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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol.  n.8 Olavarría ene./dic. 2007

 

Avances sobre el uso de recursos faunísticos en la dieta de los habitantes de puestos fortificados en el Camino a Salinas (área Interserrana Bonaerense)

Julio Merlo

Julio Merlo. Departamento de Arqueología, INCUAPA. Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA), Avda. del Valle 5737, B7400JWI Olavarría, Buenos Aires, Argentina. E-mail: jmerlo@soc.unicen.edu.ar

Recibido 29 de Junio 2005. Aceptado 1 de Junio 2006

RESUMEN

Este trabajo tiene como objetivo conocer aspectos del tipo de dieta de los habitantes de fuertes y fortines relacionado con el denominado Camino de los indios a Salinas, a partir del registro arqueofaunístico. El período abarca desde 1828, primera fundación del Fuerte Blanca Grande, hasta fines del siglo XIX. La muestra analizada proviene de los siguientes sitios: Fuerte Blanca Grande (Partido de Olavarría), Fortín El Perdido (Partido de Olavarría), Fuerte San Martín (Partido de Coronel Suárez) y Fortín La Parva (Partido de General Alvear). El trabajo se llevó a cabo a través de prospecciones, excavaciones y análisis de laboratorio de los restos óseos. Si bien esta investigación se encuentra en una etapa preliminar, se plantea un incremento del consumo de fauna doméstica sobre la silvestre por parte de los habitantes de los mencionados puestos fortificados. Estudios posteriores permitirán confirmar o no la correlatividad del manejo de los recursos faunísticos con una movilidad de avanzada hacia el suroeste del Río Salado.

Palabras clave: Análisis arqueofaunístico; Frontera; Fortificaciones; Siglo XIX.

ABSTRACT

Advances in the use of faunal resourses in the diet of the inhabitants of fortified sites in "Camino a Salinas" (area interserrana Bonaerense). The goal of this research is to understand the economic activities of the inhabitants of fortified sites through the archaeofaunal record of the forts and fortlets in the area of the "Camino de los Indios a Salinas." Research focuses on the period from 1828, the founding of Fort Blanca Grande, to the late nineteenth century. The sample is composed of the following sites: Fuerte Blanca Grande, Fuerte San Martín, Fortín El Perdido and Fortín La Parva (Olavarría, Coronel Suárez, and General Alvear, respectively, Provincia de Buenos Aires). Although these are partial data, we propose that there was an increase in the consumption of domestic compared to wild fauna by the inhabitants of these fortified sites. Further research will confirm or otherwise the correlativity of faunal resource management with the advance of outposts southwest of the Salado River.

Keywords: Archaeofaunal analysis; Frontier; Fortified sites; XIX century.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo busca conocer mediante el análisis del registro arqueofaunístico los cambios producidos en la dieta de los pobladores de fuertes y fortines con relación al denominado "Camino de los Indios a Salinas" desde 1828, primera fundación del Fuerte Blanca Grande, hasta finales del siglo XIX. Estas investigaciones forman parte del proyecto de Investigaciones arqueológicas post-conquista (INARPOS) que abarca desde la Conquista hasta la consolidación del Estado Nacional, una de las líneas desarrolladas dentro del proyecto Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA).

Las muestras corresponden a los sitios denominados Fuerte Blanca Grande (FBG), Fortín El Perdido (FEP), ubicados en el Partido de Olavarría; Fortín La Parva (FLP), Partido de General Alvear y Fuerte San Martín (FSM), Partido de Coronel Suárez; sitios descriptos en trabajos anteriores (Merlo 1999; Langiano et al. 2002a, 2002b). Estos datos permiten mostrar algunos de los cambios económicos producidos en el área, desde los primeros avances hacia territorio indígena, hasta las sucesivas ocupaciones al sur del Río Salado.

El Fuerte Blanca Grande fue fundado por primera vez en 1828 a orillas de la laguna homónima, a unos 80 km al oeste-noroeste de la ciudad de Olavarría (Fidalgo et al. 1971) a 36° 29´ 54¨ de latitud Sur y a 60° 53´ 11¨ de longitud Oeste. "Un año después el fuerte es abandonado por las fuerzas del gobierno y reutilizado esporádicamente por grupos de soldados y aborígenes que transitaban por la zona. En 1869 es ocupado oficialmente por el gobierno hasta 1879" (Goñi 1996). FLP, fundado en 1858, está ubicado a 35° 53' 96¨ de latitud Sur y 60° 05' 24¨ de longitud Oeste, en el Municipio de General Alvear. FEP se ubica a 37° 07' 512" de latitud Sur y 60° 17' 740" de longitud Oeste en el actual partido de Olavarría. En 1863, el General Rivas solicita el traslado del Fortín "Nueva Esperanza" a la "Laguna El Perdido" y en el Documento N° 2257 del Servicio Histórico del Ejército, de fecha 27 junio de 1863, el General Mitre autoriza la solicitud (F. Gómez Romero, comunicación personal 2004). Se lo ha registrado en la cartografía de la época en 1865 (Agrimensura N° 41. Archivo de Geodesia, La Plata 1865). FSM, se instala en 1877 a 37° 47´ 49¨ latitud S y 61° 56´ 38" longitud O, en el Partido de Coronel Suárez (Langiano et al. 2002a).

