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Ciencia del suelo

versión On-line ISSN 1850-2067

Cienc. suelo v.23 n.1 Buenos Aires ene./jul. 2005

 

TRABAJOS

Formas de colocación de fósforo sobre el crecimiento y la micorrización espontánea del cultivo de trigo

Fernanda Covacevich1; Hernán René Sainz Rozas2; Pablo Barbieri1,2,3 y Hernán Eduardo Echeverría2

1 Tesista doctorado Facultad de Ciencias Agrarias -UNMDP;
2 Unidad Integrada FCA UNMDP - INTA EEA Balcarce,
3
Becario CONICET. C.C. 276, (7620) Balcarce, Argentina. Tel. 02266-439100. E-mail: covac@mdp.edu.ar

Recibido: 11/11/04
Aceptado: 17/06/05

RESUMEN

El objetivo de este trabajo ha sido evaluar el efecto de la localización de fósforo (P) aplicado a la siembra (en línea incorporado vs al voleo sobre la superficie) sobre el crecimiento y la micorrización arbuscular (MA) espontánea en el cultivo de trigo (Triticum aestivum L). Los experimentos se realizaron durante las estaciones de crecimiento 2001 y 2002 en cuatro establecimientos agrícolas de Balcarce y Lobería (Argentina) con diferente disponibilidad inicial de P-Bray. Los tratamientos fueron: N: nitrógeno aplicado al voleo; N al voleo y P incorporado en la línea de siembra; N y P aplicados al voleo; Control sin aplicación de fertilizantes. Cuando la disponibilidad inicial de P en el suelo fue baja (menor de 11 mg kg-1), la incorporación de P fue mas eficiente que la aplicación de P al voleo para incrementar el rendimiento en grano de los cultivos. Cuando la disponibilidad inicial de P fue mayor a 11 mg kg-1, se obtuvieron menores diferencias en el rendimiento en grano por la localización de P. La fertilización fosfatada afectó negativamente la colonización micorrízica cuando el contenido de P en el suelo alcanzó 15.9 mg kg-1. A concentraciones de P en el suelo mayores de 15.9 mg kg-1, la colonización micorrízica permaneció estable al menor nivel determinado (6.85 %). Si bien la aplicación de P al voleo deprimió la micorrización, la mayor depresión se registró cuando el P fue incorporado en la línea de siembra. Las menores diferencias en el rendimiento en grano obtenidas entre los tratamientos de localización de P, particularmente a contenidos de P en el suelo mayor a 11 mg kg-1, podrían ser consecuencia de una mayor micorrización cuando el fertilizante fue aplicado al voleo. De esta manera, la estrategia de fertilización debería ser la aplicación del fertilizante fosfatado al voleo a dosis que permitan incrementar la disponibilidad de P (entre 11 y 15 mg kg-1) para obtener altos rendimientos en el cultivo de trigo sin deprimir extremadamente la colonización micorrízica nativa. De esta manera, podría lograrse mayor simplicidad en el momento de la fertilización obteniendo adecuados rendimientos sin afectar negativamente la sostenibilidad de los agroecosistemas.

Palabras clave: Localización de fósforo; Colonización micorrízica; Triticum aestivum.

The influence of phosphorus placement on growth and indigenous root mycorrhizal colonization of wheat crop

ABSTRACT

The aim of the study was to evaluate the influence of phosphorus (P) fertilizer placement (in-furrow incorporated or broadcast) on growth and root mycorrhizal colonization of wheat (Triticum aestivum L).crop. Experiments were set up during the 2001 and 2002 growing seasons at four productive sites of Balcarce and Lobería with different initial availability of Bray-P. Treatments were: N: nitrogen broadcast; N broadcast and P incorporated in furrow at seedling; N and P broadcast; Control without fertilizer application. In situations with low P availability (lower than 11 mg kg-1), the P incorporated was more efficient than the P broadcast treatment at increasing grain yield. In situations with P contents higher than 11 mg kg-1, differences in grain yield were lower between the treatments of P placement. Phosphorus fertilization negatively affected mycorrhizal colonization until 15.9 mg kg-1. At P concentrations higher than 15.9 mg kg-1 mycorrhizal colonization remained stable at the lowest level (6.85 %). The P broadcast depressed mycorrhizal colonization; however mycorrhizal depression was lower than when P was incorporated. The lowest difference in grain yield between the P placement treatments, particularly at soil P contents higher than 11 mg kg-1, could be consequence of a higher mycorrhizal colonization when P was broadcast. The fertilization strategy could be broadcast the fertilizer at rates which permit to increase the soil P at levels (between 11 and 15 mg kg-1) in order to attain high yields of wheat crop without extremely depress mycorrhizal colonization. In this way, this could permit simplicity at the time of fertilization and to attain adequate grain yield taking into account the agroecosystems sustainability.

