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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.15 no.1 Olavarría jun. 2014

 

ARTÍCULOS

Pertenencia, territorio y defensa. Algunos discursos locales frente a la minería a cielo abierto en México y Argentina

 

Hernán Horacio Schiaffini

Hernán Horacio Schiaffini. Universidad de Buenos Aires. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto Gino Germani. Gallo 606, torre 2 piso 18, depto. 3 (1172). CABA. E-mail: hernanschiaffini@gmail.com

Recibido 18 de abril 2012.
Aceptado 30 de octubre 2012

 


RESUMEN

La instalación de minas de oro a cielo abierto ha generado conflictos sociales en distintos puntos de América Latina. Aquí revisamos cómo algunos sectores específicos de las poblaciones locales perciben la propuesta y el desarrollo de la actividad minera, a través del análisis de dos entrevistas abiertas, una realizada en Esquel (Chubut, Argentina) en 2003 y otra en el municipio de Cerro de San Pedro (San Luis Potosí, México) en 2008. Mientras en Esquel un proyecto minero fue rechazado por sus habitantes, otro en Cerro de San Pedro logró instalarse a pesar de un fuerte movimiento opositor. Se proponen criterios teóricos para la comparación de los discursos y se discuten hipótesis basadas en el peso de la "tradición minera", o dicotomías del tipo "empleo vs. medio ambiente", para subrayar la importancia de los procesos políticos en el marco de la cultura local y su intervención en las disputas por el control del territorio.

Palabras clave: Minería de oro; Conflicto social; Percepciones; Territorio.

ABSTRACT

Belonging, territory and defense. some local speeches against open-pit mining in Mexico and Argentina. Open pit mining has stimulated social conflict in Latin America. Here we analyze how certain local dwellers imagine mining activities through two open interviews, one from Esquel (Chubut, Argentina) and another from Cerro de San Pedro (San Luis Potosí, México). In Esquel, "El Desquite" mining project was rejected by the population; while in Cerro de San Pedro, Minera San Xavier successfully started its operations despite a strong opposition. We propose theoretical approaches for the interviews' comparison and discuss the hypothesis of "mining tradition" and "jobs or environment", to defend the relevance of political processes in local culture and its intervention on territory disputes.

Keywords: Gold Mining; Social conflict; Perceptions; Territory.


 

INTRODUCCIÓN

La minería a cielo abierto aplicada a la extracción de oro, plata y cobre adquirió a partir de la década de 1990 importancia inusitada en muchos países latinoamericanos. Varias decenas de minas, generalmente vinculadas a capitales asentados en Canadá, comenzaron a producir, mientras que otras decenas e incluso cientos de proyectos se encuentran actualmente en etapas previas de prospección y exploración. Al menos dos fenómenos colaboraron a este despliegue de las inversiones mineras. Uno, de origen macroeconómico, remite a las tendencias que impulsan el precio de los metales, en particular el oro, al alza. Si en 2004 una onza de oro (31.1 gr) cotizaba cerca de los 450 dólares, durante 2010 su precio superó holgadamente los 1000 dólares y hace poco (octubre de 2011) estuvo cerca de los 2000.
El segundo fenómeno es netamente político: la minería a cielo abierto se insertó en un contexto latinoamericano de hegemonía del llamado "neoliberalismo"; un período marcado por la derrota y el retroceso de los sectores populares y el avance del capital sobre conquistas previas. Hemos analizado estas articulaciones, para el caso argentino, en otro trabajo (Schiaffini 2004). Allí sosteníamos que la inserción de las inversiones mineras en la estructura socioeconómica local se articulaba con tendencias mayores, vinculadas a la concentración económica, el "nuevo" rol del Estado argentino y las relaciones de alianzas y fuerzas sociales en el ámbito político.
Sin embargo, en la actualidad, en el marco de la "puja entre modelos económicos" y una indudable transformación de ciertas condiciones políticas respecto de la década de 1990, los "modelos mineros" basados en la recepción de fuertes inversiones extranjeras -que reciben grandes facilidades impositivas y de infraestructura- continúan vigentes en buena parte de América Latina. Asistimos, tal vez, al solapamiento de dos temporalidades: gobiernos con actitudes que se alejan de los comportamientos "neoliberales" se han consolidado en Sudamérica desde inicios de la década del 2000. Sin embargo, la curva ascendente del precio de los metales preciosos -que indica de manera indirecta la depreciación del dólar estadounidense- marca fuertemente a estas experiencias. Así, numerosos proyectos mineros continúan siendo presentados a diferentes comunidades locales, avalados por las instituciones federales y también por las estatales o provinciales.

PROYECTOS MINEROS Y CONFLICTO

Las comunidades locales pueden aceptar o rechazar una propuesta minera. Si la rechazan, puede o no generarse allí una situación de conflicto1. Podríamos aportar muchos y muy diversos ejemplos de conflictos sociales que se inician con la minería a cielo abierto o giran en torno a ella, varios de los cuales incluyen el uso de la violencia. Las acciones colectivas de protesta contra la minería a cielo abierto pueden ordenarse en una gradación de magnitud e intensidad, y así también las acciones para contrarrestar dichas protestas que encaran el Estado, las empresas y, también a veces, ciertos grupos "parapoliciales" o fuerzas de choque privadas.
Este artículo busca analizar algunas interpretaciones que realizan ciertos sectores de las poblaciones locales frente a propuestas mineras. No buscamos discursos globales sobre los conflictos socioambientales o "ecológico- distributivos" (Martínez Allier 2006), ni establecer tipologías basadas en discutibles criterios (Walter 2009). En cambio, queremos recorrer ciertos entramados empíricos, vinculados a lo cotidiano y lo regular. Tomaremos dos entrevistas abiertas: una realizada a una habitante de la ciudad de Esquel (Chubut, Argentina) y otra realizada a dos mujeres pobladoras de El Portezuelo (San Luis Potosí, México). En Esquel, la población rechazó en 2003 la instalación del proyecto minero El Desquite, propiedad de la empresa Meridian Gold (y actualmente de Yamana Gold) a través de un conjunto de acciones de protesta que tuvo su corolario en un plebiscito (no vinculante) realizado en marzo de 2003, que arrojó resultados contra la mina por un 81%. El Portezuelo, en cambio, es parte del Municipio de Cerro de San Pedro. Desde 1996 la empresa Metallica Resources (actualmente New Gold Inc.) intentó explotar los yacimientos minerales del pueblo homónimo y, a pesar de una oposición fuerte, que incluyó pugnas judiciales, manifestaciones y otras acciones, logró comenzar la extracción de metales en 2006. ¿Qué diferencias y similitudes en la percepción de la propuesta minera hacen que en uno de los casos (Esquel) el grueso de la población se oponga al proyecto mientras que en otro (Cerro de San Pedro- El Portezuelo) se lo apoye o se permanezca inactivo frente a él? ¿De qué manera se vivencia la pertenencia, cómo se concibe al espacio propio y ajeno (el territorio, como veremos más abajo), qué elementos se perciben como amenazas a éste y cuáles no? Intentamos aportar a responder estas preguntas desde el análisis de las percepciones de una parte específica de estas poblaciones.
Por supuesto, existe diversidad de posiciones y percepciones al interior de lo local. De los propios sectores a los que pertenecen nuestras entrevistadas, podríamos ver surgir discursos contrapuestos a los suyos. No queremos decir aquí que los que tomamos sean los únicos posibles. Pero sí que existen, y que son relevantes. Como tales, dignos de análisis, y según pensamos, de peculiar importancia. Revisaremos el punto de vista de ciertos sectores vinculados a situaciones de desempleo y pobreza. Son relatos particularmente importantes, tal vez, pues son las voces menos escuchadas, las que más dificultades encuentran para circular, las que más ambiguamente se manifiestan y de las que se espera que estén "a favor de la minería" o de las "propuestas de trabajo". La pequeña contribución que proponemos se basa en transcribir estas palabras e intentar un análisis al respecto.
Se podría pensar en un primer momento, y fueron hipótesis preliminares de este trabajo, que el peso de la historia incide fuertemente en los posicionamientos de los actores locales: un pueblo "tradicionalmente" minero (Cerro de San Pedro carga con más de 400 años de minería) estará mejor predispuesto a recibir una explotación de minerales que otro dedicado al turismo y la agroganadería (Esquel cuenta con algunos antecedentes mineros, pero nada comparable a Cerro de San Pedro, ni tampoco a otras regiones de la Argentina, como Catamarca o San Juan). También podría suponerse que las poblaciones sopesan ventajas y desventajas: por lo general, "contaminación" o "destrucción del medio ambiente" versus "fuentes de trabajo" o "mejoras económicas".
Sin embargo, estos primeros acercamientos demostraron ser prontamente insuficientes para dar cuenta del origen y desarrollo de los conflictos que aquí referimos, así como de las percepciones de algunos de los actores involucrados. La hipótesis que sostendremos, en cambio, es que la determinante central para lograr la operación de la empresa minera es la capacidad de los propulsores del proyecto de mermar la autonomía de ciertos sectores de la población local. Se debe derrotar a ciertas fracciones, expropiarlas del control de su territorio, para que la instalación de la empresa sea exitosa.
Creemos también que estas luchas, y sus resultados, dejan marcas en los discursos de los diferentes actores, de las que podemos, a partir de ciertas operaciones, producir huellas discursivas (Verón 1993). Por eso proponemos que pueden percibirse los procesos de disputa también en ese nivel específico. A través del análisis de las entrevistas, que se presentan más abajo, se intenta aportar algunos elementos para la mejor comprensión de estas dinámicas.

