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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol.  n.7 Olavarría ene./dic. 2006

 

Análisis preliminar de los entierros humanos del sitio Paso Alsina 1 (Partido de Patagones, Provincia de Buenos Aires)

Gustavo Martínez, Pablo Bayala, Gustavo Flensborg y Roberto López

Gustavo Martínez. CONICET, INCUAPA. Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA), Avda. del Valle 5737, B7400JWI, Olavarría, Buenos Aires, Argentina. E-mail: gmartine@soc.unicen.edu.ar
Pablo Bayala. Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA). E-mail: pdbaya@yahoo.com.ar
Gustavo Flensborg. Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA). E-mail: gustavoflens@hotmail.com
Roberto López. Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA). E-mail: robertohernan11@hotmail.com

Recibido 28 de Junio 2005. Aceptado 19 de Diciembre 2005

RESUMEN

Se presentan las características principales del sitio Paso Alsina 1 (Partido de Patagones, Provincia de Buenos Aires), localizado en la margen sur del curso inferior del río Colorado. Se trata de un área de inhumación compuesta por al menos 10 entierros secundarios datados entre ca. 500-450 años radiocarbónicos AP. Sobre la base de las similitudes en la presencia y disposición de algunas unidades anatómicas se definen y discuten las características básicas de la estructura funeraria, sus dimensiones, la ubicación espacial y orientación de los entierros y la variabilidad interna existente entre los fardos funerarios y/o entierros. La información derivada de estos análisis indica que el sitio se trataría de un área exclusiva de inhumaciones representada por una estructura funeraria compuesta por un número mínimo de 55 individuos. La mayoría de las unidades anatómicas se encuentran pintadas de rojo y se detectaron huellas de corte posiblemente ligadas al desmembramiento de partes esqueletarias. Finalmente se comparan los resultados obtenidos con la información disponible sobre entierros secundarios para el área de estudio y para áreas aledañas provenientes de la región pampeana y sector costero de norpatagonia.

Palabras clave: Entierros secundarios; Holoceno tardío final; Cazadores-recolectores.

ABSTRACT

Preliminary analysis of the human burials recovered from the paso alsina 1 site (patagones district, buenos aires province). Paso Alsina 1 site (Patagones District, Buenos Aires Province) is found in the lower valley of the Colorado River, an ecotonal area located between the Pampean and Northern Patagonian regions. The site is a small funerary structure (6 m2) composed of at least 10 secondary burials chronologically located at the very end of the late Holocene (500-450 years BP). This paper focuses on the basic aspects related to a) the form, size and structure of the funerary area and, b) the composition of the secondary burials in terms of presence and disposition of diagnostic anatomical units. The secondary burials follow a spatial arrangement produced by an intentional mortuary practice revealed by a patterned orientation and a contiguous and/or overlapped arrangement. The internal composition of the burials shows a repetitive pattern in the presence, location, and association of specific bone specimens that reveals a basic structure in the formation of the secondary burials. This spatial arrangement, both of burial composition and of the area where they lie, as well as the radiocarbon data obtained, suggests that the funerary structure was formed in a single event. At present, a minimum of 55 individuals have been recognized. The majority of the anatomical units are painted red. The presence of cut marks indicates body processing activities before the formation of the secondary burials. Finally, the information obtained from the site will be compared with the bioarchaeological record of other sites that present the secondary burial modality at both local and regional scales (Pampean and eastern Northern Patagonia regions).

Keywords: Secondary burials; Final Late Holocene; Hunter-gatherers.

INTRODUCCIÓN

Las investigaciones relacionadas con entierros humanos ubicados temporalmente en la parte final del Holoceno tardío (últimos 1000 años AP) en las regiones pampeana y norpatagónica han aumentado durante los últimos 10 años. Este crecimiento se observa tanto en el número de sitios excavados como en la variedad de análisis específicos aplicados a los restos óseos humanos, tales como: patologías óseas, información sobre crecimiento y enfermedades infecciosas, estudios craneofaciales morfométricos, análisis de isótopos estables, análisis de dentición y estudio de desgaste funcional y parafuncional, procesos de formación de sitios, tratamiento de los cuerpos para su entierro, evidencias de violencia interpersonal, complejidad de inhumaciones, aspectos ligados al ritual y la muerte, reutilización de lugares del paisaje con propósitos mortuorios, entre otros (Barrientos 1997; Barrientos y Gordón 2004; Barrientos y Leipus 1997; Barrientos y Pérez 2004; Barrientos et al. 1997, 2002; Bayón et al. 2004; Berón 2003, 2004; Gómez Otero y Dahinten 1997-1998; Luna et al. 2004; Martínez 2002; Martínez y Figuerero Torres 2000; Prates et al. 2006; etc.). Dado que Paso Alsina 1 se compone únicamente de entierros secundarios, en esta introducción se mencionarán preferentemente los antecedentes referidos a esta modalidad de inhumación.

El objetivo de este trabajo es dar a conocer información preliminar de los entierros secundarios registrados en el sitio Paso Alsina 1 (39° 23.277' LS y 63° 15.360' LO). Si bien todos los entierros fueron recuperados, las investigaciones en el sitio están aún en sus comienzos. Por esta razón, se presentan las características básicas del área de inhumación y de la estructura de los entierros que la componen, sobre la base de algunas unidades anatómicas cuya disposición recurrente permite delinear patrones que dan cuenta de la variabilidad de los entierros. Se analiza la ubicación y orientación de los mismos y su vinculación espacial dentro del área de inhumación y se presenta una estimación del número mínimo de individuos en base a los cráneos recuperados. Asimismo, se dan a conocer los primeros fechados radiocarbónicos y se describen los resultados obtenidos del análisis de los colorantes asociados a los entierros. Finalmente, se compara brevemente la estructura de los entierros y la cronología de Paso Alsina 1 con sitios del área de estudio donde se registraron entierros secundarios (e.g., sitio La Petrona). Se discute esta información en el contexto del registro arqueológico respecto de las prácticas mortuorias relacionadas a los entierros secundarios de la región pampeana y el sector costero de norpatagonia.

