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Intersecciones en antropología

On-line version ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol.  no.8 Olavarría Jan./Dec. 2007

 

Producción artesanal indígena: una aproximación a la problemática en la comunidad Chané de Campo Durán (Salta, Argentina)

Cecilia Benedetti y Sebastián Carenzo

Cecilia Benedetti. CONICET, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Felipe Vallese 470 3°A, (1405) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. E-mail: cbenedetti@hotmail.com
Sebastián Carenzo. ANPCyT - CEIL-PIETTE/CONICET. Scalabrini Ortiz 1385 Dto 4, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Email: sebastian.carenzo@gmail.com

Recibido 30 de Junio 2006. Aceptado 28 de Junio 2007

RESUMEN

Este trabajo presenta un conjunto de consideraciones que surgen de una investigación en curso sobre producción artesanal indígena en la comunidad Chané de la localidad de Campo Durán, provincia de Salta, Argentina. En el contexto de las vulnerables condiciones socioeconómicas que atraviesan a este pueblo, las artesanías se presentan como una importante fuente de ingreso, al mismo tiempo que constituyen una de sus manifestaciones tradicionales más relevantes. Tras recorrer brevemente la historia de las artesanías Chané, se señalan las problemáticas fundamentales que se presentan en torno a esta actividad en la actualidad, focalizando en la dimensión económica. En este sentido, se propone que las artesanías Chané atraviesan un proceso de dinamización. El análisis realizado en este trabajo apunta a especificar este fenómeno y a comprender sus implicancias en la estructuración de los procesos productivos y la caracterización de los productores. Desde esta perspectiva, la dinámica actual de la producción artesanal Chané se vincula con dos cuestiones: el incremento de las posibilidades de comercialización y la necesidad de diversificar las fuentes de ingreso en un contexto de precarización del trabajo asalariado.

Palabras clave: Pueblo Chané; Artesanías; Proceso de dinamización.

ABSTRACT

Indigenous craft production: an approach to the problematic of the chané community of Campo Durán, Salta province. This paper presents some considerations that emerge from current research on indigenous craft production in the Chané community of Campo Durán, province of Salta, Argentina. In the context of the vulnerable social and economic situation that characterizes this group, the handicrafts are an important source of income, and also one of their most prominent traditional manifestations. After examining briefly the history of Chané handicrafts, some contemporary problems related to this activity are revealed, focusing on the economic dimension. In this sense, it is proposed that Chané crafts are undergoing a process of increased dynamism. The following analysis aims to explain this phenomenon and understand its implications in the characterization of the craftsmen and women and their production process. It is argued that the present dynamic of Chané craft production is related to two points: increased possibilities of commercialization and the need to diversify incomes in a context of precarious labor conditions.

Keywords: Chané; Handicrafts; Dynamism.

INTRODUCCIÓN

Este trabajo se enmarca en una investigación que se está realizando en la comunidad Chané de Campo Durán, situada al norte del Departamento General San Martín, Provincia de Salta. Interesa indagar específicamente sobre los procesos de producción y comercialización artesanal de este pueblo. En tal sentido, se presentarán las consideraciones que surgen de los primeros trabajos de campo.

Se plantea como problemática fundamental que durante las últimas décadas se ha dinamizado la actividad artesanal en la comunidad de Campo Durán. La misma constituye el principal centro productor de artesanías Chané, lo que la diferencia notablemente de otras comunidades Chané localizadas en la zona (e.g., Tuyunti, Capiazutí, etc.), donde esta producción presenta una menor relevancia. En este contexto, los primeros interrogantes que se buscan abordar a través de este trabajo pueden formularse provisoriamente del siguiente modo: la dinamización evidenciada a nivel de la producción artesanal en Campo Durán, ¿ha favorecido cambios en la organización del proceso de trabajo? y ¿cómo se relaciona con el resto de las actividades que conforman la economía doméstica?

Como lineamientos teóricos generales, cabe señalar que se considera a las artesanías como proceso y no como resultado (García Canclini 1982). Esta concepción implica, por un lado, la necesidad de desplazar el foco de atención de los objetos a las relaciones sociales donde los mismos circulan y a la vez, situar la producción artesanal en un marco global (Rotman 2001). Por otra parte, desde esta perspectiva, las artesanías de los pueblos originarios constituyen simultáneamente un fenómeno económico y simbólico. Por un lado, forman parte de las múltiples fuentes de ingresos de las comunidades indígenas (Rotman 1999) y a la vez, se constituyen como práctica de elaboración o representación simbólica arraigada en la historia de estos grupos (García Canclini 1982; Novelo 1993). Ambas dimensiones se hayan íntimamente ligadas y por lo tanto es necesaria una síntesis que de cuenta de su integración. Este trabajo se centra en la comprensión de la producción artesanal en tanto actividad económica, sin soslayar la relevancia del aspecto cultural en el análisis del fenómeno.

En primer lugar, se presentará brevemente al pueblo Chané y se recorrerá sintéticamente la historia de sus artesanías. Luego, se señalarán las problemáticas fundamentales que atraviesan a esta actividad en la actualidad. Posteriormente, se abordará los procesos de producción artesanal en la comunidad Chané de Campo Durán; y por último, se analizarán las transformaciones que se desarrollan en estos procesos a partir de las problemáticas anteriormente mencionadas.

EL PUEBLO CHANÉ DE CAMPO DURÁN

El pueblo Chané proviene del brazo moxo-mbaure de la familia awarak, originaria del extremo norte del continente sudamericano y parte de América central. Luego de sucesivos desplazamientos por el área amazónica se localizaron en los contrafuertes andinos, siendo población fronteriza entre las culturas andinas y las selváticas. Hacia el siglo XV fueron invadidos por grupos Chiriguanos quienes los sojuzgaron y dominaron hasta bien entrada la época colonial (Metraux 1930). En la segunda mitad del siglo XIX, se produjo un gran movimiento migratorio de Chiriguanos y Chané hacia el este de la provincia de Salta, donde alternaron la agricultura de maíz con trabajos en los ingenios azucareros de Salta y Jujuy. Posteriormente, los franciscanos establecieron sus primeras misiones entre estos grupos (Rocca 1973). En 1925, como consecuencia de una serie de medidas estipuladas a partir de la resolución de los conflictos entre Bolivia y Argentina, los Chané perdieron sus tierras (Slavutsky y Belli 1999).

