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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.16 no.1 Olavarría jun. 2015

 

ARTÍCULOS

La producción textil como actividad doméstica de los cazadores-recolectores prehispánicos en la región pampeana, Argentina

 

Diana Leonis Mazzanti y Verónica Puente

Diana Leonis Mazzanti. Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense (LARBO). Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Mar del Plata, Funes 3350 (7600), Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina. E-mail: arqueolab@gmail.com
Verónica Puente. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). LARBO. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Mar del Plata. Funes 3350 (7600), Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina. E-mail: vpuente78@yahoo.com.ar

Recibido 12 de junio 2013.
Aceptado 29 de noviembre 2013


RESUMEN

Se discute la producción textil como una práctica tecnológica emergente en las sociedades cazadoras recolectoras del Holoceno tardío en la Pampa. Esta actividad formó parte de la vida doméstica de sociedades prehispánicas que expresaron situaciones de diferenciación social y territorialidad en las sierras de Tandilia oriental. En este trabajo se analiza a los torteros de cerámica -pesos para hilado- como la evidencia material que perdura en la región como instrumental de esta tecnología. Se complementa la información arqueológica, con datos etnográficos e históricos sobre textilería de regiones diversas y se propone como hipótesis que la fibra procedente del vellón del guanaco fue la materia prima utilizada para la elaboración textil en la región. Asimismo, se considera el uso de instrumentos óseos como agujas y punzones entre las herramientas de uso potencial para el proceso de hilado y la elaboración de tejidos. Planteamos que las fluctuaciones climáticas del Holoceno tardío-final que produjeron la retracción del guanaco en la Pampa Húmeda desde los siglos XV y XVI en adelante, explican la ausencia en ese período de esta fibra para la textilería, actividad que se reanuda en la época de la colonia a partir del uso de lana de oveja.

Palabras clave: Cazadores-recolectores; Textilería; Región pampeana.

ABSTRACT

Textile production as domestic activity among pre-hispanic Pampean hunter-gatherers, Argentina

This paper discusses textile production as a technological practice that emerged in hunter-gatherer societies during the Late Holocene in the Pampean region. This activity was part of domestic life of pre- Columbian societies with social differentiation and territoriality in the eastern Sierras de Tandilia. This paper analyzes ceramic spindle whorls as archaeological evidence of this technology, one that is still present in the region. This cultural evidence is complemented by ethnographic and historic data on textiles from different regions. A hypothesis is presented that fiber from the fleece of guanaco was the raw material used in textile production in the region. The use of bone instruments such as needles and awls that were associated with the spinning process and the development of textiles is also considered. It is proposed that the climatic fluctuations in the Pampean region during the final-late Holocene (AD 1500 - 1600) that caused the guanaco population to decrease could explain the absence of this fiber for textile production. The activity is taken up again during the colonial period with sheep's wool.

Keywords: Hunter-gatherers; Textile production; Pampa region.


 

"... hilar la lana de guanaco... se la hilaba con el palo y la piedra. La tortera. se pone abajo, se hacía un palo de molle y se ponía la tortera abajo para que haga peso.Hilábamos la lana de guanaco [.]" [entrevista a Pati 1996-99] (Aguerre 2000: 88).

Introducción

Las investigaciones arqueológicas efectuadas en la porción oriental de las sierras septentrionales de la provincia de Buenos Aires (Tandilia) discuten varios problemas de la secuencia arqueológica regional a partir de la información contenida en contextos arqueológicos de cuevas de ese sector serrano. En esta oportunidad, se presenta el análisis de un tipo de producción que no había sido considerada hasta el momento en la región: la hilandería/textilería como un emergente en la vida social de los cazadores-recolectores tardíos. Esta práctica productiva permite no sólo abordar aspectos de su manufactura, sino también contribuir a la discusión de problemas teóricos que den cuenta de su origen, sus implicancias en los mecanismos de diferenciación social (género, edad, estatus o grupo étnico), y su correlación con el contexto socioeconómico de producción (Lemonnier 1986; Hayden 1998). Por ello, el objetivo central de esta contribución es analizar la hilandería y, a través de ella, a la textilería como un recurso tecnológico que, junto con otras tecnologías, formó parte de la vida doméstica de sociedades prehispánicas que expresaron situaciones de diferenciación social y territorialidad en las sierras de Tandilia oriental (Mazzanti 2006). Los materiales arqueológicos que se analizan refieren al proceso de hilado de fibras. Se trata de torteros hallados en sitios datados entre los 670 años AP y 980 años AP (Sitio 1 de la localidad arqueológica Lobería I y Cueva El Abra). También se discuten otras evidencias potencialmente asignables a las tareas textiles como son los instrumentos óseos hallados en Cueva Tixi, Lobería I y Cueva El Abra (Figura 1).


Figura 1.
Mapa regional con la ubicación de los sitios estudiados: 1- Localidad Arqueológica Lobería I. 2- Cueva El Abra y Cueva Tixi 3- Sitios: Canal, Canal Guido del Mar, Playa Girón, El Divisadero Monte

