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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.13 no.1 Olavarría ene./jul. 2012

 

ARTÍCULO

Métodos y técnicas de investigación social: el problema de las fronteras entre disciplinas vecinas

 

Héctor Mora Nawrath

Héctor Mora Nawrath. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Gobierno de Chile. Departamento de Antropología, Universidad Católica de Temuco, Manuel Montt N° 56, Casilla 15-D, Temuco, Chile. E-Mail: hectmora@uct.cl

Recibido 9 de mayo 2011.
Aceptado 22 de agosto 2011

 


RESUMEN

Este trabajo discute los argumentos que buscan establecer una demarcación rígida entre antropología y sociología en cuanto las aproximaciones técnicas y metodológicas. Para ello se recurre a ilustrar, con diversos ejemplos, cómo se ha producido el cruce de fronteras y cómo han tenido lugar cooperaciones e instancias de interdisciplina en distintos momentos de la historia. Lo que se intenta es llamar la atención respecto de cómo se presentan y problematizan concepciones de disciplina en el ámbito formativo, lo que constituye una invitación o una re-invitación a la reflexión sobre el desenvolvimiento de las ciencias sociales en general, y acerca de cómo éstas se han desarrollado en los contextos nacionales.

Palabras clave: Disciplina; Fronteras disciplinarias; Vocación interdisciplinaria; Métodos y técnicas de investigación.

ABSTRACT

Methods and techniques of social research: the problem of the boundaries between neighbouring disciplines.This article discusses the arguments which seek to establish a rigid demarcation between anthropology and sociology at the level of theoretical-methodological approaches. To do so, the emergence of boundary-crossing as well as how co-operation and interdisciplinary activities have occurred at different historical moments is illustrated through several examples. The objective is to draw attention to how conceptions of discipline are presented and problematized in the educational arena, making this an invitation or re-invitation to reflect on the practices of the social sciences in general and how they have developed in national contexts.

Keywords: Discipline; Disciplinary boundaries; Interdisciplinary vocation; Research methods and techniques.


 

INTRODUCCIÓN1

Cuando en el ámbito académico y formativo se hace referencia o se define lo que caracteriza a una disciplina, parece común que se apele a distinciones que refieren a contenidos epistemológicos o cognoscitivos en tanto criterios demarcatorios de campos autónomos. A modo de ejemplo, podemos ilustrar cómo esta perspectiva se encuentra presente en distintos autores. Toulmin (1977) la define como un conjunto de conceptos, métodos y objetivos fundamentales que permiten la problematización de un dominio o ámbito, una tradición de procedimientos y técnicas para abordar problemas teóricos y prácticos. En una disciplina, la "[.] adhesión compartida de los hombres a un conjunto de ideales sobre el que existe suficiente acuerdo conduce a la elaboración de un repertorio aislable y autodefinido de procedimientos" (Toulmin 1977: 363 [1972]). Conceptos y procedimientos se desarrollan y pueden variar de acuerdo con ideales disciplinarios que definen una dirección acordada, y por tanto implican la selección de criterios para aceptar variantes; Boisot (1979) establece que una disciplina "está comprometida con sus objetos, métodos y procedimientos, y finalmente con leyes" (Boisot 1979: 109); y agrega, además, que conforma una estructura, es decir, "[.] un sistema en el que se reconoce una organización, y en el cual la suma de las partes no coincide con el todo" (Boisot 1979: 101); Zabalza plantea que se caracteriza por "[.] el tipo de problemas de la realidad que aborda; por los procedimientos conceptuales y operativos que emplea para decodificarlos; por las soluciones que plantea; por los modelos teóricos y conceptualizaciones que genera" (Zabalza 1987: 140). Morin (2001), por su parte, argumenta que se trata de "[.] una categoría organizadora; instituye en ésta la división y especialización del trabajo y responde a la diversidad de dominios que recubren las ciencias. Por más que esté en un conjunto científico más vasto, una disciplina tiende, naturalmente, a la autonomía, por medio de la delimitación de sus fronteras, por el lenguaje que se da, por las técnicas que tiene que elaborar o utilizar, y eventualmente, por las teorías propias" (Morin 2001: 115). Pero habría que advertir que, frente a visiones autocontenidas y/o autonomistas de una disciplina, es decir, aquellas que fundan las demarcaciones sobre límites nítidos y estables, la epistemología contemporánea y los estudios sociales de la ciencia han propiciado discusiones que permiten relativizar estas visiones. Como oportunamente senaló Klimovsky (2005):

[.] hay buenas razones para creer que este enfoque disciplinar no es realista ni conveniente. Los objetos de estudio de una disciplina cambian a medida que lo hacen las teorías científicas; ciertos puntos de vista son abandonados o bien, en otro momento de la historia de la ciencia, pueden ser readmitidos. [habría que advertir además la importancia de los contextos institucionales y nacionales en dichos cambios] Por ello, en lugar de pensar en disciplinas preferimos pensar en problemas básicos que orientan distintas líneas de investigación (Klimovsky 2005: 23 [1994]).

En una lógica que admite la interconexión, King y Brownell (1966) plantean que las disciplinas no son áreas de estudio claramente delimitadas, en tanto éstas muestran una variedad de estilos que se aplican a un campo de interés definido. Cada grupo de intelectuales posee "[.] una herencia y aspira a impulsar el desarrollo de un sector o campo correspondiente a un estado de conocimiento. poseen uno o más modos característicos de conocer ?de acotar conocimiento? o participa de modos de investigación comunes con otras disciplinas" (King y Brownell 1966: 68). Estos autores otorgan importancia a sistemas simbólicos o al lenguaje especializado que permite la definición de la investigación, así como al conjunto de conceptos interconectados y un legado bibliográfico que define el campo de estudio y posibilitan la comunicación entre sus miembros. Además, senalan que "[.] la comunidad mantiene vínculos, tanto afectivos como cognitivos, con el entusiasmo y el placer de la participación con colegas como características comunes [.] concede importancia al estilo y a la búsqueda de la verdad [.] posee una concepción explícita o tácita acerca del hombre. Finalmente, la disciplina es una comunidad instructiva" (King y Brownell 1966: 68). Para Dressel y Marcus (1982), la definición de disciplina implica múltiples dimensiones entre las que se encuentra la organización sistemática de un fenómeno estudiado, la cual estaría compuesta por componentes sustantivos (acepciones, variables, conceptos y sus relaciones); lingüísticos (simbolismos y elementos que se pueden relacionar y exportar); sintácticos (organización de procesos en torno al desarrollo de la disciplina); valores (cómo y qué se estudia y se conoce lo estudiado) y conjunciones (relaciones con otras disciplinas). Wallerstein (2005 [2004]) hace referencia a tres dimensiones constitutivas del término disciplina: a) categorías intelectuales que definen un campo de estudio con límites difusos y modalidades de investigación legitimadas; b) estructuración institucional en universidades, departamentos, títulos, cuerpos académicos, bibliotecas (catálogos, anaqueles, etc.), asociaciones académicas, etc.; c) una cultura, en tanto académicos miembros comparten experiencias y contactos que "[.] han leído los mismos textos clásicos; participan de los mismos debates tradicionales [.] tienen un mismo estilo y reciben recompensas por ello" (Wallerstein 2005 [2004]: 141-142). Afirma que las disciplinas son constructos sociales, y por tanto inscritas en dinámicas sociohistóricas con un origen y unas transformaciones rastreables en el tiempo; en tanto culturas, arraigan modos de presentación y estilos que se expresan en modos de hacer, así como en prejuicios sobre el deber ser de quienes la cultivan. La cuestión de fondo es si, más allá de la defensa que algunos investigadores hacen de "[.] sus cotos de caza, que muchos de sus miembros defenderían a muerte de ideas quijotescas [.]" (Wallerstein 2005 [2004]: 147), las disciplinas constituyen más que formas de organización académica o institucional, y no algo así como islas con pequenos e improvisados puentes que conforman el gran archipiélago de las ciencias. La revisión de la literatura permite visibilizar la discusión respecto de la utilidad del concepto de disciplina de cara a la evidencia de permeabilidad y cruce de fronteras (Becher 2001 [1989]; Dillon 2008; Gieryn 1983; Lamont y Molnár 2002; Lattuca 2001; Messer-Davidow 1991; Shumway y Wallerstein 2005 [2004]), frente a lo cual diversos autores destacan el carácter interdisciplinar (Jociles 1999; Rosaldo 2004) o las condiciones transepistémicas (Knorr-Cetina 2005 [1981], 1992) que caracterizan la organización y desarrollo del trabajo científico en distintos campos. Este trabajo busca reflexionar sobre el problema de fronteras o límites entre dos disciplinas vecinas, antropología y sociología, acotando la discusión a lo que acontece en el "terreno de los métodos y técnicas de investigación", uno de los niveles o dimensiones sobre las que se efectúa la distinción disciplinaria por diversos autores (Boisot 1979; Morin 2001; Toulmin 1977 [1972]; Zabalza 1987). En este sentido, podríamos preguntarnos ?de qué forma estas conexiones se hacen presentes entre los estudiantes y entre quienes ejercen la profesión (sobre todo, la profesión académica)? ?De qué manera dichas conexiones se reconocen y profundizan? O, dicho de otro modo, ?qué gatilla tal obliteración, así como el impulso por aumentar las brechas y desconexiones? Con el objetivo de problematizar las visiones autorreferenciales, no estaría de más recordar, para introducir este trabajo, algunos de los múltiples ejemplos que permiten ilustrar las conexiones entre antropología y sociología. A este respecto, es conocida la inclusión por parte de Marcel Mauss (¿sociólogo o antropólogo?) de la sociología en la antropología:

Los fenómenos sociológicos son fenómenos vitales y por tanto la sociología y la psicología forman parte de la biología, ya que únicamente se ocupan del hombre de carne y hueso que vive o que ha vivido. La sociología como la psicología humana forma parte de esa parte de la biología que es la antropología, considerada como la reunión de todas las ciencias que se ocupan del hombre como ser vivo, consciente y sociable (Mauss 1979: 269 [1971])1.