La comunidad Chané de Campo Durán, se localiza a unos 25 km al sur de Salvador Mazza (frontera con Bolivia) y a 15 km al noreste de Aguaray, que es la cabecera municipal. Esta zona forma parte de una extensa región conocida como "Umbral al Chaco"1 que integra los contrafuertes andinos en dirección norte-sur. Desde un punto de vista biogeográfico, presenta gran importancia por tratarse de un área transicional que integra especies y comunidades características de las Eco-regiones Yungas y Chaco Occidental, constituyendo una de las áreas de mayor biodiversidad y complejidad ecológica en nuestro país (Administración de Parques Nacionales 1999). Se trata de una zona de gran riqueza natural, representada en extensos valles aluviales aptos para el desarrollo de la agricultura, densos bosques de maderas duras y principalmente por la presencia de importantes yacimientos de gas y petróleo.

LA PRODUCCIÓN ARTESANAL CHANÉ: UN RECORRIDO HISTÓRICO

Los primeros estudios que remiten a las producciones artesanales de los Chané datan de los primeros años del siglo XX. Los etnógrafos que los realizaron -Erland Nordenskiold, Alfred Metraux- mencionan la progresiva desaparición de los objetos artesanales con fines utilitarios que este pueblo elaboraba, como consecuencia de la introducción de productos industrializados y del avance de la cultura occidental en general (Metraux 1930; Nordenskiold 1912). Pero también en los trabajos de estos autores, y de otros que realizaron investigaciones en la región en la primera mitad del siglo XX, se encuentran referencias sobre las primeras "migraciones" de las artesanías Chané, desde la comunidad indígena hacia otros espacios. Es decir, en este período, las piezas ya no circulaban sólo dentro de la comunidad para uso doméstico. Por un lado, comenzaron a ser recolectadas por los etnógrafos que estudiaban estos grupos, quienes formaron colecciones destinadas fundamentalmente a museos nacionales y extranjeros, pero también a particulares. Así, la práctica conservacionista era una tarea fundamental para estos antropólogos. En el caso de los Chané, las primeras colecciones estaban centradas en piezas de alfarería, a las que se consideraba como expresiones "puras" de las culturas indígenas, "auténticas", a salvo de la "contaminación" del blanco. Por otro lado, estas producciones artesanales comenzaron a venderse en los mercados locales de los criollos, implicando objetos que eran específicamente producidos para su circulación fuera de la comunidad. Según los etnógrafos, estas artesanías perdían los atributos tradicionales para adecuarse a las formas y motivos que demandaban los nuevos consumidores (Metraux 1930).

Posteriormente, otras producciones artesanales Chané también oscilaron entre las colecciones y la comercialización. Tal es el caso de las máscaras talladas en madera que -hasta la década de 1950- se empleaban únicamente en una celebración ritual denominada "arete"2 o "pim pim" (nombre que recibe predominantemente en la actualidad), donde eran destruidas y arrojadas al río el último día de la festividad. El antropólogo Enrique Palavecino formó las primeras colecciones con estas máscaras a fines de la década de 1930, comprándolas para "salvarlas de la destrucción ritual" (Palavecino 1949). A partir de la década de 1960, se encuentran referencias con respecto a la comercialización de máscaras, aunque limitada a la época del carnaval (Biró de Stern 1963). Ya en la década de 1970, las máscaras dejaron de ser únicamente vendidas al público de las ciudades que asistía a la celebración del pim pim; en cambio, se producían durante todo el año y se comercializaban, por ejemplo, en el Mercado Artesanal de Salta (Rocca 1973). Cabe señalar que entonces este último se constituía como un espacio de mercantilización artesanal gestionado oficialmente. En relación a esto último, a partir de fines de la década de 1960 surgen en la bibliografía referencias sobre el desarrollo de acciones orientadas a la promoción y difusión de artesanías indígenas por parte de organismos estatales. Por un lado, adquirió relevancia el mercado citado anteriormente, desde donde las artesanías eran distribuidas a otros sitios del país. Por otro lado, como parte de la política cultural oficial, se comenzaron a realizar exposiciones itinerantes para la exhibición de estas producciones en las principales ciudades argentinas (Magrassi 1981).

LAS ARTESANÍAS CHANÉ EN LA ACTUALIDAD

Tras un trabajo de campo exploratorio, se seleccionó la comunidad de Campo Durán como unidad de estudio, ya que la misma se constituye como el principal centro productor de objetos artesanales Chané. A partir de las observaciones realizadas, se estableció que esta producción está orientada fundamentalmente a la comercialización, focalizándose en dos especialidades: cerámica y máscaras de madera.

Las artesanías son vendidas tanto en mercados locales -i.e., Tartagal- como extra-locales: Salta, Buenos Aires, Rosario, Córdoba. Los sitios de expendio incluyen comercios especializados en artesanías, negocios de artículos regionales, mercados artesanales, ferias y eventos. En algunos casos, las piezas son adquiridas en la comunidad por los mismos responsables de estos sitios, en otros se obtienen a través de intermediarios. Con menor frecuencia los artesanos se trasladan hacia otros sitios -como Aguaray, Tartagal, Salta- para vender sus piezas, tanto a través de sus propios medios como a partir de financiamientos para participar en ferias y eventos. Esta segunda modalidad es excluyente en el caso de los viajes hacia ciudades más lejanas, como Buenos Aires, Córdoba o Rosario, ya que los productores no tienen la posibilidad de costear estos pasajes. Las ventas que se realizan a compradores finales que llegan a la comunidad no representan un gran volumen: por lo general, se trata de personas que trabajan en la localidad, turistas o grupos escolares que realizan visitas en la zona.

