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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. v.10 n.2 Olavarría jul./dic. 2009

 

ARTÍCULOS

Identidad, intercambio y aventura en el Alto Neuquén

Rolando Silla

Rolando Silla. IDES, CONICET. Aráoz 2838, C1425DGT Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. E-mail: rolandojsilla@yahoo.com.br

Recibido 11 de Julio 2008.
Aceptado 08 de Abril de 2009

RESUMEN  Pretendemos analizar cómo son considerados los denominados chilenos que habitan el lado occidental de los Andes por los grupos denominados crianceros (pastores trashumantes) que habitan una serie de localidades y parajes rurales del Alto Neuquén, patagonia argentina. Veremos que en el sistema clasificatorio y autoclasi- ficatorio de estos grupos opera el principio de los indiscernibles: las categorías adscriptivas se multiplican sin solución de continuidad. Se manifiesta así una superposición y continuidad de identidades más que oposiciones entre el argentino, el chileno, el mapuche, etc. Esto es lo que observamos cuando empezamos a analizar las categorías de adscripción en acto y no como modelo. Nos proponemos señalar cómo esta ambigüedad y superposición de identidades se hace también manifiesto en valoraciones ambiguas y superpuestas respecto a cómo los crianceros argentinos valoran moralmente a los crianceros chilenos. Para ello analizaré ciertas situaciones de intercambio que se caracterizan por ser poco claras, tales como el comercio, el robo y el contrabando de ganado que ocurre a ambos lados de la frontera internacional.

Palabras clave: Identidad; Intercambio; Contrabando; Neuquén.

ABSTRACT  IDENTITY, TRADE, AND ADVENTURE IN THE ALTO NEUQUÉN. This article examines how Chileans living in the Western Andes are thought of by the crianceros (transhumanance shepherds) who live in the Alto Neuquén, (Argentinean Patagonian). It is observed that the principle of indiscernible operates in the classificatory and self-classificatory systems of these groups: the ascriptive categories cannot be discerned or distinguished from one another and multiply ad infinitum. A superposition and continuity of identities is manifested rather than an opposition between Argentineans, Chileans, Mapuche, and so on. These forms appear when ascriptive categories are analyzed in action rather than in models. It is shown that such ambiguity and superposition of identities is also made manifest in ambiguous and superposed moral judgments of Chilean shepherds by Argentinean shepherds, especially in relation to trade in livestock, horse robbery and smuggling.

Keywords: Identity; Exchange; Smuggling; Neuquén.

INTRODUCCIÓN

El siguiente artículo se propone analizar cómo son considerados los grupos humanos denominados chilenos del lado occidental de los Andes por los grupos denominados crianceros que habitan una serie de localidades y parajes rurales de la denominada Zona Norte o Alto Neuquén, departamento Minas, de la provincia de Neuquén, Argentina.1 Desde el punto de vista de su geografía, la mayoría de las localidades y parajes a las cuales referiremos se sitúan en los valles intermontanos entre la cordillera de Los Andes y la cordillera del Viento, situada a algunas decenas de kilómetros al Este de la primera. Ambas estructuras montañosas corren paralelas, y sobre todo la del Viento observa una continuidad en dirección Norte- Sur. Es una región de abundantes pasos intermontanos de fácil tránsito hacia Chile en verano y llanuras con vegetación utilizada para pastoreo de ganado en su mayoría caprino. Se trata de una zona de transición entre los Andes Secos (al norte) y los Andes nordpatagónicos (al sur caracterizados por su humedad). Los inviernos son regularmente lluviosos en las partes bajas y de intensa precipitación nívea en las alturas, lo cual favorece la actividad ganadera de modalidad trashumante. Las lluvias poco intensas provocan el rebrote de los pastos de invernada, al tiempo que las grandes nevadas constituyen una reserva de agua para los pastizales de veranada.

Los crianceros de esa área se caracterizan por ser trashumantes y utilizar al menos dos pisos ecológicos: veranadas (situadas en los altos de la Cordillera) e invernadas (en general en los valles intermontanos). Desde el punto de vista económico son considerados habitantes rurales volcados al mercado, de una heterogeneidad social amplia que abarcan desde aparceros precarios hasta productores con cierto grado de capitalización.2 Unos pocos también se dedican a la búsqueda manual de oro y se los denomina pirquineros. En general, tanto la actividad ganadera como la pirquinera se combinan con empleo público, o al menos con algún tipo de asistencia estatal provincial o, en menor medida nacional, como las bolsas de alimentos, garrafa de gas, subsidios, etc.

Desde el punto de vista identitario, el criancero constituiría parte de una serie más amplia que la antropología social y el Folklore en Argentina ha denominado "criollo". Si bien este es un término bastante vago al que se le aplican varios significados y diferentes valoraciones, aquí lo entendemos como a un sector de la población rural argentina que tendría una tradición hispano-indígena, y que en principio se distinguiría identitariamente tanto de los indios como de los descendientes de los contingentes de inmigrantes europeos que arribaron al país entre la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX.3 Pero ésta es una categoría exterior a la utilizada por los mismos actores, por ello me referiré a ellos partiendo de su propia denominación: criancero.

Existirían también otros dos grupos humanos que viven en la región y se opondrían al criancero. Uno es el mapuche, que se supone vive en las comunidades y tiene una cultura diferente a la del criancero (distinta lengua, otras creencias, etc.). El otro es el de afuera: personas o grupos familiares que no son nacidos en el área pero que en su mayoría se hallan instalados desde varias décadas atrás. En general es un sector que tiene mayor nivel de estudios formales y controla los organismos del Estado provincial y Nacional, así como los cargos jerárquicos de la Iglesia Católica; comprende a agentes de fuerza pública, sacerdotes católicos, maestros, médicos, entre otros.

