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Cuadernos de antropología social

versión On-line ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  no.45 Buenos Aires jul. 2017

 

ARTÍCULOS

Estructura agraria, lealtades primordiales y relaciones de clase en el neoliberalismo chileno. Estudio de caso en el valle del Puangue, Región Metropolitana de Santiago (19752013)

 

Matías Calderón Seguel *

 

* Antropólogo y Magíster en Ciencias Sociales. Doctorando en el Programa de Antropología UCN/UTA, Universidad Católica del Norte. Investigador del Grupo de Investigación en Ciencias Sociales y Economía, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Santiago, Chile. Correo electrónico: mcalderonseguel@gmail.com.

Recibido: octubre de 2015.
Aceptado: noviembre de 2016

 


Resumen
El artículo analiza la dinámica de las clases sociales agrarias durante el desarrollo del neoliberalismo chileno en el valle del Puangue, Región Metropolitana de Santiago (19752013). Las transformaciones se caracterizan, primero, desde un ángulo estructural, para posteriormente profundizar en las experiencias a través de las relaciones de clase entre los actores. En esta última dimensión se examina el rol que cumplen las lealtades primordiales en la configuración de las relaciones de producción agraria entre los distintos agentes de la estructura de clases: campesinos de distinto tipo, asalariados permanentes y temporales, contratistas, capitalistas agrarios y terratenientes. En términos metodológicos, para la dimensión estructural, se analizan series temporales descriptivas de los censos agropecuarios; mientras que, para el ángulo de las experiencias de clases, se hizo observación participante y entrevistas semiestructuradas cuya información fue procesada mediante ejes temáticos que facilitaron la categorización y el relacionamiento de los datos.

Palabras Clave: Neoliberalismo; Agricultura; Clases sociales; Lealtades primordiales; Chile

Agrarian structure, primordial loyalties and class relations in Chilean neoliberalism. A case Study in the Puangue Valley, Metropolitan Region of Santiago (19752013)

Abstract
The paper analyzes the dynamics of agrarian social classes during the development of Chilean neoliberalism on the Puangue Valley, Metropolitan Region of Santiago (19752013). Transformations are first characterized from a structural perspective, followed by an analysis of class relations between actors. In relation to the dimension of social class relations, we highlight the role of primordial loyalties in the configuration of certain forms of agrarian production relations between different actors of the class structure: different types of peasants, permanent and temporary employees, contractors, agrarian capitalists and landlords. Methodologically, for the structural dimension, we analyze descriptive series of Agricultural Census, while for the angle of class experiences, we performed participant observation and semistructured interviews; this information was processed according to key themes that facilitated categorization and relation of data.

Key words: Neoliberalism; Agriculture; Social classes; Primordial loyalties; Chile

Estrutura agrária, lealdades primordiais e relações de classe no neoliberalismo chileno. Estudo de Caso no Vale do Puangue, Região Metropolitana de Santiago (19752013)

Resumo
O artigo analisa a dinâmica das classes sociais agrária durante o desenvolvimento do neoliberalismo chileno no Vale do Puangue, Região Metropolitana de Santiago (19752013). As transformações são caracterizadas, primeiro, partir de um ângulo estrutural e, em seguida, aprofundamonos nas relações de classe entre os atores. Na dimensão das relações de classe, destacase o papel das lealdades primordiais na configuração de certas formas de relações de produção agrária entre os diferentes atores da estrutura de classe: camponeses de diferentes tipos, trabalhadores permanentes e temporários, contratados, capitalistas agrícolas e latifundiários. Em termos metodológicos, para a dimensão estrutural, são analisadas séries temporais descritivas de Censos Agropecuários, enquanto que em relação ao ângulo das experiências de classe, realizamos observações participantes e entrevistas semiestruturadas, cuja informação foi processada por eixos temáticos que facilitaram a categorização e o relacionamento dos dados.

Palavras chave: Neoliberalismo; Agricultura; Classes sociais; Lealdades primordiais; Chile


 

Introducción

En Neoliberalismo, territorios agrarios y clases sociales. Estudio de caso en el valle del Puangue, Región Metropolitana (Calderón, 2014), analicé las transformaciones agrarias de esta cuenca desde la década de 1970 hasta el 2013, en específico, las reconfiguraciones de la estructura y relaciones de sus clases agrarias, asumiendo como contexto histórico los cambios del sector rural —y agropecuario en su sentido amplio— durante el desarrollo del capitalismo chileno en su fase neoliberal.1

La investigación se enmarca en una agenda antropológica que problematiza sobre las expresiones en territorios y poblaciones concretas de las grandes tendencias del desarrollo capitalista global y sus ciclos de expansión y crisis (Nash, 1981; Mintz, 1996; Comas d' Argermir, 1998; Wolf, 2000; Trinchero et al. 2007). La manera en que los grandes procesos se manifiestan en espacios particulares varía según los múltiples factores que operan en las distintas escalas de lo social, en este caso, de los territorios agrariorurales (Reboratti, 2001; Schneider, 2004).

El neoliberalismo latinoamericano se caracteriza, entre otras cosas, por una reprimarización de las economías a partir del incremento de actividades de exportación intensivas en la explotación de recursos naturales (CEPAL, 2012). En este contexto, el sector agrario y los espacios rurales han experimentado cambios en la totalidad de lo social: actividades productivas, medioambiente, estructuras y relaciones de clase, actores, política, demografía, parentesco e imaginarios sociales, para destacar algunas de las dimensiones investigadas.2 Establecido ello, el lector debe saber que este es un estudio sobre la dimensión económica, y específicamente, de las dinámicas de las clases sociales agrarias.

Este artículo no es una exposición global de lo tratado en Calderón (2014), sino que se focaliza en uno de los aspectos centrales que emergieron desde el trabajo de campo: las lealtades primordiales (Alavi, 1976) como componente de las relaciones de clase. Esta dimensión de vínculos entre sujetos, sustentados en derechos y obligaciones que se desprenden de la cercanía social por el parentesco, la vecindad o la identidad étnica (en esta cuenca, por los dos primeros), juega un papel clave en el problema abordado. Es de importancia no sólo en los campesinos, donde es conocido que opera, sino también en la agricultura capitalista, asalariados permanentes, temporeros y contratistas.

