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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.11 no.1 Olavarría ene./jun. 2010

 

ARTÍCULO

Tendencias del registro lítico durante el Holoceno medio: sitio Arroyo Malo 3, alto valle del río Atuel, sur de Mendoza

 

Cecilia Pérez Winter

Cecilia Pérez Winter. Departamento de Antropología, Museo de Historia Natural de San Rafael. Parque Mariano Moreno s/n, San Rafael (5600). E-mail: cecipw@gmail.com

 

Recibido 19 de Septiembre 2008.
Aceptado 23 de Octubre 2009

 


RESUMEN

Varias áreas del sur mendocino presentan una falta de registro arqueológico y radiocarbónico durante gran parte del Holoceno medio (entre los 7000 y 4000 años AP). Esto fue interpretado por algunos investigadores como un hiatus de ocupación, aunque otras explicaciones también fueron planteadas. Por otro lado, los registros paleoambientales muestran que durante el Holoceno medio se produjo un proceso de aridización, el cual pudo provocar cambios en la organización de los grupos humanos que estaban ocupando el sur mendocino. En el área del alto valle del río Atuel, el sitio Arroyo Malo 3 es el único que tiene representado el Holoceno medio en su secuencia arqueológica. Este trabajo presenta las tendencias del registro lítico del sitio correspondientes a las ocupaciones del período comprendido entre los 8900 y los 2200 años AP. Los resultados del trabajo señalan que, si se compara con el Holoceno temprano, el registro lítico del Holoceno medio muestra que hubo un posible aumento en la movilidad, menor intensidad de ocupación del sitio y un cambio en el uso de las materias primas, entre otras cosas.

Palabras clave: Holoceno medio; Organización tecnológica; Ocupación del espacio; Movilidad.

ABSTRACT

Trends In The Lithic Record During The Middle Holocene: Arroyo Malo 3 Site, Upper Atuel River Valley, Southern Mendoza. Many parts of southern Mendoza lack archaeological information and radiocarbon dates for the middle Holocene, between ca. 7000 and 4000 radiocarbon years BP. Local researchers believe this is an occupational hiatus. However, alternative explanations have been proposed. Paleoenvironmental records indicate increased aridity during the middle Holocene. This process of aridization may have affected the organization of human populations in southern Mendoza. The middle Holocene record of occupation in the upper Atuel river valley is represented at the Arroyo Malo 3 site. This report presents some trends in the lithic record, from ca. 8900 to 2200 radiocarbon years BP. In comparison with the early Holocene, the middle Holocene lithic record indicates increased mobility, decreased site occupation intensity and a change in raw material use, among other things.

Keywords: Middle Holocene; Technological organization; Occupation of space; Mobility.


 

INTRODUCCIÓN

En una escala continental, los registros paleoambientales de Sudamérica indican aridez y temperaturas en ascenso durante el Holoceno medio (Grimm et al. 2001; Mancini et al. 2005). En el sur de Mendoza, los registros glaciológicos, aluviales y de polen están mostrando condiciones más áridas para este periodo (D´Antoni 1983; Markgraf 1983; Stingl y Garlef 1995; Zárate 2002). La causa de esta mayor aridez generalizada se atribuye a una mayor influencia de los vientos del oeste, producto del desplazamiento hacia el norte de los centros anticiclónicos del Pacífico (Zárate 2002: 37). En cuanto al registro arqueológico, en varias áreas del sur de Mendoza hay una falta de evidencia de ocupación y de fechados radiocarbónicos entre los 7000 y 4000 años AP (Durán 2004; Gil 2006; Neme 2007). Esto fue interpretada por algunos investigadores como un hiatus de ocupación (Gil et al. 2005), que abarca gran parte del Holoceno medio. Otras explicaciones también fueron propuestas. Durán (2004) plantea que el hiatus registrado en el área de río Grande es una consecuencia de los eventos volcánicos ocurridos durante el Holoceno medio. Por su parte, Lagiglia (2001) propuso que hubo un aumento en la movilidad, mientras que García (2005) atribuye esta falta de datos en el norte de Mendoza a un problema de muestreo y visibilidad de sitios correspondientes a ese periodo, argumentando que esto mismo puede estar sucediendo en el sur de Mendoza. Para Gil et al. (2005) y Neme et al. (2005), el proceso de aridización y la coincidente falta de registro, estarían reflejando cambios culturales inducidos por condiciones de estrés ambiental. Este proceso de aridización pudo haber reducido la biomasa y las fuentes de agua que estaban disponibles, provocando cambios en la intensidad de ocupación, uso del espacio, relaciones sociales, movilidad y demografía de los grupos humanos que ocuparon la región (Gil et al. 2005: 89). Además, este proceso de aridización también pudo interrumpir el proceso de poblamiento, provocando el abandono de sitios (Neme et al. 2005). Estos investigadores propusieron que, durante el Holoceno medio, las ocupaciones humanas se podrían haber concentrado a lo largo de los valles fluviales de cordillera, utilizándolos como refugios (sensu Veth 1989). Por otra parte, las zonas bajas habrían sido abandonadas o habrían sufrido cambios en la intensidad de ocupación (Neme et al. 2005).

En el alto valle del río Atuel (AVRA, Figura 1) también se registró el hiatus mencionado. Sin embargo, re-excavaciones en el sitio Arroyo Malo 3 (AMA 3), redujeron el mismo a un lapso que va desde los 7000 hasta los 5400 años AP. Este sitio tiene evidencia de ocupación correspondiente al Holoceno medio avanzado (ca. 5300 años AP), con una cronología confiable (Dieguez y Neme 2003) y es el único registrado para ese periodo en el AVRA (Neme y Gil 2008). Por este motivo, el caso AMA 3, permite discutir algunos de los procesos que habrían tenido lugar durante el lapso mencionado. En este sentido, se propone examinar las tendencias del registro lítico correspondientes al Holoceno medio en AMA 3, en tres escalas espaciales: macro, meso y micro (Dincauze 1987). En una macro escala (sur de Mendoza, desde el río Diamante hacia el sur, Figura 1), se espera que los grupos aumenten su movilidad, como una estrategia para acceder a los recursos dispersos en el paisaje (Meltzer 1999), priorizando el equipamiento personal (Binford 1979; Kuhn 1992). En una meso escala (AVRA, Figura 1), por un lado, se espera que haya una reexploración del área después de los 7000 años AP; y por el otro, que el uso de los ambientes de altura siga siendo marginal, es decir, un lugar en el cual se realizan únicamente actividades extractivas (Neme 2007). Desde la micro escala (el sitio AMA 3, Figura 1), se espera una mayor intensidad de ocupación del sitio en comparación con el Holoceno temprano, por encontrarse en un área de refugio en un momento de aridez (ver Gil et al. 2005), manteniendo la misma funcionalidad que la registrada para momentos tempranos de ocupación (Neme 2007).

