnocientífico de las potencias imperiales contemporáneas.

El desarrollo de la filosofía de Olivé a través de estas etapas está basado en un intenso y plural diálogo con filósofos de diferentes tradiciones y latitudes, diálogo que se expresa ante todo en los libros colectivos que coordinó y editó, así como en libros especialmente dedicados al debate. En las etapas iniciales predominan figuras destacadas de la filosofía europea y norteamericana, incluyendo desde luego la filosofía analítica, pero conforme avanza a momentos más recientes los autores con los que dialoga son predominantemente filósofos iberoamericanos, igualmente destacados. Esta tendencia evidencia el interés y compromiso creciente de Olivé de fortalecer la comunidad filosófica iberoamericana y desarrollar una filosofía original, abierta al debate con tradiciones filosóficas anglosajonas, pero no dependiente de ellas. Esto es: una filosofía auténticamente iberoamericana.

Entre los libros de debate con filósofos iberoamericanos, destacan en los años recientes el coordinado por Cristina Di Gregori y Amelia Bernardino, Conocimiento, realidad y relativismo (2007), donde varias colegas, principalmente argentinas, discuten la filosofía amplia de la ciencia de Olivé, especialmente temas asociados al relativismo y relativismo epistémico, ético y cultural. El otro libro es Temas de ética y epistemología de la ciencia. Diálogos entre un filósofo y un científico (2011), en coautoría con Pérez Tamayo. Se trata de una muy edificante discusión entre los autores en el seno de seminario de problemas científicos y filosóficos de la UNAM, dirigido por Pérez Tamayo y del que Olivé fue uno de los más entusiastas y destacados miembros por espacio de más de tres décadas. Ambos autores sostienen posiciones diferentes sobre diversos aspectos de la ciencia y la tecnología y muestran su capacidad para aprender del interlocutor y revisar e incluso cambiar algunas de sus tesis en conflicto, sin renunciar a la autonomía personal y capacidad de juicio. Estos libros de debate muestran con claridad amplificada varias virtudes fundamentales de la filosofía de Olivé: su pluralismo dialógico radical como condición principal de la racionalidad, la eticidad y la justicia y su humildad intelectual como actitud y disposición no sólo de reconocer la validez de las opiniones diferentes e incluso contrarias, si no también aprender de ellas para cambiar y mejorar las propios juicios. Esto es precisamente lo que Pierre Duhem llamaba "buen sentido" y lo consideraba como una virtud epistémica y ética esencial para las ciencias y las humanidades, y creo que podría generalizarse para la totalidad de una vida buena, de la eudemonía, fin último de toda auténtica filosofía, como la que desarrolló Olivé, cuya obra significa una de las más importantes contribuciones al fortalecimiento de la filosofía iberoamericana en los últimos cincuenta años.

Notas

1. Sobre diferentes propuestas de democratización y socialización de la ciencia, incluyendo la de Neurath, véase Pérez Ransanz y Velasco Gómez, 2011: 273-279. En éste y otros trabajos proponemos el principio de equidad epistémica para promover el diálogo plural y equitativo de saberes como fundamento político, ético y epistémico de toda democracia en el mundo actual. Este principio es convergente con propuestas similares como la de Olivé y Boaventura de Sousa Santos.

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Cómo citar este artículo

VELASCO GÓMEZ, A. (2018): "Del pluralismo en filosofía de la ciencia a la sociedad multicultural de conocimientos", Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad -CTS, vol. 13, n° 38, pp. 167-182.

 

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