Se plantea que en los primeros avances hacia el territorio indígena gran parte de los ocupantes de estos puestos fortificados explotaban recursos locales, con consumos ocasionales de especies introducidas. A medida que se produce una ocupación efectiva sobre territorio aborigen, se incorporan al área estancieros, pulperos y colonos. Durante este proceso, los nuevos pobladores fueron aportando insumos a los habitantes de fuertes y fortines lo que generó un cambio en la dieta, dándose un mayor consumo de especies introducidas.

INFORMACIÓN HISTÓRICA

Son numerosos los datos históricos publicados en trabajos o estudios que investigan aspectos relacionados con los avances y retrocesos registrados en las líneas de frontera contra el indio, hasta 1880 aproximadamente, que narran el interés de un sector de las élites porteñas. Estos grupos eran fuertemente apoyados por los centros de poder, con la intención de incorporar gran parte del territorio que se encuentra al Sur del Río Salado, para poder integrarlo a la economía nacional y lograr la formación del estado nacional (Alsina 1977 [1877]; Barros 1975 [1872]; Goñi y Madrid 1998; Langiano et al. 2002b; Martínez Sarasola 1992; Raone 1969; entre otros).

Los sucesivos malones, el tráfico de ganado con Chile y el riesgo de invasiones tanto inglesas como portuguesas incrementaban la necesidad de incorporar mayor cantidad de tierra al estado en formación. Para lograr una mayor estabilidad y seguridad se debió consolidar y expandir la formación de una «línea de frontera contra el indio». Este avance hacia territorio indígena se basó en la construcción de fuertes y fortines (Alsina 1977 [1877]; Gómez Romero 1999; Gómez Romero y Ramos 1994; Langiano et al. 2002a; Merlo 1999; Paladino 1994).

En 1828 se extiende la Frontera Sur traspasando los límites del Río Salado, proceso que estuvo a cargo de Juan Manuel de Rosas. El FBG, junto a los fuertes Federación o Cruz de Guerra (ubicado en el actual Partido de 25 de Mayo) y La Nueva Buenos Aires o Protectora Argentina (actual Bahía Blanca) formaban la nueva Frontera Sur, denominada de esta forma, por estar ubicada al sur del Río Salado (Merlo 1997; Walther 1964). Su importancia residía en incorporar nuevas tierras para la explotación ganadera (Mandrini 1992) y, al mismo tiempo, aseguraba el establecimiento de las poblaciones en esta zona, ya que el Fuerte Independencia (actual ciudad de Tandil), fundado en 1823, era insuficiente para proteger los bienes de los estancieros cercanos a la ciudad de Buenos Aires contra una posible incursión de "malones" (Merlo 1999).

Estas líneas de avance y conquista de territorios establecidas desde la época colonial, no logran ser efectivas en forma constante: la guerra del Paraguay, las luchas entre unitarios y federales, la fiebre amarilla que azota a Buenos Aires, el mal empleo de los capitales invertidos en poblar el "desierto" entre otros factores debilitan las fuerzas del gobierno para avanzar sobre territorios indígenas (Barros 1975 [1872]). Del otro lado de la frontera la fricción crece, en contraposición al deseo de la nueva elite porteña por la incorporación de tierra al servicio del modelo agro-exportador que necesita Europa. La caída del gobierno Rosista precipita el quebranto de la alianza lograda en la Confederación de Salinas Grandes con Calfucurá. Éste se proclama Cacique general de las pampas, realiza acuerdos con distintas tribus, e inicia una ofensiva general sobre las tierras conquistadas por el euro-criollo, volviendo vulnerable a las estancias y poblados que existían del lado indígena de la frontera. Barros, denuncia los abusos y corrupción existente en la frontera y publica en la "Revista del Río de la Plata":

"Agréguese a esta suma la que se estime que puedan importar las pérdidas reales, ocasionadas por las invasiones y por la despoblación sucesiva, de zonas extensas, y cuando hayan pasado así diez años más, la situación será en el fondo la misma de hoy, la misma del año 33, del año 52 y del año 74; los indios invadiendo el territorio, destruyendo la propiedad, habrán estorbado poderosamente el desarrollo del progreso de la nación" (Barros 1975 [1872]: 96).

