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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.12 no.1 Olavarría ene./jul. 2011

 

ARTÍCULO

Prácticas mortuorias y registro bioarqueológico en la costa rionegrina del golfo San Matías, Argentina

 

Carolina I. Mariano

Carolina I. Mariano. Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA). Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA). Avda. del Valle 5737 (B7400JWI). Olavarría. E-mail: caro.mariano@hotmail.com

Recibido 16 de noviembre 2009.
Aceptado 18 de marzo 2010.

 


RESUMEN

El objetivo de este trabajo es presentar los resultados del análisis de la variabilidad de prácticas mortuorias que tuvieron lugar en la costa de Río Negro (Argentina) en una escala temporal de análisis que abarca desde los ca. 3100 a los 400 años. En este lapso, el área estuvo habitada por grupos cazadores-recolectores terrestres que hicieron uso del litoral de manera recurrente, aprovechando sus variados recursos. El análisis del registro mortuorio de siete localidades arqueológicas muestra que a lo largo de toda la secuencia temporal se practicaron entierros primarios, pero a partir de ca. 1300 AP comenzaron a implementarse también los entierros secundarios. Esto constituye un cambio significativo en el comportamiento mortuorio, cuya explicación podría basarse en múltiples hipótesis. En este trabajo, cuyo principal aporte es la elaboración de una primera síntesis ordenada de información acerca de las prácticas mortuorias y del registro bioarqueológico de toda el área -ambos temas sobre los que la información antecedente es escasa-, se propone que el surgimiento de nuevas estrategias de uso del espacio habría sido un factor relevante, que merece ser considerado entre las posibles causas del cambio. Se considera que, en el futuro, esta síntesis permitirá discutir con mayor fundamento aspectos relacionados con el modo de utilización de este sector de la costa patagónica.

Palabras clave: Patagonia; Costa del golfo San Matías; Registro bioarqueológico; Entierros primarios; Entierros secundarios.

ABSTRACT

Mortuary practices and the bioarchaeological record Of The San Matías Gulf Coast, Rio Negro, Argentina.he aim of this paper is to present the results of an analysis of mortuary practice variability on the Río Negro coast, Argentina, between ca. 3100 and 400 BP. During this period the area was inhabited by terrestrial hunter-gatherers who made use of the coast recurrently, exploiting its many resources. The analysis of the archaeological record of seven sites shows that throughout the temporal sequence primary burials are practiced, but around 1300 BP secundary burials are also in evidence. This represents a significant change in mortuary behavior, the explanation of which could be explained by several different hypotheses. It is argued in this paper that the development of new strategies of spatial use should be considered as a relevant possible cause. The principal contribution of this paper is an initial synthesis of information related to the mortuary practices and bioarchaeological record of the study area, about which there is little in the way of previous data.

Keywords: Patagonia, San Matías Gulf coast; Bioarchaeological record; Primary burials; Secundary burials.


 

INTRODUCCIÓN

Los proyectos de investigación en los que se enmarca este trabajo1 tienen como propósito establecer cuáles habrían sido las formas de uso del espacio por parte de las poblaciones humanas que habitaron la costa rionegrina en el pasado prehispánico. En el caso particular de este artículo, el objetivo es presentar los resultados del análisis de la variabilidad de prácticas mortuorias que tuvieron lugar en la costa norpatagónica, en una escala temporal de análisis que abarca un rango cronológico comprendido entre los ca. 3100 y 400 años AP. La escala espacial abarca toda la extensión de la costa de Río Negro, es decir, unos 350 km entre la desembocadura del río Negro y el límite con la provincia de Chubut, teniendo en cuenta una faja de aproximadamente 3 km hacia el interior. El área se caracteriza por un predominio del registro arqueológico de superficie, expuesto a causa del incremento de la erosión en los últimos 40 años (Favier Dubois et al. 2006). El paisaje costero está constituido principalmente por dunas y mantos eólicos que presentan amplios sectores con materiales arqueológicos expuestos.

En las localidades y sitios arqueológicos bajo estudio se analizaron distintas modalidades de inhumación, principalmente entierros primarios y secundarios, recuperados tanto por medio de trabajos sistemáticos como asistemáticos. De acuerdo con la evidencia arqueológica disponible, la costa norte del golfo San Matías -más rica en recursos críticos, como por ejemplo, el agua dulce- habría sido utilizada de manera intensiva y recurrente a lo largo de toda la secuencia temporal planteada (Favier Dubois et al. 2007). Esto puede apreciarse en la Figura 1, que muestra una concentración diferencial de entierros entre éste y otros sectores relevados.

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Figura 1. Costa rionegrina del Golfo San Matías. Los puntos señalan los sitios y localidades arqueológicas con entierros humanos.

Los lugares con gran cantidad de entierros humanos son, coincidentemente, los que poseen la mayor densidad de registro arqueológico de todo tipo, lo que sugeriría que estos espacios fueron, además, utilizados para otras actividades (Borella et al. 2009; Favier Dubois et al. 2006). En contraste, la costa oeste del golfo San Matías, que corre en sentido recto norte- sur hasta Chubut (Figura 1) y es significativamente más árida, evidencia un uso general mucho menor.

