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Revista argentina de neurocirugía

On-line version ISSN 1850-1532

Rev. argent. neurocir. vol.21 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Apr./June 2007

 

La educación en época de globalización II. La lucha por la identidad

Henos, llenos de ardor y esperanza, emprendido la marcha... Pero no nos basta, el entusiasmo y la buena fe, necesitamos mucho estudio y reflexión, mucho trabajo y constancia...
Todo el saber e ilustración que poseemos no nos pertenece; es un fondo, si se quiere, pero no constituye una riqueza real, adquirida con el sudor de nuestro rostro, sino debida a la generosidad extranjera. Es una vestidura hecha de pedazos de distinto color, con la cual apenas podemos cubrir nuestra miserable desnudez...
procuremos hacer uso de nuestra libre reflexión, que es el principio y fin de la filosofía...
En otra lectura demostraré que por lo mismo que estamos en la época reflexiva y racional, nuestra misión es esencialmente crítica, porque la crítica es el instrumento de la razón

Esteban Echeverría. El salón literario. Primera lectura

¿Qué es originalidad?, ver algo que todavía no tiene nombre, que todavía no se lo puede nombrar, aunque esté inmediatamente presente a la vista de todos. Tal como son por lo general los hombres, una cosa se les presenta primeramente por el nombre. Los originales han sido principalmente los que han puesto nombre a las cosas.

F. Nietzche. El gay saber.

No hay país que pueda convertirse en nación produciendo una raza de imitadores.

M. Gandhi. Young India, 1921.

En el editorial anterior, veíamos cómo la divergencia entre la racionalidad de los mercados y el interés social tiende a agravarse con la globalización, y cómo ésta trabaja en favor de los que lideran el avance tecnológico y explotan los desniveles de desarrollo entre los países1.
¿Tenemos forma de evitar estos efectos tan negativos? ¿Podemos preservar nuestra libertad intelectual y cierta capacidad de acción como para aligerar la pesada carga social que genera esta situación?
Es una adquisición de la filosofía de nuestro tiempo, que "la verdad está ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen" como asevera Foucault2.
La ciencia está condicionada en gran parte, por la sociedad en donde se desarrolla.
Dice Celso Furtado ejemplificando, que en el siglo que terminó, las técnicas que más avanzaron y más financiadas, fueron aquellas ligadas al arte de la guerra. Los demás campos de la cultura estuvieron expuestos a sus efectos indirectos.
¿No se nos representan inmediatamente algunos aparatos de alto precio y de utilidad limitada o algunas veces nula en nuestra especialidad, muchos de los cuales duermen una larga noche en los quirófanos, o son desempolvados periódicamente para "darles algún uso"?
La pregunta es si nos queda una posibilidad de preservar nuestra identidad cultural. Sin ella, estamos condenados al papel de consumidores pasivos de productos culturales generados por otros pueblos.
Se trata de defender nuestra libertad de crear (y de pensar), entumecida por el despliegue fantástico de un conocimiento extraño, sin destino claro, en los medios de comunicación. Coartada por "consensos" y "randomizaciones" y eventualmente, vigilada por distintos factores de poder.
Parafraseando a Furtado, en una época en la que quienes detentan el poder se encuentran seducidos por la más estrecha lógica dictada por los intereses de grupos privilegiados, hablar de reencuentro con el genio creativo de nuestra cultura puede parecer una simple fuga hacia la utopía1.
"No se trata de liberar la verdad de todo sistema de poder... sino de separar el poder de la verdad, de las formas hegemónicas (sociales, económicas, culturales) en el interior de las cuales funciona por el momento" aseveraba Foucault.
Este trabajo intelectual de clivaje de la verdad, de la producción de las formas hegemónicas, es el que deberíamos encauzar en nuestros educandos. Parece una tarea gigantesca en la que nos encontraríamos con ellos involucrados.
Sin embargo, tenemos ejemplos prácticos y cotidianos en los que la reflexión y la actitud crítica, que aconsejaba nuestro prócer más arriba o la observación, que aconsejaba el filósofo, nos permitirán discutir la verdad "de consenso" y generar ideas para modificarla o cambiarla.
El campo de la ciencia no es patrimonio de nadie. Tenemos el derecho de internarnos en él, mientras nos ajustemos al método científico: observación detallada, definición clara de los problemas, revisión de los conocimientos sobre el tema, generación de hipótesis, comprobación experimental o clínica de las mismas, análisis de los datos, publicación clara y honesta de las experiencias y de los hallazgos, de manera que puedan ser sometidos a verificación, concepción de modelos, generación de teorías, entre otros.
Es importante que los motivos que nos llevan a investigar provengan de problemas surgidos en nuestra actividad clínica, por lo que es mejor acostumbrarse a mirarla más bien como altamente problemática, que como una rutina en la que damos respuestas automáticas.
Al analizar críticamente los puntos de vista del "consenso" el joven estudioso percibirá que los caminos andados por otros no tienen el valor que les daba, pudiendo así liberarse de la reverencia frente a "lo establecido"1.
La imaginación y la curiosidad son instrumentos importantes. Deben ser cultivados y orientados.
Es indudable que se requiere de un ambiente, que aísle en cierta manera al educando de las influencias sociales ya globalizadas, a las que deberá volver en su momento, para transformarse en el representante de su verdad, por más modesta que ésta sea. El uso de los medios (a los que la globalización le da amplio acceso) para la difusión de la misma, le permitirá afirmarla, en cuanto otros apoyen su punto de vista. "Uno nunca tiene razón, pero con dos, comienza la verdad".
Es difícil pensar en una conducta así, como respuesta unánime o siquiera generalizada de la sociedad a las situaciones de vida o de trabajo, que nos plantea la globalización. Sin embargo, debería crearse dentro de cada lugar de trabajo el "microclima" adecuado para que estas actitudes surjan, se multipliquen y den fruto.

Horacio Fontana

Editor

1. Furtado. C. En busca de un nuevo modelo. 1a Ed. en castellano. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003.        [ Links ]

2. Foucault, M. La verdad y las formas jurídicas. 2a edición corregida. Gedisa, Barcelona. 2003.         [ Links ]

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