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Cuadernos de antropología social

versão On-line ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  no.43 Buenos Aires jul. 2016

 

DOSSIER

Ocupaciones de tierra, campamentos, secretos y conocimientos: la producción social de una movilización en el extremo sur de Bahía

 

Land occupations, camps, secrets and knowledge: social production of a mobilization in the extreme south of Bahia

Ocupações de terra, acampamentos, secretos e conhecimentos: a produção social de uma mobilização no extremo sul da Bahia

 

Nashieli Rangel Loera *

* Profesora del Departamento de Antropología y directora adjunta del Centro de Estudios Rurales (CERES) de la Universidade Estadual de Campinas (Unicamp). Campinas, San Pablo, Brasil. Correo electrónico: nloera@unicamp.br.

Fecha de recepción: abril de 2014. Fecha de aprobación: abril de 2016.

 


Resumen
En el mundo de las ocupaciones de tierra, durante el proceso vivido por los participantes para la realización de una ocupación de tierra y posterior constitución de un "campamento de lona negra" organizado por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), se torna fundamental el intercambio de informaciones y el desplazamiento de los participantes de la ocupación, las reuniones previas, las visitas al lugar de la ocupación y las alianzas e intercambios entre acampados, asentados, militantes y autoridades políticas locales. A través del análisis etnográfico de una movilización organizada en la región del extremo sur de Bahía, en Brasil, analizo la existencia de un lenguaje particular -a veces restringido y otras veces socializado- como parte de un circuito específico de transmisión de informaciones. Esta circulación forma parte de los mecanismos sociales que permiten la producción cotidiana de un lenguaje de demanda social colectiva y de procesos de significación social.

Palabras clave: Ocupaciones de tierra; Movilización; MST; Campamentos; Tiempo de reforma

Abstract
The exchange of information, the mobility of participants of the occupation of lands, as well as alliances and exchanges between camping, settlers, activists and local political authorities are fundamental in the social world of land occupation. Particularly during the process experienced by participants that occupied the land and established a "black canvas camping" organized by the Landless workers Movement (MST). It is through ethnographic survey of the mobilization organized in the extreme south of Bahia, in Brazil, that I analyze the existence of a particular language - sometimes restricted and sometimes socialized- as part of a specific circuit of transmission of information. This circuit is part of the social mechanisms that allow the daily production of a collective language for social demand and social distinction.

Key words: Land occupations; Mobilization; MST; Camps; Agrarian reform times

Resumo
No mundo das ocupações de terra, durante o processo vivenciado pelos participantes de uma ocupação de terra e a posterior constituição de um "acampamento de lona preta" organizado pelo Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem-Terra (MST), a troca de informações, o deslocamento dos participantes da ocupação, as reuniões preliminares e as visitas prévias ao local da ocupação, assim como as alianças e trocas entre acampados, assentados, militantes e autoridades políticas locais, se tornam fundamentais. É através do levantamento etnográfico de uma mobilização organizada na região do extremo sul da Bahia, no Brasil, que analiso a existência de uma linguagem particular - por vezes restrito e outras vezes socializado- como parte de um circuito específico de transmissão de informações. Esta circulação forma parte dos mecanismos sociais que permitem a produção cotidiana de uma linguagem de demanda social coletiva e de processos de significação social.

Palavras chave: Ocupações de terra; Mobilização; MST; Acampamentos; Tempo de reforma


 

Preámbulo1

Desde finales de la década de 1980s, empezaron a surgir investigaciones y trabajos en Brasil sobre la temática de los asentamientos rurales. "Asentamiento" es el nombre genérico que se le da a las unidades de producción agrícola creadas por el Estado brasileño en beneficio de los demandantes de tierra (De Sousa Martins, 2003; Wiggers, Ratier y Rodrigues Costa, 2012). En aquel periodo el modelo de "asentamiento" como resultado de las ocupaciones masivas de tierra era aún reciente.

Los resultados de esos estudios fueron fundamentales para la comprensión de las nuevas dinámicas sociales resultantes de las distribuciones de tierras: organización social de los asentados, conflictos y relaciones de poder, ventajas y desventajas del modelo así como sus impactos socioeconómicos (Rapchan Sebeika, 1993; Lechat, 1993; Medeiros y otros, 1994; Pessoa Bergamasco, 1996, 2003; Silveira Botta Ferrante, 1999; Rosa, 2000; Feix, 2001; Caume, 2002; Barbosa Ramalho, 2002; Antuniassi, 2003; Pessoa Bergamasco y Cabello Norder, 2003; Sparovek, 2003; Leite y otros, 2004).

Sin embargo, la mayoría de estos trabajos no describen los procesos de formación de los asentamientos ni las etapas que los precedieron: las ocupaciones de tierra y los campamentos de los "Sin Tierra".

A finales de la década de 1990s empezaron a surgir algunas referencias sobre la dinámica de las ocupaciones de tierra. Un ejemplo son los trabajos publicados por Mançano Fernandes (1998, 1999), Stédile y Mançano Fernandes (1999).

La antropóloga brasileña Lygia Sigaud publicó en 2000 el artículo Forma acampamento: notas a partir da versão pernambucana que se tornaría una referencia obligatoria para los estudiosos del mundo de las ocupaciones de tierra. En su análisis propone la existencia de un lenguaje simbólico, una forma de "decir", un modelo de demanda social que ella llamó de la "forma campamento".

El innovador análisis etnográfico de Sigaud se volvió un punto de partida de otros estudios etnográficos (Chamorro Smircic, 2000; Ernandez Macedo, 2003; Rosa, 2004; Rangel Loera, 2006; L'Estoile y Sigaud, 2006; Sobral Barra, 2007) que fueron explorando las variaciones locales de este modelo y que formularon hipótesis sobre las condiciones sociales que contribuyen a la reproducción ampliada de los llamados "campamentos de la reforma agraria"

Recientemente Daniela Fernandes Alarcón (2013), inspirada en la propuesta de Sigaud, propuso la "forma retomada" para pensar las ocupaciones y las recuperaciones de territorios tradicionales indígenas en el noroeste de Brasil. Por otro lado, los trabajos de Quirós (2006) y Manzano (2007) analizan la dinámica de acción y demanda de los movimientos de piqueteros en Buenos Aires, inspiradas también en esta formulación. El lenguaje "forma-campamento" señala para los participantes de los campamentos de los "Sin Tierra", junto con el acto de montar una barraca, la pertenencia a ese campamento y el interés en ser contemplados para recibir una parcela de tierra.2 Es una forma de "decir" que se es candidato a la reforma agraria.

En trabajos anteriores (Rangel Loera, 2006, 2009), basándome en la investigación etnográfica llevada a cabo en campamentos de los Sin Tierra localizados en el estado de San Pablo, identifiqué mecanismos sociales de reproducción de ese lenguaje: los ocupantes de esos espacios y los asentados que ya fueron beneficiados con una parcela de tierra, siguiendo lo que llamé una "lógica de los compromisos y las obligaciones", invitan a nuevos participantes para formar nuevos campamentos, e inclusive ellos mismos participan, mostrando a los nuevos acampados la tecnología de montaje y organización de la "forma-campamento". De esa manera, formulo que ese lenguaje tiene como base a las redes sociales preexistentes de parentesco, vecindad y amistad, y que la "forma" es reproducida en espiral: un campamento siempre está vinculado a otro campamento en formación o ya formado que, a su vez, está también vinculado a un asentamiento.

En este proceso de formación de nuevos campamentos, como exploré en Rangel Loera (2006), la circulación de informaciones -o lo que los acampados llaman "sueños y objetivos"- es fundamental y se extiende más allá de los campamentos y asentamientos, aunque se haga visible en esos espacios. Nuevos acampados son movidos por relaciones de confianza, pero también por historias y relatos de quienes ya pasaron o están pasando por la experiencia de un campamento. Esta circulación de afectos y de informaciones crea agencia y se torna un elemento central del mecanismo social de producción de un lenguaje de demanda social colectiva.

