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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol.  n.7 Olavarría ene./dic. 2006

 

Lenguas, territorialidad y etnicidad en la correspondencia de Valentín Saygüeque hacia 1880

Julio Esteban Vezub

Julio Esteban Vezub. Centro Nacional Patagónico (CENPAT), CONICET. Bv. Alte. Guillermo Brown 3500 (9120), Puerto Madryn, Chubut, Argentina. E-mail: vezub@cenpat.edu.ar

Recibido 30 de Junio 2005. Aceptado 19 de Diciembre 2005

RESUMEN

Entre 1860 y 1881 Saygüeque contó con secretarios letrados. Desde sus toldos del sur del Neuquén intercambió cartas con otros caciques, autoridades y comerciantes de Argentina, Chile y Araucanía. Se transcribe y analiza un manuscrito conservado en el Archivo General de la Nación, dirigido al gobernador de la Patagonia Álvaro Barros en 1880, en el contexto de las campañas militares argentinas. Saygüeque detallaba la nómina de caciques y capitanejos supuestamente subordinados a su "Gobernación Indígena de las Manzanas". Se adicionan datos sobre los idiomas a los cuales pertenecen los nombres de los caciques enumerados, sobre los vínculos de parentesco, y sobre la localización de las jefaturas incluidas en la lista. Se pone a prueba la metodología onomástica de la etnografía tradicional de mediados del siglo XX, a los fines de precisar sus aportes y sus limitaciones en el reconocimiento del rol del parentesco, los usos de las lenguas, la territorialidad, y los procesos de forzamiento político de la etnicidad. Se interpreta la "Gobernación Indígena de las Manzanas" como un proyecto inconcluso, una confederación pluriétnica de caciques y parientes bajo jefatura de Saygüeque, quien exhibía la amplitud de sus alianzas, la diversidad, y la elaboración paralela de lo "manzanero" como forma local de una identidad genérica, asociada con lo mapuche o indígena durante la segunda mitad del siglo XIX.

Palabras clave: Manzaneros; Mapuche; Tehuelche; Patagonia.

ABSTRACT

Languages, territoriality and ethnicity: Valentín Saygüeque's Letters since 1880. Between 1860 and 1881 Saygüeque counted on the assistance of literate secretaries. From his toldos in southern Neuquén he exchanged letters with other chiefs, authorities, and traders from Argentina, Chile, and Araucanía. In this paper, a manuscript preserved in the Archivo General de la Nación, sent to Álvaro Barros, the governor of Patagonia in 1880 in the context of the Argentine military campaigns, is transcribed and analysed. Saygüeque enumerated the list of caciques and capitanejos supposedly subordinate to his "Gobernación Indígena de las Manzanas." Data is included on the languages to which the names of the caciques belong, on kinship ties, and on the location of the chiefdoms included in the list. The onomastic methodology of the traditional ethnography of the first half of the 20th century is put to the test, with the purpose of defining its limitations and contributions to the acknowledgement of the role of kinship, the use of languages, territoriality, and the processes of the political formation of ethnicity. The "Gobernación Indígena de las Manzanas" is interpreted as an unfinished project, a pluri-ethnic confederation of caciques and relatives under the chiefdom of Saygüeque, who exhibited the scope of his alliances, as well as the diversity and simultaneous construction of the "Manzanero" people as a local expression of a generic identity associated with the mapuche or indigena during the second half of the 19th century.

Keywords: Manzaneros; Mapuche; Tehuelche; Patagonia.

LA LISTA DE CACIQUES Y CAPITANEJOS DE LA "GOBERNACIÓN INDÍGENA DE LAS MANZANAS"

Durante veinte años, las tolderías de Valentín Saygüeque y otros jefes allegados fueron un ámbito de redacción y acopio de documentación escrita. En marzo de 1881, tropas al mando de Conrado Villegas y Lorenzo Vintter asaltaron los toldos del Caleufú, y secuestraron la correspondencia que Saygüeque había recibido y resguardado desde 1860 (Albarracín 1886:28). Junto con las cartas que los escribanos del cacique enviaban a Carmen de Patagones, y con otros escritos públicos y privados de Villegas, esos manuscritos componen el legajo 723 "Ángel Justiniano Carranza", actualmente preservado en la sala VII del Archivo General de la Nación de Buenos Aires [AGN].

Organización del archivo mediante, la captura material de la documentación tuvo continuidad en la captura simbólica de la memoria de los sujetos que la produjeron, y de las condiciones históricas en que produjeron esos documentos. Botín de guerra pero nunca trofeo, vestigio anómalo de una sociedad estigmatizada por ágrafa, esa especie de cancillería indígena permaneció subsumida y opacada entre los papeles de sus secuestradores, especialmente dentro de un legajo -el 723- estrechamente relacionado con el accionar y la figura de Villegas, máximo responsable de las operaciones militares que batieron a Saygüeque entre 1880 y 1885.

Para advertir este problema se denominó "Secretaría de Valentín Saygüeque" -homologándola con otros conjuntos documentales célebres del siglo XIX argentino como la "Secretaría de Juan Manuel de Rosas"-, al corpus documental disperso, sin entidad reconocida en archivos y repositorios, que se identificaron e integraron conceptualmente a partir de la detección de ciento treinta y siete piezas originales de ese tráfico de correspondencia. Se intervino en una cantidad de fondos y series documentales, se modificó su titulación, y se reordenaron intelectualmente con el objeto de adecuarlos a su lazo de gestión original y devolverles visibilidad. Se siguió el principio de producción de esos documentos, considerando el organismo que los elaboró o los recepcionó, en este caso los secretarios de Saygüeque.

Otras series documentales conservaron papeles de similar factura y procedencia (AGN VII, 155 legajo "Álvaro Barros"; AGN VII, Museo Histórico Nacional, legajo 50), emitidos por la "Gobernación Indígena de las Manzanas", tal el membrete que Saygüeque estampaba en sus cartas. Se reconstruyó parte de la "Secretaría de Valentín Saygüeque" con la adición de esos manuscritos, más algunas cartas editadas de forma aislada durante los últimos noventa años1. Esos manuscritos diplomáticos y comerciales conforman el legado de la incipiente burocracia de secretarios y lenguaraces instituida en torno al liderazgo étnico-político de Saygüeque durante la segunda mitad del siglo XIX en el País de las Manzanas, situado en el sur de la actual provincia del Neuquén.

Uno de esos documentos contiene un listado dirigido al gobernador de la Patagonia Álvaro Barros, con el detalle de los caciques y capitanejos que según Saygüeque estaban subordinados a la "Gobernación Indígena de las Manzanas" hacia 1880. A partir de la transcripción del inédito, y del detalle de la lengua a la que pertenecen los nombres de los caciques, se cumplieron dos objetivos: primero, identificar algunas regularidades y analizar el listado históricamente, tentando una interpretación antropológico-política del registro onomástico y de las identidades étnico-territoriales mostradas en el mismo, completando la lectura con información proporcionada por otras fuentes, relativa a los vínculos de parentesco entre Saygüeque y los linajes de los nominados; segundo, reconstruir el mapa de la "Gobernación Indígena de las Manzanas", precisando la territorialidad de varias de las jefaturas de la lista, atendiendo a las variaciones cronológicas, a los movimientos de estación, y a los defasajes entre el territorio bajo potestad efectiva de Saygüeque, los espacios sobre los cuales tenía alguna influencia relativa, y las regiones que no controlaba, pero quedaban comprendidas por su ambicioso proyecto político de alcance pan-patagónico.

¿En qué medida esta propuesta de carácter "micro" alumbrará problemáticas históricas más generales, sin reincidir en la abstracción de "panoramas etnológicos" o "interpretaciones definitivas" en la clave de Casamiquela (1965), ni en la inferencia de la dispersión espacial y temporal de los linajes a través de la manipulación de la información lingüística y onomástica disponible, la cual a menudo resulta sumamente incierta? Advertidos de las limitaciones que la propia etnografía tradicional se ocupó de señalar, se practicó un uso muy diferente de dichos recursos. La aplicación de un modelo micro-analítico para el tratamiento de la correspondencia de Valentín Saygüeque devolverá un mapeo morfológico de las redes sociales y políticas que tramaron cristianos, indígenas y mestizos durante el siglo XIX, ayudando a superar la cristalización artificial de entidades sociales discretas, basadas en la asociación entre "raza" y "cultura" que encierra la categoría "etnia".

