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Cuadernos de antropología social

versión On-line ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  no.42 Buenos Aires dic. 2015

 

ARTÍCULOS

Controversias en torno a la construcción pública del dinero

Martín Hornes *

 

* Licenciado en Trabajo Social. Magister en Antropología Social por el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) / Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES). Doctorando en Sociología IDAES. Becario Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Pertenencia institucional: Centro de Estudios Sociales de la Economía (CESE) IDAES. Correo electrónico: m_hornes@hotmail.com

Fecha de recepción: octubre de 2014. Fecha de aprobación: julio de 2015.

 

Resumen

El presente artículo tiene por objetivo reflexionar sobre los significados sociales y morales del dinero transferido a través de las políticas sociales. Durante la última década surgieron un conjunto de políticas sociales que transfieren dinero en efectivo a los hogares más pobres. Estas intervenciones movilizaron debates entre distintos saberes expertos involucrados en el diseño y la implementación de las políticas sociales, centrados en las condicionalidades que acompañan las trasferencias monetarias. A través de un análisis etnográfico, demostraremos que los debates sobre los significados del dinero transferido a los sectores más pobres trascienden los saberes expertos habilitando un conjunto de percepciones y apreciaciones que conectan juicios y evaluaciones morales sobre los pobres y la pobreza. Trataremos de escenificar cómo el dinero transferido a través de las políticas sociales adquiere la cualidad de transformarse en un dinero público y de convertirse en un dispositivo cultural de interpretación.

Palabras claves: Políticas sociales; Transferencias monetarias ; Significados y usos del dinero; Evaluaciones morales; Dinero público

Public Controversies About the Meanings of Money

Abstract

This article reflects on the social and moral meanings of money transferred through social policies. Over the past decade a set of social policies that transfer cash to the poorest households emerged. These interventions activated debates among different expert understandings involved in the design and implementation of social policies, focusing on the conditions accompanying monetary transfers. Through ethnographic analysis, we show that debates over the meaning of the money transferred to the poorest transcend expert knowledge, enabling a set of perceptions and appreciations that connect judgments and moral evaluations about the poor and poverty. We aim at presenting how the money transferred through social policy acquires the quality of becoming public money, becoming a cultural device of interpretation.

Key words: Social policy; Money transfers; Meanings and uses of the money; Moral evaluations; Public money

Às controvérsias em relação à construção pública do dinheiro

Resumo

Este artigo pretende refletir sobre os significados sociais e morais do dinheiro que é transferido através de políticas sociais. Na última década surgiram um conjunto de políticas sociais que transferiram o dinheiro para as famílias mais pobres. Estas intervenções mobilizam debates entre diferentes os conhecimentos envolvidos na concepção e na implementação de políticas sociais, enfocando as condicionalidades que acompanham as transferências monetárias. Através da análise etnográfica, vamos mostrar que os debates sobre os significados do dinheiro transferido para os mais pobres transcendem o conhecimento especializado permitindo um conjunto de percepções e apreciações que conectam julgamentos e avaliações morais sobre os pobres e a pobreza. Vamos tentar encenar como o dinheiro transferido através de política social adquire a qualidade de se tornar um dinheiro público, tornando-se um dispositivo cultural de interpretação.

Palavras-chave: Política social; Transferências da renda; Avaliações de moral; Significados e usos do dinheiro; Dinheiro público

 

 

Controversias en torno a la construcción pública del dinero

"Día del Niño", titula el Diario Página 12 en su portada para referirse al día 29 de octubre de 2009, en el que Cristina Fernández de Kirchner anunció la creación de la "Asignación Universal por Hijo para la Protección Social" (AUH). Algunas de las palabras de la presidenta dejan entrever un espacio ambiguo en el que se sitúa la nueva propuesta de política social: "Éste es un acto de estricta reparación, pero será un acto de justicia cuando cada padre tenga un buen trabajo, un buen salario y una buena casa. Esto no terminará con la pobreza, pero servirá como paliativo para quienes todavía no tienen trabajo" (Piqué, 2009).1

En los días subsiguientes ciertos líderes de la oposición realizarían críticas punzantes en las que convivían cuestionamientos sobre la orientación de la medida, concepciones sobre los pobres, la pobreza y los orígenes del dinero a transferir. La máxima dirigente de la Coalición Cívica (CC), Elisa Carrió, afirmaba: "Esto no es justicia social [y consideraba] perverso hacerles pagar a los jubilados para darles a los pobres" (Abrevaya, 2009) en relación a la fuente de financiamiento de la AUH

Federico Pinedo, diputado del partido Propuesta Republicana (PRO), planteaba reparos sobre la elevación de un proyecto de reforma política que "estará destinado a terminar con el clientelismo e impedir que el Ejecutivo utilice a los pobres a través de la dádiva, el punterismo y los planes sociales" (Abrevaya, 2009).

En la misma sintonía, el ex gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, veía la medida como "una forma más de mantener a los pobres presos del Estado y el clientelismo político" (Abrevaya, 2009).

A un año de su implementación, los informes de técnicos e intelectuales del campo académico resaltaban que por intervención de la AUH los indicadores de indigencia se habían reducido entre un 55% y un 77%, junto con los indicadores de pobreza y desigualdad, y destacaban que "el análisis conjunto de los resultados cualitativos y cuantitativos nos permiten aseverar que la AUH se encamina a ser la medida de política social más exitosa implementada en Argentina en los últimos cincuenta años" (Agis, Cañete y Panigo, 2010: 8).

Sin embargo, tras el segundo año de implementación y habiendo sido dispuesto un aumento en el monto de la AUH por decreto presidencial, las críticas centradas en las transferencias de dinero aumentaban. Sectores de la dirigencia de la Iglesia Católica argentina consideraban la medida como "una buena noticia [pero reclamaban una] política superadora que fomente la cultura del trabajo y no sólo el asistencialismo […]: un paliativo importante para las zonas más necesitadas [aunque] es un arma de doble filo, ya que se puede caer en el conformismo o perder el entusiasmo por buscar un trabajo digno" (La Prensa Digital, 2011).