Desde un punto de vista opuesto, se puede traer a colación la consideración de la antropología como parte de la sociología, que fue definida por Alfred Reginal Radcliffe-Brown como una rama de sociología comparada de los pueblos primitivos; o por Lucy Mair, para quien "[.] la antropología social constituye una rama de la sociología y sus vecinas más inmediatas son las restantes ciencias sociales" (Mair 1970: 9). Mair afirma además, que "Muchos antropólogos sociales definirían hoy su materia como una rama de la sociología" (Mair 1970: 14), e indica que "Radcliffe-Brown la denominó sociología comparada, para senalar que, al igual que los sociólogos teóricos, andamos en busca de generalizaciones sobre todos los tipos de sociedades humanas" (Mair 1970: 14). No estaría de más insistir en la reconocida deuda intelectual de Leslie White hacia Robert E. Park; el traslado de las preocupaciones chicaguense al corazón de la antropología por parte de Robert Redfield ?yerno de Park? (Hannerz 1986 [1980]); la formación en psicología y etnología que recibió Williams Isaac Thomas en Alemania, su conocimiento del trabajo de Franz Boas y la autoidentificación como antropólogo en la primera etapa de su carrera (Diner 1975: 527 en Hammersley 1990: 67 [1989]; Joas 1990 [1987]); la influencia que Parson recibió de Malinowski en su paso por la Londres School of Economics (Kuper 2001 [1999])2; la contribución y posición en el campo de la antropología de varios doctores en sociología3, en particular, figuras como George Peter Murdock4, graduado en Economía, Sociología y Gobernanza en la Universidad de Pennsylvania (1925) con la disertación titulada "Kulturgeschicht" o Historia Cultural (Bernstein 2002), o la "doble formación", ya sea de diploma u oficio de muchos académicos e investigadores como, por nombrar algunos: Marcel Mauss ?sobrino de Emile Durkheim?, el antropólogo muy sociólogo William Lloyd Warner (Kuper 2001 [1999]), Pierre Bourdieu, Bruno Latour, etcétera5. Cómo obviar la existencia de departamentos de "Antropología y Sociología"6 u olvidar el caso, hasta 1929, de la Universidad de Chicago, que potenció el programa de investigación urbana que dio origen a la denominada "Escuela de Chicago"; la creación del "Departamento de Relaciones Sociales de la Universidad de Harvard" presidido por Talcott Parson -animado por la "teoría de la acción social"- en el cual se integraron la sociología, la antropología, la psicología clínica y la psicología social (Geertz 2002; Kuper 2001 [1999])7; el Centro de investigaciones Rusas de la Universidad de Harvard -centro de estudios y formación interdisciplinario-, cuyo primer director -en 1950? fue Clyde Kluckhohn (esposo de Florence Kluckhohn); el "Laboratorio de Relaciones Sociales de Harvard", conducido por el sociólogo y estadístico Samuel Stouffer (Geertz 2002); el "Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Princeton", fundado por Geertz en los anos setenta (Geertz 1996 [1995]); el Centro de Investigaciones Superiores INHA en México -hoy CIESAS-; la particular estructura de los programas de formación universitaria brasilena, lo que hace posible la especialización e investigación en varios campos8; o ciertas tendencias a la vinculación entre sociología y antropología, como aquella promovida por Gino Germani con la incorporación del antropólogo Ralph Beals en la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires en la década del sesenta, así como las conexiones entre disciplinas en el origen y desarrollo de la Carrera de Antropología de esa misma universidad (Visacovsky et al. 1997). Al respecto se podrían senalar muchos otros ejemplos. El problema es que la diferencia entre estas disciplinas tiende a ser reafirmada en el discurso académico, pero rara vez se aceptan de forma explícita los aspectos que, con algunos matices, comparten en los respectivos desarrollos que han tenido lugar en los distintos enclaves académicos y nacionales. !Tenemos la obligación de ir más allá de la respuesta fácil! "los antropólogos estudian las sociedades primitivas o no occidentales", y "los sociólogos estudian las sociedades industrializadas o urbanas", o "los antropólogos hacen etnografía" y "los sociólogos trabajan con estadísticas", y entrar en profundidad en una cuestión que, con diversas tonalidades, ha preocupado tanto a sociólogos como antropólogos no es sólo una preocupación de los nuevos tiempos. Deberíamos tender a un "talante" reflexivo y dialógico -términos o categorías no sólo utilizables en situaciones de investigación- y abocarnos a describir todos los matices y/o dimensionalidades que esto nos plantea a favor de la "comprensión" de un fenómeno que tiende a aparecérsenos como problemático.

MÉTODOS, METODOLOGÍA Y TÉCNICAS

Se reconoce que en las últimas décadas ha tenido lugar una profunda crítica a la denominada concepción "clásica" del método científico, e incluso se ha cuestionado la real existencia de algo que pueda definirse como método científico en tanto rector o garante del proceso de investigación (Conant en Klimovsky 2005 [1994]; Wallis y Roberts en Marradi et al. 2007). Sin embargo, un examen a la historia de la ciencia, y particularmente de las ciencias sociales, si bien permite reunir antecedentes que posibilitan una crítica a perspectivas fundadas en el monismo metodológico o en el denominado consenso ortodoxo (Piovani 2005), de ningún modo constituyen argumentaciones consistentes que permitan negar la existencia de formas de conocer que puedan ser referidas como metódicas, es decir, sistemáticas, transparentes, creativas y con referencia a lo empírico. Estas aproximaciones, está claro, hacen plausible hablar en propiedad de la existencia, no de un método, sino de diversos métodos de investigación social (Marradi et al. 2007; Schuster 2004) o, como senalara Klimovsky, referirían a "[.] un vasto conjunto de tácticas empleadas para construir el conocimiento" (Klimovsky 2005: 22 [1994]), entre las cuales existirían algunas estrategias fundamentales. Esta diversidad de métodos y técnicas puede obedecer a las dinámicas que tienen lugar en el campo científico, y se asocian a distintos orígenes y/o desarrollos alcanzados a la luz de variadas tradiciones teóricas y/o programas de investigación, ser adoptados en un determinado campo o por una disciplina que le imprime una impronta particular, o incluidos en distintos campos considerando su formulación y carácter original. Por ello, la afirmación en la cual Denzin y Lincoln expresa que "La investigación cualitativa tiene historias separadas y distintas en el campo de la educación, el trabajo social, las comunicaciones, la psicología, la historia, los estudios organizacionales, la ciencia médica, la antropología y la sociología" (Denzin y Lincoln 1994: 1) es parcialmente aceptable. Es precisamente un esbozo indicativo de la comunicación que acontece entre disciplinas o la interdisciplinariedad a nivel de métodos y técnicas (Jociles 1999) lo que se busca argumentar en este trabajo, buscando mostrar la imposibilidad de fijar la demarcación entre campos disciplinarios a este nivel. En tal sentido, la exploración realizada al origen y desarrollo de métodos y técnicas de investigación me hace coincidir con Jociles, quien sostiene que:

La "especificidad" de las investigaciones antropológicas no puede encontrarse ?en opinión de la autora? ni en los "campos" o "escenarios" en los cuales se investiga ni en el tipo de técnicas a que se recurre, sino en el uso a que éstas son sometidas por parte de un investigador que se ha formado lo que ?a falta de otro término mejor? puede denominarse una mirada [...]" (Jociles 1999: 1).

Y agrega que:

[...] es evidente que la permeabilidad de las fronteras de las diferentes disciplinas no afecta únicamente a la circulación de conceptos, teorías o estrategias metodológicas, sino también al traspaso de técnicas de investigación ... Si ojeamos los trabajos que se han venido realizando en los últimos anos (al igual que si nos fijamos en los efectuados en las primeras décadas de nuestro siglo), no se puede por menos que llegar a la conclusión de que las técnicas de investigación más que ser el terreno de la diferencia entre la antropología y, por ejemplo, la sociología o la historia, es un lugar de coincidencia [...] (Jociles 1999: 1).

Esta constatación encuentra su fundamento argumentativo en la concepción de método como artesanía, una conceptualización entre las varias otras que pueden encontrarse en la literatura (González 1987; Marradi 2002; Wallerstein 2005 [2004]). La imagen más clásica de "método científico" lo representa como la reproducción de normas rígidas, simples y fáciles de seguir, las que permiten la contrastación de enunciados teóricos de forma empírica; si bien esta concepción sigue siendo extendida, la práctica investigativa revela que no representa necesariamente la sucesión mecánica de un cierto número de pasos prescritos, sino más bien establece bases conceptuales y procedimientos generales (acordados, concensuados y descritos) que sirven como orientación para cursar el camino de la investigación ?entre prescripción y descripción o estrategia y táctica9. Involucra, como dirían Marradi et al. (2007), el arte de organizar diversas técnicas (selección de unidades, validación, recolección y de análisis de la información) en el marco de situaciones sociales de interacción, en las que se dispone el "sujeto" investigador10, las condiciones instituidas de investigación (tradiciones, orientaciones, recursos, tiempos, etc.) y el contexto social (actores sociales, normas de acción, dinámicas de interacción, imaginarios sociales, valores, etc.). Como define Davis, el método11:

es muy similar a una creación artística... pero no es un arte como la escultura y la pintura, en las cuales uno es libre de obtener cualquier cosa del material crudo. Es un arte como la arquitectura, en la cual se puede mostrar creatividad trabajando con materiales crudos caracterizados por limitadas propiedades ingenieriles, y para financiadores con presupuestos vinculados a objetivos precisos (Davis en Marradi et al. 2007: 52).

Este proceso de selección de técnicas parte tanto desde implicancias metodológicas como del "sujeto investigador", en que la prescripción (representada por los manuales o lo instituido) corre en forma paralela o interactúa con lo que se realiza efectivamente. El acto metódico no se funda en un actitud logocéntrica, sino que es el camino que se dirige a un espacio que también implica la apertura del sujeto cognoscente y el mundo que habita (Merleau Ponty 1985); la actividad del científico debe ser pensada como relacional (intersubjetiva) e implicada en un proceso reflexivo (Bourdieu y Wacquant 2005 [1992]). Al respecto, Woods sostiene que:

La excitación que supone el descubrimiento; el aburrimiento cuando llega el síndrome del "ya no pasa nada"; el placer del conocer personas e interactuar con ellas; los problemas de lograr el acceso a un lugar o llegar "a un callejón sin salida"; los errores y carestías; también el descubrimiento de nuevas formas de hacer las cosas, o de darle un nuevo uso a una técnica que ya existía, todos esto elementos forman parte de nuestra misión, y podremos sacar el máximo partido de los mensajes que recibimos de los demás cuando los veamos a la luz de nuestros propios procesos y situaciones de investigación [...]. De este modo la metodología y su estudio se basan en el mundo empírico (Woods 1998: 70-71 [1996]).

