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Intersecciones en antropología

versão On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.12 no.2 Olavarría jul./dez. 2011

 

RESEÑAS DE LIBROS

El camino de la arqueología argentina

Perspectivas actuales en arqueología argentina, editado por Ramiro Barberena, Karen Borrazzo y Luis Alberto Borrero. CONICET-IMHICIHU, Buenos Aires, 2009. ISBN 978-987-23978-3-8. 326 pp.

Reseña de Hugo D. Yacobaccio.

CONICET-UBA. 25 de Mayo 221 3P (C1002ABE) Buenos Aires. hdyacobaccio@gmail.com

Según los editores, el libro se propone brindar un panorama de los enfoques teóricos y metodológicos que están vigentes en la arqueología argentina. El volumen es resultado de una serie de conferencias brindadas por investigadores jóvenes organizadas por el IMHICIHU y creo, después de haberlo leído, que lograron el objetivo en unas módicas 326 páginas. El libro es diverso y presenta un interés manifiesto para todos aquellos que practican la arqueología. Me interesa comentar algunas cuestiones de los capítulos, no como crítica, sino como reflexiones surgidas de cada unos de ellos. El capítulo de Rafael Curtoni discute la geopolítica de la ciencia moderna y, por ende, de la arqueología, tratando de deconstruir la disciplina desde la perspectiva de la descolonización. Nos advierte que la geopolítica -el medio por el cual se generan e instalan ciertos saberes- de la arqueología está marcada por su origen colonial y por las estrategias para generar conocimiento. Para revertir el papel colonialista que la arqueología desempeña aún en la actualidad y también en el ámbito nacional, es necesario "abrir la arqueología" a la discusión, negociación y coparticipación. Es evidente que este programa pretende extraer a la arqueología del ámbito científico, porque la ciencia sería el mejor ejemplo de la implementación del sistema occidental hegemónico en la producción de conocimiento. Para ello el estudio del paisaje "como constructo [...] que expresa sus sentidos geopolíticos y de colonialidad" es un buen lugar para comenzar desafíos y alternativas a la construcción geopolítica hegemónica. En este sentido, el autor se apoya en la forma en que se construyó la perspectiva en la pintura -vinculada con el arte paisajístico que influirá en la concepción moderna de paisaje- con un argumento que establece que en este arte "el sujeto (observador) [...] permanece fuera del cuadro y fuera de la historia", cuestión que es desmentida por el cuadro de Velázquez Las Meninas (1656), que tiene varias perspectivas y en el cual el poder -que es lo que se discute a lo largo del artículo- es marginal al centro del motivo. Por otra parte el esquema de historia de la arqueología, que también pretende sostener el argumento principal, es simplista al establecer una dicotomía "nueva arqueología" - crítica posprocesual e ignorando -supongo que por razones de espacio- enfoques espaciales de la década de 1940-1950, que muestran que el culturalismo, muy afín al posprocesualismo, también puede sostener intereses funcionalistas (Willey 1953). Si bien es necesaria la revalorización de las demandas de los pueblos aborígenes -con las cuales no podemos estar en desacuerdo- no creo que ayude a ellas el despojo de la arqueología como ciencia; dentro de este reconocimiento quizás sea una arqueología basada en la ciencia, que no obligatoriamente debería responder a las demandas internacionales surgidas de los países centrales (Funtowicz y Ravetz 1993; Varsavski 1969; www.grupogestionpoliticas.blogspot.com), la que contribuya a recuperar esa historia. El capítulo de Cristian Favier Dubois ilustra cómo un enfoque geoarqueológico es útil para entender factores temporales y espaciales del registro arqueológico. Para evaluar la manera en que esta perspectiva es enfocada a los contextos geológicos y unidades estratigráficas contenedoras de la evidencia arqueológica analiza tres casos de estudio. El primero estudia el contexto geológico y sedimentario en torno a los factores que permiten la acumulación de material arqueológico en relación con otros que muestran una señal nula durante el Holoceno medio, aunque deja abierta la posibilidad de que esta ausencia se deba no sólo al contexto sedimentario, sino también a sesgos en las estrategias de prospección. El segundo caso estudia los procesos de bioturbación en relación con el enterramiento de materiales con el interesante ejemplo de los sitios de Zanjón Seco. El tercero apunta a estudiar la relación entre el uso del espacio y los recursos relativos a la dinámica geomorfológica del litoral marítimo de la costa de Río Negro. La geoarqueología ha pasado a formar parte ineludible de todo análisis de escala regional o local y los ejemplos dados en este capítulo evidencian de manera clara esta cuestión.
