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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol.  n.3 Olavarría ene./dic. 2002

 

El Hombre Fósil de Miramar

Mariano Bonomo

Mariano Bonomo. CONICET-Departamento Científico de Arqueología, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, Argentina. E-mail: mbonomo@museo.fcnym.unlp.edu.ar

RESUMEN

En este trabajo se abordan los descubrimientos ocurridos durante las investigaciones arqueológicas en la localidad de Miramar en la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires durante las primeras décadas del siglo XX. Se analizan los hallazgos arqueológicos, sobre la base de la lectura de las publicaciones científicas, de documentos de archivo y a la consulta de los periódicos de la época.

A partir de los descubrimientos arqueológicos de Florentino Ameghino, la costa bonaerense se constituyó en un punto de interés, relacionado con el establecimiento de la antigüedad de la ocupación humana. Luego, se intensificaron las investigaciones en Miramar en un ambiente de fuertes polémicas, que incluyeron desde la defensa de la presencia humana en épocas terciarias al íntegro rechazo de los materiales por sospechas de fraude.

Las expediciones a Miramar fueron objeto de numerosas notas periodísticas. De esta forma el lector tomaba conocimiento de los descubrimientos que se efectuaban en el territorio argentino. Paralelamente al debate académico, existió otro ámbito público de discusión a través de los medios de comunicación. En estos artículos el tema del Hombre Fósil era alineado en los carriles de la cuestión nacional que ligaba la interpretación del pasado con los movimientos nacionalistas de ese momento.

ABSTRACT

In this paper, the discoveries that took place during archaeological investigations near the town of Miramar on the Atlantic coast of Buenos Aires Province during the first decades of the twentieth century are examined. These archaeological discoveries are analyzed based on the reading of the scientific publications, documents and the consultation of contemporary newspapers.

Beginning with the archaeological discoveries of Florentino Ameghino, the coast of Buenos Aires became of interest in relation to the establishment of the early human occupation. Subsequently, investigations at Miramar intensified in an atmosphere of strong polemic, which ranged from the defense of a human presence in tertiary periods to the complete rejection of the fossil finds on the grounds that they were frauds and forgeries.

The expeditions to Miramar were the subjects of numerous newspaper articles. As such, readers were made aware of the discoveries that were made in Argentinean territory. Paralleling the academic side of the debate, an environment for public discussion existed through the popular media and literature. In such reports, the ‘fossil man' topic was aligned along national lines, tying the interpretation of the past with the contemporary nationalist movement.

INTRODUCCIÓN

     A más de setenta años de producirse las primeras investigaciones arqueológicas en la localidad de Miramar en la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires, varios interrogantes aún permanecen abiertos. Un examen detallado y exhaustivo de la bibliografía publicada en las primeras décadas del siglo XX, ha sido realizado por Daino (1979). Este autor destaca los sucesos más significativos del desarrollo de las investigaciones en el litoral marítimo bonaerense, los hallazgos arqueológicos de mayor importancia, el levantamiento del Acta de 1914, las principales discusiones y sus protagonistas, las intervenciones de L. Parodi, la reunión de Tucumán de 1916 y la polémica de 1924.

     En este trabajo se analizan los descubrimientos arqueológicos de Miramar y su divulgación al resto de la sociedad, en base al relevamiento de los trabajos científicos, de documentos de archivo, como correspondencia, manuscritos, etc. y a la consulta de la prensa escrita de circulación diaria de la época. El estudio de este período de las investigaciones es complejo debido, entre otras causas, a las rivalidades personales entre los profesionales pertenecientes a diferentes nacionalidades y generaciones, a los intereses extra científicos involucrados; así como los cambios de opinión, replanteos y alejamiento del tema por parte de algunos protagonistas. El análisis de las distintas versiones periodísticas acerca de los objetos recuperados en la costa atlántica, es una vía interesante de aproximación, pues en ellas se irradia un lenguaje directo y fervoroso que refleja con claridad el estado de la cuestión. Además, la dimensión témporo-espacial de los diarios (Anderson 1991), brinda la posibilidad de contar con fechas puntuales que conducen al entendimiento de posturas y reacciones de los distintos participantes acerca de los polémicos hallazgos. Estas fuentes de diversa índole permiten comprender el problema de los descubrimientos de Miramar desde una perspectiva más amplia que traspasa el ámbito científico. Paralelamente al debate académico, existió otro ámbito público de discusión a través de los medios gráficos de comunicación. En estos artículos el tema del hombre terciario se articulaba con la construcción de una identidad nacional.

     La costa bonaerense se constituyó en un punto de interés, relacionado con el establecimiento de la antigüedad de la ocupación y los orígenes de la humanidad, a partir de los trabajos de Florentino Ameghino, cuyo enfoque se enmarcó dentro del evolucionismo de fines del siglo XIX. En una primera etapa, en base de sus trabajos en los alrededores de Luján, Ameghino(1880), sostuvo la coexistencia del hombre con los megamamíferos pleistocénicos en las pampas argentinas. Luego, se dedicó de forma intensiva a la clasificación taxonómica y al estudio comparativo de mamíferos extinguidos provenientes de la Patagonia y la Región Pampeana y planteó la presencia humana durante el período terciario en el territorio argentino (Ameghino 1889). En 1909, con la idea de un remoto pasado humano, Ameghino dio a conocer una serie de artefactos líticos hallados próximos a un gliptodonte en la costa bonaerense. Con este material, que difería de los recuperados en las planicies, Ameghino definió la "industria de la piedra hendida" (Ameghino 1910a). El alto grado de modificación que presentaban los artefactos costeros sometidos constantemente a la acción eólica, así como la forma poco estandarizada de los productos bipolares, junto con su aparente asociación con fauna extinta, contribuyeron a su caracterización de "primitivos" a los grupos humanos que ocuparon la costa atlántica.

En 1910, Ameghino visitó la localidad de Monte Hermoso, junto al antropólogo A. Hrdlicka y el geólogo B. Willis (ver Podgorny y Politis 2000). Esta localidad, a la que se recurría sobre todo en busca de materiales paleontológicos, fue visitada desde fines del siglo XIX por diversos investigadores y viajeros (e.g., Ameghino, Darwin, Claraz, Heusser, Moreno). Aquí recuperó una serie de lascas elaboradas en rodados de cuarcita que denominó "industria de la piedra quebrada" (Ameghino 1910b). La morfología del material recuperado lo llevó a considerar a ambas industrias costeras como diacrónicas, relacionándolas filéticamente con estadios evolutivos diferentes y atribuyéndoles una edad terciaria representando los vestigios más antiguos de la humanidad (Ameghino 1910b). Estas industrias conformaban la transformación progresiva de los conjuntos artefactuales y sus técnicas de manufactura a través de las épocas geológicas1.

     Durante estos trabajos también registró una serie de huesos fracturados en sentido longitudinal y "tierras cocidas" ubicados en el estrato Chapadmalense que interpretó como de origen antrópico (Ameghino 1909). Por otro lado, en la conferencia titulada La edad de la piedra, luego de argumentar el carácter antrópico de los objetos presentados, sugirió una serie de atributos que permitirían distinguir entre materiales arqueológicos antiguos y falsificaciones modernas, como también entre restos que se encuentran en posición primaria de aquellos intrusivos (Ameghino 1913). La presencia de materiales arqueológicos en sedimentos Chapadmalenses asignados al terciario y la posibilidad de fraude o de que los mismos no se encontraran in situ, serían centrales en las discusiones sobre los hallazgos de Miramar hacia fines de la década de 1910 y durante la de 1920.

