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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol.  n.1 Olavarría ene./dic. 2000

 

Pinturas rupestres y estructuras de piedra en las Sierras de Curicó (extremo noroccidental de Tandilia, Región Pampeana)

Patricia Madrid, Gustavo Politis y Daniel Poiré

Patricia Madrid. INCUAPA, Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA), Olavarría y Departamento de Arqueología, Facultad de Ciencias Naturales y Museo(UNLP), La Plata, Buenos Aires. Argentina. Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría, Av. Del Valle 5737, B7400JWI - Olavarría. E-mail: pmadrid@museo.fcnym.unlp.edu.ar

Gustavo Politis. INCUAPA, Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA), Olavarría; CONICET y Departamento de Arqueología, Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP), La Plata, Buenos Aires, Argentina. E-mail: gpolitis@museo.fcnym.unlp.edu.ar

Daniel G. Poiré. Centro de Investigaciones Geológicas, Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP), La Plata y CONICET, Buenos Aires, Argentina. E-mail: poire@cig.museo.unlp.edu.ar

RESUMEN

En las Sierras de Curicó (también conocidas como de La China) en el Pdo. de Olavarría, se han detectado pinturas rupestres en paredones y reparos de los afloramientos tabulares de cuarcita. Se trata de tres sectores con motivos lineales, geométricos, pintados en rojo. En el faldeo de la misma sierra, se localizaron dos estructuras pequeñas de piedra pircada de forma circular. En la cima de otro afloramiento rocoso, ubicado 500 m al oeste de estas estructuras, se halló una acumulación oval de piedras. En este trabajo se resumen las características del conjunto arqueológico y se presentan los resultados de los sondeos realizados en una de esas estructuras. Se examina la contemporaneidad entre las estructuras y las pinturas rupestres y su posible filiación tehuelche. Se comparan estas pinturas con otras manifestaciones similares de la Región Pampeana. Por último, se exploran aspectos simbólicos y religiosos de las sociedades pampeanas tardías.

ABSTRACT

In the Curicó hills (also known as the La China hill), in the Olavarría district, rock art has been discovered on walls and in shelters in the quartzite tabular outcrops of the Balcarce Formation. The paintings are in three sectors and consist of lineal and geometrical motifs painted in red. On the slope of the hill, two stone circular structures were detected, and on the top of the opposite hill an oval stone structure was also found. In this article, the characteristics of this archaeological material are summarised and the results from test pits, excavated in one of these structures is presented. The contemporaneity among the findings is examined as well as its possible tehuelche affiliation. Finally, the symbolic and religion dimensions of the Late Pampean indigenous societies are explored.

INTRODUCCIÓN

     En este artículo se presentan y discuten una serie de hallazgos arqueológicos de distinto tipo, en las sierras de Curicó (o de La China) en el noroeste del sistema de Tandilia. Estos hallazgos están formados por representaciones rupestres, estructuras de piedra y material lítico obtenido en superficie y en el sondeo de una de las estructuras. Además del análisis descriptivo de las evidencias registradas, se discutirán también algunos aspectos religiosos y simbólicos de las sociedades indígenas pampeanas. El tratamiento de estos aspectos ha estado desde siempre ausente en la agenda temática de la arqueología regional, la que está dominada por el estudio tecno-económico de los cazadores-recolectores prehispánicos y por la organización de los hallazgos en coordenadas espaciotemporales (para excepciones ver Flegenheimer y Bayón 1998; Politis 1998). La complejidad y el tipo de registro de las Sierras de Curicó ofrecen una posibilidad para explorar, aún de manera incipiente, los componentes simbólico-religiosos de la conducta y sus derivados materiales, en las poblaciones indígenas pampeanas.

     Múltiples estudios sobre cosmología de los cazadores- recolectores y de las sociedades indígenas americanas contemporáneas (i.e. Reichel-Dolmatoff 1996; Saunders 1998; Viveiros de Castro 1992) han demostrado que éstas viven en un mundo altamente sacralizado y que el uso de los recursos y la ocupación del espacio está condicionado por la cosmología y el sistema de creencias o religión (estos últimos dos términos usados en el sentido de Flannery y Marcus 1993, quienes proporcionan definiciones un tanto simples pero operativas). Por otro lado, el espacio para ser ocupado debe ser integrado también al cosmos y en consecuencia, sacralizado. De esta manera, se espera y, de hecho se observa recurrentemente en sociedades tradicionales, una serie de técnicas para consagrar el espacio (ver discusión en Eliade 1994a), para conectar los distintos niveles del cosmos y para diseñar las prácticas rituales que articulen los niveles naturales y supranaturales y los componentes sagrados con los profanos. Siguiendo esta línea de argumentación, se ha propuesto en un trabajo ya clásico que esto "(...) ha conducido a elaborar técnicas de orientación, las cuales, propiamente hablando, son técnicas de construcción del espacio sagrado" (Eliade 1994a: 26). Por otro lado, la creación de las cosmologías y de los sistemas simbólicos no se genera casualmente sino "(...) chosen their images in such way as to represent sets of cultural truths, social norms, major principles of organization" (Reichel-Dolmatoff 1996: 11).

     Dada las características de este artículo, no es posible extenderse en la discusión acerca de cómo abordar, desde la arqueología, los componentes simbólico- religiosos o el orden ideacional de las sociedades del pasado (en el sentido de Goodenough 1964). Sólo expresaremos que creemos posible analizar estos aspectos mediante un razonamiento científico, siguiendo una serie de métodos y conceptos (ver entre muchos otros Bell 1994; Flannery y Marcus 1993; Renfrew 1994a, 1994b; Whitley 1998). Asimismo, el estudio de la cosmología y el sistema simbólico es significativo porque estos influyen sustancialmente en la forma en que las sociedades perciben el ambiente, utilizan el espacio y los recursos y se ajustan al medio natural y social. En otras palabras, son aspectos del orden fenomenológico que están íntimamente interrelacionados y por consiguiente, son interdependientes. Más allá de que algunos aspectos culturales parezcan más fáciles de testear arqueológicamente, o de que se hayan desarrollado más instrumentos metodológico- conceptuales para abordarlos, ninguno aisladamente permite entender y explicar la conducta de las sociedades del pasado y su producción material.

     Una de las vías posibles de explorar el sistema simbólico y religioso en el pasado es la utilización de fuentes etnohistóricas y etnográficas (Huffman 1986; Marcus y Flannery 1994; Whitley 1998) bajo el supuesto que los patrones básicos de racionalidad o los componentes fundamentales del orden ideacional tengan persistencia temporal y subsisten más allá de los cambios tecnológicos y/o económicos. Este orden ideacional forma la base a partir de la cual derivan, en el orden fenomenológico, la ideología y el sistema de creencias. Asumimos además que es posible detectar pautas o claves de estos aspectos fenomenológicos (aunque obviamente no una reconstrucción acabada de éstos ni tampoco su sentido profundo) en las sociedades del pasado a través de métodos que combinen el estudio de la cultura material, los documentos etnohistóricos y la información etnográfica en general y etnoarqueológica en particular. Obviamente, el significado asociado a un objeto, a un ícono o a un rasgo del paisaje puede cambiar a través del tiempo, pero creemos que es posible —analizando conjuntamente el contexto de las evidencias disponibles— evaluar si las transformaciones del significado están dentro del mismo orden ideacional o si reflejan cambios más profundos. Para este enfoque, las teorías antropológicas sobre la religión y creencias en las sociedades no-occidentales, también juegan un rol significativo (ver entre muchos otros Eliade 1994a, 1994b; Geertz 1966; Lévi-Strauss 1962). En el estudio arqueológico de sociedades complejas del área andina, enfoques similares han tenido bastante desarrollo (por ejemplo Benson 1998; Castro y Gallardo 1995- 1996; Cordy-Collins 1998; Velandia Jagua 1994), pero aún no han sido explorados entre los cazadores-recolectores del Cono Sur.