Ideas principales e hipótesis

Como se verá a lo largo de este trabajo, los cazadores recolectores que ocuparon la costa norpatagónica habrían llevado a cabo prácticas mortuorias de relativa homogeneidad a lo largo de casi 2000 años: exclusivamente, entierros primarios de características similares entre los ca. 3100 y 1300 años AP. A partir de ca. 1300 AP, habrían comenzado a implementar también entierros secundarios, y se observa en el registro arqueológico una variabilidad mayor en las formas de tratamiento de los muertos. Este cambio en el comportamiento mortuorio podría responder a diferentes factores y explicarse por medio de múltiples hipótesis (i.e., contactos asiduos con otros grupos, cambios ideológicos con respecto a la muerte, aumento del estrés causado por procesos de saturación de los espacios, competencia por los recursos críticos, grados más altos de incertidumbre por aumento demográfico, etc.). Se va a proponer en este trabajo que, entre todas las causas posibles, el surgimiento de nuevas estrategias de uso del espacio podría ser una de las más relevantes.

Marco teórico

Una práctica mortuoria no es sólo el proceso por medio del cual se le da un lugar a un cuerpo sin vida sino, además, una situación en la que entran en juego las ideas y emociones socialmente compartidas que origina la muerte. En este sentido, se considera que buena parte de lo que hoy constituye el objeto de estudio de esta investigación probablemente haya estado modelado también por cuestiones simbólicas. Sin embargo, en este trabajo se privilegió el análisis de las dimensiones y condicionantes materiales de las prácticas mortuorias. Estas últimas constituyeron un tema importante dentro de las investigaciones antropológicas desde las primeras décadas del siglo XX, y fueron abordadas por un número importante de autores y desde distintos paradigmas a lo largo del tiempo (Bartel 1982; Bastian 1860; Binford 1971; Brown 1995; Carr 1995; Childe 1945; Goldstein 1980; Hodder 1982-1984; Kroeber 1927; Rothschild 1979; Saxe 1970; Shanks y Tilley 1987; Tainter 1978; Trinkaus 1995; Tylor 1866-1871; Wallthall 1999; en la región, Barrientos 2002, entre otros). Algunas de las definiciones que siguen a continuación forman parte de un conjunto de conceptos desarrollados por diferentes autores a lo largo de décadas de investigación sobre el tema.

Las prácticas mortuorias son actividades que tienen por objetivo principal el depósito de un cuerpo sin vida, e incluyen siempre un conjunto de conductas cargadas de simbolismo (Barrientos 2002; Bartel 1982; Brown 1995; Trinkaus 1995; entre otros). Estas prácticas se encuentran comprendidas dentro de un concepto más amplio, que es el de los comportamientos relacionados con la muerte. Estos últimos son "un set de actitudes para con la muerte y para con los muertos, que incluye tanto a las prácticas mortuorias como a cualquier otro comportamiento no ritualizado" (Barrientos 2002: 223-224). Las prácticas mortuorias (sensu lato) presentan diferentes maneras de tratar a los muertos, entre las que se destacan los entierros de tipo primario y los de tipo secundario.

Entierros primarios: Wallthall los define como aquellos entierros en los que los cuerpos son colocados completamente articulados dentro de la sepultura, sin evidencias de procesamiento o de haber sido perturbados desde su depositación (Wallthall 1999). En este trabajo se considera que los individuos inhumados de manera primaria son aquellos que fueron intencionalmente enterrados una sola vez, por lo que no se ve alterada la concordancia normal de las unidades anatómicas debido a que el cuerpo ingresa al entierro con tejidos blandos y, de esta forma, los huesos se preservan normalmente articulados hasta el momento de su exposición. Con el fin de discutir sólo el último punto de la definición de Wallthall (1999), podría sostenerse que cualquier alteración en la disposición de los elementos óseos podría deberse a procesos tafonómicos (naturales o culturales), pero que no tienen ninguna relación con la práctica mortuoria que dio origen al entierro.

Entierros secundarios: Existen, al respecto, numerosas definiciones. Una de las más citadas es la de Ubelaker (1978: 20), quien define a las inhumaciones secundarias como "colecciones de huesos no articulados que representan un complicado método de tratamiento de los muertos". Por su parte, Schroeder plantea que los entierros secundarios se caracterizan por la manipulación intencional y el reenterramiento de los restos óseos humanos (Schroeder 2001: 77). Sobre esta base, en este trabajo se propone que los entierros de tipo secundario están constituidos por todos o por parte de los huesos de individuos que ya se encontraban total o parcialmente esqueletizados al momento de ser manipulados y redepositados en el lugar de su final inhumación. Se caracterizan por una disposición intencional de las diferentes unidades anatómicas dentro del entierro, que no es la natural. De esta manera, los huesos se ordenan de formas variables conformando "paquetes funerarios". Aunque no es una condición necesaria, este tratamiento de los cadáveres podría estar directamente vinculado con el traslado de los restos a otro lugar (Metcalf 1981; Schroeder 2001).