En el capítulo de María Gutiérrez se examina el programa de investigación tafonómica que realizó durante los últimos 15 años. En primer lugar especifica los objetivos tafonómicos en sus dos perspectivas ("estudios actuales" y "método comparativo") y detalla las líneas que se siguieron en sus estudios en el área interserrana: la relación entre geoformas y estados de preservación ósea, la evaluación de la agencia humana en la generación de los conjuntos y el grado de integridad de los sitios. Luego revisa los estudios del material óseo en los sitios arqueológicos. Es interesante destacar que estos estudios han servido de base para generar modelos heurísticos con el fin de examinar el estado de preservación y la integridad de asociaciones óseas específicas. El programa de investigación merece también destacarse, dada la variedad de problemas encarados y la sistematicidad de su resolución. Esta investigación ha sido muy provechosa para la arqueología de la región, ya que aborda problemas generales, además de la preservación e integridad de los conjuntos óseos, tales como los procesos de formación de sitios y los escenarios paleoecológicos. María desestima que la tafonomía haya sido o sea una tiranía (estimo que esto significa alguna clase de imposición autoritaria) y que es "otra voz más" a tener en cuenta en el proceso de inferencia arqueológica. Me parece que, más que otra voz ente varias, el artículo deja en claro que la tafonomía llevada a cabo con sistematicidad es insoslayable en cualquier interpretación y aplicable a la mayoría de los contextos arqueológicos.
En el capítulo de Javier Nastri se discute el concepto de transformación a partir de los significados en la iconografía de las urnas santamarianas. El autor va más allá de la consideración morfológica empleada para efectuar la seriación de estas urnas y toma en cuenta el contenido (párvulo) y la función de la urna ("las piezas habrían emulado envoltorios funerarios"). Consideró a las variantes como permutaciones, ya que éstas permiten identificar alteraciones que deberían ser explicadas (sic). Nastri analiza la seriación santamariana en términos de cambio de significado o de manera de expresión de los mismos que conceptualizaron la muerte de los infantes. El marco interpretativo es el estructuralismo y el concepto de transformación que el autor considera dotará de historicidad (de la cual carece) a este esquema teórico. Es interesante notar que la atención prestada al concepto de transformación no tiene correlato con el concepto de "estilo": el estilo santamariano (p. 99) transciende a toda transformación y, por lo tanto, sería inmanente a toda manifestación de esta entidad cultural, incluso a los significados. Los significados asignados a las urnas de cada fase se sustentan en la analogía etnográfica (pp. 108-112) -más allá que en las conclusiones manifiesta que estas interpretaciones son hipótesis (p. 113)-. La inferencia analógica como metodología básica no pudo ser superada desde la puesta al día del estructuralismo en la teoría arqueológica por parte de los arqueólogos de habla inglesa (Wylie 1982: 39, 42-43) y, quizás, porque desde esta perspectiva el acceso a la temporalidad es manifiestamente difícil, el autor trata de contribuir a facilitar dicho acceso estudiando los significados como una cualidad de la diacronía implícita en el concepto de transformación.
El artículo de Dánae Fiore propone una perspectiva materialista-social que se centra en tres aspectos de la producción del arte rupestre y mobiliar: economía, tecnología y cognición. Plantea una perspectiva teórico-metodológica que tiene como intención romper con las dicotomías cuerpo/mente y materia/idea proponiendo un análisis "tridimensional". Sin embargo, la Primera Dimensión (esferas de producción social) y la Segunda Dimensión (factores económicos, políticos e ideológicos) tienen una alta superposición y no parecen separarse adecuadamente, porque las esferas de producción social están incluidas en los factores que componen la Segunda Dimensión. Los ejemplos utilizados en ambos casos sobre la pintura corporal Selk'nam (pp. 128, 129) contribuyen a abonar esta confusión que resta capacidad analítica al modelo. La Tercera Dimensión está constituida por la cognición. Luego la autora detalla los modelos económicos, secuencia de producción, etc., que estarían relacionados con esta perspectiva. El artículo contiene una interesante y valiosa contribución metodológica referida al registro del arte. Desde mi punto de vista, el aspecto más importante del capítulo lo constituye la discusión sobre los ritmos de cambio en la cual se establece un modelo de covariación entre el cambio de los tipos de motivos y las técnicas artísticas, dado que sus tasas de cambio no están sincronizadas. Aschero (1988: 109) consideraba que las representaciones rupestres eran un vestigio arqueológico más y que eran un producto relacionado con el total de actividades llevadas a cabo por el grupo productor. Fiore las considera constituidas no sólo por factores ideológicos, sino también por los económicos y políticos. Esto completa un círculo que abre interesantes perspectivas para el estudio del arte rupestre.

