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Cuadernos de antropología social

On-line version ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  no.30 Buenos Aires Sept./Dec. 2009

 

ARTÍCULOS

La persistencia de la forma (y sus omisiones). Un estudio del espacio urbano de La Plata a través de sus ciudades análogas

Ramiro Segura*

* Licenciado en Antropología (UNLP). Programa de Doctorado en Ciencias Sociales (UNGS-IDES). Docente — Investigador UNLP — IDAES/UNSAM. Dirección electrónica: segura_ramiro@hotmail.com.

Fecha entrega: 20 de febrero 2009. Fecha aprobación: 18 de julio 2009.

Resumen

En el presente artículo la ciudad es pensada como espacio de representación. ¿Cómo se estabiliza una imagen pública de la ciudad? ¿A qué se debe que una multiplicidad heterogénea y desigual de actores tiendan a compartir una representación similar de una ciudad que usan y experimentan diferencialmente? Se intenta responder a estas preguntas por medio del análisis de legislaciones y políticas sobre la ciudad, publicidad municipal, intervenciones y proyectos urbanos, dibujos de la ciudad, y representaciones y mapas elaborados por sus habitantes. Se sostiene que la imagen de la ciudad es producto de la sedimentación de un proceso histórico y urbano en el cual están presentes elementos políticos, morfológicos, geográficos e históricos. La persistencia de la forma no deja de resultar paradójica en una ciudad sujeta a diversos procesos de transformación y, por lo mismo, tiende a omitir elementos constitutivos de la ciudad tal como la conocemos hoy.

Palabras clave: Representaciones del espacio; Espacios representacionales; Ciudad análoga; Forma; La Plata

The persistence of form (and its omissions). A study of urban space in La Plata through its "analogues cities"

Abstract

In this article, the city is designed as a space of representation. How to stabilize an image of the city? Why is that a multiplicity of heterogeneous and unequal actors tend to share similar representation of a city who use and experience differently? It attempts to answer these questions through analysis of laws and policies on the city, urban interventions and projects, pictures of the city, and maps and representations made by its inhabitants. It argues that the image of the city is the product of the sedimentation of a historical process in which urban and political elements are present, morphological, geographical and historical contexts. The public image is paradoxical in a town subject to various processes of transformation and, therefore, tends to omit elements of the city as we know it today.

Key words: Representations of space; Representational spaces; Analogous city; Form; La Plata

A persistência da forma (e suas omissões).Um estudo do espaço urbano em La Plata através de suas "cidades análogas"

Resumo

Neste artigo, a cidade é concebida como um espaço de representação. Como estabilizar uma imagem da cidade? Porque é que uma multiplicidade de actores heterogênea e desigual partes semelhantes tendem a representação de uma cidade que utilizam ea experiência diferente? Ela tenta responder a estas questões através da análise de leis e políticas sobre a cidade, municipais, intervenções urbanas e projetos, imagens da cidade, e mapas e representações feitas por seus habitantes. Alega que a imagem da cidade é o produto da sedimentação de um processo histórico no qual urbano e elementos políticos estão presentes, morfológicas, geográficas e contextos históricos. A imagem pública é paradoxal, em uma cidade sujeito a diversos processos de transformação e, portanto, tende a omitir elementos da cidade como a conhecemos hoje.

Palavras-chave: Representações do espaço; Representacional espaços; Cidade análoga; Forma; La Plata

Introducción, o el origen de la pregunta

Mientras hurgaba en distintas bibliotecas en busca de materiales sobre la ciudad de La Plata, di casi por azar con un dibujo del arquitecto Clorindo Testa, publicado como separata del Anuario de la Sociedad de Arquitectos de La Plata del año 1982. Que un dibujo sobre la ciudad fuera publicado en el anuario de ese año, por otra parte enteramente dedicado a la ciudad, no debe llamar la atención. En efecto, 1982 correspondió al año del centenario de la fundación de la ciudad de La Plata y, como es habitual en esas ocasiones, se celebraron múltiples y diversos eventos para conmemorar el acontecimiento. Entre ellos, un concurso denominado "La Plata dibujada", organizado por la Sociedad de Arquitectos de La Plata, en el cual participó Clorindo Testa con su dibujo.

Lo que sí sorprende, incomoda e interroga es el dibujo de la ciudad realizado por Testa, más aún si lo comparamos con otros dibujos presentados al mismo concurso, precisamente aquellos que obtuvieron premios y menciones, reproducidos en el cuerpo de revistas especializadas de arquitectura publicadas durante el mes de noviembre de 1982 ( SUMMA Nº 181 y el ya referido Anuario de la Sociedad de Arquitectos de La Plata), dedicadas enteramente a la celebración del centenario.

Sintetizando podemos señalar que, más allá de las diferencias, en todos los dibujos premiados la ciudad es representada por medio de un cuadrado que alude a su planta fundacional, cuadrado que hace las veces de límite de la ciudad, produciéndose de este modo un gran contraste entre el contenido de los artículos de ambas revistas, abocados a la historia urbana de La Plata, a sus problemas urbanos y a las alteraciones del plan original, entre otros temas, y los dibujos que se reproducen intercalados entre los artículos, que remiten directamente al momento fundacional de La Plata y que la asocian a una forma original e ideal: el plano de la ciudad.

El dibujo de Testa, por el contrario, no mira hacia el pasado, sino que se proyecta hacia el futuro. Titulado "La Plata y Alrededores, 2974", es un dibujo realizado sobre el cartografiado de la ciudad llevado a cabo por la Dirección de Geodesia, denominado La Plata y Alrededores, 1974. Testa modifica un dígito e imagina un futuro posible para la ciudad en el mismo momento en que todos están celebrando su glorioso pasado y negando su presente. En ese imaginado futuro, las grandes inundaciones desplazan el centro de la ciudad hacia el sudeste, el eje principal de la ciudad corresponde a lo que aproximadamente es hoy la calle 13, es decir, un eje perpendicular al eje monumental pautado como circulación principal de la ciudad en el plan original, los límites del trazado fundacional se tornan difusos (muchos tramos están, de hecho, bajo el agua), desaparecen las diagonales y se mantiene la grilla cuadricular de calles y avenidas. Por supuesto, este dibujo no obtuvo premio ni mención alguna.


Imágen 1: Clorindo Testa, La Plata y Alrededores, 2974.

Como decíamos, este dibujo sorprende, incomoda e interroga. El escenario propuesto por esta imagen de la ciudad es radicalmente distinto al propuesto por imágenes contemporáneas. Y no es una cuestión de verdad o de adecuación a la realidad. Como escribió Gorelik acerca de las ciudades análogas, se trata de "sistemas de inteligibilidad delirantes", pero que están allí para poner en cuestión el delirio implícito en la "normalidad" de nuestro presente fracturado. Son imágenes que quedan allí con todo el poder desequilibrante de su realidad y que nos podrían estar señalando rasgos de la ciudad "que está cambiando delante de nuestra percepción distraída, es decir, interesada" (Gorelik, 2004:150).