Luego de un retroceso, el gobierno reinicia una fuerte ofensiva con el objetivo de expansión de tierras, se inicia un nuevo avance de la Frontera Sur (1852- 1876). En este período y en esta línea de operaciones, se construye una serie de fuertes y fortines: La Parva, 1858; Fortín El Perdido, 1865; Fuerte Lavalle, 1869; Fuerte San Martín, 1872; Fortín Fe, 1876; entre otros, (Langiano et al. 1997; Thill y Puigdomenech 2003).

Generalmente, los puestos fortificados eran colocados en puntos estratégicos. En algunos casos particulares se los localizaba a escasos metros del casco de las estancias. Un ejemplo de esta última estrategia es el FSM, donde se construye el casco principal de la estancia en 1873 a un año después de la fundación del FSM (Thill y Puigdomenech 2003). Estaban al resguardo de hacendados y terratenientes, dueños de pulperías o pobladores rurales, que los proveían de insumos a cambio de protección frente a cualquier intento de ataque o saqueo, debido a que el gobierno encontraba sus fuerzas debilitadas para mantenerlos. De esta manera, el mantenimiento de los soldados dependía de los nuevos colonos. Al respecto, Barros dice: "Pero la cifra aumentará notablemente si se toman en cuenta las incesantes donaciones con que los estancieros contribuyen a la defensa; la importancia de los perjuicios que cada uno sufre, teniendo que descuidar sus intereses materiales para concurrir con peones y caballos al frecuente llamado de la autoridad, para repeler las invasiones" (Barros 1975 [1875]: 96- 97).

El fortín La Parva fue construido con recursos económicos aportados por los propietarios de tierras dado que las guarniciones o cantones existentes en las estancias Mangrullos y Leonchos no eran suficientes para proteger a los terratenientes que vivían entre estas dos estancias. Al respecto un documento de (1858) describe:

"En septiembre de 1858, el comandante en Jefe de la Frontera del Centro, coronel Laureano Díaz, encomendó la construcción del fortín a Dionisio Pereyra [Fortín La Parva]. Para ello se contrató a un cortador de ladrillos, un albañil, etc. y todos los gastos de construcción fueron sufragados por los vecinos. Esta tarea le fue encomendada a Pereyra por que además de ser mayordomo del pueblo nombrado, era propietario (en enfiteusis) del campo 'El Porvenir' y alcalde del sur del Partido" (Archivo del Juzgado de Paz de Saladillo [AJPS], provincia de Buenos Aires. Carta de vecinos al Juez de Paz de Saladillo de septiembre de 1858).

La fundación de la ciudad de Olavarría, llevada a cabo por Álvaro Barros en 1866, no es ajena al descuido que realiza el gobierno, ya que para situar una guarnición militar que proteja los pobladores, debió recurrir al aporte de insumos por los productores privados y de los indios denominados amigos, sin contar con el apoyo económico del gobierno. Este hecho es narrado por el Coronel Barros: "Algún tiempo después de mi separación, la guarnición fue a situarse en la Blanca Grande, unas quince leguas al poniente de Olavarría y el coronel Borges comprendiendo la conveniencia que había en conservar aquel pueblo que encontró hecho, dejó para garantir su seguridad una guarnición... al mando del capitán... don Lucio Florinda. Este... previendo que el Gobierno mandase retirar aquella pequeña fuerza, dejándoles a merced de los indios... trató de propiciárselos ocupándolos como peones en los trabajos de agricultura... los indios encontrando allí un trabajo seguro y productivo, fueron pronto interesados en la conservación de Olavarría." (Barros 1975 [1875]: 194-195).

Esta ambición de consolidar el estado nacional bajo la consigna "orden y progreso" caracteriza la ideología hegemónica de finales del siglo XIX (Oszlak 1997). Pugnaban por abatir las poblaciones indígenas, mediante la llamada "conquista del desierto" en Argentina, o la conquista de la Araucania en Chile, logrando un desplazamiento paulatino de la frontera y la ocupación del territorio (Carmagnini 1984).

Muchas veces la escasa capacidad del gobierno estatal, los cambios bruscos que se suscitaban en las políticas nacionales, sumado a lo inadecuado de los transportes y las distancias de territorio impedían abastecer de insumos suficientes a los puestos militares fronterizos. Este hecho, obligó a terratenientes y pobladores del "desierto" a tener que proveer de recursos a los destacamentos que funcionaban tanto defensiva como ofensivamente contra los pueblos originarios.

METODOLOGÍA

Los restos arqueofaunísticos provienen de las excavaciones realizadas en los siguientes sitios arqueológicos FBG, FLP, FEP y FSM. El Fuerte Blanca Grande fue excavado por primera vez en febrero de 1993, se aplicó un muestreo basado en transectas y sondeos, teniendo en cuenta la presencia de áreas construidas y no construidas. Esto permitió obtener información sobre la potencialidad arqueológica del sitio y los diferentes usos espaciales del mismo; se identificaron diferentes áreas de basurero ubicadas, generalmente, en la margen interna de la fosa (Merlo 1999). Posteriormente, se procedió a la ampliación del muestreo mediante excavaciones sistemáticas (campañas 1994, 1995, 1996), centrando el interés en las áreas de evacuación o descarte (Goñi y Madrid 1998).

