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Intersecciones en antropología

versão On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.12 no.2 Olavarría jul./dez. 2011

 

ARTÍCULO

El área de abastecimiento de las ortocuarcitas del grupo Sierras Bayas y las posibles técnicas para su obtención entre los cazadores y recolectores pampeanos

Mariano Colombo

Mariano Colombo. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Área de Arqueología y Antropología. Municipalidad de Necochea. E-mail: elmaildemarian@yahoo.com.ar

Recibido 13 de septiembre 2010.

Aceptado 10 de noviembre 2010


RESUMEN

En este trabajo se presentan los resultados de las investigaciones que se vienen desarrollando en el sector centro-sur del sistema serrano de Tandilia, entre las localidades de San Manuel (partido de Lobería) y Barker (partido de Benito Juárez). Éstas estuvieron enfocadas tanto en delimitar el área de aprovisionamiento en la que los grupos cazadores y recolectores pampeanos se abastecieron de ortocuarcitas del Grupo Sierras Bayas como en comprender los modos en que ocurrió dicho aprovisionamiento. A partir de una serie de prospecciones sistemáticas que incluyeron distintas escalas de análisis, se han hallado evidencias que muestran que el área de aprovisionamiento de estas rocas posee dimensiones significativamente mayores que las conocidas y se han detectado algunas modalidades de extracción no descriptas hasta el momento para la región.

Palabras clave: Aprovisionamiento; Materias primas; Canteras y talleres; Centro-sur de Tandilia.

ABSTRACT

The supply area of Sierras Bayas group orthoquartzites and possible methods of procurement among pampean hunter-gatherers.This paper presents the results of investigations carried out in the mid-south Tandilia mountain range, between the towns of San Manuel (Lobería District) and Barker (B. Juárez District). The archaeological research was focused on understanding the ways in which Pampean hunters-gatherers obtained raw material in the study area, especially in relation to the Sierras Bayas group ortho quarzites. Based on a series of systematic surveys, including analyses at various scales, evidence shows that the area of raw material procurement is significantly larger than was previously considered. In addition, possible new procurement modalities, previously unknown in the region, were identified.

Keywords: Procurement, Raw material, Quarries and workshops, Mid-south Tandilia.


INTRODUCCIÓN

Desde los comienzos de la arqueología pampeana, numerosos investigadores han reconocido la importancia de las rocas cuarcíticas; éstas, junto con aquellas denominadas calcedonias, aparecen como las materias primas principalmente representadas en los sitios ubicados en las diferentes áreas y momentos temporales conocidos para la Pampa bonaerense (por ejemplo, Ameghino 1918 [1881]; Barros y Messineo 2004; Bayón et al. 2006; Bayón y Flegenheimer 2004; González 2005; Martínez 1999; Menghin y Bórmida 1950; Politis 1984). Es así que dichas materias primas son mayoritarias en sitios ubicados en las áreas de Tandilia, llanura Interserrana y la depresión del río Salado, y aparecen en forma minoritaria en algunos contextos del sudoeste pampeano, curso inferior del río Colorado, río Negro y el área del río Curacó-La Pampa (véanse mapas de dispersión en Bayón et al. 2006; Flegenheimer y Bayón 2002). Los primeros datos sobre sitios en los que se identificaron evidencias del abastecimiento de estas piedras fueron conocidos hacia mediados de la década de 1990 (Flegenheimer et al. 1996) en el centro-sur del sistema serrano de Tandilia. Entre otros temas de interés, dichos datos permitieron conocer las distancias que estas rocas habían sido trasladadas (en algunos casos, hasta 550 km lineales). Estos trabajos fueron continuados posteriormente explorando distintas vías de análisis; sin embargo, hasta el presente, un extenso sector del área de estudio mencionada se encontraba sin relevar arqueológicamente. Dada la importancia que estas rocas tuvieron en el pasado prehispánico bonaerense, se ha desarrollado un plan de investigación diseñado específicamente con el fin de generar información sobre los afloramientos y los sitios en los que los grupos humanos se abastecieron de ellas. En este artículo se reseñan los antecedentes de trabajo en la zona de estudio y se describen la metodología aplicada y las tareas realizadas; luego se exponen los resultados iniciales a los que hemos arribado, los que incluyen una delimitación del área de abastecimiento de las ortocuarcitas del grupo Sierras Bayas y nuevos datos sobre las formas en que se dio su obtención. Finalmente, se delinean algunas reflexiones sobre las posibles estrategias sociales alrededor de las cuales se organizó el abastecimiento y la significación que pudo tener el área de estudio para los grupos humanos del pasado.