Se intentó contribuir a la comprensión de identidades complejas caracterizadas por la hibridación, la inestabilidad, y la emergencia de formas creativas en tensión con la continuidad de los procesos históricos. Trabajamos con la categoría de "etnicidad", una forma de la organización social construida en la interacción y no en el aislamiento, basada en la clasificación de las personas en función de su origen supuesto. Según Poutignat y Streiff-Fenart (1995) la etnicidad, entendida como una expresión de parentesco ficticio, no se caracterizaría por una lista de diferencias culturales empíricamente observables, sino por las condiciones en las cuales ciertas diferencias son utilizadas como símbolos de la distinción entre los grupos2.

Distintos indicios sostienen la conexión entre la identidad étnica y el parentesco, con independencia de su carácter sanguíneo, ya sea político o imaginario. Una de lastraduccionesposiblesdelgentilicio gününa a künna, con el cual se reconocían así mismos los "tehuelches septentrionales" sería "gentes de la crianza" o "del linaje" (Casamiquela 2004:111). En relación al gentilicio, en coincidencia con los múltiples etnónimos de significado similar de distintos lugares del mundo, Harrington (1946:246) apuntó que "[a]lgunos indios me respondían 'nombre no más'; otros, 'sangre nuestra', y Trruúlmani, 'raza nuestro' [sic], coincidiendo unos y otros en que persona, gente, es küne". Una de las denominaciones del walichu -el "espíritu maligno" de dicho agrupamiento- era gáyau a künna. Además de "canción del linaje", esta expresión podría significar, también conforme a Casamiquela (1988a:4), "individuo o ser de la leyenda", o más sintéticamente "el del linaje", o "el linajero".

Detrás de esos indicios se busca una relación lógica entre el idioma de cada nombre y su posición dentro del listado de caciques. Un nombre aislado poco asegura sobre la identidad de su portador, pero una lista con cuarenta y ocho nombres correlativos algo puede informar sobre los criterios seguidos para su integración. En lugar de idealizar ordenamientos primordiales, se intentó discernir qué papel jugó la etnicidad para los propios actores en el plano de las representaciones.

Se ofrece una interpretación diferente en una coyuntura en la que se discute desde el campo de la historia indígena y la antropología histórica el alcance de lo étnico en la configuración de las relaciones sociales en Pampa y Patagonia. Se encontró un documento redactado en las tolderías que responde a un formato de enunciación étnica. Este formato está presente en la proclamación de una gobernación indígena y, en una enumeración donde la ecuación lengua-territorialidad- parentesco parece haber jugado un rol significativo en el marcaje de la identidad de los caciques. Se tratará de resolver si esa lógica fue inducida o se puede reconocer algún grado de autonomía discursiva.

La propuesta también se justifica en la posibilidad de interpretar cómo proyectaban Saygüeque, sus allegados y sus lenguaraces, la geopolítica indígena en un contexto catastrófico; es decir, cómo pensaban la articulación política de los linajes, las jefaturas y el territorio ante la ocupación estatal del espacio patagónico. El listado permite conocer quiénes -supuesta o efectivamente- se encolumnaban con mayor o menor grado de adhesión detrás del cacique manzanero, para pactar y hacer frente a la agresión del estado-nación argentino.

El manuscrito se conserva incompleto en su parte final (AGN VII, 723, fs. 501-502), siendo presumible que la nómina de capitanejos fuese más extensa. El fragmento preservado no contiene la fecha ni el lugar de remisión. Por tratarse de una carta dirigida a Álvaro Barros en su condición de gobernador, debió ser redactada entre el inicio de su mandato el 2 de febrero de 1879 y marzo de 1881, cuando el ataque de Lorenzo Vintter a los toldos del Caleufú terminó con el intercambio epistolar de la "Secretaría de Valentín Saygüeque". La carta que se analizó fue de las últimas, y parece responder a una misiva de Barros donde este se excusaba por su imposibilidad de liberar una partida de tres capitanejos y sesenta y ocho mocetones prisioneros, ya que él sólo gobernaba al sur del río Negro, mientras al norte lo hacía Villegas, a quien hacía responsable de las capturas (AGN VII, 723, f. 448, 20 de diciembre de 1880). En mayo de 1880 Saygüeque había anticipado a Barros que le enviaría "una relación [con] el nombre y número de [sus] caciques y capitanejos" como prueba de buena voluntad y subordinación (AGN VII, 723, fs. 427-430, 27 de mayo de 1880). En el documento tampoco se ha conservado la firma, pero reconocemos la singular caligrafía de José Antonio Loncochino, el principal escribano de Saygüeque. La falta de información sobre el lugar del remitente abre alternativas en la consideración de la ocalización de Saygüeque al momento de la emisión. Sin embargo, la última fecha posible habilita inferir que fue escrita en los toldos situados a orillas del río Caleufú, un afluente del Collón-Curá en el sur del Neuquén, núcleo territorial de la "Gobernación Indígena de las Manzanas" hasta el asalto del 19 de marzo de 1881 (carta a Lewis Jones, 3 de abril de 1881, transcripta en Jones 1993:138-139).

LOS IDIOMAS Y LAS REGLAS ONOMÁSTICAS EN LA ARAUCANÍA, PAMPA Y PATAGONIA

Es menester realizar algunas precisiones sobre los idiomas reconocibles en el documento, los grupos étnicos que los hablaban, y las reglas onomásticas vigentes en la Araucanía, Pampa, y Patagonia de la segunda mitad del siglo XIX.

Günün a iajüch y aonik'o ais eran las lenguas de los "tehuelches septentrionales" y "meridionales", conforme a las clasificaciones etnológicas tradicionales (Casamiquela 1965; Escalada 1949; Harrington 1946; Imbelloni 1949; Lehmann-Nitsche 1914). Esas etnologías también reconocieron el téushen, el idioma de los chëwach a künna, o chulila a künna cordilleranos Escalada 1949), o de los "tehuelches meridionales boreales" o mecharnuwe santacruceños (Casamiquela 1965). Según el último autor (1990, 2002), las dos principales parcialidades tehuelches estaban separadas por el "filtro compuesto" por los ríos Chubut y Senguerr. Los primeros se reconocían así mismos como gününa a künna o pampa, y después de los repliegues hacia el sur acontecidos durante los siglos XVIII y XIX, todavía conservaban territorialidad por el norte hasta el río Colorado3.

El "araucano" o mapudungun -"lengua de la tierra"- es el idioma de los "araucanos" o mapuche del centro- sur de Chile. De origen trasandino, se impuso como lengua franca en el País de las Manzanas, en el corredor del río Negro y también al norte del río Colorado durante los siglos XVIII y XIX, en el contexto del proceso de préstamos culturales y migraciones conocido como "araucanización de las pampas". Hay controversia sobre la pertinencia de ese concepto acuñado por la escuela histórico-cultural, poco interesada por la injerencia de los fenómenos sociales locales en la incorporación de novedades culturales (Mandrini y Ortelli 1996:142). De cualquier modo, hay acuerdo en constatar hacia mediados del siglo XIX "[...] la formación de una extensa unidad lingüística y cultural que se prolongaba desde la costa del Pacífico en Chile Central hasta el territorio bonaerense, por el oriente" (Mandrini 1993:28).

Desechada la impronta difusionista de la "araucanización de las pampas", se propone en este artículo la comprensión de un proceso histórico donde la adscripción a una lengua franca, en la que se depositaban usos y prácticas que la hicieron especialmente apta para los parlamentos y la política, facilitó la comunicación entre distintos agrupamientos indígenas y los europeos, entre otros motivos, porque era el idioma que éstos aprendieron a hablar primero. Es precisamente esa lengua franca -el mapudungun- la que vertebra la mayoría de los nombres del documento presentado.

