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Cuadernos de antropología social

versão On-line ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  no.34 Buenos Aires jul./dez. 2011

 

ARTÍCULOS

Minería, conflicto y mediadores locales. Minera San Xavier en Cerro de San Pedro, México

Hernán Horacio Schiaffini*

* Maestro en Antropología, Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Gino Germani. Becario doctoral CONICET. Correo electrónico: hernanschiaffini@gmail.com.

Fecha de recepción: noviembre de 2010. Fecha de aprobación: Septiembre de 2011.

 


Resumen

Este trabajo indaga en las instancias de mediación que intervienen en la articulación de procesos económicos de gran escala y su puesta en práctica local. Basándonos en el conflicto que se produjo en el Municipio de Cerro de San Pedro (San Luis Potosí, México) entre la empresa Minera San Xavier y el Frente Amplio Opositor (FAO) a la misma, aplicamos el método etnográfico con el objetivo de describir las estructuras locales de mediación política y analizar sus prácticas y racionalidad. Intentamos demostrar así la importancia de los factores políticos locales en las vinculaciones entre estado, empresa y población.

Palabras clave: Minería; Conflicto social; Estructuras de mediación; Poder; Política local

Mining, conflict and local brokers. Minera San Xavier in Cerro de San Pedro

Abstract

This paper investigates in instances of mediation involved in large-scale economic processes and local implementation. Analyzing the conflict in Cerro de San Pedro (San Luis Potosí, México) among San Xavier mining company and the Frente Amplio Opositor (FAO), it applies an ethnographic approach to describe the local structures of political mediation and its practices and rationality. The work shows the relevance of local factors in the relationships between State, company and people.

Key Words: Mining industry; Social conflict; Structures of political mediation; Power; Local politics

Mineira, conflito e mediadores locais. Minera San Xavier em Cerro de San Pedro

Resumo

Este trabalho indaga nas instâncias de mediação que intervêm em processos econômicos de grande escala e sua posta em prática local. Baseando-nos no conflito no Cerro de San Pedro (San Luis Potosí, México) entre a empresa Minera San Xavier e a Frente Amplio Opositor (FAO) aplicamos o método etnográfico pra descrever as estruturas de mediação política locais e analisar suas práticas e racionalidade. Tenta-se demonstrar assim a importância dos fatores políticos locais nas vinculações entre estado, empresa e população.

Palavras Chave: Mineira; Conflito social; Estruturas de mediação; Poder; Política local


Introducción

El precio de la onza de oro (31,1 grs.) ha subido constantemente desde que EE.UU. quebró en 1971 el patrón de cambio establecido aún antes de Bretton Woods. En aquel entonces -y entre 1934 y 1971- el precio del oro había permanecido fijo en U$$ 35 por onza. Pero en 2004 oscilaba entre los U$$ 400 y los U$$ 500, y en setiembre de 2008, al momento de detonarse la más reciente recesión económica, alcanzó un máximo histórico superando los U$$ 1050. Mientras estas líneas son escritas, durante 2010, el oro ha alcanzado un nuevo máximo histórico situándose por encima de los U$$ 1400 por onza.

Esta alza del precio del oro (o esta baja del precio del dólar: son una y la misma cosa) ha estimulado fuertemente la búsqueda de yacimientos auríferos y su explotación. Pero una parte novedosa de este fenómeno es que los capitales mineros han redirigido el grueso de la inversión de los países productores de oro "tradicionales" (como Sudáfrica o Australia) a países que estaban en un segundo o tercer orden en cuanto a la producción de estos metales. Es el caso de América Latina1 (Ruiz Caro, 2004) y buena parte del Sudeste Asiático, territorios que, contando con un gran potencial inexplorado en cuanto a sus reservas minerales, están siendo objeto de fuertes inversiones en exploración y explotación minera desde mediados de la década de 1990. Estos procesos han desatado a su vez situaciones de conflicto social basadas en la confrontación entre estados, empresas y poblaciones.2

Aquí tomaremos un caso particular que es, en nuestra opinión, expresión clara de este fenómeno de dimensiones más amplias. Se trata de la situación generada en el municipio de Cerro de San Pedro, Estado de San Luis Potosí, México, en torno a la instalación del proyecto minero San Xavier, de la empresa canadiense New Gold Inc.

La puesta en marcha de este proyecto minero generó un conflicto al interior de la población de la zona cuando una parte de la misma se manifestó en contra de la propuesta minera y comenzó a desarrollar acciones para impedir la instalación de la empresa en la región. Se organizó el Frente Amplio Opositor a Minera San Xavier (FAO) que nucleó a sujetos diversos tanto del propio Cerro de San Pedro como de la capital del Estado, San Luis Potosí que -por estar a escasos 25 o 30 kilómetros del yacimiento- se consideraba sería seguramente afectada por las operaciones mineras. Este grupo desarrolló una lucha constante en múltiples frentes.

La situación data ya de unos 15 años -con sus altibajos-. Sin embargo Minera San Xavier explota el yacimiento homónimo desde 2006 en medio de una variada gama de batallas legales y políticas. En este trabajo intentaremos describir un aspecto en que la empresa logró constituir las condiciones políticas y sociales que le permitieron operar: su capacidad de " hacerse parte" de la comunidad de Cerro de San Pedro a través de la alianza con algunas fracciones de su población. Analizamos especialmente el papel de la estructura política local en relación con los agentes mediadores corporizados, como veremos, por los " caciques".3

El conflicto en torno a Cerro de San Pedro ha suscitado repercusiones múltiples. El FAO ha llevado su lucha a las esferas judiciales, periodísticas, políticas e internacionales más diversas, logrando en ocasiones detener transitoriamente las operaciones de la mina. La situación permite pensar las intrincadas y generalmente oscuras vinculaciones entre los poderes federales, estatales y municipales, y, además, las injerencias de la "política informal" en estos ámbitos. Sin embargo en este texto sólo abordaremos la problemática centrándonos en los dispositivos locales de ejercicio del poder en Cerro de San Pedro. Estudios más concienzudos que los que podríamos presentar aquí sobre la incidencia de la economía global o las disposiciones federales en materia minera ya se han realizado incluso para este caso (Costero Garbino, 2008; Gámez, 2008; Herman, 2010). Pero quedaba pendiente el análisis de los dispositivos locales concretos de construcción de consenso o imposición de propuestas, y del papel jugado por las propias organizaciones políticas de Cerro de San Pedro y alrededores. El intento de un tal análisis es nuestra humilde contribución a esa temática.