La región fue, entre 1813 y 1830, un refugio de grupos realistas asociados a los Pehuenches que se oponían a la independencia chilena (ver Bechis 2001: 72). Posteriormente existió una población criolla estable dedicada a la agricultura y la ganadería controlado por un comisario que administró justicia en nombre del Estado chileno hasta 1879, momento en que el gobierno argentino efectuó la denominada Conquista del Desierto (1879-1885) y ocupó definitivamente el territorio. En el Alto Neuquén no existió un plan de colonización por inmigrantes europeos planificado por el Estado argentino luego de conquistar militarmente la región, someter la población mapuche pre-existente y demarcar el límite internacional con Chile. Pero sí se encuentran individuos y algunos grupos familiares de origen libanés o judío de Europa oriental que llegaron durante el siglo XX como comerciantes. Estos últimos o sus descendientes, no son considerados crianceros pero tampoco estrictamente de afuera. La otra categoría de adscripción sería la que comprende a quien habita del lado occidental de la Cordillera cruzando el límite internacional: el chileno.

Sin embargo, lo que quiero señalar es que una descripción fina y que no se apresure en realizar homogeneizaciones nos lleva a considerar subcategorías que se contradicen o superponen unas con otras. Por ello debemos tener en cuenta que en ciertas ocasiones tanto al mapuche que vive en las comunidades rurales del lado argentino, como al campesino trashumante que vive del otro lado de la Cordillera, en Chile, se los denomina respectivamente criancero mapuche y criancero chileno; y si salimos un poco del área, también se denomina criancero al criador de ganado menor que habita en la meseta del Neuquén, grupo que en general no realiza trashumancia. También existen mapuches viviendo del lado chileno, así como chilenos (que nacieron del lado occidental de la cordillera y luego migraron) que viven del lado argentino.4

Los "nativos" en general controlan el municipio y las iglesias evangélicas o pentecostales. Si viven en el campo se los denomina crianceros; si viven en los pueblos lo más común es que tengan algún empleo público, subsidio estatal o comercio, además de sus campos y animales. En menor medida se pueden encontrar familias o personas mapuches (que puede que expresen públicamente su identidad o intenten ocultarla) que viven en comunidades o no, y algunas personas mayores que nacieron en Chile y migraron de jóvenes hacia Neuquén. En general, los "nativos" perciben salarios menores en relación a los de afuera, salvo algunas familias que controlan el poder político a nivel local, quienes perciben un ingreso también alto en relación a la media de la región. Por ejemplo, en 1999 el sueldo de un intendente rondaba los $23005, y un concejal $1000. No conseguí realizar una estadística sobre sueldos en uno y otro grupo, pero por ejemplo en la localidad de Las Ovejas, las familias que vivían en lo que se considera el Centro, donde vive la mayor parte de los de afuera, declararon un promedio de salario de $811,79; los que vivían en el Pampa, un barrio con familias recién llegadas del medio rural, declararon un promedio de menos de la mitad ($463,47), y los de las áreas estrictamente rurales aún menos ($395,16). Téngase en cuenta también que el que viene de afuera posee gustos y pautas de consumo que son diferentes a la de los nativos y dan la sensación de que consumen productos más caros y sofisticados que estos. Por eso los crianceros dicen que esa gente, incluido yo durante mi trabajo de campo, es rica.

Esta situación hace que las relaciones entre "chilenos" y "argentinos" sean diferentes a las que señala Verónica Trpin en el Alto Valle de Río Negro:

"procesos históricos que defi nieron desiguales condiciones de asentamiento para los migrantes de origen europeo a principios de siglo XX y para los migrantes de origen chileno desde mediados de siglo marcaron la continuidad de una división "nacional" del trabajo que se reproduce dentro de las chacras y de las calles ciegas: los hijos de migrantes chilenos aprenden a ser trabajadores rurales y "mas chilenos que argentinos"; algunas hijas de chacareros combinan ser "señoras chacareras" y enseñar en la escuela a "ser argentinos" (Trpin 2004: 63).

En nuestro caso el nativo está sospechado de ser chileno, el de afuera no. Pero la "sospecha" también está en relación a una actividad, que más que productiva denominaría de subsistencia. Sin embargo, más que considerarse chilenos o argentinos, los crianceros parecen munirse de ambas categorías simultáneamente. Por otro lado, tenemos nativos que tienen el control político local. Por ello, y en nuestro caso, la división además de ser entre los crianceros y los de afuera, sería también entre los que viven en el campo (como los crianceros del paraje La Matancilla) y los que viven en los poblados (como los habitantes de Las Ovejas o Varvarco). Claro que esto no significa que muchos de ellos vivan en los pueblos y en los campos simultáneamente. Respecto a lo que denomino subsistencia, debemos señalar que a diferencia del chacarero y sus empleados en el Valle de Río Negro, el modo de vida del criancero que habita el Alto Neuquén no es "intensivo, y sólo plantea exigencias fraccionarias a la capacidad laboral disponible" (Sahlins 1983 [ 1974[: 73). Por ello cualquier actividad rentable está siempre supeditada a la subsistencia material de la unidad doméstica, que es la cría de ganado para su autoconsumo, actividad económica que posee cierto desprestigio por parte de los funcionarios del Estado ocupados en el desarrollo socio-económico de la región.

En un trabajo anterior señalé cómo las diferentes categorías que operan en el Alto Neuquén se superponen las unas a las otras (Silla 2005). Así, en el sistema clasificatorio y autoclasificatorio de estos grupos opera el principio de los indiscernibles en un sentido leibniziano: si toda categoría comprende una pluralidad infinita de cosas (como el concepto de chileno se aplica a todos los chilenos o el de criancero a todos los crianceros), debemos tener en cuenta que esto es así porque estamos congelando el análisis de la categoría y homogeneizando a todos los chilenos y a todos los crianceros. Pero si en vez de estados analizamos procesos y proseguimos el análisis habrá un momento en que los conceptos y el fenómeno que indican ya no son los mismos (Deleuze 2006 [ 1987[: 104) y comienzan a desplazarse. Es en ese momento en que las categorías se multiplican sin solución de continuidad, pues son indiscernibles. Esto es lo que observamos cuando empezamos a analizar las categorías de adscripción en acto y no como modelo. Lo que me propongo ahora es señalar cómo esta ambigüedad y superposición de identidades se hacen manifiesto en valoraciones ambiguas y superpuestas respecto a cómo los crianceros argentinos valoran moralmente a los crianceros chilenos. Para ello analizaré ciertas situaciones de comercio, robo y contrabando de ganado que ocurre entre un lado y el otro lado de la frontera internacional.6

RELACIONES DE AMISTAD: CONTRABANDO

En la zona todo lo que es considerado de origen chileno es muy apreciado. Por ello los productos de este origen son muy buscados, y el contrabandista y su actividad "comercial" cumple un papel importante.