La variable ambiental es un aspecto central al examinar las condiciones de preservación del registro arqueológico vinculado a la actividad textil. A escala regional y en especial en la Pampa Húmeda, el ambiente no favorece la conservación de materiales como fibras, tejidos y maderas, a diferencia de otras áreas geográficas con ambientes más áridos donde se hallaron variedad de instrumentos y tejidos. Por ello, los torteros constituyen las pruebas indirectas sobre la manipulación de fibras con fines textiles (Williams 1983; Mulvany et al. 1992; Renard 2002; De Grandis 2006; Carpenter et al. 2012, entre otros). La producción textil se registra tempranamente en grupos cazadores-recolectores, quienes manufacturaron sogas, bolsas y redes mediante la torsión de fibras vegetales de una o dos hebras, empleando agujas óseas u otros instrumentos punzantes para cruzar hilos. Los datos más antiguos en los Andes peruanos provienen de Cueva Guitarrero (10.600 años AP) y Huaca Prieta (6000 años AP), donde usaron fibras de algodón para producir redes y telas (Corcuera 2010). En los sitios Cueva Huachichocana III y IV, en la Argentina, se hallaron nudos de fibras vegetales e hilados torzados de fibra animal y cabello humano datados ca. los 9600 años AP (Corcuera 2010). En Inca Cueva- 4 también se recuperaron cordeles de fibra animal datados en ca. 9200 años, y en Inca Cueva-7 se hallaron bolsas de fibra animal ca. 4100 años (Aguerre et al. 1973; Aschero 1984). La producción de tejido mediante la técnica de red se vinculó a la actividad de recolección propia de los cazadores-recolectores. En la arqueología americana se considera que la textilería es un componente del proceso de emergencia y/o consolidación de la complejidad socioeconómica prehispánica (Hayden 1998). Para la región pampeana en particular, interesa indagar las condiciones bajo las cuales se desarrolló esta tecnología. Los antecedentes sobre la textilería indígena en la pampa y áreas lindantes provienen de la documentación estudiada por historiadores y antropólogos, quienes la relacionan con los procesos migratorios de poblaciones andinas incrementados luego de la conquista (Palermo 1994; Méndez 2009). En este marco de procesos históricos detallados en las fuentes escritas, quedó en un segundo plano la consideración del registro material. La tendencia a plantear que los cambios sociopolíticos y económicos ocurrieron luego de la relación colonial subestimó la comprensión de la dinámica y transformaciones de los procesos prehispánicos milenarios. Diversas evidencias arqueológicas indican que los cazadores-recolectores del Holoceno tardío-final se hallaban transitando el proceso de intensificación y regionalización (Quintana y Mazzanti 2001; Martínez y Gutiérrez 2004; Mazzanti 2006). Por ello, una cuestión principal es conocer cuáles fueron los factores diferenciales de la práctica textil pre y posconquista en la Pampa, los cuales están directamente relacionados con el tipo de fibras utilizadas en esta región, tanto en los sistemas productivos de los cazadores-recolectores prehispánicos como en aquellos de las jefaturas ecuestres posconquista. Esto conduce a una nueva pregunta: ¿cuáles fueron los recursos potencialmente explotados para obtener materias primas adecuadas para la producción textil? Las respuestas se hallan relacionadas con los cambios ambientales de las anomalías climáticas del Holoceno tardío (Período Cálido Medieval y Pequeña Edad del Hielo), que afectaron la distribución de varias especies en el oriente pampeano (Politis y Pedrotta 2006).
Este trabajo integra datos arqueológicos, históricos y etnográficos sobre la textilería provenientes de distintas regiones y períodos, e ilustra los saberes involucrados en esa práctica social con el fin de proponer hipótesis sobre el carácter y la dinámica de las primeras etapas de la cadena de elaboración. Es decir, sobre las materias primas utilizadas (fibras animales o vegetales), su obtención y las herramientas de trabajo involucradas.

Consideraciones teóricas y el problema de la investigación

Se concibe a la tecnología textil como una práctica social que involucra al proceso de elaboración en el que confluyen aspectos materiales, sociales, simbólicos y también es el medio a través del cual se expresan, definen y reproducen categorías sociales (Lemonnier 1986; Dobres y Hoffman 1994). La presencia de textiles en sociedades cazadoras-recolectoras amplió la variedad de prácticas existentes e indicativas de la complejidad social emergente durante el período prehispánico. Hayden (1998) considera a la textilería como una tecnología de prestigio cuyos conocimientos técnicos y el posterior uso de la prenda elaborada pudieron funcionar como instancias para generar y reproducir diferencias sociales diversas: género, edad, estatus o grupo étnico. Las problemáticas de índole teórica derivadas de su análisis conducen a concebirla como una tecnología que participa tempranamente en contextos socioeconómicos del proceso de emergencia de la complejidad social en términos de heterogeneidad y desigualdad social interna (McGuire 1983; Hayden 1998; Uribe 2006). En la arqueología del Cono Sur surgió una profunda revisión de los conceptos teóricos que problematizan los procesos de complejidad en los cazadoresrecolectores (Andrade Lima y López Mazz 1999-2000; Hocsman 2002; Dillehay 2007). Estas nuevas líneas de investigación enfatizan el estudio de categorías de análisis de índole social, como las redes de interacción e intercambio sobre grandes espacios y el reconocimiento del paisaje cultural como un modo de materializar ciertos procesos socioeconómicos y políticos. Esos cambios sociales ocurrieron en distintas regiones de América, en las tierras bajas de Brasil y Uruguay (Andrade Lima y López Mazz 1999-2000) y en los Andes chilenos (Uribe 2006). En la Patagonia austral, Fiore (2006) demostró que los selk'nam y yámana manifestaron sus diferencias sociales mediante las pinturas corporales y los ritos. En la región pampeana se discuten aspectos de la complejidad social, política e ideológica como parte de la dinámica social prehispánica (Berón 2004; González 2005; Bonomo 2006; Curtoni 2006; Mazzanti 2006; Bonomo et al. 2011). El conjunto de estas propuestas incorporó aspectos ideológicos poco explorados en los estudios de cazadores-recolectores y contrasta con los modelos tradicionales que entendían a estas sociedades como comunidades simples, igualitarias y con estructuras sociales estables.
Entre los diversos ítems arqueológicos del proceso de diferenciación social, la textilería manifiesta un aspecto de valor propio a la especialización que requiere su manufactura (Hayden 1998). Estas condiciones orientaron a los arqueólogos a indagar las implicancias sociales y políticas derivadas del dominio del proceso productivo de bienes textiles (accesorios, mantas, vestimentas), ya sean para uso interno, para intercambio, o por sus funciones simbólicas como prácticas estéticas y lenguajes plásticos (Martínez 1992). Los actos tecnológicos integran conocimientos particulares sobre las materias primas, las herramientas y los modos de elaboración; esos saberes constituyen representaciones sociales particulares (Lemonnier 1986; Dobres y Hoffman 1994) de los cazadores-recolectores que gestaron nuevas relaciones de producción y reproducción social.

