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Cuadernos de antropología social

On-line version ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  no.23 Buenos Aires Jan./July 2006

 

Las ONG: ciencia, desarrollo y solidaridad1

Bernard Hours*

* Investigador del Institut de Recherche pour le Développement, Paris, Francia. Bernard.Hours@bondy.ird.fr. Texto traducido por Juan Manuel Sivila.

Resumen

La cooperación internacional en el campo del desarrollo ha experimentado cambios recientes y rápidos que, vinculados a la evolución de las ideologías, han ido remodelando sensiblemente las representaciones acerca de las relaciones Norte-Sur. Las ONG han adquirido un lugar importante en el marco de la co-gestión de la "aldea planetaria" junto a la investigación y ocupan un lugar que es necesario precisar, comparar y distinguir. El artículo se centra en la cuestión de las condiciones y límites de la cooperación entre investigación y las ONG, indagando si se trata de dos mundos cerrados y heterogéneos, qué complementariedades se dan entre ambos y cuáles son los beneficios para el desarrollo. Se propone una relativización de la noción de desarrollo tal como se la entendía en la década de 1960, que toma en cuenta las dificultades que conlleva el paso del conocimiento a la acción. Asimismo se analizan desde una perspectiva antropológica las metamorfosis sufridas por las representaciones de la solidaridad, desde las ideologías del desarrollo hasta las de la acción humanitaria que motivan a los actores sociales que integran las ONG.

Palabras clave : Antropología del presente, ONG, Solidaridad, Desarrollo, Ideología humanitaria

Abstract

The international cooperation in the field of the development has experienced recent changes that, linked to the evolution of the ideologies, have sharply remodeled representations about North-south relationships. The ONGs have acquired an important place within the framework of a co-administration of the "planetary village" along with research and both occupy a place that is necessary to specify, to compare and to distinguish. The article is centered in the issue of the conditions and limits of the cooperation between research and the ONGs, questioning if they indeed constitute two closed and heterogeneous worlds, if they are complementary and which benefits for development they carry. The author aims to a relativization of the notion of development as it was understood in the decade of 1960, taking into account the difficulties involved in the step from knowledge to action. He also analyzes from an anthropological perspective the metamorphoses suffered by the representations of solidarity, from the ideologies of development to those of humanitarian action that motivate the social actors in ONGs.

Key words : Anthropology of the present, NGO, Solidarity, Development, Humanitarian action ideology.

Resumo

A cooperação internacional no campo do desenvolvimento experimentou recentes mudanças que, vinculado à evolução das ideologias, remodelou sensivelmente representações sobre as relações Norte-Sul. As ONGs adquiriram um lugar importante no marco duma co-gestão da "aldeia planetária" junto com a pesquisa e ocupam um lugar que é necessário especificar, comparar e distinguir. O artigo é centrado no assunto das condições e limites da cooperação entre pesquisa e o ONGs, indagando se eles constituem dois mundos fechados e heterogêneos realmente, se eles são complementários e quais sao os benefícios para o desenvolvimento. O autor aponta a uma relativização da noção de desenvolvimento como era compreendido pela década de 1960, levando em conta as dificuldades envolvidas no passo do conhecimento ã ação. Além disso analisam-se desde uma perspectiva antropológica as metamorfoses sofridas pelas representações da solidariedade, desde as ideologias de desenvolvimento até aquelas de ação humanitária que motivam os atores sociais que integram ass ONGs.

Palavras chave : Antropologia do presente, NGO, Solidariedade, Desenvolvimento, Ideologia de ação humanitária.

La cooperación internacional en el campo del desarrollo ha experimentado cambios recientes y rápidos vinculados a la evolución de las ideologías. Dicha evolución fue remodelando sensiblemente las representaciones respecto a las relaciones Norte-Sur. Las ONG han adquirido un lugar importante en el marco de la co-gestión de la "aldea planetaria" junto a la investigación y ocupan un lugar que es necesario precisar, comparar y distinguir.2 Abordaremos así la cuestión de las condiciones y límites de la cooperación entre investigación y las ONG. ¿Se trata de dos mundos cerrados y heterogéneos? ¿Cuáles son las complementariedades existentes y los beneficios para el desarrollo? Concluiremos relativizando la noción de desarrollo, tal como se la entendía en la década de 1960, e interrogándonos acerca de las dificultades que acarrea el paso del conocimiento a la acción.

El tercermundismo, cuna de la ideología de las ONG

El tercermundismo se funda sobre un mito central: el de la figura del tercer mundo como actor mesiánico de la historia, a partir de su despojo y opresión. Sobre este núcleo ideológico se constituyó la militancia asociativa de las décadas de 1960 y 1970. El estado nacional emancipado del colonialismo fue aceptado como el vector de la emancipación y desarrollo del Sur. A pesar de las diferencias existentes en torno al rol del estado nacional, tanto marxistas como cristianos compartieron este credo "progresista", uniéndose en una solidaridad que para unos era internacionalista y, para otros, cristiana. En nombre de esta fraternidad planetaria lucharon juntos contra la explotación capitalista y colonialista.

Este tipo de cooperación internacional se presentaba como solidaria, de un milenarismo fácil y se fundaba en testimonios y denuncias. Se trataba, por lo demás, de una cooperación participativa que tendía a relacionar minorías surgidas de sociedades civiles del Norte con minorías del hemisferio Sur para transformarlas, de este modo, en una mayoría en progreso. Es en este contexto donde el concepto de cooperación, que hoy aparece como banal, ha encontrado las bases de su éxito. Reparto para los cristianos, justicia e igualdad para los marxistas, allí todos podían comulgar en la misma misa ideológica.

Todos estos militantes compartían la voluntad de desarrollo a largo plazo y también la voluntad de "desarrollo humano" –¡término retomado hoy por las organizaciones internacionales!– y aceptaban la constitución de un estado fuerte (entiéndase, un poco...autoritario) que trabajaría para los más desfavorecidos. La calidad de las relaciones interpersonales resultaba tan importante como los resultados. Las grandes ONG que han implementado este tipo de cooperación son en su mayoría cristianas: CCFD (católica), Cimade (protestante), Tierra de Hombres, Hermanos de los hombres. Todos estos militantes, más allá de que crean o no en el cielo, tienen en común el imperativo de un mundo más justo y solidario. Para estos grupos, el reconocimiento de la dignidad de los pobres –u oprimidos– constituye el principal valor que sustenta sus relaciones o, mejor aún, el valor que les da sentido. Este humanitarismo profundamente idealista, que erige una visión del hombre blanco occidental como el más grande pecador del planeta, será sepultada en la década del 1980 por la era humanitaria en la que el cambio de perspectiva incluirá una visión del hombre occidental como el mayor gendarme del planeta.

De la Intervención a la Aldea Global: la Era Humanitaria

El marketing directo sobre los donantes se inauguró en Francia a través de las asociaciones de urgencia (MSF, MDM, AICF) que comenzaron a "vender" al público las míseras imágenes de las grandes catástrofes naturales o políticas. Nació así el " charity business " (Kouchner) o el "bazar de la caridad" (Condamines), es decir, el mercado de buenos sentimientos que, popularizando estos negocios, puso fin al tercermundismo y a la militancia anterior para pasar a favorecer un humanismo "sin fronteras".