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Figura 1. Ubicación geográfica del AVRA y AMA 3 (extraído y modificado de Neme 2007).

ÁREA Y CASO DE ESTUDIO

El AVRA se localiza en la Cordillera Andina Meridional dentro de la Cordillera Principal, la cual incluye toda la cuenca cordillerana del Atuel (González Díaz y Fauqué 1993). Está limitada por la cuenca del río Diamante al norte, la del río Salado al sur, la divisoria de aguas argentino-chilena al oeste y el comienzo del piedemonte andino al este (Figura 1). El área se ubica entre los 34° 30' y 35° 10' S y los 70° y 69° 30' W. Tiene unos 90 km en el sentido este-oeste por 20 km en sentido norte-sur, encerrando un gradiente altitudinal que va desde los 1500 msnm en el piedemonte, hasta alturas de más de 5000 msnm en el cordón del límite (Neme 2007). A medida que aumenta la altitud, disminuye la temperatura en 0,6 ºC/100 m en verano y 4 ºC/100 m en invierno (Norte 2000: 27; Prohaska 1976). La biomasa primaria también disminuye, cerca de -0,5 NDVI-I (Normalized Difference Vegetation Index) a más de 2000 msnm, según el índice de vegetación normalizada propuesta por Paruelo et al. (2001). Sobre la base de esto, Neme (2007) dividió el AVRA, desde un criterio ecológico, en tres niveles altitudinales: el piedemonte (entre 1400-1900 msnm), los valles intermedios (entre los 1900-2500 msnm) y la alta cordillera (entre los 2500-3500 msnm). El sitio que se presenta a continuación, se encuentra en los valles intermedios. El paisaje en el cual está emplazado presenta morenas de la última glaciación, terrazas, depósitos coaluviales, eólicos y aluviales (Stingl y Garlef 1995; Volkheimer 1978). También se encuentran coladas basálticas provenientes del cerro El Sosneado que recorre al este todo el lugar con una dirección aproximada norte-sur, conformando una gran cantidad de reparos de variadas dimensiones (Volkheimer 1978).

Proceso de poblamiento en el AVRA

Si bien los ambientes de altura ya estaban disponibles entre los 12.000 y 11.000 años AP, la ocupación más temprana registrada hasta el momento proviene del sitio AMA 3, con un fechado de ca. 8900 años AP (Neme 2007). La evidencia arqueológica de este lapso y del primer milenio del Holoceno medio, se interpretó como una etapa de colonización de los ambientes de altura, a partir del registro de AMA 3 y el de Gruta el Manzano, en el río Grande (Neme 2007). Sin embargo, entre los 7000 y 4000 años AP, se produce una disminución a nivel regional del registro arqueológico (Durán 2004; Gil 2006; Gil et al. 2005; Neme 2007; Neme et al. 2005) y el proceso de ocupación de los ambientes de altura se ve interrumpido por un hiatus que se extiende entre los 7000 y 6000 años AP (Neme y Gil 2008 En el Holoceno tardío (4000 años AP hasta la actualidad), no sólo se vuelve a tener registro de ocupación en los valles intermedios, sino que todos los ambientes del sur de Mendoza se encuentran ocupados hacia ca. 2000 años AP, incrementándose el número y el tamaño de los sitios (Gil 2006; Durán 2004; Neme 2007). Esto fue interpretado como un proceso de recolonización, el que habría comenzado con las áreas de más alto ranking del espectro ambiental del sur mendocino (Neme y Gil 2008). Para ese mismo lapso, Neme (2002) propuso un proceso de intensificación regional, producto de un desbalance entre la población y los recursos, que habría llevado a los grupos humanos a ocupar de forma efectiva los ambientes de altura. Por otro lado, a lo largo del Holoceno, el uso de los ambientes de altura fue variando. Se pasó de un uso marginal durante el Holoceno temprano, en el que se extraían recursos específicos; a un uso más planificado, en el que estos ambientes se incorporaron dentro de los circuitos anuales de los grupos cazadores recolectores (Neme 2007). Estos modelos se denominan "tareas específicas" y de "amplio espectro", respectivamente, siguiendo las propuestas de Bender y Wright (1988).

Tendencias del registro lítico en el AVRA

Estudios previos en el área (Neme 2007) muestran una serie de cambios en la organización de la tecnología lítica. Estos cambios pueden ser producto del proceso de poblamiento que se estaba produciendo, como así también, de cambios en el uso de los ambientes de altura, en la movilidad y en las estrategias de aprovisionamiento de las materias primas líticas. En relación con las materias primas líticas, desde Holoceno temprano al tardío, hay una disminución en la elección de aquéllas disponibles localmente (como el basalto y la andesita), aumentando la frecuencia de las foráneas, como la obsidiana y sílice (Neme 2007). En cuanto a las estrategias tecnológicas, durante el Holoceno temprano al tardío Neme (2007) registró el cambio de una estrategia conservada hacia una estrategia expeditiva.

