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Cuadernos de antropología social

versión On-line ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  n.27 Buenos Aires ene./jul. 2008

 

Modalidades de gestión del hábitat: redes y capital social en una localidad pobre de la provincia de Córdoba

Alicia B. Gutiérrez*

* Doctora en Filosofía y Letras, Área Antropología, Universidad de Buenos Aires. Docteur en Sociologie, EHESS, Francia. Profesora Titular de Teoría Sociológica y Modernidad, Universidad Nacional de Córdoba. Investigadora Independiente del CONICET. CIFFYH-UNC, CSE del Collège de France. Dirección electrónica: aliciagutierrez@arnet.com.ar

Fecha de realización: febrero de 2008.
Fecha de entrega:
marzo de 2008.
Fecha de aprobación:
junio de 2008.

Resumen

En la ardua y difícil tarea que significa para muchas familias generar y consolidar un lugar para vivir, sus protagonistas se apropian de las condiciones objetivas planteadas como posibilidades e imposibilidades en cada nuevo plan o programa, resignificándolas a través de nuevas prácticas, e incorporándolas a su propio sistema de estrategias de reproducción social, colectivas tanto como familiares y/o individuales. En el marco de un análisis relacional de la pobreza, y tomando como eje de interrogación la noción de "capital social", pretendo mostrar aquí de qué manera un mismo programa habitacional cobra especificidad en lo que podrían llamarse dos modalidades diferentes de gestión del hábitat (como procesos objetivos y como sentidos vividos) asociadas a diferentes trayectorias de acumulación del capital social colectivo, a sus diferentes posibilidades de reconversión en otras especies de capital, especialmente de capital militante, y a sus potencialidades en la conformación de redes sociales.

Palabras clave: G estión del hábitat; Estrategias de reproducción social; Capital social; Capital militante; Redes

Abstract

In the laborious and difficult mission that means for many families to create and to consolidate a place to live, they take possession of the objective conditions stand as possibilities and impossibilities in every new plan or program, giving to them new meanings through new practices and adding them to their own system of social reproduction strategies both familiar and individual. Within poverty's relational analysis framework, and considering the notion of "social capital" as an axis of interrogation, I intend to show here in which way the same habitation program turn into what might be called two different ways of Modalities of management of the habitat (as objective processes and living experiences) associated to different paths of accumulation of collective social capital, to its different possibilities of being converted into other kinds of capital, particularly activist capital, and to its potential related to the conformation of social networks.

Keywords: Modalities of management of the habitat; Social reproduction strategies; Social capital; Activist capital; Networks

Resumo

Na tarefa árdua e difícil que significa muitas famílias gerar e consolidar um lugar para viver, seus protagonistas se apropriam das circunstâncias objetivas levantadas como possibilidades e impossibilidades em cada planta ou programa novo, significá-las com as práticas novas, e incorporá-las a seu próprio sistema das estratégias da reprodução sociais, coletivas como familiares e/ou tanta individuais. Dentro da estrutura de uma análise relacional da pobreza, e de fazer exame como a linha central da interrogação da noção de "do capital social", eu tento mostrar aqui como a um mesmo especificidade da cobra do programa do habitacional em que duas modalidades diferentes da gerência do habitat (como processos objetivos e sentidos vividos) associaram poderia ser chamado das trajetórias diferentes da acumulação do capital social coletivo, as suas possibilidades diferentes da reconversão na outra espécie do capital, especialmente do capital militante, e os seus potencialidades na conformação de redes sociais.

Palavras-chave: Gerência do habitat; Estratégias da reprodução sociais; Capital social; Capital militante; Redes sociais

Introducción

Por el viejo camino a Monte Cristo, a diez kilómetros de la ciudad de Córdoba, aparece la entrada principal de la localidad de Malvinas Argentinas. Transitando la ruta, en dirección oeste-este, un kilómetro más o menos, se encuentra un camino de tierra hacia la derecha: por esta vía se accede al barrio Nicolás de Bari, tres cuadras más adelante.

A la izquierda, pueden verse las viviendas modestas, pintadas de verde, rosa y amarillo, identificando de ese modo tres sectores diferentes. Las casas cuentan con dos dormitorios, baño y una cocina comedor, todo ello de pequeñas dimensiones. Las ventanas tienen postigones de chapa, material empleado también en las dos puertas, una de acceso principal y otra en una pared lateral que da al patio. A su lado, afuera, se encuentra una pileta de material con conexión de agua que sirve como lavadero, pero donde no es conveniente instalar el lavarropas por estar a la intemperie. El baño es la única dependencia que se entregó completa: la mesada de la cocina no tiene las alacenas, el espacio para el calefón está vacío y en las habitaciones los muebles se asientan directamente sobre el contrapiso. No tienen tapias divisorias, y sólo en algunos casos los patios están separados por alambrados sencillos.

Durante el día, en la calle interior, la que divide los dos bloques mayoritarios de construcción organizados en dos manzanas, muchos niños juegan en las veredas, y algunos mayores, más mujeres que varones, comparten mate y charla en la puerta, sentados en las sillas que han ubicado en las veredas de los jardines. Incluso, muchas viviendas muestran abiertas las puertas principales y las de acceso a la cocina, con lo que la circulación entre la casa y la calle es constante. Pertenecen a la misma asociación desde hace años y casi todos los vecinos se conocen entre sí.