La fundación LSF, emanación de MSF, constituirá una herramienta que determinará el fin de la hegemonía tercermundista, cuyo credo será atacado de frente por el nuevo movimiento anti-marxista y neoliberal. Hacia fines de la década de 1980, este anti-tercermundismo, fundado en una lectura universalista de los derechos humanos, preconizará las recetas del neoliberalismo económico y la afirmación del anti-estatismo. El éxito mediático y financiero de MSF o de MDM se explica, en gran medida, por sus incursiones televisivas mostrando imágenes catastróficas e impactantes del subdesarrollo y por el pragmatismo técnico y crítico de las deficiencias de los estados del hemisferio Sur. El éxito de estas organizaciones ha sido tal que cada una logró que uno de sus funcionarios fuera nombrado ministro de gobierno. De allí que exista un retroceso del anti-estatismo anterior en estas organizaciones.

Este éxito popular, sumado a los avatares de la cooperación bilateral estatal en numerosos estados del Sur, erige a las ONG en las interlocutores más calificadas para los poderes públicos, que encuentran en estas asociaciones espacios relativamente favorables para la discusión y a menudo más eficaces. Hoy numerosas ONG están financiadas por la UE o por los sistemas de cooperación bilateral franceses, británicos (ODA), alemanes (GTZ), suecos (SIDA), daneses (DANIDA) o noruegos (NORAD).

La separación anterior entre ONG de desarrollo (ex-tercermundistas) y ONG de urgencia (de marketing y catástrofes) quedó disuelta cuando se produjo el boom del mercado humanitario. Las asociaciones del primer tipo (por ejemplo CCFD), que hasta entonces se presentaban como organizaciones de solidaridad se vieron obligadas a desarrollar un discurso humanitario mediático a fin de no desaparecer. El calificativo "humanitario" se convirtió en un rótulo bastante confuso que recubría tanto hambrunas como catástrofes políticas o proyectos de desarrollo. El lugar asignado a las "comunidades locales", objetado en su momento, fue reivindicado y resultó menos subversivo desde que el "derecho de intervención humanitaria" fuera reconocido por la ONU. En la actualidad se ha generado un debate acerca de los alcances del concepto de derecho de intervención humanitaria. Para ello fue necesario pasar por las experiencias de Somalia, Yugoslavia y Rwanda, que plantearon interrogantes acerca de lo humanitario en el ámbito del estado y en el ámbito militar. A comienzos de la década de 1990, Kouchner llegó a imponer con asombrosa facilidad el concepto de deber de intervención, transformado inmediatamente en derecho de intervención. Este derecho de acceso a las víctimas se manifiesta de un modo fundamentalmente político y tiene poco que ver con los buenos sentimientos de los programas televisivos.

Hoy parece que el concepto de humanitarismo ha adquirido una mayor importancia económica y política debido al juego de los flujos financieros y a la aparición del criterio humanitario en el campo del derecho y de la política nacional e internacional. El desarrollo, como proyecto, se ha convertido en el convidado de piedra de los debates. Los estados del Sur, particularmente los más pobres, son los grandes perdedores de esta evolución. En la opinión occidental estos estados aparecen como culpables tanto en el terreno del desarrollo como en el de la democracia. Las intervenciones "pos-neocoloniales" se hacen en nombre del derecho de intervención humanitaria que muestra, a las claras, una nueva forma de dominio político donde las ONG son, quiéranlo o no, un eslabón esencial.

Tras varias décadas de relativos fracasos del desarrollo, las cuestiones concernientes a los derechos humanos y a las acciones de salvamento de poblaciones damnificadas ocupan el centro de la escena. Las ONG se han visto empujadas a adoptar el rol de administradoras de la "aldea global" y para cumplirlo cuentan –de ser necesario– con el apoyo de ejércitos a los cuales se les encomienda la custodia de los campos de refugiados, establecidos para albergar a las poblaciones que aparecen como candidatas a la inmigración. Estamos ante un hecho de importancia ante el cual cabe preguntarse en qué condiciones y hasta dónde las ONG son interlocutores adecuados para la investigación científica en y sobre los países en desarrollo.

¿Las ONG Interlocutoras de la Investigación Científica?

Existen múltiples evidencias que obligan a preguntarse acerca de la cooperación entre investigación y ONG. Las ONG se han convertido en los principales actores del desarrollo, aun cuando se lo presente a éste último como en permanente catástrofe. Numerosas ONG han aprendido sobre el terreno que el salvataje temporario no constituye una respuesta duradera sino una postergación de plazos que son ineluctables. Aprendieron también que la administración de un campo de refugiados poco puede aportar respecto a condiciones de vida decente. Por esta razón, la necesidad de un desarrollo sustentable es percibida nítidamente por los dirigentes de las ONG de urgencia, pese al gusto recurrente de los donantes por las causas espectaculares. Más allá de la puesta en escena mediática de las "políticas de la piedad", según la expresión de Hannah Arendt, existe toda una generación de actores de asociaciones que hoy posee un mejor conocimiento de las realidades concretas de los países en desarrollo. La preparación técnica de dichos actores y cooperadores asociados ha tenido un desarrollo singular. Los prejuicios ideológicos y la militancia dieron paso a abordajes más técnicos y pragmáticos. Dicha evolución de las ONG posibilita el diálogo con los investigadores, hasta ayer repelidos o preocupados frente a los discursos de compromiso provenientes de diferentes sectores. No obstante, la evolución del perfil de las ONG en la década de 1990 muestra que éstas se han convertido en verdaderos actores políticos, a pesar de que lo nieguen. Al reemplazar progresivamente la cooperación bilateral participando en programas internacionales de financiamiento, las ONG se han convertido, por lo general, en prestatarias de servicios, en estructuras competitivas y complejas expuestas a riesgos burocráticos y tecnológicos. Las organizaciones que intentan implementar soluciones alternativas al monopolio del BM, por ejemplo, deben enfrentarse a las dificultades económicas que ello implica. Aquí también rigen las leyes de bronce del mercado, unificadoras y monolíticas.

Los integrantes de ONG son más competitivos y calificados que ayer y actúan, cada vez más frecuentemente, como expertos o asesores alternando, sin dificultad, períodos asociativos con períodos de actividades como asesores internacionales. Es sabido que, entre los investigadores, el "asesor" es mirado con cierto recelo, lo que puede dificultar la cooperación. En efecto, en Francia, la investigación pública, dotada de cierta estabilidad, mantiene alejados a los investigadores de la permanente búsqueda de contratos con organismos no estatales. En cambio, en los países anglosajones estos contratos son una necesidad, en particular para los investigadores británicos. Las ONG, por su parte, conocen muy bien la carrera por el financiamiento de proyectos pues constituye una parte central de sus actividades.

La cooperación de sustitución, reservada hasta ayer a la cooperación bilateral, permite que las ONG hereden, por ejemplo, la totalidad de la administración de vastas regiones sanitarias (Chad). Una parte creciente de las funciones que ayer se atribuían a los Estados de los países en crisis pasa a manos de las ONG, que sustituyen así a los poderes públicos o bien cumplen sus funciones por delegación. Frente a tales situaciones, los investigadores apenas pueden ampararse en el poder del conocimiento, muy frágil en el campo del desarrollo; además, debido a los sistemas de financiamiento internacional, a menudo la decisión y la acción priman sobre el conocimiento. Al respecto es impresionante constatar que las ciencias sociales del desarrollo se hallan frente a un dilema elemental: producir un discurso crítico sobre los errores de estrategias pasadas y presentes, o adoptar un discurso tecnocrático acorde con los postulados dominantes, formulados por las instituciones multilaterales. Esta situación lleva a los investigadores a realizar una elección necesariamente radical. Al participar en programas de desarrollo, que incluyen el trabajo con ONG, se exponen a que sus trabajos sean subestimados por las comisiones evaluadoras. Manteniéndose a distancia del desarrollo trivial, con las manos limpias, se encierran en una torre de marfil académica, que sólo puede subsistir en el marco de una investigación pública que garantiza estabilidad, aunque cada vez con menos medios.

