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Intersecciones en antropología

versão On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol.  n.9 Olavarría jan./dez. 2008

 

Redes políticas en el área arauco-pampeana: la Confederación indígena de Calfucurá (1830-1870)

Ingrid de Jong y Silvia Ratto

Ingrid de Jong. CONICET, UBA. Juan Ramírez de Velasco 1160 (1414) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. E-mail: ildejong@hotmail.com
Silvia Ratto. CONICET, UNQ, UBA. Billinghurst 34 5ºB (1174) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. E-mail: sratto@unq.edu.ar

Recibido 6 de Julio 2007
Aceptado 14 de Abril 2008

RESUMEN

Existe una imagen muy difundida en la historiografía argentina en la que se plantea que el cacique salinero Calfucurá organizó una poderosa y estable "Confederación Indígena" que amenazó e impidió durante décadas la expansión de la nación hasta sus límites "naturales". El objetivo de este trabajo es reinterpretar dicha organización confederativa analizando los distintos momentos en que Calfucurá logró movilizar a grupos aliados teniendo en cuenta el alcance y límites de dichas alianzas y el contexto político interétnico en el cual se efectivizaron. En esta dirección, planteamos la necesidad de diferenciar entre la estructura de la Confederación de fuerzas indígenas que podía ser convocada y movilizada por Calfucurá en determinadas coyunturas y su Cacicazgo, es decir, el tipo de liderazgo que ejercía entre su propia unidad política. Por tal motivo, presentaremos una reconstrucción de la actuación de este jefe, incorporando, además, la evolución en los vínculos entre los grupos indígenas y los gobiernos criollos, con el propósito de identificar las coyunturas y condiciones de incremento y/o disminución de su liderazgo.

Palabras clave: Calfucurá; Relaciones interétnicas; Frontera bonaerense.

ABSTRACT

Political Networks In The Arauco-Pampean Area: Calfucurá´S Indigenous Confederation (1830-1870). There is a widespread view in Argentinean historiography that the cacique Calfucurá organized a powerful and stable "Indigenous Confederation" that threatened and prevented the expansion of the Nation to its "natural" limits over several decades. The aim of this paper is to re-interpret the confederation, analyzing the different moments at which Calfucurá succeeded in mobilizing allied groups, and taking into consideration the reach and limits of these alliances and the interethnic political context in which they were made. Therefore, it is necessary to differentiate the Confederation of indigenous forces which could be mobilized on certain occasions from the Cacicazgo of Calfucurá, the leadership by the cacique of his own people. As such, we present both a reconstruction of Calfucurá's management and an analysis of the evolution of relations between the indigenous groups and the Creole governments in order to identify the junctures and conditions under which Calfucurá's leadership increased or decreased.

Keywords: Calfucurá; Interethnic relations; Buenos Aires frontier.

CONTEXTO Y DINÁMICA DE LAS ALIANZAS POLÍTICAS INDÍGENAS

 La figura de Calfucurá persiste en nuestro sentido común con las imágenes que sobre él se produjeron y difundieron antes de que finalizara el siglo XIX. Las obras de Zeballos (1954 [1884], 1958 [1878]), asícomo las de otros protagonistas cercanos a la "Conquista del Desierto" coincidieron en presentarlocomo un líder excepcional y destacado de la sociedad indígena que mediante la construcción de la "Confederación Indígena de las Pampas" amenazó e impidió durante décadas la expansión de la naciónhasta sus límites "naturales". Estos contenidos han participado de lo que Pinto Rodríguez (2002: 331)denomina la "ideología de la ocupación nacional", propia de gran parte de las elites que, tanto en Chilecomo en Argentina, se pusieron al frente de proyectos de expansión de la frontera. Esta ideología legitimó la acción del Estado proyectando ante la opinión pública la necesidad de eliminar al indígena, cuya naturaleza "irreductible" y "salvaje" constituía una amenaza y un obstáculo al desarrollo del país, imagen que por otra parte resultaba propicia para el fortalecimiento del poder militar de un Estado en proceso deconsolidación.

 La labor historiográfica de gran parte del siglo XX reincidió, a pesar de sostener posturas diametralmente opuestas acerca de la naturaleza del indio y del accionar del estado sobre estas poblaciones, en una visión de las relaciones interétnicas centrada en el conflicto entre grupos cultural y políticamente homogéneos. En esta percepción del proceso histórico por parte de autores como Yunque (1956), Franco (1967) o Poggi (1997, 1998) la interpretación de las iniciativas y decisiones de las unidades políticas indígenas así como el propio carácter de su organización social y sus posibles transformaciones permanece fuera de las preocupaciones e interrogantes (Pérez 2007). Asimismo, los trabajos de Jones (1991, 1999) presentan una llamativa continuidad con los contenidos de la "ideología de la ocupación". Para Jones (1991, 1999), Calfucurá deviene en el líder de un poderoso "imperio de la pampa" que se extiende a lo largo de varias décadas del siglo XIX. La Confederación habría expresado, según esta autora, la centralización y consolidación de la que era capaz el gobierno indígena, respondiendo a las necesidades de una mejor organización de sus empresas militares de obtención de ganado. La autora extiende la imagen de este "imperio de la pampa" desde finales del gobiernode Rosas hasta prácticamente las vísperas de la derrota de Namuncurá (heredero principal de Calfucurá),situando el resquebrajamiento de la resistencia de la Confederación Indígena en el contexto de las acciones nacionales de ocupación territorial de 1878 y 1879.

 No ha dejado de influir en esta construcción el propio discurso de Calfucurá, retomado por variadasfuentes, que frecuentemente se organizó desde el eje de la unidad política, territorial y cultural indígena encontraste con los "huincas" o "cristianos". Su discurso de unidad se basaba en elementos legitimadores como el parentesco, la voluntad de un dios superior que orientaba su liderazgo y la preocupación que todo jefe debía tener por el bienestar de sus seguidores y sus familias. La construcción de su liderazgo parecehaberse orientado a reunir el consenso de las diversas parcialidades políticas de Pampa y Norpatagonia, y sus argumentos enfatizaron la necesidad de impedir en forma conjunta el avance blanco sobre las tierras indígenas (Avendaño 1999; Hux 1992).

 El liderazgo de este jefe se presenta así, en la historiografía, como el referente de la mayor y máspermanente concentración de poder en el mundo indígena, unida a una conciencia étnica desarrolladay una estrategia y capacidad políticas excepcionales, en las que parece concentrarse la esencia de laresistencia indígena. Pero, llamativamente, este consenso historiográfico está asentado en una escasainvestigación documental reproduciendo, en términos generales, los planteos iniciales de Zeballos.

 Con una visión bastante diferente Bechis (1999) plantea que la "Confederación de Calfucurá"constituyó un fenómeno limitado por el carácter de la organización política indígena y que la misma habríacomenzado a declinar al poco tiempo de su formación. La razón tendría que ver con los límites de este tipo de sociedades -en las que no hay división del trabajo entre productores y guerreros- para sostener un estado de guerra activa durante mucho tiempo, sumado a otros factores, como las limitaciones climáticas dadas por las características semi-áridas del ecosistema pampeanopatagónico. Así, el cacique salinero "intentaba una unidad que en realidad nunca existió sino como ficción en cortos períodos, cuando hombres como el mismo Calfucurá tenían la sagacidad de encontrar la oportunidad y el poder de convocatoria como para unir las voluntades que su propia organización social dividía" (Bechis 1999: 13).

 Recuperando planteos anteriores (de Jong 2007), creemos que es necesario hacer una distinción entre la existencia de una Confederación de fuerzas indígenas que podía ser convocada y movilizada por Calfucurá en determinadas coyunturas y su Cacicazgo, es decir, el tipo de liderazgo que ejercía entre su propio unidad política. Esta distinción nos parece fundamental por dos motivos: por un lado, se ha tendido a confundir ambas esferas, considerándose a la primera como un "imperio" gobernado férreamente por Calfucurá; por otro lado, si bien dicha Confederación fue convocada en diversos momentos, tanto su composición como los móviles de la misma fueron variables a lo largo del tiempo. Tengamos en cuenta que la historia del cacique en las pampas corre de manera paralela al proceso del lento pero inexorable avance del Estado provincial y luego nacional sobre las tierras indígenas. En ese contexto, y fundamentalmente a partir de fines de la década de 1850, las estrategias políticas tanto de los poderes estatales como de los líderes nativos tenderán a atomizarse produciéndose una diversidad de opciones de negociación que, en última instancia, creemos que socavaron las posibilidades de que Calfucurá pudiera mantener un poder político permanente sobre otras unidades políticas.

 Para desarrollar estas ideas partiremos de ciertos preceptos metodológicos que hacen referencia a launidad espacial de análisis de la cual partimos, a las características de la estructura política de la sociedad indígena -así como a la fluctuación y flexibilidad que caracterizan las alianzas entre las distintas unidades políticas- y a la naturaleza de las relaciones interétnicas entre esas unidades y los poderes estatales.

