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Cuadernos de antropología social

versión On-line ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  n.24 Buenos Aires jul./dic. 2006

 

El centro cultural. Una puerta abierta a la memoria

Marcela Alejandra País Andrade*

* Licenciada en Ciencias Antropológicas, UBA. Instituto de Ciencias Antropológicas. Facultad de Filosofía y Letras. UBA. Integrante del Grupo de Trabajo "Transformaciones del campo cultural y clases medias en la Argentina contemporánea", Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Dirección electrónica: marcelapais_andrade@hotmail.com.

Fecha de realización: junio de 2006. Fecha de entrega: junio de 2006. Fecha de aprobación: octubre de 2006.

Resumen

En este artículo, describimos y analizamos las actividades culturales/recreativas ofrecidas en los centros culturales dependientes del Programa Cultural en Barrios, como formas posibles de usos de la/las memoria/s para representar el pasado. Responden a un contexto macro, el Centro Cultural, cristalizando una política pública-cultural (el Programa Cultural en Barrios) como una de las diferentes formas por medio de las cuales, el Estado administra el recuerdo colectivo. Nos centramos en las actividades culturales/recreativas que realizan los jóvenes de sectores medios, en tres de estos centros culturales. Paralelamente, reflexionamos cómo significan sus estilos de vida a través de estas prácticas realizadas en su tiempo libre y vinculadas al consumo cultural hegemónico relacionado a las políticas culturales. Para ello, se han entrevistado coordinadores y promotores culturales, jóvenes de 18 a 24 años que realizan alguna actividad cultural/recreativa. Se han analizado encuestas, escritos y archivos generados por los Centros y por el Programa.

Palabras Clave: Memoria, Actividades culturales recreativas, Centros culturales, Jóvenes, Sectores medios

Resumo

Neste artigo nós descrevemos e analisamos as atividades culturais/de lazer oferecidas nos Centros culturais dependentes do Programa Cultural nos Bairros, como formas possíveis de usos da/s memória/s para representar o passado. Respondendo a um contexto mais amplo, o Centro Cultural, cristalizando uma política público-culturais (o Programa Cultural nos Bairros) como uma das diferentes formas por médio das quais o Estado administra a memória coletiva. Nós colocamos a atenção nas atividades culturais/de lazer que realizam os jovens de setores médios em três centros culturais. Ao mesmo tempo, refletimos na forma em que eles significam seus estilos de vida através destas práticas realizadas no seu tempo livre e vinculadas ao consumo cultural hegemônico em relação às políticas culturais. Para fazer isto, nós temos entrevistado coordenadores e promotores culturais, jovens de 18 à 24 anos que realizam alguma atividade cultural/de lazer. Alem disso, têm sido analisadas pesquisas, escritos e arquivos produzidos pelos Centros e pelo Programa.

Palavras-chave: Memória, Atividades culturais/de lazer, Centros culturais, Jovens, Setores médios

Abstract

In this paper, we describe and analyze the cultural/leisure activities that are offered in Cultural Centers that depend on the Cultural Program in Neighborhoods, as possible ways of using the memory to represent the past. Those activities in a wide context, the Cultural Center, crystallize a public cultural policy (the Cultural Program in Neighborhoods) as one of the ways in which the State manages the collective memory. We focus on the cultural/leisure activities carried out by middle class young people, at three of those cultural Centers. At the same time, we reflect on how they signifies their life styles through this practices carried out in their spare time, and linked to hegemonic cultural consumption in relation with cultural policies. In order to do this, we have interviewed coordinators and cultural promoters, young people between 18 and 24 years old that carry out some cultural/leisure activity. We have analyzed surveys, documents and archives generates by Centers and the Program.

Key words: Memory; Cultural/leisure activities; Cultural Centers; Young people; Middle class

Introducción

"El asma del Che Guevara, que representa inconscientemente su máximo encierro, llevaba también en sí mismo el germen de su máxima necesidad de libertad que lo convirtiera en liberador de los oprimidos. A treinta años del golpe, mostrar lo oculto, desarchivar lo archivado, es una forma de restituir la memoria."
(Eduardo Pavlovsky)1

La puesta en escena de la vida democrática de los últimos 20 años supone la recuperación de la expresión humana en sus diversas formas. La cultura es apropiada y transmitida desde las mayores potencialidades recuperando las cualidades de ser procesos creativos, participativos, recreativos y también placenteros y de disfrute.