Pilar Babot recorre en su capítulo los enfoques y conceptos asociados al estudio de los artefactos de molienda. Después de realizar una revisión histórica de los ellos y de sus campos de interés, la autora llama la atención sobre la multifuncionalidad de los artefactos de molienda y que estos no tienen una función esencialmente destinada al procesamiento vegetal realizado con fines alimenticios. También especifica el contexto en el cual se realizan estas actividades destacando su relación con las pautas de movilidad de los grupos, la restricción de los territorios de explotación, el incremento del sedentarismo y el aumento de la densidad poblacional. Asimismo, están relacionados con el estrés ambiental y la percepción del riesgo. Para el estudio de esta clase de artefactos Babot (p. 169) propone una aproximación integral y multiescalar que los relaciona con la movilidad y/o organización de ciertos asentamientos y con la duración del uso de los sitios. Los aspectos relacionados con la cadena técnica de producción y uso, como así también la distribución de los artefactos de molienda, permiten encarar situaciones relacionadas con el tiempo de ocupación de los sitios y la programación del uso de los recursos vegetales. Analiza la posición de la molienda en relación con las divisiones de sexo y edad en el trabajo. Finalmente, pasa revista a cómo se trató la cuestión tecnológica y funcional de esta clase de artefactos. El artículo de Babot es una muy buena y comprensiva introducción que brinda una visión completa de los estudios de los artefactos de molienda y de las actividades asociadas a los ellos.
Gustavo Barrientos estudia un caso de continuidad/discontinuidad biocultural en el sudeste de la región pampeana. Específicamente presenta argumentos para sostener la hipótesis de discontinuidad en el área mencionada. Para ello discute conceptos del campo de la biología (continuidad o no de las poblaciones humanas) y de la arqueología (continuidad o no de rasgos culturales). Estima que el registro bioarqueológico sugiere la existencia de discontinuidad. Analiza en primer lugar la distribución de los fechados radiocarbónicos. Ésta muestra una reducción de la cantidad de fechados durante el Holoceno Medio y un hiato de un par de cientos de años alrededor de los 5000 años AP. Dejando de lado algún problema de muestreo, la comparación con otras áreas le sugiere al autor que esta distribución refleja una tendencia real en el poblamiento de la región analizada. Luego estudia la variación morfológica craneofacial en muestras diacrónicas de restos humanos. Este análisis librosno es muy concluyente, ya que la muestra posterior al hiato es alrededor de 2000 años más reciente que éste siendo, por lo tanto, muy difícil establecer una correspondencia entre un presunto cambio poblacional y el hiato ocupacional. Coincido con el autor en que ambas posibilidades deberán seguir siendo discutidas en el futuro con una mejor calidad de evidencias.
Hernán Muscio plantea que una ciencia de la evolución cultural debe compartir rasgos (¿conceptos?) con la teoría de la evolución biológica. Los artefactos son parte del fenotipo y los cambios culturales se producen por acción directa de la selección natural y, en mucha menor medida, de otros procesos evolutivos. La arqueología evolutiva es un marco macroevolutivo, mientras que la ecología evolutiva se ocupa de los aspectos microevolutivos en escala ecológica. La memética es uno de los desarrollos que intentan explicar este cambio, junto con los procesos de transmisión cultural. El intento de la memética es explicar la evolución cultural y el comportamiento humano en términos darwinistas. Sin embargo, la distinción entre replicadores (memes) y sus vehículos (cerebro humano, artefactos) tiene variados problemas. Para