Los investigadores, partiendo de una ética más o menos justificada según los distintos campos de la investigación, desconfían profundamente del poder y de los poderes. La investigación sobre desarrollo no genera ingresos en los medios de comunicación. Por su parte, las ONG, gracias al apoyo que encuentran en la población, disponen de un poder importante y están familiarizadas con los mecanismos estatales o internacionales. Su anti-estatismo ha retrocedido, si bien la desconfianza respecto de las manipulaciones políticas después de Somalia y Rwanda se ha mantenido. Su capacidad para utilizar los medios de comunicación pone coto a la molicie de las políticas de información científica y técnica que poseen un impacto limitado, salvo en el campo de la biología y del SIDA, sobre los que la población se encuentra ávida de información. La capacidad de las ONG para informar a la opinión mundial, vía los medios de comunicación, desde las aldeas más remotas del planeta es notable y ocurre en corto circuito respecto de los propios Estados locales. Sin embargo, el impacto que tienen sobre la opinión pública no logra neutralizar totalmente su dependencia respecto de los proveedores de poder.

Si bien la creciente competencia entre las ONG y los Estados aparece como condición positiva para el diálogo con los investigadores, las ambigüedades y las manipulaciones ideológicas que atraviesan a las ONG constituyen un serio obstáculo para que exista una colaboración eficaz. Sin embargo, tanto las ONG como los Estados perciben claramente la necesidad de colaboración. Ambos saben que el acceso a los lugares de conflicto y la complejidad de los problemas requieren la articulación de todas las competencias. La naturaleza de los problemas de desarrollo exige que los mismos sean tratados seriamente en todos sus aspectos y allí es donde los investigadores pueden, sin prejuicios, aportar sus conocimientos fundados en una larga experiencia. Ello supone una maduración en el tiempo que no todas las ONG poseen, ya que lamentablemente muchas de ellas se contentan con lograr primicias periodísticas, dejando libradas sus estrategias a los medios de comunicación. Existen otras que se encuentran dispuestas a una colaboración inevitable con los Estados y los investigadores y, concientes de sus lagunas, formulan pedidos de investigaciones o requieren conocimientos acerca de los lugares en donde operan. Los proyectos de las ONG constituyen así un terreno insoslayable para la investigación sobre el desarrollo que puede encontrar allí tanto las preguntas esenciales que debe afrontar como la posibilidad de experimentar soluciones y métodos, abocándose a la adecuación de tales medios a las condiciones locales. Una colaboración de este tipo, por lo demás, no puede más que mejorar la eficacia de aquellas ONG que se dedican a la implementación de soluciones sustentables de desarrollo.

Del Conocimiento a la Acción

Aunque del conocimiento a la acción solo hay un paso, este raramente se da debido a las diferencias existentes entre las modalidades de funcionamiento de la investigación –al menos de la investigación pública en Francia– y de las ONG. Como las ONG son organizaciones con objetivos de carácter operativo tienen, necesariamente, una visión propia acerca del desarrollo en donde la logística (es decir los medios de intervención) tienen un rol determinante. Desde la perspectiva de la investigación, en cambio, el dominio y la comprensión de los procesos así como las condiciones de la acción, ocupan un lugar preponderante. Tales diferencias de abordaje originan una evidente complementariedad que resulta conveniente articular. La mayor parte de las ONG se encuentra preparada para colaborar. Aunque desde el punto de vista de los investigadores dicha colaboración es percibida, a menudo, como utilitaria e instrumental. Los aportes de la investigación estarían orientados a evitar el cuestionamiento de la relación de las ONG con quienes intervienen en los programas que éstas implementan. Las reticencias formuladas por los investigadores se basan en el sesgo ideológico que caracteriza a las ONG ya que el impacto político no sería del todo compatible con una ética de la investigación científica. Aunque tales reticencias han tenido una lenta evolución, el número de programas de investigación realizados en colaboración con las ONG continúa siendo escaso, aun cuando existen numerosos proyectos de desarrollo que contienen una etapa de investigación. Tales investigaciones, si bien no siempre se ajustan al canon académico, pueden obtener con facilidad financiamiento, particularmente en áreas de agronomía o en salud pública. Es necesaria una mayor apertura de los investigadores en tal dirección así como en el manejo imperioso de los prejuicios y de las influencias ideológicas a las que están expuestas las ONG. Si bien la ciencia ejerce cierta atracción sobre las ONG, éstas quedan desilusionadas por la ciencia debido a su gestión académica poco proclive a una perspectiva de acción operativa y rápida, propia de las asociaciones de intervención. Más allá de los discursos de circunstancia, resulta necesaria una voluntad de apertura más clara por parte de los investigadores y una mayor madurez ideológica por parte de las ONG respecto de la realidad de los países del Sur. Tales parecen ser las principales condiciones para una mejor cooperación científica. Ello supone un enriquecimiento recíproco y asimismo una redefinición en común de la idea de desarrollo.

En efecto, tras muchas décadas de tentativas de desarrollo, este concepto ha perdido buena parte de su significado y resulta cada vez más evidente que la idea de desarrollo para el Norte no se corresponde con la idea de desarrollo existente en el Sur. Entre la administración macro-económica del planeta y las aspiraciones de los habitantes urbanos y rurales del Sur existe un diálogo de sordos que no debería prolongarse por mucho tiempo. Las ONG se encuentran en el corazón de este verdadero desafío.

Las Metamorfosis de las Representaciones de la Solidaridad. Del Desarrollo al Humanitarismo

La observación participante aparece como una ficción necesaria para poner en práctica la mirada antropológica. En efecto, ésta última supone distancia y proximidad, es decir un compromiso controlado. En el análisis de las ideologías del desarrollo, de la solidaridad y de la acción humanitaria que motivan a los actores sociales de las empresas que son las ONG, tanto el distanciamiento académico como la adhesión se presentan como posturas no siempre propicias para la formulación de un verdadero conocimiento, es decir de un saber justo y relativamente nuevo. La siguiente contribución se originó en antiguas actividades de investigación sobre la ideología del desarrollo.3

Con todas sus ambigüedades, la observación participante resulta así particularmente adecuada para describir prácticas que se nutren de análisis, pero también de apuestas. Estas experiencias se transforman, en gran medida, en un material de campo cuyo estudio constituye una contribución de utilidad para la reflexión sobre las ONG y sobre el desarrollo. En efecto, las ONG son el vector privilegiado de representaciones ideológicas que se construyen como dominantes, a partir del instrumento fundamental de las imágenes mediáticas que estas organizaciones –o las más conocidas de ellas– utilizan para formar opinión o para generar consensos.

Teniendo en cuenta que las ONG, y su gran desarrollo, constituyen uno de los campos donde mejor puede medirse y analizarse la evolución de las concepciones de la solidaridad, intentaremos justificar la hipótesis según la cual las ONG constituyen la principal herramienta de gestión de formas colectivas para pensar la solidaridad en la actualidad. A medida que el concepto de desarrollo pierde progresiva e irremediablemente su pertinencia ideológica e histórica, las ONG aparecen como un crisol ideológico de envergadura en donde se observa, lenta pero explícitamente, una transformación que tiende hacia una homogeneización humanitaria que contribuye, de manera esencial, a la administración del mundo. Las ONG se presentan así como una herramienta capital de la globalización, aún cuando ellas mismas propongan un discurso sobre las especificidades locales, que termina constituyendo una de las contradicciones que las mismas deben afrontar.