Estos estudios se enmarcan en el proyecto "Investigaciones arqueológicas en el valle inferior del río Colorado (Provincia de Buenos Aires, Argentina)", a cargo de uno de los autores (GM). Las principales líneas de investigación hasta ahora desarrolladas y los resultados obtenidos pueden consultarse en Martínez (2004, 2006). El curso inferior del río Colorado es un área transicional, ecotonal-árida (provincia del Espinal sensu Cabrera 1976; Figura 1), con particularidades ecológicas respecto de pampa y norpatagonia, que permiten distinguirlo de éstas y tomarlo como una unidad de análisis (ver discusión en Martínez 2004:276-279 y Martínez 2006). El objetivo del proyecto radica en el estudio de la adaptación y evolución de las sociedades cazadoras-recolectoras en este ambiente particular y en su relación con las poblaciones de regiones aledañas. En este sentido, algunas de las preguntas eje del proyecto apuntan a entender si un patrón de adaptación específico y un modo de vida propio se desarrolló en el área y si la misma fue simultánea y/o alternativamente ocupada por poblaciones de regiones vecinas según las condiciones ecológico-sociales del Holoceno tardío (Martínez 2004, 2006).


Figura 1. En el mapa se señalan los sitios mencionados en el texto: 1.- Paso Alsina 1; 2.- La Petrona; 3.- Isla Gama; 4.- San Blas; 5.- Laguna del Juncal; 6.- Punta León; 7.- Laguna Los Chilenos; 8.- Chenque I; 9.- Campo Brochetto; 10.- Napostá, (tomado y modificado de Bayón et al. 2004)

A excepción de escasas contribuciones (Martínez y Figuerero Torres 2000; Outes 1926), hasta el desarrollo de este proyecto existió una virtual ausencia de información arqueológica para el área de estudio. Para el área comprendida entre los ríos Colorado y Negro y entre el meridiano V° y el mar, Outes (1926) mencionó la presencia de grandes cementerios localizados en médanos. Este autor registró "paquetes funerarios y entierros óseos agrupados, incompletos por veces y pintados de rojo (sin) ajuar alguno" (Outes 1926:387). Años después, Martínez y Figuerero Torres (2000) estudiaron el sitio La Petrona, caracterizado por la asociación contextual de entierros secundarios y primarios (ver descripción más abajo).

Existen antecedentes sobre el hallazgo de entierros secundarios en áreas de las regiones pampeana y norpatagónica costera. En el caso de la primera, más precisamente en la subregión Pampa Seca (provincia de La Pampa) se encuentra el sitio Chenque I (Parque Nacional Lihué Calel) donde se recuperaron entierros primarios, secundarios y disposiciones (Berón 2003, 2004; Berón et al. 2000; Luna et al. 2004). En el sector de Pampa Húmeda (sudeste de la región pampeana) se recuperaron entierros secundarios en los sitios Los Chilenos 1, Campo Brochetto y Napostá (Barrientos 1997, 2001; Barrientos y Leipus 1997; Barrientos et al. 1997, 2002).

Para norpatogonia oriental, el curso inferior del río Negro y la zona costera aledaña fueron intensamente estudiados desde principios del siglo XX. De estas investigaciones se registraron numerosos tipos de entierros (primarios, secundarios, osarios, etc.) en diferentes situaciones contextuales (ver discusión en Bayón et al. 2004 y Martínez y Figuerero Torres 2000). Las menciones sobre entierros secundarios, a menudo pintados de rojo, ocupan un importante lugar en la literatura, donde se destacan sitios como Laguna del Juncal, San Blas, Isla Gama, etc. (Bórmida 1950, 1962; Moldes de Entraigas 1983; Torres 1922; Vignati 1931; ver discusión en Fisher y Nacuzzi 1992). A unos 160 km de la desembocadura del río Negro, sobre su margen sur, se encuentra el sitio La Toma-Curundú, donde se registró asociación entre entierros primarios y secundarios con ajuar funerario (Peronja et al. 1987). Para la costa nordeste del Chubut, Gómez Otero y Dahinten (1997-1998) descubrieron una inhumación secundaria en el sitio Punta León.

La cronología de todos los sitios mencionados corresponde al Holoceno tardío final (ca. 1000-300 años AP). Las características principales de los mismos serán discutidas más abajo en relación a la información provista por el sitio Paso Alsina 1.

EL SITIO

Las investigaciones en la Estancia Paso Alsina comenzaron a efectuarse a partir de los numerosos relatos orales que indicaban el hallazgo frecuente en sectores aledaños al río, de artefactos y entierros indígenas. Previamente al descubrimiento del sitio aquí reportado, algunos lotes ribereños fueron prospectados en dos oportunidades (2001 y 2002). La baja visibilidad arqueológica del lugar (e.g., médanos vegetados, bosques xerófilos, etc.) sólo permitió detectar unas pocas concentraciones de materiales en la superficie de médanos denudados, en tanto que los sondeos efectuados dieron resultados negativos.

Paso Alsina 1 se encuentra localizado a ca. 400 m de la margen sur del río Colorado, a aproximadamen te 100 km de la costa atlántica (Figura 1). El lugar donde se ubica el sitio se localiza al SO de un terraplén (denominado por los lugareños "defensa") levantado en la década del 90 con el objeto de detener una inundación del río Colorado. Afortunadamente, a pesar de que la zona de préstamo del mencionado terraplén se encuentra a pocos metros del área de inhumación, la misma no fue alterada (Figura 2). Si se toma como parámetro el relieve circundante al sitio, se infiere que los entierros habrían estado originalmente ubicados hacia el final de una pequeña cadena de médanos rodeada en los sectores este y oeste por antiguos zanjones naturales hasta donde llegaban las aguas del río Colorado.


Figura 2. Croquis de la ubicación del sitio en relación al paisaje y vista en planta del área de inhumación.