Analíticamente este dibujo nos posibilita —por contraste y desestabilización del sentido común cotidiano acerca de la ciudad, de la desnaturalización de lo dado— identificar un modo más o menos estable de representar e imaginar la ciudad y pensar lo que tal modo invisibiliza y omite.

La pregunta

¿Cómo se estabiliza una imagen pública de la ciudad? ¿A qué se debe que una multiplicidad heterogénea y desigual de actores tienda a compartir una representación similar de una ciudad que usan y experimentan diferencialmente?

Para responder a estos interrogantes, nos centraremos en el análisis de un conjunto disímil de materiales como legislaciones y políticas sobre la ciudad, publicidad municipal, intervenciones y proyectos urbanos, dibujos de la ciudad, y representaciones y mapas elaborados por sus habitantes,1 a partir del cual fue posible identificar una imagen más o menos compartida acerca de la ciudad, sintetizada en la idea de la persistencia de la forma . Persistencia que no deja de resultar paradójica en una ciudad sujeta a diversos procesos de transformación (suburbanización, conurbación, segregación) y, por lo mismo, persistencia que no puede existir sin omitir como no ciudad a elementos constitutivos de la ciudad tal como la conocemos hoy.

En este trabajo nos mantendremos, pues, en cuestiones vinculadas a lo que Lynch (2006) denominó imagen de la ciudad o, en términos de Frisby (2007), pensaremos la ciudad como espacio de representación . Con representaciones sociales nos referimos a fenómenos complejos, compuestos por diversos elementos que a veces son estudiados de manera separada: informativos, cognitivos, ideológicos, normativos, creencias, valores, actitudes, opiniones, imágenes, etc. Las representaciones sociales "circulan en los discursos, en las palabras, en los mensajes, en los medios de comunicación, cristalizadas en las conductas y las disposiciones materiales o espaciales" (Jodelet, 1991: 25). Se trata, en definitiva, de una "forma de conocimiento, socialmente elaborado y compartido, con una orientación práctica y orientado a la construcción de una realidad común en un conjunto social" (Jodelet, 1991: 31). Una ciudad, entonces, no se reduce a sus características materiales: edificaciones, plazas y parques, calles, avenidas y autopistas, infraestructura comunicacional y de servicios. Una ciudad es, también —y fundamentalmente—, la multiplicidad de discursos, imágenes, representaciones y relatos que elaboran aquellos que en ella viven, que les posibilitan establecer vínculos con el espacio urbano.

Fue el arquitecto italiano Aldo Rossi quien propuso el concepto de ciudad análoga para reivindicar el papel que la memoria colectiva de los ciudadanos debía desempeñar en el proceso de diseño de la ciudad. En su propuesta se trataba de un proceso compositivo que, partiendo de algunos hechos seleccionados de la realidad urbana, servía para construir una nueva realidad de base analógica . Se trataba, en definitiva, de un modo alternativo de acercamiento a la ciudad más cercano a la imaginación, la intuición y los intereses personales, que al pensamiento racional. La analogía apelaba a correspondencias que tan sólo eran comprensibles dentro de un colectivo humano que compartía una misma base cultural, una misma memoria colectiva.

Mientras Aldo Rossi ha utilizado el concepto para señalar la capacidad simbólica de la ciudad como obra de arte colectiva, Adrián Gorelik lo ha retomado para resaltar que esta figura "pone en acto el tiempo quebrado y el espacio fragmentado de la ciudad contemporánea, sustrayéndonos del continuum adormecedor que recompone nuestra experiencia cotidiana" (Gorelik, 2004:146), el cual es también una ciudad análoga, pacificada, sin conflictos ni fisuras.

La forma

Quizá sea conveniente decirlo desde un comienzo:


Imágen 2: Plano del trazado fundacional de la Ciudad de La Plata.

Esto no es una ciudad. Y, sin embargo, al menos en el caso de La Plata, parece imposible no comenzar por aquí, por su proyecto, el diseño fundacional, que antecedió a la ciudad y que como intentaremos mostrar aquí, más allá de las transformaciones y alteraciones, guió su construcción, fue y es el contrapunto ineludible a la hora de realizar valoraciones y diagnósticos acerca de la ciudad, y tiene especial relevancia en el modo en que sus habitantes la imaginan y la viven.

Si para el pensamiento europeo el concepto de ciudad es bastante posterior a la existencia del "hecho urbano" (De Certeau, 2000), esta relación se invierte en el caso de América. Como sostuvo Ángel Rama, desde la remodelación de Tenochtitlán hasta la inauguración de Brasilia,

(...) la ciudad latinoamericana ha venido siendo un parto de la inteligencia, pues quedó inscripta en un ciclo de la cultura universal en que la ciudad pasó a ser el sueño de un orden y encontró en las tierras del Nuevo Continente, el único sitio propicio para encarnar (Rama, 1984:9).

Las circunstancias históricas específicas de la fundación de la ciudad de La Plata son bastante conocidas. La historiografía argentina coincide en que el año 1880 inaugura, con la primera presidencia de Roca, un período histórico que va a extenderse hasta 1916, caracterizado por un país integrado al mercado mundial como exportador de materias primas provenientes del campo, conducido por una elite oligárquica terrateniente que pone fin a los enfrentamientos regionales que caracterizaron al territorio argentino desde la independencia y que, de esta manera, inicia la construcción de la Argentina moderna: integración al mercado mundial, inmigración masiva proveniente de Europa, consolidación de las fronteras y la administración nacionales, establecimiento de instituciones liberales. Para que esto sucediera la federalización de la ciudad de Buenos Aires fue una cuestión central. Al ceder la provincia de Buenos Aires su ciudad capital homónima al gobierno federal, fue necesario designar una nueva capital para la provincia. Luego de diversos estudios y discusiones se decidió crear una nueva ciudad , en lugar de designar capital de la provincia de Buenos Aires a una ciudad preexistente.

Refiriéndose a la fundación de la ciudad de La Plata, en un artículo sugestivamente titulado La Plata o el poder creador de la Argentina , el viajero francés Corvetto sostuvo en 1885 que "en ningún lugar del mundo el presente se transforma tan rápido en pasado; ayer el desierto, hoy un plano y jalones; mañana una ciudad" (1982: 73). La secuencia establecida por el lúcido viajero capta, en un fragmento, la esencia del acto fundacional: desierto-pasado, plano y jalones-presente, ciudad-futuro, y la aceleración del tiempo que permite pasar de uno a otro de los elementos de la secuencia con una velocidad no equiparable en otros lugares del mundo.