Representaciones de la Solidaridad en Tiempos del Tercermundismo

La solidaridad además de ser, o pretender ser, una práctica está fundada sobre una moral colectiva y un sentimiento que combina ética y afectos. En Europa, la historia de las ONG es inseparable de los movimientos asociativos nacionales. En Francia, la aventura colonial significó un poderoso generador de representaciones sobre el Sur e impulsó el desarrollo asociativo, principalmente cristiano. En nombre del "deber de civilización", accesorio obligado y en definitiva más duradero que las colonizaciones militares y políticas, millares de misioneros partieron desde la Francia rural hacia ultramar; eran bretones o alsacianos, llevaban la palabra caritativa, la palabra de Cristo, pero también la de Francia. Esto les permitió difundir sobre las poblaciones con las que compartieron la vida, ya que no la misma fe, un imaginario perdurable. Tras las guerras coloniales y con el advenimiento del neocolonialismo del cual somos el emergente, la fraternidad cristiana aparece confrontada con la solidaridad laica e internacionalista de los movimientos tercermundistas de tipo marxista.

El carácter mesiánico de las ideologías de los tercermundistas cristianos y marxistas permitió la articulación de sendas organizaciones. Al mesianismo cristiano, que erige a los pobres en elegidos de Dios, corresponde el mesianismo marxista revolucionario, de clases elegidas. El título de la obra de Fanon Les damnés de la terre ( Los condenados de la tierra ) es explícito en tal sentido. La revuelta de estos condenados es lo que constituye el fermento del porvenir. La fraternidad entre los hombres y la solidaridad con los oprimidos son dos concepciones que conjugan sus efectos constituyendo el núcleo central de la ideología tercermundista. Esta conjunción ideológica construida en torno a la posibilidad de una liberación mesiánica no está exenta de diversas zonas de especificidad. Los cristianos, distantes frente al rol del Estado, prefieren las "comunidades de base", concepto típico de la ideología cristiana de desarrollo comunitario, representado por G. Belloncle. El desarrollo "comunitario", luego "auto-administrado" y más tarde "participativo" –vocablos que aparecen como un credo un tanto démodé aunque aun se usen– tiende a pensar el desarrollo como una aventura colectiva, que tiene lugar en un contexto pastoral y bíblico, bajo la mano benévola de Dios que, justamente, reconoce a los suyos.

Precisamente nada tenía de benévolo el Estado socialista respecto del cual los tercermundistas temían la autoridad totalitaria y los excesos, aunque por otro lado se hallaban fascinados con las conquistas logradas en China, a través de un Estado fuerte y eficaz. La dialéctica estado/sociedad civil de los años 60 se encontraba para entonces cancelada por una visión Occidental atravesada por debates ideológicos radicales. Con excepción de Secours Populaire Français –Socorro Popular Francés– la mayor parte de las ONG que se desarrollaron a la sombra del tercermundismo eran cristianas: Hermanos de los Hombres, Tierra de los hombres, son las más conocidas junto con Cimade (protestante). "La vaca del rico se come el trigo del pobre" afirmaba Hermanos de los Hombres. En esta época numerosas obras hacían referencia al "saqueo del tercer mundo" y al "intercambio desigual", sin olvidar los efectos perversos de las culturas de exportación, de la deuda y de la extorsión en cuanto a las materias primas. Estos fenómenos, cuya realidad hoy apenas se discute, se analizan dentro de un esquema binario que opone el Norte al Sur, los países desarrollados a los países subdesarrollados, como dos mundos distintos con intereses, si no contradictorios, al menos radicalmente disociados. El tercermundismo ideológico se construye, en principio, a través de esta cesura entre ricos y pobres la cual aparece como un obstáculo casi ontológico que es necesario destruir en nombre del principio de los vasos comunicantes. Los más ricos del Norte deben ayudar a los pobres del Sur. Esta ideología, fundada en un sólido movimiento asociativo constituye el cuadro en el que, entre las décadas de 1960 y 1980, las asociaciones comienzan a transformarse en operadores del desarrollo, es decir en ONG que implementan y financian, primero, micro-proyectos y luego proyectos de desarrollo (tales proyectos pueden ser alternativos o complementarios de proyectos estatales). 4

En Francia, el tercermundismo se encuentra bien anclado en la izquierda. El dinamismo ideológico de esta posición se funda en una conjunción que toma, por un lado, del anti-imperialismo colonial y neocolonial de los marxistas que afirma el principio de la solidaridad internacionalista y, por el otro, del progresismo cristiano que habla en nombre de la fraternidad entre los hombres. Al concepto de solidaridad entre los pueblos, propio de los marxistas, corresponde el humanismo fraternal de los cristianos. La toma de conciencia por parte de los primeros es colectiva; en los segundos es individual y grupuscular (cf. la "concientización"). La figura marxista del oprimido armoniza con la figura emblemática del pobre de los cristianos. El tercermundismo constituye así un poderoso catalizador de la estructuración y coagulación política. Así, en las décadas de 1960 y 1970 el desarrollo constituye la principal forma de liberación de las naciones y de los hombres del hemisferio Sur, según se ponga el acento en las naciones y los pueblos (marxistas) o en el protagonismo de los hombres (cristianos). En ambos casos, tanto las naciones como los hombres del Sur eran vistos como los actores de la historia y de su propia liberación. El movimiento asociativo francés apareció situado, mayoritariamente, dentro de la corriente cristiana en la medida en que la importancia política del partido comunista en la sociedad francesa dejó poco lugar a las asociaciones marxistas autónomas. Los matices en las concepciones de la solidaridad respecto al tercer mundo pueden observarse en el rol desempeñado por el Estado en el citado proceso de liberación y emancipación.

A pesar de las representaciones diferenciadas de solidaridad y de sus diferentes actores, el tercermundismo se presenta como una ideología totalmente homogénea, ampliamente influenciada por una visión mesiánica del Sur –por sus hombres y sus pueblos– fundada en una concepción solidaria y participativa del desarrollo, del compartir y de la colaboración entendidos en un sentido cristiano próximo al concepto de comunión. Las categorías "pobres", "dominados" y "desposeídos" aparecen en primer plano, como si se tratara de la esencia misma del desarrollo, el cual es considerado por las ONG tercermundistas como una distribución "comunitaria". Esta concepción determina el perfil del voluntario de las ONG: altruista, fraternal, participativo. Tales calificativos hacen del desarrollo una aventura moral y humana pues la solidaridad es esencialmente concebida como una pulsión moral. Se trata de "compartir el pan" y "hacer florecer los campos". El desarrollo se presenta así como una pedagogía fraternal, cuya fuerza moral es la solidaridad.

Los voluntarios inspirados en estos valores parecen dispuestos a escuchar a poblaciones cuya cultura es valorizada, aunque no siempre comprendida, y parecen también abiertos a la improvisación. Esta apariencia de amateurismo de la primera generación de voluntarios de las ONG, quienes orientaban sus acciones más por sus buenos sentimientos que por su competencia profesional, ha evolucionado rápidamente. En la década de 1970, la difusión del término ONG se da en una atmósfera anti-estatal neo-izquierdista, libertaria y espontánea. El contexto neocolonial de entonces y el tipo de desarrollo (grandes proyectos) dan paso a una visión alternativa constituida por iniciativas asociativas que buscan desprenderse del Estado neocolonial y de los Estados locales dependientes, dirigiéndose directamente a las poblaciones a través de sus incipientes sociedades civiles, que pasan a ser el objetivo elegido para la solidaridad activa de las ONG.

