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Intersecciones en antropología

versão On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.11 no.2 Olavarría jul./dez. 2010

 

ARTÍCULO

Prospecciones arqueológicas en Andalgalá (Catamarca): resultados y perspectivas

 

Inés Gordillo, José M. Vaquer y Mara Basile

Inés Gordillo. Instituto de Arqueología, FFyL, UBA. 25 de Mayo 217 3° Piso, (1002) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. E-mail: igordillo@speedy.com.ar
José María Vaquer. CONICET. Instituto de Arqueología, FFyL, UBA. 25 de Mayo 217 3° Piso, (1002) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. E-mail: jmvaquer@yahoo.com
Mara Basile. CONICET. Museo Etnográfico, FFyL, UBA. Moreno 350, (1091) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. E-mail: mara_basile@yahoo.com.ar

 

Recibido 16 de Junio 2009.
Aceptado 29 de Marzo 2010

 


RESUMEN

En el presente trabajo damos a conocer los resultados de las investigaciones realizadas en la región de Andalgalá (Catamarca, Argentina). Tras una discusión de los antecedentes en el área y un planteo de los lineamientos metodológicos empleados, presentamos el análisis del material cerámico y arquitectónico recuperado y relevado durante las prospecciones, incorporando información de colecciones arqueológicas. Los resultados sugieren procesos complejos para el área, donde confluyen estilos cerámicos adscriptos a diversas regiones y períodos. La muestra analizada no permitió detectar una circunscripción espacial de las ocupaciones, ya que en los sectores recorridos el material cerámico es temporalmente diagnóstico del Formativo en adelante. Asimismo, observamos ciertas tendencias que pueden servir como hipótesis para trabajos futuros. Sobre la base de la evidencia analizada proponemos una historia ocupacional tentativa y remarcamos el intenso dinamismo que la domina.

Palabras clave: Andalgalá; Prospecciones; Cerámica; Arquitectura.

ABSTRACT

Archaeological Surveys In Andalgalá, Catamarca): Results And Prospects. In this paper we present the results of investigations conducted in the Andalgalá Region, Catamarca, Argentina. After a discussion of previous research in the area and an outline of the methodology employed, we present the results of ceramics analysis, architectural evidence retrieved and recorded during systematic surveys, and data from archaeological collections. The results suggest a complex occupational history of the area, where ceramic styles from different periods and regions converge. The sample did not allow us to identify the spatial limits of the different occupations, as in all areas surveyed the ceramic material is temporally diagnostic from the Formative period on. Nevertheless, we detected some tendencies that may serve as hypotheses for future research. On the basis of the evidence analyzed, we propose a tentative occupational history and note the intense dynamism that dominated the area.

Keywords: Andalgalá; Surveys; Ceramics; Architecture.


 

INTRODUCCIÓN

A Dante Coronel, por el recuerdo de los momentos compartidos bajo el sol de Andalgalá

En estas líneas presentamos los resultados alcanzados en nuestras investigaciones arqueológicas en la cuenca de Andalgalá (Catamarca). Se trata de una primera aproximación a la problemática de la región cuyo objetivo es ordenar y analizar la información obtenida como producto de nuestros propios estudios y de otros anteriores. Considerando que no se han realizado trabajos de carácter general en el área, aún cuando estos resultados son parciales y necesitan ser profundizados, creemos importante darlos a conocer puesto que permiten comenzar a definir las características de la arqueología de la zona, así como la complejidad de su abordaje, y constituirse entonces en un aporte rentable a futuras investigaciones.

Cabe mencionar que los objetivos iniciales de nuestro proyecto estaban orientados a delinear el Formativo y, especialmente, el Formativo Medio, Período Medio o de Integración Regional1en un espacio que se presentaba como clave para comprender dicha problemática a escala interregional. Al respecto, nuestras expectativas estaban básicamente sustentadas en los trabajos publicados por Lafone Quevedo hace más de un siglo; excepto escasas incursiones posteriores (ver infra), el tema permanecía prácticamente desconocido para la arqueología actual y no había sido objeto de estudios sistemáticos que permitieran definir al menos sus aspectos más elementales. Fuera de algunas descripciones someras, no se conocían siquiera los contextos de hallazgos del material publicado y, más allá de sus correlaciones estilísticas, se ignoraba su trayectoria diacrónica. Estas circunstancias definían, por un lado, la necesidad de abordar el estudio del área y, por el otro, el carácter decididamente exploratorio de ese estudio.

El panorama en el terreno se presentó diferente, distó mucho de las expectativas generadas por aquellas primeras publicaciones y encontramos una problemática decididamente compleja por varios factores. En principio, el bolsón de Andalgalá habría estado ocupado en los distintos momentos de toda la secuencia cultural definida para las sociedades agropastoriles del Noroeste argentino precolombino. El problema era discriminar o aislar contextos materiales inherentes a cada uno de ellos, puesto que en general aparecían reunidos en todos los sectores prospectados. Creemos que esto no solo obedece a sucesivas y particulares formas de ocupación en el área, sino también a los factores naturales y antrópicos que, a posteriori y de manera crítica, afectaron la evidencia de las mismas. A ello se suman, además, las serias limitaciones impuestas por la escasa o nula accesibilidad y visibilidad arqueológicas debido principalmente a la vegetación y a la topografía propias de gran parte de la zona.

Frente a este escenario fue preciso, entonces, replantear nuestros objetivos iniciales y apuntar hacia una visión amplia que nos permitiera entender ese complejo panorama en sus líneas generales, ordenando y analizando el conjunto completo de los datos obtenidos, antes de abordar la problemática específica de tal o cual momento de ocupación o período en particular. De eso se trata este artículo.

GEOGRAFÍA DEL ÁREA

El bolsón de Andalgalá es una amplia depresión delimitada por las sierras de La Chilca y Ambato-Manchao al este; las serranías de Capillitas, Santa Bárbara y El Atajo hacia el norte y las sierras de Hualfín-Belén por el oeste. Hacia el sur limita con la cuenca del Salar de Pipanaco (Figura 1). Este último constituye el nivel de base (con cotas entre 713 y 740 msnm) hacia donde escurren una serie de pequeños cauces, muchos de ellos de carácter temporario. Es una hoya cerrada o cubeta sedimentaria ubicada entre cordones montañosos que alcanzan más de 4000 msnm.

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Figura 1. Mapa de la zona de estudio.

Hacia el noreste del bolsón, en el área de la ciudad de Andalgalá, la altitud oscila entre los 960 y los 1300 msnm. El relieve es de formas simples y definidas, con lomadas que se diluyen en una penillanura de relleno fluvial, pendiente norte-sur, atravesada longitudinalmente por ríos y arroyos de lechos pedregosos que con frecuencia forman barrancas abruptas (Berberián 1969, Williams 1995).