En el mes de marzo de 2012, el ministro de Salud de la provincia de Corrientes, Julián Dindart, afirmó frente a distintos medios de prensa que "algunas se embarazan hasta porque tienen un recurso económico como premio" (Zacarias, 2012), refiriéndose al cobro de la AUH. Casi de forma simultánea, un dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR) afirmaba que la AUH se convertía "en dinero que se escurría por las canaletas de las bebidas, las drogas y el juego" (Cufré, 2010).

Tales afirmaciones pusieron en el centro del debate político y social las apreciaciones circundantes sobre los receptores de la AUH y la eficacia del programa en relación a la complementariedad educativa y sanitaria. Distintos expertos en materia de políticas sociales y educativas respondieron a estas afirmaciones con la elaboración de informes que daban cuenta tanto de los aumentos en los índices de escolarización y el acceso a los sistemas de salud como de las modificaciones en pautas y acceso a distintos bienes de consumo (Filmus, 2012; Malgarejo, 2012).

Durante los primeros días del mes de septiembre de 2012 se suceden dos acontecimientos interesantes que involucran al bloque oficialista y a grupos sociales opositores. El primero de ellos está relacionado con el aumento de un 25% del monto de la AUH anunciado por Cristina Fernández de Kirchner mediante cadena nacional y desde la Casa Rosada. La presidente consideraba "las transferencias del Estado [cómo un medida para] poner en las familias 5200 millones más [destinados a] sostener a los sectores de mayor vulnerabilidad" (Presidencia de la Nación, 2012):

Cuando el Estado transfiere un peso al decil más bajo, esto multiplica en la actividad económica 3.68%. ¿Se entiende? Cuando el Estado transfiere un peso al último decil, al decil número 10, que es el de más alto ingresos, ahí solamente replica en la economía un 2.38%. ¿Por qué? Porque son sectores de altos ingresos que, o tienen capacidad de ahorro, o no necesitan consumir tanto o consumen afuera mientras que, obviamente, los sectores más vulnerables, que más lo necesitan, consumen, fundamentalmente, lo que es alimentos, bebida, ropa, calzados, útiles escolares, etcétera (Presidencia de la Nación, 2012).

A sólo dos días del anuncio del aumento, algunos grupos sociales que se mostraban disconformes con las políticas del gobierno propusieron a través de las redes sociales un cacerolazo con marcha a la Plaza de Mayo. Movilizados bajo distintas consignas —tales como falta de libertad, por no poder comprar dólares, porque van a cerrar el país, por la inseguridad y contra la corrupción— las manifestaciones se replicaron en distintos barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en las capitales de algunas de las provincias más pobladas como Mendoza y Córdoba. Detrás de las múltiples manifestaciones, el significado asociado al dinero transferido a los pobres se volvía a poner en tela de juicio.

Las imágenes de la jornada fueron difusas. Entre las banderas y carteles de protesta, que comprendieron desde esvásticas nazis con la leyenda "Kristina 2015" hasta leyendas como "en Barrio Norte también tenemos hambre", se destaca la presencia de figuras políticas y del espectáculo. Algunos medios cubrieron el evento y realizaron entrevistas a los participantes. Con el repiqueteo de las cacerolas de fondo, los noticieros mostraban a una señora de unos cincuenta años de edad vestida totalmente de negro, con alhajas de oro en su cuello y orejas, delgada, de tez blanca, que declaraba: Estamos protestando porque no podemos ahorrar, no tenemos libertad, y porque también estamos en contra del sueldo universal este que estimula la procreación irresponsable. ¿A qué se refiere? —le preguntó el periodista—. A la miseria de 270 pesos que le dan a la pobre gente pobre, que los siguen estimulando para que tengan más hijos.

Una reparación o un paliativo, una dádiva o el conformismo, asistencialismo o clientelismo, rehenes y presos de los planes o un premio parafomentar la procreación irresponsable. Estas palabras sobrevuelan parte de los distintos pasajes que acabamos de recordar y nos aproximan al tema que nos interesa abordar en este artículo: las controversias públicas sobre los significados del dinero transferido a partir de las políticas sociales.

Durante la última década surgieron y se consolidaron en la región de América Latina un conjunto de políticas sociales denominadas "programas de transferencias monetarias condicionadas" (TMC). Las TMC impulsaron dos modificaciones sustanciales: 1) suplantaron la provisión de bienes y servicios por la entrega de dinero en efectivo a los hogares pobres y, 2) establecieron una serie de prerrequisitos (condicionalidades) sobre los niños a cargo en materia de salud y educación (Hornes, 2014a).Las transformaciones que se sucedieron a partir de la emergencia de estas intervenciones han movilizado debates entre distintos saberes expertos en políticas sociales. 1

Las perspectivas resaltan las discusiones en términos de la redefinición de la noción de protección social (UNICEF, 2010; Cecchini, y Madariaga, 2011), los criterios de diseño, alcance y cobertura de los programas a nivel regional y mundial (Banco Mundial, 2008, 2009), y una multiplicidad de informes técnicos/gubernamentales y trabajos académicos enfocados en medir los indicadores de impacto y efecto de los programas de TMC (Ministerio de Economía de la Nación, 2009; Agis, Cañete y Panigo, 2010).

Los saberes expertos pertenecientes a los organismos internacionales involucrados en la proliferación de las TMC —Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial (BM)— han mostrado un interés particular en construir un monopolio técnico y moral sobre el dinero transferido, otorgándole una definición unívoca ajustada a las condicionalidades esgrimidas en las transferencias monetarias (Hornes, 2013).

A pesar de que las TMC han monopolizado las intervenciones sociales de la mayoría de los Estados latinoamericanos (Lavinas, 2013), todavía son incipientes las reflexiones sobre los significados sociales y morales del dinero transferido a partir de las políticas sociales.

