SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue8Techno-stylistic designs coexistence in Preincaic Late Period: the case of urn burial of the Infant of La Troya (Tinogasta, Catamarca province, Argentina)To narrate practices of the past: The narrative potential of archaeological stratigraphy to represent social practices author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Intersecciones en antropología

On-line version ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol.  no.8 Olavarría Jan./Dec. 2007

 

Ámbitos domésticos y de producción artesanal en el Noroeste Argentino prehispánico

Myriam Noemí Tarragó

VMyriam N. Tarragó. CONICET. Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Moreno 350, 1091, Buenos Aires. E-mail: mtarrago@mail.retina.ar

Recibido 30 de Junio 2005. Aceptado 28 de Mayo 2006

RESUMEN

La arquitectura y la producción artesanal constituyen dos aspectos fundamentales en el estudio arqueológico de los procesos de complejidad social. Sin embargo, los espacios cuya finalidad específica fue la manufactura de bienes metálicos y alfareros han sido poco tratados en el NOA y en el área andina en su conjunto. Por otra parte, en la literatura es bastante usual la distinción entre los conjuntos arquitectónicos asignados a unidades domésticas y los ámbitos destinados a funciones de producción. La diferenciación conceptual entre «lo doméstico» y lo «extra doméstico» y la oposición que se crea entre los mismos ofrecen un interesante punto de partida para la discusión de casos de instalaciones discretas que integraban los grandes asentamientos sociales del valle de Yocavil, anteriores a la Conquista. Se discuten los resultados del análisis de los restos de estructuras construidas, lugares exteriores y rasgos asociados en Rincón Chico, Catamarca. Como conclusión se propone que esta distinción que se ha basado en las modalidades de residencia y de producción por observación etnográfica del mundo moderno, resulta elusiva en las sociedades prehispánicas de los Andes. Lo que surge del análisis es un panorama complejo de agrupaciones espaciales de naturaleza mixta, donde lo doméstico y la producción especializada estuvieron estrechamente vinculados.

Palabras clave: Yocavil; Residencia; Especialización artesanal.

ABSTRACT

Domestic and craft-production contexts in pre-hispanic Northwest Argentina. Architecture and craft production are basic elements of archaeological approaches to social complexity. However, studies of places where metals and pottery were made in the past have been scarce until the present, both in the Argentine Northwest and the Andean area in general. Usually, a distinction is found in the literature between architectural compounds of a domestic type and those that constituted settings for production. The contrast between the terms "domestic" and "non-domestic", and even the opposition of the two terms, offers an interesting point of departure for discussing cases of discrete installations that were part of the large social settlements in the Yocavil Valley prior to the Spanish Conquest. Results of the analysis of remains of buildings, outdoor places and associated features at Rincón Chico, Catamarca, are discussed. Based on ethnographic observations of forms of residence and production in the contemporary world it is concluded that the distinction referred to is elusive for Andean pre- Hispanic societies. What emerges from the analysis is a complex view of spatial compounds of a mixed nature, where specialized and domestic production were closely related.

Keywords: Yocavil; Household; Craft production.

INTRODUCCIÓN

La arquitectura y la producción artesanal son dos de los aspectos fundamentales a los que se apela en el estudio arqueológico de los procesos de complejidad social. En el caso de la arquitectura en piedra, ésta posee alta visibilidad y preeminencia en el espacio social, como ocurre con los asentamientos de las sociedades tardías del Noroeste Argentino dentro de los cuales un gran número de estructuras suelen ser asociadas con ámbitos domésticos. El segundo aspecto es normalmente tratado a partir de las muestras de artefactos y herramientas empleadas en la fabricación de determinados ítems como alfarería, objetos de metal y textiles. En cambio, los espacios cuya finalidad específica fue la producción de bienes poseen baja visibilidad en el registro arqueológico y en consecuencia, han sido muy poco tratados en el NOA y en el área andina en su conjunto.

El presente trabajo se propone analizar un interesante caso en el valle de Yocavil, provincia de Catamarca. El sitio 15 de la localidad de Rincón Chico combina arquitectura de superficie, otras estructuras enterradas y lugares exteriores sin arquitectura donde se han practicado las sucesivas etapas de la elaboración de piezas cerámicas y metalúrgicas. Un prolongado lapso de ocupación, de al menos 700 años, permite seguir los cambios y remodelaciones de los espacios. Por último, se discuten las relaciones complejas entre unidades de residencia, las actividades domésticas y la producción especializada.

ÁMBITOS DOMÉSTICOS Y DE PRODUCCIÓN ARTESANAL

Las unidades domésticas se convirtieron en un foco de investigación en antropología a partir de la publicación en inglés del trabajo sobre economía campesina de Alexander Chayanov, en la década de los sesenta (Chayanov 1985; Sahlins 1977). Esto se trasladó a los estudios de arqueología como un foco sustantivo y metodológico explícito (i.e., Smith 1987; Stanish 1992: 16; Wilk y Rathje 1982). Con frecuencia el grupo doméstico es definido en estos trabajos en términos socioeconómicos, como "una unidad autónoma de producción, intercambio y consumo". Aunque los conceptos de familia y hogar se usan en forma intercambiable, es necesario hacer una distinción entre los mismos. El término familia pone el énfasis en lo social. Incluye patrones de descendencia, herencia y los cómputos de líneas de parentesco. En el segundo, el énfasis se centra en la unidad de residencia y en la función del grupo doméstico. Es decir, la unidad doméstica es un concepto económico mientras que la familia alude a las relaciones que ligan a los individuos en una unidad social. Los residentes de una casa pueden pertenecer a la misma familia y a la inversa, miembros de una misma familia pueden tener diferente residencia. Se trata de dos dimensiones del grupo doméstico. El dominio de la casa u hogar se define más por compartir tareas de producción y consumo que por el hecho que sus miembros estén vinculados por parentesco o matrimonio (Blanton 1994).

En este sentido, Charles Stanish (1992) va a sostener en su trabajo sobre la economía política andina que la casa, la unidad social y económica básica de la sociedad campesina contemporánea, sirvió también de base para la sociedad prehispánica. Aunque esto pueda resultar problemático en su aplicación retrospectiva (Allison 1999), es de interés el enfoque contextual que propone para el estudio arqueológico. Esta metodología se apoya en la distinción entre contextos domésticos y no-domésticos dentro de las casas definidas arqueológicamente. Los contextos domésticos estarían representados por basuras de cocina, sectores residenciales de gente del común, estructuras de almacenaje y áreas de actividades diarias. Los contextos no-domésticos estarían reflejados en las tumbas, en los grupos residenciales de elite, la arquitectura colectiva o pública y otros rasgos como hornos y estructuras de producción artesanal (Stanish 1992: 8).