En la región son importantes los yacimientos de cobre de cerro Atajo y de Capillitas. Este último contiene, además de pirita y calcopirita, otros minerales metalíferos como enargita, tennantita, blenda y galena (González Bonorino 1950), recursos potencialmente explotables por poblaciones prehispánicas.

Los depósitos cuaternarios de las Sierras Pampeanas consisten en sedimentos aluviales gruesos, de conglomerados, arenas y gravas poco consolidados y adosados al pie de los cordones montañosos donde forman aterrazados o abanicos coalescentes. Los depósitos más gruesos de piedemonte convergen hacia el interior de los valles intermontanos o bolsones donde engranan con sedimentos más finos como arenas, limos y loess que constituyen el relleno superficial de las depresiones (Caminos 1979, citado por Williams 1995: 21).

El bolsón presenta un clima semidesértico con escasas lluvias estivales. Constituye una cuenca endorreica, donde el ciclo hidrológico comienza por las precipitaciones en los bordes elevados de las sierras, continúa por el escurrimiento superficial en las zonas altas, que se produce por numerosos cauces de corto recorrido y en general de régimen temporario (sólo algunos cursos se mantienen permanentes por tramos) hasta la zona de acumulación al pie de las sierras, donde las aguas se infiltran. Desde allí el escurrimiento es por lo general subterráneo (sólo en las grandes crecidas suele ser superficial) hasta su nivel de base en el Salar de Pipanaco. Estas características que hacen a la dinámica geomorfológica de la región resultan claves a la hora de comprender las condiciones de su registro arqueológico.

Los principales ríos que descienden de las laderas de las sierras de Capillitas, Atajo y Aconquija son Choya, Potrero, El Candado-Andalgalá, Totoral y Villavil forman profundos valles ofreciendo condiciones favorables para el asentamiento humano.

En este marco, el espacio habitable con posibilidades agrícolas se encuentra en la franja de contacto entre los bloques de las sierras y el relieve de relleno, mientras que la agricultura no es posible en las zonas bajas. Según Williams (1995), las áreas de cultivo utilizadas en tiempos prehispánicos ocuparon las laderas o planicies aluviales de los ríos y arroyos, particularmente en el sector de piedemonte.

A LO LARGO DE 100 AÑOS

A fines del siglo XIX la región de Andalgalá fue explorada por Adolf Methfessel (entre 1889 y 1891) y, pocos años después, por Samuel Lafone Quevedo. Este último autor realizó exploraciones en la zona, reconociendo los cinco centros que delimita en su notable mapa arqueológico de Andalgalá y Poman (1905). Recolectó gran cantidad de tiestos, correspondientes a una variedad de grupos cerámicos.2 Algunos de ellos pueden hoy atribuirse a estilos Aguada de Hualfín, del norte de La Rioja, del valle de Catamarca (Portezuelo o Huillapima) y del valle de Ambato. Describe, además, los montículos artificiales de Chaquiago y Huasán documentados previamente por Methfessel, estructuras con las que podrían asociarse aquellos materiales cerámicos (Lafone Quevedo 1898, 1905). Los denomina "allpataucas" y destaca la presencia en ellos de paredes de piedra y de restos humanos y animales. Basándose en sus paralelismos con los "mounds" del SE de los Estados Unidos, los considera ligados a la actividad ritual.

Poco después Carlos Bruch (1911), en Exploraciones arqueológicas en las provincias de Tucumán y Catamarca, agrega la descripción de algunas piezas de aquella procedencia con características semejantes a las ya publicadas por Lafone Quevedo. Durante las primeras décadas del siglo pasado la región también fue visitada por Uhle3, Debenedetti y Weiser (González 1998), pero ninguno de ellos realizó estudios específicos sobre la arqueología del lugar.

En 1957, González realizó una prospección arqueológica al pie de los cerros que se encuentran al N de Chaquiago. Además de asentamientos inkaicos, los que posteriormente serían extensamente estudiados por Verónica Williams y otros investigadores (Williams 1995), halló abundantes fragmentos de cerámica de tipo Belén, Aguada y Ciénaga, y reconoció estructuras pircadas muy erosionadas sobre ambas márgenes del río Ingamana, cerca de Chaquiago. Identificó el allpatauca excavado por Methffesell muchos años atrás, sobre el que realizó un croquis expeditivo. Cabe destacar sus observaciones al respecto:

"... sobre la margen izquierda del río encontramos una estructura formada por un gran rectángulo de paredes de pirca hecha con rodados del río vecino. En el frente NE y SO del rectángulo se elevan dos estructuras de paredes de pirca de 4,80 x 3,20 m de lado. Están colocadas frente a frente en los extremos del mismo diámetro. El espacio entre esas paredes está relleno de sedimentos blandos, loessoides, de color amarillento. Como los muros alcanzan 1,85 m o algo más, ambos forman verdaderos montículos artificiales o plataformas. No sabemos su valor funcional, pero sus rasgos constructivos indicarían que fueron base de habitaciones o destinados a prácticas ceremoniales..." (González 1998: 43).

Sin embargo, para Tartusi y Núñez Regueiro (1993) no hay evidencias allí de plataformas ceremoniales asociadas a esos allpataucas. Ellos observan, por lo demás, paralelismos con los sitios del Campo del Pucará, exceptuando la ausencia de tales plataformas y la planta cuadrangular del espacio central. Para realizar esta comparación, se basan en notas de campo de González, especialmente en el croquis del allpatauca de Chaquiago antes mencionado (Tartusi y Núñez Regueiro 1993: 25).

En 1969 Eduardo Berberián da a conocer los resultados de los trabajos de campo en las proximidades de Andalgalá, proyectados a partir de las observaciones sobre piezas cerámicas del Museo Arqueológico de esa ciudad y de la colección Federico Garzuzi. Las principales excavaciones fueron realizadas en el sitio Río de Chaquiago (ubicado a 7 km de Andalgalá, siguiendo la ruta hacia Belén), considerado por el autor como un cementerio asociado a recintos pircados. Fue hallada una urna con tapa, conteniendo un esqueleto masculino adulto envuelto en tejido de lana, junto a tres típicas piezas Belén y una escudilla invertidas que, según el autor, integraban el ajuar funerario. La urna y su tapa presentaban características peculiares, especialmente la decoración, con aplicaciones al pastillaje e incisas, en forma de "ojos", en todo el contorno próximo al borde. Sobre esta base, y considerando otras piezas similares de las colecciones mencionadas, define las "Urnas Andalgalá para Adultos".

Berberián, siguiendo a González y Núñez Regueiro, considera que "...el Bolsón de Andalgalá estuvo ocupado en el período temprano por las culturas agroalfareras Ciénaga y Aguada. En épocas más recientes, esa misma zona fue habitada por la cultura Belén..." (Berberián 1969: 36). En este marco general, incluye los hallazgos realizados dentro de Belén II, por la asociación de entierros a recintos aislados con paredes de piedra y la ausencia de elementos inkaicos, estimando su cronología entre ca. 1300 y 1450 DC.