La producción de hilados y textiles en los relatos etnográficos: instrumental y fibras utilizadas

La textilería es un proceso que involucra distintas etapas, cuyas características pueden variar de una sociedad a otra o incluso dentro de la misma sociedad. Se pueden mencionar las siguientes instancias de elaboración: adquisición y selección de las fibras (vegetal o animal), procesamiento (hilado, lavado y teñido) y confección del tejido. Cada una involucra la aplicación de distintas técnicas y herramientas dependiendo de la tradición de manufactura, las características de la materia prima utilizada, el tipo de tejido a obtener (fajas, bolsas, ponchos, mantas, etc.) y quiénes son los agentes sociales que producen y usan los tejidos, ya sean utilitarios o de prestigio. Los registros etnográficos muestran que las fibras utilizadas para tejer son diversas y están ligadas a la oferta de recursos animales o vegetales propios de cada región (Guinea Bueno 2004; Abal de Russo 2010). Las de origen vegetal son muy variadas: el pelo que envuelve a ciertas semillas, las fibras de la corteza, tallos y hojas y de ciertas gramíneas. Un ejemplo clásico es el algodón en sus diferentes colores, utilizado en Sudamérica desde hace ca. 4500 años AP. El agave o maguey, con sus fibras análogas al cáñamo, se usa en tejidos y en la confección de cordelerías. Las fibras de caraguatá (Bromeliáceas) junto con otras obtenidas de la corteza del árbol "palo borracho" son propias del Noreste y del Chaco y son utilizadas para producir sogas. Las fibras de totoras, palmeras y gramíneas como la "paja brava" se emplean aún hoy en cestería, cordelería y mallas (Stern 2005). No todas las fibras mencionadas pudieron hilarse por medio de huso/tortero (Guinea Bueno 2004).
Las fibras de origen animal también son diversas. Por ejemplo, el pelo de la vizcacha andina (Guinea Bueno 2004) y las fibras de seda natural (purucha o coyuyo) obtenidas de los capullos de una mariposa silvestre (Saturniidae rothschildia) que se recolecta en montes espinosos de Catamarca fueron utilizadas para la elaboración de prendas o accesorios exóticos, posiblemente incluso desde períodos prehispánicos (Kriscautzky y Gómez 1984; Corcuera 2006; López Campeny 2010-2012). También abundan las referencias documentales sobre el hilado y tejido de fibras producidas por arañas en las áreas chaqueñas y litorales (Corcuera 2006). Ejemplos provenientes de los Andes centro-sur indican que las fibras animales más utilizadas en tiempos prehispánicos provenían de los camélidos (domesticados y silvestres) y que a partir de la colonia se incorporó también la oveja (Rolandi y Jiménez 1983-1985; Taranto y Marí 2007). En relación con el instrumental utilizado, este varía según la etapa de la producción. Rolandi y Jiménez (1983-1985) señalan, a partir de un caso de estudio en la puna argentino-boliviana, que las tareas implicadas desde la esquila, el hilado, el teñido y el tejido precisan de herramientas especializadas y de la participación de distintos individuos en el proceso de producción. Así, para hilar las fibras de camélidos y ovejas utilizan el huso, el palo mismidor o el torno (de mano, de pie o de agua). En determinadas etapas de ese trabajo la elección del tipo de instrumento se vincula con diferencias de género; por ejemplo, las mujeres tejen en telar de cintura o de cuatro estacas y los hombres lo hacen en el telar español. El instrumental utilizado es de origen orgánico, es decir, perecedero, las únicas excepciones son las herramientas actuales de esquila de hojalata y los torteros de piedra o de caucho.
Otro ejemplo etnográfico proveniente de contextos mapuches indica el inicio de la manufactura textil con la obtención y selección de las fibras de guanacos (Taranto y Marí 2007). Las hilanderas recibían el cuero entero del animal cazado y lo enterraban unos días a fin de desprender con facilidad los vellones y luego separaban la lana por colores (blanco, marrón, beige), respetando las distintas partes anatómicas del animal. Posteriormente quitaban adherencias vegetales atrapadas en los vellones y comenzaba la tarea de hilado, alineando las fibras en el huso o kulíu (palillo fino con punta aguzada). La tejedora le acoplaba una tortera o chinkud de piedra, madera o cerámica con un orificio central, la que se fijaba al eje inferior del huso para darle peso y favorecer el giro. Con estos sencillos elementos, la tejedora producía un hilo del diámetro y longitud deseados, el cual podía "torcer" uniéndole otro hilo para que la fibra tuviera mayor resistencia. A continuación se formaba el ovillo, o bien el hilado se extendía en un madejador o aspahue, instrumento que consiste en tres palos para sostener los hilos y que permite realizar el lavado y teñido posterior. Estas operaciones implicaban el conocimiento de las propiedades de los recursos naturales regionales, ya sea que tuvieran sustancias desengrasantes para quitar la lanolina, o bien plantas con cualidades tintóreas: rojos, rosados, violeta, marrón, amarillos, azul, etc. Para el teñido y aplicación de mordientes (orina, sal, hollín, etc.) se empleaban una serie de procedimientos con agua caliente. Esta descripción ejemplifica los diferentes pasos que requiere el procesamiento de las fibras para ser empleadas en la producción de diversos artículos textiles. Se usaron telares o witrales (verticales, oblicuos, para fajas, etc.), que consistían en postes de madera que sostenían la urdimbre. Para ajustar y/o separar la trama se utilizaban agujas y palas de madera de diversas morfologías, según fuera el tejido a realizar. Otro ejemplo etnográfico valioso es el relato de "Pati", registrado por Aguerre (2000) en Patagonia. Esa pobladora de ascendencia tehuelche brindó detalles sobre el procedimiento del hilado de fibras de guanaco surgidos de su experiencia en la infancia. Siguiendo su relato, las fibras se obtenían a mano, quitándolas de la espalda y del abdomen de esos animales recién muertos, porque el calor del cuerpo facilitaba la extracción de los vellones y era el momento de separar las fibras por colores (blanco y castaño rojizo)2. Ante la pregunta sobre la cantidad de fibra obtenida de un guanaco respondió: "Sí, un guanaco, un guanaco grande, tiene más o menos arañándolo bien, de unos tres kilos. Y eso uno cuando lo teje, lo hila, salen un montón de ovillos de lana. Cuando ya lo hila, la trabaja la lana salen muchos ovillos, muchas madejas". (Aguerre 2000: 93). Sobre el tipo de fibras utilizadas, "Pati" expresó que la de guanaco era mejor que la de oveja porque esta última resultaba más dura. Se hilaba con huso y tortera de piedra de dos clases: grandes al inicio y pequeñas cuando se completaba la capacidad del huso. Se producían varios grosores de hilos obtenidos de fibras finas o gruesas usadas para tejer ponchos y mantas respectivamente. Algunos torteros eran decorados para que cada mujer identificara el suyo, lo que expresa que esta actividad era propia de las mujeres (Aguerre 2000). Similares características sobre el procesamiento de fibras de guanaco fueron registradas por Méndez (2009) en la Meseta Central de Chubut, a partir también del estudio de fuentes etnográficas e históricas.