     Como consecuencia de las ideas de Ameghino se generó un extenso período de discusiones que dieron lugar a distintas interpretaciones del mismo problema, la cronología de la ocupación humana del litoral bonaerense. Los objetos materiales recuperados en un mismo espacio físico, la costa, fueron sujetos a distintas explicaciones. En el ámbito local, F. Outes fue el primero en cuestionar las afirmaciones de Ameghino proponiendo una edad "neolítica" para los materiales costeros (Outes 1909). Como lo había hecho antes con la atribución de un origen natural a las "tierras cocidas", para el joven Outes estas discrepancias con Ameghino eran una vía para adquirir "visibilidad" en la comunidad científica argentina (Barros 2000). Las discusiones trascendieron las fronteras del país; los extranjeros que se opusieron a las ideas de alta antigüedad propuestas para la costa fueron los norteamericanos Hrdlicka, Holmes y Willis pertenecientes a The Bureau of American Ethnology (ver Meltzer 1983, 1985). Estos autores reconocieron dos industrias asociadas: black, que se correspondía con la "industria de la piedra hendida" y white compuesta por artefactos de cuarcita. Ambas industrias fueron consideradas sincrónicas, de no más de unos pocos siglos de antigüedad (Holmes 1912; Hrdlicka 1912).

     Antes de su visita a la Argentina, junto con Holmes, Hrdlicka se había dedicado a refutar toda evidencia que apoyara la idea de una gran antigüedad del poblamiento americano (e.g., el cráneo de Calaveras 1866-1907 - el hombre terciario de California, Vayson de Pradenne 1932). Estos autores rechazaron desde un principio la existencia de un Paleolítico Americano análogo al europeo, es decir, la hipótesis de la contemporaneidad entre el hombre y la megafauna cuaternaria (Willey y Sabloff 1974; Meltzer 1983). Los criterios científicos de certificación de los hallazgos en el campo, por parte de los investigadores, se establecían a partir de la publicación de Early Man in South America, donde Hrdlicka (1912) planteaba la necesidad de que el propio investigador efectuara la recolección in situ de los datos y, por lo tanto, esta tarea no debía quedar en manos de aficionados, coleccionistas o naturalistas viajeros (Podgorny y Politis 2000).

     Por su parte, el Padre J. M. Blanco, desde la revista católica Estudios (Blanco 1917a) y a través de una serie de conferencias (Blanco 1916) criticó de manera reiterada las propuestas de Ameghino, argumentando entre otras cuestiones, que su esquema evolutivo había sido formulado en forma previa a la obtención de la evidencia científica que luego lo sustentaría (ver también Imbelloni 1928: 154). Estas opiniones generaron la oposición de los defensores de la ideas de Ameghino (e.g., Vignati 1920), situación que se iba a agudizar con los descubrimientos de Miramar.

"REVELACIONES PREHISTÓRICAS. NUEVOS DESCUBRIMIENTOS DE AMEGHINO. UNA COMPROBACIÓN EXCEPCIONAL"2

     El tema del hombre terciario no era un problema que estuviera aislado del contexto científico mundial de la época. Esta cuestión venía siendo tratada en forma puntual desde fines del siglo XIX, durante los sucesivos Congresos Internacionales de Antropología y Arqueología Prehistóricas (1872, 1876, 1880, 1889) llevados a cabo en distintas ciudades de Europa. En estos congresos, la comunicación de los trabajos era seguida de extensas discusiones donde se designaban comisiones de especialistas que analizaban los objetos. Luego eran presentados los resultados del análisis de los materiales durante la reunión o en el siguiente encuentro. A diferencia de las mesas de trabajo de estos congresos, a principios del siglo XX en Uruguay se popularizaba la discusión desde un periódico local donde se acusaba de plagios al Dr. Schuller por atribuir con desacierto unos restos óseos al Hombre Fósil (El Día de Montevideo 22/8/1905). Con respecto a la Argentina, las controversias acerca del Hombre Fósil de Miramar del período terciario (Vignati 1922a) generó abundante bibliografía y tuvo una gran trascendencia. Mientras otros países abandonaron el tema, en el país siguió siendo discutido por algunos investigadores hasta la década de 1960 (como Schobinger 1961 y Vignati 1963) e incluso hasta fines de la de 1970, en la cual el hijo del Sr. Lorenzo Parodi (ver Daino 1979; Tonni et al. 2001), Rodolfo Parodi Bustos, seguía defendiendo los hallazgos del Hombre Fósil con una antigüedad de 2 millones de años, en su ponencia en el II Congreso Argentino de Paleontología y Bioestratigrafía (Parodi Bustos 1978).

     Luego de la muerte de F. Ameghino en 1911 se intensificaron las investigaciones en la costa atlántica, en un ambiente de fuertes polémicas (ver resumen de la discusión en Menghín 1957; Daino 1979; Politis 1988, 1995). Cabe destacar que del total de las publicaciones acerca de la arqueología de la Región Pampeana, entre 1911 y 1920 un 68% se refieren a la costa y entre 1921 y 1930 un 84%, declinando luego notoriamente (Figura 1). Entre los autores que participaron en esta polémica se destacan Carlos Ameghino (hermano de Florentino) (Ameghino 1915, 1918), Luis María Torres (Torres y Ameghino 1913), Joaquín Frenguelli (1927, 1936), Felix Outes (Frenguelli y Outes 1924), Alejo M. Vignati (1922a, 1923), Eric Boman (1919, 1921), José M. Blanco (1921), Antonio Romero (1915, 1918). Algunos de ellos (C. Ameghino, Frenguelli, Outes, Vignati) aceptaron la autenticidad de los nuevos objetos arqueológicos recuperados en diferentes puntos de las barrancas de la localidad balnearia de Miramar (Figuras 2 y 3). Este sector fue visitado en diferentes oportunidades por especialistas provenientes de diversas disciplinas, como geólogos, paleontólogos, zoólogos y botánicos. En la discusión también participaron coleccionistas, militares y clérigos con formación científica (eg., Blanco 1921; Romero 1915, 1918) que reaccionaron ante las suposiciones de otros autores que proponían una edad terciaria para los materiales arqueológicos de Miramar.


Figura 1. Número de publicaciones acerca de la arqueología de la costa bonaerense a lo largo del tiempo. Nota: los datos fueron tomados de Fernández (1982) y Vignati (1936-1941).


Figura 2. Bolas de boleadoras manufacturadas en hueso provenientes de los estratos Ensenadenses de Miramar.


Figura 3. Instrumentos con ápice aguzado elaborados en hueso en estado fósil provenientes de los estratos Ensenadenses de Miramar.

     Partiendo del problema de la antigüedad del hombre, como premisa principal de su trabajo, Luis María Torres junto a Carlos Ameghino (1913) recorrieron el litoral bonaerense en 1912 (Figura 4). Estas expediciones fueron solventadas por dos instituciones, la Universidad Nacional de La Plata y el Museo de Historia Natural de Buenos Aires y las colecciones recuperadas durante las tareas de campo fueron divididas entre este último y el Museo de La Plata3 [Acervo Histórico de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP (AHFCNyM), Actas del Consejo Académico, Tomo II 1914-1919]. En 1914, una comisión de geólogos fue invitada a Miramar por ambos museos nacionales para corroborar los hallazgos efectuados porTorres y Ameghino. Con motivo de esta visita se labró un acta en la cual se certificaba la autenticidad y la posición in situ de una serie de materiales arqueológicos recuperados en los sedimentos Chapadmalenses (AHFCNyM, ejemplar original, 18/11/1914). Lo cual significaba la revalidación de la hipótesis de la alta antigüedad de la ocupación humana, planteada por F. Ameghino, a lo que se le agregaba el aval dado por diferentes especialistas. Luego, en 1915, el geólogo S. Roth, que había cuestionado algunas afirmaciones geológicas y clasificaciones paleontológicas de F. Ameghino, realizó un sondeo próximo al lugar donde fue labrada el acta, recuperando un conjunto de artefactos, entre ellos un tiesto cerámico, que fueron asignados al Chapadmalense (ver Menghín 1957).