 En primer lugar, acordamos en considerar como unidad de análisis a aquella que se conforma sobre la base de la articulación de las sociedades comprendidas entre el Pacífico y el Atlántico, comprendiendo en ellas tanto las sociedades indígenas del sur de la Araucanía, la cordillera, la pampa seca, la pampa húmeda y el norte patagónico, incluyendo a los propios enclaves de frontera. Esta propuesta formulada inicialmente por Bechis (1989) se centraba en la percepción de la sociedad indígena arauco-pampeano-patagónica destacándola como una "unidad social y cultural". La idea de "unidad social" remitía a las múltiples redes sociales y económicas que vinculaban a las poblaciones indígenas de diversos espacios locales, haciéndolas en gran medida interdependientes; la "unidad cultural", por su parte, se vinculaba a un complejo y prolongado proceso de influencias culturales mapuches derivadas de los contactos y migraciones desde el territorio chileno hacia el este cordillerano.1 En un trabajo posterior Palermo (1999) caracterizó esta unidad como un "sistema poliétnico y policéntrico" incluyendo en el mismo tanto a las sociedades indígenas pampeanopatagónicas y centro-chilenas como a los polos de desarrollo colonial chileno y bonaerense, cuya interdependencia económica se reprodujo al ritmo de fluctuantes situaciones de "fricción interétnica". Entre uno y otro planteo media una diferencia de énfasis, que desde la articulación interna de la sociedad indígena se ha desplazado hacia la visión conjunta de un sistema conformado por la imbricación de sociedades cultural y socialmente distintas. Nos interesa destacareste desplazamiento porque amplía el espacio para considerar las transformaciones internas de la sociedad indígena -cuya autonomía económica, territorial y política irá estrechándose hacia el fin del período de fronteras-, como un efecto de los vínculos establecidos con las sociedades coloniales y republicanas. Asimismo, porque posibilita analizar procesos locales dentro de un contexto de transformaciones paralelas y/o divergentes que, en tanto forman parte de un mismo sistema, deben ser tenidas en cuenta para su análisis. En esta dirección se ubica la noción de "complejo fronterizo" propuesta por Boccara (2005), desde la que se plantea la necesidad de incorporar todos los espacios (fronteras diferentes, "tierra adentro" o hinterlands, etc.), puntos de vista (alianzas de diverso tipo, redes de confederación, subordinación, parentesco, intercambio) y combinación de actividadesdiversas (guerra, pillaje, diplomacia, comercio) que configuran espacios macrorregionales desde los que se debe reconstruir el actuar indígena.

 Creemos que se debe avanzar en el conocimiento de estos procesos de mutuo condicionamiento einfluencia al interior de estos grandes espacios regionales, sin sobredimensionar la imbricaciónarmónica entre las unidades nativas y analizando los procesos de competencia interna e influencia estatalque fueron transformando a estos grupos y condicionando sus vínculos. Este fue un aspecto ya señalado por Bechis (1989) al referirse al "sesgante efecto de las situaciones secundarias" -concepto tomado de Fried (1975)- que apunta a identificar las transformaciones estructurales operadas en sociedadessin estado como efecto de sus relaciones con una sociedad estatal. En este sentido, los cambios hacia la"tribalización" y la militarización creciente de la sociedad indígena en el área arauco-pampeanopatagónica (Bechis 1989) han sido posteriormente consensuados por otros investigadores de los procesos ocurridos en el área para la primera mitad del siglo XIX (Mandrini 2002; Villar y Jiménez 2003). Esta combinación de relaciones de alianza y/o de conflicto es muy clara si dirigimos la mirada hacia el intercambio de ganado dentro de este espacio y hacia los mercados criollos rioplatense y chileno, uno de los principales procesos que articulaban a los distintos segmentos de este espacio. La comercialización del ganado era una actividad a gran escala que requirió de la división de tareas y de la intensificación del intercambio (Bechis 1989) pero, a la vez, creó intensos conflictos por la ocupación y control de espacios estratégicos para estos circuitos comerciales (Villar y Jiménez 2003).

 La segunda consideración metodológica se vincula a la naturaleza de los cacicazgos pampeanopatagónicos. Bechis (1989) ha sostenido la importancia de considerar el carácter segmental2 de la estructura política indígena, ligado a un tipo de liderazgo basado en una "autoridad" obtenida por el consenso, por sobre un "poder" ligado a la coerción3. Este carácter segmental habría persistido a lo largo del proceso de relaciones interétnicas, impidiendo la consolidación de los intentos de unión y confederación mayores encarados por la propia sociedad indígena. Esto se expresaba en el carácter fluctuante y flexible de las alianzas políticas indígenas -caracterizadas tanto por la potencialidad de unirse como por la competenciaque en el largo plazo describirían una dinámica de tiempos "fuertes" y "débiles" de los liderazgos, vinculados a las circunstancias y coyunturas de la relación con los cristianos (Bechis 1989).

 Investigaciones más recientes, sin embargo, destacan la existencia de procesos tendientes a la conformación de cacicazgos fuertes y jerarquizados, que desde mediados del siglo XIX estarían en camino de transformar el carácter de las relaciones entre los caciques y sus seguidores (León Solís 1991; Mandrini 2000, 2002; Varela y Cúneo 2006; Varela y Font 1996; Vezub 2005, 2006). Así, los líderes de las principales unidades políticas de mediados del siglo XIX habrían adquirido un mayor poder de coerción por sobre la tradicional autoridad basada en el consenso. Estas transformaciones, presentes a finales del siglo XVIII, se vinculaban a la intensificación de las relaciones entre grupos indígenas y agentes estatales, que habrían reforzado al cacique como interlocutor y negociador (Nacuzzi 1993-1994, 1998), de las oportunidades de acumulación y manejo de excedentes provistas por el mercado de ganado con Chile (Mandrini 1985), así como de otros procesos etnogenéticos involucrados en la construcción del poder del líder, como la apelación a la ideología del linaje y el parentesco como medio de reforzar la legitimidad de su status (Vezub 2006).

 Vemos que en los dos puntos anteriores, la relación con los poderes estatales se convierte en un elemento fundamental que debe ser incorporado indefectiblemente al análisis. En este sentido,coincidimos con las propuestas de Boccara (2003, 2005) acerca de considerar la acción del Estado como "dispositivo de poder", tendiente a crear un reordenamiento de la estructura política indígena. Estaestrategia no implica desconocer que estas relaciones diplomáticas fueron también expresión de iniciativas y decisiones propias de segmentos indígenas que no necesariamente mantuvieron idénticosposicionamientos en cuanto al objetivo y condiciones en sus relaciones con el Estado. En este sentido, debe introducirse un elemento de heterogeneidad, tanto al considerar las modalidades y objetivos de la política estatal respecto a distintos sectores de la sociedad indígena, como en las formas de participación y decisión de estos grupos en las relaciones de frontera, así como en los efectos de este vínculo en las alianzas entre segmentos indígenas (de Jong 2007).

 Un elemento central de la diplomacia entre ambos grupos fueron los tratados de paz y las raciones sobre las que se apoyaban, aspecto imprescindible de análisis ya que sus repercusiones se trasladaban a lo largo de los encadenamientos sociales y económicos de la sociedad indígena. Ya habíamos reparado en la necesidad de revisar el impacto del sistema de raciones periódicas, tanto a nivel "intertribal"4, es decir, entre unidades políticas (de Jong 2007), como en la relación entre el cacique y sus seguidores (Ratto 2006). El carácter de redistribución económica que asume el cacicazgo en estas circunstancias así como las modificaciones en las alianzas económicas y políticas entre grupos indígenas son elementos de transformación cuyos alcances aún no han sido analizados.

 Basándonos en los planteos anteriores, el objetivo de este trabajo será tratar de describir e interpretar la llamada "Confederación de Calfucurá" dentro de este marco conceptual, preguntándonos por lasposibilidades de convocatoria que tuvo el cacique deLlaima.5 Para ello describiremos los distintos momentos en que Calfucurá logró movilizar a grupos aliados mostrando el alcance y límites de dichas alianzas y el contexto político interétnico en el cual se efectivizaron. El otro eje argumentativo del trabajo se refiere a la diferenciación señalada entre Confederación y Cacicazgo. Trataremos de identificar en los momentos señalados más arriba el tipo de liderazgo sostenido por el cacique. Finalmente, consideramos fundamental incorporar al análisis los cambios de la política indígena que se dieron entre los criollos. Presentaremos una reconstrucción de la actuación de este jefe, insertándolo en el contexto de la evolución de los vínculos entre la sociedad indígena y los gobiernos blancos, apuntando a identificar las coyunturas y condiciones de incremento y/o disminución de su liderazgo.

EL VIAJE INICIÁTICO A LAS PAMPAS

 El incremento del circuito de ganado en pie por el territorio indígena y los mercados hispanocriollos afines del siglo XVIII y comienzos del siguiente, derivó en la formación de coaliciones de grupos indígenas de diversos espacios que se unían coyunturalmente con el objetivo puntual de proveerse de ganado mediante incursiones a establecimientos fronterizos del espacio rioplatense. En general, las convocatorias eran realizadas por líderes asentados en la región pampeana que conocían el territorio, la existencia de recursos pecuarios y las posibilidades de incursión. Estos malones no siempre respondían a una necesidad exclusiva de ganado sino que en ocasiones representaban respuestas a agresiones o intentos de avances de los poderes estatales. Una vez efectivizada la apropiación de ganado, los grupos participantes se separaban y cada uno regresaba a su lugar de pertenencia. La reunión de los coaligados no era siempre pacífica. Frecuentemente estas alianzas reunían grupos entre los que existían previos conflictos intertribales que intentaban ser aplacados mientras durara la incursión. Sin embargo, antes o después de los ataques, se producirían con frecuencia fuertes enfrentamientos entre las partes (Ratto 1996).

 Durante la década de 1830, algunos caciques de distintas regiones de la Araucanía, cruzaronfrecuentemente los pasos cordilleranos respondiendo a estos llamados de "confederación" con la expectativa de obtener ganado en las ricas praderas que se extendían hacia el este. A mediados del año 1831 podemos verificar el primer ingreso de Calfucurá en las pampas formando parte de una coalición dirigida por el cacique Toriano.6 Luego de algunas incursiones sobre la frontera bonaerense en procura de ganado, los caciques de Llaima, entre los que se hallaba Calfucurá, regresaron a sus tierras.

 El segundo arribo a las pampas, a inicios de 1834, fue más largo y derivó en una fuerte confrontación con otros grupos indígenas. El viaje respondía precisamente a un convite realizado por los jefes boroganos asentados en Salinas Grandes, espacio de suma importancia ya que era, además de lugar deaprovisionamiento de sal, punto de convergencia de varias rastrilladas o caminos indígenas que vinculaban a distintas regiones. En otras palabras, el control de las Salinas Grandes otorgaba un lugar de preeminencia en el espacio pampeano. A comienzos de la década de 1830, los boroganos ocuparon esta región luego de haber establecido paces con el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, que los incorporó al "negocio pacífico de indios", una política de relaciones amistosas con diversas agrupaciones indígenas de Pampa y Patagonia (Ratto 2003). A pesar de esas paces,una serie de acontecimientos militares habían creado una mutua desconfianza entre el gobernador Rosas y los caciques boroganos. En ese contexto, los últimos habían convocado a grupos transcordilleranos para atacar, en un gran malón, los establecimientos rurales bonaerenses. Entre los jefes que cruzaron la cordillera respondiendo a la invitación se hallaba precisamente Calfucurá. Sin embargo, la relación de los boroganos con Rosas se recompuso y estos debieron frenar el ataque previsto. Los grupos que ya se habían incorporado al campamento borogano vieron así frustrado su objetivo de malonear sobre la frontera y, en represalia, atacaron las tolderías en Masallé asesinando a los caciques Rondeau y Melin. Luego del ataque, Calfucurá y sus fuerzas se retiraron de la zona más allá del río Colorado.