Metodológicamente, se combinaron procedimientos cuantitativos y cualitativos para capturar la dinámica de clases desde una perspectiva estructural y desde la experiencia; entendidos como dos ángulos del mismo fenómeno. Se realizaron análisis descriptivos de fuentes censales, junto con observación participante y entrevistas semiestructuradas a informantes calificados. El análisis estructural consideró a todas las clases agrarias, sin embargo, las entrevistas profundizaron en aquellas que ocupan lugares subalternos en la estructura de clases: campesinos y asalariados de distinto tipo.

En lo teórico y metodológico, este estudio intentó traspasar los límites convencionales entre las ciencias sociales, un desafío necesario en la investigación y acción en el mundo contemporáneo (Wolf, 2000; Wallerstein, 2007). Esto no se plasmó sólo en el uso de referentes provenientes de distintas disciplinas, sino también a partir de una utilización de la etnografía que puede ser incómoda cuando se asume como sinónimo antropología y etnografía (ver crítica de Llobera, 1999). Siguiendo a este autor, creo que la antropología no está condicionada por una estrategia metodológica y de escritura. Si bien es difícil (y poco recomendable) eludir el trabajo de campo y la observación participante, no tiene por qué ser necesariamente el pilar de todo estudio antropológico y la única forma de presentar nuestros resultados. Esta investigación comprende etnografía, pero no es una etnografía, ni sus resultados se presentan de esa exclusiva forma. Me parece que un aporte a la disciplina está en atreverse a no replicar lo ya realizado, y en nuestro caso, eso es hacer etnografía, pero no ser dependientes de ella.

El documento se organiza a partir de un acercamiento teórico a las clases sociales agrarias y las lealtades primordiales; luego se contextualiza geográficamente el caso; se prosigue dando cuenta de aspectos económicos generales del área; posteriormente se caracteriza su estructura agraria; y por último, examinamos cómo inciden las lealtades primordiales en la estructuración del sistema agrario territorial.

Clases sociales y lealtades primordiales

Entendemos a las clases sociales como constituidas según la posición de los actores económicos en el proceso productivo, en particular, por las relaciones de propiedad que establecen con los medios de producción. La distribución del valor producido implica relaciones de conflicto por apropiaciones desiguales entre los propietarios de los medios de producción y quienes deben vender parte o la totalidad de su fuerza de trabajo. La historicidad de las clases combina la dimensión estructural señalada con la experiencia cotidiana de los sujetos. Aquí emergen una diversidad de prácticas, significaciones e identidades en torno a la experiencia del trabajo y el consumo, las que pueden proyectarse (o no) —en función de múltiples factores territoriales, históricos, socioculturales, económicopolíticos (de distinta escala)— hacia la organización y la acción, como también, hacia la subordinación o la pasividad (Falabella, 1970; Alavi, 1976; Thompson, 1981, 1984; Crompton, 1997; Bourdieu, 1998; Saavedra, 2007; Nash, 2008; Pérez, 2008).3 Uno de estos factores, que para este caso de estudio hemos identificado como central, son las lealtades primordiales.4

De este modo, serán clases agrarias los distintos grupos en este sector económico según los criterios indicados, fundamentalmente considerando los diversos modos (dentro y fuera de la regulación legal) de control de los principales medios de producción: tierra, agua, maquinarias y herramientas, y las luchas sociales en torno a ellos. Pero no sólo ello es relevante en los estudios concretos, sino que también lo son las lógicas y prácticas de distribución, circulación y consumo de los propios productos generados, y de los otros tantos bienes y servicios a los que se accede a través del mercado u otras formas de intercambio.5

La perspectiva de la "nueva ruralidad", más allá del debate de lo nuevo o lo viejo, nos exige abrir la mirada a procesos complejos que antes no siempre se observaban (Gómez, 2002; Bengoa, 2003; Kay, 2009). Específicamente, en un territorio existirán clases sociales vinculadas a otros sectores productivos, incluso por un mismo sujeto en diversos momentos. De igual modo, hablar de clases agrarias no es sinónimo de habitantes rurales, sobre todo actualmente. A su vez, los habitantes rurales pueden generar su sustento del agro como también desde otras múltiples actividades, desarrolladas en espacios rurales como urbanos.

En un territorio agrario, en lo que concierne a clases agrarias, variando en proporciones y cualidades según concreciones históricas y espaciales, podemos encontrar distintas configuraciones de sujetos y unidades productivas en los términos presentados en la Tabla 1.

Tabla 1. Tipología clásica de clases agrarias

Fuente: Elaboración propia.

Esta tipología "clásica" se construye en relación con el principal medio de producción del agro, la tierra, y es válida en lo sustancial en los tiempos actuales; sin embargo, por las transformaciones de las formas productivas, presenta ciertas limitaciones, por ejemplo, para integrar a un actor actual fundamental: el contratista. Por ende, es un referente interpretativo de los procesos y no un esquema rígido, y debe problematizarse permanentemente.

La operacionalización de las anteriores categorías para clases con control de tierra se puede observar en la Tabla 2.

Tabla 2. Criterios para la distinción de clases agrarias según tamaño de las explotaciones

Fuente: Elaboración propia en base a Echeñique y Romero (2009)

Por otro lado, las lealtades primordiales (Alavi, 1976) son aquellas obligaciones y derechos que se establecen entre sujetos teniendo como fundamento la cercanía social. No están regidas por criterios instrumentales, sino que implican lazos y sentidos de pertenencia sustentados en el parentesco, la residencia y la identidad étnica (a veces por uno, algunos o todos los elementos). A diferencia de los acercamientos de influencia neoclásica (formalista en antropología) —que privilegian las nociones de utilidad, cálculo, maximización, entre otros, para comprender las estructuras y las relaciones económicas—, acá nos interesa indagar en los múltiples factores sociales de otro tipo que estructuran configuraciones y prácticas de clases sociales agrarias usando como lente analítico a las lealtades primordiales. Sin embargo, esta problematización tiene distintos acercamientos, por lo que resulta de interés mencionar a Mauss (1971) y su estudio del don, Polanyi (1976) y la noción de incrustación, Scott (1976) quien retoma las ideas de economía moral de E.P. Thompson, Godelier (1998) y su revisión crítica del don, y Bourdieu (1999) con los bienes simbólicos.

