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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.11 no.1 Olavarría ene./jun. 2010

 

ARTÍCULO

Localidad arqueológica Paso Mayor: nuevos estudios 40 años después

 

Cristina Bayón, Alejandra Pupio, Romina Frontini, Rodrigo Vecchi y Clara Scabuzzo

Cristina Bayón. Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur. 12 de Octubre y San Juan, piso 5, (8000) Bahía Blanca. E-mail: crisbayon@gmail.com
Alejandra Pupio. Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur. 12 de Octubre y San Juan, piso 5, (8000) Bahía Blanca. E-mail: apupio@bblanca.com.ar
Romina Frontini. CONICET, Universidad Nacional del Sur. E-mail: frontiniromina@gmail.com
Rodrigo Vecchi. CONICET, Universidad Nacional del Sur. E-mail: druyer79@hotmail.com
Clara Scabuzzo. CONICET, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Paseo del Bosque s/n, La Plata. E-mail: clarascabuzzo@hotmail.com

 

Recibido 4 de Agosto 2009.
Aceptado 14 de Septiembre 2009

 


RESUMEN

En este trabajo se sintetizan los estudios realizados sobre la colección arqueológica Paso Mayor, Partido de Coronel Pringles (provincia de Buenos Aires). En la década de 1960 A. Austral realizó allí trabajos de campo y la colección resultante fue conservada en el Museo y Archivo Histórico Municipal de Bahía Blanca. En los últimos años los autores retomaron el estudio de estos materiales. Como la integridad de la colección era adecuada fue posible realizar distintos análisis. Aquí se presentan los datos procedentes del contexto denominado por Austral yacimiento I. Se realiza la caracterización de la tecnología lítica, del abastecimiento de rocas, se describen e interpretan las arqueofaunas y se analizan los restos óseos humanos y las prácticas mortuorias. Los fechados radiocarbónicos presentados aquí indican un rango temporal para las ocupaciones desde el Holoceno medio al tardío. Aunque los estudios se encuentran en una fase preliminar, la riqueza y variedad de las tecnologías líticas y cerámicas, de los restos arqueofaunísticos y la presencia de entierros resultan relevantes para discutir las ocupaciones humanas del sudoeste bonaerense.

Palabras clave: Cazadores recolectores; Holoceno medio y tardío; Colección museística.

ABSTRACT

Paso Mayor Archaeological Locality: New Sutides, 40 Years Later. This paper is a synthesis of the studies carried out on the Paso Mayor archaeological collection from Coronel Pringles County, Buenos Aires Province. A. Austral performed fieldwork in the County during the 1960s; the resulting collection was curated at the Museo y Archivo Histórico Municipal de Bahía Blanca, where the authors have studied the materials during the last years. The data presented here correspond to the site originally called Yacimiento I by Austral. Lithic technology and toolstone provenience are characterized, archeofaunas are described and discussed, and human skeletal remains and mortuary practices are analyzed. The radiocarbon dates indicate a time span corresponding to Middle to Late Holocene occupations. Although studies are still preliminary, the richness and variety of lithic and ceramic technologies, of the archaeofaunistic remains, and the presence of burials are relevant to the discussion of human occupations in southwest Buenos Aires.

Keywords: Hunter-gatherers; Middle and Late Holocene; Museum collection.


 

INTRODUCCIÓN

La localidad arqueológica Paso Mayor -PM- (38º36'S, 61º44'Oo) se encuentra ubicada en el valle medio del río Sauce Grande, en el límite de los partidos de Coronel Pringles, Coronel Rosales y Bahía Blanca (Figura 1). Es un vado que actuó durante miles de años como un nodo en la circulación de la gente debido a la facilidad para atravesar el río por ese sector (Bayón y Pupio 2003). Primero, fue reiteradamente utilizado como lugar de asentamiento por los grupos cazadores recolectores y luego del contacto, por sociedades indígenas y criollas. Estas ocupaciones de distinta cronología jalonan ambas márgenes alrededor del vado.

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Figura 1. La imagen muestra el área del yacimiento I en relación con el valle.

La margen izquierda del río fue trabajada por A. Austral entre 1963 y 1966 en varias campañas en las que delimitó cuatro yacimientos y reconoció una serie de sitios en cada uno de ellos (Austral 1968). Las tareas llevadas adelante por este investigador incluyeron prospecciones, recolecciones superficiales, sondeos y excavaciones en el yacimiento I. La voluminosa colección se encuentra depositada en el Archivo y Museo Histórico Municipal de Bahía Blanca. A partir de 1999 los autores de este trabajo recomenzaron las investigaciones de la colección mencionada y realizaron nuevas tareas de campo en la localidad. En la margen derecha efectuaron trabajos en la Pulpería Paso Mayor, un asentamiento del siglo XIX (Bayón y Pupio 2003) y recientemente hicieron prospecciones para relocalizar los yacimientos trabajados por Austral. Esto les permitió ubicar los denominados sitios 1 y 2 del yacimiento I (PMYIS1 y PMYIS2), en un médano actualmente fijado por la vegetación, que tiene una longitud aproximada de 300 m en su eje mayor. Sobre la base de esta relocalización se propone que los sitios 1 y 2 no constituyen entidades diferentes, como se creía, ya que son dos olladas lindantes producidas por erosión eólica. No obstante, para la presentación de los datos se decidió mantener la nomenclatura original como sitios diferentes para respetar la integridad de la colección.

En este trabajo se presentará sólo el análisis de los materiales de excavación de ambos sitios del yacimiento I. La colección de superficie es muy abundante pero no se incluye aquí. Estas nuevas investigaciones comprendieron estudios arqueofaunísticos, de tecnología lítica, cerámica, así como investigaciones bioarqueológicas.