Como punto central de la investigación, se propone que desde fines de la década de 1990 comenzó a desarrollarse una dinamización de la actividad artesa nal en esta comunidad. Esta dinamización se expresa en una serie de fenómenos, a los cuales se hace referencia a lo largo del artículo: el crecimiento de la producción artesanal, el incremento de la cantidad de productores, la preeminencia de la elaboración y mercantilización de máscaras con respecto a la cerámica, y el aumento de la cantidad y heterogeneidad de los agentes que actúan en el campo de la comercialización. Desde la perspectiva de este trabajo, el proceso de dinamización se vincula con dos transformaciones: la primera, está ligada específicamente a la actividad artesanal y la segunda, se relaciona con los procesos económicos que se desarrollan en la región.

En primer lugar, aquí se propone que en las últimas décadas se han ampliado los espacios de comercialización para las artesanías indígenas, consolidándose una nueva demanda para estas producciones. Inicialmente, este proceso estuvo impulsado por el mercado interno. Posteriormente, tras los cambios económicos asociados al fin de la convertibilidad que se desarrollaron desde 2002, se abrieron nuevas posibilidades como consecuencia del incremento del turismo en nuestro país y de la competitividad del precio de estos bienes en mercados internacionales. En términos generales, esta nueva vitalidad mercantil implicó importantes transformaciones en los procesos productivos, sobre las cuales se profundizará más adelante.

Estas condiciones favorables han sido aprovechadas tanto por los agentes que ya desde hace tiempo trabajaban en la comercialización de estas producciones, como por nuevos agentes atraídos por la posibilidad de obtener rentabilidades extraordinarias a partir de su accionar como intermediarios. En el caso de Campo Durán, cobran relevancia los intermediarios comerciales o "mayoristas" por un lado; y las Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) por otro. Mientras que el objetivo de los primeros se centra en la ganancia comercial y el lucro personal, las segundas desarrollan esta tarea con el fin de generar beneficios para los productores y así fomentar el crecimiento de sus economías. Como se verá posteriormente, la acción de estos organismos tiene implicancias fundamentales en los procesos productivos. Cabe señalar que las ONGs implementan, además de la intermediación, otro tipo de acciones vinculadas tanto al mejoramiento de la actividad artesanal como de las condiciones de vida de los productores.

Mayoristas y ONGs están en constante competencia, ya que ambos actúan en los mismos espacios y disputan por establecer las mismas relaciones. Esta rivalidad se desarrolla en dos ámbitos. En primer lugar, en vinculación a los productores, debido a que no siempre hallan en la comunidad la cantidad o la calidad de producción que estos agentes requieren. En segundo lugar, pero con mayor relevancia, la competencia crucial se desarrolla en los mercados de las ciudades. Al pagar precios superiores por las piezas, los costos que manejan las ONGs son considerablemente más altos que los de los mayoristas, aunque al mismo tiempo la calidad de los objetos es superior.

Si bien se considera que estos cambios en los procesos de comercialización produjeron transformaciones centrales en los procesos productivos, también se propone que para comprender la dinámica de producción artesanal actual es fundamental tener en cuenta ciertos procesos económicos que atravesaron esta región y que desencadenaron importantes modificaciones en otra actividad que se constituye como fuente de ingreso fundamental en Campo Durán: el trabajo asalariado. En este sentido, la perspectiva aquí abordada del proceso productivo artesanal propone tomar como punto de partida su encuadre en el contexto más amplio del conjunto de elementos y relaciones que definen la economía doméstica de estos grupos.

Como ocurrió con la mayoría de los pueblos indígenas localizados en el Umbral al Chaco, la inserción de sus economías domésticas en la dinámica de reproducción capitalista se dio en forma relativamente temprana. Dicha inserción ocurrió a través de un proceso traumático que aseguró la creciente mercantilización de su fuerza de trabajo en obrajes e ingenios azucareros en un principio, y posteriormente y hasta nuestros días en industria de explotación de hidrocarburos.

En la zona de Campo Durán, en la década de 1950 comenzaron a efectuarse importantes hallazgos de yacimientos de petróleo y gas, a partir de prospecciones realizadas en aquel entonces por la Dirección de Minas de la Nación. Con el impulso dado por la creación de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), en esta área se habilitaron nuevos pozos de extracción y se construyó una refinería para la obtención de derivados. A raíz de esto, la comunidad Chané fue relocalizada en un terreno adyacente, del otro lado de la ruta provincial que une el empalme sobre la Ruta Nacional 34 con la localidad de Santa Victoria Oeste. Al mismo tiempo, muchos Chané se convirtieron en trabajadores de planta, incorporados al régimen laboral formal, llegando inclusive a ser trasladados temporalmente a otras plantas situadas en las regiones petroleras del sur del país.

Desde 1992 -en el marco de la desregulación de la actividad hidrocarburífera- esta planta fue privatizada a la empresa Refinor. Actualmente, constituye una de las instalaciones más importantes de esta industria en la región, inclusive hace las veces de nodo logístico para numerosas empresas que realizan trabajos en el área por períodos acotados de tiempo. De allí que el sitio de la planta constituye la principal fuente de ocupación para los Chané de Campo Durán y una de las más relevantes para el resto de la población del Departamento San Martín.