Desde mediados del siglo xx la literatura antropológica y sociológica se ha empeñado en demostrar los usos múltiples del dinero y su carácter irreductible a una esfera social (el mercado) y un vínculo social (las relaciones mercantiles) (Dalton, 1967; Bohannan, 1967; Bloch y Parry, 1989; Dodd, 1994; Guyer, 1994, 2004, Hart, 2004; Zelizer, 2009, 2011; Weber y Dufy, 2009). Estos trabajos tuvieron la virtud de traspasar los preconceptos sobre la división entre las denominadas sociedades "modernas" y "tradicionales" al observar que el dinero no tiende a disolver los lazos sociales sino que incide en la construcción de nuevas formas de representación del mundo social y en las relaciones entre los actores sociales.En América latina le debemos la recuperación de la perspectiva sobre el dinero a los trabajos desarrollados por Federico Neiburg (2005, 2008), Mariana Luzzi (2005, 2008), Alexander Roig (2007), Magdalena Villarreal (2010), José Ossandón (2012) y Ariel Wilkis (2013), entre otros

Contemplando la particularidad de este trabajo, trazaremos una línea de estrecho contacto con las perspectivas desarrolladas por Viviana Zelizer y Ariel Wilkis. Zelizer (2009, 2011) ha sido la precursora en desarticular las visiones más economicistas sobre el dinero demostrando los usos y significados diferenciales que las personas le otorgan mientras lidian para satisfacer necesidades complejas sin alterar sus relaciones íntimas. Los trabajos de Wilkis (2010, 2013) han señalado la falacia de pensar a los pobres como desmonetizados, exponiendo cómo el dinero circula entre y hacia las clases populares ocupando un lugar central en la vida personal y colectiva, analizando que los juicios y las evaluaciones morales que acompañan sus significados muestran una continuidad entre órdenes sociales y monetarios.

En trabajos anteriores pudimos demostrar que las definiciones programáticas que pretenden una definición unívoca sobre el dinero transferido en las TMC fracasan ante la multiplicidad de negociaciones existentes en los hogares receptores sobre los significados y usos del dinero. Comprobamos que esas negociaciones están investidas de tensiones morales, familiares y personales sobre construcciones sociales del género y disputas intergeneracionales (Hornes, 2014b).

En esta ocasión y para abordar las controversias públicas sobre las TMC, recuperaremos ciertas indagaciones sobre el término "dinero público".

Algunas exploraciones se remitieron al análisis de las situaciones de crisis nacional para comprender los sentidos públicos del dinero (Carrutthers y Babb, 1996; Théret, 2007). Más recientemente, Helene Lemesle (2010) y Yan Lelann (2010) respectivamente han explorado el dinero público analizando los debates legislativos acerca de los términos de contratación pública durante el siglo xix en Francia y las intervenciones de expertos del FMI para grabar dicho dinero o recomponer su formato.

Más próximo a nuestros horizontes geográficos, Federico Neiburg (2005, 2007, 2008) fue pionero en desarrollar la noción de números públicos tomando como referencia empírica los procesos inflacionarios en Argentina y Brasil, y explorando "los singulares procesos de desnaturalización pública del valor de la moneda" (Neiburg, 2008:96). 2

En la actualidad, los trabajos de Claudia Daniel (2012, 2013) en el área de la sociología y la historia estadística iluminan una nueva agenda de investigación sobre los números públicos, lo que nos invita a reflexionar sobre el lugar que estos ocupan más allá de los dominios expertos convirtiéndose "en categorías de percepción de la realidad social de múltiples y dispares actores sociales" (Daniel, 2013:12).

En sintonía con los aportes de Neiburg y Daniel para pensar los números públicos como dispositivos culturales de interpretación del mundo social, señalaremos una analogía sobre el dinero condicionado y su carácter público, intentando demostrar que los juicios y evaluaciones morales sobre el dinero transferido a través de los programas de TMC no pueden dejar de ser analizados en consonancia con la pluralidad de sentidos asociados al dinero de origen estatal. El carácter público del dinero condicionado implica que deja de ser pensado exclusivamente por los especialistas y que habilita un conjunto de opiniones sobre su significado que lo convierte en un dispositivo de interpretación del mundo social.

Nos interesa explorar cómo el dinero condicionado adquiere un carácter público no sólo porque sus significados desbordan los sentidos expertos sino también porque deviene en un dispositivo cultural de interpretación: un instrumento por medio del cual se puede clasificar a los pobres y a través del cual los pobres se diferencian y jerarquizan.

El trabajo de campo que da lugar a este artículo forma parte de las distintas actividades enmarcadas en la realización de mi tesis de Maestría en Antropología Social (Hornes, 2013) y que se llevó adelante en un barrio del Municipio de Avellaneda, localidad situada al sur del Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.3

El ingreso estuvo garantizado desde el año 2008 por mi desempeño como trabajador social en un programa de TMC destinado a adolescentes en situación de vulnerabilidad social.4 En vistas a conservar la identidad y confidencialidad de las personas que me otorgaron su confianza y se brindaron hacia la investigación, apelaremos a un nombre ficticio para denominar al barrio en cuestión: Villa Asunción.

Las viñetas etnográficas que dan inicio a este artículo nos permitieron ilustrar cómo los significados del dinero transferido a partir de las políticas sociales de TMC forman parte de una trama de negociaciones de sentido que se dan en la escena pública. Para continuar con nuestra exposición desarrollaremos dos situaciones reconstruidas etnográficamente, ya que nos interesa demostrar que los beneficiarios de las TMC no son indiferentes a las controversias públicas sobre el significado del dinero. Para finalizar, reflexionaremos sobre las controversias públicas y los sentidos plurales del dinero.