Con anterioridad, en el estudio clásico sobre las aldeas tempranas en Mesoamérica, Flannery (1976) había acudido también al concepto de unidad doméstica entre las fracciones sociales que podían ser observables arqueológicamente, desde un área de actividad mínima a las agregaciones aldeanas en el ámbito regional. En la misma obra, Marcus Winter (1976: 5) agregaba una interesante categoría que denominó grupo doméstico (household cluster). El concepto comprende a la casa y a todos los espacios del entorno exterior como pozos de almacenaje, entierros, acumulación de residuos y rasgos varios que pueden asociarse al grupo doméstico. El autor considera a esta concentración de rasgos como la manifestación material de las unidades domésticas prehistóricas que, en el caso de Oaxaca, estaban espacialmente separadas entre 20 y 40 m. Sostiene además, que debe efectuarse una distinción entre los conceptos de unidad doméstica y grupo doméstico porque mientras que el primero alude al aspecto sociológico de un grupo de gente que interactúa entre sí por relaciones cara a cara, el segundo se refiere a los restos arqueológicos o correlatos materiales que han quedado de estas actividades (Winter 1976: 25).

No obstante, en los últimos años, se han elevado voces en el campo de la antropología llamando la atención acerca de las progresivas adaptaciones que ha sufrido el concepto de unidad doméstica tanto en su delimitación como en su contenido, cambios que fueron desdibujando su sentido original y por ende, la necesidad de encarar una re-evaluación del concepto de "lo doméstico" (Quirós 1998-1999). Del mismo modo, se ha cuestionado la consideración de la unidad doméstica como una entidad social "indiferenciada" y "homogénea" debiéndose investigar las diferencias internas en sus funciones y situaciones de poder. El rol de las unidades domésticas en la reproducción social está tan culturalmente construido como su papel económico. La acción y las relaciones domésticas no son, en consecuencia, separables de las relaciones y procesos que hacen al dominio público resultando artificial la diferenciación estricta entre lo doméstico y extra-doméstico (Hendon 1996: 47).

En los Andes Meridionales se han sucedido algunas propuestas, sobre todo a partir de la década de los ochenta. Reconociendo la gran variación intercultural en los modos y formas de organizarse de las unidades sociales y la ambigüedad en la aplicación arqueológica del concepto, Nielsen (2001) propone tomar uno de los aspectos, la vivienda, como unidad de análisis para el estudio del espacio doméstico en Lípez. Para la puna de Jujuy, cabe señalar el registro de áreas de actividad doméstica en Tucute 1 (Albeck 1995-1996). Recientemente, un estudio de una unidad de co-residencia en el asentamiento de Los Amarillos, quebrada de Humahuaca, propone incorporar en el análisis la dimensión temporal a través de la reconstrucción de la secuencia constructiva. Es interesante señalar que como residuos de la actividad cotidiana, se han registrado evidencias de trabajo de metales en el lugar (Taboada y Angiorama 2003). En efecto, las actividades metalúrgicas en el sitio parecen haber constituido una más de una gran variedad de tareas que se desarrollaron. Una situación similar fue señalada durante los estudios llevados a cabo en la denominada Unidad habitacional 1 del pucará de Tilcara (Tarragó y González 1998: 183).

Por otro lado, existe una abundante literatura acerca de la discusión sobre la especialización artesanal y los lugares de producción aludidos con el término de "taller" (Tosi 1989). Diversos acercamientos metodológicos fueron propuestos para la caracterización de actividades de producción especializada y su reconocimiento en el registro arqueológico (Arnold 1987; Brumfiel y Earle 1987; Clark 1986; entre otros). En el marco de la investigación a largo plazo emprendida en Santa María (Catamarca) se entiende a la especialización como una producción relativamente regular de productos en cantidades claramente superiores a las necesarias para el consumo de la unidad social de producción. Dicha producción estaría a cargo de individuos que manejaban un acceso restringido a la tecnología específica, conocimiento, habilidad y materias primas, los que se encontraban, al menos en parte de su tiempo, liberados de obligaciones relacionadas con la subsistencia del grupo (Tarragó 1998). Para el caso del sitio 15 y en función de los datos disponibles, se ha considerado adecuado limitarse a una evaluación cualitativa del nivel de especialización (Tarragó y González 1996: 89).

La evidencia recuperada permite llamar la atención sobre la poca operatividad que, en algunas situaciones, puede tener una diferenciación conceptual estricta entre "lo doméstico" (vida cotidiana) y lo "extra doméstico" (talleres y lugares funerarios), lo cual ha sido una herramienta común en muchas investigaciones arqueológicas andinas (por ejemplo, Costin 1991). Esta posición ha tendido a crear una separación artificial entre los contextos arqueológicos (Allison 1999: 12- 15), reflejando a las modalidades de residencia como separadas de las de producción, en lo que parece una analogía directa de las observaciones etnográficas del mundo capitalista moderno. De tal forma, se enmascara la interacción entre las unidades domésticas y los espacios de producción especializada de bienes, con las oposiciones que se suscitan entre los mismos. El abordaje de esta dinámica puede constituir un interesante punto de partida para el análisis de los casos de instalaciones discretas que integran el ámbito de los grandes sistemas sociales que se desarrollaron en el valle de Yocavil, durante la época prehispánica tardía. Se propone realizar este abordaje a través del análisis de los restos de cultura material en las estructuras construidas, los lugares externos abiertos y los rasgos detectados en el sitio 15 de Rincón Chico (Figura 1).


Figura 1. Localidad arqueológica de Rincón Chico, Departamento. Santa María, Catamarca. Círculos: unidades de asentamiento. Cuadrados: lugares de cementerio.

YOCAVIL

El valle Yocavil parece haber conformado un laboratorio de innovación metalúrgica durante las épocas prehispánicas tardías. Al mismo tiempo, constituyó un importante centro de fabricación de cerámica en atmósfera oxidante (las grandes urnas y otras vasijas de estilo Santamariano) y en atmósfera reductora (Famabalasto negro grabado), complejos cerámicos que demuestran grados de estandarización destacados (Nastri 1999; Palamarczuk y Manaziewicz 2000). Una de las vías más provechosas para el estudio de la producción tanto de objetos de metal como de cerámica prehispánica requiere orientar los esfuerzos hacia el análisis no sólo de los productos finales de la producción sino también de las etapas previas a la manufactura de los mismos. Esto implica establecer las modalidades sociales y tecnológicas aplicadas a la obtención y transformación de las materias primas. A partir de la identificación de los referentes empíricos particulares derivados de las diferentes actividades de producción es posible definir áreas de trabajo o talleres, cuyo estudio sistemático permitirá obtener la información necesaria para avanzar en el conocimiento de la cuestión. Las indagaciones en Rincón Chico posibilitaron ubicar varios sectores en los que tuvieron lugar labores metalúrgicas de distinta envergadura así como también de manufactura cerámica.