LOS SITIOS Y SU ENTORNO

Las excavaciones realizadas en los dos sitios del yacimiento I (PMYIS1, PMYIS2) proporcionaron abundantes restos artefactuales, un interesante conjunto de restos faunísticos, y, en el caso del sitio 2, restos humanos. Los materiales de la colección están en buen estado de conservación. El sistema de registro, documentación y guardado desde los momentos iniciales de su extracción facilitó la recuperación de la historia de los trabajos, aún cuando no se contó con las libretas de campo. La primera tarea realizada fue el reordenamiento, limpieza y preparación de los materiales. La segunda etapa fue el análisis por tipo de restos. Se realizaron, además, cuatro fechados radiocarbónicos por AMS, tres para el sitio 1 y uno para el sitio 2 (Tabla 1).

Tabla 1. Fechados radiocarbónicos de Paso Mayor.
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El enclave de los sitios

El Sauce Grande es el río más importante del suroeste bonaerense. Nace en el sector centro oriental de las Sierras Australes y recorre alrededor de 100 km hasta desembocar en el océano Atlántico. En el curso inferior forma una extensa laguna y a partir de allí pierde gran parte de su caudal.

La historia geológica del río fue compleja con tres episodios de incisión y relleno del valle, expresados por la presencia de terrazas de distinta cronología. De especial importancia para este trabajo es la segunda terraza donde afloran depósitos de conglomerados que en el valle medio aparecen en forma discontinua. Estos conglomerados con arenas y en menor medida pelitas, formados en un ambiente fluvial, corresponden a la sección inferior de la Secuencia San José que presenta una potencia de hasta 4 m (Zavala y Quattrocchio 2001). Este depósito contiene diferentes rocas pero las metacuarcitas son las más abundantes; también es posible hallar cuarzo, algunas areniscas y subarkosa, que afloran en el entorno del sitio en un radio de algunos centenares de metros. Es en esta terraza media donde se localizan los sitios PMYIS1 y PMYIS2, en depósitos eólicos acumulados durante el Holoceno.

Yacimiento I sitio 1

Es un sitio multicomponente con reiteradas ocupaciones, desde el Holoceno medio hasta tiempos posteriores al contacto y con una alta densidad de materiales. En esta ocasión sele- ccionamos los restos recuperados en estratigrafía de cuatro de las siete cuadriculas excavadas (N0 E0, N0 W1, N1 W0 y N1 W1). En la superficie de estas cuadrículas se hallaron artefactos líticos, alfarería, escasos restos faunísticos y algunos fragmentos de vidrio. Estos materiales superficiales no se incluyen en este trabajo. Cada cuadrícula tenía 1 m por lado. La columna sedimentaria excavada tiene una potencia de 190 cm. Los restos artefactuales y faunísticos tienen una distribución continua aunque las mayores concentraciones se dan entre la superficie y 120 cm, luego la cantidad decrece notablemente.

En las cuadrículas analizadas se procesaron restos faunísticos, artefactos líticos, tiestos de alfarería y clastos naturales. Los restos faunísticos suman 1772 entre determinados e indeterminados. El conjunto lítico está formado por 1167 ítems, de los cuales 1133 son elementos vinculados con la talla y 34 con la confección de artefactos por picado, abrasión y pulido. Los tiestos cerámicos ascienden a 21. También se recuperaron 237 clastos naturales, dentro de los que se incluyen 62 fragmentos de roca colorante. Mientras que los artefactos en piedra y los restos faunísticos fueron recuperados a lo largo de toda la secuencia, los tiestos cerámicos fueron hallados sólo en los primeros 45 cm de profundidad.

Los tres fechados radiocarbónicos por AMS fueron realizados sobre hueso (Tabla 1), en base a los resultados obtenidos se propone que los materiales entre 45 y 120 cm de profundidad corresponden al Holoceno medio. En tanto que aquellos restos desde la superficie hasta los 45 cm de profundidad se asignan al Holoceno tardío. Esta asignación se basa en la posición en secuencia, en la presencia de alfarería y de puntas de proyectil triangulares apendunculadas de tamaño pequeño y muy pequeño. Para su descripción los materiales se separaron en dos subconjuntos: niveles inferiores (NI; 45-120 cm) y niveles superiores (NS; 0-45 cm) (Figura 2).

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Figura 2. NIVELES SUPERIORES: 1651-1667: fragmentos limbo distales de puntas de metacuarcita y de sílice; 2723-5195-1648: raspadores de sílice y ftanita; 4490: artefacto compuesto con puntas destacadas de OGSB; 5020: raedera doble de subarkosa; 1616: placa de arenisca fangosa; 5025: raedera transversal de metacuarcita. NIVELES INFERIORES: 4856: punta destacada con retoque de OGSB; 4843-4949: raspadores de subarkosa y OGSB; 1813: punta destacada de metacuarcita; 1812: fragmento de artefacto compuesto de sílice; 4532: fragmento limbo distal punta de proyectil mediana de subarkosa; 5048: artefacto con retoque en bisel oblicuo de riolita; 1768: placa de arenisca fangosa bordes regularizados; 4573: raedera doble de metacuarcita.

Las arqueofaunas

El análisis preliminar del conjunto arqueofaunístico consistió en la determinación taxonómica, anatómica y en la obtención de medidas básicas de cuantificación (NISP y NMI). Asimismo se registraron las evidencias de procesamiento antrópico y algunas variables tafonómicas que afectaron los restos.