En marzo de 2004, cuando se realizaban actividades de laboreo en el lote No 9 (que hasta ese momento no había sido trabajado con propósitos agrícolo-ganaderos), la acción de una zanjeadora dejó al descubierto fragmentos de huesos de coloración rojiza. Este hallazgo llamó la atención al encargado del campo, quien de inmediato dio a conocer los detalles del descubrimiento a uno de los autores (GM). Días después se realizó una inspección de la zona constatando que los fragmentos diseminados en superficie correspondían a huesos humanos pintados de rojo; evidencias que claramente indicaban la presencia de entierros indígenas en el lugar.

Condiciones de hallazgo y metodología de excavación

La excavación del sitio se llevó a cabo en tres campañas (marzo-abril y octubre de 2004 y enero-febrero de 2005) que totalizaron ca. 45 días de trabajo de campo. El área donde se registraron los hallazgos fue cercada por un alambrado perimetral (por la presencia de ganado vacuno en el lote) y las tareas de rescate arqueológico comenzaron rápidamente debido a la posición poco profunda de los hallazgos; de hecho algunos de los entierros (especialmente los del sector sur, ver Figuras 2 y 3) se vieron seriamente afectados por la maquinaria, dañándose la parte superficial de los mismos.


Figura 3. Foto de la superficie excavada y disposición de los entierros.

Las tareas de recuperación de los entierros comenzaron con la delimitación de una planta general que abarcó un área más amplia que la de la distribución de fragmentos óseos diseminados en la superficie del terreno. Esta planta general se subdividió a su vez en áreas menores. Ante la incertidumbre sobre la cantidad de entierros y la extensión del área de inhumación, se procedió a excavar muy superficialmente los sectores delimitados por las evidencias óseas más notorias que sobresalían del terreno (e.g., porciones de cráneos y epífisis de huesos largos semienterrados). Así, la planta general inicialmente planteada fue subdividida en tres áreas menores que fueron excavadas individualmente. Esta tarea permitió delimitar claramente la distribución y límites del conjunto de los entierros secundarios, a excepción del Entierro 1, lo que motivó la ampliación hacia el este de la planta originalmente establecida.

Dada la situación casi superficial de los entierros, contenidos en una matriz sedimentaria básicamente arenosa, las tareas de excavación comenzaron rápidamente. Si bien no se han realizado aún controles tafonómicos sistemáticos, las observaciones preliminares en el campo mostraron estados de preservación muy variables de los elementos óseos: desde huesos muy deteriorados (e.g., desintegrados) hasta otros en muy buen estado (completos y bien preservados). Estas condiciones variables de preservación dependieron al menos de dos factores, por un lado, de cuán expuestas se encontraban las unidades anatómicas; por el otro, de la acción de raíces. En el primer caso, el intenso impacto de la zanjeadora, ya sea por el contacto directo con los huesos como por el peso de la misma, causó una importante fragmentación y aplastamiento de unidades anatómicas (e.g., cráneos). En el segundo caso, las raíces de las "chilcas" (Baccharis sp.), no sólo afectaron las unidades anatómicas en forma mecánica (atravesando los huesos), sino también por la acción química (degradación del hueso hasta un estado pulverulento).

Las tareas de rescate se realizaron a través de dos técnicas básicas. Por un lado, algunos entierros fueron extraídos en bloques de yeso, aunque dada la cercanía espacial e incluso la yuxtaposición de los paquetes funerarios (Figuras 2 y 3) este procedimiento sólo pudo aplicarse a dos casos (paquetes funerarios 10A y 10B). El resto de los entierros fueron recuperados extrayendo unidades anatómicas individuales y pequeños grupos de huesos, procediendo al mapeo de los mismos.

El estado dispar de preservación de los huesos hizo necesaria la aplicación de técnicas de conservación in situ, implementadas a través del uso de consolidantes (PVAC 1-2%, 15% y 25%) y acetona, a los efectos de recuperar las unidades anatómicas lo más completas posibles para garantizar su determinación anatómica, lateralidad y recuperar información ligada a sexo y edad. Simultáneamente, en aquellos huesos en muy mal estado y con escasas condiciones de supervivencia se procedió a la determinación en el campo de diferentes parámetros (e.g., unidad anatómica, lateralidad, sexo, etc.) tanto in situ como luego de su extracción inmediata.

En suma, la historia tafonómica del sitio relacionada con la acción antrópica actual comenzó con la construcción del terraplén que, si bien no afectó a los entierros directamente, modificó su ambiente circundante a través de la nivelación del terreno aledaño (posiblemente un pequeño médano), que actuó como zona de préstamo para la construcción de la defensa (Figura 2). Posteriormente, las tareas de laboreo en el lote modificaron parcialmente la parte superficial de los entierros. A ello se agregan los procesos naturales representados por las modificaciones mecánicas y químicas ocasionadas por raíces. El análisis exhaustivo de las superficies óseas permitirá en un futuro verificar la existencia de otros procesos naturales y culturales.

ANÁLISIS PRELIMINAR DE LA DISPOSICIÓN DEL CONJUNTO DE ENTIERROS

Los entierros recuperados se hallaron en un área aproximadamente elíptica de pequeñas dimensiones (ca. 2,5 x 2,5 m= 6 m2; Figuras 2 y 3), de la cual se extrajo una totalidad de 10 entierros secundarios. Las inhumaciones se encontraron a una profundidad de entre 0,14 m y 0,48 m respecto de la superficie del suelo. La distancia entre los entierros era muy estrecha y los mismos se ubicaron en forma contigua en sus extremos y/o límites laterales e incluso, en algunos casos, yuxtapuestos. Se obtuvieron tres fechados radiocarbónicos cuyas edades son: 504 ± 34 años AP (Entierro 10A; AA-59696; hueso; d13C= -18,9‰), 483 ± 34 años AP (Entierro 10B; AA-59694; hueso; d13C= -18,4‰) y 452 ± 35 años AP (Entierro 2; AA-59695; hueso; d13C= -18,9‰). Como se discutirá más adelante se trata de un área exclusiva de entierros.