Antecedentes

La costa rionegrina cuenta con muy pocos antecedentes de investigación relativa al registro bioarqueológico. A pesar de esto, se observa que los primeros investigadores del área (Bórmida 1953-1954, 1964; Deodat en Bórmida 1953-1954; entre otros) mencionan en sus trabajos la recurrente presencia de: a) restos muy destruidos en superficie, b) la posición flexionada de los cuerpos en los entierros de tipo primario y c) la existencia de segundos enterratorios, incluso reportando la presencia de pintura sobre los huesos de estos últimos. Estas tres características se siguen repitiendo en los hallazgos realizados en la actualidad. Por otro lado, los sectores que hoy concentran la mayor cantidad de entierros humanos son los mismos sobre los cuales hay noticias de hallazgos previos, todos emplazados en la costa norte del golfo. A diferencia de la escasa información bioarqueológica sobre el área de estudio, existe una vasta cantidad de trabajos en áreas aledañas: Laguna del Juncal (Bórmida 1959), Península de San Blas (Daguerre 1932; Outes 1926; Vignati 1931, 1937); también el norte del Chubut (Gómez Otero 2006; Gómez Otero y Dahinten 1997-1998, entre otros). Asimismo, se cuenta con información sobre sitios con entierros humanos para el sudeste de la provincia de Buenos Aires (Barrientos y Pérez 2002; Madrid y Barrientos 2000; Politis 1984; Salemme 1988; entre otros), en el partido de San Cayetano (Flegenheimer et al. 2002), para el sur de La Pampa (Aranda 2006; Berón et al. 2000; Berón y Baffi 2004; Luna 2001, 2002, 2008; entre otros) y en el valle inferior del Río Colorado (Bayala 2008; Flensborg 2008; Martínez 2004; Martínez y Figuerero Torres 2000; Martínez et al. 2006, 2007; entre otros).

CARACTERÍSTICAS DE LA MUESTRA Y METODOLOGÍA

La muestra bajo estudio corresponde a un grupo de entierros humanos recuperados de 21 loci diferentes de inhumación de la costa rionegrina del golfo San Matías, a partir de los cuales se cuantificó un número mínimo de 53 individuos, y está constituida tanto por entierros primarios como secundarios. A continuación, se mencionan todas las localidades arqueológicas a partir de las cuales se estudiaron entierros humanos en el área de interés (Figura 1).

Bajo de la Quinta (BQ): Sector 1 (BQ-1), Sector "Huesos Quemados" (BQ-HQ), Sector 2 (BQ-2), Sector 3 (BQ-3), Sector 4 (BQ-4), Sector "Cima de los Huesos" (BQ-CH), Sector "Cima Superior" (BQ-CS).

Bahía Final VI (BF VI) (locus único).

Saco Viejo (SV): Sector "La Niña" (SV-LN), Sector "secundarios" (SV-S).

San Antonio Oeste (SAO): Sector K1 (SAO-K1), Sector K2 (SAO-K2),

Sector Playón Cementerio (SAO-PC),

Sector No K (SAO-No K), Sector Barrio ALPAT (SAO-BA),

Sector Camino a ALPAT (SAO-CA).

Centro Minero (CM):Sector Criadero de moluscos (CM-C),

Sector Parador Nativo (CM-PN).

El Buque Sur (BS) (locus único).

Islote Lobos (IL) (locus único).

La muestra analizada no es homogénea en cuanto a su modo de recuperación ni en cuanto a los contextos de hallazgo (i.e., superficie, estratigrafía, colecciones). Los modos en que fueron recuperados los entierros y los restos óseos humanos pueden clasificarse en dos: a) un modo de recuperación arqueológica, que se refiere exclusivamente a aquellos materiales obtenidos por medio de los trabajos de campo del equipo, y b) un modo de recuperación no arqueológica, que consiste en materiales que no fueron obtenidos con metodología arqueológica, generalmente cedidos en calidad de préstamo por coleccionistas. En resumen, el 66,7% de la muestra corresponde al modo de recuperación arqueológica, mientras que el de recuperación no arqueológica asciende al 33,3%. Dada la heterogeneidad de la muestra, la metodología debió adecuarse a cada caso en particular. Cuando los entierros procedían de excavaciones arqueológicas, en el análisis fueron atendidas todas las variables. En aquellos casos en que los materiales se habían recuperado arqueológicamente pero en contextos superficiales altamente impactados, no todas las variables pudieron ser relevadas de forma directa, y algunas fueron inferidas por analogía (i.e., BQ, sectores 1 y 2), o debieron permanecer indeterminadas (i.e., SAO, sectores K1, K2 y No K). Por su parte, los materiales que no se recuperaron sistemáticamente requirieron de un "proceso de rescate de información", dado que se trataba de conjuntos compuestos por elementos con diferentes estados de conservación y completitud (por ejemplo, algunos de ellos fueron recibidos en cajas, muy fragmentados y mezclados con huesos de otros taxones). Un paso importante en el trabajo de estos materiales fue la determinación del NMI, tanto del modo clásico, es decir, en función del elemento más representado (Grayson 1984; Mengoni Goñalons 1999), atendiendo a diferencias etarias y morfológicas, como en relación con sus características tafonómicas. Por ejemplo, piezas óseas con idéntica coloración por ocre, o no coloreadas, mezcladas con piezas meteorizadas en diferentes estadios (Behrensmeyer 1978) permitieron subdividir el conjunto total en subconjuntos con similares historias tafonómicas. El mayor desafío metodológico que presentó esta investigación consistió en abordar una muestra de gran heterogeneidad en una escala temporal y una espacial muy abarcativas. En este sentido, fue necesario adecuar los métodos de análisis a cada caso en particular, con el objetivo de recabar la mayor cantidad de información posible acerca de las prácticas mortuorias y del registro bioarqueológico del área. De esta manera, se buscó crear una síntesis ordenada de los primeros datos sistemáticamente obtenidos sobre este tema en la costa rionegrina del golfo San Matías. Para poder generar los datos que se vuelcan en este trabajo de investigación se evaluaron diferentes tipos de prácticas mortuorias directamente en el campo y se infirieron de forma indirecta otros aspectos por medio de, por ejemplo, la información que proporcionaron los pobladores locales (relatos orales, material fotográfico, etc.). En todos los casos, se puso especial cuidado en las tareas generales de laboratorio, consistentes en la limpieza y acondicionamiento del material, para poder efectuar su análisis en las mejores condiciones posibles. Cuando las muestras se encontraban muy impactadas por procesos tafonómicos destructivos o en los casos en que los materiales estaban mezclados, las tareas de laboratorio demandaron más tiempo.