El conjunto faunístico de las cuadrículas seleccionadas consta de 1772 restos, de los cuales 465 (26%) pudieron ser identificados a un nivel taxonómico al menos de familia. Los restantes 1307 fueron registrados en la categoría indeterminados y en su mayor parte se trata de fragmentos menores a 1 cm. Las arqueofaunas de los NI son numéricamente más relevantes que las de los NS. En los NS se recuperaron 57 restos determinables, entre los que se incluyen placas de Dasypodidae (n= 7), de Chaetophractus villosus (n= 3), de Zaedyus pichiy (n= 3) y un fragmento de cáscara de huevo de Rheidae; estos restos no se han considerado en la obtención del NISP%. También se recuperaron 352 restos indeterminables. En los NI el NISP asciende a 408, entre los que se incluyen placas de no determinado (n= 17), Chaetophractus villosus (n= 8), Zaedyus pichiy (n= 5) y 200 fragmentos de cáscara de huevo de rheido, que no serán consideradas en los conteos del NISP%. Los elementos indeterminados de estos niveles suman 955.

Las especies de vertebrados recuperadas tanto en los niveles inferiores como superiores son Lama guanicoe, Ozotoceros bezoarticus, Chaetophractus villosus y Zaedyus pichiy; de esta última se recuperaron sólo placas dérmicas. Sin embargo hay especies sólo presentes en el componente inferior: Ctenomys sp., Lagostomus maximus y Rhea americana. El conjunto de invertebrados está compuesto por un espécimen de Adelomelon beckii y uno de Amiantis purpurata, tres fragmentos de valva y uno de Volutidae que no han podido ser asignados a nivel específico debido a su alto grado de fragmentación. Se registraron además gasterópodos terrestres pulmonados, que fueron asignados a las especies Austroborus lutescens (n= 24) y Plagiodontes sp. (n= 4). Su presencia en el conjunto se debe a causas naturales. Estas especies están presentes en otros sitios del área, como La Toma (Madrid y Politis 1991) (Tabla 2).

Tabla 2. Representación taxonómica y anatómica y NMI del conjunto arqueofaunístico analizado.
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La información de las partes anatómicas y del NMI se muestra en la tabla 2. El NMI fue obtenido siguiendo los criterios de lateralidad y de fusión de epífisis (Grayson 1984; Lyman 1994; Mengoni Goñalons 1999). Las partes anatómicas representadas en los conjuntos tienen características similares en los dos niveles. En el caso del guanaco se observa una prevalencia del esqueleto apendicular por sobre el axial, especialmente elementos del autopodio. Por su parte la totalidad de los restos de venado de las pampas y de ñandú corresponden al esqueleto apendicular.

Aspectos tafonómicos

Se presentan las variables tafonómicas relevadas a nivel macroscópico sobre los restos identificados (n= 465). En primer lugar se consignó la presencia de depositaciones químicas de carbonato de calcio y de manganeso. El carbonato de calcio se clasificó en cuatro tipos (A, B, C o D) y se consignó la extensión sobre la superficie del hueso. Estos criterios fueron tomados de Gutiérrez (2004). Por otro lado se registraron, en forma de presencia/ausencia el manganeso, las marcas de raíces, de roedores y de carnívoros. Por último se evaluó el grado de meteorización de los restos según los criterios establecidos por Behrensmeyer (1978).

Las depositaciones de carbonato de calcio fueron las que más afectaron al conjunto mientras que ningún resto mostró depositaciones de manganeso. Se registró la presencia de éstas en 116 casos de los NI y en 13 casos de los NS, predominando las depositaciones del tipo C. Por otra parte, las raíces afectaron diferencialmente los restos de los dos componentes. En los NS, 21 elementos (37%) presentan marcas de raíces, mientras que en los inferiores son 20 (5%) los restos afectados por este agente. En lo que respecta a las marcas de roedores y de carnívoros, son escasas dentro del conjunto de ambos niveles. En los NS los roedores afectaron a 5 (9%) elementos y los carnívoros a 2 (3%). En los NI los restos que presentan marcas de roedores son 11 (3%) y aquellos con marcas de carnívoros 5 (1%). Es significativo aclarar que las depositaciones de carbonato de calcio pueden enmascarar rasgos de las superficies óseas tanto naturales como antrópicos. Por último, la mayor parte de los huesos de ambos niveles presentan una meteorización de grado 1 y 2, siendo más de la mitad de los restos los que entran en esta última categoría (58% para los NS y 53% para los NI). Esto permite afirmar que el estado general del conjunto es bueno.

Los restos indeterminados son numéricamente muy importantes (n= 1307) y la mayoría presentan dimensiones que no superan 1 cm. Esto puede deberse a los procesos de formación del sitio, que aún se encuentran en estudio. Además, el 18% (n= 231) de estos fragmentos presenta alteraciones térmicas de diverso grado (carbonizado y calcinado), situación que puede vincularse con la alta fragmentación, ya que una de las consecuencias de la exposición de los huesos al fuego es su fragmentación (Costamagno et al. 2005; Stiner et al. 1995).

Evidencias de procesamiento antrópico

Se registraron evidencias de procesamiento antrópico en forma de marcas de corte, percusión, machacado, negativos de impacto y fracturas en estado fresco, además de las mencionadas alteraciones térmicas. El relevamiento se realizó tanto a nivel macroscópico como con lupa binocular con aumentos de 10x y 20x.

Las evidencias de actividad antrópica en forma de marcas de procesamiento fueron registradas en Lama guanicoe (n= 31), Ozotoceros bezoarticus (n= 4) y Rhea americana (n= 1). En los NS, se registraron marcas de corte sobre tres especímenes de guanaco y marcas de machacado sobre uno. Además se relevó la presencia de fracturas en estado fresco en seis especímenes de este taxón y en uno de venado de las pampas. En cuanto a los NI, tres restos de guanaco y uno de venado presentan marcas de corte, mientras que uno de cada taxón muestra evidencias de machacado. En lo que respecta a las fracturas helicoidales, 17 elementos de guanaco, uno de venado de las pampas y uno de ñandú presentan este tipo de fractura. A esto se suma un importante número de diáfisis (n= 38) cuya asignación taxonómica no ha sido posible y que registran evidencias de fracturas de origen antrópico. Cabe destacar que el espécimen fechado, número 64/2028 del YIS1, tiene evidencias de fractura en estado fresco (Tabla 1).