A fines de los 70, el área fue recorrida por José Togo. En "Mapa Arqueológico de Catamarca" informa sobre los sitios del Dto. Andalgalá, registrados por él en su prospección arqueológica del área o por otros investigadores que le antecedieron. Respecto a la zona que nos ocupa, consigna varios sitios ubicados tanto en el pie de monte principal que da al bolsón, como en las quebradas subsidiarias que se abren sobre el mismo. En general hace referencia a concentraciones fragmentos cerámicos en superficie con frecuencia asociados a pircas y, en menor medida, menciona recintos, cementerios o hallazgos ocasionales de piezas aisladas. Según el caso, atribuye estas evidencias a los períodos agroalfareros Temprano, Medio, Tardío y/o Inka (Togo 1979).

Pasarían algunos años sin que el área fuese objeto de estudios arqueológicos. A partir de la información aportada por González (1980) y Lorandi (1988) sobre el sitio inkaico Potrero Chaquiago, Verónica Williams (1995) focaliza allí sus investigaciones. Dicho sitio se encuentra entre los actuales distritos de Chaquiago y Potrero en Andalgalá. Está compuesto por cinco sectores instalados en lomadas y separados entre sí por ríos y arroyos. Según la autora, el sitio fue un centro administrativo inkaico, funcionando como centro productivo, colector de trabajo regional y lugar de agregación de la población (Williams 1995: 35).

Williams (1995) también realizó prospecciones en el área circundante e identificó cuatro sitios. El más relevante para la problemática planteada en este trabajo es el asentamiento de Río Chaquiago, con varios pozos de huaqueo con gran cantidad de material cerámico, que corresponde principalmente al Formativo Superior. No pudimos determinar si es el mismo sitio trabajado por Berberián (1969) y citado por Togo (1979), siendo poco clara la localización y caracterización del sitio (en nuestro recorrido del área no hallamos indicadores del cementerio descripto por los autores). Para el momento de ocupación de Potrero Chaquiago, Williams (1995), reconoce que no se ubicaron hasta el momento los sitios de ocupación local, estando el registro conformado solamente por sitios con componentes Ciénaga, Aguada e Inka en la microrregión.

Tiempo después, en agosto de 2002, se produjo un hallazgo accidental de restos óseos humanos y cerámica en la finca de Venidlo Rojas, ubicada en el distrito El Potrero, a unos 10 km de Andalgalá. En las excavaciones realizadas por Dante Coronel se rescataron 8 esqueletos completos (6 niños y 2 adultos) y objetos del ajuar funerario, con cerámica asociada estilo Ciénaga. El sitio parece corresponder a un entierro múltiple dentro de un espacio doméstico. Asociados a los cuerpos se hallaron una estructura de combustión junto a diversos materiales (mica, pizarra, pigmentos, huesos de camélidos, etc) que pudieron ser utilizados en varias actividades (producción de cerámica, lítica, procesamiento de alimentos).

Ese mismo año, en el marco de la realización de estudios de impacto arqueológico, Ratto y Orgaz (2002) presentan evidencia sobre la modificación extensiva del paisaje en épocas prehispánicas con fines agrícolas para el área del valle de Las Pampitas y de las cabeceras de la quebrada de Villavil, al nordeste de Andalgalá. Allí los niveles aterrazados constituyen la evidencia arquitectónica mas abundante de distribución prácticamente continua, mientras que los recintos se localizan en los sectores de empalme entre quebradas emplazándose generalmente en las áreas de baja pendiente.

En el sector superior de la Quebrada de Villavil, conocido como Carapunko, registraron recintos dispersos de planta cuadrangular o rectangular y terrazas de cultivo con obras de posible funcionalidad hidráulica asociada. El material cerámico superficial asociado se presenta muy erosionado y en tamaños pequeños. Si bien la mayor parte se presenta sin decoración, el material diagnóstico corresponde a los estilos decorativos de los períodos Formativo, Desarrollos Regionales e Inka. Consideran que esta formatización del espacio con fines agrícolas respondería a un desarrollo desde épocas tempranas hasta la ocupación inkaica de la región, momento en el que podría haber alcanzado su máxima expresión.

Hace varios años una de nosotros analizó los correlatos que parecen delinearse entre la arqueología del Período Medio en Ambato y en Andalgalá. Sobre la base de los pocos datos existentes en esta última región -reseñados en párrafos anteriores- fue posible postular tentativamente la existencia de vínculos sociales a partir de ciertas materialidades comunes y de los recursos empleados en la producción metalúrgica (Gordillo 1992). Es el caso de la fina alfarería negra grabada que Lafone Quevedo consideraba propia de Andalgalá, dado que en esa época el mayor número de sus restos procedían de esa región. Actualmente, sabemos que entre el material de Ambato esa clase de cerámica no sólo es predominante sino que, además, presenta una serie de variantes estilísticas. Una de ellas, tal vez la más elaborada, se distingue por la singular representación en negativo de una figura fantástica policéfala, asociada a determinados tipos de atributos formales y técnicos. Se trata de la misma cerámica negra descripta por aquel autor y cuyos motivos define como "draconianos". Ambas áreas, entonces, presentan una modalidad estilística común, con símbolos iconográficos de configuración altamente compleja y específica. Excepto esta modalidad particular, la alfarería de una y otra región no presenta paralelismos marcados, más allá de la temática decorativa propia del período.

Por otra parte, la mayoría de los objetos de metal hallados en los sitios del valle de Ambato (La Rinconada y Los Martínez) son de bronce arsenical, según se desprende de los análisis de composición química realizados sobre ellos (Gordillo 1995, Lossino et al. 1998, Gordillo y Buono 2003). Ello señala al distrito de Capillitas (Andalgalá) como probable origen de la mena fundida, dado que allí abundan minerales que contienen cobre y arsénico simultáneamente (Fester 1962), como la tenatita y la enargita.

Finalmente, parte del material cerámico de la región de Andalgalá publicado por Lafone Quevedo muestra claros correlatos estilísticos con otras áreas de ocupación Aguada. Lamentablemente se desconocen los contextos de procedencia de aquellos materiales, pero su presencia no solo apunta a definir a la región dentro de los espacios sociales Aguada sino también como un ámbito de intensa interacción respecto a los mismos. Fue precisamente este panorama el que nos alentó a iniciar nuestras primeras investigaciones en el área.

TRABAJOS REALIZADOS

En los años 2004 y 2005 realizamos dos campañas arqueológicas orientadas principalmente a la prospección del área. Dicha tarea se realizó sobre la base de la cartografía regional, las fotos aéreas y los datos empíricos suministrados por el director del Museo Arqueológico de Andalgalá y otros habitantes de la zona.

Las estrategias implementadas fueron principalmente dos: la prospección sistemática utilizando transectas y la prospección dirigida en lugares específicos elegidos a partir de los datos obtenidos de la revisión bibliográfica y de los informantes locales. También visitamos aquellas áreas mencionadas en la bibliografía por la presencia de evidencias de ocupación prehispánica (ver supra A lo largo de 100 años).