Sin embargo, a pesar de que los campamentos tienen en común un conjunto de elementos significativos: las barracas, la lona negra, las banderas representado el movimiento social que está por detrás del campamento, un modelo de organización y determinados mecanismos de reproducción social están constituidos por características propias que conforman variaciones y que dependen del movimiento social que organiza el campamento, de las trayectorias sociales de los militantes y dirigentes, del origen y de las características socioeconómicas de las familias y de la región donde los campamentos son montados.

Estos elementos constituyen formas diversas de conformación social de los campamentos y, desde mi punto de vista, la propia circulación de informaciones (sueños y objetivos) como parte de los mecanismos sociales que produce cotidianamente el lenguaje de la demanda, depende también de estas variaciones locales y, específicamente, de lo que mis interlocutores llaman informaciones restringidas. Esto es: informaciones "secretas" que circulan a través de un circuito específico de personas, lugares y eventos.

En esta ocasión exploraré etnográficamente este circuito de informaciones (lo que circula, lo que no circula, cómo y a través de quiénes) a partir del proceso de movilización para la realización de una ocupación de tierras organizada por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), y la constitución de un campamento en la región de Teixeira de Freitas, en el sur del estado de Bahía.

El foco en este proceso me permitirá también tratar sobre dimensiones aún poco exploradas en el mundo de las ocupaciones de tierra: cómo las familias son movilizadas para las ocupaciones y los campamentos, cuál es el origen de aquellos que se instalan "debajo de la lona", qué relaciones y alianzas locales establecen, cuál es su influencia en la organización social de los campamentos y, finalmente, cómo son los vínculos con las autoridades locales y las ciudades próximas donde los campamentos son montados.

Problematización

En abril del 2006, en el contexto de las jornadas del abril rojo,3 durante una visita de trabajo de campo a la Secretaría del MST en Salvador, Bahía, el coordinador de frente de masa4 me invitó a participar de una gran movilización que realizarían unos días después en el sur del Estado.

La movilización5 era, de hecho, una ocupación de tierras, pero ese detalle sólo lo supe poco antes de su realización, pues en ningún momento durante mi estancia en la Secretaría o en las conversaciones posteriores con militantes, la palabra "ocupación" había aparecido cuando se hablaba de la movilización. En ese contexto, los militantes usaron el término movilización no sólo para señalar de manera general la forma de protesta o la performance colectiva que estaba siendo organizado, sino, y principalmente, para evitar mencionar el tipo de manifestación que sería llevado a cabo: la propia forma que tendría la protesta y los detalles del lugar, de las personas que participarían, del día y de la hora circularon sólo entre un número restringido de personas.

Existía un conjunto de informaciones tratadas como secretas e inaccesibles hasta poco antes del inicio de la ocupación y que eran solamente conocidas por el grupo de militantes del MST encargado de organizar la movilización y por los coordinadores de otros campamentos de la región que irían a contribuir con un cierto número de acampados para realizar aquella ocupación.

El hecho de mantener ciertas informaciones en sigilo o en secreto no sólo parecía legitimar la propia ocupación ante sus participantes sino también desvelar la existencia de mecanismos de producción de significación social, prestigio y grupos de estatus en el mundo de las ocupaciones de tierra, vinculados a modos específicos de producir alianzas entre militantes, acampados y autoridades locales, además de evidenciar que, en este proceso, las relaciones entre personas, cosas e informaciones (restringidas o no) adquieren sentidos específicos para mis interlocutores y son expresadas como lealtades, conocimientos, cuidados, obligaciones y afectos.

Entiendo al "prestigio" (Elias, 2005) más como "oportunidades" de poder en una jerarquía tensa de determinada figuración social, a través de elementos convertibles en moneda de intercambio en las relaciones de estatus, que como una cualidad que se porta o se acumula por el conjunto de ciertas cualidades.6 Para Pierre Bourdieu, "los grupos de estatus imponen a los que de ellos desean participar, además de modelos de comportamientos, modelos de la modalidad de esos comportamientos, o sea, reglas convencionales que definen la manera justa de ejecutar los modelos" (Bourdieu, 1998: 16).7

Me parece necesario aclarar, antes de pasar al análisis etnográfico, que en el mundo de las ocupaciones de tierra, no necesariamente todos los que participan de ellas así como de los campamentos organizados por el MST se consideran como parte de ese movimiento. La mayoría, al instalarse "debajo de la lona negra" no decide formar parte de un movimiento sino de un campamento. Según Sigaud, "la idea de que los participantes de un campamento organizado, por ejemplo, por el MST 'son' del MST, es una de esas pre-nociones que concibe a los campamentos a partir del modelo de club, como si para ingresar fuera necesario ser socio" (Sigaud, 2000: 84).

Julieta Quirós (2006) ya explicitó también este vínculo relacional existente entre participantes de organizaciones de piqueteros en el Gran Buenos Aires y que se manifiesta a través de la expresión "estar con". Por otro lado, en el caso de los "Sin Tierra", se hace explícita una distinción entre acampados y militantes, siendo estos últimos considerados por los acampados como "las cabezas del movimiento". Esta distinción pasa también por el tipo de tarea que es realizada como parte de las actividades del movimiento (Rangel Loera, 2011).

Conocimientos y secretos

El edificio donde se encuentra la Secretaría del MST de Bahía está localizado a pocas calles de distancia de una de las zonas más transitadas y turísticas de Salvador: el Pelourinho. Así como el barrio, la Secretaría es igualmente agitada: la puerta se abre y se cierra sin parar debido al gran flujo de personas que entran y salen del local.

Una recepcionista sentada atrás de un escritorio al lado de la puerta recibe a las personas y les pide que se identifiquen y que mencionen el objetivo de su visita. Algunas son enviadas a otra sala pequeña que funciona como una especie de sala de espera. Según esa misma recepcionista, Bel, siempre hay bastante movimiento en la Secretaría, pero durante ese mes en particular, abril rojo, el movimiento es siempre mayor.

Carlos, el militante al que estaba buscando, no se encontraba en el lugar, en esa época. Según Bel, tendría dificultad de encontrar militantes que participan del sector de frente de masa, ya que la mayoría de ellos, durante ese periodo, estaba organizando movilizaciones en todo el Estado.

Expliqué las razones de mi visita no sin antes contar -atendiendo el pedido de Bel- la manera con la que había obtenido el contacto de Carlos y también la relación y/o participación que yo tenía dentro del MST. Después de citar de manera resumida el linaje de militantes de la Regional de Campinas, en San Pablo, con los que tenía contacto, ella mencionó que llamaría a Nilton, coordinador de frente de masa, para ayudarme a conseguir las informaciones que necesitaba.

Después de esperar cerca de cuarenta minutos, Nilton llegó y, después de saludarme, me pidió que lo acompañara a la sala de reuniones, la única con aire acondicionado del edificio. Era una sala grande, con una mesa rectangular al centro y sillas ejecutivas alrededor. En la pared de enfrente, además de la bandera del MST, estaba colgado un único cuadro, un reconocimiento a un diputado del Partido de los Trabajadores (PT) que era también miembro de la Dirección del estado de Bahía del MST.

Lo que sería para mí un simple pedido de información se volvió una semi-entrevista. De nuevo repetí las informaciones que le había dicho a Bel, así como el linaje de la militancia del Estado de San Pablo, además de algunas informaciones extras sobre mi investigación y el trabajo de campo realizado en campamentos del MST. Nilton parecía un poco desconfiado y, sin dar informaciones sobre el militante que yo buscaba, empezó un discurso sobre forma de actuar del MST, sobre el éxodo rural, la migración, las diferencias entre los que van a los campamentos que son de origen urbano y aquellos considerados como de origen rural, etcétera.

Nuestra conversación era interrumpida de vez en cuando por algunas llamadas a su celular. Hablaba sobre una movilización y, cuando mencionaba nombres, bajaba la voz, levantándose de la silla y yendo a hablar en un rincón de la sala. Después de pedir mi opinión sobre los diversos temas de los que habíamos hablado, explicitó su sorpresa por mi conocimiento sobre la organización interna y el lenguaje del movimiento8 (grupos, sectores, trabajo de base, coordinadores, asambleas, etcétera).