Key words: Phosphorus placement; Mycorrhizal colonization; Triticum aestivum.

INTRODUCCIÓN

Los suelos del sudeste (SE) de la Provincia de Buenos Aires presentan bajos niveles de fósforo (P) disponible nativo, por esta razón, la mayoría de los cultivos manifiestan respuesta a la fertilización (Echeverría & Garcia 1998). La colocación de P en la línea de siembra generalmente incrementa la eficiencia de uso del nutriente respecto de la aplicación al voleo. Sin embargo, la aplicación en líneas de elevadas dosis de P puede ocasionar problemas de fitoxicidad por la imposibilidad de separar la semilla de los fertilizantes o problemas operativos por el mayor tiempo requerido para el reabastecimiento de las tolvas de las sembradoras.

Varios factores pueden afectar la respuesta a la forma de aplicación de P en trigo tales como la disponibilidad inicial de P en el suelo, la dosis de fertilizante, la fecha de siembra, el tipo de labranza, la riqueza microbiana del suelo, entre otros (Stewart 2000). Sainz Rozas et al. (2004) han reportado que en suelos bajo siembra directa (SD), la aplicación de P debajo y al costado de la línea de siembra, no incrementó el rendimiento ni la acumulación de P en planta respecto de la aplicación al voleo en forma anticipada, aún en un suelo con bajo contenido de P-Bray. Por el contrario, ensayos realizados bajo labranza convencional (LC) en la región, determinaron que la aplicación de P en la línea de siembra a bajas dosis incrementó el rendimiento del cultivo de trigo respecto de la aplicación al voleo, principalmente a bajos niveles de P disponible (Berardo et al. 1999), lo que coincide con lo reportado por Barber & Kovar (1985).

Ciertos mecanismos especializados entre plantas y hongos micorrízicos arbusculares (MA) del suelo podrían permitir que las raíces del trigo capten P del suelo de manera efectiva y de esta forma se incrementaría la eficiencia en la adquisición de P por la planta (Jeffries et al. 2003). Sin embargo, en general la fertilización fosfatada afecta negativamente la formación de micorrizas (Pfleger & Linderman 1996). En el sudeste bonaerense, se ha monitoreado la colonización MA espontánea en el cultivo de trigo (Covacevich et al. 1995) y se ha evidenciado que la aplicación de dosis crecientes de P en línea incrementa el contenido de P en el suelo y el crecimiento del trigo, aunque afecta negativamente la micorrización.

Es indiscutible que los hongos MA podrían jugar un rol trascendente en el suelo favoreciendo el crecimiento de los cultivos. Sin embargo, la mayor captación de P y el crecimiento vegetal, se manifiestan en general en condiciones de baja disponibilidad del nutriente en el suelo (Abbot & Robson 1991). Los suelos del SE bonaerense poseen un elevado contenido de materia orgánica y una activa biomasa microbiana (Echeverría et al. 1992-93) y en estas condiciones, se ha determinado que la micorrización nativa contribuye al crecimiento del trigo, en particular en condiciones de bajo contenido de P-Bray en el suelo (Covacevich et al. 2001). Dado que la fertilización fosfatada es la práctica comúnmente utilizada para incrementar la producción del cultivo de trigo, el primer paso tendiente a evaluar la importancia de las asociaciones micorrízicas en un suelo radica en caracterizar la dinámica de la micorrización nativa asociada al manejo de fertilización.