Quisiéramos señalar brevemente dos cuestiones que se condensan en este relato. En primer lugar, es posible identificar, combinadas y superpuestas, dos imágenes características de la modernidad señaladas por Berman (1989). Por un lado, identificamos la imagen fáustica del desarrollo , representada por los grandes proyectos donde convergen capitales, conocimientos y fuerza de trabajo para transformar aceleradamente la realidad social que, en este caso, como veremos más adelante, supone culturalizar la naturaleza o, si se quiere, civilizar el desierto. Por otro lado, en la modalidad en que esta transformación es implementada es imposible no identificar el modernismo del subdesarrollo , que Berman ejemplifica con la construcción de San Petersburgo, donde la modernización es impulsada desde arriba, por el Estado, e importando modelos occidentales. En segundo lugar, debemos señalar que hay algo contradictorio en la expresión "Conquista del Desierto", pues "a un desierto no es necesario conquistarlo, simplemente se lo ocupa" (Mandrini, 1988: 311). El territorio conquistado por Roca e inmediatamente incorporado a la producción no era un desierto. Sin embargo, al igual que los colonizadores españoles se aplicó el principio de la tabula rasa (Rama, 1984: 10). De este modo se entiende por qué se construye sobre "el desierto". En general, los dirigentes políticos y los pensadores latinoamericanos del siglo XIX definieron la especificidad latinoamericana negativamente y, de este modo, vieron en la herencia colonial —y precolombina— algo a superar. La fundación de la ciudad de La Plata es, entonces, la otra cara, simétrica y opuesta, de la conquista del desierto. Es una de las metáforas emblemáticas de una generación que pretendía estar fundando un Estado y una nación desde la nada, a partir de una radical ruptura con el pasado.

Entre sus antecedentes más célebres se encuentran tanto las intervenciones urbanísticas europeas llevadas a cabo por Haussmann en París durante el imperio de Napoleón III (Berman, 1989) y la construcción de la Ringstrasse de Viena por los liberales austriacos (Schorske, 1981) como las nuevas ciudades americanas, como el caso de la construcción de Washington. Sin embargo, más allá de las filiaciones que es posible establecer, el diseño escogido para la nueva ciudad, obra de Dardo Rocha y Pedro Benoit, se caracteriza por recurrir a múltiples fuentes, representando una síntesis de diversas ideas vigentes a fines del siglo XIX acerca del urbanismo (Garnier, 1992 a; CEPA, 1997). En el plano fundacional se combinan elementos de la ciudad ideal del Renacimiento en tanto que fue pensada como una obra acabada, cerrada, con límites precisos; los espacios públicos, las diagonales y la representación física del poder en un eje monumental manifiestan una influencia barroca; la preocupación por la circulación y los espacios verdes proviene del higienismo y de la racionalidad de la ciudad industrial del siglo XIX; y por último, se conservó la cuadrícula, elemento tradicional del urbanismo en América Latina.

El formalismo, expresado en la centralidad dada a las preocupaciones por la geometría y la simetría, es la característica fundamental del trazado fundacional. El diseño original de la ciudad consiste en un cuadrado de 40 por 40 manzanas —cada lado de la cuadrícula posee 5.196 metros de extensión—, claramente delimitado por una avenida de circunvalación de 100 metros de ancho cuya función era separar el centro de la periferia, lo urbano planificado de lo rural. Al interior del cuadrado predomina la disposición en cuadrícula, una geométrica trama ortogonal con avenidas cada seis cuadras, en cuya intersección se encuentran espacios verdes (plazas y parques) equidistantes. Dos diagonales principales y otras seis secundarias procuran dar agilidad a la circulación por el cuadrado y conectan el centro de la ciudad con la periferia. Un eje monumental que corre a lo largo de las avenidas 51 y 53 divide simétricamente al cuadrado fundacional y en él se encuentran emplazados el Bosque, la plaza San Martín, alrededor de la cual está simbolizado el poder provincial (Casa de Gobierno y Legislatura), el Teatro Argentino, la plaza Moreno, alrededor de la cual se enfrentan la Municipalidad y la Catedral, la plaza Islas Malvinas y el Parque San Martín. Este eje, perpendicular al Río de la Plata, además de distinguir los espacios públicos de los privados, conectaba simbólicamente el puerto con la pampa, cuya mediación era la ciudad misma.

Orden y equilibrio son las dos ideas que se traducen en el trazado fundacional: la ciudad como "una máquina urbana, en la que no se puede agregar ni sacar un engranaje" (Garnier, 1992a: 102). Preocupación por la circulación (avenidas y diagonales), por lograr un equilibrio entre el espacio construido y el espacio verde (espacios verdes equidistantes; avenidas y bulevares con ramblas arboladas), por diferenciar claramente espacios públicos de espacios privados (eje monumental donde se localizan los edificios públicos, que divide en dos partes simétricas al trazado fundacional), por separar lo urbano de lo rural (avenida de circunvalación). Inclusive, la búsqueda de racionalidad pretendió llegar hasta la experiencia espacial de la ciudad: idealmente, su previsibilidad era total, al punto de sustituir las referencias espaciales y socioculturales por un razonamiento matemático y mecánico para orientarse en la ciudad.

En 1879 Julio Verne publicó Los quinientos millones de la Begún , una novela en la cual su personaje central, el doctor Sarrasin, se embarca en la construcción de France Ville, con la finalidad de contribuir al mejoramiento de la salubridad en las aglomeraciones urbanas de todo el mundo. Esta ciudad modelo, imaginariamente levantada en el territorio americano sobre una llanura despoblada, poseía una traza regular, calles numeradas, cruzadas en ángulo recto y de las que se diferenciaban algunas más anchas denominadas avenidas, ubicadas cada medio kilómetro, arboladas y con jardines en sus intersecciones. No resulta extraño que tres años más tarde, por el hecho de compartir el carácter fáustico de su construcción, similitudes formales, finalidades higiénicas y dimensiones utópicas, se relacionara la ciudad de Julio Verne con la ciudad de Dardo Rocha (Vallejo, 2001); asociación que funcionaba como estigma (lo utópico como lo irrealizable) tanto como distinción (en tanto materialización de la utopía). En 1889, en la Exposición Internacional de París, el trazado de La Plata obtuvo reconocimiento internacional al ser premiado con la medalla de oro.

Esto no es una ciudad, decíamos. Sin embargo, desde sus inicios es posible identificar la tendencia a perder de vista la diferencia entre diseño y ciudad y, más aún, a tomar al primero por la segunda. La preeminencia del diseño existe desde los primeros pasos que se dieron para la fundación de la ciudad. De hecho, lo último que se conoció fue la localización exacta —Lomas de Ensenada— en la cual se comenzó a construir la nueva ciudad. Y la fecha de fundación de la ciudad, 19 de noviembre de 1882, corresponde al día en que se colocó la piedra fundamental en lo que según el plano fundacional sería luego el centro geométrico de la ciudad. Ese día, en un palco montado en medio de la pampa, se repartían como souvenirs entre los presentes pañuelos de seda con la reproducción del trazado fundacional, adquiriendo de este modo temprano valor iconográfico. Como señalan acertadamente Gandolfi y Gentile (s/f), "difundir la planimetría era una de las pocas alternativas para esa ciudad de la cual, en definitiva, sólo se conocía ubicación, trazado y el proyecto de una media docena de edificios públicos ubicados estratégicamente sobre un tablero". De este modo la celebración del trazado urbano adquirió una dimensión propia aun antes de fundada la ciudad, tornándose plausible "la identificación de una ciudad prácticamente sin existencia física (puro gesto político, expediente administrativo) con una imagen previa de lo que sería" (Gandolfi y Gentile, s/f).

