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Intersecciones en antropología

On-line version ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.10 no.1 Olavarría Jan./June 2009

 

ARTÍCULOS

Museos regionales en el Sudeste de la Provincia de Buenos Aires. Una aproximación a la problemática del patrimonio arqueológico

Irene Elena Brichetti

Irene E. Brichetti. Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense (LARBO), Universidad Nacional de Mar del Plata. Ituzaingó 3424, (7600) Mar del Plata. E-mail: iebrichetti@gmail.com

Recibido 12 de Junio 2007
Aceptado
26 de Junio 2008

RESUMEN

Los museos nacionales en Argentina surgen conforme al influjo ejercido por la moderna idea de progreso y el imperialismo inscripto en el discurso museológico a través de la justificación de la superioridad occidental. El mundo postcolonial ha abierto otras perspectivas y nuevas voces pugnan por ser incluidas en la historia a través de su incorporación en el debate patrimonial. En este contexto mundial y desde hace tres décadas están creciendo los localismos justamente cuando una incipiente cultura común o global parece elevarse por sobre las singularidades. Es en este marco donde han surgido pequeños museos captados por el ámbito municipal en localidades bonaerenses. Aquí analizaremos cómo esos museos regionales del sudeste de la provincia de Buenos Aires (Miramar, Santa Clara del Mar, Balcarce) se inscriben en la problemática del patrimonio arqueológico a partir de la relación entre lo local y lo global, la multivocalidad y el turismo.

Palabras clave: Museos; Localismos; Multivocalidad; Turismo.

ABSTRACT

Regional museums in southeast Buenos Aires province: an approach to the archaeological heritage issue. National museums in Argentina emerged with the influence of the idea of progress and imperialism inscribed in a museological discourse that served to justify western superiority. The postcolonial world has introduced other perspectives and new voices which struggle to be included in history through inclusion in the debate around patrimony. In this worldwide context for the past three decades localism has been growing at the same time that a global and common culture has been rising out of the singularities. Consequently, small museums were opened by local governments in Buenos Aires Province. Our objective is to analyze how the regional museums in southeast Buenos Aires Province (Miramar, Santa Clara del Mar, Balcarce) are included in the current heritage debate on the basis of the relationship between the local and the global contexts, multivocality and tourism.

Keywords: Museums; Localisms; Multivocalism; Tourism.

INTRODUCCIÓN

Existe abundante bibliografía que refiere al surgimiento de los museos tradicionales a la luz de la conformación de los estados nacionales (Dujovne 1995; Endere 1995; Podgorny 2005; Schmilchuck 1987). En el caso argentino estos fueron creados a fines del siglo XIX conforme a los designios de una historia nacional y una sociedad culturalmente homogeneizada según el ideal de la Europa moderna. En esta lógica, la inclusión de lo antropológico en los museos de ciencias naturales formaba parte de un todo coherente donde el marco ideológico era el evolucionismo y el patrimonio era concebido como algo monumental, representando la cultura, la erudición y el progreso de los pueblos. El caso paradigmático a nivel nacional de este tipo de museo es el de la ciudad capital de la provincia de Buenos Aires, el "Museo de Ciencias Naturales" de La Plata.

En la actualidad, los museos comienzan a inclinarse hacia campos no tradicionales como la vida cotidiana, lo popular o la historia oral en un intento por renovarse y abandonar el carácter estático que los definió históricamente (Pérez Gollán 1991). Esto obedece al desgaste del modelo moderno, cuyas instituciones han llegado al límite del agotamiento y por tanto, exigen ser reemplazadas por otras. Éste es un lento proceso, de larga duración que requiere el compromiso de diversos integrantes del cuerpo social. En algunos casos el esfuerzo y trabajo conjunto de distintos grupos se refleja en una concepción museológica actualizada. Dos casos son representativos a escala nacional: el Museo Etnográfico "Juan B. Ambrosetti" de la Universidad de Buenos Aires y el Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba.

Los docentes e investigadores universitarios han sido los promotores para la renovación y/o gestión de estas instituciones en el marco de propuestas de extensión hacia la comunidad. Esto ha generado la existencia de una oferta de calidad para el público no especializado que desea acceder de un modo no formal al conocimiento. Justamente la posibilidad de estos museos nacionales y metropolitanos de transformarse en agentes transmisores de la producción científica universitaria es lo que les asigna su carácter excepcional.