Figura 4. Excavación del Túmulo de Malacara efectuada por L. M. Torres y C. Ameghino (AHFCNyM).

     Más tarde, C. Ameghino (1915, 1918, 1919a y b) junto con otros seguidores de las ideas de Florentino, continuaron con las tareas en los alrededores de Miramar. Para estos trabajos, fueron enviadas nuevas comisiones de especialistas, ajenos a las investigaciones, con el objeto de certificar los hallazgos en el campo. En sus publicaciones, Ameghino (1915, 1918, 1919a) dio a conocer una serie de descubrimientos atribuidos a una edad terciaria, es decir de alrededor de 2 millones de años antes del presente. En 1915 comunicó el hallazgo de un fémur de toxodonte con una punta de proyectil clavada, confeccionada en cuarcita4 (Ameghino 1915). El tema de los materiales de Miramar fue tratado en la Primera Reunión Nacional de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales realizada en Tucumán en 1916, donde se aceptó la autenticidad de los artefactos procedentes del estrato Chapadmalense presentados por C. Ameghino (1919a) -(entre ellos, una porción de columna vertebral de un mamífero extinguido con dos puntas de proyectil clavadas). Allí se generó una extensa discusión sobre la edad de los depósitos que contenían los materiales arqueológicos donde, sin llegar a un acuerdo, se sugirió la intensificación de los estudios geológicos con el fin de esclarecer la antigüedad de los mismos (Actas de la Sección Paleontología 1919). En este sentido, C. Ameghino afirmaba que la resolución del problema del hombre terciario "... contribuirá a dar más lustre y más gloria a nuestro país y nuestra raza." (Ameghino 1919a: 165). En dicha reunión C. Ameghino y M. Doello Jurado rechazaron la comunicación enviada por el zoólogo F. Lahille, que ponía en duda estos hallazgos controvertidos (Boman 1921).

     Es importante remarcar que casi la totalidad de los descubrimientos estudiados hasta este momento por C. Ameghino fueron efectuados por el Sr. Lorenzo Parodi (Figura 5), quien antes había colaborado con Florentino (Faggioli 1908). Parodi fue encargado durante más de diez años por el Museo de Historia Natural de Buenos Aires de la exploración y vigilancia de los sitios de los acantilados de Miramar (Daino 1979). Durante elperíodo de los años 1914-15 también recibía un sueldo del Museo de La Plata para efectuar trabajos de campo en la zona costera (AHFCNyM, L. Parodi a M. Barrios, cartas, eg., 14/6/1914 y 3/2/1915). Parodi, descubridor de los yacimientos de Miramar (uno de los sectores fue denominado Barranca Parodi), realizaba las tareas de descubrimiento, extracción de objetos y envío al museo, donde eran depositados en las denominadas "Colecciones de Paleontología Humana". Además de su salario como colector de materiales para el Museo de Historia Natural, Parodi explotaba de modo personal el sector arqueológico con fines comerciales. En la temporada estival llevaba a turistas a las barrancas donde eran recuperados los restos, allí les indicaba los puntos donde debían excavar para llevarse un souvenir del hombre terciario (Blanco 1921). Estos datos llevaron a poner en duda la figura de Parodi y la autenticidad de los hallazgos efectuados por él, dado que podría haber empleado la misma estrategia tanto con turistas como con científicos que visitaban la zona. A causa de las sospechas de fraude que comenzaron a surgir, en las publicaciones posteriores se explicitaba el grado de intervención de Parodi, ya sea en el descubrimiento o en la extracción de los nuevos hallazgos y se remarcaba la participación de otros especialistas durante estas actividades (Daino 1979). En 1924 Parodi fue trasladado al Museo de Buenos Aires y en coincidencia con su alejamiento del sector costero, los reiterados descubrimientos arqueológicos dejaron de aparecer en Miramar (Tonni et al. 2001: 61-62).


Figura 5. El Sr. Lorenzo Parodi en el "yacimiento paleolítico" de Punta Hermengo en Miramar (AHFCNyM)

     Con los objetos de las barrancas de Miramar se incrementaba la base empírica para resolver el problema del Hombre Fósil en la Argentina. En este sentido, Ameghino (1919b) afirmó de forma contundente la existencia en las pampas argentinas del Homo sapiens con anterioridad, más antiguo y evolucionado que en Europa: "... estos hechos sorprendentes, sumados a muchos otros... indican que en una época remotísima, durante la cual Europa estaba todavía sumergida en la barbarie primitiva, esta parte del continente sudamericano estaba habitada por una raza humana superior ..." (Ameghino 1919b: 563). Estos hallazgos revelaban que en tiempos muy lejanos el territorio argentino había sido la cuna de un grupo humano que habría evolucionado independientemente y sin contactos con otros procesos de hominización extra-americanos. En consecuencia, se intentaba conectar la creatividad y los adelantos del hombre terciario con el aparente futuro progreso del país.

"EL AMEGHINISMO. CHARLATANERISMO ANTICIENTÍFICO E INDUSTRIALIZACIÓN MAQUIAVÉLICA. LA PALABRA DE LOS HOMBRES DE CIENCIA"5

    En oposición a los investigadores que defendían una antigüedad terciaria de la ocupación humana en la costa bonaerense, otros autores plantearon la posibilidad de que los materiales no se encontraran in situ. Esta idea fue sostenida por primera vez por el teniente coronel A. Romero, defensor de las ideas de F. Ameghino y disertante en el "Funeral Civil de homenaje á la memoria del sabio naturalista Dr. Don Florentino en La Plata" (1911). Este autor bautizó el tema, desde la prensa periódica, como la "farsa de Miramar". Así, Romero caracterizaba a los alrededores de Miramar como la "Meca ... donde concurren tantos ‘fervientes devotos' de la obra del maestro ... en constante peregrinación" (Romero 1918: 11). Por su parte, E. Boman propuso una edad cuaternaria para los materiales recuperados en Miramar, al igual que Bonarelli (1918) y Romero (1918), remarcó la similitud entre los hallazgos del Chapadmalense con los materiales recuperados en superficie y en los estratos superiores de la Región Pampeana (Boman 1919). En este sentido, explicitó su desconfianza con respecto al desempeño de L. Parodi como empleado del museo en la Revista Chilena de Historia y Geografía (Boman 1921; ver también Archivo Fotográfico/Documental Museo Etnográfico "J. B. Ambrosetti", FFyL, UBA (AFDME), E. Boman a director del diario Del Plata, carta, 7/12/22). A medida que se incrementaban las críticas, tomó una posición más sólida que influenció en el cambio de opinión e incluso el alejamiento del tema de algunos investigadores.