Así, ese conocimiento pareció ser la llave de acceso a lo que él consideraba como informaciones restringidas. Según él, ese era el procedimiento adoptado por el movimiento para dar ciertas informaciones, descartar la posibilidad que yo fuera una infiltrada y, al mismo tiempo, saber que era alguien de confianza.

En un trabajo anterior (Rangel Loera, 2010) demuestro que uno de los sentidos de conocimiento en ese mundo social se refiere a un know how sobre el arte de acampar y sobre la dinámica de los campamentos que se corporifica en la categoría nativa de "viejos de campamento", personas que o ya tienen tiempo en un campamento determinado o, más en general, en el mundo de las ocupaciones de tierra.

El conocimiento al que se refería Nilton no está del todo desvinculado de esa idea de know how, de un saber cómo: una experiencia práctica acumulada en el mundo de los campamentos y los movimientos Sin Tierra, experiencia que toma forma en la expresión de un lenguaje, en un conjunto de términos que sólo quien ha pasado un tiempo en los campamentos o en el movimiento sabe lo que significan.

El lenguaje, como sabemos, puede ser una puerta de entrada a la comprensión de un determinado mundo social. Modos y formas de relación específicas van tomando sentido conforme nos prendemos a ellos nos apoderamos, nos agarramos o los abrazamos.9 Y como nos demuestran Emile Durkheim y Marcel Mauss (2001), el lenguaje como una forma de categorización del mundo está íntimamente vinculado a una vivencia del mundo, de la vida social.

Por otro lado, el conocimiento en el mundo de las ocupaciones de tierra puede tener diversos sentidos, uno de ellos íntimamente vinculado a la noción de confianza. El acceso a ciertas informaciones sobre el movimiento y sus militantes parecía ser precedido de una "investigación": ¿quién era yo?, ¿qué vínculo tenía con el movimiento?, etcétera. Esa "investigación" como criterio de acceso es parecido al criterio de entrada en los campamentos en San Pablo y aquellos de la mata pernambucana identificados por L'Estoile y Pinheiro (2006). Para esos autores, el "conocimiento" previo de la persona era un criterio en los campamentos organizados por los sindicatos rurales en Pernambuco para aceptar la "entrada" de nuevas personas.

En un testimonio de un sindicalista de la Federación de Trabajadores Rurales de Pernambuco (Fetape), presentado por Rosa (2004) en su tesis sobre movimientos y reforma agraria, el intercambio de informaciones, o el hecho de guardar ciertas informaciones también se revelaba relacionado a la confianza. João, un sindicalista, se quejaba de que a pesar del apoyo que el sindicato daba al MST para las ocupaciones, ellos no recibían ciertas informaciones y, por lo tanto, llegaba a la conclusión que no eran considerados como alguien de confianza para el MST:

[El MST] pidió apoyo del sindicato. Entonces muchas veces el sindicato daba ayuda para el transporte. Sólo que a la hora de montar la estrategia, el MST nunca decía al sindicato donde sería la ocupación. Pedía apoyo, pedía coche, pedía dinero y tal, pero no decía donde sería la ocupación. Fue cuando dijimos: "oye, espérate. De esta manera, no podemos ser socios. Si ustedes no dicen, entonces nosotros no somos de confianza" (Rosa 2004: 111).

Volviendo a la secretaría del MST, Nilton pidió a Bel que cerrara la puerta de la sala y, bajando el tono de su voz, me dijo: "Carlos está en Teixeira, vamos a tener una gran movilización la semana que entra". Pregunté qué tipo de movilización era esa, y él mencionó que no podía decirme, pero, en caso de que yo pudiera ir, me invitaba a participar.10

No quiso darme más detalles, sólo mencionó que, en caso de que decidiera participar, tendría que dirigirme a Teixeira de Freitas, una ciudad en el extremo sur de Bahía. Llegando allá, podría ir a la sede del Sindicato de los Trabajadores Rurales, entrar en contacto con otro militante del MST, Eneas, y que no podría olvidarme de un detalle: al hablar con él, debía mencionar que había estado con Nilton en la Secretaría en Salvador y que él me había invitado a participar de la movilización.

Antes de salir de la sala, me dijo: "¡Estoy confiando en ti, eh!". Con esa frase, Nilton no sólo me hacía una advertencia sino que también le confería a las informaciones que me había dado un carácter singular. El secreto, como don, me ponía en un circuito de intercambios y contra-intercambios; ciertas informaciones sobre la movilización consideradas como secretas o restringidas eran un bien precioso que conferían un estatus diferenciado al portador.

Para Georg Simmel (1977), el secreto puede ser un mecanismo destinado a la conformación, a la conservación y a la hegemonía de determinados sectores de la sociedad. Sin embargo, me atrevería a poner en el juego el "contexto de situación", conforme propone Bronislaw Malinowski (2002), es decir, tomar en consideración lo que se dice (o no se dice), para quién se dice y en qué situaciones.

Marcos Santana Souza (2014) describe, en su etnografía sobre una corporación policial en la ciudad de San Pablo, que el secreto entre los policías del lugar posee una importancia fundamental al actuar como incentivador de la reproducción de exigencias de la doctrina de la corporación, entre ellas la lealtad y la constancia, preceptos que se expresan en el espíritu de camaradería entre pares y principalmente en la disposición para el silencio en relación a lo que sucede en las operaciones y prácticas de la policía. El secreto, dice el autor "es una fuente de unión, recurso imprescindible para el poder y para la importancia social del grupo" (Santana Souza, 2014: 214).

A mi modo de ver, y como intentaré demostrar, en el contexto de una movilización, el secreto como don "engancha", "agarra" y tiene agencia, pone en relación y crea obligaciones.

Después de algunos días, siguiendo las instrucciones de Nilton, tomé un bus de Salvador hasta el extremo sur del estado de Bahía. Por casualidad, en el bus, conocí a Hilma, una militante del movimiento que regresaba al asentamiento donde vivía después de haber participado, como parte de las jornadas del abril rojo, en una marcha en Feira de Santana, una ciudad próxima a la capital del Estado.

Fue a través de ella -no sin pasar antes por la investigación de "conocimiento" usual- que supe que la movilización consistía en una gran ocupación y que no podía ser de otro modo, pues, como me fue explicado por ella y más tarde por otro militante, ya habían hecho la marcha en Feira hasta Salvador, y con eso querían decir que la movilización en el extremo sur debía ser diferente. Según ellos, la praxis en el movimiento era diversificar las formas de movilización, es decir, no repetir la misma forma de protesta, o por lo menos no en las mismas fechas o en el mismo Estado.

Hilma, además de haber participado de la marcha en Feira de Santana, había hecho trabajo de base en algunas comunidades de Itamaraju -lugar en el que está localizado el asentamiento donde vive- invitando a las personas para que participaran de la ocupación. Según Hilma, las informaciones sobre la "forma" que tendría la movilización eran ocultadas a personas de fuera del movimiento, pero no podían ser ocultadas para aquellos invitados durante el trabajo de base, ya que, según ella, esas personas debían estar preparadas para la ocasión.

Sin embargo, el lugar, la fecha exacta, la hora y los participantes eran informaciones que no circulaban entre la masa de invitados, y a veces tampoco entre los acampados y asentados que acompañan las ocupaciones, sino sólo entre personas que del movimiento, que según ella tienen una responsabilidad particular y determinadas obligaciones. Hilma daba como ejemplo su marido, Lucas, que, según ella, era un militante conocido en el movimiento, en la región del extremo sur.11

Según ella, esas informaciones (fecha, hora, lugar, etcétera) debían ser protegidas para evitar fugas de información que pudieran provocar el posible fracaso de la ocupación. Sin embargo, existe un elemento a más, según Hilma, esa parte "misteriosa" de la ocupación "es lo que da el elemento de sorpresa, lo que hace sentir el frío en la barriga […] y lo que más atrae a los jóvenes".

Es común, entre los participantes de las ocupaciones y los campamentos que la experiencia de su participación en estos espacios [sociales] se explicite a través de un lenguaje de los sentimientos y del cuerpo. En otro trabajo (Rangel Loera, 2006) exploré analíticamente la referencia hecha al "sufrimiento" como aquello que legitima la pretensión de los acampados para obtener un pedazo de tierra. Sin embargo el sufrimiento que traduce también la experiencia o la vida debajo de la lona negra aparece más en el discurso de adultos con más de cincuenta o sesenta años, mientras que para los jóvenes participar de una ocupación o de un campamento representa una aventura.