En función de las posibilidades de prospección y de las características naturales -especialmente topográficas- fueron definidos distintos sectores de análisis en el terreno: Piedemonte, Quebradas Subsidiarias y Quebrada de Villavil. Si bien esta última podría haber sido incluida dentro del segundo sector, exhibía un perfil diferente en términos de su magnitud y su posición geográfica (ubicada en el extremo oriental del conjunto y próxima a otras áreas arqueológicas) decidimos, en principio, trabajarla de manera independiente, cuestión que luego pareció verse corroborada con los resultados alcanzados durante el análisis (Figura 2).

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Figura 2. Sector de Piedemonte (izquierda) y de Quebradas Subsidiarias (derecha).

En cada uno de estos sectores las recolecciones superficiales se ajustaron a distintos criterios. Esto obedeció a diferentes circunstancias como las condiciones de vegetación, de relieve y las posibilidades de acceso a los campos privados. A continuación puntualizamos las estrategias utilizadas en cada sector:

Piedemonte principal: Implementamos recorridos sistemáticos en el área que se extiende hacia el oeste de Chaquiago y Andalgalá, comprendida entre los 66° 20´ 00´´ y 66° 22´ 00´´W y los 27° 32´ 00´´S y 27° 35´ 00´´S, y dentro de la franja altitudinal de 1040-1200 msnm. La mayoría de los sitios arqueológicos fueron ubicados mediante seis transectas paralelas y sucesivas de 5 km de longitud, orientadas de norte a sur y referenciadas entre las rutas Chaquiago-Choya y Andalgalá- Belén. Se identificaron 41 sitios arqueológicos. El material recuperado en este sector es de superficie; en algunos casos procede del fondo de cárcavas y perfiles de arroyos excavados naturalmente.

Quebradas subsidiarias: No se siguió en este sector el sistema de transectas empleado en Piedemonte y en Villavil, debido a las dificultades de visibilidad y accesibilidad a los sitios. Por ese motivo se optó por realizar prospecciones dirigidas. Recorrimos las laderas y lomas adyacentes a los cauces correspondientes a distintos sectores de las Quebradas de Choya, Potrero y La Aguada-Andalgalá, en una franja altitudinal variable entre los 1200 y los 1400 msnm, determinándose la localización geográfica y las características generales de 8 sitios.

Quebrada de Villavil: En este sector realizamos tres transectas en sentido Sur - Norte, sobre la margen este del río Villavil en la franja altitudinal de 1600-1850 msnm. Este sector se caracterizó principalmente por andenes, cuadros de cultivo, canales y reservorios de agua. Entre los mismos detectamos la presencia de algunos recintos aislados y varias concentraciones de material cerámico de diferentes momentos temporales.

Se realizaron también excavaciones en una estructura circular en el sitio Represa (ver más adelante) y participamos en dos intervenciones de rescate. Una de ellas fue la recuperación de una vasija ordinaria tardía utilizada para la inhumación de un individuo y un puco hallados durante la construcción de una toma de agua (sitio Fernández), y la otra el rescate de restos humanos con material cerámico asociado en una cárcava (sitio Porras); los materiales procedentes de los rescates fueron depositados en el Museo de Andalgalá. Cabe señalar, además, que incorporamos a nuestro análisis los datos y materiales obtenidos en otras excavaciones de rescate en Andalgalá y alrededores realizadas por el personal de dicho Museo.

En una instancia posterior, a partir de los puntos GPS de los sitios relevados confeccionamos una cobertura en ArcView GIS para analizar la distribución espacial y la relación entre los sectores de prospección y el material diagnóstico (Figura 3). Para ello, cruzamos la cobertura de los sitios con la composición de la muestra cerámica de cada uno y una foto satelital de la región. El objetivo fue definir si existió una ocupación diferencial de los ambientes muestreados en los segmentos temporales.

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Figura 3. Foto satelital con ubicación de los sitios y sus componentes cerámicos.

Paralelamente, el material recuperado en las recolecciones superficiales fue clasificado de acuerdo con los atributos de superficie con el objetivo de determinar la posible adscripción estilística. Los fragmentos que pudieron ser identificados fueron divididos en tipos según la clasificación propuesta por González (1977) y por Williams (1995) para la cerámica de momentos Inka. También clasificamos los fragmentos de acuerdo con la morfología básica de la pieza (abierta o cerrada), en gran parte definida a partir del tratamiento de la superficie, y medimos el tamaño de los tiestos para realizar inferencias sobre los procesos post deposicionales que actuaron sobre la muestra (Berardi 2004).

Los distintos momentos que identificamos a partir de los fragmentos diagnósticos de la muestra son el Periodo Formativo Inferior, con cerámica de estilo Ciénaga; Formativo Medio con cerámica de estilo Aguada; Desarrollos Regionales con cerámica de estilos Santa María y Belén, cerámica Inka y de fase Inka (sensu Williams 1995) y finalmente cerámica Hispano - Indígena. Esta última estuvo representada solamente por un caso.4

LA CULTURA MATERIAL

Sobre la base de las prospecciones realizadas en los distintos sectores antes mencionados, focalizamos el análisis en el tipo de evidencia más ubicua y rentable a los objetivos de nuestra investigación: la arquitectura y la cerámica.

Sitios relevados

Los sitios arqueológicos detectados en las prospecciones corresponden a tres tipos:

1. Recintos: detectamos la presencia de recintos aislados o concentrados. Las plantas fueron variadas, aunque hubo un predominio de las plantas rectangulares.

2. Alineamientos de piedra: que pueden relacionarse con infraestructura agrícola o recintos u otras construcciones en malas condiciones de conservación. Este tipo se refiere a áreas acotadas del paisaje donde realizamos recolecciones de material y presentaban uno o varios alineamientos de piedras en superficie.

3. Concentraciones de material sin arquitectura: Particularmente nos centramos en las concentraciones de cerámica debido a la posibilidad de adscripción crono - cultural.

Se integra a estas categorías el registro de morteros fijos múltiples que se presentan en todos los sectores, cercanos a cauces permanentes o estacionales, especialmente abundantes en el sector de la Quebrada de Villavil.

Dentro de la muestra predominaron las concentraciones de material (37:69), seguidas por las líneas de piedra (16:69) y los recintos (16:69).

A continuación vamos a describir los sitios cuyo estado de preservación permitía y justificaba un relevamiento más preciso. Todos ellos corresponden a la primera de las categorías mencionadas (recintos).

Represa: Este sitio se encuentra ubicado en la localidad de Choya, en el sector de Quebradas subsidiarias a una altitud de 1359 msnm. Está emplazado en la cima de tres lomas, entre un arroyo estacional al este y una cárcava profunda hacia el oeste.