DESCRIPCIÓN DEL SITIO

     Las Sierras de Curicó son las estribaciones que se encuentran en el extremo Noroccidental del Sistema de Tandilia (Nágera 1940; Iñiguez et al. 1996) o Sierras Septentrionales de la provincia de Buenos Aires (Harrington 1956). La denominación de Sierras de Curicó fue utilizada por Nágera (1940), quien incluye en ellas a un conjunto de cerros bajos entre los que se destacan el Cerro de La China (Cerro Curicó Este) y el Cerro Curicó (Cerro Curicó Oeste). Ambas cerranías —separadas por unos 500 m en su porción norte— conforman un "abra" y pequeño valle abierto con pendiente Sur-Norte, que domina el amplio y extenso paisaje de las llanuras adyacentes hacia el Norte y Sur del cordón. No hay arroyos o ríos próximos pero sí hubo en el pasado una importante fuente de agua en el fondo del valle. Allí, en la actualidad se ha excavado una zanja para colectar el agua de ese antiguo surgente u "ojo de agua". Sin embargo, la mayoría del tiempo la misma permanece seca debido a que se dinamitó el surgente hace algunos años atrás, causando su progresivo desecamiento.

     La localidad arqueológica se ubica a los 36° 46' 95'' de latitud Sur y a los 60° 34' 29'' de longitud Oeste (Carta topográfica IGM, Escala 1:100.000, Hoja 3760-14, Cerro La China, 1953), en la Estancia La China, propiedad de la Flia. Barcelona. Los cerros tienen una altura de alrededor de 285 m.s.n.m. (punto fijo IGM). Esta localidad fue descubierta por los Drs. D. G. Poiré, M. Manassero y el Lic. J. Maggi en el año 1995 mientras se realizaban trabajos geológicos en el afloramiento de areniscas cuarzosas tabulares correspondientes al Cerro Curicó Este. En esa oportunidad se observaron representaciones rupestres en dos sectores del paredón oeste, que se orienta hacia el valle. Este hallazgo motivó posteriores trabajos de los autores junto a graduados y estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales (Olavarría) de la UNICEN, que condujeron a la localización de diversas evidencias arqueológicas en estas sierras (Figura 1).


Figura 1: Vista en planta de la distribución de los conjuntos arqueológicos: sectores 1, 2 y 3 (S1, S2 y S3) con pinturas rupestres, estructuras de piedra pircada E1 y E2 y estructura de piedras acumuladas —chenque— (E3) en el Cerro Curicó Este y en el Cerro Curicó Oeste.

     Los conjuntos de restos arqueológicos están constituidos por:

     - Tres sectores de paredones y reparos rocosos relativamente expuestos, con pinturas rupestres, localizados en el flanco oeste del Cerro Curicó Este.
     - Dos pequeñas estructuras aisladas de piedra pircada y forma subcircular, localizadas en el faldeo del mismo cerro.
     - Un pequeño abrigo en la base de la pared rocosa del flanco Oeste del Cerro Curicó Este, conocido localmente como "Cueva de la China", en el que se encuentran dos rocas con la superficie pulida, con marcas longitudinales entrecruzadas.
     - Una estructura monticular alargada, baja, de piedras acumuladas, localizada en la cima y hacia el norte del Cerro Curicó Oeste.
     - Artefactos líticos dispersos en posición superficial, localizados en el faldeo de ambos cerros y las llanuras adyacentes así como en campos arados de los alrededores.

     El emplazamiento relativo de las pinturas rupestres en zonas más reparadas del afloramiento, respecto de las estructuras de piedra pircada localizadas en el faldeo, puede observarse en el corte transversal del Cerro Curicó Este (Figura 2 y Figura 3). Asimismo, en ese corte transversal del Cerro Curicó Este y el valle, se destacan en el perfil la erosión diferencial de las areniscas que forman pequeños reparos en el paredón. Las pinturas rupestres están realizadas sobre el soporte natural de areniscas cuarzosas de la Fm. Balcarce -en forma de estratos (filones)-, en zonas donde los materiales son más finos (arena muy fina a limo), por lo que están más expuestos a la erosión retrocedente y a la consecuente formación de áreas de reparos. El resto del afloramiento está constituido por materiales más heterogéneos, de mayor granulometría (arena gruesa a sábulo) y alto grado de consolidación, y por lo tanto, más resistentes a la erosión.


Figura 2: Corte transversal del Cerro Curicó Este y faldeo hasta el fondo de valle con localización relativa de los sectores con pinturas y las estructuras en piedra pircadas.


Figura 3: Flanco oeste del Cerro Curicó Este. Localización de sectores con pinturas en el paredón y de estructuras de piedra en el faldeo.

     El objetivo de este trabajo es discutir la evidencia arqueológica de esta localidad en un contexto areal, regional y extraregional, principalmente con relación a los siguientes aspectos de los modos de vida de los cazadores-recolectores pampeanos: contemporaneidad relativa de los conjuntos, funcionalidad del emplazamiento dentro del patrón de asentamiento en relación con las ocupaciones regionales del Holoceno tardío, asignación étnica y manifestaciones de orden ideológico-simbólico.

REPRESENTACIONES RUPESTRES

     Con respecto a las formas de representación, se hallaron conjuntos de motivos de tipo abstracto, dominando entre ellos los motivos compuestos (Figura 4, Figura 5 y Figura 6). Existe cierta frecuencia en la combinación o asociación de motivos que les otorga una particularidad distintiva, llegando a definirse en las representaciones de Curicó una estructura del diseño recurrentemente hallada en otros contextos y sobre otro tipo de soporte. Se entiende por estructura del diseño a representaciones conformadas por motivos combinados de igual modo (en sentido espacial) y en la misma relación dentro de un campo restringido. Este concepto podría asimilarse aproximadamente a los denominados temas, estructuras representativas o configuraciones utilizados por Gradín (1978), Aschero (1988) y Hernández Llosas (1985) en el contexto del arte rupestre de otras regiones de Argentina, y que hacen referencia a distintas unidades representativas recurrentes, o sea, a la repetición de motivos o asociaciones de los mismos en diversos contextos espaciales y temporales.


Figura 4: S1A con pinturas rupestres.


Figura 5: S2B con pinturas rupestres.


Figura 6: S3A con pinturas rupestres.

     Las características más destacables de los diseños presentes en esta localidad son:

    1) Una única técnica de ejecución, casi exclusivamente motivos lineales y pintados en rojo, aunque son significativas las variaciones tonales y el grosor de los trazos o líneas (entre 5 mm y 1,3 cm).

    2) Diseños geométricos complejos de motivos compuestos.

    3) "Enmarcados" de motivos dentro de formas geométricas rectangulares o sub-rectangulares (campos restringidos o delimitados).

    4) Motivos geométricos que desde los más abundantes a los más escasos son: líneas quebradas (escalonados, grecas, zigzag), líneas rectas cruzadas y paralelas (cruces alineadas, paralelas cruzadas), formas cerradas (romboidales, triangulares) y escasos motivos curvilíneos, circulares y puntiformes.

     5) Uso de soportes naturales, excepto un diseño (S2A) con posible color amarillo de fondo. Las delimitaciones naturales de la topografía del soporte condicionan el desarrollo espacial de los diseños.

     6) Grado de deterioro avanzado y con desarrollo diferente en los tres sectores. Presencia de graffittis.

     7) No se observan superposiciones de motivos pero sí cierta diversidad de tonalidades, texturas de la pintura, grosores de líneas y deterioro diferencial dentro de un mismo sector y entre los tres sectores. Esto indicaría en principio unidades relativamente sincrónicas de ejecución y uso del soporte aunque no un único evento de ejecución del conjunto de representaciones rupestres.