MARCO TEÓRICO Y ANTECEDENTES

Los sitios de abastecimiento de materias primas han sido señalados como el punto de inicio de los estudios de organización tecnológica (Bellelli 2004; Cattaneo 2004; Ericson y Purdy 1984; Escola 2002; Franco y Borrero 1999; Nelson 1991; Torrence 1986). Sin embargo, muchos autores han destacado las dificultades metodológicas que los trabajos en las fuentes de rocas implican, tales como la ausencia de estratigrafía, las enormes cantidades de materiales y la reutilización de los sitios a lo largo del tiempo generando palimpsestos difíciles de interpretar y complicados a la hora de establecer cronologías (Church 1994; Ericsson y Purdy 1984; Flegenheimer y Bayón 2002; Gramly 1980; Paulides 2005). Más allá de estas dificultades, creemos que dichos contextos también pueden ser tomados como nodos o sitios de especial importancia en el paisaje en los que gran cantidad de información social se entrecruza, por lo que permiten obtener datos distintos o difíciles de conocer en otros puntos arqueológicos (Boivin y Owoc 2004; McBryde 1997). En ellos, las rocas sufren un traspaso clave como parte del medio ambiente o recurso natural a un bien cultural, de modo que es en ese pasaje que la piedra se convierte en artefacto y se introduce al contexto de uso. Es por esto que dichos sitios han sido destacados no sólo por su importancia como punto inicial del análisis lítico sino también por su significancia simbólica en el marco paisajístico de los cazadores recolectores (Hampton 1999; Taçon 1991). Además, no puede descuidarse que la forma en la que un grupo humano se aprovisiona de rocas debe ser aprendida, de modo que en dichos sitios también aconteció una transmisión generacional de conocimientos que posee un sentido práctico y simbólico a la vez (i.e., Hampton 1999; McBryde 1997; Ross et al. 2003). Por todo esto, un análisis detallado de los sitios en los que tuvo lugar el aprovisionamiento y los contextos a ellos asociados brinda la oportunidad de articular los distintos puntos de los sistemas de producción lítica y comprender mejor aspectos íntimamente vinculados con el entorno cultural que envuelve a la producción de tecnología en sentido amplio, la planificación social y estrategias de movilidad en relación con los recursos rocosos (Bayón et al. 2006; Lemonier 1992; Pfaffemberger 1992).
En distintos puntos del país se han realizado considerables esfuerzos por conocer las bases de recursos locales y regionales mediante relevamientos del terreno, análisis cartográficos e información geológica, y se han aplicado diversos análisis microscópicos al estudio de las fuentes de rocas (Belardi et al. 2006; Bellelli 2004; Berón 2006; Cattaneo 2004; Chiavazza y Cortegoso 2004; Escola 2002; Franco y Borrero 1999; Franco y Aragón 2003; López et al. 2009; Nami 1992; Ratto y Belardi 1996; Yacobaccio et al. 2002; entre otros).
En cuanto a los trabajos realizados en la pampa bonaerense, los recursos minerales aparecen puntualmente restringidos a ciertos entornos particulares (Flegenheimer y Bayón 2002), de modo que contamos con una serie de estudios sistemáticos orientados hacia el aprovisionamiento de rocas en los sistemas serranos de Tandilia y Ventania, en diferentes porciones de la franja litoral marítima y en algunos afloramientos saltuarios del área interserrana (ver recopilación de estos trabajos en Bayón et al. 2006; Flegenheimer y Bayón 2002).
En el sistema de Tandilla, específicamente, se han realizado trabajos que tratan el abastecimiento de rocas en la porción austral, entre San Manuel y Mar del Plata (Barna y Kain 1994; Mazzanti 1993) y, en la fracción septentrional, desde el norte de la localidad de Barker hasta las sierras de Olavarría (Barros y Messineo 2004; 2006 Lozano 1991; Messineo et al. 2004, 2009).
El sector centro-sur, que es el que aquí nos interesa, incluye la porción de las sierras de Tandilia que se extiende entre las localidades de San Manuel (partido de Lobería) y Barker (partido de B. Juárez), y que comprende unos 1750 km2 (Figura 1). Los primeros trabajos arqueológicos desarrollados en la zona fueron llevados a cabo por Menghin y Bórmida en la década de 1950; sin embargo, ellos estuvieron sujetos a la exploración de cuevas y reparos rocosos ubicados a lo largo de toda el área. Las tareas más importantes fueron desarrolladas en la Gruta del Oro (en las cercanías de Barker), y plantean una ocupación de tradición Tandilense (Menghin y Bórmida 1950). Estas conclusiones fueron revisadas primero por Madrazo (1968), que propuso una edad mucho menor para dicha ocupación, y finalmente por Orquera et al. (1980), quienes, a partir de nuevos sondeos y un fechado radiocarbónico sobre materia orgánica del perfil estratigráfico, fijaron la ocupación de la cueva en 6500 años AP.
Desde mediados de la década de 1980, comenzaron las prospecciones en el área con el fin de identificar fuentes de materias primas líticas (Flegenheimer 1991). En una primera publicación se expusieron las excavaciones realizadas en un contexto específico de cantera-taller relacionado principalmente con el aprovisionamiento de dolomía silicificada y pigmentos (Flegenheimer 1991), que luego fue fechado en 1630 años AP (Pupio 1996). Más adelante, y específicamente en relación con las ortocuarcitas del Grupo Sierras Bayas, fue hallado un importante sector de canteras y talleres de rocas de muy buena calidad para la talla en un tributario del arroyo El Diamante, cordón serrano de La Juanita. En un primer trabajo, Flegenheimer y colaboradores (1996) ubicaron una serie de sitios de aprovisionamiento denominada como "área" de canteras y talleres en base a la dificultad de delimitar sitios definidos. Durante estos trabajos se hallaron grandes concentraciones de materiales y se identificaron evidencias claras de trabajo de canteo sobre afloramientos primarios, así como la utilización de clastos sueltos en las laderas. En un segundo estudio, se prosiguió con los relevamientos ampliando la zona de abastecimiento a 4 km2 y se realizó una datación radiocarbónica sobre materia orgánica del perfil del arroyo que arrojó pampeanosedades mínimas de 3979 y 4529 AP para la utilización del área (Flegenheimer et al. 1999). Por otra parte, en un trabajo interdisciplinario posterior, se diferenciaron mineralógicamente y se sintetizaron las denominaciones geológicas existentes para las variedades de las "cuarcitas" pampeanas; de modo que las rocas "[...] sedimentarias constituidas casi exclusivamente por granos de cuarzo de tamaño arena y que tienen cementación silícea [...]" ubicadas en la mencionada porción de Tandilia se designarían ortocuarcitas (Bayón et al. 1999). Estas rocas se diferenciaron de las metacuarcitas, características del sistema de Ventania, ya que éstas también son rocas ortocuarcíticas pero con sus características modificadas por acción de procesos metamórficos (Bayón et al. 1999). Además, al interior de las ortocuarcitas de Tandilia, los autores resaltan diferencias macro y microscópicas entre las de la Formación Balcarce y las del Grupo Sierras Bayas, entre las que se encuentran las de buena calidad para la talla, explotadas arqueológicamente.
Finalmente, las investigaciones en la zona se continuaron ampliando el área de prospecciones a 6 km2, en los que se registraron en total seis sitios de abastecimiento (Paulides 2005). Las tareas principales estuvieron relacionadas con el análisis específico de los núcleos hallados en uno de los talleres y sus posibles modalidades de transporte (Paulides 2006, 2007a); también se presentó una propuesta metodológica para el abordaje arqueológico del área y se realizó una descripción y sistematización teórica sobre las posibles técnicas de extracción y abastecimiento que podrían haber existido durante el Holoceno tardío (Paulides 2005, 2007b).