En los planos regionales, la situación varía. En principio, hablamos de museos surgidos a partir de la segunda mitad del siglo XX con recursos privados y el impulso de entusiastas vecinos, entre los que se encuentran algunos coleccionistas autodidactas. La mayoría de las veces, la legitimación municipal se formula a través de la fundación institucional cuando los museos ya han adquirido cierta notoriedad (Pupio 2005). Uno de los problemas que deben afrontar este tipo de museos en oposición a los universitarios es la procedencia de sus colecciones. En ausencia de un procedimiento sistemático y riguroso de extracción de evidencia material, como es el científico, los restos recolectados pierden su valor contextual. Las prospecciones y excavaciones que no son realizadas por arqueólogos profesionales suelen no seguir los requisitos específicos que corresponden. La ausencia de información asociada puede repercutir negativamente en la consideración de la evidencia científica. Esta situación nos introduce en el debate sobre las posibilidades del público visitante para evaluar críticamente la información que brinda el museo. Otro punto significativo concierne al surgimiento de estos museos en un contexto histórico, social y cultural marcado por la globalización. En los años ochenta aparece una nueva "economía mundial" de bienes materiales y simbólicos que nos sumerge en campos compartidos pretendiendo ignorar las diferencias (García Canclini 1997). En un mundo donde las fronteras se desdibujan frente a la mundialización del conocimiento, las singularidades y particularismos emergen con inusitada vigencia. Los casos estudiados se ubican geográficamente en la zona sudeste de la provincia de Buenos Aires, sus etapas fundacionales corresponden a los últimos treinta a cuarenta años y su gestación está vinculada a la construcción de un pasado local, los principales propulsores han sido vecinos destacados por su participación activa en la comunidad de pertenencia como referente identitario. Dicho museos son el "Histórico Municipal" en Balcarce, "Punta Hermengo" en Miramar y "Pachamama" en Santa Clara del Mar. A ellos se agrega, a modo comparativo, el "Museo de Ciencias Naturales Gesué Pedro Noseda" en Lobería.

El objetivo de este trabajo consiste en descubrir similitudes y diferencias en los casos propuestos a fin de indicar su relación con la problemática del patrimonio arqueológico. En este sentido, la información etnográfica obtenida en visitas a estos espacios se combinará con las discusiones actuales de especialistas en la temática que nos ocupa. Se prestará especial atención a la relación entre lo global y lo local, lo que ha dado en llamarse "nuevo turismo del ocio" y la multivocalidad expresada en el discurso museológico.

EL DISCURSO MUSEOLÓGICO SOCIALMENTE CONSTRUIDO

El patrimonio cultural, en cualquiera de sus vertientes es considerado parte constitutiva de las identidades de los diversos grupos sociales. Aunque no existe un concepto único que lo explique, las diversas precisiones, en mayor o en menor medida coincidentes, insisten en entenderlo como una construcción social y dinámica (González Méndez 2000). Hobsbawn (1993, en Belli y Slavutsky 2005) cree que el patrimonio es una tradición inventada por sectores hegemónicos y Bourdieu (1997, en Belli y Slavutsky 2005) lo define como el capital simbólico propio de un sector capaz de legitimarlo. Es posible observar consenso acerca de que el patrimonio constituye un producto social elaborado por un grupo considerado dominante en la sociedad.

"El patrimonio cultural (y cada uno de los ámbitos que integra) se define como el legado histórico y social del pasado que pervivió a lo largo del tiempo y que es preciso conservar para generaciones futuras" (González Méndez 2000: 10). Los bienes arqueológicos se identifican como patrimonio arqueológico y éste con el patrimonio histórico o cultural.

