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Intersecciones en antropología

versão On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol.  n.6 Olavarría jan./dez. 2005

 

La señora de los anillos, entre otras tumbas presantamarianas de Yocavil

M. Cristina Scattolin, M. Fabiana Bugliani, Lucas Pereyra Domingorena y Leticia Cortés

M. C. Scattolin. CONICET-Museo Etnográfico, Universidad de Buenos Aires, Moreno 350, 1091 Buenos Aires. E-mail: cris@netverk.com.ar
M. F. Bugliani. CONICET-Museo Etnográfico, Universidad de Buenos Aires, Moreno 350, 1091 Buenos Aires. E-mail: bugliani@sinectis.com.ar
L. Pereyra Domingorena. CONICET-Museo Etnográfico, Universidad de Buenos Aires, Moreno 350, 1091 Buenos Aires. E-mail: lucasdomingorena@hotmail.com
L. Cortés. Museo Etnográfico, Universidad de Buenos Aires, Moreno 350, 1091 Buenos Aires. E-mail: leticiaicortes@hotmail.com

Recibido 28 de Junio 2004. Aceptado 24 de Noviembre 2004

RESUMEN

A pesar de las miles de tumbas que han sido excavadas en el valle de Santa María y que aportaron muy ricas colecciones cerámicas, es escasísimo el registro contextual que se poseen de los enterramientos presantamarianos (500 aC al 900 dC). Son muy pocos los casos en los que han existido registros escritos o gráficos, recuperación de restos óseos o referencias contextuales precisas. En este trabajo se da a conocer la noticia del hallazgo fortuito de una tumba presantamariana en la localidad de Lampacito (Departamento Santa María, Catamarca, Argentina), donde a pesar de las desfavorables condiciones y estado del hallazgo se ha podido recuperar valiosa información. En esta oportunidad se realiza una descripción de las circunstancias del hallazgo y se presentan los resultados de los estudios realizados hasta el momento, caracterizando los materiales óseos recuperados y examinando el registro material que integraba el ajuar. Asimismo se plantea un marco comparativo general a fin de aportar evidencias para la comprensión del conjunto estudiado.

Palabras claves: Noroeste argentino; Registro funerario; Bioarqueología.

ABSTRACT

Thousands of burials have been excavated in Santa María Valley, which have contributed substantial ceramic collections. However, a limited record of pre-Santa María burials have been documented (500 BC to AD 900). There are very few documentary or graphic records, recovery of human remains, or precise contextual references. In this paper a fortuitous discovery of a pre-Santa María burial, found in the area of Lampacito (Department of Santa María, Catamarca, Argentina), is reported. In spite of the poor conditions and state of the find important information has been recovered. Here a description of the specific circumstances of recovery is provided and the results of the analyses completed to date are presented. Bone materials are described and the associated material in the assemblage is examined. Finally, a general comparative framework is proposed as a way of contributing evidence towards understanding the burial.

Keywords: Northwestern Argentina; Burial record; Bioarchaeology.

INTRODUCCIÓN

Millares de sepulcros han sido excavados en el valle de Santa María o Yocavil (Figura 1) y sin embargo, para contar las tumbas presantamarianas1 conocidas alcanzan las dos manos. Incluso de estas pocas no se tiene más que algunas referencias publicadas y objetos recuperados, unos restos óseos fragmentarios, ciertos archivos documentales antiguos o poco precisos, algún dibujo. En cambio, los depósitos en museos y en colecciones privadas albergan cientos y miles de objetos presantamarianos, pero carecen de información contextual (Scattolin 2003). Cada objeto de tales colecciones es una unidad atomizada sin referencia alguna de asociación que permita acceder a un mínimo de información fructífera. Por eso, para quien esté interesado en conocer algún contexto funerario presantamariano cerrado con asociación entre artefactos y con la posibilidad de obtener un fechado absoluto, la noticia de un hallazgo fortuito como el que se refiere en esta oportunidad genera enormes expectativas.


Figura 1: Localidad de Lampacito en el valle de Santa María.

El propósito de este trabajo es dar a conocer tal contexto, detallar las circunstancias del hallazgo que permitieron comprobar su unidad, presentar un registro de los materiales recuperados, informar los análisis realizados hasta el momento, dar una primera caracterización biológica del individuo y finalmente ofrecer un marco general comparativo para la comprensión de este entierro confrontándolo comparándolo con otras inhumaciones, de las cuales se recabaron documentación de colecciones de museos y de otras investigaciones. Se ha realizado un esfuerzo para brindar información lo más exhaustiva posible a pesar de las condiciones poco favorables y el estado del hallazgo con la expectativa de contribuir a ilustrar el registro funerario formativo de Yocavil.