Ya Smircic (2000) y Sigaud (2003) habían identificado entre acampados de la región de Pernambuco, en el noreste de Brasil, la referencia a la frase "con la cara y el coraje" para describir la experiencia de ir a los campamentos: frase que en ese contexto toma el sentido de atrevimiento, osadía o la realización de algo no tan simple contando prácticamente solo con lo que se porta en el cuerpo.12

Llegamos alrededor de las siete de la mañana en la región del extremo sur. Lucas, marido de Hilma, nos fue a buscar. Llegamos al asentamiento donde ellos viven tras recorrer cuatro kilómetros de camino de tierra. Ya había algunas personas que esperaban a la pareja y que, según Hilma, eran vecinos del asentamiento.

Dos hombres empezaron a hacer algunas preguntas: ¿cuántos del asentamiento iban a la movilización?, ¿cuántos de cada familia tenían que participar?, ¿a qué hora llegaría el autobús?, ¿habría un coche para transportar las colchonetas?, ¿quién pondría la lona? Lucas respondió que por lo menos dos personas de cada familia tendrían que participar e insistió en mencionar que debían ir también mujeres y niños. Sobre los horarios y transporte, se limitó a decir que sería realizada una reunión informativa en la tarde.

Al administrar con cuentagotas los datos sobre la movilización, Lucas mantenía a sus vecinos atentos y deseosos de nuevas informaciones. De alguna forma, aquello que todavía no sabían y que querían saber los "prendía", los "atraía", inclusive. Muchos de ellos regresaron varias veces para ir completando poco a poco las piezas del rompecabezas.

Hilma mencionó que el "convoy de la ocupación" saldría "del campamento". Ese campamento al que ella se refería no era cualquier campamento, sino el campamento 20 anos do MST que tiene una característica particular: es un "campamento permanente". Según Mançano Fernandes, en la segunda mitad de la década de 1990, el MST empezó una experiencia que denominó "de campamento permanente" o "de campamento abierto" en algunos Estados:

Campamento que se establece en una región de muchos latifundios. De este campamento los "Sin Tierra" parten para varias ocupaciones para las cuales pueden transferirse o, en caso de desalojo, regresar a su campamento y conforme las familias van asentando, van movilizando y organizando nuevas familias que pasan a ser miembros del campamento (Mançano Fernandes, 2000: 294).

Para la movilización, según informaciones que fueron dadas por Hilma durante el día, conforme los vecinos iban apareciendo en su casa, debían llevar algunas cosas indispensables que hacían parte de lo que ella denominó el "kit ocupación": un plato, una cuchara, un vaso, un cobertor y una colchoneta. Ésta parecía ser una expresión común y conocida entre los militantes y entre viejos acampados o participantes experimentados para designar los utensilios básicos que se llevan a una ocupación.

Cuando salimos del asentamiento, al inicio de la tarde, algunas personas ya habían reunido sus "kits" (colchonetas, cobertores y mochilas) fuera de sus casas.

Lucas, dos asentados y yo salimos en coche rumbo al "campamento". Lucas se quejaba del poco tiempo que habían tenido para hacer el trabajo de base y pensaba que era poco probable conseguir cumplir con el objetivo de la regional del MST de "hacer la ocupación con más de dos mil personas". Además, justificó su poca participación en ese trabajo, pues según él era difícil conciliar militancia con la familia y con el trabajo en el asentamiento.

Lucas mencionó que ya había sido miembro de la Coordinación Nacional del MST y de la Coordinación del Estado, pero había tenido que pedir un "permiso"13 porque necesitaba trabajar su tierra y, con las actividades del movimiento, no le alcanzaba el tiempo para hacer las dos cosas. Según él, "la exigencia del movimiento era mucha, y a veces, la retribución era poca". En ese momento el formaba parte del Sector de Producción del MST del extremo sur de Bahía, un sector en el que, según él, "el trabajo [en el MST] es menos reconocido, pero es menos pesado".

Para mis interlocutores, militantes del MST (tanto en Bahía como en San Pablo) ciertos sectores como el de frente de masa demandan una dedicación mayor por parte del militante; por otro lado, la recompensa en términos de reconocimiento social también es mayor, ya que se adquiere, en palabras nativas, "un nombre dentro del movimiento". Por ejemplo: el número de familias que cada militante o acampado consigue llevar a las movilizaciones es un elemento importante para adquirir cierto prestigio, ya que las familias generalmente son asociadas al nombre o apodo del militante o acampado que las llevó.

Para Lucas, la propia concepción de "trabajo" adquiere varios significados relacionados con temporalidades específicas. Por un lado, "el trabajo realizado para él", trabajando en su tierra y con artesanías que fabrica para su propia supervivencia y la de su familia, trabajo en el que se considera "dueño de su tiempo". Por otro, el "trabajo realizado para el movimiento", que en sus palabras significa que "las cuestiones personales no tienen importancia y [que] el trabajo realizado es siempre para los demás, para el movimiento". Principalmente el mes de abril, por ser el mes de las movilizaciones, es un marcador de tiempo entre uno y otro trabajo.14

Aquí vale hacer hincapié en que el tiempo al que se hacer referencia como intrínseco al trabajo es un tiempo social y constituye una compleja red de relaciones; es, conforme ya nos mostraron Mauss (2003) y Elias (1998), un mecanismo regulador de la convivencia humana aprendido y producido en forma histórica y social. Norberto Elias propone pensar el tiempo en términos relacionales, comprenderlo en el contexto en el cual es producido ya que la actividad humana de sincronización o "temporización" está relacionada con la complejidad de la vida social.

Para Lucas, si ambos trabajos-tiempos se mezclan es que "hay algo que anda mal". Hilma y él habían tenido que financiar algunos viajes a Itamaraju y a Teixeira con dinero de la artesanía que vendían porque no habían recibido "apoyo del movimiento" para el "trabajo de base".

Él mencionaba que "les iba mejor a los jóvenes en el movimiento", a los jóvenes solteros que, según él, "no tenían responsabilidades familiares". 15 En el caso de Pernambuco, por ejemplo, Marcelo Rosa (2011) muestra como el MST abrió espacios sociales para jóvenes. En el caso de la participación de los jóvenes en las ocupaciones de tierra, como ya fue mencionado, se sienten atraídos por la novedad, por la aventura, a diferencia de los "adultos" que ven la experiencia de una ocupación y de estar en un campamento como un sufrimiento.

Lucas mencionaba también la relación intrínseca que existe en el mundo de los movimientos entre el trabajo y tener un nombre en el movimiento. Para "tener un nombre", según mi interlocutor, la vida familiar y el trabajo en la parcela debían ser sacrificados. De tal modo que el nombre, en el mundo de los movimientos y de las movilizaciones, al mismo tiempo que debe ser escondido, resguardado en ciertos contextos, es también un bien valorizado y un medio a través del que se adquiere significación social.

El campamento permanente: nombre, cuidados y desinformaciones

Llegando a Teixeira de Freitas, nos dirigimos a la terminal de autobuses. Lucas entró en contacto con Nilce, "una chica que tiene una moto" y que podría darnos un aventón. Mientras la esperábamos, varias personas que pasaban por el lugar se acercaron para conversar con Lucas y preguntaron sobre la movilización: ¿cómo sería?, ¿de dónde saldría?, ¿qué debíamos llevar? Según informaciones de Lucas, eran acampados de la región que se quedaban durante la semana en los campamentos y que regresaban el viernes a Texeira. Lucas respondió que debían dirigirse al "campamento" y estar listos para cualquier tipo de movilización. Lucas me explicaba: "no podemos dar detalles de la ocupación a la gente, pues puede haber fuga de información".

"La ocupación -mencionó bajando la voz- va a ser en las tierras de una empresa grande, la Bahía Sul. Los dueños son influyentes aquí en esta región… habrá mucha gente, vas a ver [...], la gente va a empezar a llegar al final de la tarde. Enéas dijo que todo el mundo va a reunirse en el campamento [...], pero [esa información] que quede sólo entre nosotros".