Cabe destacar que el potencial informativo de estos materiales fue muy alto, sobre todo teniendo en cuenta el significativo porcentaje de la muestra que se recuperó a través de procedimientos no sistemáticos. Las variables tenidas en cuenta para el análisis fueron las siguientes:

- Características generales del sitio arqueológico (en superficie, en estratigrafía) y localización general (coordenadas geográficas, contexto geomórfico).

- Presencia / ausencia de estructuras funerarias artificiales (i.e., chenques).

- Determinación del tipo de entierro y sus características (primario, secundario, indeterminado).

- Posición anatómica y orientación de los cuerpos en los entierros de tipo primario.

- Disposición y ordenamiento de los elementos óseos en los entierros secundarios.

- Presencia / ausencia de pintura sobre los huesos y/o de acompañamiento mortuorio.

-  Características  tafonómicas  generales  (completitud,  meteorización,  marcas  de  origen  antrópico,  marcas  deteorización, marcas de origen antrópico, marcas de origen natural, estabilidad, fracturas, otras).

- Número mínimo de individuos, estimado tanto en función de los elementos mejor representados (Grayson 1984; Mengoni Goñalons 1999) como en relación con las dimensiones, robustez, características morfológicas y lateralidad de los elementos, lo cual permitió evaluar la posibilidad de apareamientos en huesos homólogos y la articulación de huesos contiguos.

- Sexo y edad de los individuos. El sexo de los individuos adultos se estimó a partir de observaciones morfológicas y determinaciones métricas de estructuras óseas del cráneo, la pelvis y los huesos largos (Buikstra y Ubelaker 1994; Phenice 1969). La determinación de la edad probable de muerte se realizó a través de los cambios en la superficie articular de la sínfisis del pubis (Brooks y Suchey 1990) y los cambios en la superficie auricular y retroauricular del ílion (Lovejoy et al. 1985). También se tomaron en consideración otras variables, no estrictamente vinculadas con la descripción de las prácticas mortuorias, pero que contribuyeron a caracterizar su contexto arqueológico general:

- Presencia / ausencia y tipo de deformación craneana, siguiendo los criterios propuestos por Imbelloni (1924-1925).

- Estudios isotópicos del carbono y del nitrógeno 13Cδ15N a fin de inferir paleodietas (Favier Dubois et al. 2009).

LOS SITIOS Y SUS CARACTERÍSTICAS

Los siete puntos del paisaje arqueológico con evidencias de entierros humanos están constituidos, en ocasiones, por varios sectores y, en otras, por un único locus. En este apartado se describen brevemente las características principales de cada uno de los hallazgos, atendiendo a las variables ya mencionadas. La exposición de cada caso se presenta siguiendo un orden general norte-sur a lo largo de la costa del golfo San Matías (Figura 1). La síntesis de toda la información se vuelca en la Tabla 1.

Tabla 1. Resumen de datos. Los datos cronológicos e isotópicos provienen de Favier Dubois et al. (2009).

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El Bajo de la Quinta (BQ

Es una extensa localidad arqueológica de la costa norte del golfo (Figura 1) donde se localizan una serie de concheros entre dunas deflacionadas que proporcionan buena visibilidad arqueológica. Como lo indica su nombre, esta localidad presenta un bajo que constituyó, en el pasado, una fuente de agua dulce. Los restos humanos se encuentran asociados a restos arqueofaunísticos expuestos en superficie (Borella et al. 2007) o semienterrados en la arena, la que alternativamente cubre y destapa el abundante material arqueológico. Los fechados obtenidos en esta localidad permiten plantear un uso recurrente de este lugar desde el Holoceno Medio (Favier Dubois et al. 2009)2. Se localizaron y analizaron siete sectores que presentan entierros y restos óseos humanos (Figura 2), a partir de los cuales se cuantificó un número mínimo de 22 individuos y se obtuvieron diferentes fechados a partir de muestras de esta localidad arqueológica (Tabla 1).