También hubo fuertes discrepancias respecto de la denominación adecuada de este idioma y del grupo étnico supuestamente correlativo. Parte del problema radica en que gracias a su extensión y dispersión, el mapudungun fue hablado por pueblos a los que sería incorrecto definir como "araucanos" o "mapuche" en sentido estricto, es decir, agrupamientos provenientes del occidente de la Cordillera. Esta cuestión se suscita con los "manzaneros" de Saygüeque, aunque Francisco P. Moreno (1969) los considerase de esa forma en base a la lengua, a la constatación de una serie de prácticas culturales, y a la advertencia temprana de que estaba en juego la elaboración de una identidad genérica. En esa línea de razonamiento, Moreno (1969:34) asoció "mapuche" con "gente de los campos", recogiendo un significado que ya circulaba en Las Manzanas hacia 1870.

Por el contrario, en sus esfuerzos por resaltar la condición tehuelche de los indígenas "argentinos", Casamiquela (1965:9) enfatizó la circulación de nombres relativos -leuvunche, moluche, mamulche, picunche, huilliche, pewenche, etc. Según su punto de vista, la aceptación actual del término "mapuche" es errónea, y debe atribuirse al impacto de la propuesta de Esteban Erize (1963) en el Primer Congreso del Área Araucana Argentina de 1961 y, a las definiciones del movimiento indigenista que considera desprovistas de validez científica, motivadas en razones políticas4. Conforme al planteamiento de Erize (1963:129), recogido también por la Comisión de Lingüística y Toponimia de dicho congreso (1963:84), "[p]ara designarse a ellos mismos, los indígenas empleaban el vocablo mapuche (gente de la tierra), pues siempre consideraron la voz araucano, designación gentilicia, como aborrecible por ser creación del huinca y la estimaban despectiva". Los argumentos de Casamiquela (1995:1) son parciales al confrontarlos con esos criterios. Francisco P. Moreno (1969) recogió una denominación genérica de amplia circulación, la cual continuó siendo utilizada por informantes de principios del siglo XX como Pascual Coña. El término mapuche no le agrada a Casamiquela (1995:1) porque desdibuja sus taxonomías, y dificulta el discurso nacionalista subyacente a las mismas.

En la vertiente opuesta, Guillaume Boccara (1998) discute el uso del etnónimo "araucano". Destaca que se trató de un producto literario de los conquistadores para referirse a poblaciones que se autodenominaban reche, la "gente verdadera". Agrega que las fuentes históricas no registraron el término "mapuche" hasta la segunda mitad del siglo XVIII, cuando las subjetividades y las identidades acusaron el impacto de las transformaciones acontecidas desde la llegada de los españoles. Este planteamiento había sido anticipado parcialmente por Juan Benigar (1963:119), quien más allá de advertir los problemas de una denominación general de cuño moderno, y de otra que de regional se había convertido en "nacional", encontraba científicamente estéril la discusión en torno al reemplazo del nombre "araucano" por "mapuche", inclinándose por la continuidad del primero en virtud de su circulación más amplia.

En la controversia se opta en este artículo por mapudungun, precisamente porque se corresponde mejor con el carácter de lengua franca que asumió a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. A partir de los contactos establecidos en las misiones religiosas del sur de Buenos Aires, Tomás Falkner señaló que "[l]as lenguas de estos indios se diferencian unas de otras. Yo sólo aprendí la de los Moluches, como que era la más pulida y la que con más generalidad se entendía" (1974:743 [1774]).

Los avances teóricos y empíricos sobre el problema de la etnicidad permiten abandonar el rótulo "araucano", y su extensión difusionista contenida en el concepto de la "araucanización de las pampas". A diferencia de Benigar (1963) se sostiene que el debate nunca es estéril, principalmente cuando se trata de discernir las operaciones realizadas por los discursos científicos -e ideológicos- sobre su referente social. Sin lugar a dudas, la "consagración universal" de los términos a la que aludía Benigar (1963) ha variado desde aquel congreso "araucanista" de 1961. Por tratarse de un proceso de construcción de la identidad, el uso de lo "mapuche" se ajusta mejor a la necesidad de reconocer las propias elaboraciones de los sujetos históricos, antes que las designaciones que les fueron impuestas. Somos conscientes de las dificultades que ello entraña, principalmente el peligro de retrotraer históricamente esa denominación a individuos y a pueblos que no se reconocían con esos nombres, además del riesgo de aplicar un genérico que dificulta la visualización de manifestaciones específicas de la identidad.

Sin embargo, avanzado el siglo XIX lo mapuche es el nombre de lo "indígena" por oposición a lo "europeo", a la vez que caracteriza el fenómeno del mestizaje y la hibridación cultural, tal como sucedió en Las Manzanas de acuerdo al documento de la "Secretaría de Valentín Saygüeque". Como se anticipó, Ernesto Wilhelm de Moesbach tradujo "indígenas" cuando Pascual Coña dijo "mapuche" para referirse a los habitantes de una ruca del curso inferior del río Negro. Narrador indígena y traductor europeo desdibujaron la asociación de lo "mapuche" con lo trasandino, dándole un alcance más general, abarcador de las diferencias, en oposición al "extranjero": "Al fin llegamos a la parte norte de Viedma. Un extranjero [winka] nos albergó y nos vendió algunos víveres. Al otro día buscamos indígenas [mapuche]; hallamos una ruca y nos establecimos ahí. [...] Tenemos un mismo idioma con ellos, aunque son diferentes algunas expresiones"5. A principios del siglo XX, Félix San Martín (1991:121 [1919]) sintetizó la operación semántica: "Mapuche se llamaba, y aún hoy se llama, a todo aquél que es indio".

¿Qué sucedió con la günün a iajüch, la otra lengua del norte de la Patagonia durante los siglos XVIII y XIX? Como se dijo, la misma se distinguía del aonik'o ais de los tehuelches con territorialidad al sur de los ríos Chubut y Senguerr. Por efecto de la generalización del mapudungun, y la contracción demográfica de los gününa a künna que la hablaban, la günün a iajüch se redujo hacia la década de 1860 a la comunicación doméstica e intra-tribal, restringida en lo fundamental al interior mesetario entre los ríos Negro y Chubut, a los chëwach a künna del borde de la Cordillera, y a cierta inserción en Las Manzanas, donde fue escuchada por el viajero chileno Guillermo Cox en 1863.

Mientras anotaba palabras en sus libretas de viaje, Francisco P. Moreno (1979:83-84 [1906-1919]) expresó algarabía al constatar que "la lengua pampa existe y que no es un mito". Una década antes, el suizo Jorge Claraz (1988:147-159) había recogido un vocabulario, igual que su compatriota Húnziker, quien además apuntó un breve fraseario "Genakenn-Castellano" editado por Outes en 1928. También Cox (1863) diseñó una tabla comparativa de palabras en "Tehuelche del Norte", "Tehuelche del Sur", y "Araucano" (Cox 1863:252-253). Falkner (1974 [1774]) en el siglo XVIII, y D'Orbigny (1999 [1837-1847]) en la primera mitad del XIX, se preocuparon por registrar términos en dicho lenguaje. Más próximos en el tiempo, Domingo Milanesio (1917) y Lehmann-Nitsche (1919) tomaron el mismo recaudo.

Más exhaustivo fue Tomás Harrington (1946), un maestro de escuela ambulante en Chubut que recogió extensos vocabularios, topónimos, nombres propios, etnónimos y deícticos, listas de frases y expresiones complejas. Sus asientos fueron el fruto de sus entrevistas, exhaustivamente cotejadas entre sí y con los registros precedentes. En una reunión sostenida en 1931 en Yalalaubat con Chiquichano, Trruúlmani y Teguitsüm, Tomás Harrington anotó el nombre de las últimas treinta y seis personas conocidas por ellos que hablaban o entendían günün a iajüch (Harrington 1946:260-261).

Respecto de las reglas onomásticas, se apunta al funcionamiento de dos principios operantes en los nombres del listado de caciques y capitanejos. La aplicación totémica del nombre sagrado del linaje -"gaiau" en günün a iajüch o "kümpeñ" en mapudungun- y la imposición del nombre del abuelo o del tío al recién nacido. Conforme a las etnografías de mediados del siglo XX, la última práctica constituía una norma entre los "tehuelches septentrionales", pero también era de uso frecuente entre los mapuche trasandinos.