LUGAR Y CIRCUNTANCIAS DEL HALLAZGO

En julio de 2003 informaron que en la localidad de Lampacito, en las afueras de la ciudad de Santa María, se había realizado un hallazgo de restos de un esqueleto y vasijas cerámicas cuando se cavaba un pozo para la construcción de un edificio en propiedad del Sr. Guillermo González. La Ing. Ana María Gigantino, vecina de la zona, solicitó asesoramiento luego de reunir algunos objetos y partes de un esqueleto extraídos durante las tareas de construcción. Anteriormente había contactado a funcionarios de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia de Catamarca, quienes le indicaron el posible interés que tendría este hallazgo para los autores. El equipo, una vez autorizado a intervenir por las autoridades provinciales, concurrió al lugar de extracción y realizó nuevas exploraciones en el área. Al momento de dicha intervención prácticamente toda la tumba había sido cavada.

El entierro estaba ubicado unos 100 m al sur de la actual capilla de Lampacito. El terreno se encuentra en la llanura aluvional del río Santa María, a unos 2000 m snm. Se trata de una superficie sin cubierta herbácea pero con vegetación arbustiva y arbórea rala. Durante los últimos años el terreno se ha utilizado para la explotación agraria.

Los materiales óseos que habían sido extraídos antes de la llegada del equipo comprendían sobre todo partes de huesos largos de extremidades, fragmentos de cráneo y otras partes del esqueleto. La mayoría de los huesos había podido ser recuperada y se hallaba en posesión de la Ing. Gigantino, de manera que pudo ser luego trasladada al laboratorio en el Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires para su análisis más detallado. El resto del material extraído comprendía una docena de vasijas cerámicas y un brazalete de metal que se encontraban -según se informó y luego se comprobó- asociados a los huesos. Este conjunto de artefactos, si bien pudo ser examinado y fotografiado, no fue trasladado a Buenos Aires y permanece en la localidad de Santa María.

Los trabajadores locales que intervinieron en el hallazgo y extracción de los restos informaron la posición original de los mismos. Según sus dichos, el esqueleto se hallaba con la cabeza al norte sin diferenciarse ninguna estructura de piedra alrededor; habría estado en posición decúbito dorsal y habría tenido las piezas cerámicas sobre su tórax. A partir de tal información se ha tratado de reconstruir las ubicaciones de manera esquemática en la Figura 2, la cual debería ser tratada como un "retrato hablado", ya que el equipo no realizó la observación in situ.


Figura 2. Reconstrucción de la ubicación de los materiales arqueológicos a partir de las informaciones brindadas por los trabajadores que intervinieron en el hallazgo y extracción del esqueleto.

En el área del enterramiento se constató la presencia de una zanja abierta para la construcción del edificio y pilones de tierra acumulados a los costados. Entre la tierra removida se advirtió la presencia de tiestos y huesos. Se procedió a acondicionar el área. Se recolectaron algunos materiales superficiales. Se limpiaron perfiles expuestos, se tamizó el pilón de tierra del pozo que correspondía al área del enterramiento y otros pilones cercanos y finalmente se amplió la cavidad abierta por los trabajadores y se procedió a su excavación de forma controlada. Se incluyeron en lo posible algunos datos de ubicación tridimensional. Tal ampliación alcanzó una profundidad 1,60 m. El sedimento fue mayormente arcilloso de alta resistencia al cavado y apareció muy adherido a varios artefactos.

Los materiales recuperados en estas tareas se limitan a algunos fragmentos de huesos de cráneo, varias falanges, un diente y partes fragmentadas de huesos largos, entre otros. En cuanto a artefactos, se rescataron escasos fragmentos de cerámica, al menos tres anillos firmemente adheridos a dos de las falanges antedichas y 14 cuentas de collar hechas en piedra. Todos ellos fueron obtenidos de la ampliación y profundización del pozo previamente realizado.

En síntesis, el conjunto recuperado está compuesto por parte del esqueleto de un individuo junto con, al menos, 12 recipientes cerámicos, alrededor de 14 cuentas de piedra, un mínimo de tres anillos y un brazalete de cobre. Se recuperaron además fragmentos de cerámica sueltos, escasos desechos líticos y algunas muestras de sedimento. Finalmente, se informó que posiblemente aún quedara un segundo brazalete y un número indeterminado de anillos en posesión de los pobladores que si reaparecen, se espera poder analizar en el futuro.

COMPROBACIÓN DE LA UNIDAD DE CONTEXTO

A los fines de un correcto inventario y relevamiento se estableció un código de procedencia a cada una de las unidades removidas, ya sea por los trabajadores locales como por el equipo. Se asignaron seis unidades de procedencia (Tabla 1).