Hemos investigado esta situación entre 2007 y 2009, como parte del trabajo desarrollado con miras a obtener el grado de Maestro en el Posgrado en Antropología de la UNAM. Habitamos en Cerro de San Pedro y la ciudad de San Luis Potosí durante parte de estos años y las informaciones que aquí presentamos son el resultado del trabajo etnográfico en la zona. El período que se aborda, sin embargo, es mayor que el de estos dos años y corre aproximadamente desde 1997 hasta 2009. Reconstruimos los años anteriores a nuestras estancias en San Pedro a través de fuentes secundarias (periódicos locales y nacionales, mayormente). También utilizamos datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía de México (INEGI), en especial el Censo de 1960, y, por supuesto, varias entrevistas abiertas.

Inserción de esta investigación en los estudios actuales sobre conflictos mineros

Como se dijo, los cambios en la inversión minera acontecidos a partir de la década de 1990 dieron pie a un gran número de situaciones de conflicto en distintas latitudes de América Latina. Frente a este proceso, que acarrea tanto novedades como continuidades, varias líneas de investigación se abrieron en distintos países.

Sin buscar desarrollar aquí un estado de la cuestión, encontramos en la zona andina de Bolivia, Perú y Ecuador trabajos como los de Padilla (1998), De Echave (2001) y Scurrah (2007). Algunos cuestionan el supuesto carácter de "progreso" que implica la instalación de empresas mineras en regiones con altos índices de pobreza y enfatizan el carácter extractivo de la minería no sólo en cuanto a su proceso de producción sino en sus efectos hacia la economía nacional y los daños que produce en el medio ambiente. Otros analizan la viabilidad del "desarrollo sostenible" y los mecanismos de toma de decisiones colectivas.

Más al sur, en Argentina, han sido pioneros los trabajos de Mastrangelo (2004), que analiza las transformaciones provocadas por una de las primeras minas a cielo abierto instaladas en ese país. También son significativos los trabajos compilados por Svampa y Antonelli (2008) y los encarados desde la revista Theomai por Dimitriu (2008) y Galafassi (2008). Por nuestra parte (2004) ensayamos un análisis de las políticas mineras en Argentina a raíz de nuestra investigación sobre el caso de Esquel, que redundó en tesis de Licenciatura (2006).

En México el marco general para trabajar la cuestión minera sigue estando dado por los trabajos de Juan Luis Sariego (Sariego, 1988; Sariego, Gómez y Farrera, 1988). Hace poco apareció la compilación de Delgado Ramos (2011) donde se retoma la cuestión minera desde la perspectiva de la ecología política.

En San Luis Potosí se editó la compilación de Costero Garbino (2008), que es central porque trabaja el mismo caso que aquí presentamos y porque nos ha sido útil. También contamos con una descripción de las fiestas patronales de Cerro de San Pedro realizada por Sandoval y Carlín (2008), quienes desarrollaron su trabajo de campo mientras también nos encontrábamos en Cerro de San Pedro.

¿Dónde está, pues, la originalidad o el aporte de este trabajo?

Sostenemos que ninguno de los textos hasta aquí mencionados se ha centrado en los mecanismos políticos locales concretos -sobre los que se edifica la instalación de minas- que aquí describiremos. Aún cuando ciertas decisiones se tomen en ámbitos específicos y externos a una comunidad en particular, como el estado federal, esas decisiones tienen que ser necesariamente expresadas, puestas en práctica y aplicadas en el ámbito local. Allí pone el foco este trabajo.

Algunos estudios previos han hecho énfasis sobre los discursos de resistencia o la construcción de "perfiles mineros" para provincias o estados. Otros indagan en los procesos de inversión originados en los movimientos de la economía internacional. Algunos más en cómo las "luchas globales" se expresan territorialmente en casos puntuales. Por lo general, además, los trabajos apuntan a analizar las transformaciones que la minería a cielo abierto genera en comunidades pequeñas sometidas a fuertes procesos de inversión y desinversión.

Sin embargo, y desde nuestro punto de vista, las continuidades también son importantes y también requieren una explicación. Lo que se intentará demostrar es que las poblaciones locales procesan las propuestas de inversión a través de instancias políticas históricamente constituidas (personificadas aquí por los caciques), que pueden anteceder a la instalación de una mina y que no expresan la voluntad de todo el conjunto social, sino los intereses de algunos sectores por sobre otros. Debido a estas cuestiones nos atrevemos también a enmarcar nuestro estudio dentro del campo de la antropología política.

¿Qué minería?

Los métodos utilizados para extraer oro, plata y cobre se han desarrollado cuantitativa y cualitativamente a lo largo del siglo XX. El avance técnico, la disminución a nivel mundial de la cantidad de vetas auríferas y por supuesto, la enorme rentabilidad de las explotaciones, han generado las condiciones para el desarrollo de un proceso extractivo muy complejo que implica la explotación intensiva de yacimientos en períodos cortos de 8, 10 o 15 años.

Para el caso del oro, dicho proceso se basa en la técnica de "open pit", o "tajo a cielo abierto", que implica la remoción, trituración y re-depósito de la roca minada en extensas pilas que se asientan sobre el terreno y luego son rociadas con una solución de cianuro. El cianuro de la solución se alía al oro y demás metales diseminados en la roca pulverizada y luego se decanta por gravedad (esto se denomina lixiviación). La solución preñada (éste es el término que utilizan los mineros) se recupera luego en un complejo de piletas y a través de un proceso de precipitación con zinc se vuelve a separar el oro y los metales que se buscan del resto de los compuestos químicos. Se produce así la barra doré, un lingote de hasta 25 kilos que acumula todos los metales buscados y requiere posterior refinamiento.

Por tanto, no hablamos aquí de minería cooperativa o de pequeños productores mineros sino de un proceso de trabajo que implica fuertes inversiones, una alta composición orgánica y por ende, un fuerte capital concentrado.