Con respecto a las condiciones laborales anteriores de los Chané, especialmente en el período de auge de YPF, la privatización de esta empresa implicó inestabilidad laboral, períodos de desocupación y en términos generales una caída de la relevancia del salario en los ingresos de las unidades domésticas. Por lo tanto, en muchos casos debieron incrementar la diversificación de sus fuentes de ingresos para asegurar su reproducción. A diferencia de otras comunidades indígenas, donde en estas circunstancias los ingresos a través de planes de asistencia social adquirieron gran importancia, en el caso de los Chané de Campo Durán se produjo un vuelco hacia la producción artesanal. Esto implicó cambios tanto en la caracterización de los productores artesanales como en la configuración de los procesos productivos, sobre los cuales se ahondará en este trabajo. Pero para comprender mejor esta problemática es necesario describir antes los rasgos fundamentales del proceso de producción de artesanías.

LOS PROCESOS DE PRODUCCIÓN ARTESANÍAS: UNA DESCRIPCIÓN

En la comunidad Chané de Campo Durán, la organización y el control del proceso de producción artesanal son ejercidos en forma autónoma por cada unidad doméstica, involucrando generalmente la participación de todos los adultos del grupo. En principio, puede decirse que existe una división por género en el proceso de trabajo, ya que la elaboración de alfarerías es realizada por las mujeres, mientras que la confección de máscaras constituye una actividad masculina. La organización del proceso productivo artesanal se estructura en base a lazos de afinidad basados en relaciones de parentesco. Lo mismo ocurre en vinculación con el proceso de aprendizaje artesanal, donde los jóvenes y niños van aprendiendo de sus padres, tíos o abuelos; pero difícilmente de otros artesanos no parientes.

La elaboración de las piezas artesanales suele desarrollarse en estructuras contiguas a la vivienda familiar, techadas pero sin paredes, conocidas localmente como "aleros" o "galpones", que indistintamente hacen las veces de taller, comedor o espacio de reunión cotidiana. En general, los artesanos trabajan solos o bien compartiendo el espacio con otros artesanos de la misma familia, pero no en espacios comunitarios donde tenga lugar una producción colectiva.

La cerámica Chané es reconocida por su estilo y acabada terminación, desplegada en una amplia variedad de piezas tanto utilitarias (azucareras, tazas, jarros, ollas, macetas que muchas veces adoptan figuras de animales, hortalizas, etc.) como ornamentales (principalmente representaciones de figuras zoomorfas). Las artesanas utilizan principalmente sus manos, acompañadas por escasas herramientas de confección casera como los pinceles de pelos de acutí (Dasyprocta punctata). La principal materia prima utilizada es la arcilla roja que se obtiene en cárcavas localizadas en los alrededores de la comunidad, también se emplean piedras y otras arcillas para obtener colores, así como leña de carnaval (Cassia excelsa) y tusca (Acacia lutea) como combustible para su cocción mediante horneado en pozo3. Respecto de la decoración de las piezas, las artesanas suelen distinguir entre los dibujos que remiten a "los antiguos", representados por formas geométricas simétricas que combinan líneas y tramas, de aquellos más modernos entre los que se destacan las flores. La elección del tipo de diseño responde a la demanda de los consumidores.

La talla en madera de palo borracho (Ceiba speciosa) o samohu en lengua nativa, también es muy reconocida por su calidad y originalidad. Comprende principalmente máscaras que representan animales de la zona, tanto salvajes (yaguaretés, yacarés, loros, lechuzas, víboras, coatíes, etc.) como domésticos (toros, gallinas y gallos). En menor medida se producen máscaras con forma de rostro humano (como la figura del n´dechi o anciano) que están más vinculadas al ritual del "pim pim". Como herramientas se utilizan machetes, cuchillos, cavadores, cucharas, lijas y pinceles de acutí. La principal materia prima empleada en el proceso productivo es la madera de samohu que se obtiene en los densos montes que rodean la comunidad, y al igual que en el caso de la cerámica, piedras y hierbas nativas para obtener colores.

En principio, se puede decir que la producción de artesanías es una actividad realizada en forma permanente durante todo el año, aunque puede observarse una cierta estacionalidad con el período de lluvias estivales, debido a que se dificulta la recolección de madera en el monte y el secado de las piezas pintadas. En todo caso, las variaciones climáticas sólo disminuyen el nivel de actividad, ya que como se verá más adelante, son otras variables las que intervienen más fuertemente en la discontinuidad de la producción artesanal de este pueblo.

La producción de cerámica es una tarea que las mujeres del grupo realizan alternando con otras tareas domésticas, como el cuidado de los niños, lavado de ropa, preparación de alimentos y cuidado de aves de corral. Si bien es una actividad que requiere mucha dedicación, en la actualidad se producen pocas piezas debido a la escasa demanda comercial de estas artesanías. Por otra parte, debe señalarse que las mujeres prácticamente no realizan trabajos extra-domésticos, permaneciendo en sus hogares la mayor parte del día, lo cual facilita que la producción pueda acomodarse fácilmente en la rutina diaria de trabajo doméstico.

El caso de las tallas en madera que realizan los hombres es distinto. En primer término porque la intensidad del trabajo es mayor. Por un lado, deben abastecer una demanda mucho más importante en cantidad y regularidad; y por otro, las propias características mecánicas de la madera implican que la misma debe trabajarse en verde para evitar su rápido endurecimiento (se considera óptimo utilizar la madera antes de los tres días de cortada). Esto influye para que la organización del trabajo esté pautada en buena medida por las incursiones a buscar madera del monte, de acuerdo a la secuencia aprovisionamiento -elaboración hasta agotar la madera obtenida - descanso de una o dos jornadas - nuevo aprovisionamiento y así sucesivamente. Además de la producción de artesanías, los hombres realizan otras tareas domésticas como el cultivo del cerco y la marisca en el monte; sin embargo, ambas actividades son cada vez menos frecuentes y en general, no llegan a comprometer la continuidad de la producción artesanal.

Como se señaló anteriormente, un segundo aspecto presenta una importancia central, los hombres realizan trabajo extra-doméstico empleándose en forma temporaria en empresas dedicadas a la explotación de hidrocarburos que operan en la zona. Aquí sólo se mencionará este tema (sobre el cual se profundizará más adelante). Sin embargo, es importante indicar que estas actividades implican la discontinuidad en el proceso de producción de artesanías, ya que deben alternar períodos de empleo asalariado en la empresa con períodos de producción doméstica de artesanías.