 La eliminación de los caciques boroganos en Masallé no significó la desaparición del grupo ya queun núcleo reducido, bajo el mando de Cañuquir, permaneció un par de años más asentado en SalinasGrandes. En 1836, una expedición de militares de Bahía Blanca e indios de pelea del cacique VenancioCoñuepan puso fin a la vida del cacique. Esta expresión de fuerza derivó en una serie de conflictos interétnicos e intertribales que se extendieron hasta fines de la década de 1830. A mediados del año 1837 se organizó una nueva coalición que reunió a cerca de 1700 indios. La alianza incluyó a jefes boroganos y ranqueles7 a la que se agregaron líderes trascordilleranos: entre ellos, nuevamente, los caciques de Llaima Calfucurá y Guilipan. El plan de los coaligados era tomar el fuerte de Bahía Blanca "ydespués pasar a Patagones y Fortín Colorado" (Archivo General de la Nación, en adelante AGN,X,25.2.5). El ataque se produjo el 14 de agosto y fue rechazado por las fuerzas del fuerte. Entre octubre de 1837 y enero de 1838 el gobierno bonaerense envió una expedición a Salinas Grandes con el objetivo de terminar con la agresión indígena. La misma logró desarticular la coalición invasora produciéndose el ingreso al negocio pacífico de algunos grupos boroganos y el retiro de Calfucurá quien, como había sucedido en oportunidades anteriores, se había retirado del epicentro del conflicto encontrándose, junto a Cheuqueta y Chocorí, en el la zona de Caleufú, al sur del actual territorio neuquino.

EMERGENCIA DEL CACICAZGO DE CALFUCURÁ EN SALINAS GRANDES

 En junio de 1841, una coalición de 37 caciques encabezada por el cacique Calfucurá se asentó demanera definitiva en Salinas Grandes, el estratégico sitio que, desde la desarticulación de los boroganos en 1836, no había sido ocupado de manera permanente por ningún grupo. Poco después de su asentamiento, el cacique inició un contacto diplomático con el gobernador e inmediatamente comenzó a recibir raciones mensuales de ganado conformadas por 1500 yeguas y 500 vacas.

Asentado en Salinas Grandes Calfucurá fue construyendo una extensa red de relaciones con líderesindígenas de distintos espacios. En primer lugar, un punto de interés para el cacique fue la fronterabonaerense, fundamentalmente la zona de Azul- Tapalqué, donde estaban asentados los principalesjefes que formaban parte del negocio pacífico, Catriel y Cachul. Los lazos de parentesco presentan en éste y otros casos su eficacia política: según el cautivo de los ranqueles, Santiago Avendaño (1999: 58), Calfucurá y Catriel descubrieron con el trato que eran parientes ya que la madre del último trataba de hermano al padre del primero. Otro frente de relación sostenido por Calfucurá fue con los "ranqueles", relación que no comenzó de manera muy armónica. Pocos meses después de la llegada del cacique de Llaima a Salinas,se informaba sobre los planes de los ranqueles de atacar a los nuevos "vecinos" para apoderarse de caballos y, con este recurso volver a incursionar sobre la frontera (AGN,X,20.10.2). Con el tiempo, ambas agrupaciones se relacionaron a través de una alianza matrimonial por la cual el hijo del cacique ranquel Pichuin, se casó con una sobrina de Calfucurá, hija de su hermano Namuncurá. Siguiendo el relato de Avendaño (1999: 73), esta alianza matrimonial sirvió para evitar confrontaciones entre ambos grupos que hasta el momento estaban enfrentados y guardaban gran recelo uno de otro.

Calfucurá también logró organizar una red de contactos diplomáticos con agrupaciones del áreacordillerana. En primer lugar, un elemento esencial en el diseño de estas relaciones estaba en la ubicación de su hermano Reuquecurá en un paso cordillerano de lo que es actualmente el centro de provincia de Neuquén (Varela y Manara 1999), que cumplía la función de mantener un contacto fluido con el país trascordillerano a la vez que de proveer de información sobre los movimientos y situación de lospueblos indígenas de la Araucanía. Pero, además, concretó alianzas con otros grupos pertenecientes aChocorí y Cheuqueta (Avendaño 1999: 41).

 De manera que la estrategia de Calfucurá fue la de ampliar al máximo su área de influencia utilizandodiversos tipos de estrategias: control de espacios vitales a cargo de personas de confianza, alianzasmatrimoniales con grupos anteriormente hostiles para bloquear cualquier tipo de enfrentamiento y relaciones más indirectas, diplomáticas y en cierto sentido, poco transparentes con el cacique Catriel, y por su intermedio, con el gobierno bonaerense. Lo que puede verse claramente en esta época es que existía un contacto más integral entre distintas agrupaciones en todo el territorio indígena, a uno y otro lado de la cordillera. Gran parte de estos contactos, fundamentalmente aquellos que vinculaban aCalfucurá con los espacios cordilleranos y trascordilleranos, tuvieron un soporte fundamental enlas raciones entregadas por el gobierno bonaerense. Todo arribo de comitivas indígenas de comercio y/odiplomáticas procedentes de esos lugares eran comunicados de manera directa al gobierno solicitándose el envío de algún tipo de ayuda económica en bienes para hospedar y agasajar a losvisitantes. Se buscaba que el gobierno actuara como proveedor de bienes para mantener las relaciones diplomáticas intertribales. La respuesta de Rosas en todos los casos fue favorable respondiendo a supolítica de mantener caciques aliados en zonas estratégicas como, en este caso, Salinas Grandes, conel objetivo de que actuaran como barrera de contención de posibles malones..

 Desde mediados de la década de 1840 y hasta la caída de Rosas, la entrega de ganado y bienes de consumo al grupo liderado por Calfucurá fue constante y voluminosa. Según Avendaño (1999), la percepción mensual de 2000 cabezas de ganado equino y vacuno habría posibilitado que el grupo gozara de cierta riqueza y que "no hubiera indio que no tuviera hacienda que cuidar" (Avendaño 1999: 59). Junto con de estos suministros de ganado, los caciques asentados en Salinas, al igual que otros caciques del "negocio pacífico" recibían distintos bienes de consumo que incluían, fundamentalmente, los llamados "vicios" (yerba, azúcar y tabaco), aguardiente y alguna vestimenta. Entre los años 1848 y 1850 los presentes destinados al grupo de Calfucurá excedieron con creces los percibidos por cualquier otro jefe.8

 En el relato de Avendaño (1999) puede verse claramente cómo gracias a las raciones del gobierno y dentro del esquema de reciprocidad esencial de las sociedades nativas, Calfucurá comienza a distinguirse como dador de obsequios:

 Hoy todos lo adulan; compiten por rendirle homenajes y hacerle obsequios. Cada uno, desde el mas encumbrado hasta el más humilde puede presentársele para saludarlo de tiempo en tiempo. Cada visita viene con su regalo, según las respectivas posibilidades; ya un par de estribos de plata, ya espuelas, un buen caballo, una buena manta o un par de  yeguas gordas y más [.] Cuando regresa el obsequiante, el cacique Calfucurá rivaliza con aquel, en cuanto al regalo. Le retribuye con un objeto diferente del que ha recibido pero su regalo es siempre de valor superior (Avendaño 1999: 46-47).

Podemos plantear que para la década de 1840 Calfucurá era el jefe que tenía mayor cantidad decaciques y capitanes bajo su mando, que recibía cantidades considerables de bienes por parte delgobierno -mucho más que cualquier otro cacique-, que había logrado establecer una red de relacionesintertribales que cruzaba ambos lados de la cordillera y que gozaba de la estima de sus pares, apoyadobásicamente en su generosidad para realizar presentes. No sería aventurado plantear que debido al lugarestratégico que ocupaba y a la posibilidad de acceder y distribuir bienes Calfucurá se consolidara en un lugar protagónico dentro del área pan araucana y que, en virtud de ello, intentara incrementar su poder tanto sobre sus propios indios como sobre los aliados. En esa dirección, los informantes de Guevara (1913) en su texto Las ultimas familias i costumbres araucanas mencionan un proceso de lento ascenso político de Calfucurá, fundado tanto en las alianzas matrimoniales que realizó con distintos grupos como en la percepción de estas raciones. Uno de ellos diría que

el poder del cacique de Llaime fue creciendo con el aumento de su familia, de sus animales i de los allegados que venían de  las pampas i de Chile . Kalfucura estaba en comunicación con todos los caciques chilenos i ninguno podía ir a los  malones de la provincia de Buenos Aires sin pedirle permiso para pasar [...] como este cacique recibía del gobierno argentino raciones de animales, yerba mate, tabaco, azúcar, etc, muchos de este lado se agregaban por algun tiempo a su parcialidad para gozar de estos beneficios (Guevara 1913: 123-124; destacado nuestro).

La declaración tomada al capitanejo Necul, que vivía en Salinas hacia el año 1846, arroja un dato muyrevelador en torno a este tema. El capitanejo, perteneciente a los "ranqueles", había sido apresadopor Calfucurá quien lo envió a Azul por sospechar que estaba induciendo a sus indios a incursionar sobre la frontera. La declaración de Necul sobre su prisión fue bastante diferente. El capitanejo negaba su intervención en empresas maloneras y denunciaba que Calfucurá lo había apresado por una enemistad personal que tenía con él debido a que le había planteado su decisión de abandonar el campamento junto con su familia para asentarse cerca de Catriel donde vivía un primo hermano suyo. Calfucurá no sólo no le permitió abandonar las tolderías sino que "esta resentido con ellos y no les deja ir a Salinas a buscar sal sino que quiere vendérsela" (AGN,X,20.10.2), lo que evidencia la intención del cacique en convertirse en el poseedor exclusivo de esta zona estratégica.