     Se localizaron tres sectores con pinturas rupestres a lo largo del paredón con reparos del Cerro Curicó Este frente al valle. Los afloramientos se manifiestan en estratos subhorizontales de areniscas cuarzosas, superpuestos en una sucesión sedimentaria, que exponen escalones y superficies verticales a distintos niveles, algunas bien reparadas, que fueron utilizadas como soporte natural de las representaciones. Los sectores 1 y 2 (S1 y S2) se hallan separados del sector 3 (S3) por aproximadamente 30 m en línea recta y a la misma altitud relativa respecto a la naciente del faldeo. El S2 se ubica cerca de 2 m hacia arriba y otros 2 m a la izquierda del S1. Con la excepción del S2, tanto los diseños del S1 como los del S3 se desarrollan muy próximos al suelo por lo que el ejecutante debió estar agachado, arrodillado o recostado.

    El relevamiento contempló la realización de calcos, croquis y fotografías color, B/N y diapositivas con película sensible. Se usó como referencia la escala cromática y dimensional IFRAO.

     Los sectores presentaron las siguientes características:

     Sector 1 (S1): Tiene 4 subsectores S1A, S1B, S1C y S1D. Las dimensiones expresan en primer lugar el ancho y luego la altura del subsector en cuestión.

     S1A: Dimensiones 0,49 m x 0,30 m. Posición central. Buen estado de conservación. Tonalidad roja intensa. Dos diseños enmarcados rectangulares contiguos. Hacia la izquierda, una línea recta vertical con cuatro horizontales quebradas en sus extremos que la atraviesan; hacia la derecha, escalonados con una clepsidra o motivo de doble copa central. Forman una estructura o diseño estructural — unidad repetitiva (Figura 4).

     S1B: Dimensiones 0,33 m x 0,23 m. Posición lateral derecho respecto de S1A. Desvaído. Tonalidad roja rosada. Dos enmarcados contiguos con distintos motivos que S1A. Cruces alineadas verticalmente, líneas quebradas con formas geométricas poco definidas.

     S1C: Dimensiones 0,175 m x 0,47 m. Posición lateral izquierdo respecto de S1A. Desvaído. Tonalidad roja intensa similar a S1A. Un enmarcado con líneas quebradas en su interior semejantes a rectángulos unidos verticalmente por líneas cortas.

     S1D: Dimensiones 0,143 m x 0,13 m. Posición lateral derecha inferior respecto de S1A. Muy desvaído. Tonalidad rojiza. Sólo se observan algunas líneas quebradas.

    Sector 2 (S2): Tiene 3 subsectores S2A, S2B y S2C.

    S2A: Dimensiones 0,32 m x 0,32 m. Posición central. Desvaído. Tonalidad roja-naranja probablemente sobre amarillo. Un enmarcado con escalonados y líneas quebradas en su interior.

    S2B: Dimensiones 0,09 m x 0,19 m. Posición lateral izquierdo superior respecto de S2A. Buena conservación. Tonalidad roja rosada. Agrupamiento de 5 líneas curvas con un punto y un círculo (Figura 5).

     S2C: Dimensiones 0, 055 m x 0,10 m. Posición lateral derecha a casi 2 m de S2A. Mal conservado pero diferencialmente ya que tiene parte del motivo muy nítido. Tonalidad roja morado intenso. Línea fina de trazo bien definido distinto a los demás motivos. Líneas rectas cruzadas y una figura rectangular.

     Sector 3 (S3): Tiene 4 subsectores S3A, S3B, S3C y S3D.

     S3A: Dimensiones 0,22 m x 0,25 m. Posición oculta a la visión directa pues se localiza en un sector basal del paredón, en el techo de un pequeño reparo. Buena conservación. Tonalidad roja morada traslúcida. Motivo curvo constituido por líneas rectas paralelas entrecruzadas que conforman triángulos y rombos (Figura 6).

     S3B: Dimensiones 0,40 m x 0,14 m. Posición inferior izquierdo respecto de S3A. Desvaído. Tonalidad naranja. Trazo grueso 8 mm a 17 mm. Líneas cortas verticales paralelas con líneas entrecruzadas que forman rombos y triángulos.

     S3C: Dimensiones 0,16 m x 0,35 m. Posición inferior izquierdo respecto a S3B. Cerca del suelo. Desvaído. Tonalidad roja morada intensa. Enmarcado de rombos y líneas en forma de "V" paralelas.

     S3D: Dimensiones 0,11 m x 0,05 m. Posición superior izquierda respecto de S3B. Muy desvaído. Tonalidad roja morada. Líneas quebradas, posible triángulo.

Estructuras de Piedra Pircada

    Sobre el faldeo oeste del Cerro Curicó Este, se hallaron dos estructuras circulares de piedra pircada, y de características constructivas semejantes, denominadas Estructura 1 (E1) y Estructura 2 (E2). Ambas son pequeñas, sin ningún material ligante entre piedras y se hallan emplazadas a la misma altura en la sección media de la pendiente del faldeo (Figura 3). Se encuentran aproximadamente a unos 20 m debajo de la base del paredón, en donde se realizaron las pinturas rupestres. La distancia entre las estructuras es de 25,5 m y poseen depósitos sedimentarios lo que permitió la realización de un sondeo en la Estructura 1 (Sectores Norte y Oeste).

Estructura 1 (Figura 7)


Figura 7: Planta de las estructuras de piedra pircada E1 y E2.

     Dimensiones: Externas: 3,95 m x 3,92 m / Internas: 2,25 m x 1,42 m.

     Eje 1 (3,92 m): es el eje de pendiente —aproximadamente 40°—. Es también el eje menor, perpendicular al paredón rocoso. Orientación de 288° Oeste (casi Este-Oeste).

     Eje 2 (3,95 m): es el eje mayor, paralelo al paredón rocoso. Orientación de 18° Este.

     Tiene forma circular y está construida con pirca seca en su perímetro total. La altura de las paredes pircadas es de 0,75 m aproximadamente. Son muy escasas las piedras de derrumbe. Los Sondeos Norte y Oeste se localizaron en la parte más baja de la pendiente interior del recinto, se registraron sólo artefactos líticos —véase Sondeos en la Estructura 1—. Esta estructura se halla emplazada debajo de los sectores 1 y 2 con pinturas rupestres.

Estructura 2 (Figura 7)

     Dimensiones: Externas: 3,05 m x 2,90 m / Internas: 1,65 m x 1,35 m.

     Eje 1 (3,05 m): es el eje de pendiente —aproximadamente 40°— y el eje mayor, perpendicular al paredón rocoso. Orientación de 280° Oeste (casi Este-Oeste).

     Eje 2 (2,90 m): es el eje menor, paralelo al paredón rocoso. Orientación de 10° Este.

     Tiene forma circular y sus paredes están conformadas por pirca seca en su perímetro total. La altura de las paredes pircadas varía entre 0,48 m a 0,58 m. Hasta el momento no se realizaron sondeos. Esta estructura se emplaza unos 20 m por debajo del sector 3 con pinturas rupestres.

Abrigo Rocoso

    En el Cerro Curicó Este, muy próximo al S3 con pinturas y a la E2, se localizó un abrigo rocoso de pequeñas dimensiones que está ubicado en la base de la pared, a la misma altura que el S3. En el fondo de este abrigo hay un charco que permanece con agua la mayor parte del año. Se destaca la presencia en el piso de la boca de este abrigo, de una roca con marcas longitudinales entrecruzadas, con sección transversal en forma de "V". También hay otra roca con la superficie pulida y marcas similares, en una de las paredes, debajo de un punto de goteo. Aún no se han realizado excavaciones en este lugar.