Estos patrones se registran también en el área del valle del río Grande, lo que fue interpretado como un aumento en la movilidad de los grupos humanos a lo largo del Holoceno (Durán 2004). Sin embargo, Neme (2007) arguye que, para el AVRA, estos patrones estarían indicando una disminución en la movilidad, lo que coincide con las expectativas planteadas por Aldendelfer (1998). Durán (2004) propone que el aumento en la movilidad de los grupos es debido al uso de caballos incorporados después de la llegada de los españoles. Sin embargo, el aumento de obsidiana registrado en el AVRA es anterior a este hecho y además, coincide con el registro de ampliación de las redes de intercambio con Chile (Gil y Neme 2005; Neme 2007). Asimismo, la reducción en la movilidad disminuye los riesgos y costos que conllevan la ocupación de los ambientes de altura (Aldendelfer 1998; Neme 2007). El aumento de las materias primas foráneas puede estar reflejando, además, un conocimiento mayor del área, seleccionando materias primas de mejor calidad para la talla (Neme 2007; Neme y Gil 2008). Los cambios en la movilidad podrían haber afectado las estrategias de aprovisionamiento de algunas materias primas y el lugar del que las estarían extrayendo. En relación con esto, se interpretó un posible cambio en las estrategias de aprovisionamiento. Es decir, de un acceso directo y tal vez embedded (Binford 1979) durante el Holoceno temprano a un acceso indirecto, como puede ser el caso de la obsidiana, debido a la ampliación de las redes de intercambio, durante el Holoceno tardío (Gil y Neme 2005; Neme 2007). Descripción del sitio AMA 3.

Descripción del sitio AMA 3

AMA 3 es un alero de andesita perteneciente a la Formación Cerro Guanaquero (Volkheimer 1978), ubicado a los 34º 52´ 22" S y 69º 54´ 14" W a 2000 msnm, sobre la margen izquierda de Arroyo Malo, tributario del río Atuel (Figura 1). El alero tiene 13 m de abertura, 7,5 m de profundidad y 3 m de altura. Está orientado con una dirección aproximada oeste-este y la superficie excavada del mismo fue de 6 m2 (Dieguez y Neme 2003). Tiene una secuencia de ocupación que va desde ca. 8900 años AP hasta momentos históricos (Dieguez y Neme 2003). Sobre la base de la cronología radiocarbónica, Neme (2007) dividió la secuencia de ocupación en 4 conjuntos (Tabla 1).

Tabla 1. Conjuntos propuestos para el sitio AMA 3.
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El registro arqueológico de AMA 3 muestra una disminución pero continua ocupación del sitio. Debido a la baja diversidad y frecuencia artefactual durante las ocupaciones registradas en el Holoceno temprano, Neme (2007) sugirió que se habrían realizado actividades limitadas dentro del alero, las cuales incluyen la talla y reacondicionamiento de instrumentos, y el procesamiento de vertebrados. A partir de los 2200 años AP, las actividades realizadas en el sitio se habrían ampliado al incorporarse el procesamiento de vegetales, con una mayor recurrencia de ocupación en el lugar (Llano 2005, 2008; Neme 2007). Otras actividades como trabajos de confección y reparación de instrumentos, procesamiento y consumo de animales, también fueron registradas (Neme 2007). En cuanto a la funcionalidad del sitio, Neme (2007) propone que la ubicación de AMA 3 con acceso a varios valles y pisos ecológicos, habría permitido a sus ocupantes obtener una variedad de recursos como agua, rocas, vegetales, fauna y leña. Otro rasgo importante del alero es su orientación, la cual lo protege de los vientos que se encajonan en el valle (Neme 2007). Sobre la base de estas características, Neme (2007) propuso que el sitio pudo ser utilizado como un emplazamiento para la ubicación de animales en los momentos más tempranos de su ocupación. En el tardío, y sobre la base de las ideas de Gómez Otero (1995), este autor propuso que el alero pudo haber sido utilizado como un lugar de refugio durante ocasiones especiales, tales como accidentes climáticos (Neme 2007).

MARCO TEÓRICO

La Ecología del Comportamiento Humano nos permite analizar la variabilidad del comportamiento a través del tiempo, entendiendo los cambios como formas de adaptación fenotípica a condiciones sociales y ecológicas variables, partiendo del supuesto de que la selección natural ha diseñado a los organismos para responder a las condiciones locales de manera de incrementar su adaptabilidad (Boone y Smith 1998). Desde este enfoque se espera que los individuos, a través de la toma de decisiones, elijan la solución óptima entre comportamientos alternativos enfrentados como contingencias momentáneas (Bettinger 1991).

La tecnología lítica, vista como una estrategia, interactúa con las elecciones económicas de los grupos humanos para resolver problemas en aspectos como la disminución de riesgo, estrés de recursos y la ocupación de nuevos espacios (Bousman 2005; Franco 2002; Nelson 1995). Su estudio puede ser vinculado a los análisis de optimización y ser un reflejo de la adaptación social y económica al ambiente (Bettinger et al. 2006; Jeske 1992). Asimismo, el análisis del material lítico permite obtener datos sobre el tipo de movilidad (Kelly 1988), proceso de poblamiento (Civalero y Franco 2003; Franco 2002, 2004), actividades que den cuenta del uso del espacio y la funcionalidad del sitio (Binford 1979, 1998). Desde el enfoque de la organización tecnológica (Nelson 1991), se enfatiza el comportamiento dinámico de la tecnología, entendiendo con esto a planes o estrategias que guían al componente tecnológico del comportamiento humano (Nelson 1991). Este enfoque, según Nelson (1991: 57), se refiere al estudio de la selección e integración de estrategias para hacer, utilizar, transportar y descartar instrumentos y los materiales necesarios para su manufactura y mantenimiento. Esta investigadora diferencia tres tipos de estrategias sobre la base de su planificación: conservada, expeditiva y oportunística, en las que se considera las variables económicas y sociales que influyen en ellas (Nelson 1991).