La práctica textil y su registro arqueológico

Los ejemplos etnográficos mencionados ilustran sobre las características del proceso productivo textil, instrumental implicado, materias primas empleadas y situaciones inherentes al simbolismo de esta actividad de género (Méndez 2009). La mayoría de las herramientas utilizadas para el hilado y el tejido están elaboradas con materias primas perecederas, por lo cual, el problema central para la arqueología es la preservación de esos materiales, aspecto que se acentúa en la región pampeana, especialmente en su vertiente oriental o Pampa Húmeda. Esta condición contrasta con las regiones más áridas y secas como el Noroeste, Cuyo, Sierras Centrales e incluso en la Patagonia, donde se conservan mejor las evidencias orgánicas. En estas regiones hay registros arqueológicos que conservaron fibras y fragmentos de prendas tejidas y numerosos instrumentos destinados a esa producción (Rolandi 1973; Michieli 1988-1990; Renard 2002; Pérez de Micou 2009). Dos ejemplos clásicos provienen de Inca Cueva (Aguerre et al. 1973) y del poblado de Santa Rosa de Tastil (Rolandi 1973). El primer caso es una colección de tejidos elaborados mediante las técnicas de redes y encordados: bolsas, hondas, cordelería, ovillos, etc. La mayoría de estos enseres producidos con fibras vegetales y otros con fibra de camélidos silvestres y cabello humano pudieron utilizarse para la recolección. El segundo ejemplo corresponde a un asentamiento conglomerado situado en un ambiente árido con buena conservación de materiales textiles: ovillos, cordelería, trenzas, mallas, gorros, hondas y telas de fibras de camélidos (colores castaño y arena) y fibras con tinturas (azul, rojo y verde) (Rolandi 1973). Los instrumentos de producción (Cigliano 1973) conservados son: husos completos, torteros (madera, hueso y piedra), agujas, peine y cuchillones (madera) participantes de las distintas etapas del hilado y manufactura de diversas prendas y utensilios tejidos. Los fragmentos de redes y entrelazados de fibras vegetales amplían los conocimientos sobre la variedad tecnológica empleada en la confección de artículos prehispánicos. De este modo, cabe preguntarse ¿cómo estudiar esta práctica de producción en ambientes que no benefician la conservación de restos orgánicos? y ¿cuáles serían las evidencias arqueológicas que posibilitarían inferir la actividad textil? En áreas geográficas con condiciones climáticas desfavorables para la conservación, las evidencias suelen ser indirectas. Un ejemplo son las improntas de estructuras textiles en cerámicas de Santiago del Estero y de cestería en piezas oriundas de los valles de Yocavil y del Cajón (Catamarca) (Tarragó y Renard 2001; Calo 2008; López Campeny 2011).
Los torteros son propuestos como los instrumentos vinculados a la labor de hilandería. Un ejemplo ilustrativo proviene del sitio incaico Potrero Chaquiago, Catamarca, donde se hallaron 38 torteros confeccionados con cerámica y piedra. Este conjunto fue interpretado como evidencia de una de las primeras fases de la producción textil: el hilado (Williams 1983). Otros trabajos analizaron los aspectos tecnológicos de las fases de la manufactura de torteros durante la ocupación incaica, con base en colecciones procedentes del Valle de Lerma, Salta (Mulvany et al. 1992). Para este mismo período, se registraron indicadores de una producción intensa de hilados en poblaciones de la llanura santiagueña, con base en las numerosas colecciones de torteros existentes (Taboada y Angiorama 2010). En ambientes muy húmedos como el litoral fluvial argentino, la conservación de restos orgánicos es aún más dificultosa (De Grandis 2006). La labor arqueológica permitió identificar cuantiosos torteros de cerámica provenientes de asentamientos indígenas (Ceruti 2006) y otros de poblados coloniales, como Santa Fe la Vieja. A partir de 1573, la producción de "lienzos" de algodón fue tan importante en esa región, que esos tejidos se constituyeron en unidades monetarias, por ello, los instrumentos de su producción se hallan en grandes cantidades, como lo indica la colección Zapata Gollán, con 630 torteros (De Grandis 2006). Algunas de esas piezas se elaboraron con fragmentos de vajilla europea, otros con arcilla y decorados con incisiones y también reciclando alfarería local (Ceruti 2006). Los antecedentes detallados en este apartado aportan información sobre las relaciones de producción textil en sus variantes temporales, regionales y culturales. En las áreas favorecidas por las mejores condiciones naturales de conservación, es posible apreciar las etapas involucradas en el procesamiento de las fibras con herramientas como son los husos y torteros y recuperar prendas tejidas. Los torteros fueron manufacturados -en la mayor parte de los casos-- con materiales minerales, por ello, se conservaron en áreas con diferentes condiciones ambientales, y representan unidades socialmente significativas dado que permiten inferir indirectamente las tareas de hilandería. En tanto, algunos instrumentos óseos con punta aguzada y pulida podrían considerarse de uso textil (Renard 2002: Figuras 11 y 12, piezas Nº 678, Nº 690b), al igual que las agujas con y sin orificio, que indican actividades de costura.