La pampa, la continuidad sin límites de la llanura, es así la superficie natural, incivilizada e informe sobre la cual se imprimirá la cultura, la forma. Dilema principal del culturalismo argentino decimonónico: ¿cómo informar —dar forma— a la pampa? Era precisamente en la ausencia de obstáculos y de límites, característica de la pampa, donde radicaba para el culturalismo del siglo XIX la paradoja de la ciudad argentina.

La cuadrícula intenta llenar el vacío de la pampa, intenta fundar ciudad sobre la nada. Porque ve la naturaleza como amenaza material y cultural, funda una forma abstracta, homogénea, regular: pura cultura (...) pero en esa regularidad el culturalismo denuncia el triunfo de la naturaleza (...), porque lo que aparece como principal abstracción es la propia inmensidad de la llanura, su ausencia de organicidad (Gorelik, 1998: 34).

La ciudad "realizaba", entonces, paradojalmente, los designios de la pampa, al prolongar indefinidamente un trazado en cuadrícula que no encontraba obstáculos para su expansión. Es para conjurar este peligro que en el plano fundacional la cuadrícula tiene límites claros y precisos, definiendo un adentro y un afuera que delimitan lo urbano y lo rural, la ciudad y la pampa, la naturaleza y la cultura.

Leer la sociedad en las formas urbanas. Destruir formas si la sociedad se ha transformado. Producir nuevas formas para cambiar la sociedad existente. Para este pensamiento, entonces, ciudad y sociedad se relacionan más o menos directamente: los cambios en la sociedad se traducen en la ciudad y, precisamente por esto, modificar la ciudad puede ser un modo eficaz de transformar la sociedad. La ciudad aparece así como un artefacto material, cultural y político por medio del cual se puede intervenir en los modos como se vinculan ciudad y sociedad, forma y política. Veamos brevemente los sentidos atribuidos a las formas.

"No hay nunca diseño físico que tenga un significado perenne. Como cualquier otro diseño, las cuadrículas se convierten en lo que cada sociedad quiere que represente" (Sennett, 2004: 2). Así, mientras los romanos establecían un centro producto de la intersección de los dos ejes o calles principales y un límite o perímetro amurallado, creciendo entonces la ciudad dentro de sus límites, desde el centro hacia el perímetro amurallado, la cuadrícula moderna (cuyo modelo paradigmático es la ciudad norteamericana) no tiene límites y se extiende por la acumulación de los bloques a medida que crece la ciudad. Si, siguiendo a Sennett (1997), sabemos que los romanos consultaban a los cielos y los planificadores de New York hicieron lo propio con los bancos, nos podríamos preguntar a quiénes consultaron los fundadores de La Plata, qué finalidad plasmaron en su plano, qué sentidos se expresan en sus formas.

Luego de recorrer la ciudad en 1885 y maravillarse por sus calles rectas, diagonales y avenidas, sus bulevares y sus anchas veredas, el bosque, los edificios públicos y los modernos servicios con los que estaba dotada, Domingo F. Sarmiento, uno de los más fervientes promotores del modelo de "ciudad nueva" para Buenos Aires, es decir, una ciudad que saliera de sus límites históricos, opuesto al modelo largo tiempo dominante de "ciudad concentrada", una ciudad que se construye siempre sobre sí misma, modelo expresado en el intendente prototípico de Buenos Aires, Torcuato de Alvear y sus obras (Plaza de Mayo, Avenida de Mayo, etc.), sostuvo que "La Plata es el pensamiento argentino, tal como viene formándose e ilustrándose hace tiempo, sin que nadie se dé cuenta de ello" (Barcia, 1982: 69). Y concluyó:

Me despido de La Plata revivido, reconfortado, pues antes de ver lo que somos, y poder conjeturar lo que seremos cuando se acaben de derrochar tierras públicas , ya que no podemos derrocarlas, dudaba de la fuerza vegetativa y de los progresos morales y sociales que hacemos, para salir del molde colonial que en La Plata ha sido dejado, para inventar habitantes con moradas modernas (Barcia, 1982: 71; las cursivas son mías)

El fragmento es instructivo en varios sentidos. En primer lugar no se debería perder de vista que la cuadrícula en Latinoamérica tiene una profundidad temporal que la vincula, antes que a la grilla norteamericana, a la colonia española. Sin embargo, esta persistencia histórica de la cuadrícula no debería impedir reconocer que también ha sido un instrumento de reforma moderno, como ha mostrado Gorelik para el caso de la metropolitización de Buenos Aires. Generalmente, subyace a la valoración de una determinada forma un modelo de ciudad. Así, en el relato referido, Sarmiento contrasta el molde colonial, la cuadrícula de calles angostas, propio de Buenos Aires, con el trazado cuadricular moderno de La Plata: calles anchas, avenidas, diagonales. En segundo lugar, tanto por la forma de utilización de la tierra como por el agente que emprende la construcción de la ciudad, parece claro que en el trazado de La Plata no primó una racionalidad de mercado; al contrario, es la política pública la que crea un mercado pero imponiéndoles límites referidos a la uniformidad y regularidad de la ciudad. Antes que el rédito económico, el trazado expresa la representación del poder político, por un lado, y la igualación de la grilla y la posibilidad de comunidad del parque, por el otro. Dimensión pedagógica de la ciudad que es posible rastrear en una matriz política que se remonta a Utopía de Moro: la forma urbana como acceso pedagógico a la nueva forma social. La ciudad como una morada moderna en la cual inventar habitantes.

Transformaciones

Ahora bien, ¿cómo se plasmó el plano? Si el plano no es la ciudad, ¿cómo fue y es la ciudad? Esta sección busca temporalizar el plano, es decir, lo que en el plano aparece sincrónicamente, como una forma acabada y cerrada, dada de una vez y para siempre, estable, implicó un proceso de trasposición al terreno y, como sugiere el título, sucesivas transformaciones. Se intentará entonces señalar aquí algunas tensiones formales existentes entre la ciudad ideal y la ciudad real en el curso del tiempo. De hecho, estas tensiones son identificables tempranamente durante el proceso de construcción de la ciudad. Podemos señalar aquí dos de las denominaciones que condensan esas primeras tensiones.

En primer lugar, más allá del impacto de la modernidad del trazado y de la rápida puesta en construcción de edificios públicos monumentales, la arquitectura doméstica surgida vertiginosamente para acompañar el proceso de construcción de la ciudad se alejó de las normativas previstas. Estas establecían que la edificación privada sería con frentes de mampostería de no más de dos niveles sucedidos sin solución de continuidad sobre la línea municipal, conformando de esta manera un paisaje armonioso sólo alterado por los edificios públicos, más elevados, retirados del frente y rodeados de jardines. Esta imagen no se alcanzó tempranamente y su lugar lo ocuparon precarias y provisorias casillas portátiles, de madera, y separadas entre sí en medio de un espacio vacío. Por esta imagen de far west la denominación de ciudad yanqui fue tempranamente utilizada por El Nacional para referirse a la ciudad (Vallejo, 2001). Al igual que la olvidada denominación, se trató, en efecto, de una "ciudad efímera" (Liernur, 1993), que actualmente nadie asocia a La Plata y de la que casi no quedan registros.