Gracias a sus propias observaciones, y a los datos del siglo XVIII provistos por los misioneros jesuitas Havestadt y Febres, José Félix de Augusta (2002 [1907]) recogió listados de blasones -o nombres de linajedesbrozando los criterios seguidos por los indígenas para su aplicación. En reemplazo del término cuga6, de uso frecuente hasta el siglo XVIII, se generalizó al occidente de los Andes la voz "kúmpem úi", adulteración abreviada de "Kúme pen úi", expresión que significa "nombre adquirido de buena manera" (Augusta 2002:21 [1907]).

Según Casamiquela (2004), los nombres tehuelches "rara vez significan algo", aunque aclara que probablemente hayan perdido su significado antiguo, al compás de su trasmisión por generaciones alternas, mientras la lengua se modificaba, y el tabú del uso del nombre de la persona recientemente fallecida obligaba su reemplazo temporal. Asimismo, en los nombres tehuelches "[...] no figura ningún elemento constante que represente al 'linaje' o la 'estirpe' o conceptos semejantes. No obstante, cada individuo porta un gaiau paterno y uno materno [...] y cada gaiau posee su canción propia, conocida por el mismo nombre" (Casamiquela 2004:117-118). Conforme a este autor "tanto entre los tehuelches como entre los araucanos está presente un elemento de carácter simbólico dinástico hereditario" denominado gaiau o kümpeñ, sólo que entre los últimos forma parte del nombre propio, mientras que entre los tehuelches es independiente de él, debiendo recurrir a las canciones sagradas para identificar los nombres de los linajes (Casamiquela 2004:117-118).

Muy afecto a las inferencias lingüísticas y onomásticas para determinar la pertenencia étnica y el parentesco de los indígenas patagónicos, Casamiquela (2004:6) puso en tela de juicio la veracidad de los asertos que él mismo produjo mediante el forzamiento de nombres y fonéticas. La poca confiabilidad de la metodología lingüística de este autor fue señalada por Lidia Nacuzzi (1998:46).

Entre las dificultades que plantea el seguimiento onomástico para reconstruir genealogías indígenas, debe considerarse la práctica extendida del otorgamiento de nuevos nombres a los aliados políticos, con el objeto de asimilarlos a la condición de parientes (Augusta 2002:20). Por ejemplo, José María Bulnes Llanquetruz, el muy relevante primo hermano de Saygüeque asesinado en Bahía Blanca en 1858, portaba el "nombre alcanzado" de Coliao Kual, para reforzar el pacto de sangre que lo instituía como "hermano" del cacique que encabezaba el linaje de los Kual7.

Harrington (1946) sostuvo que entre los tehuelche "[...] constituye norma imponer el nombre del desaparecido a uno de sus nietos, y aun es factible este bautizo en el período vedado, con la anuencia previa de la madre o de la mujer (o marido) de la persona fallecida; es decir, sucede lo contrario de lo aseverado por Moreno, ya que el nombre del antecesor se mantiene y recuerda en uno de sus descendientes" (Harrington 1946:252-253).

Casamiquela (1965:24) habría registrado la extensión de la regla a la relación entre tíos y sobrinos, ratificando la vigencia de la costumbre a través del trazado de genealogías. A la inversa, infiere vínculos de parentesco a partir de la repetición de nombres cada cuarenta años en las fuentes documentales, con lo cual la prueba se torna -en alguna medida- circular.

Respecto de la inconveniencia de inferir identidades a partir de los nombres, Harrington puntualizó en una carta a Vignati del 17 de septiembre de 1942: "1° Araucano, Gününa Küne y Aóeni Kenk estaban muy mezclados entre sí en la segunda mitad del siglo XIX. 2° Para entonces no había ningún Gününa Küne ni Aóeni Kenk puro. 3° El proceso de disolución se opera desde mucho antes de la segunda mitad del siglo XIX. 4° El origen racial de un indio es imposible averiguarlo por el apellido" (Vignati 1942:14).

Los datos y las especulaciones de la etnografía en torno a la onomástica y el parentesco son sugerentes, pero se prefiere acentuar la sensación de incertidumbre que provocan esos experimentos. En la más audaz de las concesiones, la repetición de nombres similares sería un síntoma de dispersión cultural y familiar en el tiempo y el espacio. Seguir esas pistas requiere morigerar certezas, reconocer los usos creativos de las reglas onomásticas -si es que efectivamente se trató de "reglas" en el sentido exacto del término-, considerar la práctica extendida de la imposición de nombres en virtud de prestigios, y la construcción de filiaciones políticas que excedían la parentela.

Frente a la simplificación de normas y la institución de "sistemas onomásticos" perseguida por Casamiquela (2004:116-118), se encuentra que sus antecesores en la exploración etnográfica, y sus contemporáneos, resaltaron la flexibilidad de las prácticas sociales y las estructuras de parentesco. Sin desarrollarlo, en el título de su "iconografía aborigen" sobre Saygüeque, Inacayal y Foyel, Milcíades Vignati (1942) introdujo el concepto de "allegados", el cual resulta central para comprender la plasticidad del tipo de agregación social que se producía en torno a la figura de úlmenes o "grandes hombres" en la sociedad indígena norpatagónica del siglo XIX.

Juan Francisco Jiménez (2002) sostuvo que el sistema onomástico de los reche-mapuche de los siglos XVIII y XIX era funcional con la trasmisión de cargos políticos y bienes materiales en el seno de los linajes. Una regla de doble filiación privilegiaba a los hijos de la primera esposa y los instituía como los únicos herederos del kümpeñ paterno, permitiendo la concentración de poder político y riqueza en un grupo limitado de potenciales herederos al interior de la familia polígama. Cuando en el marco de un parlamento un jefe presentaba la totalidad de sus hijos y daba a conocer sus diferentes kümpeñ, exhibía la amplitud de sus alianzas matrimoniales. Esta práctica se reforzaba con el mecanismo ya mencionado del l' akutun, por medio de la cual los individuos de una generación recibían su nombre de los miembros de la generación alternada ascendente, garantizando la perdurabilidad de los nombres prestigiosos.

Conforme a la hipótesis de Boccara (1998) el cüga o kümpeñ remite a un parentesco político o ceremonial, y referencia a un grupo no localizado de parientes donde la afinidad y la consanguinidad podían o no coincidir, "[...] dando prueba de una solidaridad particular en períodos de conflicto y teniendo por cabeza a un individuo principal" (Boccara 1998:58, la traducción es nuestra).

Se detalla a continuación los integrantes del listado de jefes supuestamente subordinados a Saygüeque. La clasificación de los idiomas en que fueron inscriptos los nombres de linaje se realizó en lo fundamental a partir de las listas de kümpeñ proporcionados por Augusta (2002). Como se dijo, se agregan datos sobre la territorialidad, el parentesco, y las identidades consignadas por distintas fuentes, viajeros, y etnógrafos que recabaron información acerca de los caciques y capitanejos.

Transcripción del documento (AGN VII, legajo 723, fs. 501-502) y clasificación de idiomas. Datos complementarios de los caciques y capitanejos de la "Gobernación Indígena de las Manzanas"

Gobernación Indígena de las Manzanas

Al Sor Gobernador Coronel de Viedma, D. Alvaro Barros

Sor Gobernador

Según su Decreto y en Notas repetidas, en las cuales se sirbe imponerme Respecto de los Limites V. entre el Sor. Villegas; que V. solo gobernaba del Río Negro por el costado del sur yo probablemente creo a mi ber de imponerle por ser yo de su parte.

Con tal evidente impuesto tengo el honor de indicarle el numero y total de caciquez y capitanejos. Nombres a saber:


IDENTIDAD, PARENTESCO Y TERRITORIALIDAD EN LA CONFIGURACIÓN POLÍTICA DE LA "GOBERNACIÓN INDÍGENA DE LAS MANZANAS"

Hacia 1880, una vez que la Argentina desconoció el estatus de la "Gobernación Indígena de las Manzanas" como instancia política subordinada, Valentín Saygüeque intentó recuperar el poder de policía que había ejercido durante veinte años a favor de las autoridades nacionales sobre distintos agrupamientos norpatagónicos.