La primera loma (Loma 1) está compuesta por cuatro aterrazados con pendiente descendente hacia el sur, definidos por muros de piedra confeccionados con rocas irregulares en forma perpendicular a un muro perimetral que la rodea. Entre los muros relevamos ocho recintos, cuatro circulares de tamaño pequeño y cuatro de planta semicircular de tamaño mayor (Figura 4).5La segunda loma (Loma 2) se encuentra emplazada en una quebrada formada por un arroyo temporario, a 120 m de la Loma 1. Se trata de un sistema de andenes compuesto por tres muros en una pendiente muy pronunciada. En la Loma 3 también relevamos algunas líneas de piedra que pueden corresponder a aterrazados para cultivo.

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Figura 4. Planta y foto del sitio Represa (Loma 1).

El sitio presentó muy poco material cerámico en superficie, en su totalidad cerámica ordinaria por lo que no se lo pudo adscribir cronológicamente.

Sacava 2: Este sitio se encuentra en el sector del Piedemonte principal, en la localidad de Chaquiago. Se trata de dos recintos de planta cuadrangular adosados, el mayor construido con muro doble y el menor con muro simple. El mayor de ellos tiene una longitud de 60 m en el eje E-O por 30 m en el eje N-S y presenta un vano pequeño en la pared sur. El menor tiene una longitud de 20 m por 20 m y no apreciamos la presencia de vanos que lo comuniquen con el exterior o con el recinto mayor (Figura 5).

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Figura 5. Planta y foto del sitio Sacava 2.

Con respecto al material recuperado, solamente detectamos 16 fragmentos cerámicos en superficie, todos ordinarios.

Tanto en la localidad de Chaquiago como en las adyacencias del casco urbano de Andalgalá relevamos varios sitios con características similares a Sacava 2, variando la cantidad de recintos adosados y las técnicas constructivas de las paredes (por ejemplo, en Sacava 1, Chaquiago, había 7 recintos menores adosados y los muros del recinto mayor estaban construidos con pirca simple).

Tanto en la localidad de Chaquiago como en las adyacencias del casco urbano de Andalgalá relevamos varios sitios con características similares a Sacava 2, variando la cantidad de recintos adosados y las técnicas constructivas de las paredes (por ejemplo, en Sacava 1, Chaquiago, había 7 recintos menores adosados y los muros del recinto mayor estaban construidos con pirca simple).

Potrero Choya: Este sitio se localiza en la localidad de Choya. Se trata de un potrero trapezoidal alambrado en medio de campos de cultivo en un área de 1652 m². Recuperamos abundante cerámica y lítico en superficie. También detectamos algunas líneas de pirca que forman recintos cuadrangulares, bastante deteriorados. Se encuentra sobre el camino hacia Mina Capillitas, a 100 m del sitio Represa. A su vez, se localiza a 150 m al oeste del río Choya.

Si bien no fue posible realizar un relevamiento topográfico del sitio por las condiciones que exhibía, nos resultó significativa la cantidad de restos de construcciones y la abundancia relativa de material Ciénaga y Aguada junto con fragmentos estilo Belén.

La muestra cerámica

La muestra cerámica analizada en este trabajo está compuesta por 1659 fragmentos recuperados durante las prospecciones realizadas en los sectores previamente definidos (ver supra). La mayor proporción procede del Piedemonte (n 852:1659) seguido por el sector de Quebradas Subsidiarias (n 593:1659) y la Quebrada de Villavil (n 214:1659) -Figura 6. Si bien la variación en el tamaño de las muestras entre los distintos sectores parece obedecer fundamentalmente a las características del registro arqueológico, no descartamos alguna incidencia de las estrategias de prospección y recolección superficial empleadas.

En todos los sectores se observa el predominio de fragmentos pequeños y medianos que no remontan entre sí y con menor frecuencia de tamaños grandes que suelen corresponder a una misma pieza (Figura 7). En ningún caso se hallaron vasijas enteras. Son frecuentes los signos de erosión.

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Figura 7. Fragmentos de una vasija pintada en negro y rojo sobre ante, estilo Aguada Septentrional (sensu González 1977).

En términos generales el porcentaje de cerámica decorada es del 64,3%. Están representadas distintas partes de piezas con un neto predominio del cuerpo. La mayor parte de la muestra corresponde a recipientes sin embargo también se hallaron algunos fragmentos de figurinas, un tortero y una "ficha".

El 75% de la muestra general corresponde a fragmentos diagnósticos definidos en función de atributos de decoración, tratamiento de superficie y/o tipo de pasta. Esto nos permitió identificar una variedad de estilos cerámicos que podrían estar relacionados con un rango temporal y social diverso. Si bien esta importante proporción de fragmentos diagnósticos se da en todos los sectores, los extremos se dan en el Piedemonte y en la Quebrada de Villavil (porcentaje mayor y menor, respectivamente), ocupando una posición intermedia las Quebradas Subsidiarias.

El segmento diagnóstico de las muestras de cada sector permitió distinguir distintas modalidades cerámicas que, en la literatura arqueológica, han sido adscriptas a distintos períodos dentro de la secuencia general de la región valliserrana (Figura 6). A los fines de esta primera aproximación incluimos dentro de la categoría "Formativo" aquellos materiales que pueden adscribirse a la variedad de estilos cerámicos definidos como Ciénaga y Aguada en sus expresiones oxidantes, reductoras, lisas y decoradas. Se integran como "Formativo Indeterminado" aquellos materiales que no pueden asignarse con precisión a ninguno de los estilos conocidos para este período. Presentan atributos de pasta, forma y tratamiento de superficie claramente atribuibles al Formativo pero que no exhiben elementos decorativos estilísticamente diagnósticos. 6 Asimismo diferenciamos estilos más tardíos correspondientes a los períodos de Desarrollos Regionales o Tardío (Belén y Santamaría) e Inka (Yocavil, Belén III, Inka provincial).

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Figura 6. Relación entre el material indeterminado y el diagnóstico; distribución de este último por período y sector de procedencia.

En todos los sectores predomina el material Formativo siendo más notable en las Quebradas Subsidiarias. El material correspondiente a los Desarrollos Regionales también está presente en todos los casos. No ocurre lo mismo con los escasos fragmentos atribuibles al período Inka registrados en el Piedemonte y la Quebrada de Villavil pero ausentes en el sector de las Quebradas Subsidiarias que hemos prospectado.7

Respecto del material Formativo cabe destacar el correlato entre los gráficos correspondientes a las Quebradas Subsidiarias y el Piedemonte donde están representadas en proporciones semejantes las tres clases definidas. Si bien todas éstas se presentan en porcentajes significativos, en ambos sectores se destaca claramente el predominio de modalidades Aguada. Al respecto, aún cuando no contamos con análisis de procedencia de materia prima, tales variedades presentan estrechas similitudes con los estilos reconocidos en los valles de Hualfin, Ambato y norte de La Rioja.8En este marco, la Quebrada de Villavil exhibe una distribución de materiales que se aparta sensiblemente de lo observado para los otros sectores (Figura 6).