En la región el contrabando no es considerado una actividad moralmente mala. El único motivo porque no se realiza de forma más intensiva es práctico, y tiene que ver con la persecución y control que ejercen tanto las policías de frontera argentina como chilena. Es ilegal, no inmoral. Así Juan, un criancero de unos 60 años de edad, me contaba que había ido cuatro veces a Chile; y que en una oportunidad llegó hasta la Capital, Santiago. Fue con otro criancero que tenía que vender animales allí. Me explicó que existen buenos pasos a Chile, pero que en la actualidad es difícil cruzar debido a los Carabineros (la policía de fronteras chilena). Me dijo que se comentaba que si encontraban a alguien cruzando quemarían los animales y matarían a la persona. Que en su opinión eso era mentira y que sólo lo dicen para asustarlos, pero sí tenía seguridad de que a los animales encontrados los han matado y quemado. Este temor no impide, al menos totalmente, el cruce fronterizo.

Cada año, de acuerdo a la situación política y económica de cada uno de los dos países, las condiciones del contrabando se modifican. En el 2000, un criancero me explicaba que no hubo prácticamente contrabando. Sólo un comprador chileno pasó la frontera. Mi informante me decía que esto ocurrió porque el gobierno chileno pagó a sus veraneadores para que no suban hasta las veranadas del lado del Pacífico. Por ello, una buena cantidad de kilómetros de frontera quedó sin crianceros y era muy difícil pasar los animales del lado chileno, pues el contrabandista mezcla los animales contrabandeados en los piños (majada) de los crianceros chilenos, y así los oculta de los Carabineros. 7 Según mi informante, esta medida tomada por el gobierno chileno fue mala para el ejercicio del comercio. Sin embargo considera que fue una buena medida para impedir otra actividad: el robo de ganado por parte de los chilenos, punto que veremos más adelante.

Cuando se habla de paso de animales de contrabando, en general se refieren a caballos. En esto existe una serie de problemas prácticos y de costumbres alimenticias. Por un lado, el caballo es el animal más rápido que poseen en relación a las cabras, las ovejas y las vacas. Si Gendarmería o los Carabineros descubren al contrabandista es más fácil que pueda escapar con una tropilla de caballos que con otros animales más lentos. Por ello es más práctico pasar caballos. Por otro lado, están los hábitos alimenticios. Se supone que un criancero no acostumbra (no significa que no lo haga) comer carne de caballo. Esto es coherente con lacostumbre argentina que rechaza la carne de caballo, asociada a prácticas indias. Sin embargo, dicen que para el chileno un caballo es lo mismo que una vaca, pues se supone que para el chileno es lo mismo comer una cosa u otra. Los ingenieros agrónomos acostumbran dar una "explicación cultural" a la gran cantidad de caballos existentes en la zona (representan el 60% del stock provincial y el 1,15% del nacional, y puede a ser hasta el 20% del rodeo, Grupo de Estudios Sociales Agrarios 1993: 9, 41). Como en general estos animales son muy apreciados por el criancero (reciben un tratamiento diferencial en cuanto al cuidado y la alimentación), los técnicos alegan que sobrepueblan los campos con ellos debido a que poseer muchos caballos tiene un alto prestigio entre los crianceros. Así, no se preocupan por animales más rentables como las cabras, ovejas o vacas. Sin querer descartar esta explicación, que hace hincapié en el status, tal vez una de las razones del "sobre-poblamiento equino" también sea económica, y tenga relación con el comercio transcordillerano.

En el 2001, por ejemplo, un caballo se cambiaba por un minicomponente. Luego, el minicomponente se ubicaba en la ciudad de Chos Malal o en algún otro lugar. Uno de mis principales informantes sobre el contrabando me explicaba el cambio, y se reía al decirme que sus vecinos decían que estos minicomponentes eran mejores, ya que provenían de Chile. Para mi informante eran los mismos que se podían conseguir en los comercios argentinos. Además, antes de la devaluación y la desaparición de la convertibilidad (1 US$= $1), un caballo costaba unos $100, y un minicomponente no más de $50. En algún sentido estaban perdiendo, aunque en la práctica era difícil que alguien del lado argentino pagase $100 por un caballo. En opinión de mi informante, los chilenos los estafaban. El contrabando no es sólo de animales, se pasan repuestos de autos, alimentos, etc.; y aquel que tiene las veranadas en la línea de fronteras tiene privilegios respecto al ejercicio del contrabando, en especial si simultáneamente es dueño de algún comercio en las localidades que se encuentran en las áreas de invernada.

Cuando es el chileno el que cruza a la Argentina a comprar ganado, los crianceros hacen hincapié en el conocimiento y larga data de la relación. Se habla de personas que hace más de 20 años cruzan la frontera todos los veranos y de una tradición que continúa de padres a hijos. De esto existe documentación de larga data, desarrollada por autores como Susana Bandieri para demostrar los lazos y corredores comerciales existentes entre un lado y el otro de la cordillera. Por ejemplo, en un informe redactado por la Dirección General de Tierras en 1920 se dice que en la Zona Norte

"la venta de ganado en pie, cueros y lanas que realizan los pobladores, son los únicos renglones que originan transacciones comerciales de relativa importancia. Anualmente en la época propicia hacen su entrada los compradores chilenos para llevarse consigo todos los animales y demás productos en condiciones que le representen en su país una ganancia razonable" (en Bandieri 2001: 361).