Esta localidad arqueológica se ubica a 5 km al sudoeste de la ciudad de Santa María, en el departamento homónimo, provincia de Catamarca (Tarragó 1987). Con un área mínima de 500 ha, incluye 37 sitios registrados hasta el presente. Treinta y ocho fechados radiocarbónicos documentan una ocupación de al menos 700 años, entre el siglo IX DC y la época de contacto hispánico. Veintiséis sitios corresponden al conjunto caracterizado por un cuadrángulo y estructuras anexas en su periferia (CEA). Esta unidad arquitectónica, conocida en la literatura como "casa pozo" o "casa comunal" desde la publicación de Quilmes (Ambrosetti 1897: 37), está constituida por un recinto de cuatro lados de 150 a 250 m² aproximadamente y estructuras adosadas de menor tamaño. Este grupo arquitectónico es recurrente en la zona del Bajo de Rincón Chico, Las Mojarras, Fuerte Quemado y Pichao (Bengtsson 1992; Kriscautzky 1999), confiriéndole su característica distintiva a los conjuntos arquitectónicos dispersos. Las excavaciones realizadas han demostrado que no se tratan de recintos semisubterráneos salvo que se encuentren en lugares con pendiente acentuada. Se pudo comprobar, además, que se trata de grandes espacios con cobertizos que se apoyaban en los muros perimetrales y un espacio abierto central (Márquez Miranda y Cigliano 1961: 182; Tarragó 1998). El entorno de cada conjunto incluye espacios "exteriores" sin construcciones de piedra, pero con múltiples señales de constituir lugares de trabajo. Hasta el presente se han trabajado parcialmente cinco CEA, el gran recinto rectangular y aledaños en RCh12, 13 y 14 (González et al. 2002); el recinto circular en RCh18 y de RCh8 y un sondeo en el recinto rectangular de este último. Por otro lado, desde 1987, se viene excavando en gran extensión el sitio RCh15 que corresponde al tipo que no presenta recintos circulares (Figura 2)1.


Figura 2. Plano de RCh15 con unidades de excavación. Estructuras: E1, E2, E3; montículo oriental: MO; montículo meridional: MM.

El sitio 15 de Rincón Chico

De los conjuntos constructivos dispersos en el conoide es el más próximo a la ciudad de Santa María y por tanto, con una situación de extrema marginalidad respecto del poblado conglomerado del cerro (RCh1). El sitio se halla emplazado en el límite del "Biomo del Algarrobal", a 1900 m snm y a unos 150 m al sur del actual cementerio de Lampacito. Hacia el oeste, continúa el sitio 11, de carácter funerario y, a unos 200 m, los sitios 5 y 26. Se trata de un CEA constituido por un rectángulo muy grande, de 34 x 24 m. En la mitad del muro oriental se constató la presencia de un vano de comunicación que lo conecta con un polígono de 40 m de largo, la estructura E2. En la parte norte de ese espacio, es probable que se encuentre enmascarado un recinto rectangular con pared de piedra, en forma análoga a la unidad de RCh7 (Tarragó 1998: Figura 6). Existen otras líneas de muros en la parte externa meridional que deben corresponder a estructuras enterradas o desaparecidas por el tránsito y la utilización actual de las lajas de las paredes. Entre estos restos había un muro simple, de perfil curvo, donde se excavó un área de actividades artesanales a cielo abierto (E3). En síntesis, los restos arquitectónicos conservados indican dos recintos delimitados por cuatro paredes y una estructura abierta (E3). Pero, si se consideran los alineamientos borrados, habría existido en el pasado otro recinto cerrado en el interior de E2, y al menos dos recintos cuadrangulares más, anexados al muro sur de E1 y E22. Hacia el norte del CEA existía un área de enterratorios relacionada con la unidad ocupacional. Debe recordarse que los trabajos efectuados a fines de los cincuenta, permitieron recuperar dos cámaras sepulcrales de adultos con ajuar y cinco entierros de infantes en urnas (Lorandi et al. 1960: 66-68; Márquez Miranda y Cigliano 1961: 188).

Por fuera del área construida se encuentra un área levemente combada, de unos 60 m de largo, denominado "montículo oriental" (MO) en el borde este de la terraza. La zona está sometida a un proceso de transformación natural con predominio de erosión eólica, el que libera sedimentos carbonosos que afloran en superficie al igual que una gran cantidad de material cultural, bajo la forma de fragmentos de alfarería, restos óseos y piezas refractarias. Por otro lado, a 35 m al sureste de la E1, se emplaza otra formación de perfil convexo que se eleva 0,30 m sobre el nivel general del suelo, reconocido como "montículo meridional" (MM). Hacia el este de esta estructura, cubriendo unos 70 m2, se extiende un terreno cubierto por cantos rodados de tamaño mediano y, como en el MO, hay afloramientos de sedimentos cenicientos y carbón. Hacia el occidente de esta formación, el levantamiento efectuado permitió detectar otros montículos de menor extensión.

La superficie intramuros de RCh15 abarca 1496 m² y considerando los rasgos exteriores, se ha calculado una superficie mínima de 5500 m². En sucesivos trabajos de campo se ha excavado por el sistema de cuadrículas y decapados un total de 505,50 m2, cubrimiento que representa el 10% del área total del sitio.

Los trabajos se iniciaron en abril de 1987, oportunidad en que se levantó el plano y se realizaron los primeros sondeos exploratorios en el MO (Tarragó 1987). Al año siguiente, se excavó el gran recinto E1 y, en la campaña de 1990, en E2 y en E3. En los viajes de 1995 y 1996, se efectuó un trabajo minucioso de micro-estratigrafía en el MO (González 2001). Esto posibilitó la definición de una estructura de combustión de alta temperatura de unos 2 m2 asociada a panes sin cocer de arcilla de varias clases y a numerosos restos de piezas refractarias (más de 100 especimenes). En las campañas de 2003 y de 2004 se retomaron las excavaciones en MO en su extremo norte reiterando el tipo de rasgos de combustión y los restos materiales de procesamiento cerámico y metalúrgico. Hasta la actualidad se han cubierto 20 m2 en este área.

Entre 1997 y 2003 se efectuaron tres temporadas de trabajo en el Montículo Meridional con la implementación de una importante excavación en área que cubrió 93 m2. El rasgo estructural con leve elevación, caracterizado primeramente como «apacheta», encubría en realidad, un área con procesos de fundición de mineral en "hornillos". Se registraron cinco bases de piedra de hornillos además de piezas refractarias, escorias, mineral, artefactos líticos para su uso en el proceso y restos óseos (González 2001: 340-342, 2004).