Tal como mencionamos previamente, durante las prospecciones realizadas hemos detectado tres tipos de sitios o unidades de registro que, si bien aparecen representadas en todos los sectores bajo análisis, se presentan distribuidos en forma diferencial en cada uno de ellos (Figura 8). En el Piedemonte se registraron 21 áreas con concentración de materiales, 7 con recintos y 7 con alineamientos de piedras. Por su parte, en la Quebrada de Villavil, se documentaron 10 áreas de concentraciones, 4 con alineamientos y 2 con recintos, mientras que en las Quebradas Subsidiarias los sitios con recintos observados fueron 7, los que presentaban 5 alineamientos de piedras y 6 concentraciones (ver Figura 3).

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Figura 8. Distribución de la cantidad total de fragmentos según el tipo de sitio y el sector de procedencia.

Como ya señalamos, en el Piedemonte el contexto más abundante es el de las concentraciones de materiales sin arquitectura (21:35) y es de éstas de donde procede la mayor parte del material cerámico del sector (591:852). Los recintos y alineamientos de piedras son aquí mucho menos numerosos (7:35 en ambos casos) y el material recuperado en estos contextos disminuye apreciablemente (187 y 83:852, respectivamente). En contraste, si bien en la Quebrada de Villavil también son las concentraciones los contextos más recurrentemente registrados (10:16), es de los alineamientos de piedras (4:16) de donde procede la mayor cantidad de cerámica (132:214). El material recuperado es notablemente menor en los otros dos tipos de contextos, 72 fragmentos en las concentraciones y tan sólo 10 en las dos áreas con recintos registradas.

Finalmente, en las Quebradas Subsidiarias las proporciones de concentraciones, alineamientos y recintos son mucho más equilibradas (6, 5 y 7:18, respectivamente). Aquí también, al igual que en el Piedemonte, la mayor número de fragmentos cerámicos recolectados procede de las concentraciones sin arquitectura (272:593). Sin embargo, la cantidad de material procedente de los recintos es prácticamente equivalente (246:593) siendo ésta una característica exclusiva de este sector. Finalmente, el paralelismo entre ambos sectores se mantiene en relación con la menor cantidad de fragmentos cerámicos procedentes de contextos de alineamientos de piedras (75:593). Un rasgo que nuevamente los separa del sector de Villavil.

Luego de analizar la distribución de los materiales cerámicos a nivel general evaluamos la forma en que se disponen los fragmentos diagnósticos por zona y por contexto de recuperación. De esta manera observamos que en el Piedemonte los tiestos adscriptos a los períodos Formativo, Desarrollos Regionales e Inka están presentes en los tres tipos de contextos pero en proporciones diferentes (Figura 9). Los fragmentos inkaicos son los más escasos registrándose 13 en los recintos, siete en las concentraciones y tan sólo uno en los alineamientos de piedras. Los materiales correspondientes al Formativo Inferior y Formativo Medio -o Período Medio- son, en contraste, los más abundantes seguidos por los de los Desarrollos Regionales.

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Figura 9. Distribución del material diagnóstico por período según el tipo de sitio y el sector de procedencia.

En las Quebradas Subsidiarias no hemos recuperado fragmentos adscriptos a momentos inkaicos y son también los correspondientes al Formativo los más recurrentemente registrados en los tres tipos de contextos, contrastando con las bajas proporciones de materiales de los Desarrollos Regionales.

Por último, en la Quebrada de Villavil los materiales del Formativo son los más abundantes en las concentraciones y en los alineamientos de piedras9. La relación con los materiales correspondientes a los Desarrollos Regionales se invierte en el caso de los recintos (9:10). En este sector sólo se han recuperado tres tiestos inkaicos formando parte de las concentraciones.

Cabe señalar, finalmente, que intentamos relacionar el tamaño de los fragmentos recolectados y analizados con los contextos de procedencia, considerando la posible incidencia de los factores post-ocupacionales respecto a esa variable, especialmente aquellos procesos naturales vinculados al transporte, erosión y depositación tan intensos en el área (ver supra). En ese sentido, si bien esperábamos que los fragmentos más grandes hubieran sido recolectados dentro de los recintos, el análisis de correspondencias ha indicado que no existe una relación estadística significativa entre el tamaño de los tiestos y el tipo de sitio o arquitectura asociada.

Hallazgo en Andalgalá

En el invierno de 2006, David Álvarez Candal -miembro de nuestro equipo de trabajo y actualmente Director del Museo Arqueológico de Andalgalá- fue informado del hallazgo de material cerámico en la misma ciudad de Andalgalá. El mismo se localizaba aproximadamente siete cuadras al sur de la plaza principal, en la sección media del cono de deyección sobre el que se desarrolló el núcleo urbano. El descampado donde se realizaron los hallazgos limita por el este con un viejo cauce secundario del Río Andalgalá, y al oeste se encuentra a unos 300 m o 350 m del arroyo el Huayco.

Allí se cavaron varios pozos como parte de las obras de construcción que se realizaban en el lugar. De uno de ellos, a unos 3 m de profundidad desde la superficie actual, proceden fragmentos de cuatro piezas, posiblemente rotas durante el trabajo, a juzgar por las fracturas frescas que exhibían. Tres de las vasijas pudieron registrarse, pero desconocemos el destino de la restante. Todas son Aguada Gris Inciso: una taza con la figura de un personaje central con armas, un puco con representaciones felínicas y otro con diseños geométricos (Figura 10). Ninguna de ellas presenta restos de hollín en sus superficies. Caber agregar que, según los informantes, también fueron hallados en el lugar huesos largos que comenzaron a aparecer junto con la cerámica gris, pero no contamos con mayor información al respecto (D. Álvarez Candal, comunicación personal 2006).

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Figura 10. Puco con figuras felínicas incisas, hallado en el núcleo urbano de Andalgalá.

DISCUSIÓN

Antes de abrir la discusión sobre la problemática desarrollada es preciso advertir que los resultados que presentamos responden a una primera mirada y bajo ninguna circunstancia pueden considerarse definitivos. Asimismo, debemos tener en cuenta un conjunto de circunstancias que limitan el alcance de nuestras interpretaciones. En primer lugar hay muchos sectores de esta región que continúan siendo desconocidos para la arqueología, en tanto otros fueron objeto de estudios de distinta magnitud y naturaleza. En consecuencia,evaluando todo el cuerpo de antecedentes, el conocimiento arqueológico de la región es fragmentario y muestra desde sitios intensamente trabajados hasta áreas con información escasa o nula. El bolsón de Andalgalá no cuenta con investigaciones que integren la información de la región y permitan explicar los procesos sociales prehispánicos que allí tuvieron lugar a lo largo de cientos de años. Sin duda es un área de estudio compleja debido a un conjunto de factores; al respecto es preciso señalar que la dinámica geomorfológica (ver supra Geografía del área) de la misma dificulta la lectura o interpretación de la evidencia, a ello se suma un paisaje actual y subactual con crecimiento urbano, explotación agrícola, obras de infraestructura, etc. Tal es la magnitud de las alteraciones que las escasas estructuras y rasgos registrados por los primeros investigadores en el área han desaparecido10.