Las alteraciones térmicas afectaron elementos de especies de variado porte. En los NS se recuperaron dos placas dérmicas de armadillo carbonizadas. En los NI, por un lado, se reconocieron alteraciones térmicas en una placa de Chaetophractus villosus, una de Zaedyus pichiy y tres de dasipódido indeterminado. Por otro, seis elementos de Lama guanicoe, entre ellos cuatro falanges, un astrágalo y un metápodo presentan signos de carbonización. Asimismo dos metápodos y un cuneiforme de Ozotoceros bezoarticus se presentan afectados por el fuego.

Interpretación

De los datos arqueofaunísticos presentados es posible realizar una serie de interpretaciones de carácter preliminar. En primer lugar, el estado general de los restos es bueno. La gran cantidad de fragmentos indeterminados podría derivar de los procesos de formación de sitio, pero también de las actividades antrópicas llevadas a cabo en el lugar, como es el caso de los fragmentos que presentan alteraciones térmicas. Estas cuestiones se encuentran aún bajo estudio. La variable que más afectó a los restos es el carbonato de calcio, especialmente en los NI.

En segundo lugar, es posible realizar inferencias sobre las actividades de aprovechamiento faunístico. Tanto en los NI como en los NS, se procesaron principalmente ungulados (guanaco y venado). Las partes anatómicas representadas, con una prevalencia del esqueleto apendicular, especialmente del autopodio, serían un indicio de que las presas no entraron enteras al sitio, aunque aún está en evaluación la relación con la densidad mineral ósea. Si bien los elementos más frecuentes no son aquellos con mayor rendimiento cárnico, podrían haber entrado al sitio junto con aquellas partes que sí lo son (Binford 1981). Por otro lado, los restos con fractura de tipo helicoidal indican la extracción la médula ósea. Esto se observa tanto en ungulados como en Rhea americana recuperados en los NI. De forma preliminar es posible afirmar que durante el Holoceno medio se explotó de manera secundaria el ñandú. Los fragmentos de cáscaras de huevos de rheido pueden interpretarse como derivados de su consumo. Su número es muy superior en los NI que en los NS. Sí es posible afirmar a partir de la presencia de las cáscaras que el sitio fue ocupado al menos durante la primavera (Sales et al. 1996). Por su parte, los restos con evidencias de alteraciones térmicas, aunque escasos entre los determinados, pueden indicar o bien su utilización como combustible o bien la cocción a fuego de la carne. Las placas de armadillo con alteraciones térmicas son escasas, pero podrían interpretarse en el mismo sentido, vinculándolas con actividades culinarias.

Los moluscos marinos de los NI permiten establecer una vinculación del interior con la costa durante el Holoceno medio, en tanto las dos especies recuperadas están presentes en la costa del sudoeste. La presencia de elementos propios del entorno marino es común en sitios del interior de la región pampeana con cronologías que abarcan todo el Holoceno (Bonomo 2007; Politis 1984). Bonomo (2007) concluye que los moluscos marinos no fueron obtenidos para el consumo, sino como contenedores o bien relacionados con fines estéticos.

La tecnología

Se recuperaron elementos correspondientes a distintas tecnologías. Discutiremos aspectos de los artefactos de piedra confeccionados por talla, por picado, abrasión y pulido o por uso. También se presentan datos sobre la alfarería y los pigmentos. En cuanto a los artefactos formatizados, parte de los materiales fueron analizados en una publicación sobre el abastecimiento de rocas en la pampa bonaerense (Bayón et al. 2006).

Los artefactos tallados

El conjunto de artefactos de piedra tallada es de 1133, los criterios para clasificarlos fueron, en primer lugar, la roca empleada (Tabla 3), en segundo término las clases tipológicas, o sea artefactos formatizados, núcleos y desechos de talla (Aschero y Hocsman 2004). Para cada grupo se describieron los atributos considerados relevantes (Aschero 1983). El objetivo del procedimiento fue analizar las semejanzas y diferencias del conjunto a través del tiempo. La disponibilidad y el abastecimiento de rocas para el Holoceno tardío ya fueron discutidos en un trabajo previo (Bayón et al. 2006), aquí sólo haremos una breve reseña, centrándonos en las diferencias temporales y entre clases. De la lectura de la Tabla 3 se desprende que:

• En los NI y NS las rocas más empleadas provienen de los rodados fluviales inmediatamente disponibles. Su calidad es muy variable de clasto en clasto, siempre de moderada a mala para la talla. Estos rodados incluyen varias rocas siendo las más abundantes la metacuarcita, el cuarzo y la subarkosa.

• En los NI las ortocuarcitas del Grupo Sierras Bayas (OGSB) son la segunda roca en importancia entre los instrumentos. En los NS son la tercera materia prima. Representan un abastecimiento de larga distancia y son de muy buena calidad para la talla (Bayón et al. 1999; Flegenheimer et al. 1999). La proporción es menor si se consideran los desechos y los núcleos.

• Los rodados costeros fueron en los NI la tercera materia prima en importancia y en los NS, la segunda. Estos rodados incluyen diversas rocas, como basaltos y sílices entre otras y fueron traslados 40 km desde la costa atlántica.

• Hay materias primas poco representadas, como la riolita que procede del sistema serrano de Ventana y no se encuentra entre los rodados del río Sauce Grande. El abastecimiento implica un traslado de alrededor de 100 km y su representación se incrementa con el tiempo. Otra de las rocas empleadas es el chert silíceo de color verde, cuya disponibilidad en el paisaje todavía no es bien conocida.