 

Otras formas de inversión

Conocí a Nancy a fines de noviembre de 2010. Mientras conversaba con Elsa en la puerta de su casa, Nancy barría con una escoba casi sin cerdas el living de su casa. Apilaba en un rincón una cantidad enorme de basura mientras, ofuscada, decía: "no veo la hora de terminar mi casa". Elsa, sabiendo de mi interés por conversar con personas que percibieran la AUH, no tardó en comentar: "esta chica tiene cinco chicos".

La casa de Nancy se encuentra emplazada sobre el pasillo de la calle Pergamino, a metros de una de las calles centrales de Villa Asunción. Había terminado de construir la losa y se encontraban a simple vista las planchas de telgopor y algunas estructuras de hierro. La puerta de entrada de chapa galvanizada blanca lucía como nueva pero todavía no tenía el picaporte. La vivienda contaba con una pequeña cocina, un cuarto contiguo de seis metros cuadrados con dos camas marineras y un baño en construcción al fondo. Las paredes estaban despintadas y en algunas partes faltaba el revoque. Las instalaciones eran muy precarias, algunos muebles eran nuevos y otros estaban desvencijados.

El dueño de la propiedad había sido su padre, quien había fallecido hacía aproximadamente unos cinco años. Desde ese momento la casa había estado abandonada y luego tomada por unos desconocidos. Cuando Nancy comenzó a tener muchos problemas con su ex marido se encargó de recuperar la propiedad con ayuda de los vecinos del barrio. Desde que lo logró, empezó a trabajar intensamente en su reconstrucción y a disputarse con su hermano la posesión.

Actualmente vive con sus cinco hijos, la hija mayor de diez años, tres varones de siete, ocho y cinco años respectivamente, y la hija menor de tres años. Desde hace más de dos años que está separada del padre de sus hijos, quien vive en Quilmes con su actual mujer. Las visitas a sus hijos son esporádicas y la ayuda económica que les brinda es casi nula.

Nancy tenía una economía bastante ajustada que se sustentaba en su creatividad para las prácticas económicas (Gaggioli, 2014). Sus actividades laborales eran variadas: desde limpiar casas de familia hasta vender ropa interior por catálogo. También percibía distintos ingresos producto de su condición de beneficiaria de diferentes programas de TMC. Solía trabajar varias veces a la semana limpiando la casa de una persona conocida del barrio: "A veces me llama todos los días, y me sirve, porque me paga 13 pesos la hora, por ahora… porque es una casa muy simple y no me mato" (Nancy, beneficiaria del TCM, 29 de noviembre de 2010).

A su vez, Nancy vendía ropa interior masculina y femenina por catálogo y encargo en las zonas aledañas al centro de la Ciudad de Buenos Aires:

Trabajo mucho con la gente de limpieza del edificio Cóndor, toda esa parte de ahí. Allá en la (villa) 31 tengo la familia del papá de los chicos, compro ahí y me llevo la revista, y después del trabajo paso a ofrecer. En Retiro tengo casi todos los clientes, yo levanto de cuarenta a cincuenta pedidos (Nancy, beneficiaria del TCM, registro de entrevista 29 de noviembre de 2010).

Desde el mes de agosto de 2010 Nancy forma parte del programa "Argentina Trabaja". También percibe la AUH debido a la edad y la escolarización de sus cinco hijos desde el mes de diciembre de 2009.

Encuentro tras encuentro, fui estableciendo con Nancy una relación de mucha confianza. Algunas veces tomábamos mate en su casa, otras veces la acompañaba al Easy a comprar cosas para su casa o la ayudaba a hacer pequeñas conexiones eléctricas. Ella siempre mostraba preocupación por sus hijos ya que resolver su situación habitacional era la prioridad y la mejor inversión para dejarles a ellos.

Para resolver las preocupaciones relacionadas con la terminación de su casa y sus ingresos económicos, Nancy recurre a todo tipo de movimientos con el dinero que forma parte de su presupuesto. En lo que respecta al dinero proveniente del programa "Argentina Trabaja", utiliza la mayor parte para el financiamiento de la compra de muebles usados o algunos accesorios para la construcción de su vivienda. A través de la presentación de distintas constancias que dan cuenta de su situación como beneficiaria de un plan o programa social, Nancy recurre siempre al mismo lugar de venta de artículos usados, donde accede a objetos para amueblar o equipar su hogar financiados en cuotas: "sino no voy a tener nada, porque yo si o si tengo que pagar los créditos" (Nancy, beneficiaria del TCM, registro de entrevista 5 de diciembre de 2010).

La AUH ocupa otro lugar en el presupuesto de Nancy. En una oportunidad, mientras conversábamos, afirmó: "lo primero que hago, saco la plata y después voy a comprar. Todo lo que haya" (Nancy, beneficiaria del TCM, registro de entrevista 5 de diciembre de 2010). Si bien no suele utilizar el dinero para sacar créditos porque "no sirve para crédito, ni tampoco la otra de la cooperativa" (Nancy, beneficiaria del TCM, registro de entrevista 5 de diciembre de 2010), era habitual que comprara con ese dinero algunos materiales de construcción o algún cerramiento o abertura para la obra de su casa.

A continuación analizaré esta situación a partir de una charla que tuve la oportunidad de presenciar entre Nancy y Mary, una de sus amigas íntimas.

Mary vive a unos veinte metros de la casa de Nancy. Es soltera, sin hijos, y de unos 45 años de edad aproximadamente. Trabaja en un geriátrico en la localidad de Sarandí, a sólo veinte cuadras de Villa Asunción, donde realiza guardias nocturnas desde las 22 horas hasta las 10 horas del día siguiente como cuidadora de los ancianos que residen en el establecimiento. Su sueldo ronda los 2.500 pesos y, si bien no es una gran suma, parece ser suficiente para ella.

Las pocas veces que conversé con ella fue en casa de Nancy donde no tardó en mencionar su escasa sociabilidad y su afección al bingo: "no soy muy social, voy del trabajo a casa y mi única amiga es la Nancy. Eso sí, los francos míos y fines de semana… no me sacás del bingo" (Mary, registro de entrevista 5 de diciembre de 2010).