Puesto que las que colaboran con las ONG son sociedades civiles perennes, la noción de desarrollo a largo plazo y de colaboración duradera va de suyo. El desarrollo es visto como un proceso pedagógico de larga duración, una valorización de los hombres desde sus principios y no como una simple optimización técnica de recursos económicos (cf. la revista Économie et humanisme y los escritos del padre Lebret). "Aquí y allá", según el concepto en boga en esa época, pequeños grupos militantes (o comunidades) operan relaciones interpersonales, cuyas cualidades –en esta concepción– condiciona los resultados. Estas relaciones vinculan a las minorías provenientes de sociedades civiles del Norte con minorías provenientes de sociedades civiles del Sur (o de aquello considerado como tal) para lograr mayorías de progreso.

Esta concepción tercermundista del desarrollo y de las relaciones Norte-Sur, fundadas en representaciones particulares de la solidaridad, no puede ocultar sus aspectos paternalistas y hasta misioneros, propios de toda pedagogía. La situación de las "sociedades civiles" locales difiere de un continente a otro y de un país a otro. Por esta razón, el estudio de las ONG del Sur resulta una necesidad para poder aprehender cuáles son sus propias prácticas y representaciones de la solidaridad en general, de la solidaridad de los otros y de nuestra solidaridad.

Lógicas Endógenas de las ONG del Hemisferio Sur. El Activismo como Práctica de Aproximación

Para las ONG del Sur la solidaridad constituye una referencia frecuente, pero dirigida a conciudadanos provenientes de grupos marginales o desfavorecidos. En este sentido, la sublimación que se opera en el Norte respecto de aquellos "Otros" desaparece o queda muy reducida. Las ideologías asociativas se refieren a problemas nacionales o locales concretos antes que al apoyo que pueden aportarles referentes ideológicos globales tales como la naturaleza, la pobreza o la democracia. El efecto de esta relativa proximidad física con los "pobres" u "oprimidos" otorga a los enfoques ideológicos un impacto menos directo sobre las prácticas de las ONG deben adecuarlas a los contextos de las luchas locales. Evidentemente estas luchas adquieren una significación mucho más amplia, permitiendo múltiples sinergias con las ONG del Norte, que aparecen así como colaboradoras ideológicas, técnicas y financieras. La proximidad existente entre las acciones de las ONG y sus beneficiarios introduce, en las ONG del Sur, una dimensión de grupo de presión aún más completa que en Occidente. Debido a que las ONG del Sur se enfrentan a desafíos locales y nacionales sus actividades aparecen, a veces, situadas en terrenos de naturaleza política, sin pasar necesariamente por mediaciones emocionales o morales abstractas, o al menos haciéndolo en una escala menor a lo acostumbrado en las ONG del Norte.

Examinaremos a continuación algunos estudios de caso y algunos contextos regionales reveladores de una fuerte diversidad.

En Bangladesh, país erigido en símbolo de la pobreza a través de los discursos mediáticos sobre la miseria, las ONG constituyen un instrumento de la vida política. Son numerosas las ONG que se encuentran registradas en este país, siendo varios miles de organizaciones las que reivindican tal rótulo. Desde Graneen Bank, de notoriedad mundial e interlocutor calificado de las organizaciones internacionales, a las ONG de barrios o pueblos, existe una multiplicidad de organizaciones locales, regionales y nacionales que participan en la estructuración del campo político y social. Las más importantes, intervienen en la discusión con los poderes públicos y con las instituciones que aportan fondos para el desarrollo agrícola, de la salud y del empleo (Brac, Graneen Bank, GK). A nivel micro-local estas mismas ONG construyen su base social del mismo modo que las asociaciones más modestas que ejercen su influencia sobre la vida de los barrios o de pequeñas poblaciones.

La situación de las ONG extranjeras establecidas en Bangladesh es muy diferente pues carecen de esa base social. Sin embargo, pueden adquirirse, temporalmente, a través de un socio local que acaba siendo casi indispensable para obtener un impacto duradero. De esta situación resulta un vínculo profundamente ambiguo en el cual las ONG de Bangladesh intentan asegurarse los aportes financieros de las organizaciones del Norte, reservándose una gran capacidad de control. Desde la voluntad depredadora de las pequeñas organizaciones que buscan subvenciones, a la estrategia más dialéctica y sofisticada de las organizaciones más importantes, las relaciones de manipulación recíproca resultan frecuentes en tales contextos.

Dos tipos de ONG fueron exhaustivamente estudiadas en Bangladesh. Gonoshastaya Kendra (GK), más conocida como Centro de Savar, es una empresa de desarrollo fundada tras la liberación de Bangladesh (Hours y Selim 1989). Esta organización de desarrollo, como lo son todas las grandes ONG, lleva a cabo múltiples actividades de educación, salud, industria farmacéutica de dimensión nacional, cooperativas... La noción de solidaridad resulta aquí menos pertinente que la noción de justicia social, reparto equitativo, educación o evolución de la condición femenina. Tal como se ha observado en las poblaciones en donde interviene el Grameen Bank , esta ONG se establece como una estructura extremadamente disciplinada y vertical, con miembros fuertemente jerarquizados y cuyos valores están en continuidad con los del sub-continente indio, ideológicamente muy diferente a Occidente. En GK, desarrollo significa educar a los pobres, brindarles acceso a cuidados y cobertura médica, asegurarles una formación profesional, ayudar a las mujeres a asumir responsabilidades, producir los medicamentos esenciales. Todo ello supone una organización bien constituida, asentada en un espacio físico donde trabajan más de mil personas y que tiene poco de las concepciones abstractas de la solidaridad o de los discursos anti-imperialistas. El manejo de tales discursos pertenece a los responsables de la organización, que actúan en las reuniones internacionales con las ONG del Norte. En GK, la ideología que subyace a las prácticas observadas manifiesta un enfoque nacionalista y progresista de Bangladesh, susceptible de ser articulado con las grandes líneas del tercermundismo occidental de la década de 1960. El anti-imperialismo, el nacionalismo, la reivindicación de la "justicia social" y de un mejor destino para los más pobres constituyen los caracteres propios del tercermundismo ideológico con la única excepción de que los mismos son utilizados, a gran escala, por los miembros de una elite "iluminada", nacida de una clase media alta que niega el statu-quo y quiere reformar la sociedad. Para los integrantes de base de estas organizaciones, la lucha tiene que ver con su propio destino, con el ascenso en la jerarquía y con la evolución del país. El trabajo para estos actores posee el régimen propio del asalariado fuertemente jerarquizado, que sólo resulta atenuado en las reuniones públicas donde la autoridad de los dirigentes continua presente.

Zafrullah Chowdhury, el fundador de GK, recibió influencias del comunismo entendido al modo chino, de modo incuestionable; pero el grupo que lo rodea presenta diversos perfiles que van desde el ideólogo al humanista. Como en Grameen Bank o en Bangladesh Research Agricultural Comitee (BRAC) –Junta de Investigación Agrícola de Bangladesh– la visión que anima a sus fundadores es la de una reforma global de la sociedad más que la de las pulsiones nacidas de un altruismo solidario. No se trata de repartir riquezas sino de crearlas y distribuirlas de otro modo para cambiar la sociedad, sin necesidad de cuestionar todos las condiciones y jerarquías existentes.