Acumulación Monticular de Piedras

     El montículo de piedras se localiza en la cima del extremo norte del Cerro Curicó Oeste, a 100 m de la escarpa. Este cerro no es paralelo al Curicó Este por lo que el paredón que da al valle se orienta o mira al Noreste. Se denominó a esta acumulación de piedras como Estructura 3 (E3) y aún no ha sido sondeada o abierta. Hasta el momento sólo se ha realizado su relevamiento dimensional.

Estructura 3 (E3)

     Dimensiones: 3,90 m x 1,20 m. Altura: 0,30-0,40 m. Orientación: 94° Este o 273° Oeste, o sea, casi Este- Oeste.

     Su forma es oval, está construida con piedras rodadas medianas y chicas con tamaños promedio entre 0,43 m x 0,12 m x 0,10 m y 0,28 m x 0,20 m x 0,12 m, claramente seleccionadas y apiladas a modo de montículo bajo.

     Sondeos en la Estructura 1

     La superficie interior total de la E1 es de 3,20 m2. Se excavó una superficie de 0,45 m2 en el sector Oeste y de 0,55 m2 en el sector Norte, lo que suma un total de 1 m2. La mitad Noroeste de la estructura tiene un depósito sedimentario de 0,45-0,50 m de potencia hasta la roca de base meteorizada. Se observaron algunas diferencias en el perfil estratigráfico:

     1.- Desde la superficie hasta 0,05-0,10 m: sedimento arenoso con abundante materia orgánica y raíces.

     2.- 0,10-0,25 m: sedimento arenoso marrón sin materia orgánica.

     3.- 0,25-0,42 m: sedimento areno-arcilloso negro con pedregullo.

     4.- 0,42-0,50 m: sedimento pedregoso negro húmedo.

     5.- 0,50-0,55 m: sedimento pedregoso marrón claro. Roca de base meteorizada.

     Se hallaron artefactos líticos (n=45) en todo el espesor del depósito (Tabla 1), aunque las densidades mayores de restos se hallan entre 0,30 m y 0,50 m. La materia prima predominante es la cuarcita (arenitas cuarzosas) con distintas variedades (en color pero todas de grano fino) y en menor proporción, ftanita colorada. Corresponden en su mayoría a desechos de talla, lascas y productos indeterminables de la talla, de tamaños muy pequeños y, excepcionalmente, pequeños. Muchos de ellos pueden clasificarse como microdesechos con promedios de 5 mm. Presentan talones puntiformes y filiformes con superficies externas angulares o de arista y perfiles de sección curvada, con bulbos difusos. Entre las lascas dominan las piezas fracturadas (n=20) sobre las enteras (n=14). Se destaca un artefacto bipolar de cuarcita blanca, de tamaño pequeño y cuyos filos presentan rastros que pudieron producirse por uso. También se halló un pequeño trozo de arenisca ferruginosa de grano fino u ocre rojo. Para estimar la potencialidad de hallazgos de microrrestos, se pasaron por cernidor en agua (en laboratorio) los sedimentos correspondientes al nivel 3 del sector Norte. Allí se hallaron 55 microdesechos (lascas y desechos menores a 8 mm) de las mismas materias primas registradas entre los desechos de mayor tamaño.


Tabla 1: Artefactos líticos. Depósito entre 0,10 - 0,50 m. Estructura de piedra pircada E1: Sondeos Norte y Oeste.

     Los restos descriptos corresponderían a productos de la formatización final de los filos de instrumentos y/ o reactivación de los mismos, los que no habrían sido descartados en el lugar. Probablemente algunas lascas sean desechos de la talla bifacial. Sólo un instrumento o artefacto informal se halla presente (bipolar).

     Las cuarcitas utilizadas no proceden del afloramiento local de las Sierras de Curicó, formado por areniscas cuarzosas de la Fm. Balcarce (Ordovísico) que presentan características variables pero, en general, con poca aptitud para la talla. Sin embargo, cuarcitas de calidad buena para la talla como la materia prima de los artefactos de la Estructura 1, afloran en el Grupo Sierras Bayas del Precámbrico de Olavarría, a unos 30-40 km al Sur de las Sierras de Curicó.

     La ftanita puede provenir de la parte más baja de la Fm. Balcarce en donde se hallan clastos y bochones de esta materia prima aunque no son fáciles de extraer. También se encuentra en las proximidades de la Cantera Loma Negra. El ocre rojo es común en el Precámbrico de Olavarría (Sierras Bayas) y puede hallarse en la base de las psamopelitas de la Fm. Cerro Largo y techo de las dolomías de la Fm. Villa Mónica.

PROCEDENCIA DE LAS MATERIAS PRIMAS

     Las cuarcitas utilizadas no proceden del afloramiento local de las Sierras de Curicó, el cual está conformado según las ideas de Iñiguez et al. (1989), por las areniscas cuarzosas de la Fm. Balcarce (Cambro-Ordovícico), las que por su heterogeneidad en el tamaño de grano, poseen poca aptitud para la talla.

     Cabe señalar que en la zona de Olavarría existen tres niveles estratigráficos con areniscas cuarzosas: dos precámbricos y uno paleozoico inferior. De las dos cuarcitas precámbricas la más antigua es la de la Fm. Villa Mónica (Poiré 1993, "Cuarcitas Inferiores" en la denominación informal de Nágera 1919), la cual presenta una mala selección de tamaño de grano, por lo cual no es buena materia prima para la talla de artefactos. La segunda cuarcita del Precámbrico de Olavarría (Fm. Cerro Largo, Poiré 1993, "Cuarcitas Superiores" de Nágera 1919), está conformada por areniscas cuarzosas de grano fino, muy buena selección granulométrica y alto grado de cementación. Estas características texturales le confieren a la roca propiedades tales que convierten a estas cuarcitas en excelente materia prima para tallar artefactos líticos. En contraposición, la cuarcita paleozoica (Fm. Balcarce, Dalla Salda e Iñiguez 1979) es de grano variable y mal seleccionada, por lo cual, como fue expresado anteriormente, no es un buen material fuente.

     De modo tal que las Sierras de Curicó están conformadas por cuarcitas de la Fm. Balcarce, lo cual indica que el material encontrado en las estructuras analizadas, provendría de otras áreas. La zona más probable es la de Sierras Bayas, conformada por las unidades sedimentarias precámbricas —reunidas en el Grupo Sierras Bayas (Poiré 1993)—, que se encuentran a unos 30-40 km al Sur de las Sierras de Curicó.

     La ftanita puede provenir de dos niveles distintos dentro del Grupo Sierras Bayas: uno ubicado en la base de la Fm. Cerro Largo, compuesto por clastos y bochones de esta materia prima, y otro localizado en el techo de la Fm. Loma Negra (Borrello 1966), en la cual aparecen grandes bochones de hasta 3 m de diámetro y muy cementados.

     El ocre rojo es común en el Precámbrico de Olavarría (Sierras Bayas) y puede hallarse en la base de las psamopelitas de la Fm. Cerro Largo y techo de las dolomías de la Fm. Villa Mónica (ver Poiré e Iñiguez 1984), siendo uno de los primeros sitios de explotación el cerro Mina de la Pintura, reportado por Hauthal (1896) y descripto por Nágera (1919), en un área cercana a la cantera de calizas de Loma Negra.

DISCUSIÓN

     En primer lugar, las representaciones rupestres son una de las diversas modalidades de expresión simbólica que los grupos cazadores-recolectores usaron en el ámbito local y regional (Tandilia, Ventania y Lihué Calel) y que pueden, más allá de su significación, hallarse relacionadas o estrechamente articuladas a otros aspectos de las sociedades, tales como la subsistencia, el asentamiento, la organización social, el territorio, etc. Las representaciones rupestres son además, una expresión simbólico-iconográfica material del orden ideacional inherente a la sociedad (véase Aschero 1988, 1994; Consens 1991; Gradín 1973, 1977) y no deben considerase como expresiones artísticas per se destinadas a reflejar solamente patrones estéticos. Otros investigadores del área han discutido la naturaleza simbólica de las representaciones rupestres pampeanas en términos de marcadores territoriales, expresión de la identidad étnica u otros aspectos de la organización política (Mazzanti 1993).