Debido al tipo de sustancias químicas que emplea, al modo en que lo hace y su magnitud, la minería a cielo abierto constituye una actividad de fortísimo impacto sobre el medio ambiente y los territorios en que opera. Ya en 1995 la ONU advertía en un documento para discusión que:

los efectos del proceso mismo de la minería pueden incluir alteración de la hidrología local y los cursos de agua, contaminación del agua superficial y subterránea con drenajes ácidos de mina, sedimentos, afluentes mineralizados o residuales, destrucción del hábitat, cambios en las formas del paisaje e inestabilidad de la tierra. Las colas de mina, que son el residuo luego que los metales fueron extraídos de la roca, contienen los restos de estos minerales y sustancias químicas potencialmente tóxicas, así como otros residuos inorgánicos (por ejemplo sulfatos de zinc y cobre, cianuro de sodio y bicromato de sodio) que son utilizados en el proceso extractivo, incluyendo en algunos casos cantidades significativas de sulfatos que se transforman en ácidos sulfúricos y envenenan la vida acuática. Las colas de mina están formadas de más del 90% del material de mina y son una de las fuentes más importantes de residuos sólidos. (.) Son depositados en pilas, desde donde arrojan contaminantes a partir del proceso de lixiviación.
Otros efectos incluyen la contaminación del aire por partículas, gases y vapores, daños al ecosistema, degradación resultante de la inadecuada rehabilitación o cierre de mina, falla de estructuras y presas, abandono de equipos y edificios, emisión de polvos hacia zonas habitadas, liberación de metano desde las minas, impactos ocupacionales derivados de la inhalación de polvos, exposición a materiales tóxicos, riesgos físicos, condiciones insalubres de vida, así como efectos estéticos y socio-económicos. (UNEP, 1995 [la traducción es nuestra])

Debido a todo esto la instalación de minas a cielo abierto suele provocar recelo en las poblaciones que reciben las inversiones y en más de un caso ha dado pie a conflictos sociales relativamente prolongados:4 el desarrollo de proyectos de inversión minera suele tener efectos que excluyen otros tipos de actividades productivas, como la agricultura o el turismo, generando así ejes de conflicto entre fracciones de clase que sostienen proyectos sociales y económicos distintos al minero.

Las posiciones a favor y en contra de una mina a cielo abierto suelen estar entonces vinculadas a los alineamientos ya existentes dentro de una localidad. Debido a esto debemos considerar no solamente cómo interactúan empresa y población, sino cómo entre estos dos sujetos aparece y opera una instancia de mediación constituida por la estructura de poder local.

Discusión conceptual: los mediadores

No nos referimos aquí a mediación como lo hace cierta literatura actual referida a la resolución de conflictos, sino a un tipo de estructuras políticas características de países como los latinoamericanos.

Existe un modelo ya clásico elaborado por la antropología mexicana respecto al funcionamiento de estructuras de mediación en el ámbito rural (Bartra, 1978, 1996). Se basa en una teoría de la articulación de modos de producción y su esquema propone que los caciques5 son personificaciones de la mediación que emergen por la fricción de dos modos de producción: uno campesino (mercantil simple) y otro capitalista.

Este modelo tiene la ventaja de poner énfasis en el carácter estructural del caciquismo, y no comprenderlo como una mera desviación o anormalidad superestructural. Evidencia además la inserción de los caciques en determinadas relaciones sociales de producción y permite pensar las formas políticas campesinas por fuera de dicotomías como modernidad vs. tradición, incluyendo la dimensión de las asimetrías de poder en el análisis.

Pero podemos señalarle algunas falencias, por lo que proponemos pensar la propuesta de Bartra a la luz de algunos elementos conceptualizados por René Zavaleta (1990).

En primer lugar, no adherimos a la propuesta de que existen (o existían a fines de 1970) dos modos de producción en la formación económico-social mexicana. Existe (y existía) un solo modo de producción que subordina formas productivas diversas a través de medios heterogéneos. Esto es lo que da lugar a la existencia de formaciones abigarradas6 y sus particularidades políticas. Como decía Zavaleta Mercado:

la base misma de la estructura de esta suerte de países está corrompiendo la lógica de la representación que dice que una misma cantidad electoral debe producir siempre un mismo tipo de calidad estatal. Donde los hombres no son iguales o no están comunicados, los resultados que produce su voluntad electiva no son los mismos. De hecho hay sectores articulados con el mercado del poder y sectores exiliados de la democracia representativa. La topografía misma del poder es heterogénea. En la lucha por el poder se aspira más a la captura de los núcleos de determinación que a la calidad democrática (1990: 72).

En segundo lugar, no es cierto que las fracciones campesinas sólo puedan organizarse a partir del caciquismo. Desde nuestra perspectiva, las formas políticas de las poblaciones agrarias guardan fuertes vínculos con el conjunto de la sociedad y lo que determina su direccionalidad política es el entramado de múltiples causas y coyunturas históricas. Aún cuando los líderes que describiremos en este trabajo contribuyeron, como suelen hacerlo, a materializar los proyectos de una fracción de la burguesía, ni su actuación es lineal ni puede reducirse su ejercicio al mero despotismo.

Por último, si bien el enfoque de Bartra permite pensar las estructuras de mediación insertas en una trama compleja de relaciones sociales, descuida notablemente las estructuras simbólicas y los componentes étnicos, nacionales, religiosos y demás que implica el ejercicio de la política.

Si tenemos esto en cuenta, lo que debemos analizar entonces es de qué forma se constituye lo político en el ámbito de formaciones abigarradas, es decir, formaciones que no se manejan todas a través del mismo código y no interpretan el mismo suceso de la misma manera ¿Cómo interactúan el Estado, una empresa minera canadiense y los campesinos con tradición minera de Cerro de San Pedro?

Retendremos así el concepto de estructura de mediación, pero articulándolo con la idea de formación abigarrada que propone Zavaleta. Esto hace, por supuesto, que el concepto se modifique. Los mediadores son aquí agentes mucho más flexibles, con un campo de acción más amplio y capaces de ir en más de una dirección, incluso ante el mismo suceso.

Lo que debemos indagar entonces es el modo en que la estructura de mediación "anuda" a los heterogéneos sectores que participan de este proceso: Estado, empresa minera y población son puestos en relación entre sí a través de una instancia mediadora que surge, como veremos, de las propias dinámicas de la población local. Así los caciques "utilizan" los distintos órdenes simbólicos para que Minera San Xavier pase a pertenecer al pueblo y su tradición.

Los caciques de Cerro de San Pedro

Pero antes: ¿quiénes son, cómo son, qué hacen los caciques? Detengámonos un instante en su descripción concreta.

La palabra cacique designa en el léxico mexicano una amplia variedad de personajes. A diferencia de lo que ocurre en Argentina por ejemplo, no es un término que señale exclusivamente una pertenencia indígena, sino que puede haber perfectamente caciques no indígenas. Más bien sería asimilable a la figura del punteroo broker.

El cacique es un individuo poderoso en la comunidad, al que se le piden favores, se le teme y se le debe lealtad. Aparece como referente de la comunidad, suele ser su portavoz y el encargado de vincular a los campesinos con el Estado y con variados sujetos sociales "externos".

Suele tener un estatus económico superior a la media local, y en algunos casos son extremadamente ricos. Sus negocios son heterogéneos, pero habitualmente se vinculan al comercio, la ganadería, la agricultura o alguna etapa del proceso de distribución (como el transporte o la comercialización hacia mercados urbanos).

A veces concentra cantidades de tierra relativamente grandes. Está en condiciones de dar créditos informales, utiliza esta herramienta como mecanismo para generar lealtades. Sus participaciones políticas y sindicales suelen también darle rédito económico, sin contar las redes de corrupción y soborno que pueda llegar a articular.