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Figura 1. Mapa de la zona prospectada y principales hallazgos. Sitios de explotación de clastos. Sitios de explotación de filones. Sitios en los que la extracción de rocas implicó excavaciones de terreno. Aleros rocosos con materiales en estratigrafía. Sitios de superficie a cielo abierto.

Otros antecedentes para el área de estudio

En otra línea de trabajo, en la zona de estudio se realizan tareas de investigación relacionadas con el análisis de las estructuras de piedra ubicadas temporalmente en el período hispano-indígena (Lanza 2006; Ramos y Salatino 2007).
Finalmente, en cuanto a los aspectos geológicos, existe una abundante cantidad de trabajos que describen el sistema de Tandilia, por lo que tomaremos aquí sólo los que ilustren de manera más general y consensuada las características litológicas y estratigráficas de esta parte del sistema. Las unidades descriptas incluyen una amplia variedad de rocas de origen ígneo-cristalino, metamórfico, sedimentario y carbonático, y las diferentes formaciones apoyan de manera discordante y discontinua, lo que genera secuencias variables a lo largo del espacio. Para el sector de las sierras que aquí nos interesa, la descripción litológica comprende el basamento de edad precámbrica -Complejo Buenos Aires (Di Paola y Marchese 1974; Dalla Salda et al. 2005)- y una cubierta sedimentaria principalmente silicoclástica, con inclusiones carbonáticas, de edad precámbrica-paleozoica (Zalba et al. 1987). En la porción inferior de la tapa sedimentaria, se describen las ortocuarcitas del Grupo Sierras Bayas, localizadas en Olavarría y desde Barker hasta San Manuel (Poiré et al. 2003; Poiré y Spalletti 2005). Ellas son separadas en cuarcitas superiores e inferiores y habrían sido las primeras las que fueron explotadas por los grupos humanos del pasado (Flegenheimer et al. 1996). Finalmente, y rematando esta unidad se encuentran las ortocuarcitas de la Formación Balcarce -Cámbrico/Ordovícico-, ubicadas desde el sur de San Manuel hasta Mar del Plata.

LOS TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS ACTUALES. METODOLOGÍA

Desde el año 2008 se comenzó a desarrollar un programa específico de trabajo que continuara las investigaciones en el área. El principal objetivo fue conocer la extensión total del área de obtención de rocas de buena calidad para la talla y los modos en que tuvo lugar el aprovisionamiento de una de las materias primas líticas descriptas, la ortocuarcita del Grupo Sierras Bayas. Para ello, se diseñó una metodología específica, conformada por distintas etapas de análisis, que alternan actividades consecutivas de campo y laboratorio.