Si bien no se habla específicamente de contrabando, sí de la práctica en que compradores chilenos cruzan la Cordillera para adquirir animales. En este sentido, este intercambio, hoy denominado contrabando por ambas policías estatales, no es sólo un intercambio económico para los crianceros, sino que es también una forma de construir sus relaciones y contacto. Visto así, este "contrabando internacional" implica una relación social que va más allá del mero intercambio económico y la voluntad de lucro, pues mantiene la relación entre ambos lados de la Cordillera. Si la transacción material, de animales por dinero u otros bienes, es un episodio momentáneo, el marcado conocimiento de los locales con los contrabandistas a partir de cruces de la frontera periódicos pero espaciados es señal de que "la relación social es la que gobierna, y que el flujo de bienes se ve constreñido por una etiqueta de status y forma parte de ella" (Sahlins 1983 [ 1974[: 204). Estos episodios indican también que "las comunidades campesinas tradicionales no se desintegraron y declinaron mientras se hacían parte de los Estados-nación, pues las abstractas lealtades nacionales no necesariamente desplazaron las lealtades locales" (Sahlins 1998: 33); entonces no existe necesariamente una oposición entre lealtades nacionales y lealtades locales, sino más bien, y nuevamente, una superposición entre ambas. Ambas lógicas pueden convivir, y la formación de una línea de frontera internacional, con la consiguiente desarticulación de las anteriores relaciones pueden, a partir de la introducción de esta nueva diferenciación, "crear nuevas razones" (Sahlins 1998: 52) para cruzar la Cordillera. Si como refiere el informe de la Dirección de Tierras que arriba citamos, antes de la llegada de Gendarmería Nacional, hacia la década de 1940, los pobladores transcordilleranos cruzaban, entre otros motivos, para "comerciar", ahora lo hacen para "contrabandear". Por ello, siempre existen existen nuevas razones para cruzar; y en algún nivel, la frontera les conviene a ambas poblaciones fronterizas, o por lo menos, a algunos de los pobladores asociados al comercio transcordillerano.

Sin embargo, en nuestro caso, y por lo menos en la actualidad, estos vínculos no dejan de acarrear peligros; no sólo con las autoridades, sino con el propio "extranjero". Uno de los relatos referidos cuenta que había una persona que hacía 20 años cruzaba para el lado argentino. Los conocía a todos y de todos era amigo. Una vez desaparecieron 40 animales. No pueden asegurar que fuera el comprador/contrabandista chileno el que se llevó estos animales, pero esta persona nunca más volvió.

RELACIONES DE ENEMISTAD: ROBO

"El ganado es su posesión más preciosa, y arriesgan su vida de buen grado para defender sus manadas, y para saquear la de sus vecinos" (Evans-Pritchard 1992 [ 1940[).

El chileno también puede ser conceptualizado como un ladrón.8 En Las Ovejas, Braulio me mostró unas fotos que él mismo tomó cuando en un invierno los chilenos le robaron en su invernada cinco caballos. Inmediatamente realizaron la denuncia a Gendarmería, quienes les dijeron que no podían perseguirlos pues carecían de medios. Entonces fueron a la policía provincial, con quienes tuvieron mejor éxito. Braulio, su padre y dos policías salieron a rastrear a los ladrones. Para ahorrar tiempo llevaron en un camión los caballos hasta donde el terreno lo permitía, y cuando el camión estuvo imposibilitado de seguir bajaron los caballos y continuaron la búsqueda con estos. Como era primavera, había mucha nieve que por acción del sol y el calor ya comenzaba a derretirse. Esto hacía el camino más engorroso, pues al no estar el hielo firme los caballos se enterraban en la nieve haciendo más complicado y peligroso el trayecto. En un río que por causa del deshielo comenzaba a aumentar su cause, debieron discutir y obligar a los dos policías a cruzarlo, pues estos se negaban. Braulio me recalcó cómo su padre cruzó sin ningún temor con el agua hasta la cintura. En un puesto encontraron dos de los caballos que los chilenos, al sentirse perseguidos, se vieron obligados a abandonar para acelerar la huida. Uno era una yegua que estaba preñada y había muerto por el esfuerzo, ya que no había aguantado el viaje. Más arriba encontraron a los tres caballos, muy cerca de la frontera, al punto de que se encontraban más cerca de poblaciones chilenas que argentinas. Braulio me recalcó el maltrato que los chilenos habían tenido con esos animales, al punto que habían producido la muerte de uno de ellos.

En esa época del año estar a tanta altura se torna peligroso debido a la imprevisivilidad del clima. Por ello estuvieron deliberando si volverían con los caballos o los dejarían y bajarían sin ellos para agilizar el trayecto. Braulio y su padre no querían dejar los caballos después de tanto esfuerzo, así que fi nalmente decidieron regresar con ellos.

Desgraciadamente lo que se temía ocurrió, y comenzó a desatarse una tormenta de nieve. Por suerte encontraron un puesto de veranada abandonado. Con la parte de un corral hicieron leña y una fogata con la que consiguieron mantenerse protegidos del frío. La tormenta duró tres días. En ese transcurso lo único que hicieron fue estar sentados alrededor del fuego, sin hacer nada y preocuparse por no morir congelados. Uno de los policías que era de afuera y recién había llegado no podía controlarse y se quería ir de allí. Le dijeron que sería una estupidez salir con viento blanco (se llama así a las tormentas de nieve), que rápidamente se perdería y moriría congelado. El nerviosismo del policía llegó a tal punto que hasta consideraron la posibilidad de maniatarlo, si bien finalmente no fue necesario.

Al tercer día la tormenta calmó y finalmente salieron; con sueño, pues no habían dormido bien por el frío, y hambrientos, pues se habían quedado sin provisiones. Ante tantos inconvenientes, decidieron soltar los caballos recuperados y dejarlos hasta que avanzara el verano y las nieves se retiren.