En el área que abarca el Bajo de la Quinta, la costa presenta una gran densidad de materiales arqueológicos de todo tipo (líticos, arqueofaunísticos, malacológicos, cerámicos, etc.) además de los entierros humanos, lo que indicaría que el lugar no fue utilizado solamente para llevar a cabo prácticas mortuorias, sino también para realizar un amplio conjunto de actividades. En los distintos loci se recuperaron entierros provenientes tanto de contextos primarios como secundarios. Ninguno de ellos presentó ajuar funerario o estructuras de ningún tipo. Además, se obtuvieron muestras de superficie a las que no se les pudo asignar con certeza un tipo particular de práctica mortuoria.

Un entierro primario del Sector 3 del Bajo de la Quinta (Figura 2), datado en ca. 770 años AP, presenta un cráneo con deformación cultural del tipo plano- lámbdica y una lesión penetrante causada por una punta de proyectil en el hueso occipital. De acuerdo con el relato de quienes lo recuperaron, la posición del cuerpo era flexionada.

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Figura 2. Mapa de los loci de la localidad arqueológica Bajo de la Quinta.

Es de destacar que en uno de los sectores de esta localidad se excavó un entierro de características excepcionales con respecto a todos los analizados hasta el momento en el área de estudio: BQ - Cima de los Huesos (ver Figura 2). Éste corresponde a un contexto secundario de inhumación donde fueron enterrados los restos de, al menos, siete individuos, y está emplazado sobre una terraza marina, aproximadamente a un kilómetro de la línea actual de costa. Además, se trata de uno de los entierros secundarios con cronología más temprana de la región: ca. 1200 años AP. Con respecto al ordenamiento y distribución de las piezas óseas dentro de este entierro, se observa una tendencia que consiste en disponer los huesos largos juntos y paralelos entre sí, con una orientación predominante este-oeste (Figura 3). Los cráneos habían sido ubicados a distintas alturas, tanto en los extremos como en el centro de las agrupaciones de huesos. Dos individuos subadultos habían sido colocados uno junto al otro en el ángulo noroeste de la fosa utilizada para la segunda inhumación. Dos cráneos, ubicados justo en el centro del entierro, tenían sus caras enfrentadas y muy próximas. Uno se encontró en posición lateral izquierda, con las órbitas orientadas hacia el sur, y el otro apoyado sobre su base y con las órbitas orientadas hacia el norte. En el conjunto se destacan los restos de un individuo masculino adulto, pintado con líneas paralelas entre sí, que alternan los colores rojo y negro en forma regular (Figura 4). La pintura se observa en todos los huesos largos, en las costillas, la pelvis y demás elementos del poscráneo. El cráneo de este individuo también presenta pintura con motivos subcirculares irregulares. Por otra parte, en dos sectores del Bajo de la Quinta se encontraron restos óseos humanos con evidencias de alteración térmica, uno de superficie (Sector 1-BQ- Huesos Quemados) y otro semienterrado (BQ-Cima Superior).

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Figura 3. Excavación del locus BQ-Cima de los Huesos.

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Figura 4.Costillas pintadas con líneas rojas y negras. BQ - Cima de los Huesos.

Bahía Final VI (BF-VI)

Este sitio corresponde a un sector de la costa norte del golfo (Figura 1) de donde fue recuperado un entierro primario simple en muy buen estado de conservación. Si bien el relato del excavador aficionado es tomado con gran recaudo, se reportó en este caso la posición flexionada y la articulación de las partes anatómicas del esqueleto, así como también la ausencia de elementos de ajuar funerario. La información cronológica ubica este entierro en ca. 800 años AP, y también se cuenta con información isotópica de esta muestra (Tabla 1).

Saco Viejo (SV)

Esta es una importante localidad arqueológica ubicada en la costa norte del Golfo San Matías (Figura 1), de la que se obtuvo una muestra de restos óseos humanos provenientes de distintos entierros, que fue recuperada en su totalidad por aficionados del lugar. A partir de estas colecciones particulares se cuantificó un número mínimo de siete individuos en función de la cantidad, morfología, tamaño de las piezas anatómicas, aspecto tafonómico (presencia de marcas de radículas, meteorización, etc.) y diferentes tipos de tinciones (naturales y culturales). Seis de los individuos están representados por muy pocas piezas óseas, algunas de ellas pintadas de color rojo, por lo que se infiere que este sitio fue escenario de inhumaciones tanto de tipo primario como de tipo secundario (por ejemplo, un fragmento de hueso parietal se encuentra coloreado, incluso en su parte interna). Se obtuvo un fechado radio-carbónico que ubica uno de los entierros en tiempos históricos, y también se cuenta con datos isotópicos de esta muestra (ver Tabla 1).