Una tarde estábamos tomando mate con Nancy mientras conectábamos su nueva antena de DirecTV. Ella estaba eufórica de alegría: "la compre a 500 (pesos), pero ya me quedo con el aparato. Puedo cargar horas para ver yendo a cualquier rapi-pago o pago-fácil. Ahí decidís si querés cargar 20 o 30 (pesos)" (Nancy, beneficiaria del TCM, registro de entrevista 12 de diciembre de 2010).

Esteban, un joven vecino, nos daba una mano con un taladro percutor mientras los hijos de Nancy corrían a nuestro alrededor y no paraban de preguntar cuánto faltaba. Un rato después llegó Mary que, lejos de mostrarse contenta con la situación, comenzó a increpar a Nancy sobre el gasto: "Ay nena, ya te dije que tenés que aprovechar y comprarles cosas a los chicos". Me miró como si esperara que yo aprobara sus comentarios y prosiguió: "yo le digo que basta de gastar el salario de los chicos en ladrillo y cosas para la casa, el salario es de los chicos" 5 (Notas de campo y registro de entrevista 12 de diciembre de 2010).

El comentario no tuvo eco entre los presentes, quedando socavado cuando el percutor del taladro dio lugar al último agujero que faltaba para fijar la antena. Unos segundos de silencio asolador, más la pesada cara de disgusto de Nancy, bastaron para que Mary siguiera camino al trabajo.

Pasados unos días, hablé del episodio con Nancy y le mencioné su cara de disgusto ante los comentarios de Mary. Nancy no tardó en afirmar que había recibido mucha ayuda de parte de Mary a través de su trabajo en el geriátrico: "Yo cuando iba a allá al geriátrico, que la cubría de noche a la Mary, me daban 100 pesos la noche. Yo cobraba eso por un día, y nosotros cobrábamos 150 al mes y me tocaba todos los fines de semana" (Nancy, beneficiaria del TCM, registro de entrevista 19 de diciembre de 2010).

Según Nancy, uno de los principales motivos por los que Mary no entendía su comportamiento era porque "ella no tiene hijos; porque ella tendría que tener hijos y fijarse si gastarse los 200 pesos en el bingo o en los hijos, la quiero ver…"(Nancy, beneficiaria del TCM, registro de entrevista 19 de diciembre de 2010). De repente, Nancy comenzó a descargar su enojo. Se agitaba al hablar y movía las manos en círculos, mientras me contaba los periplos de Mary por el bingo:

La otra vuelta vino y me pidió 20 pesos, apurada vino. "¿Cómo?" —le dije yo. "Apurada vengo me voy al bingo de vuelta". Con toda esa plata que pierde en el bingo por mes, me dice que después el bingo se la devuelve. Después al otro día vino y me la devolvió. Pero yo digo "¿cómo pierde tanta plata en el bingo?". Ahora, si sacás, está bien. Pero después volvió otra noche y me pidió 20 pesos más, no sacó nada y a las tres de la mañana se vino en pelotas (Nancy, beneficiaria del TCM, registro de entrevista 19 de diciembre de 2010).

Al oír su relato tuve que preguntarle:

¿Y entonces por qué te dice esto de la plata de la asignación de los chicos?" Nancy respondió: "pero sí, yo le compro las cosas a los chicos, pero no ahora. Yo tengo la plata ahí y yo la guardo, pero si yo le digo que tengo plata me va a venir a manguear (Nancy, beneficiaria del TCM, registro de entrevista 19 de diciembre de 2010).

Resulta sumamente interesante recorrer los puntos de vista de Nancy y Mary sobre el dinero transferido para introducirnos en la discusión sobre las controversias públicas.

Las palabras de Mary nos vuelven a situar en el centro de estas controversias sobre el dinero condicionado y cómo éste permite organizar opiniones sobre los pobres ya que, desde su condición de no receptora, Mary juzga la forma en que Nancy administra el dinero proveniente de la AUH. Al igual que ciertos discursos políticos, los sectores no receptores se remiten a la naturaleza pública del dinero para realizar juicios y evaluaciones morales sobre los significados y usos por parte de los hogares receptores.

Es interesante observar la posición de Nancy ante la evaluación de Mary para reflexionar cómo la dimensión pública del dinero condicionado articula sus opiniones. Nancy sabe que al destinar el dinero de la AUH a la construcción de su vivienda desvía ese dinero de los gastos de escolaridad o sanidad previstos por el programa. A pesar de que recibe las sanciones de Mary, Nancy intenta jerarquizar sus prácticas de ahorro y consumo recurriendo a una caracterización negativa y descalificante sobre el dinero que su amiga usa en el juego: "gastarse los 200 pesos en el bingo o en los hijos, la quiero ver…".

Estas últimas palabras que Nancy esgrime como una defensa ante los juicios de valor por parte de Mary nos permiten constatar nuestra hipótesis. La naturaleza pública del dinero condicionado no sólo obliga a Nancy a tener que dar una respuesta (o sea esbozar una opinión) sino también a tener que contraponer los significados del dinero condicionado con los de otros dineros.

El caso de Nancy nos demuestra que los receptores no son indiferentes a la naturaleza pública del dinero. Así como ella debe admitir ser juzgada a causa de ese dinero, también precisa contraponer los significados del dinero condicionado con otros dineros para esbozar una opinión que le permita clasificar a otros actores sociales. En el próximo apartado seguiremos analizando cómo los mismos hogares receptores recurren a la naturaleza pública del dinero para poder diferenciarse de sus pares u otros actores sociales que se encuentran más próximos o distantes en el espacio social.

 

Cada uno con su conciencia

A Sandra, de 45 años de edad, la conocí a inicios del año 2009 a partir de la participación de su hijo Alan, de 15 años, en el programa "Jóvenes". El resto del grupo familiar estaba compuesto por su esposo Hugo, de 41 años, y la hija menor de ambos, Florencia, de 12 años. En ese momento la familia administraba escasos ingresos provenientes de la actividad de Hugo en el programa "Argentina Trabaja" y el dinero que recibía Alan por el programa "Jóvenes".