En San Pedro, los caciques también han sido titulares de concesiones mineras, y algunos han trabajado en los tiros personalmente. Hoy día obtienen también empleos en Minera San Xavier, especialmente para sus hijos y sobrinos. Considerando la alta desocupación de la zona y los buenos salarios que suele pagar la industria minera, esto también los sitúa en la cúspide económica del municipio.

La palabra cacique designa un individuo, aunque el poder que ejercen estos sujetos se basa en complejas redes de parentesco, lealtad y dones. Si bien se los identifica individualmente, constituyen una trama o red.

En esta trama o red pueden participar varios caciques simultáneamente en posiciones diferentes. Puede haber así lo que distinguimos como caciques principales y caciques menores. Para dejar claro esto debemos recurrir a la historia de la localidad a que nos estamos refiriendo.

En 1948, la compañía minera norteamericana ASARCO abandonó Cerro de San Pedro. En aquel momento la población rondaba los 5.000 habitantes, mientras que hoy apenas sobrepasa los 100.

Sin embargo San Pedro continúa siendo la cabecera municipal formal del municipio homónimo, que abarca otras ocho localidades. Entre ellas la más importante es Portezuelo, que reúne cerca de 2.000 habitantes (la mitad de la población total), el grueso de las instituciones públicas (escuela, asistencia médica, policía) y es la sede de la familia que controla la política local desde 1950, y que llamaremos "Domínguez".7 Otras dos localidades, aún cuando más pequeñas, son importantes para lo que relatamos aquí: Cuesta de Campa y La Zapatilla.

De 22 Presidentes Municipales que ejercieron su mandato en el municipio de Cerro de San Pedro desde 1950, 15 llevaban Domínguez por apellido y al menos dos más de ellos eran maridos o esposas de otros Domínguez de la misma familia. Según señalaban mis interlocutores, los Domínguez no sólo son los caciques de Portezuelo, sino de todo el municipio. Son los caciques principales. Cuesta de Campa, Cerro de San Pedro y La Zapatilla tienen también sus propios caciques, pero de menor importancia en comparación. Son los caciques menores.

Veremos también, más abajo, que la familia Domínguez tiene disputas internas y que estas disputas no son un hecho menor. El enfrentamiento entre dos facciones lideradas por primos hermanos tuvo consecuencias extremadamente violentas y significativas. Observaremos la compleja trama que vincula a Gaspar y Ana Domínguez, primos y enemigos, y al esposo de Ana, Salvador Salas.

A diferencia de otros cargos ejecutivos en México, como los Gobernadores o el propio Presidente, los municipios sí pueden reelegir a sus titulares, siempre que dejen pasar un mandato intermedio entre dos períodos. De esta manera encontramos algunos nombres repetidos en las listas de jefes de gobierno de 1950 a esta parte. La dinámica que explica esta situación se basa en que la persona fuerte del momento, una vez que no puede ser reelegida consecutivamente al frente del municipio, se desplaza a un cargo oficial de menor jerarquía. Se convierte en Tesorero, Secretario Municipal, Juez Civil (o Comisario Ejidal, llegado el caso). De esta manera continúa ocupando un cargo dentro de la estructura política y pasados los tres años que dura el período de gobierno puede volver a candidatearse habiendo mantenido su influencia.

Mientras tanto el cacique requiere de aliados que cumplan ciertas funciones en este procedimiento, que ocupen otros cargos (incluida la Presidencia Municipal) o bien colaboren con él en sus negocios privados. De tal modo, para reproducir su situación en la estructura política, el cacique requiere de la trama o red que mencionábamos.

Las biografías del caciquismo

Llamaremos Agustín González al cabeza de una de las familias caciquiles de Cerro de San Pedro (hay al menos uno más en esta población tan pequeña) y Antonio Vázquez al de La Zapatilla. Al cacique de Cuesta de Campa nunca llegamos a conocerlo.

González era minero y trabajó en los tiros en cooperativas formadas tras el abandono de ASARCO. Era y es también ejidatario, es decir tiene derechos sobre la propiedad social que es el ejido agrícola de Cerro de San Pedro. Es dueño también de la mayor tienda de abarrotes del pueblo y fue miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) muchos años.

Su hijo Víctor es Secretario del municipio (la Presidenta Municipal hasta mediados de 2009 fue Ana Domínguez, de la familia que mencionábamos más arriba) y otros dos son empleados de Minera San Xavier. González y su familia son fuertes defensores del proyecto minero y son aliados políticos del grupo formado por los Domínguez.

Antonio Vázquez, de La Zapatilla, no es originario de la zona sino que llegó hace unos 15 años. Nos han dicho que era policía y que "tiene hijos muy violentos".

Vázquez fue un personaje central en el proceso que implicó la relocalización del poblado de La Zapatilla. La empresa minera necesitaba el terreno donde estaba asentado este pueblo para construir allí los patios de lixiviación. Y a lo largo de varios años, durante los que Vázquez se puso a la cabeza de un reclamo histórico de La Zapatilla que era conseguir su propio ejido, se trocó una cosa por otra: La Zapatilla fue relocalizada a dos kilómetros de su lugar original y consiguió su ejido.

Consiguió también buena parte de los empleos para los habitantes del lugar, trabajos en la construcción o tareas de campo. Vázquez funciona en este punto como reclutador de fuerza de trabajo, como intermediario entre la empresa y los habitantes de La Zapatilla. Tiene además un cargo en el municipio, se desempeña como Juez Civil.

Frente a ellos está la familia López. Julián López es el principal opositor a Minera San Xavier que vive en el pueblo. Su familia está asociada a los viejos caciques del lugar, puesto que su esposa es hija de un personaje de mucho peso de la época previa a que ASARCO abandonara el pueblo. Pertenecía, de hecho, a una fracción caciquil que perdió la hegemonía en la zona debido a la reconfiguración que implicó el vaciamiento del pueblo a partir de 1950, fecha en que se inicia, como la llaman algunas personas de San Pedro y San Luis Potosí, la "dinastía" de los Domínguez.

Si bien Julián desempeñó varios puestos políticos como representante del Partido Acción Nacional (PAN) en el municipio, nunca tuvo el peso suficiente como para ser Presidente Municipal y se limitó a ser Regidor8 o a desempeñar algunos cargos de menor jerarquía. Es extremadamente activo y desarrolla un gran número de actividades comunitarias en el pueblo, desde talleres de platería hasta la gestión de un museo del lugar organizado por él mismo. Si bien era, hace años, amigo y compadre de Agustín González, las cuestiones políticas los distanciaron y hoy no sólo no se hablan, sino que los nietos de Agustín suelen apedrear sus ventanas. Está también enemistado con los Domínguez y sufrió un atentado en el que balearon su casa en el año 2007.