LOS PROCESOS CONCRETOS. LOS CONFLICTOS

Presentaremos brevemente el contexto concreto en que se insertan las entrevistas que se ofrecen al lector. En ambos casos, ya se dijo, se desarrollaban conflictos que han sido indagados por varios autores (Dimitriu y Galafassi 2004; Costero Garbarino et. al. 2008; Galafassi 2008; Svampa y Antonelli 2008; Herman 2010; Lamberti 2010; Delgado Ramos 2011). Pero Esquel y Cerro de San Pedro son localidades extremadamente distintas entre sí. Revisemos los procesos acontecidos en estas localidades junto con algunos datos relevantes de su estructura social.

Esquel2, el caso

Esquel es la ciudad más grande de la cordillera chubutense. Tenía, en 2001, 28.500 habitantes3. La mayoría de los que allí trabajaban entonces lo hacían para el Estado, en actividades ligadas a la administración y los servicios públicos. En segundo lugar, figuraba el rubro comercio (incluyendo el rubro turístico), y debemos considerar como importante también al empleo en la construcción, aunque la inserción laboral en este rubro es irregular, en general, debido a las condiciones climáticas y a la escasa inversión que se realizaba en aquellos años. Luego encontrábamos pequeñas y medianas explotaciones agroganaderas. Los desempleados, que formaban una gruesa capa, rozaban el 30% de la población económicamente activa (PEA)4.  Hacia fines de 2002 Meridian Gold compró a Patagonia Gold los derechos del yacimiento Esquel, ubicado a escasos seis kilómetros de la ciudad. Al momento de esa transacción se señaló que estaban terminadas todas las etapas de prefactibilización y que se iniciaría la construcción de la mina El Desquite en los primeros meses de 2003. Quedaban algunas instancias por resolver, entre ellas una audiencia pública, instancia exigida por el Código de Minería. Entre este anuncio -realizado entre octubre y noviembre de 2002- y el inicio de los trabajos de la empresa -proyectados para enero y febrero de 2003-, se desencadenó un masivo proceso de rechazo al emprendimiento minero. Todavía resonaban en Esquel las cacerolas del diciembre anterior5. Una asamblea de vecinos funcionaba ininterrumpidamente, programando y realizando acciones y militancia. Se llegaba a noviembre de 2002 con cinco conflictos previos: los sindicatos docentes, bancarios y viales venían de un ciclo de protesta de dos años. Los docentes en particular venían de sostener huelgas y tomas de establecimientos, lo mismo que los universitarios. Un conflicto por los subsidios al gas de red había provocado una enorme movilización frente al concesionario del servicio, que había contado con la presencia de Néstor Kirchner, entonces aún candidato a presidente. Así los ánimos, comenzaron a sucederse marchas y movilizaciones, cada una más numerosa que la anterior. La última marcha realizada antes del plebiscito contó con una asistencia estimada en 8.000 personas.
La consulta, realizada a fines de marzo de 2003, tuvo carácter no vinculante; pese a lo cual el abrumador resultado de 81% en contra de la instalación de la mina resultó determinante para sentar la posición de la población esquelense. El plebiscito fue además una salida a un conflicto que los estados municipal y provincial, declaradamente a favor del proyecto minero, se vieron forzados a ceder ante la presión del movimiento por el "No a la Mina".

Esquel, la estructura local de poder
Si bien la mixtura de tramas formales e informales de poder en Esquel implicó en este caso una polarización bastante profunda, hizo también evidente el núcleo de una estructura de relaciones que no se conformó ad hoc en este proceso, sino que funcionaba como una red de mediación política que administraba los conflictos cotidianos. Esta estructura estaba constituida por relaciones de fluida alianza entre el gobierno municipal, los más grandes empresarios de la construcción de la zona -que tenían la hegemonía de la Cámara de Comercio e Industria local- y el sindicato de trabajadores de esa rama, la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA). Esto no sorprende si volvemos a pensar la estructura local de empleo. Con casi un 30% de desocupación y empleo precario, el sindicato de la construcción y la Secretaría de Acción Social del municipio se convertían en el espacio al que muchos habitantes de Esquel recurrirían constantemente para resolver problemas cotidianos. A la vez, esta estructura extendía su alcance a través de las juntas vecinales, delegaciones barriales de organización local, lideradas principalmente desde el justicialismo, también a cargo del ejecutivo municipal. Los conflictos "pequeños" que surgían día a día en los barrios más pobres de la ciudad eran administrados desde esta red de alianzas, que aseguraba así a la vez lealtades construidas a través de deudas, favores, negocios y conveniencias.
De la misma manera, y por contar a la vez con una parte formal y burocrática, esta red interactuaba con las capas medias de la población a través del aparato administrativo del municipio. Más abajo intentaremos reconstruir, a través de los discursos de ciertos actores específicos, por qué esta estructura no fue capaz de mantener bajo su control la protesta social.

Cerro de San Pedro, el caso
Cerro de San Pedro está en el estado de San Luis Potosí, en el centro de México. Es un municipio pequeño, de menos de 4000 habitantes, cuya cabecera es el propio pueblo de Cerro de San Pedro, donde viven hoy unas 100 personas. Hay que destacar que este pueblo estaba habitado hacia 1950 por más de 5000 personas6. Cerro de San Pedro está a solo media hora de viaje de la capital del estado, la ciudad de San Luis, habitada por más de un millón de personas. Aunque San Pedro es la cabecera y sede del poder municipal, representado por el presidente municipal y el ayuntamiento, El Portezuelo es la localidad más numerosa de la zona: concentra unos 2.000 habitantes, más de la mitad de la población total. El resto se reparte entre otros siete pueblos pertenecientes al mismo municipio.
El municipio de Cerro de San Pedro tenía uno de los peores índices de desarrollo de esa región de México. Portezuelo tenía muchos desempleados y al momento de nuestra llegada a la zona seguía habiendo un buen número de desocupados, si bien unas 150 o 2007 personas tenían su trabajo con Minera San Xavier. Entre 1950 y 1990, Cerro de San Pedro vivió un estado de desinversión y abandono absoluto. Pequeñas cooperativas mineras intentaron trabajar los cerros y fracasaron. La mayoría de la población emigró y así el pueblo llegó a su estado actual, derruido, despoblado, al punto en que se lo promocionaba como "pueblo fantasma". A mediados de 1996 hizo su aparición Minera San Xavier, que compró algunas concesiones y derechos de explotación y propuso la explotación del Cerro de San Pedro con la modalidad "open-pit", tajo a cielo abierto. El tajo de la mina está apenas a 200 o 300 metros del centro del pueblo. La resistencia fue larga y tuvo avances y retrocesos. Lo cierto es que en el propio Cerro de San Pedro apenas dos, de las veinticinco familias que allí viven, se oponen al emprendimiento. La resistencia central proviene del Frente Amplio Opositor (FAO), un conglomerado de colectivos, organizaciones y personas principalmente oriundas de la capital del estado, San Luis, en alianza con parte de la población de Cerro de San Pedro.
El FAO desarrolló, con enorme dedicación y esfuerzo, una poderosa militancia en contra de la empresa minera y a favor de la protección patrimonial, ambiental y social de Cerro de San Pedro y alrededores. Tuvo éxito en algunas líneas de trabajo, pero se vio obstaculizado por gruesas asimetrías frente a un entramado de poder que desbordaba San Luis Potosí y extendía sus redes en los ámbitos nacionales e internacionales. No pudo consolidar una fuerza numerosa, o volcar en su favor a la opinión pública. La lucha en el plano jurídico y legal fue la que más frutos rindió, dado que ganó varios puntos cruciales respecto de la legalidad del estudio de impacto ambiental y ciertos permisos ejidales, e incluso llegó a paralizar las operaciones de la mina en 2009. Sin embargo, y según muchos desobedeciendo a la justicia con aval político, la empresa retomó sus actividades y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la Procuraduría Federal de Protección Ambiental (PROFEPA), instituciones federales que ejercen el control de este tipo de emprendimientos, le renovaron sus permisos.