Los jardines están siendo remodelados y muestran el esfuerzo de los propietarios por mejorar la fachada de sus casas poniendo plantas y sembrando pasto. Se trata de una ardua tarea: están muy recientes los vestigios de la construcción, y el terreno se encuentra lleno de escombros y de tierra compactada con cemento. Sobre la misma calle, en dos viviendas ubicadas en cada extremo de la cuadra, se han instalado pequeños negocios de venta de bebidas y de algunos alimentos. Las relaciones más intensas y más fluidas parecen concentrarse en esta calle. En las viviendas que miran hacia el oeste (en las que los frentes caen sobre la calle que conecta con la ruta) y hacia el este (cuyas fachadas limitan con extensiones de campos que parecen abandonados), las casas permanecen con las puertas cerradas durante la mayor parte del tiempo y no se ven vecinos dialogando en las veredas. Casi no hay vehículos en el barrio, salvo unas pocas motos, algunas bicicletas y un auto de más de veinte años en la entrada de un jardín.

Siguiendo el viejo camino a Monte Cristo, dejando atrás el barrio Nicolás de Bari y unas cuantas manzanas de terrenos baldíos, aparece el otro complejo habitacional, El Hornero II.

La diagramación aquí es muy semejante: las casas están pintadas de verde o de rosa, distinguiendo dos manzanas principales y una tercera a un costado, hacia el este. El barrio, gestado por iniciativa de la Cooperativa que le da su nombre, está rodeado por terrenos y campos baldíos. También las viviendas tienen las mismas características constructivas y fueron entregadas con las mismas comodidades. Pero las diferencias comienzan a aparecer una vez instalados los vecinos: aquí, en la mayoría de los casos, los propietarios han realizado mejoras, tanto internas como en los jardines. En muchas casas se han colocado pisos y se han instalado muebles de cocina, como alacenas y bajo mesadas. Además, en varias de ellas se han comenzado a construir al costado las cocheras o garajes: hay también aquí mayor presencia de vehículos (algunos muy viejos, otros no tanto). No se han tapiado los terrenos, pero la mayoría de ellos tiene alambrados.

Sobre la calle interna, emplazados también en la cocina-comedor de dos viviendas, se han instalado dos negocios tan modestos como los del otro barrio: una heladería y un pequeño almacén. También esta calle interna es la que concentra las pocas interacciones visibles entre vecinos, bastante menos significativas, al menos en las primeras entradas a campo, que las de Nicolás de Bari: se ven muchos niños jugando en la calle y en las veredas, pero no se observa tanta circulación de hombres y de mujeres, ni, sobre todo, charlas y rondas de mate.

En términos generales los vecinos de El Hornero II y de Nicolás de Bari no parecen tener relaciones muy fluidas entre sí, salvo los contactos que se establecen entre los dirigentes de las dos organizaciones que los nuclean, que generan estrategias en conjunto para la gestión de mejoras en la infraestructura y en los servicio ante las autoridades municipales. (Notas de campo, diciembre de 2004).

Las primeras entradas a campo ya mostraban diferencias entre ambos barrios: diferencias de fisonomía, tras la aparente igualdad de las modestas construcciones de las casitas, y diferencias en la intensidad y el modo de las interacciones entre sus habitantes, a pesar de que ambos albergan una cantidad similar de familias.

Estas diferencias nos alertan respecto a la particular forma que adoptan procesos y prácticas más generales, desde el momento en que ellos son analizados a partir de las condiciones objetivas de vida (externas e incorporadas), de las trayectorias recorridas, y de los sentidos vividos que asocian a unas y a otras los agentes involucrados.

En este caso concreto, pretendo mostrar de qué manera un mismo programa habitacional cobra especificidad en lo que podríamos llamar dos modalidades diferentes de gestión del hábitat "popular". Y si bien está claro que las familias no "deciden" libremente cómo y donde vivir, interesa recordar que tampoco podemos suponer que las políticas habitacionales constituyen un conjunto de prácticas mecánicas que los agentes adoptan, sin resignificarlas, como si los "beneficiarios" de planes fuesen "meros receptores" de acciones, individuos autómatas sin historia y sin poder en su doble significación, en el sentido genérico (Giddens, 1987 y 1995) y en el sentido de agente socialmente posicionado (Bourdieu, 1988a y 1990).

En otras palabras, en la ardua y difícil tarea que significa para muchas familias generar y consolidar un lugar para vivir, sus protagonistas se apropian de las condiciones objetivas planteadas como posibilidades e imposibilidades en cada nuevo plan o programa, resignificándolas a través de nuevas estrategias habitacionales y de organización y gestión del hábitat, e incorporándolas a su propio sistema de estrategias de reproducción social, colectivas tanto como familiares y/o individuales.

El capital social como eje analítico

Lo que planteo en estas páginas se sustenta, de modo general, en un análisis relacional de la pobreza, y supone la adopción de una mirada particular de la problemática, que ha sido construida a partir de discusiones teórico-metodológicas y de investigaciones empíricas, y que he sistematizado y desarrollado en otro lugar (Gutiérrez, 2007).

De modo más específico, remiten a una investigación en marcha desde 2004 en la localidad de Malvinas Argentinas (provincia de Córdoba, Argentina), acerca de los recursos o capitales que disponen las familias pobres residentes (en sus dimensiones objetivadas e incorporadas) y de las redes sociales que construyen para resolver su reproducción social.1

La investigación parte entonces de la problemática de las "estrategias de reproducción social", haciendo hincapié en la noción de capital social y en sus relaciones y posibilidades de reconversión respecto a otras especies de capital, especialmente capital político y capital militante. Inspirada especialmente en los trabajos de Bourdieu, esta perspectiva considera a las estrategias de reproducción social como "conjunto de prácticas fenomenalmente muy diferentes, por medio de las cuales los individuos y las familias tienden, de manera consciente o inconsciente, a conservar o a aumentar su patrimonio, y correlativamente a mantener o mejorar su posición en la estructura de las relaciones de clase" (Bourdieu, 1988b:122).2

De esta manera, el eje de interrogación privilegiado está constituido por los lazos entre uno de los tipos de recursos que componen el patrimonio familiar (el capital social bajo diferentes formas), las redes que se articulan sobre esa base y las diferentes estrategias puestas en marcha de ese modo. Por capital social se entiende el

"conjunto de recursos actuales o potenciales que están ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de inter-conocimiento y de inter-reconocimiento; o, en otros términos, a la pertenencia a un grupo , como conjunto de agentes que no están solamente dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por los otros o por ellos mismos) sino que están también unidos por vínculos permanentes y útiles" (Bourdieu, 1980:2, destacado del autor).3

A partir de todos estos elementos, sostengo, a modo de hipótesis, que en el sistema de las estrategias de reproducción social, las familias pobres generan prácticas —sin ser necesariamente conscientes de los mecanismos— que toman como apuesta principal su disponibilidad de capital social, movilizado en intercambios a través de diferentes tipos de redes, que pueden incidir tanto en la superación como en la reproducción de sus condiciones de pobreza.