Pero a fines de la década de 1840 la relación de Calfucurá con el gobierno bonaerense comenzó a deteriorarse. En mayo de 1849 se informaba a Rosas sobre presuntos contactos entre el jefe indígena y grupos de Mendoza y Chile para realizar un ataque sobre la frontera en lo que sería el primer intento por formar una coalición o confederación bajo su mando. Esta información era avalada por mensajes que había enviado el gobernador de Concepción en Chile algobierno de Buenos Aires (AGN,X,27.7.6). El motivo del inicio de las hostilidades se debía al avance de las poblaciones criollas sobre el territorio indígena, que quitaba a los indios "el campo necesario para sus correrías de caza". Según el comandante de Azul

Calfucurá espera a los indios de las provincias [Mendoza] y a los de Chile. Que reunidos todos se hara una grande invasión contando también con la mayor parte de los indios de Tapalqué. Que este movimiento lo hace Calfucurá porque no esta conforme con la marcha del gobierno que esta formando cantones en sus campos y estancias [.] Dice también que la  ración y regalos que se le hacen todos los meses no tiene que agradecerlo pues que es pago de arrendamiento por sus  tierras ocupadas (AGN,X,20.10.2; destacado nuestro).

Esta convocatoria no llegó a concretarse por el momento, pero representa el primer intento de Calfucurá por movilizar las redes que, con ayuda de las raciones del gobierno, había comenzado a tejer desde su asentamiento en las Salinas Grandes.

LAS ESTRATEGIAS DE CALFUCURÁ EN LA DÉCADA DE 1850: LA PRIMERA ACTIVACIÓN DE LA CONFEDERACIÓN

En general se plantea que después de la caída de Rosas la frontera experimentó un fuerte retrocesodebido a la agresividad indígena, situándose en ese momento el surgimiento de la poderosa Confederación Salinera. Pero hemos visto que el deterioro de la relación con Calfucurá se había iniciado un poco antes dando lugar a una serie de incursiones maloneras sobre establecimientos bonaerenses (Ratto 2006). A pesar de estos ataques la relación de Calfucurá con el gobierno bonaerense no se rompió y el contacto de las autoridades provinciales con el campamento de Salinas Grandes seguía siendo fluido.

 La revolución del 11 de septiembre de 1852, que llevó a la separación de Buenos Aires del resto de laConfederación en rechazo a la política urquicista, no produjo cambios en el elenco de las principalesautoridades de frontera y las relaciones interétnicas en la campaña se mantuvieron estables. Poco después, el 1 de diciembre, un movimiento de base rural dirigido por el coronel Hilario Lagos desafió a las nuevas autoridades porteñas con su proyecto separatista. El movimiento mantuvo sitiada a la ciudad de Buenos Aires por espacio de seis meses y durante su transcurso se movilizaron a los grupos indígenas asentados en la campaña de acuerdo a los contactos personales ya existentes (Ratto 2006).

 Urquiza, en apoyo al movimiento de Lagos, intentó captar a Manuel Baigorria, refugiado unitario que sehabía mantenido en las tolderías de los indios ranqueles desde la década de 1830 y que, a la caída de Rosas, había empezado a establecer contactos con las nuevas autoridades. La atracción de Baigorria tenía el beneficio adicional de poder contar con la ayuda militar de grupos indígenas con los que había creado fuertes vínculos durante su permanencia en las tolderías. Las tratativas fueron exitosas y Urquizainformaba a Lagos que "Baigorria y Pichun estaban de acuerdo con el y le ofrecieron su cooperación en caso de que la necesite". Esa colaboración incluía la captación de Calfucurá. Como resultado de estoscontactos, el 24 de febrero de 1853 una partida de cerca de 4000 indios invadió y saqueó los establecimientos rurales existentes en el extremo sur de la provincia de Buenos Aires. Según los informes de los pobladores que pudieron refugiarse, el malón era dirigido por Calfucurá, Baigorria y Pichún. Las pérdidas en ganado alcanzaron a unas 100.000 cabezas entre yeguarizos, vacunos y ovinos, además de gran cantidad de familias que habían sido cautivadas (AGN,VII,267). La bibliografía ha considerado estemalón como una de las expresiones del poder de la confederación de Calfucurá pero, como hemos visto,los móviles y medios de convocatoria distan mucho de ser una estrategia ideada exclusivamente por estecacique. La política de Calfucurá durante esta coyuntura fue de mantener relaciones diplomáticas, que implicaban percepción de raciones, con los dos poderes criollos enfrentados: la Confederación urquicista y el Estado de Buenos Aires.

 Pero esta paz duraría poco. En el quiebre de la relación interétnica no fue un dato menor el cambioen el elenco de personas encargadas de los asuntos de frontera. La mayor parte de los interlocutores de los principales caciques fueron reemplazados por militares ajenos a la dinámica de la vida fronteriza lo que produjo una situación de tensión que derivó en la primera activación de la Confederación liderada porCalfucurá. La misma contó con la adhesión de los principales jefes indígenas que tenían sus propiascuentas que saldar con el gobierno porteño. Los grupos de Azul respondían a un decreto de marzo de1854 que establecía el traslado del pueblo de Tapalqué sobre sus tierras, lo que significaba el desalojo del territorio que habían ocupado por más de 20 años. El cacique Yanquetruz se unió a la convocatoria motivado por la suspensión de las raciones que percibía del gobierno. Finalmente, los indios amigos de Bahía Blanca buscaron vengar el asesinato de un cacique amigo realizado por un soldado del fuerte (Ratto 2006).

 La coalición llevó a cabo una serie de incursiones llegando al pico de mayor agresión en febrero de 1855, cuando las fuerzas indígenas avanzaron por Azul y Tandil llevándose 60.000 vacunos y 150 cautivos(Archivo Mitre, XV, p.98). A fines de mayo las fuerzas provinciales iniciaron una serie de ofensivas militares que terminaron en sendos fracasos. En este contexto, en el que el avance del ejército bonaerense y la resistencia opuesta por Calfucurá no dejaba lugar para la neutralidad, éste devino en el conductor de una "Confederación Indígena" que integró a parte de las grandes parcialidades pampeanas y norpatagónicas - ranqueles, huilliche-tehuelches y pampas- quienes llevaron a cabo reiteradas invasiones y saqueos que se reiteraron sobre la frontera bonaerense.

 Significativamente, este proceso de confederación iba creando una relación de fuerzas en la que iban cercenándose las posturas independientes. El crecimiento del poder indígena unificado no respondía siempre a movimientos voluntarios, y esto es más claro en el caso de las tribus amigas instaladas en la frontera desde el período rosista. Calfucurá intentó dos veces secuestrar mediante invasiones a la tribu de Ancalao, y haría lo mismo con las de Rondeau, Melinao, Guayquil, Lorenzo Garay y Cristo (de Jong 2005). Esta modalidad de sumar guerreros habla del incremento de poder de este jefe, que podía claramente, en esta coyuntura, valerse de la fuerza o la amenaza para suscitar la obediencia.

 Sin embargo, esta confederación no permaneció unida mucho tiempo más: algunos de sus integrantes permanecerán largo tiempo como aliados políticos, otros buscarán retomar sus vínculos particulares con distintas jurisdicciones fronterizas, mientras que muchas de las tribus "secuestradas" por Calfucurá retornarán a la frontera buscando recuperar su status de "indios amigos" y tratando de no romper lanzas definitivamente con este jefe.

EL RETORNO A LOS TRATADOS DE PAZ

 El establecimiento de vínculos "pacíficos" -que implicaban la posibilidad de comerciar y recibir raciones a través de tratados de paz-, fue una opción buscada y privilegiada por el amplio espectro de losagrupamientos indígenas de Pampa y Patagonia durante la segunda mitad del siglo XIX. El retorno de los tratados, de esta manera, tendrá como efecto inmediato la dispersión de la "Confederación indígena" -y la fragmentación de esta posibilidad de aliarse como efecto a mediano plazo-.

 Desde 1856 el gobierno bonaerense rectifica su política ofensiva, restableciendo el "negocio pacífico de indios" al que se intenta incorporar a nuevos integrantes pampas, huilliches y "salineros" de Calfucurá. Desde Bahía Blanca y Carmen de Patagones, las principales jurisdicciones de la sección Sur de la frontera, se emprenden tratativas de paz a las que responden varias tribus pampas y huilliches desgajándose de la Confederación Indígena. En 1856 se realiza un tratado con Juan Catriel, quien retorna a sus antiguos territorios del Arroyo de Nievas, cercanos al Azul. En la letra del tratado se lo reconocía bajo el título de "Cacique Mayor y Comandante General de las Pampas", con sueldo mensual, grado de general y uso de charreteras de coronel, y se le encomendaba su mediación en la restitución de cautivos y en el ofrecimiento de condiciones de paz a Calfucurá.9

 Desde Patagones se inician tratativas con Yanquetruz, con quien se firma un tratado en 1857 por el cual se lo considera el representante de las tribus de la región, incluyendo a los principales caciques del sur del Neuquén. En el tratado se le asignó el sueldo y categoría militar correspondiente a su calidad de"Comandante en Jefe de todo el territorio de la Pampa que es adyacente a la jurisdicción de Patagones",comprometiéndolo en este caso a ceder trece leguas de territorio al gobierno de la provincia, defender lascostas marítimas del Atlántico ante una incursión extranjera y apoyar militarmente cualquier intento deexploración u ocupación del curso del río Negro.10 A la muerte de Yanquetruz en 1858 se realiza un tratado en términos similares con su hermano Chingoleo que cumple en los primeros años de la década de 1860 un estratégico papel de intermediario con las tribus de "tierra adentro", acercando a varios caciques de las faldas cordilleranas del centro-sur neuquino a Patagones para negociar tratados de paz particulares (Levaggi 2000). No todos se concretaron, pero constituyeron medidas significativas hacia caciques que habían participado las invasiones de Calfucurá y a los que se intentaba integrar en el reconocimiento de una estructura de autoridad centrada en Chingoleo como representante principal ante el gobierno.