Así, la perspectiva propuesta se concibe como una instancia que hace posible poner en juego la creatividad en el marco de un proceso investigativo revestido de artesanalidad (Denzin y Lincoln 1994; Marradi 2002; Marradi et al. 1996 [1984]; Marradi et al. 2007), lo que dinamiza la dimensión prescriptiva o instituida en la tradición, y cuyo carácter es representado por Dilthey, a propósito de la comprensión, en la siguiente cita: "En toda comprensión hay pues algo irracional, como lo es también la vida misma; no se puede representar mediante formulas de operaciones lógicas" (Dilthey 1986 [1910]: 284-285). El método es estratégico, y es posible de entender en una tríada en la cual dialogan tradición del estilo disciplinario y formativo, el investigador como ser social o persona y el contexto social de investigación; he aquí su impronta creativa y artesanal. Por otro lado, el término "técnica" designa una capacidad artística, que no corresponde a aquella individual e irrepetible del genio, sino aquella doméstica y transferible desde un padre artesano a un hijo (Marradi 2002); referiría concretamente en el campo de la ciencia a:

[.] los procedimientos específicos empleados en una ciencia, o por un género particular de investigaciones, dentro de una ciencia [...] son las formas de cumplimentar el trabajo de una ciencia que están consideradas, por razones más o menos convincentes, aceptables por una comunidad científica. El adiestramiento científico tiene que ver en gran medida con la adquisición del dominio de las técnicas (Kaplan 1964, en Marradi 2002: 118).

De este modo, las técnicas poseen un carácter práctico y operativo, aprensible o traspasable por la comunicación formativa, y su concreción obedece a la posibilidad de aplicarlas en una investigación siguiendo ciertos esquemas preestablecidos, lo que requiere el manejo de competencias prácticas para un acertado desenvolvimiento. La técnica en investigación social es prescriptiva y operativa, y puede ser clasificada en: técnicas de recolección de información (observación, entrevista, cuestionarios etc.); de selección de unidades (diferentes tipos de muestreo); de calidad (transferibilidad, dependencia, confirmabilidad y credibilidad); de análisis (tipológicos, de contenido, semióticos, estadísticos, etcétera).

Como último alcance, habría que senalar que la puesta en marcha del método requiere metodología, en tanto demanda una reflexión constante que deriva de su carácter sistemático e implica una actividad consciente que pone de manifiesto la experiencia que acontece en la interacción entre investigador, investigado y contexto (adecuación del método); no constituye sólo una exposición posfacto o un ejercicio reconstitutivo. Para Marradi, el concepto de metodología presentaría una doble significación, asociada a los dos roles del metodólogo profesional:

Cuando estudia y ensena, el metodólogo debe de tener una orientación descriptiva, es decir, debe de estar abierto a aprender de las experiencias de otros investigadores evaluándolas sin prenociones, y estar dispuesto a referir de manera sistemática y sintética lo que ha aprendido. Cuando utiliza sus propias competencias, capacidad y experiencia al servicio de una investigación, suya o de otros, el metodólogo no puede ser más que prescriptivo, en tanto que debe elegir los instrumentos a utilizar y el cómo utilizarlos. En este sentido, será mejor que en sus prescripciones tenga en cuenta todo aquello que ha aprendido en su otro rol (Marradi 2002: 116-117).

Así, la reflexión sobre el método ?metodología? no sería exclusiva del filósofo o filósofo de la ciencia (Buchler 1961) ni del metodólogo. Es más, cada investigador debería ser, en cierta medida, filósofo de la ciencia ?epistemólogo? y metodólogo; es decir, debería ser consciente de desarrollos, límites y potencialidad asociadas a los enfoques y tendencia que se desarrolla en la actividad investigativa y el estilo del disciplinario que cultiva. Cualquier otra alternativa nos guiaría peligrosamente al metodologismo; "[...] la inclinación a separar la reflexión sobre los métodos de su uso real en el trabajo científico y a cultivar el método por el método mismo" (Bourdieu y Wacquant 2005: 59 [1992]). Precisado esto, se está en condiciones de exponer los argumentos que sostienen la imposibilidad de situar métodos y técnicas como referentes demarcatorios de la antropología y la sociología. La concepción de método presentada es refrendada por los distintos casos en los cuales la comunicación entre disciplinas ha permitido el traspaso de distintos procedimientos técnicos y el desarrollo de estrategias metodológicas que han quedado prescritas en el marco de tradiciones en ciencias sociales. Es su impronta artesanal la que hace posible la emergencia de lo genuino, así como la adaptación a las demandas específicas en lo que refiere a la construcción de objetos de estudio, ya sea en el marco de las denominadas "antropologías" o en el de las "sociologías".

MÉTODOS Y TÉCNICAS ENTRE LA ANTROPOLOGÍA Y LA SOCIOLOGÍA

Entre los estudiantes es común oír la idea de que los antropólogos hacen etnografía o investigación cualitativa y los sociólogos se abocan a investigaciones estadísticas o cuantitativas; así, más de algún profesor de antropología ha sido alertado de lo siguiente: !profesor, se rumorea en los pasillos de la facultad que los sociólogos saben de estadística! Pero ciertamente, esto es sólo parcial, ya que en realidad, la inclinación por una u otra aproximación metodológica (la puesta en marcha de ciertos métodos y ciertas técnicas) tiene que ver con los objetos de investigación que se construyen, y además, con los supuestos más generales que operan a nivel epistemológico o paradigmático. En antropología, se ha hecho popular la siguiente expresión: "[.] en antropología social lo que hacen los que la practican es etnografía. Y comprendiendo lo que es la etnografía o más exactamente lo que es hacer etnografía se puede comenzar a captar a qué equivale el análisis antropológico como forma de conocimiento" (Geertz 2003: 20 [1973]). Ésta, extraída de su contexto, se ha transformado en slogan de moda, y se ha tomado como una cuestión general para todas las "antropologías". Sin embargo, ?qué etnografía, dentro de la variedad de estilos etnográficos, es la que se esgrime? ?Se logran captar los límites de esta afirmación en el contexto de la historia de la antropología? Desde las claves conceptuales aquí sostenidas, la etnografía podría definirse en términos generales como un método12 que implica la realización de trabajo de campo, esto es, requiere que el antropólogo deje la labor de escritorio y se movilice a "terreno". Como afirma Guber (2004 [1991]), involucra un proceso descriptivo/interpretativo por medio del cual representación de lo que piensan y dicen los "nativos" por medio de una conclusión analítica ?no es el mundo de los "nativos", ni el mundo para los "nativos"? lo que para Cardoso de Oliveira (2004) implica la domesticación teórica de la mirada, en que el esquema conceptual dado por la disciplina -itinerario académico? funciona como prisma que produce una refacción sobre la realidad -mirar etnográfico?. Este proceso se lleva a cabo por medio de la interacción directa -corporeidad del investigador y vivencia intersubjetiva- que los etnógrafos establecen con los sujetos, comunidades o grupos, siendo el objetivo principal descubrir o generar estructuras conceptuales que permitan entender las formas de actuar y significar la realidad por parte del "otro", esto en el marco de una problema de estudio definido por el investigador (Gold, en Massey 1998) o consensuado con la comunidad. La necesidad de interacción directa implica la realización del trabajo de campo, instancia de incursión sistemática del antropólogo en la vida cotidiana del grupo; éste participa abiertamente o de manera encubierta en un contexto durante un tiempo relativamente extenso13, observando, escuchando, preguntando y escribiendo, es decir, recogiendo y organizando toda la información que pueda ser de utilidad respecto del tema de estudio (Cardoso de Oliveira 2004; Hammersley y Atkinson 1994 [1983]). Asociada a la experiencia vital que involucra el hecho de estar ahí (vivir con los nativos e interactuar directamente con ellos), y al hecho de que el etnógrafo es la principal herramienta de investigación (mira, escucha y pregunta), se suma la preparación necesaria que debe recibir tanto en cuanto a teoría (saber qué buscar, qué interpretar) como en tanto procedimental (cómo buscar). No se discute que, en gran media, la etnografía se aprende en el hacer, pero de ningún modo es pura actividad práctica. Polarizar teoría y práctica en etnografía nos haría perder dos aspectos fundamentales asociados a su realización: la vinculación entre lo prescriptivo (establece qué se debe hacer desde la teoría) y lo situacional (contextualización social y práctica que tiene lugar en el proceso investigativo). De esta relación emerge la reflexión que hace posible la reconstrucción descriptiva destinada a dar cuenta de las decisiones estratégicas tomadas en el trabajo de campo, así como de las condiciones en la cuales se ha llevado a cabo. Entre los variados estilos etnográficos, podemos encontrar la denominada etnografía de carácter multitécnico (Boas 1964 [1911]; Hammersely y Atkinson 1994 [1983]; Jociles 1999; Kaplan y Manners 1972; Lewis 1975; Malinowski 1975 [1922]; Massey 1998; Mauss 2006 [1947]; McEwen 1975; Mitchell 1967). Si bien el rasgo más característico de la etnografía refiere a la técnica de la observación participante -derivada del estar "ahí" en el trabajo de campo-, esta aproximación se encuentra compuesta por diversas técnicas de registro, análisis y textualización de información14, las que le otorgan este matiz multitécnico. Como senala Massey (1998), el antropólogo adopta una actitud de "magpie" frente a la información15, en tanto los datos que considera pueden provenir de un gran número de fuentes entre las que se encuentran documentos escritos, notas de campo (notas de observación, archivos de comunicaciones orales como discusiones, conversaciones, entrevistas o comentarios ocasionales), grabaciones de audio y video, datos cuantitativos como estudios o hallazgos experimentales. Massey (1998) es tajante en enfatizar que un estudio conducido mediante una técnica de campo no constituye una etnografía, esto debido a que, al generar sólo un tipo de "datos", no se logran apreciar las distintas dimensiones implicadas en los fenómenos socioculturales. Esta forma de entender la etnografía no es para nada novedosa. Ya a principios de siglo, Marcel Mauss, en las notas del curso de etnografía que dictó entre 1926 y 1939 en la École Practique des Hautes Études, en el College de France y el Instituto de Etnología, hace mención a cinco "métodos" que forman parte de lo que él denominó la etnografía intensiva: el morfológico y cartográfico (elaboración de cartografías para generar mapas con apoyo de fotografías aéreas en pro de un inventario, además de estadísticas geográficas y demográficas); el fotográfico (fotografiar objetos con comentarios identificatorios); el fonográfico; el filológico (conocimiento de la lengua indígena) y el sociológico (detalle histórico, elaboración de genealogías, autobiografías e interrogatorios). Con anterioridad, William Halse Rivers daba cuenta de la utilización del survey y el trabajo intensivo16; Bronislaw Kasper Malinowski promovía la recolección de material demográfico por medio de estadísticas locales así como de otras técnicas; Franz Boas, además de relevar la importancia del método histórico, realizó variados estudios en los cuales utilizó la aproximación estratigráfica y técnicas propias de la geografía humana (Boas 1964 [1911]; Fowler y Wilcox 2000; Mitchell 1967; Urry 1984). Lo anterior es un claro antecedente de que la etnografía fue, desde sus inicios, concebida como una aproximación multitécnica, y que en su definición no estuvieron presentes las dicotomías contemporáneas que la vinculan a un supuesto paradigma o método cualitativo en contraposición a uno cuantitativo. Por otro lado, tempranamente resalta la preocupación por parte del antropólogo británico Edward Burnett Tylor por las correlaciones como base del denominado "método comparativo". En 1889, Tylor publica el artículo "Un método de investigación del desarrollo de las instituciones aplicado a las leyes del matrimonio y la descendencia", en el cual comienza senalando lo siguiente: "El paso de los anos ha puesto en evidencia que la gran necesidad de la antropología es que su método debe fortalecerse y sistematizarse" (Tylor 1889: 245). Agrega que el método ha sido introducido de manera superficial en el campo de la antropología, siendo éste necesario para un tratamiento científico, y plantea "Mi objetivo es mostrar que el desarrollo de las instituciones puede investigarse sobre la base de tabulaciones y clasificaciones" (Tylor 1889: 245). Stocking (1992) reconoce en E. B. Tylor y Herbert Spencer a los fundadores de la tradición comparativa en etnología, y con ellos, el inicio de una línea de investigación que incorporó la estadística; los conocidos Human Relations Area Files (promovidos por W. G. Sumner, A. G. Keller y G. P. Murdock) constituyen una elaboración que se nutre de la compilación sistemática de Spencer, así como "La cultura material y las instituciones sociales de la gente simple: un ensayo en correlaciones" publicado en 1916 por Hobhouse, Wheeler y Ginsberg trasluce la influencia de Tylor. Clyde Mitchell 1967] da cuenta de manera sistemática del rol que jugó la cuantificación representada por el aporte de las técnicas estadísticas en el análisis, así como en la aplicación del survey en la recolección de información. Lo que constata Mitchell es que, si bien la estadística fue utilizada en el análisis de información, ocupó un lugar secundario o se remitió exclusivamente al apoyo de interpretaciones que provenían desde la observación de campo y entrevistas. La mayoría de las operaciones estadísticas (medias, ratios, frecuencias o porcentajes) fueron referidas a la descripción bajo la lógica de la medición numeral (no numérica), como apoyo analítico vinculado a ciertos tipos de datos que el investigador lograba recolectar (e.g., demográficos), o dependían directamente de la orientación y el desarrollo teórico que se buscaba alcanzar. El mismo Mitchell (1999 [1966]) da cuenta de las ventajas de complementación entre survey y observación participante, tanto en el emergente campo de estudios antropológicos urbanos en África, como también en sociedades primitivas; y hace alusión a la siguiente cita de Foster:

Los antropólogos han demostrado asimismo que los métodos estadísticos, por muy elementales que sean, son apropiados para el estudio de las denominadas sociedades simples, aunque no se acepte comúnmente la importancia esencial que revisten para el estudio de la estructura social de cualquier sociedad, ni el hecho que, en definitiva, no son sino una depuración de los imperfectos métodos de comparación e inducción que se utilizan habitualmente (Foster en Mitchell 1999: 58-59 [1966]).

Lo fundamental radica, para este autor, en conocer las potencialidades de cada método, de manera de utilizarlos apropiadamente conforme con su mayor aporte en el proceso de investigación: contrastar y clasificar hipótesis y profundizar en la generalización de resultados. En esta línea, Oscar Lewis (1975) examina la incorporación de la lógica experimental en el trabajo de campo observando, además, la fuerte influencia que en él tienen diversas técnicas desarrolladas en la psicología social (como el TAT y el test de Rorschach)17; de más estaría agregar los conocidos estudios de George Murdock (1975)18 o de Meyer Fortes (en Lewis 1975). Así podríamos referir un vasto número de otros ejemplos19. Como podemos apreciar, tanto etnografías clásicas como contemporáneas reflejan una práctica investigativa que no problematiza la puesta en escena de unas u otras técnicas; asimismo, la estadística ha tenido un papel relevante en el desarrollo de algunas antropologías. Por otro lado, en la actualidad, muchos investigadores continúan considerando a la etnografía como una aproximación multitécnica, en tanto ofrece una gran flexibilidad en la incorporación de procedimientos de recolección y análisis de información (Hammersley y Atkinson 1994 [1983]; Jociles 1999), y se cuestionan las perspectivas que la definen como un aproximación cualitativa y que, sin embargo, no permiten explicar la polivalencia que se expresa en la práctica de múltiples etnógrafos. La etnografía se manifiesta de diversas formas o, si se quiere, da lugar a variados estilos20, lo que se desprende de las orientaciones epistemológicas y teóricas desde las cuales el investigador observa la realidad (Luque 1990 [1985]; Patton 1990; Reeves 2002 [2000]; Vidich y Lyman 1994). Sin embargo, para quienes pensamos que la etnografía se concreta en una estrategia de investigación ?dinámica prescriptita/descriptiva- sugerimos que, más que una clausura ideológica, debe operar una apertura metodológica que sopese los múltiples factores que entran en juego en la situación de investigación, a saber: decisiones ligadas a la delimitación del objeto de estudio, el grado de conocimiento que ya existe sobre él, los aspectos concretos a los que se quiere prestar atención, las características de la población y de los escenarios en los que se ha pensado investigar, el alcance teórico que se le desea dar a los resultados y/o la intención más o menos comparativista que se alberga desde un principio (Jociles 1999). Para el caso de la sociología, su carácter cuantitativista o estadístico, como instancia demarcadora y característica particular, también es discutible. Aquí podemos mencionar una larga tradición de estudios en los que se incorporan métodos y técnicas cualitativas o no estadísticas (observación participante, entrevistas, análisis de documentos y estudios de caso) que suelen ser atribuidas en su origen a la denominada "Escuela de Chicago"21. Como se mencionó al comienzo de este acápite, los métodos y técnicas pueden tener orígenes diversos, e incluso la revisión retrospectiva o genealógica permite apreciar la variación que ocurre en ellos a lo largo del tiempo22. Sobre el origen de lo que hoy denominamos métodos y técnicas cualitativas no podemos más que reconocer fuentes múltiples e, incluso, que su origen puede ser fijado más allá de los hitos y periodos de institucionalización de la ciencia moderna y de la ciencia social (Herodoto, algunos cronistas y viajeros, Giambattista Vico, etc.). Así, en antropología ?sobre todo norteamericana? se indica como uno de los creadores de la etnografía y de la observación participante23 ?no de los términos, pero sí de la práctica? a Frank Hamilton Cushing, un explorador, etnólogo y arqueólogo de oficio que desarrolló numerosas expediciones al sudoeste americano y que concretó una estadía de cerca de cuatro anos y medio entre los Zuni de Nuevo México entre 1879 y 188424. Producto de ello, Cushing delinea su método ?participante observador u observador totalmente participante? senalando que: "Yo no me considero un hombre de tanta habilidad como aquellos que me precedieron, pero mi método debe tener éxito. Yo vivo entre los indios, como su comida, duermo en sus casas [.] en cuenta de esto, gracias a dios, mis notas pueden contener mucho más que aquellas que todos los otros exploradores han comunicado" (Cushing 1979: 136-137)25. Por otro lado, de más son conocidos los orígenes y la institucionalización formativa y conceptual realizada por William Halse Rivers, Franz Boas y Bronislaw Malinowski para la antropología académica26. Para el caso de la sociología, el origen del término observación participante se le atribuye a Eduard Christian Lindeman, eso sí, con un sentido completamente diferente del que se rescata en Cushing, y que forma parte central de la etnografía en antropología.

Con propósitos experimentales llamamos "observadores participantes" a los observadores que colaboran con nosotros. El término no implica que los observadores participen en el estudio sino que participan en las actividades del grupo observado [.] Hay pocas personas disponibles para una tarea de esta índole y las que existen deben ser entrenadas, lo cual tiene sus propias dificultades. ?Había que preparar al observador participante para que busque exactamente los mismos factores por los que se interesa el observador que permanece fuera del campo? Este método conducirá inevitablemente a errores, porque el observador participante debe tener libertad para percibir muchas cosas que nunca podría ver el observador que permanezca afuera (Lindeman 1924 en Bruyn 1972: 37 [1966]).

Lindeman habla de observadores participantes, lo que tiene cierta relación con lo que se denominó "informante clave" o "nativo" y con la figura del "informante recolector" ?administradores coloniales, exploradores, etc.? propio de la primera etapa de la antropología ?caracterizada por los teóricos "armchair"?, para quienes los antropólogos como Marcel Mauss elaboraban manuales de etnografía y dictaban cursos formativos que les permitían adquirir dominio técnico en pos de perfeccionar la recolección de información. Con anterioridad, Robert Ezra Park27 reconoce la influencia de los métodos de la antropología, y senala que:

Hasta ahora, la antropología, la ciencia del hombre, se ha dedicado principalmente al estudio de los pueblos primitivos. Sin embargo, el hombre civilizado constituye un objeto de investigación igualmente interesante, y además su vida resulta más accesible a la observación y al estudio. La vida y la cultura urbanas son más variadas, sutiles y complejas, pero los resortes fundamentales son semejantes en ambos casos. Los mismos métodos de observación paciente que antropólogos como Boas y Lowie han aplicado al estudio de la vida y costumbres de los indios norteamericanos pueden emplearse incluso de forma más fructífera al estudio de las costumbres, creencias, prácticas sociales y concepciones generales de la vida que prevalecen en Little Italy, en el Lower North Side de Chicago, o incluso para registrar los más sofisticados hábitos de los residentes de Greenwich Village y de los alrededores de Washington Square, en Nueva York (Park 1999: 50 [1915]).