    Asimismo, el antropólogo físico francés M. Boule, investigador del Museum d' Histoire Naturell de París y director del Institute de Paleontologie Humaine de Francia, discutió y rechazó los restos humanos de edad remota recuperados en el litoral atlántico. En su libro Les Hommes Fossiles, Boule (1921) recalcó la escasez de material lítico tallado en estos contextos y la naturaleza aislada de los hallazgos, como también que gran cantidad de dichos objetos podrían deberse a fracturas producidas por agentes naturales. A su vez, afirmó que los materiales no estaban in situ y sugirió la posibilidad de fraude con respecto a la presencia de artefactos líticos incrustados en el fémur y las vértebras de mamíferos extinguidos. Boman (1921) sostuvo la imposibilidad de que estas sociedades se hayan mantenido "fosilizadas" desde el período terciario hasta edades más modernas. A esto se le agregaba la presencia de bolas de boleadora confeccionadas por alisamiento y pulido, técnica asociada a tiempos tardíos del neolítico europeo. Por tanto, se planteó que estos hallazgos traían implícito un inaceptable "estancamiento" de la cultura material que se habría mantenido estática desde el terciario o inicios del cuaternario hasta períodos históricos (Frenguelli 1927). La autoridad y el prestigio internacional de Boule se convirtieron en uno de los golpes más fuertes que recibieron los defensores de los materiales de Miramar.

     A lo largo de sus exploraciones geológicas del sector costero, Frenguelli (1920) modificó el esquema cronoestratigráfico ameghiniano y asignó una edad cuaternaria (Pleistoceno temprano) a los depósitos donde fueron recuperados los materiales de Miramar. Según esta afirmación, que no ponía en duda la posición primaria de los objetos, toda la evidencia arqueológica recuperada hasta ese momento en Miramar no pertenecía al terciario.

    En 1924, Aparicio, Frenguelli e Imbelloni realizaron una extensa investigación en la costa atlántica bonaerense. El fin de este viaje era correlacionar los estudios de los dos puntos polémicos de la costa bonaerense, Miramar y Monte Hermoso, para esclarecer la naturaleza de los hallazgos de la zona. Como resultado de estas actividades fueron publicados una serie de trabajos. El primero de ellos llevó a que la comunicación presentada por Frenguelli y Outes (1924) en la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales se prolongara por tres días, durante los que fueron discutidas cuestiones geológicas y arqueológicas de los restos culturales de Miramar. Los participantes de estas reuniones seguían de cerca la bibliografía sobre los descubrimientos de edades tempranas que se daban en el mundo, desatando una fuerte polémica con otros investigadores. A esto se le sumaba el cuestionamiento de la participación extranjera en las problemáticas científicas locales (Frenguelli y Outes 1924; ver también Podgorny 1997). En estas sesiones quedó explícito el marcado enfrentamiento entre los defensores y detractores de los materiales costeros con los cuales estaba asociada la figura de F. Ameghino.

     El estado de las investigaciones en la costa hasta ese momento quedó reflejado en este debate, donde el enfrentamiento más marcado entre las diferentes posturas estaba dado por la aceptación o el rechazo de los hallazgos de Miramar y, en segundo término, por la adscripción temporal de los sedimentos en que se encontraban los materiales (Bonarelli, en Frenguelli y Outes 1924). Resumiendo, las explicaciones sobre el mismo conjunto de elementos materiales diferían en la interpretación de su cronología y autenticidad. En este sentido pueden distinguirse cuatro posiciones:

     1- La primera posición afirmaba la validez de los materiales arqueológicos del litoral y apoyaba la idea de la presencia de un antecesor del hombre en el terciario pampeano. Dentro de esta corriente se reunía un grupo de científicos del Museo de Historia Natural de Buenos Aires, entre los que se encontraban Ameghino (1915, 1918, 1919a), el geólogo De Carles (1918), Zeballos (1920), Senet (1921), Vignati, en sus primeros trabajos (1922b, 1923), Castellanos (1923) y L. Kraglievich (en Frenguelli y Outes 1924). Esta fue la postura más criticada por especialistas de diferentes nacionalidades y disciplinas, razón por la cual fue abandonada, salvo algunas excepciones, como el caso de los investigadores ameghinianos Castellanos (1937) y Rusconi (1959), que mantuvieron su posición aún con diferentes líneas de evidencia negativas y la mayoría de la comunidad científica en desacuerdo.

     2- La segunda postura también sostenía que los materiales estaban in situ, que presentaban semejanzas con los del musteriense del paleolítico medio europeo y se proponía una edad del cuaternario temprano para los mismos (Frenguelli 1920, 1934, 1936; Frenguelli y Outes 1924; Vignati 1939). De este modo se separaban del controvertido problema del hombre terciario presente en las publicaciones.

     En cambio, algunos investigadores rechazaron los hallazgos de Miramar, se planteó que los artefactos no estaban in situ. En este sentido, las críticas tomaron dos rumbos principales que caracterizaron a la tercera y cuarta posición:

    3- La tercera posición sostenía que, dada la edad terciaria asignada a los depósitos, los materiales serían intrusivos, es decir, que se habrían desprendido de sedimentos de menor antigüedad generando una mezcla de materiales recientes con restos faunísticos del terciario. En otras palabras, otros autores proponían que los artefactos se habrían depositado después de la formación del depósito que los contenía. Esta idea fue apoyada por Romero (1915: 14), Boman (1919, 1921), Outes, en un primer momento, Kantor (en Frenguelli y Outes 1924) y Boule (1921). No obstante, es interesante destacar que la mayoría de los investigadores que visitaron la localidad y participaron en la extracción de los materiales se opusieron a esta crítica.

     4- La cuarta variante dirigía sus sospechas a L. Parodi (Daino 1979). Se sostuvo su intervención en falsificaciones y fraudes, se conjeturó que habría incrustado en los perfiles materiales arqueológicos auténticos y otros enteramente fabricados, asociando materiales recientes con materiales faunísticos antiguos. Quien creía encontrarse frente a un engaño era el geólogo italiano G. Bonarelli (1918) (Frenguelli y Outes 1924), proponiendo que los materiales podrían haber sido introducidos artificialmente en agujeros preparados en la barranca y a su vez desechaba algunos objetos considerándolos de origen natural. El declarado antiameghiniano Padre J. M. Blanco, al visitar el sector de los hallazgos junto con Parodi, confirmó las sospechas que había sobre estos materiales costeros en el Museo de La Plata. Blanco (1921) afirmó que la persona que contratara los servicios de Parodi para recorrer los acantilados y excavara donde Parodi le indicaba, hallaría los materiales arqueológicos del terciario.

    En el Museo de La Plata se efectuó una imitación del fémur de toxodonte flechado, incrustando un artefacto lítico en la misma posición en un fémur de la misma especie con el mismo estado de fosilización. Por consiguiente, esto mostraba la factibilidad de falsificación del fémur de Miramar (Boman 1921). A esto se le sumaba el hecho de que Parodi en una ocasión reconoció después de un tiempo de la extracción un fragmento de sílex con una fractura fresca, de haberlo introducido hacia el interior del perfil, argumentando que estaba por desprenderse (Boman 1921); y el hallazgo en las barrancas de una bola que poseía musgos adheridos en su superficie (Daino 1979). Asimismo, existe la posibilidad de que dado el gran tamaño de los elementos recuperados, sólo hayan sido enterrados objetos que por su volumen fueran fácilmente localizados (Tonni et al. 2001: 60).