Tabla 1. Procedencias de las unidades de extracción

La unidad 857 incorpora los materiales de la recolección general realizada en las proximidades de la construcción. La unidad 861 engloba los materiales encontrados dentro del sedimento suelto levantado antes de proceder a la excavación controlada. Luego, la excavación se orientó a la regularización de la concavidad producida tanto por la obra como por la actividad de saqueo. Dicha expansión consistió en ampliar la cavidad hacia los laterales y en profundidad, donde se encontraron materiales en la matriz sedimentaria. La unidad 858 fue asignada a los materiales obtenidos por tamizado de la tierra y la 859 englobó los ítems cuya ubicación fue medida en forma tridimensional. Simultáneamente se decidió pasar por tamiz el sedimento acumulado al pie del pozo de cimiento de la construcción y de allí se rescataron otros restos óseos, fragmentos de cerámica y cuentas de collar que fueron registrados en la unidad N° 860. Por último, y para dar cuenta del material que se halló en posesión de la Ing. Gigantino, se asignó el N° 862 (Pereyra Domingorena 2003).

La integridad del entierro y la verificación de que había constituido un contexto cerrado fue determinada en función de una serie de criterios:
1. El cráneo por sí mismo aseguró la integridad del conjunto dado que los fragmentos que lo constituyen -y que remontan perfectamente entre sí- provienen de cada una de las unidades de procedencia. Así, algunas porciones se encontraron durante la excavación de rescate (N° 859), otras durante el tamizado del material excavado (N° 858) y del sedimento del montículo de la obra (N° 860), en el sedimento removido que tapaba el pozo (N° 861) y otras entre los restos en posesión de A. M. Gigantino (N° 862). Los huesos largos, por su parte, presentan una situación similar. Las partes mejor preservadas (de mayor tamaño) de los huesos largos de las extremidades inferiores (tibias, fémures y peroné) se encontraban en posesión de A. M. Gigantino (N° 862). Sin embargo, y como sucedió con el cráneo, estas partes remontaron con fragmentos recuperados por el equipo en la excavación de rescate. Así, el fémur y la tibia derecha remontaron con fragmentos hallados durante el cribado del sedimento del montículo de la obra (N° 860) y el fémur izquierdo y el peroné derecho lo hicieron con otros del sedimento removido que tapaba el pozo (N° 861).
2. En el caso de los restos cerámicos se presentó una situación similar. Un fragmento recuperado en el sedimento del montículo de la obra (N° 860) remontó con la Vasija 6 (una jarra gris con decoración geométrica incisa). Además, se hallaron dos fragmentos grises con decoración incisa en damero, correspondientes a la misma unidad, que si bien no pudieron ser remontados, podrían pertenecer a la porción decorada de una escudilla fragmentada con la misma decoración. También dos fragmentos color ante encontrados en el N° 860 podrían pertenecer a la Vasija 9, por su similitud en términos de su perfil, pasta y terminación de superficie.
3. Otro elemento diagnóstico fue el depósito adherido a los materiales recuperados. Tanto los restos extraídos de la excavación como aquellas piezas en posesión de Gigantino presentaban adherido idéntico sedimento.

Establecida la integridad del contexto, una muestra ósea del esqueleto fue datada por aceleración de partículas y proporcionó una fecha que ubica el enterramiento entre fines del siglo VI y la primera mitad del siglo VII después de Cristo (AA-59414, 1446 ± 36 AP; 595-655 años cal. AD a un intervalo de confianza de 68.2%, 1σ; ó 540-660 años cal. AD a un intervalo de confianza de 95,4%, 2 σ; d13C = -12,0 ‰).

UNA DAMA MADURA

Los restos óseos obtenidos pertenecen a un único individuo. De las extremidades inferiores se recuperaron ambos fémures y tibias fragmentados en distinto número de partes remontables. De los peronés sólo se posee tres fragmentos de diáfisis. La rodilla izquierda se encuentra fragmentada en su cara anterior.      

De las extremidades superiores se recuperaron algunos fragmentos de diáfisis de ambos húmeros y un fragmento de cúbito izquierdo. Asimismo se posee al menos cuatro falanges y dos fragmentos de metacarpo de la mano izquierda y al menos seis falanges, dos fragmentos de metacarpo y un carpo (hamate) de la mano derecha. En esta última, la quinta falange proximal poseía un anillo inserto y la tercera falange proximal apareció directamente insertada en dos anillos metálicos, como en su posición en vida. De la pelvis se recuperó la sínfisis púbica izquierda y el acetábulum derecho fragmentado en dos partes remontables. De las vértebras sólo se posee algunos fragmentos de cuerpo y procesos transverso y espinoso y el atlas fragmentado. Asimismo, son muy escasos los fragmentos de costilla. Finalmente, el cráneo se encuentra fragmentado en 13 partes que, al ser remontadas, constituyeron aproximadamente un tercio de la superficie total. No se recuperaron piezas dentales excepto un fragmento de corona y una raíz (Figura 3).


Figura 3. Esquema marcando en sombreado los restos óseos recuperados.

En base a la morfología general del esqueleto y el diámetro de cabeza de fémur (Bass 1971; Ubelaker 1978) se estableció que los restos pertenecen a una mujer. Su edad fue estimada por medio de tres métodos basados en la evaluación de los cambios morfológicos que experimenta la sínfisis púbica desde la pubertad en adelante (Bass 1971). El cálculo se realizó mediante la comparación del patrón observado con los estándares propuestos por distintos autores (Brooks y Suchey 1990; Gilbert y McKern 1973; Todd 1921). Los resultados, coherentes entre sí, apuntan a una mujer de edad madura de alrededor o algo más de 40 años (Tabla 2).