El documento transcripto se inscribe dentro del esfuerzo por recomponer relaciones de colaboración con el gobierno argentino, evitar la confrontación militar, y reanudar el suministro de raciones de ganado que percibían los parientes de Saygüeque desde el acuerdo contraído por su primo José María Bulnes Llanquetruz con el Estado de Buenos Aires en 1857 (transcripto en Vignati 1972:118-120). En función de ese objetivo, el detalle de caciques y capitanejos repetía el estilo y la lógica de los partes de "indios amigos", que elevaba el comandante de Patagones al ministerio de Guerra y Marina a mediados de la década de 1860. Una de esas revistas de tropa incluía al propio Saygüeque, y a cuatro caciques y capitanejos que se mantuvieron en la nómina de 1880: Ñancucheo, Chagallo, Im-mul y Ayelefi19. Sin embargo, algo fundamental había cambiado entre ambas listas. Ya no eran las autoridades del fuerte las que la enunciaban, formalizando una política indigenista que combinaba represión y cooptación. En la nueva coyuntura era Saygüeque quien hacía votos directos de sumisión por sí mismo y en nombre de sus parciales.

La enumeración fue redactada antes del abandono del Caleufú en marzo de 1881. Dicho afluente del Collón-Curá se encuentra al norte del río Negro, mientras Saygüeque manifestaba "ser de la parte" de Álvaro Barros porque éste gobernaba por el "costado del sur" de dicho río. Saygüeque debió apuntar a tres definiciones complementarias: 1) posiblemente hubiese planificado el traslado inmediato hacia el sur del río Negro; 2) buscaba acomodarse bajo la jurisdicción de Barros, y no en la de Villegas, vislumbrando al primero más proclive a la negociación; 3) asumía una identidad y una territorialidad patagónicas, postulando el alcance de la "Gobernación Indígena de las Manzanas" más allá de Las Manzanas, sobre la totalidad del espacio al sur del Limay o, por lo menos, sobre la generalidad de la región pampa al norte de los ríos Senguerr y Chubut. Geográficamente al "norte", el Caleufú se integraba histórica y conceptualmente al "sur" del río Negro. Para evitar complicaciones con las fuerzas de Villegas instaladas en Choele-Choel, convenía acatar la recomendación de Barros de cabalgar por la margen derecha del último río, el antiguo camino de las familias de Inacayal y Foyel, para dirigirse a Viedma, la nueva capital del territorio (AGN VII, 723, f. 448).

El listado organiza el espacio denotando un minucioso conocimiento geográfico, como si el redactor hubiese pensado en el mapa de la Patagonia a medida que enumeraba los jefes indígenas en dirección noroeste-sudeste, siempre al oriente de la cordillera de los Andes, casi precisando la respectiva territorialidad de cada cacique (ver Figura 1). Seguramente entre ellos hubo varios que no estuvieron subordinados efectivamente a Saygüeque, ni los jefes que se hallaban en ámbitos regionales muy distantes de Las Manzanas, como Chiquichano y Kual, ni los jefes como Pichikaia, "en malas relaciones con los mapuches" según Moreno (1979:136 [1906-1919]).


Figura 1. Patagonia centro-norte y País de las Manzanas. Territorialidad, caciques y emplazamiento tolderías (1863-1880).

La lista se ajusta a los límites nacionales que pretendía Argentina, siendo más un reflejo de las expectativas y la ubicuidad del jefe manzanero que una evidencia de su capacidad de control sobre la totalidad de las jefaturas enumeradas. La "Gobernación Indígena de las Manzanas", el proyecto político de Saygüeque, se extendía idealmente sobre un espacio más vasto que el territorio efectivamente controlado. Comprendía la totalidad de la Patagonia septentrional y central, hasta el río Chubut.

El documento traduce una extensa trama de parentesco y un sistema de acuerdos preexistente, potenciado por la agresión militar. Saygüeque fortaleció su autoridad, logrando encuadrar jefes y parientes remisos como Inacayal y Foyel bajo la "Gobernación Indígena de las Manzanas". Éstos aceptaron la fórmula en una petición con Ñancucheo y Guircaleufo, dirigida a Barros. En la misma reconocían a Saygüeque como "nuestro superior gobernador" (AGN VII, 723, f. 406, 8 de marzo de 1880).

Saygüeque se jactaba de la capacidad para explicarles sus ideas a sus tribus, "[...] de suerte que ningun cacique ni capitanejo no pueden biolar mi horden. Sino que me guardan mucha fidelidad" (AGN VII, 723, fs. 427-430). Sin embargo, hay constancia que otros jefes incluidos en la relación también se atribuían remedos de títulos institucionales. Era el caso de Pichikaia, quien se llamaba a sí mismo "Gobierno Nacional" para subrayar sus derechos permanentes entre Esquel y Tecka, frente a Inacayal, Foyel y otros caciques "tehuelches y gennakenes" que sólo hacían un uso estacional de la región (Moreno 1979:136 [1906-1919).

Ya se expresó que la correspondencia entre el idioma de cada nombre y una asignación étnica tiene un valor relativo. Según ese criterio el propio Saygüeque sería definido como mapuche, cuando la documentación sostiene su conexión intensa con el espacio social pampa, o gününa a künna20. La clasificación que se ensayó permite detectar las regularidades del listado que se detallan a continuación.

Encontramos trece caciques portadores de nombre mapudungun, ocho en günün a iajüch, dos en aonik'o ais, dos en español, y tres sin precisión, probablemente pertenecientes a alguna de las lenguas tehuelches. El balance arroja un equilibrio entre los nombres mapuche, y los nombres pampa, o "tehuelches septentrionales". Los capitanejos ofrecen una mayoría abrumadora de diecinueve nombres en mapudungun, y solamente uno en günün a iajüch, aunque posiblemente se trate de un detalle incompleto, por no conservarse el final del documento. El listado sigue un orden -con ligeras alteraciones- que enumera un primer segmento de caciques manzaneros (números 1 al 9), un segundo lote pampa o gününa a künna que combina jefes chëwach a künna del borde de la Cordillera con otros del interior septentrional (números 10 al 15), y un tercer grupo más heterogéneo, que reúne "tehuelches meridionales" y "septentrionales" del litoral atlántico y la meseta interior (números 16 al 28).

La detección de una lógica étnica en la redacción se refuerza si la comparamos con la nómina de ochenta y cuatro caciques elaborada por Moreno, quien precisó que "Shay-hueque es el jefe principal de la Patagonia y manda las siete Naciones que viven en esos parajes: Araucanos, Picunches, Mapunches, Huilliches, Tehuelches, Agongures y Traro Huilliches, que se hallan a las órdenes de [...] 84 caciques" (Moreno 1876:193). Veintiocho jefes incluidos en la relación a Barros aparecían en el listado de Moreno (1876), sin discriminar entre caciques y capitanejos, pero clasificados por "nación". Conforme a la grafía de Moreno (1876), ellos eran Juan Ñancucheuque, Mollfinqueapo, Treima Lafquen, Naguipichuin, Kayihuanque, Puelmanque, Chancayal, Neculmanque, Aiylef, Purraillan, Nagüel Parigi, Huircoleufu, Guaiquileuf, Liencura y Tacumán -rotulados como "Mapunche"-; Ynacayal, Toijel, Juan J. Chagallo, Ymil y Siechúano -rotulados como "Huilliches"; As'kal, Gumelto, Rapa, Racaguiste, Calacha y Getruguez -rotulados como "Tehuelches"-; Caniumill y Pichialo - rotulados como "Araucanos".

La secuencia también es similar. ¿Por qué la nómina de la "Gobernación Indígena de las Manzanas" mantiene un orden asociable con cierta clasificación étnica pero los rótulos desaparecen? Porque la etnicidad poseía un sentido atenuado para los escribanos de Saygüeque, menos relevante que para el etnógrafo Moreno. Conforme a la subjetividad de las tolderías, la clave de la organización social radicaba en las redes de parentesco y en la territorialidad.