Como lo mencioné antes, ciertas informaciones sobre la ocupación parecían circular entre un número restringido de personas, siguiendo un circuito particular. Hilma, por ejemplo, rendía cuentas de sus acciones en la movilización a Lucas. Lucas rendía cuentas a Eneas, y Eneas rendía cuentas a Nilton. Sin embargo, todos ellos constituían un grupo que se diferenciaba del resto de los participantes de la movilización.

Nilce, "la chica de la moto", llegó media hora después. Lucas le dio instrucciones de llevarme al campamento. Ella se quejaba de que las informaciones sobre la movilización quedaban restringidas a un número pequeño de personas, que muchas personas [invitadas durante el trabajo de base], "se sentirían más seguras sabiendo para donde iban". Para ella, esa "desinformación" hacía desistir a las personas. Además complementó: "Vas a ver, en esa ocupación sólo habrá gente de los campamentos". Con eso, quería decir que los participantes no serían nuevos acampados.

El campamento 20 anos do MST está en un punto estratégico y de fácil acceso para los campamentos del MST de Itamaraju y Mucuri. Ese campamento tiene las características de un "campamento permanente". Según datos de los archivos de la Secretaria del MST de Bahía, fue formado después de una ocupación el 20 de enero de 2004 y servía como campamento de base de las ocupaciones de la región y como punto de encuentro y organización de los militantes.16 Es de ahí que los campamentos de la región se alimentan (de acampados) o, retomando las palabras de Nilce, "sirve para la masificación de los campamentos". Es decir, las personas son invitadas para formar parte de ese campamento y, cuando acontecen nuevas ocupaciones, son llevadas a esos otros lugares dejando las barracas en ese campamento montadas, a espera de nuevos acampados.

Luego en la entrada, Nilce me presentó un joven, Duda, que se ofreció para darme "un tour por el campamento". Duda tenía 20 años y mencionaba que era la tercera vez que visitaba ese campamento, que había estado allí antes en reunión y para otras movilizaciones. Pacientemente respondía a mis preguntas y explicaba lo que él llamaba la "reestructuración de la organización del movimiento", que básicamente consistía en la creación de "brigadas por Estado que aglomeran a los diferentes sectores" del MST. Él, por ejemplo, hace parte del sector de jóvenes y de la brigada Elias N., una de las siete de la región en las que se divide el movimiento.

Duda participa, hace más de cuatro años, de la militancia del movimiento. Desde los doce años de edad trabajó en un circo con su tío; allí se disfrazaba de payaso y "animaba a la gente". El circo generalmente transitaba por ciudades del interior del Estado, haciendo su espectáculo:

Un buen día un amigo de mi tío, que ya era asentado, nos invitó a que fuéramos a las reuniones para ganar tierra. Fuimos y nos quedamos a acampar, pero mi tío no aguantó más de tres meses en el campamento, salió, yo decidí quedarme [...]. Mi tío y mi madre me dijeron que saliera, pero no quise, me gustó mucho el movimiento, me gustaría haber nacido en el movimiento (Entrevista a Duda, militante del MST, abril de 2006).

Duda ya hizo varios cursos en escuelas del MST; según él, en el movimiento encontró una "oportunidad de ser alguien, de estudiar" y, sobre todo, de no ser más dependiente de su tío. Para él, las ocupaciones y el movimiento "siempre traen cosas y personas nuevas, además de contribuir para cambiar la situación actual de las personas". Duda me explicaba:

Si hubiera permanecido en el circo, iba a quedarme como los demás [jóvenes] que siguen ahí [...], sin saber de nada, no iba a tener la oportunidad de conocer personas de otros países, como tú [...].Yo ya hice un curso en San Pablo y en Río Grande do Sul, ahora quiero ir a la universidad (Entrevista a Duda, militante del MST, abril de 2006).

Para Duda, la inserción en el movimiento le confiere un estatus que lo diferencia de otros jóvenes de su edad, no sólo porque puede estudiar, viajar y conocer otros lugares, sino porque en ese proceso adquiere otros conocimientos. Y, sobre todo, su participación en el movimiento le confiere reconocimiento social; retomando sus palabras, le permite ser alguien. Duda se considera alguien importante para el movimiento, pero principalmente para personas que no hacen parte de su circuito familiar y social y que se interesan por lo que él tiene para decir. Según Smircic (2000), el MST brinda varias posibilidades para los jóvenes. Por un lado, ofrece cierta movilidad geográfica y la posibilidad de realizar una actividad reconocida en ese mundo social. Rosa menciona que:

El MST es algo para jóvenes porque está repleto de signos que atraen a aquellos que están en el proceso de volverse hombres: propicia movilidad social al llevarlos para diversas regiones del país para los cursos y encuentros; les atribuye signos de distinción por medio de la jerarquía de las funciones y, principalmente, los diferencia de las demás personas de su edad, colocándolos en pie de igualdad con personas más viejas que pueblan asentamientos y campamentos en estas pequeñas ciudades" (Rosa, 2011: 54).

En el campamento, al final de la tarde, el movimiento era cada vez mayor. Personas de otros campamentos, asentamientos y aquellas que venían de la ciudad llegaban poco a poco, cargadas con sus "kits de ocupación" (colchonetas, mochilas, cobertores y herramientas: hoz, machete, etcétera).

Un grupo de hombres acampados en otros campamentos de la región y que habían acabado de llegar se acercaban para conversar con nosotros. Uno de ellos mencionó que algunos días antes, en asamblea, el coordinador de su campamento había informado que tendrían que acompañar una movilización, por lo menos dos representantes por barraca, y se quejaba de la "desinformación" sobre el tipo de movilización. Según él, una ocupación implicaba no sólo más tiempo, sino también más preparación que una marcha, por ejemplo.

Nilce me aclaró: "Generalmente las personas que vienen de otros campamentos para participar de una [nueva] ocupación deben quedarse varios días apoyando el movimiento, esperando que lleguen nuevas familias para acampar". Gabi, la coordinadora del campamento, había escuchado la conversación y se justificó, mencionando que había recibido información sobre la ocupación unos días antes, pero que no podía pasar los detalles de la movilización, pues, "si se filtra la información, ahí se propaga y la policía llega antes que nosotros".

Cuando se trata de una restricción a cierto tipo de informaciones, o de mantenerlas en secreto, lo que para militantes puede representar un compromiso o un cuidado con las familias que participarán de la movilización, para las familias puede tener otro efecto: el de desinformación y la falta de cuidado. Carlos Filadelfo Aquino (2015), en su tesis sobre movimientos sin techo en la ciudad de San Pablo, demuestra cómo el movimiento es visto por sus participantes como una gran familia, y para sus coordinadores el cuidado con sus familias toma centralidad. No solo las familias se cuidan entre ellas sino que también son cuidadas y vigiladas por el movimiento. Inclusive la imposición de determinadas reglas, formas de convivencia y moralidades son parte de esos cuidados.

A medida en que anochecía, los rumores sobre la ocupación se propagaban. Eneas y Nilton habían llegado juntos al campamento. Algunas personas, en círculo alrededor de ellos, oían atentos las indicaciones dadas. Aproximadamente a las nueve de la noche, llamaron a los coordinadores de los campamentos que se encontraban en el lugar y entraron en el barracón, donde llevaron a cabo una reunión a puertas cerradas.

Lucas, acompañado por Buba, otro militante, había pedido la moto de Nilce para ir a hacer trabajo de base en Teixeira y conseguir lonas. Lucas, un poco más tarde, me explicó que ya habían marcado una reunión con familias de un barrio en Teixeira y, como había sido poco el tiempo que había podido dedicar al trabajo de base para esa ocupación, aprovecharon ese día para intentar llevar nuevas familias a la ocupación.

Como ya mencioné anteriormente, parece tener más "valor" el hecho de llevar familias nuevas que movilizar familias que ya están acampadas en otros lugares. Son los "nuevos" y no los "viejos" acampados los que son asociados al nombre de aquél que llevó un nuevo contingente de familias y, por otro lado, son también los nuevos acampados los que posibilitan la conformación y la permanencia de nuevos campamentos.