San Antonio Oeste (SAO)

Al igual que en el caso de Saco Viejo, este lugar de la costa norte del golfo (ver Figura 1) cuenta con antecedentes de hallazgos de entierros humanos por parte de los primeros investigadores del área. Es una localidad arqueológica que evidencia una gran concentración de materiales en superficie, y también una de las más impactadas antrópicamente. Se localizaron seis loci con presencia de entierros y restos óseos humanos a partir de los cuales se cuantificó un número mínimo de 16 individuos. Se pudo determinar un caso de deformación craneana del tipo plano frontal en uno de los tres individuos recuperados de un entierro primario múltiple en el sector Barrio ALPAT (SAO-BA). La muestra se dató en ca. 2300 años AP, y también se obtuvieron datos isotópicos de ella (Tabla 1). Se observan ciertas similitudes con el caso del sitio Buque Sur, como se verá más adelante. Distintos fechados radiocarbónicos ubican cronológicamente estos entierros en el período más temprano de la escala de análisis de esta investigación (Tabla 1). Por otro lado, uno de los sectores que presentan material óseo humano en superficie (SAO-K2) evidenció algunos huesos con alteración térmica.

Centro Minero (CM)

Es un área ubicada sobre médanos cercanos a la costa (Figura 1), donde se excavaron dos loci con entierros humanos. En uno de los sectores (CM-C) se halló el entierro secundario de un individuo de sexo masculino, sepultado bajo la modalidad de paquete funerario. Se recuperaron el cráneo y las primeras vértebras cervicales, fragmentos de un par de costillas centrales y los huesos largos de ambos miembros inferiores. El cráneo no presenta deformación y se encuentra en buen estado de conservación. En el conjunto están ausentes los huesos de los miembros superiores, la cintura escapular, las manos y los pies. Como particularidad, en el esqueleto de este individuo se pudo determinar la presencia de marcas de carroñeo de carnívoros en las epífisis distales de una de las tibias y el peroné, en la epífisis proximal de uno de los fémures y en la cresta del íleon. Se cuenta con información isotópica de este entierro y con un fechado radiocarbónico que lo ubica en los ca. 680 años AP (Tabla 1). El otro sector excavado (CM-PN) corresponde al entierro primario de un individuo femenino adulto joven, cuyo esqueleto se encontraba en posición flexionada, decúbito lateral izquierdo. Un fechado radiocarbónico lo ubica cronológicamente en ca. 1500 años AP (Tabla 1). En ninguno de los dos entierros del sitio Centro Minero fueron hallados ajuares o estructuras funerarias.

El Buque Sur (BS)

Se trata de un sitio arqueológico ubicado a unos siete kilómetros de la ciudad balnearia de Las Grutas (Figura 1), del que se recuperó un entierro primario múltiple (García Guraieb et al. 2010). De allí fueron excavados cuatro esqueletos de individuos adultos, dos femeninos y dos masculinos, que se encontraban superpuestos a distintas alturas entre los 0,70 y 1,50 m de profundidad aproximadamente, y que estaban flexionados, completos y articulados. Tres de los cuatro esqueletos fueron recuperados sin metodología arqueológica por personal de bomberos de la zona. El cuarto individuo (Figura 5), del cual se extrajeron todos sus huesos, sí pudo ser excavado adecuadamente, por lo que pudo ser analizada su posición anatómica in situ.

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Figura 5. Buque Sur. Individuo IV

El entierro del sitio El Buque Sur constituye un hallazgo arqueológico de características particulares para el área ya que, como se mencionó antes, un importante porcentaje del registro bioarqueológico analizado proviene de contextos superficiales o de colecciones. En este caso, se pudo arribar a la caracterización del contexto mortuorio sin necesidad de realizar inferencias.

Se obtuvieron dos fechados radiocarbónicos que ubican al entierro en los ca. 2300 años AP e información isotópica sobre la base de esta muestra (Tabla 1). Es de destacar que uno de los cuatro individuos presenta deformación craneana del tipo planofrontal. De esta manera, coinciden ciertas variables con el caso del entierro primario múltiple de SAO, sector Barrio ALPAT anteriormente descripto, que presenta la misma cronología y tipo de entierro, el mismo tipo de deformación craneana, ausencia de ajuar funerario o estructuras y la posición flexionada de los cuerpos.

Islote Lobos (IL)

Es el único hallazgo ubicado en la zona central de la costa oeste del golfo San Matías (ver Figura 1). Ésta presenta una serie de islotes que le dan su nombre al sitio. De allí se recuperó un esqueleto sin el cráneo, correspondiente a un individuo adulto masculino datado en ca. 2600 años AP (Tabla 1). Dado el estado de completitud del esqueleto, es probable que se trate de un entierro primario. Las piezas óseas se encontraron desordenadas y en superficie, como si alguien las hubiera descartado allí, y la ausencia del cráneo es señal de que fue abordado por algún aficionado antes de su recuperación arqueológica. Debido a las características de la muestra, no todas las variables pudieron ser analizadas.

SÍNTESIS DE LOS RASGOS CULTURALES OBSERVADOS

Una vez presentados sintéticamente cada uno de los casos que componen la muestra, a continuación se resume y comienza a discutir la información presentada. En la Tabla 1 se vuelca una síntesis de los datos previamente expuestos en forma descriptiva3.