La crítica más extendida que emerge de la bibliografía específica es que los museos suelen representar imágenes míticas o distorsionadas acerca del pasado. Esto ocurre en función del poder legitimador de fuerzas dominantes que actuaron en la exclusión de otros puntos de vista y perspectivas diferentes sobre la aparente inevitabilidad de la estructura social contemporánea (Merriman 2000). Este enfoque dominante y selectivo en el que primó la superioridad occidental por sobre lo no occidental se inscribe dentro de un contexto histórico preciso. La consolidación de la antropología y la arqueología como ciencias se dio en el siglo XIX a la luz de un imperialismo formal justificado por una pretendida superioridad occidental. La teoría que dominó el proceso fue el evolucionismo unilineal que llevó a pensar que todas las sociedades debían atravesar los mismos estadios hasta llegar al más avanzado, la civilización. Esto derivó en que la antropología, la arqueología y la historia dividieran su objeto de estudio según esferas temporales. La antropología y la arqueología estudiarían a las sociedades sin escritura o "no civilizadas", las que dieron en reconocer como prehistóricas. La historia estudiaría a los pueblos llamados "civilizados" por conocer la escritura. Esta lógica se trasladó a los museos en el marco de la formación de los estados nacionales conforme a las ideas condensadas por el iluminismo primero y luego por el romanticismo. La idea central era el progreso y las representaciones ligadas a lo no occidental debían evidenciar una imagen exótica y generalmente inferior a la occidental. Esta idea estaba influida por un fuerte etnocentrismo y eurocentrismo propios de la época. Uno de los mitos más recurrentes que han creado y difundido los museos ha sido el de la superioridad del mundo occidental (Merriman 2000). Dicho mito es evidente en la fundación del Museo Británico en Inglaterra y en el plano argentino, en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Para Trigger (1984, en Byrne 1991) durante el sigo XIX en Gran Bretaña, la supremacía tecnológica fue utilizada para justificar la dominación europea. Preucel y Hodder (1996) consideran que la construcción de la "otredad" refiere no sólo a la diferencia y diversidad sino también a la idea que los países occidentales han tendido a construir sobre el pasado y la cultura de los países no occidentales como imágenes inversas de sí mismos, el "otro" es simplemente la oposición del "yo occidental".

Los cambios, rupturas y continuidades, también evidentes en el tratamiento del patrimonio arqueológico, han sido consecuentes con una coyuntura histórica específica: el proceso de descolonización. Los movimientos devenidos de este último proceso ocurrieron paralelamente al ingreso de bienes materiales y simbólicos en un gran mercado común. En un nuevo orden mundial marcado por la globalización los productos transnacionales son consumidos y aceptados indistintamente más allá de las formas culturales locales (Gosden 1999). Nuestra imagen sobre el patrimonio cultural, fija en lo histórico, deberá redefinirse en función del dinamismo propio de una cultura globalizada y común (Arizpe 2000). Gosden (1999) sostiene que la relación entre la resistencia de lo local y las fuerzas abrumadoras de lo global generan un nuevo problema a resolver por la antropología que es la relación entre lo global y lo local. Es que estamos transitando una nueva etapa donde se han atomizado la diversidad y la cantidad de representaciones por las necesidades que plantean diversos grupos étnicos. La emergencia de nuevas naciones y los reclamos de distintos grupos étnicos generan urgentes necesidades no sólo en el contexto argentino y latinoamericano sino a nivel mundial. Los museos continuarán siendo espacios privilegiados para la conservación y exposición del patrimonio. No obstante, seguirán formando identidades y construyendo mitos nacionales y étnicos conforme a diversos intereses (Merriman 2000). Es en este sentido donde hoy se busca introducir como parte del discurso museológico la multivocalidad como instancia superadora de la transmisión de un discurso monolítico propio del siglo XIX. Merriman (2000) apela a la inclusión de dicho recurso a partir de diferentes estrategias. Una de ellas consiste en sugerir que existen muchas historias y que todas presentan una contingencia histórica. Otra es ver a los museos no como lugares donde se cuentan historias absolutas sino como espacios donde se estimule el espíritu crítico del visitante. Una de las propuestas que realiza en este sentido es la de presentar las colecciones del Museo Británico como parte de un continuum imperialista.

The introduction of "multivocalism" into museums has the possibility of transforming the whole of the museum enterprise. From a history of conducting a monologue with a largely passive visiting public, there emerges the potential for the museum to conduct an active dialogue with the public (...) By embracing the idea of dialogue, it could become possible for museums to transform themselves from vehicles for the transmission of myths to places, where myths can be critically evaluated and challenged, and thus places where communities can come together for mutual self-understanding (Merriman 2000: 305).