Podríamos senalar que la "Escuela de Chicago" recoge los aportes metodológicos de la antropología y de la etnología -no hay que olvidar que William Isaac Thomas se formó en etnología en Alemania28, y William Lloyd Warner en antropología?, los perfecciona para su aplicación en los contextos urbanos y desarrolla, además, otras innovaciones como el trabajo con documentos personales (diarios, cartas, autobiografías y relatos de psiquiatras respecto de pacientes), entrevistas, estudios de caso, y comprueba su relevancia para los estudios sociales, como la utilización de cuestionarios y estadísticas (Hannerz 1986 [1980]); esto lleva a Becker (1966 en Hannerz 1986 [1980]) a definir los estudios de Chicago como un mosaico, en que cada estudio "[.] contribuye como una pieza al conjunto y sirve de contexto para las demás" (Becker 1966 en Hannerz 1986: 67 [1980]). En este sentido, uno de los trabajos que marca un hito es El campesino polaco en Europa y América, trabajo desarrollado entre 1918-1920 por Florian Znaniecki y William Isaac Thomas ?que comprendió cinco volúmenes? y en el cual se utilizaron documentos personales (cartas)29, entrevistas y biografías. Este trabajo estuvo orientado a la acumulación de datos sobre la experiencia vivida por el campesino polaco en la adaptación a la emigración, buscando recoger la dimensión subjetiva representada por el punto de vista del actor. En él, los conceptos clave refieren a actitudes y definiciones de situación, y no buscan representatividad, verificación de hipótesis ni análisis de correlación estadística (Alvira 1983). F. Znaniecki comenta, haciendo alusión a la importancia de la observación participante, lo siguiente:

Cuando deseo averiguar de primera mano qué es cierta actividad, así como cuando deseo obtener información también primaria sobre un objeto, trato de experimentarla. Hay un único modo de experimentar un objeto: "observarlo" personalmente. Hay un único modo de experimentar una actividad: desempenarla personalmente. Los hombres prácticos insisten en esto: le dirán que usted no puede comprender por completo lo que están haciendo mientras no lo haga usted mismo. Los científicos han llegado a reconocer esto [.] (Znaniecki 1934, en Bruyn 1972: 117 [1966]).

En tanto Thomas reconoce que su metodología es una síntesis de la antropología o la observación participante del etnógrafo, el método de estudio de caso del trabajador social y el análisis de contenido producido en la tradición de las disciplinas humanistas (Hammersley 1990 [1989]), William Lloyd Warner declara utilizar la observación y las entrevistas informales, y reconoce el traslado de los "métodos de trabajo de campo" desarrollado en antropología para estudiar sociedades primitivas al estudio de la comunidad de Nueva Inglaterra. También podrían mencionarse como ejemplos de la utilización de la observación participante que destacan en la temprana sociología americana -entre otras técnicas? el estudio de Helen y Robert Lynd ?este último, ordenado ministro protestante? llamado Middletown, el cual fue solicitado por el Consejo de Iglesias, y buscó conocer el estado moral de las comunidades cristianas, para lo cual analizó la vida de una comunidad típica americana. Los Lynd tomaron contacto con el antropólogo Clark Wissler, quien les proveyó conocimiento sobre inventarios culturales y listas estándar de categorías usadas en antropología para organizar la data de campo (Wissler 1923, en Vidich y Lyman 1994). Otro ejemplo es el trabajo de Williams Foote Whyte (1943), quien se convirtió en un miembro de una barra callejera y desarrolló un estudio al que posteriormente denominó "La sociedad de las esquinas" (Bruyn 1972 [1966]), que trató sobre los italianos residentes en América en el norte de Boston, donde Whyte participó en la vida de Cornerville (Vidich y Lyman 1994). Podríamos seguir mencionando la incorporación de perspectivas cualitativas en sociología. Es reconocido el tránsito entre antropología y sociología de Erving Goffman, y aun cuando su filiación ha sido con la sociología, intelectualmente su estilo de trabajo ha estado cercano al de un etnógrafo-antropólogo. Sin duda, su paso, a principios de los anos cincuenta, por el Departamento de Antropología Social de la Universidad de Edimburgo y como profesor "Benjamín Franklin" de Antropología y Sociología de la Universidad de Pensilvania ha servido de contexto para ello (Hannerz 1993 [1980]). También podríamos hacer mención a las reflexiones metodológicas en el marco del interaccionismo simbólico por parte de su creador, Herbert Blumer (Hammersley 1989), como también, en etnometodología, las consideraciones de Harold Garfinkel, en particular el desarrollo del método de acontecimientos críticos (Pourtois y Desment 1992 [1988]), las reflexiones metodológicas de Cicourel en Método y medida en sociología, así como el desarrollo de la "etnografía constitutiva" por parte de Hugh Mehan (Culon 1988 [1987]; Holstein y Gubrium 2005 [2000])30. Incluso Paul Felix Lazarsfeld31, quien perfecciona y desarrolla aspectos técnicos en los estudios mediante encuestas y cuestionarios ?con lo cual brinda,, desde la Universidad de Columbia, un impulso a la metodología cuantitativa en sociología?, considera el aporte de la investigación cualitativa no sólo en la fase preparativa de investigaciones cuantitativas -fase exploratoria-, sino también en el desarrollo teórico (Barton y Lazarsfeld 1966 [1961]). Como ha sido constatado por Piovani et al. (2008) en su estudio acerca de la observación participante en los primeros manuales de metodología sociológica, hacia fines de la Primera Guerra Mundial tiene lugar una etapa caracterizada por un pluralismo en las prácticas investigativas con un énfasis positivista, sin una clara diferenciación de alternativas metodológicas. Posteriormente a la Segunda Guerra, se produce una rápida aceptación de los métodos estadísticos y la creciente influencia positivista, con lo que adquiere preponderancia la investigación mediante cuestionarios (survey), la que fue alcanzando autosuficiencia, surgiendo alternativas metodológicas bien diferenciadas que incluyeron además encuestas, análisis secundario/documental y observación. Lo que habría que precisar es que de ningún modo los métodos y técnicas cuantitativas han sido conditio sine qua non de la sociología. A modo de comentario final de este apartado, podemos hacer referencia a investigaciones que buscan constatar, entre otros tópicos, las perspectivas de investigación incorporadas por los sociólogos en Chile (Ramos 2005) y la Argentina (Gómez y Lago 2003). Si nos remitimos al caso chileno, Ramos desarrolla un estudio de 105 investigaciones realizadas por sociólogos entre 2000 y 2004 en el que analiza procedimientos de investigación y fundamentos epistemológicos y ontológicos. Ramos (2005) distingue entre "métodos de generación de información" -de los cuales reconoce 13 técnicas- y "métodos de análisis". Según este autor, destacan el uso de entrevista en profundidad y de datos secundarios seguidos de la encuesta; en último lugar queda la observación. En relación con técnicas de muestreo, se impone el "intencional o teórico". Los tipos de análisis que destacan son, en primer lugar, cuantitativos (40%, entre los que prima el descriptivo simple); mixtos (35,2%) y cualitativos (24%, entre los que prima el descriptivo etnográfico). Por otro lado, sobre la caracterización de la producción sociológica de Buenos Aires entre 1984 y 1996, Gómez y Lago (2003) identifican como la principal orientación metodológica la de tipo cualitativa (41%), seguida de la cuantitativa (30%) y la mixta (29%). Entre las técnicas de recolección priman los datos secundarios (38%), seguidos de fuentes documentales (19%), entrevistas (19%), cuestionarios (17%) y observación (8%); en el análisis destaca estadísticos simples (47%) y el cualitativo simple (43%). Lo anterior ilustra la utilización de enfoques y técnicas de recolección y análisis cualitativos y cuantitativos entre los sociólogos de ambos países para los respectivos periodos en estudio. Si bien el porcentaje de la observación es inferior en lo que respecta a técnicas de recolección, la investigación cuantitativa no representa un rasgo definitorio del trabajo sociológico. Estas investigaciones permiten reafirmar la idea que el criterio de demarcación entre sociología y antropología no operaría a nivel de métodos y técnicas, al menos para los contextos estudiados. Como ya se advirtió, que antropólogos y sociólogos sigan vinculando su trabajo a los mismos métodos y técnicas -como por ejemplo la etnografía y la observación participante- se relaciona con una preocupación por ciertos problemas de conocimiento que demandan la necesidad de desarrollar o incorporar estas formas de realizar investigación. En las últimas décadas esto se afianza o estrecha a la luz de perspectivas de orientación "comprensiva" y el desarrollo de una antropología y sociología de raigambre fenomenológica y/o hermenéutica, lo que se expresa en corrientes como el interaccionismo simbólico, la etnometodología y la antropología interpretativa. A pesar de que Vidich y Lyman (1994) plantean que ni la antropología ni la sociología nacieron con el interés de comprender al otro -algo discutible a la luz de casos de algunos pioneros como Morgan, Boas, entre otros-, enfrentarse a "otro distinto" lleva inevitablemente a formular la interrogante de cómo conocer al "otro" para "explicar" la otredad (su diferencia), cuestión medular en antropología y sociología cada vez que se sitúa frente a realidades culturales lejanas -otras culturas- o próximas -la cultura del antropólogo-, lo que lleva a que la antropología desarrolle los métodos etnográficos32. No se puede negar la raigambre colonial de la antropología, cuestión que atraviesa a las ciencias sociales en general, y que tiene que ver con la institucionalización académica, su rol en el marco de las políticas del Estado y las instancias de financiamiento; pero hay que situar la reflexión, no en la generalización totalizante, sino también a la luz de los casos que demuestran compromiso y dan cuenta de la contribución que estas disciplinas han realizado tanto respecto de la discusión de las bases de su propia cultura (Godelier 2000), así como su carácter y ciencia, disciplina y profesión.

CONSIDERACIONES FINALES

Tony Becher (1987) introduce su artículo "La formación disciplinaria de la profesión" con una analogía que parece interesante. Un transbordador espacial acercándose a la tierra, a cientos de millas, observará una esfera uniforme. A medida que reduce la distancia, se podrán apreciar con mayor propiedad aspectos que parecían indistintos: océanos, nubes, costas, montanas, lagos, ríos, etc. Tras el aterrizaje, la perspectiva es limitada, pero detallada. Algo similar sucede cuando uno examina una "disciplina": a medida que acercamos el foco, la noción de uniformidad desaparece (emergen conexiones intelectuales y cooperaciones académicas) y la idea de límites claros se vuelve problemática (incluso el concepto mismo de disciplina). El caso de la antropología y la sociología no es distinto; a pesar de que "desde la lejanía" se las considere y ensene (en manuales y en la formación de pregrado) como disciplinas bien definidas, un rastreo apenas sistemático hace emerger toda clase de relaciones que nos hablan de una clara "vocación interdisciplinaria", condición que, podríamos senalar, abarca el conjunto de las ciencias sociales. A este respecto, en múltiples ocasiones la antropología ha sido definida como una disciplina con vocación interdisciplinaria, vocación que apela a diversos fundamentos. Stocking releva el carácter de fusión que la antropología posee, siendo "[.] profundamente interdisciplinaria tanto en su origen como en su constitución" (Stocking 2002: 14). Autores clásicos también han realizado observaciones en esta dirección; Kardiner, por ejemplo, senala que:

El hecho de que cada una de las disciplinas pueda llevar una existencia independiente indica que tiene una labor propia. En circunstancias constituyen un obstáculo cuando tratan de colaborar en un problema de interés común, por cuanto no pueden incomprenderse mutuamente. Es evidente, por lo tanto, la necesidad de encontrar la forma de que la experiencia de cada una de las disciplinas sea asequible a la otra (Kardiner 1945: 27 [1939]).