Las características químicas y físicas de los suelos pueden afectar la respuesta a la fertilización fosfatada, lo que puede incidir en diferencias de crecimiento y de colonización micorrízica de los cultivos. Por esta razón resulta necesario evaluar la mejor estrategia de fertilización que permita incrementar el rendimiento del trigo sin afectar negativamente las poblaciones micorrízicas nativas. Se plantea como objetivo evaluar el crecimiento y la micorrización MA espontánea en trigo ante formas de aplicación de P (en línea incorporado vs al voleo sobre la superficie).

MATERIALES Y MÉTODOS

Los experimentos se realizaron durante las estaciones de crecimiento 2001 y 2002 en los partidos de Balcarce y Lobería, en lotes de productores manejados con LC por mas de tres años. Las evaluaciones durante la estación 2001 se realizaron en los establecimientos Las Amalias y La Tapera de la localidad de Balcarce. Durante la campaña 2002 en el establecimiento La Diana (Lote 5 y Lote 6), de la localidad de Lobería. Las características de los sitios, así como algunas de las pautas de manejo implementadas son detalladas en la Tabla 1.

El diseño experimental fue en bloques completamente aleatorizados con tres repeticiones, en el cual se evaluaron los siguientes tratamientos: N, N y P incorporado en la línea de siembra (NP inc), N y P al voleo (NP vol) y Control absoluto sin aplicación de fertilizantes.

La dosis de N usada en todos los sitios a la siembra varió en función del N mineral inicial (0-60 cm de profundidad), elevando dicho contenido a 160 kg de N ha-1, el primer año y a 150 kg de N ha-1 el segundo. Para la zona estos valores no limitan el crecimiento del cultivo (Calviño et al. 2002). El N se aplicó como urea (46-0-0) al voleo a la siembra del cultivo. En todos los casos el P se aplicó como fosfato diamónico en una dosis de 120 kg ha-1 (24 kg P ha-1). Las unidades experimentales fueron de 2 m de ancho por 8 m de longitud para el primer año y de 4 m de ancho por 10 m de longitud para el segundo. En todos los sitios las malezas y las enfermedades de hoja fueron adecuadamente controladas. La aplicación de herbicidas se realizó con mochila en el mes de septiembre: Misil a razón de 6.7 g/ha, Dicamba 0.1L/ha, coadyugante 0.2 %, y 2.4 D a razón de 300 cc/ha. La aplicación de funguicidas se efectuó en espigazón: Duett® (Basf) a razon de 1 tl fung/ha y 225 L H2O/ha.

Durante el primer año se realizó un muestreo en octubre, cuando los cultivos se encontraban en el estadío de 1-2 nudos visibles. Para el segundo año el muestreo se efectuó en el estadio de pre-doble arruga. En cada muestreo se extrajeron de cada parcela muestras de biomasa aérea (4 m lineales en sectores al azar dentro de la parcela). Se cuantificó la producción de materia seca aérea (MSA) y el contenido de P en la MSA (Blanchar et al. 1965). Asimismo se extrajeron cuatro cilindros de suelo de 5 cm de diámetro por 20 cm de profundidad por parcela. Se separó el suelo de las raíces y estas últimas fueron lavadas cuidadosamente con agua, y el material radical fue recolectado en su totalidad mediante tamices de 2 mm. Posteriormente, el material radical fue teñido con azul tripán en lactofenol (Phillips & Hayman 1970) y se realizó la cuantificación microscópica de la intensidad de micorrización y del contenido de arbúsculos (Trouvelot et al. 1986). Además, se extrajeron muestras para la determinación del contenido de P disponible (Bray & Kurtz 1945). En madurez fisiológica se determinó el rendimiento cosechando de cada parcela una superficie de 1 m2, expresándose el mismo al 14% de humedad.

 

Los resultados fueron analizados mediante ANOVA, las medias de tratamientos fueron separadas por Diferencias Mínimas Significativas (P 0.07). El nivel de significancia utilizado permitió separar las medias a los efectos de obtener diferencias entre tratamientos. Las relaciones entre el rendimiento del cultivo de trigo y la intensidad de micorrización con el P del suelo fueron realizadas utilizando el programa estadístico Table Curve (Jandel TBL curve 1992).