Blackmore los memes son ideas, instrucciones, comportamientos e información. Los problemas para considerar a los humanos como vehículos de los memes es que el vehículo no puede transmitir las variaciones adquiridas (descendencia con modificación) a menos que el cambio implique un cambio en el replicador. Por otra parte, las variaciones en las ideas y el comportamiento son reconstruidos por individuos y grupos a través del aprendizaje, por eso no se puede pensar en la transmisión de memes de forma aislada a su desarrollo y función. Considerar la transmisión cultural como un proceso de copiado, más que un proceso de reconstrucción (el receptor transforma la información transmitida), también forma parte de los modelos de transmisión cultural, como pone en evidencia el ejemplo de la reducción del grosor de las paredes de la cerámica. Tengo la impresión de que los arqueólogos evolutivos son una suerte de "panseleccionistas" de nuevo cuño al pensar que todos los rasgos culturales se originan por selección natural considerando menos eficientes la actuación de otros mecanismos evolutivos. Como dijo Maynard Smith, la selección natural no hace lo que quiere, sino lo que puede.
El estudio del uso de los materiales líticos tiene una historia muy dilatada. Myrian Alvarez actualiza esta historia y nos ofrece un panorama muy completo acerca de la inserción, desarrollo y potencialidades futuras de esta técnica analítica. Estima que debe haber una discusión teórica para integrar los contextos de uso del instrumental a las explicaciones sobre la dinámica de las sociedades pasadas. Asigna a la tecnología el papel fundamental en el cambio y variabilidad cultural y en el modo en que las sociedades se relacionan con sus ambientes. Asimismo, considera que la teoría de la práctica es adecuada para "considerar la tecnología como un fenómeno cultural", siendo los habitus los principios organizadores de las prácticas. Este esquema, si bien incorpora nuevos conceptos al tema de referencia del capítulo, no resuelve el problema entre repetición e innovación, sino sólo a través de mecanismos circulares (p. 250): las prácticas generan nuevas condiciones que originan nuevas prácticas. En el caso presentado sobre las tendencias temporales en las estrategias de producción y uso de artefactos en el canal Beagle, el cambio es visto a partir de la diversificación instrumental que abre nuevas posibilidades de obtención de presas y permite la reorganización de las estrategias de caza (p. 257). Ahora bien, esta preeminencia de la tecnología como base del cambio social/cultural es común al marxismo, la ecología cultural y el neoevolucionismo; sin embargo, ¿cuál es el gatillo para el cambio tecnológico? Pregunto: ¿si no cambia la estrategia de obtención primero (por cualquier factor) para qué necesito nueva tecnología? El capítulo de Myrian tiene la virtud de plantear una discusión acerca de los contextos de uso del instrumental lítico que ha sido largamente soslayada en la literatura arqueológica.
Salomón Hocsman propone una extensión de la metodología de análisis lítico tecnomorfológico como alternativa al enfoque de la organización tecnológica. Desde el punto de vista teórico discute el papel de la intencionalidad, el diseño, el rol del individuo y la toma de decisiones: todas las cuestiones intangibles que modelizan los criterios para examinar a la tecnología lítica. En el capítulo hay mucha presencia de teóricos franceses, sobre todo Lemonnier y Leroi-Gourhan, que influencian de manera un tanto rousseauniana las ideas del autor sobre la relación entre individuo y sociedad (la sociedad mitiga la experiencia individual). Por otra parte, la propuesta metodológica apunta a completar y, de alguna manera, a modificar ciertos conceptos contenidos en el largamente empleado enfoque