Como parte del proyecto de bioarqueología, durante el mes de septiembre de 1999, Osvaldo Mendonça realizó excavaciones de rescate en la zona septentrional exterior a RCh 15 en búsqueda de estructuras de enterramiento. La metodología consistió en el trazado de dos trincheras (T1 y T2) ubicadas a una distancia aproximada de 20 m al norte de la esquina NE de R1 (Figura 2). La superficie total excavada fue de unos 90 m2. En la cuadrícula N de la T1 se identificó un pozo relleno con sedimentos termoalterados y abundante material de descarte secundario (Palamarczuk 2002). Una excelente muestra ósea de camélidos fue analizada por Pratolongo (2002). Del interior de este rasgo negativo, se recuperaron nuevas formas de piezas refractarias, en especial, cinco fragmentos que remontaron de un molde de lingote de gran tamaño (González 2004: 313).

En la última campaña de 2004 se volvió a explorar esta zona norte que se había considerado, hasta ese momento, un área «fuera del sitio» prosiguiendo con el sistema de trincheras. Se pudo observar en planta y perfil, sin ningún tipo de arquitectura en piedra, una gran área de combustión delimitada por una pared circular de barro (en la intersección de las T3 y T4; Figura 2). La cubeta de cocción u «horno» propiamente dicho, estaba marcado por un semicírculo de bloques de barro cocido con inclusión de desgrasante vegetal. En el centro se recuperó una buena cantidad de restos de VFA (vitrified fuel ash), pero ningún refractario ni otras evidencias del procesamiento metalúrgico. En cambio, en el piso asociado había restos de material cerámico. En forma preliminar, y hasta que se completen los estudios, se plantea la hipótesis que la estructura habría funcionado como un horno semisubterráneo para la cocción de vasijas cerámicas de gran porte, por ejemplo, las conocidas urnas santamarianas. En la medianera sur del muro de barro, se descubrió además, una cámara cilíndrica de lajas unidas entre sí con argamasa que estaba tapada con lajas más pequeñas mostrando una modalidad constructiva semejante a las cámaras sepulcrales calchaquíes. Se encontraba vacía pero intacta, por lo cual se supone que cumplió funciones de depósito en relación con las actividades efectuadas en el locus.

En la unidad T3, entre dicha estructura y el muro perimetral del recinto E2, aparecieron otros rasgos de combustión en cubeta constituidos por cúmulos de sedimentos imbricados de color ceniciento, rojizo y amarillento, sin duda, tierras alteradas por altas temperaturas, además de herramientas líticas y pequeños hoyos para calzar postes o palos. En los alrededores y en la extensión de la T5 se recuperaron nuevas modalidades de piezas refractarias, entre ellas se halla un fragmento de un molde de disco que tenía dibujado, en bajorrelieve, una cara típica de las placas de bronce santamarianas más tardías (cf. A. R. González 1992: Láminas 15 y 16). También se recuperó un tapón de "cuchara de colada" de notable tamaño y con gruesas adherencias por la secuencia de uso a que estuvo expuesto.

El análisis de 12 muestras de carbón vegetal datadas por el método del radiocarbono y calibradas (Bronk Ramsey 2005; Reimer et al. 2004), ha brindado una excelente columna temporal para enmarcar los procesos locales que, con 1 sigma, se extiende entre 770 y 1660 DC (Greco 2005). Las dataciones efectuadas permiten proponer una secuencia constructiva preliminar: Recinto 1 y montículo oriental; Recinto 2 y estructuras anexas agregadas al sur y hoy borradas por procesos modernos; remodelación del recinto 2 por medio de agregados de anchos muros de tapia, construcción del muro simple de contorno curvo en E3 y la conformación del montículo meridional. Por último, se habría extendido el ámbito social y de trabajo hacia la zona norte agregándose una estructura de pirca simple y contextos mortuorios que datan, por cronología cruzada con material europeo, de los siglos XVI a XVII (Figura 3).


Figura 3. Fechados radiocarbónicos de RCh15.

ACTIVIDADES Y ESPACIO SOCIAL

Entre los resultados más interesantes que se produjeron en el transcurso de las exploraciones se encuentra, en primera instancia, el proceso dinámico de construcción y reconstrucción arquitectónica de los ámbitos domésticos y artesanales. Se descubrieron nuevas formas de edificación no reportadas hasta el presente en los Valles Calchaquíes, a excepción de un hallazgo en Molino del Puesto no bien comprendido en su momento3. Esto es, la utilización de gruesos muros de "tapia", con más de 2 m de ancho, que se anexaron a los tradicionales paramentos de piedra en el muro medianero durante las remodelaciones tardías del espacio habitacional de E2 y E3 (cuadrículas L11-LL12 y M12). Además, se corroboró, a partir de las evidencias de hoyos de postes y trozos de madera, el tipo de techado en galería, a modo de "enramada" o cobertizo en R1. Este tipo de construcción ya había sido señalado para Quilmes por Ambrosetti (1897) y para Rincón Chico 10 y 18 por Márquez Miranda y Cigliano (1961).

Otro aspecto que se consideró significativo es que las diversas muestras cerámicas obtenidas tanto de recolección superficial como de excavación, se reparten en forma redundante dentro de rangos porcentuales similares. Entre 43% y 50% de los especimenes está siempre representado por las variantes del estilo Santa María (Negro sobre Blanco, Tricolor y Negro Sobre Rojo); entre 7% y 9% se vincula con escudillas y jarros Famabalasto Negro Grabado; alrededor del 30% corresponde a vasijas utilitarias sin decoración, pero con claros atributos tecnológicos atribuibles a los modos de manufactura santamariana. El resto se distribuye en bajos porcentajes entre Loma Rica Bicolor, San José y Shiquimil bicolor o tricolor e indeterminados por erosión o por deterioro de las superficies (Palamarczuk 2002; Piñeiro 1996) (Figuras 4 y 5). Cabe destacar que no se ha identificado ningún fragmento de vasija asimilable a alguno de los estilos incaicos reconocidos -imperial, provincial y local- no obstante la contemporaneidad de la ocupación en su tramo superior.


Figura 4. Evidencias domésticas: A) marlo; B) olla de cocina; C) vasija de servir; D) fragmento de olla peinada con adherencias y hollín.


Figura 5. Producción cerámica: A) mortero con yeso y hematita; B) pulidor; C) puco Santa María Bicolor; D) urna Santa María Bicolor; E) Santa María negro sobre rojo.