En segundo lugar, luego de un primer momento de celebración del proyecto de construir una nueva ciudad, y fundamentalmente a partir de la crisis económica de 1890 que significó el estancamiento de las tareas de construcción de la ciudad, muchos visitantes y viajeros comenzaron a referirse a la ciudad con términos como Necrópolis o ciudad muerta, debido al contraste existente entre trazado moderno, grandes edificios y luz eléctrica, por un lado, y casas dispersas, calles vacías y funcionarios públicos viajando al atardecer de regreso a Buenos Aires, por el otro. Así, por ejemplo el francés Thèodore Childe, luego de reconocer en la fundación de la ciudad "uno de los fenómenos sociológicos más extraordinarios de nuestro siglo", escribe:

Absolutamente desolado es el aspecto de esta gran ciudad de casas dispersas, en que cada calle termina bruscamente en una llanura abierta y desierta. Ahí hay de todo, dirán; sí, de todo, salvo habitantes y una razón de ser (...) [y concluye diciendo que se trata de una] ciudad incomprensible donde parece haber soplado un viento de locura (citado en Barcia,1982: 25).

Y no fue el único que vio y señaló estos contrastes. Angelo Scalabrini sostuvo en 1893 que se trataba de un esqueleto de ciudad , Francesco Scardin sostuvo en 1905 que "La Plata es una ciudad que duerme y espera" (Barcia, 1982: 30), Walter Larden habló de ciudad muerta en 1908 y Francois Crastre, en el mismo año, la denominó Necrópolis .

Recién hacia las décadas de 1920 y 1930, la ciudad adquiere su perfil definido de ciudad administrativa y universitaria, impulso este último que comienza con la conformación en 1905 de la Universidad Nacional de La Plata. Fundamentalmente a partir de 1930, un conjunto de factores como el crecimiento poblacional, la suburbanización y el crecimiento periférico de la ciudad, además de la edificación en altura debida a una insuficiente legislación y a la especulación, transformaron la fisonomía de la ciudad e hicieron evidentes otras tensiones entre la ciudad ideal y la ciudad real.

El proceso de suburbanización comenzó muy tempranamente por la preexistencia del poblado de Tolosa, ubicado en el límite norte del trazado fundacional, y la formación del barrio de Los Hornos (nombre que hace referencia a los hornos donde se elaboraron los ladrillos con los que se levantó la ciudad), adyacente al límite oeste del trazado fundacional. Así, la avenida de circunvalación, que en el diseño original separaba lo urbano de lo rural, la cultura de la naturaleza, comenzó a separar sectores sociales. Lo que tempranamente le imprime esta función y significación es precisamente que la suburbanización de la ciudad en distintas direcciones, más allá del cuadrado fundacional, comenzó mientras amplios sectores de dicho trazado fundacional se encontraban aún vacíos Así, al menos en sus inicios, el crecimiento de la periferia urbana no se debió a que el centro estuviese colmado. La tendencia a la suburbanización adquirió importancia a partir de la década de 1940, expandiéndose la ciudad en todas las direcciones, con preponderancia de desarrollo del eje que une la ciudad con Buenos Aires, actualmente por cuatro vías: ferrocarril, caminos Belgrano y Centenario, y autopista Buenos Aires - La Plata.

En su configuración actual, es posible identificar dos espacios urbanos contrastantes, separados por la ancha avenida de circunvalación. El contraste no es únicamente poblacional —200.000 habitantes en el trazado fundacional, 400.000 en la periferia—, sino también urbanístico, administrativo y socioeconómico. El partido se encuentra dividido en el casco urbano (relativamente homogéneo en términos socioeconómicos) y otros 18 centros comunales, muy heterogéneos entre sí y, algunos de ellos, heterogéneos en su composición interna. Así, nos encontramos con un patrón de segregación espacial clásico del tipo centro - periferia. Esta última presenta, en general, peores condiciones socioeconómicas y una menor infraestructura urbana y de servicios que el casco urbano. La excepción la constituyen aquellos sectores con mejores condiciones socioeconómicas que residen en la periferia urbana y que se encuentran concentrados a lo largo del eje que une la ciudad con Buenos Aires. De todas maneras, y debido a que tal eje es muy heterogéneo en términos socioeconómicos, el casco urbano presenta mejores condiciones socioeconómicas, estando en todos los indicadores por encima del promedio del partido.2

Simultáneamente a este proceso, se evidencia también la voluntad de mantener los límites fundacionales a pesar de que la mancha urbana los rebasara. De hecho, lo que hoy se conoce como avenida de circunvalación (que corresponde a los cuatro lados —avenidas 32, 72, 31 y 122— que delimitan el cuadrado —con extremos redondeados— del trazado fundacional y forman un corredor continuo de 100 metros de ancho y alrededor de 20 kilómetros de largo) se culminó recién durante las décadas de 1970 y 1980, a partir de los restos de ramales ferroviarios que existían en tres de los cuatro lados, que fueron desactivados en las décadas de 1960 y 1970. Es decir, la ciudad se deformaba y, a la vez, los límites de su trazado fundacional eran reforzados.

Desde su fundación, la ciudad de La Plata ha dependido de los flujos con Buenos Aires. Inicialmente se pensó en una ciudad capital con un puerto propio que compitiera con el de Buenos Aires, pero La Plata adquirió un perfil administrativo y universitario y, en lugar de competir con Buenos Aires, se ha trasformado en uno de sus tantos satélites. Esto se evidencia en dos rasgos urbanísticos. En primer lugar, el eje de circulación principal de la ciudad nunca fue el fijado en el plano fundacional, nos referimos al eje monumental compuesto por las avenidas 51 y 53, perpendicular al Río de la Plata, que debía vincular la pampa con el puerto. En lugar de esto, el eje de circulación principal de la ciudad rotó, orientándose hacia Buenos Aires y siendo perpendicular al pautado en el plan fundacional. Así, dentro del trazado, las avenidas 1, 7 y 13 son las principales y cortan al eje monumental y, como ya dijimos, en la periferia el eje de mayor desarrollo es el que comunica a la ciudad con Buenos Aires. Y esto nos conduce al segundo rasgo urbanístico, que refiere a la progresiva conurbación de la ciudad de La Plata. Si bien no es parte formal del conurbano bonaerense, el progresivo crecimiento de la ciudad en esa dirección es significativo. Tal proceso sólo ha encontrado un límite en el Parque Provincial Pereira Iraola, que actúa como pulmón, siendo actualmente el único espacio verde que existe en el trayecto entre La Plata y Buenos Aires.

Por último, debemos señalar brevemente que la edificación en altura dentro del trazado fundacional, no respetando la normativa para la vivienda privada de un máximo de ocho metros, alteró el deseado equilibrio por los planificadores entre la edificación privada (homogénea y continua) y los edificios públicos (singulares, monumentales y discontinuos), relación que posibilitaba que estos últimos se constituyeran en hitos urbanos.