Moreno agregaba prestigiosos lonko trasandinos - Limonao, Ambrosio Paillalef, Neculhueque, Neculman y Melipan- que no estaban subordinados a Saygüeque. Su inclusión como caciques de "naciones" con territorialidad patagónica denota confusión o, evidencia que el explorador advirtió que la Cordillera era permeable entre linajes. Con criterio pragmático, Saygüeque excluyó a los caciques "chilenos" y a los neuquinos muy cordilleranos o norteños -como Reuque y Purran-, considerados enemigos por el gobierno argentino. Su lista se depura conforme a los espacios sociales sobre los cuales Saygüeque ejercía alguna expectativa de control o de acuerdo político efectivo.

Si la nómina de Moreno (1876) es errónea, en otros aspectos es el resultado de su gran capacidad de observación. Al reservar el etnónimo "araucano" para los caciques trasandinos, y aplicar el genérico "mapunche" para los jefes del riñón manzanero, muestra la comprensión de la hibridación característica de Las Man zanas. Moreno (1876) advertía la dualidad identitaria del cacique: "Shay-hueque es un indio de raza pampa y araucana, bastante inteligente y digno de mandar en gefe las indiadas" (1876:192).

¿El detalle a Barros podría ser una copia parcial del listado confeccionado por Moreno cuatro años antes? No se dispone de evidencia que habilite la hipótesis, más allá de conjeturar sobre la escritura mestiza como mímica del pensamiento occidental. Se sostiene que el documento elaborado por la "Secretaría de Valentín Saygüeque" responde a una lógica indígena donde la etnicidad era un operador de alteridad. Antes que copiar a Moreno puede haber sucedido lo inverso, siendo los lenguaraces de Saygüeque quienes le sirvieron de fuente.

Hay certeza de que los caciques fueron enumerados según su grado de afinidad y parentesco con Saygüeque. Los primeros doce -de Ñancucheo a Chagallo- pertenecían a linajes muy estrechamente vinculados y, entre ellos los primeros nueve -hasta Chacayal- componían el núcleo manzanero, ajustada su territorialidad al País de las Manzanas en sentido restringido; es decir, la región comprendida entre los ríos Collón-Curá y Limay por el este, la cordillera por el oeste, el río Malleo por el norte, y el lago Nahuel Huapí por el sur. La nómina trunca de capitanejos parece referenciar a individuos directamente subordinados a Saygüeque. La fraternidad de Pichikaia y K'trewai, y la correlatividad de Inacayal y Foyel, refuerzan la interpretación de la organización de la secuencia según la estrechez de los lazos.

La división entre "caciques" y "capitanejos", y el trato de "don" otorgado a Juan Ñancucheo son las marcas jerárquicas más explícitas. El orden correlativo indica la relevancia y mide la distancia con Saygüeque. Respecto de las primeras posiciones, además de la notoriedad de su cuñado Ñancucheo, sabemos que Guircaleufo pertenecía al linaje de los Llanquetruz (Casamiquela 2004:13). Según le refirió Antonio Santul a Tomás Harrington, Rayiguanque era "segundo cacique", y Puelmañque un muy importante consejero21. Además, éste y Chacayal eran suegros de Saygüeque.

La definición de quién era "cacique" y quién "capitanejo" varía según las fuentes y los cronistas. La categorización obedecía a la cuota-parte de las raciones estatales que les correspondían, y al nivel de subordinación efectiva que le debían a Saygüeque. Ello explicaría por qué Molfinqueupo -segundo de la lista de Moreno, muy allegado al cacique- aparece como capitanejo en la nómina dirigida a Barros.

Cercanía y lazos estrechos no significaban ausencia de conflictos ni sumisión absoluta. Moreno comenta que Ñancucheo no participó de la junta de guerra donde se decidió su suerte "por disgustos con Saygüeque", motivados por el asesinato de su yerno a manos de un indio de éste (Moreno 1979:152 [1906-1919]). Aún así desde Viedma se percibía la unidad de los allegados bajo conducción de Saygüeque. El secretario de Barros le encargaba "[...] como mas caracterizado [que] les manifieste todo a los Caciques Nancucheo y Guircaleufo, todos nuestros sentimientos y deseos, que al hablar con Vd lo hago igualmente con ellos porque llevándose todos Vds en perfecta armonia debo considerarlos a todos bajo su inmediata dirección" (AGN VII, 723, f. 442).

La presencia minoritaria de caciques meridionales, relegados a las posiciones dieciséis en adelante, indica la territorialidad septentrional de los seguidores no neuquinos de Saygüeque, y el alto grado de fusión de los dos agrupamientos tehuelches. Harrington visualizó la larga duración del proceso: "En 1865, año en que se instalan los galeses en el valle inferior del río Chubut, o breve tiempo después [...] lo vemos allí entreverado [al indio Gününa Küne] con el Aóenï Kënk, hecho que destaco para denotar una fecha cierta, si bien, a mi ver, la conjunción de las dos entidades patagonas data de antiguo, siglos quizás" (Harrington 1946:257).

Otro indicio del límite sur de la territorialidad y la circulación de los linajes pampa es el testimonio de Lino de Roa (1884:78-79), quien sostuvo que Saygüeque habría cruzado el río Chubut por primera vez en 1883, acosado por las tropas argentinas. No obstante, en 1880 el mapa de las jefaturas del norte y el centro de la Patagonia estaba profundamente alterado. Así lo constató Moreno, quien testimonió en las proximidades de Tecka los desplazamientos provocados por el uso estacional de los recursos, los enfrentamientos entre linajes, y la presión del ejército (Moreno 1979:136-137 [1906-1919]).

La lista fue compuesta con dos tipos de caciques, por un lado los allegados directos a Saygüeque, por el otro los cabezas de familia con las cuales tenía compromisos diversos, potenciados por el desastre de la guerra. Los cuatrocientos hombres del parlamento final sostenido en diciembre de 1883 en el sur del Chubut, donde además de Saygüeque y Guircaleufo participaron Inacayal, Foyel, Chagallo, Salvutia, Nahuel, y Pichi-Curuhuinca, marcaron el tope de la aglutinación de fuerzas que podía reunir Saygüeque, una coalición fluctuante de familias manzaneras y gününa a künna más algún circunstancial agregado sureño. Según el informante de Lino de Roa: "[...] los tehuelches, cuyo número alcanzaría á unos 400 hombres, se hallan recostados, unos en el alto Deseado, y otros hacia el rio Santa Cruz, y que ninguno de los caciques de esa gente habia concurrido al parlamento" (de Roa 1884:78). La ausencia de jefes aóenï kënk desnudaba las limitaciones efectivas de la "Gobernación Indígena de las Manzanas", y exponía simultáneamente la ampliación de la capacidad de operatoria de la República Argentina.

CONCLUSIONES

Los elementos analizados sustentan una interpretación de la organización del listado conforme a diferencias de identidad perceptibles para los actores, a la afinidad de los linajes, y a criterios de contigüidad territorialidad. Como señala Boccara (1998), la estructura social mapuche no era una sumatoria de fragmentos tribales, ni de segmentos de linajes. Si bien el núcleo social era efectivamente patrilineal y patrilocal, por encima del énfasis en la línea masculina, la utilización estratégica del matrimonio ampliaba las redes de parentesco, fortaleciendo el poderío del ulmen capaz de nuclear la mayor cantidad de consanguíneos y aliados (Boccara 1998:35-38, 66). A la manera de un jefe que presentaba a sus hijos en un parlamento, Valentín Saygüeque exhibía la amplitud de sus alianzas ante el Estado argentino, enumerando el mosaico pluriétnico de los nombres impuestos en günün a iajüch y los kümpeñ en mapudungun que portaban sus caciques y capitanejos.