El sub-continente indio cuenta con una rica y larga tradición de reformadores sociales que, antes y durante la colonización británica, siempre han querido crear una sociedad más equitativa, aun a costa de violentos enfrentamientos. En Bengala, por ejemplo, la mayoría de los movimientos sociales nacieron de las aspiraciones reformistas de los miembros de la elite social. Las revueltas campesinas o urbanas, nacionalistas o marxistas, perduran más allá de las macro-ideologías occidentales sobre las cuales tales luchas pueden fundarse episódicamente. Estos movimientos surgidos de la sociedad, a menudo de clases superiores –médicos, profesores, artistas– aspiran a dar voz a quienes carecen de ella, utilizando tanto canales endógenos como la caja de resonancia de testimonios extranjeros –ONG del Norte, periodistas–. No se trata de la realización del principio de un ideal democrático formal sino de la modificación de las relaciones de fuerza en la sociedad. Este activismo fundamental tiene su origen en la familiaridad de los militantes con la escena político-social local. En estas organizaciones, que a menudo son muy anteriores a la existencia del rótulo ONG en Occidente, el liderazgo es asegurado por personalidades dotadas de un cierto carisma e incluso de gran autoridad. Los responsables de esas organizaciones son primero managers y luego ideólogos. En cuanto a la solidaridad para los grupos de asalariados, la misma consiste en obtener resultados sobre el terreno para, de ese modo, cambiar la sociedad de Bangladesh. En el contexto cultural local, la noción occidental de solidaridad da paso a la noción de dignidad; ésta resulta más pertinente y supone movilidad social y liberación por la educación sin negar ciertas jerarquías y condiciones de existencia.

El segundo tipo de organizaciones observadas en Bangladesh, las asociaciones u ONG islámicas, tienen por objetivo el desarrollo socio-económico siguiendo los preceptos del Islam. Podemos destacar la existencia de asociaciones locales de barrio, catalogadas como ONG y que reciben fondos de donantes extranjeros, así como la existencia de otras grandes organizaciones como Rabitah o la Fundación islámica, financiadas por Arabia Saudita. Una característica propia de las asociaciones islámicas es la presencia de un fuerte proselitismo religioso vinculado a una concepción moral del desarrollo socio-económico. Este es concebido como un don de dios casi automático, realizable en la medida en que la sociedad respete las leyes del Islam (Hours 1993). Es conocida la importancia política de las actividades de beneficencia asociativa de estas organizaciones en los países expuestos al fundamentalismo religioso.

Sea como activistas sociopolíticos reformadores de la sociedad que procuran una mayor equidad, sea como prosélitos de un desarrollo islámico específico, las organizaciones asociativas de Bangladesh o de la India constituyen un fenómeno anterior al concepto occidental de ONG. Estas organizaciones, profundamente politizadas, presentan diversos perfiles desde los cuales se practica con más frecuencia una referencia a la justicia humana o divina que a la solidaridad, concepto central propio de Occidente. Para todas esas organizaciones, el desarrollo no constituye un campo específico, técnico o económico, sino que resulta ser un campo político central donde los actores sociales de una misma sociedad civil dividida discuten, a veces con violencia, la distribución de riquezas y las formas de producción de la propia sociedad. Las lógicas de estas representaciones son profundamente endógenas y se distinguen por ello de las del tercermundismo, que postulan una distancia (norte/sur, rico/pobre) fundada en una relativa exterioridad, completada a través de la apelación a sentimientos morales o "humanitarios". En ambos casos, de todas maneras, las elites locales o los militantes extranjeros producen una categoría del "otro", fundada en una diferencia de estatus o en una diferencia cultural entre los "beneficiarios" desposeídos y una dirigencia o jerarquía de personas educadas y portadoras de un estatus social más elevado o, al menos, percibido como tal.

En contraste con lo que sucede en el sub-continente indio, los países neo-comunistas del sudeste asiático presentan otro tipo de perfil. En Laos, las limitadas capacidades del Estado sitúan a las ONG en la misma situación observada en ciertos países de África. Ante la inexistencia de ONG locales, debido a la falta de una sociedad civil impensable para el Partido, el Estado otorga a organizaciones extranjeras un rol de asesoría permanente o de gestión directa de ciertos servicios –distritos de salud, por ejemplo–. A partir de esta sustitución, las ONG cumplen un rol asimilable al de la cooperación bilateral gubernamental. Allí donde el Estado no puede o no quiere instalar o rehabilitar un hospital, una ONG extranjera lo hace en su lugar.

En Vietnam se observa, desde comienzos de los 90, una explosión en el número de ONG extranjeras pues las organizaciones locales no disponen de ningún estatus y, de hecho, no son autorizadas. Algunos grupos de investigación, animados por universitarios, tratan de atribuirse la etiqueta de ONG a fin de recibir financiamiento extranjero.

Coordinadas por una agencia estatal especializada que les fija un estatus legal, las ONG extranjeras se relacionan, sistemáticamente, con las organizaciones de masas (mujeres, jóvenes, cooperativas campesinas), consideradas ficticiamente como ONG. Según los proyectos, este tipo de colaboración puede tener un desarrollo satisfactorio o bien terminar en fracaso cuando las tentativas de depredación de las organizaciones de masa, o de sus responsables, son consideradas excesivas. Muchas de las ONG presentes en Vietnam tienen relaciones con organizaciones norteamericanas. Pueden destacarse numerosas organizaciones caritativas y religiosas que actúan, a veces, de modo confidencial contentándose con hacer donaciones, siempre bien recibidas, y disponiendo de un simple representante o actuando desde el extranjero.

Las grandes ONG (Care, Oxfam, MSF, Save the Children ) ocupan un lugar más destacado y poseen sedes en las grandes ciudades capitales y distintas oficinas de proyectos. A través de las organizaciones de masa, colaboradoras necesarias sobre el terreno, el gobierno vietnamita ejerce un control estricto sobre esos proyectos de desarrollo. Las actividades de estas ONG se insertan en las fallas que presenta el dispositivo estatal destinado a la asistencia de las clases sociales desfavorecidas (mujeres, menores, campesinos, etc.), poblaciones en riesgo (prostitutas, jóvenes, etc.), debilitadas o dejadas de lado por la apertura brutal de la economía de mercado y la producción de inequidades sociales. Estos mecanismos de sustitución son activamente supervisados y escrupulosamente capitalizados por parte del Estado.

A pesar de ser organizaciones parcialmente dominadas por el Estado, las ONG constituyen un instrumento táctico de desestabilización de las tendencias conservadoras de una parte del aparato estatal. Los organismos financieros (como el BM) enfatizan la importancia de las actividades de las ONG para obtener las reformas esperadas. Ese sostén por parte de organismos multilaterales otorga a la actividad de las ONG de Vietnam cierto impacto político traducido en presiones con miras al logro de una mayor apertura social, contraria a las políticas del socialismo burocrático y a la rigidez del Estado-partido.

Al ser un instrumento funcional al Estado vietnamita, pero también a los organismos financieros extranjeros, las ONG de Vietnam se ubican en la actualidad en el centro de un innegable juego político. Tal es así que el reconocimiento de las organizaciones vietnamitas como ONG constituiría una revolución que, en el corto plazo, parece poco probable.

Un caso particular pero ilustrativo tiene lugar en Melanesia, más precisamente en Papúa, Nueva Guinea, donde poco después de la independencia se observó un florecimiento de ONG formadas por estudiantes graduados articulados con movimientos mesiánicos muy cercanos a los cargo-cults. 5 En efecto, la esperanza mesiánica de un desarrollo económico y tecnológico en las zonas rurales conducía a una articulación entre las aspiraciones comunes de jóvenes graduados y las propias de los pobladores, a menudo con expectativas poco realistas, de producir riqueza localmente.