 Los esfuerzos de Buenos Aires se dirigieron asimismo a captar el apoyo de caciques ranqueles más cercanos a las fronteras de San Luis y Córdoba, que se hallaban bajo tratados con Urquiza. En 1858 se entrega una copia del tratado realizado con Yanquetruz a Baigorria para invitarlo a entrar en tratos similares. Si bien no prosperan inmediatamente, estas tratativas tienen sus resultados a largo plazo. El boroga Coliqueo, quien aparece en algunas fuentes como cacique segundo de la Confederación Indígena (Hux 1992), se separa a mediados de 1861 de Calfucurá al seguir al coronel Baigorria en su ruptura con Urquiza y apoyar a Mitre en su enfrentamiento con la Confederación.

 Este cambio de bando parece haber tenido un efecto importante en la reorganización de las alianzasintra e interétnicas (Tamagnini et al. 2002). En los siguientes años y hasta fines de 1864 ranqueles ysalineros mantendrán alianzas dispares, con las montoneras provinciales los primeros y con elgobierno nacional en la frontera bonaerense los segundos. Este traspaso no dejó de repercutir en lapropia conducta de Calfucurá, quien -aunque poco tiempo antes había invitado a parcialidades de laAraucanía a invadir el fuerte de Carmen de Patagones11- toma la iniciativa de pedir un tratado quetermina por concretarse, comprometiéndolo como "aliado" a alertar sobre invasiones.12 El triunfo enPavón, que habilita a Mitre a asumir el año siguiente la primera magistratura, repercute en el campo indígena acercando una mayor cantidad de caciques a realizar tratos con el gobierno. Sayhueque, cacique del sur cordillerano neuquino que integraba el tratado firmado por Chingoleo luego de la muerte de Yanquetruz (1859), renueva sus vínculos con el gobierno bajo un tratado particular (1863) que revela su ascendencia como jefe de los que aparecen en las fuentes como "manzaneros".

 A su vez, los tratados que continúan realizándose desde Patagones intentan expandir a través de loscaciques tehuelches Francisco (1865)13 y Casimiro (1866)14, reconocidos como principales, las relaciones de los caciques del sur patagónico con las autoridades de esta jurisdicción, con el objetivo de obtener el apoyo indígena para el resguardo de la soberanía y colonización de los territorios del sur patagónico.

Las alianzas que estableció el emergente gobierno nacional fueron tomando así la forma de una red, enla que algunos caciques destacados por estas relaciones funcionaron como intermediarios parasumar a nuevos aliados, hasta cubrir gran parte del espectro indígena. Esta política de tratados de paz, queprospera como práctica de relación hasta prácticamente las vísperas de la conquista de estos territorios, respondió para unos y otros a lógicas diametralmente distintas. Para la diplomacia estatal constituyó un valioso instrumento para conseguir diferentes tipos de apoyos por parte de distintos grupos y aislar políticamente a los sectores que, como los salineros de Calfucurá, o los ranqueles, oponían mayorresistencia a los avances fronterizos.15 En este sentido, las negociaciones constituyeron un medio de "ganar tiempo" para un Estado aún carente de la organización y los recursos para someter por la fuerza a la población indígena. Como lo sostenía en dicho contexto el Teniente de Indios Amigos Juan Cornell, era necesario "entretener la paz para ir conquistando la tierra".16 Si bien no puede suponerse que tal lógica orientara en forma unificada a la sociedad blanca en su postura hacia los indios, sí predominó en aquellos agentes del gobierno y funcionarios militares que protagonizaron los tratos fronterizos.

 Desde la diplomacia indígena, los tratados de paz fueron perfilando sectores de población con una más clara demarcación territorial y representantes políticos más jerarquizados y estables. En función de este proceso de negociación con el gobierno que se inicia a fines de 1850, algunos caciques reconocidos como interlocutores encontraron la oportunidad de fortalecer su ámbito de influencia sobre otros grupos. Asentándose en redes de relaciones preexistentes entre parcialidades y reconfigurando otras, estos caciques fueron canalizando vías de relación paralelas y bajo condiciones diferenciales con el Estado. Para una parte de ellas los tratados aseguraron una modalidad pacífica de obtención de ganado a partir del abastecimiento en base a raciones periódicas y el intercambio comercial en los puntos de frontera que no siempre entró en contradicción con los planes nacionales de exploración y ocupación territorial del territorio pampeano y patagónico. Si este parece haber sido el caso de los caciques huilliches, manzaneros y tehuelches que mantuvieron tratados por Patagones17, distinta fue la dinámica de relación con salineros y ranqueles, tradicionales encargados de abastecer de ganado el circuito comercial con Chile y con territorialidad más cercana a la frontera. En este sentido, el despliegue de la política de tratados de paz desde fines de la década de 1850 en adelante tenderá a dejar a salineros y ranqueles como los principales grupos que resistirán los intermitentes intentos de avance fronterizo. La evolución de las alianzas establecidas por Calfucurá a lo largo de la década de 1860 y principios de la de 1870 debe entenderse a la luz de las fluctuaciones entre la diplomacia y la confrontación militar, dadas por los intentos de avance territorial del Estado, así como por las relaciones diplomáticas y comerciales entre éste y el resto de las agrupaciones o parcialidades que componían el mapa social y político arauco-pampeano.

EL CAMPO POLÍTICO INDÍGENA ANTE LA CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO: ENTRE LA CONCENTRACIÓN Y LA FRAGMENTACIÓN

Si el retorno a los tratados de paz había desgajado rápidamente a los pampas de Catriel y a los huilliches de Yanquetruz de la coalición que habían integrado en 1855 junto a Calfucurá, este proceso dedesgranamiento continúa durante los años siguientes, involucrando a caciques que mantenían con Calfucurá distintos vínculos de alianza o subordinación. Una vez que este entra en tratados con el gobierno nacional ya unificado, otros caciques, aliados políticos o del tronco de sus tribus, comienzan también a acercarse a la frontera. Es decir, en sentido inverso de la jerarquización del poder de caciques como Chingoleo o Sayhueque, fue frecuente que jefes cercanos a Calfucurá se acercaran por propia iniciativa a las fronteras para formalizar tratados particulares. Uno de ellos es su hijo Millacurá, que desde 1858 aparece racionado junto a Catriel y Cachul. Le sigue su cuñado Ignacio, admitido a fines de 1862 como indio amigo en el Fuerte Argentino de Bahía Blanca. En los siguientes años se incorporan Manuel Grande (1864), Cañumil (1865), Guayquil (1866) y Quentriel (1866), que había sucedido a Coliqueo como cacique segundo de Calfucurá.

 Aunque este efecto disgregador de las alianzas de Calfucurá era expresamente buscado por losfuncionarios de gobierno encargados de realizar los tratados de paz, es posible que esta conducta hayaexpresado la flexibilidad propia de una organización política indígena volcada ahora a ampliar la captación de recursos vía la multiplicación de tratos con el gobierno. Es lo que anima a sostener el hecho de que salvo el último caso citado, el de Quentriel, estas separaciones se hayan realizado bajo largasnegociaciones en la frontera y sin provocar un enfrentamiento con Calfucurá (de Jong 2007).

El papel del cacique como redistribuidor de raciones podría estar relacionado con este proceso de desgranamiento, en tanto el jefe podía devenir en el centro de acusaciones diversas por aquellos que no creían recibir lo suficiente. En este sentido, es claro que el reparto de las raciones no parecía cumplir con las expectativas de caciques como Cañumil, que bajo el argumento de que Calfucurá no les pasaba nada de lo que recibía por el Azul, justificaba sus últimas incursiones a la frontera y solicitaba a la vez un tratado particular.18

Por otro lado, elementos que aparecen en las fuentes nos muestran la limitación de este líder para contener los robos realizados por los indios vinculados a él. Una carta de Calfucurá al comandante de Bahía Blanca nos muestra las dificultades que hallaba este jefe para evitar que sus subordinados tomaran iniciativas por su cuenta e incursionaran en las fronteras en búsqueda de ganado:

mi compadre Riba [Ignacio Rivas, comandante de fronteras de Azul] me escribe de una manera, que me disen que mis indios roban es sierto amigo no lo escusos, pero albierta que estos indios que roban biben mui distante de mi y llo  hinoro cuando salen arrobar y cuando llo se es cuando anbuelto y también ledire que llo no se por los que roban algunos que ami casa bienen estos en conversación me disen cuando llano hay remedio [...] Le dire que llo soy un cacique que gobierno mis indios bien sabe V que hay otros caciques que llo no tengo dominio en ellos le dire aV. que llo no soy de aquí soy chileno en tonses gobernaba esta mi gente como me daba gana pero aquí hay ranqueleros que gobierna otro caciquis [...] Le digo que hay muchos toldos deyos estos no los puedo sujetar de ningun modo que quiere que aga en este caso le doy un detalle como esde mi deber.19

Calfucurá se queja de no poder suscitar la obediencia de todos los caciques, especialmente de los"ranqueleros", que parecen quedar por fuera de "sus propias tribus". Efectivamente, el mantenimiento de los términos del tratado implicaba una reducción de los ataques a la frontera y por lo tanto del abastecimiento destinado al comercio de ganado. Estos cambios no siempre eran compensados por el monto de las raciones redistribuidas por Calfucurá.20 El cacique, en su faceta de "líder gestor de raciones en tiempos de paz", dejaba seguramente qué desear a sus funciones como "líder malonero en tiempos de guerra". Los "tiempos de paz" parecen haber limitado su autoridad como líder en gran escala, y no sabemos hasta qué punto le permitió mantenerlo o acrecentarlo en relación a sus allegados más inmediatos. Esta misma política condicionará su capacidad de convocatoria cuando, ante la suspensión de las relaciones pacíficas, Calfucurá decida confrontar con el gobierno.