TRANSFORMACIONES A PARTIR DE LA DINAMIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD ARTESANAL

Ahora bien, hasta aquí se ha realizado un bosquejo general del proceso doméstico de producción de artesanías, tratando de establecer aquellos elementos centrales que han caracterizado estas prácticas en las décadas pasadas. Sin embargo, la dinamización de la actividad artesanal ha favorecido la ocurrencia de ciertas transformaciones, de las que es preciso dar cuenta. Se indicarán aquellos cambios que, a partir del trabajo de campo realizado en esta investigación, se revelaron como fundamentales para la estructuración de los procesos productivos en la actualidad.

Focalización de las actividades de recolección e impacto sobre la base de recursos naturales

Actualmente, las salidas al monte están abocadas principalmente al abastecimiento de insumos para el proceso productivo artesanal (madera de yuchán para las máscaras, arcilla y leña para cocer cerámica, piedras y hierbas para obtener colores), debido a que la creciente demanda implica la necesidad de maximizar el esfuerzo de carga en cada incursión. A diferencia de lo que ocurría en otras épocas, son raras las veces en las que pueden aprovechar estas salida para simultáneamente melear o cazar. Esto sucede, en parte, porque la mayor disponibilidad de dinero -producto del incremento de la comercialización de artesanías y principalmente del enganche en empleos temporarios- ha favorecido el abandono o la reorientación de prácticas tradicionales destinadas al autoabastecimiento de alimentos (como ya fue señalado). Por otro lado, la dinámica de recolección de la madera se ha modificado debido a que cada vez es más difícil encontrar árboles de samohu en los montes que bordean la comunidad.

Esto último introduce a otro tema de gran importancia, relacionado con el impacto sobre la base de los recursos naturales involucrados en el proceso productivo. Se trata de una actividad extractiva de baja intensidad (no incluye el uso de máquinas, está espacialmente acotada y no presiona sobre otras especies). Sin embargo, justamente al constituir un aprovechamiento monoespecífico de los recursos forestales del bosque, termina generando una alta presión focalizada en el área inmediata de extracción, lo cual ha llevado a una sensible reducción en la disponibilidad de la especie. Actualmente, el área de recolección se ha desplazado entre 7 y 15 km de la comunidad4. Cada grupo doméstico organiza esta actividad en función de la importancia que cobra la producción artesanal en sus economías. Así, algunos productores desarrollan esta tarea a pie: en estos casos una persona puede acarrear material para formar unas 50 máscaras de distintos tamaños, que alcanza a cubrir aproximadamente una semana de trabajo. Ciertas unidades domésticas adoptan otra modalidad: grupos de artesanos emparentados contratan un flete en conjunto, que les permite recorrer distancias más largas y abastecerse de mayor cantidad de madera. Esta modificación tiene fuertes implicancias desde lo económico, ya que a partir de este momento la obtención de materia prima implica la necesidad de contar con un vínculo con el fletero y disponer de cierto capital (ya sea en dinero o mercaderías) para costear el transporte. Por otra parte, también modifica el propio proceso de trabajo -al acelerar la etapa de formado de las piezas- debido a la necesidad de procesar un mayor volumen de madera antes de que pierda el porcentaje de humedad que permite su tallado.

Siguiendo esta misma lógica es posible plantear otra cuestión muy sensible y estrechamente conectada al tema de la propiedad de la tierra. Muy sintéticamente, se debe mencionar que esta comunidad se localiza en un área donde los procesos de expansión de la frontera agrícola y la explotación de hidrocarburos han dinamizado fuertemente el "mercado de tierras"5. Principalmente durante los noventa este proceso se agudizó como consecuencia de la entrada de grandes capitales que aprovechaban un escenario político-económico muy favorable (subsidios, baja renta de la tierra, desregulación y privatización de la actividad hidrocarburífera), así como un marco jurídico sumamente lábil en relación a la imposición de sus intereses sectoriales (Trinchero y Leguizamón 1995). El corrimiento del área de extracción de madera hace que esta actividad ya no se desarrolle en aquellos bosques que se encuentran en el "área de influencia6" de la comunidad. En la actualidad, para la recolección los productores deben ingresar a fincas privadas de la zona, lo cual ya ha ocasionado algunos conflictos entre los propietarios y los grupos de recolectores, ya que los primeros los acusan de "robar maderas duras". Si bien, por el momento estos conflictos se han resuelto pacíficamente, logrando establecer permisos de palabra para buscar madera de samohu exclusivamente, no debe descartarse una agudización del conflicto en el futuro ante cualquier cambio en la coyuntura específica.

Flexibilización en el carácter del trabajo artesanal doméstico

Con el término flexibilización se hace referencia al proceso de cambio que evidencian ciertas pautas que tradicionalmente organizaban el proceso artesanal doméstico y que, desde la perspectiva de esta investigación, se relacionan con el proceso de dinamización de la actividad artesanal en Campo Durán. En esta dirección, durante el trabajo de campo se ha podido observar que algunas características centrales del proceso artesanal doméstico se están volviendo más laxas en la actualidad.

La actual relevancia de la actividad artesanal condujo a un incremento en la cantidad de personas de esta comunidad que desarrollan estas prácticas habitualmente, incluyendo aquellos que anteriormente no se interesaban por la producción de artesanías para la comercialización. Esto desencadenó transformaciones en los procesos de aprendizaje: mientras que tradicionalmente las habilidades para la producción artesanal se adquirían como parte del proceso de socialización en la niñez o la adolescencia; en la actualidad esta instrucción también se desarrolla en la adultez. La mayoría de los casos remiten a individuos que se mudan hacia Campo Durán desde otras comunidades Chané donde la comercialización de artesanías no tiene relevancia, aunque también refiere a sujetos oriundos de esta localidad. Si bien este fenómeno suele vincularse con motivos de índole económica, al mismo tiempo se articula con la dimensión cultural implicada en esta práctica.