Cerro de San Pedro, la estructura local de poder
Cerro de San Pedro se ajusta bien al modelo de lo que la antropología mexicana ha definido como "caciquismo": una red de poder local basada en compadrazgos y deudas, que apela recurrentemente a la violencia y se sostiene gracias a sus lazos verticales hacia "arriba" -el sistema político formal- y hacia "abajo" -la base poblacional- que, gracias a una mezcla de consenso y temor, legitima al "cacique". En Cerro de San Pedro la misma familia -le llamaremos Domínguez- ocupa la presidencia municipal desde 1955. Los Domínguez controlan todo el municipio de Cerro de San Pedro y supieron reconvertirse, y a sus lazos, cuando el PRI perdió la gobernación del estado y en 2000 el PAN asumió el Ejecutivo. Tuvieron y tienen disputas internas, algunas de las cuales se "resolvieron" con derramamiento de sangre8. Además pueden, desde su posición, ejercer influencia sobre las acciones de otras "familias fuertes" que habitan cada pueblo. En efecto, los demás pueblos también tenían sus "caciques".
En San Pedro había al menos dos familias de esas características (algunos de sus integrantes también trabajaban en la municipalidad). En La Zapatilla y Cuesta de Campa (otros pueblos del municipio), también. Estos "cacicazgos", si bien más pequeños y menos poderosos que el de la familia Domínguez, le permitían a esta última extender su control, puesto que actuando coordinadamente ampliaban la llegada de esta estructura de poder hasta el último rincón del municipio.
Es importante destacar, por último, que esta estructura de poder también unifica a través de sus alianzas a varias instituciones y sectores: la municipalidad se encuentra con el comercio y la industria (los Domínguez son dueños de un corralón que vende materiales de construcción), los partidos políticos (Partido Revolucionario Institucional o Partido Acción Nacional) y extiende sus redes de parentesco y lealtad a través de los "caciques menores".

ALGUNAS ACLARACIONES TEÓRICAS Y METODOLÓGICAS

Las entrevistas que se transcribirán fueron registradas en momentos diferentes y partes de ellas han sido utilizadas9. Sin embargo, la novedad que se intenta presentar radica en su análisis cruzado, y en interrogarlas de manera original. Insistamos nuevamente en un punto: no pretendemos en este artículo valorar la opinión de "las poblaciones" Esquel y Cerro de San Pedro en su totalidad, cosa que sería imposible a partir del sólo análisis de dos entrevistas. Lo que comparamos no son los posicionamientos globales de estas comunidades, sino las percepciones de un sector particular. Esta es una limitación de nuestro trabajo que debe ser tenida en cuenta. Queremos revisar los discursos de algunas personas que pertenecen a un sector que habitualmente no se oye: quienes ocupan, para el imaginario del "Sí" y del "No" a la mina, el lugar de los virtuales trabajadores de la minera, pero que no desempeñan (o, al menos, no inicialmente) militancia o proselitismo alguno a favor o en contra de los emprendimientos mineros. La selección de nuestras entrevistadas se adecua a este punto: son personas que viven y tienen sus familias en el pueblo, que no participaban orgánicamente de ningún frente a favor o en contra de la minería (aun cuando luego se hayan vinculado a estos espacios) y que pertenecen a los sectores de los que se espera que estén rápidamente a favor de los proyectos mineros. Verificar la existencia de discursos como los suyos en estos sectores afectados por el desempleo, la pobreza y la invisibilización de sus problemáticas, por cierto, permite complejizar el esquemático modelo que sostiene que quienes necesitan trabajo se volcarán a favor de la minería a cielo abierto. No pretendemos, entonces, un análisis de los discursos de los movimientos de protesta, ni de quienes sustentan los proyectos mineros: queremos conocer algunas percepciones de los sectores que estos movimientos intentan atraer a su órbita.
Pasemos a las preguntas de nuestro análisis. Se indicó más arriba la intención de leer estas entrevistas con eje en los criterios de pertenencia, territorio propio vs. territorio ajeno y amenaza, o amenaza de ocupación. Estos criterios tienen un fundamento teórico. Entre otros, la noción de territorio ha sido trabajada por Marín (Marín 1995; Marín et. al. 2011). Seguiremos aquí la idea de que el poder funda el territorio, antes que la producción. La producción "comienza" una vez que se ha gestado una apropiación del territorio basada, por lo general, en una violencia originaria. Primero, la apropiación mediada por el poder funda el control sobre el territorio. Luego, la producción y reproducción social permiten perpetuar y disputar ese control. De esta manera las nociones de poder, territorio y control de territorio tienen una vinculación estrecha. El siguiente elemento de importancia es la noción de defensa, como fuera formulada por Clausewitz [1832] (2003). Aquí se piensan los enfrentamientos de masas en términos de estrategias y tácticas. Contrariamente a lo que suele creerse -dice Clausewitz- la guerra no comienza con la invasión, sino con la defensa. Cuando hay un avance sobre un determinado territorio por parte de una fuerza invasora, hay ocupación, pero no necesariamente empieza un conflicto. El conflicto comienza cuando la fracción sobre la que se ha avanzado se defiende. El inicio del enfrentamiento está dado por la defensa ejercitada por la fracción agredida. Así las cosas, entenderemos la pertenencia como el proceso que implica la construcción imaginaria de un nosotros que abarca un colectivo de sujetos en un territorio determinado. El territorio también es parte del nosotros, de la pertenencia.
De esta manera, la amenaza al territorio es una amenaza de ocupación del espacio imaginado como propio. Es un despojo o destrucción de dicho espacio, es una invasión al nosotros. De allí que los colectivos sociales generen acciones defensivas que desatan conflictos. Recordemos, finalmente, que aquí trabajaremos el ámbito del discurso, con las características específicas que ello implica. Este trabajo no debe leerse como una descripción de los procesos concretos, sino como un ejercicio de análisis de interpretaciones realizadas por pobladoras de Esquel y El Portezuelo. Para lograr esto nos apoyaremos en el trabajo de Eliseo Verón (1993), quien conceptualiza al discurso como la dimensión significante de las prácticas sociales, insertas en un contexto determinado, del que deben revisarse sus condiciones de producción y recepción. Prestaremos especial atención a la distinción que propone entre operaciones, marcas y huellas. Los discursos presentan marcas. Cuando, a través de una operación, podemos vincular esas marcas con las condiciones sociales de su producción, pasamos a trabajar con las huellas de los procesos sociales en los discursos.

DOS ENTREVISTAS

a) Esquel: "seremos indios, seremos negros, pero tenemos dignidad"
Esquel se sitúa en un pequeño valle y el progresivo aumento demográfico, lo ha llevado a urbanizar paulatinamente las laderas de las montañas que lo rodean. La mayoría de quienes habitan estos sectores son pobladores de bajos recursos económicos y muchos barrios no cuentan con la infraestructura y los servicios públicos que necesitan. Los esquelenses utilizan el término "barrios" para hacer referencia a estos sectores (habitados ya desde hace décadas) pero también a otros que, estando en el centro del valle, presentan una población de bajos recursos y viviendas precarias. La idea de "centro", en cambio, hace referencia al sector que se ubica en la zona llana de Esquel (el centro del valle), que cuenta con calles asfaltadas, todos los servicios públicos y se compone mayormente de una población de "clase media". Los comercios más grandes y las sedes de las instituciones se encuentran en el "centro", por lo que esta zona constituye un lugar de mucha circulación de personas. Todo un imaginario se estructura en correspondencia con esta distinción. Los "barrios" son más "violentos" que el "centro"; los jóvenes de los "barrios" acuden a los boliches de cumbia y los del "centro" no; las escuelas ubicadas en los "barrios" tienen un menor nivel que las del "centro" y atienden estudiantes con problemas familiares, mientras que las del "centro" no, o lo hacen en menor medida. La "gente del centro" que se oponía a la mina temía que "la gente de los barrios" apoyara el emprendimiento minero. La primera de nuestras entrevistadas es una mujer joven, residente de una zona periférica de Esquel (lo que en la jerga esquelense sería un "barrio", propiamente dicho) con estrechas relaciones con la parroquia católica del lugar. Para preservar su identidad la llamaremos "C".

C: Sí. El tema de la mina ya se estaba hablando en Esquel, ya estaba sonando. Yo me fui a anotar porque un día subo a la casa de mi hermana, yo estoy desesperada por conseguir trabajo, para bancarme mis estudios y toda la historia. Entonces mi hermana me dice: 'sabés que D. -D. es mi sobrino- se fue a anotar, dice, viste que vienen los de la minera, qué se yo, y D. se fue a anotar y no te piden mucho, dice. Aunque sea para pelar papas... mi cuñado dice, ayudante de cocina, C., te ganás unos pesos y de paso con eso te pagás los estudios, los libros, el colectivo, los apuntes... porque el drama de mi familia es que no quieren que yo haga dedo, viste, porque tienen miedo que me pase algo. El tema de los libros por ahí me los arreglo. Bueno, entonces me dice mi cuñado 'andá, andá a anotarte', bueno, el tema es que yo bajo, me vengo a anotar a la esquina y cuando llego me preguntan... idioma, si sé idioma. Y yo le digo 'sí, en la secundaria yo vi inglés' pero hablar inglés, ni una palabra ni ahí. Capaz que una palabra en mapuche me sale mejor que una palabra en inglés, le digo, viste, pero al escribir sí, algo entiendo, le digo, no de corrido ni nada. Bueno, estudios secundarios, si había trabajado en otros lugares, sí, como niñera, en la municipalidad juntando basura, porque eso es lo que hice, así terminé la secundaria, y... bueno y le empecé a contar más o menos así... y llené una planilla y la firmé.