Como hipótesis complementarias, sostengo que: a) dicho capital social puede cobrar diferentes formas (individual, familiar, colectivo), cada una de las cuales podrá dar lugar a la conformación de diferentes redes, que, a su vez, pueden asociar a las familias pobres entre sí o a ellas con agentes o instituciones que ocupan otras posiciones en el espacio social; b) además, y especialmente en relación con la conformación de redes que unen a pobres con no-pobres, una dimensión fundamental es el capital social colectivo, y, más concretamente, sus posibilidades de reconversión en otras especies de capital (capital político, capital militante); y c) pensar en capital social colectivo supone también la hipótesis de la existencia de una lucha por su apropiación (o monopolización) entre los distintos componentes de las redes, lo que implica entonces sostener que las relaciones de poder que estructuran los espacios sociales más generales pueden encontrarse también —aunque conformadas en torno a otro tipo de recursos— en el seno de espacios específicos y, en apariencia, igualitarios.

El escenario de las redes

El Hornero y Nicolás de Bari son dos barrios de la localidad de Malvinas Argentinas, surgidos en el marco de un proceso de relocalización —política pública mediante— de diversas familias residentes en "villas" pobres de la ciudad de Córdoba. Ambos barrios cuentan con servicios de agua y de luz eléctrica y se han incorporado al sistema sanitario de la localidad. Los vecinos asisten al dispensario que se encuentra sobre el camino a Monte Cristo y la gran mayoría de los niños concurre a las escuelas locales. El transporte es variado: hay tres empresas con diferentes horarios de colectivos que pasan por las arterias principales del microcentro de la ciudad capital, lo cual es importante pues la mayoría de los vecinos trabajan allí y algunos niños y jóvenes siguen viajando a dicha ciudad para estudiar.

Las compras se realizan en un supermercado de la avenida principal, aunque muchos manifiestan que adquieren lo que necesitan directamente en el centro de Córdoba y lo transportan en el colectivo, que los deja a dos cuadras. Comprar en el centro de su localidad, sin medio de movilidad propio, presenta la desventaja de cargar bolsas por más de quince cuadras. En el sector no se cuenta con ningún servicio de teléfono, y ésta es una de las necesidades más sentidas por sus pobladores, ya que ante cualquier emergencia deben trasladarse al centro de Malvinas Argentinas.

Distante a 16 kilómetros de la ciudad capital, Malvinas Argentinas había nacido como un caserío a la vera del ferrocarril en el siglo XIX, pero fue en las dos últimas décadas del siglo XX cuando cobró impulso la radicación de la población y se observó una marcada reactivación en la venta de lotes. Se trata de una localidad con graves deficiencias en infraestructura y equipamientos urbanos, que carece de dinámica económica propia y es altamente dependiente de la ciudad de Córdoba, pero, al mismo tiempo, ofrece ventajas para las condiciones de vida de sus habitantes, principalmente por su cercanía a la capital (centro de abastecimiento y de trabajo) y por el costo accesible del suelo y de la vivienda. Por todo ello, se constituyó en un centro receptor de población de menores ingresos, fundamentalmente provenientes de la ciudad de Córdoba, cobrando así características de "ciudad dormitorio de pobres." (Tecco y Bressan, 2003).

Entre los años 2000 y 2001, el Gobierno de la Provincia de Córdoba confeccionó un relevamiento de organizaciones propietarias de tierras y comenzó a delinear un conjunto de acciones vinculadas a políticas de hábitat, en torno a varios programas (Programa "12000 viviendas", Programa "Nuevos Barrios", Programa "Mi casa, mi vida"), que, entre 2001 y 2004, planteaban un mismo objetivo: dar soluciones habitacionales a familias situadas en los márgenes del río Suquía —que atraviesa la ciudad—, sus inmediaciones, sus canales o canales de riego. Constaban de diversos componentes: un componente habitacional a cargo de la Dirección Provincial de la Vivienda (responsable de la construcción de un módulo básico de 42 m 2 ); un componente social bajo la órbita del Ministerio de la Solidaridad (responsable del seguimiento de procesos sociales anteriores y posteriores a las relocalizaciones de las familias y de las "comunidades") y un componente ambiental bajo la órbita de la Agencia Córdoba Ambiente (responsable de la realización del proceso de remediación de la trama urbana liberada en los procesos de relocalización).4

El Programa "Mi casa, mi vida" comenzó su ejecución en octubre de 2003 y, específicamente en Malvinas Argentinas, los planes de vivienda se inauguraron en marzo de 2004, comprometiendo el asentamiento de 131 familias, vinculadas a dos organizaciones: la Cooperativa de Vivienda, Crédito y Consumo "El Hornero" SRL y la Asociación Civil "Nicolás de Bari".

Las organizaciones colectivas implicadas: diferentes redes, acumulación y reconversión del capital social

Si bien estas experiencias organizativas presentan características comunes (en la medida en que ambas constituyen modos de articulación de políticas públicas con las poblaciones a las que están destinadas, y, en ese sentido, modos —aunque diferentes— de gestión de la demanda habitacional), pretendemos aquí señalar sus diferencias.