Firth plantea que "Cuanto más se aproxime el antropólogo al examen de la civilización contemporánea, tanto más deberá tener en cuenta el aporte de las otras ciencias sociales para la solución de los problemas" (Firth 1971: 33 [1951]); Beattie, para quien:

Los antropólogos sociales, más que otros científicos sociales, necesitan tener por lo menos un leve conocimiento de algunos de los conceptos y métodos de muchas otras disciplinas. [lo que se debe a que] en las sociedades más simples y pequenas que generalmente estudian, muchas de las relaciones y valores sociales institucionalizados en que están interesados pertenecen a campos estudiados por otras disciplinas especializadas en culturas más complejas (Beattie 1986: 51 [1964]).

Gluckman y Eggan, por su parte, sostienen que:

A medida que se independizaban entre sí las diferentes antropologías, los respectivos especialistas recurrían a otras ciencias cuyas técnicas y métodos de análisis se adecuaban más a sus problemas que los de sus antiguos colegas. [agrega que]. Aparentemente, el rasgo común de la antropología social, cultural y psicológica era su carácter comparativo y multidisciplinario [.] (Gluckman y Eggan 1999: 13-14 [1966])33.

En cierto modo, éste carácter también es reconocido por Marvin Harris y Claude Lévi-Strauss; para el primero,

[.] la correcta comprensión de las opiniones del período que precedió inmediatamente a la cristalización formal de las especialidades científico-sociales, resulta absolutamente necesaria una cierta dosis de calculada indiferencia ante los límites disciplinares existentes. Sin duda sería útil mantener esa indiferencia y la consecuente ampliación del campo de visión hasta el momento actual, dado que la teoría antropológica contemporánea como parte muchos de sus rasgos con las disciplinas adyacentes (Harris 2006: 6 [1968]).

Para el segundo, la antropología era aún una ciencia en desarrollo, la cual se encuentra asociada a otras disciplinas, por tanto:

[.] lejos de aparecer en el escenario del desarrollo científico como un cuerpo autónomo que reivindica su lugar entre otras disciplinas, cobrara forma un poco a la manera de una nebulosa, incorporando progresivamente una materia hasta entonces difusa o repartida de otro modo, y determinando, por efecto de esta misma concentración, una redistribución general de los temas de investigación entre todas las ciencias humanas y sociales (Lévi-Strauss 1995: 360 [1968]).

Sin embargo, la vocación interdisciplinaria, así como el carácter dinámico y heterogéneo, que para Geertz sería una constante34 en antropología, parece ser una característica común entre las disciplinas que conforman las ciencias sociales. Frente al consenso que se articula en torno a la "naturaleza" multiparadigmática (Cardoso de Oliveira 2004 [1993], 1996; Ortner 1984) o en "equilibrio poliparadigmático" (Stocking en Cardoso de Oliveira 1996) de la antropología, la sociología exhibe una condición similar, marcada por periodos de pluralismo teórico, así como de integración y desintegración (Johnston 1998), y por "[.] el vago y cambiante carácter de gran parte de su conocimiento, sus tendencias a la modas teóricas pasajeras y lo trillado de algunas de sus leyes" (Jones 1976 en Becher 2001: 63 [1989]). Esto podría ser una constatación de la diversidad de objetos de investigación ?y por ende, de teorías y métodos? que han sido construidos o dinamizados por ambas disciplinas desde sus inicios, situación que puede dejar en evidencia las conexiones y "cruces de fronteras". Si esto es así, es necesario un replanteamiento de los conceptos y categorías referenciales que se basan en una lógica excluyente que tiende a oscurecer las conexiones y cooperaciones que tienen lugar en las ciencias sociales. Así, el concepto de disciplina se vuelve problemático fuera del contexto de organización institucionalizada del trabajo científico y de la profesión en el ámbito académico, y habría que renunciar a la idea de buscar argumentaciones que intenten justificar la demarcación en el contexto intelectual (epistemológico, teórico, metodológico). Si reconocemos que las disciplinas son ensambles socioculturales (en los que hay que evitar generalizaciones excesivas o más bien extensivas, tales como "todos los x son y", o "la antropología es." y "la sociología es."), debemos atender cómo intervienen en su desarrollo y reproducción -en sus definiciones, así como en la construcción de objetos, teorías y métodos- cuestiones propias del contexto o de la "indicialidad de la acción" (Knorr Cetina 2005: 111 [1981]); es decir, cómo "las prácticas científicas se componen y recomponen mediante las conversaciones locales y el carácter ordinario de las actividades disciplinarias incorporadas" (Lynch et al. 1983 en Kreimer 2005), y cómo se perfilan estilos disciplinarios particulares a partir de "[.] la influencia en la situación nacional, el estilo de pensamiento o clima de opinión; las particularidades de la estructura académica en los diferentes países; las características del bagaje y entrenamiento [.] los grados de diversidad entre la disciplina en el país [.]" (Gerholm y Hannerz 1982: 5-6). Pensar desde una lógica de la interconexión y de las definiciones no evidentes nos traslada al plano de la reflexividad epistémica para recordar que estamos situados en un entramado de posiciones, disposiciones y predisposiciones, lo cual requiere la ruptura con la "doxa académica y con todas las ideologías 'profesionales' de los profesionales del pensamiento" (Bourdieu y Wacquant 2005: 139 [1992]). Aquí, la lógica de las conexiones nos lleva a advertir las dificultades que existen a la hora de establecer de manera clara los límites o fronteras de algunas disciplinas, y reconocer que esto obedece a cierto grado de arbitrariedad que ha operado en la distinción de los distintos campos de conocimiento (Gieryn 1983), así como de movimientos y desplazamientos que han tenido como resultado ciertas imbricaciones y solapamientos. Estos mismos movimientos permiten registrar en la historia de la ciencia una tensión entre especialización e interacción (Ben-David 1971), lo que tiende a perturbar sistemas rígidos de clasificación y organización del conocimiento y de las disciplinas en universidades e instituciones de investigación. Aquí cobran mucho sentido factores como los enunciados por Gerholm y Hannerz (1982), que nos llevan a pensar las disciplinas como imbricadas en las dinámicas históricas y locales35, que configuran diversidades internas como cercanías e interconexiones con otros campos de conocimiento, lo que otorga la posibilidad de conformación de comunidades interdisciplinarias, académicas o redes de cooperación formales e informales (Crane 1972; Granovetter 1973; Mullins 1968; Price 1972 [1963]; Storer 1966)36. Así, enfoques situacionales o contextuales traslucen una crítica a concepciones exclusivas de la disciplina y enfatizan las operaciones que tienen lugar en la práctica cotidiana, para lo cual es fundamental la observación de acciones y la toma de decisiones. Al respecto, Steve Woolgar plantea que "La imagen ordenada y pulcra que se filtra a través de las explicaciones idealizadas del proceder científico tiene poco que ver con la esgrima de la práctica cotidiana del laboratorio [.] Las decisiones sobre el tipo de instrumentos a usar, las clases de experimentos a realizar y los modelos de interpretación más apropiados, dependen en gran medida de condiciones, circunstancias y oportunidades locales" (Woolgar 1991: 133 [1988]). Knorr Cetina (1992) senala que la mayoría de los estudios contemporáneos de la ciencia operan con una noción de comunidad de especialistas en tanto grupo organizado social y cognitivamente, lo cual no problematiza que en muchos casos existe rivalidad entre orientaciones teóricas, metodologías y objetivos. Para esta autora, "El trabajo científico parece estar inserto en contextos que, por naturaleza y necesidad, apuntan más allá de las áreas de especialidad por las cuales los contadores de la vida científica puedan clasificar un trabajo. Paradójicamente, el propio trabajo interno de la ciencia demuestra que el internalismo implicado en nuestra preocupación por la comunidades científicas o por los campos de especialidad necesite, finalmente, ser rechazado" (Knorr Cetina 1992: 126). Por ello, mientras en el plano institucional algunos reivindican la exclusión e independencia propias de una visión clásica de las ciencias sociales (Lamont y Molnár 2002), otros fomentan la inclusión e interdependencia; ambas tendencias deben ser reconocidas como propias de la dinámica científico-académica. Si bien hay que reconocer que la diferenciación continuará operando, actualmente es muy difícil sostener criterios que permitan identificar de manera excluyente y generalizable ?purista, si se quiere? una antropología y una sociología. Hay que reconocer que es necesaria cierta dosis de relativismo en el discurso académico, esperando que la formación de futuros profesionales no se construya con base en barreras que parecen ser poco sostenibles, y se incorporen los múltiples matices que tienen lugar en el desarrollo histórico de ambos campos. Las sociologías y las antropologías seguirán sus caminos, más próximas en ciertos contextos y en determinados momentos de la historia, más lejanos en otros; también habrá "psicoantropologías" o "antroposociologías", respuestas que han trascendido los disciplinamientos, los cotos de caza, los monopolios por el prestigio y los recursos; en definitiva, la "doxa académica". Lo que se ha intentado poner en discusión es el problema de la identidad de dos disciplinas que a lo largo de su historia han mostrado transitar por "arenas" o "territorios" muy similares. Como se senaló, podemos reconocer fronteras, pero también lugares de encuentro; habrá que avanzar en una lógica más allá del tercero excluido, y en una definición no evidente de las cosas. Esta es una modesta invitación a "indisciplinar" las ciencias sociales.

Agradecimientos

Dedico este trabajo a la memoria de la profesora Teresa Durán Pérez, recientemente fallecida. Fue sin duda una maestra, quien se entregó por completo a la antropología y que con sus ensenanzas y conocimientos influyó profundamente entre quienes tuvimos el placer de ser sus estudiantes y posteriormente colegas en el Centro de Estudios Socioculturales y la Escuela de Antropología de la Universidad Católica de Temuco, Chile. Siempre estará en nuestro recuerdo, estimada profesora. Agradezco al Ministerio de Educación y a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Gobierno de Chile, que han posibilitado la realización de este trabajo a través del aporte de Becas Chile. Hago extensivo mi agradecimiento a la Universidad Católica de Temuco, que me ha brindado el tiempo y los recursos para dedicarme a mi investigación doctoral.