En forma previa al comienzo de las tareas sobre el terreno se confeccionó una base de datos de referencia. A partir de la revisión de bibliografía arqueológica y geológica, se confeccionaron planillas que facilitaran la recopilación de información en el campo. Para ello, fueron tomadas las propuestas de Belardi et al. (2006), Bellelli (1988 y 2004), Nami (1992) y Paulides (2005), entre otros. Por otra parte, se elaboró una base digital de datos en forma de mapas temáticos que reunieran distintos aspectos de interés, tales como la ubicación de las canteras y talleres, reparos rocosos y sitios asociados a actividades extractivas, así como la disponibilidad de recursos. A partir de esta información, se dividió el área de trabajo en tres grandes grupos de estribaciones, comprendidas por las serranías de Barker (partido de B. Juárez), de La Numancia (partido de Tandil) y de San Manuel (partido de Lobería), a los que deben sumarse algunas elevaciones aisladas que conectan estas tres áreas de afloramientos descriptas (ver Figura 1).
Los trabajos de campo se estructuraron en torno a tres etapas consecutivas de actividades; las dos primeras fueron adecuadas para realizar un análisis de escala espacial amplia, mientras que en la última etapa se puso el foco en una escala espacial micro, en torno al análisis de las actividades desarrolladas en sitios particulares.
Puesto que el área de estudio posee grandes dimensiones (187,18 km2 si sólo se tienen en cuenta las elevaciones serranas), se organizaron dos momentos sucesivos de prospecciones. Las primeras se realizaron en vehículo y permitieron contrastar las suposiciones y delimitaciones hechas sobre la base del estudio cartográfico, reconocer las unidades litoestratigráficas descriptas en la literatura geológica y, especialmente, hacer un primer acercamiento al terreno para conocer las dimensiones reales del área total de trabajo; aspecto que resultó de vital importancia para proyectar el siguiente nivel de prospecciones. Éstas fueron realizadas sobre porcentajes mayores al 30% de cada uno de los sectores del área de estudio y se realizaron en forma de caminatas extensivas tomando como guía las unidades geomorfológicas con el fin de registrar los afloramientos naturales de rocas y sus calidades para la talla, las actividades de extracción allí realizadas y otros datos arqueológicos de interés en las diferentes zonas descriptas. La tercera fase de trabajos en el terreno se encuentra en proceso e implica excavaciones y sondeos de talleres-canteras con el fin de comprender sus contextos estratigráficos y patrones de actividad y descarte, etc. En vistas de que estas actividades se encuentran en desarrollo y sólo se cuenta con resultados parciales, a continuación se describirán los datos recopilados durante las prospecciones mencionadas.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

En este apartado se describirán los datos obtenidos durante las prospecciones pedestres, realizadas en amplias porciones de terreno (56,15 km2, aproximadamente); creemos que los rasgos observados son representativos del área en tanto abarcan porcentajes cercanos al 36,1% de ésta.
En cuanto a los afloramientos naturales de rocas de buena y muy buena calidad para la talla, estos decrecen en dirección NO-SE, de modo que han sido ubicados dos centros densos de disponibilidad y explotación de ortocuarcitas en las localidades de Barker y La Numancia y hallazgos aislados de materias primas de propiedades regulares a buenas sin evidencias de utilización en la zona de San Manuel (ver Figura 1). Es interesante notar que, al interior de la denominación geológica de "cuarcitas superiores", existen, desde punto de vista arqueológico, distintas características para la talla (Bayón et al. 1999). Puede notarse claramente que los sitios de aprovisionamiento se emplazaron estrictamente sobre los puntos del terreno en los que afloran las rocas de buena a muy buena calidad, de modo que en el pasado operó una notable selectividad que permitió discriminar entre los distintos tipos de ortocuarcitas del grupo Sierras Bayas (OGSB).

Entre los colores de las fuentes de ortocuarcitas observadas, el predominante es el blanco, aunque en el sector de La Numancia abunda una variedad blanca con motas marrones-anaranjadas de tamaños variables; además, en las distintas áreas han sido relevados extensos filones de color marrón oscuro y finas bandas negras, en los que se registraron puntuales evidencias de explotación. En algunos casos (especialmente en La Numancia) se han detectado afloramientos muy delimitados en el terreno de rocas coloreadas (rojas, anaranjadas, violáceas, rosadas y amarillas) de muy buenas características para la talla y que muestran signos de intensas actividades de canteo. Existen otras diferencias entre las rocas de estas dos zonas, como las variaciones en las cortezas y en las formas de los nódulos. Dichas variaciones están siendo analizadas con el fin de establecer posibles rasgos que funcionen como indicadores de procedencia.

Hasta el comienzo de los actuales trabajos, la zona conocida como "área de canteras y talleres Arroyo Diamante" (Flegenheimer et al. 1996) incluía los afloramientos de OGSB ubicados puntualmente en las cercanías de la localidad de Barker; abarcaba unos seis km2 e incluía seis sitios de extracción de rocas (Flegenheimer et al. 1999; Paulides 2005, 2007b). A partir de las presentes prospecciones, la cantidad de sitios con estas características ha aumentado significativamente: se relevaron 49 de ellos, tanto en las cercanías de Barker como de La Numancia. Estos datos nos permiten describir un amplio sector de afloramientos con evidencias de extracción (canteras) y su posterior procesamiento (talleres), conformado por sitios interconectados a lo largo de unos 30 km lineales que relacionan distintos grupos de estribaciones (ver Figura 1).

A continuación, mencionaremos los rasgos arqueológicos de mayor interés relevados en esta área durante los trabajos de campo. Por un lado, se han ubicado una serie de sitios en los que las principales actividades desarrolladas fueron las de abastecimiento de rocas; sin embargo, las modalidades de obtención y extracción han sido diversas. Al igual que en otros contextos similares (Reher 1991; Torrence 1986), superficiales y recurrentemente visitados a lo largo del tiempo, existen sitios donde pueden observarse múltiples formas de explotación de rocas. En nuestros trabajos hemos detectado puntos en los que el aprovisionamiento se centró en la utilización de clastos sueltos ubicados en posición primaria, lugares en los que se explotaron filones y grandes masas de piedra y, finalmente, sitios en los que la extracción de rocas durante el pasado implicó tareas de excavación de sectores del terreno circundante a materias primas semienterradas de características especiales (según calidad y colores). Por otro lado, al finalizar este apartado se hará una breve mención de otras evidencias arqueológicas halladas durante los actuales trabajos, tales como materias primas presentes en el área, diferentes de las OGSB y otros sitios arqueológicos cuya función debió de haber sido diferente a la del abastecimiento de rocas.