Desde aquí es que la cultura, en relación con los procesos de consumo, abre la reflexión, la ocupación y preocupación sobre el acceso, las maneras, los sentidos y significados en los que los actores se convierten en consumidores culturales. Ello pone en evidencia, cómo la problemática cultural es central en la conformación de los procesos sociales, tanto en sus dimensiones históricas como identitarias en relación al consumo cultural, centrado en el tiempo de ocio de los sujetos contemporáneos.

En este marco, nos proponemos reflexionar, por un lado, sobre la relación de los procesos sociales de consumo y cultura que se cristalizan en actividades culturales/recreativas ofrecidas por los centros culturales, como formas posibles de usos de la/las memoria/s para representar el pasado. Por otro, cómo estos procesos, construyen y transforman estilos de vida en los jóvenes de sectores medios de la Ciudad de Buenos Aires.

Es en este sentido que será importante reconstruir, desde un enfoque socio-antropológico, las alternativas culturales/recreativas que se ofrecen en los centros culturales, la manera en que son propuestas y cuáles son los objetivos culturales, artísticos, sociales y educativos a alcanzar. Dicha tarea será constextualizada dicha tarea en el período 2004-2006 (en el marco del homenaje por los 30 años del último Golpe Militar).

Centros culturales y memoria

"La globalización y la posmodernidad han puesto en crisis el concepto de sociedad, los imaginarios vinculados a lo colectivo y a los derechos de igualdad. Mientras nuestro país remonta la cuesta de una de las peores crisis económicas, sociales y políticas de la historia –que profundizó la exclusión y la fragmentación–, la producción cultural aparece como un refugio de identidad para enfrentar las dificultades. Para nosotros la cultura es el espacio donde nos encontramos y nos reconocemos, atravesando nuestros hábitos y nuestras producciones. Por ese motivo, la cultura se convierte en una herramienta fundamental para la transformación personal y social, revirtiendo el proceso de fragmentación para convertirlo en uno de inclusión social y de solidaridad. Les proponemos incorporarse a las actividades del Programa Cultural en Barrios como espacio de iniciación artística, expresión cultural, rescate de la memoria y reconstrucción de la identidad".2

El Programa Cultural en Barrios3 se define así mismo como "una política pública que interviene en los distintos barrios de la ciudad de Buenos Aires" desde hace más de 20 años. Se hace presente por medio de, aproximadamente, 38 centros culturales barriales, distribuidos en toda la ciudad y ofreciendo más de 1.200 talleres y curso de forma gratuita. A través de ellos promueve "el trabajo colectivo sobre aspectos identitarios a partir de actividades vinculadas a la memoria e historia de los barrios y la ciudad."4

Asimismo, orienta el desarrollo cultural comunitario por medio de un trabajo territorial, estableciendo vínculos directos con los actores culturales que participan, de forma directa o indirecta, con el programa. Esto permite descentralizar la información y formación cultural democratizando el acceso.5

Así, la cultura es apropiada y transmitida desde las mayores potencialidades recuperando las cualidades de ser procesos creativos, participativos, recreativos y también placenteros y de disfrute, brindando la posibilidad de desarrollar estrategias que apuntan a la inclusión social y utilizando la modalidad de talleres que implica la apertura y la transmisión de los saberes previos de los participantes:

"hay cuestiones que tienen que ver con lo social, esta es una ciudad con una vida cultural desorbitada, habrás leído los diarios de los últimos dos o tres días la cantidad de noticias que trae con respecto a eso… eeeh… el otro día estaba leyendo en El País que Buenos Aires tiene 94 puestas teatrales un sábado y Brodway 90… entonces estamos en una gran ciudad con la vida cultural desorbitada, estamos en una ciudad que tiene una enfermedad que es el 'tallerismo', es una ciudad particularmente tallerista de cualquier cosa, mas allá de lo cultural, en todos lados sacan talleres de algo… eeeh, eso te tiene que entrar por algún lado, básicamente. Eso te tiene que entrar por algún lado y esta la posibilidad de tener una puerta abierta es un centro cultural, la posibilidad de conocer una nueva disciplina, conocer gente" (Coordinador de centro cultural).

En este marco, las actividades culturales-recreativas que ofrecen dichos centros, pueden ser consideradas como rituales de la memoria, ya que construyen un significativo presente que se pone en juego a la hora de reflexionar sobre los procesos identitatarios en los jóvenes de sectores medios. Como afirma Da Matta, es un momento fuera de lo ordinario permitiendo centralizar algún aspecto de la realidad, y por medio de él, modificar el significado cotidiano y hasta otorgarle un nuevo significado (1980:32).