Características morfofuncionales y estilísticas de los torteros arqueológicos

El proceso de hilado requiere en la mayoría de los casos de, al menos, dos elementos: el huso y el tortero, que, al ser combinados, forman el instrumento necesario para hilar. El primero representa el eje vertical que se inserta en el orificio del tortero y permite así la torsión de las fibras o hilos a partir del vellón (Renard 2002; Guinea Bueno 2004; Abal de Russo 2010). El hilado se logra al torcer un conjunto de fibras que se van enrollando sobre el huso o varilla mientras esta gira constantemente, y la función del tortero es generar el peso necesario para conservar el impulso del giro. Por su condición de contrapeso fueron realizados con distintas materias primas: cerámica, madera, piedra y hueso. La Primera Convención Nacional de Antropología (1966: 42) define a los torteros como: "Disco o peso perforado en el centro, que se pone en la parte posterior del huso y ayuda a torcer la hebra. A menudo tiene decoración impresa, y puede hacerse de un tiesto cortado y alisado". En los casos arqueológicos mencionados, estas piezas fueron producidas intencionalmente modelando formas: rectangulares, cuadrangulares, discoidales, planas, etc., con o sin decoración (Ambrosetti 1907; Williams 1983; Mulvany et al. 1992; Guinea Bueno 2004), o mediante el reciclado de fragmentos cerámicos (tiestos) (Ceruti 2006). El carácter definitorio de su función es el orificio ubicado en el centro de la pieza dentro del cual se inserta el huso.
Las características del hilo logrado dependen del tamaño del huso, del tortero, de su orificio y del peso; cuanto más fina es la fibra hilada, más pequeño y liviano es el tortero y su orificio es menor (Williams 1983; Rolandi y Jiménez 1983-1985; Guinea Bueno 2004).

La producción textil y la manipulación de fibras en pampa-patagonia

Como se mencionó, la importancia socioeconómica y política de la producción textil de los pueblos del período posconquista de las regiones de Pampa- Patagonia se encuentra ampliamente documentada (Palermo 1994; Finkelstein 2008; Méndez 2010). Sin embargo, en este trabajo se propone que esta práctica se desarrolló en tiempos anteriores e integró el proceso de emergencia y consolidación de la complejidad socioeconómica. Algunos interrogantes como: ¿qué tipo de piezas se tejían con el producto de la hilandería?, ¿qué materias primas utilizaron?, ¿quiénes las elaboraban? y ¿cuál era el destino de dichos objetos? son posibles de reconstruir con datos históricos principalmente del siglo XIX y en menor medida para las centurias anteriores debido a la escasez de documentos En este acápite se resume la información histórica y se mencionan las evidencias arqueológicas que indican la manipulación de fibras y textilería en esa extensa área.

Datos históricos
No obstante ese sesgo documental, el tema fue analizado por historiadores y antropólogos sobre la base de escritos de cronistas y de otros agentes coloniales que recorrieron la región pampeana y áreas lindantes. La presencia de tejido en el área pampeano- patagónica fue considerada producto de procesos migratorios o de contacto con los pueblos andinos (Araucanía) (Mandrini 1986; Finkelstein 2008; Méndez 2010). Una cita de Palermo (1994: 73) expresa: "Como vimos, el tejido llegó a los grupos indígenas pampeanos y norpatagónicos por influencia mapuche". Esta consideración ilustra la interpretación de muchos investigadores sobre el origen de esta práctica tecnológica que, en algunos casos, muestra en su tratamiento el uso de escalas espaciales amplias (Araucanía, noroeste) como ámbitos de innovaciones y la vigencia de interpretaciones culturalistas que utilizan términos como el de "rasgos culturales", propio de la escuela Histórico-cultural. Estas concepciones deberían explorar otros mecanismos sociales que aportaron el dinamismo de los procesos de cambios y etnogénesis de las identidades étnicas. Algunos investigadores fueron precursores al ponderar la importancia económica que adjudicaron a la producción de tejidos en esta región (Mandrini 1986; Palermo 1994).
La existencia de "talleres" textiles de carácter doméstico en las tolderías indicaría el valor de la manufactura de prendas (ponchos, mantas, etc.) como bienes que circularon por redes económicas interétnicas (Mandrini 1986). Esa producción textil estimuló nuevos modos de identificación y diferenciación mediante el uso de prendas convertidas en insignias en las propias comunidades originarias. Los ponchos identificaron y señalaron la autoridad de los líderes étnicos, y otras prendas fijaban diferencias de género (Sánchez Labrador 1936; Mansilla 1966; Corcuera 2006, 2010; Mandrini 2008). Estudios posteriores analizaron la participación económica de las mujeres como productoras de tejido, creadoras de símbolos iconográficos o cromáticos que expresaban diferencias sociales, e incluso como propietarias de rebaños de ovejas dentro de una economía de tipo doméstica (Palermo 1994). Varios trabajos recientes tratan los aspectos productivos de la textilería y de su incorporación a contextos históricos, como los ejemplos de la Meseta Central de Chubut (Finkelstein 2008; Méndez 2009) y en Patagonia meridional con los grupos aónikenk (Méndez 2010). Esos trabajos analizaron abundantes documentos históricos y relatos orales sobre las características de su producción, la finalidad y sus roles en la construcción identitaria de las mujeres y los modos de trasmisión de los saberes tecnológicos en esas sociedades. Méndez (2010) señala el uso por parte de algunos grupos aónikenk de la llamada "lana de guanaco", destinada a la manufactura de fajas y mantas para los caballos y también como materia prima para comercializar. Para el área de las sierras orientales de Tandilia los documentos históricos tempranos son muy escasos; al respecto se cuenta con la narración escrita por Juan de Garay (1915 [1580]: 88), quien señaló la presencia de tejidos considerándolos eventualmente producto de interacciones con pueblos andinos que los producían: "[.] aquella gente se abriga con mantas de pieles de unos animales que ay como liebres y gatos monteses y hacen sus tiendas de cueros de venado, hallamos entre estos indios alguna ropa de lana muy buena dicen que la traen de la Cordillera de las espaldas de Chile [.]"