Sobre las modalidades de obtención de rocas

En algunos sitios se explotaron en forma preferencial nódulos yacentes en las cimas y laderas, desprendidos por meteorización pero con ningún o muy poco transporte de la fuente original1 (n= 19) (Figura 2). En dichos lugares fueron reducidos tanto clastos como bloques de distintos volúmenes y formas; probablemente, las técnicas más empleadas hayan sido la de percusión directa a mano alzada y percusión con apoyo. El desbaste de nódulos genera una notable cantidad de lascas de descortezamiento de tamaños variables (algunas muy grandes y espesas) que mantienen las formas externas de los clastos que funcionaron como formas base; incluso es recurrente la presencia de núcleos que mantienen partes del nódulo original sin alteraciones. Los talleres en los que se explotaron rocas de buena y muy buena calidad para la talla varían en tamaño y concentración, de modo que pueden observarse gran cantidad de desechos de talla descartados de manera continua a lo largo de superficies de 7000 m2; mientras que en otros casos se registran unos pocos nódulos fracturados en un espacio que no alcanza los 10 m22. Estas diferencias en las dimensiones y densidades de los sitios posiblemente se correspondan tanto con la cantidad de clastos aflorantes en la superficie del terreno (disponibilidad), como con el número de visitas realizadas por los grupos para aprovisionarse. Es probable que, en los talleres más grandes, la cantidad y variedad de materiales disponibles fuera sensiblemente más alta, lo que habría favorecido reiteradas visitas a lo largo del tiempo, mientras que las más pequeñas y con cantidades menores de rocas podrían corresponder a eventos puntuales de talla. Además, no se puede dejar de tener en cuenta la posibilidad de que hubiera habido abastecimiento sin reducción en el lugar, cuando el tamaño de los nódulos lo permitiera (i.e., Sappington 1984). En cuanto a los productos buscados, es probable que los clastos fueran utilizados como formas base para la confección de distintos tipos de núcleos, así como para la obtención de lascas de tamaños variables. Una forma recurrente son los núcleos de lascados aislados descartados con amplios remanentes de materia prima aprovechable (Paulides 2005).

Existen otros puntos en los que se han explotado intensamente grandes filones de piedra (Figura 3). Si bien no conocemos sitios en los que sólo hayan sido aprovechados estos mantos de roca, localizamos unos 11 espacios, distribuidos en las zonas de Barker y La Numancia, en los que pueden observarse extensas marcas de su explotación. Las evidencias arqueológicas que aparecen sobre ellos son múltiples conos de percusión, astilladuras, aristas embotadas y negativos de lascado, en algunos casos de grandes tamaños: se han registrado algunos de 35 x 28 cm (ver detalle en Figura 3). La cantidad de impactos visibles sobre sus superficies, que dan a veces una apariencia de "machacado", expresa una considerable inversión de energía y, probablemente, tiempo en la extracción de fragmentos útiles. Estas actividades han generado una gran cantidad de lascas de distintos tamaños y, a diferencia de los sitios en los que principalmente se redujeron nódulos, a primera vista las proporciones de lascas con corteza son bajas y de menor espesor. Probablemente, las técnicas utilizadas para la remoción de importantes fragmentos de roca incluyeran la percusión directa "tradicional", así como también el arrojado de grandes percutores; además, creemos que es posible pensar en el empleo paralelo del fuego como método de fractura de segmentos muy grandes de piedra, que es una técnica documentada para distintos contextos de abastecimiento de materias primas (Binford 1986; Florek 1989; Hampton 1999; Paulides 2005). Por otro lado, además de estos negativos relacionados con grandes golpes de percusión, sobre las caras de los filones suelen observarse importantes extracciones que siguen la dirección de grietas naturales, las que permitieron obtener clastos de formas subtabulares que habían comenzado a separarse naturalmente por meteorización (ver detalle en Figura 3). En este caso, podemos presumir que tal vez hayan sido empleadas algún tipo de cuñas (Ericson y Purdy 1984; Paulides 2005).

Finalmente, han sido identificados algunos lugares en los que las actividades de obtención de rocas incluyeron tareas de excavación del terreno circundante a los aforamientos (Figura 4). Los pozos hallados alcanzan unos 70 cm de profundidad y poseen tanto figuras como diámetros variables, siendo en muchos casos subcirculares en torno a una masa de piedra aprovechada y, en menor cantidad de oportunidades, alargada en forma de trinchera y siguiendo filones longitudinales. Es probable que el fin de estas excavaciones fuera el de liberar perfiles enterrados, así como también dejar al descubierto y posteriormente descalzar clastos que se encuentran meteorizados y parcialmente separados de los filones. Estas evidencias se corresponden con grandes cantidades de desperdicios, entre los que se pueden ver remanentes espesos de cortezas, como las que se observan en los talleres de reducción de nódulos. Los bordes de los pozos aparecen como elevaciones y montículos compuestos por pilas de lascas de variados tamaños y características, algunas veces semienterrados. Si bien no tenemos aún mayores detalles sobre estos hallazgos, ellos se encuentran tanto en la zona de La Numancia como de Barker, y parecen estar asociados a puntos del terreno en los que las materias primas disponibles son de excelente calidad o bien poseen colores distintos del blanco. De todos modos, y a juzgar por la cantidad de desechos y el trabajo adicional del cavado (que en algunos casos alcanza dimensiones de unos 30 m x 300 m), este tipo de evidencia destaca sitios en los que la extracción de rocas se dio de manera especialmente intensiva.