Simultáneamente, en Las Ovejas, la esposa de Braulio y la de su padre estaban desesperadas; por ello fueron a hablar con los gendarmes del puesto, quienes una vez más se negaron a ayudar, alegando que como finalmente hicieron la denuncia en la policía era a ellos que les correspondía hacerse cargo del rescate. Luego de varias discusiones por parte de las mujeres, tanto los gendarmes como los policías salieron al rescate. Los primeros incluso realizaron un avistaje aéreo desde un helicóptero de la fuerza, si bien no los pudieron identificar. Braulio me decía que sí los vio, e incluso divisó que tiraban algo desde el aire, posiblemente provisiones. Sin embargo estaba muy lejos como para poder acercarse. También un hermano de Braulio salió a buscarlos por su cuenta.

Braulio dice que fi nalmente fueron ellos los que llegaron al cuartel de verano de Gendarmería que se encuentra en el Burileo. Allí se enteraron de que en realidad los consideraban muertos por congelamiento, y lo que estaban planeando en Gendarmería era salir en pequeños grupos a buscar los cuerpos. A la semana volvieron por los caballos, les dieron avena como alimento pero no los pudieron traer. Recién al mes pudieron recuperarlos.

Al involucrar a Gendarmería Nacional y la policía provincial en estos robos Braulio y su familia, como pobladores locales, están involucrando al Estado nacional y provincial en sus propios conflictos de límites y derechos con sus vecinos transcordilleranos, que en este caso son vistos como ladrones e inhumanos con el trato de animales. Si tomamos este caso aisladamente podríamos pensar que "todo límite es una arena de negociación étnica y/o nacional" (Donnan y Wilson 1994: 6) que sirve como barrera de exclusión y protección. Pero si lo contrastamos con el caso anterior del contrabandista, vemos que este límite no es siempre claro y distinto, pues estos chilenos ladrones e inhumanos también pueden ser buenos socios y amigos. Sí es evidente que en algunas situaciones los intereses de la localidad y los del Estado coinciden, como la defensa del territorio nacional para evitar que los (en este caso particular) "extranjeros" roben animales de la comunidad local (y nacional). El conflicto local se desplaza hacia una afirmación más amplia de sus identidades nacionales, sin perder las dimensiones pragmáticas y localizadas de sus propios intereses. Así, están nacionalizando sus conflictos locales, "trayendo al Estado y a la nación hacia el interior de la aldea" (Sahlins 2000: 43).

Por otro lado, estas rencillas contribuyen simultáneamente a construir el límite internacional y la idea y el sentimiento de pertenecer no sólo a una localidad o región, sino también a una nación. Encontramos un proceso de homogeneización al nivel de las identidades nacionales sin que los intereses locales sean totalmente eliminados. Esto pone en evidencia lo que un sociólogo un poco olvidado del siglo XIX como Gabriel Tarde (2006 [ 1895[: 71) denominó inestabilidad de lo homogéneo: las pretensiones de homogenización que desarrollan los gestores de la nación no pueden evitar cierta inestabilidad en su interior. La nación no estaría entonces compuesta por elementos claros y distintos que conformarían una unidad homogénea sino por elementos que redefinen, diferencian o se revelan ante la fantasía de una nación formada de componentes estables, puros y únicos. Entonces el proceso de aglutinación en una identidad nacional (una comunidad imaginada que va más allá del parentesco y la localidad), las relaciones primarias de la comunidad (de amistad y parentesco), el de diversidad local frente a lo nacional (o sea los crianceros frente a los de afuera representando el poder central del Estado nación argentino) y el de unidad transcordillerana (intereses previos a la constitución y contra los Estados argentino y chileno), operan simultáneamente; si bien es verdad que dependiendo de la situación particular cobrará fuerza uno u otro proceso.

Tal vez el estudio más clásico y famoso sobre un pueblo de pastores sea los Nuer de Evans-Pritchard (1992 [ 1940[: 127) quien al tratar el problema de la homogeneidad o no de las identidades étnicas se esfuerza en colocar dicotomías claras y distintas. Al distinguir la distancia estructural (expresada en valores sociales y culturales) de la distancia espacial (expresada en la distancia territorial) distingue también una pretendida distancia subjetiva de otra objetiva. En nuestro caso no vemos la necesidad de establecer estas diferencias. Porque las amistades o no de un grupo con otro no parecen estar en relación a ninguna de las dos distancias. Tampoco encontramos que la distancia o cercanía de vida, lengua y costumbres (Evans-Pritchard 1992 [ 1940[: 148) sea el único motivo de amistad o disputa, ni que a menor número de personas encontremos necesariamente mayor cohesión y homogeneidad (Evans-Pritchard 1992 [ 1940[: 154). No parecen ser estos factores causales de los fenómenos que estamos describiendo.

Recientemente, y en mayor consonancia con nuestra postura, Bhabha (2002 [ 1994[) indicó que deberíamos pensar las identidades étnicas y/o nacionales

"más allá de las narrativas de las subjetividades originarias e iniciales, y concentrarse en esos momentos o procesos que se producen en la articulación de las diferencias culturales, (pues) estos espacios in-between proveen el terreno para elaborar estrategias de identidad (singular o comunitaria) que inician nuevos signos de identidad, y sitios innovadores de colaboración y cuestionamiento en el acto de defi nir la idea misma de sociedad" (Bhabha 2002 [ 1994[: 18).

El problema que vemos aquí es que si bien Bhabha (2002 [ 1994[) señala la importancia de estos espacios de ambigüedad identitaria, que tendrían nuevas y potenciales características, no abandona el problema del origen: habría identidades puras y originarias que ahora están mezcladas debido a la diáspora producida por el colonialismo. En cambio lo que aquí queremos señalar es que la diferencia y ambigüedad es inherente a la existencia.