En los últimos años han aparecido algunos conflictos con relación a las demandas multiculturales al patrimonio cultural (Arizpe 2000). Hasta ahora el debate se ha centrado fundamentalmente en la restitución de restos humanos como ha sucedido, por ejemplo, en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. En los casos regionales analizados no se ha hallado evidencia que de cuenta de reclamos formales de este tipo. Pero el debate no puede limitarse a un único aspecto.

La cuestión sobre la "multiculturalidad" implica la incorporación de actores sociales al discurso museológico construido a fin de desmitificar el carácter monolítico de la historia. Desde el punto de vista histórico, un museo multicultural también puede ser un espacio donde queden expresadas, por ejemplo, las voces de grupos inmigrantes que vinieron a habitar el suelo argentino en la época de la Argentina aluvional.

LOS MUSEOS

La información obtenida sobre los casos seleccionados resulta de una combinación de métodos y técnicas técnicas de investigación que incluyeron la observación, el análisis documental de fuentes escritas y el empleo de entrevistas en profundidad. En principio se realizará una breve reseña acerca de la historia institucional de cada Museo teniendo en cuenta los actores sociales involucrados.

Museo Municipal "Punta Hermengo"

Las primeras referencias sobre este museo datan de 1912 cuando José María Dupuy arriba a la zona y empieza a conformar una colección que luego expondrá en el primer Museo de Ciencias Naturales del Partido de General Alvarado. Lorenzo Parodi, naturalista del Museo de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia", colabora con él. Parte de la colección de Dupuy forma parte del acervo del museo en la actualidad.

Durante los años 60 algunos jóvenes se reúnen por una variedad de intereses culturales, forman el Grupo Dharma y más tarde se constituyen en comisión con el propósito de fundar un museo. En 1971 abre al público el Museo Histórico y Pre-Histórico de General Alvarado en un inmueble facilitado por el intendente Municipal Ernesto Hammer. Permanece abierto al público durante tres años hasta que después de algunos desacuerdos con la gestión de la comuna se decide cerrarlo por refacciones y relegar las piezas a un galpón lindante.

Los jóvenes comienzan su lucha para reabrir el Museo. Se constituye una nueva comisión presidida por el Dr. Juan María Duclós Peña y la Licenciada Roxana Borrelli. Sin embargo, "recién se organiza y abre sus puertas el 17 de Agosto de 1977 con la dirección del Licenciado Sebastián Redondo (quien apoya al grupo en los últimos años), la participación de la Universidad de Mar del Plata y la Municipalidad de general Alvarado" (Brugueras 2004). Funciona hasta 1983 donde comienza otra etapa de deterioro que finaliza en 1988 cuando el Museo comienza a reorganizarse tomando como punto de partida la ordenanza Municipal N°248/88 y adoptando su nombre actual.

La colección arqueológica

La misma estuvo compuesta inicialmente por la colección de José María Dupuy, la cual habría sido donada por sus descendientes. Los sucesivos cierres provocaron el deterioro y pérdida de muchas piezas, sólo quedan algunas pertenencias personales, como por ejemplo el uniforme de Dupuy que se expone en la sala de Arqueología en homenaje a su labor. Se desconoce la procedencia exacta de algunas piezas como por ejemplo, un cráneo humano aparentemente patagónico, como también de hallazgos locales de restos humanos encontrados en 1968. Otros materiales arqueológicos fueron recolectados en búsquedas aficionadas de vecinos de la zona.

Museo Histórico Municipal de Balcarce

El museo surge como resultado final de la inquietud de un grupo de vecinos que se propuso trabajar con la municipalidad a fin de formalizar un estudio sobre la gestación política del partido y su desarrollo socio-económico. En el año 1982 se firma un convenio entre la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata y la Municipalidad del Partido de Balcarce para concretar el estudio histórico del partido. Se crea una Comisión Ejecutiva local para auxiliar en su tarea a los investigadores. Esa comisión con mínimas variaciones se transforma en la comisión pro-museo integrada por: Raúl Viglizzo, Jorge Cabot, Sonia Riricos, Ana María Bibbó, Zulema Lahitte, Carlos Barragán y Eduardo Rodríguez.El 15 de octubre de 1990 se inaugura el museo provisoriamente con locación en espacio cedido en forma gratuita por el Museo Fangio por el término de tres años. El Museo no llega a funcionar en la totalidad del plazo previsto y se cierra. La inauguración definitiva es el 31 de Agosto de 1998 con edificio propio y actual sede.