NOTAS

1.- Publicado originalmente en la Revista de Psicología Normal y Patológica, y presentada el 10 de enero de 1924 en la Sociedad de Psicología.

2.- El mismo Parsons, en un libro dedicado a la obra de Malinowski, senala "[.] mi primer contacto con la obra de Malinowski fue un curso de conferencias en la London School of Economics, en 1924, con el titulo 'La psicología de los pueblo primitivos', basado en el manuscrito, entonces inédito todavía, de este ensayo tan merecidamente famoso" (Parsons 1957: 64 [1974]).

3 .- P. E. Goddard, A. E. Jenks, Loomis Have-Meyer, George Grant MacCurdy, Morris Steggerda, Wilson Dallam Wallis y Hutton Webster (Bernstein 2002).

4.- Murdock es promotor, entre otras iniciativas, del Atlas Etnográfico Mundial, investigación que considera una muestra de 565 culturas: 116 en África; 78 en el circunmediterráneo; 85 en Euroasia; 99 en el Pacífico insular; 110 del norte de América; y 77 de América del Sur.

5.-Sobre la trastienda en la relación de la antropología y sociología en Estados Unidos, cf. Kuper (1999 [2001]).

6.- En este mismo sentido, Lévi-Strauss afirma que, excepto en Gran Bretana, en otros países es casi imposible identificarla como disciplina autónoma ya que en "[.] muchos departamentos universitarios, sobre todo en los Estados Unidos, se denominan 'de antropología y sociología', de 'antropología y ciencias sociales' y otros títulos equivalentes" (Lévi-Strauss 1968: 359 [1995]). Para el caso de Inglaterra, Lucy Mair senala que "Hay universidades en las que los especialistas en el estudio de la sociedad industrial, a los que siempre se ha denominado sociólogos, y los antropólogos sociales son miembros del mismo departamento, y estudiantes que se gradúan en la misma especialidad siguen cursos en ambos campos de investigación" (Mair 1970: 14).

7.- Al respecto, Kuper recuerda que "Junto con otros colegas, Parsons y Kluckhohn habían montado un shop club en Harvard, un grupo de discusión informal bautizado con el improbable nombre de Levellers, 'niveladores'. 'Al reunirnos en la casa de cada uno de nosotros', recordaba Parsons, discutíamos todo un abanico de problemas que finalmente resultaron constituyentes del experimento organizativo que fue el Departamento de Relaciones Sociales. Parsons y Kluckhohn habían preparado juntos el terreno, impartiendo un curso interdisciplinar que condujo directamente a una esbozo de la carta fundacional 'Hacia un Lenguaje Común para el Área de las Ciencias Sociales'" (Kuper 1999: 72-73 [2001]).

8.- Cardoso de Oliveira senala que en Brasil "La disciplina de la sociología es dada durante los cuatro primeros anos que dura en promedio la graduación en Ciencias Sociales con una ligera predominancia pedagógica sobre la antropología y la ciencia política. El resultado de esto mismo en la formación posgraduada del antropólogo, es que el joven Maestro o Doctor transita con facilidad en las disciplinas que constituyen su curriculum de graduación. Así, los 'estudios de comunidad' fueron indistintamente llevados a cabo por sociólogos o antropólogos en los anos 40 y 50 [.]" (Cardoso de Oliveira 1999: 34).

9.- Incluso lo que se ha denominado método cuantitativo, y que agrupa distintas técnicas de recolección, validación, análisis y representación de información numérica o numeral no está ajena del todo a esta característica. Si bien tiende en mayor medida a la prescripción debido a lo estandarizado de la operatoria de muchas de sus técnicas, lo artesanal está ligado precisamente a organizar estas técnicas en el proceso de investigación; seleccionar las más adecuadas según los contextos de investigación, adaptar cuestionarios, escoger procedimientos muestrales más idóneos, interpretar la información en el marco de las teorías que se han escogido.

10.-El reconocimiento del carácter personal y/o subjetivo ha sido advertido por diversos investigadores (Agar 1992; Geertz 1973 [2003]; Hammersley y Atkinson 1983 [1994]; Marradi 2002; Marradi et al. 2007; Maxwell 1996; Polanyi 1964; Taylor y Bogdan 1996 [1984]; Woods 1996 [1998]). Si bien, como senaló Woods (1996 [1998]), se reconoce que los investigadores deben involucrar sus propias personas en la investigación, interpretando lo que ven o escuchan, la investigación no puede transformarse en un reporte de anecdotarios personales del momento o una resena de "ateos cognitivos" (Agar 1992). Por ello, se hace necesario tener siempre en consideración lo senalado por Nadel: "[...] la subjetividad es inevitable, por lo menos que se manifieste abiertamente [...] el razonamiento subyacente en la observación y la descripción debe ser formulado claramente, sus premisas explícitamente expuestas y sus operaciones reveladas paso a paso [.] El mayor riesgo de tratar mal los problemas científicos radica, no en los puntos de vista y filosofías diferentes, ni quizá en las personalidades divergentes de los científicos, sino en sustentar de manera no explícita los supuestos y los conceptos con los que operan" (Nadel 1956: 61 [1951]).

11.-La teoría fundamentada correspondería a una aproximación metodológica, en tanto involucra un marco general (conceptual y de procedimientos generales) en el cual se organizan diferentes técnicas: recolección a través de preguntas, codificación de distintos órdenes, construcción de matrices para la organización y análisis, procedimientos muestrales, formas de representación de información); lo mismo ocurre con la, o más bien, las etnografías en sus distintas versiones.

12.- Un método, en tanto establece definiciones generales y procedimientos que permiten trazar el camino para intentar "conocer al otro", pasos que pueden ser aprendidos en la academia (disciplinar), y que son puestos en práctica por medio de un proceder sistemático, proceder que configura una aproximación que vincula componentes normativos generales con situaciones de interacción social en un contexto definido, lo que le confiere un carácter personal, emergente, artesanal y estratégico.

13.- Según Creswell, la etnografía debe desarrollarse por un tiempo superior a seis meses, lo que depende del tipo de fenómeno que se investiga (Creswell 1998). Para el caso de las aproximaciones clásicas, Pritchard sugiere que un antropólogo debe realizar trabajo de campo al menos durante tres anos en una cultura, para luego realizar estudios en otro grupo. William Halse Rivers, propulsor del trabajo de campo (1898-1899), senala que debe ser realizado por un ano o más en una comunidad de entre 400 a 500 habitantes.

14.-La textualización comprende la representación escritural de nuestras reflexiones. Como plantea Cardoso de Oliveira (2004), el ejercicio de escribir en etnografía es clave para la reflexión y análisis, ya que permite fijar nuestras ideas para que sean releídas. En este sentido, el diario de campo es, por definición, el dispositivo técnico de registro textual del etnógrafo, sobre el cual se levantan anotaciones analíticas y nuevas ideas que pueden conformar nuevas interpretaciones sobre la información. El reporte de investigación, en tanto condensación del proceso de investigación etnográfico, también representa una forma de textualización ligada a diferentes estilos narrativos y formas de organizar el material.

15.- La traducción de magpie es "urraca". La actitud de urraca quiere decir que el etnógrafo "engulle" toda la información proveniente de las distintas técnicas que utiliza, para luego "filtrar" o seleccionar los aspectos más relevantes para el tema o problema de estudio..

16.- Al respecto, Rivers senala que "Por lo general, la indagación etnológica posee dos variantes principales que pueden ser llamadas 'trabajo de encuestas' y 'trabajo intensivo', respectivamente. El primero quiere decir que se cubre una gran superficie de terreno, observando y comparando las costumbres de diferentes tribus y lugares. A menudo el trabajador está especialmente interesado en algún tema específico, como religión, idioma, o los útiles de artes, y no intenta estudiar la cultura de la gente y la variedad de culturas, y esto lo obliga a considerar un contexto amplio con información superficial. La esencia del trabajo intensivo, por otro lado, es limitación en la magnitud combinada con intensidad y minuciosidad" (Rivers 1913: 6-7).

17.- Otro ejemplo de la relación entre psicología y antropología es ilustrado por Kluckhohn (1968 [1963]). Senala que un psicólogo clínico aplicó test de Rorschach a indios navajos, indios zuni, norteamericanos de origen hispano y a mormones que vivían en la misma región de Nuevo México, y que entregó los materiales a una experta en el test para ver la relación entre grupo cultural y los resultados logrados en él. Por otro lado, un antropólogo y un psicólogo examinaron datos provenientes de 37 culturas distribuidas en el mundo para verificar la teoría de que los hábitos culturales del destete tienen consecuencias sobre el desarrollo de la personalidad. Por último, senala que el Centro de Investigaciones Rusas de la Universidad de Harvard observó y aplicó test a prófugos de la Unión Soviética de dos grupos (jóvenes y adultos) de manera de observar la relación entre la socialización cultural y la personalidad (Kluckhohn 1968: 41-42 [1956]).

18.- Los aportes de Murdock se cristalizan en el Atlas Etnográfico Mundial, trabajo que tiene como base explicativa el análisis estadístico y comparativo entre diferentes sociedades y grupos humanos, reduciendo la cultura a entidades discretas (variables observables empíricamente) que posibilitan la comparación intercultural y la elaboración tipológica. Este trabajo constituye un refinamiento del establecimiento de correlaciones empíricas adoptadas por Leonard Hobhouse, Gerald Wheeler y Morris Ginsberg.

19.- Los survey y estadísticas son herramientas de uso frecuente en los inicios de la antropología. A la mencionada incorporación de las correlaciones en el marco de los estudios de E. B. Tylor, podemos agregar la encuesta transcultural iniciada por William G. Sumner en 1937 como dos ejemplos entre numerosos trabajos realizados en dicho periodo. Además de los autores ya citados, pueden ser revisados los trabajos de McEwen (1975) y Epstein (1969 [1967]).