De acuerdo con esto, la estrategia conservada mitiga la incongruencia entre la disponibilidad de instrumentos o materia prima y el lugar en el que se confeccionan y utilizan. También resuelve el problema de adquirir recursos móviles y de la falta de materia prima o instrumentos, asegurando el tenerlos cuando se los necesita. En cambio, la estrategia expeditiva, anticipa la presencia de suficientes materiales y tiempo. Depende de tres condiciones: 1) que la materia prima esté cerca del lugar donde se lleven a cabo las actividades; 2) disponibilidad de tiempo para manufacturar los instrumentos como parte de la actividad y 3) larga ocupación o uso regular (Nelson 1991: 64). Esta estrategia sería minimizadora de esfuerzo tecnológico, manufacturando los instrumentos en el lugar que serán utilizados, bajo condiciones donde el uso de tiempo y lugar son altamente predecibles (Carr 1994; Nelson 1991). Por último, la estrategia oportunística se debe a situaciones que no pueden ser anticipadas y se responde ante ellas con cualquier recurso que se presente en ese momento (Nelson 1991: 65). Al ser una estrategia no planificada, la distribución y diseño de los instrumentos tendrán otras implicancias diferentes a las de la expeditiva.

Otras estrategias como el equipamiento personal (Binford 1979) y de sitio fueron propuestas como tácticas que reflejan distintos grados de planificación y uso del paisaje (Kuhn 1992), ya que son formas de lidiar con demandas futuras. La distribución natural de la materia prima lítica, la naturaleza de las actividades en las cuales los instrumentos van a ser utilizados y la predictibilidad espacio temporal, influyen en qué estrategias se utilizarán para que los instrumentos estén disponibles cuando se los necesita (Kuhn 1992: 188). En ambientes más predecibles o con recursos determinados, donde las necesidades específicas son conocidas de antemano, se puede optar por llevar la materia prima o los instrumentos requeridos y dejarlos en el lugar predeterminado, es decir, equipar el sitio. Aquí no habría restricción de los artefactos en relación con el transporte de los mismos, porque estarían fijos en un lugar y se espera que haya más cantidad de materia prima para ser utilizada según las demandas. Mientras más se quedan los grupos en un lugar, o más conocimientos tengan sobre el lugar en que se encuentran específicamente los recursos que necesitan, más práctico va a ser equipar el sitio. En cambio, en ambientes poco predecibles o de un uso oportunístico del mismo, un equipamiento personal es más conveniente, asegurando que los individuos siempre tengan algún instrumento consigo (Kuhn 1992: 188). Estas estrategias de equipamiento de sitio y equipamiento personal se las puede relacionar con las etapas que conllevan el proceso de poblamiento propuestas por Borrero (1994-1995). En una etapa de exploración, se esperaría el uso de estrategias de equipamiento personal, mientras que en la colonización y ocupación efectiva del espacio, se esperarían mayores evidencias de equipamiento de sitio (Franco 2004).

MATERIALES Y METODOLOGÍA

La muestra analizada en este trabajo provino de los conjuntos 4, 3 y 2 de la cuadrícula B-1 (4 m2) del sitio AMA 3 (Tabla 1). El análisis del material lítico fue macroscópico, siguiendo la propuesta de Aschero (1975, 1983). Se tomaron distintas variables como la materia prima, medidas absolutas, forma base y el estado de las piezas, entre otras. Estos datos fueron volcados en una planilla de Microsoft Excel, que luego fue utilizada para cruzar los datos y armar los gráficos necesarios. Los análisis estadísticos se realizaron con el Programa PAST (Hammer et al. 2001).

RESULTADOS

La muestra tiene un total de 2632 piezas líticas, de los cuales, 119 son chunks, que son aquellos fragmentos poliédricos que tienen 3 o más caras en las que no se pueden reconocer las bocas de lascado (II Taller Lítico de morfología macroscópica, Horco Molle 2005) y no fueron considerados en el análisis. También se registraron 938 desechos fracturados sin talón, 1223 desechos enteros y fracturados con talón, 13 instrumentos tallados, 13 manos/molinos, 12 núcleos y 3 percutores. En este trabajo se hará hincapié en los datos obtenidos de los desechos enteros y fracturados con talón, para no sobreestimar la muestra (Bellelli et al. 1985), y los instrumentos.

Los índices de fractura pueden ser utilizados como un indicador de la intensidad de ocupación (Franco 2002). En este caso, el índice se sacó dividiendo la cantidad de líticos enteros por sobre los fracturados. En la Tabla 2 se observa que el índice de fractura fue variando a lo largo de la ocupación del sitio. El conjunto 3 tiene el menor índice de fractura, mientras que en el conjunto 4 y conjunto 2 los valores son similares. Para considerar si estas diferencias son o no estadísticamente significativas, se realizó el test de X2. Este mostró que, (siendo el X2= 30,5 y con dos grados de libertad (G.L.), y un P= 0,6533), los conjuntos que más se parecen son el 2 y el 4 (P= 0,64458). El conjunto 3 (P= <0,0001) es estadísticamente diferente a los conjuntos 2 y 4 (P= 2,32E-07 y P= 1,92E-07, respectivamente).

Tabla 2. Índice de fractura entre conjuntos.
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Materias primas

A través de la bibliografía geológica del área y trabajos de campo, se comenzó con el armado de una base de recursos líticos (Pérez Winter 2009), definiendo localidad y foraneidad de las rocas siguiendo la propuesta de Civalero y Franco (2003). A partir de estos trabajos es que se presenta la localidad y foraneidad de las rocas que se muestran en las tablas y figuras de este artículo. Asimismo, las materias primas identificadas en el análisis se reconocieron macroscópicamente (Andrefsky 1998, Nami 1992), diferenciando sus calidades para la talla (Tabla 3). Durante el análisis de los artefactos se distinguieron tres tipos de basaltos, que no son los registrados en la base de recursos líticos hecha hasta el momento. Los Basaltos tipo 1 y 3 son de grano muy fino y de buena calidad, mientras que el Basalto tipo 2 es de grano más grueso, textura rugosa y con fenocristales, considerado de calidad regular.