La colección arqueológica

El museo se inaugura vacío (Z. Lahitte comunicación personal, Mayo 2006-julio 2007). La colección se va integrando con los elementos que aporta la comunidad a través de la difusión del pedido que realiza la comisión primero y luego Zulema Lahitte en medios de comunicación locales. El material arqueológico es muy escaso, de superficie y procede únicamente de un sitio local.

Museo Municipal de Ciencias Naturales "Pachamama"

El antecedente directo de este Museo puede hallarse en la colección privada del naturalista aficionado Amador Rodríguez. La historia institucional comienza cuando en 1979 arriba a Santa Clara del Mar, Daniel Scian, oriundo de Buenos Aires. En su tiempo libre recorre la barranca y observa restos fósiles que expone luego en un local gastronómico de su propiedad. Se contacta con vecinos aficionados y con el entonces director del Museo de Ciencias Naturales "Lorenzo Scaglia" de Mar del Plata, Roberto Vétere. En el grupo que se conforma integrado entre otros por Ana Zerillo, Esteban Nicolihi y Amador Rodríguez, se gesta la idea de hacer un museo local. El 20 de diciembre de 1983 se forma la Comisión Pro-Museo con Daniel Sian como presidente. La inauguración definitiva se realiza en Agosto de 1988 con edificio propio luego de su apertura temporaria en la delegación municipal.

La colección arqueológica

El proceso de recolección de material arqueológico puede dividirse en dos etapas: una espontánea y la segunda sistemática. En los inicios fueron hallazgos casuales que con el tiempo se convierten en excursiones y búsquedas organizadas por los vecinos de la comisión Pro-Museo asesorados por Amador Rodríguez. Entre las piezas exhibidas se pueden apreciar raederas, boleadoras y morteros.

Museo de Ciencias Naturales "Gesué Pedro Noseda"

En 1959 había surgido la iniciativa por parte de Gesué Pedro Noseda y C. Cerimelo, socios del Club de Pesca Lobería. Gesué Pedro Noseda pensó en exhibir las piezas que había recolectado. Los miembros de la Comisión Directiva del Club de Pesca lo apoyaron decididamente desde el primer momento.

El Museo de Historia y Ciencias Naturales "Gesué Pedro Noseda" es inaugurado el 24 de Marzo de 1960 en instalaciones dependientes del Club de Pesca Lobería. El 13 de Mayo de 1965 ya en nueva cede obtiene el Reconocimiento Municipal.

La colección arqueológica

Las recolecciones iniciales de restos fueron encabezadas por Gesué Pedro Noseda y un grupo de colaboradores que comenzaron a explorar los alrededores del río Quequén Grande y las sierras de Lobería. Si bien Noseda no contaba con formación académica, el especial cuidado en registrar la procedencia de los restos arqueológicos estimuló la participación de científicos universitarios en el museo y las múltiples actividades de divulgación científica (Actos Culturales), en los cuales participaba la comunidad local de manera intensa. Los hallazgos cobraron una dimensión importante en función de los resultados alcanzados por estos investigadores (Museo de Ciencias Naturales 2001).

LA PROBLEMÁTICA

Existen algunos puntos particulares que surgen de la comparación de los casos estudiados (Tabla 1). En principio, el contexto fundacional. El más antiguo de ellos fue inaugurado en 1960 y constituye un caso singular por la excepcionalidad que implicó la colaboración de su principal mentor en el proceso de profesionalización de la Arqueología y en la formación de sus primeros especialistas. Examinar la Historia del Museo de Lobería significa observar la presencia de la relación exitosa entre la comunidad, el saber autodidacta y la ciencia. Gesué Pedro Noseda ha recibido diversos honores como premios, menciones y placas no sólo por parte de universidades sino también de la comunidad que le ha puesto su nombre al museo y a la actual Escuela de Campo en Arqueología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.