Durante mí regreso al campo en el verano del año 2011 visité varias veces a Sandra. La situación económica de la familia era bien distinta de aquella del año 2009. Hugo seguía trabajando en "la cooperativa" y además Sandra había sido incorporada "al grupo de Sebastián: ese que anda en la política acá" (Sandra, beneficiaria de TMC, registro de entrevista 10 de enero de 2011).

Desde inicios de 2010 Sandra cobraba la AUH tanto por Alan como por Florencia, "aunque Alan cobra 150 (pesos) menos en el ‘Jóvenes’: le descuenta porque cobra el salario" —me explicaba refiriéndose al descuento de beca que recibían aquellos adolescentes que a su vez eran beneficiarios de la AUH. También estaban haciendo una "changuita" armando cajas para una fábrica: "mirá, salió esto que nos ponemos tres o cuatro horas por día con Hugo y nos hacemos un sueldito más… 1200 (pesos) ó 1300 (pesos), depende lo que trabajemos"(Sandra, beneficiaria de TMC, registro de entrevista 10 de enero de 2011).

La "changa de las cajitas" resultó ser una buena excusa para seguir conversando los restantes días de enero y febrero. Cuando llegaba la hora de la siesta, cerca de las dos de la tarde, pasaba por lo de Sandra a cebarle unos mates y ayudarle a doblar unas cajitas. Conversábamos con ella hasta que llegaba Hugo, como a las cuatro de la tarde. Hugo siempre me despedía con algún chiste alusivo a mi buena predisposición para conversar y su relación inversamente proporcional con mi productividad en el armado de las cajas: "menos mal que vos conseguiste laburo en la facultad y que ahí te pagan por lo que hablás" —decía.

Pasé casi todas las tardes con Sandra y siempre aprecié la seguridad con la que encaraba las conversaciones. A ella le gustaba hablar de temas de actualidad y solía hacer "sus análisis políticos". No tenía miedo de entrar en una discusión fuerte aunque nunca perdía la templanza y su suave tono de voz. En esos días algunos trabajadores del ferrocarril reclamaban en las inmediaciones de la estación Avellaneda. Habían pasado unos tres meses desde el crimen de Mariano Ferreyra.6 Sandra se crispaba "cuando desde canal 13 le echan toda la culpa, pero de todo, eh, a Cristina (Kirchner)" Sandra siempre se pronunciaba "a favor de este gobierno":

Dio bastante trabajo. Aparte había gente que lo necesitaba, como yo, por ejemplo. Aparte vos sabés que tener hijos adolescentes… tenés que tener, si no ¿Qué hace tu hijo? No vas a preferir que se vaya a robar porque te pidió esto y no le diste, o que se vaya a la esquina a fumar un porro. Eso obvio que no vas a querer para tu hijo, le das dentro de todo lo que podés (Sandra, beneficiaria de TMC, registro de entrevista 16 de enero de 2011).

Sandra se refiere al dinero transferido a través del Programa "Argentina Trabaja" y la AUH. Respecto de "la cooperativa" asegura que "hay de todo: algunos te digo que salieron y no trabajan, están en su casa, es como todo. Hay algunos acomodados. Y hay otros que realmente sí van y se rompen el lomo para ganar 1.200 pesos" (Sandra, beneficiaria de TMC, registro de entrevista 16 de enero de 2011).

En referencia a la AUH Sandra argumenta que "es bueno, por el tema de que te controlan un poco más y todo eso es, bueno. Aunque hay algunos que realmente tienen la plata y no le dan a los hijos porque evidentemente se la toman o se la fuman". Para Sandra, esos "algunos" representan a ciertos vecinos del barrio:

Algunos que son responsables y otros que no: vos tenés que pensar en tu hijo. Vos ves muchas cosas en el barrio, ves quién le da al hijo y quién no. Ellos que quieren comprarse cigarros o bebidas y no le compran al nenito que tiene todos los dedos afuera [de las zapatillas]. Te digo porque lo he visto. Pero bueno… allá ellos, cada uno con su conciencia (Sandra, beneficiaria de TMC, registro de entrevista 16 de enero de 2011).

Los juicios que Sandra esgrime sobre las prácticas económicas de otros beneficiarios de la AUH se contraponen con un uso del dinero destinado al cuidado y la escolarización de sus hijos: "Uno lo ve así, al menos yo, a veces me prohíbo de cocinar o de comprar algo para comprarle a ellos. Ponele del colegio, le piden una cosa y yo en vez de comprarme una cosa para mí les compro a ellos lo que le piden en el colegio" (Sandra, beneficiaria de TMC, registro de entrevista 16 de enero de 2011).

La conversación con Sandra acerca del cumplimiento o el incumplimiento de las condicionalidades establecidas por los programas de TMC nos condujo a la pregunta acerca de la continuidad de dichos programas: "viste que ahora supuestamente tenemos trabajo hasta las elecciones, hasta que se vea qué va a hacer la presidenta (después de las elecciones presidenciales de 2011), no sé" (Sandra, beneficiaria de TMC, registro de entrevista 24 de enero de 2011).

Desde el punto de vista de Sandra y "por lo que se dice", de asumir Mauricio Macri como presidente los programas de TMC prescribirían: "como ella es la que hizo esto hay que ver también, porque supuestamente… Macri dijo que hasta el salario universal va a sacar porque dice que el que no trabaja no tiene que cobrar" (Sandra, beneficiaria de TMC, registro de entrevista 24 de enero de 2011).