20.- Por otro lado, y como ya se advirtió, que toda descripción implica una carga teórica es un hecho. Como planteó Nadel (1955 [1951]), toda observación entrana eliminación, selección y valoración, y por tanto, una inevitable interpretación o, como senaló Beattie (1964 [1986]), es inevitable no poseer teorías acerca de lo que se observa, ya que cualquier investigación parte de preguntas que requieren estar claramente formuladas para alcanzar repuestas más convincentes. Es por ello que, respondiendo a esto, la etnografía ofrece variados matices que, si bien no la han transformado sustancialmente, ponen de manifiesto estilos etnográficos, los cuales podrían definirse como constituidos por ciertas características particulares o distintivas que adquiere la etnografía conforme las orientaciones teóricas y epistemológicas a las cuales adscribe un investigador o grupo de investigadores (Luque 1990 [1985]; Reeves 2002 [2000]). Estos estilos podrían manifestarse en tanto se intenta responder a interrogantes ligados a la selectividad teórica como los siguientes (Luque 1990 [1985]): ?hacia qué se dirige la observación?, ?se atiende a los hechos materiales de la existencia o a las estructuras subyacentes? o ?qué clase de descripción se hace?, ?orientada a determinar los principios y reglas de comportamiento manifiesto o interpretar el significado del flujo de la vida? Este tipo de consideraciones ha llevado a encontrar diversas respuestas, las que se materializan distintos estilos, entre los cuales aparecen con mayor nitidez: el naturalista, el holista, el cognitivo o nueva etnografía, el situacional, el interpretativo o simbólico y el reflexivo (Hammersley y Atkinson 1983 [1994]; Kaplan y Manners 1972 [1985]; Luque 1985 [1990]; Reeves 2000 [2002]).

21.- La existencia de la Escuela de Chicago ha sido motivo de constante discusión. Para muchos, esto constituye un mito tan arraigado que ni los trabajos bien documentados han podido derribar, en tanto que otros la consideran más bien un espacio heterogéneo en el cual tuvo lugar lo que se denomina una escuela de actividad, es decir, la puesta en marcha de trabajos cooperativos en proyectos prácticos (cfr. Piovani 2011).

22.- Historias compartidas también podemos encontrar en el origen y desarrollo del análisis de redes sociales (cfr. Freeman 2004).

23.- Son particularmente la botánica y la zoología las que influyen directamente en la emergencia de la etnografía, a través del trabajo de observación sistemática -trabajo de campo - que se desarrolla desde mediados del siglo XIX, con su rica descripción de la flora y fauna, la que era acompanada de reflexiones comparativas acerca de las culturas que habitaban las zona que eran descritas (Urry 1984). Estas prácticas influyen fuertemente en los primeros antropólogos -etnólogos-. Éstas, mediante variadas "empresas de conocimiento" animadas por instituciones consagradas al estudio de los indígenas o aborígenes que habitaban distintas regiones del mundo, contribuyen al surgimiento del método etnográfico o método de campo. La observación participante, que nace de la observación directa, ha sido también definida como trabajo de campo.

24.- John Wesley Powell, Jefe del Bureau of American Ethnology, en el Memorial de la Reunión de la Sociedad Antropológica de Washington realizada el 24 de abril de 1900 ?después de la muerte de Cushing?, senala lo siguiente: "Él no tuvo ninguna dificultad en la obtención de conocimiento de su lengua y la mitología, pero eran muy reacios a revelar los secretos de su religión. En el éxito coronó sus trabajos, en el plazo de un ano podía hablar el idioma, era el segundo jefe de la tribu, y fue promovido a una posición de liderazgo en una de las más importantes de sus fraternidades ?el sacerdocio de la proa?. Vivió con la gente cinco anos, adoptó el traje nativo, comía comidas típicas, nunca habló una palabra de su lengua materna y, finalmente, tomó parte en sus consejos y en sus ceremonias sagradas. En su mitología se convirtió en un experto, y en sus ceremonias religiosas era más culto que el sumo sacerdote. Al mirar hacia atrás en la historia de estos tiempos, uno no puede menos que admirar la dirección que tomo Cushing. Desde el momento en que fuimos por primera vez juntos donde los Zuni, fue mi companero y amigo y yo lo quería como un padre ama a su hijo".

25.- En carta escrita al Profesor Baird, el 29 de octubre de 1879.

26.- En el marco de la emergencia del trabajo de campo científico en Norteamérica, el antropólogo germano Franz Boas realiza ciertos alcances respecto de la etnografía, motivado por su experiencia de trabajo entre los inuit en Tierra de Baffin (1887) y entre los kwakiutl de la costa noreste de Canadá (1897-1900). Aun cuando las reflexiones metodológicas de Boas fueron más bien dispersas, enfatizó la necesidad de recoger cómo la gente habla, piensa y hace en sus propias palabras (Urry 1984). Por otro lado, el antropólogo inglés Williams Halse Rivers senala lo siguiente: "Una pieza típica del trabajo intensivo es una en el que se vive durante un ano o más en una comunidad de entre cuatrocientas o quinientas personas y estudia cada detalle de su vida y cultura [...] viene a conocer a cada miembro de la comunidad personalmente [...] no está satisfecho con la información general sino que estudia cada rasgo de la vida y costumbre en detalle concreto y por medio del idioma vernáculo. Sólo a través de tal trabajo uno puede comprender la inmensa magnitud del conocimiento que está esperando indagar, incluso en lugares donde la cultura ya ha sufrido mucho cambio. Sólo a través de éste trabajo se hace posible descubrir el carácter incompleto e incluso enganoso de la inmensa masa de datos del trabajo de survey que forma parte del material de la antropología" (Rivers 1913: 6-7). Nueve anos más tarde, Bronislaw Malinowski, en la nota introductoria de Los argonautas del Pacífico Occidental, denominada "Introducción: Objeto, método y finalidad de esta investigación", (Malinowski 1922 [1975]) elabora una síntesis acerca de las características del método etnográfico. Ésta puede ser acotada a nueve puntos que expresan los pasos necesarios para su puesta en marcha.

27.- Publicado originalmente en American Journal of Sociology (20) en marzo de 1915, pp. 577-612.

28.- Como senala Joas, "[.] Thomas permaneció fiel a un procedimiento etnográfico, pero aplicado a objetos no exóticos; teóricamente [.] estaba interesado en un modelo teórico que prestara cuidadosa atención a la influencia de la cultura en la conducta individual y colectiva" (Joas 1987: 129 [1991]).

29.- Sobre la incorporación de documentos personales, Thomas senala lo siguiente: "Rastreo el origen de mi interés por los documentos hasta una larga carta recogida en un día lluviosos en el callejón detrás de mi casa. La misiva, que dirigía a su padre una muchacha que estaba tomando un curso de capacitación en un hospital refería a las relaciones y discordias familiares. Se me ocurrió entonces que aprenderíamos mucho si tuviéramos bastantes cartas de ese tipo" (Thomas, en Hannerz 1986: 32 [1980]).

30.- Con este término, Mehan designa la aproximación al estudio de las prácticas educativas, en el cual las descripciones están almacenadas en registros y datos observacionales provistos por grabaciones de audio, audiovisuales y transcripciones integrales. Esta aproximación permite examinar de forma contrastiva instancias de interpretación en orden a la descripción de rasgos de distanciamientos y proximidades en el trabajo constitutivo de la realidad que la gente realiza desde dentro de las instituciones, la cultura y los contextos históricos; es decir, la vinculación entre estructura y estructuración o, dicho de otro modo, de las estructuras como realizaciones sociales (Holstein y Gubrium 2000 [2005]).

31.- Hay que recordar que Lazarsfeld se doctoró en matemática aplicada y física aplicada en la Universidad de Viena, y que posteriormente desarrolló su interés en el estudio de la sociedad.

32.- Recuperar el sentido por el "otro" en tanto un igual en la diferencia, buscar en el "otro" un fundamento de nuestra propia existencia, valorar al "otro" en tanto riqueza de la propia humanidad y reconocer que las diferencias en el "otro" le son propias y valorables en sí mismas son algunos de los aspectos que nutren y otorgan fundamentos filosóficos a la emergencia de un objeto antropológico. Sobre esta base, y a manera de otorgar contenido a la otredad, surge el concepto de cultura en tanto primera contribución teórica que intenta dar cuenta de la diferencia con el fin de explicarla. Por medio de este concepto se devuleve el estatus de humanidad al "otro" (diversidad cultural, contenido cultural, cultura como expresión humana).

33.- Al respecto, Gluckman y Eggan agregan que "Los antropólogos físicos se apoyaban más en las ciencias biológicas; los antropólogos psicológicos (que estudiaban la interacción entre cultura y personalidad) en la psicología, especialmente en la psicología profunda y en la psiquiatría, y los antropólogos sociales en la sociología, la historia, las ciencias políticas, el derecho y la economía (Gluckman y Eggan 1966: 13 [1999]).

34.- Como senala Geertz, "Otros campos también cambian, por supuesto, algunos más rápida o fundamentalmente incluso, pero pocos lo hace de una forma tan poco metódica como la antropología. Ella se altera como una moda, una actitud o un clima de opinión" (Geertz 1995: 103 [1996]). Por otro lado, este punto es abordado con mayor profundidad en Geertz (2002) en el apartado que denomina "Una explosión de paradigmas". Allí senala que en antropología se hace patente "El sentimiento de un campo que esta quebrado en más pequenos y pequenos fragmentos inconmensurables, la unidad primordial se fue perdiendo en un enjambre de novedades y modas, creció produciendo lamentos, enfadado, desesperación. Tipos y variedades de antropología, concebidas y organizadas separadamente aparecieron, una sobre la próxima: antropología médica, antropología sicológica, antropología feminista, antropología económica, antropología simbólica, antropología visual, antropología del trabajo, de la educación, de la ley, de la conciencia; etnohistoria, etnofilosofía, etnolingüística, etnomusicología" (Geertz 2002: 10).

35.- Bourdieu senala la imposibilidad de disociar la denominada competencia o autoridad científica -representaciones sociales, poder simbólico, emblemas y signos- de la capacidad técnica, así como determinaciones puramente científicas de las propiamente sociales. Aboga por rechazar la oposición entre "[.] un análisis inmanente o interno, que incumbiría propiamente a la epistemología y que restituiría la lógica según la cual la ciencia engendra sus propios problemas, y un análisis externo, que relaciona sus problemas con sus condiciones sociales de reproducción" (Bourdieu 2008: 17 [1997]). Es un mundo social como los otros, y también un mundo aparte, dotado de sus propias leyes de funcionamiento.

36.-En esta dirección, Crane (1972) establece la existencia de estructuras de cooperación informal, a la que denomina "colegios invisibles", y destaca que en ellos la "[.] participación es voluntaria. La producción es muy alta, las fronteras de investigación son difíciles de definir y el acuerdo entre los cientistas está lejos de ser unánime" (Crane 1972: 335). Con anterioridad, Price (1963 [1972]) había senalado que en los "colegios invisibles" no existen criterios de pertenencia explícitos y únicos (aun cuando da cuenta de relaciones construidas en la formación universitaria, congresos, reuniones científicas, amistad, grupo de trabajo) y que, por lo general, están fundados en la calidad científica de los individuos, sus fronteras son difusas y están en continua modificación, con estructuraciones inciertas y jerarquías inexistentes, lo que denota su grado de informalidad.

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