Tabla 3. Materias primas según su calidad para la talla.
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En la Tabla 4 se puede observar que todos los conjuntos presentan variabilidad en los tipos de materias primas. La materia prima que predomina en los tres conjuntos es el Basalto tipo 1, que es uno de los basaltos de mejor calidad, aunque disminuye en el conjunto más tardío (conjunto 2). En el conjunto 3 es donde se observa mayor representatividad de esta materia prima. En cuanto al Basalto tipo 2, que es de calidad regular, está más representado en el conjunto 4, pero luego disminuye significativamente. En relación al Basalto tipo 3, se observa mayor frecuencia en el conjunto 2. La obsidiana y el sílice, dos materias primas de muy buena calidad, van en aumento desde el temprano hacia el tardío. En el conjunto 3, se registran dos materias primas que no se encontraron representadas en los demás conjuntos, que son el vidrio volcánico y el xilópalo (Tabla 4). Ambas materias primas son de muy buena calidad (Tabla 3).

Tabla 4. Valores absolutos y frecuencias de las materias primas por conjunto.
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En la Figura 2 se muestra como varían por conjunto las cantidades de materias primas según su procedencia. Se puede observar que hay un aumento de las foráneas, desde el conjunto 4 (el más temprano) hasta el conjunto 2 (más tardío). Lo inverso sucede con las materias primas locales. También se realizó el X2 para ver si las diferencias en la procedencia de las materias primas por conjunto son estadísticamente significativas. El test mostró que (X2= 30,5; 2 G.L.; P= 0,0185) los conjuntos 2 y 3 son más parecidos entre ellos (P= 0,015708). El conjunto 4 (P= <0,0001), por otra parte, es diferente a los conjuntos 2 y 3 (P= 3,21 E-21 y P= 1,11 E-09, respectivamente).

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Figura 2. Procedencia de materias primas por conjuntos.

Desechos de talla

En la Tabla 5 se presenta el total de todos los tipos de desechos registrados. Se puede observar un predominio de Basalto tipo 1 en los tres conjuntos. El conjunto 3 es el único que tiene un desecho de vidrio volcánico y xilópalo registrado, materias primas de muy buena calidad (Tabla 3) y foráneas (Tabla 4). Los desechos del conjunto 4 están más representados en el basalto tipo 1, basalto tipo 2 y en el sílice. En el conjunto 3, los porcentajes de basalto tipo 1 y sílice aumentan, no hay registro de basalto tipo 2 y aumenta también la representatividad de la obsidiana. En el conjunto 2, los desechos en basalto tipo 1, obsidiana y sílice, continúan aumentando sus porcentajes.

Tabla 5. Desechos y materias primas por conjuntos.
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En la Tabla 6 se presentan las materias primas representadas en las lascas internas y externas. Con respecto a las lascas internas, predominan éstas por sobre las externas. La materia prima más representada en los tres conjuntos es el basalto tipo 1, aunque su porcentaje disminuye en el conjunto 2. Otra materia prima que se destaca en las lascas internas en el conjunto 2 y 3 es la obsidiana que va aumentando su porcentaje del conjunto temprano al tardío. En el conjunto 3, se observa que, luego del basalto tipo 1, le sigue en cantidad el sílice. En los conjuntos 2 y 3 la mayor cantidad de lascas internas y externas corresponde al basalto tipo 1.

Tabla 6. Lascas externas e internas por conjunto.
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La Tabla 7 muestra la cantidad y frecuencia de las lascas de reactivación y adelgazamiento/reducción (A/R). A esta última se la denomina así, porque al tener pocos instrumentos fue difícil discernir una de otra. Las lascas de A/R son aquéllas que presentaron los siguientes atributos: talones filiformes o facetados en lascas angulares y de arista, con curvatura y talones abradidos o preparados. Aunque la representación de lascas de A/R y de reactivación es escasa, se puede observar que las A/R aumentan en el conjunto más tardío (conjunto 2). Asimismo, las materias primas que predominan en A/R y que claramente aumentan a lo largo de los conjuntos son el Basalto tipo 1 y la obsidiana. Sin embargo, sólo hay evidencia de reactivación de obsidiana en el conjunto 3. La única lasca de vidrio volcánico es de A/R. En Basalto tipo 2, solo hay A/R en el conjunto 2. En las lascas de reactivación, la materia prima que predomina es el Basalto tipo 1. La reactivación es mayor en los conjuntos 3 y 4, disminuyendo en el conjunto 2. Sólo hay evidencia de reactivación en los conjuntos 3 y 4.

Tabla 7. Cantidad y frecuencia por conjunto de lascas de A/R y reactivación.
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Instrumentos

En la Figura 3 se muestran los instrumentos analizados del conjunto 3 y en la Tabla 8 se detalla por conjunto, la cantidad y frecuencia de tipos de instrumentos tallados divididos por materia prima. En la Tabla 8 se observa que la mayor cantidad de instrumentos aparecen representados en el conjunto más tardío (conjunto 2) en distintas materias primas. Los conjuntos 3 y 4 muestran la misma cantidad de instrumentos, en distintas materias primas. Los instrumentos del conjunto 3 están confeccionados en basalto tipo 1 y tipo 2 y en sílice, mientras que en el conjunto 4 están manufacturados en basalto tipo 1 y 2 e indiferenciados. La mayor variabilidad se encuentra en el conjunto 2, probablemente porque es el que mayor cantidad de instrumentos tiene y en su mayoría están fragmentados. Cabe aclarar que los instrumentos que no se indican como fragmentados en la tabla, están enteros. También se puede observar que, en el conjunto 3, tanto la muesca lateral como la preforma, están confeccionadas en materias primas de calidad muy buena y buena (Tabla 3).

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Figura 3. Instrumentos del conjunto 3.

Tabla 8. Cantidad y frecuencia de instrumentos por materia prima.
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Tasas temporales y su relación con los desechos e instrumentos

Para poder inferir la intensidad de uso del sitio y evaluar las similitudes y diferencias registradas hasta el momento entre los conjuntos, es necesario tener en cuenta las tasas temporales de cada conjunto. Las mismas se calcularon utilizando las fechas radiocarbónicas máximas, considerando dos desviaciones estándar (Tabla 9). En el conjunto 4 se puede observar que se depositaron más de 800 piezas en un poco más de mil años, mientras que en el conjunto 3, se depositó menor cantidad en el doble de tiempo (Tabla 9). En el conjunto 2, si bien es donde se registró mayor cantidad de piezas, esto se produjo en un lapso de tres mil años, por lo que su depositación temporal es apenas superior a la del conjunto 3. La Tabla 10 muestra la cantidad y frecuencia de los desechos e instrumentos y la relación entre ellos. En el conjunto 2 (el más tardío) es donde más instrumentos y desechos se registran. Sin embargo, teniendo en cuenta las tasas temporales, el conjunto 4 es donde hay mayor proporción de desechos. El conjunto 2 es el que tiene mayor cantidad de desechos y en el conjunto 3 tiene la misma cantidad que el conjunto 4. La relación desecho/instrumento va disminuyendo entre los conjuntos 4 a 2.