Si bien es verdad que las organizaciones asiáticas mencionadas son menos mesiánicas que las organizaciones tercermundistas occidentales o que los cargo-cults melanesios, no es menos cierto que el desarrollo aparecía hasta 1990 como uno de los principales mitos fundadores de la segunda mitad del siglo XX. En él participaron las ONG, siendo las del hemisferio Sur las que obtuvieron un rol micro-político determinante, debido a que articularon lógicas locales y globales. Las ONG del Sur son actores directos en tanto que las del Norte son actores de mediaciones, de franca sustitución y de la llamada ayuda de urgencia. Las ONG del Sur aparecen en Asia como la herramienta que permite a las minorías activas construir la base social de un proyecto más o menos colectivo. Estas minorías constituyen vectores de iniciativas que requieren el apoyo de las organizaciones del Norte las cuales, en Asia, tendieron más a apoyar ideas que a aportarlas. En sociedades más desestructuradas o dependientes, como ocurre en parte del continente africano, la relación entre ONG del Norte y del Sur es evidentemente diferente y las intervenciones "humanitarias" son más frecuentes que en las sociedades dotadas de una antigua tradición asociativa y activista.

Por esta razón resulta ahora conveniente abordar la cuestión de la ideología humanitaria contemporánea que tomó la posta del tercermundismo y que parece ser la sentencia de muerte de la validez del concepto de desarrollo económico y social pertinente durante más de tres décadas.

La Ideología Humanitaria: de la Solidaridad a la Intervención

En Francia, el boom humanitario de la década de 1980 tiene su origen en transformaciones ideológicas particulares. La creación en 1985 de la fundación declarada "anti-tercermundista" LSF (cercana a MSF) constituye una ofensiva neoliberal contra la ideología tercermundista, acusada de ser un mero vehículo "del llanto del hombre blanco" y de ser técnicamente inoperante. Desde la óptica neoliberal, no es momento de aspirar a la justicia entre el Norte y el Sur sino de administrar y optimizar la capacidad de intervención de urgencia, aun a riesgo de lograr efectos más temporarios que duradero. Es necesario actuar rápido, ya no con militantes sino con voluntarios calificados. El mesianismo tercermundista, caduco, da paso a una administración de las situaciones humanitarias regida por una visión exclusivamente operativa que deja para más tarde el estudio de las causas. Distinguidos economistas se reúnen para afirmar la existencia de soluciones técnicas y para explicar que la buena gestión es el único remedio para la pobreza. Las apelaciones anteriores a la justicia y al reparto se encuentran casi perimidas. Durante este breve período, que se extiende de 1985 a 1989, el tercermundismo terminará siendo derrotado. La caída del muro de Berlín ha dado vuelta una página de la historia y, según parece, ha enterrado el concepto de imperialismo para sustituirlo por los conceptos de management y mercado mundial. El Norte y el Sur no son vistos como dos entidades separadas sino como partes, más o menos competitivas, del mundo global. La solidaridad militante fue reemplazada, primero, por la intervención no gubernamental, y luego por la estatal y multinacional. El Dr Kouchner, testigo infatigable de la "miseria del mundo", en lugar de combatirla promueve la adopción de una famosa resolución (N° 43/131 del 8/12/88) en las Naciones Unidas que transforma el "deber de intervención" (concepto moral) en un "derecho de intervención", a pesar de las reservas de la mayoría de los países del hemisferio Sur. Los Estados Occidentales, bajo la cubierta de la ONU, no vacilaron en tomar partido en los conflictos posteriores a esta resolución. Ha nacido el humanitarismo estatal. Éste se afirma en detrimento de la mayoría de las ONG que, en parte, se ven despojadas de sus herramientas y expuestas a las manipulaciones políticas cuya evidencia negaban.

El " boom humanitario" de fines de los 80 alcanzó su velocidad de crucero. Un discurso analítico y crítico comienza a desarrollarse en torno a los límites y las ambigüedades de la acción humanitaria que, sin embargo, goza de buena salud. Las ONG humanitarias presentes en todos los frentes han impuesto el concepto de ayuda humanitaria, en lugar del de desarrollo. En Etiopía, Irak, Somalia, la ex-Yugoslavia, Rwanda, las ONG se han topado con contradicciones políticas que las obligaron a poner fin a la negación de la política (y del Estado), característica de los años 80. Los créditos concedidos por las organizaciones financieras multilaterales a título de ayuda al desarrollo se encuentran en baja, mientras que aquellos que se otorgan para ayuda humanitaria tuvieron un fuerte crecimiento. Las principales beneficiarias de estas transformaciones son ONG humanitarias. Las antiguas ONG de desarrollo se ven obligadas a formar fila en la misma ventanilla que las ONG de urgencia, pero, debido a la falta de resultados milagrosos o duraderos, vieron disminuidas sus expectativas neoliberales extremas.

Los micro-proyectos "comunitarios", hortícola o agrícolas, que en la concepción tercermundista hacían florecer el desierto fueron reemplazados por una mitología más prosaica donde los hombres son víctimas alojadas en campos de refugiados. En cuanto a la asistencia médica debe destacarse la experiencia respecto a las intervenciones humanitarias que tuvo lugar en los campos de refugiados; en lugares desestructurados social y culturalmente. Sinceramente conmovidas por aquella humanidad sufriente, las organizaciones humanitarias curan a los hombres pero ignoran a las sociedades que dan sentido a sus vidas. Los hombres del Sur dejaron de ser los actores "heroicos" de una mitología productiva para pasar a ser los cuerpos heridos de víctimas que buscan calorías y transfusiones. El Sur de la era humanitaria no está más poblado de actores y de "iniciativas populares" sino de sujetos que son víctimas pasivas de conflictos que ni los tienen por responsables ni los comprometen, sujetos que de alguna manera se encuentran "fuera del campo".

Estas representaciones dominantes de índole médica que conciben al hombre como víctima suplantaron, en los medios de comunicación, a las representaciones del desarrollismo agrícola comunitario, muy difundidas hacia fines de la década de 1980. El carácter pedagógico del desarrollismo abre paso, en la actualidad, a abordajes de tipo "comando", donde la logística resulta determinante y los mensajes están prácticamente ausentes puesto que la harina y las vacunaciones no cuentan como discursos. No nos planteamos aquí una medición de la calidad de los diferentes tipos de intervenciones, más bien pretendemos subrayar la distancia que las separa.

En una dimensión de tiempo real, el concepto de urgencia ha perdido su capacidad para discriminar las situaciones que se plantean. Oponer los conceptos de urgencia y desarrollo, como se hacía en 1985, ya no resulta pertinente. Las antiguas ONG tercermundistas que lograron sobrevivir se vieron obligadas a aceptar el perfil de los tiempos. Así, si bien se afirman como "organizaciones de solidaridad" con los países del Sur, debieron recurrir al carácter emocional de los mensajes humanitarios abandonando las referencias a los principios ideológicos que fundaron el tercermundismo. Aquí los derechos humanos reemplazan implícitamente a la justicia.

En la medida en que se trata de organizaciones que se sustentan a partir de las mismas líneas presupuestarias nacionales o multilaterales, las llamadas ONG "humanitarias" o "solidarias" (el único matiz de vocabulario todavía en uso) se ven obligadas a llevar adelante un discurso más homogéneo y técnico que el utilizado en el pasado.