Tabla 2. Estimación de edad en base a cambios morfológicos en la sínfisis pública

Finalmente, se estimó su estatura en vida a partir de los huesos largos de las piernas dando prioridad al método propuesto por Steele (1970) debido el carácter fragmentario de los mismos. Sin embargo, ya que en un caso -fémur derecho- fue posible obtener la longitud máxima del hueso (maximum bone lenght), también fueron aplicadas las ecuaciones propuestas por Trotter y Gleser (1952) para mujeres blancas y Genovés (1967) para mesoamericanos. Las estimaciones resultaron ser aproximadamente similares siendo la estatura menor estimada en 145 cm y la mayor en 151 cm (sin tener en cuenta las desviaciones estándar) (Tabla 3).

Tabla 3. Estimación de estatura en base a tres métodos

CONSERVACIÓN Y QUEMADO

Aunque en estado fragmentario, las partes recuperadas están relativamente bien preservadas. Es notable la variedad de tonalidades presentes en el esqueleto. En este sentido, se observan marcados contrastes entre, por ejemplo, el cráneo que presenta una coloración marrón oscura/negra llegando a tonos azulados en el frontal y los huesos de las extremidades inferiores, donde una coloración amarillenta predomina (salvo por sectores puntuales -particularmente en zona de fracturas- en los cuales se evidencian manchas marrones más oscuras). El caso más llamativo es el de las falanges de las manos que presentan varias tonalidades que van desde el negro pasando por el marrón hasta el amarillo (para mayor descripción ver Cortés 2003).

Buikstra y Ubelaker (1994:95) postulan que una variedad de agentes pueden causar la distinta coloración de los huesos, entre ellos, inclusiones en las tumbas (grave inclusions), rituales mortuorios, el ambiente depositacional y la exposición al calor/quemado de los mismos. Si bien en principio no se descartan procesos diagenéticos (Nicholson 1993:423) se cree que esta última causa -la exposición al calor- explica en gran parte el estado de los restos. Se considera, sin embargo, que aún es prematuro concluir sobre el carácter cultural (intencional) o natural (accidental) del quemado (para una discusión ver Cortés 2003). 

En síntesis, los restos humanos recuperados pertenecen a una mujer de edad madura y talla pequeña. Los huesos se encuentran mayormente fragmentados pero pudieron ser remontados en gran parte. Se estableció que la diferencia de coloraciones responde a la acción del fuego en distintos grados aunque aún queda por investigar la causa del quemado.

UNA DOCENA DE VASIJAS

El conjunto de ofrendas está integrado por vasijas con alturas de entre 9 y 23 cm (Figura 4). Para caracterizarlas morfológicamente se ha utilizado los criterios empleados por Balfet et al. (1983), pero teniendo en cuenta las características propias de los conjuntos de esta zona y las denominaciones frecuentemente usadas. En líneas generales, el repertorio de formas está compuesto por seis jarras, tres ollas, dos cuencos y un puco o tazón.
Cuatro de las jarras poseen cuerpos globulares y cuellos de borde oblicuo que les confieren un contorno de simetría dorsiventral. Tres de ellas (N° 4, 5, y 6, Figura 4d, e y f, respectivamente) son de color gris y presentan decoración geométrica incisa por sombreado zonal (hachured zoned), la cual se distribuye en campos decorativos bien delimitados. La Vasija 10 es una cuarta jarra de simetría dorsiventral pero en este caso es de color rojizo y no lleva decoración (Figura 4g).


Figura 4. Conjunto de vasijas que acompañaba el enterramiento.

Otras dos jarras poseen asas en cinta horizontales y base convexa. Una de ellas (que también podría describirse como botella) es ante-naranja pulida y sin decoración (N° 11, Figura 4b), mientras que la otra, de color rojizo con manchas, presenta decoración antropomorfa en el cuello realizada mediante incisión y pastillaje (N° 3, Figura 4c).

De las ollas que integran el conjunto, la Vasija 9 es la más grande del grupo, pero ahora está incompleta ya que le falta gran parte del borde. Se trata de una pieza ante rojizo con decoración antropomorfa al pastillaje en el cuello, ojos en grano de café, tiras al pastillaje incisas como cejas y nariz en forma de arco (Figura 4i). Otra olla es de pasta ante rojiza y no posee decoración (N° 2, Figura 4a). Una tercera olla es la pieza más pequeña y está decorada con motivos geométricos incisos sobre pasta de color gris oscuro (N° 7, Figura 4l).