Como ejemplo, podemos observar la actividad cultural/recreativa de Murga que hoy se da en muchos de los Centros Culturales. Esta surge de una modalidad carnavalesca de protesta en las calles, en donde claramente se delimitaba el tiempo de ocio festivo de elite, del tiempo de ocio carnavalesco del pueblo (Munné, 1976). Con el correr de los siglos va adquiriendo diversas formas y significaciones (Canale, 2004), llegando a retraerse, luego de prohibiciones de sucesivos gobiernos militares, a clubes, sociedades de fomento, centros culturales, entre otros:

"Las nuevas agrupaciones de carnaval pasaron a organizarse a partir de esas nuevas formas de encuentro e intercambio vecinales. La riqueza musical se simplificó, se redujo la variedad artística de las organizaciones. La posta de la tradición carnavalesca fue tomada por las murgas o centro-murgas. Los antiguos orfeones, rondallas, estudiantinas, sociedades corales y filarmónicas, agrupaciones gauchescas, fueron relevadas por los centros-murga. En ellos sobrevivió el espíritu alegre, desafiante y burlesco del carnaval." (Martín, 1997:33)

Por un lado, las actividades culturales-recreativas ofrecidas por los centros culturales del Programa Cultural en Barrios se conforman como prácticas sociales que se resignifican principalmente en las relaciones de los jóvenes con la cultura, a nivel simbólico, otorgándole otro significado a dicha relación:

"al ser la más chica siempre tuve como, siempre fui así, que lo artístico me gustaba, qué sé yo, o sea que siempre desde chica mi vieja sí me mandaba a teatro, o qué sé yo, siempre me interesó esa parte, o sea, surgió de mi interés por hacer algo que tenga que ver con lo artístico y después creo que se me potenció cuando empecé a laburar y estar muchas horas encerradas y me empezaron a dar ganas de hacer algo más de mi vida, de golpe algo… El año pasado que solamente, por ahí, estaba estudiando no me pasaba de decir, bueno, no sé, tengo que hacer algo más, por ahí salía con mis amigos, entonces ya estaba, y es como que la… por ahí no sé laburar muchas horas y estar encerrada en la oficina después solamente para volver a mi casa, me sentía… y ahí dije, bueno, tengo que hacer una actividad" (Ana, 23 años).

En este sentido, los centros culturales se presentan como lugares de encuentro público en donde las prácticas adquieren sentido social en el marco de un presente constituido y construido por la experiencia pasada y la expectativa futura (Ricoeur, 1999) y conforman espacios, que centran por definición de lo cultural tensiones en disputa entre los diversos intereses de los grupos sociales que aspiran a adquirir un modo de aprendizaje con respecto al consumo y el cultivo de un estilo de vida:

"obviamente, digamos, este lugar también es un espacio de mediación, de pelea y de conflicto, hacia abajo y hacia arriba, ¿no?, o sea, hacia los costados desde tus mismos compañeros... y hacia los funcionarios a cargo, obviamente es discrecional en ese punto de la distribución presupuestaria." (Coordinadora centro cultural).

Por otro lado, las actividades que ofrecen los centros culturales se conforman como espacios dentro de los cuales se entraman complejas relaciones de poder, respondiendo a un contexto sociopolítico más amplio que permite recordar y legitimar prácticas sociales prohibidas y/o censuradas y que se cristalizan en las actividades culturales/recreativas que se ofrecen y que se realizan:

"En un principio, el PCB, como política estatal con el objetivo de fomentar la participación democrática a través de actividades culturales, permite mostrar el bajo prestigio social con que contaba la murga, incluso negando su calificación como 'actividad cultural'; mientras que en otros casos el PCB tuvo que adaptar su propuesta a las redes de relaciones y a las formas de participación cultural locales (de los barrios), una de las cuales son precisamente las agrupaciones carnavalescas" (Canale, 2004: 14).

Resumiendo, las actividades culturales recreativas se conforman como prácticas sociales resignificándose simbólicamente en la relación de los actores culturales con la cultura, a la vez que le otorgan otro significado a dicha relación. Paralelamente, se conforman como espacios de encuentro que reflejan complejas relaciones de poder que responden a un contexto sociopolítico macro: ya no es la política el lugar relevante donde se construyen los procesos identitatarios de los jóvenes; ahora parece que la juventud es militante en las artes y en la construcción de una imagen propia. La "voz" de protesta y de crítica social en relación a las contradicciones de las sociedades modernas se escucha más en la construcción de un estilo de vida cultural que de una vida política.