Tampoco podemos colocar el caso que desarrollamos sobre el robo o el anterior de comercio-contrabando en términos de reciprocidad. Para Sahlins (1983 [ 1974[: 214) "la reciprocidad se inclina hacia el polo de la generalización por el parentesco cercano, y hacia el extremo negativo en relación proporcional a la distancia de parentesco." Si en la sociedad occidental la expresión "no-pariente" denota relaciones de status especializadas de una cualidad positiva (como doctorpaciente, policía-ciudadano, empleador-empleado) en las no-occidentales llevaría implícito la negación de la comunidad (o del tribalismo) siendo sinónimo de enemigo o de extraño (Sahlins 1983 [ 1974[: 215). Por ello señala que en esos casos las normas son relativas y situacionales más que absolutas y universales. Por ello un acto determinado no es ni bueno ni malo por sí mismo, sino que depende de quién sea "el otro" (Sahlins 1983 [ 1974[: 218). Pero en nuestro caso "el otro" es también, y dependiendo de la circunstancia, el mismo grupo; y como en el caso del contrabandista que nunca más volvió, es incluso la misma persona que en diferentes oportunidades puede ser amigo o ladrón. Por ello la distancia o no de parentesco o amistad no necesariamente implican distintos tipos de reciprocidades.

AVENTURA

Esta relación ambigua sobre la percepción simultánea del chileno como amigo (con quien se puede realizar un comercio franco) o enemigo (como ladrón) hace que el cruce de la frontera sea visto también como una aventura. La odisea y el peligro están, por un lado, en burlar ambas policías fronterizas, y por el otro, por el propio peligro de ser un extraño en la otra tierra.

Antes del arribo de Gendarmería Nacional operó en la zona la Policía de Fronteras. Por los relatos, sus puestos también parecen haber sido utilizados como cárceles para los delincuentes del lugar y como lugar de alfabetización, ya que varios ancianos recuerdan haber aprendido a leer y escribir allí. Sin embargo, en los informes oficiales esta policía aparece como deficiente, debido tanto a su escasez en calidad y cantidad de recursos humanos. La razón alegada era que utilizaba efectivos considerados chilenos. Así, un informe de la Dirección General de Tierras del Territorio del Neuquén en 1920 decía que:

"La acción de la policía es defi ciente en el sentido de la escasez de personal para la vigilancia de una zona como ésta, bastante poblada y extensa (...) La mayor parte de los boquetes se hallan desguarnecidos de vigilancia (...) los robos de ganado mayor y menor se suceden con harta frecuencia precisamente por la falta de vigilancia y por la facilidad con que los cuatreros se desprenden de los animales en las ferias de Chile, país en donde no rige el Registro de Marcas y Señales como en el nuestro (...) El comercio de contrabando se ejerce también en desmedro de los intereses del Fisco que no recauda por intermedio de los jueces de paz autorizados para percibir los aranceles (...) En la zona andina, que está lindando con Chile, los policías tienen en su totalidad agentes de nacionalidad chilenos, de ahí que nunca apresan a sus connacionales, que escapan con toda facilidad a Chile" (Dirección General de Tierras del Territorio del Neuquén 1920, en Bandieri 2001: 350).

Con el arribo de Gendarmería Nacional, hacia mediados de 1940, el cambio en las relaciones transcordilleranas pareció ser radical, tanto por la cantidad de personal como porque al menos una buena parte de los gendarmes (no todos) no eran de la zona y por ende carecían de lazos de amistad o parentesco con la población local. En general, la población no tiene una buena percepción del accionar de Gendarmería (nótese en el relato anterior de Braulio, que resalta que Gendarmería hizo caso omiso ante la denuncia del robo de sus caballos y luego, cuando estuvieron perdidos en la Cordillera, tardaron en responder a la urgencia). Mucho menos de su actuar al momento de llegar a la región. Se habla de un intenso ejercicio de la violencia por parte de la institución durante varias décadas. Simultáneamente, la institución provoca gracia, pues como no eran de la región y no conocían los pasos, era fácil burlarlos.

La efectivación del Estado-nación argentino en la región tiene también una percepción ambigua: como útil y violenta a la vez. Los pobladores señalan que la aparición de Gendarmería Nacional les impidió seguir cruzando libremente la cordillera, continuar con el libre comercio y las fi estas transcordilleranas (Silla 2003). Pero la historiografía señala que Gendarmería trajo seguridad a la región, protegiendo a la población de los bandoleros que azotaban a ambos lados de la Cordillera (Norambuena Carrasco 1997: 88). Gendarmería protegió y castigó simultáneamente, y la valorización sobre si priorizó una u otra actividad varía dependiendo de la posición social de quien relata los hechos.

Cruzar la cordillera, además de acarrear fines económicos relacionados al contrabando, puede ser percibido como una aventura. Por ejemplo, es común cruzarla todos los veranos sin ningún motivo económico central. En 1999 un grupo de amigos salió desde Las Ovejas con algunos buenos caballos para correr carreras en las veranadas chilenas y competir con ellos. El peligro estaba en que si los carabineros los encontraban les confiscarían los caballos, y estos eran valiosos pues eran de competición. Al mismo tiempo llevaron grandes cantidades de vino para compartir en las veranadas. Aprovechan que en las veranadas argentinas y chilenas la gente está muy sola, y recibir a alguien es en general considerado una alegría. Entonces, además de divertirse visitando a los crianceros chilenos, se divierten demostrando que no es difícil para ellos burlar ambas guardias de fronteras.