Entre las piezas abiertas, un cuenco de pasta ante presenta cuatro apliques al pastillaje en el borde (N° 8, Figura 4h). Otro, de cuerpo compuesto con un punto angular es de color gris y está decorado con motivos geométricos y de reticulado (N° 12, Figura 4k). Esta pieza además posee un pequeño modelado zoomorfo (reptil) entre dos campos incisos. Por último, existe un tazón ante con pequeños apliques ubicados de manera simétrica en el cuerpo y borde de la pieza (N° 1, Figura 4j).

El conjunto cerámico ha sido confeccionado con una gama de recursos estilísticos que presumiblemente estuvieron en uso a mediados del primer milenio dC (ver Scattolin 2003). Varias piezas comparten cierto 'aire de familia' con otros ejemplares conocidos del valle de Santa María y alrededores. En particular las jarras "con cuellos de perfil oblicuo" parecen haber sido una forma de uso común en este valle. Como se verá más adelante, otras tumbas de la zona contenían vasijas de esta clase. Osvaldo Heredia aisló esta particular silueta de simetría dorsiventral (sensu Wolf y Kuhn 1977), que no tienen sección circular (no generan un "sólido de revolución"), como propia del norte del valle de Santa María y del sur del valle Calchaquí y consideró que identificaba una cultura independiente que denominó "San Carlos" y que era análoga a la cultura Ciénaga de Hualfín, pero distintiva de aquella región (Heredia et al. 1974, citado en Tarragó 1989:468-471, Tarragó y Scattolin 1999:143). Esta clase de perfil, por lo demás, también estaba presente en sitios de las yungas de la vertiente oriental andina del Noroeste argentino (Heredia 1974). Asimismo la pieza de color rojizo, de terminación pulida y decoración antropomorfa (Figura 4i) comparte varios atributos de manufactura y decoración con recipientes de estilo Candelaria (Heredia 1974).

La vasija color ante anaranjado (N° 11, Figura 4b) presenta un pulido en líneas ejecutado de manera vertical, un gesto técnológico muy peculiar que es conocido para la cerámica de estilo Campo Colorado en el alto valle Calchaquí (Tarragó 1980:38). Algunos rasgos técnicos y decorativos de la vasija N° 3 (Figura 4c), como el tipo de silueta, ubicación de asas y decoración antropomorfa estilizada en el cuello parece que estuvieron presentes también en manufacturas del sector circumpuneño y puneño vecino al valle de Santa María, como por ejemplo, algunas piezas antropomorfas del valle del Cajón (Scattolin y Gero 1999: Figura 3), Laguna Blanca (Scattolin y Bugliani 2004: Figura 16g) y Tebenquiche (Krapovickas 1955).

LA ORNAMENTACIÓN PERSONAL

Los anillos, tres en total, fueron hallados en directa asociación a las falanges. Cada uno de ellos está formado por una circunferencia de metal que no llega a cerrarse totalmente. Las medidas, que varían sutilmente, oscilan entre 16-18 mm de diámetro interior y 22-24 mm del exterior. El espesor es difícil de calcular debido a la capa de óxido y sedimento consolidado que los recubre (Figura 5). El brazalete, también de cobre, tiene un ancho máximo de 52 mm y un espesor máximo de 4 mm.


Figura 5. Anillos insertados en la falange.

Uno de los anillos fue sometido a análisis de EDAX y Fluorescencia de Rayos X a fin de determinar cualitativamente los componentes mayoritarios del material. Los resultados fueron similares en ambas técnicas, siendo el cobre el elemento mayoritario. También se detectaron cantidades muy menores de arsénico, estaño y plata.

Los brazaletes y anillos son comunes en otros contextos funerarios del noroeste argentino. Alberto R. González señala la presencia de los primeros en tumbas de La Aguada y Laguna Blanca (González 1979). Según su tipología estos brazaletes "…are thin copper sheets flattened and curved in the form of a semicircle with a width of 5 to 12 millimeters and a thickness of 1 to 4 millimeters. The opening of the curved wings of the bracelets varies between forty two and fifty-seven millimeters. Almost all the pieces were made by hammering pure copper." (González 1979:144). Además, este autor menciona una pulsera encontrada dentro de una urna funeraria para la zona de La Candelaria y otra con los extremos abiertos para la "tradición San Francisco". En ambos casos se comunica la presencia de anillos, objetos también indicados para la "cultura Alamito" (anillos de cobre) y fragmentos de anillos para la "cultura Tafí" (González 1979).

Las cuentas de collar recuperadas son 14 en total. De materia prima lítica y forma aproximadamente circular, poseen un orificio central y varían entre los 3 y 5 mm de diámetro, a excepción de una de ellas que alcanza los 7 mm. En general son de color negro azulado salvo por dos de ellas, de color verde, propio de la malaquita, una materia prima muy común para la confección de collares durante el período Formativo. Es posible que la presente coloración negro azulada de la mayoría de las cuentas pueda deberse a la acción de quemado, de similar manera que en el caso de los huesos. Las mismas fueron confeccionadas por abrasión y pulido.