Es en esta doble conformación donde se evidencia la construcción de la/s memoria/s que tiñe/n dichas actividades, presentándolas como el resultado de la tensión generada por luchas de memoria contra memoria para interpretar hechos pasados, donde se recuerdan algunos hechos y otros no, en la conformación del sentido de ese pasado (Jelín, 2002).

Es el resultado de la oferta y la demanda cultural el que refleja lo que se quiere y se puede recordar y legitimar, actualizando la memoria. Allí los sujetos tienen un rol activo en la producción de sentido, dentro de estas tensiones generadas por las relaciones de poder (Jelin, 2002: 6). Es en este complejo entramado a nivel ideológico, político, económico y social donde se ven reflejados ciertos sentidos del pasado que al actualizarse actúan directamente en la construcción de sentido, significando así estilos de vida a través de estas prácticas realizadas en el tiempo de ocio y vinculadas al consumo cultural hegemónico relacionado a las políticas culturales.

Así se va construyendo un estilo de vida que se conforma en la búsqueda de prácticas recreativas/culturales que afiancen la pertenencia al grupo "joven", en su condición etaria. Pero también murguero, bailarín, clown, malabarista, actor, cantor, etcetera en su condición de actor social.

Administrando el recuerdo colectivo

"Hacer el estado significa explicar la unidad de razón de ser de una serie de todo tipo de oficinas, reglas empleados y políticas que tienen calidad estatal"
(Melossi, 1992:14).

A partir de la década del noventa, los centros culturales se han resignificado. Han tomado gran relevancia social a la hora de pensar en cultura/educación/acceso social (País Andrade, 2005), en el contexto de una profunda crisis del Estado en relación con sus posibilidades de intervención y de un accionar sometido a las reglas del mercado.

En estos espacios culturales adquirieron relevancia social los valores asociados al consumo cultural:

Sobre la función social que cumplen estos talleres, el secretario de Cultura de la Ciudad, Gustavo López, señaló: "mientras nuestro país remonta la cuesta de una de las peores crisis económicas, sociales y políticas de la historia –que profundizó la exclusión y la fragmentación–, la producción cultural aparece como un refugio de identidad para enfrentar las dificultades. En este sentido, un centro cultural es el lugar ideal para la iniciación artística, la creación, la expresión y el encuentro entre vecinos" (Programa Cultural en Barrios, 2005).

Así, estos espacios se presentan como maneras de expresar formas culturales que están en juego en nuestra sociedad, en los que no se distingue entre actividades en relación a la "alta" cultura y/o a la cultura "popular" a la hora de "institucionalizarlas". Organizados de manera sistemática, dan forma y sentido a esas prácticas realizadas por los actores en los momentos ociosos, como un espacio relevante para generar estrategias de acceso social que inciden en la percepción/apropiación, y/o producción/reproducción de una forma de cultura recreativa en los jóvenes de los sectores que acceden a los "beneficios" culturales que contienen los Centros.

Ahora bien, como afirmamos en este artículo, las actividades que se ofrecen, contienen y se construyen en el resultado de luchas y tensiones de un pasado cercano. Por tanto, el estado actual, por medio de la política cultural, se ocupa de legitimar formas y usos de determinadas experiencias culturales administrando el recuerdo colectivo, resignificando a nivel simbólico las prácticas sociales en la relación de los actuales actores culturales con la cultura y otorgando otra significación a dicha relación.

Al profundizar en los diversos objetivos y en el recorrido histórico que ha tenido en estas últimas décadas el Programa Cultural en Barrios, es posible rastrear la ambigüedad con que el estado ha recorrido las transiciones políticas (Cohen, 1997) a través de la cultura. El Programa cristaliza lo que se consideraba y se considera estado e instituciones en los últimos 20 años (Melossi, 1992).6

Estas consideraciones no resultan ingenuas a la hora de pensar en los objetivos del Programa Cultural en Barrios y las actividades a ofrecer:

"el Programa fue configurando cierta autonomía en sus acciones ante políticas estatales sometidas a coyunturas de lucha por el poder político y profundas crisis económicas. Esta particularidad le permitió 'sobrevivir' al quiebre permanente de los planes y sus formas participativas" (Alonso 2005: 8).