Un último párrafo para la familia Amador, de Cerro de San Pedro.

Vivieron prácticamente siempre en el pueblo, en la actualidad muchos de sus integrantes son empleados de Minera San Xavier, inclusive uno o dos de ellos tienen puestos de mayor jerarquía que los que suelen tener los habitantes de la zona porque son ingenieros.

Los Amador son también socios políticos de los Domínguez en Cerro de San Pedro, aunque su peso es menor al de los González. Han sabido cuidar sin embargo una imagen que inspira distancia o temor. En una ocasión pasábamos por el pueblo en un automóvil que conducía Ernesto -alguien que conocimos en San Luis Potosí y que se había criado en Cerro de San Pedro- y al cruzarnos con Carlos Amador, que venía caminando, bajó los ojos y pasó a su lado sin mirarlo. Cuando avanzamos explicó: "Ese es uno de los caciques que tenemos aquí".

Pertenecer y no pertenecer

Además de haber nacido y vivir en el lugar, existen otros dispositivos para marcar las pertenencias al pueblo.

Describiremos una serie de mecanismos que funcionan en Cerro de San Pedro en dos sentidos: por un lado señalan la pertenencia a la comunidad, por otro evidencian la jerarquía que esa pertenencia implica. Estos mecanismos conjuntan una serie de dispositivos simbólicos e imaginarios que constituyen la trama cultural local, por lo que son centrales para comprender la vinculación entre los caciques y el grueso de la población.

Como veremos, Minera San Xavier también se inserta en estos mecanismos, de la mano de la estructura de mediación local.

La iglesia

Hay dos iglesias en San Pedro, construidas en el siglo XVIII, durante las "bonanzas" mineras que le tocaron en suerte. Ambas están protegidas por el INAH9 y ahora también por la empresa minera, que aporta financieramente a la manutención y restauración de los templos, aunque en su momento propuso destruirlos y después relocalizarlos. Minera San Xavier publicita en las propias iglesias las colaboraciones que realiza.

El patrimonio de las iglesias ha ido desapareciendo progresivamente, a veces de la mano de las administraciones municipales, que saquean pinturas y antigüedades generando ásperas polémicas entre la población.

Ambas iglesias, al igual que las otras de los distintos pueblos del municipio, comparten el mismo párroco. Durante el proceso que estamos analizando, tres personas ocuparon ese lugar. El primer párroco abrió las iglesias a la empresa minera -que presentó allí su proyecto- y aceptó las donaciones que la misma le entregaba. El alboroto generado a partir de los rumores (confirmados por los ingenieros mineros de la empresa) de que los templos resultarían destruidos favoreció que fuera reemplazado.

El segundo párroco se situó abiertamente contra la empresa y del lado de Gaspar Domínguez y su línea política. Los rumores indican esta vez que fue reemplazado porque su vida estuvo en peligro, como un preludio de lo que ocurriría después con Gaspar Domínguez, quien falleció en circunstancias oscuras en 1998. De hecho abandonó el puesto por orden de la institución católica, poco antes de la muerte de Gaspar. Durante todo ese período, las relaciones de los López con la iglesia se fortalecieron. Se encargaban de la limpieza y el mantenimiento, aseguraban la apertura del templo, etc. Luego serían desplazados.

El tercer párroco es el que ocupa el cargo actualmente, y representa una vuelta a la política de apoyo al proyecto minero. Ha abierto el espacio a las iniciativas de la empresa y lo ha negado sistemáticamente a los simpatizantes del Frente Amplio Opositor, en particular el acceso a su archivo.

La iglesia es, a pesar de todo, un lugar "para todos". A nadie de se le niega la entrada. Lupe, la esposa de Ernesto, acudía siempre puntualmente, y hemos visto cómo en el marco del oficio religioso el sacerdote proponía que todos los presentes se saludasen y se diesen la mano entre sí, cosa que hacían. Así Agustín González le daba la mano a Ernesto o a quien estuviese cerca murmurando "la paz sea contigo".

Igualmente, en ocasión de la Fiesta Patronal, se programó la entrada de cera10 para el santo. Julián estaba un poco ofendido aquella vez porque lo habían ubicado, con su familia, en el último lugar, y al final ni siquiera fue. Pero es significativo que aunque el resto de las familias que participaban tenían -y tienen- animadversión hacia ellos (y también el sacerdote), igualmente los incluyeron, sin que lo pidieran, en el programa de la celebración.

Es decir: la iglesia, aún cuando esté evidentemente influenciada y volcada hacia una de las partes del conflicto, asociada con ciertos personajes y distanciada de otros, se presenta como una instancia común, sintetizando la pertenencia imaginaria a la comunidad y funcionando como un mecanismo de cohesión. Aún cuando existan disputas internas, todos los actores forman parte de una totalidad "mayor", a través de la que se encuentran unidos e integrados. La empresa minera ha empezado a formar parte de esa totalidad a través de sus aportes monetarios a los templos, la participación de sus empleados y su vinculación con el párroco. La iglesia estimula la reproducción de esta construcción de "comunidad" a través de su tradicional arsenal de rituales.

Las minas

Las minas de San Pedro tienen más de 400 años, son extraordinariamente atractivas y generan en el forastero fascinación y curiosidad. Existen incontables relatos fantásticos en torno a ellas y hay tantas bocas de minas que basta caminar por los alrededores del pueblo un par de horas para ver unas cuantas. Hay muchos kilómetros de túneles debajo del pueblo, desconocidos para la mayoría de las personas.

Pero además de esto, las minas se asocian a la historia de la personas. Hay quienes fueron mineros y quienes no lo fueron. Y aún más, hay quienes fueron gambusinos.

Quien tenga un pasado minero goza en el pueblo de un prestigio que no tiene quien jamás haya entrado en un tiro. Las personas que se adentraban en los túneles, hoy ya ancianos, son mencionadas con respeto y reconocimiento: la minería se asocia a un trabajo duro, difícil, pesado, varonil, sacrificado.

Después que ASARCO abandonara el pueblo quedaron, según los protagonistas, dos tipos de mineros, los paleros que cargaban material en bruto para vender a las fundiciones y formaron cooperativas de trabajo y los gambusinos, que buscaban el metal puro en forma de pepitas y trabajaban solos. Los gambusinos eran y son aún más admirados que los paleros.

Aun cuando actuales enemigos, siempre se le reconoce respeto al que fue minero. Julián o Laura López mencionaban a Amador o a González o a algún otro anciano del pueblo y se cuidaban de decir "pero ése fue minero". El propio Julián, que alguna vez entró en los tiros y que conoce bastante de los túneles debajo del pueblo, se jacta de eso y los otros, aún sus adversarios políticos, se lo reconocen.