En cuanto a las actividades domésticas, en particular el proceso alimentario, el sitio proporcionó buenas muestras de restos óseos de fauna en el montículo oriental, meridional y en la zona norte (Pratolongo 2002). Los especimenes del MO (n= 1689) indican que se trata casi exclusivamente de restos de camélidos, con predominio de cuartos traseros y delanteros, así como partes del esqueleto axial. Los fragmentos de cráneo y mandíbula estarían evidenciando cuereado y trozado primario de los animales en el ámbito del sitio. Del mismo modo, se recuperaron 341 especímenes óseos de la excavación en el MM, correspondientes en su mayoría a camélidos (llama y vicuña), además de roedores (Lagidium sp.), un cánido, un ave y, sugestivamente, fauna fósil (una porción importante de esmalte dentario de Mylodon) y un fragmento de molusco marino, probablemente del Pacífico. La presencia de restos de distinto hábitat con respecto al fondo de valle donde se emplaza el asentamiento, como la vicuña, una especie silvestre de pastizales de altura y el Lagidium sp. que es característico de ambientes rocosos, permite pensar que estas piezas fueron cazadas y transportadas para el consumo humano y para aprovechar su piel (González 2001: 342). Por otra parte, en la zona norte (T1) se analizaron 1102 especímenes óseos, de los cuales se determinó un NISP de 646, correspondiendo 43,8% a Lama sp. y 44,9% a Artiodactyla. Había presencia de roedores, desdentados, Cervidae, aves (Tinamidae) y cáscaras de Rheidae (Pratolongo 2002: 26- 27). Probablemente, la presencia de puntas de flecha en obsidiana, de forma triangular y base escotada, recuperadas en ambos montículos, se relacione con las actividades cinegéticas desarrolladas en los prados de altura de las serranías.

En lo que se refiere a restos vegetales, cabe señalar que en el MO se recolectaron 48 muestras de marlos carbonizados en diversos grados de integridad (Figura 4a). Según la determinación realizada corresponderían en mayor frecuencia a la raza Capia de más de 14 hileras, además de Chulpi, Pisingallo y Perla (Raffaele 2004). Más allá de corroborar el consumo de maíz en el asentamiento, es llamativa la alta presencia de marlos en el MO en asociación con los eventos de las grandes estructuras de combustión que difieren claramente de los fogones domésticos. Al parecer se usaban para iniciar el encendido del carbón de algarrobo y los marlos conservados son aquellos que no llegaron a carbonizarse completamente hasta convertirse en cenizas.

Por otro lado, en la cuadrícula H7 de la estructura 1, se excavó un fogón en cubeta que estuvo en uso por largo tiempo a juzgar por la dispersión de cenizas y espículas. En el interior se recuperaron más de 20 semillas carbonizadas de maní, cucurbitáceas y de algarroba. La datación del borde exterior del fogón dio una fecha de comienzo de ocupación para el sector (Figura 3, LP529).

En relación con los artefactos líticos se recuperaron lascas, nódulos y puntas de flecha de obsidiana en los dos montículos, oriental y meridional, además de artefactos expeditivos sobre lascas de cuarzo4. Un primer análisis de muestras de obsidiana, indica que su fuente de procedencia está fuera del ámbito del valle, en Ona, puna de Catamarca (Yacobaccio et al. 2002). Es interesante que en el MO, por la mayor acumulación de residuos, se han conservado también restos de madera trabajada sin carbonizar, al parecer parte de mangos de instrumentos, restos de recipientes de calabaza (Lagenaria sp.) e instrumentos sobre trozos de huesos largos a modo de punzones, espátulas y pulidores con abundantes huellas de uso. Para complementar estas evidencias, se recolectaron muestras botánicas en los alrededores del sitio y por flotación, de depósitos de excavación, a fin de precisar la gama de recursos vegetales potenciales en el entorno de los asentamientos (Arriaga et al. 1998; González 2001).

La producción de cerámica, tanto llana como decorada, se ha constatado por los restos de masa de arcilla seleccionada, fragmentos de vasijas sin cocer y preparación de pigmento blanco y negro para la cerámica santamariana y de yeso para el Famabalasto negro grabado. Las evidencias se han registrado en varios lugares, en la zona de cobertizo de E1 (H7/ I7), en el MO (en notable cantidad en el conjunto de cuadrículas excavadas) y en forma muy evidente, se registró en detalle un locus de actividad alfarera en E3 (M12). Mediante la ejecución de cinco decapados fue aislada un área de actividades que comprendía un espacio donde se hallaron: a) un mortero rectangular a modo de fuente; b) un mortero de roca blanquecina de gran tamaño; c) la parte inferior de una olla tosca conteniendo tierras de colores; d) pequeños panes de pigmentos rojos y blancos; e) un pulidor ovoide de cuarzo con restos de pigmento rojo. Las muestras de pigmentos recuperadas del interior de los morteros (Procedencia 215) fueron analizadas por DRX, constatándose que se trataba de hematita y yeso (Figura 5a, 5b).

Se deben destacar las numerosas evidencias de la preparación de panes con diversos tipos de agregados como desgrasante, que se encontraban en reserva para la preparación de piezas refractarias de diversa índole. Por un lado crisoles, cucharas de colada y tapones; por el otro, moldes bivalvos y de cera perdida.

Las etapas de producción metalúrgica aparecen distribuidas por distintos lugares, intramuros en el R1 y sobre todo, en el área exterior: en el montículo oriental, en el SE del R2, en el montículo meridional y en la zona norte. Se han registrado restos en R1 (H7), R3 (O12); en el montículo este; montículo meridional (T14, T15, T16, U14, U15, U16, V15, V16) y de pigmentos y preparación de tierras para la producción cerámica de vasijas y de refractarios, entre otros en G7, M12, E, F y G. Corresponde señalar que al darse a conocer en 1991, constituyó el primer hallazgo en los Valles Calchaquíes de rastros estructurales vinculados a fases de la cadena productiva metalúrgica. Se han determinado cinco bases de hornillos y amplias áreas termoalteradas por las actividades pirometalúrgicas, además de un gran reservorio de rodados para la preparación de estos hornillos, restos de refractarios y herramientas de piedra para los trabajos tales como martillos y pulidores (L. R. González 1992, 2001). La magnitud de la evidencia es notable, hasta el presente se han registrado 290 fragmentos entre moldes (de una y dos valvas y de cera perdida), crisoles donde se fundía el metal y cucharas para los vaciados (Figura 6).


Figura 6. Producción metalúrgica: A) trozo de cuchara de colada; B) tapón; C) molde de hacha; D) probable molde de cera perdida.

Desde los comienzos de la ocupación, alrededor del siglo IX, el estudio pormenorizado del conjunto de evidencias permite afirmar que en esta unidad funcionó, además de las actividades diarias, un taller metalúrgico con varias áreas de trabajo. En este taller se cumplieron distintas etapas del proceso: preparación especializada de cerámica refractaria, producción del polvo de hueso calcinado -apatita- para recubrir los moldes y crisoles; molienda y primera fundición; refinación y terminación por pulimento de los objetos. Es posible sostener, además, que el nivel de producción superaba la demanda doméstica (L. R. González 1992, 2001, 2004; entre otros). La escala creció al ritmo del proceso sociopolítico regional. Durante las extensas excavaciones realizadas, se registraron evidencias correspondientes a todas las etapas del proceso de producción metalúrgica. Desde los inicios se elaboraron objetos de bronce estañífero, fundiendo en crisoles que eran calentados en fogones. De acuerdo a los fragmentos de refractarios recuperados, se manufacturaban, además de pequeños útiles, grandes discos y campanas ovales.