Las relaciones de cercanía social han sido concebidas como un tipo de relación característica de la ruralidad (Gómez, 2002). Aquello es parcialmente correcto en la medida que distintos modos de sociabilidad basados en lealtades primordiales operan no sólo en la ruralidad, sino también en diversos ámbitos de las "sociedades complejas" (Wolf, 1990). En lo que respecta al estudio de las clases agrarias, la literatura identifica al campesinado como aquella en la cual las lealtades primordiales cumplen un papel importante en sus prácticas económicas.

Alavi (1976) complejiza el análisis al introducir a las lealtades primordiales como un elemento que permite comprender no sólo la esfera económica, sino también la política. Examina cómo en determinados contextos las identidades culturales impulsan a la organización y acción clasista, reestructurando las asociatividades verticales que predominan en los campesinos en momentos sin agitación política.

La fase etnográfica de mi estudio hizo patente que la noción de lealtades primordiales era apropiada para entender las dinámicas agrarias del valle del Puangue en general, no sólo las vinculadas al campesinado. De este modo, hemos detectado cómo las relaciones que se establecen entre distintas clases agrarias (campesinos, temporeros, asalariados permanentes, capitalistas y contratistas) están sustentadas en vínculos primordiales, y que son fundamentales para comprender las cualidades de la estructura agraria del territorio y sus transformaciones. Al implicar a clases posicionadas de modo distinto y contradictorio en la estructura social, los vínculos establecidos por medio de las lealtades primordiales comprenden, en distinto grado y con diferentes manifestaciones, relaciones que pueden involucrar poder, confianzas, dependencias, reciprocidad, amistad horizontal o instrumental, clientelismo, entre otros (Bahamondes, 2004).

Finalmente, como toda categoría analítica y dimensión social, la manera en que las lealtades primordiales se expresan y se coproducen con la estructura y relaciones clasistas es variable en términos históricoespaciales, es decir, es de carácter procesual y anclada a los contextos.

Geografía

El valle del Puangue es una cuenca formada por dos brazos de la cordillera de la Costa en la Región Metropolitana de Santiago, en la zona central de Chile. Se ubica en el Secano Interior de esta cordillera, y limita hacia el este con el valle del Mapocho (a cuarenta minutos de Santiago, la capital nacional), al oeste con el valle de Casa Blanca (Región de Valparaíso) y al sur con la cuenca del Maipo.

Comprende a la comuna de Curacaví en su sección norte y a la de María Pinto en el sur, ambas, parte de la provincia de Melipilla. El único centro urbano del territorio es la ciudad de Curacaví, ya que el poblado de María Pinto, siendo la capital de esa comuna, no se corresponde en cantidad de habitantes con una clasificación urbana.

Mapa 1. Comunas del valle del Puangue en la Región Metropolitana de Santiago

Fuente: Elaboración propia con el software QGIS.

Desde el extremo norte hasta la ciudad de Curacaví, el valle adquiere una apariencia estrecha, pero de Curacaví al sur los cerros se separan, y pasan a tener predominio las llanuras. La hoya hidrográfica tiene dimensiones máximas de 75 km de norte a sur y 40 km de este a oeste. El estero transita hacia el sur pasando por las comunas de Curacaví, María Pinto y una breve sección de Melipilla, para descargar sus aguas en el río Maipo. En este trayecto recibe como afluentes a pequeños esteros y quebradas (Agrolog, s/f; Borde y Góngora, 1956; Instituto Geográfico Militar, 1986; Gúmera, 2008).

Los cordones montañosos son de alturas moderadas, por lo que no acumulan nieve. Por ende, para el riego es fundamental la presencia de dos canales provenientes del río Mapocho, construidos en la segunda mitad del siglo XIX: el canal Las Mercedes (el principal) y el canal Mallarauco (Borde y Góngora, 1956), que realizan aproximadamente el 80% del riego (IPLA, 1993).

Acercamiento a las transformaciones económicas

Borde y Góngora (1956) identifican los primeros antecedentes agrarios de este valle en los tiempos prehispánicos. En la segunda mitad del siglo XVI se constituyeron grandes haciendas que utilizaban trabajo indígena mediante encomiendas; y durante siglos posteriores, mediante inquilinos y afuerinos. En la segunda mitad del siglo XIX tuvo lugar cierta división de las grandes explotaciones del área de riego, lo que permitió la conformación de un campesinado independiente que se empleó en los fundos. Con esta división de la tierra se desarrolló una agricultura de mayor intensidad, que producía mediante asalariados estacionales provenientes de los predios campesinos, inquilinos y medieros permanentes, y asalariados temporales externos al territorio.

El anterior esquema predominó hasta fines de la década de 1960 e inicios de la de 1970, cuando se llevó adelante la Reforma Agraria en el país. No son muchos los antecedentes sobre este proceso en la cuenca del Puangue, solo he identificado una aproximación a sus inicios en CORA (1969) y a la participación de la mujer en algunos asentamientos de María Pinto (Inostroza et al., 1972). Con todo, sabemos gracias a algunos informantes que en dictadura (19731989), como en el resto del país, operó la contrarreforma. Los asentamientos campesinos fueron disueltos; en algunos casos, efectuando parcelaciones individuales a campesinos; y en otros, devolviendo los predios expropiados a sus dueños. Junto con lo anterior, ha existido una reconcentración de la tierra basada en la compraventa. Además de las acciones de violencia física de la dictadura,6 muchos dirigentes fueron sancionados y resultaron perjudicados o excluidos de la asignación particular de tierras; y luego, por cierta elite agraria local que efectuaba "listas negras" que impedían acceder a empleos.

Actualmente, cuando se recorre el territorio, el paisaje agropecuario es predominante. Se observan predios pequeños, medianos y grandes que combinan cereales, chacras, hortalizas, frutales, forrajeras, vacunos y caballares. También hay algunas lecherías, queserías, plantas de embalaje de fruta y una procesadora de aceite de oliva.

Foto 1. Perspectiva agraria del valle del Puangue en la comuna de Curacaví

Fuente: Registro del autor.

Foto 2. Perspectiva agraria del valle del Puangue en la comuna de María Pinto

Fuente: Registro del autor.

Sin embargo, por el crecimiento de Curacaví y por la atracción de trabajadores por Santiago, existe una pérdida de importancia de la ocupación agropecuaria versus un aumento de actividades secundarias y terciarias. Lo anterior no se debe a una reducción de la actividad agraria, sino a un aumento de empleos asociados al crecimiento urbano.

Como dato, la población rural pasó de ser el 75% en 1960 (12.321) al 47% en 2002 (16.049), mientras que la urbana pasó del 25% en 1960 (4.116) al 53% en 2002 (18.143) (INE, s/f).

