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Revista argentina de neurocirugía

versión On-line ISSN 1850-1532

Rev. argent. neurocir. vol.24 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires abr./jun. 2010

 

EDITORIAL

El error médico

…errar es humano, perdonar divino

Andrés Vesalio (1514-1564) flamenco nacido en Bruselas y descendiente de una familia de médicos ilustres, puede ser considerado como el genial innovador de la Anatomía Humana.
Comenzó sus estudios en Lovaina, que continuó en Mont Pellier, París y Padua donde llegó a ser profesor de Anatomía a los 25 años de edad. Ya en esa época Vesalio manifestó sus magníficas dotes de estudioso y observador que le permitieron la audacia de poner en duda las afirmaciones anatómicas de Galeno, que el mundo científico de ese momento consideraba indiscutibles y que la misma Iglesia Católica aceptaba como dogma.
Ello fue para Vesalio un desafío faraónico dado que tuvo que demostrar que los estudios de Galeno se referían únicamente a animales y su extrapolarización a los humanos era totalmente errónea. Era necesario pues, comenzar desde el principio el estudio de la Anatomía Humana basándose en la observación del cuerpo humano.
Pese a la acérrima oposición de los Galenistas y de la Iglesia, publicó su magnífica obra De Humani Corporis Fabrica en un bellísimo volumen impreso por el tipógrafo Andrés Oporino de Basilea. Sus ilustraciones anatómicas desencadenaron la ira y el ataque de todos los profesores de la época, fundamentalmente de Silvio, quien había sido unos de sus maestros, por lo que decidió abandonar Padua.
Después de un largo peregrinaje, donde continuaba con sus discutidas disecciones anatómicas, recaló en Madrid, donde fue nombrado médico de la Corte del emperador Carlos V y luego de Felipe II.
Allí cometió un error: dio por fallecido a un caballero de la Corte, que durante su entierro se constató que estaba vivo. El castigo que por ese error se le impuso a Vesalio, fue viajar a Tierra Santa a pedir perdón. Así lo hizo, pero en su viaje de regreso enfermó de Tifus y falleció a los 50 años lejos de su familia y de su Padua querida donde pensaba regresar a ocupar la Cátedra vacante que había dejado Falopio.
Podría decirse, que el error médico le costó la vida.
Atravesando rápidamente los 500 años que nos separan de la historia del innovador Vesalio, el Profesor y Académico Alberto Agrest, atribuye el error médico a causas principales:

•   El simple azar, que se entretiene en crear situaciones inesperadas (tal vez fue la circunstancia de Vesalio)
•   La ignorancia personal o institucional
•   La irresponsabilidad

Por supuesto que cuanto más se profundiza el conocimiento científico, más se reduce el campo del azar y por ende del error. La ignorancia favorece directamente al error y se aprovecha de los defectos favorables del azar, que crea la ilusión que éstos son productos de su capacidad.
A los médicos, como en todas las profesiones, la intolerancia a la incertidumbre y el narcisismo nos hace vivir los aciertos como producto de nuestra capacidad olvidando el azar, y responsabilizando de los errores a algún otro o al azar, olvidando o negando nuestra propia incapacidad.
La irresponsabilidad médica es producto de una cadena de irresponsabilidades que va desde el ingreso irrestricto a las numerosas facultades de Medicina, la falta de supervisión de muchas de ellas, la inadecuada especialización de los egresados, los magros honorarios, etc
La responsabilidad médica exige un riguroso control del paciente y su entorno, sin caer en una obsesividad patológica o un temor exagerado a la penalización. Esto último es lo que yo llamo “la medicina del miedo” o “el miedo a la medicina” y que últimamente está creciendo en forma abrumadora entre nuestros colegas.
La situación de “medicina globalizada” en cuyas redes consciente o inconscientemente hemos caído ha producido un colapso en la relación “médico-paciente”, ya que el médico se ve obligado a atender gran cantidad de consultas diarias sin poder establecer una adecuada comunicación y atención a su paciente.
Lamentablemente muchos colegas atemorizados por el riesgo de la penalidad enfocan al paciente como un “potencial litigante” y le solicitan una innecesaria cantidad de estudios sin que la clínica lo justifique, encareciendo así los costos en salud.
“…la falta de tiempo para la atención médica de cada paciente en forma pormenorizada, puede hacer incurrir al médico en un obrar imprudente, negligente o erróneo”, reflexiona el Prof. Agrest. De esta manera, cualquier prestación médica se puede constituir en causa de una eventual demanda contra el médico y/o establecimiento asistencial. Por ello, muchos profesionales abrumados por esta situación se protegen en la “medicina del miedo”.
No existe un consenso internacional sobre la definición de “Error Médico”, pero en general se considera que es “el fracaso de aplicar un plan de acción como fue propuesto o también del uso de un plan equivocado para alcanzar un objetivo”.
Sin embargo, todos los autores coinciden en que el error es humano. Es decir, que debemos diferenciar el error médico de la mala práctica y sus variantes como son la imprudencia, negligencia, abandono, impericia o abuso.

¿Cómo podemos evitar el error médico?

•    Una adecuada e intensa formación de pregrado
•    Especialización en el postgrado
•    Buena relación médico-paciente
•    Consentimiento informado escrito para toda las prácticas y tratamientos
•    Remuneraciones dignas
•    Bregar por una jurisprudencia moderna que fije las condiciones mínimas de viabilidad que debe reunir un reclamo judicial, a fin de desalentar los reclamos especulativos.
•    Estimular la creación de Comités de Ética en todos los establecimientos asistenciales que aún no dispongan de ellos a fin de asesorar a los médicos en las conductas que pudieran implicar daños a sus pacientes o alertarlos en caso de procederes espurios que últimamente se están viendo con cierta frecuencia en nuestro ámbito.

Graciela Zúccaro

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