Lo que se fue modificando, fue la escala de producción dándose un aumento que superaba ampliamente al mero consumo doméstico y local. En este sentido, Luis R. González (2001) ha planteado en su tesis doctoral, tres momentos de amplificación de la producción metalúrgica: 1) R1 y O12; 2) MO; 3) MM estando bajo análisis la inserción en la secuencia del sector norte recientemente excavado.

El ámbito del sitio 15 se completa con otra clase de evidencia muy importante, esto es el espacio funerario que rodeaba y se asociaba estrechamente con las actividades domésticas y artesanales. Esta área funeraria había sido explorada por Márquez Miranda y Cigliano en 1957, quienes descubrieron una cámara circular con pared y techo abovedado de piedras, con tres individuos adultos acompañados de abundantes ofrendas de vasos Santa María Bicolor tardío, Negro sobre Rojo, Caspinchango y cuentas de vidrio europeas (Márquez Miranda y Cigliano 1961: 188-190). Esa excavación fue ampliada por Lorandi, Renard y Tarragó en 1959, quienes exhumaron otra cámara con entierros múltiples (siete individuos) y similar ajuar. En una disposición radial a estas "cistas" se ubicaron cinco entierros de niños en urnas constituidas por vasijas Santa María Bicolor, una Shiquimil reutilizada y ollas utilitarias con pie de compotera (Lorandi et al. 1960: 66-77). Estos hallazgos corroboran la extensión del lapso temporal hasta la época de contacto hispano-indígena (siglo XVI y comienzos del XVII). El cruce con la rica información recuperada en la excavación del cementerio 21, con más de 100 individuos hasta la actualidad, permiten reconfirmar las modalidades mortuorias para adultos y niños así como el lapso temporal hasta la Conquista (Marchegiani 2004; Mendonça et al. 2004). El rescate de un párvulo, colocado en una vasija peinada con un único pie, a 10 m al SO del recinto 1, en dirección al cementerio N° 11, son indicios a favor de la hipótesis que esta última zona estuvo vinculada, en algún momento, con la fracción social que desarrollaba su trabajo y vivía en el asentamiento del sitio 155 (Figuras 4b y 7).


Figura 7. Rincón Chico15. Áreas funcionales: B) descarte de restos; D) doméstico; F) funerario; C) manufactura cerámica; M) producción metalúrgica.

CONCLUSIONES

En el estado actual de las investigaciones, el caso tratado representa uno de los mejores ejemplos conocidos en los Andes del Sur sobre las distintas etapas del procesamiento metalúrgico y de fabricación de alfarería (González 2001, 2004; Tarragó y González 1996). Las evidencias de lugares de taller (que se contabilizan hasta el presente en más de dos docenas) así como los restos materiales recuperados de los procesos de manufactura, desde gotas de metal caídas en los sedimentos a panes de arcilla amasada para la producción de contenedores de cerámica, son contundentes en cuanto al número y a la calidad de las evidencias. Sin embargo, el amplio espacio del sitio 15 de Rincón Chico no estuvo ajeno a la vida doméstica y cotidiana. Hubo gente residiendo en el lugar como lo indican la arquitectura, los abundantes restos de alimentación, las vasijas de cocción y de consumo de alimentos y las evidencias de, al menos, dos lugares funerarios ubicados al sudoeste y al noreste del ámbito habitacional. Probablemente, la unidad social inicial fue la que detentaba el conocimiento combinado de la tecnología sofisticada requerida para la producción cerámica y la metalurgia del bronce. Sin embargo, y a juzgar por el notable aumento de la escala de producción, con el transcurso del tiempo se fue sumando mano de obra de otras unidades vecinas.

La residencia de grupos familiares estaría señalada por la profunda marcación simbólica y canónica (sensu Blanton 1994: 10-11) del área funeraria norte en un punto central entre áreas de grandes estructuras de combustión para la metalurgia y, en la zona sur, donde ocurría algo similar entre el cementerio RCh11 y el MM (ver Figuras 1 y 7). Esta particular distribución podría estar contribuyendo a establecer un vínculo espacial y simbólico entre el ámbito habitacional y de trabajo y el lugar de los ancestros. El área más privada se mantuvo en el interior de los recintos 1, 2 y otros anexos hoy destruidos por la ocupación moderna. Es posible que las inhumaciones más tempranas de la gente del sitio 15 se encuentren en el lugar del adyacente cementerio N° 11, en proceso de excavación, mientras que las más tardías se emplazaron al norte. También es posible que ambos espacios estén demarcando distintos sectores del grupo residente.

El "modo indicativo o de demostración social" se habría encontrado en el ámbito exterior expresado en las modalidades constructivas de los muros de los grandes recintos y en las grandes áreas de producción manufacturera sin arquitectura de superficie. Hay que imaginar la pregnancia de estos espacios, con la persistencia de los grandes fuegos y las columnas de humo visibles desde larga distancia. No debe olvidarse, por otra parte, que en el proceso se desprendían gases tóxicos que solo los "especialistas" sabían controlar. Habría estado también marcado por los cambios arquitectónicos en los paramentos visibles hacia el exterior y que se fueron agregando alrededor del centro generador constituido por el recinto 1. De esta manera, sus habitantes efectuaban transmisión de mensajes no verbales a los otros grupos sociales del entorno de Rincón Chico.

Cabe señalar que existen indicios de instalaciones con funciones similares en los sitios 3, 12, 13 y 14, entre otros probables de Rincón Chico, y en instalaciones del mismo tipo en Las Mojarras como el sitio 1, registrados durante las investigaciones realizadas. Hacia el norte se suman las evidencias del conoide de Fuerte Quemado y Pichao. Es posible también que hayan existido conjuntos similares en la parte baja del antiguo Quilmes, nunca estudiados o destruidos por las imprudentes intervenciones de índole turística llevadas a cabo en el sitio histórico a partir de la década del ochenta. En consecuencia, estos ámbitos domésticos y de producción artesanal parecen haber constituido un elemento significativo en la conformación de las agrupaciones sociales del valle Yocavil en épocas prehispánicas tardías.

En este sentido, a través de la presentación del caso se intenta subrayar que la separación entre ámbitos domésticos y extra-domésticos planteada desde los modelos de análisis basados en la división del trabajo y de residencia y producción vigente en el moderno mundo industrial, puede resultar engañosa a la hora de su aplicación a las sociedades pre-europeas andinas. Esta concepción oscurece la lógica original de las sociedades no-capitalistas, en las cuales, las relaciones de parentesco o las relaciones políticas pueden funcionar como relaciones sociales que organizan el proceso de producción.