Tabla 3. Distribución en profundidad de las distintas clases artefactuales según la materia prima en la que están confeccionadas.
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Dentro de la clase de los núcleos incluimos los artefactos tallados en los que podemos distinguir al menos una boca de lascado clara que permita obtener una lasca útil como forma base (Bayón y Flegenheimer 2004). Esto posibilitó diferenciar entre núcleos y clastos testeados (Armentano 2004). Los núcleos se separaron según la manera en la que fueron reducidos y se diferenciaron los cuerpos centrales bipolares de los núcleos de talla directa, agrupándolos por materia prima (Tabla 3). Los rodados fluviales y las lascas fueron las formas base más frecuente para los núcleos, en tanto que para aplicar talla bipolar se emplearon rodados costeros, lascas y artefactos formatizados. La forma de núcleo más frecuente tiene lascados aislados con unas pocas extracciones, sólo hay un núcleo formal (piramidal parcial) de OGSB. Las plataformas son en primer término naturales, seguidas por las lisas y el núcleo piramidal parcial tiene plataforma preparada.

Dentro de los desechos incluimos lascas y fragmentos indiferenciados. En la Tabla 3 se observa la proporción de cada uno en relación con las materias primas. En las lascas predominan las internas angulares, las internas planas, las primarias, con dorso natural, las secundarias, las bipolares y el resto son no diferenciadas. El orden de la forma de los talones es liso, natural y filiforme, hay escasos talones diedros, facetados, astillados e indiferenciados.

Los artefactos formatizados son 102 en total. Los grupos tipológicos presentan gran variedad, hay puntas de proyectil, puntas destacadas, muescas, raederas, piezas con retoque en bisel oblicuo, raspadores, cepillos, cortantes, cuchillos, artefactos de formatización sumaria y fragmentos indiferenciados de unifaces y de bifaces (Figura 2). Se suman a este conjunto un yunque y dos percutores. Hay que destacar que los NI presentan una mayor variedad de grupos tipológicos. Para elaborar estos instrumentos, las formas base preferidas fueron las lascas que en los NS alcanzan 85% y en los NI 87%.

En la Tabla 4 se compara el módulo de los instrumentos y de las lascas, en piezas enteras. De la lectura de la tabla se desprende que:

• Para los artefactos formatizados en rocas locales se prefirieron los módulos mediano-grandes, grandes y muy grandes. En el caso de las lascas la mayoría son de módulos pequeño y mediano pequeño y de menor espesor que los instrumentos por lo que se estima que la mayoría provienen de la formatización de caras y bordes. En cambio, las de mayor tamaño pueden estar faltando del conjunto ya que se seleccionaron como soporte.

• Para los artefactos formatizados de OGSB, los módulos preferidos fueron los pequeños. Las lascas también son predominantemente de tamaño pequeño pero de poco espesor por lo que se estima que no fueron potenciales forma base y corresponden a la formatización de caras y filos, esto concuerda con la escasa representación de núcleos. Se considera que al sitio los artefactos llegaron parcialmente formatizados y la extracción de formas base fue poco significativa.

• El grado de completitud de los artefactos es elevado y muchas de las fracturas, sobre todo en las lascas de rocas localmente disponibles, pueden atribuirse a la presencia de fisuras en los rodados fluviales.

Tabla 4. Tamaño de artefactos formatizados y lascas enteras según las materias primas más frecuentes y grado de completitud.
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En cuanto a la inversión de trabajo predominan los artefactos en los que se acondicionaron sólo los filos, pero están presentes los artefactos en los que se formatizaron una o las dos caras. Los bifaces están representados por cuatro fragmentos de puntas de proyectil, un fragmento de bifaz indiferenciado en los NS, y un bifaz tosco en los NI. Si bien las puntas están fracturadas, las tres de los NS son pequeñas y la de los NI es mediana.

Artefactos modificados por picado, abrasión y pulido

Los artefactos formatizados por picado, abrasión y pulido son abundantes en la localidad donde se han recuperado molinos, manos de molinos, morteros, manos de morteros, bolas de boleadora y artefactos con superficies activas y bordes regularizados. La mayoría fueron hallados en superficie y estos no se incluyen en este trabajo.

En las cuadrículas analizadas, este tipo de artefactos está integrado por 24 instrumentos que fueron clasificados de acuerdo a lo propuesto por Babot (2004). El conjunto está compuesto por 21 artefactos con superficies activas, una mano de molino, una probable preforma de bola de boleadora y un fragmento indeterminado. A excepción de la mano de molino, el resto de las piezas se encuentran fragmentadas.

Entre las rocas empleadas para confeccionar instrumentos encontramos metacuarcita (19%) y arenisca fangosa (81%). Los clastos tabulares fueron la forma base predominante para los artefactos con superficies activas, y para la mano de molino se usó un rodado fluvial de metacuarcita.

También se han hallado desechos de talla producidos durante la formatización de los bordes de molinos y artefactos pasivos no identificados. Por eso se incluyeron entre los desechos de talla. Estos desechos corresponden a arenisca fangosa (n= 30), diabasa (n= 1) y a una roca ígnea no identificada (n= 1). El hallazgo de diabasa es particularmente interesante porque fue seleccionada para la confección de bolas de boleadora y de artefactos de molienda en otros sitios de la pampa bonaerense (Vecchi 2010). El conjunto de desechos de las rocas mencionadas es un registro novedoso para la región pampeana, ya que indica la formatización de molinos en el lugar.

Otros

Un conjunto poco numeroso respecto a lo ya descripto lo constituyen los 21 tiestos cerámicos. Son todos de tamaño muy pequeño, predominan los de 1.5 cm de lado. No se han observado bordes. Los tiestos proceden de los primeros 45 cm, excepto uno de ellos. El grupo de fragmentos cerámicos es demasiado escaso para poder realizar una caracterización adecuada, para ello se requerirá un estudio conjunto de todos los fragmentos presentes en superficie que permitan futuros análisis morfológicos, petrográfícos o sobre residuos.