En una contribución anterior basada en la excavación parcial del sitio (Martínez et al. 2004), se estimó la existencia de al menos 11 entierros. Sin embargo, a partir de la excavación total del área y del análisis de mapeos y fotos, se recalculó el número de entierros en diez. La información provista por los mapeos permitió determinar un NME estimado de 3302. No obstante, este número debe ser considerado provisorio ya que algunos elementos fueron extraídos en conjuntos que están contabilizados en los protocolos como una unidad. Teniendo en cuenta la totalidad de los entierros y sobre la base de la información obtenida de los mapeos se contabilizaron 55 cráneos que dan cuenta del número mínimo de individuos estimado (NMIe) calculado hasta el momento para el sitio. Los cráneos aún no han sido analizados detalladamente, pero están entre las unidades anatómicas que sufrieron un intenso deterioro. Muchos de ellos se encuentran fracturados y/o aplastados y están siendo objeto de reconstrucción y consolidación, razón por la cual aún no se ha indagado sobre la presencia de algún tipo de deformación cultural.

Descripción de los entierros

Dados los propósitos de esta contribución y a los efectos de entender la variabilidad, conformación y preparación de las inhumaciones se definieron dos términos:

-Paquete o fardo: unidad mínima de análisis formada por un conjunto de huesos, pertenecientes a uno o más individuos, contenidos originalmente por algún componente perecible (e.g., cuero, tientos) que le confiere individualidad y lo diferencia espacialmente de otros paquetes y/ o entierros adyacentes o superpuestos.

-Entierro: unidad de análisis mayor, la cual puede estar formada por una o más unidades mínimas o paquetes funerarios.

En cuanto a la disposición de los entierros secundarios (Figuras 2 y 3) se observa que al menos seis (Entierros 2, 3, 4, 5, 6 y 7) se encontraban alineados en sentido Este-Oeste de acuerdo a la ubicación de sus extremos, mientras que los restantes (Entierros 1, 8, 9 y 10) se ubicaban en sentido Norte-Sur. Sobre la base de la información provista por el registro de planta (fotos y gráficos) y por la disposición espacial recurrente de algunas unidades anatómicas diagnósticas, se definió una estructura básica: uno a tres cráneos en los extremos, huesos de las cinturas pélvica y escapular asociados a los cráneos, huesos largos en los laterales y grupos de costillas alineadas simétricamente entre sí ubicadas sobre los entierros y en los límites de los mismos (Figura 4). Los entierros presentes en el área de inhumación se caracterizan por mantener la estructura básica antes descripta. Sin embargo, se observó entre ellos variabilidad en cuanto a la frecuencia y ubicación de las partes esqueletarias diagnósticas antes mencionadas, lo que permitió delinear los patrones descriptos a continuación. Además, se manejará a modo de hipótesis la presencia de más de un paquete o fardo funerario dentro de cada entierro.


Figura 4. Foto de la estructura básica de los entierros representada por los casos 3, 4 y 5.

Patrón A: representado por los Entierros 1, 3 y 8, se caracteriza por la presencia de dos cráneos superpuestos en cada uno de los extremos (Figura 5). Esta disposición de los cráneos y de otras unidades anatómicas diagnósticas podría evidenciar la presencia de más de un paquete o fardo funerario dentro del entierro. Si este fuera el caso, en el Entierro 1, el paquete superior estaría constituido por dos cráneos, uno en cada extremo, con una escápula y dos coxales asociados con uno de ellos. Los cráneos restantes conformarían el paquete inferior, uno de estos vinculado a dos coxales. En el Entierro 3 el paquete superior estaría conformado por un cráneo en cada extremo, uno de ellos asociado a dos escápulas y el otro, en su parte inferior, a una escápula y tres coxales. Un conjunto de costillas se localizaba en la parte superior del paquete (Figura 5). El fardo funerario inferior estaría constituido por tres cráneos: en un extremo se localizó un cráneo asociado espacialmente a cinco coxales y a una escápula, mientras que en el lado opuesto otro cráneo se relacionó espacialmente a los tres coxales y a la escápula ya mencionados para el fardo superior. El tercer cráneo se ubicó en el centro del paquete, asociado a dos escápulas. Además, se registró la presencia de un segundo grupo de costillas localizadas a la misma profundidad que los cráneos que componían el fardo inferior. La descripción anterior sugiere que este entierro estaría compuesto por dos paquetes. En cuanto a la relación espacial entre los Entierros 1 y 3, el primero se superponía al segundo en su límite este. El Entierro 3 presentaba la mayor frecuencia de asociación espacial entre cráneos y huesos de las cinturas pélvica y escapular. Finalmente, en el Entierro 8 el paquete funerario superior estaría compuesto por un cráneo en cada extremo, uno de ellos asociado a un coxal y a una escápula. Se registraron gran cantidad de fragmentos de costillas en el sector medio del paquete. El fardo inferior se caracterizaría por la presencia de un cráneo en cada extremo, asociado a un coxal cada uno y la presencia de dos cráneos en el sector medio del paquete correspondientes a individuos infantiles.


Figura 5. Croquis de los principales patrones reconocidos dentro de la estructura básica de los entierros.

Patrón B: representado por los Entierros 4, 5 y 6 (ver Figura 5) y caracterizado por la presencia de un sólo cráneo en un extremo y más de uno en el otro. En los Entierros 5 y 6 se encontraron dos cráneos superpuestos en el mismo extremo y en el Entierro 4 se registraron tres cráneos, uno más superficial y los dos restantes por debajo y a los laterales del primero, respectivamente. En el Entierro 5 se observó la asociación de dos escápulas a uno de los cráneos superpuestos y de dos coxales y una escápula sobre el cráneo ubicado en el otro extremo. Este entierro se encontró superpuesto en sus límites laterales a los Entierros 4 y 6 (Figuras 2 y 4). Se registraron tres grupos de costillas, dos localizados superficialmente (Figura 4) y otro en el interior del entierro. Con respecto al Entierro 6, los cráneos superpuestos estaban vinculados a mandíbulas, una de ellas se registró articulada y la restante sólo asociada, ya que está ligeramente desplazada, aunque puede corresponder al mismo. Además, ambos cráneos estaban separados entre sí por un coxal y el cráneo más profundo estaba, a su vez, relacionado con una escápula. El cráneo localizado en el otro extremo se encontró vinculado a cuatro coxales y a una escápula. El Entierro 6 estaba superpuesto en su extremo Este al Entierro 8. Por último, en el Entierro 4, de los tres cráneos ubicados en un extremo, dos presentaron su mandíbula articulada y en ningún caso estaban asociados a cinturas. El único cráneo ubicado en el otro extremo del entierro se asociaba en su parte inferior y en los laterales a un coxal y a una escápula. Además, en el sector medio se encontró un conjunto de costillas en la parte superficial del entierro (Figura 5).