La evidencia presentada en este trabajo apunta a señalar que las áreas de actividades domésticas y las de producción especializada dentro de un sitio pueden adoptar límites lábiles, conformando un conjunto de agrupaciones espaciales de propiedades particulares. Lo que surge del análisis del registro arqueológico es pues, un panorama complicado de estructuras de naturaleza mixta, donde lo doméstico y la producción especializada estuvieron vinculados y entrelazados en variadas formas, modalidades que es necesario desbrozar en el seno de la formación concreta.

Este solapamiento de actividades remite, en definitiva, al sistema de relaciones sociales en el seno del cual se organizaba la vida y la interacción de los habitantes residentes y ocasionales del sitio, así como a las actividades que en él se realizaban, tanto domésticas como especializadas. A su vez, este sistema de relaciones sociales sólo puede ser comprendido considerando las condiciones del contexto sociohistórico en el cual se desarrolló el complejo ámbito social del Yocavil prehispánico.

NOTAS

1 El Proyecto Arqueológico Yocavil ha recibido varias financiaciones. Desde 2004 se cuenta con el apoyo de PICT2002-12163 de SECYT, PIP 02218 de CONICET y F152 de UBACYT. Manteniendo contactos interdisciplinarios, el Master O. Mendonça y su equipo están desarrollando la investigación bioarqueológica en la localidad.

2 La constatación de la existencia de otros recintos ha sido vedada desde el momento en que los dueños cercaron el predio que afecta a la parte central de RCh15.

3 Durante la ejecución de los sondeos estratigráficos, la autora colaboró con E. M. Cigliano en la excavación de un recinto rectangular de tapia de grandes dimensiones, parecido a la E1 de RCh15, y cuyas paredes afloraban como montículos alargados. Este fue desechado como subactual y no se publicó en 1960. Sin embargo, ahora se cree que se corresponde con estas remodelaciones tardías, siglos XVI-XVII del Rincón Chico.

4 El análisis del material lítico de los sitios de Rincón Chico, Las Mojarras y Sierras del Cajón fue realizado por Federico Valverde, Museo Etnográfico, FFyL, 2002.

5 Rescate de restos óseos humanos recuperados al SO del recinto 1 de Rincón Chico 15 por María F. Torres y Sandra Fantuzzi, 1988.

Agradecimientos

Se ha contado con el apoyo financiero de varios proyectos UBACYT, PIP-CONICET y Agencia. Los datos utilizados en este artículo son el resultado de numerosas acciones de investigación llevadas a cabo por diversos miembros del equipo que han participado en el Proyecto Arqueológico Yocavil. Parte de estos trabajos se mencionan en la bibliografía. A través de los años se ha sumado la ayuda y participación de numerosos estudiantes y un grupo de investigadores a los que agradezco su invalorable colaboración, y en forma especial, a los doctores. Luis R. González y Javier H. Nastri por compartir la conducción de los trabajos y la discusión conceptual constante que suscita nuestra investigación. La preparación de las ilustraciones estuvo a cargo de Catriel Greco Mainero, mi gratitud por las horas invertidas con tanta dedicación. La organización y los planteos del presente trabajo son, sin embargo, de mi responsabilidad.

REFERENCIAS CITADAS

1. Albeck, M. E. 1995-1996 Áreas de actividad doméstica en Pueblo Viejo de Tucute (Puna de Jujuy). Estudios Atacameños 12: 69-81.        [ Links ]

2. Allison, P. (editor) 1999 The Archaeology of Household Activities. Routledge, Londres.        [ Links ]

3. Ambrosetti, J. B. 1897 La antigua ciudad de Quilmes (valle Calchaquí). Boletín del Instituto Geográfico Argentino 18: 33-70.        [ Links ]

4. Arnold, J. E. 1987 Craft specialization in the Prehistoric Channel Islands, California. University of California Press, Berkeley.        [ Links ]

5. Arriaga, M., S. Renard y S. Alliscioni 1998 La recuperación de microespecímenes en la excavación arqueológica de Rincón Chico. Identificación de los restos botánicos. Revista del Museo de Historia Natural 29 (1/4): 7-17.        [ Links ]

6. Bengtsson, L. 1992 Architectural remains as Archaeology. Ideas and attempts in a Sub-Andean context. Gotarc, Serie C, Arkeologiska Skripter N° 9. Department of Archaeology, University of Gothenburg, Gotenburgo.        [ Links ]

7. Blanton, R. E. 1994 Houses and Households. A Comparative Study. Plenum Press, Nueva York.        [ Links ]

8. Bronk Ramsey, Ch. 2005 OxCal program v3.10 The Manual. Radiocarbon Accelerator Unit, University of Oxford, Oxford.        [ Links ]

9. Brumfiel, E. y T. Earle 1987 Specialization, exchange and complex societies: an introduction. En Exchange and complex societies, editado por E. Brumfiel y T. Earle, pp. 1-9. Cambridge University Press, Cambridge.        [ Links ]

10. Clark, J. 1986 From mountains to molehills: a critical review of Teotihuacan´s obsidian industry. Research en Economic Anthropology 2: 23-74.        [ Links ]

11. Costin, C. 1991 Craft specialization: issues in defining, documenting and explain the organization of production. En Archaeological Method and Theory 3, editado por M. Schiffer, pp. 1-56. University of Arizona Press, Tucson.        [ Links ]

12. Chayanov, A. 1985 La organización de la unidad económica campesina. Traducido por Rosa M. Rússovich. Nueva Visión, Buenos Aires.        [ Links ]

13. Flannery, K. V. (editor) 1976 The Early Mesoamerican Village. Academic Press, Nueva York.        [ Links ]

14. González A. R. 1992 Las placas metálicas de los Andes del Sur. Contribución al estudio de las religiones precolombinas. KAVA, Mainz.        [ Links ]

15. González, L. R. 1992 Fundir es morir un poco. Restos de actividades metalúrgicas en el valle de Santa María, pcia. de Catamarca. Palimpsesto. Revista de Arqueología 2: 51-70.         [ Links ]

16. González, L. R. 2001 Tecnología y dinámica social. La producción metalúrgica prehispánica en el Noroeste argentino. Tesis Doctoral inédita. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.        [ Links ]

17. González, L. R. 2004 Bronces sin nombre. La metalurgia prehispánica en el Noroeste Argentino. Fundación CEPPA, Buenos Aires.        [ Links ]

18. González, L. R., R. Doro, P. Corvalán, N. Grosman, M. Tancredi y A. Vargas 2002 Investigaciones en el sitio 12 de Rincón Chico, Valle de Yocavil (Catamarca). Actas XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina 2: 375-383, Córdoba.        [ Links ]