Los nuevos acampados forman parte del circuito de intercambios y contra-intercambios de un militante para con el movimiento. De alguna forma, el que invita tiene la obligación de dar seguimiento a sus acampados, de cuidarlos, de dar atención. En cierta manera, lo "enganchan" al movimiento.

En un trabajo anterior (Rangel Loera, 2006) ya había identificado cómo ese trabajo de cuidado o atención de viejos acampados o militantes con los novatos era visto como compromisos, como parte de lo que llamé una "lógica de los compromisos y las obligaciones", mecanismos sociales que permiten la formación de nuevos campamentos y posteriormente asentamientos.

La reunión en el barracón había terminado. Nilton se acercó y me llamó en privado junto con Nilce. Nos informó que el convoy saldría un poco después de medianoche y que tendríamos que esperar los más de diez autobuses que llegarían con la gente de los campamentos.

Alrededor de las once de la noche llegó el primer autobús. Estaba vacío y llevaría a los acampados que ya estaban en el campamento permanente. Rápidamente el bus se llenó principalmente de mujeres, niños y viejos cargando sus colchonetas, mantas, mochilas y sartenes.

El "kit de ocupación" no es algo que deba pasar desapercibido en nuestro análisis. La materialidad de las cosas nos indica relaciones. Según lo que se lleva a una ocupación, los propios acampados reconocen si las personas son novatos o viejos acampados. Aquél que ya participó de varias ocupaciones sabe que los primeros dos días, un plato, una taza y una cuchara son imprescindibles. Esos utensilios se vuelven una línea sutil entre quién domina el arte de acampar y quién se está iniciando en el mundo de las ocupaciones.

Alrededor de la una de la madrugada, el desfile de autobuses empezó. Llegaron tres autobuses, según Nilce, "era una gente [acampados] de Mucuri". Se destacaban los gorros y las camisetas rojas. Algunas personas se bajaron y saludaron a los del campamento. Parecía que todo el mundo se conocía. Otros venían en coche. Eneas dio orden de partir.

Entramos en la ruta siguiendo los autobuses. Para desviarnos de una cabina de policía, entramos en otra ruta pequeña. Anduvimos un poco más de treinta kilómetros y paramos en una gasolinera. Cuando llegaron los autobuses que faltaban, todos los vehículos (autobuses, coches y motos) apagaron sus luces y salieron en caravana, conformando una sola fila para entrar en un camino de tierra. Hicimos más o menos cinco kilómetros en casi completa oscuridad.

Uno de los hombres en el coche preguntó al chofer si sabía el lugar de la ocupación, el chofer pensaba que sería "en las tierras de Suzano… una compañía que fabrica papel, una transnacional". Él mencionó que ya había participado de una ocupación en esas tierras organizada por el Movimiento de Lucha por la Tierra (MLT) pero que no había funcionado, porque según él "ese movimiento era muy desorganizado; eran pocas personas y el coordinador no supo negociar. El campamento fue desmontado y las personas empezaron a irse".

Tanto en este caso como en otros encontrados en el Estado de San Pablo, cuando un individuo que ya pasó por varios campamentos decide salir de un campamento y después de un tiempo decide acampar de nuevo, el criterio para participar de un campamento puede ser elegido por el movimiento que organiza la ocupación. En cambio, aquellos que participan por primera vez de las ocupaciones, en general no escogen un movimiento y sí un campamento independientemente de quién lo organiza.

Generalmente en el mundo de las ocupaciones de tierra las familias circulan por diversos campamentos siguiendo, como mencioné anteriormente, una red de afinidades y parentesco. Al contrario a lo que dice el sentido común, deciden instalarse en el campamento que, en un determinado momento de sus vidas, les permite con más facilidad "mantenerse acampados", ya sea para estar cerca de su familia, de su región de origen, o próximo a alguna ciudad donde desean estar o porque pueden realizar trabajos eventuales con más facilidad o por innumerables motivos.

Sin embargo, existe también la idea, entre los trabajadores rurales que participan de los campamentos, de que una organización como el MST "tiene nombre", la consideran más reconocida. Como ya fue trabajado en Rangel Loera (2015), muchas veces es el propio prestigio que el MST ha adquirido a lo largo de los años lo que moviliza a las personas. Cuando se desean dones del Estado, como el caso de un lote de tierra, la decisión de acampar con el MST pasa por la posición destacada que este movimiento tiene en el mundo de los movimientos por tierra y por las "chances" que se presume puede tener para lograr más rápidamente la desapropiación de las tierras.

Tiempo de reforma

Marcelo Ernandez Macedo (2005) menciona que existe un modelo hegemónico de movilización que está siendo adoptado por el MST en diversos estados del país. La tecnología de la propia ocupación hace parte de ese modelo: el desplazamiento de las personas por autobús, la ocupación realizada de madrugada, las personas llevando utensilios como colchonetas, lona, cobertores, ollas, etcétera, y el lugar de la ocupación mantenido en "secreto" hasta el último momento.

Llegamos a la propiedad que sería ocupada alrededor de las dos de la madrugada. Mientras los autobuses se estacionaban, las personas bajaban cantando y gritando. Un grupo ya había abierto una cerca de alambre de púas que dividía la hacienda del camino de tierra y había conseguido entrar en la propiedad.

Los autobuses no paraban de llegar. Media hora después había más de quince de ellos estacionados en el camino y otros continuaban llegando; la mayoría de las personas, con experiencia en el arte de la ocupación, empezaba a montar en la oscuridad barracones de lona. El lugar de la ocupación no necesitaba más ser mantenido en secreto, al contrario, era el momento de mostrar que estábamos en ese lugar.

Un grupo de hombres se puso en medio del terreno y, durante diez minutos, lanzaron fuegos artificiales. Las personas gritaban y aplaudían, se oían también palabras y gritos de orden del MST. En medio del tumulto, encontré a Hilma; había llegado en uno de los autobuses. Nos instalamos en un barracón montado por un grupo de hombres de su asentamiento. Eran más de las cuatro y media de la madrugada.

Unas horas después, cuando el sol apareció, fuimos convocados para asistir a la primera asamblea alrededor de las seis de la mañana.

Después de la asamblea, fueron formadas comisiones de estructura para montar el campamento, además de otras como: alimento, salud, negociación, trabajo de base, cultura y comunicación, cuyos participantes estarían encargados, respectivamente, de preparar las comida para los acampados, proporcionar cuidados médicos básicos, establecer contacto con representantes del gobierno municipal y líderes locales, ir a las ciudades cercanas para invitar a nuevas familias para que se instalen en el campamento y organizar místicas y establecer contacto con los medios de comunicación.

Enseguida el campamento empezó a ser montado. Las barracas que estaban armando eran mayores que las que había visto en otros campamentos. Según indicaciones recibidas en asamblea, deberían caber diez personas en cada barraca, que después sería ocupada por dos o más familias invitadas durante el trabajo de base. Así, los barracones improvisados que habían sido montados de madrugada fueron desmontados y en su lugar fueron instalados barracones colectivos. Alrededor de las tres de la tarde la mayoría de las barracas había sido instalada así como el mástil con la bandera del MST. Al final de la tarde, la ocupación ya tenía "cara" de campamento.

Las tareas en el campamento parecían estar siendo divididas siguiendo una jerarquía particular. Aquellas que implicaban negociación con representantes municipales, pedir donaciones, trabajo de base, contacto con periodistas, con la prensa y con la policía eran en su mayoría realizadas por el grupo de los militantes, pero montar barracas, buscar leña, cocinar y otras tareas que no implicaban la salida del campamento eran realizadas por los demás acampados.

Una asentada que estaba acampando y ayudaba a preparar la comida decía: "para poder tener un pequeño descanso, hay que tener la camiseta roja", refiriéndose a un grupo de aproximadamente diez personas consideradas militantes que estaban siempre conversando o en reunión y vestían la camiseta roja del MST. En la visión de esa acampada el trabajo realizado en el campamento estaba íntimamente relacionado al tipo de actividad despeñada (manual o intelectual) y a una condición diferenciada: "él que no usaba machete, sin duda alguna era militante".