En estas primeras palabras se describe una situación que resultó muy recurrente: en los primeros momentos, antes de desatarse el conflicto, una gran cantidad de gente (incluso muchos que luego participaron activamente en las movilizaciones contra la empresa minera) se anotó en los listados de El Desquite a la espera de un puesto laboral. Sin embargo, los requisitos mínimos que la empresa exigía eran el secundario completo y conocimientos de computación e idioma inglés, lo que dejaba fuera del perfil al grueso de los desocupados esquelenses. Ahora bien: se iniciará aquí un proceso a través del cual C. comienza primero a tener desconfianza acerca de la instalación de la mina, para terminar oponiéndose fervientemente. Esta situación tampoco es excepcional, y muchos de los elementos presentes en la reflexión de C. fueron compartidos por otras personas.

C: Bueno yo ahí... digo, debe ser complicado, yo le digo a otra chica "yo me fui y me anoté" y después un día voy a la universidad, tenía con [un docente], y ahí viste él empezó a explicar, hizo un dibujo en el pizarrón y dijo 'es como toda una nube negra y no hay ninguna luz' entonces yo como soy católica, y creo en la esperanza y en la luz, en Jesús y toda la historia, yo me empecé a enloquecer. Entonces él dice, 'la gente que estudia, más o menos sabe lo que es el cianuro' y yo digo, yo ni sé lo que es el cianuro, y yo nunca me creí superior a nadie ni que sé mucho tampoco, yo siempre digo que soy una burra y que no sé nada, entonces yo empecé a levantar la mano y le digo '- ¿Cómo es eso que nos vienen a envenenar?'. '-Sí, lo primero que van a contaminar es el agua...'; lo dijo así, viste... 'y van a tener que empezar a consumir agua mineral'. 'Yo a veces no tengo ni para el pan' le dije, [...]. Entonces yo levanto la mano y le digo 'si vos decís que esto apunta, la información, a gente del centro, que tiene Internet', viste, y empezó a hablar... 'yo no tengo ni canal 4', le dije, y si yo me pongo en el lugar de la gente del barrio es porque yo vengo del barrio, y de gente del campo. La gente del campo menos, no tiene a veces Radio Nacional porque no tienen pilas. Hay gente en los barrios que todavía está usando pilas, mi abuelo usa radio a pilas, todavía y vive en el Cañadón de Bórquez, viste, no tiene ni luz eléctrica ni agua corriente. Entonces yo empecé a pensar 'entonces acá la gente ignora, la mayoría de la población ignora lo que nos van a venir a...'; y entonces él me dice '¿Y vos te creés que alguien va a salir a los barrios a contar lo que pasa?'; y entonces yo me paré y le digo 'mirá, yo me considero una persona de barrio, y si yo tengo que amanecer caminando los barrios informándole a la gente te juro que lo voy a hacer, más como humana que como cristiana', le digo. Porque si no yo como cristiana no me puedo estar golpeando el pecho diciendo 'Señor, Señor' mientras nos vienen a envenenar... y las criaturas, viste... yo no tengo hijos pero tengo sobrinos, que son como mis hijos.

Comienzan a aparecer algunos elementos de los más importantes y generalizados para plantear la posición antiminera; en especial el cuidado de la familia y los hijos (o sobrinos, en este caso). Para C., la reflexión aparece profundamente teñida por elementos católicos, en especial de militancia católica, como se verá, y también por un fuerte sentido de pertenencia "al barrio" ("yo vengo del barrio"), sumado a enfatizar la situación de desprotección de sus habitantes. En la construcción de C. "el barrio", su pertenencia, su nosotros, no tiene quien lo informe porque a veces ni siquiera tienen pilas para la radio. De la misma manera carecen de otros medios de información y de dinero para agua mineral si la de red se contamina.

C: Después me puse a charlar con otro chico, que estuvo trabajando ahí, y le digo 'pará, vos explicame bien: ¿es cierto que ya nos están contaminando? ¿Es cierto que esto recién está en la primera etapa?', y él me dice: 'Mirá, C., mirá negra -me dice- yo lo que sé, que arriba, los yanquis no toman el agua de ahí. Y si no toman el agua de ahí es porque hay algo raro. Y me importa muy poco si están trabajando con cianuro o no, mientras a mí me paguen los palitos verdes'. Entonces yo le dije 'sos un desgraciado, sos un degenerado, sos una mierda', le digo. Porque ¿cómo vas a estar trabajando con gente que nos está envenenando? No únicamente a mí. Vos tenés hermanos, tenés sobrinos. ¿Estás pensando en tus sobrinos? que, ni Dios permita, tu sobrino se contamina de algo, por el agua o por el aire y mañana muere ¿Vos qué vas, le vas a pagar con esos palitos verdes las velas, el cajón? Ves que sos un sacado, sos un estúpido.

Rápidamente aparece la determinación del enemigo, el antagonista, incluso dentro del propio campo de pertenencia. El enemigo es el emprendimiento minero y quien lo sustenta, quien lo ayuda, está vendiendo al pariente, está traicionando a la familia y merece ser increpado y castigado.

C: Entonces, algo raro hay, si vos me decís que no toman el agua 'No, compran el agua mineral. Y le tienen prohibido a la gente, porque tienen a la mayoría de la gente, que no es instruida, a la gente de los barrios, viste, que tomen agua arriba. Y a uno que vieran sacando agua ahí, lo echaban directamente'. Entonces bueno, ahí digo, yo acá ya nos están contaminando. Y vine acá un día a una reunión [al local del No a la Mina] y digo, por ahí estoy loca, porque... lo primero que te dicen 'vos sos una negrita de barrio -como me dijeron- ¿qué vas a hacer si el agua está contaminada?'. Yo no soy ninguna bioquímica, química, no sé qué historia, no entiendo nada, pero yo escucho, -hablo mucho con la gente. Tanto gente súperinstruida, como gente del común, que la gente común te tira mucha información porque están ahí, es la gente que está más expuesta. Y es la gente que te dicen 'vení, te pagamos dos mangos para hacer un agujero ahí'; y la gente porque tiene necesidad y tiene hijos va a ir, y no se va a fijar si son yanquis o si te están contaminando. Porque por ahí la gente sí se da cuenta, pero por ahí no. Entonces viste, ahí empezó todo. Entonces yo empecé a venir más seguido acá [al local del No a la Mina].

Frente a la situación, C. trata de construir fuerza, a su manera. Se acerca a la Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina. En su persona confluyen hacia la asamblea las problemáticas de un sector puntual del pueblo que se encontraba tradicionalmente aislado de las clases medias del "centro". Los "Vecinos Autoconvocados" se encontraban en ese momento en plena campaña de recolección de firmas, y C. se lleva varias planillas que luego trae llenas de firmas de la gente de su "barrio". Los elementos que intervendrán en su toma de posición siguen emergiendo.

C: Yo lo que no quería era crear miedo, que pienso que no cree....no, no... La gente al hablar conmigo me decían: 'nos vamos a informar, vamos a escuchar'. Mucha gente me dijo 'yo no sé leer ni escribir', 'crecimos en el campo', pero 'crecieron en el campo con aire puro con agua cristalina como dice mi mamá, con agua pura sin contaminación, y regaron sus plantas y comieron de sus verduras sin contaminación, entonces eso es lo que tienen que valorar. Hay mucha gente que sabe leer y escribir y nos está vendiendo peor que ovejas'. Yo incluso iba y le gastaba hasta yerba a la gente y me hacían pasar y si no pasaba se ofendían, algunos me decían 'no te invito mate porque no tengo yerba' entonces yo le decía 'viste no tenés yerba, y mañana ¡no vas a tener yerba y vas a estar contaminado!'. Y me reía con la gente y la gente me hacía chistes. Eh... Una sola casa que nos sacaron casi... a mí no, a otro chico [...] le cerraron la puerta en la cara... Y hoy esa persona me saluda con la cabeza medio agachada, porque yo le dije: 'si vos querés hoy vender el futuro de tu hijo a costa del cianuro, es tu conciencia, no la mía. Yo estoy defendiendo tu hijo, mi sobrino y todos los chicos de Esquel. Pero si vos como padre no te ponés los pantalones y luchás por, por el futuro de tu hijo, yo no te puedo abrir la cabeza'. Entonces me dijo 'yo quiero laburar'. 'Y yo también, pero vos vas a tener trabajo y qué, vas a tener tu hijo contaminado, y no va a ser diez años de contaminación van a ser muchos años'.