La población económicamente activa (PEA) dedicada a la agricultura aumenta de 3.294 personas en 1982 a 4.052 el 2002. A pesar de ello, el porcentaje de la PEA dedicada a la agricultura era 56% en 1982, mientras que solo un 31% en 2002 (INE, s/f). Los trabajadores agrícolas aumentan, pero lo hacen a un ritmo menor que actividades como: a) el comercio, que varía de un 5% en 1982 (274 individuos) a un 17% en 2002 (2.145 personas); b) la industria manufacturera, que cambia de un 1% (53 trabajadores) en 1982 a un 8% (1.045 individuos) en 2002; y c) la construcción, que, aunque mantiene una participación similar entre 1982 y 2002 (11% y 10%, respectivamente), aumenta de 662 a 1.241 personas.

Las actividades secundarias y terciarias se concentran en la ciudad de Curacaví, pero sus trabajadores habitan en la misma ciudad o en espacios rurales. Su calle principal, Ambrosio O'Higgins, está abarrotada de negocios de distinto tipo y se congestiona de afluencia a determinadas horas. Hay algunas cadenas de supermercados, farmacias y bancos; sin embargo, predomina el pequeño y mediano comercio. En algunas esquinas vi a agricultores vendiendo choclos y otros productos, al tiempo que pasan furgones de contratistas con hombres y mujeres —trabajadores de temporada— que van y vienen de las cosechas. En la plaza hay un ir y venir constante de buses que viajan a Santiago para que la gente vaya a trabajar, estudiar o hacer trámites.

En el mismo espaciotiempo se puede participar en los flujos acelerados de la agricultura neoliberal y de las dinámicas comerciales asociadas a la urbanidad, pero junto con ello, encontramos algunas de las actividades históricas de la zona, como lo es la producción de "chicha de Curacaví" y la elaboración de "dulces chilenos". Si vamos hacia las afueras de la ciudad y recorremos la totalidad del valle, vemos la actividad agropecuaria en su esplendor, como también parcelas de agrado y nuevas viviendas sociales.

Foto 3. Venta de productos en carretera

Fuente: Registro del autor.

Foto 4. Bus de temporeros

Fuente: Registro del autor.

Dinámica agropecuaria y sus clases

Esta sección abordará la cuestión agraria de acuerdo con tres aspectos: primero, a partir de las actividades productivas; luego, con base en las clases agrarias que las desarrollan; y finalmente, se hará una mención a su dimensión organizativa.

Actividad agrícola y ganadera

A pesar de la cercanía con Santiago, lugar donde vivo y he crecido, sólo había estado de paso en el valle del Puangue mientras iba o regresaba del litoral: almorzando en alguno de los restaurantes de la carretera o comprando dulces en los negocios de la ruta. No lo había recorrido, sólo lo concebía como un lugar de tránsito. Mientras recopilaba antecedentes antes de emprender el trabajo de campo, uno de los aspectos que más me llamaron la atención fue la variedad de cultivos existentes y la presencia considerable de ganadería. A diferencia de otras zonas agrarias que conocía, su reconfiguración durante el neoliberalismo no se había expresado en monoproducción.

El gráfico siguiente es contundente: si bien desde la década de 1990 se acrecienta la plantación de frutales, los cultivos "tradicionales" como cereales, hortalizas y forrajeras, tienen un rol relevante.

Gráfico 1. Cambios en usos del suelo (ha) Valle del Puangue 1964-65, 1975-76, 1996-97 y 2006-2007

Fuente: Elaboración propia con datos del INE (s/fb, s/fc, 1970 y 1997).

Los predios con cultivos y plantaciones se mezclan con pastizales y praderas de distintos tamaños donde campesinos ganaderos o empresarios tienen sus animales. Respecto de esta actividad, los números evidencian un retroceso en la cantidad de cabezas de ganado para todos los tipos (a excepción de los cerdos, debido a una planta). El ganado ovino está prácticamente desaparecido, el bovino presentó un notorio descenso en las últimas décadas y el caprino también se vio afectado en este último período.

Gráfico 2. Actividad Ganadera Valle del Puangue 1964/65-2006/07

Fuente: Elaboración propia con datos del INE (s/fb, s/fc, 1970 y 1997).

Los entrevistados reconocen su reducción a lo largo de los últimos años asociándola a la menor tierra disponible para talaje debido a la expansión urbana en sus modalidades de parcelas de agrado y viviendas sociales, como también, por el aumento de la fruticultura hacia los cerros.

Antes había más rastrojo para el ganado […], había un fundo que eran 110 hectáreas y las sembraban todas con maíz. En abril trillaban y recibían animales […], llegaban de todos lados. Ese fundo se vendió y lo plantaron con aceitunas […]. Entonces se han ido terminando los espacios, los mismos cerros, con los condominios, se han ido terminando los campos de pastoreo (J. P. Campesino, Curacaví).

Las clases agrarias

A riesgo de perder especificidad, los censos nos proporcionan una clara panorámica de la evolución agregada de las clases. Revisaremos primero a las que presentan acceso directo a la tierra, para posteriormente examinar a la fuerza de trabajo.

El Gráfico 3 muestra cómo al año 20062007 se configuraba un panorama en que el campesinado semiproletario había retrocedido, versus un aumento —con oscilaciones— del campesinado semicapitalista y de la pequeña agricultura capitalista. Junto con lo anterior, la mediana y gran agricultura capitalista permanecieron relativamente estables con inclinación al alza.

Gráfico 3. Número de Explotaciones por clase agraria Valle del Puangue 64-65, 75-76, 96-97 y 06-07

Fuente: Elaboración propia con datos del INE (s/fb, s/fc, 1970 y 1997).

Más allá de las fluctuaciones y el comportamiento particular en el período que denota efectos de la Reforma Agraria (197576), en la actualidad, entre las clases agrarias con tierra, el escenario está dominado por unidades de estratos medios y mediosacomodados. Y como ya se ha señalado, con amplios grados de diversidad productiva en todos los tipos de productores, aunque dentro de cada clase suele haber especializaciones en la producción agraria o ganadera.