El registro arqueológico
En los contextos de cazadores-recolectores de la pampa bonaerense oriental los torteros son los indicadores de las actividades de hilandería. En la Depresión del Salado, en los sitios El Canal, Canal Guido del Mar, Playa Girón y El Divisadero Monte 6, Aldazabal y Eugenio (2008) hallaron un total de once torteros elaborados sobre tiestos. Estos autores los consideran instrumentos para hilar fibras vegetales destinadas a la manufactura de redes de pesca, les atribuyen etnicidad guaraní y suponen una cronología posterior a los 1500 años, al correlacionarlos con fechados de los depósitos marinos subyacentes del área del humedad de San Borombón y llanuras contiguas. En la subregión Pampa Seca, Berón (2004) halló en Tapera Moreira un tortero elaborado sobre una roca dura, formatizado por abrasión y pulido, que considera como un indicador de actividades de hilado o tejido. En Neuquén, en el sitio Rincón Chico 2, Aldazabal y Eugenio (2007) mencionan cinco torteros elaborados sobre tiestos, y Sanguinetti de Bórmida (2005), en el sitio Bichara 2 (meseta interior, sector noroccidental de la Patagonia), describe un tortero sobre tiesto de cerámica que refiere al hilado y tejido con una cronología de ca. 290 años AP. La información proveniente del sitio Rawson (costa nordeste de la provincia de Chubut) es significativa porque presenta pruebas directas de la tecnología textil. Los hallazgos se vinculan a un conjunto de entierros primarios múltiples con ajuar integrado por piezas culturales europeas (cuentas vítreas y un candelabro de bronce) y artefactos de manufactura indígena (hacha de bronce, cuentas de turquesa y fragmentos de textiles) con una antigüedad asociada a momentos iniciales del contacto hispano-indígena (Gómez Otero y Dahinten 1997-1998). Los restos de tejidos son de dos tipos: llano de faz de trama y de malla y urdimbre, el primero podría provenir del noroeste argentino, y el segundo sería local, por su similitud con la elaboración de redes y según lo sugieren los datos etnohistóricos de los tehuelches del río Deseado, quienes utilizaron fibras de guanaco. Estos datos se relacionan con otro hallazgo en el sitio La Azucena 1 (Península de Valdés) con presencia de lana de guanaco torsionada y teñida de rojo, con datación de ca. 880 años AP (Gómez Otero y Dahinten 1999).
En el Alero Mazquiarán (río Mayo, Chubut) se hallaron evidencias de textiles. Se trata de fragmentos de prendas de vestir (faja, manta y poncho) elaboradas con fibras de oveja en contextos funerarios asociados a restos de cueros pintados, pieza de metal y vegetales. Este conjunto fue datado en ca. 200 años AP, y el análisis realizado por Pérez de Micou (2009) ejemplifica las técnicas y las características de los motivos decorativos que le permiten proponer la diversidad de orígenes (Araucanía y NOA) y las complejas relaciones sociales y económicas tardías (poscontacto) que explicarían su presencia. Castro (2009), a partir de estudios de fuentes escritas, destaca la circulación de bienes y el valor simbólico que tuvieron esas prendas al ser utilizadas como ajuar. Este ejemplo arqueológico se constituye en un referente sobre la importancia que asumieron los tejidos como diacríticos de las identidades de tehuelches y araucanos, los cuales señalarían a su vez, el proceso de etnogénesis de finales del siglo XIX.

La evidencia de hilado/textileria en las sierras orientales de Tandilia

Las piezas arqueológicas definidas como torteros, halladas en Tandilia oriental, fueron identificadas tecnomorfológicamente por comparación con piezas similares descriptas en trabajos arqueológicos diversos (Mulvany et al. 1992; Soria 1999; Renard 2002; Ceruti 2006). Estos instrumentos para hilar se hallaron en dos sitios (Figura 1): Cueva El Abra y Lobería I, Sitio 1. En tanto, varios instrumentos óseos, como agujas y otros punzantes, provienen de Cueva Tixi, Cueva El Abra y Lobería I. estos tres sitios son interpretados como campamentos de actividades domésticas que comparten características materiales y temporales (Mazzanti 2006).

1. Los torteros
Cueva El Abra: Dos fragmentos de torteros provienen del componente superior (958 + 32 años AP, AAA33419; carbón). Se elaboraron con tiestos de cerámica reciclados y formatizados por abrasión y pulido. Ambos conservan pintura roja en la cara externa (Figura 2 A, B) y están decorados con una incisión realizada poscocción sobre una de las caras. En los dos ejemplares se trata de un motivo circular que bordea el orificio central. Si bien se trata de fragmentos, se pudieron registrar las siguientes dimensiones: 1) diámetro estimado: 45 mm; espesor: 7,82 mm; peso: 6,75 gr (Figura 2 A). 2) diámetro estimado: 32 mm; espesor: 6,86 mm; peso: 2,61 gr (Figura 2 B).


Figura 2.
Torteros: A y B- Cueva el Abra; C- Lobería Sitio 1. Las flechas en los ejemplares fragmentarios indican la ubicación del orificio.

Lobería I, Sitio 1: Un tortero entero procede de la ocupación superior (ca. 676 a 883 años AP; AAA81060, AAA74483, AAA8105; carbón). Se manufacturó mediante el reciclado de un fragmento de cerámica formatizado por abrasión. En una cara conserva pintura roja y hollín en otra. El orificio central es cónico, logrado por excavado y torneado. Sus características dimensionales son: diámetro máximo: 44,41 mm; diámetro del orificio: 4,2 mm; espesor: 7,85 mm; peso: 16,30 gr (Figura 2 C).

2. Los instrumentos óseos
En los antecedentes sobre producción textil se considera a algunos instrumentos óseos (agujas, punzones, palas, peines, etc.) como auxiliares de base del tejido. Por ejemplo, para elaborar fajas y artículos mediante anillado de una hebra (bolsas, redes, gorros, etc.), las agujas o instrumentos con extremo agudo permitían seleccionar, entrecruzar y separar los hilos de esa trama (Renard 2002; Guinea Bueno 2004; Corcuera 2006; Taranto y Marí 2007; Abal de Russo 2010; López Campeny 2011).
Lobería I, sitio 1
: En la ocupación superior se hallaron dos astas de venado (Ozotoceros bezoarticus), una quemada, con intenso lustre y con extremo distal muy agudo (Figura 3 A). Un segundo fragmento distal de asta tiene su extremo con lustre y coloración diferencial, lo que denotaría su empleo sobre materiales blandos (Figura 3 B). Estas piezas pudieron ser utilizadas por su resistencia y ápices punzantes, para seleccionar las hebras.