     De esta manera, es interesante el trabajo de Vayson de Pradenne (1932) con respecto a las distintas clases de fraudes ocurridos en la arqueología mundial. Este autor describió una serie de pasos comunes por los cuales atraviesa una situación de este tipo, como las dudas con respecto a la participación de personas sin instrucción científica, la intervención de comisiones de especialistas para certificar los materiales, las controversias caracterizadas por ataques y contra ataques y la apelación a los sentimientos del público. Así pues, este investigador sostuvo que los fraudes más perfectos y difíciles de descubrir eran aquellos en que luego de enterrar las piezas, se conduce al lugar a los investigadores para que ellos mismos extrajeran los materiales con sus propias manos (Vayson de Pradenne 1932; ver también Griffin et al. 1988).

    En relación a lo anterior, pueden remarcarse varios puntos negativos para la aceptación de los materiales de Miramar: 1- la naturaleza aislada de los hallazgos provenientes de depósitos sedimentarios de gran antigüedad, en los cuales durante los trabajos paleontológicos y geológicos que se realizaron a continuación de este período no fueron recuperados materiales arqueológicos, 2- la imposibilidad de asociación de fauna extinta con alfarería, 3- el aspecto dudoso de algunos ítems presentados como producto de la acción antrópica (ver Ameghino 1918: láminas I, II), 4- la presencia de artefactos manufacturados con morfologías y materias primas no registradas en la actualidad en el registro arqueológico pampeano, 5- la falta de condiciones claras de los descubrimientos quitando la posibilidad de verificar su contexto de asociación, junto con los testimonios controvertidos brindados por los diferentes investigadores que participaron de los hallazgos. Por lo tanto, todos estos puntos conducen a la caracterización de la gran mayoría de los materiales recuperados en la localidad de Miramar como un fraude científico (ver también Tonni et al. 2001).

     A partir de este momento, las diferentes posturas quedaron divididas sin llegar a un acuerdo. A medida que fue transcurriendo el tiempo fueron disminuyendo los estudios en esta zona (Figura 1) donde llamativamente no se llevó a cabo ningún tipo de excavación ni se siguió cuestionando la autenticidad de los hallazgos. Solo Vignati, Frenguelli, Castellanos y Rusconi siguieron defendiendo los materiales de Miramar. El peso de este debate marcó el desarrollo ulterior de las investigaciones en la costa bonaerense.

     Más tarde, de Aparicio (1932) sostuvo que todos los hallazgos superficiales efectuados en la costa atlántica bonaerense correspondían a industrias tardías. Por su parte, J. Imbelloni (1928) también propuso que la ocupación indígena de la costa era reciente aunque no tan tardía como lo afirmara Hrdlicka (Hrdlicka 1912). En cuanto a J. Frenguelli (1927, 1934, 1936), continuó con las investigaciones en la costa. Ya con Parodi alejado de Miramar, Frenguelli dio a conocer dos hallazgos en el Chapadmalense: un instrumento lítico y una bola. Al igual que Vignati (1939), mantuvo la idea de que las edades de Ameghino debían rejuvenecerse a los inicios del cuaternario. Alejándose de sus primeros trabajos en defensa del hombre terciario, Vignati (1939) con ideas próximas a la escuela histórico cultural, propuso que la ocupación del litoral bonaerense se habría dado en cuatro períodos por diferentes "razas" (una forma usual, en ese momento, de referirse a los grupos humanos con características físicas particulares a los cuales se les asociaba una determinada cultura material, ver Bonomo 2000). Más adelante, Vignati (1963), en un trabajo autocrítico, reconoció la posibilidad de que los materiales de Miramar no estuvieran in situ, ya sea a causa de la acción de agentes naturales o por fraude. De todas maneras, cabe agregarse que durante este período, el tema del Hombre Fósil fue considerado como tema oficial en la sesión plenaria del XXV Congreso Internacional de Americanistas (La Plata-Buenos Aires 1932).

"... OJALÁ PUDIÉRAMOS CELEBRAR TAMBIÉN EL CENTENARIO DE NUESTRA INDEPENDENCIA CIENTÍFICA Y ECONÓMICA!"6

     Durante la década del '10 y principios de la del '20, las expediciones científicas de la costa fueron objeto de numerosas notas periodísticas en diarios y revistas de Buenos Aires y La Plata (Figura 6). Los periódicos que dieron mayor difusión a los descubrimientos de Miramar fueron: La Prensa, La Nación, El Diario, El Pueblo y La Razón. Tanto La Nación como La Prensa eran las organizaciones periodísticas más grandes, modernizadas y de mayor tirada diaria. El diario independiente La Prensa, poseía una tirada de 180.000 ejemplares en el año 1914 y de 235.000 en 1927. Este diario, junto con La Nación, representaba la línea liberal conservadora de la clase gobernante. Este último se centró en la discusión a fondo de los problemas nacionales, este periódico distribuido en Buenos Aires, tuvo una tirada de 160.000 ejemplares en la década del '40. El vespertino El Diario era una periódico cultural que abogaba por los valores nacionalistas que a menudo mantenía polémicas con otros diarios. En el año 1900 se editó por primera vez el diario religioso El Pueblo, representante de la opinión católica, que analizaba la información con una mirada desde la ética. La Razón era un diario de noticias de interés general, donde se exaltaban los progresos y el crecimiento del país. También, los magazines informativos como Caras y Caretas, PBT, concentrados en los lectores urbanos, graficaban sus notas con abundante material fotográfico (Beltrán 1943; Fernández 1943; Ford y Rivera 1990; Ulanovsky 1997). Estos, junto con otros medios, describieron los objetos arqueológicos recuperados y difundieron los debates más allá del círculo de especialistas. De modo que la polémica con relación a los hallazgos costeros traspasó el ámbito de reuniones científicas, laboratorios y bibliotecas para instalarse en la actualidad periodística.


Figura 6. Titulares de los artículos periodísticos publicados en La Prensa del 5/12/20 (arriba), El Argentino del 29/4/20 (en el centro) y El Pueblo del 7/1/22 (abajo).

     Los hallazgos de F. Ameghino atribuidos al hombre terciario habían sido dados a conocer en varias oportunidades por el diario La Nación (por ejemplo La Nación [LN] 4/3/1887, LN 6/8/1887, LN 9/12/1908) en algunos casos antes de que los artículos científicos sean publicados o como reseña de los mismos. De esta forma, el lector participaba de los recientes descubrimientos que se efectuaban en el territorio argentino. Con posterioridad, se denominaba a los "espectaculares" hallazgos de Miramar como "la cuestión suprema" (LN 22/11/1914); por el contrario El Diario caracterizaba a los conflictivos descubrimientos como una "farsa ridícula y antipatriótica" (El Diario [ED] 19/4/1920) y El Pueblo titulaba los artículos referidos a estos hallazgos como "La farsa de Miramar" (El Pueblo [EP] 12/4/1922).