Por su parte, la fuerza de trabajo tiende a su participación como asalariados y principalmente como temporeros. Quienes se emplean en el agro habitan tanto en el espacio rural como en el urbano, no solo de Curacaví, sino que también llegan en temporada alta de la periferia de Santiago. Para entrevistar a asalariados permanentes y temporales, tuve que recorrer poblados y localidades rurales, así como también poblaciones urbanas.

Gráfico 4. Fuerza de Trabajo ambos sexos Valle del Puangue 1964-65, 1975-76, 1996-97 y 2006-07

Fuente: Elaboración propia con datos del INE (s/fb, s/fc, 1970 y 1997).

Esta proletarización tiene relación con una estructura de clases con tierra dominada por unidades que acceden al trabajo extrafamiliar bajo salario, incluso entre aquellos agricultores que históricamente contaban sólo con su familia. Un aspecto crítico es la falta de recambio familiar en el campesinado. Hay una reducción de la fuerza de trabajo no remunerada7, lo que obliga a recurrir al mercado y pagar, en ciertos casos combinado con estrategias sustentadas en lealtades primordiales, que veremos posteriormente.

Yo trabajo solo y la familia me ayuda en la raspadura o algo que se tenga que hacer, pero trabajo solo, empiezo a las 6 y media de la mañana hasta las 10 de la noche que doy la última vuelta […]. Mis hijos trabajan para la Hacienda Chorombo, el otro está en Huechún […] trabajan estable, permanente, uno es operador de maquinaria que echan líquidos a los paltos (A.V. Campesino, María Pinto).

Hay poca mano de obra acá. Lo que pasa es que la juventud quiere trabajar poco y ganar harto […], así que hay poca mano de obra acá en la zona. Y mucha juventud se ha ido a trabajar a esas bodegas en Santiago. Se van hartos jóvenes para las bodegas o Casa Blanca (J.P. Campesino, Curacaví).

Actualmente, el crecimiento del trabajo estacional hace que en términos estructurales los temporeros sean el fundamento del empleo agrícola, cuya explosión se puede asociar al aumento de los frutales en el mismo período. Siguiendo tendencias que se detectan en diversos valles del país, se evidencia un 95% de fuerza de trabajo remunerada (32% permanente y un 63% temporal), y sólo un 5% de trabajadores no remunerados. Destaca la inclusión de las mujeres, participación que es de modo preponderante como temporeras vinculadas a labores de la fruta.

Yo trabajaba en un fundo para poder ayudar y en la tarde llegaba a apoyar a mi marido con los animales. Para tener recursos para los hijos, si queríamos darle estudios teníamos que hacer eso. […] teníamos que andar cerro arriba y abajo, mata por mata y ver si algún gotero estaba tapado, destaparlo o si había que cambiarlo. Todo el día en eso, y todos los días […], era de loco pero uno tenía que ponerle empeño […], ganábamos el sueldo mínimo (A.D. Extemporera, María Pinto).

Desde el 75 empecé a trabajar de temporera. Trabajaba cortando porotos, habas y arvejas. En octubre en el raleo de los duraznos, después viene la cosecha, uno se va dando vueltas. Hubo un tiempo aquí en que hubo harto trabajo […], después tuvimos que buscar rumbo para Casa Blanca a las viñas. […] para Casa Blanca a las 6 de la mañana se sale y llegas como a las 8 de la noche. Todos los días llegas cansada a hacer las cosas de la casa, cocinar, los hijos, y al otro día levantarse temprano otra vez (B.A. Temporera, Curacaví).

Gráfico 5. Fuerza de Trabajo femenina Valle del Puangue 1964-65, 1975-76, 1996-97 y 2006-07

Fuente: Elaboración propia con datos del INE (s/fb, s/fc, 1970 y 1997).

En lo que respecta al empleo permanente, predominan los hombres. De igual modo, destaca que desde el período 196465 hay presencia de trabajadores estacionales varones, los que aumentan con las plantaciones frutícolas, pero en menor magnitud que las mujeres.

Gráfico 6. Fuerza de Trabajo masculina Valle del Puangue 1964-65, 1975-76, 1996-97 y 2006-07

Fuente: Elaboración propia con datos del INE (s/fb, s/fc, 1970 y 1997).

Organizaciones de clase

Uno de los principales impactos a nivel país de la Contrarreforma Agraria fue la liquidación de la organización de campesinos y trabajadores agrícolas que se venía formando principalmente desde la legalización de los sindicatos campesinos en 1967 (Chonchol, 1996). En 1969, la actividad sindical en el Puangue abarcaba "a gran parte de los campesinos que trabajan en el área" (CORA, 1969: 12), con 686 afiliados en dos sindicatos comunales: "El Despertar Campesino de Curacaví" (220 socios) y "Unión y Libertad de María Pinto" (466 socios).

Para el año 2013, la asociatividad política "formal" campesina y de trabajadores agrícolas era prácticamente nula y, de hecho, era visualizada como poco importante por una parte de las personas. Las pocas organizaciones campesinas con algún grado de institucionalización formal no eran reivindicativas, sino que se trataba de asociatividades de productores individuales al alero de los programas de extensión estatales. Habían existido experiencias recientes de cooperativas campesinas que habían fracasado, lo que daba mayores argumentos a quienes eran reacios a la organización. En lo que respecta a los asalariados agrícolas, sólo se tuvo conocimiento de un sindicato activo, con escasa participación y a la vez grandes presiones —que llegaban desde los dueños de la empresa— para su disolución.

No me acuerdo en qué año formamos un sindicato de temporeras pero se fue abajo […], hemos tratado de hacer el sindicato pero no hemos podido, cualquier cosa pasa o no aparece la gente […], me da la idea de que no les interesa la organización, les parece que a ellos no les conviene […]. La gente es tan apática que no le da más allá, en una junta de vecinos si hay cien personas no va ni la mitad, pero tú dices que vas a dar algo y ahí aparecen todos, cuesta, no sé si tienen temor (B.A. Temporera, Curacaví).

La juventud no tiene mayor interés en organizarse, no es como antes, que uno por las necesidades que tenía era una posibilidad hacer valer sus derechos por el sindicato […]. En estos años de dictadura se crió mucho el individualismo, como que le tienen temor a la organización y de repente las organizaciones no han dado muy buenos resultados (J. F. Campesino, María Pinto).

Lealtades primordiales y relaciones de clase

En este apartado presentaré un análisis de los distintos modos en que se expresan las lealtades primordiales como un componente de las relaciones entre las clases agropecuarias, lo que da forma a determinadas prácticas, y a partir de ello, de las implicancias que conllevan en la deriva de los procesos estructurales esbozados más arriba.