     En lo referente al caso de las pictografías de Curicó, se han analizado en principio los aspectos iconográficos, su distribución espacial, el tipo de soporte y el contexto en el que se hallaron con el fin de contextualizarlas. En segunda instancia, se compararon con pinturas rupestres de otros sitios del área de Tandilia, de Ventania y de Lihué Calel dentro de la Región Pampeana y con representaciones rupestres de la Patagonia. Por último, se realizaron comparaciones, con expresiones simbólico-iconográficas sobre otros soportes muebles de Pampa y Patagonia, tales como la alfarería, las placas y hachas grabadas, y los cueros pintados de vaca, caballo y guanaco de colecciones procedentes de Patagonia y asignados a los tehuelches.

     No hay evidencias hasta el presente de otros sitios con pinturas rupestres en el sector Noroccidental de Tandilia. Las manifestaciones rupestres registradas en esta área se encuentran en el sector Sudoriental y se trata de siete localidades:

     1.- Lobería 1, Pdo. de Lobería (Ceresole y Slavsky 1985);

     2.- Haras Los Robles, Laguna de los Padres, Pdo. de Gral. Pueyrredón (Mazzanti 1991; Mazzanti y Valverde 1999);

     3.- La Cautiva, Pdo. de Balcarce (Mazzanti y Valverde 1997, 1999);

     4.- Los Difuntos, sitios 1 y 2, Pdo. de Gral. Pueyrredón (Mazzanti y Valverde 1997, 1999);

     5.- Cueva El Abra, Partido de Gral. Pueyrredón (Mazzanti y Valverde 1999);

     6.- Antú, Pdo. de Gral. Pueyrredón (Mazzanti y Valverde 1999);

     7.- Pancha, Pdo. de Gral. Pueyrredón (Mazzanti y Valverde 1999).

     Entre estas siete localidades, las mayores afinidades de las representaciones pictográficas de Curicó son con los diseños rupestres de La Cautiva y el sitio Pancha, con las cuales comparten los motivos geométricos compuestos. Entre estos rasgos semejantes se destacan, por ejemplo, los motivos de líneas quebradas y escalonadas con enmarcados subrectangulares. También comparte algunos elementos formales más generales con Los Difuntos, Antú y con Lobería 1, tales como la presencia de los motivos pintados de líneas quebradas y algunas figuras enmarcadas, aunque con características bastante diferentes a las de Curicó. Cabe destacar que la mayoría de estos sitios coinciden en los contextos microambientales y en las características del emplazamiento topográfico. Son pequeños valles que se abren a llanuras extensas, próximos a fuente de agua, a lo que puede agregarse un importante dominio visual del paisaje circundante. Con respecto a las otras manifestaciones rupestres cercanas, como las registradas en el sistema serrano de Ventania, hay menos semejanzas. En las representaciones de Ventania los motivos geométricos presentan menor complejidad y no se han registrado diseños enmarcados (Madrid y Oliva 1994; Fernando Oliva, comunicación personal 1999). En este sistema serrano se han hallado también positivos de manos pintadas en el sitio Cueva Santa Marta (Pérez Amat et al. 1985), motivos que hasta el presente no se han registrado en el sector Noroccidental de Tandilia.

     Si se comparan los motivos y las estructuras representativas de Curicó (S1 y S2) con los de Patagonia, las mayores similitudes se dan con los del Centro y Norte de esta región, denominados por Menghin (1957) como "estilo de grecas". Este estilo abstracto y específicamente geométrico ha sido definido por Schobinger y Gradín (1985) por el dominio de un elemento básico que es: "(...) un pequeño trazo quebrado, generalmente en ángulo de 90°, cuyas combinaciones dan por resultado un dibujo disciplinado, geométrico rectilíneo formando zigzags, escalones, almenas y también grecas. En algunos casos las figuras alcanzan cierta complejidad y se extienden sobre superficies relativamente grandes (...). En otros, los trazos se hallan comprendidos en un recuadro delimitativo y tienen un tamaño más bien pequeño (...). El color rojo, en diversas tonalidades, ha sido utilizado para la ejecución de la mayoría de estos motivos" (Schobinger y Gradín 1985: 43).

     Genéricamente, esta descripción coincide con la de los sectores S1 y S2 de Cerro Curicó Este. Menghin atribuyó el "estilo de grecas" a los cazadores-recolectores antecesores de los tehuelches septentrionales sobre la base de que el área de dispersión del estilo es coincidente con la del denominado "Patagoniense Cerámico" (Schobinger y Gradín 1985). Más allá de la aceptación de esta propuesta existe consenso en atribuir al "estilo de grecas" (o al conjunto de motivos geométricos complejos ya citado —véase Gradín 1973, 1997-1998—) a una cronología tardía (Holoceno tardío) y a un área de concentración de sitios arqueológicos principalmente en el Norte de Patagonia.

     En los motivos de los sectores S1 y S2 del Cerro Curicó Este hay algunas semejanzas de elementos formales o motivos con las representaciones geométricas lineales presentes en la cerámica pampeano-patagónica (Schobinger y Gradín 1985) y en las placas y hachas grabadas procedentes de distintos sectores de Patagonia y Pampa (entre otros Crivelli Montero 1991; Gradín 1973; Lehmann-Nitsche 1909; Outes 1916; Prieto 1997). Estos motivos también fueron atribuidos al "estilo de grecas" del arte rupestre, pero en este caso aplicado sobre otro soporte y con otra técnica. En principio, parece que las semejanzas entre los motivos de las representaciones rupestres y los de hachas, placas y alfarería son significativos. Estas similitudes se manifiestan básicamente en la presencia de enmarcados de motivos o elementos escalonados, líneas quebradas y cruciformes. Pero las mayores semejanzas de los sectores S1 y S2 de Curicó se dan con los diseños pintados en los cueros vacunos y de equinos usados como capa o poncho por los tehuelches de tiempos históricos (véase por ejemplo las piezas Nro. V9C2.1793/ 4406/ 4408/1787 de la Colección Museo de La Plata) (Figura 8). En éstos se destaca la presencia de la misma estructura del diseño (motivos escalonados enmarcados) del S1A, con algunas variaciones en la composición de los rasgos de los motivos y reproducida múltiples veces en policromía de rojos, verdes, azules y amarillo. Schuster (1969), analiza varios cueros pintados de equinos procedentes de la Patagonia que se hallaban en Colecciones del Museo de Historia Natural de Nueva York y que reproducen, casi con exactitud, la estructura representativa descripta previamente (Figura 4 y Figura 8).


Figura 8: Cuero pintado de vaca. Colección Museo de La Plata.