Tabla 9. Tasa temporal por conjunto.
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Tabla 10. Cantidad y frecuencia de desechos e instrumentos y tasa de depositación.
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Tamaños

En la Tabla 11 se muestra el promedio de los tamaños en los desechos e instrumentos entre conjuntos. Para el diseño de esta Tabla propusimos un método exploratorio en el cual se multiplican las medidas máximas de largo y ancho de todas las piezas líticas, obteniendo la superficie de cada una (Pérez Winter 2008). De esta manera, se puede evaluar el cambio en los tamaños de las piezas desde un registro continuo, y si se quiere, ver el cambio creando intervalos de tamaños (ver Tabla 12), como propone Aschero (1983). En la Tabla 11, se puede observar que el tamaño de los desechos disminuye del conjunto más temprano hacia el tardío, mientras que los instrumentos aumentan el tamaño en el conjunto 3. En la Tabla 12 se presenta las medidas mínimas y máximas en cada conjunto y la variación de los tamaños en intervalos, tomando las medidas de su superficie. Lo que muestra es que en todos los conjuntos predominan los tamaños de 0 a 100 mm2. En el conjunto 4 es donde hay mayor proporción los tamaños comprendidos entre 101 y 400 mm2, en comparación con los otros conjuntos.

Tabla 11. Tamaños promedio de los desechos, instrumentos por conjunto.
a13t11

Tabla 12. Tamaños por categorías entre conjuntos.
a13t12

En la Figura 4 se observa como varían los tamaños de las materias primas líticas entre conjuntos. El eje Y indica la superficie de los líticos y en el eje X el tipo de materias primas. En general, en el conjunto 3 es donde se registran los tamaños más pequeños, contrario a lo que sucede en el conjunto 4, donde están los mayores tamaños representados. En la Figura 4, también se puede observar que la obsidiana presenta mayores tamaños en el conjunto 4, mientras que en el 3 y 2 disminuye. El sílice y el Basalto tipo 1 se mantienen relativamente constantes a lo largo de los tres conjuntos. En este caso también se realizó el test de X2, para observar si las diferencias en los tamaños entre conjuntos eran significativas estadísticamente. Los conjuntos 2 y 4 (X2= 1182,4; 10 G.L., P= <0,0001) son más parecidos entre sí (P= 1,18E-66). Por otra parte, el conjunto 3 (X2= 1304,9; 10 G.L.; P= <0,0001) se muestra diferente, tanto con el conjunto 4 (P= 3,33E-274 y con X2= 330,71; 8 G.L.P= <0,0001) como del conjunto 2 (P= 9,16E-248).

a12f4
Figura 4. Variación de tamaños por materia prima.

Análisis de elementos traza

En el sur de Mendoza se realizaron estudios geoquímicos en seis canteras de obsidiana (Durán 2004; Giesso et al. 2008). Este trabajo muestra que de las seis canteras detectadas en el sur de Mendoza, área Payún Matrú, área Aº El Pehuenche-Laguna del Maule-Laguna Negra, área Cerro el Peceño, área Laguna del Diamante, área Cerro Huenul y Las Cargas, sólo dos fueron registradas en AMA 3: El Pehuenche y Las Cargas. Estas canteras están ubicadas en cordillera y son las más cercanas al sitio.

TENDENCIAS DEL REGISTRO LÍTICO

El conjunto 4, que es el más temprano, es en el que se depositó mayor cantidad de material lítico por unidad de tiempo, presentando un alto índice de fractura. Hay un predominio de las materias primas locales por sobre las foráneas. Las obsidianas, según los análisis de elementos traza, provienen de Las Cargas y del Pehuenche, a 57 y 134 km en relación al sitio, respectivamente (Durán 2004; Giesso et al. 2008). Es el conjunto donde más cantidad de líticos tiene en tamaños entre los 101 y más de 400 mm2. En líneas generales, las materias primas de mayor tamaño se encuentran en este conjunto. En los desechos, la materia prima que predomina es el Basalto tipo 1, que es de buena calidad. En cuanto a las lascas de A/R las más representadas son en basalto tipo 1 y sílice. Las lascas de reactivación predominan en basalto tipo 1. Los instrumentos se encuentran fragmentados y confeccionados en materia prima local.

En el conjunto 3 se depositó menos material que en el conjunto 4, presenta el menor índice de fractura, y es estadísticamente diferente a los conjuntos 4 y 2. A partir de este conjunto 3 se observa un aumento gradual de las materias primas foráneas como la obsidiana y la incorporación de xilópalo y vidrio volcánico, que no aparecen en los otros conjuntos. De las materias primas locales, el Basalto tipo 1 sigue predominando. Las obsidianas de este conjunto provienen de Las Cargas, a 57 km del sitio (Durán 2004; Giesso et al. 2008). Hay una disminución en los tamaños de casi todas las materias primas, sobre todo la obsidiana y es estadísticamente diferente a los conjuntos 2 y 4. En cuanto a los desechos, predomina el Basalto tipo 1 y las lascas internas. La proporción de lascas de A/R es similar a la registrada en el conjunto 4, predominando en basalto tipo 1 y obsidiana. La proporción de lascas de reactivación también es similar a la registrada en el conjunto 4. Por otra parte, en el conjunto 3, Nami (comunicación personal 2008) observó que había evidencia de desechos por retoque de instrumentos unifaciales y probablemente también retoque bifacial. También reconoció algunas lascas de etapas avanzadas de talla bifacial, pero en gran parte se tratan de los componentes menores de talla por percusión directa y algunos retoques por presión.