Cerca del lugar donde había sido colocado el mástil con la bandera del MST, un espacio que se volvió el lugar de reunión de los militantes; unos días después empezó a ser identificado por los acampados como el rincón de los militantes. En este espacio los militantes intercambian informaciones sobre situaciones cotidianas del campamento y discutían las próximas actividades que serían realizadas.

Hilma y Lucas, después de varias reuniones y discusiones con otros militantes, habían conseguido estar en la comisión que realizaría trabajo de base en Santo Antonio, un pequeño poblado que quedaba a cinco kilómetros del campamento y donde habían conseguido contacto de Dirceu, un concejal del municipio que había ofrecido su casa para realizar las reuniones de la tierra, esto es, reuniones donde se convoca a los habitantes del pueblo o municipio para invitarlos a participar de la ocupación. Otros militantes ya se habían desplazado a otras ciudades para hacer trabajo de base. Por ejemplo Duda, el joven que me había acompañado en el tour por el campamento, había salido temprano por la mañana del nuevo campamento en dirección a Medeiros Neto, una ciudad a cincuenta kilómetros de distancia de ahí.

Para el éxito del trabajo de base y de la ocupación, esto es, conseguir que familias nuevas se dirijan a las tierras ocupadas, es necesario que aquellos individuos que organizan la ocupación establezcan alianzas con líderes de los locales cercanos a dónde son realizadas las ocupaciones. Los acampados potenciales creen y confían en las personas que hacen parte de su red de amigos y conocidos. Por lo tanto, el trabajo de base sólo es efectivo porque se aprovechan los vínculos que traspasan las fronteras de los movimientos que organizan las ocupaciones.

El trabajo de base realizado en Santo Antonio había sido un elemento de disputa entre militantes, no sólo por la proximidad geográfica con el campamento, sino principalmente porque las familias podían desplazarse más rápidamente para allí, y además, las familias nuevas que llegaban eran identificadas no sólo con el lugar de origen, en este caso Santo Antonio, sino también con aquél que las había invitado al campamento.

Ernandez Macedo menciona que la estrategia de movilización de las familias para las ocupaciones depende del tiempo que se tiene para realizar la ocupación. Por ejemplo, ante la urgencia de realizar una ocupación -como en el caso aquí mencionado- o de la ausencia de recursos para efectuar un trabajo de base prolongado que consiga juntar el número deseado de familias, la estrategia adoptada es aumentar el número de personas que acostumbran apoyar la ocupación. En ese caso, se realiza con un grupo formado esencialmente de militantes, asentados, simpatizantes y acampados de otros locales. Cuando las condiciones sociales de aquellos que residen en las inmediaciones del campamento favorecen la entrada de nuevas familias, la estrategia obtiene el resultado esperado. Poco a poco, la familias que entran sustituyen al grupo que realizó la ocupación, ya que aquellos que la apoyaron regresan a sus locales de origen (Ernandez Macedo, 2005).

Esta ocupación también siguió esa dinámica. Cuando las familias nuevas empezaron a instalarse, algunos acampados comenzaron a salir. El segundo día después de la ocupación, principalmente ancianos y niños habían empezado a dejar el lugar y otros, principalmente familias de viejos acampados, les siguieron.

Varias veces, durante los días subsecuentes vi pequeños grupos de familias que, con sus kits de ocupación, esperaban en el camino de tierra para conseguir un coche o un bus que los llevase hasta la ruta de asfalto. Existía un consenso -entre la mayoría de los que ahí acampaban- en que ancianos y niños eran los primeros que podrían regresar a sus campamentos y asentamientos de origen. El resto, seguía otra lógica que explicitaré a continuación.

Visitando a los diferentes grupos de acampados que se habían instalado en los barracones colectivos montados y organizados según el lugar de origen, me vi confrontada por una pregunta que era recurrente por parte de los acampados: "¿Hace cuánto tiempo que estás en la reforma?".

El tiempo de reforma, para esos participantes, significaba no sólo el tiempo que tenían de asentados o acampados, sino también al tiempo de participación en ocupaciones y campamentos. Cuando yo hacía la pregunta, la respuesta, la mayoría de las veces era la misma: "hace x años o meses que estoy en esa lucha". Algunos especificaban en seguida que eran asentados y acampados de tal o tal lugar y algunos mencionaban todavía: "ya tengo x meses o años de reforma". Además, algunos comparaban su tiempo de reforma con otros acampados: "fulano se acampó antes que yo, él tiene más tiempo de reforma".

Una señora de edad relataba que tenía "ocho años de reforma", pero que su hijo Luciano tenía más tiempo de reforma que ella. Ella es asentada desde hace cinco años, pero pasó tres años acampada y acompañando otras ocupaciones antes de obtener una parcela de tierra y todavía hoy, como me lo especificó, cumple con su compromiso acompañando otras ocupaciones. Su hijo tiene diecisiete años de participación en ocupaciones de tierra. O cómo él dice, hace diecisiete años que "está con los Sin Tierra".

Como abordé en otros trabajos (Rangel Loera, 2006, 2011, 2013), el compromiso como forma de retribución puede asumir el sentido de participación en las movilizaciones promovidas por la organización.

La madre de Luciano fue una de las primeras en regresar a su asentamiento y otros vecinos de su asentamiento que también participaban de la ocupación la siguieron.

Diversas veces los acampados se aproximaron al rincón de los militantes para reclamar que querían regresar a sus campamentos de origen y argumentaban que "fulano" o "mengano", acampados de otros campamentos de la región, ya se habían ido. Según me explicó Rogerio, un militante y asentado de Itamaraju, los asentados sabían que tenían la obligación de esperar que el campamento se llenara con más familias [nuevas], ya que al irse, éste podría vaciarse y verse como desocupado. Así, existe un acuerdo implícito entre asentados, acampados y militantes, de que son los asentados los que pueden salir o dejar primero la ocupación.

La existencia de una determinada orden o acomodo específico para la salida de asentados, que se traduce a través del tiempo de reforma, torna evidente la existencia de una jerarquía particular: aquél que todavía no es asentado será el último en dejar el nuevo campamento pues tiene más obligación que cumplir. Parecen existir por lo tanto gradaciones en las obligaciones, medidas a través del tiempo de reforma. Además, parece existir una "lógica del merecimiento"17 particular: cuánto más tiempo de reforma, menos tiempo de lona negra.

Consideraciones finales

En el mundo de las ocupaciones de tierra, la participación en movilizaciones forma parte de las obligaciones y los compromisos que tanto acampados como asentados deben cumplir. Esta participación muchas veces es contabilizada y jerarquizada y se traduce a través de la expresión de tiempo de reforma, una expresión nativa que nos da pistas para pensar acerca de las condiciones de posibilidad de conformación de procesos de significación social en ese mundo social.

Por otro lado, en esta participación -que implica guardar secretos, compartir informaciones y conocimientos, circular por los campamentos e instancias de gobierno, por ciudades o pueblos llevando otras personas para el mundo de las ocupaciones, cuidados, asistir en las tareas del movimiento, conseguir recursos para los campamentos y para las nuevas ocupaciones-, algunos acampados y asentados encuentran un sentido para sus vidas, haciendo de esta dedicación al movimiento, su trabajo, inclusive dejando de ser "dueños de su tiempo".

Muchas veces es realizando este trabajo que se obtienen dones preciosos en ese mundo social: visibilidad, prestigio, reconocimiento y nombre. Y dependiendo del contexto, es el deseo por estos dones lo que moviliza a las personas que entretienen la espiral de ocupaciones de tierra y contribuyen, al mismo tiempo, para producir el "nombre", el prestigio de un movimiento.

Según Rosa,

la significación social de esos individuos no es dada solamente por el reconocimiento de su importancia por las comunidades en las cuales actúan, sino también es conquistada por el contacto individual con representantes del Estado que tienen el poder de reconocerlos como interlocutores, y a veces, como extensión de sus dominios (Rosa, 2009: 175).

De esta manera, los movimientos son "instancias de poder, pero también de significación social" (Rosa, 2009: 176). O como mencionan Brenda Baleti y otros: "las ocupaciones sirven como fuentes de nuevos líderes, de solidaridad del movimiento y de presencia política" (Baleti y otros, 2008: 295).