Campesinosganaderos y terratenientes

La nueva espacialidad producida por las parcelas de agrado, las viviendas sociales y la expansión frutícola limita la disponibilidad de cerros para pastoreo. Ya no hay posibilidades físicas de acceder a ellos y/o sus dueños prefieren "cuidarlos" para futuras ventas, por lo que no los arriendan para talaje. Frente a lo anterior, ha existido un uso estratégico de las lealtades primordiales para articular dos tipos de prácticas y relaciones, que les permiten a algunos campesinosganaderos sostener su actividad.

La primera, vinculada en mayor medida a la comuna de Curacaví, corresponde al establecimiento de "veranadas". Llevan a los animales a la cordillera en los meses estivales para que puedan acceder a pasto fresco. Este mecanismo —tradicional en muchas partes del campo chileno— no era practicado previamente en el valle del Puangue, ya que no faltaban alimento ni espacios para ganadería. La crisis ganadera hace emerger las "veranadas". Para su realización, se conforman grupos de distintos campesinosganaderos que tienen vínculos de parentesco o que son cercanos en términos de residencia. Cada grupo arrienda un camión para trasladar de ida y vuelta el ganado al sector del Cajón del Maipo en la cordillera de Los Andes (interior de Santiago). Sin la conformación de estas asociaciones, los productores no podrían aisladamente afrontar los costos del traslado hacia las "veranadas". Estas mismas dinámicas, junto con la experiencia de la estancia en el lugar en determinados períodos del verano, van reproduciendo y enlazando aún más estas redes.

El segundo tipo de prácticas involucra a campesinos ganaderos y terratenientes que tienen vínculos de cercanía social por conocerse hace muchos años. Es una articulación de clases mediada por lealtades primordiales, pero de carácter vertical. Se presenta el resto del año, cuando en las "veranadas" ya no hay pasto y los animales deben bajar. Pueden desplegar esta forma los campesinosganaderos que no tienen dinero para pagar talaje en la cuenca del Puangue y que cuentan con algún conocido propietario de tierras sin uso. Algunos propietarios de cerros que no los utilizan productivamente y en conocimiento de la situación crítica de estos campesinos cercanos llegan a un acuerdo para que usen los cerros en comodato, sin pagar. A cambio se encargan del cuidado y mantenimiento de las tierras.

Campesinos y jornaleros

Las generaciones jóvenes de las familias campesinas, por lo general, optan por no seguir con la tradición agrícola de los padres. Tienen la posibilidad de acceder a un ingreso mayor si se emplean en trabajos fuera del predio, tanto en empleos urbanos o como temporeros. Por lo anterior, dentro del campesinado y sin importar el tamaño de la tierra controlada, predomina el trabajo del jefe de explotación asistido ocasionalmente por algún hijo/a. Lo cual se complementa con fuerza de trabajo externa a la familia en períodos claves.

En este momento se despliegan distintos mecanismos sustentados en lealtades primordiales que permiten torcer la oferta y la demanda del mercado del trabajo. Sin ello no podrían acceder a jornaleros, ya que existe una tendencia al alza en los salarios que se debe a los empleos urbanos de Curacaví y Santiago, como también a los pagos que se pueden obtener como temporeros en fundos del valle del Puangue o en Casa Blanca. Los campesinos no están en condiciones de competir en este mercado, por ende los trabajadores más productivos son atraídos hacia afuera de la producción campesina.

Se unen, por lo habitual, no más de dos jefes de explotación que tienen relaciones de parentesco o de cercanía por residencia y contratan conjuntamente a una cuadrilla de jornaleros. Aunar esfuerzos les permite mejorar la oferta de salario, la cual, sin embargo, no igualará la de los otros oferentes mencionados anteriormente. Esta cuadrilla, contratada por un tiempo determinado, trabaja primero en el predio de uno de los involucrados, para luego ir a la otra explotación. Se comparte el pago y se comparte también el trabajo adquirido.

Otro tipo de vínculos se establece directamente entre campesinos y jornaleros cercanos. No todos quienes quieren asalariarse en trabajos urbanos o agrarios de alta remuneración son contratados. Por lo general se privilegia a trabajadores más productivos, lo cual está asociado a una mezcla de juventud, habilidad y experiencia. Quienes no poseen esta condición tienen dificultades para acceder a empleos cotizados y quedan, en cierto modo, marginados. Aquí se presenta una alianza entre actores precarizados, por un lado, campesinos que no logran contratar a la fuerza de trabajo más calificada, y por otro, trabajadores que no son especialmente demandados. Se vinculan a partir del parentesco y la residencia, y cada uno cede en sus expectativas iniciales para poder hacer producir el predio (aunque menos de lo que quisiera) y tener un salario (pero más bajo del que le gustaría).

Asalariados permanentes y capitalistas agrarios

Los asalariados permanentes suelen ser personas que habitan cerca de las explotaciones donde trabajan, por lo general en la misma comuna, y gran parte lleva trabajando varias décadas en la misma empresa. Se dedican a tareas de mantención, seguridad, compras, fumigaciones, entre otras. Son de alta confianza para el administrador o el dueño, ya que se conocen desde hace mucho tiempo en el día a día del trabajo, y han desarrollado un compromiso mayor con sus tareas. El ciclo agrario normal descansa en su desempeño, ellos lo saben y les agrada reconocerse de importancia y, aunque sus sueldos son menores que los de los temporeros, privilegian la estabilidad con menor ingreso que una flexibilidad mejor pagada.

La referida estabilidad tiene un modo particular de presentarse, donde se combina la seguridad proporcionada por el contrato legal con relaciones de confianza. El empleador tiene trabajadores permanentes que trabajan con él por décadas, pero con base en contratos que se renuevan anualmente. Para que los trabajadores no acumulen años de servicios que deban ser cancelados en un eventual despido futuro, al cumplir el año de contrato el trabajador es despedido, se "toma vacaciones" con el finiquito y luego vuelve a ser contratado.

Este mecanismo no es coyuntural, sino que en las explotaciones donde opera se encuentra institucionalizado y es el modo reconocido de funcionar. Los entrevistados declaran que esto no les genera mayor incertidumbre o inestabilidad, puesto que tienen la certeza de que serán recontratados; tienen una relación cercana con el dueño o administrador, por ende, la reproducción de esta modalidad no es algo que se ponga en duda. Por su parte, el patrón está seguro de que el trabajador no buscará otro empleo, pues existe un compromiso de palabra de ambos.