En efecto, tanto ranqueles como salineros tendieron a responder con pequeñas o grandes invasiones los gestos de avance territorial desplegados por el Estado. La fundación del fortín 9 de Julio en 1864 es seguida por invasiones a la frontera de Córdoba y Santa Fe por tribus ranqueles y salineras. Hux (1993) supone que tal alarma se vinculó al proyecto de avance las fronteras que había planificado el general Paunero. Calfucurá anuncia que estaban por sumarse cerca de 1000 indios chilenos. El gran malón combinado entre ranqueles, salineros y "chilenos" finalmente no se concretó, quizás en parte por el intento del gobierno de recomponer las relaciones pacíficas mediante regalos y el ofrecimiento de un tratado de paz a los ranqueles (Hux 1991: 78).

Esta primera situación de confrontación muestra que la coalición e invasión en gran escala seguía formando parte de la estrategia indígena, al menos como "amenaza". Pero en esta coalición -donde se reactivaron alianzas entre ranqueles, salineros y chilenos- ya no se contaban grupos que habían estado presentes en 1855.

Poco después, cuando a mediados de 1865 se dispuso el avance de la frontera bonaerense a partirde la creación de diez nuevos partidos, Calfucurá jugó una doble estrategia; por un lado, envió una comisión diplomática a Buenos Aires pero, paralelamente, se supo que su primo hermano Trecán había cruzado la cordillera junto a 2000 indios chilenos. Hacia fines de año este grupo chileno acompañó a fuerzas salineras que, al parecer en combinación con los indios de Catriel, realizaron dos invasiones a Tres Arroyos, y otras al Fortín Esperanza, Azul, Tapalqué, Saladillo y Vallimanca (Hux 1991: 80). Los ranqueles, en proceso de firmar un tratado de paz, no integraron esta coalición. Lejos de ser permanentes, las alianzas para la confrontación dependían de las situaciones relativas de cada sector.

Un nuevo movimiento conjunto se produce al año siguiente, cuando el comandante de la Frontera Sur, Benito Machado, suspende las raciones a Calfucurá y apresa la comisión que había concurrido a recibirlas (Barros 1975 [1872]). Calfucurá amenazó inmediatamente con formar una nueva coalición, integrada nuevamente por indios chilenos, de la cordillera, ranqueles e incluso indios de Catriel.21. Aunque Machado fue relevado de su puesto en forma inmediata, un malón se lanzó en abril sobre Tres Arroyos, donde se había adelantado la frontera en cuarenta leguas (Hux 1991: 81). Hacia mediados del año, los partes militares de Álvaro Barros -sucesor de Machado- transmiten que Calfucurá anunciaba la llegada de entre 3000 guerreros (en documentos posteriores se habla de 1500) de su hermano Reuquecurá desde la Cordillera, acompañado por el cacique Paillacán. También se hablaba del cacique Cayupán, que había llegado a Salinas con "quinientos chilenos".22

Pero esta convocatoria es reorientada por el gobierno y por los mismos caciques hacia la gestión y renovación de tratados de paz. Con anuencia del gobierno, Barros ofreció regalos especiales a los salineros y "chilenos" y fomentó la vía de negociación abierta por el mismo Calfucurá, que había solicitado se le permitiera enviar una comisión a Buenos Aires para la gestión de un tratado. Dos meses más tarde se concretaba la renovación del tratado de paz23 con Calfucurá y se realizaba un primer tratado con su hermano Reuquecurá, una vez más, en los toldos de Catriel, quien parece haberse conducido como intermediario diplomático del proceso, garantizando la conducta de los caciques. Los "chilenos" de Cayupán no vuelven a aparecer en las fuentes, pero sí lo hacen los "Chechuelchos de Chocorí", y luego más precisamente de su hijo Sayhueque, quien con cuatrocientos indios armados se acerca a la zona de Azul solicitando se le acordaran raciones trimestrales como las prometidas a Reuquecurá, insistiendo en enviar su comisión a la Capital de la misma manera que los demás caciques.

En contraste con esta presencia competitiva del cacique manzanero, los principales aliados de Calfucurá parecían ser los indios cordilleranos liderados por su hermano Reuquecurá y Paillacán. A su vez, durante los últimos años, el cacique amigo Juan Catriel había apoyado algunas invasiones a la frontera. Aunque con intermitencias, algunas fuentes permiten inferir que la alianza con los caciques ranqueles y salineros podía activarse bajo el pedido de uno u otro grupo. Es así que hallamos a Calfucurá participando a principios de 1867 en un ataque en la frontera de Córdoba (Bechis 1999). No sabemos hasta qué punto continuaba activa la red de relaciones intertribales que cruzaba ambos lados de la cordillera. Sí sabemos que Calfucurá intenta en este contexto reestablecer sus contactos con Coliqueo, a quien reconocía como "Señor General y Cacique Principal de las tribus amigas de la República Argentina", esfuerzos de unión en un contexto de relaciones de paz con el gobierno que parecen no haber sido retribuidos por el cacique borogano (Hux 1991: 83).

Pese a la sanción de la Ley 215 de 1867, seguida por la definición del plan de avance del MinistroGainza, la decisión de concretarlo apenas terminada la guerra del Paraguay y el inicio de importantesdesórdenes en la entrega de raciones, Calfucurá prefiere no confrontar con el gobierno durante gran parte del año 1868. Sin embargo, cuando el presidente Mitre ordena explorar y ocupar la isla de Choele Choel,punto central en el recorrido de los ganados comercializados hacia Chile, la reacción de los salineros fue inmediata: Barros transcribe algunas de las varias cartas enviadas por Calfucurá y su hermano Bernardo Namuncurá, anunciando que se había mandado llamar nuevamente a las fuerzas de Reuquecurá y que se contaría, llegado el caso, con el apoyo de al menos 3000 lanzas de caciques "chilenos" (Barros 1975 [1872]). Pero estas no pasaron de ser amenazas de invasión, en parte porque el presidente Sarmiento decide retirar las tropas de Choele Choel. Creemos sin embargo poder delinear dos observaciones: por una parte, a lo largo de esta década el peso de las alianzas con las que contaba Calfucurá para la confrontación parece haberse consolidado hacia el oeste en tanto se iban perdiendo en el este, entre aquellos caciques que buscaron sus propios tratados de paz. En su lugar, vemos aparecer en las fuentes nombres de otros caciques provenientes del oeste cordillerano. Observamos, por otra parte, que lasoportunidades de coalición no siempre son aprovechadas, como podría esperarse, para llevar adelante grandes invasiones que redituaran en el plano económico. En este sentido, parece claro que no erafácil para Calfucurá convocar el apoyo de grupos distantes, y que el abastecimiento de ganado en lasfronteras bonaerenses no parecía necesariamente requerir o aprovechar todas las oportunidades deenfrentamiento político para confederarse para la invasión.

Menos de un año después del intento de ocupación estatal de la isla de Choele Choel, se decidió concretar el plan de adelantamiento de la línea de fronteras de Buenos Aires propuesto por el Ingeniero Czetz, que privaba a los indios de las principales aguadas que les servían de puntos de apoyo en sus invasiones24 y ocupar nuevamente Choele Choel (Hux 1991).25 Mientras tanto, Calfucurá había mandadollamar a Chile a Trapell, su yerno, y lo había mandado en comisión a Azul, donde permaneció retenido.Calfucurá accionó en forma diplomática, solicitando el regreso de su comisión y anunciando que loacompañaban dos nuevos caciques "chilenos", Güenchu Nahuel y Pichinlaf. También parece haberintentado contactarse con Coliqueo, nuevamente sin éxito (Hux 1991: 87). Para fin del año 1869 seprodujeron malones de salineros y ranqueles en las nuevas zonas ocupadas, y en febrero de 1870 nuevosgrupos de indios "chilenos" invadieron la zona de Tres Arroyos. Los rumores hablaban de una concentración de grupos en Salinas Grandes.26

A este contexto se agrega un nuevo elemento, que es el regreso a sus puestos de frontera de jefes militares luego de finalizada la guerra con el Paraguay, quienes buscando suscitar en la opinión pública y en el poder legislativo el apoyo presupuestario para dar cumplimiento a los avances militares previstos por la Ley 215 de 1867 de avance de las fronteras, protagonizan acciones de represión sobre los indios amigos de la frontera más vinculados a Calfucurá, agravando las relaciones con este cacique. A principios de 1870 el comandante de la frontera de Bahía Blanca avanza sobre los campos de Cañumil, acusándolo de robo de ganado. Más de setenta lanceros son muertos, la tribu y su cacique son hechos prisioneros y su ganado saqueado. Ello provoca la reacción inmediata de Calfucurá, quien reclama su liberación amenazando con invadir el sur de la provincia. Amenaza que se traduce en sendos malones a Tres Arroyos y a Bahía Blanca, este último dirigido por Manuel Namuncurá y otros caciques, entre los que estaban cuatro hijos de Calfucurá y algunos ranqueles al mando de una fuerza de 2000 lanceros y 300 arreadores (Hux 1991: 89). Musters (1997), viajero que se hallaba en estos tiempos en los territorios patagónicos, comenta que Calfucurá había buscado para esta invasión el apoyo del principal cacique tehuelche Casimiro, a quien le envió el siguiente mensaje transmitido en parlamento: "Tengo el caballo pronto, el pié en el estribo y la lanza en la mano y voy a hacer la guerra a los cristianos, que me tienen cansado con su falsía" (Musters 1997: 235). También fue invitado el cacique Sayhueque. SegúnMusters (1997) ninguno de los dos pedidos fue respondido afirmativamente, pues se consideró que este apoyo interrumpiría las buenas relaciones que se mantenían con Patagones. Tampoco habrían participado las indiadas de Cipriano Catriel, que para entonces había sucedido a su padre Juan Catriel, en esta movilización.