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Figura 2. a) Vista general de la disposición de materiales en un sitio de reducción de clastos (Sitio EDC4); b y c) grandes lascas de descortezamiento; d) lascas, desechos y núcleos (Sitio SR10).

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Figura 3. a) Tamaño de un filón explotado -ver metro apoyado- (Sitio SR7); b) superficie astillada y negativo de lascado; c) aspecto de la cara lateral de un filón con diversas astilladuras y conos de percusión (flechas); d) remanente sin extraer, usado como plataforma de percusión de la cara superior de un filón; e y f) extracción de clastos tabular aprovechando superficies meteorizadas naturalmente en líneas y ángulos rectos.

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Figura 4. a) Aspecto general de las excavaciones "en trinchera" realizadas para obtener materias primas -sitio EDC2-; b) pozo subcircular, la flecha indica los clastos desbarrancados del filón alrededor de los que se estructuró el pozo; c, d y e) Pilas de lascas asociadas a excavaciones de distintos sitios de Barker y La Numancia.

Los materiales hallados, las otras materias primas y distintos sitios asociados a los de extracción de rocas

En cuanto a los materiales, hasta el momento se han tomado muestras diagnósticas de ciertos artefactos. En líneas generales, algunas de las observaciones realizadas coinciden con las publicadas en trabajos anteriores sobre el área y permiten afirmar que en los distintos sitios de abastecimiento de ortocuarcitas GSB existen altas proporciones de nódulos testeados, desechos indiferenciados, lascas fracturadas y lascas de descortezamiento; que dejan pensar que los esfuerzos más importantes estuvieron orientados a las primeras etapas de manufactura. Otro de los productos muy abundantes son los núcleos, los que poseen distintas morfologías, entre los cuales los más frecuentes son los amorfos, seguidos por los piramidales, bifaciales y discoidales. Muchos de ellos se encuentran agotados o con poco remanente de materia prima aprovechable, aunque también han sido documentados varios descartados cuando podía extraerse gran cantidad de lascas. En cuanto a los instrumentos terminados, a pesar de que en la literatura sobre canteras suelen nombrarse en bajas proporciones, en los contextos aquí tratados aparecen de manera bastante frecuente. Entres ellos se destacan los bifaces de variables tamaños y las raederas (entre éstas, sobresalen algunas de módulos muy grandes a grandísimos) (Aschero1975).
En cambio, un tipo de artefacto que se encuentra muy poco representado es el de los percutores. Dadas las características de los contextos descriptos, su ausencia nos plantea problemas particulares para comprender las actividades realizadas en los sitios. ¿Pudieron haber viajado con los talladores como parte del tool kit personal?, ¿fueron necesarios grandes percutores de rocas duras (por ejemplo, granitoides) para desbastar bloques y filones, o se utilizaron clastos del lugar? Estas dudas deberán ser resueltas en trabajos futuros que apliquen una escala de análisis más detallada sobre los materiales de los talleres.
Además de los sitios en los que se explotaron ortocuarcitas del GSB, durante las prospecciones realizadas se han relevado datos de interés para componer un panorama arqueológico general de la porción centro sur de Tandilia. En cuanto a las otras materias primas presentes en el área, principalmente tomaremos a las ftanitas y dolomías silicificadas. Las primeras pueden verse a lo largo de toda el área tanto en forma de pequeños rodados de unos 5 cm de largo, como en grandes bloques y filones; éstas suelen presentar múltiples colores (rojos, azulados, negros, grises opacos y traslúcidos, amarillos, etc.), y las segundas toman una coloración marrón clara a castañas y oscuras, en ocasiones con presencia de dendritas rojizas-oscuras. Ambas rocas aparecen talladas en bajas proporciones dentro de los contextos arriba descriptos, pero no han sido observados hasta el momento talleres específicos en los que sólo se explotaran estas rocas. Además, en el área pudimos constatar la presencia de cuarzos, entre ellos algunos cristales euhedrales que alcanzan hasta los 15 cm de largo ubicados en la zona norte de las estribaciones de Barker (Frisicale y Dristas 1993). Por otra parte, los relevamientos realizados nos permitieron observar, tal como lo muestran los datos geológicos, la dispersión de los afloramientos de ortocuarcitas del Grupo Sierras Bayas entre Barker y La Numancia, que decrecen hacia San Manuel, donde comienzan a aparecer las ortocuarcitas de la Formación Balcarce; a su vez, hacia el NE, acercándose a la localidad de Azucena, aparece el límite de los afloramientos de cuarcitas, a medida que pueden observarse los de basamento cristalino. Si bien la información mencionada puede obtenerse de mapas y trabajos geológicos, para la escala de trabajo aquí tomada fue importante discriminar los afloramientos individualizando cada elevación en el terreno.