También se han hallado 33 fragmentos de colorante. Estos se distribuyen a lo largo de toda la secuencia. Si bien en este sitio no hay evidencias de uso de colorantes, es importante destacar la utilización de estos en los restos humanos recuperados en el sitio 2 de este yacimiento.

Yacimiento I sitio 2

En este sitio se hallaron en estratigrafía los restos de al menos siete individuos, algunos inhumados de manera secundaria y otros de manera primaria. Los restos estaban enterrados a escasa profundidad, en un depósito arenoso de origen eólico que al erosionarse dejó al descubierto los entierros. Hasta el momento se ha realizado un fechado radiocarbónico por AMS sobre costilla humana, que arrojó una edad de 700 ± 42 años AP (Tabla 1). En superficie, cerca de donde se recuperaron los esqueletos se encontraron 1054 objetos líticos, 21 tiestos cerámicos, 22 materiales industrializados y 44 restos faunísticos, en su mayor parte valvas y cáscara de huevo. A esto debe sumarse un bezoar, una cuenta de valva y fragmentos de colorante. La presencia de materiales en superficie y la cercanía con el sitio 1 apoyan la idea de que no hubo una segregación espacial del área de inhumación.

Una de las limitaciones que presenta este trabajo es que gran parte de la información de campo se perdió y no es recuperable una vez que los esqueletos han sido extraídos. De esta manera, no es posible conocer algunas de las características de los entierros: qué cantidad de paquetes había, si estaban los elementos articulados, cómo se localizaban los restos dentro de cada entierro o si había algún tipo de patrón en la disposición de los huesos. Sin embargo, el estudio de la colección permitió generar información nueva en cuanto a sexo, edad, partes presentes, cronología, y aportar nuevos datos sobre los entierros secundarios tardíos en la región.

Los restos humanos

Los análisis bioarqueológicos incluyeron el inventario de las partes presentes, la determinación de sexo y edad, el número mínimo de individuos representados. También se relevaron algunas variables tafonómicas.

Se analizó un total de 128 restos óseos, 14 pertenecientes al esqueleto craneal y 114 al poscraneal. los huesos que forman parte del esqueleto poscraneal 80 (70%) son huesos largos, siendo 33 huesos del miembro superior y 47 elementos del miembro inferior. Los restantes 34 elementos (30%) del esqueleto poscraneal determinados corresponden a coxales, un sacro, escápulas, clavículas, una falange de la mano, una vértebra dorsal, una costilla, una rótula, un astrágalo y tres metacarpos. Es importante destacar que no se han encontrado carpos ni huesos de los pies (a excepción de un astrágalo), ni esternón, vértebras cervicales o lumbares (Tabla 5).

Tabla 5. Análisis cuantitativo de los restos óseos humanos de PMYIS2.
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El NMI es de siete, fue calculado independientemente sobre fémur, húmero y peroné. De éstos se pudieron determinar seis individuos adultos (mayores de 20 años) y un individuo subadulto. La diferenciación de los individuos en adultos y subadultos se hizo tomando en consideración criterios cualitativos como la fusión de las epífisis de los huesos largos y de los elementos que componen los coxales, y criterios cuantitativos como la longitud de las diáfisis (Bass 1995; White y Folkens 2005)

El sexo probable se determinó en base a las características morfológicas de los coxales y de los cráneos. Los criterios considerados fueron la profundidad y el ancho de la escotadura ciática, las características de la rama isquiopúbica, la morfología del ilion y la concavidad subpúbica. En el cráneo se observó el grado de desarrollo de la cresta nucal, de las arcadas supraorbitarias y de los procesos mastoideos (Buikstra y Ubelaker 1994; White y Folkens 2005, entre otros). De un total de nueve hemipelvis observadas, en cinco ha sido posible hacer determinaciones de sexo debido a que se encontraban presentes las partes diagnósticas. De éstas, tres han sido asignadas a individuos femeninos y dos a individuos masculinos. De los cuatro cráneos presentes dos presentaron características masculinas y dos femeninas.

En suma, tomando en consideración los cráneos, las pelvis y los huesos largos se determinó que en el sitio al menos fueron inhumados seis individuos adultos y un subadulto. En cuanto al sexo de los adultos al menos hay dos individuos masculinos, dos femeninos y dos indeterminados.

Ocre y deformación artificial del cráneo

Según lo observado en el registro fotográfico del sitio algunos de los restos humanos fueron enterrados en paquetes secundarios. Esto es concordante con la ausencia de ciertas partes esqueletarias, la presencia de huesos pintados y la cronología de los entierros. Si bien la presencia de huesos pintados no es exclusiva de las modalidades secundarias, es un rasgo que frecuentemente se encuentra en este tipo de entierros y está ampliamente documentado en distintos sitios arqueológicos en la Pampa bonaerense y en el sector transicional pampeano-patagónico oriental (Barrientos 1997; Martínez et al. 2007).

De los 128 elementos analizados, 38 (30%) presentaron colorante: escápulas, clavículas, fémures, peroné, coxales, húmeros, radios, cubitos, sacros, tibias, astrágalo, cráneos y mandíbulas, todos asignables a individuos adultos; no se detectó la presencia de este rasgo en los elementos correspondientes al subadulto. Si bien esta diferencia entre adultos y subadultos puede deberse a que con el paso del tiempo varios de los elementos pintados hayan perdido la coloración, no se puede descartar que se deba a un tratamiento diferencial de los restos de los individuos de distintas categorías etarias. Entre los individuos adultos la presencia de colorante fue observada en coxales femeninos y masculinos. Finalmente, uno de los cuatro cráneos presenta deformación craneana del tipo tabular erecta. Se trata del cráneo de un individuo masculino adulto.

Variables tafonómicas

Con el fin de evaluar el estado general de la colección se hizo un análisis de carácter preliminar de algunas variables tafonómicas en la superficie cortical de los huesos. Para cada uno de los elementos se consideró: presencia de marcas de raíces, depositaciones químicas tales como óxido de manganeso y carbonato de calcio, presencia de fisuras, marcas de roedor y completitud de los elementos (White y Folkens 2005).