Para hacer frente a las crecientes dificultades logísticas y financieras, todas las organizaciones han tenido que procurar niveles más elevados de profesionalización, lo cual las ha alejado bastante de la improvisación típica de las asociaciones de los años 60 y 70. Los proyectos presentados para obtener financiamiento son redactados en un lenguaje tecnocrático donde abundan los fundamentos técnicos combinados con algunos postulados ideológicos, de tipo humanitario previamente consensuados. Esta suerte de globalización del mercado de las ONG es consecuencia de la concentración de las fuentes de financiamiento multilateral (BM, UE) y de la retracción del financiamiento nacional (por ejemplo, Ministerio de la Cooperación). Asimismo este fenómeno se traduce en una homogeneización ideológica. Lejos de explotar sus eventuales divergencias las ONG se esfuerzan en presentar al público servicios calibrados, y suficientemente digeribles, para los consumidores. En la era humanitaria, las representaciones acerca de los países del Sur se ven singularmente empobrecidas y parece que lo importante es dar, sin preguntarse a quién y cómo. La noción de desarrollo como proceso ha sido totalmente dejada de lado por los medios de comunicación de alto impacto. En ese contexto, la solidaridad sufre una nueva metamorfosis: se disipa. En efecto, en la ideología asociativa tercermundista, o en el desarrollismo de la década de 1970, la ayuda descansaba sobre un sistema de donativos entre actores identificados de sociedades identificables. El flujo de donativos estaba fundado en una relación humana o en una representación de la misma. En la era humanitaria, la ayuda que tiene lugar en nombre de la universalidad de los derechos humanos y del correspondiente derecho de intervención, ya no es un acto concreto sino un "deber" abstracto, cuyos vectores tecnocráticos son las instituciones internacionales de la aldea planetaria.

Aquí pueden apreciarse cuáles son los límites actuales de las oposiciones de ayer entre corto y largo plazo, urgencia y desarrollo. El propio concepto de desarrollo termina singularmente debilitado al cabo de las actuales transformaciones. Este management planetario apunta menos al cultivo de los campos, cuyo rendimiento es juzgado insuficiente, que a brindar episódicas bocanadas de supervivencia temporal a quienes son víctimas del mercado mundial o de los conflictos. Así los fenómenos de exclusión son percibidos de una manera "tolerable" por la opinión pública occidental.

En las representaciones de los tele-espectadores, la escandalosa visibilidad de las ONG médicas ha eclipsado la importancia del desarrollo rural. La voluntad de solidaridad militante y concreta fue substituida por una solidaridad abstracta, seudo-jurídica, etnocéntrica, fundada en los derechos humanos del hombre occidental.

Los conceptos de distancia, proximidad y alteridad sufren profundas transformaciones vinculadas a la globalización; esta 'desrealiza' al "otro" y también cancela la solidaridad con ese "otro". El surgimiento del cuarto mundo en sociedades occidentales devastadas permite, a quienes sienten la necesidad, encontrar formas más cercanas de solidaridad. Los problemas de inmigración modifican profundamente las relaciones Norte-Sur y constituyen una confesión de los fracasos de tres décadas de desarrollo. Ahora tanto "los pobres" del Sur como los del Norte están a nuestras puertas y las ONG se ocupan de todos ellos.

En el mundo globalizado la ley del mercado y los programas de ayuda de urgencia se llevan bien. La economía mundial de mercado encuentra en el postulado de la universalidad de los derechos humanos de occidente su mejor complemento. En ese contexto se perfila un nuevo reparto de tareas. Con el retroceso de las prerrogativas de los Estados, en beneficio del sector privado y multilateral, las ONG podrían verse investidas de la ardua tarea de curar las heridas producidas por la economía mundial en su periferia (tanto en el Norte como en el Sur). Tal perspectiva, hipotética pero plausible, tornaría al desarrollo solidario, económico y social en un concepto perimido, permitiendo el avance de la noción de solidaridad en igual medida. Esto llevaría a una gestión de los excluidos del mercado similar a la que tuvo lugar en la Europa de los siglos XVIII y XIX, en la cual las damas protectoras ayudaban a los pobres, a quienes se los aislaba del resto de la sociedad en los llamados hospicios, hospitales de la Asistencia Pública.

En una perspectiva más optimista, las ONG, tanto en el Norte como en el Sur, podrían constituir una fuente importante de cuestionamiento de las normas socio-económicas a partir de la reivindicación de la equidad, como exigencia compartida por una mayoría de ciudadanos en la mayoría de los Estados. Las ONG del Norte siempre han procurado un manejo en conjunto de sus responsabilidades morales, políticas y económicas a partir de sus representaciones, a menudo, etnocéntricas. En todas estas asociaciones, que hasta entonces jugaron de aprendices de brujos, la amargura suscitada por la emergencia del "humanitarismo de Estado" podría favorecer el rebote de un movimiento de crisis intelectual profundo en este fin de siglo. Estas observaciones comprenden las grandes tendencias de las ONG más visibles. Existen otras que, de modo más discreto, trabajan a favor de una pedagogía del desarrollo a largo plazo pero que, a mi entender, serán cada vez más marginadas debido a que la evolución de los procesos globales que se desarrollan ante nuestro ojos con una gran rapidez no deberían ganar de mano a los investigadores ni conducirlos a equivocarse de década. Las ONG humanitarias han contribuido a la construcción del Otro como realidad virtual. Ello ha provocado una nueva metamorfosis de la solidaridad que cada vez aparece como más imposible de realizar. La ayuda de urgencia, medida en tiempo real, ha convertido a la solidaridad en un fenómeno virtual, un producto que las empresas no gubernamentales especializadas (las ONG del mañana) producen y administran como una mercadería.

Notas

1 El artículo retoma argumentos desarrollados en La science hors d'Occident. Les sciences coloniales. Figures et institutions. Petitjean – ORSTOM, París, 1996, en L´Ideologie Humanitaire ou le Spectacle de l´Alterité Perdue , L´Harmattan, París, 1998 y expuestos en el coloquio "ONG y desarrollo desde el Norte hasta los Sures", Bordeaux, UMR Miradas, ORSTOM – CNRS, 1996.

2 Debemos precisar que nuestro análisis gira esencialmente en torno a las ONG occidentales. En África, las ONG locales reciben apoyo de las ONG de los países ricos. En Asia, y en particular en el sub-continente indio, existe una fuerte tendencia a mantener un poderoso espíritu reivindicativo, alternativo y una gran independencia ideológica en las ONG. A menudo estas organizaciones compiten con las ONG occidentales disputándoles la autenticidad de los discursos que se adoptan en nombre de las "comunidades oprimidas" y de los pobres. En este sentido prosiguen el combate tercermundista, abandonado en occidente, reclamando su parte en el financiamiento internacional.

3 Desde la década de 1980 he seguido con atención la evolución de las ONG participando en los principales coloquios que organizan las mismas, tanto como observador como de actor y miembro del Consejo de Administración y luego como Presidente de una conocida y antigua ONG de medicina.

4 Ahora bien, las ONG a las que aquí hacemos referencia son francesas, pero cabe destacar que existen también fuera de Francia antiguas organizaciones tales como Oxfam o Save the Children Fund , en Gran Bretaña. La ideología de estas organizaciones presenta numerosas similitudes con la de las ONG tercermundistas francesas, aunque al parecer han podido manejar con mayor facilidad la crisis y la posterior desaparición del tercermundismo.

5 Cultos Cargo término utilizado en antropología para referirse a aquellos movimientos milenaristas que predican la destrucción del mundo cuando el orden imperante se ve amenazado (N. de las editoras).

Siglas y nombres de organismos citados en el artículo:

AICF (Asociación Internacional contra el Hambre)
BRAC (Bangladesh Research Agricultural Comitte)
BM (Banco Mundial)
Care
CCFD (Comité Católico contra el Hambre y por el Desarrollo)
Cimade (Comité Inter-Mouvements Auprès Des Evacués)
GB (Grameen Bank)
GK (Gonoshastaya Kendra)
Hermanos de los hombres
LSF (Libertad sin fronteras)
MSF (Médicos sin Fronteras)
MDM Médicos del Mundo
Oxfam (Oxford Commitee for Famine Relief)
Save the Children
Secours Populaire Français
Tierra de Hombres
UE Unión Europea
Organismos británicos, alemanes, suecos, daneses y o noruegos

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