Al preguntarle por qué pensaba que un dirigente como Macri opinaba de esa manera, Sandra me ofreció una explicación desde su propia perspectiva y recurriendo a una experiencia personal, que transcribo a continuación:

¡Date cuenta! ¿Cómo te puedo explicar? El otro día pensaba: el pobre siempre trata de estar al día, los impuestos. Y el otro día pasaban que el rico es el que más plata debe. A veces digo que un pobre como que está cubriendo todos los intereses de los demás. El otro día nos agarraron en la calle, estábamos descansando en una plaza porque ya habíamos terminado de trabajar. Pasó un vecino en un auto tipo 4x4 de estos caros y nos dijo: "así ganan la plata trabajando". Yo le dije: "si usted antes de hablar mirase los barrios donde estamos trabajando, cómo estamos haciendo nuestro trabajo, y ya terminamos nuestro trabajo y estamos en hora de descanso". Y después él me dijo: "con el sueldo de nuestros bolsillos les pagamos a ustedes". Entonces yo le digo: "nosotros también pagamos impuestos, pagamos luz, agua, y tengo la suerte de que otro compañero como yo me está limpiando la calle" (Sandra, beneficiaria de TMC, registro de entrevista 24 de enero de 2011).

Las palabras de Sandra nos remiten a aquella afirmación acerca de que los receptores no son indiferentes a la naturaleza pública del dinero. Las opiniones que Sandra introduce respecto del dinero condicionado transferido a través de la AUH y el programa "Argentina Trabaja" organizan distintos puntos de vista a través de los cuales ella clasifica pero a la vez es clasificada.

En primer lugar, observamos a Sandra referirse al uso del dinero proveniente de la AUH por parte de otros hogares de su barrio: "hay algunos que realmente tienen la plata y no le dan a los hijos porque evidentemente se la toman o se la fuman". A través de la descalificación de ciertas prácticas económicas de otros beneficiarios de la AUH, Sandra clasifica las cualidades positivas de su uso del dinero construyendo una diferenciación de jerarquías morales: "algunos son responsables y otros no". Las palabras de Sandra se asemejan mucho a las utilizadas por Mary para descalificar los usos del dinero por parte de Nancy. La particularidad de este caso consiste en que se trata de una evaluación hacia alguien que se encuentra más próxima a su condición de receptora.

En segundo lugar y como contrapunto de la situación que describimos con anterioridad, se encuentran las apreciaciones de Sandra referidas a los juicios y evaluaciones por parte de actores sociales no receptores. La situación que nos relata y que aconteció mientras ella desarrollaba sus actividades en "la cooperativa" nos sirve de ejemplo para observar cómo sus esquemas de evaluación sobre el dinero se transforman ante la descalificación del "hombre en su 4 x 4" y cómo Sandra recurre a situarse en una categoría similar a la de quien la juzga aludiendo al pago de sus impuestos.

Esta situación demuestra cómo las evaluaciones y los juicios morales sobre el dinero transferido a través de los programas de TMC se dan tanto entre grupos que comparten propiedades sociales similares como entre aquellos que se encuentran más distantes en el espacio social. Esto explica por qué el dinero condicionado es un dinero público, un dinero que permite conectar opiniones y puntos de vista y que se instala como un dispositivo cultural de interpretación aplicado sobre los pobres y que, a su vez, los pobres aplican sobre sí mismos.

 

Sentidos plurales en la construcción pública del dinero

En su libro El significado social del dinero, Viviana Zelizer (2011) demuestra cómo el dinero destinado a los pobres en Estados Unidos atravesó distintas etapas de marcaje caracterizadas por la intervención de instituciones públicas y privadas de beneficencia y asistencia social. Durante las últimas décadas del siglo xix distintas instituciones filantrópicas concentraron sus intervenciones en la asistencia otorgada en especies u órdenes de compra, considerando el dinero proveniente de las "viejas limosnas" como un "dinero peligroso" que "corrompía" la vida social y se encontraba marcado por la "inmoralidad".

El advenimiento de la sociedad de consumo del siglo xx propició la conversión hacia una perspectiva que transformara a los pobres en actores "competentes" en el consumo y el "uso constructivo del dinero". Las instituciones estatales y privadas multiplicaron las entregas de dinero en efectivo considerando la necesidad de formar a "consumidores competentes" capaces de hacer un "buen uso del dinero" y lejos de las prácticas "del descuido y la ignorancia" o "poco inteligentes y rara vez bien preparadas" (Zelizer, 2011).

Las distintas formas de marcaje señaladas por Viviana Zelizer nos remiten a las indagaciones que planteamos en este artículo. Las evaluaciones y los juicios morales que observamos en las escenas analizadas dan cuenta de la existencia de una trama pública de negociaciones de sentidos sobre el dinero transferido a partir de las TMC.

En la escena pública, el dinero circula marcado por su origen estatal y está intervenido por un conjunto de juicios y evaluaciones que realizan distintos grupos sociales. Mientras la autoridad estatal centra sus preocupaciones en asociar al dinero proveniente de la AUH a las asignaciones familiares y al derecho laboral denegado, las personas pertenecientes a grupos sociales no receptores o los dirigentes políticos opositores reafirman los juicios y prejuicios que pesan sobre los beneficiarios de programas de TMC y el sentido del dinero.

La multiplicidad de evaluaciones morales y sociales que conforman el debate público sobre el dinero certifican la siguiente afirmación de Viviana Zelizer: "a las personas les importa mucho cuánto dinero está involucrado en sus transacciones. Pero qué clase de dinero y de quién es el dinero son cosas que también importan mucho" (Zelizer, 2011:246).

La vida social del dinero vuelve a exponer otro itinerario en la escena pública sobre una interpretación que desborda los debates expertos, la performatividad de los programas y las intervenciones de agentes estatales, demostrando que la construcción pública del dinero se encuentra atravesada por "otros" sentidos plurales: el dinero pasa a ser pensado por "otros". Los juicios morales sobre el uso del dinero de origen estatal están en el centro de las representaciones sobre las clases populares (Wilkis, 2013).