En el conjunto 2 la depositación de material aumenta con respecto al conjunto 3 y el índice de fractura es estadísticamente similar al registrado en el conjunto 4. En cuanto a las materias primas foráneas, éstas continúan en aumento. Las obsidianas provienen de las canteras del Pehuenche y Las Cargas (Durán 2004; Giesso et al. 2008), igual que lo registrado para el conjunto 4. Los desechos predominan en basalto tipo 1, obsidiana, sílice y basalto tipo 3, que también es de buena calidad. Las lascas de A/R predominan en basalto tipo 1 y obsidiana, encontrándose mayor proporción de este tipo de lascas en el conjunto 2. En cambio, en este conjunto las lascas de reactivación disminuyen y aumentan los tamaños de las materias primas líticas en comparación con el conjunto 3, siendo estadísticamente similar al conjunto 4. Sin embargo, los tamaños de los desechos e instrumentos son menores que en el resto de los conjuntos. Esto puede estar indicando un mayor uso del material lítico, aunque si se lo compara con el conjunto 3, tiene menor cantidad de lascas de reactivación. En cuanto a los instrumentos, no se observa un patrón de descarte definido; no obstante, estos son confeccionados en materias primas de buena y muy buena calidad para la talla.

Para finalizar, salvo el conjunto 4, los primeros estadios de talla no parecen estar registrados en los otros dos conjuntos. Con esto se infiere que ingresaron al sitio las formas bases seleccionadas para continuar con la formatización y reactivación de los instrumentos, especialmente en el conjunto 3. Se registraron estrategias de reducción unifacial y bifacial, tanto en materias primas locales como foráneas, estando estas últimas más representadas en el conjunto 2. Los test de X2, muestran que, en relación con las fracturas, los conjuntos 2 y 4 tienen más semejanza entre ellos que con el conjunto 3. Sin embargo, en relación a la procedencia de las materias primas la semejanza se da entre el conjunto 3 y 2, siendo el conjunto 4 diferente.

DISCUSIÓN

Los resultados obtenidos muestran algunas diferencias entre los tres conjuntos analizados. Las más marcadas se encuentran en el conjunto 3 (Holoceno medio) y están en relación con la frecuencia de las materias primas, sus tamaños, la cantidad de material depositado y los índices de fractura. Como se mencionó en la introducción de este trabajo, durante el Holoceno medio se produjo un proceso de aridización. Gil et al. (2005) y Neme et al. (2005) propusieron que esta aridez pudo producir una reducción de la biomasa y las fuentes de agua que estaban disponibles en el ambiente. Además, este proceso pudo influir en la intensidad de ocupación, el uso del espacio y la movilidad de los grupos humanos que ocuparon el sur de Mendoza (Gil et al. 2005: 89). La falta de fechados radiocarbónicos entre los 7000 y 4000 años AP fue interpretada como un hiatus de ocupación, proponiendo que la aridez interrumpió el proceso de poblamiento y que los valles intermedios y el piedemonte pudieron ser utilizados como refugios ecológicos (Gil et al. 2005 y Neme et al. 2005). Sobre esta base se discutirán los temas propuestos en la introducción de este artículo con los datos anteriormente presentados.

Movilidad y organización tecnológica

En el conjunto 3 se registran dos recursos líticos de muy buena calidad que sólo aparecen representados en ese conjunto, aumentando la cantidad de materias primas foráneas, como la obsidiana. Si bien la cantera explotada fue Las Cargas (57 km), que es la que se encuentra más cercana al sitio, la obsidiana presenta los menores tamaños en el conjunto 3, lo que puede estar indicando un uso más intensivo de esta materia prima. En este conjunto también se registran lascas de adelgazamiento bifacial, con una proporción mucho mayor a la registrada en el conjunto 4. Esto podría estar indicando, que, si bien no se encuentran artefactos bifaciales representados, los desechos de A/R pueden ser producto de que éstos estaban siendo utilizados y transportados. Kelly (1988) propone distintos papeles del bifaz y su uso está asociado a grupos con alta movilidad. Asimismo, el predominio de desechos por sobre instrumentos y una evidencia mayor de reactivación en el conjunto 3 que en el conjunto 2, puede ser interpretado como resultado de una estrategia de equipamiento personal (Kuhn 1992), lo cual también estaría relacionado a grupos con alta movilidad. Una estrategia conservada, equipamiento personal, uso de bifaces y materias primas foráneas, baja depositación, parecen estar indicando una alta movilidad durante el Holoceno medio y poco tiempo de ocupación del sitio.

Varios investigadores proponen o esperan un aumento en la movilidad durante el Holoceno medio en Mendoza (Cortegoso 2005; García 2005; Lagiglia 2001; Neme 2007). En el caso de Cortegoso (2005), sugiere que es debido a la escasa disponibilidad de agua en el norte de Mendoza, provocando la movilización de los grupos humanos a través de largas distancias en busca de este recurso. Los datos correspondientes al conjunto 3 parecen indicar un aumento en la movilidad. Esta estrategia pudo ser una respuesta a la aridización (Gil et al. 2005), ya que permite acceder a los recursos que se encuentran dispersos en el paisaje (Bousman 2005; Meltzer 1999).