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Durante los años 2001 y 2002 en la zona de Balcarce se registraron precipitaciones mayores que las históricas (Tabla 2), las que superaron a la evapotranspiración, por lo que la disponibilidad de agua no habría limitado el crecimiento y rendimiento del cultivo. Las variables climáticas restantes se mantuvieron, próximas a las históricas.

 

La fertilización con P incrementó la concentración de P Bray, aunque dicha variable, en general, no fue afectada por la forma de colocación (Tabla 3). En la mayoría de los sitios, la acumulación de MSA fue mayor cuando el P se aplicó en la línea de siembra respecto de la aplicación al voleo. Dicha situación se manifestó aún en los sitios en que la forma de aplicación del fertilizante no afectó el contenido de P en el suelo. Una situación prácticamente similar se ha detectado para la absorción de P por el cultivo. Este comportamiento sería debido a que la difusión del P hacia las raíces es restringida con bajas temperaturas de suelo, y por consiguiente, la aplicación de dicho nutriente cerca de las raíces incrementa el crecimiento inicial del cultivo (Stewart 2000).

 

El rendimiento obtenido en cada sitio fue coincidente con los rendimientos obtenidos en la zona para cada campaña. La incorporación del fertilizante fosfatado junto con la semilla no ocasionó una mayor respuesta en el rendimiento en todos los sitios (Tabla 3). En La Tapera y La Diana L6 el rendimiento fue mayor cuando se colocó P en la línea de siembra respecto de la aplicación al voleo. En Las Amalias, sin embargo, la aplicación de P (al voleo o en líneas) no incrementó el rendimiento en comparación del tratamiento con N solo. En esas condiciones, la ausencia de respuesta a la fertilización y al método de aplicación sería consecuencia de los elevados contenidos de P inicial en el suelo (Tabla 1), los cuales fueron mayores al valor umbral reportado para la zona por Echeverría & García (1998). Estos resultados coinciden con lo reportado por Berardo et al. (1999) quienes determinaron un mayor rendimiento para las aplicaciones en línea en suelos con valores bajos a medios de P-Bray. Los resultados de Las Amalias y aquellos reportados por Berardo et al (1999), indican que en situaciones de elevada disponibilidad de P y en donde se aplica el criterio de reposición, la aplicación del mismo podría realizarse al voleo, lo que operativamente es más conveniente. En La Diana L5, si bien la fertilización fosfatada incrementó el rendimiento, no se observó respuesta en función a la forma de colocación del fertilizante.

La intensidad de micorrización se asoció estrecha y positivamente con el contenido de arbúsculos (r = 0.92 P<0.001). Los grados menores de micorrización se registraron en Las Amalias (Tabla 3), donde el contenido inicial de P-Bray fue mayor. Como puede observarse en la Tabla 1, durante el segundo año la densidad de siembra fue prácticamente el doble que durante el primero. Si bien una mayor densidad de siembra podría incidir en un mayor número de raíces para ser colonizadas, esto no ha sido observado durante el segundo año, probablemente debido a una compensación entre el desarrollo radical y el volumen de suelo disponible (Goss et al. 1993), o a que la cuantificación de la colonización micorrízica expresa el porcentaje en la cual el material radical es micorrizado, independientemente de la cantidad de raíces involucradas. La fertilización fosfatada afectó la colonización MA espontánea del cultivo de trigo particularmente en La Tapera y La Diana L5 (Tabla 3). Los grados menores de micorrización se obtuvieron por la aplicación de P, independientemente de su forma de colocación. Sin embargo, en Las Amalias la aplicación de N también deprimió la colonización MA. En La Diana L6, los grados menores de micorrización se obtuvieron en las situaciones en que el P fue aplicado en líneas junto a la semilla.