La respuesta del gobierno a estos malones fue una propuesta de renovación del tratado de paz con Calfucurá dirigida a cambiar prisioneros y ganar tiempo hasta reunir recursos e información para expedicionar contra sus tolderías.27 También se hallaba en curso la firma de un tratado de paz con los ranqueles Mariano Rosas y Baigorrita. Calfucurá admitió esta vía pacífica, aceptando recibir nuevamente raciones por Bahía Blanca pero exigiendo la remoción del comandante José O. Llano. Al mismo tiempo reforzó sus comunicaciones con el fuerte Gral. Paz, en el sector oeste, intentando entablar relaciones con los caciques amigos Coliqueo y Raninqueo con el argumento de que quería seguir en "buena armonía" y "estar de amigo con mi Gobierno que me sirve en muchas cosas para sostener mi indiada".28

Pero en 1871 otros eventos de esta "nueva diplomacia" militar se suceden en Azul. El coronelFrancisco Elía decide suspender las raciones a los caciques tapalqueneros, que habían constituido latradicional clientela política del coronel Ignacio Rivas, para elevar la autoridad de Cipriano Catriel. Confiere a este la suprema autoridad sobre el resto de las tribus, nombrándolo "Cacique Superior de todos los pampas" y declarando "rebelde" a todo aquél que no se le subordine. En esta condición caen rápidamente aquellos más ligados a Calfucurá, como los caciques amigos Manuel Grande, Chipitruz, Ramón López, Varela y Quentriel. Estos fueron saqueados y sus haciendas y familias llevadas como botín.

Luego de estos eventos conocidos como la batalla de la Laguna de Burgos, en mayo de 1871, trascendió que Calfucurá había convocado a indios de Chile y estaba reuniendo a más de 2000 indios en Salinas Grandes. Cuando en marzo de 1872 se vuelve a ocupar Choele Choel, Calfucurá parece haber concitado un apoyo mayor que en ocasiones precedentes: sus indios invadieron el 5 de marzo los campos de Blanca Grande, Bolívar y 25 de Mayo, mientras el grupo mayor sitiaba a la tribu de Raninqueo en La Verde. Entre los grupos que invadían se encontraban sus hijos Catricurá, con 1000 indios salineros, Manuel Namuncurá con 1000 indios chilenos y patagones, su hermano Reuquecurá con 1000 indios cordilleranos y chilenos y Epugner con 500 ranqueles (Hux 1993).

La alianza entre salineros, cordilleranos de Reuquecurá, "chilenos" y ranqueles continuaba siendo el eje básico de la convocatoria. Esta fuerza de cerca de 3500 lanceros enfrentó a las tropas nacionales, que aunque inferiores en número, contaron con 250 indios de Coliqueo y 800 indios amigos de Catriel (Hux 1993). Aunque renuentes a participar de un enfrentamiento, especialmente los catrieleros, los "indios amigos" terminaron por chocar con las fuerzas de Calfucurá el 8 de marzo de 1872. Si bien algunos opinan que la derrota de Calfucurá en San Carlos ha sido sobreestimada por los historiadores (Levaggi 2000), otros la consideran significativa, atribuyéndola además al quiebre moral logrado por el enfrentamiento entre "hermanos de raza" y a la insólita adopción de una estrategia occidental en el campo de batalla por parte de este cacique. Lo cierto es que a la vez que Calfucurá dio pruebas de un gran poder de convocatoria, los mandos militares consideraron que habían logrado la victoria, especialmente porque pudieron rescatarse cerca de 80.000 cabezas de ganado de la persecución con la que finalizó la batalla.

Creemos que estos enfrentamientos de principios de 1870, que culminan en la batalla de San Carlos,considerada el inicio de la decadencia del poderío de Calfucurá, muestra además el avance en lafragmentación de las alianzas indígenas provocados por el sistema de tratados desplegado en la segunda mitad del siglo XIX: las fuerzas nacionales, notablemente inferiores en número, lograron imponerse gracias al apoyo decisivo de las tropas de Catriel y Coliqueo, tribus que mantuvieron su apoyo al ejército nacional, aún cuando en el contexto del giro ofensivo de la administración fronteriza, habían comenzado a sentir no sólo la falta de raciones y el aumento de cargas militares, sino que eran constante objeto de sospecha de "rebelión".

Calfucurá moriría poco tiempo después de esta gran confrontación, el 3 de junio de 1873. Durante el último período como cacique intentó reestablecer las relaciones diplomáticas, reclamando por lairregularidad de las raciones durante los últimos cuatro años, justificando las razones de sus ataques yoponiéndose terminantemente al avance fronterizo hacia sus tierras de Carhué y Guaminí. Insiste, a lolargo de lo que queda de 1872 -un año de especial sequía y hambre en las pampas- en renovar sus tratados de paz, enviando a su hijo Namuncurá a Buenos Aires e intentando encontrar en el diálogo con el arzobispo Federico Aneiros vías alternativas de negociación con el gobierno, más flexibles que las presentadas en el frente militar.

A MODO DE CONCLUSIÓN

 Hemos intentado aquí reconstruir el proceso de establecimiento de alianzas políticas de Calfucurá a lolargo del extenso período comprendido entre las décadas de 1830 y 1870, identificando los caciques ygrupos que se confederaron bajo su conducción y las circunstancias y objetivos bajo los que dichascoaliciones se movilizaron. Asimismo, hemos buscado discernir el tipo de vínculo mantenido por Calfucurá como líder, tanto en el plano de conductor de coaliciones en gran escala como cacique de su propia unidad política. De esta manera hemos querido deconstruir y enfocar desde otro ángulo a la"Confederación Indígena de Calfucurá", representación que si bien fue elaborada en el contexto de las últimas décadas de existencia de la frontera, fue fortaleciéndose hasta imponerse como una entidad cuya existencia efectiva en el pasado pareciera no poder cuestionarse.

 Nuestra primera constatación es que no existió una "Confederación Indígena" estable y permanente bajo la conducción de Calfucurá. Lo que sí parece haber perdurado en la sociedad indígena del contexto panaraucano es la potencialidad de activar alianzas para la acción conjunta entre caciques; práctica presente desde el siglo anterior y que se había fortalecido como estrategia indígena en el proceso de contacto con los cristianos. Lo que resulta evidente del análisis precedente es que la potencialidad de establecer coaliciones en el espacio pampeano tendió a expresarse, desde fines de la década de 1840 en adelante, bajo la conducción del cacique Calfucurá, reconociendo su momento de mayor alcance, por los grupos involucrados y el poder desplegado por este líder, durante el año 1855.

 Sin embargo, de igual manera que en el período anterior al asentamiento de Calfucurá en Salinas Grandes, estas coaliciones, lejos de ser permanentes o automáticas, tuvieron una dinámica fluctuante, alternando momentos de dispersión ligados al establecimiento de relaciones diplomáticas con los gobiernos nacionales, y momentos de concentración en las que se activaban redes sociales y encadenamientos en respuesta a coyunturas signadas por el avance fronterizo y/o a acciones arbitrarias por parte de los gobiernos criollos, como la suspensión de raciones o ataques a agrupaciones aliadas. Si estas amenazas de coalición y acción militar conjunta se suceden en los años 1849, 1853, 1855, 1865, 1866, 1869, 1870 y 1872, no todas se concretan, y cuando esto sucede, no involucran la confederación de los mismos grupos aliados ni se traducen en malones a gran escala. En este sentido, es importante comenzar a reflexionar acerca de la relación entre la dinámica política y la económica en la sociedad indígena. Observamos que el rédito económico esperable de los grandes malones no siempre fue un argumento suficiente para la coalición de diferentes unidades políticas indígenas. En la misma medida, tampoco la oportunidad política creada por el avance estatal aseguró por sí misma la convocatoria a la unidad indígena.

 Luego de 1855, momento de mayor convocatoria de Calfucurá, puede observarse un desplazamiento de las alianzas del cacique que, centradas inicialmente en gran parte de los grupos del ámbito pampeano y norpatagónico, van limitándose a una participación intermitente de ranqueles, "chilenos", cordilleranos de Reuquecurá y eventuales apoyos militares y diplomáticos de los indios amigos de Catriel, a la vez que se observa una fragmentación de las alianzas con los grupos huilliches y manzaneros del curso de ríoNegro y sur del Neuquén y de los indios amigos boroganos de la frontera bonaerense.

 Creemos que es fundamental hacer intervenir como factor explicativo en esta evolución la política detratados de paz desplegada desde mediados de la década de 1850 por la provincia de Buenos Aires yprolongada luego por el gobierno nacional. Dicha política propició una cristalización de la autonomía delos distintos segmentos o agrupaciones políticas, limitando la elasticidad propia de los lazos políticosindígenas para hacer prevalecer, en la conducta de los caciques, sus negociaciones particulares con elgobierno más que con otros segmentos indígenas (de Jong 2007).

 Así como Vezub (2005: 95) ha constatado que la intensificación de los vínculos diplomáticos con elEstado contribuyó, entre otros factores, a producir un "salto de calidad" en la jefatura de Sayhueque entrelas décadas de 1860 y 1880, esa evolución no fue equivalente a otras, que siguiendo la distinción de Bandieri (2005) estaban más cercanas a los agentes del Estado y disponían de esta manera de un mayorespectro de actores con los que negociar, y, podríamos agregar, de oportunidades para abastecerse de ganado en las estancias vecinas.

 Efectivamente, los efectos de la política de tratados de la segunda mitad del siglo XIX parecen haber sido dispares en el campo indígena. El liderazgo de Calfucurá como jefe de la "Confederación Indígena"comenzó a verse afectado desde 1856, en que los nuevos tratados ofrecidos por el Estado de BuenosAires desligan de su alianza a caciques pampas y huilliches. Con posterioridad observamos la continuidad de este desgranamiento de caciques vinculados a Calfucurá, proceso que parece afectar alos principales caciques "confederados" y a aquellos que se hallaban bajo su influencia política inmediata.

 Por ello creemos necesario insistir en la distinción entre lo que solemos denominar "ConfederaciónIndígena de Calfucurá", de lo que fue su "cacicazgo". Mientras la primera parece haber obedecido a unaunificación de segmentos con cierta autonomía y por ello tuvo carácter efímero o coyuntural, el "cacicazgo"hace referencia a una autoridad y un poder más permanentes, a un conjunto de redes y alianzas centradas en torno a un cacique (Boccara 1999) cuya legitimidad, surgida en mayor o menor medida del consenso, involucraba factores que irían más allá de la unión para enfrentar al "blanco". El modo en que la relación con el gobierno nacional afectó a ambas dimensiones del liderazgo de Calfucurá es un punto quedebe analizarse con mayor profundidad. Hemos señalado que, hacia fines de la década de 1840, habríaexistido una tendencia al incremento del poder por parte del cacique en la cual su rol como "proveedor yredistribuidor de raciones" debe ser profundizado. Pero la posibilidad de que parte de sus principales seguidores pudieran acceder a los bienes entregados por el gobierno a través de la firma de tratados paralelos pudo haber limitado, durante las últimas décadas de la frontera, esta concentración de poder. El contraste entre este proceso y aquellos que refieren a los cambios cualitativos en el ejercicio del poder en jefes como Sayhueque amerita que profundicemos en los cambios políticos de grupos con distintas bases materiales y con diferentes relaciones de dependencia hacia los recursos obtenidos, por la vía pacífica o no, de la sociedad blanca.