Proceso de poblamiento y uso de los ambientes de altura

Durante el Holoceno temprano se estaba produciendo una exploración/colonización en el sur mendocino (Neme y Gil 2008). En el caso específico del AVRA, Neme (2007) propuso una colonización durante el Holoceno temprano y el primer milenio del Holoceno medio. Este proceso es seguido de un hiatus en el área, que va desde el 7000 hasta los 5400 años AP. Hacia comienzos del Holoceno tardío, ca. 4000 años AP, pudo haber comenzado un proceso de recolonización en los distintos ambientes del sur mendocino (Neme y Gil 2008). Las características correspondientes al conjunto 4 sugieren que éste podría haber correspondido a la exploración de estos espacios. En relación con esto, una de las expectativas señaladas al comienzo de este trabajo es que se haya producido una etapa de reexploración, luego del hiatus registrado en el AVRA. Los datos correspondientes a la ocupación del Holoceno medio en AMA 3, muestran que el índice de fractura es diferente a los señalados para el Holoceno temprano y tardío, pero existen similitudes en las materias primas utilizadas. Asimismo, en el conjunto 3, parece haber evidencia del uso de una estrategia de equipamiento personal, que puede ser reflejo de grupos móviles con un uso más oportunístico del paisaje (Kuhn 1992). El uso oportunístico del paisaje es más esperable en una etapa de exploración que de colonización. Esto podría sugerir que durante la ocupación registrada en el conjunto 4, se produjo una etapa de exploración más que de colonización, mientras que el conjunto 2 puede estar indicando una etapa de colonización u ocupación efectiva. El conjunto 3, por otra parte, parece sugerir una reexploración. En cuanto al uso de los ambientes de altura, la ocupación más temprana de AMA 3 (8900 años AP) fue caracterizada por Neme (2002) como un sitio de actividades específicas, siguiendo el modelo de "tareas específicas" de Bender y Wrigth (1988). Para el Holoceno medio, la funcionalidad del sitio no varío mucho y la intensidad de ocupación parece haber sido menor. Por lo tanto, se podría interpretar que el uso de los ambientes de altura continuó siendo marginal (Bender y Wright 1988; Neme 2007), y los grupos humanos sólo los utilizaban para aprovisionarse de recursos específicos, como materias primas para la talla y guanacos, con una organización del tipo logística.

Intensidad y funcionalidad del sitio

Gil et al. (2005) plantearon que la aridez del Holoceno medio produjo un estrés de recursos que llevó a los grupos humanos a abandonar ciertos ambientes y a utilizar otros como refugios. Los valles intermedios, donde se encuentra localizado AMA 3, son uno de los lugares propuestos como refugios (Neme et al. 2005: 4). Por lo tanto, en este trabajo se esperaba una mayor intensidad de ocupación del sitio durante ese periodo. Sin embargo, los datos obtenidos del conjunto 3 muestran una disminución en la cantidad de material depositado y un bajo índice de fractura. Asimismo, el conjunto 3 tiene pocos instrumentos y según Veth (2005: 106), la combinación de un bajo número y poca modificación de los artefactos y un uso expeditivo de la materia prima local, es reflejo de una baja intensidad de ocupación. Si se compara el comportamiento del material lítico con la evidencia faunísitica, sucede lo mismo (Pérez Winter 2008). Por lo tanto, los datos parecen estar indicando una disminución en la intensidad de ocupación del sitio. Otra posibilidad es que, si hubo un aumento en la movilidad, éste pudo provocar una disminución en la intensidad de ocupación, debido a que pasan menos tiempo en cada sitio ocupado. En cuanto su funcionalidad, no parece haber variado de la registrada en el Holoceno temprano, ya que no se observa una gran diferencia en las actividades tecnológicas allí realizadas. Por ejemplo, en los tres conjuntos se observa el predomino de desechos sobre instrumentos, reducción bifacial, y etapas de reducción. Los cambios antes mencionados pueden estar más en relación con la movilidad que con la funcionalidad del sitio. Por lo tanto, según el registro del Holoceno medio de AMA 3, el sitio parece haber sido utilizado como un emplazamiento para la observación de animales para la caza, al igual que en el temprano, como sugirió Neme (2007). Los datos obtenidos de B-1 podrían sugerir que se trataría de lo que Binford (1978) denominó una estación de caza.

CONSIDERACIONES FINALES

El aporte de este trabajo fue proponer expectativas del registro lítico al modelo de Gil et al. (2005) y Neme et al. (2005) y de esta manera ver el potencial que esta evidencia ofrece al encarar los estudios líticos desde la perspectiva de la organización tecnológica. Sobre esta base, las tendencias del registro lítico del sitio AMA 3, muestran que hubo cambios en la organización tecnológica durante la ocupación correspondiente al Holoceno medio. Se puede decir que, desde una macro escala y teniendo en cuenta el modelo biogeográfico propuesta por Gil et al. (2005) y Neme et al. (2005), durante el Holoceno medio se registra una alta movilidad por parte de los grupos humanos. Desde una meso escala, los datos sugieren que, durante el Holoceno medio, se estaba produciendo una etapa de reexploración del AVRA, y que el uso de los ambientes de altura siguió siendo marginal. Por último, desde una micro escala, en AMA 3 no hubo un aumento en la intensidad de ocupación como lo que se esperaba (Pérez Winter 2008). Sin embargo, la funcionalidad del sitio parece haber sido similar a la propuesta por Neme (2007) para momentos tempranos de ocupación.

Para finalizar, este trabajo abrió nuevos interrogantes que permiten continuar discutiendo ideas a nivel regional. Para ello, es necesario afinar ciertas cuestiones como la realización de un diseño sistemático de localización de recursos líticos a escala regional (Franco y Borrero 1999). Esto permitirá, junto con muestras para realizar cortes delgados y estudios geoquímicos, una mayor precisión en la determinación de las fuentes de materias primas utilizadas y registradas en los sitios arqueológicos. Con esos datos se podrán reconstruir los rangos de acción e inferir, con argumentos más sólidos, aspectos sobre la organización tecnológica, uso diferencial de materias primas, movilidad y uso del espacio. Éstas son las líneas futuras que se seguirán trabajando en el transcurso de las investigaciones, que ya están siendo encaradas.

Agradecimientos

Las excavaciones y fechados presentados en este trabajo se realizaron gracias al apoyo y financiamiento de la Fundación ANTORCHAS proyecto Nº 14116/182, CONICET PICT Nº 0353/96 y PICT 006/46. Este artículo es una parte de mi tesis de Licenciatura. Por ello, quiero agradecer a los jurados: Mónica Berón y Nora Franco, especialmente a Nora por sus observaciones. A mis directores de tesis: Adolfo Gil y María Teresa Civalero por su apoyo y compromiso, y a Agustín Martinelli por estar a mi lado.

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