Tabla 1. Información comparada de los casos de estudio.
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La mayor dificultad advertida en los Museos de Miramar y Santa Clara del Mar radica en el distanciamiento entre los centros productores de conocimiento científico y los responsables institucionales que ven ignorada su labor por no adecuarse a las normas que exige un registro arqueológico para ser admitido. En cierta forma, las actividades de aficionados en el campo se han visto algo limitadas frente al creciente desarrollo de la arqueología profesional.

El debate que emerge es la cuestión de la multivocalidad aplicada al conocimiento arqueológico. Hasta ahora la discusión de este punto se centraba en la incorporación de voces relegadas de la historia, como es la que desde algunos años están asumiendo los pueblos originarios. Lo que se discute aquí es otro factor. En sus orígenes, la arqueología, se forjó sobre la base del coleccionismo, se aprendía mientras se excavaban los sitios con la consiguiente pérdida de información. En la actualidad existe plena conciencia acerca de la importancia del registro arqueológico, del contexto y de la sistematización del método científico. La discusión acerca de la multivocalidad en lo que refiere a restos arqueológicos no humanos consiste en pensar hasta dónde es válido aceptar y difundir conocimiento no elaborado científi camente. En caso de adoptarlo, ¿cómo se construye ese discurso?, ¿Cómo darlo a conocer al público? Probablemente, la función del aficionado hoy no sea continuar excavando ni generar un conocimiento alternativo, quizás sea colaborar en la generación de nuevos lazos que articulen la relación entre la universidad y la comunidad. Sin duda, estos museos son espacios privilegiados para la construcción de vínculos comunitarios e identitarios. En este sentido el caso emblemático, a nivel regional, es el de Lobería. El Museo de Balcarce, aunque más reciente, ha elegido un camino similar en cuanto a la vinculación con investigadores universitarios.

El motivo que mueve a los vecinos es la apertura de un Museo para mantener viva la memoria local. Prueba de ello es que con posterioridad a la inauguración se forma la colección.

En un análisis comparativo vemos como los beneficios se multiplican cuando se construye una sólida relación entre los distintos actores sociales. Una de ellas tiene que ver con el discurso que se expone en los museos, existe una ideología implícita en lo que se expone y cómo se exhibe. En el momento en que se fundaron los grandes museos nacionales era común la inclusión de los restos materiales "prehistóricos" en los de ciencias naturales.

Cuando se funda el Museo Etnográfico de Buenos Aires podríamos decir que nos enfrentamos a un incipiente cambio en la forma de entender la historia. Esto queda claro cuando en 1947, el Museo de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" transfiere las piezas arqueológicas de su colección al Etnográfico "Juan B. Ambrosetti". En la actualidad los museos han debido cambiar sus propuestas aceptando lo arqueológico en el relato histórico de los orígenes. Contar el pasado humano en estos términos puede facilitar la interpretación de la exposición porque nos permite apropiarnos de la información desde una perspectiva que nos identifica. En otras palabras, hacer nuestra la historia de quienes nos precedieron es mantener viva la memoria. El Museo de Balcarce cuenta el pasado local desde una perspectiva milenaria que sitúa los orígenes de la historia en los inicios de la actividad social humana.

Es por todo lo antepuesto que estaríamos en condiciones de decir que quizás la estrategia en la actualidad es la extensión de la universidad hacia la comunidad a través del museo a fin de construir un patrimonio común, participativo y ciudadano. El éxito de los museos caracterizados por una relación integral de todos los actores sociales consiste en su aceptación local como referentes.

El "nuevo turismo del ocio"

Los museos _tradicionalmente espacios donde se alojan piezas de interés para un público erudito y/o aficionado_ se preparan hoy para recibir a visitantes de extracción muy variada y altamente heterogéneos. Sin duda, los restos arqueológicos atraen. "Desde un punto de vista general, se pueden distinguir tres grandes grupos: los gobiernos, los profesionales de la arqueología, y los ciudadanos en general. Para cada uno de ellos el atractivo del vestigio arqueológico se sitúa en aspectos distintos" (Gónzález Méndez 2000: 9). De estos dos grupos nos abocamos al público en general a fin de medir el impacto social que están teniendo hoy estos museos más allá de la relación de estos con la comunidad a la cual pertenecen.