El patrón usa las lealtades primordiales como una forma de acrecentar la tasa de ganancia, a la vez que le asegura que tendrá una planta de gente cercana. Para el trabajador, las lealtades primordiales le proporcionan la percepción de seguridad del trabajo y de una estabilidad que la formalidad jurídica no le otorga.

Al indagar por el interés de formar un sindicato para mejorar sus condiciones, los entrevistados señalaron que no lo visualizan necesario, ya que prefieren conversar individualmente con el administrador o dueño y expresarle sus problemas. En este caso, las lealtades primordiales de carácter vertical afectan negativamente un proceso organización de clase.

Asalariados temporales, contratistas y capitalistas agrarios

Los asalariados temporales que referiremos son quienes se emplean fundamentalmente en la agricultura capitalista, los característicos temporeros y temporeras, autodenominados como "trateros" en este lugar. Son hombres y mujeres del valle del Puangue, y en épocas de mayor demanda (entre noviembre y abril), llegan de otras comunas de la Región Metropolitana e incluso de otras regiones. A los trabajadores foráneos de la cuenca, los "trateros" locales los llaman en tono de burla como los "solares", dicen que sólo vienen a trabajar y con suerte comen, "pasan bajo el sol y se alimentan de sol" (A.C. Temporero, María Pinto).

En términos etarios, predominan —y son más cotizados por su vitalidad— temporeros y temporeras que tengan entre 20 y 30 años; sin embargo, hay "trateros" desde 40 a 50 años que comenzaron veinteañeros y han desarrollado toda su vida laboral en este empleo.

La diversidad productiva de este territorio genera la posibilidad de ritmos diferenciados de trabajo, que dependen de los cultivos. De este modo, los trabajadores estacionales pueden emplearse el año completo en el mismo territorio o en las comunas de Casa Blanca, Melipilla y Alhué, en diversas tareas con distinto nivel de remuneración (las mejores pagadas son cosecha y packing). Hay una alta movilidad entre faenas con dedicación temporal variable (desde algunos días a un máximo de dos meses), pero reducida en lo que respecta a la extensión espacial. Muchos de estos trabajadores combinan a lo largo del año el trabajo agrario con empleos urbanos en Curacaví y Santiago.

La relación no es directa entre los trabajadores y los empleadores, sino que existe un actor social particular que cumple este papel, el "enganchador" o "contratista". Un intermediario laboral que recluta la fuerza de trabajo y la vincula con las empresas y que recibe por ello una comisión por el trabajo que realiza cada uno de ellos. él paga los salarios, previsión y otros costos laborales. Los contratistas son personas del mismo territorio, tanto hombres como mujeres que poseen medios de transporte para trasladar a los temporeros en sus furgones y buses. también tienen los "contactos", relaciones cercanas con administradores e incluso dueños de las explotaciones, como también, con los "trateros". Con estos últimos viven en las mismas localidades, en poblados cercanos, en la misma comuna o pueden ser parientes. Se conocen desde hace años, no sólo en el ámbito del trabajo. Un ejemplo de lo denso de estas relaciones la observé en uno de los entrevistados, en que el hombre, de unos 24 años, era "tratero", mientras que su esposa era "contratista". Ambos habían ahorrado y comprado el furgón que era usado para estas actividades.

A partir de la cercanía que existe entre: a) "trateros" locales productivos, b) ciertos contratistas con mejores contactos y solvencia, y c) entre ellos con explotaciones con más trabajo y mejores ingresos, se genera una estratificación entre los actores "de punta". Se articula un ciclo que repite, en cierta medida, trabajadorescontratistasempresarios de un año al otro.

Los temporeros y temporeras saben que el contratista con el que suelen trabajar los considerará constantemente; del mismo modo, él tiene la seguridad de que contará con estos "trateros" en su próximo negocio, igualmente, los administradores o dueños saben que el contratista con quienes están acostumbrados a trabajar estará dispuesto, y por ello, contará con trabajadores de alta productividad.

En otro lado tenemos los actores que no son "de punta", es decir, aquellos temporeros catalogados como menos productivos o que no son parte de las redes locales, los contratistas con menor solvencia, y las explotaciones con menos capacidad de ofrecer trabajo y mayores ingresos. Las lealtades primordiales operan de un modo similar, dando estabilidad en la inestabilidad a los actores que se mueven en circuitos más precarios.

Las redes laborales sustentadas en la residencia y a veces en el parentesco efectúan, por un lado, una estabilización social de un mercado de trabajo que formalmente es estacional, y por el otro, una segmentación entre actores "de punta" y precarizados.

Finalmente, en la esfera más precarizada se suelen presentar malas condiciones de trabajo, incumplimiento en el pago de imposiciones por los contratistas y a veces retraso en los salarios. Lo anterior no implica que aspectos similares no ocurran en el segmento "de punta", sin embargo, según relatan los informantes, es menos habitual, ya que hay más solvencia y son más supervisados por servicios públicos. Muchas de estas faltas y abusos son pasados por alto por los propios afectados, no sólo por "la necesidad de conservar el empleo", como muchas veces se argumenta, sino también porque hay vínculos cercanos con los contratistas y dueños de explotaciones que inhiben acciones de organización, denuncia o protesta: no quieren perjudicarlos, puesto que son cercanos.

Comentarios finales

El análisis estructural expresa algunos alineamientos con grandes tendencias del agro chileno y latinoamericano. Se puede hablar de la conformación de un proletariado rural —y urbano de ciudades intermedias— de carácter plurisectorial, que transita desde el agro a otros sectores económicos urbanos a lo largo del año. De igual modo, se observa un aumento en la proletarización estacional de la fuerza de trabajo agraria, con lo cual quedan relegados a un segundo plano el empleo doméstico y otros mecanismos que no eran remunerados en dinero. Finalmente, el aumento del trabajo asalariado temporal se caracteriza por una fuerte presencia femenina.

Un fenómeno estructural territorial, que no es generalizable a la escala anterior, corresponde a la conformación de un sistema de clases agrarias de carácter híbrido y de procesos contrapuestos. Nos referimos a una tendencia de proletarización del agro territorial a la par de una presencia sustancial de campesinado medio y semicapitalista que simultáneamente compra fuerza de trabajo externa a la familia y vende de la propia, semiproletarizándose mientras se semicapitaliza8.