Es decir, la cuestión de las minas y el trabajo asociado a ellas no solamente vuelve a crear, como veíamos que hace la iglesia, una idea de comunidad o integración, sino también una diferenciación, basada aquí en el prestigio de la labor minera.

Ernesto u otros personajes, aún cuando no hayan entrado a las minas ellos mismos, tienen familiares que sí lo hicieron, y de allí hacen derivar discursivamente sus derechos sobre el pueblo, el ejido, el territorio. "Yo me crié aquí, mi padre era minero". O bien "Desde niño trabajábamos con lo que mi padre traía de la mina". La antigüedad o el haber nacido en el pueblo se refuerzan con el pasado minero familiar o propio. Esto implica reconocer una pertenencia común, a Cerro de San Pedro, a su historia, y también diferenciarse en base a la misma. De aquí que el empleo en la rama minera, siendo prestigioso y bien pago, sea un fuerte atractivo para la población del municipio.

Las fiestas

Comentaremos brevemente los acontecimientos de dos fiestas del pueblo: la celebración de Semana Santa y la Fiesta Patronal de San Pedro.

Anotamos en nuestro diario de campo, con relación a la fiesta de Semana Santa:

No había misa, pero se iba a representar el lavado de pies de los apóstoles con niños. Había varios niños, vestidos de violeta, blanco, azul, rojo, verde y sus combinaciones. Pero el problema es que los niños no alcanzaban y no había modo de juntar doce apóstoles.
Lupe estaba ya en la iglesia. Nosotros salimos y yo volví recién una hora después, cuando escuché campanadas.
La cosa se demoraba. Cualquier hombre presente en el templo era un apóstol potencial. Cuando sólo quedé yo, escapé ante la posibilidad y fui hasta el salón del Núcleo Ejidal, donde el Frente Amplio Opositor desarrollaba su festival paralelo. El hermano de Sandra tocaba la guitarra y su compañera cantaba canciones clásicas (...)
Parece que la iglesia no llegó a concretar nunca la ceremonia de lavado de pies, aunque esperaron varias horas. Cuando volvíamos a la casa, ya de noche, sólo estaban orando ante el altar.

Esto ocurrió el Jueves Santo. La iglesia intentó desarrollar su ceremonia mientras el Frente Amplio Opositor a Minera San Xavier convocaba por su parte a diversas actividades culturales por separado. Al otro día, a la tarde, comenzaba el Vía Crucis:

Está por empezar el Vía Crucis y estamos en el Comité Ejidal sacando fotos. Norma estuvo ocupada. Cocinó y muchos comieron. Hay infinidad de actores, niños y adultos ya caracterizados como vírgenes, centuriones, etc. que ya bajaron pues está por comenzar la representación.
Corre la versión de que el actor que hace de Cristo va a gritar contra la minera en medio de la representación, o que va a cargar un cartel. No lo sé, no lo he visto.
La iglesia ha permanecido abierta y hoy al mediodía, mientras los del Colectivo Huachichil11 bailaban su danza en la plaza, uno que salía decía "Vaya a saber cuánto les pagan a éstos para que hagan eso". Es que los huachichiles habían desplegado una bandera contra la minera.
Seguimos el Vía Crucis y vimos toda la representación. Cuando terminó hablamos con los actores. El organizador decía que el año pasado los habían engañado y por eso habían actuado para la empresa minera. Así que ahora desmentía que estuvieran a favor de la mina y apoyaban la lucha del Frente Amplio Opositor. Es raro, de última son una compañía que trabaja para quien los contrata. sin embargo no les abrieron la iglesia para el acto y tampoco les bendijeron los ramos para el Domingo de Gloria, por lo que se quejaba. El Cristo no hizo, al final de cuentas, ninguna declaración anti-minera.
Ernesto y Juan Vicente quemaron los Judas. Uno tenía la forma del Gobernador del Estado, el otro del gerente de Minera San Xavier, caracterizado como un cerdo con un casco de minero. Un tercer Judas estaba hecho simplemente con una camisa y unos trapos viejos. Les pusieron petardos en la entrepierna y en el culo y los rociaron con gasolina. Antes la gente se había sacado fotos con los muñecos.

La Semana Santa plantea, como podemos ver, una constelación de sentidos. Sin embargo nos limitamos a señalar otra vez aquellos mecanismos que funcionan simultáneamente como formadores de cohesión y diferenciación de la comunidad y sus integrantes. El disenso, la disputa, toman forma dentro de un espacio de discusión y un marco significativo común. La empresa minera y el FAO se disputan la realización de la fiesta (con actividades culturales alternativas), no hay por qué impugnar la fiesta en sí. Se disputa el posicionamiento de sus protagonistas (las declaraciones de los actores y las protestas de los organizadores del Vía Crucis), pero no se plantea no hacer el Vía Crucis. Es decir, los elementos que se consideran pertenecientes a la tradición, o propios de la comunidad no se impugnan, sino que se trata de impregnar a ese acto con la posición propia, con la propuesta minera o anti-minera en cuestión.

Esto también se hizo evidente en el marco de la Fiesta Patronal. Volvamos al diario de campo para expresarlo sintéticamente.

Fue un día larguísimo. A las seis de la mañana llamada de campanas y petardos. A las siete mañanitas con mariachis para San Pedro.
La fiesta comenzó con poca gente, pero luego comenzó a llenarse, especialmente después del horario de oficina comenzó a llegar mucha gente de San Luis.
Estuvimos en la misa -iglesia llena; más gente allí dentro que habitantes en todo San Pedro-. No estuvo el Arzobispo, que había prometido presencia, pero envió a un monseñor que ofició.
Por la tarde los hijos de Agustín González sacaron una botarga (un muñeco) que habíamos visto en el Módulo de Información y la pusieron a dar vueltas por la plaza. Se trataba de un cacto gigante con un casco de minero. Regalaba pases para los juegos mecánicos y se sacaba fotos con los niños. Los hijos de Agustín González le acompañaban todo el recorrido y ayudaban a posar a la gente.
Cuando cayó la noche comenzaron los fuegos pirotécnicos. Primero los toritos y luego la propia Ana Domínguez, la Presidenta Municipal, encendió el castillo. La fiesta terminó con las letras "Viva San Pedro" encendidas en el frente de la tienda de González por sus propios hijos.
La participación de toda la familia González en la fiesta fue aplastante. Se habían organizado una especie de mayordomías que fueron publicadas en el boletín de la iglesia. La mayoría de los cargos eran ocupados por los hijos de González y de Amador. Figuraban a la vez como donantes de dinero y empleados de la empresa minera.