Respecto al análisis cerámico, remarcamos que los resultados más notables indican que la tendencia de distribución del material diagnóstico no exhibe una asociación definida entre períodos y sectores, como tampoco entre períodos y tipos de contexto en ninguno de los sectores de procedencia de la muestra. Los fragmentos diagnósticos de los distintos momentos del Formativo y los Desarrollos Regionales comparten los contextos de recuperación en los tres sectores prospectados. De esta forma no podemos pensar que los grupos sociales creadores y/o consumidores de los estilos cerámicos Aguada o Belén hayan habitado exclusivamente tal o cual sector definido en el área de estudio, sino que debieron operar con una estrategia de ocupación más amplia y/o más compleja a nuestra comprensión.

En todos los sectores predomina el material Formativo. Si nos centramos exclusivamente en la cerámica Aguada observamos que en Andalgalá están representadas modalidades reconocidas en otras regiones. Recordemos que hemos identificado claramente los distintos estilos decorativos Aguada: Hualfin Pintado, Hualfin Gris Grabado, Ambato Negro Grabado, Allpatauca y los estilos pintados del norte de La Rioja. Esto último, sumado a los antecedentes registrados por Lafone Quevedo, parece estar indicando una situación clave dentro de la dinámica del Período Medio. Esta situación también se habría visto favorecida por la ubicación de la zona en una posición intermedia entre los valles orientales y occidentales articulando gran cantidad de vías de circulación. Además, no podemos dejar de lado en nuestra interpretación que la región cuenta con recursos mineros importantes que seguramente fueron explotados por las poblaciones de diversos espacios. Por ejemplo, los estudios de los objetos de metal del valle de Ambato indican que la materia prima muy probablemente procede de esta zona.

El material correspondiente a los Desarrollos Regionales también está presente en todos los casos relevados. Asimismo aparecen representados materiales de estilos tardíos que no suelen coexistir en otras zonas, como los correspondientes a Belén y Santamaría.

Queda abierto a la discusión el origen de las piezas cerámicas. Las urnas Andalgalá descriptas por Berberián (1969) probablemente sean de origen local, aunque son necesarios estudios específicos sobre esta problemática. También podemos mencionar que estas urnas se encontraron asociadas a material Belén, que parece ser el estilo tardío predominante en la región. Una de las preguntas que surgen es si existe producción local de cerámica en Andalgalá o se trata de un ámbito de interacción, circulación o control de la producción artefactual. Por lo menos para la época de los Desarrollos Regionales e Inka hay coincidencias respecto a la presencia de gente proveniente de distintos lugares. Como mencionamos anteriormente, en algún sentido esta situación es similar en momentos anteriores, con la presencia de diversos estilos Aguada.

Con respecto a la arquitectura, es notable la ausencia de sitios conglomerados de gran tamaño, a excepción de Potrero-Chaquiago y el denominado "Fuerte de Chalemín" por los pobladores locales y Usina por nosotros. Este último sitio corresponde a una ocupación histórica de la región.

En general, la muestra está conformada por recintos aislados e infraestructura productiva. Con respecto a la problemática específica de nuestro proyecto, encontramos escasa evidencia superficial de arquitectura que podría relacionarse con el Periodo Formativo. Las excepciones son algunas líneas de piedras asociadas a material formativo -particularmente Ciénaga- muy erosionadas y localizadas en los fondos de cárcavas. Esta asociación nos llevó a considerar que las ocupaciones vinculadas a ese segmento temporal en el sector de piedemonte se encuentran completamente enterradas por procesos naturales de depositación. Refuerzan esta interpretación los hallazgos de Coronel y de Álvarez Candal (ver supra) a varios metros de profundidad.

Si la imagen del uso del paisaje que nos formamos a partir de la información que manejamos se ajusta a las modalidades utilizadas por las sociedades formativas de la región, entonces podemos pensar que la zona no soportó grandes densidades de población. El patrón de asentamiento habría estado conformado por pequeños núcleos aldeanos, separados entre sí. El hallazgo de Coronel en El Potrero, con entierros asociados a los pisos de habitación, puede relacionarse con una falta de diferenciación entre el espacio doméstico y el espacio de los muertos. Por otro lado, sólo recabamos información sobre un montículo, el allpatauca reportado por Tartusi y Núñez Regueiro (1993), que desafortunadamente fue destruido, por lo que no podemos precisar las características de la estructura ni los momentos de ocupación vinculados a la misma.

Para el momento de Desarrollos Regionales, la imagen también es confusa. Según Williams (1995), en la región no existieron asentamientos tardíos de magnitud comparables, por ejemplo, con los conocidos para los Valles Calchaquíes o el Valle de Hualfín. En nuestro trabajo relevamos algunas líneas de piedra muy erosionadas con material tardío, pero no pudimos identificar ningún poblado con las características arquitectónicas y de emplazamiento que son típicas de asentamientos tardíos como los Santamarianos (Nastri 1999, Vaquer 2004). A partir de esta evidencia podemos interpretar que la ocupación tardía de esta zona revistió una dinámica particular que la diferenció del resto de la región Valliserrana Sur. El paisaje social no debió haber cambiado demasiado con respecto a los momentos anteriores. Los asentamientos habrían estado conformados por unidades domésticas dispersas en el paisaje, con una baja densidad demográfica. Además de los núcleos de población, es notable también la ausencia de asentamientos fortificados o pukaras en la región.

Para el momento de ocupación Inka el sitio principal es sin duda Potrero-Chaquiago. Al respecto, es importante considerar el rol que pudieron jugar sitios como el Pukará de la Aconquija y el centro Inka del Nevado del Aconquija que se encuentran cercanos a nuestra área de estudio.

Las obras de infraestructura agrícola que conforman el paisaje de la Quebrada de Villavil podrían relacionarse con una intensificación de la producción a partir de la llegada de los Inkas, aunque con la información con que contamos hasta el momento no podemos descartar que hayan sido construidas y utilizadas con anterioridad. En ese sentido, coincidimos con la propuesta de Ratto y Orgaz (2002) acerca de que estos espacios agrícolas fueron utilizados desde momentos tempranos hasta la ocupación inkaica de la zona, cuando habrían alcanzado mayor intensidad.

Como síntesis, podemos esbozar una historia tentativa del uso del espacio de la región. Durante el Formativo, las poblaciones estaban dispersas en pequeños núcleos. En el Formativo Medio, los grupos de la zona se relacionaron con las poblaciones Aguada de diferentes sectores, lo cual explicaría la presencia de los diferentes estilos. No podemos definir hasta el momento la naturaleza de esta relación, si hubo o no traslado de poblaciones, o las causas de la interacción.