LA SERIE INFINITA

Diferentes categorías de adscripción operan en una misma área: básicamente el de afuera y el criancero, el argentino, el chileno y el mapuche. Podríamos analizarlas como mónadas leibnizianas, como entidades que tienen todos sus atributos y potencialidades en sí mismas, como apartamentos "sin puertas ni ventanas", pero con todo un potencial interior para desplegar. De una forma u otra, la antropología ha tomado el concepto de mónada: grupos aislados que desarrollan sus cualidades para dentro de sí mismos y que mantienen su cultura y su identidad gracias a su aislamiento. El criancero, el argentino y especialmente el mapuche tendrían cualidades, obtenidas a través del tiempo y ancladas en "su cultura" y desarrollarían ciertas cualidades y características particulares. Las ideologías nacionales también se han munido de estas ideas para crear, clasificar y jerarquizar grupos humanos en función de evaluar cuales servirían en mayor o menor medida al desarrollo de la nación. La propia distinción entre identidades nacionales y étnicas tiene algo de esto, al considerar más moderna y civilizada la nación que la etnia; y en nuestra área existe la creencia de que el mapuche es el menos apto, el chileno o criancero estaría en una situación intermedia, y sólo el de afuera puede contribuir en mayor medida al desarrollo de la región y la nación. Sin embargo, vimos que estos grupos operan sobre prácticamente un mismo territorio y en interacción: no puede existir el de afuera si no hay un "nacido y criado", un nativo que, como vimos, es denominado yse autodenomina criancero. Podríamos encontrar aquí los rasgos de una explotación de clase ocultada por las clasificaciones étnicas y nacionales (Wallerstein 1991). Sin embargo, sería difícil clasificar cada uno de estos grupos en una clase social, pues como las adscripciones no son bipolares sino multipolares hace difícil encontrar un explotador y un explotado que respondan también claramente a adscripciones identitarias y permita realizar una analogía.

Sabido es que la crítica a considerar las identidades como cerradas y aisladas aparece en forma madura con la obra de Fredrick Barth. Desde esta perspectiva los grupos étnicos no se constituyen por el aislamiento sino por el contacto y la interacción entre ellos. Así el argentino se contrapone al chileno, y estos dos al mapuche en la dicotomías nación-etnia y civilizadoprimitivo. Por otro lado, el de afuera (argentino indudable) se contrapone al criancero (cuya argentinidad siempre está en duda), el que vive en los centros poblados (autoconsiderado moderno) al que vive en el campo (considerado más tradicional), etc. Barth (2000 [ 1969[) señala que diferentes etnias pueden compartir pautas culturales similares. También que una misma etnia puede diferir al interior en sus costumbres, por ello lo que debemos priorizar para establecer una frontera son las autoclasificaciones, y propone conceptualizar estas categorías en oposiciones:

"dado que las identidades son tanto señalizadas por otros como asumidas como propias, todas las nuevas formas de comportamiento tenderán a ser dicotomizadas. Por lo tanto esperaríamos que las restricciones en relación a los papeles sociales operen de modo tal que exista reluctancia a actuar de manera innovadora; porque una persona tendría miedo de que el comportamiento innovador fuese inadecuado para alguien con su identidad" (Barth 2000 [ 1969[: 38).

Pero vimos que en nuestro caso la generación y mantenimiento de la identidad étnica y/o nacional no está presentada como una dicotomía. Un aporte en este camino de intentar analizar sociedades que al menos en algunos de sus rasgos no son dicotómicas fue realizado por Edmund Leach (1993 [ 1954[), quien presupone que la realidad social no forma un todo coherente. Considera entonces posible que un individuo pretenda diferentes condiciones sociales en sistemas sociales diferentes simultáneamente, y analiza como posible el intercambio de identidades o la superposición de ellas en un mismo individuo o grupo.9

Sin embargo, en nuestro caso lo que parece operar no son sólo dicotomías o superposiciones sino un principio de continuidad: el criancero, el criancero argentino (o que al menos habita en el territorio argentino), el criancero chileno, el criancero mapuche, el de afuera recién llegado, el de afuera de más de una generación, etc. Estas grandes categorías se multiplican en la medida que ajustamos la observación de lo más general hacia lo más pequeño y particular, propio del trabajo de campo utilizando la observación participante en contextos micros. Al respecto, Tarde (2006 [ 1895[) sostenía que tenemos la tendencia "a imaginar homogéneo todo lo que ignoramos… y considerar lo desconocido como indistinto" (Tarde 2006 [ 1895[: 47- 72). Esta homogeneidad comienza a tornarse inestable (Tarde 2006 [ 1895[: 71) en la medida que vamos de los análisis generales hacia la observación microsociológica, en donde las categorías ya no son claras ni dicotómicas, pues todo proceso de homogeneización implica en su interior un intento de ruptura, como vimos en el caso de las lealtades homogeneizadoras de la nacionalidad, que se confrontan y superponen a las lealtades locales.

Tarde (2006 [ 1895[) planteaba también que uno de los principios básicos para fundamentar la constitución de las ciencias sociales es que "existir es diferir"; y que en consecuencia, "en el corazón de las cosas está la diversidad, no la unidad". Por ello deberíamos pensar la posibilidad de considerar un concepto de diferencia que no tenga como origen algo indistinto y puro en su origen. Esto implica pensar la ambivalencia a la luz de una neo-monadología. A partir de una relectura de la obra de Leibniz (1646-1716), Tarde (2006 [ 1895[) y más recientemente Deleuze (2005 [ 1987[, 2006 [ 1988[) han redefinido la mónada para a partir de ella afirmar la diferencia como fundamento de la existencia. Diferencia que no se constituye a partir de taxonomías estancas.

Basado en el cálculo infinitesimal desarrollado por Leibniz, estos autores plantean la posibilidad de un mundo, o al menos ciertos aspectos del mundo, que no estarían fundado en saltos y diferencias radicales sino en elementos que están en continuidad. Leibniz otorgó un nuevo uso del término serie para designar la sucesión o secuencia del universo (Samaranch 1983: 141) y es una formulación que está en estrecha relación con el de acontecimiento: un conjunto de singularidades se desarrollan prolongándose sobre una serie de ordinarios hasta la vecindad de otra singularidad. Un acontecimiento sería entonces una conjunción de series convergentes tendientes cada una hacia un límite, y cada una de las cuales caracteriza una serie infinita que entra en relaciones de todo y de partes, bajo la influencia de algo que actúa como criba en relación a una diversidad disyuntiva inicial (Deleuze 2006 [ 1987[: 268). Debemos aclarar que para Leibniz y sus seguidores el límite es aquello hacia donde tiende algo. Tendencia que nunca se completa. Entonces aún el reposo sería un movimiento infinitamente pequeño, y el círculo el límite de una serie infinita de polígonos en los cuales los lados aumentan al infinito, pero que nunca llega a ser un círculo perfecto.