LAS OTRAS TUMBAS

Se sabe que para los períodos Temprano y Medio los ejemplos más conocidos de enterramientos del Noroeste argentino provienen del valle de Hualfín. Allí a principios del siglo XX, V. Weiser y F. Wolters excavaron literalmente cientos de tumbas anteriores al año 1000 que integraban los cementerios de La Ciénaga, Condorhuasi y La Aguada, cuyos nombres más tarde pasaron a denominar varias culturas arqueológicas (González 1963; Weiser y Wolters 1920-1929). También se tiene información sobre cómo enterraban a los muertos en Alamito y Tafí del Valle ya que se hallaron varias inhumaciones bajo las casas (Berberián 1989, Núñez Regueiro 1998). Inclusive se cuenta con registros minuciosos de los sepulcros pretardíos de Laguna Blanca, Antofagasta de la Sierra y Tebenquiche por los mismos informes de Weiser y autores posteriores (González 1959; Krapovickas 1955; Haber 1999; Olivera 1991; Scattolin y Bugliani 2004; Weiser 1920-1929). Por otra parte, Stig Rydén extrajo una gran cantidad de urnas funerarias en la zona de La Candelaria y más tarde Alberto R. González excavó en Las Pirguas, cerca de Pampa Grande, un buen número de enterramientos (González 1977:135; Rydén 1936). El Museo de Cachi posee los contenidos y buenos registros de sepulturas pretardías del sector norte del valle Calchaquí (Tarragó 1996). En cambio, del valle de Santa María sólo se tiene referencias de calidad muy variable de menos de una docena de tumbas pretardías. La diferencia es abismal sobre todo considerando la importancia de este enorme valle en la arqueología regional. A continuación Veamos cuáles son esas tumbas.

A partir de 1920, Vladimiro Weiser visitó el valle de Santa María en el curso de varias expediciones. Sólo obtuvo material pretardío de manera esporádica y aislada. En Pajanguillo, halló una tumba pero no registró ilustraciones ni recuperó los restos óseos. De todas maneras anotó en su diario que se trataba de "un sepulcro no calchaquí", probablemente refiriéndose a que era distinto de los sepulcros del período Tardío. La tumba contenía tres objetos: un vaso de estilo Condorhuasi policromo con cuello y cuerpo globular, una escudilla gris-negra pulida, simple, con dos asas pequeñas zoomorfas en relieve y una "ollita negra tosca de cocina" (piezas #5004, 5049 y 5050 colección Muniz Barreto, Museo de La Plata, Weiser 1920-1929, ver Tarragó y Scattolin 1999: Figura 2h).

En las afueras de la ciudad de Santa María Weiser encontró otro entierro de un adulto que incluía un vaso antropomorfo femenino dentro de una tinaja (piezas #4451 y 5059 colección Muniz Barreto, Museo de La Plata; ver González 1977: Figura 80), de todo lo cual dejó una ilustración en su libreta de campo, pero tampoco recuperó los restos óseos que al parecer yacían extendidos al costado de la tinaja (Figura 6; otros objetos registrados no se hallaron en el museo). Más tarde, Alberto Rex González, se sirvió de la pequeña vasija femenina para describir el prototipo del estilo Candelaria (González 1977:141).


Figura 6. Reproducción de la libreta de Weiser mostrando el enterramiento en las afueras de Santa María y los hallazgos asociados. a: vaso antropomorfo femenino encontrado dentro de una vasija, Alt: 11,5 cm, pieza N° 4451 colección Muniz Barreto, Museo de La Plata (dibujo sobre foto de González 1977); b: tinaja que contenía la pieza anterior, N° 5059 colección Muniz Barreto, Museo de La Plata.

En los años '70 Pelissero y Difrieri (1981) excavaron en El Bañado. Las vasijas descriptas e ilustradas por ellos suman 10 ejemplares:

"Allí aparecieron fondos de vivienda cuyos cimientos eran de planta rectangular, de piedras unidas mediante la utilización de arena seca ... En estas ruinas hemos hallado algunas grandes vasijas de tipo tosco, con la superficie alisada y sin decoración, con base convexa, dentro de las cuales había depositados los enterratorios de párvulos, acompañados por su ajuar consistente en pequeñas piezas de alfarería ..." (Pelissero y Difrieri 1981:61) ... "Esta sería una modalidad de enterratorio, pero hemos hallado también una segunda que consiste en una cista de 1 m de profundidad, de planta oval y con tapa hecha de piedras planas en falsa bóveda en este tipo de tumba, la disposición de la cual era otra: aquí las piezas estaban distribuidas por la cavidad acompañando el cadáver, del que sólo quedaba algunos restos de huesos en muy mal estado de conservación ..." (Pelissero y Difrieri 1981:61-62).
"... se trata de un sitio casi puramente Candelaria ... de habitaciones de planta cuadrangular, en número variable, relacionadas unas con otras, en las cuales, integrantes de una familia nuclear, enterraban a sus muertos." (Pelissero y Difrieri 1981:62).