Composición sexual y etaria de los entierros

Con respecto al sexo de los individuos, se observa que el 23% de la muestra total corresponde a mujeres (n= 12), el 30% corresponde a hombres (n= 16) y el 47% a individuos de sexo indeterminado (n= 25). Por otro lado, los datos relativos a la edad de muerte evidencian que el 74% de los individuos eran adultos (n= 39), el 25% subadultos (n= 13) y menos del 2% de la muestra (n= 1) tiene edad de muerte indeterminada. Los diferentes tipos de entierro analizados permiten inferir que la composición sexual y etaria de los distintos entierros estudiados es variable a lo largo de la escala temporal.

-Tendencias generales observadas

A partir de los datos generados en este trabajo y su cuantificación, pueden observarse una serie de tendencias que se resumen a continuación.

- Con respecto a los lugares de entierro, se observa una tendencia hacia su localización en áreas topográficamente elevadas y cercanas al mar, características que también encuentra Gómez Otero (2006) en la región sur del golfo.

- En el caso de los entierros primarios (que abarcan toda la secuencia temporal analizada), los cuerpos fueron siempre depositados en posición flexionada y más recurrentemente en decúbito lateral. En ningún caso se observó la posición extendida. Desde las primeras exploraciones del área se viene describiendo este patrón flexionado para los casos de entierros primarios.

- Tanto en los entierros primarios como en los secundarios, los restos se hallaron sepultados directamente en la arena, sin presencia de estructuras funerarias del tipo de los chenques o cualquier otra. La flexión e hiperflexión de los cuerpos podría indicar que fueron envueltos en algún material que no se preservó. Por su parte, Gómez Otero menciona el hallazgo de un chenque en la zona de Arroyo Verde, ubicada en el extremo sur del área de estudio (Gómez Otero 2006), que constituiría la única excepción documentada hasta el momento.

- Con respecto al acompañamiento mortuorio, ningún entierro primario lo evidenció, aunque se hallaron pequeñas chaquiras, escasamente representadas, en la excavación del entierro secundario de BQ-Cima de los Huesos.

- Los dos entierros secundarios excavados en el área (BQ- CH y CM-C, Figura 1) presentan variabilidad y ambos rompen el patrón de entierros primarios que prevalecía desde el inicio de la secuencia temporal. En BQ-CH, sólo uno de los individuos presenta pintura sobre la superficie de los huesos, lo que podría indicar mecanismos de diferenciación social.

- Se observa una fuerte relación entre la densidad de material arqueológico de toda índole y la presencia de enterratorios en los sitios (Favier Dubois et al. 2007). De esta manera, los lugares que presentan mayor concentración de material arqueológico son los mismos que concentran la mayor cantidad de entierros humanos. Todos los sitios que reúnen estas características se emplazan exclusivamente en la costa norte.

 

- La distribución espacial de los entierros primarios se da tanto en lugares con evidencia de ocupaciones densas y/o recurrentes (i.e., Bajo de la Quinta, San Antonio Oeste, Saco Viejo), como en lugares que prácticamente no presentan otro registro arqueológico más que los propios restos humanos (i.e., Buque Sur, Centro Minero).

- Aunque la muestra todavía es pequeña, puede observarse que los entierros primarios muestran una distribución temporal mucho mayor que la de los entierros de tipo secundario, en tanto abarcan toda la secuencia temporal considerada en este trabajo.

- La distribución espacial de los entierros secundarios analizados hasta el momento se da exclusivamente en el norte del golfo. Si bien solamente son dos los casos de entierros secundarios recuperados con metodología arqueológica, la información antecedente indica el reporte de hallazgos de segundos enterratorios en la costa norte desde principios del siglo XX, encontrados por los primeros investigadores del área (ver apartado de Antecedentes).

- Existen en el área de estudio sitios arqueológicos que presentan restos humanos con evidencia de alteración térmica (dos loci de BQ y uno de SAO) que, sumados al caso del chenque de Arroyo Verde excavado por Gómez Otero (2006), podrían indicar un tipo particular de práctica mortuoria no reportado en los antecedentes del área. Los tipos de entierro y su distribución temporal

De los 21 loci con entierros humanos analizados, el 42,8% (n= 9) corresponde al tipo primario, el 14,2% (n= 3) corresponde al tipo secundario y el 42,8% restante pertenece a contextos mortuorios que no pudieron ser determinados. A fin de ubicar cronológicamente este conjunto de entierros humanos, se presenta la muestra dividida en dos grandes períodos (Tabla 2). El objetivo es cuantificar los tipos de entierro que se llevaron a cabo en cada uno de ellos, para poder discutir posteriormente aspectos relacionados con los objetivos e hipótesis de esta investigación.

Tabla 2. Resumen de información en función de los períodos temporales analizados.

a2t2

Para el período más temprano no se registró ningún entierro de tipo secundario, sino exclusivamente hallazgos de entierros primarios en sus dos modalidades, simples y múltiples. Para el segundo período, se advierte la coexistencia de los dos tipos de entierro.