Por la acción combinada de todos estos factores, el urbanista suizo Alain Garnier sostuvo a inicios de la década de 1990 en su análisis de la ciudad sugestivamente titulado El cuadrado Roto que:

La Plata es hoy una ciudad desfigurada. La geometría perfecta de la organización de los espacios urbanos (...) no ha sabido resistir las dificultades del siglo XX (...) Las torres de veinte pisos han reemplazado las casas de patio, las exigencias vehiculares han transformado las avenidas plenas de verde en pistas asfálticas, los límites de la ciudad han desaparecido y los hitos simbólicos del eje monumental han sido ahogados por el caos de las construcciones modernas (Garnier, 1992: 102).

La persistencia de la forma y sus omisiones

Si sosteníamos "esto (el plano fundacional) no es una ciudad", lo hacíamos precisamente intentando tomar distancia y, a la vez, llamar la atención, acerca de esta operación simbólica por medio de la cual se asocia a la ciudad de La Plata con dicho plano. Es decir, más allá de sus transformaciones, la forma persiste, la tensión entre la ciudad ideal y la ciudad real si no se resuelve al menos se expresa en la persistencia de la forma .

Diversas investigaciones sobre la ciudad han identificado este fenómeno. El antropólogo brasileño José Márcio Barros ha señalado que "la planta de la ciudad es tratada no sólo por los especialistas sino también por los platenses como el primero y uno de sus más importantes patrimonios" (2005: 174; traducción propia); por su parte, el urbanista suizo Alain Garnier, por medio de la elaboración de "mapas cognitivos", ha mostrado que más allá del desfase entre "entre lo simbólico proyectado y la realidad percibida" (1992b: 21) los habitantes se han apropiado de ciertos elementos del trazado fundacional, como el cuadrado y sus límites. Los resultados de nuestras indagaciones se dirigen también en una dirección similar. Diferentes actores sociales urbanos coinciden en señalar como característico de la ciudad ciertos elementos históricos (fundación), urbanísticos (planificación, diseño), monumentales (edificios públicos), ambientales (espacios verdes equidistantes) e institucionales (universidad) que recortan como "la ciudad" al trazado fundacional (Segura, 2004), producto de "una narración naturalizada que nos permite recorrer la ciudad por sendas prefiguradas y no ver lo que vemos", recomponiendo "cada una de las imágenes fragmentarias en un relato homogeneizante en el que encuentran una identidad al vincularse con otras imágenes" y en el cual "las imágenes que no condicen con esa narración no arman sentido, son descartadas como excepción o decadencia" (Gorelik, 2004: 148).

¿Cómo ha cristalizado esta imagen de la ciudad? Para responder a esta pregunta es necesario evitar dos posturas habituales y antagónicas. La primera, que pone el acento en las relaciones "horizontales" que se establecen entre los desiguales y heterogéneos actores sociales que habitan una ciudad. Esta explicación "pluralista" se halla en las propuestas de Armando Silva (2000) y de Kevin Lynch (2006); en la primera, la relación fundamental es entre individuo y ambiente construido, sin mediaciones socioculturales. La segunda, situada en el extremo opuesto, propugna una explicación "verticalista" de la producción de los sentidos y representaciones de una ciudad. Esta explicación "elitista" de los sentidos y significados urbanos se encuentra en algunas de las aportaciones de Ruiz Ballesteros cuando sostiene que "sólo construyen la ciudad quienes tienen poder para hacerlo" (2000: 17). Si la primera posición pierde de vista la dimensión del conflicto y el poder, la segunda la reifica.

Antes que proponer la prioridad ontológica de una operación sobre la otra, ambas igualmente presentes en la "producción del espacio" (Lefevbre, 1974; Harvey, 1998), quizá sea factible pensar retomando a Lefevbre en una relación dialéctica entre las "representaciones del espacio" producidas por arquitectos, ingenieros, urbanistas y políticos, entre otros, y los "espacios representacionales" propios de los actores que habitan y viven la ciudad, muchas veces elaborados a partir de tales representaciones del espacio, pero no reductibles a éstas. Para decirlo esquemáticamente: la experiencia del espacio no puede realizarse sin categorías sociales, a la vez que las categorías que posibilitan y modulan dicha experiencia no la agotan.

Kevin Lynch propuso el concepto de legibilidad para referirse a "la facilidad con que las partes pueden ser reconocidas y organizadas en un modelo coherente" (2006: 2), siendo la imaginabilidad

(...) la característica, en un objeto físico, que le confiere una alta probabilidad de evocar una imagen fuerte en cualquier observador dado. Es aquella forma, color o disposición que facilita la creación de imágenes mentales claramente identificadas, poderosamente estructuradas y extremadamente útiles del ambiente (Lynch, 2006: 11; traducción mía).

Sin aceptar su punto de partida individualista, es decir, la idea de que las imágenes se producen en la interacción del individuo y el ambiente, con la consecuente falta de atención hacia las mediaciones socioculturales, la historia y los conflictos, parece claro que los límites del trazado fundacional de la ciudad tienen una alta legibilidad, producto tanto de la experiencia del espacio como de un conjunto de dispositivos urbanísticos, institucionales y representacionales que buscan organizar dicha experiencia.

Durante el trabajo de campo se obtuvieron 86 dibujos de la ciudad. De ellos, la inmensa mayoría (74) corresponden a representaciones visuales de la ciudad realizadas en un "lenguaje cartográfico". Es decir, si bien se solicitó a los entrevistados dibujar la ciudad sin dar mayores especificaciones en cuanto a estilo y modo de representación, la gran mayoría de las personas realizó "mapas" de la ciudad y sólo doce personas hicieron dibujos de la ciudad que podrían clasificarse como "figurativos", en los que se representan fundamentalmente hitos urbanos.

De los dibujos en lenguaje cartográfico, la gran mayoría de ellos (66 sobre 74) fueron realizados aplicando el método global o panorámico ; es decir, cada entrevistado trazó en primer lugar un marco general de la ciudad, rellenándolo luego con sus elementos principales y prestando atención a proporciones, posiciones y distancias entre los distintos elementos. Ese marco general inicialmente dibujado fue de dos tipos básicos .

El primer tipo corresponde a aquellos dibujos (41 sobre 66) en los que el entrevistado comenzó por señalar los límites de la ciudad , representados por la avenida de circunvalación, para luego dibujar en el mayor número de casos la plaza Moreno y las dos diagonales principales y, en menor medida, otras diagonales y avenidas, otras plazas, otros hitos, etc. Se trata de dibujos que replican la imagen de la ciudad como un cuadrado que coincide con los límites del plano fundacional, en los cuales la avenida de circunvalación funciona más como límite que como senda y donde, sólo en algunas excepciones (6 de 41), aparece dibujada la periferia urbana.