Sumergiéndonos hacia el dominio de las prácticas en la cuenca del estero Puangue, destaca el conjunto de relaciones y dispositivos de interacción sustentados en las lealtades primordiales, las cuales se expresan a la base de cierta historicidad y de relaciones territoriales que le dan forma. Operan de modo transversal en el sistema de clases agrarias, tanto en los vínculos que establece internamente cada una, como también en las relaciones entre ellas. Este tipo de lazos que en el discurso dominante se suelen vincular a sociedades "tradicionales" cumplen un papel clave en la consolidación y reproducción del capitalismo agrario en la fase neoliberal.

Operan en los procesos propiamente productivos y en algunas manifestaciones políticas, por ejemplo, cuando inhibe la organización y denuncia en los asalariados permanentes y en los temporeros precarizados. Pero también funcionan como sustento de acciones que permiten sobrellevar los efectos más críticos de las grandes tendencias: a) en el caso de campesinos agrarios para acceder a trabajadores extraprediales, b) entre los campesinosganaderos para tener tierras para talaje, y c) en los temporeros estabilizando el trabajo flexible.

En este caso de estudio, al configurarse relaciones apoyadas en las lealtades primordiales entre actores posicionados en lugares diferenciados de la estructura de clases, es factible señalar que, dependiendo de si los vínculos son horizontales o verticales, las interacciones implicarán dependencia cuando son entre asalariados permanentes y propietarios, de semiclientelismo en la triada temporeroscontratistaspropietarios, y de amistad con altos grados de confianza entre campesinos que llevan ganado a las veranadas o que acceden conjuntamente a fuerza de trabajo extrafamiliar.

Me interesa enfatizar que, si bien las lealtades primordiales son una dimensión social que puede estudiarse en diversos espacios y procesos clasistas, las bases históricosociales que le darán contenido, como también las implicancias económicopolíticas de ellas —bloqueo o impulso de acción colectiva, aceptación o rechazo de la precarización, articulaciones horizontales para enfrentar problemas, entre muchísimas otras posibilidades— no son absolutas sino contextuales y deben comprenderse teniendo en consideración los procesos territoriales.

Antes de cerrar, son varias las líneas de investigación que se abren a partir de las dinámicas señaladas (algunas de ellas están mejor detalladas en Calderón, 2014); por ejemplo, el desplazamiento urbano con la creación de condominios y agrarización de clases urbanas como procesos que imprimen intereses sobre los espacios propiamente agrarios, y cómo conviven y/o lo disputan distintos tipos de asalariados, semiproletarios, semicapitalistas y capitalistas. De igual modo, cómo la feminización del trabajo temporal, sobre todo las temporeras de la fruta, impacta internamente en las unidades domésticas, los procesos de movilidad y calidad de vida.

Finalmente, queremos reiterar la importancia de articular enfoques teóricometodológicos para abordar la complejidad de las dinámicas capitalistas y de sus clases sociales en los territorios concretos. Lo cuantitativo permitirá estimar el peso de ellas en determinado espacio como también conocer su evolución en el tiempo. Lo cualitativo admitirá comprender las sutilezas de las experiencias y relaciones sociales que reproducen y transforman las estructuras con distinto grado de conflicto. En esta agenda de investigación, la antropología no está sola, debe combinar teorías, metodologías y estrategias de exposición de resultados que sean pertinentes a los objetivos de estudio. Tenemos en la etnografía un gran soporte, pero como señalé en la introducción, el modo en que la usemos no puede ser único, y en este ejercicio, hay una contribución a nuestra disciplina.

Agradecimientos

En primer lugar a todos y todas quienes me recibieron y me brindaron de su tiempo durante el trabajo de campo. Al proyecto FONDECYT 1130296 y al II Concurso de Proyectos de Iniciación en Investigación (FACSO, U. de Chile) por contribuir con parte del financiamiento. también al proyecto FONDECYT Iniciación 11150130 por permitirme profundizar y complejizar esta línea de investigación, en otro territorio, en el marco de mi investigación de doctorado. Por último, a los/as evaluadores/as anónimos/as por sus valiosos comentarios.

Notas

1. He expuesto la perspectiva teórica del neoliberalismo como fase del desarrollo del sistemamundo capitalista en su dinámica de expansión y crisis bajo el esquema centro/periferia en Calderón (2009).

2. Algunas referencias para Chile y Latinoamérica sobre neoliberalismo en el agro y la ruralidad son Crispi (1982), Falabella (1990), Chonchol (1996), Portilla (2000), Giarraca (2001), Bahamondes (2001), Kay (2002), Gómez (2002), Bengoa (2003, 2007), PNUD (2008), Kay (2009), Hernández y Pezo (2010), Cuevas et al. (2010), Canales y Hernández (2011), Valdés (2012), Canales y Canales (2012), Calderón et al. (2013) y Calderón et al. (2016).

3. Nuestra formulación en extenso sobre clases sociales en articulación con el enfoque territorial en Calderón (2014).

4. Quijano (2000) y Bartra (2008), en su crítica al economicismo y estructuralismo marxista, cuestionan que las clases sociales tengan una configuración estructural. Ellos entienden a las clases sociales conformadas fundamentalmente por las acciones, relaciones y subjetividades que emergen en las luchas sociales. Desde el enfoque que suscribo, reconocer la experiencia histórica y las luchas sociales como un aspecto determinante de las clases sociales, no implica negar que a la vez se constituyen de modo estructural.

5. Ver Engels (s/f, 2011), Lenin (1969, 1976), Saavedra (1975), Kautsky (1981), Heynig (1982), Wolf (1982), Calva (1988), Murmis (1991), Wallerstein (2003).

6. Un hecho de alcance nacional fue el de los asesinados y desaparecidos en cuesta Barriga en 1973. Ver mayores antecedentes en http://afepchile.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=166:inauguranmemorialenhonoracampesinosejecutadosydesaparecidosdecuracavi&catid=1:ultimas&Itemid=71 (Consultado el 17/7/2017).

7. Los censos de 199697 y 200607 no consultaron por trabajadores estacionales no remunerados, pero durante el trabajo de campo no se detectó su presencia.

8. En Calderón (2009) también identifiqué estructuras híbridas con tendencias contrapuestas, empero, no poseemos otros antecedentes que permitan generalizaciones.

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