"Lo que nos llamó la atención fue la diferencia entre una organización y la otra, en cuanto al poder adquisitivo de los socios por un lado y al funcionamiento digamos, nosotros estuvimos en la Cooperativa El Hornero cuando se hizo la asamblea para la adjudicación de lote... manejaban la reglamentación a rajatabla, se maneja como una empresa grande. Ellos tienen un control muy estricto, todo lo que es la parte formal digamos, para adjudicar... lo cual significaba todo un procedimiento, estaban con el escribano, estaban con el contador... inclusive en esa asamblea vino el intendente de Malvinas, lo invitaron, él vino... Y bueno, toda la documentación que nosotros necesitábamos para, para armar la base de datos y todo lo demás, que incluía inclusive la confección de actas de tenencia... ellos la habían hecho ya...". (Coordinador de equipo de campo del Programa "Mi casa, mi vida").

"Hablamos de dos organizaciones comunitarias diferentes. El Hornero compra tierras a partir del aporte de sus propios socios y digamos... ellos venían de una experiencia de haber construido un plan de vivienda y luego arman un segundo grupo de socios que compran tierras en Malvinas. Y el otro grupo, es un grupo que se constituye y compra tierras con el subsidio del Estado, eso fue en el año 2000, se compra la tierra para las familias que están en la Asociación Civil Nicolás de Bari que son 61 familias, con un subsidio de la provincia y se escritura con la figura que tiene la provincia que es el convenio de negocio fiduciario, figura donde la tierra queda escriturada a nombre de la provincia, tutelada si se quiere por la provincia, hasta tanto se pueda entregar la escritura individual gratuita a favor de cada una de las familias...". (Jefe de Proyecto del Programa "Mi casa, mi vida").

La Asociación Civil "Nicolás de Bari" se constituye a partir de la formulación de objetivos alrededor de la problemática habitacional, comprometiendo a un grupo de familias residentes en el barrio José Ignacio Díaz, de Córdoba, en 1994. De tal manera, esta organización es producto de una red social primaria5 que refuerza sus prácticas en un proceso de acumulación de capital social colectivo, recurso que comienza a institucionalizarse a partir del contacto tomado con una ONG, CECOPAL:

"Porque cuando recién se inició la organización necesitábamos asesoramiento legal, que era todo papeles, cómo formar la organización y todo eso [...] estuvimos con CECOPAL hasta el año 2000 compramos las tierras... entonces a partir de esa época nosotros nos dábamos con que CECOPAL no tenía asesoramiento constructivo, que era la etapa que nosotros enfrentábamos de ahí en adelante". (Presidenta de la Asociación Civil "Nicolás de Bari").

Estamos entonces ante una nueva escena social, en la que se va construyendo una red de intercambio de reciprocidad indirecta especializada, entre la red social primaria de las familias y la ONG; es decir, una red que, en algún sentido, articula diferentes modos de reproducción: el de los pobres en la pobreza y el de los no-pobres en sus propios espacios de juego (Gutiérrez, 2004). Este tipo de red supone la existencia de recursos propios (unos y otros, pobres y no-pobres, son especialistas en especies diferentes de capital) que adquieren valor (en este caso) en la efectivización del intercambio del capital social colectivo en posesión de la asociación, por el capital cultural proveniente de CECOPAL, y que se hace "visible" en las distintas prácticas ligadas al asesoramiento legal y técnico que implica toda la primera parte del proceso de gestión del hábitat: búsqueda, compra y escrituración de los terrenos para 61 familias. Esta red se reestructura, a partir del año 2000, con el ingreso de un nuevo protagonista del campo asociativo, la ONG SEHAS, que viene a ocupar la posición en la red que antes tenía CECOPAL:

"Necesitábamos asesoramiento constructivo, y bueno estuvimos viendo, en ese momento estaba SERVIPROH, estaba SEHAS, estaba La Minga, bueno nosotros decidimos por SEHAS [...] SEHAS tiene grupo de jóvenes, tiene grupo de género, de mujeres, que nosotros también estamos participando en esa área... nos asesoran tanto organizativamente como constructivo también... era más abarcativo SEHAS en ese momento...". (Presidenta de la Asociación Civil "Nicolás de Bari").

La reestructuración de la red supone una modificación del contenido cualitativo de los bienes y servicios que el intercambio implica para la Asociación Nicolás de Bari. Ahora las estrategias que se desarrollan en ese marco superan las expectativas habitacionales —sin agotarlas—, y comienzan a insertarse en un espacio político más amplio. Es decir, las estrategias habitacionales se vinculan con otras más específicamente relacionadas con la construcción de un determinado tipo de militancia política, unas y otras visibles en las actividades que dicha asociación ha llevado a cabo a lo largo de su existencia: así, no es casual que el mecanismo por el cual cada asociado elige la ubicación de su vivienda en el lote, remita a un orden de mérito fundado en un puntaje que prioriza la participación en las movilizaciones que reclaman al gobierno provincial —tanto en la gestión radical como en la justicialista— el cumplimiento de las promesas negociadas en el marco de la UOBDS.6

En el caso de la Cooperativa "El Hornero", la escena social se va estructurando de otra manera: el Plan El Hornero II, puesto en marcha en Malvinas Argentinas, parte de una convocatoria amplia, realizada por una organización ya constituida, con una experiencia previa en esas prácticas (Plan El Hornero I), que pretende asociar a distintos interesados en el acceso a vivienda propia, de una diversidad de barrios de la capital cordobesa, e incorporar, incluso, a familias ya residentes en la localidad.