 Por último, aunque queda clara la importancia de las alianzas de Calfucurá con otros líderes indígenas de la cordillera y del territorio chileno, resta preguntarse por el carácter de tal vínculo. Este parece acercarse a la alianza voluntaria y consensuada entre jefes y no remite a la subordinación a un poder o a un liderazgo permanente. Calfucurá aparece, ante los ojos de los funcionarios de la frontera y ante nosotros como investigadores, como la cabeza de una confederación cuya dinámica interna desconocemos. No debe suponerse, en este sentido, que estos vínculos de alianza fueran los únicos que relacionaban a los grupos de ambos lados de la cordillera, en tanto situaciones de conflictividad o competencia pueden rastrearse no sólo en períodos anteriores sino también en el que estamos abordando. Pero en tanto parecen ser los más estables a lo largo del período, será fundamental incorporar al desarrollo futuro de este análisis la participación de los caciques cordilleranos y del territorio chileno en el campo de alianzas en el este cordillerano.

NOTAS

1 Consideramos como antecedente de esta propuesta la noción de "territorio indio" de León Solís (1981), quien refiere así a la formación de una entidad culturalmente homogénea que integraba a las Pampas y la Araucanía, como resultado del creciente predominio ejercido por los grupos araucanos del lado occidental de los Andes sobre sus vecinos de las Pampas, cuyo clímax habría tenido lugar a mediados del siglo XIX.

2 La estructura política segmental alude a una configuración política formada por la repetición o fisión de unidades o segmentos autosuficientes más pequeños que la sociedad sin que haya una estructura política superior que los contenga (Middleton 1958, en Bechis 1989).

3 Bechis (1989) toma esta distinción de Fried (1967) para quien "Autoridad se refiere a la habilidad de canalizar la conducta de otros en ausencia de amenazas o uso de sanciones negativas, poder es la habilidad de canalizar la conducta de otros por la amenaza o uso de sanciones negativas" (en Bechis 1989).

4 Utilizamos la categoría "tribu" concientes de que las distintas acepciones posibles de este término nos mantienen en un terreno de ambigüedad conceptual. Los trabajos dedicados al área arauco-pampeano-patagónica tienden a emplear frecuentemente las categorías de "tribu", "agrupación", "parcialidad" o "nación" tanto para referirse a los seguidores de un cacique en particular como para aludir a los grupos mayores que en las fuentes son identificados como "ranqueles", "salineros", "tehuelches", etc. En este sentido, y sin pretender aún arribar a una definición más precisa, el enfoque de este trabajo apunta a la necesidad de conocer las características de las unidades políticas y el alcance de las alianzas indígenasdesde la reconstrucción de sus dinámicas históricas.

5 Juan Calfucurá descendía de la familia de los Curá de la zona de Pitrufquén, cercana al volcán Llaima, en el Departamento de Villarrica, donde permanecieron varios de sus hermanos (Hux 1991). Este origen dio lugar a que en algunas fuentes sus seguidores fueran denominados "llaimaches", o "nación Llalmache" según Zeballos (1954 [1884]).

6 Sobre la trayectoria del cacique Toriano ver Villar y Jiménez (2003).

7 Los ranqueles habían surgido del mestizaje entre indios de los alrededores de Neuquén y autóctonos de Mamil Mapu, (espacio que se extendía al este del complejo Atuel- Salado-Chadileuvú) en el último cuarto del siglo XVIII. Las fuentes extenderían la designación de ranquel a la población de esa zona (Roulet 2002: 70).

8 Libros de Caja, años 1848-1850, AGN, Sala III. El análisis mencionado lo hemos realizado en Ratto (2003).

9 Tratado del 25 de octubre de 1856 entre el Gobierno de Buenos Aires y los caciques Catriel y Cachul. Carta del coronel Escalada a Mitre, San Benito 11-11-1856, AGN, Ejército de Fronteras Norte, Sud y Centro X, 19-7-3, en Levaggi (2000: 302).

10 Tratado del 24 de mayo de 1857 entre el Gobierno de Buenos Aires y Yanquetruz, AGN, X, 27-7-6, en Levaggi (2000: 291).

11 Comunicación de Antonio Varas, del gobierno de Chile, Santiago, Julio 9 de 1860. SHE, Doc. Nº 564.

12 Aunque no se conserva copia de este tratado, según un informe del Teniente Coronel a cargo de la Comisión de Indios Amigos Juan Cornell sostenía que "existe un tratado por el cual recive Calfucurá cada trimestre dos mil yeguas y los artículos de ración pa. distribuirlos a sus tribus" 10/ 11/1863. SHE Doc. Nº 699.

13 Comando General del Ejército. Campaña contra los indios. Caja 22 Doc. Nº 4086, en Levaggi (2000: 350-352).

14 Comando General del Ejército. Campaña contra los indios. Caja 19 Doc. Nº 887, en Levaggi (2000: 353-355).

15 Este fue al menos el compromiso impuesto en los tratados realizados a fines de la década con el cacique araucano Lemunao en 1869 y con los caciques ranqueles en 1870 (Levaggi 2000).

16 Carta de Juan Cornell al ministro de Guerra Juan Andrés Gelly y Obes, 10/11/1863, SHE, Campaña contra los Indios, Frontera sur, caja 12, No 699.

17 Una consideración aparte merecería el seguimiento de las relaciones diplomáticas mantenidas por las tribus pehuenches del sur mendocino y norte del Neuquén, más ligadas durante esta década a las condiciones impuestas por la competencia entre los gobiernos mendocino y chileno por el control y uso del territorio cordillerano.

18 José O. Llano al Ministro de Guerra Gral. Juan Gelly y Obes, 18/4/1864. SHE, Doc Nº 8841. Calfucurá a su vez se quejaba por aquellos años que luego de repartir las raciones no había quedado nada para su tienda (Hux 1993:76).

19 Monte Chilihué, carta de Calfucurá al Comandante de Bahía Blanca José O. Llano, 18/4/1863. SHE, Frontera con los Indios, Caja 11, No. 414. Esta cita es singular, en tanto parece ser el reverso de otra seleccionada por Vezub (2005: 72) como ejemplo de definición pragmática de jefatura para el caso de Sayhueque. Según una carta de un comerciante chileno, si Sayhueque era jefe tenía poder para lograr que sus subordinados parasen de robar.

20 Al respecto, y aunque no se ha encontrado en los archivos ejemplares del tratado firmado por Calfucurá con el Gobierno de Buenos Aires, es posible que las raciones acordadas en él fueran notablemente menores a las percibidas durante el período rosista. Según una referencia del Teniente Coronel a cargo de las comisiones de indios, Juan Cornell, este cacique recibía trimestralmente -y ya no mensualmente- "dos mil yeguas y los artículos de ración pa. distribuirlos a sus tribus". Juan Cornell al Ministro de Guerra y Marina Juan Nelly y Obes, 10/11/1863. SHE, Frontera con los Indios, Caja 12, Doc. Nº 699.

21 Este es el momento en que su segundo Quentriel abandona su lugar en Salinas Grandes para solicitar su ingreso a la frontera como "indio amigo", coyuntura conflictiva que colabora a explicar el temor de este cacique de ser perseguido por Calfucurá. Memoria del Ministerio de Guerra y Marina, 1866, Anexo G, p.3.

22 Carta de Álvaro Barros al Ministro de Guerra Julián Martínez, 22/8/1866. SHE, Caja 20, Doc. Nº 3588 y Nº 893.

23 El tratado de paz está fechado el 12 de octubre de 1866 y consta de 9 artículos. Se conserva como Doc. Nº 896 del Archivo del Estado Mayor de Buenos Aires (Hux 1991: 81).

24 Carta del coronel de Ingenieros Juan F. Czetz al Ministro de Guerra, elevando informe sobre el establecimiento de una nueva línea de fronteras, Enero 5 de 1870. SHE, Caja 31, Doc. Nº 18ª-5620.

25 Este plan incluye la firma de un tratado de paz, que ya se venía gestando desde 1868, con el cacique chileno Lemunao, sobrino de Calfucurá, al que se le adjudica terrenos en "El Chichinal", -a veinte leguas de la Isla Choele Choel-, encargándole -bajo la promesa de raciones y la construcción futura de un pueblo-, la vigilancia del paso y el aviso de cualquier intento de invasión. Se lo condicionaba, asimismo, a no reconocer ningún dominio ni autoridad en los caciques Calfucurá y Reuque Curá, ni en ningún otro cacique natural del país, o de Chile, considerándose en adelante "súbditos argentinos" SHE, Caja 25, Doc. Nº 4835 y Nº 997, Caja 29 Nº 5402, y Memoria del Ministerio de Guerra 1870:292-294.

26 La participación de grupos provenientes de la Araucanía en las invasiones de 1870 y 1871 podría haberse intensificado, según León Solís, por el contexto en el cual entonces se hallaban los grupos arribanos del sur del ríoMalleco liderados por el cacique Quilapán, que desde 1868 enfrentaban militarmente el avance del estado chileno sobre sus territorios. El escaso éxito de esta rebelión impulsó a muchos de estos grupos a trasladarse en esos años hacia las Pampas, en búsqueda de refugio y recursos para la guerra (León Solís 1981: 37).

27 Murga al inspector y comandante general de armas, Emilio Mitre. Bahía Blanca, 12/11/1870. SHE, caja 32, Doc. Nº 1130, en Levaggi (2000: 435). Archivo Mayor del Ejército, 9.3.71, en Hux (1991: 91).

28 Calfucurá al Coronel Boerr, Salinas Grandes, 21/12/ 1870. SHE, Doc. Nº 6256.

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