Para los momentos tardíos la situación fue similar. La escala de la ocupación, a partir de la evidencia arquitectónica, parece ser semejante a la del Formativo. También es recurrente el registro de contextos funerarios, un ejemplo de esto son los entierros de adultos en urnas que define Berberián (1969). Del mismo modo, las urnas Belén depositadas en el Museo Arqueológico de Andalgalá proceden de donaciones de particulares y de rescates conducidos en la zona. Si bien para la mayoría de los casos no se cuenta con registro contextual preciso, la integridad de este material sugiere que también habría formado parte de contextos funerarios, ya sea como contenedores o como acompañamiento.

El análisis morfométrico e iconográfico realizado por una de nosotros sobre este material apunta en este mismo sentido. Los resultados de ese estudio comparativo indicaron que existe una marcada homogeneidad, dentro de la muestra considerada, en términos de forma, dimensiones, recursos compositivos y repertorio temático general respecto de las urnas Belén procedentes de contextos funerarios certeros de los valles de Abaucán y Hualfin (Basile 2005). Si bien en la colección predominan las piezas estilo Belén también hay material Santamariano. Asimismo, la muestra recolectada y analizada por nosotros refleja la interacción entre las poblaciones Belén y Santa María. En este sentido, la región de Andalgalá también fue durante el Período de Desarrollos Regionales un polo de interacción para grupos con cabeceras en otros valles, sin existir evidencias de conflicto como en otros lugares de la región Valliserrana.

Con la llegada de los Inkas, el escenario se transforma. La presencia de un asentamiento de la magnitud de Potrero-Chaquiago fue una novedad en el paisaje social regional. Los trabajos de Williams (1995) apuntan hacia la presencia de mitimaes provenientes de otras zonas traídos para trabajar en ese centro administrativo. Desconocemos cuál fue la relación entre las poblaciones llevadas por los Inkas y los habitantes locales, o en qué medida estos últimos estuvieron involucrados en la producción imperial. Los sitios "tipo Sacava" que relevamos (ver supra) podrían estar respondiendo a esta situación de poblaciones relocalizadas, ya que el material decorado recuperado de los mismos corresponde, entre otros, al tipo Yocavil Polícromo.

Es oportuno recordar la dinámica de la región diaguita en momentos previos a la conquista hispana. Según Williams (2000) los grupos de la provincia Inka del Tucumán fueron trasladados al interior de esa región con el doble propósito de controlar a las poblaciones locales y de reemplazar la mano de obra que, según la información documental, éstos se negaban a prestar. Arqueológicamente esta situación se traduce en la presencia de asentamientos estatales en el área de Andalgalá, así como en los valles de Hualfín y de Catamarca, donde siempre se registran estilos cerámicos que provienen del territorio lule-tonocoté (Famabalasto negro sobre rojo y Yocavil polícromo) y de otras regiones. Estos estilos no provienen de intercambio sino que fueron manufacturados in situ por mitimaes de distinta procedencia.

Asimismo, Schaposchnik (1994) analizó la documentación histórica relativa a los indígenas de Catamarca de mediados de siglo XVII, examinando las relaciones de alianza y parentesco entre los rebeldes del Gran Alzamiento Diaguita de 1630-43. Respecto al área del bolsón de Andalgalá considera que estaba poblada por grupos que mantenían relaciones de parentesco y alianza tanto con los malfines como con los habitantes del sur del valle de Santa María (yokaviles).

Para finalizar, una de las principales conclusiones de nuestro análisis subraya el dinamismo poblacional como característica dominante del área en todos los momentos. Desde las etapas formativas en adelante, Andalgalá fue un punto de confluencia de poblaciones o grupos con diferentes orígenes y materialidades, lo cual se mantuvo hasta el advenimiento de la colonia de acuerdo con las fuentes históricas. Esto se constituye como el perfil propio de la región, donde los procesos de interacción, circulación e intercambio dominan la escena.

Agradecimientos

A Dante Coronel, David Álvarez Candal, Héctor Buono, María de Hoyos, Laura Ares, Diego Leiton, Osvaldo Olaz y Lucio Vázquez, con quienes llevamos a cabo nuestras investigaciones de campo. A Norma Ratto y Verónica Williams por los datos que generosamente nos ofrecieron. A Juan Pablo Guagliardo por su contribución con el GIS. A Jorge Hadad por su colaboración con nuestro trabajo en Villavil. A Luis Federico Garzuzi por permitirnos acceder a las piezas de su colección. A Juan Ramiro Sacava por guiarnos hacia algunos sitios en el Piedemonte. A Lucy por su hospitalidad y paciencia.

NOTAS

1.- Nuestro proyecto de investigación "Arqueología del Período Medio en la Región de Andalgalá" se realizó inicialmente en el marco del UBACYT F079 denominado "La construcción del paisaje social durante el Período Medio del Noroeste argentino prehispánico". Los análisis más recientes sobre el tema forman parte en la actualidad del proyecto en curso UBACYT F032 (2008-2010).

2.- Entre los otros materiales procedentes del área, cabe destacar el célebre disco que lleva su nombre, hallado casualmente en Potrero de Santa Lucía, en las afueras de Chaquiago (Lafone Quevedo 1890).

3.- Uhle colectó materiales que actualmente están en el Museo de Berlín.

4.- Dada su muy baja representatividad esta cerámica no fue incluida en el análisis cuantitativo.

5.- Excavamos uno de los recintos circulares (recinto H) que tenía 0,70 m de diámetro interior, y estaba conformado por rocas en posición vertical que sobresalían unos 0,30 m de lasuperficie. Al retirar la primera capa, detectamos la presencia de una roca gruesa en la base. Ampliamos el área excavada y llegamos hasta la roca de base. No recuperamos material.

6.- Hemos considerado la combinación de los siguientes atributos diagnósticos para definir la cerámica Formativa Indeterminada: pastas compactas, superficies pulidas o semi pulidas, paredes delgadas, forma y tamaño de la pieza (pucos y ollas medianos a pequeños).

7.- Sin embargo, es en este sector donde está emplazado el centro administrativo inkaico Potrero Chaquiago (Williams 1995).

8.- No hemos recolectado durante las prospecciones fragmentos atribuibles al estilo Portezuelo. Sin embargo, en el Museo Arqueológico de Andalgalá registramos una olla con puco, cuyos atributos de pasta y decoración muestran correspondencias con este estilo.

9.- De este sector, Norma Ratto obtuvo un fechado radiocarbónico por AMS, realizado sobre una muestra de hollín en cerámica Formativa; arrojó una edad de 1558 ± 33 años 14C AP. (N. Ratto, comunicación personal 2009).

10.- Tal es el caso del allpatauca de Chaquiago excavado por Methfessel a fines del siglo XIX, mencionado por Lafone Quevedo (1905) y relevado por González en 1957, que fue destruido y empleado para la construcción de un puente próximo.

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