La red que da lugar a la Cooperativa El Hornero nace en 1990, a partir de un grupo de personas que trabajaban en comunidades eclesiales de base y vivían en la Villa de Emergencia "Costa del Canal", lindante con el Barrio Liceo, ambos de la ciudad de Córdoba:

"Como todas las villas... son resistidas por la gente de barrio, pero esta experiencia eclesial nos acercó y entre otras cosas que vimos, fue la necesidad de la vivienda, ya que gente que no vivía en la villa también alquilaba y no tenia vivienda propia. Entonces surgió la idea de querer trabajar la vivienda con la gente que quería irse de la villa. Empezamos diez personas, mitad de la villa, mitad del barrio y constituimos legalmente la cooperativa en el 91. En el 93 ingresamos a la Unión de Organizaciones de Base y a partir de esta unión es que como vimos el panorama más claro para llegar a la tierra". (Presidente de la Cooperativa El Hornero).

Institucionalizada como Cooperativa de Vivienda, Crédito y Consumo en 1991 y con una participación activa en la UOBDS desde 1993, la red compró la tierra para el primer Plan de Viviendas (El Hornero I) con un subsidio del estado provincial, en el barrio Jorge Newbery de la ciudad de Córdoba. Dos años después había logrado realizar los primeros pasos de una infraestructura urbana que habilitaba a gestionar un crédito en el Instituto Provincial de la Vivienda (IPV), que, efectivizado en los comienzos del año 2000, permitió la construcción de las casas de las familias integrantes de la red.

"Y en el 2000, una vez que se entregaron las viviendas... en esos casi diez años habíamos aprendido un montón de cosas ¿por qué no replicar, ofrecerle el servicio de acceso a la vivienda a otra gente? Había mucha gente que en ese momento, sin hacer ningún tipo de difusión, llegaba a preguntar por la vivienda y ahí resolvimos hacer otro tramo y resolvimos en una asamblea que había gente que quería seguir y otra que no, y entonces decidimos dejar libre el camino a los que queríamos y así constituimos un grupo de diez personas que seguíamos y empezamos El Hornero II y ése es el barrio que entregamos en marzo pasado en Malvinas Argentinas". (Presidente de la Cooperativa El Hornero).

Este segundo plan de viviendas, y el primero en Malvinas Argentinas, comprometió a setenta familias. La tierra fue adquirida con el aporte de los propios integrantes de la red quienes, en la cuota societaria aprobada en asamblea, incluían, además, un importe para ser adjudicado a las obras de infraestructura urbana y otro para ser destinado al pago de honorarios para los consejeros que llevaban adelante más directamente las tareas de gestión del hábitat.

La historia acumulada por la Cooperativa El Hornero supone un capital social colectivo más antiguo y fundado en experiencias más diversificadas que las de la Asociación Civil Nicolás de Bari. Junto a una igual experiencia en el campo político, también en el marco de la UOBDS —aunque con raíces anteriores, por la participación en comunidades eclesiales de base—, la Cooperativa El Hornero acumula también una cierta legitimidad y un saber-hacer reconocido, asociados a la gestión y a la administración de planes de vivienda, a partir de su exitosa experiencia anterior en un barrio cordobés.

Así, en Malvinas Argentinas, esta organización no parte de una acumulación de capital social en forma de capital colectivo de base local —como en el caso de Nicolás de Bari—, sino de estrategias fundadas en la posesión de un cierto capital social institucionalizado. Asumiendo aquí más bien un modo de funcionamiento de gestión gerencial-empresarial del hábitat , la red que representa la Cooperativa El Hornero instrumentaliza una relación entre las familias pobres que buscan solucionar su problema de vivienda y el Estado provincial, en la que el capital social colectivo y sus posibilidades de reconversión en otras especies tienen particulares características:

a) En primer lugar, el capital social colectivo constituido por los residentes del barrio El Hornero II de Malvinas Argentinas viene a sumarse al que ya tenía consolidado la Cooperativa, a través de la implementación de El Hornero I en la ciudad de Córdoba.

b) Por otro lado, ese capital social aportado por la incorporación de nuevos socios implica para la institución su reconversión en capital simbólico, en la medida que refuerza su potencial de negociación frente al Estado, tanto a nivel provincial, como a nivel municipal. Luego, con la concreción exitosa del plan, ese capital se fortalece aun más en términos de "legitimidad" y de "saber-hacer" en el campo de la gestión de la demanda habitacional, y le permite a la organización posicionarse como agente privilegiado del sub-campo de la producción,7 lo que tiende a reforzar aun más su modo de funcionamiento gerencial o empresarial.8

c) Finalmente, ese nuevo capital social colectivo supone también, para las nuevas familias que se asocian, su reconversión en capital económico: constituye la base para acceder al programa de vivienda y urbanización, y a sus posibilidades de financiamiento, en virtud de la exigencia operativa de pertenencia a una organización colectiva reconocida como tal por el Estado (en la medida en que es ese capital social colectivo institucionalizado el que recibe el Estado como garantía fundamental para al cumplimiento de los plazos estipulados por el programa, en el marco de la operatoria BID).

En el caso de Nicolás de Bari, en cambio, se asume más bien un modo de funcionamiento ligado a la gestión militante del hábitat , que parte del reconocimiento de las potencialidades de la participación política y social como estrategia de superación de las limitaciones asociadas a las condiciones de la pobreza, tal como se desprende del discurso de la misma asociación expresado en la primera Expo-feria de Malvinas Argentinas, en agosto de 2005:

"Somos familias que provenimos de distintos barrios de la ciudad de Córdoba, familias que, al no tener una vivienda propia, nos propusimos organizarnos y comenzar a luchar por el derecho que nos corresponde". (Folleto de la Asociación Civil Nicolás de Bari).