Es interesante notar que ningún elemento presentó carbonato de calcio en la superficie. Las marcas de raíces fueron detectadas en 106 de los huesos (83%), las manchas de óxido de manganeso afectaron a 75 de los restos (59%). En cuanto a la completitud de los elementos, la mayoría de éstos se encontraba representado por más de 50%. Dde los restos analizados 91 (80%) han sido ubicados en las categorías 3 o 4 de completitud y las fisuras en la superficie cortical afectaron a 88 (69%) elementos. Finalmente, se registraron marcas de roedor en la cresta interósea de un radio derecho. La baja frecuencia de estas marcas coincide

Con lo observado por otros investigadores en sitios de la región (González 2007).

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Los datos aportados por la colección muestran repetidas instalaciones en Paso Mayor desde al menos ca. 5900 años AP hasta momentos del contacto, por lo que se propone que fue un lugar de importancia en la memoria social de los grupos de cazadores recolectores que volvían una y otra vez a ese gran médano. Por otro lado, los reconocimientos de campo permiten interpretar a ambos sitios como un conjunto. De este modo, un sector del médano (PMY1S1) funcionó prolongada y reiteradamente como campamento residencial en el Holoceno medio y tardío, momento en el que además, la ollada aledaña (PMY1S2) fue elegida como lugar para inhumar a los muertos. En la base residencial a lo largo del lapso señalado se desarrollaron múltiples tareas, entre ellas el procesamiento y consumo de alimentos de origen animal y posiblemente la manipulación de vegetales, lo que se infiere por la presencia de molinos y manos. Además se confeccionaron y usaron diversas tecnologías, con una amplia variedad de artefactos manufacturados por diferentes procedimientos. Las densidades de materiales por m2, especialmente de artefactos formatizados, permiten sostener la utilización intensiva del lugar.

Paso Mayor es uno de los pocos sitios de la Pampa bonaerense con fechados entre 5900 y 3800 años AP. En los modelos de ocupación de la región esta escasa visibilidad arqueológica fue interpretada de diversas maneras. Por un lado se señaló un "silencio arqueológico" entre 5960 y 5060 años AP debido a un despoblamiento o disminución de la población del área, desencadenado por cambios climáticos (Barrientos 1997; Barrientos y Pérez 2005). Esta proposición se basó en el manejo estadístico de los fechados publicados. Además, mediante análisis morfométricos de restos humanos de distintos sitios se propuso la existencia de una población distinta luego de la reocupación regional (Barrientos y Pérez 2005). Otros autores, en cambio, han enfatizado la continuidad del poblamiento de la región, sin ninguna disrupción, basados en las características de la tecnología lítica y de la subsistencia (Martínez 2002; Politis 1984). Además Martínez (2002) propuso que la baja visibilidad de los sitios en ese lapso se debería al desarrollo de una estrategia de movilidad residencial de alta frecuencia, como respuesta a condiciones ecológicas fluctuantes.

Si se comparan las características de las ocupaciones de PM con otros sitios de cronología equiparable entre ca. 6000-3800 años AP, es posible dar cuenta de la variabilidad de los casos existentes. Las ocupaciones en valles fluviales muestran que en el río Sauce Grande, el sitio La Toma NI en el sudoeste bonaerense fue resultado de reiteradas ocupaciones de actividades especializadas y un posible campamento base pequeño (Madrid y Politis 1991); mientras que en el área Interserrana, curso medio del río Quequén Grande, Paso Otero 3 refleja estadías breves, ya sea para el desarrollo de actividades múltiples o especificas (Martínez 2006). En la llanura interserrana, Fortín Necochea fue un campamento base de múltiples actividades (Crivelli Montero 1987-1988); en tanto que el sitio Arroyo Seco 2 también presenta evidencias de una prolongada utilización como lugar de inhumación en ca. 4700 años AP (Scabuzzo y Politis 2006). En el litoral atlántico, el sitio Alfar, con evidencias del uso reiterado y planificado de la costa, amplía para este lapso un proceso iniciado casi 2000 años antes en la costa del suroeste bonaerense (Bayón y Politis 1998; Bonomo y León 2010).

En cuanto a las ocupaciones del área Serrana de Tandilia, muestran predominantemente actividades específicas. Este es el caso de Arroyo El Diamante que actuó a lo largo del Holoceno como una cantera recurrente e intensamente explotada (Flegenheimer et al. 1999), de Cerro La China S2 con una ocupación interpretada como sitio de caza (Mazzia y Flegenheimer 2007); y de la segunda y tercera ocupación de Cueva Tixi, interpretadas como producto de uno o pocos eventos del procesamiento intensivo de presas (Mazzanti y Quintana 2001). En síntesis, aunque los sitios no son muy numerosos para el período 6000-3800 años AP, muestran una amplia variabilidad de acciones tanto en los campamentos residenciales como en los lugares de tareas específicas. Por otra parte resulta interesante señalar que se mantiene la ocupación en todas las áreas pobladas en el Holoceno temprano o a comienzos del Holoceno medio.