Se supone que dichas vasijas habrían sido depositadas en el Museo de Quilmes, ubicado junto a las ruinas del poblado. Una inspección del museo indica que no se encuentran expuestas y se ignora su actual paradero.

Hace más de 40 años un equipo de la Universidad del Litoral excavó una inhumación en el fondo del valle. Los archivos y fichas depositados en el Museo de la Escuela de Antropología de Rosario registran el hallazgo de este contexto cerrado durante las excavaciones de 1961. Se trata de un enterramiento excavado en el puesto La Vaquería, unos kilómetros al norte del poblado de El Bañado, que consiste en una gran urna de pasta gruesa con tapa (hoy en estado fragmentario) que contenía dos esqueletos de infantes (cráneos, dientes y otros huesos) junto con una pequeña jarra gris pulida con cuello de perfil oblicuo, con asa acintada y decoración antropomorfa en el cuello ejecutada mediante aplicaciones al pastillaje e incisiones punteadas, que comparte atributos decorativos y formales con piezas del estilo Candelaria (#10-4 del Museo de Rosario, ver Tarragó y Scattolin 1999: Figura 2g). Una muestra ósea de uno de los esqueletos ha podido ser datada por aceleración de partículas: con alta probabilidad el infante habría fallecido en algún momento del siglo VII dC (Ua-20627, 1.375 ± 40 AP; 590-720 años cal. AD, a un intervalo de confianza de 93,6%, 2 σ; óseo; d13C = -12,0‰), es decir, el rango de este fechado se solapa con el de la tumba de Lampacito.

Otro contexto de enterramiento es el hallazgo de Schreiter "en el Fuerte de Quilmes cerca la Punta de Pabellón en una olla forma huevo". Contenía un infante, tres máscaras y otros restos y fue publicada por Stenborg y Muñoz (1999), quienes respecto a la urna "forma huevo" indican que "the type most likely to be described in those terms is probably the Candelaria urn" (Stenborg y Muñoz 1999:240). Una de las máscaras ha sido datada por radiocarbono en unos 500 años aC (Stenborg y Muñoz 1999:280). La asociación, no del todo fehaciente de la urna de cerámica ya que sólo es referida en una carta, hace dudar a los autores de la pertenencia al período alfarero.

Más recientemente se han dado a conocer dos contextos funerarios procedentes del sitio La Banda de Arriba, cerca de Cafayate que actualmente están depositados en dependencias del Museo de Salta y de la Municipalidad de Cafayate. En principio habría ocurrido un hallazgo circunstancial, pero luego intervinieron profesionales arqueólogos que han extendido las excavaciones (Lo Celso 2001, 2003; Lo Celso y Ledesma 2004; Subelza 2002; Subelza y Bravo 2004). Al parecer, uno de los contextos (Banda de Arriba 1 o SSalCaf 1) correspondería a la inhumación de "un entierro directo, múltiple [al menos un adulto]... con ofrendas (un total de once piezas de alfarería decoradas)... [Además se excavó] un entierro individual [¿un subadulto?] con ofrendas más diversificadas: pieza de cerámica, cuentas e instrumento de bronce... [Y finalmente hay] un sector destinado exclusivamente a ofrendas, sin restos óseos, los hallazgos consisten en dos grandes recipientes fragmentados..., conteniendo un total de siete piezas de alfarería de tamaño mediano, decoradas... Tipológicamente se adscribió la cerámica de este sitio a Candelaria (con influencia de Ciénaga), Vaquerías y Aguada" (Lo Celso 2003:7). Se ha podido observar y fotografiar en la Municipalidad de Cafayate varias de las vasijas y la pipa que se cree corresponden al primer contexto2 (Figura 7).


Figura 7. La Banda de Arriba, Cafayate. a: vasija de simetría dorsiventral, rojo pulido; b: gris-negro inciso con seres fantásticos fumando en pipa; c: gris-negro pulido con aplicaciones de aves modeladas; d: vasija de superficie pulida, fondo blanco, con lunares y base pintados de rojo y gallardetes y líneas negras; e: vasija con cuello "trompeta", gris-negro inciso; f: vasija rojo pulido con representación modelada de quirquincho entre cuello y cuerpo; g: escudilla gris liso pulido; h: cuenco rojo pulido e inciso; i: cuenco gris-negro inciso; j: pipa en vista frontal, personaje antropomorfo portando un objeto en cada mano, incisiones decorativas en el cuerpo (Lo Celso 2003).