Dado que las áreas de basurero se encuentran ubicadas sobre las fosas del fuerte, éstas son afectadas por las variaciones de la capa freática y suelen cubrirse de agua, dificultando la culminación de las excavaciones, impidiendo llegar a los niveles inferiores de dichas estructuras y limitando la posible definición de los distintos momentos de ocupaciones del fuerte. Las muestras obtenidas en el FBG corresponden a las áreas de evacuación o estructuras de basurero identificadas como: Basurero 2 de la margen interna de la Fosa Este y el Basurero 1-Fosa Oeste, ubicado en el centro de la fosa, próximo a la torreta del lado sur-oeste (Merlo 1999).

En el caso del FLP se procedió a realizar sondeos sistemáticos de Norte a Sur y de Este a Oeste, cada 5 m, sobre el montículo y sondeos lineales, de una distancia de 5 m sobre la fosa perimetral. Posteriormente, se procedió a la ampliación de los sondeos donde se excavaron la cuadrícula 1, realizada en el foso del fuerte y las cuadrículas 2 y 3, sobre el montículo (Figura 1).


Figura 1. El Fortín La Parva en la actualidad.

En cuanto al FEP, se aplicaron muestreos probabilísticos para determinar la potencialidad arqueológica del sitio. En campañas posteriores se excavaron las cuadrículas 1, 9,10 y 11 sobre la fosa, 2, 3, 4, 5, 6 y 7 sobre el montículo principal y la 8 en el montículo secundario (Figura 2). También se realizó recolección superficial en la zona próxima al fortín (zona arada) mediante el trazado de transectas utilizando similares criterios metodológicos implementados en Fortín Miñana (Gómez Romero 1999), que serán objeto de estudio en trabajos posteriores.


Figura 2. Fortín El Perdido. Zona arada donde se realizaron las transectas.

En el FSM se procedió a prospectar las barrancas internas y externas de los arroyos Sauce Corto y San Antonio, divisándose material en superficie sobre la margen interna del primero. A este sector se lo define como sector de evacuación o basurero. Posteriormente, se trazaron diez transectas paralelas al borde de la barranca en el perfil del lado Noreste (1A al 10E). Se realizaron también una serie de sondeos probabilísticos sobre el perímetro del FSM y se abrieron dos cuadrículas sobre la margen superior de la barranca próxima a las transectas, donde se visualizó la estratigrafía y la presencia de hallazgos correlacionados con los de la barranca.

Los restos arqueofanísticos provienen de las prospecciones y excavaciones de los sitios anteriormente mencionados. Para la determinación taxonómica se tuvieron en cuenta tanto la especies domésticas o introducidas, como las especies silvestres potencialmente consumibles y en la investigación de marcas antrópicas.

RESULTADOS

Sitio Fuerte Blanca Grande

Al analizar las especies registradas en las áreas de evacuación del FBG se puede ver que existen especies tanto introducidas como silvestres (Tabla 1, Figura 3). La muestra se compone de 3763 huesos, de los cuales pudieron ser identificados 533 especímenes taxonómicamente, debido al grado de fragmentación de los huesos por encontrarse alterados térmicamente (Merlo 1999).

Tabla 1. Distribución de especies representadas en las distintas áreas del FBG (Merlo 1999).


Figura 3. Taxones representados (NISP%) en el Fuerte Blanca Grande (FBG), Fortín La Parva (FLP), Fuerte San Martín (FSM) y Fortín El Perdido (FEP).

Dentro de las especies domésticas se registra un MNI de 6 y NISP% de aproximadamente 3,91% de Equus caballus (caballo), un MNI de 11 individuos de Bos taurus (vaca) y un NISP% de 18,36, bajo porcentaje de Sus scrofa (cerdo) un MNI= 2. En el caso de Ovis aries (oveja) se registra un NISP% de 24,3 y un MNI DE 16. En cuanto a las especies silvestres potencialmente consumibles se registraron baja presencia de Ozotoceros bezoarticus (venado de las pampas), 1,66% y un MNI de 3 y en menor proporción Dolichotis patachonica (mara) de 0,18% y un MNI de 1. Un 28,57 y 7,42% de la muestra se encuentra representado por especímenes de Chaetophractus villosus (peludo) y Dasypus hybridus (mulita), repectivamente. Muchas partes esqueletarias de los armadillos registrados pertenecen a placas dérmicas. EL MNI de Ch. villosus es de 2 y de D. hybridus de 3. También se registró una escasa presencia de Ctenomys sp. (tucu tuco, MNI= 1 y un NISP% de 0,37), y de Carnivora un NISP% de 0,37. La presencia de huesos de aves se caracteriza por pertenecer a especies silvestres (18,16%) cabe destacar la presencia de dos terceras falanges de Rhea americana (ñandú). La presencia de peces y moluscos de río comprenden un 6% (Tabla 1, Figura 3). Se registra diversidad de especies presentes tanto silvestres como domésticas, esto demostraría fluctuaciones en el envío de fauna desde los centros de abastecimientos (Merlo 1999).