En las ocupaciones del Holoceno tardío en Paso Mayor, además de lo ya señalado para el campamento residencial, es relevante discutir varios aspectos en relación con las inhumaciones (PMYIS2). En primer lugar se evalúa la presencia de deformación craneana, en segundo término las prácticas mortuorias secundarias y finalmente se contextualiza el hallazgo con otros sitios de cronología semejante. La presencia de deformación tabular erecta resulta un dato interesante. Este tipo de deformación fue asignado por diferentes autores al Holoceno tardío final (Baffi y Berón 1992; Barrientos 1997) y se encuentra ampliamente representada en sitios de este período como Paso Alsina 1, La Petrona, Laguna Los Chilenos, Chenque I, entre otros (Berón y Luna 2007; Martínez et al. 2007; Martínez y Figuerero Torres 2000). Como postula Torres-Rouff (2007), la deformación intencional de los cráneos es una práctica que se realiza en los infantes hasta los seis meses de edad y que actúa como indicador de identidad de los individuos tanto al interior del grupo

Como fuera de éste. De este modo, las modificaciones del cuerpo operan como fronteras sociales y como un medio efectivo para transmitir información de la filiación grupal. Es interesante que en el sitio sólo uno de los individuos presentaba el cráneo deformado. Esto permite plantear dos explicaciones: una es la pertenencia de este individuo a otro grupo de origen (para un caso semejante ver Martínez y Figuerero Torres 2000) o un tratamiento diferencial de los individuos dentro de un mismo grupo (Aufderheide y Rodríguez-Martín 1998).

Como ya se mencionó, la presencia de entierros secundarios en sitios de la región pampeana ha sido un rasgo frecuente a lo largo del Holoceno tardío. Para el Holoceno tardío final se conocen seis sitios con entierros secundarios: Laguna Los Chilenos, Campo Brochetto, Paso Alsina 1, La Petrona, Napostá y El Chenque I (Barrientos 1997; Barrientos et al. 2002; Barrientos y Leipus 1997; Berón y Luna 2007; Martínez y Figuerero Torres 2000; Martínez et al. 2007). Estos sitios fueron asignados al Holoceno tardío final (entre ca. 1000 y 400 años AP) a partir de distintos fechados radiocarbónicos, a excepción de los sitios Campo Brochetto y Napostá que aún no fueron datados y su ubicación temporal se basa en las características de los entierros y su ubicación estratigráfica (Barrientos 1997). Todos ellos presentan una gran variabilidad en aspectos tales como cantidad de individuos enterrados, presencia de ajuar, composición de los entierros, variabilidad de prácticas mortuorias y funcionalidad de los sitios. En relación a este último punto como señala Martínez (2009), para el Holoceno tardío final la inhumación de individuos se realizaba tanto dentro de los campamentos residenciales como en áreas exclusivas.

En síntesis, el registro analizado en PM muestra la continuidad de la ocupación desde el Holoceno medio hasta el tardío y permite calificarla como un lugar relevante debido a su localización, la densidad de las ocupaciones y la reiteración en su uso. La producción y reproducción de este lugar señalan una continuidad basada en la práctica social a través del tiempo, dando como resultado un centro de significado y un locus de acción física (Potter 2004; Thomas 2001). Este lugar funcionó como un nodo en un sistema de relaciones, a través de un movimiento desde y hacia este lugar, conformando un paisaje que facilitó la acumulación de experiencias de significado, asociaciones e historias que deben haberse convertido en memoria social experienciada a nivel del grupo (Potter 2004). Por otro lado, la gestión tanto de recursos líticos como faunísticos permite señalar que hubo un paisaje de la costumbre vigente desde el Holoceno medio al tardío. Gamble (2001) señala que este paisaje incluye aquellas rutinas diarias que tienen lugar en los escenarios y que poseen su propia secuencia temporal que estructura los contenidos de interacción. Dde este modo, sería el producto del quehacer cotidiano de todos los individuos que interaccionan y que forman una red espacial de caminos que se cruzan. Sus dimensiones espaciales pueden inferirse a partir de la distribución de materias primas en distintos lugares, puesto que proporciona un registro de los movimientos que constituyen un ejemplo de los ritmos y secuencias operativas de los individuos en las rutinas de la vida en sociedad. este modo, las trayectorias del abastecimiento lítico que incluyen las materias primas seleccionadas, el área de recolección, el transporte, la distancia de los recorridos y la importancia de cada roca en el conjunto artefactual sirvieron para reconocer cuáles fueron los paisajes de la costumbre que estuvieron funcionando en la red social ampliada de la cual formaba parte PM (Gamble 2001). Como se señalara en la descripción de la tecnología lítica, la roca local predominó ampliamente y fue sin duda uno de los atractivos para la elección del lugar con lo que la información de su disponibilidad perduró a través del tiempo. Pero las rocas más interesantes en esta discusión son aquellas trasladadas por distancias importantes, en este caso las OGSB, la diabasa, los rodados costeros y la arenisca fangosa. Estas proporcionan un registro de movimientos de los individuos que visitaban distintos lugares, se asume que con cierta regularidad. Si tomamos en cuenta el conjunto podríamos proponer que las dimensiones de dicho paisaje incluían visitas regulares a las Sierras de Tandilia, las Sierras Australes, la costa atlántica y el valle fluvial. En el mismo sentido el acarreo de caracoles marinos hasta el campamento residencial fue una práctica persistente. Ese itinerario, con ligeras diferencias, perduró desde los niveles inferiores hasta los superiores, lo que indica rutinas habituales a lo largo de generaciones. También hay una permanencia en el modo de hacer las cosas, que puede rastrearse en la manufactura de artefactos tallados ya que la elección de formas base, la formatización predominantemente de filos y el trabajo unifacial subsisten a través del tiempo. Algo semejante se observa en la elección de especies para el consumo, ya que el guanaco y el venado fueron la base de la alimentación durante todo el lapso.

Agradecimientos

Este trabajo fue posible gracias a los subsidios ANCYT-PICT06-00717, ANCYT-PICT 26040 y SECYT-UNS.24/I 154. Queremos agradecer especialmente al Sr. Horacio Diomedi quien nos brindó valiosa información para la reubicación del sitio. A Victoria Irastorza por su hospitalidad. A todo el personal administrativo y profesional del Museo y Archivo Histórico Municipal de Bahía Blanca, quien nos facilitó el trabajo con la colección arqueológica. A Nora Flegenheimer y a losrevisores quienes con sus comentarios enriquecieron esta versión.

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