Aquí también el capital social colectivo y sus posibilidades de reconversión en otras especies tienen sus particularidades:

a) En primer lugar, se trata originariamente de un capital social colectivo de base local, acumulado en torno a importantes relaciones de parentesco y de amistad, reforzadas por relaciones de vecindad, y en cuya acumulación es fundamental el papel de mujeres-gestoras de estrategias colectivas.

b) En segundo lugar, ese capital social colectivo, una vez institucionalizado, permitió la conformación de dos redes de intercambio sucesivamente con dos ONG, redes que suponen la transferencia de distintas formas de capital, además de hacer posible el ingreso al Programa (en la medida en que es lo que recibe el Estado como garantía fundamental para al cumplimiento de los plazos estipulados en el marco de la operatoria BID). La primera red, con CECOPAL, supuso la transferencia de capital cultural especialmente (bajo la forma de asistencia legal y técnica), que habilitó luego la transferencia de capital económico, bajo la forma de subsidios para la compra de tierras y para la posterior construcción de las viviendas. La segunda, con SEHAS, implica también la transferencia de capital cultural, pero que, en este caso, excede la cuestión habitacional: se complementa con las problemáticas de género y de jóvenes y supone también la consolidación del capital social colectivo en términos de "saber hacer" y "saber moverse", lo que refuerza las posibilidades de negociación con el municipio, en torno a los servicios públicos locales, y, potencialmente, con otros agentes e instituciones.

c) Finalmente, la consolidación del capital social colectivo permite su reconversión, al menos en parte y para la dirigencia de la asociación, en una suerte de "capital militante", recurso fundamental para participar y actuar en el campo político, con ciertas particularidades que veremos a continuación.

Acumulación y reconversión: mujeres y capital militante

En Nicolás de Bari es posible construir una red de base residencial conformada a partir de nuevas relaciones de sociabilidad centradas en la mujer, y visibles tanto en torno a innumerables intercambios cotidianos de bienes materiales y de servicios, cuanto en la generación y mantenimiento de espacios compartidos en el tiempo libre propio ("grupo de mujeres") o de los hijos e hijas ("grupo de jóvenes"). Aquí también se sostienen intercambios, ahora más explícitamente vinculados a una dimensión simbólica de reforzamiento de estos lazos sociales y de la creencia en el valor de la unidad de la red. Se trata de un espacio que cobra fuerza fundamentalmente por la iniciativa femenina, como se ha observado en otros barrios, no sólo en lo que hace a la gestión de estrategias colectivas como "gestoras de primer orden", sino también como "líderes de primera línea" (Gutiérrez, 2004) que se referencian desde una posición dominante dentro de la organización, en todo el proceso de gestión del hábitat, y como especiales protagonistas de las negociaciones con el Estado en sus diferentes niveles.

Todo ello permite avanzar sobre los sentidos vividos implicados en estas relaciones objetivas: los intercambios son, como dice Auyero (2001), experiencias humanas vividas.

Así, Mónica y Mary, presidenta y tesorera de la Asociación Civil Nicolás de Bari, aparecen, según sus propios discursos y desde el relato de otras socias, en una posición reconocida por su fuerte participación en la historia de la asociación.

Más allá de las particulares trayectorias individuales,9 puede decirse que las prácticas de ambas mujeres en esta asociación, en la UOBDS, en sus intercambios con las ONG y con el Estado en sus diversos niveles, están sustentadas en un sistema de competencias políticas, en un conjunto estructurado de "saberes y de saber-hacer", en un capital militante , en el sentido de Matonti y Poupeau (2005), que puede ser reconvertido en otro tipo de capitales según las apuestas del juego en el que intervengan. Por ejemplo: puede transformase en capital simbólico en el marco de la asociación, e incluso del Movimiento de Organizaciones de Base (cuando se desprenden de la UOBDS); puede materializarse en capital económico bajo la forma de un terreno y de una nueva vivienda; puede convertirse en capital social individual y/o colectivo en el marco de la red construida con SEHAS y en la lucha por obtener una mayor autonomía en relación con esa ONG; finalmente, puede devenir en capital político, susceptible de ser utilizado en una escena mayor, por ejemplo, en la conformación de un espacio multiactoral —surgido por iniciativa del intendente de Malvinas Argentinas—, que promete la discusión de diferentes problemáticas de la localidad y el intercambio entre sus principales representantes.

El capital militante es también una suerte de "capacidad para orientarse" (Matonti y Poupeau, 2005), una capacidad que, como representación positiva, como recurso valioso para quien lo posee, supera a las visiones de tinte negativo que los agentes sociales asocian al mundo político. Y ello es así, porque supone un mayor compromiso (como sentido vivido) que permite a los sectores más desposeídos de todas las especies de capital una oportunidad para acceder a ese mundo político. La acumulación de capital militante implica también un aprender (Matonti y Poupeau, 2005): indudablemente, los procesos descriptos conllevan una resistematización de las estrategias y, en algún sentido, un quiebre en las trayectorias individuales y colectivas. Y no sólo por las nuevas condiciones objetivas que promueven cambios en su calidad de vida, sino también por las posibilidades que se presentan en la estructuración de nuevos sentidos acerca de lo positivo y lo negativo, de lo que vale y lo que no vale, de lo posible y de lo no posible.

Y como sentido vivido de ese aprender objetivo, se pueden revalorizar las experiencias pasadas con la UOBDS y el MOB:

"Porque te sentabas a conversar con gente que tenía los mismos problemas que vos tenías y algunos lo tenían más claro que los otros, nosotros que no sabíamos nada de nada, escuchás que fulano decía una cosa así '¡sí, pero nos corresponde porque es un derecho que tenemos!'... ¿qué están diciendo?, no sé...¡y sí, si es así!, bueno paralelamente estábamos con CECOPAL y bueno... fue un aprender , fue un volver a hacer la primaria en este tema (...) la primaria digo porque cuando vas a al colegio no sabés nada, así estábamos nosotros". (Mary).