    En consecuencia, si los diseños geométricos lineales escalonados e inscriptos en rectángulos presentes en las manifestaciones rupestres de las Sierras de Curicó son los típicos diseños de los cueros pintados de origen tehuelches, esto permitiría en principio, asignar las representaciones rupestres a esta etnia o a una etnia emparentada. La identificación de una etnia tehuelche en la Región Pampeana ha sido analizada intensamente por Casamiquela (1969, 1988) quien ha discutido los modelos propuestos por Escalada (1949), Harrington (1946) y Vignati (1936, 1967). Una reciente revisión crítica del problema se encuentra en Nacuzzi (1998). Más allá de las discrepancias específicas, casi todos los autores están de acuerdo en que existió un grupo étnico, cazador-recolector, denominado tehuelche que vivió en la Patagonia argentina, entre la cordillera y la costa Atlántica y que estaba dividido en dos subgrupos principales, uno al norte y otro al sur del río Chubut. Con respecto a la distribución de los tehuelches del norte (siguiendo a Casamiquela 1988, los denominados tehuelches septentrionales o günnüna këna), la mayoría de los autores también coinciden en que, por lo menos en tiempos históricos, llegaban hasta las sierras bonaerenses. Casamiquela (1985) es quien propone un área de dispersión mayor, postulando que un subgrupo, los tehuelches Septentrionales boreales, habrían ocupado toda la provincia de Buenos Aires llegando hasta el sur de las provincias de Santa Fé, Córdoba y San Luis. Este autor, junto con Moreno, postula la filiación tehuelche de los grupos que habitaban en el siglo XVI al norte del río Salado y que eran conocidos como querandíes (Casamiquela 1985). Si bien la presencia de los tehuelches, básicamente septentrionales aunque también meridionales, en la Región Pampeana bonaerense ha sido confirmada por numerosos documentos históricos, aún subsiste el debate sobre la cronología de este poblamiento ya que, la mayoría de los autores, lo propone para los tiempos históricos y como una consecuencia de la adopción del caballo. Casamiquela (1969, 1985, 1988) es quien ha defendido en múltiples trabajos la filiación tehuelche septentrional de los indígenas que habitaban la pampa bonaerense en el momento del contacto. En consecuencia, y en este punto inicial de la investigación de la localidad Sierras de Curicó, la afiliación étnica de las representaciones rupestres a los tehuelches, apoya lo que se ha propuesto sobre la base de los documentos escritos y a estudios etnográficos: que los tehuelches habitaron el sector Noroccidental del sistema de Tandilia. Con relación a esto debe tenerse en cuenta que los grupos bajo el mando de los caciques Catriel y Cachul, habitaron la zona por lo menos desde mediados del siglo XVIII y que ambos eran de filiación tehuelche (Casamiquela 1960; Martínez Sarázola 1992). Numerosas referencias históricas que incluyen mapas, ubican los asentamientos de los grupos de Catriel y de Cachul en las serranías del Pdo. de Olavarría. Sin embargo, a pesar de la abundancia documental escrita, hay en la actualidad escasas evidencias arqueológicas que puedan asociarse o asignarse directamente a la presencia, durante por lo menos cuatro siglos, de los tehuelches. En un trabajo reciente, Nacuzzi (1998) ha llamado la atención acerca de cómo se intercambiaban gentilicios tales como "pampas", "pehuenches", "serranos", dependiendo del redactor del documento y del conocimiento que éste tenía de las etnias en cuestión. Más allá de la existencia real de este problema que derivó en lo que la autora llamó "identidades impuestas", es bastante claro que en el norte de Patagonia y en la Región Pampeana (por lo menos al sur del río Salado) existían etnias emparentadas, que compartían un mismo modo de vida. Éstas reaccionaron de manera similar ante la invasión europea, y a la introducción del caballo primero y de los vacunos después. Este grupo de etnias, básicamente tehuelches septentrionales o günnüna këna (llamados también "pampas", "serranos" o "pehuenches", aunque en algunos casos pueda tratarse de subgrupos o etnias estrechamente emparentadas) tuvieron una intensa dinámica poblacional entre sí y luego (a partir por lo menos del siglo XVIII) con los araucanos. Es entonces a estas poblaciones tehuelches septentrionales latu sensu, a las que adscribimos tentativamente las manifestaciones rupestres de los sectores S1 y S2 del Cerro Curicó Este.

     La funcionalidad de las representaciones rupestres es extremadamente difícil de discutir, sobre todo en este estado inicial de la investigación. En principio, se acepta que las pinturas rupestres son representaciones iconográficas que simbolizan distintas esferas de la sociedad que las produjo, tales como la cosmología, las creencias y la ideología. Las representaciones rupestres pueden también funcionar como marcadores territoriales, expresar formas de organización social y parentesco o ser símbolos de determinados segmentos de la población (por ejemplo clanes o linajes). En suma, la funcionalidad de las representaciones rupestres abarca potencialmente un amplio abanico de posibilidades, siendo muy difícil descartar algunas o seleccionar otras. Además, es importante recordar que las sociedades indígenas almacenan y codifican gran cantidad de información en los componentes del ambiente así como también, en su producción material y que "This storing, this coding is multireferencial and layered; a certain aspect of nature or a certain artefact may contain simultaniously various information expressed in metaphors and metonymies" (Reichel- Dolmatoff 1996: 10).

     De esta manera, este sistema multi-referencial en el cual articulan las representaciones rupestres puede tener significados y funcionalidades varias que intersecten distintos aspectos del orden fenomenológico.

     En principio, los tres sectores con representaciones rupestres tienen características diferentes. Los sectores S1 y S2 están en paredones de alta visibilidad (se distinguen claramente desde el pie del cerro), enfrentados al valle. Para pintarlos, el/la ejecutor/a debió haberse ubicado también en un sitio visible. Los motivos representados son complejos, están bien elaborados y repiten un patrón estructural temático. Por el contrario, el S3 está en un pequeño techo, en la base del paredón, no tiene visibilidad alguna, ni aún parado frente el alero que forma el techo y para observarlo hay que acostarse debajo de la saliente rocosa. El/la ejecutor/ a de la pintura no quedaba expuesto y los motivos son más simples, de menor calidad de confección y no repiten un patrón; son sólo una serie de líneas cruzadas que forman rombos más o menos similares. Teniendo en cuenta estas diferencias, se puede especular que los sectores S1 y S2 funcionaron dentro de la esfera de la organización social y del espacio y podrían haber servido como "marcadores territoriales" o como la simbolización del control o uso de un segmento de la población sobre determinados territorios. Estas pinturas fueron diseñadas básicamente para ser vistas, o sea, para que los individuos que transiten por el valle puedan reconocer diseños específicos y a sus ejecutores, y tuvieron en consecuencia, un carácter público.

     Por el contrario, las pinturas del S3, parecerían estar vinculadas a la esfera de lo sagrado. La invisibilidad de las representaciones y del/a ejecutor/a durante el acto pictórico, sugiere que estas podrían tener un carácter ritual y privado. Se podría especular también que los motivos pintados fueran el resultado de un fenómeno entóptico y representar algún estado alterado de conciencia tal como ha sido propuesto por Lewis- Williams y Dowson (1988). Los fenómenos entópticos son universales y han sido definidos como sensaciones visuales derivadas de la estructura del sistema óptico. Aunque hay numerosas formas entópticas algunas son recurrentes, tales como "... (1) a basic grid pattern and its development in a lattice and expanding hexagonal pattern, (2) sets of parallel lines, (3) dots and short flecks, (4) zigzag lines crossing the field of vision ..." (Lewis-Williams y Dowson 1988: 203). La similitud entre las representaciones del S3 con uno de estos patrones universales de fenómeno entóptico: el "grid pattern", que surgen en los primeros estados de alteración de la conciencia, sugiere que estas podrían ser el producto de algún ritual con componentes shamánicos.