Aquí continúan apareciendo elementos generales planteados dentro de la decodificación que C. realiza, propia del sector del que se siente parte. Quien promete mejoras es quien los mantiene pobres. La mina no va a solucionar la pobreza, sino que encima de seguir pobres van a estar contaminados ("viste, no tenés yerba, y mañana ¡no vas a tener yerba y vas a estar contaminado!"). El gobernante se preocupa por el dinero que puede obtener. Si se contamina el agua no pueden comprar agua mineral, si se contamina el aire no se pueden ir de Esquel, como la gente del "centro". El territorio propio aparece amenazado, sujeto a expropiación para negociado de unos pocos. De esta manera la contaminación implica, para la gente de los "barrios", un problema muy diferente del de la estética natural, el turismo, el ambiente sano u otros elementos que aparecían con fuerza en los discursos de la gente del "centro". Para C., el deterioro ambiental implica una profundización de la situación de pobreza. La mina implica un empobrecimiento concreto. Esto también requiere un discurso diferente:

C: No le puedo ir a explicar a la gente con términos todos técnicos. Yo voy así. Nos va a matar, vamos a quedar más pobres que nunca, y no va a haber laburo, porque 10 años no es nada, y a la gente la contratan tres meses para hacer la zanja esa y después fuiste, ni siquiera te pagan subsidio de desempleado, nada, obra social tampoco, están en negro.

Y no es sólo diferente "porque no es técnico": es diferente porque no acentúa la cuestión ambiental, sino que implícitamente se entiende a la cuestión ambiental como parte de una situación de pobreza y explotación. Sin embargo, esta lectura cruza también los demás elementos simbólicos, como los religiosos, que en una intrincada construcción se aúnan con la identidad del "barrio", en especial a través de un elemento central: la "dignidad".

C: Yo soy esquelense, esquelense. Así que saludaba y le preguntaba a la gente, sobre la minería, si sabía lo que era el cianuro, entonces ahí la gente me decía, 'sabemos que es veneno, más de eso no', 'queremos trabajar'. Entonces yo les explicaba: 'esta gente está lucrando con la necesidad nuestra, porque yo no tengo trabajo tampoco', y la gente eso lo sabe porque me conocen. No es que yo voy al barrio hoy porque necesitaba una firma. Saben que yo convivo con la realidad también, que no tengo laburo, que quiero estudiar y se me hace imposible, hace cuatro años que empecé la facultad y sigo en primer año, por el tema económico, y que yo no me voy a vender al mejor postor, que yo con la Meridian no voy a negociar nada, que yo dije 'hay cosas en este mundo que no se negocian; yo tengo dignidad, más allá de ser pobre', yo le dije a la gente 'está bien, somos pobres, somos indios, somos cabecita negra, pero tenemos dignidad, que no la da ni el intendente ni el gobernador, eso nos da Dios; entonces defendamos, defendamos el agua que nos da Dios, defendamos la naturaleza que fue creada por Dios y no por ellos, entonces eso a ellos no les pertenece, bien nos pertenece a todos nosotros, si nosotros no lo cuidamos, no van a venir los extraterrestres a cuidar lo que nosotros tenemos que cuidar'. Entonces bueno, la gente empezó a tomar conciencia y empezó a informarse.

La defensa de la "dignidad" resulta ligada a la confrontación con la clase política, que con sus acciones, la avasalla. En este terreno, las conexiones con los Vecinos Autoconvocados comienzan a hacerse más fluidas. Se organizan varias charlas con proyecciones de videos y debates.

C: Y bueno, cuando empieza el tema del video en Perú que vamos a pasar a los barrios eh, eso también ayudó mucho. Al principio venía poca gente, pero digamos, esa poca gente que vino, que concurrió, fue multiplicador porque fue le contó al vecino, que la gente comía la verdura que estaba fea, gente mucho más pobre que nosotros, gente que vivía de lo que cultivaba, bueno, eso fue lindo porque yo decía 'bueno, lo que no entra por los oídos, entra por los ojos'.  

La resultante de estos procesos fue que la gente comenzó a acudir a las movilizaciones. No a las asambleas, pero sí a las movilizaciones. No es, obviamente, que los videos y las charlas (o la propia C.) hayan "convencido" a las personas, pero sí a través de este proceso pueden dimensionarse algunos elementos que han participado de la toma de posición de segmentos importantes de la población.

C: Bueno al principio a mí nadie me miró como bicho raro, bah, si a mí me miran yo no me hago mucho drama, porque digamos yo tengo claro que voy porque defiendo Esquel y porque estoy defendiendo mi gente y todo lo que yo pueda escuchar ahí voy y lo transmito a la gente en el barrio, viste no me quedo con lo que escucho tampoco. Pero digamos, a la gente del barrio no pude traerlos a la asamblea.

HS: No quisieron venir.

C: No, no quisieron venir porque ellos decían de que por ahí como va gente del centro ellos no tienen ropa adecuada para venir y los van a mirar de menos, viste. No se pueden poner a la altura de... por ahí tienen un par de zapatos y para ellos no está a la moda entonces como que la gente se va a burlar de ellos. Entonces yo les dije que no que no era así, pero tampoco los quise presionar, 'bueno si no quieren venir voy a ir yo, ustedes tengan presente que yo represento a los barrios, que yo voy a ir y voy a luchar, pero ustedes no quieren ir a la asamblea pero a las marchas por favor sí, vengan con los chicos, vengan con el perro, si quieren, con el gato, porque es todo Esquel, tienen que tomar conciencia que la contaminación va a llegar tanto a la gente del centro como a nosotros, pero va a llegar más pronto a nosotros porque nosotros no... Digamos, carecemos por ahí de muchas cosas y hoy no tenemos obra social y ¿quiénes se van a morir primero? La gente de los barrios. Y si nosotros no salimos a sumarnos con la gente del centro... Porque no tenemos que olvidar que yo no tengo... porque yo vivo y ando así, pero a mí no me quita ni me saca nada. Yo voy a ir y protestar y a gritar porque yo quiero un ambiente sano y si yo me quedo en mi casa le estoy dando la razón al señor gobernador, es decir que la gente de Esquel si quiere la mina. Entonces si ustedes me dicen a mí que no quieren la mina, por favor bajen'. Bueno, yo pensé que la gente no lo iba a tomar tan... viste...; que yo iba les hablaba quedaba todo ahí y después se olvidaban. Y una vez en una marcha vi mucha gente del barrio con las criaturas, gente humilde... Y me decían 'C., vinimos'. Y se ponían al lado mío, yo les dije 'sí, vengan conmigo'.

De este modo se configura un proceso a los ojos y acciones de algunos actores centrales para los caracteres del conflicto sobre El Desquite. Paulatinamente y atravesando algunos elementos de enorme importancia para la subjetividad de las personas de "los barrios", una posibilidad (lejana, en realidad) de trabajo se convierte en un momento de reafirmación de ciertos aspectos de su pertenencia, a través del espacio concebido como propio.

C: Aparte después del 23 de Marzo [de 2003, fecha del plebiscito], yo el miedo que tenía era que subieran a los barrios y que a la gente la convencieran. Pero la gente no... Porque la gente ya sabe qué es la contaminación [...] ellos tratan de buscar gente, como por ejemplo a mí, me han llamado, me han ofrecido, no me han dicho directamente que son del Sí, pero me han dicho que están trabajando por la UOCRA, que quieren empezar por el Ceferino [uno de los "barrios" emblemáticos de Esquel] haciendo trabajos comunitarios, cuando yo pregunto de dónde viene la ayuda, y de dónde viene el dinero, me dijeron de UOCRA. Entonces yo dije no... esto huele al Sí. No. Si yo dije 'No a la Mina', más allá de que no tengo trabajo y de que necesito también, no me voy a estar vendiendo ahora. Me llamó el señor...

HS: La Meridian llevó chorizos al Ceferino, o...

C: Sí.

HS: ...o llevó... ¿fue de la misma manera que cuando lleva un político, o fue algo distinto? C: Ehh, digamos, la gente lo tomó como, lo toma con los políticos. Pero yo lo que le dije a la gente es que si ellos ven que los políticos son corruptos, y van cuando necesitan un voto, que hagan la lectura ellos mismos, que esta gente del Sí, era peor que los políticos. Porque nos llevaban dos chorizos a costa de contaminarnos toda la laguna Willimanco [laguna cercana a Esquel] toda la tierra... entonces digamos, a los políticos los tenemos que bancar 4 años, pero a estos diez años y después no les vemos nunca más la cara. Y a quién le vamos a ir a reclamar. Entonces la gente eso la tiene clara, por suerte.