Por otra parte, durante las prospecciones, hemos ubicado en distintos puntos otros dos tipos de sitios con evidencias de actividades humanas. Por un lado, se han relevado una serie de sitios superficiales a cielo abierto, ubicados sobre las llanuras adyacentes a las elevaciones serranas. Entre los materiales que presentan sólo pueden observarse artefactos líticos, especialmente desechos de talla y lascas con corteza y, si bien no se han realizado análisis detallados, ellos parecen indicar actividades principalmente relacionadas a los primeros pasos de reducción lítica; sin embargo, no se encuentran ubicados sobre las fuentes de roca, como los sitios arriba descriptos. Finalmente, existe una serie de abrigos rocosos que poseen materiales arqueológicos en superficie y características variables de visibilidad, reparo, espacio habitable y recursos circundantes. Algunos de estos abrigos se encuentran situados en las zonas mismas de afloramientos de rocas de buena calidad, y pequeños sondeos en ellos expusieron materiales en estratigrafía. Este dato es interesante, pues tal vez su estudio permita establecer correlaciones entre actividades domésticas y las específicas en torno al aprovisionamiento y, especialmente, obtener fechados radiocarbónicos, un dato difícil de conseguir en los contextos de cantera-taller.

A MODO DE SÍNTESIS Y ALGUNAS REFLEXIONES FINALES

Los trabajos realizados muestran que el área de estudio ha sido intensamente visitada por los grupos humanos que ocuparon la región durante tiempos prehispánicos. Como ya fue mencionado, se han localizado sitios emplazados tanto en abrigos rocosos como a cielo abierto sobre los que aún no conocemos sus características ni posibles relaciones con los contextos ubicados inmediatamente al norte y sur de esta porción del sistema de Tandilia (Barros y Messineo 2004, 2006; Flegenheimer 2001; Mazzanti 2003). Nuestro objetivo principal ha sido generar información sobre el abastecimiento de rocas, en tanto no se habían relevado sistemáticamente en el área grandes porciones serranas, ni la información se había organizado con métodos controlados. Los estudios actuales muestran que, en el sector septentrional de la zona explorada, la disponibilidad de materias primas es alta pero disminuye en dirección NO-SE, de modo que no han sido localizados sitios de extracción de rocas en las cercanías de la localidad de San Manuel, y la mayor densidad de canteras y talleres se registró en el extremo opuesto del área prospectada próxima a Barker. Los sitios específicos relacionados con el abastecimiento se encuentran muy concentrados: hasta el momento se han ubicado medio centenar de ellos, entre los que a priori pudieron observarse diferentes modalidades de extracción de materias primas. Las evidencias de múltiples estrategias de adquisición de rocas, algunas de ellas muy complejas e intensivas, nos hacen repensar las posibles acciones sociales desarrolladas en torno a éstas. Por un lado, a partir de estos datos se ha aumentado significativamente el área de explotación de uno de los recursos rocosos más utilizados en muchos sitios arqueológicos de la región pampeana; y por otro, se hallaron evidencias que expresan una mayor complejidad que la que se tenía en cuenta hasta el presente en relación con las tareas que los grupos realizaron para abastecerse de rocas. Hasta el presente, la referencia a la zona de abastecimiento de ortocuarcitas se tomó como un punto relativamente acotado en el espacio, ubicado en las cercanías de la localidad de Barker; en este momento debemos pensar en una superficie por lo menos seis veces mayor, que incluye las localidades de Barker y La Numancia y que se continúa a lo largo de unos 30 km. Esta ampliación, que incluye diferentes grupos de cerros asociados a distintos recursos, separados por espacios llanos y cauces de agua, no sólo puede modificar las distancias de traslado entre fuentes y sitios, sino que también nos permite pensar en diversos territorios al interior del área de canteras.
Coincidimos con otros autores que trabajaron contextos del área (Flegenheimer et al. 1996; Paulides 2005) en cuanto a que en los sitios existió una importante inversión de trabajo en las tareas de extracción y reducción inicial de los materiales, a las que deben sumarse la formatización de núcleos; sin embargo, la abundancia de instrumentos terminados (entre los cuales se encuentran los bifaces) nos indica la existencia de cadenas operativas más largas y la posibilidad de traslados de materia prima bajo múltiples formas. De esta manera, creemos que los contextos bajo estudio corresponden a canteras, en tanto son lugares en los que los grupos humanos extrajeron y se apropiaron de rocas de la naturaleza; y a la vez talleres, pues en ellos se llevaron a cabo los primeros pasos de reducción lítica.