19. Greco M., C. 2005 Dataciones y eventos arqueológicos en la localidad de Rincón Chico, Valle de Yocavil, Catamarca. Primer Congreso Argentino de Arqueometría, editado por A. Pifferetti y R. Bomaro, pp. 312-323. Rosario.        [ Links ]

20. Hendon, J. A. 1996 Archaeological approaches to the organization of domestic labor: household practice and domestic relations. Annual Review of Anthropology 25: 45-61.        [ Links ]

21. Kriscautzky, N. 1999 Arqueología del Fuerte Quemado de Yocavil. Dirección de Cultura, San Fernando de Catamarca.        [ Links ]

22. Lorandi, A. M., S. Renard y M. N. Tarragó 1960 Lampacito. En Investigaciones arqueológicas en el Valle de Santa María, editado por E. M. Cigliano, pp. 65-80. Publicación 4, Facultad de Filosofía y Letras, UNL, Rosario.        [ Links ]

23. Marchegiani, M. 2004 Las transformaciones en la alfarería funeraria de RCh21 (Valle de Yocavil, Catamarca). Tesis de Licenciatura inédita. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.        [ Links ]

24. Márquez Miranda, F. y E. M. Cigliano 1961 Un nuevo «antigal» catamarqueño: el yacimiento arqueológico de Rincón Chico (Dpto. Santa María, Prov. Catamarca). Revista Museo de La Plata 5 (27): 179-192.        [ Links ]

25. Mendonça, O., M. N. Tarragó y M. A. Bordach 2004 Comportamientos mortuorios en Rincón Chico 21. Aspectos funerarios, cronológicos, contextuales. Actas XV Congreso Nacional de Arqueología. Río Cuarto. En prensa.        [ Links ]

26. Nastri, J. H. 1999 El estilo cerámico Santamariano de los Andes del Sur (Siglos XI a XVII). Baessler-Archiv, N. F, 47: 361-396. Berlín.        [ Links ]

27. Nielsen, A. E. 2001 Evolución del espacio doméstico en el norte de Lípez (Potosí, Bolivia): ca. 900-1700 D.C. Estudios Atacameños 21: 41-61.        [ Links ]

28. Palamarczuk, V. 2002 Análisis cerámico de sitios del bajo de Rincón Chico, Valle de Yocavil, Provincia de Catamarca. Tesis de Licenciatura inédita. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.        [ Links ]

29. Palamarczuk, V. y M. Manasiewicz 2000 Tiempos antiguos: estandarización en la producción de la cerámica Famabalasto Negro Grabado. Actas XIV Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Rosario. En prensa.        [ Links ]

30. Piñeiro, M. 1996 Manejo de recursos y organización de la producción cerámica en Rincón Chico, Catamarca. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXI: 161-185.        [ Links ]

31. Pratolongo, G. 2002 Análisis faunístico de Rincón Chico 15 y Las Mojarras 1. Estudio de las prácticas económicas durante el periodo tardío. Tesis de Licenciatura inédita. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.        [ Links ]

32. Quirós, E. G. 1998-1999 Los límites de la unidad doméstica. Un caso: Wilk y los Kekchi. Cuadernos 18: 315-338.        [ Links ]

33. Raffaele, L. 2004 Preservación diferencial de macro restos vegetales: análisis paleoetnobotánicos al sur del valle de Yocavil, Pcia. de Catamarca, NOA. Actas XV Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Río Cuarto. En prensa.        [ Links ]

34. Reimer, P. M. Baillie, E. Bard, A. Bayliss, J. Warren Beck, Ch. J. H. Bertrand, P. G. Blackwell, C. E Buck, G. S. Burr, K. B. Cutler, P. E. Damon, L. Edwards, R. G. Fairbanks, M. Friedrich, T. P. Guilderson, A. G. Hogg, K. A. Hughen, B. Kromer, G. McCormac, S. Manning, Ch. Bronk Ramsey, R. W Reimer, S. Remmele, J. R. Southon, M. Stuiver, S. Talamo, F. W. Taylor, J. van der Plicht y C. E. Weyhenmeyer 2004 IntCal04 Terrestrial Radiocarbon Age Calibration, 0-26 Cal KYR BP. Radiocarbon 46 (3): 1029-1058.        [ Links ]

35. Sahlins, M. 1977 Economía de la edad de piedra. Akal, Madrid.        [ Links ]

36. Smith, M. E. 1987 Household possessions and wealth in agrarian states: implications for archaeology. Journal of Anthropological Archaeology 6: 297-335.         [ Links ]

37. Stanish, Ch. 1992 Ancient Andean Political Economy. University of Texas Press, Austin.        [ Links ]

38. Taboada, C. y C. Angiorama 2003 Posibilidades de un enfoque dinámico para el estudio de la arquitectura doméstica prehispánica. Un caso de aplicación en Los Amarillos (Jujuy). Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXVIII: 101-115.        [ Links ]

39. Tarragó, M. N. 1987 Sociedad y sistema de asentamiento en Yocavil. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología 12: 179-196.        [ Links ]

40. Tarragó, M. N. 1998 El patrimonio arqueológico del valle de Santa María en peligro: El Rincón Chico. En Homenaje Alberto Rex González, pp. 205-254. Fundación Argentina de Antropología, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires.        [ Links ]

41. Tarragó, M. N. y L. R. González 1996 Producción especializada y diferenciación social en el sur del valle de Yocavil. Anales de Arqueología y Etnología 50-51: 85-108.        [ Links ]

42. Tarragó, M. N. y L. R. González 1998 La producción metalúrgica prehispánica en el asentamiento de Tilcara (Prov. Jujuy). En Los desarrollos locales y sus territorios, editado por M. B. Cremonte, pp. 179-198. UNJU, San Salvador de Jujuy.        [ Links ]

43. Tosi, M. 1989 La noción de especialización artesanal y su representación en el registro arqueológico de los estados tempranos en la cuenca de Turán. Boletín de Antropología Americana 20: 171-186.        [ Links ]

44. Wilk, R. R. y W. L. Rathje (editores) 1982 Archaeology of the household: Building a prehistory of domestic life. American Behavioral Scientist 25(6): 611-725.        [ Links ]

45. Winter, M. 1976 The Archaeological Household Cluster in the Valley of Oaxaca. En The Early Mesoamerican Village, editado por K. Flannery, pp. 25-33. Academic Press, Nueva York.        [ Links ]

46. Yacobaccio, H., P. S. Escola, M. Lazzari y F. Pereyra 2002 Long-distance obsidian traffic in Northwestern Argentina. En Geochemical evidence for longdistance exchange, editado por M. Glascock, pp. 167-203. Bergin and Garvey, Westport.        [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License