Esto nos permite elaborar una hipótesis subsidiaria: el precio del chorizo era esta vez demasiado alto. El trato que se propone viola ciertos parámetros morales, vinculados a la "dignidad" y el cuidado de la familia. La minera trabaja 10 años y no necesita volver a renovar su "contrato"; a diferencia del político, que debe volver a pagar su cuota a cambio del apoyo y los votos. A la minera ni siquiera puede castigársela si no cumple lo pactado, puesto que no requiere de una segunda oportunidad. El hecho de que la empresa minera explotara un recurso no renovable en términos extractivos de una sola vez y para siempre pudo haberle jugado en contra si planteó, a través de la estructura local de poder esquelense, un esquema de fingida reciprocidad; reciprocidad que no era tal y que no fue entendida así desde los "barrios".

b) El Portezuelo: "Con una placita nos van a tener que favorecer"
El Portezuelo, como poblado más numeroso del municipio, es tal vez la localidad eje de todo Cerro de San Pedro. Agrupa además las escuelas y las distintas organizaciones civiles del área. Era tenido como un bastión promina prácticamente inexpugnable. Teníamos la impresión de adentrarnos en territorio hostil. El día que llegamos10 encontramos una cuadrilla de operarios haciendo trabajos en la plaza del pueblo. Habían quitado algunos árboles y planeaban construir un kiosco, ya lo tenían dibujado en el suelo en uno de los vértices de la plaza. Originalmente iba a estar en el centro, pero las protestas de los vecinos, que no querían que se quitara una estatua de Juárez11, lo impidieron. Intentamos hablar con ellos, pero nos contestaron que no podían ayudarnos, puesto que todos eran de Zacatecas12 y recién habían llegado hacía unos días. No conocían a nadie. Nos pareció bastante raro, puesto que sabíamos entonces que las obras se estaban realizando en las plazas de todos los pueblos del municipio, financiadas a través de Minera San Xavier. ¿Por qué habían traído trabajadores de Zacatecas? ¿No los había acaso en El Portezuelo mismo? Al fin nos encontramos con S. y con P. Las dos vivían en el pueblo y se habían criado allí. Una de ellas, S. tenía un negocio en la esquina de la calle. La otra mujer, P., era más callada en un primer momento, aunque no por razones de carácter, como veremos.

S: Lo que pasa es que al principio había mucha gente en contra [de la mina] porque se decía que iba a haber mucho tiempo de sequía, se decía que no iba a haber agua, porque iban a estar tomando agua de aquí de los pozos de Portezuelo. Entonces mucha gente sí se asustó por la mala información que se estaba dando. No mala información, sino que la gente entendía mal.

HS: Ajá.

S: A partir de que la minera empezó, este... empezó a contratar gente de aquí de Portezuelo y de las comunidades de por aquí, entonces, este... pues ya no podían estar en contra. Porque ya estaban comiendo de ahí.

En su momento esto fue una sorpresa: sí había gente que se había opuesto al proyecto minero en El Portezuelo. O más bien había gente que había cambiado de opinión.

HS: ¿Hay mucha gente aquí en Portezuelo que trabaja para Minera San Xavier?

S: Pues no sé cuanta, pero sí. De hecho yo tengo dos hermanos ahí. Ahí en la minera. Y sí, pues yo creo que la mayoría de las familias tiene, yo creo, un pariente ahí, en la minera.

P: Pues sí, aquí la mayoría son como unos diez, mas o menos, ¿verdad?

S: Si, son más, es mucha gente...

P: Pero más de La Zapatilla13, o sea que ahora... [...]

P: Ah, sí, verdad... bueno, pues, son de los dos. La Zapatilla y Cuesta de Campa son los dos que están.

HS: ¿Hay mucha gente de ahí trabajando?

P: Sí.

Tres observaciones. Primero, la relevancia de los vínculos familiares: "la mayoría de las familias tiene un pariente allí". Luego, se asocia Cuesta de Campa a La Zapatilla, porque son los que más empleos han recibido. Tercer punto, ligado al anterior: pareciera que la mayoría de los trabajos no fueron para Portezuelo, sino para los otros dos poblados.

S: De hecho, en un principio se estuvo manejando que se le iba a dar preferencia a darle trabajo a las personas que fueran del municipio, especialmente, pues para favorecerlo, ¿verdad? Pero también fue para no tener a tanta gente en contra. Porque la oposición sí estaba muy fuerte aquí. Muy fuerte.

HS: Y aunque estaba fuerte, cuando la gente empezó trabajar... se calmó la oposición... ¿Qué fue lo que pasó?

S: No, cuando la empresa empezó a trabajar entonces se empezaron a hacer plantones, marchas, y todo... se hizo todo lo posible por impedir que la empresa trabajara, pero... ahora sí que había muchos intereses. Se hablaba de que había intereses políticos tanto aquí en el municipio como en el estado. Pues entonces eso hizo que la gente... se tuviera más control sobre la gente.

S. atribuye entonces la posibilidad de puestos de trabajo para El Portezuelo como un elemento que permitió apaciguar un ciclo de protestas al inicio de las operaciones de la compañía. Y luego aparecen los "intereses políticos", que logran "controlar a la población" y sacar adelante el proyecto.

HS: ¿Y qué está diciendo la gente en este momento, en que la mina ya empezó? ¿La gente está trabajando, la gente en general aquí en Portezuelo están contentos con lo que pasa en este momento con la mina y los beneficios...? ¿O hay problemas o broncas o...?

S: Pues mira... cuando la minera empezó, se hicieron muchas promesas. Las promesas fueron de que 'les vamos a plantar árboles, les vamos a poner carreteras', cosas de ese tipo. ¿Sí? Mucha gente pues dijo, 'bien, va a ser cambio para nosotros' ¿verdad? Pero mucha gente sí pensó que era un gancho para ganar votos y cosas así. Cuando ahorita que ya empezaron... que empezó el rumor, que la minera ya está sacando los lingotes, entonces sí, y también porque tenemos problemas de agua, que hay veces que nos racionan, entonces ahí está la gente, manifestándose. Que pues no hay agua, que están sacando los lingotes y están usando más agua...

HS: ¿Y antes? ¿Siempre fue que se racionó el agua?

S: Pues antes sí había ración, o nos quedábamos sin agua. Pero era por problemas del pozo. Por problemas mismo de aquí. Pues, que no había luz, o lo que sea. Pero entonces los problemas ya empezaron a escasearse más el agua porque la mina ahora jala mas agua. Entonces por eso fue. Entonces ahora sí hay rumores de que los lingotes están saliendo, entonces sí la gente está así como... ¿cómo se dice?... está... de cierta forma, este... un poco a lo mejor indiferente, en cuanto a la situación, por lo mismo que los familiares están ahí. ¿Sí? Y como que 'sí, nos vamos a quedar sin agua', pero hasta ahí. Ahora ya no hacen tanta manifestación. Las manifestaciones, por lo común, son con gente de San Luis. O sea, aquí la gente se junta poco para una manifestación. No son tan así, tan llegados a hacer una manifestación.

En este relato, una primera instancia representa para los habitantes de El Portezuelo expectativa, esperanza, "cambio". Otros directamente lo ligan a "un gancho para ganar votos". Pero la empresa se instala y ahora ya está trabajando. Ya está sacando los lingotes. Y falta el agua, y "ahí está la gente manifestándose". Sin embargo, el hecho de que los familiares "estén allí" (trabajando para la empresa) hace que estén "un poco indiferentes". Pero como las personas no son muy "llegadas" a hacer una manifestación, las cosas están calmadas. Le pregunto a P., que está callada, qué opina.

HS: ¿Y Ud. que opina?

P: Pues no, yo lo mismo, jajaja. Yo no opino nada, yo digo.

HS: Está bien. Y usted cree que la mayoría del pueblo está a favor de la mina, en contra, que no tienen opinión... ¿Cuál es su sentimiento?

P: Mira, mi opinión personal... pues te digo yo estuve... no tengo tanto contacto con la gente para saber qué es lo que piensan de la minera. Mi opinión personal es de que la minera sí está controlando muchas cosas, aquí. En lo personal me entero por rumores, no porque yo lo escuché de gente allegada, ¿si? Son puros rumores de que la gente... se dice que... la minera tiene mucho control en la política interna. ¿Si? ¿Por qué? Porque de cierta forma se dice que la minera está dándole dinero a la presidencia [municipal]. Entonces hay intereses políticos, sí los hay, este... que prefieren mantener a la gente callada aquí, es verdad eso, es verdad. ¿Por qué? Porque si se cierra la minera... ¿cuántas familias se van a quedar sin trabajo? Muchas. De aquí, muchas. Entonces ¿qué prefieren? Pues mejor no decir nada. La gente que no tienen familiares ahí, a lo mejor sí están inconformes. Pero es la minoría, no es la mayoría. Sí, esto se está politizando mucho, los rumores dicen que la minera está ya abarcando la política, pues que la plaza incluso [la plaza enfrente nuestro, que está siendo refaccionada] está patrocinada por la minera...

HS: ¿Estas obras?

P: Sí.

HS: ¿Qué es lo que están haciendo?

P: Pues que han hecho un desastre aquí... Un desastre porque no venía al caso renovar la plaza, no venía al caso. Ya las jardineras [maceteros y canteros], pues ya estaban: las destruyeron por completo. Pero hicieron un proyecto, ese proyecto incluso lo pusieron en la iglesia para que la gente lo viera, que estaba patrocinado por la minera. Entonces iban a renovar que las jardineras, porque ya no tenían pasto. Pues todo se iba a quitar, verdad, pues que iban a poner un teatro y no sé que más, un kiosco, al último, pues unos estaban en contra porque ese... la pilita, que le dicen ahí, ya tenía años. Incluso ya tiene años... de los abuelos, quién sabe quién, yo no existía en ese entonces [risas] pero ahí dice. Y la comunidad sí estaba inconforme algunas... entonces ellos los callaron, pues '¡Ya! va a ser eso'. Y... incluso también aquí, en un jardín de niños, hicieron un salón también, por medio de la minera, en la escuela pusieron computadoras por medio de la minera, por eso la gente pues está callada.