El análisis de modificaciones óseas efectuadas por agentes culturales y naturales sobre los especímenes recuperados en las áreas de evacuación del FBG (Basurero 1, Basurero 2 y Sector Polvorín) arrojan una importante evidencia del aprovechamiento de las diferentes especies presentes. En cuanto al taxón E. caballus, un 77% de los especímenes identificados de este taxón se encuentran perturbado, mientras que un 23% del total no presenta alteraciones. Las modificaciones presentes son de origen natural y cultural.

Antes de avanzar con el análisis detallado de los diferentes tipos de marcas, se debe aclarar que, siguiendo a Elkin (1996) se decidió incluir a las marcas de pisoteo dentro del grupo de modificaciones de origen natural, pues se carece de inferencias válidas para considerar que fueron producidas por agentes humanos. Estas marcas predominan en el conjunto de las modificaciones naturales (26% del total de la muestra). En un segundo orden aparecen las marcas producidas por raíces (15,3%) y en tercer lugar se presentan las marcas producidas por carnívoros y roedores (3,8%).

En el caso de las modificaciones culturales prevalecen las huellas de corte -con una alta frecuencia de huellas de desarticulación- (26%), éstas predominan en los huesos largos (húmero y costillas), aportando indicios sobre el aprovechamiento máximo de esta especie. Si bien el E. caballus era utilizado como medio de transporte, la frecuencia de huellas de corte sugiere que en momentos de escasez de recursos se lo aprovechaba con mayor intensidad para consumo.

Un 87% de las unidades anatómicas de B. taurus se encuentra perturbada mientras que un 13% del total no presenta alteraciones culturales y naturales. Las marcas de pisoteo y de raíces predominan sobre el resto de las modificaciones. Las primeras alcanzan un 37% y las segundas un 32%. Estas pueden dar cuenta del estado de preservación de la muestra. Los roedores han tenido una escasa participación en la modificación del material óseo perteneciente a B. taurus, dado que el porcentaje de las marcas generadas por estas especies no supera el 10%.

Al igual que en el E. caballus, la especie B. taurus presenta modificaciones producidas por manchas atribuidas a precipitaciones de óxido de manganeso y, en menor proporción, presenta manchas de óxido de hierro, con una frecuencia total del 46,9%. En cuanto a las alteraciones antrópicas producidas sobre B. taurus, el 17,3% corresponde a huellas de corte. En menor proporción se registran puntos de impacto (1,3%), distribuidas tanto en el esqueleto axial como apendicular.

Sus scrofa no registran importantes alteraciones óseas, sólo presenta manchas negras producidas por óxido de manganeso. Esta especie se encuentra escasamente representada en el sitio (NISP= 3). La presencia de este taxón en el registro arqueológico del FBG puede deberse a tres motivos: a) esta especie no ingresó completa al sitio, sino que fueron introducidas aquellas partes de mayor rinde económico, por ejemplo, los cuartos traseros; pero si se diera esta situación, las partes esqueletarias presentes en el sitio serían de alto rinde económico y hasta el momento sólo se han registrado huesos de bajo rinde económico (segunda falange y un premolar); b) la introducción de esta especie al sitio fue de uno o dos individuos completos, posiblemente para determinado grupo de mayor jerarquía o rango en el fuerte. En este caso, el consumo de S. scrofa fue ocasional y no formó parte de la fuente de alimentación de los habitantes del FBG; c) la presencia de S. scrofa se debió a procesos post-depositacionales (pisoteo, raíces, roedores, carnívoros etc.). La escasa evidencia de marcas producidas por los agentes mencionados anteriormente, dificulta la interpretación de la incorporación de estas unidades anatómicas en el registro arqueológico. Por lo expuesto, se considera que para el estudio de esta especie es fundamental continuar con el análisis de los procesos postdepositacionales (Merlo 1999).