Figura 3. Instrumentos óseos punzantes. A y B: astas de venado de la localidad Lobería I , C y D: instrumentos sobre astillas con extremos agudos de Cueva El Abra, E y F: aguja y punzón de Cueva Tixi.

Cueva El Abra: En su componente superior se hallaron varios instrumentos óseos, dos de los cuales podrían hipotéticamente asignarse a la actividad textil, porque sus extremos son punzantes y poseen un lustre distintivo, posiblemente por el uso sobre materiales blandos (Figura 3 C, D).
Cueva Tixi
: Del Nivel 4 (superior) procede una aguja con extremo distal agudo, fracturada en su extremo proximal, donde conserva indicios del orificio, lo que evidencia su condición funcional e indica que se usó para traspasar una fibra a través de algún tipo de material, es decir, que fue utilizada para la actividad de costura. Otro artefacto es un punzón con ápice agudo, el cual presenta estrías y lustre destacado. Instrumentos similares son mencionados en las citas anteriores como herramientas auxiliares para el cruce de hebras (Figura 3 E, F).

¿Qué fibras se hilaron?
El problema central es indagar cuáles fueron las fibras hiladas mediante husos y torteros en este sector oriental de la región pampeana donde no se conservaron esas materias primas en el registro arqueológico.
En la región pampeana suroriental, el guanaco, junto con el venado, fueron recursos alimenticios principales de las sociedades prehispánicas del Holoceno tardío prehispánico, las cuales emplearon los subproductos de estos animales como materias primas para distintas tecnologías, como los cueros, tendones, huesos, astas y bezoar (cálculos gástricos de material no digerible). En ese contexto de uso intensivo de esos animales es posible considerar que los vellones de guanaco también fueron empleados. Con posterioridad al siglo XV, esta especie animal se retrae geográficamente hacia el sur de la provincia de Buenos Aires (Politis y Pedrotta 2006), ya que no se hallaron evidencias arqueológicas fehacientes de su explotación en las llanuras bonaerenses y Tandilia durante los siguientes siglos. Esta condición afectó la oferta de ese animal y la consiguiente carencia de carne y de sus subproductos; lo mismo ocurrió con el venado de las pampas (Quintana y Mazzanti 2001). Desde los primeros momentos de la conquista, estas especies fueron reemplazadas por el ganado europeo (vacas y caballos), que se extendió por las llanuras y bolsones serranos. Los datos históricos mencionan al ganado ovino tardíamente (siglo XIX) en esta porción oriental de la pampa.