Además, hace poco se ha informado la excavación de dos cistas de piedra en un patio de un conjunto residencial con patrón de asentamiento similar a los de Tafí del Valle, es decir habitaciones circulares en torno a un patio, en el paraje El Remate, Los Zazos, Amaicha. Varios fechados ubican aproximadamente la ocupación del patio en torno a los siglos IX y X después de Cristo (Aschero y Ribotta 2004). Una de las cistas estaba vacía, mientras que la otra contenía los restos de un esqueleto de un individuo infantil y "una vasija engobada y decorada con incisiones, otra decorada con modelado, una mano de moler, tres fragmentos cerámicos y una lasca retocada de cuarzo" (Aschero y Ribotta 2004:11)

En suma, las varias urnas funerarias reportadas por Pelissero y Difrieri (1981) para El Bañado, el hallazgo de la Universidad del Litoral cerca del mismo lugar, el de Schreiter en el Pabellón de Quilmes, y quizá el segundo contexto de la Banda de Arriba, apuntan a que el entierro de infantes en urnas grandes, algunas conteniendo en su interior vasos de cerámica, parece que fue una de las prácticas de entierro implementada en el centro del valle de Santa María en momentos presantamarianos.

Asimismo, de las descripciones de Pelissero y Difrieri (1981) y de los informes de Aschero y Ribotta (2004) se desprende que también se habrían usado inhumaciones en cistas de piedra. Otra modalidad presente es la de inhumación directa en tierra como el de las afueras de Santa María y con dos casos que presentan ofrendas abundantes3, como Banda de Arriba 1 y el presente ejemplo de Lampacito que se acaba de informar4.

Por último, si la cerámica asociada puede ser usada como marcador cronológico cultural, debe notarse que la mayoría de los autores que reportan enterramientos en Santa María hacen referencia reiteradas a la presencia de vasijas con rasgos decorativos y de manufactura presentes en el estilo Candelaria que normalmente se han considerado como exclusivos de las yungas de la vertiente andina oriental5. Los contenidos de la tumba de Lampacito refuerzan tal comparación pero también sugieren examinarlos comparativamente con materiales del valle Calchaquí y de la zona circumpuneña y puneña vecina.

NOTAS

1 El término "presantamariano" indica una asignación cronológico-cultural relativa basada en atributos de cultura material. Atribuye una antigüedad aproximada de 500 aC a 900 dC a los artefactos o componentes agroalfareros anteriores al Período Tardío o de Desarrollos Regionales, este último normalmente identificado por la cerámica de estilo santamariano (900-1500 dC). Se trata de un término estimativo que aquí es usado como sinónimo aproximado de "formativo" o "pretardío". El término, por demás amplio, refleja la escasez de precisión de que se dispone actualmente para la secuencia cronológica local anterior al año 1000.

2 La descripción de La Banda de Arriba ofrecida en este artículo deriva de un intento de integrar fuentes de información publicadas e ilustradas parcialmente en ponencias y resúmenes de congresos nacionales, folletos de divulgación y paneles infográficos en la Municipalidad de Cafayate, por lo que algunos datos quedan imprecisos (Lo Celso 2001, 2003; Lo Celso y Ledesma 2004; Subelza 2002; Subelza y Bravo 2004).

3 Para una comparación con uno de los más ricos cementerios del área valliserrana del noroeste argentino: en el cementerio Orilla Norte de La Aguada, en el valle de Hualfín, con 200 enterramientos y más de 1400 objetos, las tumbas más abundantes son las que presentan entre 15 y 28 objetos y suman sólo 15; pero por lo general corresponden al entierro de más de un individuo (Balesta y Zagorodny 2002:41-42).

4 Recientemente el equipo de la Dra. Myriam Tarragó halló otra tumba presantamariana en la localidad de Andalhuala.

5 Para una descripción de la cerámica presantamariana de Yocavil y su relación con objetos de estilos Candelaria y Aguada y con otros de ámbitos vecinos, ver Scattolin 2003, donde se analiza la colección Zavaleta y se intenta ofrecer una caracterización más precisa de la alfarería del valle.

Agradecimientos

A Natalia Mazzia por su labor en el campo. A las autoridades de la Dirección del Patrimonio Cultural de Catamarca (hoy Dirección de Antropología) y al Sr. Rubén Quiroga del Museo Eric Boman de Santa María. A Ana María Gigantino por su disposición a exhibir los materiales y colaborar con nuestro equipo. Al Sr. Guillermo González, propietario del terreno excavado. Al Sr. Anacleto Peralta por las informaciones sobre la tumba. A Adriana Muñoz del Världskulturmuseet de Gotemburgo por sus gestiones para la obtención del fechado de El Bañado-La Vaquería.

A Silvia Balart, del Centro Atómico Constituyentes de la Comisión Nacional de Energía Atómica, quien efectuó los análisis metalográficos. A Marta Lo Celso, Claudia Subelza, y Rossana Ledesma, que nos ofrecieron gentilmente informaciones sobre La Banda de Arriba. A la Directora de Cultura de la Municipalidad de Cafayate, Prof. Laura Celayeta, por permitirnos revisar y fotografiar las piezas de La Banda de Arriba. A Eduardo Ribotta y Carlos Aschero por su cortesía al hacernos llegar su ponencia inédita. El trabajo se ha financiado con fondos del PICT ANPCYT 09575.

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