Esta relación estado-cultura es una de las formas más efectivas en las que se cristalizan las relaciones de poder, "el poder no es algo que se da, ni se intercambia, ni se retoma, sino que se ejerce y sólo existe en acto" (Foucault, 2000). Es, entonces, en esa cierta autonomía en sus acciones ante políticas estatales sometidas a coyunturas de lucha por el poder político y profundas crisis económicas donde la memoria cobra relevancia como forma de reconocimiento y significación social.

La significación de los hechos pasados hace del Programa Cultural en Barrios en las últimas dos décadas una permanente respuesta cultural a un contexto más amplio y diversificado, en donde la cultura empieza a ocupar un lugar relevante, donde se culturaliza lo social en procesos de transnacionalización (García Canclini, 1996). Empieza a ser tomada como recurso, económico y político, a la vez de convertirse en un espacio de reconocimiento social.

En la década del '90, caracterizada por una profunda crisis del Estado en relación con sus posibilidades de intervención y un accionar sometido a las reglas del mercado, se profundizan los procesos de consumo y cultura adquiriendo mayor protagonismo los valores asociados al patrimonio cultural material e inmaterial, industrias culturales, turismo, consumo cultural, entre otros. Ello genera una resignificación en el sentido y significado de la memoria.

En estos años, entonces, los llamados centros culturales barriales comienzan a cristalizar como espacios que posibilitan, entre otras cosas, la formación gratuita para el acceso al mercado de trabajo. Las políticas neoliberales generaron indirectamente en los jóvenes, cada vez más lejos del mercado laboral, un desarrollo y visualización del arte en actividades culturales para y en el espacio público, a la vez y en algunos grupos, una fuente de ingresos convirtiéndolos en artistas/obreros.

De esta manera, de forma conciente o no, estos espacios fueron transformados por el contexto social y promovieron actividades de carácter culturales/recreativas/formadoras. Es aquí donde las actividades denominadas callejeras –circo, murga, entre otras– han pasado a formar parte de espacios culturales ofrecidos por el Estado.

Es por tanto éste un espacio significativo para hacer memoria de un pasado reciente enmarcado en la última dictadura militar, que imposibilitó estas formas de expresión cultural. Formas de expresión cultural que en las últimas dos décadas ha intentado recuperar las calles, las asambleas, las fábricas, convirtiéndolos en escenarios de estas transformaciones. Encontramos así proyectos culturales que se desarrollan no sólo en viejos y nuevos centros culturales, sino también en barrios, viejos clubes y fábricas recuperadas.

En este sentido, los centros culturales del programa se presentan como lugares de encuentro público conformando un territorio que justamente centra, por definición de lo cultural, tensiones en disputa entre los diversos intereses de los grupos sociales que aspiran a adquirir un modo de aprendizaje con respecto al consumo y el cultivo de un estilo de vida.

Por tanto, se conforman como lugares culturales donde los jóvenes de sectores medios cristalizan en la elección de sus prácticas culturales/recreativas, la apropiación de un espacio cultural en donde buscan nuevas y distintas estrategias de permanencia y acceso cultural desde lo gratuito:

"en realidad, siempre lo que más me gustó fue teatro, y como siempre me quise venir para Buenos Aires por una cuestión de centro cultural del país, y bueno, me fui a Rosario por herencia, porque estaba mi hermana que es más grande, y como al principio, o sea, ahora estoy medio ayudada porque no tengo guita, pero al principio me bancaban completita, entonces no daba para bancar un departamento allá, un departamento acá, o sea, ni se me ocurrió tampoco. Entonces hice teatro, estuve haciendo en Rosario, empecé Ciencias de la Comunicación por ese prejuicio estúpido que tiene uno de teatro no es una carrera y… igualmente Comunicación me encanta, pero bueno, me gusta saber y más como algo interdisciplinario que como otra cosa. Después, a los dos años cuando mi hermana terminó me vine para acá y, igualmente estuve parada durante dos años y medio y empecé teatro ayer de nuevo" (Ana, 23 años).

Queda a la vista cómo los bienes y servicios producidos para el consumo cultural (ya sea elaborados por la industria cultural o por otras instancias productivas) pueden ser entendidos como "recursos con los que se construyen relaciones sociales y estilos de vida" (Arantes, 1993: 5).

Siguiendo el trabajo de Tamara Alonso, se observa que en el período 1995-2005:

"el paradigma de acción cultural predominante en el Programa Cultural en Barrios fue el de democratización cultural con una clara orientación a la distribución y popularización de la alta cultura, sustentada en la idea de que la democracia cultural se funda en el acceso a objetos producidos por algunos y no en la posibilidad de crear condiciones para el protagonismo de todos" (Alonso, 2005: 8).