O incluso valorar la potencialidad de las nuevas prácticas y representaciones que promueven las organizaciones sociales con su militancia:

"Nosotros al quedarnos callados, no patalear, estamos fomentando esto... Se está monopolizando la política nada más que en las cabezas que hay porque, ellos son los únicos que tienen para mandar a sus hijos a estudiar bien, a hacer una carrera, nosotros no... (...) Entonces, ¿quiénes son los que van a suplantarlos a ellos? La familia, los hijos, los muy allegados a ellos, entonces si seguimos con más de lo mismo y nosotros seguimos aceptando esto, vamos a caer". (Mónica).

Es importante destacar la fuerte identidad femenina que asume la asociación: "Nicolás de Bari, siempre decimos que el único hombre que ha entrado es Nicolás de Bari", según expresa Mary. Discriminan positivamente lo que ellas llaman política social o militancia social , y de ese modo se sitúan como productoras y distribuidoras del " trabajo social de las organizaciones ". Aquí claramente puede observarse una transferencia de las habilidades femeninas propias del espacio privado, doméstico, al espacio público, extra-doméstico: se trata fundamentalmente de la capacidad para producir y mantener, para acumular y sostener, distintos tipos y niveles de interacciones sociales. El saber hacer es, pues, un saber hacer aprendido en el hogar , pero potenciado por la participación en las redes (entre pobres, en la UOBDS y/o MOB, y entre pobres y no pobres, con CECOPAL y SEHAS), se convierte en un saber hacer movilizable colectivamente.

Definen su actividad como una suerte de militancia social y explícitamente declaran que "no hacen política", porque identifican la política con la corrupción de los partidos y del Estado y con el clientelismo. Y refuerzan el discurso socialmente predominante sobre el mundo político con sus experiencias vividas en la UOBDS y, concretamente, con la cooptación sufrida por parte del partido justicialista cuando llega al gobierno de la provincia.

En la medida en que constituye un recurso disponible (en la organización colectiva, pero también en la familia), como las otras especies de capital, el capital militante es susceptible de transferencia entre generaciones: se ha podido identificar, tanto en el caso de Mónica como en el de Mary, tras trayectorias diferentes, la construcción de una suerte de linaje de la militancia , que une hasta cuatro generaciones. La última de ellas está ligada a un proceso que podría llamarse de preparación de los herederos , mucho más visible en el caso de Mary, con la participación activa de dos de sus hijos en la red, que parecen dispuestos a recibir la herencia materna, según la definición de género que he sugerido:

"Y Manuel tiene mucha visión, yo me siento a hablar con él y estamos horas ahí, tiene mucha visión política... yo le digo seguí, seguí... no hagás como tu madre que no se mete con los partidos [risas] (...) y Analía también, (...) a Analía la veo más en lo social, en trabajar el tema de las mujeres... en ese aspecto la veo". (Mónica).

A modo de cierre

Comencé este texto con notas de campo que fueron tomadas al inicio de la investigación, pretendiendo mostrar cómo, en el espacio físico, se traducen las diferencias sociales ligadas a las prácticas y vivencias de los agentes involucrados, más allá de la apariencia de homogeneidad (por las condiciones de pobreza y por las condiciones sociopolíticas derivadas del programa habitacional).

Muchas de esas diferencias no fueron explicitadas aquí y derivan, según el relevamiento general que hicimos de la totalidad de las familias, del volumen y estructura del capital que dispone cada unidad doméstica, que muestran mayores recursos económicos y escolares en el barrio El Hornero II, en comparación con Nicolás de Bari. Aquí me centré en las modalidades diferentes que adopta la gestión del hábitat desde las organizaciones colectivas que nuclean a este conjunto de familias pobres, asociando esas diferencias a trayectorias distintas de acumulación e institucionalización del capital social colectivo que sustenta la conformación de esas (y otras) redes sociales, pretendiendo mostrar también procesos objetivos y sentidos vividos similares.

Me he centrado pues, en una de las formas que puede adoptar el capital social en el marco de las estrategias de reproducción social de familias que viven en la pobreza: en su forma colectiva y, más específicamente, en aquélla que permite la construcción de redes sociales que unen a dichas familias con agentes e instituciones que ocupan otras posiciones en el espacio social, y que están ligados a diferentes planes y programas.

Ahora bien, muchas veces esos planes y programas exigen, como en este caso, una cierta capacidad de organización de los "beneficiarios", que no hace otra cosa que "focalizar" aun más a la población, en virtud del manejo de ciertos saberes y recursos sociales desigualmente distribuidos, aun entre los pobres.

Las organizaciones que participaron en la UOBDS primero, y quienes se constituyen luego en MOB, poseen indudablemente ese volumen y esa estructura de capitales adecuados a la estructura del juego de las políticas focalizadas. Y es precisamente ese conjunto de recursos el que permite la efectiva conformación de esas redes que he mencionado, las redes de intercambio de reciprocidad indirecta especializada, que articulan modos de reproducción diferentes (entre pobres y no pobres), y que implican intercambios de capitales. Y de esos capitales están exentos los pobres que "no están organizados": en este sentido, al mostrar aspectos comunes y diferenciales de los procesos, he pretendido hacer visibles modos distintos de reconversión del capital social colectivo en capital militante y en capital político.

Es decir, "organizarse" requiere ciertas condiciones objetivas y simbólicas. Acumular capital militante es compromiso sin duda, pero es también incorporar "saber hacer" a partir de ciertas experiencias, adquirir competencias sociales y técnicas. Además, al constituir un recurso importante para las familias, dicho capital se convierte en objeto de luchas y obliga a generar prácticas de acumulación y de herencia familiares.