Discusión

La hilandería resulta una práctica novedosa para el área pampeana, tanto por el tipo de desarrollo tecnológico que representa como por sus potenciales implicancias sociales, al incluir a otro tipo de soporte a través del cual los cazadores-recolectores prehispánicos pudieron expresarse simbólicamente y reproducir diferencias sociales. En el contexto regional, esta actividad se suma a otras que señalan la magnitud de los cambios socioeconómicos que se habían generado durante el Holoceno tardío final (prehispánico). Un ejemplo de ello es la intensidad que asumió la manufactura de alfarería en el área del humedal del río Salado (González 2005). Localmente, se destaca la utilización de numerosas vasijas de cerámica decorada y la producción de arte rupestre en los dos sitios arqueológicos que contienen torteros (Lobería I y Cueva El Abra) (Mazzanti 2006). Los torteros forman parte del instrumental asociado a tareas de hilado y por ello representan un indicador de prácticas textiles, que pudieron destinarse a la elaboración de accesorios personales (fajas, vinchas, cordelería, bolsas, etc.) u otro tipo de prendas. Planteamos que la hilandería/textilería debe ser considerada en los estudios arqueológicos de la región pampeana tanto por su preexistencia al proceso colonial como por su rol en la estructura socioeconómica e ideológica de los cazadores-recolectores complejos. Esto implica, por ejemplo, la consideración teórica de las relaciones de edad, género y aprendizaje que incumben a los especialistas que aplicaron sus saberes a las tareas de hilado y a su uso posterior en la manufactura textil. La textilería fue una actividad común y esperable en sociedades con asentamientos permanentes y organizaciones sociales diversas, como las ubicadas en distintas regiones de Andinoamérica. Sin embargo, dado que su consideración como parte de la tecnología utilizada por las sociedades pampeanas prehispánicas es novedosa, es necesario reevaluar las funciones de cierto instrumental que muchas veces fue asignado al trabajo de pieles o de cueros, tal como lo expresan fuentes arqueológicas, documentales y etnográficas (Aguerre 2000; Caviglia 2003). En nuestro caso, esta revisión se aplica a los artefactos óseos (agujas y punzones) hallados en Cueva Tixi, a los cuales en un trabajo anterior (Mazzanti y Valverde 2001) se los consideró como probables instrumentos destinados a perforar cueros. No obstante ello, y ante la ampliación de la labor microrregional en Tandilia oriental, las características arqueológicas compartidas por los sitios analizados -Cueva El Abra, Cueva Tixi y Lobería I- permiten reconsiderar esa función y orientar futuros estudios experimentales para indagar el uso de los instrumentos óseos con puntas agudas, atendiendo a sus eventuales funciones en la labor textil.
Estos asentamientos se localizan en la misma microrregión, poseen estrechas relaciones espaciales de vecindad, contextos arqueológicos similares interpretados como campamentos base y un rango cronológico compartido (ca. 670 años AP a 980 años AP). Los grupos que ocuparon esas cuevas desarrollaron sus modos de vida en un contexto de abundancia de caza de especies de mamíferos con fibras factibles de ser hiladas. En dos de ellos -Lobería I y Cueva El Abra- se conservaron pinturas rupestres e indicadores de estandarización en la producción de instrumentos líticos con registro de numerosa cerámica con similitudes estilísticas (Mazzanti 2006). El material faunístico se halló en buen estado de conservación, lo que permitió investigar la intensidad de su consumo y plantear el despiece de fauna pequeña (cuises, vizcachas y lagartos) para el uso de sus pieles (Quintana 2005; Quintana y Mazzanti 2011). Otras especies de mayor porte (guanacos y venados) fueron consumidas, y sus huesos, utilizados para la producción de instrumentos. Este conjunto de aspectos corresponde al proceso de intensificación regional (Quintana et al. 2002), el cual también fue planteado para varias subáreas de la región pampeana (Berón 2004; Martínez y Gutiérrez 2004; González 2005; Mazzanti 2006). Las relaciones de afinidad indican que los grupos de cazadores-recolectores ocuparon cuevas con mayor tiempo de permanencia y redundancia durante el Holoceno tardío-final y que manifestaron múltiples tipos de relaciones y ampliaron sus redes de interacción sobre extensos espacios sociales (Mazzanti 2006). Este fenómeno también se expresó mediante estilos regionales novedosos que dieron cuenta de la diversidad de modos de expresión de la etnicidad. En consecuencia, la producción de hilandería estuvo integrada a ese contexto social complejo. En este trabajo se propone como hipótesis que los cazadores-recolectores pampeanos manipularon, en momentos previos a la conquista europea, los vellones de los guanacos cazados para su consumo. De este modo, las fibras extraídas fueron hiladas y destinadas a la producción de accesorios y/o prendas tejidas. Si bien la muestra de torteros locales es pequeña y sólo uno conserva el orificio completo, sus dimensiones -comparadas con datos de distintos autores y áreas geográficas- permiten considerar que pudieron emplearse para hilar fibras delgadas como las de guanaco (Guinea Bueno 2004; De Grandis 2006). Por lo tanto, la hipótesis planteada se sustenta en los antecedentes etnográficos, entre los que se destacan la entrevista a "Pati" (Aguerre 2000), las descripciones de los grupos aonikenk (Méndez 2010) y de los mapuches (Taranto y Marí 2007); y en las evidencias arqueológicas de instrumentos para hilar, tejidos y/o fibras de guanacos preservadas en diversos contextos de Patagonia.
Por otra parte, la ausencia de continuidad histórica o la falta de fuentes escritas en la región pampeana sobre el hilado de vellón de guanaco pueden explicarse en relación con los datos paleoambientales. Estos señalan dos eventos climáticos globales (anomalías climáticas con incremento y descenso de las temperaturas y humedad) que afectaron la distribución geográfica de algunas especies de animales. Se trató del período Cálido Medieval (siglo X al XIII) y de la Pequeña Edad de Hielo (siglo XV a mediados del siglo XIX). En el último evento, de características más frías y áridas, se produjo la retracción del guanaco del sector de la Pampa Húmeda hacia las sierras Australes y el oeste pampeano (Politis y Pedrotta 2006; Mazzanti y Quintana 2010). Esas condiciones ambientales ocurridas a partir del siglo XV en adelante pudieron afectar la caza de guanacos, lo que produjo como consecuencia la carencia de vellones, que a su vez hizo disminuir la práctica textil ancestral hasta el ingreso de la lana de oveja. Este tipo de fibra exótica resultó muy utilizada en la textilería indígena colonial, de la cual existen abundantes fuentes documentales y algunas evidencias arqueológicas en áreas cordilleranas, sierras centrales y en la Patagonia. Los textiles producidos fueron bienes de intercambio y de prestigio intra e interétnico (Palermo 1994). En cambio, en las áreas donde los guanacos persisten actualmente se hallan los indicios del uso continuo de ese tipo de fibras hasta promediar el siglo XX. En consecuencia, es posible considerar que la hilandería/textilería se presenta como un sistema tecnológico aplicable a las unidades domésticas de cazadores-recolectores que habitaron la región pampeana durante el Holoceno tardío-final. Su consideración atestigua, junto con otros indicadores, los cambios ocurridos en los múltiples modos de expresiones identitarias en la región.
Los especialistas en técnicas productivas y simbólicas (lítica, cerámica, ósea, malacológica, pinturas rupestres y textiles) fueron los sujetos históricos que tomaron decisiones sobre qué producir, cómo y para qué fin. Esos artesanos configuraron un sector social que demuestra la emergencia de esas nuevas prácticas productivas y estéticas en coincidencia con otros cambios en el modo de vida de los cazadoresrecolectores prehispánicos. Entre estos se destacan el mayor tiempo de permanencia en campamentos base ubicados estratégicamente y la conformación de redes de interacciones sociales sobre espacios muy extensos, como lo demuestran algunos objetos producidos sobre materias primas exóticas a esta región (obsidiana y vasija de cerámica negra extrarregional) (Mazzanti 2006). Esos factores dinamizaron y movilizaron ideas, bienes y personas.

Agradecimientos

A la UNMDP y a la ANPCyT por financiar esta labor (PICTO Nº 552). A Carlos Quintana por su importante colaboración en la realización de las fotografías y mapa que ilustran este trabajo. A la Comisión Amigos del Museo de Ciencias Naturales "G. P. Noseda", por la gran ayuda brindada en la campaña arqueológica 2008. A Zulema Lahitte, por su constante y sincero apoyo. A los siguientes colegas que brindaron informes inéditos, artículos y asesoramiento que enriquecieron sustancialmente este trabajo: C. Ceruti, N. De Grandis, S. Renard, C. Pérez de Micou. A Ruth Corcuera por alentar esta contribución.

NOTAS

1 Los procesos de territorialidad e interacción social sobre amplias áreas geográficas ocurrieron en los siglos previos a la conquista europea (Berón 2004).

2 Este modo de extraer el vellón de guanaco fue registrado también por P. Méndez (2009: 23) en una entrevista con una tejedora actual de la Meseta Central de Chubut: "[.] ni bien matan al guanaco, sacaban ahí nomás [el pelo] antes de que se enfríe [.]".

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