Se hace evidente cómo la problemática cultural es central en la conformación de los procesos sociales, en la construcción de memoria/s, en sus representaciones y significaciones del pasado, tanto en sus dimensiones históricas como identitarias, en relación al consumo cultural centrado en el tiempo de ocio de los sujetos contemporáneos.

Las actividades que se desarrollan en los centros culturales son una de las formas en que se ponen de manifiesto las maneras como se construyen las relaciones sociales y las identidades de los sujetos.

Reflexión final. Dejando la puerta entreabierta.

"El Estado no es la realidad que se encuentra detrás de la máscara de la práctica política. Él mismo es la máscara que nos impide ver la realidad de la práctica política."
(Taussig, 1996: 146).

En una ciudad que refleja los procesos urbanos contemporáneos, que es vivida por sus ciudadanos como cada vez más caótica, peligrosa y en donde el encuentro con los otros, en relación con el espacio público, es cada vez más "peligroso" (Giglia, 2000), parece difícil encontrar espacios comunes desde donde hacer memoria. Uno de los espacios que se ha encontrado para esto es el Centro Cultural en sus manifestaciones más cotidianas, como son las actividades que en él se realizan.

Desde aquí se ha intentado analizar las actividades de los centros culturales como una de las formas posibles de usos de la/las memoria/s, actividades que cristalizan una política pública-cultural (el Programa Cultural en Barrios) como una de las diferentes formas por medio de la cual el Estado administra el recuerdo colectivo.

Este artículo se ha centrado en los usos y formas de la memoria, por medio del análisis del consumo como un proceso en donde se produce sentido, formando y transformando grupos sociales. Grupos sociales que están inmersos en una cotidianeidad "culturalizada", en donde los consumos culturales adquieren sentido como constructores y transformadores de los procesos sociales en la ciudad de Buenos Aires tanto en los sectores populares y medios como en los de la de alta cultura.

Se necesitó reflexionar en el actual ejercicio del Programa Cultural en Barrios y en cómo las diferentes prácticas sociales de los diferentes grupos que estuvieron y que están participando de él hacen uso de la memoria, utilizando diferentes maneras de expresar formas culturales que previamente estaban en juego en nuestra sociedad y que de alguna forma se han transformado (actividades en relación a la alta cultura como a la cultura popular) a la hora de institucionalizarlas.

De esta manera, las prácticas culturales/recreativas que ofrecen estos centros culturales, por un lado, fueron y son estado, por tanto máscaras, de diferentes formas y con diferentes intenciones. Y, por el otro, son una ventana abierta que permite reflexionar sobre el significado presente de hacer cultura que los actores corresponden con los hechos del pasado y que implican su presente.

Notas

1 Fragmento del prólogo que Pavlovsky escribió para el libro Teatro de vanguardia: polémica y vida, de Isabel Cárdenas de Becú. Martes, 28 de Marzo de 2006, en © 2000-2006 www.pagina12.

2 Texto del afiche de promoción en espacios de cultura, que distribuyó en 2005 la Secretaria de Cultura para la publicidad del Programa Cultural en Barrios.

3 No se hará una descripción histórica exhaustiva del Programa ya que existe material que hace un recorrido histórico del mismo (Rabossi, 2000).

4 www.buenosaires.gov.ar.

5 Con el alfonsismo, se instaura una etapa de democratización política tanto como cultural. Se ponen en gestión proyectos y centros culturales. Ejemplo de esto es que a mediados de 1984, tras años de silencio y represión impuestos por el último gobierno militar, nace el Programa Cultural en Barrios. Paralelamente, se asistía a la llegada de gran tecnología junto a otra crisis económica y de representación política, profundizándose y dando origen a nuevas relaciones sociales de hegemonía. El período siguiente, 1989-1999, se lo ha denominado consolidación de la democracia y ha estado gobernado por Carlos Menem. Se ha caracterizado por su mediatización, escenificación festiva, convertibilidad monetaria, privatizaciones y consumo que "incorporó" a la Argentina al Primer Mundo.

6 Dejamos notar que es de suma importancia desarrollar y describir lo que se consideraba y se considera estado e instituciones en los últimos 20 años para el Programa Cultural en Barrios pero, por las propias limitaciones de espacio de las normas de este artículo no lo haremos. Recomendamos leer para este análisis: Rabossi, Fernando (2000) La cultura y sus políticas. Análisis del Programa Cultural en Barrios. Tesis en Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires, Argentina.

Bibliografía

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