En su justeza, las críticas al paradigma etnológico tradicional han perdido de vista que las "macro-identidades" tuvieron en realidad una escala bastante "micro". Desde algunos planteamientos antropológicos e historiográficos recientes se confundió el reconocimiento de agrupamientos demográficamente acotados, pero que ejercitaban una territorialidad extensa y discontinua -por ejemplo los tehuelche-, con la institución arbitraria de grandes pueblos ficticios. La voluntad de simplificar tipologías, y el cientificismo de la vieja etnografía empeñada en establecer "panoramas generales", tuvo su cuota de responsabilidad en la distorsión. Dificultó visualizar que se trataba de eslabonamientos de pequeños espacios sociales en extensos espacios territoriales. El necesario énfasis antiesencialista ha hecho perder de vista la importancia de considerar preguntas relativas al carácter específico de las identidades, sin rechazarlas inmediatamente en nombre de la hibridez.

Desde un enfoque teórico diferente al de Harrington (1946), Vignati (1942, 1972), Escalada (1949) y Casamiquela (1965, 1990, 1995, 2002), enfatizando el carácter construido, histórico y relacional de los procesos de etnicidad, se ha extremado aquí la lógica de vincular nombres, lenguas e identidades, llevando los argumentos de esa lógica hasta sus últimas consecuencias, poniendo en evidencia sus limitaciones, sus problemas, y las zonas de incertidumbre que genera. El propio Harrington (1946) advirtió tempranamente las dificultades del método etnográfico: "[...] pues estando -como están- el Gününa Küne, el Aóenï Kënk y el Araucano tan cruzados entre sí, a menudo les era imposible [a los informantes indígenas] discernir la paternidad de vocablos" (1946:248).

El caso de Unelto -tehuelche para Escalada, con nombre aonik'o ais para Casamiquela, de identidad pampa o tehuelche para Moreno, no muy "surero" según Harrington22- evidencia las dificultades de las delimitaciones rígidas, y sugiere que la clave de la complejidad social en Patagonia pasa por la comprensión del parentesco y las territorialidades. No se trata de negar el peso de las identidades, sino de advertir la crisis de las taxonomías de la etnografía clásica. Explotados sus aciertos y agotados sus recursos, el análisis de la "Secretaría de Valentín Saygüeque" muestra la relación entre el lenguaje y la territorialidad en la definición de la identidad, la realidad de profusas tramas de parentesco, y la comprensión de la "Gobernación Indígena de las Manzanas" como una confederación inestable de jefes y parientes bajo el liderazgo de Saygüeque.

La imposición mayoritaria de nombres en mapudungun no hizo automáticamente mapuche al círculo estrecho de Saygüeque, en todo caso evidencia cuán avanzado estaba el proceso de construcción de un nivel macro de la identidad, los solapamientos, la superposición e inclusión de distintos niveles, y la presencia de sujetos y grupos que se reconocían de varias formas a la vez. Durante el siglo XIX "manzanero" era el nombre de la diversidad, y al mismo tiempo la expresión del mestizaje y la hibridación cultural, bajo predominio de linajes pampas territorialmente identificados con el oriente de la cordillera.

Las décadas de 1810 y 1820 marcaron la génesis de la posterior articulación política de la "Gobernación Indígena de las Manzanas", es decir, la hegemonía de los agrupamientos surneuquinos sobre los linajes tehuelches. Las batallas de Languiñeo, Senguerr y Shótel kéike ocuparon un lugar fundacional en la memoria de generaciones, y en la definición del espacio social manzanero. La inclusión de Kálach -sobrino de Orkekeen el listado de caciques es un efecto notorio del emparentamiento bajo hegemonía manzanera, y de la capacidad posterior de Saygüeque para proyectarse al sur del Limay. Traducido al lenguaje raciológico de Escalada (1949), como consecuencia de esas batallas "[...] y de la práctica del matrimonio entre cautivas y guerreros victoriosos, la mezcla de sangre es completa. Prácticamente, desde aquella época no ha de encontrarse indio alguno de estirpe pura" (Escalada 1949:317-318).

El acta de defunción de Saygüeque apunta que era "[n]acido en la fuente del rio Chaneguín Territorio del Neuquén hijo del cacique Chocorí y madre Tehuelcha" 23. Además de subrayar la centralidad de Junín de los Andes como crisol del mestizaje, el dato ratifica que el linaje Chocorí-Saygüeque tenía territorialidad sobre el espacio surneuquino varias décadas antes de la emergencia de la "Gobernación Indígena de las Manzanas", otorgándole espesor social e histórico a la identidad manzanera.

La caracterización de los enfrentamientos de 1820 como los acontecimientos fundacionales de lo manzanero también fue anticipada en clave esencialista por Escalada: "Dos acontecimientos bélicos trascendentes jalonan esta genealogía tehuelche, asumiendo los caracteres de dos 'momentos estelares' en los últimos años de existencia de la raza. El combate de Apeleg [...] constituye el broche de hierro con que se cierra la tragedia de la estirpe autóctona. La lucha de Shótel káike marca la iniciación del acto final" (Escalada 1949:320). Si el primer "momento estelar" fue el preludio de la fábrica social manzanera, la "Gobernación Indígena de las Manzanas" -su producto político más acabado- fue la confederación de jefes y parientes que ofreció la última resistencia al ejército argentino en la batalla de Apeleg, librada a fines de 1883.

Antes que una estructura cristalizada, la "Gobernación Indígena de las Manzanas" fue un proyecto inalcanzado, un modelo político diseñado por Saygüeque y sus lenguaraces ante la expansión del Estado. La decisión de integrarla exclusivamente con caciques orientales superponía procesos identitarios con opciones políticas a favor de lo argentino. Las prácticas manzaneras, la construcción de una identidad maleable y receptiva de la diferencia, tornaron inviable ese proyecto para las autoridades nacionales. Se puede seguir el aniquilamiento a partir de una serie de determinaciones ligadas al avance del capitalismo, pero también se lo puede pensar en los términos de un imperativo político y cultural ante la ambivalencia del proyecto de Saygüeque. A partir de 1880 no podía haber "Gobernación Indígena de las Manzanas" bajo la homogeneización étnica y la verticalidad política del estado- nación. Su derrota se explica por el intento de conciliar principios incompatibles, el parentesco y la etnicidad, con la subordinación al orden estatal.

NOTAS

1 Albarracín (1886:55-56); Archivo del General Mitre [AGM] (1912-1913:XXIV:107-109); Moreno (1979:199 [1906-1919]; Jones (1993:138-139).

2 "Lo que diferencia en última instancia la identidad étnica de otras formas de identidad colectiva (religiosas o políticas), es que aquélla está orientada hacia el pasado y que tiene siempre un 'aura de filiación'" (Poutignat y Streiff-Fenart 1995:177, la traducción es nuestra).

3 Saygüeque, fuertemente identificado con los linajes pampas, proporcionó su versión histórica del repliegue territorial: "[...] tengo el honor de incluirle todos por estenzos los conocimientos mui antiguos que me dejo de erencia mi finado padre Chocorí que en años mui atras Buenos Ayres exsistieron los vice abuelos de mi finado padre Badia=blanca, Tandil, Asul, y todas las pampas de Buenos Ayres existieron todos sus antecezores quedaron de esas razas Catriel, Lepipi; y barios otros caciquez principales y me dice que cuando binieron los cristianos ho españoles peliaron hasta encharcarce en sangre quedando algunos livres por la providencia de Dios, pues somos nosotros las ramas de aquellos antepasado [...]" (AGN VII, 723, fs. 202- 205. Carta a Conrado Villegas, 5 de agosto de 1879).

4 Ver también la entrevista realizada a Rodolfo Casamiquela por Estela Jorquera en el diario Río Negro el 6 de septiembre de 2004, bajo el título "Los mapuches verdaderos son muy pocos" (disponible en http://rionegro.com.ar/arch200409/06/o06j04.php).

5 La edición bilingüe de las memorias del lonko registradas por el sacerdote capuchino posibilita la comparación. Se incluyen entre corchetes los términos en mapudungun utilizados por Coña (1995:307).

