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Cuadernos de antropología social

versión On-line ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  n.19 Buenos Aires ene./jul. 2004

 

Eduardo Menéndez (2002). La parte negada de la cultura. Relativismo, diferencias y racismo. Bellaterra, Barcelona, 421 páginas.

Mirtha Lischetti *

* Licenciada en Ciencias Antropológicas. Profesora Titular de Antropología, Ciclo Básico Común, Universidad de Buenos Aires. Correo electrónico: mlische@tbc.uba.ar

   Este libro trata de "la parte negada de la cultura": según vamos leyendo, siguiendo los "develamientos" que realiza el autor, reconstruimos que la constituyen en lo fundamental las dimensiones económicas, políticas e ideológicas, que asumen distintas formas según los diferentes contextos socio-históricos (la situación colonial, el subdesarrollo socio-económico, distintos etnocidios, la antropología alemana en la época nazi, etcétera).

   El autor comienza analizando la constitución de la Antropología Social —al tiempo que destaca su especificidad y discurre acerca de su legitimidad epistemológica—, develando los supuestos ideológicos que constituyeron a las ciencias socio-históricas en la modernidad europea. Se preocupa por señalar cómo, en la construcción de la disciplina, los problemas, los sujetos de estudio, y las aproximaciones teórico-metodológicas se redefinen durante las situaciones de crisis, entre procesos sociales y epistemológicos. Analiza dichos procesos en la crisis de 1930-1940 y en la de los años sesenta. En la primera, además de marcar el fin de las grandes teorías (evolucionismo, difusionismo), hay un muy original análisis de la producción antropológica alemana durante el nazismo (que incluye producciones anteriores y posteriores en el tiempo, y no sólo del ámbito de Alemania), mostrando cómo los nuevos problemas que emergen en la antropología encuentran su correlato con lo que acontece en las sociedades donde se construye ese pensamiento. Este es el caso del tratamiento que se hace en la obra del padre Schmidt de la existencia del "alto dios" en las culturas primitivas: se propone que este contenido teórico revela la necesidad, de la sociedad alemana de ese momento, de quitar al judaísmo su índole de única fuente del cristianismo.

   La importancia atribuida a la crisis de los sesenta tiene que ver con el hecho de que ésta fuera asumida reflexivamente por los antropólogos. Imbricado con estos análisis considera la reformulación de los relativismos, la alteridad y las diferencias.

   Al analizar la producción de conocimientos antropológicos —en lo que el autor señala como la tercera crisis, que se produce entre los últimos setenta y los ochenta—, sostiene que la disciplina retorna al programa de los años 1920-1950. En este período abunda la explicación de las particularidades, junto al rechazo de las grandes teorías que habían dominado el contexto de producción en los sesenta. Menéndez sistematiza las distintas tendencias (a las que nombra como teoría de las prácticas, teoría del discurso, teoría de la intencionalidad) valorando los aportes de cada orientación, sin dejar de expresarse críticamente, y sin dejar de asumir una posición frente a las mismas. Son especialmente interesantes los análisis sobre el retorno de lo local, la ausencia de lo ideológico y, en correspondencia con esta consideración, el tratamiento de la cultura como verdad, temas en torno a los cuales contrasta autores y líneas de pensamiento.

   Si bien la especialidad de Eduardo Menéndez, la antropología médica, no está ausente en ninguno de los capítulos del libro, alcanza su mayor despliegue en las páginas en las que reflexiona sobre la bidimensionalidad humana, complejizando la problemática y no dejando espacios intersticiales sin descubrir ni develar.

   En el biologicismo, entendido como dimensión práctico-ideológica de la vida cotidiana, en el análisis de los deslizamientos de lo étnico hacia lo racial, en el redescubrimiento del cuerpo y las distintas maneras de abordar su conocimiento, y en el tratamiento de las diferencias biológicas y culturales, quedan incluidas las discusiones sobre el dualismo cuerpo/mente, sobre las biologías locales. Se destaca muy especialmente como propuesta la que ofrece el culturalismo norteamericano, centrado en lo simbólico y en lo psico-cultural, que se contrapone con otras que derivan hacia el etnorracismo, sobre cuya detección, análisis, pero sobre todo resolución al nivel de las prácticas sociales, advierte enfáticamente.

   Retomando uno de los hilos conductores de sus reflexiones de la última década, se ocupa del uso de conceptos desde distintas perspectivas: el no reconocimiento de viejos conceptos en los nombres nuevos que aparecen conteniéndolos, el desgaste de los mismos, el enunciado de categorías de análisis en investigaciones que posteriormente no las utilizan. Hace un seguimiento de estos procesos en las distintas corrientes de pensamiento, en autores paradigmáticos, y en la misma manera de encarar el análisis de la realidad social (v. g. como estructura o como proceso), o de organizar el trabajo investigativo. Destacando, además, la diversidad de usuarios de las categorías que circulan: el ámbito académico, la apropiación política de las explicaciones científicas, y la apropiación de las mismas por los conjuntos sociales.

   La perspectiva del punto de vista del actor es rastreada en la producción antropológica y de las ciencias sociales desde los años veinte, y reconocida en sus usos actuales, bajo los nombres de subjetividad, identidad, sujeto, experiencia, entre otros. Son analizadas críticamente las particularidades y las reflexiones que todos estos usos produjeron, destacándose el valor que puede llegar a tener la perspectiva del punto de vista del actor si se la usa en término relacionales y no posicionales: "Una perspectiva realmente relacional debe incluir no sólo los puntos de vista de los actores significativos que intervienen en un proceso y situación determinados, sino también el punto de vista del investigador" (Menéndez, 2002: 367).

   Los discípulos españoles(1) del autor, que prologan su libro dicen de él: "Eduardo Menéndez, uno de los escasísimos y grandes teóricos en la antropología de la medicina actual y aun de la antropología contemporánea..."; y de su obra: "una de las obras más coherentes y con mayor capacidad potencial de influencia...".

Notas

1) Rosario Otegui Pascual (Universidad Complutense de Madrid), Decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología (1997-2002) y Joseph María Comelles (Universitat Rovira i Virgili de Tarragona), Director del Departamento de Antropología Social (1999-2001). Organizador junto a Oriol Romaní de un Área de Antropología Médica, considerada una de las tres mejores de Europa.

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