Un 77% de O. aries presenta alteraciones mientras que el 23% no posee ningún tipo de variación. Los agentes principales de modificación son agentes naturales y culturales, con patrones similares observados en las especies anteriormente mencionadas: marcas de raíces, marcas de carnívoros, roedores y pisoteo, huellas de corte y punto de impacto. Las marcas generadas por agentes naturales en este taxón son, en primer lugar, las producidas por pisoteo (49%), en segundo lugar, las modificaciones realizadas por raíces (30%) y en menor escala, las marcas atribuidas a roedores (1,8%) y a carnívoros (0,9%). En cuanto a las modificaciones de origen cultural se registran, en primer lugar las producidas por huellas de corte (15%) y en menor proporción la presencia de puntos de impacto (1,8%). En cuanto a las modificaciones producidas por agentes naturales, un alto índice de la muestra se encuentra afectado por la precipitación de óxido de manganeso y manchas de óxido de hierro, estas últimas producidas por el contacto de metales presentes en el área de evacuación (56%), hecho repetidamente observado en los restos óseos de las especies citadas anteriormente.

Los agentes principales que afectaron a O. bezoarticus son marcas de pisoteo, raíces, adherencias inorgánicas y huellas de corte. El porcentaje de huesos afectados es alto (89% se encuentra afectado y 11% no presenta modificaciones).

Las marcas de pisoteo alcanzan el 40%, mientras que las producidas por raíces no superan un 12%. Un 66% de los huesos presentan manchas inorgánicas generadas por la precipitación de óxido de manganeso. En cuanto a las modificaciones relacionadas con el procesamiento de presas, sólo se registraron huellas de corte (22,2%).

Los huesos de los armadillos del registro arqueológico del FBG corresponde a las especies C. villosus y D. hybridus. En el primer caso, un 5,26% se encuentra modificado mientras que el 94,70% no presenta ningún tipo de modificación. Como se desprende del párrafo anterior, estas especies no evidencian importantes modificaciones óseas producidas por agentes naturales, pero se observa la presencia de adherencias inorgánicas atribuidas a precipitaciones de óxido de manganeso y manchas de óxido de hierro con un registro del 15%. En el caso de D. hybridus un 22,66% de las piezas óseas se encuentran alteradas mientras que un 77,33% no lo está. Las principales modificaciones se deben al pisoteo. Cabe aclarar que el 95% de los especímenes óseos que representan a ambas especies son placas dérmicas, que para el presente trabajo, no han sido consideradas dentro de los elementos modificados. En cuanto al procesamiento de las presas no se registran huellas de corte; sí un considerable porcentaje de alteraciones por quemado (35%).

Comparando los roedores con la muestra en general puede decirse que los primeros se encuentran bien preservados, no observándose evidencias de deterioro de las superficies óseas (exfoliaciones, agrietamientos, alteración por raíces, pisoteo, marcas producidas por carnívoros, etc.). Tampoco se registraron modificaciones antrópicas (huellas de corte, etc.).

En el caso de las aves provenientes de las áreas de evacuación del FBG, presentan similares patrones que los taxones anteriores. Las principales modificaciones óseas son, adherencias inorgánicas, marcas de pisoteo y huellas de corte. Las primeras alcanzan a un 63,4% de la muestra, las marcas de pisoteo corresponden al 5% y las huellas de corte no superan el 5%, pero aportan alguna evidencia de consumo de aves. Los carnívoros no presentan ningún tipo de modificaciones óseas, pero hay que tener en cuenta que su representación en los sectores de evacuación del FBG es muy baja (solamente dos metapodios).

El estado de preservación de las piezas óseas de peces en general es bueno. Por otra parte, se observa una diferenciación en la coloración de algunos huesos, que podrían deberse a las concentraciones de óxido manganeso producto de la humedad que posee el sedimento en donde se encuentran depositados. En un análisis preliminar, no se ha observado ningún tipo de marca (al menos con lupa de 10x). Los especímenes están completos y no muestran signos de haber sido digeridos por carnívoros o humanos.

Sitio Fortín La Parva

En cuanto a las especies registradas en el FLP, predomina la presencia de especies domésticas sobre las silvestres. La muestra analizada corresponde a un total de 542 fragmentos óseos, de los cuales 60 especímenes óseos pudieron ser identificados a nivel anatómico y taxonómico. Un 33% pertenece a B. taurus, con un MNI de 2, un 46% a O. aries con un MNI de 1, en tanto que la presencia de fauna autóctona está representada por sólo 17% de D. hybridus (MNI= 1) y un 4% de aves silvestres (Tabla 2, Figura 3).

Tabla 2. Distribución de especies representadas en las distintas áreas del FLP.

En cuanto al estudio de marcas efectuado sobre las especies recuperadas en las cuadrículas 1, 2, 3 del FLP, se puede ver que B. taurus presenta un 50% de modificaciones naturales y escasa presencia de huellas de corte. En cuanto a O. aries el total de la muestra posee alteraciones de tipo natural (marcas de raíces y adherencias inorgánicas) y un 25% marcas culturales (huellas de corte). En tanto que las modificaciones presentes en la fauna autóctona (D. hybridus y aves silvestres) son de agentes naturales (adherencias inorgánica, marcas producidas por raíces y pisoteo), no registrándose marcas antrópicas.