     El segundo punto está relacionado con la función de las dos estructuras circulares pequeñas. Este tipo de recintos es novedoso en la Región Pampeana y no hay referencias etnohistóricas que se refieran a construcciones similares. En principio, una hipótesis es que hayan funcionado como "apostaderos de caza", "vichaderos" (ver Claraz 1988) o hunting blinds como los observados en contextos etnográficos de distintos grupos (e.g., Dobe ¡Kung, Hadza, tehuelches, etc). Los hunting blind (Brooks y Yellen 1987; O'Connell et al. 1992) son sitios donde los cazadores-recolectores programan la cacería con estrategias de intercepción. Generalmente están localizados en lugares con afloramientos rocosos, cercanos a algún tipo de fuente de agua y son utilizados para la vigilancia de las presas (como por ejemplo los "vichaderos" mencionados por Claraz 1988). Poseen estructuras de materiales perecederos o imperecederos que brindan condiciones favorables para un uso redundante (y congruente) y son utilizadas para guarecerse y esperar a la presa por varias horas en el día o durante una noche —ocupaciones breves y recurrentes—. En estos lugares puede producirse algún consumo y realizarse actividades de talla por lo que pueden quedar desechos y probablemente algún fogón. El tamaño reducido de las estructuras de Curicó (en la que sólo cabrían una o dos personas), la presencia de desechos líticos de las últimas etapas de manufactura y la localización cercana al manantial y al abra que divide las dos sierras, sugieren una función dentro de las estrategias de cacería.

     Otra hipótesis alternativa es que las estructuras E1 y E2 hayan servido como protección, ya sea de otros individuos o de animales. En el primer caso, si hubieran funcionado como estructuras defensivas, debían tener un carácter más permanente, lo que implica defender algo cuya localización era estable (por ejemplo un lugar sagrado, un determinado recurso inmóvil o un sitio con valor estratégico). En el segundo caso, podrían haber servido de refugio temporario para individuos aislados que se trasladaban por el valle y que necesitaran protección contra algunos animales (fundamentalmente puma y yaguareté). Es importante recordar que, al menos hasta el siglo XIX, abundaban en la región los felinos de gran tamaño como el puma y, ocasionalmente, el yaguareté (Fernández 1974-1976) que atacaban a hombres solos durante la noche (ver por ejemplo Musters 1997). Esta situación de presencia de potenciales enemigos para individuos solitarios podría haber favorecido la construcción de refugios estables cercanos a lugares de tránsito, como podría haber sido una senda que pasara próxima a las estructuras E1 y E2, por el abra y el ojo de agua.

     La tercera hipótesis es que las mencionadas estructuras hayan tenido funciones ceremoniales para la ejecución de rituales. Entre los cazadores-recolectores hay determinadas actividades, tales como los rituales de pasaje o las prácticas shamánicas, que requieren de espacios de exclusión, para que los que llevan a cabo el ritual no queden expuestos a la vista del resto de la banda (entre muchos otros ver el ejemplo de los Guayaki, Clastres 1998). Habitualmente esto se consigue con el confinamiento en lugares alejados, pero también se realizan dentro o cercanamente a los lugares de vivienda, construcciones ad hoc, para proteger a los practicantes de la visión del resto del grupo y para preservar la intimidad de ciertas ceremonias. Entre los tehuelches, se ha mencionado la existencia de la "casa bonita" que era un toldo construido ad hoc, sin compartimento interno, en donde se realizaban distintas ceremonias tales como la perforación del lóbulo de los bebés (cuando se les imponía el nombre) o los rituales de pasaje de pubertad de las mujeres (Bórmida y Casamiquela 1958-1959; Cox 1863; Jones 1966 en Casamiquela 1988).

     En el sondeo de la E1, el hallazgo de restos de hematita, el colorante usado para las pinturas rupestres, apoyaría la hipótesis que dentro de ésta se pudo haber llevado a cabo alguna actividad ritual. Sin embargo, como en las sociedades cazadoras-recolectoras lo sagrado y lo profano no siempre está segregado espacial y/o temporalmente, es posible que la función de estas estructuras sea compleja y que puedan haberse realizado alternativa o simultáneamente actividades de cacería, de protección/defensa y rituales. En este estado inicial de la investigación no es posible aún proponer cuál de estas posibles funcionalidades fue la más significativa o exclusiva. Finalmente, más allá de la función que hayan tenido estas estructuras es importante remarcar que para su construcción se necesitó de la concurrencia de varias personas dado el gran peso de algunas de las piedras utilizadas. Esto indica que fue necesario algún tipo de trabajo comunal para construirlas y que fueron concebidas para desempañar funciones con cierta recurrencia espacial y temporal.

    En principio, se asume como más probable la contemporaneidad (uso simultáneo relativo) entre representaciones rupestres, estructuras circulares pircadas (E1 y E2) y la acumulación oval de piedras (E3). La disposición de cada conjunto parece relacionarse por proximidad, orientación o diseños con otro de los conjuntos, por ejemplo:

     - S1, S2 y S3 con pinturas rupestres comparten el diseño geométrico y la técnica de realización (color rojo, trazo grueso).

     - S1 y S2 con pinturas rupestres y la E1 se hallan próximos y visualmente relacionados. La estructura se ubica frente a las pinturas, unos 20 m hacia abajo.

     - El S3 y la E2 comparten igual tipo de relación de disposición y distancia expresado en el punto anterior.

     - La E3 es alargada y está orientada aproximadamente a 270° (la medición no es exacta porque el diámetro mayor de la estructura no está marcado por dos puntos, sino por una acumulación de piedras). Esto marca un eje Este-Oeste, sobre el cual a su vez se alinean, a 433 m al Este, los sectores S1 y S2 y la E1. Esto además muestra que un grupo de elementos se conecta entre sí por estar en un mismo eje y este eje además, marca una dirección determinada, exactamente Este-Oeste. Esta orientación es relevante porque el sol sale por el Este (a los 90°) y se pone por el Oeste (a los 270°) sólo dos días en el año: el 21 de marzo (equinoccio de otoño) y el 21 de septiembre (equinoccio de primavera). Estadísticamente las posibilidades de que esta ubicación sobre el eje Este-Oeste sea por azar no son significativas; por lo tanto, se propone que la alineación de estos elementos es causa de una planificación, para la cual se tuvo en cuenta el arco descripto por el sol durante los equinoccios.

CONSIDERACIONES FINALES

     Los motivos y las estructuras representativas de los sectores S1 y S2 de Cerro Curicó Este se asemejan genéricamente al "estilo de grecas" de Nordpatagonia y, específicamente, a los cueros pintados de los tehuelches latu sensu. Esto permite asignar tentativamente a esta etnia, a las representaciones rupestres del sitio. Sin embargo, basándonos exclusivamente en las similitudes temáticas y estilísticas, no es posible aún asignar una cronología posthispánica de las pinturas ya que podrían haber sido confeccionadas por grupos prehispánicos tardíos, antecesores de los tehuelches históricos. La profundidad temporal de este tipo de motivos y estructuras de diseño es aún esconocida, pero dada su similitud con el "estilo de grecas", podría remontarse a comienzo del Holoceno tardío.

     Por otro lado, se plantea que habría dos tipos de representaciones rupestres. Unas (los sectores S1 y S2) son muy visibles, y estarían vinculadas a la esfera de lo social y lo público. Las otras, en el S3, se encuentran en un lugar oculto y parecen relacionarse al ámbito de lo privado. Su origen pudo tener componentes shamánicos y los diseños podrían representar fenómenos entópticos, en sus primeras etapas. Frente a ambos sectores con pinturas hay dos estructuras circulares de pirca seca cuya función parece ser compleja, pero que guardarían alguna relación con las pinturas. A 4,33 m al Oeste, en la cima del Cerro Curicó Oeste, se encuentra la E3, una acumulación oval de piedras que aún no ha sido excavada. La relación más interesante y novedosa está dada por la orientación Este- Oeste de la E3 y la alineación de los sectores S1 y S2 y de la E1, sobre este mismo eje. Como se ha expresado, esta orientación no es azarosa y respondería a un patrón determinado. La alineación sobre el eje Este- Oeste podría tener un sentido cosmológico y representar de esta manera, un ordenamiento del cosmos, con relevancia del ciclo solar. En otros lugares de América, se han propuestos explicaciones astronómicas como por ejemplo, el caso de la disposición recurrente de rasgos como acumulaciones de piedra, recintos pequeños de piedra y alineamientos, en numerosos sitios de las planicies norteamericanas próximas al flanco oriental de las Montañas Rocallosas. Los denominados "Medicine Wheels" son asignados tentativamente a las culturas prehistóricas tardías (desde ca. 2.500 A.C.) y relacionados al ciclo solar, especialmente al solsticio de verano (Eddy 1975).