Como vemos, P. tenía bastantes cosas parea decir. Sobresalen en sus comentarios los dichos relativos al "control" que la empresa tiene sobre "la presidencia"14. Vuelve a aparecer la referencia a los "intereses políticos" y, a ellos ligados, la necesidad de tener a la población "callada". Su argumento es claro: quienes tienen parientes trabajando para la compañía, no protestan. Quienes no los tienen son una minoría. No es que falten, en todo caso, motivos para protestar, es que por motivos diversos no les conviene, o no pueden hacerlo. El territorio propio ha sido invadido, sin dudas. La plaza es un "desastre". Pero como esas cosas parecen ser favorables a la comunidad, "la gente está callada". Se le ha impuesto a la población (un nosotros en que ella se incluye) su propio beneficio.

S: Pues yo he conocido otros proyectos que se han hecho, en Zacatecas, verdad, sobre mineras que trabajan igual y he visto el desastre ecológico que dejan... y [aquí] se está viendo igual. Y que si en un principio la gente pudo detener esto, ahorita ya es imposible. Ya no. Ya hay demasiado desastre ecológico, y lo vamos a resentir en unos tres, cuatro años. Ahorita no, ahorita hay trabajo. Ahorita no. La verdad yo estuve mucho tiempo en oposición, ¿verdad? La verdad [P. se ríe]. Pero ahora tengo parientes ahí, entonces... ahora sí estoy ambivalente, verdad. Y bueno... si el desastre ecológico va a quedar, a lo mejor con una placita nos van a tener que favorecer, ¿verdad? Y esperemos que le pongan muchos arbolitos. Porque ya están tumbando los de aquí, y para que un árbol crezca, se tarda años. Entonces yo pienso que la gente, en su momento, pudo hacer algo. Ahorita ya no. Ahorita aunque la gente quiera, ahorita ya no se va a poder hacer nada. Ya es muy tarde, la verdad. Es todo.

De pronto aparecen más razones para oponerse a la mina, o al menos aparecen desconfianzas y suspicacias, pero ahora en boca de S. Ella admite que en un primer momento se oponía a que la empresa trabajase en San Pedro, pero ahora no; ahora está "ambivalente" debido que sus familiares ganan sus sueldos allí. Además explica el proceso como una derrota: "y si en un principio la gente pudo detener esto, ahorita ya no". Admite los posibles problemas que pueden sufrir a futuro, ya nos habló también del racionamiento de agua. Pero es demasiado tarde. Se conforma ahora con algunos arbolitos en la plaza, cosa que ni siquiera le están dando, aunque sus expectativas allí se mantienen: "si el desastre ecológico va a quedar, a lo mejor con una placita nos van a tener que favorecer, ¿verdad?". Es ejercitar la posibilidad de obtener "algo" a cambio del "desastre" que están dejando. Se ha avanzado sobre el territorio del nosotros imaginado, y a cambio de ese avance se los "favorece con la placita", pero compulsivamente. La población no ha pedido la placita, no se la consultó al respecto.

P: De Zacatecas, no sé. Pero no son de aquí de Portezuelo. Son de fuera, todos. [Los trabajadores que laboran en la plaza].

HS: ¿Y por qué no contrataron gente de aquí? ¿No hay?

S: ¡Sí! De hecho sí hay mucha gente aquí que, pues está desempleada. Y en eso hubieran pensado también, para darnos beneficio a todos. Pero no, pues bueno, si ya decidieron, pues ni modo, en su momento pudieron haber hecho algo, ahora ya no se puede hacer nada.

Aquí encontramos esa misma lógica. S. se presenta, sin buscarlo, como un sujeto a la merced de un monstruo formado por la combinación de la empresa y el municipio. Reconoce los daños que ocasionan, pero repite "ahora ya no se puede hacer nada". La población tuvo su chance, allá en los momentos en que Minera San Xavier todavía no se había terminado de instalar. Ahora ya todas las cartas se habían jugado y la partida está dirimida. Sólo resta ver que cosas positivas pueden rescatarse, pero eso implica la pasividad.

HS: Y ¿cómo supieron?

P: Hace dos años, empezaron a trabajar.

HS: ¿Y qué? ¿Empezaron a contratar gente aquí?

S: Pues no, hace como tres años. Sí, mas o menos tres años. Pues a contratar gente así como, con un turno, y sueldos y eso, hace como tres años.

P: ¡Pero ni les pagan bien!

HS: ¿No les pagan bien?

P: Yo digo que no, porque a mi hermana le pagan como mil pesos, mil doscientos... [pesos mexicanos, equivalentes a entre noventa y ciento diez dólares estadounidenses, en aquel momento (2008)]

S: ¿A la semana?

P: A la semana o a la quincena, no sé cómo está ahorita.

P. también tiene parientes en trabajos relacionados con la empresa. Critica los sueldos. S. se apresura a rebatirla:

S: Pues eso depende del puesto. Porque yo por ahí supe que estaba pagando quinientos pesos diarios [alrededor de cincuenta dólares]. Ya en puestos que llevaban retroexcavadoras y cosas ya así, que movían maquinaria. Entonces mucha gente por eso se iba a trabajar. Pero también hay puestos que les pagan menos, ¿verdad? Así es. Y yo me enteré porque, cuando yo llegué aquí, yo llegué aquí en el 92, al rancho este... una de mis tías andaba en proselitismo en contra de la minera, y ella fue quien me invitó. Entonces me dio material, pues yo... lo vi, y me interesó. Y yo sí veía que no era justo que a la gente que no sabía ni de qué se trataba, llegaran diciéndole cosas que no eran. Como confundiéndola... Y la gente que pues no sabía ni de qué le estaban hablando, y pues decían que sí y pues, yo me enteré por medio de una tía.

También mi acompañante (Claire), que enfocaba su trabajo hacia los foros de consulta y el establecimiento de consensos informados, preguntó, entre otras cosas, acerca de los modos de difusión al momento de la empresa presentar el proyecto:

CLAIRE: Y ¿cómo la gente se enteró que aquí venía la minera? ¿Hubo un foro, una consulta, algo de formal? ¿Cómo supieron ustedes?

P: Lo que pasa es que en la feria de aquí de Ciudad Capital, que es en agosto, la minera ponía, puso un... pusieron carpas y daban volantes, para que la gente supiera qué iban a hacer acá en San Pedro. Entonces mucha gente que sabía de qué se trataba y que veía pues, otros lugares, cómo habían quedado, se empezaron a juntar allá en Ciudad Capital, obviamente aquí no, allá la capital, a hacer foros, a hacer este... pues mesas de trabajo, a ver qué se podía hacer en contra, todo eso, y se decidió que veníamos a encuestar aquí, a toda la gente, a informar a toda la gente, y decir que sí, que eso que ponían en los folletos sí era vedad, pero ahí no decía después cómo iba a quedar. Nosotros estábamos informando a la gente cómo iba a quedar después de lo que nos decían. Después que se acaben el oro y se fueran con su dinerito, pues qué iba a quedar, ¿no? No, pero pues mucha gente no hizo caso. Entonces por eso la minera, por eso la gente se enteró, se encargaron de dar volantes.