La empresa minera donó una cantidad de dinero no especificada para realizar el evento. La iglesia lo agradecía en el mismo boletín y además lo confirmaba el periódico que publica el municipio.

La iglesia y las fiestas presentan, traducidas a su lenguaje específico, las pugnas y disputas que aparecen en el territorio de San Pedro en general: las familias que apoyan a la mina frente al FAO. Minera San Xavier aparece además como un actor de las fiestas: corporizada en la familia González, en donaciones o en empleados que aportan, se constituye como un integrante de Cerro de San Pedro.

Una historia violenta

Tras la retirada de ASARCO en 1948, Cerro de San Pedro vivió largos años de desinversión. El grueso de su población emigró: algunos siguieron hacia el norte la huella de otros yacimientos mineros y se trasladaron en pos de las oportunidades laborales que les presentaban otras empresas. Otros alimentaron las grandes ciudades, en especial el Distrito Federal.

Hacia 1990 comenzó a gestarse en Cerro de San Pedro un proyecto político y económico alternativo basado en el turismo y la gastronomía.

Este proyecto contaba con el apoyo de Gaspar Domínguez, afiliado del PRI y cacique de la familia Domínguez de Portezuelo y se basaba en reacondicionar algunas viviendas para transformarlas en habitaciones de alquiler, instalar al menos dos restaurantes y otras tantas tiendas que vendían platería y la construcción de un hotel, bastante grande, de hecho, para recibir a los turistas.

Antes de que este plan lograra materializarse la empresa Minera San Xavier adquirió los derechos de explotación de los minerales de San Pedro. Entró así a competir con este proyecto.

Los Amador ocupaban la presidencia municipal en aquel momento. Ocupar la Presidencia Municipal implica de una manera u otra negociar con la familia Domínguez, de modo que podemos asumir que al menos una fracción de la misma se encontraba de acuerdo con esto. No se trataba, claro, de la fracción de Gaspar Domínguez sino del otro bloque interno conformado por Ana Domínguez, prima hermana de Gaspar, y su esposo, el cacique Salvador Salas, quien también había sido Presidente Municipal previamente.

En 1997 Gaspar ganó las elecciones municipales y el proceso se tornó trágico. Llegó a gobernar menos de un año. Apareció muerto en un predio descampado de las afueras de San Pedro en abril de 1998, con la sien perforada por un balazo.

El día anterior Gaspar Domínguez había participado de una reunión convocada por Minera San Xavier en Cuesta de Campa. Allí había hecho dos declaraciones que provocaron revuelo: iba a investigar hasta las últimas consecuencias la desaparición de un cuadro del siglo XVIII sustraído de la iglesia de San Pedro y no iba a otorgar los permisos municipales de operación a la empresa minera hasta que estuviese personalmente seguro de que no traería consecuencias irreversibles para San Pedro y de que no contaminara.

Sobre el robo, los principales sospechados eran los últimos en haber ocupado la Presidencia Municipal, los Amador. Según los habitantes de San Pedro cada gestión municipal hace desaparecer alguna parte del patrimonio público antes de que su período termine. Como generalmente quienes le siguen son parientes o han sido designados por quienes se retiran, no hay investigaciones que los pongan en apuros.

El problema para Amador y quienes ocuparon el municipio fue que Gaspar Domínguez era su adversario. Entonces las investigaciones tenían, además de sus propios objetivos, un claro significado político: demostrarían públicamente la corrupción de su bloque. Los desacreditaría y eso implicaría una clara ganancia para la línea de Gaspar.

El segundo punto, la suspensión de las licencias, podía llegar a implicar una pérdida millonaria para la minera y sus socios. La licencia municipal de operaciones es indispensable para que una empresa trabaje legalmente. Si el Presidente Municipal le ponía obstáculos a este documento era probable que todo se detuviera al menos hasta que terminara su mandato. Para peor, si hacía un buen mandato y lograba además debilitar a sus antagonistas, podría imponer un candidato de su línea en las próximas elecciones.

Esto implicaba un atraso para el cronograma de la empresa y la posibilidad de extinción de la otra línea política de los Domínguez, que para ese momento se separaba del PRI y buscaba refugio en el PRD. Además incentivaba la propuesta de perfil turístico de Cerro de San Pedro encarada poco antes por el grupo que describimos más arriba.

Pero al otro día de esta reunión nadie podía ubicar a Gaspar, y en la madrugada del día siguiente se encontró su cadáver.

Las investigaciones policiales plantearon que se había suicidado, pero esta tesis no es aceptada entre los habitantes de Cerro de San Pedro. Nadie cree que Gaspar se haya matado. Entonces ¿qué ocurrió? Los relatos se detienen aquí generalmente. Quedaba la impresión de que sí se sabía algo, algo que no podía demostrarse, algo que era mejor no decir.

No es, por supuesto, objeto de este trabajo esclarecer esta muerte. Sin embargo el deceso de Gaspar Domínguez representa un acontecimiento sociológico importante para el proceso que analizamos. De tratarse de un suicidio, las vinculaciones y relaciones se hacen más difíciles de medir y valorar, pero de tratarse de un asesinato, nos encontraríamos claramente frente a un uso político de la violencia. Esta muerte representaría una táctica que una fracción política desarrolla dentro del balance de fuerzas de la estructura política local. La violencia dirime un antagonismo político.

Versiones sotto voccesindican a los posibles pistoleros e instigadores o autores intelectuales. Coinciden en que los segundos son Ana Domínguez y -sobre todo- su esposo Salvador Salas.

Los rumores acerca de quiénes fueron los asesinos materiales son más variados, sin embargo en todas aparecen aliados más o menos cercanos a Salvador Salas. Los Amador y los González aparecen en ellas, y también otros nombres como el de Antonio Vázquez.

La muerte de Gaspar Domínguez tiene una importancia crucial para este proceso, al punto que al día de hoy, más de diez años después, sigue generando temor y silencio. A qué personajes se les atribuyen qué acciones, aún cuando éstas no sean verdaderas, señala a qué tipos de conductas se les asocia en el imaginario.

Conclusiones

Mencionábamos en las primeras páginas de este trabajo la capacidad de la estructura de mediación de "anudar" los distintos intereses y dinámicas de sectores sociales diferentes.

Los ejemplos mencionados luego dan cuenta de esa capacidad. La estructura de mediación personificada por los caciques y su red utiliza recursos heterogéneos para presentarse y legitimarse como interlocutor y operador válido frente a todos estos sujetos y poner sus intereses en pie de interacción. Estado, empresa y población no se comunican en Cerro de San Pedro directamente, sino siempre a través de los caciques y su red, que son capaces de presentarse simultáneamente como pertenecientes a todos estos dominios y de convertir a cada uno en el otro. Sinteticemos lo que ya hemos desarrollado.