Patrón C: se caracteriza por la presencia de sólo un cráneo en cada extremo, como se observa en los Entierros 7 y 9 (Figura 5). En el Entierro 7 uno de los cráneos se encontró con su respectiva mandíbula arti culada y estrechamente vinculado a tres coxales y a una escápula. En cambio, el otro presentó una mandíbula asociada, no articulada, que posiblemente corresponda al mismo. Junto a este cráneo se registraron dos escápulas y un coxal. Se localizó un grupo de costillas asociado a uno de los cráneos. Con respecto al Entierro 9, los cráneos de cada uno de los extremos se ubicaron enfrentados con sus respectivas mandíbulas articuladas, uno de ellos relacionado espacialmente a un coxal y el restante a dos coxales. Sin embargo, se diferencia del Entierro 7 por la presencia de dos cráneos en el centro del mismo, ambos correspondientes a individuos infantiles (Figura 5).

Patrón D: está caracterizado por el Entierro 10 (Figura 6). Éste se destaca por poseer una modalidad secundaria particular y se diferencia en su estructura respecto de los demás. El mismo se componía de dos paquetes o fardos funerarios (10A y 10B) claramente definidos a través de sus límites laterales, superiores e inferiores. Los mismos se localizaban adyacentemente, estando el 10A más elevado y mostrando mayor complejidad en cuanto a la representación y disposición de partes esqueletarias. La localización y cercanía de ambos fardos indicaría que son parte de una misma inhumación, es decir el mismo entierro (Figura 6). Con respecto al paquete 10A, estaba constituido por siete cráneos: uno en el extremo Sur con su mandíbula articulada junto a una escápula; hacia el centro del paquete se localizaron tres cráneos, uno de ellos vinculado a su vez a un coxal y a una escápula; en el extremo norte se registraron tres cráneos. Ademas se evidenció un conjunto de costillas en el sector sur del paquete.


Figura 6. Foto de la estructura del Entierro 10 con sus respectivos paquetes (10A y 10B).

Con respecto al paquete 10B, sólo contenía un cráneo en el extremo sur con su respectiva mandíbula articulada y asociada a un grupo de costillas. Este fardo estaba dispuesto al Oeste del anterior en forma paralela y mostraba menor densidad de huesos. Se destaca la presencia de dos coxales en el extremo opuesto, donde no se registraron cráneos. En este paquete se observaron una de las pocas unidades anatómicas articuladas, tres vértebras dorsales.

Otra particularidad del sitio lo constituye el Entierro 2 que estaba conformado por once cráneos. Teniendo en cuenta la unidad mínima de análisis (paquete y/o fardo) se interpreta que dicho entierro estaría constituido, al menos, por tres paquetes dispuestos lateralmente y contiguos entre sí: 2A, 2B y 2C. La disposición de los mencionados fardos y las unidades anatómicas que los componen esta aún bajo estudio. No obstante, en términos generales, en los tres fardos se reitera la estructura básica general descripta al principio de este apartado.

Por último, se registraron cráneos que, si bien se localizaban junto a los entierros, no han podido vincularse con certeza a ninguno de estos y no presentaban asociación con cinturas pélvica o escapular. Se ubicaban entre el Entierro 8 y los Entierros 5, 6 y 7, estableciendo los límites entre los mismos (Figuras 2 y 3). Probablemente hayan sido dispuestos intencionalmente para rellenar espacios.

Pintura, huellas de corte y cultura material

La mayoría de los especimenes óseos se encuentran pintados de rojo. Este hecho llamó la atención por la recurrencia e intensidad de la coloración sobre la superficie de los huesos, ya que no se trataba de colores tenues o -como en el caso del sitio La Petrona (ver Martínez y Figuerero Torres 2000)- de una tinción difusa sobre los sedimentos. La coloración se presentó en la mayoría de los huesos, independientemente de su posición en la superficie o en el interior del paquete. Estas tinciones rojizas se localizaron en dos formas: adherida a la superficie de los huesos y en sedimentos más compactos, claramente diferenciables de la matriz arenosa, que rodeaban el contorno de algunos cráneos. En el caso de una muestra proveniente del entierro 10A, un sedimento arenoso rojizo que rodeaba al cráneo N° 9, el espectro infrarrojo brindo señales débiles de hematita. Se observaron señales de lípidos y el análisis por cromatografía gaseosa mostró la presencia de varios componentes. La muestra fue posteriormente analizada por cromatografía gaseosa acoplada a espectrometría de masa. Se identificaron ácidos grasos saturados y algunos hidrocarburos que se encuentran en menor proporción. La composición en ácidos grasos encontrados y la presencia de hidrocarburos sugeriría la utilización de alguna cera como aglutinante. Para el caso de una muestra de colorante obtenido por raspado de una costilla del Entierro 2, el espectro infrarrojo mostró que el pigmento rojo coincidía con hematita. Se observaron señales correspondientes a lípidos pero de muy baja intensidad. El análisis por cromatografía gaseosa no dio señales de ésteres metílicos de ácidos grasos. De estos resultados se infiere que el contenido de componentes orgánicos es prácticamente nulo en esta muestra (M. Maier comunicación personal 2006).