CONTRASTES

Enumeremos algunas ideas a las que podemos llegar luego de la lectura, contraste y análisis de estas entrevistas, sin con esto pretender agotar la cuestión ni proveer explicaciones generalizadoras. Recordemos que intentamos identificar marcas que permitan luego, puestas en relación con el proceso social, señalar huellas discursivas. Con relación a la noción de pertenencia, las empresas mineras aparecen en primer momento y en ambos casos, como un sujeto externo al nosotros imaginario que delimita lo propio. En ambos casos, las primeras percepciones positivas de la empresa por parte de la población se vinculan a la oferta de empleo. En Esquel se anotan en listas, en El Portezuelo hay esperanzas de mejorar la situación económica. La llegada de la empresa minera genera, en una primera instancia, expectativas positivas. Una primera diferencia: mientras en Esquel quienes trabajan para la empresa minera comienzan a ser interpelados negativamente ("estás vendiendo a tu familia"), en Cerro de San Pedro-El Portezuelo la entrada de una familiar a trabajar produce la "pasividad" o "inacción" de sus parientes ("Ahora tengo parientes y estoy ambivalente").
Frente a las ofertas que hace la empresa minera ("empleo", "desarrollo", "mejoras"), las reacciones son casi diametralmente opuestas: en el relato esquelense se vive a la minería como un empeoramiento de las condiciones de vida, que ya de por sí son malas: ("encima de pobres, contaminados"); en cambio, en Cerro de San Pedro-El Portezuelo hay expectativa de que el "trabajo" permita mitigar las malas condiciones de vida. Pasemos a la articulación entre la pertenencia y el control del territorio. En Cerro de San Pedro, los principales socios locales de Minera San Xavier son "los políticos" y las "personas fuertes" del municipio, lo que se vive como "control" de la empresa sobre el gobierno municipal y luego sobre la población, que se subsume a este control. En Esquel la empresa minera también contaba con apoyo estatal y gubernamental, pero esto fue vivido por nuestros interlocutores como "traición" de los políticos ("nos están vendiendo como corderos") y generó rebeldía antes que acatamiento. En Esquel, estos discursos confluyeron y construyeron su coherencia con el proceso de movilizaciones y reclamos que sacudieron esta localidad, sobre todo entre finales de 2002 hasta la realización del plebiscito, en marzo de 2003. La articulación de estos elementos se sintetiza en la defensa del territorio imaginado como propio, a través de la "dignidad".
En Cerro de San Pedro-El Portezuelo también hubo intentos de defensa, que no hay que pasar por alto y que aún persisten. Pero se asume que una parte importante del territorio imaginado como propio, esto es, el gobierno municipal y las "personas fuertes", además de los familiares que encontraban trabajo en la mina, no quieren defenderse, o no les conviene, o tienen dudas, o están "controlados". Las prácticas defensivas no logran vincularse en un discurso que las sintetice. Esto debilita la defensa. Mientras en Esquel se articula la noción de la dignidad, y esto se asocia estrechamente a la pertenencia, en Cerro de San Pedro-El Portezuelo, la pertenencia y su defensa no pueden articularse en torno a categoría alguna, lo que evidencia la dispersión de las fuerzas sociales. Por esto mismo, Esquel logra situarse discursivamente en una posición de independencia y "soberanía", anclada en las decisiones populares. La lucha social que desencadena su población permite la construcción de la categoría de "dignidad", asociada al "No a la Mina".
En cambio, en Cerro de San Pedro, desarticuladas sus resistencias, y por eso extraviada esa posibilidad, se explora el sacar el mayor provecho posible de una situación de la que no se puede salir. "Con una placita nos van a tener que favorecer". No es la apelación a un "pasado minero" lo que legitima a la empresa, ni tampoco la mejora en el empleo o la calidad de vida, sino la resignación a lidiar con lo inevitable. Esta es la huella de una derrota social. Una derrota no del FAO, que sigue luchando. Tampoco de todos los habitantes de Cerro de San Pedro. Pero sí de ciertos sectores de esa población, que se ven expropiados de la posibilidad de ejercer el control sobre su propio territorio.

ALGUNAS REFLEXIONES FINALES

Para finalizar, algunos elementos a tener en cuenta en el análisis de los posicionamientos descritos en los discursos que relevamos, frente a propuestas de gran minería y los conflictos en torno a ella. En ninguno de los dos casos, a pesar de legislaciones nacionales e internacionales que lo exigen, las empresas cuentan con el consentimiento informado de la población. Las "consultas participativas", "audiencias públicas", "foros de consulta", "difusión de información" o cual sea el nombre que se les otorgue, no aparecen como instancias relevantes en los relatos que hemos aportado. Ni el Estado, ni los empresarios, ponen a disposición de la población la información necesaria en torno a los emprendimientos mineros. Cuando la información circula, es porque la población se ha informado a sí misma, y podríamos además proponer una correlación entre este hecho y el rechazo a los proyectos mineros. ¿Cuanto mayor la cantidad y calidad de información, mayor el rechazo?
En segundo lugar, el vínculo con la empresa, por ejemplo en Cerro de San Pedro, es vivido por nuestras entrevistadas como un conjunto de dispositivos y mecanismos de control de la población y sus dirigentes. Equipar escuelas o mejorar caminos es algo que la empresa entrega a cambio de "dejar sin agua" a la población, como en El Portezuelo. En el otro caso, Esquel, la amenaza es dejarla sin "dignidad". En Cerro de San Pedro, New Gold impone su donación. Entrega lo que quiere, como quiere, cuando quiere. Arregla las plazas a pesar de que nadie lo requirió. Satisface "necesidades" que, como empresa misma, ha determinado como tales. Esto lleva al tercer punto: adquiere esta capacidad porque impone dichos mecanismos de "responsabilidad social empresaria" sobre distintas fracciones de la población. Algunas le otorgan su consentimiento, pero otras, no. A esas, es preciso derrotarlas. Para funcionar, la empresa minera necesita de expropiar a ciertos colectivos sociales del control de su territorio. Los sectores a favor del proyecto minero no encuentran en esto mayor conflicto. Pero los sectores opositores no tienen otra salida.
No es una negociación entre pares lo que está presente, sino un vínculo asimétrico en que estos sectores de la población ocupan el sitio más débil, porque ya han sido vencidos en sus primeras defensas ("la gente, en su momento, pudo hacer algo. Ahorita ya no"), y a lo que se aspira es a obtener lo más que pueda de ese vínculo desigual. La producción (minera, en este caso) se asienta sobre un territorio previamente demarcado por el poder. De qué manera se construye este proceso de predominio de ciertas fracciones sociales sobre otras es algo que necesita ser investigado con mayor profundidad. Lo que resulta, sin embargo, relevante en este punto, es que se demuestra posible registrar la existencia de ciertos enfrentamientos, y sus resultados, en el propio discurso de los actores. La semiosis social se vincula, por caminos fragmentarios y distorsionados, a las condiciones de su producción.

Agradecimientos

Agradezco al Posgrado en Antropología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). También al Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM), en especial a mi director de Tesis, el Dr. Andrés Medina Hernández. Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) de México, que financió mi formación de Maestría, y al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en Argentina, que financia actualmente mi Doctorado. A mi lugar de trabajo, el Instituto de Investigaciones Gino Germani, en particular al Programa de Investigaciones Sobre el Cambio Social (PICASO).

NOTAS

1 El Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina señala la existencia de 168 proyectos mineros, que han desencadenado 155 conflictos que afectan a 205 comunidades en diferentes puntos del subcontinente. Ver www.olca.cl/ocmal (Consultada 10 de octubre 2011).

2 Por razones de espacio no seremos exhaustivos en la descripción de los casos de Esquel y Cerro de San Pedro.

3 Fuente: Censo 2001. INDEC.

4 Estos datos corresponden al Informe de Impacto Ambiental que realizó la empresa minera El Desquite. Coinciden además con los de Esquel SEAS, un plan de desarrollo estratégico local encarado por el Municipio de Esquel y la Universidad de la Patagonia. Ambos proyectaban una desocupación del 19,4%, al que habría que sumarle un 8,5% de trabajadores "ocupados" en planes Jefas y Jefes de Hogar.

5 Recordemos que en diciembre de 2001 fuertes convulsiones sociales provocaron profundos cambios políticos en todo el territorio nacional. A su manera, esas experiencias también se vivieron en Esquel.

6 Fuente: Censo 1960. INEGI.

7 Eso sí, contando, como hacen los informes mineros de impacto socioambiental, empleos directos e indirectos.

8 En 1998 fue hallado muerto Baltasar Loredo, presidente municipal de Cerro de San Pedro, quien se había manifestado públicamente como opositor al proyecto de Metallica Resources.

9 Trabajamos el conflicto generado en Esquel entre 2002 y 2007, años en que residimos en esa localidad. La primera entrevista que se presentará fue registrada en Esquel en julio de 2003, después de desarrollado el plebiscito (aunque no agotado el conflicto, que a la fecha permanece vigente) y algunos fragmentos fueron incluidos en nuestra tesis de Licenciatura, aunque analizados con base en otros objetivos y herramientas. La segunda entrevista fue registrada en El Portezuelo, la localidad más poblada del Municipio de Cerro de San Pedro (ya dijimos que concentra unos 2000 habitantes de un total de 4000 del municipio, aproximadamente) en junio de 2008. Si bien la mina se ubica en el pueblo de Cerro de San Pedro, que es además la cabecera municipal de la zona y sede de gobierno, Cerro de San Pedro tiene apenas unos 100 habitantes, y Portezuelo es además la residencia de las familias políticas más influyentes del lugar.

10 Cuando esta entrevista fue registrada me encontraba con una periodista canadiense, a quien llamaremos Claire, quien también participó y preguntó. Mi esposa y un compañero del Frente Amplio Opositor nos acompañaban, pero no estuvieron presentes al momento de la grabación.

11 La protesta de los habitantes de El Portezuelo para que no movieran o quitaran la estatua de Benito Juárez puede ser también analizada como una práctica defensiva sobre el territorio, si es correctamente delimitada en el nivel que corresponde. No haremos ese trabajo aquí, por una cuestión de espacio.

12 Estado vecino a San Luis Potosí.

13 La Zapatilla es otro pueblo del municipio de Cerro de San Pedro, que fue relocalizado puesto que la empresa minera necesitaba el terreno en que estaba asentado para construir allí las pilas de lixiviación del material que extraen del tajo.

14 "Presidente municipal" es el nombre mexicano del cargo equiparable al "Intendente" en Argentina.

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