Esto implica renunciar a un mundo constituido por oposiciones radicales, como el dualismo cartesiano entre materia y espíritu y sus correlacionados (naturaleza- sociedad). En el caso de la postura de Tarde, se trata de "una monadología renovada, que retiene de Leibniz el principio de la continuidad (que fundamenta el cálculo infinitesimal) y el de los indiscernibles (o de la diferencia inmanente); pero que descarta los principios de clausura (la mónada como cerrada en sí misma) y razón suficiente (hay un solo mundo posible y es el mejor) en que Leibniz había encerrado las mónadas (Vargas 2006: 16). Así, "la mónada supone la discontinuidad de los elementos y la homogeneidad de su ser…como la continuidad de los matices sería imposible sin la discontinuidad de los colores" (Tarde 2006 [ 1895[: 26).

Ahora bien, en nuestro caso también los sujetos estudiados tienden a un límite respecto a sus identidades, conductas y valores, sin llegar nunca a él. Como vimos, encontramos grupos humanos o individuos que tienden a ser argentinos o chilenos, crianceros o de afuera, pero que nunca llegan a serlo en plenitud, pues no encontramos un núcleo duro (un argentino, un chileno o un mapuche que pueda alegar total pureza), como no existe un contrabandista que no tenga algo de ladrón, un amigo que no tenga algo de enemigo, o un mercader que no tenga algo de aventurero. Vemos que existe un "máximo de continuidad": el caso extremo o contrario puede ser, desde un cierto punto de vista, considerado como incluido en el caso definido en primer lugar; y el caso extrínseco (el reposo contrario al movimiento) puede ser considerado como incluido en la noción del caso intrínseco (Deleuze 2006 [ 1987[: 63). Entonces el mapuche está incluido en el argentino, el argentino en el criancero, el criancero en el chileno, etc. Se constituiría de esta forma una sociedad total que no está constituida por elementos claros y distintos sino por continuidades y superposiciones.

Si existir es diferir, la diferencia sería el costado substancial de las cosas, lo que ellas tienen a la vez de más propio y de más común. Por ello las identidades no son más que un minimum, y en consecuencia una especie infinitamente rara de diferencia, que ni bien se consolida y estabiliza constituye su propia destrucción. Los sujetos estudiados se convierten así en torbellinos: el chileno, por ejemplo, considerado como amigo y ladrón, como amigable y peligroso a la vez.

NOTAS

1.- Una versión previa fue presentada en la 26ª Reunión Brasilera de Antropología, Porto Seguro, 2008.

2.- Para una categorización de tipo económico de estas poblaciones ver (Grupo de Estudios Sociales Agrarios 1993.

3.- Para el análisis que prioriza el abordaje de comunidades étnicamente divididas entre colonos y criollos en Argentina, ver por ejemplo Blache (1985) o Stølen (1996), en donde se aprecia claramente la perspectiva dicotómica. En cambio, en estudios como los de Escolar (2001) o Pizarro (2006) estos grupos aparecen como indígenas que, por causa de las imposiciones de los Estados nacionales y/o provinciales, se han visto obligados a "olvidar" su pasado convirtiéndose en criollos. Desde esta perspectiva, sólo con el debilitamiento de los Estados nación estos sectores han comenzado a hacer aflorar su pasado indígena. En el caso de la superposición de identidades étnicas y nacionales en la patagonia, estudios como los de Baeza (2008) lo han relacionado a la propia situación fronteriza y a la presión de ambos Estados para generar identidades nacionales dicotómicas, nunca del todo exitosas.

4.- En cambio a los dueños de las plantaciones frutihortícolas del Alto Valle, en general descendientes de inmigrantes europeos arribados desde fines del siglo XIX, se los denomina chacareros (Trpin 2004).

5.- En esta época $1= US$1.

6.- Los datos mostrados parten de realizar observación participante por varias temporadas en la zona. Comencé a trabajar en la localidad de Las Ovejas en enero, febrero y octubre de 1999 y enero y febrero del 2000. En el 2001 hice trabajo de campo por seis meses en un paraje ubicado más al norte de Las Ovejas, denominado La Matancilla. En el 2002 y el 2003 continué simultáneamente en Las Ovejas, Varvarco, La Matancilla, y en menor medida en otros parajes como Colomechicó y un área estrictamente de veranadas como Aguas Calientes y Ailinco. Si algunos actores que aquí describo están un poco descontextualizados es porque intento salvar sus nombres y posición social, debido a que conviviendo con ellos me han confiado todos estos ilegalismos y confrontaciones con ambos Estados-nación.

7.- La prohibición de las veranadas chilenas es un tema recurrente que se asocia a diferentes períodos de la historia chilena, en especial al gobierno de facto del General Pinochet (1973-1991).

8.- El robo también puede ser una forma de ocultar el contrabando. Se venden los animales a un contrabandista y simultáneamente se denuncia el robo de los animales a la policía o Gendarmería. No es el caso que estamos detallando aquí.

9.- En Alta Birmania los Chan ocupan los valles ribereños donde cultivan arroz en campos irrigados y son un pueblo relativamente sofisticado. En cambio los Kachins ocupan las colinas donde cultivan arroz usando las técnicas de cultivo itinerante a través de rosa y quema. La literatura especializada trató a estos últimos como salvajes primitivos y belicosos, muy diferentes a los Chans en apariencia, lengua y cultura, al punto que eran considerados de origen totalmente distinto. Sin embargo, Leach (1993 [ 1954[:74) demuestra como algunas familias eran simultáneamente Kachin y Chan.

REFERENCIAS CITADAS

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