Respecto de las huellas de corte aún no se han realizado análisis microscópicos, pero el patrón evidenciado por las observaciones macroscópicas indica que en algunos elementos (e.g.; costillas, hueso largos) se produjo la remoción de partes blandas en alguna etapa del proceso de esqueletización del cadáver. En lo referido a la cultura material asociada a los entierros, se recuperaron dos puntas de proyectil, un fragmento de cerámica y ca. 10 chaquiras. Este número puede aumentar cuando se procesen los materiales de cernidor.

CARACTERIZACIÓN DEL SITIO Y DISCUSIÓN AREAL

Las inhumaciones habrían sido realizadas en una zona elevada relacionada con una línea de médanos. La disposición de los entierros (alineados, apenas separados entre sí y yuxtapuestos) ocupa una pequeña área (ca. 6 m2) de forma elíptica. La evidencia provista por los fechados radiocarbónicos disponibles hasta el momento indica que las inhumaciones habrían sido sincrónicas y, en consecuencia, se trataría de un sólo evento en donde se encuentran representados al menos 55 individuos. Los diez entierros son secundarios. Mas allá de los patrones arriba descriptos, todas las inhumaciones presentaban una estructura interna básica, con una conformación anatómica y disposición espacial recurrente de ciertas partes esqueletarias que se consideraron diagnósticas (e.g., cráneos, cinturas pélvica y escapular, costillas, etc.). La escasez de cultura material asociada a los entierros indica la especificidad funcional del área y la presencia de huellas de corte evidencia que se produjo el procesamiento y descarne de cadáveres, práctica que estaría vinculada a una organización y planeamiento respecto de las prácticas inhumatorias (e.g., formación de paquetes funerarios). Estas características representan exclusividad funcional en el uso del área, alta densidad de entierros e individuos (un entierro cada 0,6 m2) con un arreglo espacial estructurado y pautado (e.g., contigüidad y superposición entre las inhumaciones) y delimitación espacial clara del área de inhumación. Estas propiedades fueron tomadas por Pardoe (1988; ver discusión en Littleton 2002:105-106) para definir cementerios. Sin embargo, Littleton (2002:118), basándose en el trabajo de Pardoe (1988) y usando los criterios arriba mencionados, sostiene que estas áreas de entierro deben ser deliberadamente mantenidas, aspecto que es aplicado para la distinción entre cementerio y no cementerio. En este sentido, en el área de inhumación de Paso Alsina 1 no hay signos de alteración de la estructura funeraria para la introducción de nuevos entierros a través del tiempo. En consecuencia, no habría existido un uso repetitivo del área ni mantenimiento de la misma. A los fines operativos, y dadas las definiciones anteriores, Paso Alsina 1 se caracteriza como un área exclusiva de inhumación, pero que no cumple con las características requeridas para ser denominada cementerio (para un caso contrario ver discusión sobre sitio Chenque I abajo).

En una escala intrasitio, a partir de la descripción de los entierros se deduce un patrón repetitivo en la vinculación espacial de ciertas unidades anatómicas. El patrón más sobresaliente es la vinculación entre cráneos y cinturas pélvica y escapular. Es notable que en algunos casos un mismo cráneo o cráneos superpuestos, estaban asociados a un número elevado de coxales y escápulas (e.g., Entierro 3; ver Figura 5). Otra disposición que se repitió fue la de los cráneos (hasta tres de ellos) localizados en los extremos de los paquetes y/o entierros (e.g., Entierro 4) y, en menor medida, ubicados en los sectores medios de los mismos (e.g., Entierros 2, 3, 8 y 9). En dos casos (Entierros 8 y 9), estos cráneos localizados en el centro corresponden a individuos infantiles. Además, se constató un importante número de mandíbulas asociadas a sus respectivos cráneos (e.g., Entierros 4, 6, 7, 9). Esta situación es particular ya que casi no se han registrado unidades anatómicas articuladas (a excepción del Entierro 10B).

Respecto de la composición de los entierros de Paso Alsina 1, llama la atención la simetría de algunos conjuntos de huesos (e.g., costillas, huesos largos, etc.) que denota una actitud deliberada en la disposición de las unidades anatómicas que los integran. Esta práctica se ve sobredimensionada si se tiene en cuenta que los mismos estarían posiblemente envueltos en materiales perecibles, que impedirían ver con exactitud la disposición exacta de las mismas unidades en el acto de colocación de los fardos en el área de inhumación. Un claro ejemplo de esto es la disposición de las costillas en fardos contiguos: mientras en uno el grupo de costillas se alineaba simétricamente entre sí y con su cara externa orientada hacia una dirección, en el entierro contiguo otro grupo de costillas se dispuso en el sentido opuesto (ver Figuras 4 y 5). La gran inversión en tiempo, esfuerzo y dedicación en lo que se refiere a la preparación de cadáveres reflejada por las huellas de corte, intensidad y frecuencia de la pintura sobre los huesos, indican una actitud consciente y pautada en el tratamiento de los muertos, tanto en la confección como en el ordenamiento de los fardos funerarios.

Para el curso inferior del río Colorado, en el sitio La Petrona, se recuperaron cuatro entierros humanos con modalidades primarias, secundarias simples y secundarias múltiples (Martínez y Figuerero Torres 2000). Todos los individuos recuperados son de sexo femenino y los cráneos, exceptuando uno de ellos (LP3), presentan deformación tabular erecta. En este sitio las modalidades primarias se registraron junto a las secundarias en el mismo contexto. Sin embargo, los entierros primarios se encontraban incompletos: en un caso (LP3) el individuo estaba articulado hasta la altura de las vértebras lumbares, faltando completamente el resto del esqueleto; en el otro caso (LP4) se encontraron articuladas algunas unidades anatómicas desde la pelvis hasta los miembros inferiores. Se descartó que los huesos de ambos entierros primarios formaran parte de un mismo individuo y se indicó que el registro correspondería a la remoción parcial de unidades anatómicas para conformar entierros secundarios (ver discusión en Martínez y Figuerero Torres 2000:241). La diferencia más notoria respecto de los entierros de Paso Alsina 1 es la presencia de un solo cráneo en un extremo. Cuantificaciones preliminares (Martínez et al. 2005) de las unidades anatómicas y de los individuos representados en los Entierros 2 y 6 de Paso Alsina 1, muestran que tanto el número de especimenes como de individuos representados por entierro es mayor al de La Petrona. En consecuencia, a nivel areal (curso inferior del río Colorado), se registra una importante variabilidad de entierros primarios y secundarios, a veces aislados, otras en conjunción y estructurados en el área de inhumación de forma diferente.