Mientras recorríamos las distintas escenas etnográficas pudimos observar las apreciaciones de distintos actores que ven a los pobres como "rehenes" del "clientelismo político" en tanto producto de su condición de receptores de planes o programas sociales. Frente a posturas de ciertos grupos sociales o dirigentes políticos que tienden a reconstruir una visión de la dominación política en relación con la distribución de dinero, se contrastaban posturas que reivindicaban las condiciones de derecho que sustentaban las transferencias.

En la misma línea, mientras algunos grupos aseguraban que el uso del dinero por parte de los pobres se destinaba al consumo de drogas o alcohol y que fomentaba la procreación irresponsable, otros grupos apoyaban las transferencias basándose en los impactos favorables en los índices de pobreza e indigencia, en la rehabilitación de los pobres en el mercado del consumo y en el sostenimiento del crecimiento económico.

Todas las apreciaciones arriba mencionadas escenifican las negociaciones públicas sobre el sentido del dinero y son el reflejo de contiendas morales sobre las definiciones y los sentidos legítimos del dinero transferido hacia los pobres.

Los testimonios de los hogares receptores también nos remitieron a esos juicios o evaluaciones morales sobre el significado del dinero transferido y son la prueba de que los receptores no son indiferentes a la naturaleza pública del dinero y de que, así como son juzgados a través de ese dinero, también lo utilizan para juzgar a otros.

El dinero condicionado nos muestra otra faceta al analizarlo como un dispositivo de interpretación al igual que otros dineros públicos. Así como circulan un conjunto de saberes expertos que pretenden construir un monopolio sobre los significados del dinero, también existe un conjunto de juicios y evaluaciones morales sobre el dinero de origen estatal.

Los sentidos plurales que acompañan las transferencias del dinero público construyen verdaderos dispositivos culturales de interpretación del mundo social que permiten producir y recrear distintos juicios y evaluaciones morales que pueden ser utilizados para ordenar, clasificar o jerarquizar moralmente la vida de los pobres (Wilkis, 2013).

Así como la articulación de ciertos números públicos performan la realidad y permiten a los distintos grupos sociales construir e instalar ciertos problemas como públicos, la noción de dinero público nos abre otra agenda de investigación para reflexionar sobre su dimensión política.

La posibilidad de avanzar en una perspectiva que nos permita observar distintos dineros públicos —como por ejemplo los significados sociales del dólar blue (Sánchez, 2014) o del dinero transferido a partir de las políticas de reparación económica a familiares y víctimas del terrorismo de Estado (Luzzi, 2014)—, sería de utilidad para demostrar cómo la sociedad utiliza los significados de distintos dineros para componer lo social e intervenir sobre los criterios de acción y evaluación de las acciones de los distintos sectores sociales.

 

Notas

1. Bajo la denominación de "saberes expertos" agrupamos a los actores sociales e instituciones vinculadas a las políticas sociales. Seguimos la definición desarrollada por Sergio Morresi y Gabriel Vommaro sobre saberes expertos y campos de expertise: "la conformación de un dominio de expertise no es sólo un proceso técnico, pues supone la construcción de legitimidad del discurso experto, de los instrumentos técnicos movilizados y de los expertos como portadores de ese discurso y de esos saberes. En este sentido, la expertise es un tipo de actividad de intervención sobre lo social que tiene la particularidad de unir varios espacios, de modo de construir consensos durables sobre la necesidad y la justeza de ese discurso y de los dispositivos e instituciones asociados a él" (Vommaro y Morresi, 2011:14).

2. A nuestras interpretaciones se suman los trabajos de Talita Jabs Eger (2013) y Arlei Damo Sander y Jabs Eger (2014) que han interpelado los significados atribuidos al dinero transferido por el "Bolsa Familia" de Brasil, considerando las prácticas sociales y culturales específicas de los hogares receptores.

3. Desde la segunda mitad del siglo xx, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe atravesaron procesos caracterizados por la inestabilidad monetaria, la sustitución de monedas nacionales, la proliferación de monedas paralelas, el uso intensivo de transacciones de divisas extranjeras y la emisión de monedas locales o provinciales e incluso de agrupaciones formales o informales de crédito y ahorro. Como sostiene el autor, la existencia de ciertos números públicos se convierte en "verdaderos dispositivos culturales, que circulan más allá del restricto ámbito de los especialistas, envuelven transformaciones en las disposiciones temporales de los agentes sociales que pasan a observar a través de esos números el mundo social" (Neiburg, 2008:111).

4. El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) está conformada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los veinticuatro partidos que componen el conurbano. El partido de Avellaneda es el primero ubicado en sentido sur, lindante con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), con una superficie total de 54 km2 y una población estimada en 330 mil habitantes, según el último censo poblacional realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).

5. Nos referimos al programa de alcance provincial como Programa Jóvenes (nombre ficticio) que consiste en una TMC dirigida a adolescentes de entre 12 y 21 años que persigue el objetivo de incentivar la terminalidad educativa y/o favorecer la capacitación profesional. Para un trabajo que detalla las particularidades del caso e introduce reflexiones metodológicas sobre la construcción de una perspectiva etnográfica centrada en el dinero y las políticas sociales, ver Hornes (2014c).

6. Respecto de dos trabajos recientes que indagan sobre los mercados de créditos y el endeudamiento en los sectores populares, consultar Wilkis (2014) y Muller (2014).

7. A lo largo del trabajo de campo pude constatar que un alto porcentaje de los hogares receptores de la AUH utilizan la categoría nativa de "el salario" para referirse al dinero proveniente del programa. Esta denominación guarda una relación directa con el dinero que reciben los trabajadores formales por hijo en concepto de las asignaciones o salarios familiares correspondientes al régimen contributivo.

8. Mariano Ferreyra era militante del Partido Obrero (PO) y dirigente de la Federación Universitaria de Buenos Aires. El 20 de octubre de 2010, mientras participaba en una marcha de apoyo a los trabajadores tercerizados de la línea ferroviaria Roca, recibió un disparo en el pecho producto de una brutal persecución y agresión por parte de miembros de la organización sindical Unión Ferroviaria.

 

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