     Los titulares a favor de los hallazgos del hombre terciario eran elocuentes, por ejemplo en El Argentino, órgano del anterior Partido Nacional y defensor de los valores del patriotismo (Beltrán 1943; Fernández 1943), se enunciaba: "El hombre fósil de Miramar y la afición al macaneo. Réplica a una sarta de disparates" (El Argentino [EA] 24/4/1920, Figura 6) firmado por un Ameghinófilo; en otros medios, donde se consideraban los hallazgos como un fraude, se intentaba esclarecer los hechos a fin de restablecer la confianza internacional en la ciencia del país: "El hombre terciario de Miramar. Es necesario para el honor del país que termine la farsa de su hallazgo" (ED 19/4/1920). Hay que tener en cuenta que para ambas posturas era un problema patriótico. En efecto, tanto para los defensores como para los detractores de los hallazgos de Miramar en particular y del ameghinismo como doctrina en general, era una cuestión nacional. Estos artículos eran escritos por los propios investigadores que utilizaban la vía de la prensa para difundir sus estudios, por periodistas profesionales y otros eran anónimos7, agregando así mayor controversia al tema. En lo que se refiere a los medios de comunicación, no sólo participaron de la difusión masiva de los descubrimientos sino también en la organización y dirección de expediciones a la costa para obtener material gráfico (e.g., Dr. J. A. Cortegarena del diario La Razón, en Zeballos 1920). En consecuencia, a las fuertes oposiciones académicas e institucionales se les sumaban la presión ejercida por la prensa local y la competencia para captar lectores entre los distintos medios.

     A partir de las noticias de los "extraordinarios" descubrimientos de la costa bonaerense se buscaba sorprender y atrapar al lector urbano. Como se ha dicho, la reaparición en escena del hombre terciario es producto de las expediciones arqueológicas de Torres y Ameghino en 1912. En el diario La Nación (1/12/ 1913) se daban a conocer los hallazgos de estos investigadores como "Una revelación antropológica. Descubrimiento Sensacional" y en La Prensa [LP] (24/ 10/1914) se exclamaba que los descubrimientos en los acantilados de Miramar comprobaban las "predicciones" de F. Ameghino. Hacia fines de 1914, a pocos días de que se firmara el Acta en la ciudad de La Plata, que certificaba la posición primaria de los materiales, se presentaba en la prensa una "revelación concluyente": el fémur de toxodonte flechado. Esta nueva evidencia era considerada una prueba definitiva de la "remotísima antigüedad" del hombre en "territorio argentino, comprobatoria de su origen en este suelo" (LN 27/12/ 1914) y un golpe definitivo a aquellos que pusieran en duda los descubrimientos anteriores. De esta forma, se afirmaba "...si hubiera algún espíritu retardado o incrédulo... [con esta nueva evidencia] tendrá que rendirse..." (LN 22/11/1914). Este descubrimiento también fue reseñado en la revista Nature (7/1/1915) de Londres. Además, desde el Museo de Historia Natural de Buenos Aires se enviaron calcos de la pieza al Royal College of Surgeons de Londres (Giacchino 2000). Posteriormente, se realzaba el caudal arqueológico dela localidad de Miramar "... se trata de un yacimiento abundantísimo inagotado aún, de tal riqueza que todo el que vaya allí puede excavar y sacará fósiles, armas e instrumentos en abundancia, como viene sucediendo desde hace tiempo: el suelo de Chapadmalal manantial inextinguible de pruebas de todo género, de que el hombre terciario, de las capas bajas de esa era habitó toda la costa de la prov. de Bs. As." [Y se caracterizaban los conjuntos artefactuales como] "... industria de aquellos hombres primitivos de Chapadmalal - que fueron los más antiguos habitantes del globo que se tenga memoria ..." (LN 3/5/1916).

     Por el contrario, Romero (1915, 1918) publica una serie de columnas en El Diario desacreditando los objetos recuperados en Miramar (e.g., 13/12/1920). Este autor en su trabajo crítico acerca del fémur flechado ya había acusado a C. Ameghino y L. M. Torres de manipular a los diarios de la Capital Federal en su beneficio personal y cuestionaba la gestión de C. Ameghino en los Anales de la Sociedad Científica Argentina. Por su parte, C. Ameghino homenajeaba en los Anales del Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires al redactor científico de La Nación, Sr. Carlos Gutiérrez con motivo de la divulgación de los descubrimientos de la ciencia nacional (Ameghino 1915: 436). En cuanto a L. M. Torres, en una entrevista concedida a La Razón en 1915 se desentiende de los nuevos hallazgos remitiéndose sólo a lo escrito en el Acta de 1914 (La Razón [LR] 5/8/1915). En este mismo periódico, F. Outes declaraba en 1916 que la información aún no era suficiente para aceptar la existencia del hombre terciario en la costa bonaerense pues debían intensificarse los estudios en vistas a que este interesante problema no fuera "manoseado" y no cayera en el "ridículo" (LR 11/5/1916). Asimismo, Boman cuestionaba el desempeño de L. Parodi durante el transcurso del año 1918, remarcando que sólo había enviado tres piezas al Museo de Historia Natural, por lo cual considerando el sueldo de Parodi, estas le costaron al gobierno 4200 pesos (AFDME, manuscrito, Interinato de A. F. Péndola y C. Ameghino 1917-1922). En El Diario (11/2/1921) se reseñaba el libro de M. Boule y se aprovechaba la ocasión para atacar los hallazgos del terciario. Boman pedía cautela con relación a Miramar en los medios gráficos (LN 23/4/1922), razón por la cual Frenguelli respondió rápidamente criticando sus argumentos en un artículo publicado en La Capital de Rosario (25/4/1922). Luego, Antonio Serrano escribiría una nota en defensa de Boman en las páginas del periódico La Acción de Paraná (4/6/1922).

     En definitiva, las disputas públicas en los periódicos se sumaban a las de las publicaciones científicas de la época donde los conflictos entre investigadores e instituciones eran explícitos. En estas revistas especializadas se observa cómo distintos autores citan y transcriben las notas periodísticas, empleadas como fuente bibliográfica para discutir la evidencia de la costa y, en algunos casos, los contenidos de estos artículos de diario eran motivo de réplicas (en particular las polémicas entre Blanco y Castellanos, Blanco 1917b y entre Vignati y Romero, Vignati 1919).

     El Museo de Historia Natural de Buenos Aires, bajo la dirección de C. Ameghino, centralizó las investigaciones de la costa en este período. A. F. Péndola y C. Ameghino, directores interinos del museo durante 1917-1923, fueron acusados por Boman (AFDME, manuscrito, Interinato de A. F. Péndola y C. Ameghino 1917-1922) de manipular tanto los fondos asignados para los viajes de campaña como los puestos de trabajo en el museo, reservando estos beneficios para un círculo cerrado de personas que defendían su línea de pensamiento, es decir, para Kraglievich, Vignati, De Carles y R. Parodi Bustos8. Estas podrían ser algunas de las causas por las que existe un gran desequilibrio entre la cantidad de publicaciones en el país de los defensores de los materiales de Miramar (N=32) con respecto a la producción de sus detractores (N=5). Mientras que en el extranjero, la situación está equilibrada (Tabla 1), reflejando un marcado rechazo en el ámbito local a los argumentos opuestos a los hallazgos de Miramar. A su vez, se observa una competencia por acaparar los escasos recursos económicos y centralizar el dominio de la recolección de los objetos materiales que engrosarían las colecciones de los museos. Desde El Pueblo se denunciaba cómo los yacimientos de Miramar se constituían en un territorio exclusivo:

"... los medios empleados para conservar el monopolio de los ‘hallazgos' de Miramar, el ‘ocultismo' de su origen y la prestidigitación en la maniobra son ya viejos. Desde hace varios años, don Carlos Ameghino aconseja a las personasque deseaban visitar aquella ‘mina', se hicieran conducir por determinada persona, pues de lo contrario: no hallaría nada.". "...Más tarde se solicitó del ministerio que declarara las famosas barrancas bajo la vigilancia única del Museo, lo que acaban de conseguir por decreto del P.E., y por último, aquello se ha convertido en un feudo del representante de dicho museo". Además se agregaba que dicho "...museo se halla en manos de los interesados en explotar la ‘mina' en su beneficio, hoy son otros los dueños del negocio..." (EP 7/1/1922 , ver también la nota del 12/4/1922).