Por otra parte, sujetos que no se adscriben a esta etnia ahora también comienzan a producir estas piezas artesanales, definidas como "Chané". En términos generales, se trata de criollos o miembros de otros grupos indígenas que forman pareja con Chané y que habitan en Campo Durán. Estos nuevos productores son instruidos por sus familiares directos (suegros/as o cuñados/as), quienes comparten con ellos sus contactos comerciales. Respecto a este tema, no se manifestaron conflictos al interior de la comunidad. Así los artesanos no Chané destacan el carácter abierto de este grupo, mientras que los Chané no aluden a limitantes o impedimentos de estos aprendices que sean atribuidos a su origen distinto o diferencias culturales, más bien se remarcan su velocidad para el aprendizaje y la calidad de su trabajo. Esta transformación induce a abordar la articulación entre artesanías y procesos identitarios desde nuevas perspectivas en futuros análisis que desnaturalicen la relación entre la identidad laboral de los productores y su pertenencia étnica. Además, la evidente desproporción en las posibilidades de comercialización hace que muchas mujeres se dediquen en forma esporádica a la producción de cerámica, para pasar a colaborar más activamente en la producción de máscaras. Si bien el hombre es el que sigue desarrollando el trabajo del formado de las piezas, las mujeres pueden asumir una labor secundaria como el lijado (que generalmente es el primer paso en el aprendizaje de los jóvenes y niños) o bien un rol principal responsabilizándose por la pintura. Las mujeres explican que sólo prestan «ayuda» a sus esposos o parientes en estas tareas pero se cuidan de remarcar que «el artesano» es el varón y que la esta tarea es eminentemente masculina. Numerosos factores intervienen en esta situación, tales como las destrezas logradas por cada persona o incluso su interés o comodidad en desarrollar tal o cual tarea.

Procesos de diferenciación interna entre artesanos

Si bien prácticamente todos los grupos domésticos cuentan con por lo menos un miembro que se dedica a la producción de cerámicas o máscaras, en las distintas unidades varía notablemente el carácter que adopta la ocupación, principalmente en función de las estrategias de reproducción social que desarrollan. En este sentido, cuando se habla de una «especialización» en la producción artesanal, se refiere al grado de participación de estas prácticas en las estrategias de reproducción domésticas: en qué medida un determinado grupo depende de la producción/comercialización de artesanías para asegurar su reproducción bajo un esquema mercantil simple. Como se verá, esta cuestión está estrechamente vinculada con el trabajo asalariado en las empresas de hidrocarburos que operan en la zona.

Si se piensa en un continuo de situaciones posibles, en los extremos se podría ubicar dos casos representativos. Por una parte, aquellos grupos que obtienen el grueso de sus ingresos a través del trabajo asalariado, para los cuales la producción de artesanías representa una actividad secundaria, que se realiza en forma esporádica como forma de sobrellevar los períodos en los que no se está empleado en las empresas. En tal sentido, no realizan una planificación de la producción, ni desarrollan vínculos comerciales permanentes. Por otra parte, se sitúan aquellos grupos que están «especializados» en la producción de artesanías como principal medio de vida. En cuanto al proceso productivo, participan varios miembros del grupo doméstico en forma articulada, en lo que puede plantearse una incipiente división del trabajo al interior del grupo (unos tallan, otros lijan y/o pintan). El trabajo en esta actividad es continuo, e incluso llegan a planificar su producción en función de la demanda (trabajan con un cierto stock de piezas), ya que en general han construido relaciones comerciales firmes con los agentes de comercialización. En este caso, la articulación de la actividad artesanal con el trabajo asalariado se plantea de otra manera, dado que la ausencia prolongada del artesano o la falta de stock de piezas puede debilitar la relación comercial con los compradores.

Así, en el trabajo de campo se planteaba a menudo una clara distinción entre los «artesanos» y «los otros que hacen artesanías»: entre los primeros la actividad artesanal constituía una tradición dentro del grupo familiar, los segundos en cambio aprendieron recientemente porque estaban desocupados. Si bien se debe seguir profundizando, este planteo parece útil para comenzar a relativizar el carácter unívoco de la categoría de artesano en el marco de los pueblos indígenas. En este sentido, es posible dar cuenta de las múltiples representaciones sobre la actividad que se manejan al interior de la comunidad y que están asociadas a diversas prácticas que involucran la producción de artesanías, pero en las que pueden evidenciarse significativas diferencias respecto de su importancia en el marco de sus economías domésticas.

Este planteo introduce a otra categoría que parece relevante para construir este abordaje, la de "profesionalización" de la actividad artesanal. Así es posible situarse en un segundo nivel de análisis del proceso de diferenciación interna, por cuanto opera como una distinción dentro del grupo de artesanos especializados. Se entiende que la profesionalización involucra dos componentes fundamentales: por una parte, desde lo productivo, la focalización en la calidad de las piezas; y por otra, desde lo comercial, la búsqueda de una valorización diferencial de su producción.

La focalización en la calidad se evidencia en dos procesos concurrentes: en primer término en la sistematización del proceso de trabajo, que implica en algunos casos la creación de un espacio de trabajo exclusivo para la producción artesanal, un "taller" acondicionado para esta actividad (infraestructura y herramientas), diferenciado del resto de los espacios domésticos. También esto involucra lograr una mayor planificación de la producción artesanal, en función de mantener cierta regularidad y uniformidad en la producción. El segundo proceso se relaciona con la diferenciación de su artesanía a través del desarrollo de un estilo propio, el cual suele caracterizarse por la realización de tallas de líneas más delicadas, la complejización de las técnicas de pintado (representación acabada de diferentes texturas en plumajes y pieles) y la búsqueda de nuevos tonos y coloraciones. Desde la perspectiva de este trabajo de investigación, la adopción de este enfoque tiene una estrecha relación con la vinculación entre estos artesanos con determinados agentes de comercialización (principalmente ONGs), que abordan en forma articulada la venta de las artesanías junto a la formación y capacitación de los artesanos.