"La ciudadanía parece inclinarse hacia los bienes arqueológicos por dos motivos principales: ocio y negocio" (González Méndez 2000: 10). Hoy los restos arqueológicos interesan no sólo a unos pocos sino a muchos informados y con más tiempo libre disponible para invertir en el turismo alternativo y el ocio activo a través del disfrute social que se puede encontrar en distintos espacios culturales. Al mismo tiempo, el crecimiento en el área de los servicios ha generado una nueva actividad económica vinculada a la educación no reglada y la recreación. En este sentido, los museos regionales se han transformado en lugares visitados por los turistas más que por la comunidad local. Éste último es el caso del Museo Histórico Municipal de la ciudad de Balcarce donde además de turismo provincial y nacional está siendo cada vez menos eventual la llegada de público procedente de países limítrofes o incluso europeos. La razón de ello es que muchas personas están eligiendo incluir en sus itinerarios la visita a pequeñas localidades, algo que antes no sucedía porque los viajes se realizaban directamente al destino elegido (Z. Lahitte comunicación personal, Octubre 2006-Mayo 2007). El Museo de Ciencias Naturales "Punta Hermengo" es visitado mayormente por turistas a nivel nacional en temporada estival y también por gente de la provincia (D. Boh comunicación personal, Septiembre 2006-Mayo 2007).

Esto coincide con dos cuestiones que explican este crecimiento. Por un lado, el interés progresivo por parte del gobierno bonaerense en promocionar turísticamente la provincia. Por otro, la necesidad de las comunidades locales de construir y dar a conocer sus historias en un plano global donde lo particular parece desdibujarse. Así los centros regionales advierten un nuevo valor en el museo no sólo como bien cultural sino potencialmente económico. Esto tiene que ver con una nueva apreciación hacia el patrimonio intangible y la cuestión de las identidades que singularizan diferentes lugares diseminados por toda la extensión provincial y que proponen nuevos espacios para conocer a un visitante no interesado en los sitios turísticos tradicionales, o dispuesto a conocer nuevos lugares.

CONCLUSIONES

El objetivo propuesto fue presentar una visión preliminar de la problemática del patrimonio arqueológico para un sector de la zona sudeste de la provincia a través de tres casos y la comparación con uno más, que corresponde a la ciudad de Lobería.

Los museos regionales trabajados surgen en un contexto histórico diferente al de los museos tradicionales. Estos últimos surgieron a fines del siglo XIX con el propósito de reforzar la idea de nación. Los regionales, en cambio, son fundados en la etapa de decadencia de aquella idea romántica, más aún en tiempos de la globalización donde una nueva cultura común exige reedificar las identidades y el signifi cado mismo del patrimonio.

Sin embargo, las características del museo como institución, su función y las formas más difundidas de hacer museos constituyen aún hoy una herencia decimonónica. Algunos de esos museos tradicionales, sobretodo los que se encuentran en área metropolitanas han cambiado su fisonomía y contenido en función del avance científico en particular y la creciente profesionalización de las disciplinas sociales en general. Han debido afrontar importantes procesos de renovación que se basaron en el éxito de la relación museo comunidad-investigador. De esta forma, quedó atrás la imagen de un pasado monolítico y eurocéntrico que ignoraba la gran heterogeneidad del cuerpo social. Los museos regionales han iniciado este camino. El de Lobería y el de Balcarce con mejores resultados que los restantes. De los tres casos mencionados sólo en Balcarce existe la intención explícita de generar lazos con la universidad a través de la formalización de convenios. Y está visto que en el caso del museo de Lobería la interacción e integración de todos los actores sociales involucrados ha dado sus frutos.

El auge del "nuevo turismo del ocio" demuestra la importancia adjudicada a la idiosincrasia local y la existencia de un público preparado y ávido de conocer lugares que le representen una experiencia distinta.

Agradecimientos

Este trabajo se realizó a través del Proyecto subsidiado por la ANCYPT y la Universidad Nacional de Mar del Plata (PICTO 2004, Nº 552). Expreso mi agradecimiento al personal de los museos por su disposición y colaboración. A la señora Zulema Lahitte, a la Dra. Diana Mazzanti por la lectura y críticas constructivas. A la Dra. María Luz Endere quien corrigió este trabajo en su forma preliminar en el marco del seminario sobre Patrimonio Cultural: aspectos teóricos y metodológicos.

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