El segundo tipo corresponde a aquellos dibujos (18 sobre 66) en los que se comenzó por dibujar el centro geográfico del trazado fundacional, la plaza Moreno, y las dos diagonales principales que cruzan íntegramente el trazado fundacional, para luego representar en algunos casos otros elementos como plazas, diagonales, avenidas y grilla urbana. En los dibujos de este segundo tipo, la circunvalación de la ciudad no fue trazada nunca y sin embargo, más allá de esta ausencia, la sensación que produce mirar estos mapas es, al igual que en los primeros, que la ciudad es un cuadrado. En ninguno de estos dibujos, además, fue representada parte de la periferia de la ciudad. Los límites son invisibles, pero no se dibuja nada que esté más allá de ellos.

Así, la imagen sencilla de que la ciudad es un cuadrado es compartida por la mayoría de los residentes en la ciudad y forma lo que el propio Lynch denomina una imagen pública , es decir, una imagen mental común a vastos contingentes de habitantes de una ciudad. La alta legibilidad de los límites que separan el adentro y el afuera de la ciudad contrasta con una legibilidad menor de otros elementos del trazado fundacional (como las diagonales secundarias) y con las dificultades de construir una imagen de la periferia.

Por supuesto, esto no ocurre con todas las personas. Y las excepciones refuerzan nuestra hipótesis de relación dialéctica entre "representaciones del espacio" y "espacios representacionales". María, una joven de 26 años que cuando la entrevisté hacía escasos meses que estaba viviendo y trabajando como empleada doméstica en la ciudad procedente de Santiago del Estero, me dijo:

Yo todavía no sé mucho, no me manejo bien en la ciudad, porque no soy de salir mucho y si salgo salimos caminando pero presto poca atención a las calles, siempre me retan y me dicen mis amigas 'tenés que fijarte los números' y les digo 'yo no me llevo, me ubico por las casas', ¿viste? Por las casas, por los lugares, es más fácil para mí.

Este relato es una muestra de que la legibilidad no surge, al menos no únicamente, de la relación entre individuo y ambiente, de la percepción que el individuo tiene de los atributos (forma, color, etc.) del ambiente. Los recién llegados a la ciudad no ven un cuadrado a pesar de ver y atravesar la avenida de circunvalación cotidianamente ni utilizan el sistema matemático de referencias espaciales para moverse por la ciudad, debido a que carecen de tales categorías y esquemas de percepción.

Del mismo modo Evangelina, una joven de 18 años que cuando la entrevisté hacía menos de dos meses que había comenzado a estudiar en la universidad y viajaba de lunes a viernes en tren desde Berazategui a La Plata, ante mi solicitud de que dibuje la ciudad, representó el trayecto entre la estación de trenes y la facultad y mientras lo hacía sostuvo: "Mucho tampoco me ubico, eso es lo que recorro, más que nada". El suyo es uno de los 9 dibujos en lenguaje cartográfico donde se aplicó el método itinerante , es decir, el mapa se dibuja siguiendo uno o más itinerarios (en general, yendo de un lugar bien conocido a otro), a través de una serie de referencias secuenciales como quien va viajando por la ciudad.

Vieja discusión epistemológica: no existe experiencia prístina, ni tabula rasa; tampoco a la hora de mirar y representar la ciudad. Hay categorías, representaciones espaciales preexistentes que orientan la mirada y la experiencia de la ciudad, las cuales no se reducen necesariamente a aquellas.

Fue durante los años del Centenario que la ciudad de La Plata volvió a ser repensada como un trazado ideal y cuando, en consecuencia, el mismo "pasó a confundirse con LA CIUDAD" (Gandolfi y Gentile, s/f, mayúsculas en el original). Esta operación surgió en medio del clima antimodernista y revisionista que predominaba en el debate arquitectónico y urbanístico en general y en momentos del centenario de la fundación de la ciudad, en particular. En tal contexto, el diagnóstico acerca de la evolución de la ciudad durante su primer siglo de vida fue negativo y sólo se rescató como singularidad digna de valoración su plan fundacional. Era precisamente a partir de la comparación con el trazado original que se producía el diagnóstico negativo acerca de la ciudad real y la certeza de que la transformación de la ciudad debía pasar por un "redescubrimiento del plano de 1882" (Garnier, 1992 b: 21) y no por su olvido.

Las políticas urbanas posteriores profundizaron esta tendencia.3 El "rescate" de los ideales fundacionales se ha transformado en las últimas décadas, más allá de las autoridades de turno, en parte de la política urbana local. En efecto, se ha construido lo que Williams denominó una tradición selectiva :

(...) ciertos significados y prácticas son seleccionados y acentuados y otros significados y prácticas son rechazados o excluidos (...) [ofreciendo] un sentido de predispuesta continuidad (...), con el objeto de ratificar el presente y de indicar las direcciones del futuro (Williams,1997: 137-139).

Se selecciona el pasado fundacional de la ciudad y es lo producido en ese período lo que se propone como significativo. En consecuencia, la historia de la ciudad a lo largo del siglo XX es considerada como un desvío de los patrones fundacionales; es decir, un período en el cual los mismos fueron olvidados, desvirtuados, lo que condujo a una agresión constante del plan fundacional. La tarea que se impone desde esta perspectiva es, entonces, corregir dichos desvíos, volviendo a los valores fundacionales y, al mismo tiempo, hallar soluciones para la ciudad actual, proyectándola hacia el futuro. Esta tradición permite conservar y modernizar al mismo tiempo, sin riesgo de desviaciones, ya que los principios que guían tanto la conservación como la innovación son iguales: los que guiaron la fundación. De esta manera, la renovación se logra con la vuelta a los orígenes; y, a la inversa, invocando una vuelta o continuidad con los orígenes puedo innovar. Y así, la ciudad, heterogénea, conflictiva y desigual, puede ser el ámbito en el cual inscribir un orden, ámbito en el cual, por medio de discursos, símbolos y rituales se busca construir "una trama homogénea que difumine o enmascare su verdadero carácter heterogéneo" (Ruiz Ballesteros, 1999: 10). Es por medios simbólicos que se puede realizar el objetivo de la política local: "Convertir el agregado de individuos que componen la localidad en una comunidad articulada en torno a un modelo de identificación colectiva " (Ruiz Ballesteros, 1999: 9).

Sin embargo, sabemos que:

(...) símbolos, alegorías, mitos, sólo crean raíces cuando hay terreno social y cultural en el cual se alimenten. En la ausencia de esa base, la tentativa de crearlos, de manipularlos, de utilizarlos como elementos de legitimación, cae en el vacío, cuando no en el ridículo (Murilho de Carvalho, 1997: 89; citado en Grimson, 2003).