Tabla 1. Distribución de las publicaciones acerca de los materiales arqueológicos de Miramar.

     Debido a la factibilidad de que otros investigadores pudieran acceder a los lugares puntuales donde eran recuperados los materiales, en muy pocas oportunidades eran dados a conocer con su localización exacta o directamente se negaba la posibilidad de visitarlos (Romero 1915).

     El diario La Nación resumía el debate científico con dos términos: Ameghinismo y Ameghinofobia (LN 24/7/1917). Las discusiones sobre la autenticidad y edad de los materiales de Miramar estaban unidas a la construcción de la figura de F. Ameghino. Por tanto, a la controversia de los descubrimientos, se le añadía la manipulación de la imagen del "sabio argentino" por los partidos políticos y la fuerte oposición de un sector de la iglesia católica (Podgorny 1997). En consecuencia, Boman afirmaba que los afiliados al partido Socialista eran ameghinistas porque sus adversarios, los católicos, eran contrarios a estas ideas (AFDME, manuscrito). En este sentido, Blanco (1916) discutía, a partir de bibliografía especializada, las ideas de Ameghino en el momento en que los socialistas intentaban apropiárselo como símbolo. En este momento, tanto la iglesia como los socialistas de la provincia de Buenos Aires estaban compitiendo por el reclutamiento para sus filas del mismo sector poblacional, la clase obrera ilustrada, en la cual el rechazo o la defensa de Ameghino como ícono nacional tuvieron un rol central (Podgorny 1997). Boman (AFDME, manuscrito) descalificaba a los seguidores de F. Ameghino, considerando que la defensa de sus ideas era utilizada para conseguir empleo, así como para hacerse populares y, a su vez, que "El ameghinismo es un fenómeno curioso de auto sugestión colectiva que ha contagiado un público numeroso." [Y agrega] "Los propagadores de las ideas del ameghinismo son generalmente intelectuales que carecen de preparación y energía para hacerse conocer por medio de trabajos propios." Con respecto a lo anterior, Podgorny (1997) remarcó el hecho de que luego de la muerte de F. Ameghino, su biografía y no necesariamente sus hipótesis científicas, se constituyó en objeto de culto. El ameghinismo incluía los elogios al sabio, al "santo laico" y su transformación en un símbolo de argentinismo por la clase intelectual nacionalista del país (i.e., Ingenieros, Rojas, Lugones). De esta manera, es sugestiva la carta que el antropólogo y médico italiano Enrico Morselli9 envía a Boman (AFDME, E. Morselli a E. Boman, carta, 28/1/17). Este autor, expresó su admiración por F. Ameghino, como lo había hecho en un principio en la correspondencia que mantenía con él (Morselli 1909), pero que nunca aceptó sus propuestas y lo acusa de ser el "... creador de aquel falso movimiento psicológico y filosófico que llamaré argentinismo (análogo al germanismo)" y agrega que "...los descubrimientos de Ameghino están impregnados de personalismo los restos no son ni humanos, ni terciarios ... ¡y mientras tanto los Argentinos le están por erigir una estatua!"10. Morselli comparaba las tendencias nacionalistas en la Argentina y Alemania. El argentinismo que unía las aspiraciones de una independencia económica con una exaltada y confusa personalidad nacional se semejaba con la doctrina germánica que promovía el patriotismo exacerbado como valor supremo y el destino imperial que darían forma al movimiento nacionalista de la Alemania de posguerra (De la Vega 1983).

     Cabe destacar la trascendencia internacional que tuvieron, en un primer momento, los hallazgos de materiales arqueológicos ocurridos en la costa bonaerense (Le Soir de Brusellas 9/12/1913; LN 18/1/1914, 15/2/1915, 1/4/1919; Nature 7/1/1915). Estos descubrimientos atrajeron al país a distintos científicos del exterior, como también se solicitó el esclarecimiento de la problemática desde Chile (Boman 1921, EP 7/1/1922) y Ecuador (Fernández 1982; LN 20/8/1922). Diferentes investigadores, luego del análisis de los restos recuperados y/o de visitas a la costa, se mostraron escépticos con respecto a los hallazgos. Entre ellos se destacan, además de los ya citados, Hrdlicka, Holmes y Willis (Hrdlicka 1912) de Estados Unidos, vos Ihering (Zeballos 1920) de Brasil, Boule (1921) y Rivet (1939) de Francia, el padre Obermaier (1932) y Pericot García (1961) de España, Gijón y Caamaño (Fernández 1982) de Ecuador, Laval (Boman 1921) de Chile, entre otros. Estos autores rechazaron desde un principio las ideas de alta antigüedad propuestas. Esto contribuyó al descrédito internacional de los hallazgos de la costa bonaerense. Como consecuencia, se generó cierta rivalidad y rechazo de los investigadores del país (i.e., nosotros) hacia los extranjeros (i.e., ellos), equiparándose las fronteras nacionales con fronteras científicas. En relación con este punto, Outes remarcaba la fructuosa participación extranjera en la institucionalización de la ciencia en el país y denunciaba la existencia en el ámbito científico de un nacionalismo con tintes de "... xenofobia, acentuada, por veces, con la amenaza moreiresca o el desplante arrabalero." (Frenguelli y Outes 1924: 339). En general, los trabajos publicados en el Journal des Americanistes de París referentes a estos hallazgos, figuraban como notas en los apartados de varios, críticas y novedades, ocupando un lugar periférico en la discusión sobre la arqueología americana que se daba en Francia. El escepticismo foráneo era interpretado como una maniobra para encubrir la evidencia del origen "argentino" de la humanidad. En este sentido, es relevante la nota de P. Besson, donde criticaba la no-admisión de los extranjeros en los problemas nacionales y planteaba que si todos los países mantuvieran esta postura "Habría tantos [hombres fósiles] autóctonos cuantas hay naciones..." (El Tiempo [ET] 29/4/1913): "Pretender contrarrestar la campaña que en contra de las hipótesis se hace en Europa, en nombre del nacionalismo argentino o contra los sabios ‘extranjeros', es olvidar que las ciencias naturales son universales y en este caso, humanas y filantrópicas" (ET 29/4/1913). No obstante, con motivo de una de las tantas excursiones a la costa, desde la prensa se exaltaba: "El resultado de la misión es, pues, trascendental, constituyendo un honor para nuestro Museo [de Historia Natural de Buenos Aires] llevar tan adelante el trabajo científico argentino, hoy que la ciencia está paralizada en Europa" (LN 7/6/1914). Aquí se hacía referencia a la repercusión de la Primera Guerra Mundial que había perjudicado o detenido los trabajos de investigación en algunas partes de Europa, lo cual llevó a que se interrumpieran o se mantuvieran de forma intermitente las redes de conexiones que se venían forjando desde los inicios de la institucionalización de las prácticas científicas en la Argentina. Esta coyuntura era vista como una oportunidad para el desarrollo local de una ciencia nacional que reivindicaría la figura de "profeta científico" de F. Ameghino (Podgorny 1997, Farro y Podgorny 1998). Además, coincidía con la consolidación de una clase de científicos locales que podían llevar a cabo esta tarea sin depender de investigadores extranjeros como había ocurrido en tiempos anteriores (García y Podgorny 2000).