tecno morfológico de Carlos Aschero ("la tipología de Carlos"). Estas propuestas actualizan cierta forma de entender la clasificación y la valoración de los segmentos (filos, dorsos, etc.) de los artefactos líticos y trata, más allá de considerar la cadena operativa y los gestos técnicos, de ubicar estas acciones humanas como parte de contextos sociales. Ciertamente perturbador es el concepto de "cazadores recolectores en transición" que transmite una consideración teleológica del cambio cultural. Coincido con el autor que un sistema de clasificación no es una entidad inmune al cambio y, agrego, que justamente es este proceso el que abre la puerta a nuevos interrogantes.
Gustavo Neme discute el potencial de la Ecología Humana para encarar estudios regionales de poblaciones de cazadores recolectores. En primer lugar explicita que el acercamiento regional es el más adecuado para una región poco estudiada. Utiliza las frecuencias de fechados radiocarbónicos para evaluar el gradiente de ocupación en espacios geográficos del sur de Mendoza, llegando a la conclusión de que éste estuvo conducido por la productividad (¿primaria?) diferencial y por la capacidad de resiliencia de los ambientes. Luego destaca la importancia de los estudios paleoambientales, puntualizando escenarios de desertización a partir del Holoceno medio y el impacto del cambio ambiental sobre los patrones de movilidad e intercambio. En los estudios de subsistencia humana discute las tendencias temporales en el uso de la fauna indicadoras de inestabilidad espacio-temporal. La evidencia isotópica sobre restos humanos presenta alta variabilidad temporal y clinal que habla en contra de conceptos relacionados con cambios progresivos en las estrategias de subsistencia. Finalmente, los sistemas de intercambio son discutidos como parte de una estrategia adversa al riesgo poniendo como ejemplo la complementariedad climática a ambos lados de la cordillera. Sin embargo, la lista de bienes no locales (p. 218) está compuesta por objetos que no revelan subsistencia (ceramios de diferentes estilos, metales, piedras semipreciosas, etc.), que indicarían que el intercambio, al menos en las cosas que se conservaron, no estuvo sólo ligado al sustento. El artículo es un buen ejemplo de como un acercamiento basado en múltiples líneas de investigación y anclado en premisas teóricas acordes, permite arribar a resultados que, a su vez, marcan un camino a futuro.
Este es un libro que generalmente no se lee de corrido. El/la lector/a elige los capítulos en relación con los temas más afines a su investigación, sobre todo en este momento en que hay una avalancha de artículos y libros de arqueología que hacen cola para ser leídos. Me permito sugerir, sin embargo, que el/la lector/a lea de una sentada este libro porque le abrirá la puerta a las temáticas y a los rumbos que seguirá la arqueología en la Argentina.

 REFERENCIAS CITADAS

1. Aschero, C. A.1988 Pinturas rupestres, actividades y recursos naturales: un encuadre arqueológico. En Arqueología contemporánea argentina, editado por H. Yacobaccio, pp. 109-145. Ediciones Búsqueda, Buenos Aires.

2. Funtowicz, S. y J. R. Ravetz 1993 Epistemología política. Ciencia con la gente. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.

3. Varsavski, O. 1969 Ciencia, política y cientificismo. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.

4. Willey, G. R. 1953 Prehistoric settlement patterns in the Virú Valley, Perú. Smithsonian Institution, Bureau of American Ethnology, Bulletin 155. Washington.

5. Wylie, M. A. 1982 Epistemological issues raised by a structuralist archaeology. En Symbolic and Structural Archaeology, editado por I. Hodder, pp. 39-46. Cambridge University Press, Cambridge.

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