     Se puede también examinar la función de esta alineación de rasgos como un marcador témporo-espacial significativo. Durante los equinoccios, el sol pasa por el plano ecuatorial de la tierra y por ello, es sólo en esos dos días del año que la dirección es exactamente Este-Oeste. Esto constituye una indicación espacial precisa. Pero además, durante los dos equinoccios el día tiene exactamente 12 horas diurnas y 12 horas nocturnas en cualquier parte del mundo, independientemente de la latitud. Esto señala también una dimensión temporal. A partir de los equinoccios el período diurno se acorta en un hemisferio y se alarga en el otro. Esta relación con el ciclo anual de la rotación de la tierra alrededor del sol, se refuerza con el hecho de que la proyección del plano de la pared donde están las pinturas de los sectores S1 y S3, genera un ángulo aproximado (ya que la pared es irregular) de entre 25° y 30° (con respecto al eje Este-Oeste) e intersecta de manera bastante precisa la puesta del sol durante el solsticio de verano (21 de diciembre) sobre la cima de Cerro Curicó Oeste. exactamente, la variación entre equinoccios y los solsticios se da en un ángulo de 23° 27' hacia el norte y el sur, el que está dentro del rango de variación de los ángulos generados por la proyección de la pared y el eje Este-Oeste. De esta manera, la combinación de estas dos direcciones (el eje Este-Oeste y la proyección del plano de la pared con pinturas hacia el horizonte) marcan tres de las cuatro posiciones solares que delimitan las estaciones durante el ciclo anual.

     Utilizando la información etnográfica y etnohistórica de los tehuelches, se pueden explorar algunos aspectos cosmológicos y sus expresiones materiales. En principio, el eje Este-Oeste, funcionaba como una especie de axis mundi, o sea, no era sólo un ordenamiento cardinal neutro, desprovisto de connotaciones sagradas y funcional sólo para la organización de ciertos aspectos tecno-económicos. Los muertos eran enterrados con la cabeza dirigida hacia el Oeste y las viviendas tenían la abertura hacia el Este, independientemente de donde soplara el viento. Claraz relata también que: "Los indios, cuando carnean ofrendan sangre a su dios, vueltos hacia el este" (Claraz 1988: 42), y Guinnard: "Jamás come ni bebe nada uno de estos indios sin que previamente haya ofrecido a Dios la primera parte. Para ello se vuelve hacia el Sol, enviado de Dios, cortando un pedacito de carne o vertiendo un poco de agua en el suelo, y acompaña esta acción con las siguientes palabras, cuya fórmula, sin ser precisamente la misma, varía muy poco (...)" (Guinnard 1961: 38-39). El rol preponderante del sol en la cosmología tehuelche ha persistido en algunos mitos como el que recuperó Lehmann-Nitsche (1919) en el cual el astro desempeña el papel de "héroe civilizador" ya que introduce la división del tiempo en día y noche y organiza las estaciones (Siffredi 1968). Esto sugiere que en la cosmovisión tehuelche el eje Este- Oeste era el más importante y que ambos puntos cardinales tenían un alto significado simbólico. La E3 tiene forma oval, una orientación y un emplazamiento topográfico (en la cima del cerro) que se asemeja a las construcciones funerarias del norte de Patagonia y La Pampa conocidas vulgarmente como "chenques" (Berón et al. 1999; Imbelloni 1923; Zetti y Casamiquela 1967). Esta estructura aún no se ha excavado y, por lo tanto, no se ha podido confirmar su carácter funerario (el que estaría en coincidencia con la cosmología tehuelche).

     Otro punto para explorar es el hecho de que la marcación del equinoccio en el espacio, no sólo sacraliza el paisaje dándole una dimensión cósmica, sino que tendría un significado importante para un grupo altamente móvil como los tehuelches: durante los dos equinoccios los días tiene las mismas horas diurnas y nocturnas en cualquier parte de su territorio. Para bandas que tenían un patrón de desplazamiento multidireccional pero aparentemente con un vector principal Norte-Sur, la identificación de los días cuyas horas diurnas y nocturnas no tengan ninguna variación latitudinal, pudo haber sido importante para la planificación ritual y para sincronizar ceremonias y encuentros entre diferentes bandas. Este aspecto, altamente especulativo por ahora, permitirá con mayor información examinar de qué manera la movilidad de los cazadoresrecolectores está articulada con el ciclo solar y el calendario ritual.

     Por último, realizando un examen de la mitología tehuelche, no se pude obviar la hipótesis de Casamiquela (1988) acerca de la existencia de lugares sagrados en el norte del sistema de Tandilia, consagrados a espíritus poderosos denominados genéricamente gualicho. Este autor ha postulado la gravitación del concepto del gualicho en las sierras bonaerenses y propuso que uno de estos lugares estaría en el extremo Noroccidental del sistema de Tandilia. Más allá de que las Sierras de Curicó sean el sitio exacto considerado como la morada del espíritu del gualicho, es importante resaltar que entre los tehuelches septentrionales se consagraban lugares determinados en el sistema de Tandilia y se ejecutaban rituales propiciatorios (tales como las ofrendas en grutas), incluso hasta épocas muy recientes (González 1967).

     Para concluir este trabajo, creemos importante citar un párrafo de un trabajo ya clásico de Mircea Eliade: "El occidental moderno experimenta cierto malestar ante ciertas formas de manifestación de lo sagrado: le cuesta trabajo aceptar que, para determinados seres humanos, lo sagrado pueda manifestarse en las piedras o en los árboles. Pues, como se verá enseguida, no se trata de la veneración de una piedra o de un árbol por sí mismos. La piedra sagrada, el árbol sagrado no son adorados en cuanto tales; lo son precisamente por el hecho de ser hierofanías, por el hecho de 'mostrar' algo que ya no es piedra ni árbol, sino lo sagrado, los ganz andere" (Eliade 1994a: 15).

     Los restos arqueológicos de las Sierras de Curicó ofrecen una excelente oportunidad para explorar lo sagrado en las poblaciones indígenas pampeanas y para comenzar a examinar su cosmovisión. Este trabajo se encuentra en una fase inicial y, por lo tanto, las consideraciones finales tienen un carácter altamente especulativo. Obviamente, sería imposible e ilusorio pretender entender plenamente el orden ideacional de sociedades extintas. Sin embargo, creemos que es posible identificar algunas claves subyacentes en sus pautas de racionalidad mediante una metodología que combine el análisis de los restos arqueológicos, de las fuentes etnohistóricas, de los datos etnográficos y etnoarqueológicos y la consideración de las teorías antropológicas sobre la religión y los sistemas simbólicos.

Agradecimientos

     A la Flia. Barcelona, Haydée Luksas, Isabel Bibbo, María Gutierrez, Gustavo Martinez, Karina Garrett y José L. Prado, quienes colaboraron en distintas etapas del desarrollo de esta investigación. Roberto Peretti, Raúl Visvequi, Claudia Dolagaray, Manuel Carrera y Gabriela Armentano participaron activamente durante los trabajos de campo.     Esta investigación forma parte del proyecto INCUAPA financiado desde 1995 por la Universidad del Centro de la Pcia. de Buenos Aires y ha sido también subsidiada por el CONICET (PIP Nro. 4721/1421/96) y por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Proyecto Nro. 04-00000-01566).

REFERENCIAS CITADAS

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