En cuanto a las tareas pendientes, comenzarán a llevarse a cabo análisis de mayor detalle cuyo objetivo será identificar y comparar actividades desarrolladas en los distintos tipos de sitios con el fin de comprender, por ejemplo, si existen diferencias en los elementos buscados en los talleres de reducción de clastos y en los de canteo de filones. Además, tanto la realización de sondeos y excavaciones en sitios puntuales como trabajos experimentales permitirán aproximarnos a la comprensión de las técnicas específicas de fractura de los grandes mantos de roca, las que pueden haber involucrado el uso de fuego o cuñas. En este sentido, resta también buscar explicaciones acerca de los modos en que se dio la percusión, especialmente en función de la ausencia de percutores adecuados a las modalidades de talla descriptas. Otra actividad importante está relacionada con la posibilidad de realizar fechados que nos indiquen la temporalidad de los sitios mencionados. Para ello, será fundamental practicar sondeos y excavaciones en los contextos de talleres y canteras mismos, así como en los abrigos rocosos vinculados, los que además podrán arrojar información acerca de otras actividades relacionadas con la producción lítica. Por último, una tarea que se encuentra en proceso es la realización de análisis petrográficos; creemos que la comparación de láminas delgadas tomadas de rocas de distintos puntos del área, así como de distintas calidades, nos permitirá afinar nuestras evaluaciones acerca de la cuidadosa selección de materias primas realizada por los talladores del pasado, además de generar bases para posibles estudios de proveniencia.
Finalmente y a modo de reflexión final, las múltiples evidencias observadas en torno a un hecho, que es la obtención de materias primas, nos permiten pensar al área de estudio como un sector del paisaje serrano con ciertas características particulares. Por una parte, es interesante pensar en las posibles modalidades para el aprovisionamiento de rocas que han sido planteadas para la región pampeana, que incluyeron tanto el abastecimiento inclusivo -embedded- (Binford 1979; Politis 1984) como las partidas específicas de talladores (Bayón y Flegenheimer 2004). Si bien debieron existir variaciones a lo largo del tiempo3, nos parece posible pensar que las formas más costosas y dificultosas de abastecimiento (como es el caso de las excavaciones y el trabajo de filones) no debieron corresponder a la modalidad inclusiva, ya que ésta implica una recolección ocasional de rocas con formas y volúmenes transportables o relativamente sencillos de transformar, inserta en el marco de otras actividades (por ejemplo, partidas de caza). Las evidencias descriptas en este trabajo marcan una importante intensidad en el aprovisionamiento, que probablemente incluyó significativas cuotas de tiempo y esfuerzo; para ellas sería más adecuado pensar en partidas hacia las canteras, compuestas por talladores conocedores de las técnicas y los lugares, en compañía de jóvenes aprendices. Por último, creemos que esta misma complejidad que se expresa en un entramado de sitios interconectados a lo largo de amplias porciones del terreno nos permite imaginar que este sector de las sierras de Tandilia debió haber funcionado como un lugar de especial significación a nivel del paisaje regional para los cazadores y recolectores de la pampa durante los distintos momentos de ocupación, y no sólo como un punto en el ambiente del que se obtenían rocas.

NOTAS

1.- Si bien en el área de estudio se encuentran las nacientes de distintos arroyos, la poca pendiente no permite el transporte de cantidades significativas de materiales a lo largo del terreno (Bayón et al. 1999) y los cauces sólo muestran rocas disponibles en las adyacencias de las elevaciones serranas. Es por esto que consideramos poco significativo el aprovisionamiento de rocas a partir de fuentes secundarias (sensu Nami 1992).

2.- En la bibliografía sobre canteras pueden observarse distintos criterios para delimitar los sitios (por ejemplo, en Bellelli (2004) se considera finalizado el sitio luego de 5 m lineales sin hallazgos). En nuestro caso, los sitios arqueológicos pertenecen a puntos de explotación de la misma materia prima a lo largo de grupos de cerros consecutivos, por lo que los rasgos fueron separados unos de otros cuando dejaban de observarse materiales durante espacios de terreno considerables, de por lo menos 200 m lineales.

3.- Por ejemplo, no lo hemos desarrollado aquí, pero no debe dejar de tenerse en cuenta la influencia que los sistemas de intercambio pudieron tener sobre el aprovisionamiento de materias primas (ver Berón 1994; Flegenheimer et al. 2003).

Agradecimientos

En primer lugar y con cariño, al Falcon. Por supuesto, Lourdes y Justina han influido mucho en las ideas expresadas, y las familias Poujol y Colombo fueron el soporte permanente que me permitió realizar los trabajos. A Nora, Cristina, Mariano y Rodrigo, por las lecturas y comentarios que enriquecieron y dieron forma al manuscrito. Asimismo, los comentarios de los evaluadores, Mónica Berón y otro anónimo fueron fundamentales para fortalecer y dar claridad a las ideas expresadas. Sin Jaime "el sabueso de los cerros" Cano y Gastón "la cosechadora de curros" Bávaro, los trabajos de campo hubieran sido demoledores, aburridos y mucho menos ricos. A Horacio Villalba, Facundo Darbón, Natacha Mazzía, la Cele Weitzel y a la Dirección de Hidráulica de Necochea. Los trabajos de campo fueron financiados por subsidios PICT 717 "Cazadores recolectores pampeanos: estudio social de registro material" y PIP 2009-112-200801-02979: "El uso del paisaje y los recursos minerales de los grupos cazadores recolectores en las sierras de Tandilia". Finalmente, este trabajo no podría haberse realizado de ninguna manera sin la comprensión y el apoyo de las siguientes personas, que nos facilitaron el acceso y alojaron en los distintos establecimientos visitados: Sr. Juan Maune y personal (Establecimiento San José); Eduardo Broquen, Ramón Acevedo y Flia. (Establecimiento San Germán); Sr. Goñi y encargado (Establecimiento La Fortuna); Sr. Herrera Vega, Diego Lorda y Flia. (Establecimiento Santa Rosa) Sra. Lidia Grandia y Flia. (Establecimiento El Escondido); Sres. Cantón y encargado, Sr. Aldecoa (Establecimiento El Destino); Sr, Bonelli y José Villa (Establecimiento San Hilarión).

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