Acumular capital militante es, en definitiva, aprender a actuar y a moverse en ciertos espacios: no es entonces casual la fuerte presencia de las organizaciones no gubernamentales en estos procesos, que entran así en el espacio social.

"... lo hemos planteado otras veces que lo que ellos tienen que hacer es darle más participación a las organizaciones... porque si bien yo no estoy disconforme con que ellos vivan de las organizaciones, porque hablando en criollo, claramente ellos viven de las organizaciones (...) pero les tenés que dar más participación, yo la semana pasada estuve participando en Buenos Aires en el lanzamiento de la Campaña Nacional Contra la Pobreza y... y nos llamaron una semana antes (...). Te meten toda la información y te mandan a Buenos Aires a hacer todo el lanzamiento de la campaña. ¿Entendés...? Que nosotros se lo planteábamos... eh... le dijimos nosotros queremos estar desde el inicio, porque se han armado todos los documentos de las Metas del Milenio y todo lo demás y un documento crítico en contra de esas Metas que firmaron los gobiernos...". (Mónica).

"Participar" es actuar en el mundo político; es, a la vez, resultado y medio de la acumulación de capital militante y, en ese sentido, de intercambios producidos en el marco de ciertas redes, en las cuales hay apuestas diferentes y también luchas. Sin embargo, constituyen ámbitos en los que es posible el fortalecimiento objetivo y simbólico de las acciones colectivas.

Notas

1 En el marco del análisis relacional de la pobreza que he mencionado, y que supone la necesidad de un abordaje de las condiciones objetivas y de las relaciones simbólicas, de las estructuras (objetivas e incorporadas) y de las trayectorias de las mismas, el trabajo de campo exige el uso de múltiples fuentes de información: análisis de documentos, cuestionarios —especialmente para obtener un cuadro general acerca de los volúmenes y estructuras del capital de cada una de las familias consideradas—, observación y entrevistas.

2 Dichas estrategias dependen de una serie de factores: 1) el volumen y la estructura del capital que hay que reproducir (capital económico, capital cultural, capital social, capital simbólico) y de su trayectoria histórica; 2) el estado del sistema de los instrumentos de reproducción , institucionalizados o no (mercado de trabajo, mercado escolar, etc.), es decir, se trata de aquellas condiciones estructurales que se presentan, a través del tiempo, como posibilidades objetivas para las familias; 3) el estado de la relación de fuerzas entre las clases , es decir, dependen del rendimiento diferencial que los distintos instrumentos de reproducción pueden ofrecer a las inversiones de cada clase o fracción de clase. Se trata también de analizar de qué manera se articulan las estrategias de las familias pobres con otras estrategias desplegadas por agentes y/o instituciones que ocupan otras posiciones en el espacio social, como se ha observado en un estudio anterior (Gutiérrez, 2004). De ese modo, se puede iluminar ciertos aspectos del problema: la pobreza no es un fenómeno aislado (o "marginal") sino que se reproduce simultáneamente con la riqueza, en el marco global de la reproducción de las relaciones sociales. Finalmente, dependen de 4) los habitus incorporados por los agentes sociales. Es decir, los esquemas de percepción, de apreciación y de acción interiorizados; el sistema de disposiciones a actuar, a pensar, a percibir más de cierta manera que de otra, ligado a definiciones de tipo "lo posible y lo no posible, lo pensable y lo no pensable, lo que es para nosotros y lo que no es para nosotros", que actúa como otro principio de estructuración de prácticas, en la medida en que permite percibir las posibilidades objetivas, pensarlas o no pensarlas y obrar en consecuencia. (Gutiérrez, 2004).

3 Esta concepción es completamente opuesta a la noción de capital social que sostienen los organismos internacionales, más bien vinculados con la teoría de la elección racional; especialmente, en lo que se refiere a un abordaje relacional por oposición a un abordaje sustancialista, y a la inmersión de la problemática en el marco de relaciones de poder, tanto objetivas como simbólicas. He comentado en detalle estos aspectos en Gutiérrez, 2005.

4 En 1999 se había gestionado, ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un préstamo de 219 millones de dólares destinado a financiar un proceso de Reforma y Modernización del Estado. Los proyectos constitutivos de este crédito fueron luego redireccionados en el año 2001, dando prioridad entonces al desarrollo de un programa de hábitat: el Programa de Rehabilitación Habitacional de "grupos vulnerables afectados por las inundaciones de la ciudad de Córdoba".

5 La red incorpora luego, en relación al núcleo inicial, familias provenientes de otros barrios cordobeses, fundamentalmente a través de vinculaciones entre parientes, aunque manteniendo la preeminencia de las oriundas de José Ignacio Díaz.

6 La Asociación Civil Nicolás de Bari formó parte de la Unión de Organizaciones de Base por los Derechos Sociales hasta su división, luego de la cual pasó a conformar el Movimiento de Organizaciones de Base, con un perfil independiente de las políticas provinciales del gobierno justicialista de José Manuel De La Sota.

7 De hecho, en 2005 está en plena ejecución el Plan El Hornero III (que involucra a 300 familias) y comienza a conformarse El Hornero IV, que compromete a "beneficiarios" que tienen un mayor poder adquisitivo. Ambos planes se desarrollan en Malvinas Argentinas.

8 Una particularidad interesante y que alude a los perfiles diferentes de ambas organizaciones colectivas es que, mientras la mayor parte de las familias del barrio El Hornero II se enteraron de la oferta de vivienda a partir de folletos, la totalidad de las residentes en Nicolás de Bari comentan que lo hicieron a través de contactos con personas, parientes fundamentalmente, pero también amigos, que les brindaron las primeras informaciones antes de acercarse a la institución.

9 Hemos reconstruido detalladamente ambas trayectorias sociales, que nos permiten explicar y comprender (además de los elementos comunes) las diferencias en ciertas prácticas y vivencias que no pueden explicitarse aquí.

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