     Como se ha visto, en forma paralela al debate académico, existió otro ámbito público de discusión a través de la información transmitida por los medios de comunicación (i.e., periódicos y revistas locales y del extranjero) (ver para el caso de las "tierras cocidas" Barros 2000). A partir de las noticias, el receptor era invitado a elaborar su propia opinión sin las herramientas necesarias para hacerlo. De modo que el debate por la legitimación o el rechazo de los materiales arqueológicos de la costa bonaerense tenía un alcance público virtual. Las notas periodísticas que describían los remotos hallazgos eran acompañadas por pedidos de fondos para proseguir las tareas. Es posible que cierta exageración en la importancia de las edades fuese percibida como una buena oportunidad para obtener recursos. Los descubrimientos espectaculares de la costa eran un argumento más que contundente para recabar dinero para proseguir los trabajos (LN 22/11/1914; LR 25/2/1918; LP 5/12/1920), así como para consolidar a la arqueología en el ámbito académico. En los artículos, el tema del Hombre Fósil era alineado en los carriles de la cuestión nacional que ligaba la interpretación del pasado con los movimientos nacionalistas. Por ejemplo, en una carta enviada a la Liga Patriótica Argentina, abanderada de los valores chauvinistas patrióticos amenazados por la inmigración extranjera (Romero 1994), se pedían recursos para las investigaciones en la costa bonaerense y se proponía acerca de los hallazgos de Miramar que se debía "... implantar la cuestión bajo sus diversos aspectos, siempre patrióticos y nacionales, para honor de la patria y de la ciencia" (LP 10/1/1921). En la misma carta se elogiaba la labor de Parodi por el enriquecimiento de las colecciones de los Museos de La Plata e Historia Natural de Buenos Aires. La Liga respondió de manera afirmativa creando un fondo especial destinado a las investigaciones en la costa.

CONSIDERACIONES FINALES

    La idea de un pasado remoto de los "paleolíticos argentinos" estrechamente unida al símbolo de F. Ameghino acompañaron la construcción artificial de una identidad nacional, en la cual, la prensa gráfica de lectura masiva jugó un papel central (ver Anderson 1991). En este proceso no estaba claro qué constituía lo nacional y qué no. En particular, Lugones estaba en desacuerdo con la atribución de una importancia patriótica a los restos etiquetados como testimonio de los "hombres fósiles argentinos" (Podgorny 1997). Por suparte, C. Ameghino (ver arriba) ligaba los avances del hombre terciario argentino con el futuro progreso nacional. Los orígenes de la humanidad eran nacionalizados a partir de la evidencia material recuperada en el "reservorio de riquezas" que constituía el actual suelo argentino, medio natural poseedor de "tesoros fósiles" que propiciaron la gestación de F. Ameghino como sabio nacional (e.g., Ingenieros 1956). En consecuencia, se intentaba delinear un vínculo entre la población y la tierra que ocupaban, la cual albergaba un antiguo pasado prehistórico. El Hombre Fósil de Miramar, es decir extinto, fue revivido por la ciencia en los modernos límites políticos de la Argentina para conformar parte del orgullo de la historia nacional (e.g., Vignati 1939, en: Historia de la Nación Argentina. Desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862). Como sostuvo Anderson (1991), el hecho de que las raíces nacionales no posean un origen concreto posibilitó la creación de antecesores nacionales arraigados en los modernos territorios que se extendieran atrás en el tiempo como los restos del "hombre de Pekín" o del "hombre de Java". La arqueología brindó a las naciones la posibilidad de poseer una prehistoria que se extendiera desde tiempos remotos (Kohl 1998). Es importante señalar el paralelismo que presenta el caso de Miramar, con el desarrollo de la arqueología en África donde existe un marcado interés en la búsqueda de los orígenes de la humanidad, con relación a la escasa atención que se le brinda a los estudios de edades posteriores (Philip Kohl, comunicación personal 2000) A partir de este caso de estudio, se observa cómo los objetos y el conocimiento arqueológico derivado de ellos, fueron utilizados en el presente en nuevos contextos sociales (ver el tratamiento de problemáticas semejantes en Trigger 1984; Jones y Graves-Brown 1995; Kohl y Fawcett 1995).

     En 1926 el tema ya no estaba presente en los periódicos, si bien se dictaban conferencias sobre temas vinculados, como el origen cuaternario del hombre en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires (Obermaier) (LN 21/8/1926, 28/7/1926, 18/6/1927; LP 31/7/1926), el poblamiento de América (Rivet) (LP 23/8/1927) y el descubrimiento posterior del fraude de Piltdown (Revista Esto es 9/12/1953 reseña de J. Imbelloni). El Hombre Fósil de Miramar ya estaba ausente. Luego de este período los estudios arqueológicos en la costa fueron disminuyendo debido a, entre otras causas, la gran controversia y las sospechas que generaron los hallazgos. Estos hechos llevaron a reinterpretar o a excluir de la reconstrucción del pasado de la Región Pampeana a la mayoría de la información producida durante este período en la costa bonaerense.

Agradecimientos

     Deseo agradecer a Irina Podgorny, Gustavo Politis, Philip Kohl y Susana García por su lectura crítica, interesantes aportes y útiles sugerencias efectuadas sobre versiones previas de este trabajo. A José Antonio Pérez Gollán, Máximo Farro, Eduardo Tonni, Ricardo Alonso, Josefina Rossi Elgue, Carlos A. Rossi Elgue y Laura Piaggio por su orientación en la búsqueda de fuentes que fueron fundamentales para este escrito. Soy el único responsable de los contenidos de este artículo.

Notas

1. Cabe remarcar que en este mismo período otros hallazgos de gran antigüedad estaban siendo propuestos y discutidos en distintas partes del mundo (Politis 1988).

2. Titular de un artículo periodístico publicado en el diario La Nación 3/5/1916.

3. Cuando finalizó el convenio de trabajo conjunto entre ambos museos, Torres y con él el Museo de La Plata, abandonan las investigaciones en el litoral. Esto ocurrió debido a que en 1915 terminó el convenio de trabajo conjunto entre ambos museos a pedido del Museo de la Plata. Más tarde Torres intentó retomar las investigaciones pero de forma independiente (AHFCNyM, Actas del Consejo Académico, Tomo II 1914-1919; Torres 1930).

4 La mayoría de los hallazgos arqueológicos controvertidos o dudosos, incluido el fémur flechado se encuentran en los depósitos de paleontología del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" de Buenos Aires.

5 Titular de un artículo periodístico publicado en el diario El Pueblo del 7 de enero de1922 (Figura 6).

6 Comentario de Carlos Ameghino a Antonio Romero con motivo del centenario de la independencia Argentina en 1910 (Romero 1915: 33).

7 También en el Boletín de la Sociedad Physis I (1913) fue publicado un artículo anónimo defendiendo los materiales de Miramar.

8 Recientemente en el periódico independiente CLAVES de Salta, fue publicada una conferencia inédita de Parodi Bustos dictada en el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" en 1985, donde menciona su alejamiento de este museo en el año 30 (CLAVES septiembre de 1997, año VI, Nro. 63). En el 30 también renunciaron Lucas Kraglievich, Carlos Rusconi y Lorenzo J. Parodi (hermano de Rodolfo) por problemas con el Sr. Doello Jurado.

9 E. Morselli era Doctor en medicina y profesor de psiquiatría en las Universidades de Turín y Génova, entre sus antecedentes cuenta con más de 200 publicaciones referentes a antropología, psicología y medicina.

10 Subrayado en el original.

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