El segundo componente, la búsqueda de la valorización diferencial de su producción, también guarda relación con las acciones de las ONGs. En el marco de su compromiso con el desarrollo sostenible de estos productores desfavorecidos, estas organizaciones abonan un precio especial por las artesanías, que en promedio es entre un 30% y un 50% superior al precio que manejan otros intermediarios7. Esto permite a las ONGs promover entre los artesanos la adopción de los criterios de calidad previamente mencionados. Además, otro aspecto que resulta igualmente significativo para la valorización diferencial de sus artesanías, es la regularidad y la seguridad en la venta. Esto se materializa a través de acuerdos de compra planificados periódicamente y en algunos casos, en el establecimiento de relaciones de exclusividad entre un artesano y la ONG que comercializa su producción. El próximo apartado trata sobre este proceso de diferenciación interna de los artesanos en el marco de la distinción entre trabajo doméstico y trabajo asalariado.

Trabajo asalariado y producción artesanal

Tal como se señaló, la producción de máscaras y el empleo en las empresas de hidrocarburos constituyen las dos principales actividades que estructuran las estrategias de reproducción domésticas; por lo tanto, se considera que es fundamental comprender la articulación entre las mismas. En tanto ambas son realizadas casi exclusivamente por varones, las principales tensiones se establecen a nivel del trabajo masculino.

Sintéticamente se presentan las características que asume el trabajo asalariado. Las empresas que se desempeñan en la zona suelen contratar personal mayor de 18 años, predominantemente de sexo masculino, por períodos que oscilan entre 15 días a 9 meses en promedio. El empleo permanente es una excepción, ya que los puestos evidencian una fuerte rotación. Los puestos pueden ser tanto de baja como alta cualificación. En general, los novatos son destinados a tareas de mantenimiento de espacios verdes en la planta, desmontes y abertura de picadas. También es frecuente la contratación para puestos especializados, que requieren el aprendizaje de oficios tales como tornero, montador, soldador, pintor, revestidor, etc. Buena parte de los obreros que residen en Campo Durán alcanzaron el grado de oficial en diversas tareas y su trabajo es reconocido en la región. Esta cualificación implica no sólo una notable mejoría en la remuneración, sino además una relativa garantía de empleo durante la mayor parte del año (si bien no permanente sino por períodos). En promedio, las remuneraciones alcanzadas oscilan entre los $600 y los $1800 (aproximadamente entre US$ 200 y US$ 600), dependiendo de la cantidad de hijos en edad escolar que tenga la unidad doméstica, ya que estas asignaciones representan buena parte del monto total cobrado.

En relación a las representaciones sobre el trabajo asalariado a nivel de la comunidad, cabe destacar que la valoración del mismo es muy positiva, no sólo en términos económicos, sino también de prestigio social. El grado de oficial implica el reconocimiento de una destreza específica por parte de los otros (los técnicos, el capataz), legitimado institucionalmente a través de un certificado expedido por la empresa. Esto permite ampliar el rango de probabilidades de ser empleado en momentos donde hay muchos postulantes.

La relación entre trabajo asalariado y trabajo doméstico -que como se vio está principalmente asociado a la producción artesanal- se plantea en términos de una tensión permanente, ya sea que las estrategias de reproducción doméstica tiendan a una mayor proletarización de sus integrantes o bien tiendan a fortalecer la producción doméstica de artesanías. De la experiencia en el campo, se destaca que difícilmente esta tensión se resuelva en una sola dirección. En cambio, la estrategia más frecuente es desarrollar habilidades tanto para la artesanía como para el trabajo asalariado y de esta forma, poder alternar entre una y otra actividad de acuerdo a las variaciones coyunturales en uno y otro ámbito.

Aunque se debe seguir profundizando sobre esta cuestión compleja, es posible identificar algunos factores concurrentes para su comprensión. El primer aspecto se relaciona con que ambas actividades presentan discontinuidades: por un lado, en la empresa existen períodos de empleo que alternan con otros de desempleo; por otro lado, la periodicidad en la producción artesanal está dada fundamentalmente por las posibilidades de comercialización, y en segundo término por las variaciones climáticas estacionales. Otros factores de importancia refieren a las categorías laborales y a la edad, ya que los jóvenes y adultos categorizados tienen mayores posibilidades y motivaciones para fortalecer su trayectoria laboral en las empresas; mientras que en los casos de adultos mayores o de adultos sin especialización, es más clara la tendencia a fortalecer su actividad artesanal. Así, a modo de hipótesis provisional es posible indicar que el trabajo artesanal doméstico constituye una especie de "resguardo" al que puede recurrirse en los períodos de desempleo en la empresa y/o a medida que se transita el camino hacia la vejez. Esta conjetura debe ser necesariamente profundizada y puesta en cuestión en futuras investigaciones, ya que al mismo tiempo otros procesos vinculados a la comercialización también están interviniendo con un impulso creciente en la comunidad, tal como se indicó.

CONSIDERACIONES FINALES

El objetivo de este trabajo fue presentar algunas consideraciones iniciales que surgen de la investigación que se está desarrollando sobre producción artesanal Chané en Campo Durán. En términos generales, se propone que en los últimos años se está desarrollando un proceso de dinamización de la producción artesanal en esta comunidad. A modo de hipótesis, se plantea que este fenómeno se vincula con dos cuestiones que se presentan como fundamentales en el contexto actual: las transformaciones en los circuitos de comercialización y la dinámica que presentan otras actividades económicas -especialmente el trabajo asalariado- en tanto fuentes de ingresos de las unidades domésticas.