Sin embargo, la disputa por nombre y reconocimiento puede ser desigual y no presentarse como una "oportunidad" para todos. Como nos lo dejó claro Lucas, militante del MST del extremo sur, son los "jóvenes" los que pueden tener más ventajas en la disputa. Algunos autores (Smircic, 2000; Baleti y otros, 2008; Rosa, 2011) señalan que son principalmente los jóvenes quienes más se identifican con los métodos y formas de acción de los movimientos, especialmente en el MST.

Por otro lado, en el proceso de hacer posible una movilización, el secreto, o las informaciones restringidas tienen una eficacia simbólica: ponen en relación a asentados, viejos acampados, novatos, militantes, autoridades locales y de alguna u otra forma también crean obligaciones entre ellos, muchas veces vistas como compromisos y cuidados, otras como participación. Pero a todos ellos los engancha a la producción de la movilización.

Finalmente, me gustaría enfatizar acerca del rendimiento analítico de categorías nativas, así como la importancia de enfocar en la vivencia y experiencia de las personas como las representan. Esto nos permite colocar en evidencia las condiciones de posibilidad, en la expresión de Virginia Manzano, "del compromiso de las personas, con el gobierno de sí mismas".18

Notas

1. Los datos empíricos aquí presentados forman parte de mi trabajo de campo realizado para mi tesis doctoral en Antropología Social "Tempo de acampamento", presentada en diciembre de 2009 al Programa de Post-graduación en Antropología Social de la Universidad Estadual de Campinas, San Pablo. Los datos, analizados a la luz de nuevas lecturas, nuevas incursiones a campo como parte del proyecto de investigación "Formas de campamento" (FAPESP 2010/02331-6) (2010-2015) y las inestimables contribuciones de los dictaminadores de la primera versión de este artículo, permiten lanzar nuevas hipótesis y contribuciones etnográficas sobre el mundo social de las ocupaciones y campamentos Sin Tierra en Brasil. Agradezco también a Bertrand Borgo por la traducción al español de la primera versión de este texto, inicialmente escrito en portugués.

2. Barraca es una estructura de bambú o madera cubierta con lona negra que normalmente sigue un patrón específico dependiendo de los días de la semana que se pasa en el campamento. Aquellos que viven en los campamentos normalmente montan barracas más grandes con varias divisiones o cuartos y los que pasan solamente los fines de semana normalmente montan una barraca sin divisiones, de un solo cuarto. Estas especificidades fueron exploradas en Rangel Loera (2015).

3. Las jornadas de abril vermelho (abril rojo) son movilizaciones (ocupaciones de tierra, ocupaciones de edificios públicos del gobierno, marchas, piquetes, etcétera) organizadas cada año por el MST como recordatorio del asesinato de diecinueve trabajadores rurales sin tierra ocurrido en 1996 en la localidad del Eldorado dos Carajás, al sur del Estado de Pará. En 2006, a veinte años de la masacre, las movilizaciones fueron intensas a nivel nacional, con grandes ocupaciones de tierra y actos públicos que movilizaron miles de personas.

4. Los participantes del sector de frente de masa son los que se encargan de organizar el trabajo de base en los barrios, reclutar a las personas, hacer los contactos con líderes locales, organizar reuniones en las que se explica el arte de la ocupación, conseguir los recursos materiales (camiones, autobuses, comida, lona, etcétera) para las ocupaciones y llevar a las personas hasta el lugar de la ocupación.

5. Movilización es el término usado por los militantes del MST y por los participantes de los campamentos de la reforma agraria para designar las protestas y las performances colectivas organizadas por el MST, como una forma de reivindicar beneficios del Estado. Esas movilizaciones pueden ser ocupaciones de tierra, marchas, caminatas, ocupación de edificios públicos, etcétera. En este caso específico se refiere al proceso vivido por los participantes antes del momento de la ocupación, esto es, un intercambio de informaciones y desplazamiento, reuniones preliminares, visitas preliminares al lugar de la ocupación, etcétera..

6. Para Elias (2005), una figuración social es una formación social de individuos vinculados unos con otros por un modo específico de dependencias recíprocas, y su reproducción supone un equilibrio móvil de tensiones.

7. Bourdieu se inspira en Max Weber para mostrar la diferencia entre clases y grupos de estatus, estos últimos serían "conjuntos de hombres definidos por una cierta posición en la jerarquía de honra y prestigio" (Bourdieu, 1998: 14), que se establecen por criterios de diferenciación y distinción en una determinada estructura social y determinados por un sistema de valores.

8. En el mundo de las ocupaciones de tierra, movimiento es el término que designa la organización que promueve la ocupación.

9. Según la Real Academia Española, el verbo "comprender" viene del latín com (junto) y prehendere constituido por prae (antes) y hendere (agarrar) y da como definición "abrazar, ceñir, rodear por todas partes algo" y "contener, incluir en sí algo".

10. Como lo veremos más adelante, no sólo los nuevos acampados son asociados al nombre de quién realizó la invitación para ocupar, sino parece también que los invitados (como yo) contribuyen para darle prestigio al nombre del militante y para acumular capital simbólico. Por otro lado, los invitados también son de responsabilidad de quien hizo la invitación.

11. En Bahía, las regionales del MST se dividen en extremo sur, recôncavo, sur, bajo sur, sudoeste, norte, oeste y chapada.

12. En esta ocasión no entraré en detalles sobre este lenguaje del cuerpo y de los sentimientos sino que me limito solamente a destacar algunas conexiones que actualmente estoy explorando a partir de nuevos emprendimientos etnográficos, señalando por ejemplo -inspirada en el ensayo sobre el don de Marcel Mauss- la relación entre "cara" y "coraje" (encontrada comúnmente en el mundo de las ocupaciones para hacer referencia a la participación), con el don y con el prestigio, aquello que se ofrece pero que también te "prende", te "engancha","agarra", te "obliga". Tener "la cara podrida", dice Mauss entre los jefes míticos del potlach, es de hecho perder el alma, perder la cara, es la persona que se pierde en el potlach, en el juego de los dones y contra-dones.

13. Ese pedido funciona como si estuvieran en cualquier empleo. El pedido es evaluado por miembros de la coordinación del MST y lo aceptan o no, dependiendo del caso; si lo aceptan, ese permiso no es remunerado, o sea, el militante ya no recibe la ayuda de costo (en 2006 era en torno de los 800 reales).

14. Es común que en ese mes, militantes de otros sectores apoyen el sector de frente de masa en el trabajo de base y en la propia movilización.

15. Algunos autores (De Castro Guaraná, 2006; Silva, 2006) mostraron que en contextos "rurales", la categoría "joven" adquiere diversos significados y generalmente esas diferencias pueden pasar por distinciones de género y por las posiciones que los individuos ocupan en la jerarquía familiar. Para De Castro Guaraná, la categoría "joven", en campamentos y asentamientos rurales en Brasil, está fuertemente marcada por el lugar que se ocupa en la jerarquía familiar y adquiere diferentes significados que varían de acuerdo con quién enuncia y según los espacios de sociabilidad en los que se circula.

16. Ese campamento parecía no ser el único en el Estado con tales características. En los registros del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) aparecía un campamento llamado "modelo" en el municipio de Prado. Ese campamento es el que registra menor número de familias (13 registradas y 22 previstas) en todo el Estado. Según dados del MST, familias de la región realizaron la primera ocupación en junio de 1989 y el campamento continuaba en el mismo lugar hasta la fecha en que fue realizado el trabajo de campo. Según Nilton, ese campamento tuvo que reocupar varias veces las tierras donde estaba localizado. Era, en las palabras de ese militante, "un modelo de lucha".

17. En otros trabajos (Rangel Loera, 2006, 2013) identifiqué la existencia de una lógica del merecimiento asociada al sufrimiento: aquellos que habían pasado más tiempo debajo de la lona negra, y por lo tanto que habían sufrido más, pensaban tener más derecho a la tierra. Y es precisamente a través del sufrimiento que legitimaban la pretensión de ganar tierra.

18. Virginia Manzano, comunicación personal, VIII Reunión de Antropología del Mercosur, Buenos Aires, 2009.

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