La Petrona y Paso Alsina 1 estaban localizados en médanos sobre sectores elevados del paisaje. Desde el punto de vista de la comparación intersitio hay diferencias entre ambos. Mientras que en La Petrona los entierros secundarios y primarios incompletos se encontraban en un área de ca. 36 m2 y separados unos de otros (ver Figura 2 en Martínez y Figuerero Torres 2000:232), los 10 entierros secundarios de Paso Alsina 1 se disponían en una superficie de ca. 6 m2. Estas diferencias estarían relacionadas con la funcionalidad de los sitios. En el caso de La Petrona la muestra de artefactos recuperada de la superficie del médano estaba compuesta por puntas de proyectil líticas pedunculadas y apedunculadas, materiales de molienda, fragmentos de cerámica, desechos líticos, perforadores, adornos labiales y/o auriculares, pendientes grabados, etc. (ver Figuras 6 y 7 en Martínez y Figuerero Torres 2000; Armentano 2006)1. En cambio, en Paso Alsina 1 sólo se recuperaron hasta el momento dos puntas de proyectil, un fragmento de cerámica y ca. 10 chaquiras. Las diferencias arriba indicadas para ambos sitios sugieren que mientras Paso Alsina 1 se corresponde a un área exclusiva de inhumación, La Petrona se relaciona a un sitio de actividades múltiples donde además se llevaron a cabo prácticas inhumatorias (ver Martínez 2006).

En cuanto al uso de colorantes, la arena que circundaba los huesos de algunos entierros de La Petrona (e.g., LP2) estaba mezclada con ocre rojo, formando una masa compacta que se adhería a los huesos sin teñirlos (Martínez y Figuerero Torres 2000:238). Por el contrario, los huesos de Paso Alsina 1 están intensamente pintados de rojo. Respecto de la pintura sobre los huesos es claro el uso de hematita y sustancias orgánicas (probablemente aceites vegetales o grasas animales) como aglutinantes. Además, alrededor de algunos cráneos se registraron sedimentos más compactos impregnados de esta sustancia rojiza. En el área de estudio, Outes (1926:389) observó cráneos cubiertos con una capa calcárea, hallazgos que según este autor, también se registraron en la cuenca inferior del río Negro. La ausencia de ajuar funerario en Paso Alsina 1 es compatible con la evidencia de La Petrona (Martínez y Figuerero Torres 2000) y con la descripta por Outes (1926) para los entierros secundarios por él observados en el área. Los fechados radiocarbónicos provenientes de las modalidades primarias y secundarias de La Petrona poseen una cronología de ca. 500-300 años AP (ver Tabla 1 en Martínez 2004:281), coincidente con la de Paso Alsina 1 cuyo rango es de ca. 500-450 años AP.

COMPARACIONES EXTRA-AREALES

Aunque el estado del conocimiento del área de estudio es preliminar, una de las líneas de evidencia que puede ser explorada en un nivel extra-areal y regional (e.g., otras áreas de la región pampeana y norpatagónica costera) es la relacionada con las prácticas mortuorias y modalidades de entierro, principalmente las secundarias que han sido objeto principal de este trabajo.

En la porción de la Pampa Seca de la región pampeana, el sitio Chenque I (Lihué Calel; Berón 2003, 2004) se destaca por una compleja estructura de ori gen antrópico donde se recuperaron de la Unidad Superior un total de 42 individuos y de la Unidad Inferior un NMI estimado de 26 (Berón 2003:251). Las modalidades de entierro identificadas son primarias (13), secundarias (3), disposiciones (5) y dispersas (2). El rango cronológico de utilización del sitio es de ca. 1030-370 años AP. Un entierro secundario (N° 8) presenta una cronología de ca. 900 años AP (Berón 2003:249). Respecto de la comparación de este sitio con Paso Alsina 1, el factor común es que ambos se localizan en zonas elevadas, aunque el sitio Chenque I presenta estructuras de rocas en su superficie (Berón 2003:247). Otras diferencias significativas son que este sitio contiene numerosas inhumaciones a distintas profundidades, que corresponden a diferentes períodos de tiempo e incluso presenta claras evidencias de remoción, recuperación de unidades anatómicas y reutilización del espacio de inhumación (Berón 2003, 2004; ver discusión en Luna et al. 2004). Estas últimas características no fueron registradas en Paso Alsina 1 y son parte de los criterios utilizados por Littleton (2002) para definir cementerios.

El sitio Los Chilenos 1 (Barrientos 1997; Barrientos et al. 1997) está formado por tres entierros, dos primarios e individuales y uno secundario, éste último conformado por un NMI=14. La estructura del entierro secundario múltiple presenta similitudes con los entierros secundarios registrados en La Petrona (especialmente LP1; ver Figura 4 en Martínez y Figuerero Torres 2000:234) y con algunos de los entierros de Paso Alsina 1 (e.g., fardo 10A; Figura 6; ver Figura 4 en Barrientos et al. 2002:308). El entierro secundario de Los Chilenos 1 se ubica cronológicamente en ca. 580 años AP. En todos estos entierros, las partes esqueletarias presentaban pintura roja (Barrientos y Leipus 1997; Barrientos et al. 2002).