Como ya ha sido señalado, se considera necesario continuar profundizando sobre las cuestiones que aquí se plantean; en este sentido se proponen los siguientes interrogantes para orientar el análisis: ¿el crecimiento de la actividad artesanal es capaz de generar estrategias que conduzcan a un mayor control e independencia de los sujetos con respecto a su reproducción económica? o bien ¿este incremento deriva en mejores condiciones para la reproducción de la mano de obra de las empresas en los períodos de desempleo?, ¿cómo se vincula esta cuestión con los procesos de diferenciación entre los productores artesanales?

Por otra parte, si bien en este trabajo no se profundizó en esta línea, es fundamental señalar que estas transformaciones también se vinculan con las representaciones que los artesanos sostienen sobre las producciones y la actividad. Por lo tanto, el análisis debe ahondar en la relación entre producción artesanal y procesos identitarios. En este sentido, se propone que las artesanías se conforman como espacio para la identidad Chané, pero no tanto como objetos reificados que los representan, sino como proceso de producción que les permite reproducir su modo de vida. Al mismo tiempo, se trata de una actividad anclada en su historia, aspecto que brinda particularidades -tanto en la dimensión de las prácticas como en la de las representaciones- a la relación que establecen los productores con sus medios de producción y con el producto resultante y a las relaciones que sostienen los productores entre sí. A medida que la investigación continúe avanzando se podrá comprobar la potencialidad analítica de esta propuesta y realizar las modificaciones necesarias.

NOTAS

1 El "Umbral al Chaco" se extiende entre los paralelos 22 y 28. Comprende buena parte de la porción oriental de la provincia de Salta (Departamentos de General San Martín, Orán, Anta, General Güemes, Metán, Rosario de la Frontera y Candelaria) y también parte de las provincias de Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca (Trinchero y Leguizamón 2000).

2 Esta celebración originalmente se desarrollaba cuando se producía la maduración del maíz; posteriormente los misioneros la hicieron coincidir con el carnaval, tal como se la conoce en la actualidad. Las máscaras que se utilizan predominantemente durante el ritual representaban rostros humanos, aunque en los últimos días también se utilizaban máscaras zoomorfas.

3 Se trata de una técnica tradicional que consiste en cavar un pozo donde se colocan las piezas y se hace el fuego por encima. Si bien dentro de la cavidad se alcanzan altas temperaturas, se dificulta mantener una temperatura uniforme. Según algunos entendidos este es uno de los principales motivos por el cual la calidad de las piezas es irregular.

4 El Dr. J. C. Radovich (comunicación personal, 2004) ha manifestado que en la comunidad Chané de Tuyunti donde realizó trabajo de campo en la década del 80, uno de los principales factores que desarticularon la producción de máscaras fue juntamente la sobre-explotación de Chorisia speciosa, cuya principal consecuencia fue el alejamiento de las áreas de abastecimiento del recurso, motivando el abandono de la actividad. Incluso en la misma década, esta preocupación motivó que la ONG de cooperación internacional alemana GTZ a través de su Proyecto de Desarrollo Agroforestal en Comunidades del Noroeste Argentino, intentara sin éxito llevar a cabo un programa de reforestación participativa de yuchán para generar condiciones de sustentabilidad de la producción artesanal.

5 Investigaciones recientes permiten dimensionar este proceso de reconversión de tierras forestales en campos agrícolas y/o áreas de servicios para la industria de hidrocarburos: Gasparri y Parmuchi (2003) registran para el periodo 1997-2001 un incremento sostenido de la tasa de deforestación en el Umbral, llegando a alcanzar valores anuales (1,17%) comparables con las regiones más afectadas del continente, tales como la Selva Lacandona en México (1,57%) y las Tierras Bajas en Bolivia (2,81%). Datos de la Fundación Proyungas (citados en Pengue 2004) advierten que en 2003 sólo en el Departamento San Martín, se deforestaban unas 6000 has/año, de las cuales aproximadamente el 67% se localizaba en los alrededores de Tartagal. Finalmente, Torrella et al. (2003) analizan el proceso de expansión de la frontera agrícola en la Región Chaqueña, indicando que la zona del Umbral al Chaco (que representa tan solo un 5,6% del total de superficie de la región) es la que concentra mayor superficie de tierras dedicadas a la agricultura (30,1%). Esta zona es además uno de los frentes donde se acentuará la tendencia a la expansión de la frontera agrícola, especialmente en el eje Embarcación - Tartagal sobre la Ruta Nacional 34, debido a la disponibilidad de tierras con potencial agrícola.

6 Esto hace referencia a los bosques localizados en el ámbito peri-doméstico que son de propiedad fiscal o privada pero donde la comunidad tiene un relativo control sobre el uso de los recursos naturales allí presentes.

7 Las ONGs trabajan en el marco del Comercio Justo, que nace como un enfoque alternativo al comercio convencional internacional. Es una asociación de comercio que intenta establecer una nueva relación entre tres sujetos económicos: los productores en vías de empobrecimiento, los consumidores solidarios y los intermediarios sin ánimo de lucro. El aspecto medular del Comercio Justo consiste, pues, en que se paga al productor asociado un sobreprecio que puede oscilar entre un 10% o un 15% por encima del precio de mercado mundial. Apuntan fuertemente a la construcción de un Consumo Responsable entre individuos que se preocupan por conocer de dónde viene, quiénes y cómo producen lo que está comprando. De este modo, podrán diferenciar quiénes le ofrecen productos sanos y de calidad, elaborados sin promover la explotación de sus productores ni la degradación del ambiente.

Agradecimientos

Esta investigación se inscribe en el marco del proyecto PICT 11191 "Problemática artesanal indígena. Procesos productivos y de comercialización: un análisis comparativo de grupos mapuche, Chané y Wichí", dirigido por la Dra. Mónica Rotman y financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

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