Por esto mismo, debemos mirar ese terreno social y cultural no como efecto sino como sustrato de la política urbana, base a partir de la cual la misma se puede desarrollar. Tenemos como hipótesis que ese terreno nos remite a cierta imagen o narrativa naturalizada de la ciudad surgida de la experiencia cotidiana del espacio urbano y que, a la vez, da forma a dicha experiencia. Es sobre este sustrato que trabaja la política urbana, generando efectos de reconocimiento. Sólo así podemos entender la ausencia de grandes conflictos en torno a la definición de la imagen legítima de la ciudad durante los años 90 y, fundamentalmente, la falta de cuestionamientos sobre el destino de las inversiones que tal imagen habilitó en un período de crisis económica y social y de fragmentación de la trama urbana. Así, esta forma de representar la ciudad funciona, al mismo tiempo, como sistema de interpretación en la relación que los usuarios establecen con la ciudad y los otros, orientando y organizando las prácticas sociales, tanto como un modo de naturalizar, legitimándola, una geografía urbana desigual, al invisibilizar los sectores periféricos de la ciudad.

Espacios representacionales

En una ciudad y acerca de una ciudad, existen muchas representaciones. Hemos intentado señalar cómo y de qué tipo es una imagen compartida y naturalizada por muchos habitantes de la ciudad, resultado de un proceso de sedimentación histórica en el que convergen elementos representacionales, urbanísticos, históricos y políticos. No significa que sea la única, ni que tenga siempre las mismas valoraciones. De hecho, la imagen de la ciudad como cuadrado es compartida incluso por quienes la cuestionan, mostrándonos nuevamente que los espacios representacionales y las experiencias del espacio no son reductibles a las representaciones del espacio que sin duda tienen un rol importante en su constitución y configuración.

Este es el caso de Carlos, un platense de 60 años, residente en un barrio periférico y segregado de la ciudad, con una larga historia de militancia sindical, que describió la ciudad como "encerrada entre cuatro fierros" y al preguntarle a qué se refería sostuvo: "Tratan de hacer todo en el centro, fuera de la ciudad, si vos anduviste, ¿qué hay?"; y realizó este dibujo de la ciudad:


Imagen 3: Dibujo de La Plata realizado por Carlos durante el trabajo de campo.

Y mientras lo dibujaba especificaba cada paso:

La ciudad está así: esta es la ciudad [dibuja un cuadrado], esta es la plaza Moreno [la ubica en el centro del cuadrado], las diagonales [cruzan el cuadrado y se intersectan en el centro, la plaza Moreno], y acá tenés [fuera del cuadrado, en cada uno de los extremos donde terminan las diagonales, en cada uno de los vértices del cuadrado] Punta Lara, Cementerio, La Cumbre y El Boulevard. Acá adentro [señala el cuadrado] tenés todo: terminal, facultades, catedral, municipalidad, casa de gobierno, legislatura, el bosque... todo esto corre así [numera los lados del cuadrado] esta es la calle 1, esta es la calle 31, esta es la 32 y esta es la 72. Todo, todo lo tenemos acá. Todo en este cuadrado. Y todo está rodeado de vías: en la 1 tenemos vías, en la 31 tenemos vías, en la 72 tenemos vías. Todo fierros. Por eso dije la ciudad de La Plata está en cuatro fierros. Y afuera tenemos Los Hornos, Abasto, Echeverri, Romero, la ruta 2. De acá para allá [se refiere a la avenida 32], tenemos Gonnet, City Bell, Villa Elisa, acá viene el Belgrano y acá el Centenario [principales vías de comunicación entre estas localidades] y acá tenemos la que va a Buenos Aires, la autopista. Después acá tenés [más allá de lo que señaló como calle 1] Ensenada, el Dique, Berisso. Después tenés 44, la que va a Echeverri y a la ruta 2. Esto [señala a ambos lados de 44] está prácticamente todo poblado, Los Hornos, Abasto, Echeverri, hay muchos que son todos quinteros. Y entonces, por qué para acá [señala más allá de 72, la zona en la que vive] no hicieron nada, no hay edificios, colegios, hospitales.

Tanto en el dibujo como en el relato, ambos críticos de la configuración actual de la ciudad, se ve la centralidad de la imagen de la ciudad como cuadrado para referenciar las distintas partes de la periferia y la baja legibilidad de varios hitos del trazado fundacional, con la excepción de la plaza central y las dos diagonales principales. También nos dan indicios de los procesos que están en la base de tales fenómenos: la persistencia de la imagen fundacional de la ciudad; la voluntad de forma que, a medida que la ciudad se expandía y deformaba, reemplazó las vías del abandonado ferrocarril provincial ("los fierros") por una ancha avenida de circunvalación, reforzando el cuadrado; las infraestructuras y servicios urbanos diferenciales, así como las inversiones desiguales según los sectores de la ciudad; por último, el papel central de la forma en los modos de orientarse y vivir la ciudad, incluso para una persona que vive en la periferia.

Conclusiones

Hemos intentado señalar ciertas persistencias representacionales de la ciudad y lo que las mismas omiten, así como también identificar otros modos de representar la ciudad que, directa o indirectamente, nos enseñan a mirar de otra manera aquello que habitualmente miramos y no vemos. También se han propuesto un conjunto de procesos que, creemos, están en la base de tal modo dominante de representar la ciudad. Por último, queremos señalar que no se trata sólo de una cuestión de representaciones, lo que supondría sencillamente modificar el modo en que la ciudad es representada para cambiar el estado de las cosas; por el contrario, tales representaciones de la ciudad son sedimentaciones de un proceso histórico y urbano que brevemente hemos intentado delinear en estas páginas, remitiéndonos a elementos políticos, morfológicos, geográficos e históricos. En definitiva, nos habla de un entrelazamiento complejo entre espacio, sociedad y prácticas, entrelazamiento que impregna la vida cotidiana de la ciudad.

Notas

1 El presente artículo constituye una versión corregida de la ponencia presentada en el IX CAAS, agosto de 2008 y presenta resultados del proceso de investigacion doctoral, cuyo objetivo ha sido el análisis de la "experiencia urbana" en la ciudad de La Plata. Se delinearon cuatro vías de indagación: etnografía de un barrio periférico de la ciudad; experiencia de migrantes en la ciudad; entrevistas a platenses del casco urbano; y análisis de representaciones de la ciudad presentes en relatos, imágenes, mapas, publicidades y medios de comunicación. Los datos de este artículo surgen de este proceso de investigación.

2 A los efectos de señalar algunos contrastes, mientras el porcentaje de la población del partido que presenta NBI es de 12,8 %, en el casco urbano dicho porcentaje desciende a 2,1 %. Lo mismo sucede con la totalidad de los indicadores: viviendas deficitarias (12,6 % y 1,4 %, respectivamente), presencia de servicio de desagüe (71,4 % a 99 %), cobertura de seguridad social (62,7% a 79,8%), etcétera.

3 El número de obras en la ciudad de La Plata durante los años 90 es realmente importante y se encuentran localizadas únicamente en el trazado fundacional, en el marco de la postulación de la ciudad (en realidad, del trazado fundacional) ante la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Podemos destacar: creación de dos centros culturales a partir de la reconversión funcional de edificios fundacionales, culminación de la Catedral y del Teatro Argentino, embellecimiento de plazas y parques, acondicionamiento de edificios públicos (Municipalidad, Casa de Gobierno, etc.), reforestación de avenidas, construcción de ramblas y peatonales, etcétera.

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