Sitio Fuerte San Martín

La muestra obtenida en el FSM corresponde a 228 elementos óseos, de los cuales pudieron ser determinados taxonómicamente 46 huesos. En las unidades anatómicas analizadas se evidencia una escasa presencia de E. caballus (2%, MNI= 1), no obstante mayoritariamente se observa B. taurus y O. aries, el primero con un 37% y un MNI de 1, el segundo con 55% y un MNI de 2. En cuanto a las especies silvestres, están escasamente representadas por D. hybridus en un 2% (MNI= 1) y por aves silvestres en un 4% (Tabla 3, Figura 3).

Tabla 3. Distribución de especies representadas en las distintas áreas del FSM.

Las modificaciones óseas observadas en los distintos taxones recuperados en las excavaciones del área de evacuación del FSM son escasas. Las marcas de pisoteo y de raíces son las que se registran en todas las especies. Las modificaciones antrópicas se evidencian en algunos huesos de O. aries y B. taurus (huellas de corte).

Sitio Fortín El Perdido

En el caso del FEP la muestra corresponde a las cuadrículas 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7. El total de los huesos analizados es de 565 de los cuales 90 pudieron ser determinados a nivel de especie. Teniendo en cuenta la distribución porcentual de las unidades anatómicas por especies, se puede apreciar que la presencia de fauna doméstica supera a la de origen silvestre, pero el número mínimo de individuos identificados es igual (ver Tabla 4). Como se puede ver, hay un 54% B. taurus, un 10% de O. aries, un 3% de S. scrofa, y un 5% de Gallus gallus (gallina). En cuanto las especies silvestres, un 10% Lagostomus maximus (vizcacha) y un 18% de D. hybridus, en el caso de esta última especie se tuvieron en cuenta las placas dérmicas (Figura 3). En cuanto a las modificaciones registradas en las especies del FEP, el taxón B. taurus presenta modificaciones de origen natural y cultural. Las primeras están representadas por adherencias inorgánicas en un 40% y marcas de raíces en un 70%, mientras que las de origen cultural son de huellas de corte en un 35%. En el caso de S. scrofa no se registran huellas culturales y hay escasa evidencia de marcas post-depositacionales, sólo se distinguen manchas negras producidas por la precipitación de óxido de manganeso. Cabe aclarar que esta especie se encuentra poco representada en el registro arqueológico (NISP= 1). Hasta el momento se puede considerar que las unidades anatómicas presentan similares características que las registradas en el FBG.

Tabla 4. Distribución de especies representadas en las distintas áreas del FEP.

En los elementos óseos recuperados de B. taurus se observan distintos tipos de modificaciones naturales y culturales. Un 17% de las mismas son huellas de corte y un 20% alteración térmica (totalmente quemado y calcinado). Además, se registró un 36% de marcas de pisoteo y un 31% de raíces.

+ Los especímenes de O. aries recuperados en el contexto arqueológico del FEP no poseen evidencia de marcas de origen antrópico. Un 50% de la muestra presenta modificaciones naturales (adherencias inorgánicas y marcas de raíces). En cuanto a S. scrofa tiene baja representatividad en el sitio y no se han identificado modificaciones.

Las aves domésticas representadas por G. gallus presentan marcas relacionadas con el consumo. En cuanto a las marcas producidas por agentes naturales, se pueden mencionar las adherencias inorgánicas, marcas de raíces y pisoteo. Los especímenes óseos de L. maximus, D. hybridus y de aves silvestres, no registran marcas de procesamiento. En cuanto a las marcas de origen natural presentaron adherencias inorgánicas y marcas de raíces. En el caso de los armadillos, 71% están representados por placas dérmicas y el 29% por el esqueleto post-craneal.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN

Con la muestra obtenida se puede considerar en principio, un cambio en el consumo de fauna. Durante los primeros avances hacia el territorio indígena (el caso del FBG) se observa un aprovechamiento similar de fauna introducida y silvestre. En cambio, en los fuertes y fortines más tardíos (FLP, FSM, FEP), habría una tendencia al consumo de especies domésticas (Figura 4).


Figura 4. Gráfico comparativo de especies domésticas y silvestres en el FBG, FLP, FSM y FEP (NISP%).

Es de suma importancia tener en cuenta el contexto donde se deposita el material arqueológico. Generalmente, los fuertes y fortines analizados se encuentran ubicados en suelos someros que presentan procesos pedogenéticos (Zárate et al. 2002) y bioperturbación. La microfauna de invertebrados y los animales cavícolas de los sitios han generado movimientos y modificaciones de los materiales arqueológicos (Stein 1983; Johnson 1989; Pedrotta 1999; Balek 2002; Mello Araujo y Marcelino 2003). Los animales cavadores como armadillos y roedores, presentes en todos los sitios anteriormente mencionados, incrementan el MNI, el NISP y el NISP porcentual del registro arqueológico. De todos modos, se considera que los datos presentados son preliminares, ya que se han previsto futuros análisis de procesos post-depositacionales y excavaciones, especialmente en los sitios FSM y FLP, que brindarán nuevos elementos para poder analizar con mayor profundidad la forma de utilización de los recursos faunísticos por parte de los habitantes de los fuertes y fortines mencionados.