Ha sido ampliamente citado que la aplicación de fungicidas podría afectar la formación de micorrizas. En estos ensayos se aplicó Duett cuyo principio activo es carbendazim+epoxiconazole, con acción fungicida sistémico, preventiva, curativa y erradicante; Sin embargo, los reportes sobre el efecto de dicho fungicida sobre la micorrización arbuscular es contradictoria. Schweiger & Jakobsen (1999) mencionan al fungicida Carbendazim como efectivo reductor del grado de micorrización arbuscular cuando es aplicado directamente al suelo. Por su parte, Plenchette & Perrin (1992) han determinado que el efecto de algunos fungicidas, entre los que se menciona el Carbendazim, puede ser nulo aún aplicado a elevadas concentraciones si al momento de su aplicación foliar la micorrización se encuentra bien establecida. Land et al. (1993) han determinado incrementos en la esporulación y el grado de micorrización en trigo por aplicaciones de fungicidas, incluido el Carbendazim. En el sudeste bonaerense, Covacevich & Dosio (2004) han determinado que la aplicación periódica de los fungicidas Carbendazim, Epoxiconazole y Azoxistrobina incrementó, en general, la formación espontánea de micorrizas arbusculares en dos híbridos de girasol. Los resultados obtenidos en estos ensayos no permiten determinar si hubo algún efecto de la aplicación del fungicida sobre la micorrización. Sin embargo, considerando que todos los tratamientos han recibido la misma aplicación de dicho fungicida, su efecto, si lo hubiere, ha sido similar en todos los tratamientos de localización de P.

En la Figura 1 se presenta el rendimiento relativo del tratamiento testigo que recibieron fertilizantes en función de la disponibilidad inicial de P-Bray. Los resultados fueron relativizados tomando como máximo (100 %) al tratamiento donde el P fue incorporado junto a la semilla (NP inc). En bajas concentraciones de P-Bray (menores a 10 mg kg-1) la aplicación de P al voleo presentó rendimientos relativos inferiores a 100 %, mientras que con elevados niveles de P-Bray inicial no se observaron diferencias entre los métodos de colocación. Si bien en este estudio no hubo lotes con niveles medios de P-Bray (12-15 mg kg-1), en los cuales existe probabilidad de respuesta al agregado de P, la función ajustada para el tratamiento NP-vol indicaría rendimientos relativos cercanos al 100%.

 

La intensidad de micorrización se asoció negativamente con el contenido de P-Bray en el suelo y con la concentración de P en la MSA (r = -0.56 P<0.001 y r = -0.48 P<0.001, respectivamente). Sin embargo, la mejor relación se logró entre la intensidad de micorrización y el contenido de P-Bray a través de una función lineal-plateau (Figura 2). Entre 8.2 y 15.9 mg P-Bray kg-1, incrementos de 1 mg P-Bray kg-1 ocasionó depresiones en la colonización MA de 3.5 %. Por encima de los 15.9 mg P-Bray kg-1, la colonización MA permaneció estable en 6.9 %. La mayoría de los puntos de la relación correspondientes a los tratamientos NP inc se mantuvieron por debajo de la línea estimada. Asimismo, en general, a niveles similares de P-Bray los mayores grados de micorrización se obtuvieron en situaciones en que se aplicó el P al voleo. Esto indicaría que a similares niveles de P-Bray, la colocación al voleo deprimió en menor medida el desarrollo de la colonización micorrízica espontánea en el cultivo de trigo en comparación con la aplicación en la línea. Esto sería consecuencia de que aplicando el P al voleo se ocasiona menor contacto entre el fertilizante y las raíces (y por lo tanto con los hongos MA). Esta situación coincidiría con lo reportado por Miranda & Harris (1994) quienes han demostrado un efecto depresor del P del suelo sobre el crecimiento de las hifas.

 

CONCLUSIONES

En situaciones de baja disponibilidad de P, la aplicación en línea resultó ser más eficiente que la aplicación al voleo para incrementar el rendimiento del cultivo de trigo. En condiciones de mayor disponibilidad las diferencias entre las formas de aplicación del fertilizante fueron menores.

Si bien la fertilización fosfatada afectó negativamente la formación de micorrizas, la aplicación de P al voleo deprimió, en menor medida, la micorrización en relación a la aplicación en bandas. La menor diferencia en el rendimiento entre las formas de colocación podría ser consecuencia de la mayor micorrización por aplicaciones de P al voleo, particularmente a niveles de P-Bray por encima de 11 mg kg-1.

AGRADECIMIENTOS

Convenio ASP-Unidad Integrada Balcarce, campañas 2001 y 2002.

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