La distribución espacial de los entierros del área

La desigual disponibilidad de recursos litorales (como el agua dulce, por ejemplo) entre las costas norte y oeste del golfo podría explicar las diferencias observadas en cuanto a la densidad, tanto del registro bioarqueológico como del registro arqueológico en general (Borella et al. 2006). En relación con esto, se observa que los entierros humanos del área de estudio también se distribuyen espacialmente en forma desigual:

En la costa norte ----- 20 loci ---- 95,2%

----- 52 individuos ---- 98,2%

En la costa oeste ----- 1 locus ---- 4,8%-----

individuo ---- 1,8%

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El análisis de las prácticas mortuorias llevadas a cabo en la costa rionegrina del golfo San Matías entre ca. 3100 y 400 años AP evidencia que existe una marcada diferencia en la distribución espacial de los entierros humanos entre las costas norte y oeste, así como un comportamiento mortuorio variable a lo largo del tiempo. Hasta el 1300 AP los entierros son exclusivamente primarios y de características muy similares: composición sexual y etaria variable, individuos siempre ubicados en posición flexionada, sin acompañamientos de ningún tipo y sin estructuras funerarias. Hacia ca. 1300 años AP, esta homogeneidad de casi dos milenios de duración comienza a cambiar con el surgimiento de los entierros secundarios en el registro del área. Esta variabilidad en los tipos de entierro podría responder, entre otras muchas hipótesis, a diferentes estrategias de uso del espacio costero a lo largo del tiempo.

Como se mencionara en el marco teórico, en este trabajo se propone que una de las diferencias básicas restos óseos. Los entierros primarios están constituidos por individuos inhumados con todo su tejido blando, por lo cual, bajo estas condiciones, el potencial de traslado de los cuerpos se vería limitado. En los entierros secundarios, en cambio, la esqueletización habría facilitado el traslado de los esqueletos, lo que generó la posibilidad de conformar estos "paquetes" funerarios lo suficientemente livianos para tal fin. Se observaría así una planificación del tratamiento mortuorio en función de movilizarse con los restos de los muertos hacia un lugar diferente. El hecho de que los entierros del período más temprano (ca. 3100-1300 AP) hayan sido exclusivamente primarios podría deberse a que los mecanismos de uso del espacio habrían sido más estables que en el período posterior. Después de esto, se observa que no sólo se comienzan a trasladar restos humanos por el paisaje, sino que además cambia la señal isotópica de estos hacia tendencias dietarias menos volcadas a los recursos del mar (Tabla 1), lo que vuelve a reforzar la hipótesis de un uso más estable del espacio en el primer período con respecto al segundo. Sin duda, esta es sólo una interpretación entre muchas otras posibles. Habrá que evaluar todas estas ideas cuando aumente el tamaño de la muestra del área y se vaya generando información relativa a este tema en áreas aledañas.

En cuanto a las posibles causas de este cambio en el comportamiento mortuorio, podrían estar vinculadas a muchos factores diferentes, como por ejemplo, a procesos sociales difíciles de identificar en el registro arqueológico o aumentos del estrés causados por saturación de los espacios, competencia por los recursos críticos o grados más altos de incertidumbre por aumento demográfico, etc. Será necesario avanzar en los estudios arqueológicos y bioarqueológicos del área para llegar a este tipo de explicación. En el presente trabajo se buscó generar información acerca de las prácticas mortuorias y el registro bioarqueológico de un área muy poco estudiada hasta el momento en lo que a estos temas respecta. La heterogeneidad de la muestra, derivada de los distintos modos y contextos de recuperación, implicó un desafío en cuanto al abordaje metodológico necesario para maximizar la información obtenida. Se delinearon patrones generales sobre las prácticas mortuorias llevadas a cabo en el litoral rionegrino, en especial en lo referente a la distribución espacial y temporal del registro mortuorio. Asimismo, se buscó contextualizar estos datos con la evidencia arqueológica del área y se plantearon hipótesis exploratorias sobre la vinculación entre el comportamiento mortuorio y las formas de uso del espacio de las sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron el área de estudio a partir del Holoceno Medio.

Agradecimientos

A Solana García Guraieb y Cristian Favier Dubois, por dirigirme durante el trabajo de tesis de licenciatura que se resume en este artículo. A Rafael Goñi, Gustavo Martínez, Mónica Berón y Leandro Luna por sus valiosos comentarios. A Daniel Rafuse por su colaboración con la redacción del abstract. Este trabajo es producto de investigaciones desarrolladas por el núcleo INCUAPA, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, Olavarría, Buenos Aires.

NOTAS

1.- "Investigaciones Arqueológicas en la costa Norpatagónica, Golfo San Matías (Río Negro)" (PIP CONICET 6415) y "Circulación humana y uso del litoral marítimo norpatagónico a partir del Holoceno medio" (PICT ANPCyT 38264), dirigidos por los doctores Florencia Borella y Cristian Favier Dubois.

2.- Todos los datos cronológicos e isotópicos del texto refieren a esta fuente. Los análisis isotópicos sobre muestras humanas fueron realizados en los laboratorios de la Universidad de South Florida. A ello se suman los valores de C provistos por las dataciones por acelerador (NSF Arizona AMS Facility).

3.- Los fechados radiocarbónicos y los valores isotópicos fueron calibrados con el programa *CALIB REV 5.0.1 (Stuiver et al. 2005, basado en Stuiver y Reimer 1993), a un sigma,Curva para el Hemisferio Sur.>

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