En este trabajo se ha planteado que en los primeros avances hacia el territorio indígena, gran parte de la dieta de los ocupantes de estos puestos fortificados era la explotación de recursos locales, con ocasionales consumos de especies introducidas y que los nuevos pobladores afincados en las tierras conquistadas aportaron insumos a los ocupantes de fuertes y fortines, dándose un mayor consumo de especies introducidas. Se consideran que existen factores que podrían haber incidido en la dieta de los pobladores de fuertes y fortines:

a) Durante el inicio de la denominada "campaña al desierto", pudo haberse enviado menor cantidad de insumos (fauna doméstica) por parte del gobierno a los fortineros, debido a que el FBG estaba alejado y considerablemente aislado de los centros de mando y abastecimiento, por lo que pudo producirse una escasez o retraso en el envío de insumos (Merlo 1999). Estas situaciones muchas veces fueron amortiguadas por relaciones simétricas entre los aborígenes y los euro-criollos, considerando a la frontera como espacio de intercambio (Langiano et al. 2002b). Numerosas fuentes escritas brindan información sobre el intercambio cultural entre extranjeros, criollos e indios amigos o aliados.

b) En épocas posteriores, cuando la frontera se vuelve más conflictiva, se registra un gran incremento de asentamientos de población euro-criolla sobre territorios indígenas, que interactúan de forma asimétrica con los aborígenes. La formación de un gobierno nacional sufre constantes cambios políticos y económicos descuidando, en muchos de los casos, a los fuertes y fortines y a los nuevos ocupantes de los territorios incorporados a la nación (Barros 1975b [1875]). Esto generó que la población rural (pobladores, estancieros, pulperos, terratenientes) tuviera que proveer de insumos a los fortineros, a cambio de protección frente cualquier tipo de conflicto.

A modo de conclusión, se puede decir que mediante el análisis preliminar realizado se ha podido registrar en la dieta de los habitantes del FBG diversidad en el consumo de fauna doméstica y silvestre. No fue posible determinar cambios significativos en la dieta durante cada una de las tres ocupaciones por problema de escala temporal, dado que la primera ocupación duró un año (1828/1829), la segunda 40 años (1829/1869) y la tercera diez años (1869/1879). En cambio, en los fuertes y fortines que fueron avanzando posteriormente sobre el territorio indígena (FLP, FSM, FEP) la presencia de fauna introducida supera a la fauna autóctona, ya sea en cantidad como en aporte proteico que brindan las especies silvestres registradas. Sin embargo, se debe tener presente que la muestra extraída hasta el momento es pequeña, teniendo en cuenta las dimensiones espaciales excavadas de los fuertes y fortines mencionados, el período de ocupación de cada uno y los procesos post-depositacionales que afectan a cada sitio. Esta ha sido una de las etapas preliminares dentro de la investigación y se prevé continuar con la ampliación de la muestra. De este modo, se espera arribar a evidencias más ajustadas en los aspectos económicos y sociales de los habitantes de fuertes y fortines y los asentamientos de colonos próximos a estos, especialmente sobre el consumo de especies faunísticas, que ha sido el objeto de investigación de este trabajo.

Agradecimientos

Esta investigación ha sido efectuada gracias al financiamiento otorgado al proyecto "Investigaciones Arqueológicas Post-Conquista" INARPOS por el Programa INCUAPA, BID 1201/OC-AR- PICT 04-12776, dirigidos por el Dr. Gustavo Politis y el Lic. José Luis Prado. Agradezco a los alumnos de la carrera de Antropología orientación Arqueología (Facultad de Ciencias Sociales, UNCPBA) quienes han colaborado en tareas de campo y laboratorio; a las Municipalidades de Olavarría, Coronel Suárez y General Alvear; a los vecinos y propietarios de las tierras donde están ubicados los fuertes y fortines, en especial a la Sra. Isabel Bensunsan, al Sr. Eduardo Bernaude (Fortín El Perdido, Olavarría) y al Sr. Graff (Fuerte San Martín, Coronel Suárez). Deseo agradecer a la Dra. Florencia Borella por su asesoramiento para el análisis faunístico; a la Lic. María del Carmen Langiano por la lectura crítica, interesantes aportes y útiles sugerencias efectuada sobre versiones previas de este trabajo; a la Sra. Adriana Garibotto por su asistencia durante la elaboración de este manuscrito.

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