Vimos cómo a través de la iglesia y los rituales que implica (las misas, la veneración de San Pedro y la celebración de su fiesta, la Semana Santa) se genera el criterio de pertenencia a la comunidad. Los distintos caciques y sus familias juegan diversos papeles en estos rituales: ocupan cargos, organizan las festividades, financian los eventos.

En la fiesta de San Pedro no solamente se reactualiza San Pedro, sino la estructura jerárquica que lo gobierna. Los caciques asocian así la reproducción de su estatus y privilegios a la reproducción de la comunidad en general: la "duplicación" hacia el futuro de Cerro de San Pedro implica la reconstitución permanente de la posición de los grupos jerárquicos, expresada en este caso en el marco de la dimensión ritual.

De la misma manera, a través de su carácter de empleados de Minera San Xavier, los caciques y sus parientes desglosan las contribuciones económicas que realizan y canalizan los fondos provenientes de la minera. Es decir, la empresa también colabora con la fiesta, y dos veces: una directamente, con ayuda financiera, la otra indirectamente a través de los fondos que aportan sus empleados. Entra a participar así de los rituales locales: los empleados y sus familiares son mayordomos de San Pedro, la empresa se asocia a la reproducción imaginaria de la comunidad.

En segundo término, dado el carácter prestigioso de la labor minera en el pueblo, quienes trabajan para Minera San Xavier pueden, de frente a la población, asociar su imagen a ese prestigio. Se superponen entonces los atributos dados por pertenecer al pueblo, participar de y organizar las fiestas, ocupar un cargo municipal, ser minero.

Cuando estos medios no son suficientes para lograr un consenso que permita el ejercicio de la hegemonía, la estructura de mediación puede perfectamente recurrir a la violencia. A través de la reconstrucción de los hechos relativos a la muerte de Gaspar Domínguez (junto con otros que aquí no hemos incluido por cuestión de espacio) podemos ver cómo cuando los recursos simbólicos e imaginarios no son suficientes para que una facción se imponga a otra, la violencia material y luego su fantasma pueden utilizarse para lograr ese objetivo.

La estructura política local no constituye entonces una simple aberración política o una manifestación "atrasada" de organización rural: es una instancia de intermediación necesaria para la empresa, el estado y la población. Responde a mecanismos de generación e imposición de consensos y ejercicio de la violencia que cuentan con una base social específica y son reactualizados además por el flujo de dinero e influencias que acarrea la instalación de Minera San Xavier y sus gestores estatales.

Vemos cómo en este caso una propuesta que podría catalogarse de "modernizadora", "industrial" y asociada al "progreso" funciona en realidad sosteniendo la continuidad de formas políticas supuestamente "arcaicas" vinculadas a la estructura local de poder. La llegada de Minera San Xavier no solamente transforma algunos aspectos del pueblo, sino que facilita la reproducción de otros.

El peso de la esfera local, en particular de la estructura local de poder, es mucho más importante de lo que suele creerse por cuanto es una esfera insalvable. No se puede instalar una mina de oro sin tratar de una manera u otra con lo local. Y lo local no es lo global "diluido". Pueblos como Cerro de San Pedro tienen dinámicas políticas propias, cuya interacción con las tendencias globales nos corresponde estudiar. Así, para complementar una gran cantidad de trabajos sobre conflictos mineros en América Latina, que se enfocan más bien en los aspectos políticos "formales" tales como las legislaciones mineras o la acción de agencias estatales, sostenemos la importancia de evaluar los dispositivos concretos de producción de la política en el ámbito local y su especificidad histórica.

La empresa minera o el Estado no entran en comunicación con las masas. Se vinculan con sus referentes, los caciques. Éstos ejercen el gobierno formal (el municipio) y el informal en una trama que hace que estas esferas se fusionen y así traducen los intereses de empresas y estado al lenguaje de Cerro de San Pedro. A través de los mediadores los agentes externos a la comunidad pueden pasar a pertenecer a la misma.

La población no entra en comunicación con el Estado o con la empresa minera. Se vincula con estas instancias a través de sus referentes, los caciques. Éstos se presentan ante el estado o el empresariado como los traductores de sus aspiraciones y demandas. Lo que ellos presentan como la comunidad se relaciona así con otros segmentos de la sociedad que manejan códigos, rituales, lenguajes diferentes al del medio local.

Como todo traductor, el cacique sesga lo que traduce, y como emergente de un desfasaje de origen estructural vive y reproduce sus privilegios en dicha brecha.

Agradecimientos

Agradezco al Dr. Andrés Medina Hernández por sus sugerentes aportes a este trabajo. También al Profesor Emiliano Pertuzzo por los comentarios a un borrador de este texto. Por supuesto, cualquier error o falencia es de mi exclusiva responsabilidad. Mis estudios de Maestría fueron financiados gracias a una beca de CONACYT (México).

Notas

1 Al respecto hay varios trabajos de la CEPAL: www.eclac.org , consultados entre julio de 2009 y marzo 2010.

2 La base de datos del OCMAL (Observatorio de Conflictos Mineros en América Latina) señala la existencia de 140 proyectos mineros para el subcontinente, de los cuales 118 han despertado algún tipo de conflicto. www.olca/ocmal.com , consultada el 29 de noviembre de 2009.

3 Por cuestiones de espacio dejamos en suspenso el análisis de una dimensión importante del funcionamiento de las estructuras de mediación: las alianzas que construyen con otras esferas del sistema político.

4 Por mencionar algunos, sólo en América Latina: Tambogrande (Perú), Esquel (Argentina), Crucitas (Costa Rica), Pascua Lama (Chile), Chicomuselo (México), además del caso que presentamos aquí.

5 Los caciques mexicanos no son necesariamente indígenas. A diferencia de lo que este término implica en español rioplatense, allá abarca también a grupos étnicos "criollos".

6 Formación abigarrada remite a la idea de falta de homogeneidad. Las sociedades son abigarradas cuando las unidades que las componen no pueden definirse todas en base a un único denominador común.

7 Por supuesto, utilizamos seudónimos para los nombres y apellidos relacionados con el trabajo de campo.

8 Cargo equiparable al de Concejal.

9 Instituto Nacional de Antropología e Historia.

10 La entrada de cera es una parte de la fiesta patronal, donde distintas familias llevan velas al santo. La cantidad y calidad de las velas que le ofrendan suelen ser utilizadas como escala de prestigio.

11 Los huachichiles o guachichiles son un pueblo originario de la región, casi exterminado en la época colonial.

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