En el sitio Campo Brochetto, asignado al Holoceno tardío anterior a la conquista, los hallazgos más sobresalientes son restos humanos (NMI de 10) que se hallan pintados y dispuestos en entierros secundarios. La disposición de los mismos sugiere un área formal y específica de entierro donde se llevaron a cabo actividades relacionadas con las últimas etapas del procesamiento de cadáveres para su entierro final (Barrientos 1997; Barrientos y Leipus 1997). Paso Alsina 1 tiene similitudes con este sitio en cuanto a la representación única de entierros secundarios y en el tratamiento de los cuerpos (e.g., esqueletización, pintura roja, etc.), aunque se diferencia en que en este último sitio hay un NMI menor (n= 10) y, además, presenta artefactos vinculados al tratamiento de los muertos (Barrientos y Leipus 1997).

En proximidades del arroyo Napostá Grande se recuperó un conjunto de entierros secundarios con un NMI estimado que asciende a cinco, cuya cronología es asimilable al Holoceno tardío final (Barrientos 1997, 2001:6, Tabla 1).

Para la región norpatagónica la información disponible es de menor detalle que la obtenida para la región pampeana. Se cuenta con descripciones sobre sitios del valle inferior del río Negro: Laguna del Juncal, San Blas, Isla Gama, etc. (Bórmida 1950; Moldes de Entraigas 1983; ver discusión en Nacuzzi y Fisher 1988 y Fisher y Nacuzzi 1992). En la Laguna del Juncal se registraron modalidades que incluían entierros primarios, secundarios, sepulturas aisladas y dobles, "osarios", etc. (Bórmida 1950; ver Fisher y Nacuzzi 1992). Para la cuenca media del río Negro, en el sitio La Toma-Curundú, fueron registrados entierros secundarios en asociación con primarios (Peronja et al. 1987).

Para la costa nordeste de la provincia de Chubut, Gómez Otero y Dahinten (1997-1998) destacaron el predominio de inhumaciones primarias sobre las secundarias. La única inhumación secundaria individual recuperada del sitio Punta León, se caracterizaba por la ubicación del cráneo en la zona central del entierro, delimitado lateralmente por huesos de las extremidades. Es interesante notar que a los lados del cráneo se hallaban dispuestos las escápulas y los coxales. Si bien este patrón de asociación es similar al de Paso Alsina 1, en este último sitio los entierros son más complejos, involucran un mayor número de cráneos que, además, se ubican tanto en la zona central como en los extremos del entierro. La edad radiocarbónica para la inhumación secundaria de Punta León es de 1050 ± 50 años AP y representa el hallazgo más meridional de este tipo de entierro (Gómez Otero y Dahinten 1997-1998:115)

De acuerdo a lo expresado anteriormente, la modalidad secundaria de entierro se ubica cronológicamente entre ca. 1000-300 años AP. Más allá de la diversidad de formas de entierro antes descriptas para las áreas mencionadas durante el Holoceno tardío final (e.g., primarias, disposiciones, osarios, etc.), las inhumaciones secundarias presentan variabilidad interna.

CONCLUSIONES

Con la modalidad de entierros secundarios se complejiza el tratamiento de los muertos, involucrando una manipulación de los cuerpos que implica, además, un lapso entre el momento de la muerte y el destino final del individuo. El surgimiento de esta forma de inhumación refleja un cambio en la organización y complejidad de los sistemas socioculturales, que estaría ligado con la reducción de la movilidad, asentamientos más estables, territorialidad y demarcación espacial, mecanismos de control sobre recursos, etc. (Binford 1971; Goldstein 1980, 1995; Saxe 1970; ver discusión en Barrientos et al. 2002 y Berón 2004). A su vez, estas áreas de entierro serían marcadores simbólicos y rituales, propios de un paisaje socialmente construido, ligado a los ancestros y que poseen significados que exceden lo meramente económico, incorporando otras esferas relacionadas a lo político, ideológico, religioso, etc. (Brown 1995; Buikstra y Charles 1999; Dillehay 1995; entre otros).

La particular estructura funeraria de Paso Alsina 1 y la cantidad de individuos registrados en ella presentan un enorme potencial para evaluar distintos aspectos de las sociedades cazadoras-recolectoras del área y regiones vecinas. Por un lado, la localización del sitio en un área ecotonal limitada por dos grandes regiones permitirá obtener información respecto de interacciones entre los grupos humanos y similitudes y diferencias en sus modos de vida. En este sentido, la información generada del sitio Paso Alsina 1 y su vinculación con otros sitios contemporáneos de las regiones antes mencionadas contribuirá a una mejor comprensión de las dinámicas poblacionales discutidas para el Holoceno tardío final (Barrientos 2001; Barrientos y Pérez 2004; Martínez 2006). Por el otro, la cantidad de individuos representados permitirá indagar problemas relacionados con la salud, nutrición, dietas prehistóricas, marcas de actividad, indicadores de violencia y traumas asociados, demografía, entre otros. Dadas las consideraciones anteriores, el sitio Paso Alsina 1 no tiene precedentes en la arqueología de pampa y norpatagonia y la potencial información que puede brindar será relevante para el avance del conocimiento de aspectos sociales e ideológicos de los antiguos habitantes de estas regiones.

NOTAS

1 Outes (1926:388) describe tanto para la costa como para el interior del área de estudio la presencia de discos auriculares y botones labiales, placas grabadas y hachas ceremoniales.

Agradecimientos

Los autores agradecen a los Sres. Oscar Jaratz, Ariel Varela, Nestor Ferragutti y Gabriel Maldonado por dar aviso del hallazgo del sitio y por el invalorable apoyo logístico brindado en los trabajos de campo en la Estancia Paso Alsina. Los comentarios y correcciones de Julieta Gómez Otero y Rafael Goñi fueron imprescindibles para clarificar ideas y mejorar la estructura del trabajo. Se agradece también a Clara Scabuzzo y a María Clara Alvarez por los valiosos comentarios vertidos sobre este trabajo. Al INCUAPA (FACSO-UNCPBA) por brindar las facilidades de laboratorio. Los trabajos fueron subsidiados por la Fundación Antorchas (Proyecto 14022-2) otorgados a uno de los autores (GM).

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