6 "[...] raza, linaje, estirpe, familia, nación. Además el nombre que toman de las aves, cuadrúpedos, serpientes, peces, piedras, y cualquiera otra cosa animada o inanimada. En primer lugar toman en cuenta el nombre o sobrenombre de su cuga o familia y raza; v. gr.: tiene alguien por cuga el nombre Hueque, que significa carnero chileno; considerando enseguida sus adjuntos, llama a alguno de sus hijos Liùehueque, carnero blanco, al otro Curùhueque, carnero negro; al otro Neculhueque, carnero que corre [...]" (Gramática latino-araucana del Padre Havestadt, citada en Augusta 2002:20 [1907]).

7 Información suministrada por Nélida Cual, bisnieta del cacique José María Kual, a María Teresa Boschín en Trelew, octubre de 2002 (Archivo Oral del Programa Pilcaniyeu, CENPAT-CONICET).

8 "El nombre Inakaial es traducible en araucano, y ya lo hizo Harrington (ina-ka-ial 'el hijo menor' o algo así). Bien se trata de un mero apodo y no de su verdadero nombre, bien el suyo verdadero es tehuelche y fue araucanizado; por cierto me inclino por la segunda posibilidad" (Casamiquela 2004:52).

9 La estrechez de lazos entre Inacayal y Foyel es bien conocida. Según información del comandante de Patagones Julián Murga a Bartolomé Mitre, ambas familias formaban una sola tribu en 1863 (AGM 1912- 1913:XXIII:105-107). Todavía moraban junto a sus padres Huincahual y Paillacán. El primero entre el Quemquemtreu y el Caleufú, y el segundo veinte kilómetros al sur, en Alicurá (Cox 1863:140-152). Los conflictos con Saygüeque motivaron el traslado de Foyel al sur del Limay (Musters 1964:284-317[1873]). Inacayal se desplazó a las proximidades del Nahuel Huapí (Moreno 1999:77 [1898]). En febrero de 1880, este cacique remitió una misiva desde "Río Caquil Guincul", en las inmediaciones de Tecka. (AGN VII, 723, f. 402).

10 "Los indios Pampas o Tehuelches del Norte, principian desde el rio Limai, en donde viven mezclados con los Huilli-pehuenches i alcanzan al Sur hasta el rio Chupat. Uno de sus caciques con unos ciento cincuenta indios, vive en las inmediaciones del pueblo del Cármen, se llama Chagayo; hablan un idioma mui rudo que no tiene semejanza alguna con el chileno" (Cox 1863:165). Harrington escribió a Vignati (1942:21) que Inacayal y Chagallo eran primos hermanos.

11 José María Kual vinculaba a K'trewai con el grupo chëwach a künna localizado en la porción rionegrina y chubutense de la cordillera de los Andes (Bórmida y Casamiquela 1958-1959:160). Fue cautivado hacia 1820 junto a la madre de Foyel por Paillacan (Escalada 1949:265). Claraz (1988:53) identificó "Ketroe" como una de las cinco "pequeñas tribus" pampas de la región del ganado alzado de Tucumalal, al sur del Nahuel Huapí.

12 Pichikaia y K'trewai serían hermanos (Casamiquela 1988b:24). Moreno (1979:136-137 [1906- 1919]) lo frecuentó entre Esquel y Tecka a fines de 1879, y se consideraba "continuo ocupante de la región".

13 Moreno encontró en Yamnago los toldos de Pichalao, "[...] jefe de los Gennaken, la raza que deseaba conocer desde hacía largos años" (Moreno 1979:117 [1906-1919]). El Yamnago era un extenso territorio de caza con grandes bajos con agua salobre, ubicado en el sudoeste de la meseta del Somuncura, próximo a la actual localidad rionegrina de El Caín (Boschín y Del Castillo Bernal 2005). A mediados del siglo XIX era el centro de los desplazamientos estacionales de las familias de Francisco, Antonio, Kual, Pichalao y Chiquichano entre Jacobacci, Maquinchao y Valcheta por el norte; y Gan-Gan, Gastre y Telsen por el sur (Ver entre otros, Matthews 1995:33; Claraz 1988:53; Boschín y Del Castillo Bernal 2005).

14 Ténosh, hermana de Orkeke y madre de Kálach, fue cautivada por manzaneros en los combates de la década de 1820. Escalada (1949) sugiere que el padre de Kálach "[...] pudiera pertenecer a las tribus araucanas del norte del Limay" (1949:311).

15 Moreno (1969) trató al "viejo Pampa Rapa" durante 1877 en los toldos del cacique Conchingan en el valle del río Shehuen o Chalía, en las nacientes del Santa Cruz (Moreno 1969:223).

16 "Unelto, aóni-kenk de la zona de Santa Cruz, era una especie de jefe o cacique general para la guerra. Comandaba a los tehuelches en Apeleg" (Escalada 1949:274). Trece años antes, los doscientos cincuenta tehuelches, pampas y "araucanos o manzanares" que ingresaban a Las Manzanas a parlamentar con Saygüeque, encabezados por Casimiro, Foyel y Quintuhual, le habían otorgado el "comando en jefe" (Musters 1964:305 [1873]). Moreno (1969) halló a Gumerto - un pariente de Saygüeque- frente a la isla Pavón del río Santa Cruz, quien habría viajado para "conocer los campos", proveniente de Nahuel Huapí: "La mayor parte de los pocos indios que dependen de este cacique son de sangre pampa, de menor estatura que los tehuelches" (Moreno 1969:394). Anteriormente, Moreno (1876:193) había considerado "tehuelches" a Rapa y Unelto.

17 Musters (1964:184-185 [1873]). Moreno (1979:113 [1906-1919]) afirmó en 1880 que la tribu de Chiquichano vivía entre las sierras Apas y de Talagapa, en el límite sur de la meseta del Somuncura.

18 Ver AGN VII, 723, fs. 202-205. El acta del matrimonio civil entre María Marín e Ignacio Llanquín, contraído el 23 de febrero de 1922 cuando éste tenía sesenta años de edad, consigna que había nacido en la "costa del Colluncurá" (Testimonio emitido por el comisionado del Registro Civil, presbítero Julio Mauro en la Costa del Limay, Sierra Colorada, Territorio del Río Negro, Departamento de Bariloche. (Fondo Documental del Programa Pilcaniyeu, CENPAT-CONCET). En noviembre de 1995, María T. Boschín mantuvo entrevistas con dos de los últimos hijos del matrimonio, Lucio y Ángela Llanquín. Comentaron que su padre había sido chasque de Villegas, y ratificaron la relación de su abuelo Manuel Llanquín con la región del Collón-Curá (Archivo Oral del Programa Pilcaniyeu, CENPAT-CONCET).

19 Lista de los Indios Amigos pertenecientes al Comandante interino Sargento Mayor D. Miguel Linares. Guarnición de Patagones, 1 de noviembre de 1867. Archivo Servicio Histórico del Ejército, Colección Frontera Sur y Frontera con los Indios.

20 Casamiquela sostiene que "Shaiweke" es un nombre "araucano" cuya traducción aproximada sería "llama overita" (Casamiquela 1995:124), reconociendo la presencia del totem weke, "la oveja consagrada" (Casamiquela 1965:36). Valentín aparece inscripto como Seminahuel Sahueque en el juicio sucesorio de su hija Rosa (Expediente N° 2595, Sahueque o Saihueque Rosa s/sucesión, Cámara de Apelaciones en lo Civil, Circunscripción Judicial Noroeste del Chubut, Esquel). Rumi o Reminahuel significa "pasó el tigre". Respecto de la documentación etnográfica e historiográfica de la identidad pampa de los ancestros de Saygüeque, ver Casamiquela (1965:35), y las consideraciones del propio cacique transcriptas en la nota 3.

21 Cuaderno manuscrito, 26 de mayo de 1955 (Fondo Documental del Programa Pilcaniyeu, CENPATCONICET).

22 Cuaderno manuscrito, 26 de mayo de 1955 (Fondo Documental del Programa Pilcaniyeu, CENPATCONICET).

23 Registro Civil de la Colonia General San Martín, Territorio Nacional del Chubut, 8 de septiembre de 1903. Tomo I, folio 8, acta N° 7, año 1903. Dirección General del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, Rawson, Provincia del Chubut.

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